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| LAS MINAS DE FALUN Goteborg! se habia congregado en la rada. Un rico car. jguero de las Indias Orientales, felizmente retornado de iejanas tierra, habia echado el ancla en el puerto de Klippa y hhacfa ondearalegremente sus largos gallardetes, sus banderas suecas, en el cielo azul, mientras cientos de vehiculos, bores, Cano, atiborradas de jubilosos marinos, se mecian de un ado a otro sobre las espejeantes aguas del Gathaelf? y los cx fiones del Masthuggetorg: hacian atronar en el ancho mar su resonante saludo. Los caballeros de la Compatiia de las In- dias Orientales* caminaban arriba y abajo por el puerto, cal culando con rostros sonrientes el rico beneficio que les habia Tlegado, y alegrandose de ver cémo su audaz empresa prospe- taba mis cada aio, y el buen Goteborg florecia con creciente splendor y frescura con la mis bela flor del comercio. Por «so todo el mundo vela también con complacencia alos ale {ges caballeros y se alegraba con ellos, porque con su benef €io venia savia y fuerza a la activa vida de la ciudad entera a tripulacién del carguero de las Indias Orientales, que ascendetia a unos ciento cincuenta hombres, desembare6 en E: tun alegre y luminoso dia de julio, todo el pueblo de Segunda cid de Suva por tama ¢importancia comercial 2 Rid mega que desemboca en Gotbors + Arab fre de Gator 111 Compania Holndese de sini Orcas, fandada en 1602 par cago comico con ean del mundo, ee primera ds panes ‘otiedades capas de Occidete, modelo de mucha socedader an tas posters. [319] muchos botes equipados al efecto, y se dispuso a celebrar su -Hinsning. Asise llama la fiesta que las tripulaciones dan en tales ocasiones, y que a menudo dura varios dias. Cémicos de extravagantes y abigarrados trajes pasaban con violines, Hautas, oboes y tambores, que tocaban con vivacidad, mien: tas ots cantaan toda cased alge canciones. Les se guian los marinos, por parejas. Algunos, con chaquetas con Cintas de colores y sombreros, agitaban gallardetes, otros bai- laban y saltaban y todos gritaban y jaleaban, de forma que el alegre estrépito resonaba en el aire hasta muy lejos, El alegre desfile siguié por los astilleros y los suburbios hasta el barrio de Haga, donde se iba a comer y beber a gusto en.un Gastgifiaregard® Entonces la cerveza mas hermosa afloré a chorros, y se va i jara tras jara. Como suele ocurrir con los marinos que re sgresan de un largo vie, pronto se les sumaron toda clase de adomadas rameras, empez6 el bale, y la alegria fue haciendose cada vez mis furiosa y el jibilo cada vez mis ruidoso y loco. Tan sélo un marino, un hombre esbelto y guapo, que no debia tener mas de veinte afios, se habia apartado del tum: to, y estaba sentado fuera, slitario, en ef banco que habla junto a la puerta de la taberna. Un par de marineos se le acecaron, yun de ellos git riendo a carcajada —iBlis Frobom! iBlis Frbom! ¢Has vuelto a convertirte en un loco triste, y echas a perder estos buenos momentos con necios pensamientos2...iEscucha, Elis, site quedas fuera de mucstroHénsning, es mejor que te mantengas lejos de nuestro barco!.j.Un marino capaz y como es debido nunca hari tal cos. Valor tenes mis qu sufciente, yee arojado cn el peligro, pero no sabes beber, y prefieres guardarte los cados ee blsilo a echarsclos al, hospitlaroy als tas de tierra. iBebe, muchacho! iO que caigan sobre tu cabe- za los diablos del mar y todos los monstruos marinos! Elis Frobom se levanté de un salto de su banco, miré al ‘marinero con ardientes ojos, cogié el vaso lleno de aguar- dliente hasta los bordes y lo vacié de un trago. Luego dijo: * Ba saeco posada 320] —Ves, Jocns, que sé beber como cualquiera de vosotros, ¥ send el capitin el que decida si soy un marinero capaz. iAho- ra, cierra tu blasfema boca y lirgate de aquil... Me repugna ‘yestra salvaje alegra. {Nada te importa lo que yo haga aqui fuera! —iBueno, bueno —respondli Joens— ya sé que eres né rico’ de nacimiento, y que todos Son sosos ytrstes,y no les ‘gusta la alegre vida de! marino!.. Espera, Elis, te mandaré a Slguien para que te saque de ese maldito banco al que e! dia blo del mar te ha dejado clavado. 