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teoría ypráctica de la
psicoterapia de¿ñipo
RECONOCIMIENTO A LA PRIMERA EDICIÓN EN INGLÉS
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PREFACIO
i,-, nicas del terapeuta” ) describo cómo el terapeuta de grupo crea una cultura
ir■i.tprutiea y modela un conjunto apropiado de normas o reglas de conducta
no (••.rritas. Las tareas del terapeuta en el presente inmediato se examinan pro-
fundamciite. Incluyen los mecanismos inmediatos (sumergir al grupo en su
inopia experiencia) y el proceso inmediato de iluminación (aclarar la naturale
za v el significado de la experiencia emocional). En este capítulo hago un
amplio examen del reconocimiento del proceso e incluyo una sección sobre la
dih-icncia i|ue hay entre la tarea básica del paciente en la terapia y la grati-
l'ieneión secundaria que obtiene en el grupo. Los comentarios sobre el proceso
los .Irse libo con detalle: la estrategia general, el marco de las interpretaciones
l*aia aumentar la receptividad del paciente, y los caminos por los que el comen-
tario del proceso logra el cambio.
I ii el capítulo vi explico el papel del terapeuta; la discusión se hace
dn dr.loi de dos teínas fundamentales: la transferencia y la transparencia,
i >•I • ipitulo vn al capítulo x, como en todo el texto, ofrezco material ilus-
11 (loo . hinco nuevo. Los grupos maratónicos, el ingreso de nuevos miembros
ir •inp.c. de desarrollo, se discuten ampliamente. En el capítulo xi incluyo
ni. lm .|u< jo clínico amplio que no sólo ofrece documentación sobre las compli-
....... ■ de los subgrupos, sino que también ilustra muchos principios tera-
l••titi>.» (|ii. presentan en todo el texto. El manejo de la terminación del
0 «i •1111« iitn (del paciente con éxito y sin éxito) lo examino en este libro am-
|•11r«1111 lile
l*.Mo el examen, en el capítulo xn, de los pacientes problemáticos añado
■'' (i»11<■. -.obre el paciente narcisista y el paciente fastidioso. En el capitu
le oh en que trato las técnicas especializadas, incluyo un examen más amplio
■I. i.i loteiapia, de los ejercicios estructurados, de las técnicas de la Gestalt, el
ttnpe, y describo el uso de los resúmenes escritos para contribuir a que
I«.iitn q»e el paciente. Actualicé el capítulo xiv sobre los grupos de encuentro.
1 n el texto, cuando es conveniente, cito los resultados de un trabajo de inves
tiga! ion iccienle sobre el proceso y el resultado de los grupos de encuentro,1
qiii lúe una empresa amplia que realicé en colaboración con Morton Lieberman
y Mntlhew Miles. En el capítulo xiv examino el método, los resultados bási-
io . y lie, aplicaciones de esta investigación. El capítulo xv lo dedico entera-
ni! iih al adiestramiento y examino algunos componentes básicos de un programa
di e .la nnluialc/a: la vigilancia, la participación en un grupo experimental, la
ob i ivai ion de los clínicos antiguos así como la experiencia terapéutica personal.
i la segunda edición la escribí en gran parte durante seis meses sabáticos
i|in ( .tuve t u la Universidad de Oxford; la hospitalidad de los miembros de su
1 M A 1 Irli.'i ii iiiii , I I* Yiiloin, M. I!. Miles, Iwicoimhr Granas: First Fado, Basic
IIihiI lm , Nueva Vdik, 1*^7 L
PREFACIO 13
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PREFACIO A LA PRIMERA EDICIÓN EN INGLÉS
15-
16 PREFACIO A LA PRIMERA EDICIÓN
lie intentado citar los datos sólidos de las investigaciones relevantes que existen,
y señalar las áreas en que la investigación en especial parece necesaria y factible.
