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ESTÉTICA Y COMUNICACIÓN:
Katya Mandoki
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ESTÉTICA Y COMUNICACIÓN: de acción, pasión y seducción
ESTÉTICA Y COMUNICACIÓN:............................................................................................1
De acción, pasión y seducción............................................................................................1
RECONOCIMIENTOS...................................................................................................................................3
CAPITULO 1. LOS VÍNCULOS ENTRE LA COMUNICACIÓN Y LA ESTÉTICA .................. 3
1. De los principios y términos ..............................................................................................................3
2. De los vínculos y vehículos ................................................................................................................6
3. Los elementos básicos de la comunicación..................................................................................8
4. De la parte y el todo: comunicación y semiosis.......................................................................10
5. Para articular comunicación y estética ........................................................................................13
Máxima de entusiasmo ...........................................................................................................................13
CAPITULO 2. PRAGMÁTICA Y PRAGMATISMO ..................................................................... 16
1. Actos de habla o acción lingüística................................................................................................18
2. La performativación de las funciones lingüísticas ...................................................................19
3. Funciones dominantes en los eventos lingüísticos..................................................................24
4. Enunciados polifuncionales ..............................................................................................................27
CAPÍTULO 3. POIESIS, ESTESIS Y CONVERSIÓN EN LOS ACTOS COMUNICATIVOS30
1. Dirección de ajuste y sus dos modalidades ...............................................................................30
2. La función y la dimensión estética ................................................................................................31
3. La función poética................................................................................................................................34
4. De la función a la fuerza estética ..................................................................................................36
5. El espectro funcional ..........................................................................................................................39
6. El proceso de conversión ..................................................................................................................41
7. El proceso de constitución................................................................................................................44
CAPITULO 4. EL PESO DEL LOGOS, ETHOS Y PATHOS .................................................... 48
1. Fuerza, firmeza y peso ilocutivo ....................................................................................................48
2. Los tres pesos en los actos ilocutivos ..........................................................................................53
3. Irrupciones y conformaciones de pesos ilocutivos: los 8 indicadores del pathos .......56
4. Llamadas de emergencia al 911. Microanálisis caso 1: ........................................................59
5. El Presidente Kennedy y el Gobernador Barnet. Microanálisis caso 2: ...........................63
6. Monos y cerdos. Mesoanálisis caso 3: .........................................................................................69
7. La estructura psicológica de las bombas humanas. Mesoanálisis caso 4:.....................75
8. La dimensión estética de los performativos desde el modelo tetrasemiótico LASE...80
CAPÍTULO 5. LA PATHOFAGIA CULTURAL Y MEDIÁTICA................................................. 83
1. La pasión en occidente ......................................................................................................................83
2. La producción de la pathofagia.......................................................................................................84
3. Entre pathos, estesis y poética.......................................................................................................86
CONCLUSIONES Y RECAPITULACIONES ............................................................................... 90
GLOSARIO........................................................................................................................................ 94
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RECONOCIMIENTOS
Mi deuda permanente con la Universidad Autónoma Metropolitana en la realización de esta
investigación y mi agradecimiento a Lucrecia Escudero y Aníbal Ford por haberme animado a
organizar este libro (de cuyas fallas, por supuesto, soy la única responsable).
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continuo de lo sensorial. Hablamos o escribimos para poner en común algo entre uno
y otro, aún en los casos en que ambas instancias pertenezcan al mismo sujeto
(despierto y dormido o pasado y presente, ello y superyó, identidad familiar y
profesional etc.). Esta puesta en común puede irse multiplicando aritméticamente en
interacciones cara a cara, o geométricamente cuando se cristaliza o se coagula en
vehículos materiales como un libro o una imagen, incluso exponencialmente a través
de los medios masivos que han adquirido ya el potencial de propagar la enunciación
a escala planetaria y extra-planetaria.
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radio, más limitada en recursos que otros medios, pues recluta solamente los
registros acústico y léxico, puede abarcar sin embargo el tiempo en el que las
personas laboran o en el que están en un medio de transporte, un horario de
recepción muy importante en la rutina diaria. Internet se está convirtiendo en parte
indispensable de buen número de actividades políticas, profesionales, artísticas,
mercantiles, financieras, de entretenimiento entre las clases medias en países
industrializados, y su uso ha ido sustituyendo a la televisión, los anuncios
espectaculares, la radio y la prensa escrita. Por su parte, la televisión tiene la enorme
fuerza de su cotidianidad y de su continuidad e inmediatez en la vida de los
espectadores. Por su fuerte inversión económica, su afán deliberado de seducción y
la apuesta a regalías de taquilla, el cine es el más espectacular de todos los medios:
estimula la vista de manera a menudo virtuosística por una absoluta maestría en
efectos especiales y convoca a grandes talentos narrativos, dramáticos, visuales y
musicales para objetivar sus fantasías, emociones y delirios. Tenemos así un
espectro en los medios que puede esquematizarse de la siguiente manera, a partir de
la proximidad o distancia que ellos tienen con los dos polos de la comunicación:
semiosis y estesis o la información y la seducción:
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Fórmula de Lasswell
¿Quién? ¿qué dice? ¿por qué canal? ¿a quién? ¿con qué efectos?
Comunicador Mensaje canal receptor efecto
control contenido medio audiencia efectos
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Máxima de entusiasmo
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El pragmatismo es una corriente filosófica que surge en Estados Unidos a finales del
siglo XIX y que propone que la experiencia sea la brújula o guía de la filosofía (con
esto se delata cierta herencia empirista anglosajona en lo referente a la oposición
que, desde Descartes, hay contra el racionalismo europeo). Entre los principales
filósofos pragmatistas se destacan William James, John Dewey y Charles Peirce
(quien decidió declararse “pragmaticista” para diferenciarse de la filosofía de James
por crecientes diferencias), además de Morris quien acuñaría el concepto de
“pragmática” en su trifurcación de la semiótica. Por su parte Dewey (1934) desarrolló
una teoría estética pragmatista que habría de permanecer sumergida en la apatía y el
desdén por parte de los estudiosos, a causa de la estética analítica y de su obsesión
por la lógica de las proposiciones. Más de medio siglo después esta teoría comenzó a
adquirir vigencia, ya que fue el punto de partida de estéticas pragmatistas como las
aplicadas a manifestaciones del arte popular en el funk y el rap (Cf. Shusterman
1992), y a la vida cotidiana (Mandoki 1994, 2006).
A diferencia del pragmatismo, la pragmática, en tanto disciplina especializada,
es un campo relativamente joven que se desarrolla en los años sesentas, disparada
por la teoría de los actos de habla iniciada por J.L. Austin y su influyente libro How to
Do Things with Words (1962). El término “pragmática” se deriva de la propuesta
tripartita de Charles Morris (1938: 6) en tres ramas de la semiótica: sintáctica,
semántica y pragmática. Morris define la semántica como la "relación de los signos
con los objetos a los que se aplican", la sintáctica como la "relación de los signos
entre sí ", y la pragmática como "la relación de los signos con sus intérpretes". Sin
embargo, como lo argumenta Levinson (1983), la pragmática no sólo se desliza
constantemente hacia la semántica sino que su especificidad está determinada por
procesos de contextualización bastante difíciles de definir.
Curiosamente, en la estética (reducida a su acepción de teoría del arte)
pueden hallarse los tres mismos cortes planteados por Morris aunque de manera aún
no explícita, de modo que la semántica estética se desprende de los estudios
ideológicos, iconográficos o iconológicos como los de Panofsky, Aby Warburg, Andre
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veremos después, hay casos en que sugerir puede tener mucho mayor peso que
insistir si se toman en cuenta las condiciones contextuales, por ejemplo, quién es el
que sugiere y quién insiste y sobre qué, cuál es la urgencia. Además, obviamente, se
puede sugerir o insistir sin necesidad de mencionar estos verbos. 11
El problema con esta aproximación es la forzada reducción unidimensional que
impone a la complejidad y profundidad volumétrica de estos actos de habla. La
elocuciones pueden ser performadas 12 verbalmente o a través de medios no verbales
tales como la acústica por el tono y volumen de la voz; la somática o quinésica
(traducción del término kinesics de Birdwhistell) al empujar, tocar o mirar fijamente al
otro y la escópica al usar diferentes tipos de objetos para intimidar o agredir, como
una espada, o cerrar la puerta en las narices del otro (Cf. modelo tetrasemiótico
LASE cf. Mandoki 2006). Sin duda todos estos actos de habla se realizan sin
necesidad de un verbo performativo explícito.
A diferencia de la clásica distinción de Saussure entre langue y parole, la
pragmática se constituye desde un espacio multidimensional donde se cruzan y se
entretejen varias tríadas: ROI o representamen, objeto e interpretante de la semiótica
de Peirce; EVP efector-vehículo-perceptor del círculo funcional de Uexküll para la
semiosis primordial; ECR o el modelo de Shannon (1949) emisor-canal-receptor (a la
que Moles le agrega en 1963 el código);o EMR o emisor, mensaje y receptor más
CCC o código, canal y contexto que le agrega Jakobson en una tríada doble, desde
las cuales la comunicación adquiere su espesor y su materialidad. El vehículo o
canal, por su parte, es muy variado, pues puede incidir en diversos órganos
perceptuales como el olfato, la vista, el oído, el tacto, la tensión muscular, la vibración
de la piel, el gusto o la conformación química. Esta complejidad discursiva ocurre en
la interacción sin dejar huellas en el verbo o adverbio ilocutivo al cual reducen su
análisis Searle y Vanderveken y, sin embargo, alteran significativamente la
enunciación e interpretación del acto.
