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Lucas 19:28-40
Introducción: En el pueblo todos se prepararon para realizar su fiesta,
repararon la carreta que tenia muchos baches, limpiaron las calles, pusieron
carteles de Bienvenida, etc. Es lo que Cristo haría preparar el corazón de
Jerusalén en su entrada triunfal.
III) Fue la última invitación. Jesús vino, como si dijéramos, con los
brazos abiertos, como diciendo: "¿Me quieres aceptar ahora como tu Rey?
Antes de que el odio de los hombres le tragara totalmente, una vez más los
confrontó con la invitación del amor. No era sentarse en un trono lo que
pretendía, sino ser Rey de los corazones. Vino humildemente y cabalgando
sobre un asnillo. Debemos tener cuidado de entender el verdadero sentido
de ese gesto. En Occidente, el burro es una acémila despreciable; pero en
Oriente el asno se consideraba un animal noble. Era corriente que un rey
entrara en una ciudad cabalgando sobre un asno; pero en ese caso era señal
de que venía en son de paz. El caballo era la montura para la guerra; el asno
era la montura para la paz. Así que cuando Jesús Se presentó como Rey, Se
presentó como Rey de Paz. Mostró que había venido, no para destruir, sino
para amar; no para condenar, sino para salvar; no por la fuerza de las armas,
sino por la del amor.
Así pues, a la misma vez, vemos el coraje de Cristo, las credenciales de
Cristo, la invitación de Cristo. Era Su última invitación a que Le abrieran, no
las puertas de sus palacios, sino las de sus corazones.