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Línea de Alexandra Vázquez Explicación de la Actividad 1

La fusión de la identidad
El estudio en el que acabas de participar explora el proceso de fusión de la
identidad. La fusión de la identidad es un constructo desarrollado recientemente por
William Swann de la Universidad de Texas y Ángel Gómez de la UNED. La fusión es
un excelente predictor del comportamiento extremo que algunos personas realizan por
sus grupos. Por ello, resulta de gran interés estudiar las causas y las consecuencias de la
fusión, así como los mecanismos que explican esa relación.
La fusión de la identidad (Swann, Gómez, Seyle, Morales y Huici, 2009; Swann,
Jetten, Gómez, Whitehouse y Bastian, 2012) es un sentimiento visceral de unión con un
grupo. Las personas que están fusionadas con un grupo desarrollan una vinculación
peculiar e irrevocable con el grupo. La fusión de la identidad surge cuando los límites
entre la identidad personal (ej.: aquella parte del autoconcepto relacionada con las
características que nos hacen únicos) y la identidad social (ej.: aquella parte del
autoconcepto derivada de nuestra pertenencia a grupos) se vuelven porosos.
Tradicionalmente, se ha considerado que la identidad personal y la identidad social son
dos entidades separadas, de modo que cuando una se activa, la otra permanece
desactivada. Sin embargo, las investigaciones sobre fusión indican que algunas personas
mantienen simultáneamente activadas su identidad social y su identidad personal. En
consecuencia, estas dos identidades se potencian mutuamente para producir una gran
disposición a realizar acciones extraordinarias por el grupo. La fusión de la identidad
predice la predisposición de luchar y morir por el grupo (Gómez, Brooks et al., 2011;
Gómez, Morales, Hart, Vázquez, & Swann, 2011; Swann, Buhrmester et al., 2014;
Swann, Gómez, Huici, Morales, & Hixon, 2010; Swann et al., 2009; Vázquez, Gómez y
Swann, 2017; ), a sacrificarse por miembros del endogrupo en diferentes dilemas
morales (Gómez, Brooks et al., 2011; Swann, Gómez et al., 2014; Swann, Gómez,
Dovidio, Hart, & Jetten, 2010), a realizar donaciones a miembros del propio grupo
(Gómez, Morales, et al., 2011) y a negar un comportamiento reprobable del grupo
(Besta, Gómez, & Vázquez, 2014). También predice el rechazo a abandonar el grupo
tras ser sometido a ostracismo (Gómez, Morales et al., 2011), el dolor ante la pérdida de
un gemelo (Vázquez, Gómez, Ordoñana, Swann y Whitehouse, 2017) y el
sometimiento a una cirugía dolorosa de cambio de sexo en una muestra de transexuales
(Swann, Gómez, Vázquez, Guillamón, Segovia y Carillo, 2015).
La fusión de la identidad se caracteriza por dos creencias nucleares (Gómez,
Brooks, et al., 2011): la percepción de unidad con el grupo y la de fuerza recíproca. El
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individuo fusionado tiene una intensa sensación de unidad con el grupo y además siente
que hace al grupo más fuerte y que el grupo le hace fuerte. El resultado es que los
individuos fusionados experimentan un fuerte sentimiento de agencia personal (ej.:
creen que pueden controlar lo que hace el grupo), una sensación de invulnerabilidad
(ej.: creen que nada puede dañarles ni dañar al grupo) y una visión de los demás
miembros del grupo como si fueran sus hermanos y hermanas. La agencia personal, la
invulnerabilidad y los lazos familiares con los demás miembros del grupo son los tres
mecanismos que explican la fuerte relación entre la fusión con el grupo y la disposición
a realizar comportamientos extremos por el grupo (Swann, Buhrmester, et al., 2014).
Las personas muy fusionadas se sacrifican más por el grupo que las poco fusionadas
porque se sienten capaces de marcar una diferencia con su comportamiento, porque
creen que nada malo puede sucederles y porque se consideran responsables de proteger
a los demás miembros del grupo.
La fusión de la identidad puede medirse de tres maneras distintas. La primera
medida que se desarrolló es una medida pictórica cuyas puntuaciones son dicotómicas
(Swann et al., 2009). Es decir, o se está fusionado con un grupo o no se está fusionado.
Años más tarde se diseñó una escala verbal de siete ítems de tipo Likert (Gómez,
Brooks, et al., 2011) que capturaba los dos componentes nucleares de la fusión: la
sensación de unidad y la percepción de fuerza recíproca. Finalmente, se desarrolló una
medida gráfica continua que mide el solapamiento percibido entre el yo y el grupo
(Jiménez et al., 2015). Estas tres medidas pueden consultarse aquí:
https://www.identityfusion.org/measures/
La fusión de la identidad está relacionada, pero es diferente de otros modelos
teóricos que han ahondado en la relación entre el individuo y el grupo. La teoría más
influyente en este sentido es la teoría de la identidad social (Tajfel y Turner, 1979) que
vemos en los Temas 5 y 13 y a la que en adelante llamaremos TIS. La TIS propone el
constructo de identificación grupal para hacer referencia al vínculo entre la persona y el
grupo. La teoría de la fusión se distingue de la teoría de la identidad social en cuatro
aspectos fundamentales (Swann et al., 2012):
1. La teoría de la identidad social sostiene que la identidad personal se desactiva
cuando la identidad social se activa. En la fusión, sin embargo, tanto la identidad
personal como la social se mantienen activas simultáneamente. El comportamiento
que las personas fusionadas realizan por el grupo no está motivado únicamente por
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su identidad social (como se deriva de la TIS), sino también por su identidad