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Finalmente, sostengo que la función poética, que para Jakobson depende “del
mensaje por su propia cuenta”, es un acto ilocutivo específico que en parte
correspondería a los enunciados artísticos (poética) y en parte a los no artísticos
como los declarativos de Searle (prosaica) y cuya dirección de ajuste involucra tanto
a lo imaginario como a lo factual respectivamente (se verá con detalle en el capítulo
siguiente). Por lo pronto, pido se me conceda adelantar sin demostrar que, puesto
que esta función engloba tanto la estética artística o poética como a la estética
cotidiana o prosaica, conviene denominarla más ampliamente como “función
estética”, en términos de Mukarovský, y no sólo poética. Esta denominación no
implica que la estética se reduzca a una función lingüística, ya que la estesis es
mucho más que una función al tratarse nada menos que de una dimensión de la
existencia, la de receptividad, equivalente a la de significatividad o intencionalidad en
la semiosis. Pero el hecho de que la función estética sea dominante en ciertas formas
de enunciación obedece a que éstas son configuradas para interpelar particularmente
la receptividad con particular énfasis en la sensibilidad (como el ritmo, la aliteración, la
rima, el contraste, la armonía) del destinatario, algo semejante a lo que Bühler
denominó “appeal” en su modelo (aunque se refería al destinatario).
Las funciones de Jakobson son mucho menos arbitrarias (al basarse en los
factores reales que participan en la comunicación: código, mensaje, hablante,
receptor, contexto y contacto) y mejor fundadas que la taxonomía de Searle.
Sostengo incluso que es posible rescatarlas del reproche conductista o mecanicista si
las entendemos como actos ilocutivos efectivos de referir (referencial), traducir entre
códigos (metalingüística), expresar (expresiva), solicitar o comprometer (conativa),
establecer o mantener contacto (fática) y constituir realidades factuales o imaginarias
(estética).
En este sentido, los enunciados referenciales como “recibí tu carta” pueden
igualmente ser considerados performativos no por el hecho de recibir la carta por el
acto de decirlo, pero sí como acuse de recibo, que es la manera en la que se
entiende y se aplica en las interacciones cotidianas. De igual manera, a través de la
función metalingüística, (por ejemplo, cuando digo “livre quiere decir libro en
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Tabla 1
Factores Funciones Puntos ilocutivos Eventos
Jakobson Jakobson Searle &V comunicativos
emisor Expresiva expresivos Exclamaciones,
insultos,
aclamaciones
mensaje Poética declarativos Declaraciones,
invocaciones
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contacto con algún tipo de poder mágico como función fática. Jakobson (1963:216)
también trae como ejemplo una incantación mágica pero como un caso de la función
conativa: Puisse cet orgelet se dessécher, tfu, tfu, tfu, tfu. Esta inconsistencia entre
ambos se puede resolver si acordamos que no hay poderes mágicos con los cuales
contactar ni ordenar. De esto se sigue, en contraposición a los dos autores, que las
incantaciones habrán de entenderse como función estética, más que fática o
conativa, porque estas fórmulas en realidad declaran la existencia imaginaria de las
fuerzas a las que invocan por el acto mismo de enunciación. Su ritmo, rima y forma
en la aliteración de tfu, tfu, tfu, tfu, contribuye a crear ese sentido imaginario de
existencia
Existen dos tipos de eventos lingüísticos que no pueden ser clasificados a
priori: las entrevistas y las conversaciones. En ambas, la función dominante se define
de acuerdo con las metas de los participantes y puede variar de un momento a otro.
En las entrevistas, por ejemplo, la función dominante puede ser:
1) Conativa, en los casos del proselitismo religioso, comercial o político que
pretenden persuadir la fe, la compra o el voto a partir de entrevistas con la gente.
2) Estética, en las entrevistas de trabajo en que el candidato se esfuerza por
configurar y presentar una imagen de sí mismo que agrade al entrevistador y
produzca la impresión de ser la persona adecuada para el puesto (la presentación
dramatúrgica según Goffman 1959).
3) La expresiva se manifiesta típicamente en encuestas de mercado y sondeos
de opinión política, donde se pregunta a la persona sobre temas que están
relacionados con sus emociones y actitudes hacia figuras públicas o sobre si ciertos
productos o candidatos le caen bien, le gustan, le simpatizan, le agradan o le
desagradan. 13
4) La función referencial ocurre en los casos en que testigos o víctimas son
entrevistados sobre eventos particulares.
5) Función metalingüística se halla en entrevistas que tienen el propósito de
diseñar encuestas o analizar y cotejar resultados.
6) La función fática se pone en operación en las preguntas que hacen los
canales de televisión donde simulan interés por conocer la opinión del público sobre
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algún tema, pero que en realidad sirven para mantener y verificar rating o contacto
con el auditorio por el número de llamadas.
En su prosa voraz y su esfuerzo genealógico por rastrear la subjetividad a
través de géneros biográficos, Leonor Arfuch (2002) resalta la entrevista como
principal manifestación contemporánea que sustituye a la tradicional autobiografía en
tanto forma paradigmática de la producción verbal de identidades. Arfuch reporta
entrevistas a emigrantes y destaca que además de atestiguar hechos sociales, crean
también una identidad familiar y personal por ese medio, al tiempo que se manifiesta
en ellos la función expresiva al exponer sus emociones respecto a la emigración. La
función expresiva y referencial se despliegan asimismo en el caso de escritores
quienes, en el contexto de la entrevista, tejen un espacio autobiográfico para crear
narrativamente su identidad personal como literatos. Cabe señalar que tales
despliegues se realizan a través de todos los recursos que presentan los sujetos, no
sólo el lenguaje oral, es decir, además de formas o maneras de hablar y de decir
están también las de vestir, de entonar y de gesticular en todo el espectro completo
de la tetrasemiosis en LASE.
Las entrevistas a las estrellas y celebridades tienen, así, varias funciones
simultáneas y sucesivas: se programa tal entrevista con una función referencial
explícita de, supuestamente, informar respecto a un evento próximo como un
concierto y la publicación de un disco o libro; una fática, al conservar el contacto de la
estrella con el público y mantenerlo presente en la mente del auditorio; una expresiva,
para que supuestamente la celebridad “exprese” cuánto ama a su público o lo
contenta que está con lo que hace y lo mucho que le gusta su nuevo disco (para
iniciar un mecanismo de identificación y contagio afectivo con el público); la
metalingüística, al explicar de qué se trata el nuevo disco o concierto y en qué se
diferencia de los anteriores; la estética, al confeccionar el nuevo look de la estrella
para la admiración del público y seducirlo por su manera de presentarse; y por
supuesto, la conativa, que es la función dominante en los medios masivos: consiste
en la exigencia tácita que se le hace al público para que compre el boleto del
concierto, el disco compacto, el libro etc.
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4. Enunciados polifuncionales
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ocasiones parece tener que ver con lo placentero y en otras con lo decorativo o con lo
bello.
Independientemente de esta ambigüedad, para Mukarovský la función estética
rebasa lo artístico no sólo por las citas que elige para argumentarlo, sino por incluir
como parte de sus manifestaciones la cultura del vestir y el acto de comer, la
orfebrería y la panadería. Estamos en este caso plenamente en el ámbito de la
prosaica como estética cotidiana desde donde planteamos que la estética está
comprometida en muchas más actividades que las artísticas, pues opera en nada
menos que en la producción de identidades personales y colectivas o institucionales
(Cf. Mandoki 1994, 2006).
Al seguir a Mukarovský en su examen de la función estética, funcionalizamos
lo que inicialmente se había propuesto en términos mucho más amplios como
dimensión estética. Si ésta consiste en la apertura sensorial al mundo, la función
estética es la que implementa tal condición al interior del lenguaje y lo dispone hacia
lo sensorial. Así como la comunicación pone en circulación la semiosis entre al menos
dos sujetos, es decir, operacionaliza socialmente la semiosis, la función estética
operacionaliza y pone en circulación la estesis entre al menos dos sujetos. Se trata
del lenguaje configurado de un modo tal que comunique por su impacto en la
sensibilidad (ritmo en la acústica, forma visual y espacial en la escópica, énfasis
gestual en la somática), es decir, por la operación estética al interior de la semiosis.
De manera análoga podríamos encontrar la operación lingüística (esta vez en sentido
estricto como lenguaje verbal) al interior de la estesis, por ejemplo en el arte (los
textos inscritos en el fondo dorado de las figuras de la Virgen María, Dios Padre y
San Juan Bautista en La Adoración del cordero de los Van Eyck), en el diseño gráfico
(la tipografía en los carteles), en el vestuario (los logotipos en la ropa o los eslóganes
en las camisetas) o los lemas grabados en las fachadas de los edificios (“la verdad
nos hará libres” etc.) como decoración del portal arquitectónico. Esta funcionalización
de la estética no quiere decir que se circunscriba al lenguaje ni que opere sólo como
una función.
La reducción de la dimensión estética a una función lingüística no es la única a
la que ha sido sometida. También se la reduce a lo artístico, a lo bello, a lo placentero
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3. La función poética
Roman Jakobson nunca habló de “función estética” alguna, sino de “función poética”.
