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La Entrada del Rey

Lucas 19:28-40
Introducción: En el pueblo todos se prepararon para realizar su fiesta,
repararon la carreta que tenia muchos baches, limpiaron las calles, pusieron
carteles de Bienvenida, etc. Es lo que Cristo haría preparar el corazón de
Jerusalén en su entrada triunfal.

Contexto Histórico: La Pascua, Pentecostés y Tabernáculos eran las tres


fiestas de guardar de los judíos. Para la Pascua venían a Jerusalén judíos
de todo el mundo. Dondequiera que viviera un judío, su ambición era
celebrar una Pascua en Jerusalén. Hasta el día de hoy y a lo largo de todas
las edades, cuando los judíos celebran la Pascua en su lugar de residencia,
dicen: "¡Este año aquí; pero el que viene, ¡en Jerusalén!
Por entonces, Jerusalén y todos los pueblos de alrededor estaban
abarrotados de peregrinos, sigue siendo verdad que la población de
Jerusalén se multiplicaba en esas fechas.
Se habían divulgado noticias y rumores de que Jesús, el que había
resucitado a Lázaro, estaba de camino hacia Jerusalén. Había dos
multitudes: la que acompañaba a Jesús desde Betania, y la que salió a
su encuentro de Jerusalén; y deben de haber fluido juntas como una
doble marea, Jesús llegaba cabalgando en un borriquillo. Cuando la
gente le encontraba, le recibía como a un conquistador. Y la vista de la
tumultuosa bienvenida sumió a las autoridades en las profundidades de la
desesperación; porque parecía que nada de lo que ellos hicieran podía
detener la avalancha de los seguidores de Jesús. Este acontecimiento es tan
importante que debemos hacer todo lo posible para comprender qué fue
exactamente lo que sucedió. De Jerusalén a Jericó no hay más que 28
kilómetros, así es que Jesús ya estaba llegando a la meta. Jerusalén, el
final del viaje, estaba ahí delante. Los profetas, cuando las palabras no
producían efecto, cuando la gente se resistía a recibir o a aceptar el
mensaje, recurrían a algún gesto dramático para que nadie dejara de
enterarse. Tenemos ejemplos de tales acciones dramáticas en 1 Reyes
11:29-31; Jeremías 11:1-11; Jeremías 27:1-11; Ezequiel 4:1-3.
Algo así era lo que Jesús se proponía hacer entonces: entrar en
Jerusalén cabalgando de una manera que le hiciera comprender a todo
el mundo que Él era el Mesías, el Rey Ungido por Dios. Tenemos que
fijarnos en algunos detalles de la entrada de Jesús en Jerusalén.
Preposición: Dios mando al Mesías para cumplir las Profecías. Nosotros
debemos recibirle como tal en nuestros corazones.
Nos da la impresión de que aquella no fue una acción improvisada,
sino algo cuidadosamente preparado. Jesús no dejaba las cosas para el
último momento. Lo más seguro es que ya hubiera llegado a un acuerdo con
los dueños del borriquillo. “Porque el Señor lo necesita” era la consigna
convenida de antemano.

I) Fue un gesto de glorioso desafío y de máximo valor. Ya


entonces los líderes judíos le habían puesto precio a su cabeza (Juan 11:57
Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si
alguno supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen).
Habría sido natural que, si Jesús tenía que ir a Jerusalén, entrara de incógnito
y secretamente; pero lo hizo de una manera que le colocó en el centro de
atención de toda la ciudad. Es algo escalofriante el pensar en un hombre a
cuya cabeza se había puesto precio, un expulsado, cabalgando a cara
descubierta en la capital de forma que todos pudieran verle y saber que
estaba allí. Es imposible exagerar el valor de Jesús.