'No habia pasado mucho tiempo, cuando una muchacha adornada con gracia salié por la puerta del Gastgifoaregard y se sento junto al melancélico Elis, que habia vuelto a enn decer y se habia sentado en el banco, ensimismado. Se veia en el adoro, en la entera apariencia de la ramerilla, que por dlsgracia se habia sacrficado a un mal placer, pero esa vida desenfrenada alin no habia ejercido su destnictor poder so- bre los rasgos, maravllosamente suaves, de su dulce rostro. No habia rastro de repulsivo descaro, no, en la mirada de sus (ojos oscuros habia una tranquila y melancdlica tristeza. —iBlis.. CEs que no querts participar del jubilo de vues tros camaradas?.. No seagita en vos la alegria de haber vach to a casa y, escapados del peligro de las traicioneras olas del mar, encontraros de vuelta en el suelo patrio? ‘Asi hablé la muchacha con vor suave y dulce, enlazando aljoven con su brazo. Elis Frobom, como despertando de un pprofundo suefio, ia miré a los ojs, le cogié la mano, a apre- 16 conta su pecho: se notaba que el dulce susurro de la me- rettiz habia encontrado eco en su interior. Ah —empezé al fin, como volviendo en s—, ah, mi alegria y mi jubilo no existen. Al menos puedo no partcipar del desorden de mis compaiieros. Entra, nif, disfrta y jalea con los otros, si quieres, pero deja al triste y melancolico Elis, solo aqui fuera; te echariaa perder todo el goce... (Pero espe- ral.. Me gustas, y quiero que pienses en mi cuando vuelva a estar en el mar. Habitat def comarca sueca de Niskeo Nek, ene el lago de ie snateny el de Wencr, Gen Diciendo esto, saeé dos ducados de la bolsa, un hermoso patiuelo de las Indias del pecho, y dio ambas cosas a la mere- triz, Pero a ésta sel llenaron los ojos de ligrimas, se levant5, ddejé los ducados en el banco y dijo: “Ah, guardaos vuestros ducados, no hacen mas que en: tristecerme, pero llevaré este hermoso pafiuelo en recuerdo ‘yuestro, y puede que dentro de un afio ya no me encont cuando celebréis vuestro Horsning aqui en Haga, Con esto la prostituta se marché, sin egresar a la taberna, ceubrigndose la cara con ambas manos. lis Frobom se hundié de nuevo en sus sombrias ensofia- ciones, y por fin, cuando el jabilo en la tabema se hizo mui ddoso y desenfrenado, exclams Ah, si al menos estuviera sepultado en Jo mis hondo del mar! iYa no queda en esta vida nadie con quien yo pue da alegrarme! ‘Entonces, una voz ésperay profuunda hablé muy cerca de él: —Teneis que haber Sufrido una desgracia muy grande, jo- ven, para desear la muerte ahora que la vida debiera estar em: pezando para vos. Elis se valvio, vio a un viejo minero que estaba apoyado cen la pared de la taberna con los brazos enuzados, y le miraba con expresién seria y penetrante. En cuanto Elis mirb un poco mas al viejo, fue como sien la profunda y salvaje tristeza en la que se creia perdido apa cera una figura conocida, mirindole amable y consoladora Se rchizo y cont6 que su padre habia sido un capaztimonel, pero habia mucrto en la misma tormenta de la que él habia Sido rescatado de manera increible. Sus dos hermanos ha- bian muerto en la batalla como soldados, y él era lo tinico gue le habia quedado a su pobre y abandonada madre, con Ia rica soldada que recibia después de cada viaje alas Indias. Porque habia tenido que seguir siendo marino, destinado a ello desde la infancia, y le habia parecido una gran suerte po- ddr entrar al servicio de la Compaiiia de las Indias Orient les, El beneficio habia sido esta vez mayor que nunca, ¥ ade mis de su sueldo cada marinero habia recibido ademas una ‘buena cantidad de efectivo, de modo que, con el bolsillo le no de ducados, habia corrido lleno de alegri ala casita en la 2a] «que su madre vivia, Mas desde Ia ventana le habfan mizado rostros desconocidos, y una joven que al fin habia abierto la puerta yaa que sabi dado a conocer haba informs do, en tono iio y aspero, de que su madre habia muerto ha- cia tres meses, y de que podia recoger en el Ayuntamiento los ‘pocos harapos que habian ‘quedado después de pagar los gas- tos del entiert. La muerte de st madre le habia roto el cor 226n, se sentia abandonado por todo el mundo, solo como en tun desolado arrecife, desvalido, miserable. Toda su vida en el mar le parecia un trjin loco y sin sentido, es més, cuando ppensaba que su madre quiza habia tenido que morir mal atendida por gentes extrafias, sin ningtin consuelo, se sentia infame y repugnante por haber salido al mar en lugar de que- darse en casa, atendiendo y cuidando a su pobre progenitora Los compaficros lo habian arrastrado a la fuerza al Honing, y él mismo habia creido que el jibilo a su alrededor, ¢ inclu: ‘so la bebida fuerte, adormeceria su dolor, pero en vez de eso pronto habia sido como si le reventaran todas las venas del echo y fuera a desangrase. Ei —dio el viejo minero—, i, pronto volverisa salir al sar, Elis,y entonces el dolor pasar en poco tiempo. Los vie js mucren, las cosas son asi ¥, como tii mismo confiesas, tu madre ha abandonado una vida pobre y trabajosa —Ah —respondlié Elis—, ah, que nadie crea en mi dolor, que me acusen de necio y tonto, es lo que me expulsa de la Sido Yano quiero salir may eta vide me asquea. Antes, se me alegraba el corazén cuando el barco, desplegando las velas como grandes alas, surcaba el mar, y las olas zumbaban y chapoteaban con alegre miisica, vel viento soplaba por en ine los crujientes cordajes. Entonces salia alegre a cubierta con mis compaticros, y luego... cuando hacia guardia en una noche oscura y silenciosa, pensaba en el regreso y en mi an- ciana y buena madre, ien cémo se alegrara cuando Elis vol vieral..iAh! Entonces bien podia celebrar el Honsring, des pués de haber rociado de ducads el egazo de mi madrecita, de haberle dado los hermosos pafios y otros raros produc tos de lejanas tierras. Cuando los ojos le brillaban de alegra, cuando enlazaba las manos llena de placer y gozo, cuando andaba atareada de un lado para otro y traia la mejor cerveza (23) ‘que habia guardado para lis. Por las noches me sentaba jun- | to aella, yl hablaba de las gentes extratias con las que habia tratado, de sus usos y costumbres, de las cosas fantisticas que me habian ocurrido en el largo viaje. 1A ella le gustaba mu- cho, y me hablaba a su vez de los maravillosos viajes de mi padre al lejano Norte, y me contaba alguna estremecedora le yenda de marinos que ya habia ofdo cien veces, y de la que aun asi no podia saciarme.. iAh, quién me devolverd esa legral.. No, nunca mis ié al mar... (Que iba a hacer yo en tre mis compafieros, que no harfan sino burlarse de mi, y de donde iba a sacar el gusto por el trabajo, que me pareceria tan solo un tabajso luchar por nada! —O5 oigo —dijo el anciano cuando Elis call—, 08 oigo. hablar con gusto, joven, igual que llevo un par de hora ol servando sin que me vieras todo vuestro comportamiento, ¥ gozando con él. Todo lo que haciais, lo que deciais, demues {ta que tenéis un dnimo profundo, introvertido, piadoso ¢ ingenuo,y el cielo no podria haberos dado un don més her moso, Pero no habéis servido para marino en toda vuestra vida. Cémo iba a ealmaros, siendo un nérico inclinado a la tristeza (que lo sos, lo veo en los rasgos de vuestro rostzo, en toda vuestra actiud), la brusca ¢ inconstante vida en el mat. Hactis bien en dejar esa vida para siempre. Pero éno pensa réis