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ACTIVIDADES DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

Por lo que respecta a la actividad de la AP, los campos de actuación son múltiples y pueden clasificarse de
diversas maneras. Ahora bien, la distinción más usada suele distinguir entre la limitación de derechos, el
fomento y el servicio público. El elemento que conecta todas estas materias es el interés general ya que,
de acuerdo con el art. 103.1 CE, la AP sirve con objetividad los intereses generales.
Cabe añadir que la AP también se somete a la regla del art. 1902 del CC y, por tanto, si causa algún daño a
los administrados por su actuación deberá reparar dicho daño. Estamos ante la responsabilidad
administrativa, de la cual también se habla en el art. 106.2 CE que dispone que “los particulares, en los
términos establecidos por la ley, tendrán derecho a ser indemnizados por toda lesión que sufran en
cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea
consecuencia del funcionamiento de los servicios públicos”.

Empezando por la actividad de limitaciones de derechos, es el ordenamiento jurídico quien otorga al


titular el derecho a actuar, pero al mismo tiempo lo limita a través de una decisión administrativa. Por
ejemplo, el OJ otorga el derecho de propiedad, pero el titular no puede construir donde quiera, sino que
debe respetar unas normas administrativas. Es necesario remarcar que lo que se está limitando es la
actividad del derecho y no la titularidad.
La AP limita el ejercicio de derechos a través de reglamentos y actos administrativos. Al realizar estas
limitaciones debe respetar el principio de legalidad, es decir, respetar la ley y la CE, también el principio de
igualdad, tratando igual a todos los casos. Y el principio de favor libertatis: que viene a decir que en caso
de que se pueda elegir varios medios se escogerá el menos restrictivo para la libertad del particular.
En cuanto a los reglamentos, estos desarrollan la ley y no pueden contradecirla. Los reglamentos pueden
ser impugnados ante tribunales cuando sean desproporcionales o no respondan al interés general. Existe
un tipo especial, que son los planes que normalmente son internos, pero hay algunos externos que
vinculan a los ciudadanos, como es el caso de los planes urbanísticos.
Por lo que respecta a los actos administrativos, nos encontramos con: las licencias, la comunicación previa,
las inspecciones administrativas y la supervisión administrativa.
Las licencias son el gran mecanismo de limitación de derecho, consiste en un permiso previo que el
particular debe solicitar a la AP para poder ejercer algún derecho concreto. La AP concederá dicha licencia
valorando si se afecta o no a el interés general.
La comunicación previa, es el caso en el que el particular solamente ha de comunicar a la AP que ejercerá
su derecho y no necesita de ningún permiso previo. Un ejemplo claro son las manifestaciones, que no
requieren de permiso previo, pero si que se deben comunicar con antelación para que se puedan adoptar
medidas especiales.
Las inspecciones administrativas consisten en que, particulares y empresas deberán someterse a unas
inspecciones en función de la actividad que llevan a cabo. Es la propia AP quien, de oficio, realiza dichas
inspecciones, lo hace para graduar el ejercicio del derecho.
La supervisión administrativa también es otro tipo de mecanismo que gradúa el ejercicio de derechos. En
este caso, la AP y la empresa están en constante contacto, la AP controla la actividad de la empresa
obligándola a realizar informes sobre dicha actividad.
En caso de que este conjunto de mecanismos falle nos encontramos ante la sanción administrativa. Este
instrumento impone castigos cuando un particular incurre en una infracción administrativa. La sanción la
impone la propia AP, el órgano que sea competente en dicha materia. Normalmente se tratan de sanciones
pecuniarias, lo que supone el pago de un importe monetario por parte de quién infringe la norma, pero
también, es posible la retirada de licencias, suspensión de permiso, etc. Las sanciones es un mecanismo
especial por lo que tiene carácter propio y una regulación propia. La ley establece una serie de principio
que debe respetar la sanción. Uno es el principio de legalidad y tipicidad, estos se refieren a que las
infracciones y sus correspondientes sanciones ya están previstas en las normas con rango de ley y esto
significa que la ley ya tiene tipificado todos los supuestos en los que se puede aplicar una sanción. Otro
principio es el de proporcionalidad, que indica que debe haber proporcionalidad al regular las infracciones
y proporcionalidad cuando se aplica la sanción, por lo que la AP deberá motivar porque impone dicha
sanción, en caso contrario, los tribunales podrán anularla. También debe respetar el principio de
prohibición de sanciones privativas de libertad ya que el único órgano competente para privar de libertad
es un juez penal. Por último, está el principio del procedimiento sancionador, la AP debe seguir un
procedimiento y respetar unas garantías a la hora de sancionar. Este principio tiene el objetivo de proteger
al administrado.