II) Fue una declaración deliberada de su derecho al trono, en cumplimiento


de la profecía de Zacarias 9:9 Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de
júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador,
humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna..
Pero, hasta en este acto, Jesús subrayó el carácter del Rey que pretendía
ser. El asno no era en Palestina el animal humilde de otros países, sino
un animal noble. Los reyes iban a caballo a la guerra; cuando iban en son
de paz usaban el asno. Al escoger su montura, Jesús se ofrecía como
rey de amor y de paz, y no como el héroe militar y conquistador que la
gente esperaba.
II) Muchos de la multitud vitoreaban a Jesús como a un
conquistador. En el fondo, esa era la atmósfera dominante de toda la
escena. La saludaban con las palabras: «¡Hosanna! ¡Benito el que viene en
el nombre del Señor, que es el Rey de Israel!» La palabra Hosanna quiere
decir en hebreo ¡Salva ahora!; y el grito de la gente era casi precisamente el
equivalente de: «¡Dios salve al Rey!» Juan 12:13 tomaron ramas de
palmera y salieron al camino para recibirlo. Gritaban: ¡Alabado sea
Dios! ¡Bendiciones al que viene en el nombre del SEÑOR! ¡Viva el Rey
de Israel! (NTV)
Las palabras con las que dieron la bienvenida a Jesús son iluminadoras.
Son una cita del Salmo 118:25-26. Te rogamos, SEÑOR, por favor,
sálvanos. Te rogamos por favor, SEÑOR, haznos triunfar. Bendigan al
que viene en el nombre del SEÑOR. Desde la casa del SEÑOR, los
bendecimos. (NTV) Ese Salmo tenía muchas referencias que no podían por
menos de estar presentes en la mente de la mayoría. Era el último Salmo del
grupo conocido como Hallel (113-118). La palabra hallel quiere decir
¡Loado sea Dios!, y estos son Salmos de alabanza.
Formaban parte de las primeras cosas que se aprendían de memoria los
chicos judíos. Se cantaban a menudo en los cultos de alabanza y acción
de gracias del templo; y eran parte del ritual de la Pascua. Además, este
Salmo en particular estaba íntimamente relacionado con el ritual de la
fiesta de los Tabernáculos, en el que los adoradores llevaban manojos
de palmera, arrayán y sauce que se llamaban lulab. Iban todos los días al
templo con ellos. Todos los días de la fiesta daban la vuelta al altar mayor de
los holocaustos, una vuelta los seis primeros días y siete el último; y,
conforme iban marchando, cantaban triunfalmente versículos de este Salmo,
y especialmente estos mismos. De hecho, es posible que este Salmo se
compusiera para cantarlo en la primera celebración de los Tabernáculos
cuando Nehemías acabó de reconstruir los muros y la ciudad, y los judíos
volvieron a su patria desde Babilonia y pudieron celebrar otra vez los cultos
en el templo (Neh_8:14-18 ). Este era, sin duda, el Salmo de las grandes
ocasiones, y la gente lo sabía muy bien.
Además, éste era el Salmo del conquistador por excelencia. Para dar un
ejemplo: estos mismos versículos, estaba dando la bienvenida a Jesús
como el Libertador Ungido por Dios, el Mesías esperado. Y no hay duda
de que le recibían como conquistador. Para ellos sería una cuestión de
tiempo el que sonaran las trompetas llamando a las armas, y la nación de
Israel se lanzaba a la tan esperada victoria sobre Roma y el mundo entero.
Jesús se acercaba a Jerusalén en olor de multitud y entre sus gritos que le
aclamaban como el conquistador que estaban esperando; lo que le dolería
profundamente, porque le veían precisamente como lo que Él había
rehusado ser. Como Cristo desprecia el menosprecio de los soberbios,
acepta las alabanzas del humilde. Los fariseos quisieron silenciar las
alabanzas a Cristo, pero no pueden puesto que Dios puede levantar hijos
para Abraham aun de las piedras, y volver el corazón de piedra hacia Él,
para sacar alabanza de las bocas de los niños. ¡Cómo van a ser los
sentimientos de los hombres cuando el Señor regrese en gloria a juzgar el
mundo!

Zacarías 9:9 ¡Alégrate, oh pueblo de Sión! ¡Grita de triunfo, oh pueblo


de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti. Él es justo y victorioso, pero
es humilde, montado en un burro: montado en la cría de una burra.
(NTV)
Así como se cumplió esta profecía cuando Jesús vino a la tierra, sin
duda se cumplirán las profecías de su Segunda Venida. Tenemos que
estar preparados para su regreso porque El viene.

III) Fue la última invitación. Jesús vino, como si dijéramos, con los
brazos abiertos, como diciendo: "¿Me quieres aceptar ahora como tu Rey?
Antes de que el odio de los hombres le tragara totalmente, una vez más los
confrontó con la invitación del amor. No era sentarse en un trono lo que
pretendía, sino ser Rey de los corazones. Vino humildemente y cabalgando
sobre un asnillo. Debemos tener cuidado de entender el verdadero sentido
de ese gesto. En Occidente, el burro es una acémila despreciable; pero en
Oriente el asno se consideraba un animal noble. Era corriente que un rey
entrara en una ciudad cabalgando sobre un asno; pero en ese caso era señal
de que venía en son de paz. El caballo era la montura para la guerra; el asno
era la montura para la paz. Así que cuando Jesús Se presentó como Rey, Se
presentó como Rey de Paz. Mostró que había venido, no para destruir, sino
para amar; no para condenar, sino para salvar; no por la fuerza de las armas,
sino por la del amor.
Así pues, a la misma vez, vemos el coraje de Cristo, las credenciales de
Cristo, la invitación de Cristo. Era Su última invitación a que Le abrieran, no
las puertas de sus palacios, sino las de sus corazones.

Jesús hoy me consuela Saber que eres el Rey de reyes y Señor de


señores, me has confrontado que Ud es el verdadero Mesías, deseo
cambiar mi vida para y experimentar de su Gracia salvífica.
¿Qué Experimentaste? Recuerda ¡Dios es alguien para Mostrar, no solo
alguien que Enseñar!

El evangelio son buenas noticias que se tienen que creer, no un


buen consejo que se tiene que seguir. DLB

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