cruzaros de manos. ‘Seguid mi consejo, Elis Frobom! Id a Falun’, convertios en minero. Sois joven, fuerte, sin cia seis pronto un buen pes, luego picador, capt de thin, cata ver mais. Tenge buenos dicados en bola, invertdlos, y's gandis podetis legar a poscer un cupo, ten dréis vuestras propias acciones en el pozo. iSeguid mi conse jo, Elis Frobom, convertios en minero! ‘lis Frdbom casi se sobresalt6 ante las palabras del anciano. —iCémo? —exclamé— {Qué me aconsejis? (He de de jar la hermosa y libre tierra, el cielo alegre y soleado que me rodea, deletoso, refrescante, para bajar alas espantosas pro: fundidades del Infiemo y, como un topo, hurgar y hurgar en busca de minerals y metales, en aras del vil beneficio? 7 Capital del comare sates de Kopparbeny antigua cento de a mineia el cobre sue. (2a) —Asi es —exclam6 indignado el anciano—, asi es el pue blo, desprecia cuanto ignora.iVil beneficio! Como si todo el cruel tormento sobre la superficie de la Tierra que trae el co- :mercio fuera mis noble que el trabajo del minero, cuya cien: cia, cuyo celo infatigable abre las mds secretas cimaras de los tesoros de la Naturaleza. iTit hablas de vil beneficio, Elis Frobom!... Ah, aqui se podria hablar de algo muy superior Si el ciego topo temueve la tierra con ciego instinto, bien ued se qu en a profundidad mis honda, al bil re plandor de la luz del pozo, el oo humano se haga mas clan vidente, que, fortaleciéndose cada ver. més, pueda reconocer cn la magnifica roca el reflejo de aquello que se oculta mis alld de las nubes. Ta no sabes nada de la mina, Elis Frobom, deja que te cuente ‘Con estas palabras, el viejo se senté en el banco junto a lis y empez6 a describir con gran detalle cémo era la vida en la mina, esforzindose en exponerlo todo al ignorante con toda claridad y en los mas vivos colores. Terminé hablando de las minas de Falun, en las que, segin dij, levaba tba jando desde su primera juventud; describié la gran boce de paredes marron y negro que all se encontraba, hablé de lain conmensurable riqueza de minerales empotrados en la mas bella roca. Su dscurso iba haciéndose cada vez mis vivo, cada ‘vez més ardiente su mirada. Reconta los pozos como los pasa dizos de un jardin magico. La roca cobraba vida los fésiles se agitaban, la maravillosa pirosmalita, la almandina’, relueian ala luz de las buiias.. os crstales de roca brillaban y ttila ban en desorden. Elis ponia toda su atencién; la extraia forma que tenia el viejo de hablar de las maravllas subterréneas, como si estu vieta en medio de ellas, apresaba todo su yo. Sentia el pecho ‘oprimido, era como si ya hubiera descendido con ef anciano ls profindidads y un poderano mago I retuves ajo de tal modo que munca mis veria la amable luz del dia. Y sin * Mitel nico, de aspectocrsaino yrelucent, que se da en as cuen sidad del granat, de color rojo brane o violet Se wsa mucho en joven bas] embargo, también era como si el anciano le hubiera abierto ‘un mundo nuevo y desconocido, al que pertenecia, y toda la magia de ese mundo se le hubiera aparecido desde su més temprana infanca, en extraias y misteriosasintuicion —Os he expuesto —adijo al fin el vieio—, os he expuesto, Elis Frobom, todo el esplendor de un estamento al que la Naturaleza os tiene destinado. ild ahora a debatir con vos mismo, y haced lo que vuestra mente os aconseje! ‘Con esto el viejo se levant6 aprisa del banco, y se fue de alli, sin dedicar mas saludo a Elis ni volverse a mirarle, Pron: to habla desaparecido de su vista Entretanto, en la taberna se habla hecho el silencio. El po- der de la fuerte cerveza, del aguardiente, habia vencido. Al sgunos de los marinos se habian marchado con sus meter es, otros yacfan roncando en los rincones. Elis, que ya no ppodia regresar a su acostumbrado techo, consiguié al peditlo ‘una habitacioneilla para dormir. Apenas