Bueno, ahora ya dejando de un lado la actividad de limitaciones de derechos, tenemos la actividad


fomento. La AP, de acuerdo con la ley, considera que, la actividad privada que se está estimulando es de
interés general. El medio principal es la subvención, que se trata de la entrega de una cantidad de dinero a
un particular que realiza una actividad que se considera de interés general. Actualmente se encuentra en
crisis debido a las dificultades presupuestarias de los países y, además, el derecho comunitario prohíbe las
subvenciones que falseen el libre mercado.
La subvención, según la Ley General de Subvención, sigue el criterio de la obtención competitiva, es decir,
cuando se va a otorgar una subvención se presentan varias ofertas y se concede la subvención a la oferta
que beneficie a más personas.

Bueno, seguidamente nos encontramos con el servicio público, del cual la AP es titular, se trata de un
servicio que se considera de interés general. Podemos dividirlo en 2 bloques. Por un lado, tenemos la libre
competencia donde la AP tiene libre iniciativa para ejercer cualquier actividad económica, compitiendo en
igualdad de condiciones con las empresas privadas. Por otro lado, está el caso en el que la AP no compite
en condiciones de igualdad sino de prerrogativas. Los sectores en los que la AP actúa con privilegios (ej:
régimen presupuestario propio, régimen de personal, régimen tributario diferente) respecto a la actividad
privada son la sanidad, educación y servicios sociales. Y en otros sectores puede incluso tener el monopolio
como por ejemplo en la defensa nacional y puede complementarse con una actividad privada como sería la
seguridad privada.

Existen unas excepciones respecto a estos 3 bloques de actividad de la AP, y son los sectores en los que se
aplica servicios públicos y privados. Estamos hablando de los viejos sectores públicos que están en proceso
de privatización.
Un caso es el sector cultural, se trata de un sector especial ya que en ciertos aspectos se rige por un
régimen parecido al de sanidad, un ejemplo son los museos. Y el resto del sector sigue el régimen de libre
competencia (internet y edición).
Otros casos son el campo de las telecomunicaciones, transporte, energías… que reciben el nombre de
sectores regulados. En este sector aparece un concepto muy importante, las obligaciones del servicio
público. Son servicios que se imponen a los operadores públicos porque una norma de derecho público así
lo exige. Estos sectores son de titularidad privada, es decir, no están controlados por ninguna entidad
pública, pero si están limitados por obligaciones de servicio público.

A parte de la clasificación tripartida, existen otras actividades que, por su carácter, no encajan bien en
ninguna de estas clasificaciones. Nos estamos refiriendo a la actividad arbitral de la AP, que consiste en
someter un conflicto entre dos privados a la AP, es decir, es la AP la que determina la solución del conflicto.

Una vez delimitado el sector público, existen dos grandes modos de prestación de servicios: la gestión
directa y la gestión indirecta.
En la gestión directa es la propia AP, como titular del servicio, quien realiza la prestación. Lo puede hacer a
través de la Administración Territorial o mediante la creación de una filial, de una entidad pública
empresarial, se trata de un organismo bajo el control de la administración territorial, es una administración
pero que a veces utiliza el derecho privado. La gestión directa es propia de los sectores de justicia, policía,
defensa nacional, etc.
En la gestión indirecta el servicio sigue siendo público, pero, mediante la técnica de descentralización
funcional, la prestación la realiza un particular seleccionado objetivamente por la AP. Este sujeto recibe el
nombre de concesionario, el cual estará controlado total o parcialmente por la AP. Al prestar este servicio,
el particular va obtener un beneficio mercantil. El precio al que este particular va prestar servicio va a estar
regulado, o sea, que puede estar limitado. Jurídicamente, los precios del concesionario se llaman precios
públicos.

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