Algunas áreas (por ejemplo, la composición del grupo) han sido muy estudiadas
(aunque no definitivamente), mientras que otras (por ejemplo, la contratrans
ir inicia) casi no han sido exploradas por la investigación. Desde luego, los
nipílulos relevantes reflejan esta distribución del énfasis en la investigación:
algunos capítulos a los clínicos les podrán parecer superficiales e irrelevantes,
mientras que otros podrán parecerles poco rigurosos a los colegas interesados
en la investigación.
Sería poco realista esperar que la investigación produzca un cambio im-
poriante y rápido en la práctica de la psicoterapia. Los terapeutas que tratan
i l<>\ pacientes que sufren, obviamente no pueden esperar el avance de la
. i. una. Los complejos sistemas de terapia que han sido creados sólo cambian
li iiilímenle y ante las evidencias muy sustanciales. Además, hay otra conside-
......... i diferencia de las ciencias físicas, muchos aspectos de la psicoterapia
.1. alian la cuantificación. La psicoterapia es a la vez un arte y una ciencia,
i*»- «l« « iiluimicntos de la investigación en última instancia guiarán los gran-
. ia-.f>»iN del pincel de la terapia, pero el encuentro humano siempre será
H.ni •kj i. i teñe ia profundamente personal, que no puede medirse.
I l . ampo de la terapia de grupo se ha vuelto ideológicamente cosmopo
lita I n\ lectores de este libro probablemente provendrán de muchas dísci-
i>iiii.i la psiquiatría, la psicología, el trabajo social, la enfermería, la asistencia,
la mi lección, la educación y la organización de la conducta. Además, las
dileiencias ideológicas dentro de cualquiera de estas disciplinas pueden ser
mai. glandes que entre las disciplinas. Este libro refleja mis antecedentes
Idee ilógicos eclécticos a partir de una fundamentación en la teoría y en la
i. i nii n psieoanalíticas freudianas que, a través de los años, he complementado
iiin olías influencias: los teóricos neofreudianos (en especial Sullivan y
I loi ncy), los enfoques de la terapia breve que incluyen la terapia de la conducta
y la somálicu, los grupos comunitarios terapéuticos de pacientes hospitali-
/ados, la terapia de toda la familia en un periodo de colaboración que me
luí valioso con el finado Don Jackson, la psicología social y la dinámica
d. I guipo pequeño, y el trabajo con grupos perceptivos y mi participación en los
Naiiomil 11aining Laboratories. Me he visto influido por científicos de la con
duela muy rigurosos, como Jerome Frank, David Hamburg y Morris Parloff.
MI iiahajo con los grupos ha abarcado todas estas fases ideológicas y, según
n eo, he tomado algo de todos éstos para elaborar el sistema que presento en
rute libio I I método de terapia que describo no es original, y en gran medida
ya lo lian usado la mayoría do los terapeutas de grupo estadunidenses.