“La orientación (Einstellung) hacia el MENSAJE como tal, el mensaje por el mensaje,
es la función POÉTICA del lenguaje” ([1963] 1981: 358). Más adelante, en el mismo
texto, advierte que la función poética no debe circunscribirse a la poesía y que se
trata sólo de la función dominante en el arte, no de la única. Lo raro es que el ejemplo
que elige para ilustrar la función poética no es una obra artística sino, curiosamente,
un lema político: "I like Ike" de la campaña presidencial de Dwight Eisenhower. Dado
el caso, ¿por qué Jakobson no la llama, como Mukarovský tres décadas antes,
“función estética”? La razón, me parece, es que lo que él se propone es responder a
la pregunta ¿qué es lo que hace de un mensaje verbal una obra de arte? (1963: 210).
Lo que sucede es que él estaba totalmente anclado en la poesía y no consideró que
esto podría tener mayores repercusiones.
Jakobson afirma que la poesía lírica (orientada a la primera persona) está
relacionada íntimamente con la función emotiva o expresiva, que la poesía épica
(centrada en la tercera persona) se vincula a la referencial, y que la poesía
suplicatoria o exhortativa –caracterizada como de la segunda persona– está marcada
por la función conativa, en la que la primera persona se subordina a la segunda o
viceversa (1963: 219). Lo que resulta peculiar de estas observaciones es que en
ninguno de estos tres casos Jakobson menciona la función poética, una omisión
particularmente notable dado que de lo que se ocupa en este caso es de elucidar el
arte. Realizó un acercamiento pragmático a la poética (en el sentido aristotélico del
arte como poiesis), pues estaba analizando los que se consideran como objetos
estéticos u obras de arte desde el punto de vista de la lingüística (lo que podríamos
denominar como poiesio-semiótica o semiótica del arte para no confundirla con la
semiótica de lo no artístico). En cambio, en el caso de I like Ike el acercamiento va
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5. El espectro funcional
El concepto de “performatividad” deriva del reconocimiento del potencial
extralingüístico del lenguaje que se pone en evidencia con mayor claridad en las
funciones conativa y estética (la fuerza comisiva, directiva y declarativa de Searle). Es
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importante, por lo tanto, percatarse de que los varios grados de dominancia de las
funciones explicadas por Jakobson ocurren en un continuum en los actos ilocutivos
que se extiende entre un polo representacional y uno constitutivo. En otras palabras,
el lenguaje no sólo representa lo real, sino que lo constituye. Algunos teóricos se
inclinan más por un polo y otros por otro, pero ambos polos forman parte de la
actividad de significación y construcción de la realidad.
La actividad representacional está presente en todas las funciones, pero ocurre
con mayor grado de dominancia, usando la terminología de Jakobson, en la función
metalingüística (donde un código representa a otro o se refiere a éste), seguido de la
referencial que representa al objeto o evento. Asumo que es más representacional la
traducción que la referencia porque aquélla ya opera con un objeto codificado y sólo
se esfuerza en salvar las incompatibilidades y desajustes entre un código y otro,
mientras que en la referencia se extrae de la percepción algo que tiene que
codificarse para comunicarse, y ello implica un mayor grado de constitutividad. En
otras palabras, el grado representacional de las funciones referenciales es menor con
respecto a las metalingüísticas porque, al referirse a un evento, es necesario ejercer
en mayor medida la interpretación o recreación y destacarlo como figura en el fondo
de los demás eventos u objetos, mientras que en el metalenguaje el problema es
principalmente de ajuste entre dos objetos ya codificados. La representacionalidad es
significativa, aunque en menor medida que en los dos casos anteriores, en la función
expresiva del lenguaje, ya que despliega la actitud del hablante respecto al objeto del
enunciado, y que es en la misma medida constitutiva del hablante en tanto sujeto que
asume tal actitud respecto a tal evento. Esta cualidad representacional decrece más
aún en la función fática, donde se convierte en equivalente para ambas operaciones:
la constitutiva del contacto y la representacional (de estatus, por ejemplo, como en el
caso del saludo cuando tomar la iniciativa de saludar es asumir un estatus inferior). El
factor representacional decae más aún en la función conativa en la medida en que
crece inversamente el factor constitutivo al establecer a los hablantes y oyentes en
obligados a responder, seguir órdenes o guardar una promesa. La participación de lo
representacional disminuye todavía más por cuanto aumenta la constitutiva en la
función estética al constituir realidades factuales e imaginarias (como se ejemplificará
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REPRESENTACIONAL
Metalingüística
Referencial
Expresiva
Fática
Conativa
Estética
CONSTITUTIVO
6. El proceso de conversión
En estos vaivenes entre lo lingüístico y lo extralingüístico, ocurren procesos
que bien vale la pena denominar como lo que son: procesos de conversión. Lo que
entiendo por el concepto de conversión corresponde muy grosso modo a lo que
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FUERZA PROCESO
METALINGÜÍSTICA L L’
REFERENCIAL Percepción de E LE
EXPRESIVA Disposición de E LE
FÁTICA E L R
CONATIVA LE Obligación R / E
ESTETICA (POÉTICA/ DECLARATIVA) LE imaginaria/factuaL R/E
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7. El proceso de constitución
Todos los procesos de conversión terminan cuando los enunciados y los actos
consecutivos acaban; todos menos uno: el estético. La conversión en la función
poética o los performativos declarativos pretenden ser más duraderos que los otros;
por ello estamos hablando en este caso de una conversión constitutiva. La fuerza
estética apunta hacia una conversión que será una constitución permanente del
factum por el dictum y que permanece a través del tiempo según el caso, como en el
caso de los declarativos. Los mundos imaginarios creados por la literatura perduran
no sólo durante el proceso de lectura sino más allá de las condiciones de una
comunidad interpretativa particular para trascender a otras épocas y lugares con
lectores distintos. En los declarativos como “Os declaro marido y mujer” la
constitución prevalece hasta que otro acto igualmente efectivo y directamente
relacionado con éste se enuncie para invalidar al anterior (divorcio en el caso del
casamiento, excomunión en el caso de bautismo, anulación de juicio en caso de una
demanda, o sentencia como culminación de un juicio etc.).
La constitutividad como tipificadora de los actos ilocutivos poético-declarativos
varía de acuerdo a los diversos géneros artísticos. ¿Cómo es que, por ejemplo,
Ionesco constituye la realidad imaginaria de La Lección? Desde el modelo LASE,
empieza por el registro léxico con todos los intercambios verbales establecidos en el
texto dramático. En el registro acústico, lonesco explica cómo deben oírse y
desarrollarse las voces de la alumna y el profesor a lo largo de la obra. En el registro
somático especifica lo que cada uno de los personajes debe expresar en su rostro,
cuerpo y gestualización de acuerdo a su papel (profesor de 50 a 60 años, la alumna
de 18 años y a la mucama de 45-50 años de edad). En el escópico se establece la
escenografía al definir espacios y utilería como un comedor, una puerta, una
escalera, tres sillas, una ventana y en el vestuario de los personajes que representen
su género, edad y estatus. El efecto de esta combinación de elementos en varios
registros equivale, desde el punto de vista pragmático, a un acto declarativo que
podría ser traducido como “Declaro la realidad imaginaria de este lugar, estos
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establecer contacto con el más allá y crean esa realidad imaginaria en que los
muertos responden, apagan velas o mueven mesas. La creación de tales realidades
imaginarias se realiza no sólo por medio del lenguaje sino de una forma particular de
desplegarlo. 16
Jakobson fue explícito al afirmar que la función poética no es la única función
en el lenguaje artístico: sólo es la dominante. Pero esta dominancia es la que dispara
todas las demás a través de la forma en que se construye el mensaje: 1) la conativa
al urgirnos a establecer una relación sensible con los enunciados y a ser responsivos
a ellos, 2) la expresiva el involucrar nuestras emociones a través de empatía e
identificación; 3) la referencial al presentar su tema con un grado importante de
verosimilitud, 4) la metalingüística como en el arte auto-referencial que traduce el
trabajo artístico en tema del trabajo artístico (como el arte sobre el arte: 81/2 de
Fellini, 6 personajes en busca de un autor de Pirandello, Las Meninas de Velázquez,
La Fuente de Duchamp, 4’ 30’’ de Cage); 5) la función fática al mantener al menos
algunas convenciones artísticas intactas para habilitar la comunicación y permitir una
experiencia compartida, incluso en ciertas manifestaciones de transgresión o ruptura.
Lo que está en juego en el llamado al sensus communis de Kant para establecer la
validez de los juicios de gusto es la función fática como contacto sensible o adhesión
al juicio, más que un acto referencial de calificación o denotación concerniente a lo
bello.
Definir la función poética del lenguaje o los performativos poéticos como
relacionados en primera instancia a la forma, no implica abrazar una estética
formalista. El hecho de hablar de funciones y de grados de dominancia de tales
funciones, así como de involucrar en el análisis al potencial de conversión y
constitución de lo real, nos exime de todo pecado formalista; es decir, el hecho de
definir la función y los performativos en términos del pragmatismo nos aleja
enteramente de tal pecado. Tengamos en cuenta que el contenido de los enunciados
con dominancia estética es crucial precisamente en su carácter constitutivo. Sin
embargo, para que la efectividad de esta acción constitutiva se cristalice, no sólo en
el arte sino en la vida cotidiana, es esencial poner atención a la forma del mensaje en
sí mismo y al tiempo, el lugar y la forma en que se enuncia. Lo que incluya nuestras
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Además de las seis funciones o tipos de actos que realizamos a través del
lenguaje y de sus dos modalidades (representacional y constitutiva), es necesario
destacar los tres pesos desde los cuales la comunicación adquiere un volumen y una
densidad particular. Estos pesos se conceptualizan desde las distinciones
establecidas por la retórica clásica aristotélica y se ejercen constantemente no sólo
en la oratoria o los discursos persuasivos, sino en los actos de habla o intercambios
sociales cotidianos. En el segundo libro de la Retórica (1377), 17 Aristóteles señala
que:
Dado que la retórica existe para afectar la toma de decisiones –los oyentes
deciden entre un orador político y otro, y un veredicto social es una decisión–
el orador debe no sólo tratar de hacer el argumento de su discurso
demostrativo y digno de fe; debe también hacer que su propio carácter se vea
bien y poner a sus oyentes [...] en el estado mental o emocional adecuado.