se habia tumbado en su cama, cansado como es- taba, cuando el suefio lo llevé en sus alas. Bra como si fuera «en un hermoso barco, con todas las velas desplegadas, hacia cel mar espejeante, y sobre él se cemiera un cielo de oscuras rnubes, Peto en cuanto bajé la vista alas olas, pronto advirti6 que aquello que habia tomado por el mar era una masa s6: lida, cristalina y centelleante, en cuyo resplandor el barco ‘entero se disolvia de manera fantistca, de tal modo que él se encontraba de pie en el suelo de cristal, mirando por en ‘cima de su cabeza una béveda de negra y brillant roca. Por {que roca era lo que primero habia tomado por un cielo nu: Blado. Arrastrado por un poder desconocido, eché a andar, ‘pero en ese momento todo se agit6 a su alrededor, y del sue lo se alzaron como rizadas olas maravillosas flores y plantas de metal reluciente, que alzaban sus hojas y capullos de la profundidad mis honda ys entclaaban lena de encan to. El suelo era tan disfano que Elis podfa distinguir clara mente las raices de las plantas, pero, penetrando cada vez ‘mis hondo con la mirada, distingui6, muy abajo, innumera bles y dulces figuras de doncellas que se mantenian enlaza das con blancos y relucientes brazos, y de sus corazones bro- taban aquellas races, aquellas flores y plantas, y cuando las 26] doncellas sonreian un dulce y armonioso sonido recoria la anc ved, is mass lve dma aan iis alts y mas alegres. Un sentimiento indeseriptible de dolor y plicer se apodcro del joven, un mundo de amor, nostalgia, fervoroso deseo, se alz6 en su interior. «Abajo. bajo, con vosotras»,exclamé, y s© aroj6 con los brazos Sbierosal suelo de cristal, Pero ste ceo debajo dee, yo iS como en un brilante écr. < Given, His rSbom,équé te parece esta maria? ag sé una fuerte vor. Elk vio junto a sal vijo minero, pero conforme estaba mirandolo cecé hasta converte en una figura ggantesca Fundida en metal ardiente. Elis quiso hororzars, pero en {Se momento bilo en las profundidades algo parecdo a un fepentino yo, y shizo visible el rosto grave de una pode ona mujer Hs sinto que el tsi de su pecho se convert, al erect sin patar,en miedo demoledor. El vijo le habia en- inzado y gitabs: Ten cuidado, Elis Fcbom, esa es la rena, no puedes azar la vst voluntariamente, gird la cabeza, y vio como las estrellas del cielo octuro resplandecian por una rena de la Boveda Una vor seave pronuncaba su nombre, como presa de des consolada nesta, Eala vor de su mace. Ceeyo ver su fig ‘aamba, en a rend, Pro fue una mujer joven y dulce la que tendié la mano hacia a Boveday pronunci su nombre Lean rib gal yopenenczoalimun do superior y asu amable cielo. fen eidado dijo sordamente el viejo—,iten cuida- do, Frobom!. fc ala reina la que te has entregado, in embargo, en cuanto el joven volvi6 a mirar el rgido rostro de la poderosa mujer, into que su yo se funda con la brlante roca, Git, presa de innombrable miedo, y desper {del fantastico sueRo, cuyo goce y expanto resonaban en 10 Inds hondo de su interior 'No podia, se dijo Elis cuando, con esfuerz, volv6en si.n0 podia ser de otra manera, tenia qu soir con esas cosas exta- Fas. El viejo mincro me ha dicho tantas cosa delesplendor del mundo subtesranco, qu tenia la cabera lien munca en toda mi vida me he sentido como me siento ahora..Quizd (327) atin esté sofiando... No, no... tan sélo estoy enfermo, isalga ‘mos, el fresco aliento de la brisa marina me curaré! Se rehizo y corié hacia el puerto de Klippa, donde el jibilo del Hinsning se alzaba de nuevo. Pero pronto adviti6 que todo placer pasaba de largo ante él, que ningtin pensamiento Jograba asentarse en su mente, que intuiciones y descos a los aque no era capaz de dar nombee atravesaban su intetor. Pens6 con profunda nostalgia en su fallecida made, pero fuego volvié a ser como si anhelara volver a encontrarse a