I ir libio intenta sugerir una base científica pata el método y ofrecer una
u'.ii matl/ación pura liicilitiu el entrenamiento do los estudiantes. Aunque mi
PREFACIO A LA PRIMERA EDICIÓN 19
I rvin D. Y alom
Diciembre, 1969
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I. LOS FACTORES CURATIVOS EN LA TERAPIA
DE GRUPO
l)c los pacientes de la terapia de grupo al final del curso del tratamiento
podemos obtener datos sobre los factores terapéuticos que consideraron más
.» menos útiles; o, en el curso de la terapia, pueden ofrecer evaluaciones
de los aspectos significativos de cada reunión del grupo. Con estos fines puede
emplearse una entrevista o varios enfoques para recoger datos. Sin embargo,
•.libemos que las evaluaciones de los pacientes son subjetivas. ¿Acaso no en-
funm principalmente los factores superficiales, y descuidan algunas fuerzas
1111 olivas profundas que pueden escapar a su conciencia? ¿Sus respuestas no
es!.m influidas por varios factores difíciles de controlar? Por ejemplo, sus
punios de vista pueden verse distorsionados por la naturaleza de su relación
con el (empenta o con el grupo. (Un grupo de investigadores demostró que
cuando los pacientes eran entrevistados cuatro años después de concluir su
i. tapia, podían eomcntai mejor los aspectos que no les habían ayudado y
hablan sido dañosos en su experiencia de grupo que cuando los entrevistaban
ininedlutiunenle después de terminar la terapia.)11
LOS FACTORES CURATIVOS EN LA TERAPIA DE GRUPO 23
I nfundir esperanza •
¡
La universalidad
.nio\ les lie pedido u los integrantes* de los grupos T (véase el capítulo xiv)
que se dediquen a una tarea “ muy secreta” . A los miembros del grupo les
pido que escriban, anónimamente, en una hoja de papel su secreto: lo que se
sienten menos inclinados a compartir con el grupo.** Los secretos resultan
¡ci asombrosamente similares y dominan dos temas principales. El secreto
tmis común es la profunda convicción de una insuficiencia básica, un senti
miento de que si los otros realmente lo conocieran descubrirían su incapacidad
V m i jactancia intelectual. Lo sigue en frecuencia un profundo sentimiento de
¡ilimación interpersonal. Los individuos informan que en realidad no les im-
portun ni quieren a las otras personas. La tercera categoría más frecuente
« algún tipo de secreto sexual, a menudo un temor de tener inclinaciones
homosexuales. Estas preocupaciones básicas, en los que no son pacientes, son
•utilitniivamcnte las mismas que las de los individuos que buscan ayuda profe-
•>in¡d, v que son catalogados como pacientes. Casi invariablemente los pacien-
i. * n ntcn una profunda preocupación por su sentimiento de ser valiosos
/ n m linimento de relación interpersonal.
i ........vi r.alidad, como los otros factores curativos, no puede apreciarse
fi. |mu .ultímenle En la medida en que los pacientes descubren su similitud
.'•ii i.. ..luis y comparten sus preocupaciones más profundas, se benefician
... .......... la i alai.sis consiguiente y con la aceptación esencial por parte de los
i.ii.i m u i i i I m o s . (Véase el capítulo n i : “ La cohesión del grupo” .)
I m p ar tir información
Majo este titulo general incluyo la instrucción didáctica sobre la salud mental,
.-luí las enfermedades mentales y la psicodinámica general que dan los
ti i »pi utas; y también los consejos, las sugerencias o la orientación directa
mIih los problemas vitales que ofrecen los terapeutas o los otros pacientes.
Poi lo general, cuando los terapeutas o los pacientes examinan en forma
o tiof.pcctiva sus experiencias en la terapia de un grupo interaccional, no
npiecum mucho este aspecto curativo. La mayoría de los pacientes al terminar
con éxito una terapia de grupo interaccional, han aprendido mucho sobre el
funcionamiento psíquico, el significado de los síntomas, la dinámica interper
sonal y de grupo y sobre el proceso de la psicoterapia. Sin embargo, el proceso
educativo es muy implícito; la mayoría de los terapeutas de grupo no ofre
cen instrucciones didácticas explícitas en la terapia de grupo interaccional.
Sin embargo, en algunos enfoques de esta terapia la instrucción formal es
una parte importante del programa. Por ejemplo, Maxwell Jones,7 en sus
primeros trabajos con grupos grandes, dedicaba tres horas a la semana a
instruir a los pacientes sobre la estructura y el funcionamiento del sistema
nervioso central y la importancia de este material para los síntomas y los
problemas psiquiátricos. Klapman8 desarrolló una forma de terapia de grupo
didáctica para pacientes no hospitalizados en la que dictaba conferencias for
males y hacía que estudiaran libros de texto. Marsh9 también les daba clases
a los grupos de pacientes y creó un ambiente de aula por medio de confe
rencias, tareas y calificaciones.