Así, el peso del logos de la retórica radicaría en “el argumento del discurso
demostrativo y digno de fe”; el ethos, en que el “propio carácter se vea bien” y el
pathos, en “poner a los oyentes en el estado mental o emocional adecuado”. En otras
palabras, esta tríada de coordenadas en la que se inscriben los actos de habla se
refiere a la credibilidad del enunciante y del destinatario, que definiremos como ethos,
a la coherencia del enunciado, como logos y a la vehemencia en la elocución, como
pathos. 18
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realizado a través de la elocución. Este sentido físico, material del lenguaje ya había
sido desarrollado desde otra línea por Ferrucio Rossi-Landi (1975), siguiendo a Morris
y Wittgenstein pero sin una relación directa con la pragmática desde Austin. En
Searle, prometer, ordenar, declarar, afirmar son actos objetivos realizados por el
lenguaje con consecuencias en lo real, cada uno de los cuales despliega distintos
tipos de fuerzas.
Estas fuerzas o actos ilocutivos que operan en lo real por la elocución, tienen a
su vez diversos grados de firmeza, pues no es lo mismo solicitar que ordenar, aunque
la fuerza –que Searle categoriza como “directiva”– sea la misma. La firmeza es desde
luego mayor en la orden que en la solicitud, pero aún no queda clara la distinción
entre suplicar, implorar y reclamar. Por ello es necesario proponer el tercer concepto
de peso no considerado por la teoría de los actos de habla. Como fuerzas todas son
directivas, pero la diferencia de firmeza es clara pues solicitar es más leve que
suplicar, pero en la súplica ocurre algo que no ocurre en la solicitud y que no es una
diferencia de grado sino de cualidad: la urgencia.
Vanderveken (1985: 185-188) menciona cinco diferentes tipos de fuerzas y dos
de firmeza en los actos ilocutivos. Asimismo designa un grado de firmeza en el punto
ilocutivo (a degree of strength of the illocutionary point), al referirse a la diferencia
entre una solicitud y una orden, y un grado de firmeza en las condiciones de
sinceridad, al distinguir una súplica de una petición. El estado psicológico expresado
en la performatividad de la elocución puede ser más o menos fuerte dependiendo de
la fuerza ilocutiva. Así por ejemplo, el hablante que suplica expresa un deseo más
fuerte que el hablante que simplemente solicita. Consecuentemente, las fuerzas
ilocutivas también tienen grados de firmeza en sus condiciones de sinceridad
(Vanderveken 1985: 187).
Sin embargo aún no está claro por qué en la teoría de Vanderveken “un deseo
más fuerte” implica un mayor grado de sinceridad. Una solución a esta distinción –
que me parece más operativa porque evita que nos enredemos en consideraciones
psicológicas, ontológicas o morales– es la que se puede dar por medio de los tres
pesos ilocutivos. Podríamos decir simplemente que la diferencia entre una súplica y
una solicitud es menos una cuestión de sinceridad o deseo que del peso del pathos
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peso del pathos). Una figura jerárquica ordena cuando aparenta solicitar, y el de
menor jerarquía sólo está en posición de solicitar.
De ahí que veo necesario proponer la distinción entre grado de firmeza (degree
of strength) como se usa convencionalmente en la teoría de los actos de habla y la
semántica, y grado de peso (degree of weight) en relación a estos tres pesos
ilocutivos. Con el fin de ubicar los dos tipos de grados de firmeza ilocutiva de
Vanderveken respecto al grado de fuerza, el término de “peso ilocutivo” sirve, me
parece, para designar al marcador específico que denota la modificación realizada
por estos tres pesos cualificadores del ethos, logos y pathos. Considero que este
concepto de “peso ilocutivo” categoriza la diferencia entre una solicitud y una orden
sin necesidad de usar verbos particulares (que no siempre ocurren en el enunciado,
incluso rara vez lo hacen) y de acuerdo con determinaciones contextuales específicas
pertinentes al análisis pragmático. Se puede solicitar sin usar el verbo “solicitar”, por
ejemplo, con un simple “¿sí?”, donde el contexto atribuye perfectamente el significado
al enunciado.
La modificación que los tres pesos del logos, ethos y pathos efectúa en los
actos ilocutivos puede ser desempeñada por dispositivos lingüísticos, paralingüísticos
y extralingüísticos. Quiero señalar que anteriormente (Mandoki 1999) supuse que el
peso del logos era estrictamente lingüístico y dependía de la argumentación. Hoy
pienso que incluso el logos puede ser expresado por el cuerpo, el sonido o el
espacio-utilería (somática, acústica y escópica); por ejemplo, el funcionalismo en la
arquitectura y el diseño expresa claramente el logos en la escópica, cuya traducción
léxica es “la forma sigue a la función”. Hay una coherencia y un sentido evidente en el
diseño de la Bauhaus que pone en primer plano a la lógica de la conceptualización y
la producción de los objetos de diseño. En el registro acústico, la música expresa
generalmente el logos aural en la armonía y el ritmo, y el pathos por la melodía. El
ethos puede ser extralingüístico, expresado mediante procesos inferenciales (por
ejemplo, ver una figura sentada en la silla de respaldo más alto, en el podio o en el
lugar central) o explícitamente lingüístico por la proposicionalización, como lo señala
Dascal (1999). Puede operar también lingüísticamente al enfatizar el estatus por
medio de formas como Doctor, Licenciado, Su Excelencia, Padre etc. A su vez, el
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Entre los ocho componentes del acto ilocutivo antes mencionados, Searle y
Vanderveken mencionan el estatus del enunciante (no del intérprete, que también
incide, ¡y cómo! en el proceso comunicativo) y el contexto institucional, que podrían
corresponder al ethos; el punto o propósito y la dirección de ajuste, que se
relacionarían con el logos la “fuerza ilocutiva” a la vez que los “estados psicológicos”
y los “intereses”, que podrían quizás, algo forzadamente, relacionarse con el pathos;
finalmente el “estilo” permanece tan vago que no sabríamos cómo ubicarlo. Vamos a
analizar a continuación cada una de las fuerzas de los actos de habla en relación a
estos tres pesos. Vemos en la tabla #4 a los seis tipos de fuerzas por un lado y a los
tres tipos de peso por el otro:
Tabla #4.
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al estatus (en varias culturas –como los Wolof–, la persona de estatus más bajo está
obligada a tomar la iniciativa del saludo, mientras que en otros contextos es a la
inversa) pero sobre todo en el hecho de responder al consenso y adherirse al grupo.
El pathos depende de lo significativo que pueda ser el acto para los participantes: el
rango va de lo trivial (como probar contacto telefónico) hasta eventos de enorme
trascendencia para los participantes, en los que se comprueba el contacto como acto
de solidaridad. En una manifestación política, por ejemplo, gritar los eslóganes al
unísono es fuerza fática en la medida en que todos los participantes están alertas a la
presencia, número y fuerza de los demás, con el peso del pathos por el ardor que los
impulsó a salir a las calles, pasión de rabia, miedo, indignación, esperanza,
resentimiento, odio o admiración.
5. En los dos tipos de actos conativos –los directivos que se vuelcan hacia los
demás o los comisivos que se revierten sobre el enunciante– el logos depende de la
claridad y brevedad de lo que se enuncia, pues entre más conciso el enunciado es
más contundente (por ejemplo “¡firmes, ya!”). En la modalidad comisiva, cuando uno
se promete a sí mismo cosas vagas, la nebulosidad del logos debilita la fuerza del
acto y nos permite evadirnos. En cambio, cuando es claro, por ejemplo, “ni una copa
más”, la precisión del logos aumenta la fuerza del acto de prometerse. El ethos está
en la confiabilidad y la relación de jerarquía entre hablante y receptor; por ejemplo, la
orden de un padre al hijo o la súplica de un hijo a la madre tienen mayor fuerza que
cuando se presentan estos mismos actos entre personas sin autoridad recíproca.
Asimismo, en el conativo comisivo, si el enunciante tiene autoridad consigo mismo,
autoridad que suele perderse en el alcohólico, el acto de prometer tiene mayor peso.
El pathos se expresa en la urgencia o importancia del acto para los participantes,
como cuando se pide auxilio en el directivo o cuando teniendo enfisema uno se
promete dejar de fumar en el comisivo.
