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La fusión de la identidad
El estudio en el que acabas de participar explora el proceso de fusión de la
identidad. La fusión de la identidad es un constructo desarrollado recientemente por
William Swann de la Universidad de Texas y Ángel Gómez de la UNED. La fusión es
un excelente predictor del comportamiento extremo que algunos personas realizan por
sus grupos. Por ello, resulta de gran interés estudiar las causas y las consecuencias de la
fusión, así como los mecanismos que explican esa relación.
La fusión de la identidad (Swann, Gómez, Seyle, Morales y Huici, 2009; Swann,
Jetten, Gómez, Whitehouse y Bastian, 2012) es un sentimiento visceral de unión con un
grupo. Las personas que están fusionadas con un grupo desarrollan una vinculación
peculiar e irrevocable con el grupo. La fusión de la identidad surge cuando los límites
entre la identidad personal (ej.: aquella parte del autoconcepto relacionada con las
características que nos hacen únicos) y la identidad social (ej.: aquella parte del
autoconcepto derivada de nuestra pertenencia a grupos) se vuelven porosos.
Tradicionalmente, se ha considerado que la identidad personal y la identidad social son
dos entidades separadas, de modo que cuando una se activa, la otra permanece
desactivada. Sin embargo, las investigaciones sobre fusión indican que algunas personas
mantienen simultáneamente activadas su identidad social y su identidad personal. En
consecuencia, estas dos identidades se potencian mutuamente para producir una gran
disposición a realizar acciones extraordinarias por el grupo. La fusión de la identidad
predice la predisposición de luchar y morir por el grupo (Gómez, Brooks et al., 2011;
Gómez, Morales, Hart, Vázquez, & Swann, 2011; Swann, Buhrmester et al., 2014;
Swann, Gómez, Huici, Morales, & Hixon, 2010; Swann et al., 2009; Vázquez, Gómez y
Swann, 2017; ), a sacrificarse por miembros del endogrupo en diferentes dilemas
morales (Gómez, Brooks et al., 2011; Swann, Gómez et al., 2014; Swann, Gómez,
Dovidio, Hart, & Jetten, 2010), a realizar donaciones a miembros del propio grupo
(Gómez, Morales, et al., 2011) y a negar un comportamiento reprobable del grupo
(Besta, Gómez, & Vázquez, 2014). También predice el rechazo a abandonar el grupo
tras ser sometido a ostracismo (Gómez, Morales et al., 2011), el dolor ante la pérdida de
un gemelo (Vázquez, Gómez, Ordoñana, Swann y Whitehouse, 2017) y el
sometimiento a una cirugía dolorosa de cambio de sexo en una muestra de transexuales
(Swann, Gómez, Vázquez, Guillamón, Segovia y Carillo, 2015).
La fusión de la identidad se caracteriza por dos creencias nucleares (Gómez,
Brooks, et al., 2011): la percepción de unidad con el grupo y la de fuerza recíproca. El
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individuo fusionado tiene una intensa sensación de unidad con el grupo y además siente
que hace al grupo más fuerte y que el grupo le hace fuerte. El resultado es que los
individuos fusionados experimentan un fuerte sentimiento de agencia personal (ej.:
creen que pueden controlar lo que hace el grupo), una sensación de invulnerabilidad
(ej.: creen que nada puede dañarles ni dañar al grupo) y una visión de los demás
miembros del grupo como si fueran sus hermanos y hermanas. La agencia personal, la
invulnerabilidad y los lazos familiares con los demás miembros del grupo son los tres
mecanismos que explican la fuerte relación entre la fusión con el grupo y la disposición
a realizar comportamientos extremos por el grupo (Swann, Buhrmester, et al., 2014).
Las personas muy fusionadas se sacrifican más por el grupo que las poco fusionadas
porque se sienten capaces de marcar una diferencia con su comportamiento, porque
creen que nada malo puede sucederles y porque se consideran responsables de proteger
a los demás miembros del grupo.
La fusión de la identidad puede medirse de tres maneras distintas. La primera
medida que se desarrolló es una medida pictórica cuyas puntuaciones son dicotómicas
(Swann et al., 2009). Es decir, o se está fusionado con un grupo o no se está fusionado.
Años más tarde se diseñó una escala verbal de siete ítems de tipo Likert (Gómez,
Brooks, et al., 2011) que capturaba los dos componentes nucleares de la fusión: la
sensación de unidad y la percepción de fuerza recíproca. Finalmente, se desarrolló una
medida gráfica continua que mide el solapamiento percibido entre el yo y el grupo
(Jiménez et al., 2015). Estas tres medidas pueden consultarse aquí:
https://www.identityfusion.org/measures/
La fusión de la identidad está relacionada, pero es diferente de otros modelos
teóricos que han ahondado en la relación entre el individuo y el grupo. La teoría más
influyente en este sentido es la teoría de la identidad social (Tajfel y Turner, 1979) que
vemos en los Temas 5 y 13 y a la que en adelante llamaremos TIS. La TIS propone el
constructo de identificación grupal para hacer referencia al vínculo entre la persona y el
grupo. La teoría de la fusión se distingue de la teoría de la identidad social en cuatro
aspectos fundamentales (Swann et al., 2012):
1. La teoría de la identidad social sostiene que la identidad personal se desactiva
cuando la identidad social se activa. En la fusión, sin embargo, tanto la identidad
personal como la social se mantienen activas simultáneamente. El comportamiento
que las personas fusionadas realizan por el grupo no está motivado únicamente por
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hemos incluido varias escalas de interés que esperamos correlacionen con la fusión con
la clase social:
Percepción de discriminación contra uno mismo/a (“Considero que he sido
privado/a de oportunidades por mi clase social”, Schmitt et al. 2002).
Legitimidad percibida de las diferencias sociales (“justas”, “ilegítimas”).
Esfuerzos realizados para mantener el sistema (“Contribuyo a mantener la sociedad
de la forma en la que es”, “No hago nada para cambiar las diferencias de poder y
estatus entre grupos de la sociedad”).
Justificación del sistema (Jost y Banaji, 1994: “En general, encuentro justa la
sociedad”, “España es el mejor país del mundo para vivir”)
Valores materialistas (Richins, 2004: “Admiro a las personas que poseen casas,
coches y ropa cara”, “Me produce mucho placer comprar cosas”).
Creencias meritocráticas (Bay-Cheng et al., 2015: “Se puede alcanzar cualquier
objetivo con trabajo duro y talento”, “Me he beneficiado del trabajo duro, de modo
que no hay ninguna razón para que los otros no puedan hacerlo”).
Actitudes hacia las personas de clase baja, media y alta (cuatro termómetros de
Haddock, Zanna y Esses, 1993).
Al final del estudio hemos registrado la orientación política y diversas variables
sociodemográficas. Tanto en el estudio de invitados como en el de estudiantes hemos
introducido una pregunta de control para comprobar si los participantes prestan atención
y leen con detalle todas las instrucciones o sólo realizan una lectura superficial.
Hipótesis
Las hipótesis del estudio son las siguientes:
En las personas de clase baja, la fusión con la clase correlacionará negativamente
con la disposición a realizar esfuerzos para mantener el sistema, la legitimidad
percibida de las diferencias sociales, la tendencia a justificar el sistema, los valores
materialistas y las creencias meritocráticas. Por el contrario, la fusión con la clase
social correlacionará positivamente con la discriminación percibida.
En las personas de clase media y alta, la fusión con la clase social correlacionará
positivamente con la disposición a realizar esfuerzos para mantener el sistema, la
legitimidad percibida de las diferencias sociales, la tendencia a justificar el sistema,
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