personal.
2. La fusión de la identidad implica una alta agencia personal que no está tan presente
en la teoría de la identidad social. Como la identidad personal se mantiene activada
también en las situaciones grupales, las personas fusionadas ponen al servicio del
grupo su agencia personal.
3. La TIS enfatiza la importancia de los lazos colectivos hacia el grupo en su conjunto.
La identificación con el grupo depende de la atracción que genera la categoría
grupal. Se trata de una atracción despersonalizada, motivada únicamente por la
pertenencia común, no por las características idiosincrásicas de los miembros que
componen el grupo. Sin embargo, la fusión se basa tanto en la atracción hacia el
grupo en su conjunto como en la atracción interpersonal hacia sus miembros. Como
ya hemos comentado antes, las personas fusionadas establecen lazos familiares con
otros miembros del grupo y, por ello, experimentan la obligación moral de
defenderlos ante cualquier amenaza.
4. La identificación con el grupo depende de factores contextuales. En función de la
situación en la que se encuentre, las personas van activando distintas identidades
sociales. Sin embargo, la fusión fluctúa menos que la identificación porque no
depende tanto del contexto. Una persona fusionada mantiene su conexión con el
grupo en situaciones muy diversas.

Objetivos y marco teórico


El estudio en el que has participado explora el proceso de fusión con la clase
social. El objetivo de este estudio es comprobar si la fusión con la fusión con la clase
social se relaciona significativamente con la disposición a realizar acciones colectivas
para conservar o cambiar la sociedad y con determinadas creencias meritocráticas.
Las investigaciones sobre identificación con la clase social son escasas y, de
hecho, todavía no hay datos de fusión con la clase social. Los escasos estudios
realizados al respecto revelan que los miembros de clases sociales bajas consideran la
clase social como un aspecto menos relevante de su identidad que los miembros de
clases privilegiadas (Aries y Seider, 2007; Thomas y Azmitia, 2014). Esa falta de
conciencia de clase se debe en parte a la invisibilidad relativa y a la fluidez percibida de
la clase social (Thomas y Azmitia, 2014). Así como la etnia o el género son claramente
visibles, la pertenencia a una clase social u otra puede ocultarse o fingirse si uno se
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rodea de símbolos de estatus, se viste de cierta manera o adopta determinado lenguaje.