6. En la fuerza estética el logos se despliega por medio de la consonancia,
unidad y coherencia del enunciado con todos los elementos necesarios y el mínimo
de elementos superfluos; por ejemplo, en una obra de arte de calidad. El ethos
depende de la reputación, el cargo o la autoridad de quien enuncia (artista, juez,
sacerdote) y el pathos, de la pasión o fuerza afectiva puestas en juego. El pathos en
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discurso testimonian la cualidad irruptiva, más que estructuradora, del pathos. Para
mayor claridad, hablaré en forma distinta de la “estructura” y del “logos”, lo que
implica que, por definición, no puede haber logos contenido en el pathos, puesto que
ambos son pesos equivalentes y distintos de la comunicación. Es la estructura del
lenguaje la que se impone sobre la dimensión de pathos en un enunciado, como se
impone en el ethos y, particularmente, en el logos. 21
Así el logos corresponde al “qué” de un acto ilocutivo, el ethos corresponde al
“quién” lo enuncia y lo recibe, y el pathos corresponde al “cómo” de este acto. Ello
explica en parte por qué el pathos puede ser fácilmente confundido con la estética,
pues ésta también está profundamente ligada a la forma o manera en que se enuncia
un mensaje. Podemos, sin embargo, hacer todavía una distinción más entre dos tipos
del “cómo” que se aplica a la dimensión estética y al pathos: mientras el “cómo” de lo
estético se refiere fundamentalmente al significante o forma del mensaje (según la
definición de Jakobson de la función poética), el “cómo” del pathos enfatiza
primeramente en el significado y se refiere al contenido (qué tan vital o significativo es
el punto ilocutivo para el enunciante o el destinatario –en este sentido, es plenamente
pragmático- o cuán emocionalmente involucrados están ambos con este punto).
Estos tres pesos ilocutivos están presentes en cada uno de los géneros de la
retórica establecidos por Aristóteles, y con varios grados de dominancia (como diría
Jakobson). El género forénsico depende más del logos que del ethos, pues un
abogado puede defender igualmente a una persona culpable o inocente, a un criminal
o a una víctima. Lo que más importa en la retórica forense es presentar evidencia de
lo que realmente pasó, aunque la manera en que se presenten los hechos en
dispositio, la credibilidad de los testigos, fiscal y acusado (ethos), así como la
elocuencia (pathos) de los testigos, víctimas y abogados en la actio también es
esencial. Ethos tiene mayor peso en el discurso deliberativo o político como medio de
conferir credibilidad al hablante, lo cual se extiende ad hominen a su plan de acción.
Finalmente el pathos es dominante en el género epidíctico o panegírico al enfatizar el
valor (apreciable o despreciable) de una persona, contagiar la emoción del orador en
relación al objeto del discurso y convencer al público respecto a cuán lamentable fue
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su fallecimiento o cuán peligroso sería permitir que tal persona prosiga con sus
planes.
La elocuencia o intensidad pasional en los actos de habla puede ser detectada
claramente en el análisis conversacional por medio de marcadores clave que vamos
a desarrollar a continuación. Los operadores “con pasión” de hecho irrumpen a través
del enunciado y lo alteran generando nudos, hoyos, abultamientos y deshebrados en
el tejido discursivo. Para detectar la irrupción de pathos y su peso propongo los
siguientes ocho indicadores: : a) volumen, b) acento, c) extensión silábica, d)
repetición, e) pausas, f) ritmo, g) titubeo, y h) traslape.
Cada uno de estos indicadores tiene funciones específicas. El volumen, el
acento, la extensión silábica y la repetición son indicadores claros de pathos, pues
son directamente proporcionales a éste. En efecto, cuanto mayor volumen, acento,
extensión o repetición de una palabra o frase, tanto mayor peso de pathos despliega.
Las pausas y el ritmo, por el contrario, dependen más directamente del
contexto y se articulan con el ethos. Básicamente hay dos tipos de pausas: las
distractivas que disminuyen el pathos y las enfáticas que lo incrementan. Las
primeras, que distraen al oyente, se deben a la falta de concentración del hablante;
las segundas son para incrementar y hacer reverberar el peso de la última
enunciación incrementando su efecto, por ejemplo, de solemnidad. En cuanto al
ritmo, la velocidad del discurso en situaciones de emergencia opera como función
expresiva de la urgencia e incrementa el pathos, pero también puede operar como
naturalidad o espontaneidad en una conversación cotidiana indicando la viveza del
hablante en tanto función expresiva. El titubeo puede a su vez manifestar ansiedad
en tanto función expresiva, incrementando el peso del pathos o bien, a manera de
pausa, como falta de concentración; por tanto es inversamente proporcional al
pathos. Por último, el traslape en la toma de turnos entre los participantes es otra
modalidad cuya función es expresiva en tanto impaciencia, ansiedad y aceleración
del ritmo.
Para el análisis de la comunicación social podríamos ubicarnos a diferentes
escalas: 1) desde lo que podría denominarse microanálisis por la observación
detallada de volumen, pausas, aspiraciones, extensiones silábicas, traslapes etc.
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Tabla #5
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(31)
1 C: DIO::S [Exclamación] expresiva
2 MI ESPOSA SE ACABA DE DISPARAR [Descripción] referencial
3 [.3]
4 VEINTI DOS SESENTA AVENIDA (GRANT) [domicilio] referencial
5
6 APÚRENSE:::::E [Marcador de urgencia] conativa
7 CT: Qué pasó? conativa
(32)
1 C: hhh AY DIOS MÍ:O [Exclamación] expresiva
2 ACABO DE LLEGAR A LA CASA [Estado] referencial
3 Y MI ESPOSA SE DISPARÓ [Descripción] referencial
4 hhh expresiva
5 ( ) NUEVE CUARENTA Y TRES ESTE (GREEN) RO:W
[Domicilio] referencial
(33)
1 C: =Uh sí [reconocimiento] fática
2 tenemos un niño pequeño [a nombre de] referencial
3 que no puede respirar [Descripción] referencial
4 en el seis mil novecientos
5 Marvin Lane [domicilio] referencial
(34)
1 CT: 911 cuál es su fática-conativa
2 C: [ SI. [asentimiento] fática
3 NECESITO ] UNA AMBULANCIA [solicitud] conativa
4 CT: Cuál es el problema señora [averiguación del problema] conativa
5 C: N:O SE::, MI HERMANA expresiva
6 NO SE QUÉ LE PASA . expresiva
7 'hh ESTOY EN LA POSADA HERRADURA hh 'hh hh hh}
referencial y expresiva
8 hh NO SE LA DIRECCIÓN hh 'hh AY: DIO:S MÍ::O expresiva
9 hh' hh POR FAVO::R APÚ:RENSE expresiva y conativa
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
italicas = Funciones performativas derivadas de Jakobson añadida por mí .
En la tabla anterior, vamos a analizar comparativamente las funciones performativas,
los tres tipos de peso y su grado en cada cual. Cada caso está designado por el
número original que aparece en Zimmerman: 31, 32, 33 y 34. Las letras mayúsculas
indican volumen, las palabras subrayadas denotan énfasis, la h aspiraciones, los
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33 16 16w=16 16/16 1
34 32 32P+9:+18h=64+9+18= 91 91/32 2.84
El resultado nos indica que el llamador #31 fue el más elocuente con mayor peso del
pathos.
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ilocutivo referencial casi puro. El peso ilocutivo del ethos es fijo y está determinado
por la convención de llamar al servicio del 911.
Tabla #7
JFK V's que no tenemos- una hora para i:::r y eso no u:h- nosotros-
nosotros quizás no tenga::mos una hora que hay con este-
[ ] conativa
GOB.. Uh este hombre
este hombre acaba de morir referencial
JFK Murió? Fática-conativa
GOB. Sï señor referencial
[]
JFK ¿Cual ? ¿El policía estatal? conativa
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CLAVE DE ANOTACIONES
[ traslape
[[ simultaneidad
= sin pausa
(0.8) pausa por décimas de segundo
(.) pausa breve
cursivas mías que incorporan las funciones performativas de Jakobson en el
texto de Boden.
MAYÚSCULAS volumen
::: extensión silábica
Entonaciones (no signos gramaticales):
.abajo
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ESTÉTICA Y COMUNICACIÓN: de acción, pasión y seducción
, sostenido
? tono agudizado hacia arriba .
h inhalación
hh::exhalación.
- (guión) corte
_______________________________________________________
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JFK: o::rden
GOB: ro::de::arlo, oficia::les
JFK: or::den
GOB: Sta::bbien, pue::dan
2) volumen
JFK: [CÓMO] PUEDO DESALOJA::RLO, GOBernador,
GOB: POR FAVO::R:
3) Repetición
JFK: 1. no tenemos -no tenga::mos, nosotros- nosotros
2. (cómo) PUEDO DESALOJA::RLO; (no lo) puedo desalojar
3. hay que hacer orden ahí, hay que hacer orden allá, hay que conseguir a
alguien ahí ahora para hacer orden, primero hay que hacer or::den
6) ritmo: Sin la grabación es difícil saber el ritmo de cada cual, pero dada la
situación puede inferirse que el ritmo de JFK es más lento que el de Barnet–
que está nervioso– y que el presidente, como buen orador y experto en el
ejercicio de autoridad, probablemente use un ritmo más pausado para darle
más peso a sus enunciados.
7) titubeo:
GOB: usted usted, pero pero - pero , Voy Voy, cada- cada.
En este caso la repetición es expresiva: el tartamudeo puede entenderse como
un factor que substrae la fuerza ilocutiva. El titubeo del presidente se debe sólo
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lo tanto, incrementando el peso del pathos y del logos. Es obvio quién lleva el
liderazgo en esta interacción.
Cuando Kennedy pregunta ¿CÓMO PUEDO DESALOJARLO? cuyo sentido es
retórico, Barnet traduce el sintagma al sentido literal y le contesta “podemos rodearlo
con muchos oficiales”. El sentido retórico se evidencia porque (1) la frase está
seguida por la palabra “Gobernador” que empuja a Barnet hacia abajo por el peso del
ethos al situarlo en su lugar de subordinado, seguido inmediatamente por (2) el logos
de “[…] cuando hay un disturbio en la calle y puede salir del edificio y pasarle algo?