quella prostituta que ayer le habia hablado con tanta amabi lidad. Y entonces temi6 que, sla ramera le saliera al paso des: de este o aquel callej6n, se convertiria finalmente en el vieio sminero, del que, sin que él mismo pudiera decir por qué, ten dria que asustarse. Y sin embargo, le habria gustado que el vie jo le contara mas cosas de las maravilla de Ia miner Traido y llevado por esos pensamientos, mird al agua, y quiso parecerle que las argénteas olas se congelaban en un brillo centelleante, en el que los hermosos y grandes barcos se disolvian, como si ls oscuras nubes que acababan de cru: zar el claro cielo fueran a descender y condensarse en una pé- ‘trea boveda Volvia a estar en su sueito, volvia a ver el rostro grave de la mujer poderosa, y el miedo aterrador de la mas melancélica nostalgia se apoderé nuevamente de . Sus compafieros Jo sacaron de sus ensofaciones, tenia que seguir su caravana, Pero era como si una voz desconocida le su surrara sin cesar al odo: éQué sete ha perdido aqui. iVete!. iNet! En las minas de Falun esta tu pati... All veris todo el splendor con el que has sofado...iVete, vete a Falun! Elis Frsbom anduvo tres dias por las calles de Goteborg, ppetseguido incesantemente por las fantisticas imagenes de su suefio, exhortado continuamente por la desconocida vor. ‘Al cuarto dia, Elis estaba junto a la puerta que daba paso al camino de Gefle®, En ese momento un hombre alto paso ante él. Bliscrey6 haber reconocido al viejo minero, y corrid cen pos de ¢l,arrastrado inresistiblemente, sin alcanzarl. Incansable,sigui6 caminando sin parar. 1 Ciodad studs al este de Felon. (528) Sabia que se encontraba en el camino de Falun, y precisa mente eso le tranquilizaba de un modo extrafio, porque esta: fa seguro de que fa voz de la fatalidad le habia hablado a tra vés del minero, de que avanzaba al encuentro de tt destino, De hecho a veces, sobre todo cuando dudaba del camino, vela sali de pronto al anciano de un barranco, de la espesura, de una oscura roca, caminar delante de él sin mira atrés, ¥ desaparecer luego con rapidez. Finalmente, después de varios dias de trabajoso caminar, lis vio a lo lejos dos grandes lagos entre los que se alzaba un, sgrueso dique. Conforme iba escalando la elevacién por el Tado occidental, distinguié entre el humo unas cuantastorees tejados negros. El anciano estaba, gigantesco, ante él; seta: is el humo con el brazo tendido y volvié a desaparecer entre Jas roca. “—iEs Falun! —exclamé Elis— iEs Falun, el objetivo de mi viaje! “Tenia razén, porque gentes que iban tras él le confirmaron ‘que alli entre os lagos de Runn y Warpann, se encontraba la ‘cudad de Falun, y gue estaba subiendo la montafa de Gut frisberg, donde se encontraba la gran boca de la mina Elis Frobom avanz6 de buen animo, pero cuando estuvo ante la inmensa garganta del inferno la sangre se le held en. las venas, y quedé petrifcado ante la imagen de Ia terrible destruccién. ‘Como se sabe, la gran boca de la mina de Falun tiene dos: cientos pies de longitud, seiscientos pies de anchura y ciento ochenta pes de rounded, Sus pres, de un meré ne {guzco, descienden al principio en vertical en la mayoria de su recorrido, pero hacia la mitad de su profundidad se apla nan en cnormes escoriales y escombreras, En estas y en las paredes lateralessobresale de vez. en cuando la carpinteria de ntiguos pozos, hecha de fuerte troncos apiftados y ensam- blados por sus extremos, ala manera de la construccién nor ‘mal de las casas. Ningtin érbol, ni una brizna de hierba crece en el frio y desmoronado abismo de piedra, y alrededor las ddentadas masas de roca se alzan con fantisticas estampas, 8 milares a veces a gigantescos animales petrficados, a veces a colosos humanos. En el abismo yacian, en salvaje destruc: [29]

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