Además, muchas personas se resisten a categorizarse como miembros de la clase
trabajadora porque consideran que la clase social es fluida y que pueden ascender en la
escala social gracias al mérito.
La falta de conciencia de clase en los miembros de la clase baja puede contribuir
a perpetuar las diferencias sociales. Quienes se identifican poco con su grupo suelen
optar por estrategias de movilidad individual (abandonar el grupo o distanciarse de él)
para mejorar su propia situación en lugar de iniciar acciones colectivas, que, en último
término, son las que permiten el progreso de todo el grupo (Ellemers, Spears y Doosje,
1997). Si la identificación con su propia clase social es baja, resulta poco probable que
los miembros de la clase trabajadora emprendan un esfuerzo colectivo para reclamar
una mayor justicia social. Es posible entonces que los miembros de clases sociales altas,
que presentan mayor identificación con su clase, luchen para defender sus intereses más
que los de clase baja, lo que ensancharía aun más la brecha social.
Junto con la falta de conciencia de clase, existen otros factores que contribuyen a
legitimar y apuntalar el sistema social. La teoría de la justificación del sistema (Jost y
Banaji, 1994) sostiene que las personas no sólo desean tener actitudes favorables sobre
sí mismas o sobre sus propios grupos, sino que también desean mantener actitudes
favorables sobre el orden social general. La teoría postula la existencia de una
motivación para defender y justificar el statu quo, incluso aunque este sea desventajoso
para uno mismo. Es decir, este motivo no afecta solamente a los miembros de grupos
privilegiados. Los miembros de grupos de bajo estatus a menudo aceptan la situación de
inferioridad colectiva y asumen los estereotipos negativos sobre su grupo, como vimos
en el capítulo 11.
La motivación para justificar el sistema se relaciona con una serie de ideologías,
entre ellas, la meritocracia (Jost y Hunyady, 2003). La ideología meritocrática se basa
en la convicción de que la capacidad y el trabajo duro conducen al éxito, de modo que,
si las personas no tienen éxito, es porque no han trabajado lo suficiente o porque no
tienen las habilidades necesarias. Estas creencias sirven para aumentar la confianza y la
autoestima de las personas privilegiados (Chen y Tyler, 2001; Montada, Schmitt y
Dalbert, 1986) y, al mismo tiempo, pueden convencer a las personas desfavorecidas de
que tienen (o al menos tuvieron) una oportunidad justa de tener éxito, lo que facilita la
aceptación de la desigualdad (Lane, 1962). En este sentido, Kluegel y Smith (1986)
encontraron que las personas desfavorecidas muestran emociones más positivas y
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sienten menos culpa y mayor satisfacción cuando se creen responsables de su situación