No lo puedo retirar en esas condiciones” que argumenta y a la vez responde a la
pregunta retórica. Por último (3) el peso del pathos se configura porque ésta es la
frase de mayor volumen acústico de toda la secuencia, y donde reverbera el POR
FAVOR de Barnet. El intento de contestar de Barnet se invalida con la interrupción de
Kennedy y el discurso traslapado.
La elocuencia o pathos se señaliza por las sílabas extendidas, la repetición, el
volumen y el traslape. El peso tridimensional de Barnet es débil porque titubea,
presenta los enunciados en negativo, sólo enfatiza el suplicante POR FAVOR y sus
turnos son más breves. Kennedy despliega estratégicamente, en un sólo turno
conversacional, los tres pesos ilocutivos con un grado de firmeza muy significativo.
Cuando dice “Gobernador” tácitamente le recuerda su estatus presidencial y marca
jerarquías imponiendo el ethos como cualificador de peso ilocutivo, seguido por el
peso del logos al describir la situación y argumentar las razones que justifican su
decisión. Por último, al elevar el volumen de voz, cualifica el enunciado con el peso
ilocutivo del pathos, haciendo que ese acento enérgico corte y penetre el volumen
ordinario de la interacción.
En el contexto de esta conversación, hay que tomar en cuenta –por el modelo
LASE– que en el registro escópico el presidente habla desde la Oficina Oval de la
Casa Blanca, símbolo de autoridad máxima del país. En el registro léxico, la decisión
del presidente está amparada por la ley que protege el derecho de Meredith, desde
1954, a inscribirse en la Universidad de Mississippi. El más significativo de todos lo
despliega Meredith en el registro somático, es decir, el enunciado no verbal sino
corporal de arriesgar su integridad física, al matricularse, a sabiendas de la reacción
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Si los tres pesos ilocutivos tienen tal alcance en una conversación telefónica,
imaginemos su impacto a nivel masivo en los medios de difusión globalizada. Los
videos que a continuación analizo en los casos 3 y 4 fueron enunciados en árabe, por
lo cual sólo un analista que domine ese idioma tendría la competencia para realizar el
micro análisis. Sin embargo, es posible realizar un análisis macro desde la traducción
al inglés realizada por la organización MEMRI (Middle East Media Research
Institute) 24, dado que en este caso no son los detalles mínimos, a veces
imperceptibles como pausas, volumen o entonación lo que se enfoca y se proyecta a
los tres tipos de peso ilocutivo sino, como veremos, otros elementos de la elocución,
particularmente el impacto de una coordenada sobre las demás y el disfraz de una
fuerza ilocutiva por otra.
Como mencioné antes, la comunicación mediática globalizada a escala macro,
a pesar de su enorme difusión y dimensión, opera bajo condiciones semejantes a la
comunicación directa de la interacción cara a cara al ser ésta la unidad mínima de
toda comunicación, si bien no de toda significación. En los siguientes videos
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ESTÉTICA Y COMUNICACIÓN: de acción, pasión y seducción
podremos ver que la interacción se lleva a cabo desde tal unidad mínima, la
interacción entre un entrevistador y un entrevistado o entre anfitrión y huésped, de
manera similar a como, a escala micro, se realizó la conversación entre el empleado
del 911 y el solicitante, o entre Kennedy y Barnet. Cabe destacar una diferencia
crucial: en los primeros dos casos se trataba de intercambios relativamente privados,
cuyos interlocutores ignoraban que estaban siendo grabados, mientras que en los
siguientes los interlocutores asumían los intercambios como públicos, ya que estaban
siendo televisados. La interacción se realiza igualmente entre dos personas, pero a
sabiendas de que son observados por los demás. Hay que tener en cuenta también
que hay grados en que una interacción es asumida como pública, pues no es lo
mismo un predicador en una mezquita de un pueblo que en una mezquita de la
capital, a su vez que un predicador en una mezquita del Cairo o Jerusalén televisado
en canal nacional o internacional. Asimismo, el idioma, en este caso el árabe, marca
la escala probable de su recepción, así como el alcance tecnológico a nivel local o
global. La transmisión en árabe, y la falta de antecedentes de que estos programas
trascendieran lo local permiten suponer una expectativa de recepción etnocéntrica.
Como la función dominante en los dos casos telefónicos anteriores era conativa
(pedir ayuda al 911 en un caso y ordenar a Barnet en el otro), en los casos televisivos
que se presentan a continuación la dominante también lo es, pero disfrazada de otra
función.
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ESTÉTICA Y COMUNICACIÓN: de acción, pasión y seducción
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31. Entrevistadora: ¿La mujer judía? ¿Qué hizo ella a nuestro amo el
profeta Muhammad? Conativa
32. Basmallah: ¿La mujer judía? Conativa
33. Entrevistadora: Sí. Fática
34. Basmallah: Había una mujer judía que invitó al profeta y a sus amigos.
Cuando él le preguntó, ¿puso usted el veneno (en mi alimento)?' ella le dijo, '
sí.' Él le preguntó, ' ¿por qué hizo usted esto?' y ella contestó: ' si usted es un
mentiroso - usted morirá y Allah no le protegerá; si usted habla la verdad -
Allah le protegerá.' Metalingüística (traduce un relato que oyó)
35. Entrevistadora: Y nuestro dios protegió al profeta Muhammad, por
supuesto. Conativa (quiere obligar a la niña a que diga que sí)
36. Basmallah: Y él dijo a sus amigos: “mataré a esta señora.”
Metalingüística (continúa traduciendo la historia, ilocutivo no exitoso, pues
compromete otra vez al profeta y lo hace ver bastante mal)
37. Entrevistadora: Por supuesto, porque ella puso el veneno en su
alimento, esta judía. Metalingüística (se ve obligada o traducir la frase de la
niña para justificar a Mahoma)
38. Entrevistadora: Bendito sea Allah, Basmallah, Bendito sea Allah,
Basmallah. Que nuestro dios la bendiga. Nadie podría desear que Allah pueda
darle una niña más creyente que ella... Que Allah te bendiga y a tu padre y a tu
madre. Fática Expresiva
39. La generación siguiente de niños deben ser musulmanes verdaderos.
Debemos ahora educarlos mientras que son niños todavía, de modo que sean
musulmanes verdaderos. Conativa (hacia el público).
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ESTÉTICA Y COMUNICACIÓN: de acción, pasión y seducción
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una situación que evoca lo que normalmente suelen hacer las madres o maestras
para que los niños exhiban lo que aprendieron ante otros adultos. Manifiesta cierta
ternura hacia la niña, aunque su propósito es utilizarla para expresar, desde el ethos
de la inocencia infantil, el desprecio por los judíos como un hecho natural y
verdadero. La nena no siente todavía la emoción que se quiere producir mediante
ella, y emite los enunciados a modo de significantes huecos. El objetivo del programa
es presentarla como niña ejemplar para contagiar a otros niños y exhibir que es social
y religiosamente correcto despreciar a los judíos.
Otro mecanismo del ethos al interior del discurso es apelar a la autoridad del
Corán para justificar la idea –algo inverosímil- de que los judíos son monos y cerdos.
Se subraya la autoridad del Corán para emitir esa frase.
40. E. ¿Porque son monos y cerdos? ¿Quién dijo que eran eso?
41. B. Nuestro Dios.
42. E. ¿Dónde dijo esto?
43. B. En el Corán.
Sea por iniciativa de los productores o de la locutora del programa, se produce una
versión de la realidad y por ende reproducción de la comunidad por la energía
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integradora del pathos. Cabe señalar que en el contexto histórico político del conflicto
de Oriente Medio, esta propaganda racista emitida por la televisión egipcia persiste
más de un cuarto de siglo después de que Egipto fuera el primer país árabe en firmar
la paz con Israel en marzo 26 de 1979. Por ello este tipo de programas podrían
interpretarse como tácticas de comunicación fática para alinearse con los otros 22
países del mundo árabe y parecer ideológicamente correctos al significar: ”firmamos
con Israel como egipcios, pero como musulmanes seguimos odiando a los judíos”.
En suma, desde el punto de vista de la fuerzas ilocutivas desplegadas en este
caso, la niña enuncia lo que ella piensa que es correcto decir y, por lo tanto,
despliega como dominante la función metalingüística, al traducir lo que ha oído en
casa, y la función fática para mantener contacto con la entrevistadora. La anfitriona,
en cambio, despliega como dominante a la función conativa (de las 21 intervenciones
de la entrevistadora, 17 son conativas) al hacer que la niña exprese odio racista, y la
fática para ser religiosamente correcta y mantener su puesto y su lugar social.
En cuanto a los pesos ilocutivos, se despliega el ethos de la autoridad del
Corán como justificación de que los judíos son monos y cerdos, la de Mahoma que
nunca se equivoca, y la de la entrevistadora como adulto en la interacción. El logos
de la lógica en la frase de la niña es impecable y profética, “y ella contestó: ‘si usted
es un mentiroso - usted morirá y Allah no le protegerá; si usted habla la verdad - Allah
le protegerá.'” (Mahoma murió justamente de eso). El pathos radica en el desprecio
que se pretende inculcar en los niños contra los no musulmanes, en particular judíos.
El 25 de abril del 2002 se llevó a cabo la entrevista con el Prof. 'Adel Sadeq, jefe de la
facultad de psiquiatría de la universidad Ein Shams en el Cairo sobre el tema de la
estructura psicológica de los atacantes islamistas suicidas. Este programa, en la
televisión nacional egipcia, fue grabado también por el instituto MEMRI y traducido al
inglés, del que se presenta aquí una traducción al español. A diferencia del caso 3, el
entrevistador no trata de ponerle palabras en la boca a su entrevistado, sino que lo
invita a su programa porque probablemente ya conoce su opinión en estas
cuestiones.