Recovery, Inc. básicamente está organizada a lo largo de líneas didác
ticas.10 Esta organización de autoayuda la fundó en 1937 el finado doctor
Abraham Low, y en 1974 tenía 1 030 grupos trabajando y una asistencia
regular de más de 12 000 individuos. La membresía es completamente volun
taria y está integrada por individuos que se quejan de cualquier tipo de
problema psicológico. Los jefes de los grupos surgen de entre sus miembros
y, aunque no se imparte una orientación profesional formal, la conducta de
las reuniones fue muy estructurada por el doctor Low. Se leen en voz alta
y se discuten en cada reunión fragmentos de su libro de texto: Mental Health
Through Will Training.11 Las enfermedades psicológicas se explican mediante
unos pocos principios simples, que son memorizados por los miembros. Por
ejemplo, el síntoma neurótico es molesto, pero no peligroso; la tensión inten
sifica y sustenta al síntoma y debe evitarse; la voluntad es la solución para los
problemas nerviosos del paciente, etcétera.
Malamud y Macho ver12 informaron respecto a un enfoque innovador
interesante organizado sobre una base didáctica. Organizaron “ talleres de
autocomprensión” que tenían unos veinte pacientes provenientes de la lista
de espera de las clínicas psiquiátricas. La meta del taller era preparar a los
pacientes para la psicoterapia de grupo, y consistía en quince sesionesi de dos
horas que se planeaban con cuidado para explicar las razones importantes
de las perturbaciones psicológicas y también los métodos de introspección.
I a técnica no sólo lograba preparar a los pacientes para un tratamiento pos-
lerioi, sino que demostró ser una modalidad de terapia eficaz; al final del taller,
mui líos pacientes se sentían bastante aliviados como para no necesitar otro
ti atamiento.
l os gntpos en las clínicas prenatales para madres primerizas18 y los
|i t I M i • H * I <4 I I l| t A I I I I II |l M I A 1)1 GRUPO
vez Recovery, Inc. les enseña a sus miembros cómo “ detectar los síntomas” ,
“ mino borrar y retroceder” , “ ensayar y dar marcha atrás” , cómo aplicar eficaz
mente la fuerza de voluntad.
El altruismo
II iy una antigua historia hassídica sobre un rabino que tuvo una conversación
con el Señor acerca del cielo y del infierno: “ Te mostraré el infierno” , dijo
el Señor, y llevó al rabino a un cuarto en medio del cual había una mesa gran-
<le y redonda. La gente, sentada alrededor de ésta, se sentía hambrienta y
.1. •.( .perada. En medio de la mesa había una gran olla con guisado, que bastaba
v .obiaba para todos. El olor del guisado era delicioso, y al rabino se le
in o ligua la boca. La gente alrededor de la mesa sostenía cucharas con mangos
nm\ Imgurí Todos descubrían que podían alcanzar la olla para servirse guisado,
i ......... Ii ludo .i que el mango de la cuchara era más largo que su brazo, no
|....|i ni llevarse el alimento a la boca. El rabino observó que sus sufrimientos
, ............ bles “ Ahora te enseñaré el cielo” , dijo el Señor, y fueron a otro
,, oiii que . i .i exactamente igual al primero. Había una mesa igual de grande
.. dolida, y la misma olla con guisado. Las personas, como antes, tenían las
.......11 i tu huías con mangos largos, pero estaban bien nutridas, gordas, reían
v piula aban. Al principio el rabino no pudo comprender. “ Es muy sencillo,
p. i.. n quine habilidad” , dijo el Señor. “ Mira, han aprendido a alimentarse
Ion iiiion a los otros.”