que cuando hacen atribuciones externas de su pobreza (cuando culpan al sistema).
Metodología
   En la presente investigación queremos comprobar cómo se relaciona la fusión
con la clase social con las acciones, motivaciones y creencias que muestran las personas
de clase alta, baja y media. Para ello hemos realizado un estudio correlacional
exploratorio. Es correlacional porque no manipulamos ninguna variable, sólo las
medimos. Es exploratorio porque no tenemos evidencia previa sobre las relaciones entre
las variables de interés. Y es que hasta la fecha no hay investigaciones que relacionen la
fusión con la clase social con los esfuerzos para cambiar el sistema y las creencias
meritocráticas. La metodología correlacional resulta especialmente útil al inicio de un
programa de investigación, cuando el investigador todavía no tiene claro cómo se
relacionan entre sí las variables que pretende estudiar. La metodología correlacional
puede ayudar a trazar un mapa general sobre las relaciones entre las variables de estudio
porque permite estudiar simultáneamente como covarían distintos factores. No obstante,
los resultados obtenidos con el método correlacional deben interpretarse como lo que
son, evidencia sobre la covariación entre variables, y no como una prueba de causalidad.
Como vimos en el Tema 1 del manual, la correlación no implica causalidad. Dos
variables pueden estar altamente correlacionadas aunque una no sea la causa de la otra.
Por ejemplo, la tasa de divorcios en Maine correlaciona con el consumo per cápita de
margarina en Estados Unidos. Evidentemente, se trata de una correlación espuria. Como
curiosidad, se pueden consultar más ejemplos de este tipo de correlaciones en esta
página web: http://www.tylervigen.com/spurious-correlations
Las variables
En primer lugar, hemos presentado a los participantes una escalera que
representa a la sociedad, para que indiquen a qué clase social pertenecen. La medida de
fusión se referirá a la clase social que han indicado. Antes de medir las variables de
interés, hemos registrado algunas covariables como calidad (e.g., “agradable”, “como
iguales”) y cantidad (nada-muchísimo) del contacto con personas de clase alta, media y
baja y las emociones (admiración y desprecio) que se sienten hacia las personas de clase
alta, media y baja. Estas variables se incluirán en los análisis para controlar su efecto.
Para medir la fusión con la clase social hemos utilizado la escala verbal de
fusión (Gómez et al., 2011) que consta de siete ítems de tipo Likert (e.g., “Mi clase
social y yo somos uno”, “Me siento inmerso/a en mi clase social”). A continuación
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hemos incluido varias escalas de interés que esperamos correlacionen con la fusión con
la clase social:
 Percepción de discriminación contra uno mismo/a (“Considero que he sido
privado/a de oportunidades por mi clase social”, Schmitt et al. 2002).
 Legitimidad percibida de las diferencias sociales (“justas”, “ilegítimas”).
 Esfuerzos realizados para mantener el sistema (“Contribuyo a mantener la sociedad
de la forma en la que es”, “No hago nada para cambiar las diferencias de poder y
estatus entre grupos de la sociedad”).
 Justificación del sistema (Jost y Banaji, 1994: “En general, encuentro justa la
sociedad”, “España es el mejor país del mundo para vivir”)
 Valores materialistas (Richins, 2004: “Admiro a las personas que poseen casas,
coches y ropa cara”, “Me produce mucho placer comprar cosas”).
 Creencias meritocráticas (Bay-Cheng et al., 2015: “Se puede alcanzar cualquier
objetivo con trabajo duro y talento”, “Me he beneficiado del trabajo duro, de modo
que no hay ninguna razón para que los otros no puedan hacerlo”).
 Actitudes hacia las personas de clase baja, media y alta (cuatro termómetros de
Haddock, Zanna y Esses, 1993).
Al final del estudio hemos registrado la orientación política y diversas variables
sociodemográficas. Tanto en el estudio de invitados como en el de estudiantes hemos
introducido una pregunta de control para comprobar si los participantes prestan atención
y leen con detalle todas las instrucciones o sólo realizan una lectura superficial.

Hipótesis
Las hipótesis del estudio son las siguientes:
 En las personas de clase baja, la fusión con la clase correlacionará negativamente
con la disposición a realizar esfuerzos para mantener el sistema, la legitimidad
percibida de las diferencias sociales, la tendencia a justificar el sistema, los valores
materialistas y las creencias meritocráticas. Por el contrario, la fusión con la clase
social correlacionará positivamente con la discriminación percibida.
 En las personas de clase media y alta, la fusión con la clase social correlacionará
positivamente con la disposición a realizar esfuerzos para mantener el sistema, la
legitimidad percibida de las diferencias sociales, la tendencia a justificar el sistema,
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los valores materialistas y las creencias meritocráticas. No se espera una correlación


significativa con la discriminación percibida.
Futuros estudios
Si las hipótesis se confirman, en estudios posteriores habría que analizar la
dirección de los efectos entre fusión y esfuerzos para mantener el sistema. También será
necesario examinar los mecanismos mediadores de la relación, es decir, las variables
intermedias que realmente explican por qué se produce la relación. Finalmente, habría
que estudiar los factores moderadores de esa relación, es decir, aquellos factores que
incrementan o reducen la intensidad de la relación entre la causa (e.g., la fusión) y la
consecuencia (e.g., los esfuerzos para mantener el sistema).

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