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Este intercambio resulta interesante porque ilustra muy bien un mecanismo muy
común de la propaganda política. Es el mecanismo de disfrazar una fuerza ilocutiva
por otra, en este caso se disfraza la función conativa que exige adhesión para que
parezca como si fuera cualquiera de las otras funciones: la fática, la referencial o la
metalingüística. Aquí el disfraz tiene cuatro capas: se disfraza de función
metalingüística (explicar el fenómeno) lo que simula ser función referencial (describir
lo que ocurre con los proyectiles humanos, que a su vez disfraza la función expresiva
de admiración para, finalmente, transmitir una triple fuerza conativa: la de responder a
las expectativas de su anfitrión para que lo vuelvan a invitar al programa, la de
difundir una versión acorde a la opinión oficial a favor de las bombas humanas, y la
de propagar el entusiasmo y fascinación por los “mártires” entre el auditorio.
Asimismo, disfraza el peso ilocutivo del pathos al contagiar la pasión en el receptor
(de admiración e imitación de las bombas suicidas, y de resentimiento contra el
israelí, con lo que concluye su entrevista) por el peso del logos y del pathos como
supuesta eminencia en la psiquiatría que explicará el fenómeno. Veremos con más
detalle su modo de operación.
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profesional del tema, ya que la función que domina todas las respuestas por parte del
entrevistado es la expresiva al exaltar la imagen del proyectil humano trocando el
peso dominante de su intervención del logos hacia el pathos. El único pseudo
argumento del entrevistado consistió en tratar de demostrar la inferioridad de la
cultura occidental (cuyos miembros suponen erróneamente que al explotarse se
convierten en cadáveres) bajo el supuesto de que esa cultura no conoce el honor y el
auto-sacrificio. Así, el logos opera en este caso como coartada para contagiar el
pathos de admiración por estos homicidas-suicidas entre el tele-auditorio egipcio y
palestino. En su rol como entrevistador, era de esperarse el dominio de la función
conativa con intervenciones fáticas por cortesía, nada particular en este caso.
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un botón, y luego mueve la cabeza hacia arriba como si mirara cómo estallan en
pedazos los restos del h/s, a modo de la descripción de un paracaidista en reversa. Si
el profesor Adel Sadeq realmente pensara que hacerse explotar es tan maravilloso,
uno no puede más que preguntarse ¿por qué él mismo no se calza uno de esos
cinturones frente al espejo y disfruta del maravilloso vuelo que describe con tanta
emoción?
Cuando se refiere a la cultura occidental mueve el pulgar derecho hacia
atrás y afuera, para acompañar la frase “Mira qué clase de cultura tienen... ” a pesar
de que extrae su “autoridad” profesional como “psiquiatra” desde modelos puramente
occidentales.
Por la escópica, las identidades de ambas participantes del caso 3 se exhiben
con el vestuario tradicional musulmán. La entrevistadora podría no haber mencionado
que ella y la niña son musulmanas, ya que el vestuario lo hace obvio. En cuanto a la
escenografía, la entrevista se lleva a cabo aparentemente en casa de la niña y
después en el estudio (con un fondo vegetal artificial) se graba una especie de
epílogo con la locutora vistiendo otro tipo de ropa más formal. La toma es más tiesa
que la anterior. En el caso 4, por contraste, tanto el entrevistador como el profesor
egipcio se presentan en vestuario típicamente occidental –probablemente Armani o
Gucci— en un programa para descalificar precisamente a la cultura occidental.
Así, en unos cuantos minutos, se logran varias metas por la presentación
estética:
1) reforzar y colaborar con la inyección general de pathos del odio que se
produce continuamente desde varias matrices (familiar, escolar, religiosa, militar,
artística y en este caso mediática) al cautivar a los suicidas potenciales,
contagiándolos de la imagen romántica y extática de masacrar a otros,
2) inyectar el desprecio contra el occidental porque supone que los muertos
son sólo cadáveres y por sus “interpretaciones idiotas y tontas”,
3) focalizar ese pathos contra el judío en un caso y el israelí en el otro, es
decir, como raza y como nacionalidad.
La presentación dramatúrgica de las identidades desde el modelo LASE
se construye por la elección de palabras que enfatiza en la léxica (1. “apúrense”, 2.
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1. La pasión en occidente
El arquetipo del pathos en occidente es, nadie lo dudaría, La Pasión de Jesús. Ello
supone la pasión en Jesucristo como figura que encarna y asume el pathos del
pecado original y de la maldad e ignorancia humana (“Padre, perdónalos, porque no
saben lo que hacen” (Lc 23.34)). También hay que considerar, principalmente diría,
la pasión del devoto por esa figura de pasión en Cristo. Pero mucho antes de la
pasión cristiana, el pathos se producía desde Ananké, la diosa griega de la fatalidad,
que arrastra a hombres y dioses a consumar actos cuyo origen y fin desconocen: la
pasión incestuosa de Edipo y Yocasta, la leal de Antígona por guiar y proteger a
Edipo, la filial de Ifigenia al sacrificarse por su padre, la pasión de venganza de
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2. La producción de la pathofagia
Devoramos pasiones. Las tópicas prevalecientes del pathos en las sociedades
contemporáneas se anuncian en los noticieros y medios como catálogos de
pasiones: a nivel nacional, la pasión por el poder y, en el foro internacional, las
guerras, catástrofes y masacres, o la pasión por la muerte: agon y tanatos, libido y
destrudo. Los medios de comunicación transmiten el pathos como se transmite un
virus. Lo hacen porque tienen bien detectada la fuerte susceptibilidad social a la
pathofagia.
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Sin embargo, la producción social del pathos es ya una industria pujante que
ofrece un ventajoso combustible político y económico no menos contaminante de la
atmósfera que el petróleo. Las empresas mediáticas han descubierto desde sus
inicios el tremendo caudal que poseen como amplificadores y transmisores del
pathos: los discursos del furioso führer por la radio alemana, las noticias de la primera
y segunda guerra mundial en los newsreels ingleses y americanos fueron un motor
crucial para la propaganda. Ese uso propagandístico de la radio como medio de
inyección de pathos se extendió en la primera mitad del siglo veinte, particularmente
durante la escalada del nazismo. Medio siglo después, fue principalmente por la
radio como los hutu en Rwanda inyectaron sistemáticamente durante meses el odio
contra la minoría tutsi (con el respaldo francés y la apatía del resto del mundo), hasta
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Las tomas y entrevistas que eligen las cadenas noticiosas para ilustrar “la
noticia” se calculan generalmente en términos del pathos que puedan contagiar para
hacer hervir la sangre y subir el rating del programa o vender más ejemplares del
periódico, relegando el logos de la reflexión sobre los problemas y las alternativas a
las mazmorras de programas de bajo rating o páginas interiores mientras que el
ethos se concentra particularmente en su sistema de celebridades de la noticia como
Christiane Amanpour de CNN o Geraldo Rivera de Fox. Los testigos no hablan, se
limitan a responder en un segundo una pregunta frecuentemente banal. La división
maniquea entre los buenos y los malos de cada hecho político, entre los amigos y los
enemigos, suponen que el público es verdaderamente estúpido.
La pathofagia o la fiebre por devorar pasiones obedece a la condición humana
o es el resultado de la poderosa industria mediática que la ha estado cultivando, es
como la cuestión del huevo y la gallina. Lo que sí consta es que se contrata y se
remunera a un enorme número de empleados dedicados cada día de la semana por
meses y años a alimentar esta pathofagia de un público que ansía devorar la vida
privada de celebridades del espectáculo, sea artístico, deportivo, religioso o político.
Hay reporteros que invierten toda su vida en informar casi exclusivamente sobre los
avatares del Papa (Cf. Valentina Alazraki para Televisa), de la princesa Diana o la
estrella del momento.
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manejo torpe de la función estética. Tengamos en cuenta que los tres (la dimensión
estética, el pathos y la función poética): 1) participan de la forma en que se construye
y se proyecta el mensaje (dispositio); 2) involucran emociones al conmover al oyente
o espectador; 3) interpelan al destinatario a ponerse en el punto de vista del hablante
y 4) se despliegan a través de cuatro registros: acústico, léxico, somático y escópico
(LASE). No es de sorprender la frecuencia con la que se confunde una con la otra.
El pathos, sin embargo, insisto una vez más, no equivale ni a la estesis ni a la
poiesis, como erróneamente lo suponen algunos teóricos. Esta diferencia explica que
en la Poética exista un arte relativamente desapasionado y carente de pathos, como
las obras clasicistas cuyo fin no es manifestar emociones o pasiones intensas, sino
proyectar la armonía, la calma, el hieratismo y un estado de equilibrio calculadamente
ecuánime. Es un arte donde predomina el logos. Estas obras contrastan con el arte
deliberadamente pathogénico como el romanticismo, el manierismo, el barroco o el
expresionismo donde prevalece la emotividad o la fuerza expresiva del acto ilocutivo.
Las series de cuadrados de Albers, los últimos trabajos de Mondrian, el arte serial de
Sol Lewitt, entre muchos otros, ilustran la función poética cuyo peso ilocutivo más
importante es el logos, no el pathos. Asimismo, algunos de los dibujos menos
atinados de Picasso son considerados obras de arte no tanto por el peso del pathos,
pues están hechos sin pasión, sino por el ethos de la autoría. Su Guernica, en
cambio, se considera como una obra maestra de la pintura en parte por la intensidad
de los tres pesos ilocutivos: el logos decisivo al inventar un idiolecto o código especial
de expresión pictórica, el ethos de su talento y autoridad de sobrepasar las
convenciones pictóricas del momento, y el inmenso peso del pathos que permea la
pintura a través de varios vehículos expresivos como el color casi monocromático, el
trazo elocuente, la composición dinámica.