I ii los grupos de terapia los pacientes también reciben dando, no sólo
. .ano parte de la secuencia recíproca de dar y recibir, sino tambierTen el acto
mii inseco de dar. Los pacientes psiquiátricos que empiezan la terapia están
de .moiatizados y poseen un profundo sentimiento de no tener nada de valor
Iun a ofrecerle a los demás. Desde hace mucho se han considerado un estorbo,
v i s una experiencia consoladora y que exalta el amor propio descubrir que
pueden ser importantes para los otros.
Desde luego, los pacientes se ayudan enormemente los unos a_los otros,
en el desmeollo del grupo terapéutico. Ofreqen^apovo. seguridad, sugerencias,
Idem, y conipaiten problemas similares mutuos. Con frecuencia los pacientes
• .* ni lian y absorben las observaciones de Tos otros miembros con más facilidad
que la*, del terapeuta del grupo. Para muchos, el terapeuta conserva su iden-
lidiul de profesional pagado, pero pueden confiar en los otros miembros para
i ihiriii i i c ai a iones y retroalimentación espontáneas y sinceras. Cuando el pa-
, lente iei nenia el curso de la terapia, invariablemente le atribuye a los otros
mii minos haber sido importantes para su mejoría; si no por haberle dado un
npoyo y consejos deliberados, por lo menos por haber estado allí y haberle
pi i mil ido al paciente eonoeci a sí mismo poi medio de su rclución mutua.
LOS FACTORES CURATIVOS EN LA TERAPIA DE GRUPO 31
■luí excepción, los pacientes entran a la terapia de grupo con la historia de una
. iperiencia muy insatisfactoria de su primer y más importante grupo: el de
I . I.iti iiIi.i pi linaria. El grupo se parece a la familia en muchos aspectos, y
mui líos grupos son dirigidos por un equipo de coterapia masculino-femenino
■n un delibeiado esfuerzo poi simular muy estrechamente la configuración de
Im . piitlies Dependiendo de su mundo supuesto (modelado en gran medida
l>..i ais punirían experiencias lanilliarrs) los miembrod interactúan con los
12 i o s I A< TOKI S CURATIVOS EN LA TERAPIA DE GRUPO
jefes y los miembros del grupo como antes interactuaron con sus padres y sus
hermanos. Hay una infinita variedad de patrones: pueden depender desespe
radamente de los jefes de grupo, a los que les atribuyen conocimientos y
poderes irreales; pueden desafiar a los jefes a cada paso, porque consideran
que obstruyen su desarrollo autónomo o que les arrebatan su individualidad;
pueden intentar dividir a los coterapeutas y propiciar desacuerdos o rivalidades
entre los dos; pueden competir acremente con los otros miembros en un es
fuerzo por acumular atención y cuidado de los terapeutas; pueden buscar
aliados entre los otros miembros en un esfuerzo por destruir a los terapeutas;
pueden renunciar a sus propios intereses en un esfuerzo en apariencia desinte
resado por apaciguar o ayudar a los otros miembros.
Obviamente, el mismo principio funciona en la terapia individual. Sin
embargo, la diferencia es que el grupo ofrece.un mayor número y conjuntos
de posibilidades de recapitulación. En uno de mis grupos una paciente que
había permanecido silenciosamente molesta durante un par de reuniones, se
quejó del hecho de que ella no estaba en una terapia individual. El grupo
no podía satisfacer sus necesidades y ella no podía hablar en las reuniones;
pero sabía que podría hablar francamente de ella en una conversación privada
con el terapeuta o con cualquier otro de los miembros del grupo. Cuando la
presionaron, la paciente descubrió su ira porque, en una reunión reciente,
a otro miembro lo habían recibido con afecto al regresar de unas vacaciones.
