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LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD - ANDRÉS CUSI ARREDONDO

LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD

Históricamente, la autonomía de la voluntad se remonta al derecho romano; sin embargo no tenía una
facultad creadora por cuanto se ubicaba bajo ciertas limitaciones establecidas, donde tenía que someterse
a la voluntad del influyente formalismo que imperaba en la época, sujetándose a esquemas o modelos
predeterminados de manera rigurosa, propios de la señalada civilización.

Posteriormente, la idea que existía y estaba vigente en ese ámbito jurídico de ese entonces, fue recogida
legislativamente por el Código Civil francés de 1804, donde este primer gran hito en la codificación civil
mundial reconoció la categoría de ente generador de una diversidad de relaciones jurídicas, las mismas
que tenían como origen causal la voluntad de la persona.

Concepto e importancia

Este concepto tiene una relación directa con la libertad toda vez que resulta fundamental para su
existencia. En consecuencia, podríamos definir a la autonomía de la voluntad como aquella libertad que
permite a la persona generar infinidad de relaciones jurídicas; esto es crear, conservar, modificar,
transmitir o extinguir vínculos jurídicos con otras personas, todo ello de acuerdo con los fines y propósitos
para los cuales fueron creados. Se convierte pues en el ente generador del acto jurídico y, a su vez, en
mecanismo normativo de autorregulación de la conducta de los sujetos respecto a las relaciones jurídicas
ya generadas. Asimismo se suele comparar a la autonomía de la voluntad con la libertad de contratación o
la libertad económica, esto es último de acuerdo al propósito patrimonial o pecuniario que se encuentra
investido, el que por cierto no es en todos los casos. Si bien es cierto la autonomía de la voluntad implica la
libertad para generar derechos, deberes y obligaciones de diversa índole, ello no significa que sea de
carácter absoluto o ilimitado, sino que existen limitaciones, encargándose de esta función el orden público.

Concepto de orden público

Es el elemento que limita y/o restringe a la autonomía de la voluntad. Podríamos definir al orden público
como aquellas normas de carácter imperativo y/o prohibitivo que limitan la libertad de contratar, generar
derechos y obligaciones, teniendo el sustento para ello en el conglomerado de normas que forman parte
del ordenamiento legal. Si bien es cierto la autonomía de la voluntad se encarga de generar innumerables
relaciones jurídicas entre los sujetos, están supeditadas o limitadas al conjunto de normas que conforman
el orden público. Es menester precisar que el orden público tiene como basamento sustancial en la
Constitución Política del Estado, que establece los derechos y deberes de los ciudadanos y, luego en las
normas que jerárquicamente siguen a la Carta Magna y que asumen función reguladora de la voluntad,
como podría ser el Código Civil a manera de ejemplo.

Concepto de Buenas Costumbres

Según nuestro parecer podríamos señalar que no existe una definición absoluta, exacta, uniforme o única
de lo que se entiende como buenas costumbres ya que la visión o apreciación que se tenga respecto a ella
dependerá de la persona que la práctica y el entorno respectivo. Claude Du Pasquier señala que la buenas
costumbres deben ser entendidas en función a un estándar jurídico, adaptable en función a dos aspectos
fundamentales: espacial y temporal de una sociedad, es decir lo que no está permitido aquí puede estarlo
en otro lugar distinto o lo que no está permitido en la actualidad puede estarlo más adelante en función al
tiempo. Por lo expuesto, juega un papel preponderante sólo como elementos referenciales, donde, en
todo caso, será el juez quien tendrá que resolver si el acto jurídico celebrado es conforme o contrario a las
buenas costumbres, en función a la apreciación que tenga.

Asímismo es menester precisar que el Código Civil de 1984 no define "en esencia" lo que son las buenas
costumbres, sólo se limitar a enunciarla en cada supuesto normativo. A manera de ejemplo podemos citar
los artículos 6º; 96; 1681º inc 7; 1697º inc. 3; 2049º; 2050º; 2104º inc. 7.

ANÁLISIS DEL ARTÍCULO V DEL TITULÓ PRELIMINAR DEL CÓDIGO CIVIL

El artículo V del Titulo Preliminar del Código Civil señala en forma expresa que "es nulo el acto jurídico
contrario a las leyes que interesan al orden público o a las buenas costumbres".

Teniendo en consideración de esta norma se encuentra dentro del Titulo Preliminar del citado código
sustantivo, denota la importancia que le ha otorgado el legislador para desarrollar conceptos como orden
público y buenas costumbres, aún cuando existe defectos de redacción en la norma antes citada. Es
impropio cuando el artículo en mención se refiere "(..........) a las leyes que interesan al orden público o a
las buenas costumbres", por cuanto, tal como hemos advertido anteriormente, las buenas costumbres no
puede estar incorporadas dentro de una "ley" ya que resulta un concepto amplio, variable, cambiante y
flexible en función a distintos aspectos, máxime que el Código Civil no le otorga una definición precisa. La
importancia del artículo señalado radica en que hace prevalecer el orden público sobre la autonomía de la
voluntad, dando la máxima sanción (nulidad) al acto jurídico que se ha celebrado y observado del
ordenamiento legal existente. De esta nulidad, también se desprende el carácter imperativo que resulta de
las normas que conforman el orden público. La autonomía de la voluntad puede determinar el acto
jurídico, empero su colisión con el orden público puede traer consigo de manera irremediable la nulidad
absoluta del acto jurídico, tal como prevé adicionalmente el inciso 8 del artículo 219º del Código Civil.

http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechoysociedad/article/viewFile/17426/17706

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