Mientras el pathos se relaciona directamente con lo emocional por tratarse de
la densidad pasional de los enunciados, la función poética sólo parece vinculada a la
fuerza emotiva porque no la excluye aunque despliegue los tres pesos ilocutivos. En
otras palabras, la función poética o la fuerza estética puede desenvolverse no sólo
por el pathos ilocutivo, sino por el logos y el ethos, o no desplegar pathos alguno.
Como lo señala claramente Nelson Goodman (1976: 251) “[…] encontrar que una
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obra exprese un poco o nada de emoción puede ser tan estéticamente significativo
como encontrar que expresa mucha. Esto es algo que todos los intentos de distinguir
a lo estético en términos del grado de emoción pasan por alto”. Y en efecto, el
clasicismo, el neoclasicismo, el funcionalismo en la arquitectura, la Bauhaus en el
diseño, el suprematismo, el neoconcretismo, el conceptualismo y la música concreta
son estilos artísticos cuyo peso dominante es el logos.
La confusión entre el peso del pathos y la fuerza estética puede ocurrir porque
algunos declarativos –considerados aquí como el equivalente prosaico de la función
poética en su carácter constitutivo (de bautizar, casar y excomulgar)– (Cf. Capítulo 3)
tienen un gran peso de pathos, pues son actos altamente simbólicos y cargados
afectivamente por la singularidad del evento en la vida de una persona. También
tienen un grado equivalente de ethos, ya que su legitimidad depende de la autoridad
de quien realice el acto ilocutivo. Más aún, pueden o no requerir elocuencia para
conferir solemnidad al evento, lo cual es nuevamente la dimensión del pathos.
Asimismo, el peso del logos debe obedecerse de acuerdo a la convención que
establece cuándo (al principio o al final de la reunión) y cómo debe realizarse para su
felicidad o efectividad, aún en ilocutivos tan rutinarios como “declaro abierta la sesión”
(decir “consumatum est” o incluso “¡larguémonos de aquí!” cancelaría su eficacia).
Para que esta coordenada pathémica surja no es necesaria una situación
particularmente trágica o solemne. Hay muchos grados de pathos, desde los más
arrebatadores a los más sutiles, como un lapsus lingue que esconde un nudo
emocional. Puede encontrarse en la mayoría de las conversaciones cotidianas al
situar un énfasis, extender una sílaba o elevar el volumen de voz (como lo vimos en
los casos analizados). Se ilustra también al repetir una palabra indicando la
importancia que tiene para el hablante (en JFK la palabra “orden”, en los del 911 la
palabra “apúrense”, en la entrevistadora egipcia la palabra “musulmana” o su inverso
“monos y cerdos”, en el psiquiatra la palabra “”éxtasis” o la onomatopeya de
explosión “¡op!”). Podemos ver aquí claramente la diferencia entre, por un lado, el
pathos como una irrupción de la pasión en enunciados supuestamente neutrales y,
por el otro, la función estética en la forma en que se constituye el enunciado,
independientemente de la emoción involucrada.
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CONCLUSIONES Y RECAPITULACIONES
La estética y la comunicación, como la relación entre las sensibilidades y su puesta
en común o unión con los otros, se pueden abordar desde los tres clásicos puntos de
vista propuestos por Morris respecto a la semiótica: a) por las formas o estructuras
que regulan o posibilitan tal comunicación o dimensión sintáctica, b) por el significado
o la transmisión de la estesis que es la dimensión semántica (lo que a grandes rasgos
ha tratado tradicionalmente el arte) y c) por el efecto que la comunicación tiene en los
sujetos que participan en ella y su contexto o dimensión pragmática. Desde ahí,
básicamente las tesis aquí sostenidas fueron que:
1. El modelo de Jakobson de las funciones del lenguaje puede ser aplicado
a la teoría de los actos de habla, entendidos como actos ilocutivos o
performativos, con mayores aportaciones a la pragmática que las taxonomías
de Searle y Vanderveken.
2. Esta aproximación nos permite distinguir las transiciones de lo
lingüístico a lo extralingüístico a través de la conversión y constitución, lo cual
se hace a través del lenguaje.
3. Los actos de comunicación pueden ser cualificados en términos de su
peso o densidad volumétrica de acuerdo con la clásica tríada propuesta por
Aristóteles del ethos, logos y pathos.
4. La economía discursiva del pathos no es idéntica a la estética ni a la
función poética, sino que estos tres pesos se pueden hallar en la dimensión
estética misma, así como en otras funciones lingüísticas cuando son
examinadas desde la pragmática.
Desde el punto de vista aquí propuesto, vimos que un evento comunicativo está muy
lejos de ser exclusivamente informativo o semiósico, o exclusivamente seductivo o
estésico. Ambas dimensiones se tejen inextricablemente en la comunicación que está
estructurada por el logos, apoyada por el ethos y punzada por el pathos. La carga del
pathos irrumpe sin que necesariamente intervenga la dimensión estética de manera
específica.
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difundir el desprecio contra los judíos entre el público femenino e infantil del
programa, el pathos de eris disfrazado de philos al utilizar la ternura e ingenuidad de
la niña. Finalmente en el caso 4 se presenta a un “experto” (conocido apologista) para
que supuestamente despliegue el logos de explicar la mentalidad de los proyectiles
humanos desde un enfoque científico con el peso del ethos como autoridad, pero lo
que realiza es una inyección masiva de pathos. En suma, es posible analizar, a
distintas distancias y grados de detalle –micro, meso, mega– qué fuerzas operan en
la comunicación y con qué firmeza, por cuáles procesos e involucrando qué
dimensiones y con qué peso. Como argumenté en los cuatro casos analizados, el
peso del pathos como principio de elocuencia o vehemencia involucra una inversión
energética afectiva tanto de los hablantes como de los oyentes. En ello contrasta con
la función emotiva o fuerza expresiva que atañe principalmente al enunciante, aunque
pretenda contagiar su emoción al receptor.
Todo acto de comunicación pretende algo del destinatario, trátese que perciba
vicariamente algo (referencial), aprenda o comprenda (metalingüístico), se mantenga
ahí o se retire (fático), se impresione (estético), se emocione (expresivo) y obedezca
(conativo). Y en ese sentido, todo acto de comunicación tiene un ingrediente
significativo de conatividad bajo la superficie, pues espera algo de los demás. La
razón por la que se tiende un puente en la comunicación es para llegar a los otros por
alguna razón, lo cual implica una intencionalidad. Por ello podemos decir que, en
última instancia la función de toda comunicación es conativa, pues espera producir un
efecto en el destinatario, así sea sólo el de hacerlo escuchar o percibir. Junto a la
conatividad, es asimismo necesario asumir la responsividad (answerability en sentido
bajtiniano) de dar respuesta y responder por lo dicho.
El pathos implica un llamado en ambos sentidos del término: llamar o nombrar
lo que nos incita (articularlo) y llamar a alguien o clamar por algo (interpelar). Procura
manifestar las pasiones del enunciante para despertar simpatía y empatía y reclutar
por contagio las del destinatario (“compasión y temor” en la catarsis aristotélica). Este
peso es tan potente en la comunicación que no sólo impulsa sino transfigura
decisivamente la información, al grado que se transmite más la carga del pathos que
el logos de acontecimiento. De ahí que, con frecuencia, lo que el espectador busca
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en los medios, y lo que recibe de ellos es, más que un mensaje, una descarga
afectiva. El pathos del eros (hacia las celebridades del cine, televisión, grupos
musicales) o del eris (en propaganda política, religiosa o racista) satisfacen apetitos,
por lo que la sociedad pathofágica sigue cultivando con esmero esas larvas de
adoración o de encono mientras los medios festejan el suculento rating que generan.
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GLOSARIO
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PESO presencia de alguna de las tres cargas de ethos, logos o pathos en la enunciación.
POÉTICA teoría de la estética del arte.
POIESIO-SEMIÓTICA semiótica del arte.
PRAGMÁTICA rama de la semiótica que estudia los signos en relación a quienes los utilizan y
al contexto.
PRAGMATISMO corriente filosófica que enfatiza la reflexión desde la experiencia.
PROSAICA teoría de la estética cotidiana.
SEMIO-ESTÉTICA estética de la significación o comunicación.
SEMIÓTICA teoría de la significación y el sentido.
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NOTAS
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Sé que estoy cometiendo casi un pecado capital en el análisis del discurso por el
simple hecho presentar una traducción, lo cual me obliga a alterar necesariamente
muchas de las sutilezas significativas del intercambio. Tuve que hacerlo porque la
fuente ha sido detallada con tal precisión que no podría igualarla con un original en
español al no contar con la técnica de registro necesaria, pero he tratado de
conservar el máximo de fidelidad posible en la versión al español.
24 http://memri.org/video/index.html
25 Véase esta entrevista en http://memri.org/video/index.html. La traducción del
árabe al inglés es de MEMRI, y del inglés al español es mía.
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http://memri.org/video/index.html
27
El extraño orden de los números está tomado de la traducción del inglés.
28 Al-Sharq Al-Awsat (London), February 2, 2002 citado en MEMRI
http://memri.org/bin/articles.cgi?Page=archives&Area=ia&ID=IA8302#_edn1
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