Ella también hacía poco había regresado de unas vacaciones, pero no había
recibido la correspondiente recepción afectuosa del grupo. Además, a otro
paciente lo habían alabado por ofrecer una importante interpretación a un
miembro; en cambio ella había hecho una afirmación muy similar semanas
antes, y ésta pasó inadvertida. Durante algún tiempo también había notado
su creciente resentimiento por tener que compartir su tiempo con el grupo; se
sentía impaciente mientras esperaba tomar la palabra y se sentía disgustada
cuando no le prestaban atención. Todas estas experiencias obviamente tenían
una larga historia y estaban profundamente enraizadas en sus primeras rela
ciones con sus hermanos. Todas estas cosas no constituyen una crítica válida
de la terapia de grupo; al contrario, el formato de grupo fue en especial va
lioso para ello, ya que le permitió que surgiera su envidia y su necesidad
de atraer la atención. En la terapia individual estos conflictos particulares
surgen muy tarde, si acaso sucede esto; el terapeuta siempre está presente,
y se supone que debe dedicarle todo su tiempo al paciente, y éste no debe
compartir con nadie la hora de la terapia ni al terapeuta.
Lo importante no es sólo que los primeros conflictos familiares sean reca
pitulados, sino que se reviyan rnrrpp.tivnrppnm N o debe permitirse que las
j^elaciones^gueJnhiben el desarrollo- se “ congelen" como el sistema rígido e im
^penetrable que caracteriza la estructura de muchas familias. I'.n vez de esto.
LOS FACTORES CURATIVOS EN LA TERAPIA DE GRUPO 1l
•i los <l» m i:, y pueden •.ruin y expresar una empatia completa. Desde luego,
estas capacidades los ayudan en sus futuras interacciones sociales.
La conducta de imitación
L o s terapeutas que fuman pipa a menudo engendran pacientes que fuman pipa.
I n la psicoterapia los pacientes pueden sentarse, caminar, hablar y hasta
I" nsai como sus terapeutas. En los grupos el proceso imitativo es más difuso,
ya que los pacientes pueden modelarse con algunos aspectos de otros miem-
l*i * del grupo y también con los del terapeuta. Lo importante de la conducta
d< imitación en el proceso terapéutico es difícil de medir, pero la investiga-
•i-mi psicológica reciente sugiere que quizá hemos subestimado su importancia,
li'indin.i ■' quien desde hace mucho declaró que el aprendizaje social no
pía d< explicarse adecuadamente como un refuerzo directo, ha demostrado
d. un modo experimental que la imitación es una fuerza terapéutica eficaz,
fot r|t mplo, lu tratado con éxito a una gran cantidad de individuos con fobia
• lm M i l i - l ú a s , pidiéndoles que observen cómo su terapeuta maneja una
■uli lúa En la terapia de grupo no es muy raro que un paciente se beneficie
oh .. i vamlo la terapia de otro paciente que tiene una constelación de proble-
m.r. símil.ues, fenómeno que por lo general se llama terapia “ vicaria” o “ de
. .pcrtador” ' l Aunque la conducta imitativa específica dure poco, puede
limeionai para ayudar a “ descongelarse” al individuo experimentando nuevas
conductas. De hecho, no es muy raro que los pacientes en la terapia represen-
leii. por decirlo así, partes de la conducta de otra gente, y después la aban
donen por ser algo que no les gusta. Este proceso puede tener un efecto
leí apéulico sólido; descubrir qué no somos es un proceso que sirve para des-
eubrii qtlé somos.
R eferencias bibliográficas
El hombre por su naturaleza está sometido a la existencia social. Por ello inevi
tablemente tiene el dilema de favorecer sus propios intereses o reconocer los
del grupo al que pertenece. Si este dilema puede resolverse, se hará porque
el propio interés del hombre puede satisfacerse mejor entregándose a sus neme
jantes |..,| La necesidad de un afecto positivo significa que cada persona bus
ca respuestas en su medio ambiente humano l'.slo quiza puede eonsidei ni se un
36
APRENDIZAJE INTERPERSONAL \1
hambre no distinta de la de alimentos, pero más general. En las diversas sil nació
nes esto puede expresarse como un deseo de contacto, de reconocimiento, «I*-
aceptación, de aprobación, de estima o de dominio [.. .] Cuando examinamos
la conducta humana descubrimos que las personas no sólo viven en sístemn
sociales, lo que significa que viven reunidas, sino que también actúan para lognii
la aprobación de sus semejantes.
I I .cguntlo tipo más común cíe incidente crítico también incluye un afecto
\leonino, pero en estos casos, un alecto positivo. Por ejemplo, un paciente
. qul/oidn coi lió a consolar . 1 un paciente angustiado que había abandonado
APRENDIZAJE INTERPERSONAL
l.i habitación del grupo; más tarde dijo que se había sentido profundamente
al. i lado porque había podido cuidar y ayudar a otra persona. De manera
amilai otros afirmaron que habían descubierto que estaban vivos o que se
M iiii.m en “ contacto” consigo mismos. Estos incidentes tenían en común las
siguientes características:
1. II paciente expresaba un fuerte afecto positivo, lo que era poco común en él.
No ocurrió la temida catástrofe imaginada; no fue rechazado, ni se bur-
I.non de él, ni se lo comieron, ni los otros resultaron dañados con su muestra
do alecto.
V I I paciente descubrió una parte antes desconocida en él, que le había per-
mil alo relacionarse con los otros en una nueva dimensión.
I sin (uvera categoría más común de incidente crítico era muy similar
i la segunda Los pacientes recordaban un incidente, que por lo general
iii* lilla .1 descubrimiento de sí mismos, que los impulsaba a participar más
•n >1 i'iiipn Por ejemplo, un paciente antes retraído, que había faltado a un
p i» d. i..... ....... le reveló al grupo que deseaba desesperadamente oírlos decir
'in. li. lili>iau eeluulo de menos durante su ausencia. Otros también de una
m i......... . di olía francamente le pidieron ayuda al grupo.
Pina n sumir, la experiencia emocional correctiva en el grupo de terapia
pm di tuici varios componentes:
tante, no había diferencia entre los miembros del grupo que tuvieron éxito
y los que no lo tuvieron. En otras palabras, los miembros que no habían
cambiado o que incluso habían tenido una experiencia destructiva podían,
como los miembros con éxito, darle un gran valor a los incidentes emo
cionales del grupo.
¿Qué tipos de experiencia distinguen a los miembros con éxito de los que
no se curan? Había una evidencia muy clara de que era esencial el compo
nente cognoscitivo- los miembros con éxito adquirían información o un cono
cimiento personal. Estos descubrimientos ocurrieron en los grupos dirigidos
por jefes que no le daban mucha importancia al componente intelectual,
lo cual confirma vigorosamente que éste forma parte del núcleo, y no de la
fachada, del proceso del cambio.
il,iv un intercambio rico y sutil entre el miembro del grupo y el medio am
ia. ni. de éste. A la vez modela y responde a su microcosmo social. Cuanto
in.r. inleracüic cada miembro espontáneamente, más variado será el medio
ambiente y mayor la posibilidad para cada miembro de que el tema proble
mático sea tratado.
Poi ejemplo, Andrcw, un joven paciente grave, entró al grupo debido a una
depuslón que lo invalidaba y a un estado subjetivo de desintegración. Sus sínto
mas los bahía intensificado la amenaza de ruptura de la pequeña comunidad
ni que vivía. Andrcw por lo general sentía una gran angustia cuando lo deja
ban nulo Desilo hacía mucho se sentía afectado por la ruptura de las unidades
mu leales; diñante muchos años había creído que su tarea era mantener reunida
a mi explosiva familia. Desde bacía mucho había nutrido la fantasía de que su
boda pioducíría la reunión y la reconciliación permanente de las varias facciones
que balita entre sus parientes.
I n el guipo, Anilrew, a veces durante semanas seguidas, trabajaba en forma
niiivi y cómoda en íuens do conflicto importantes pcio menores Periódicamente,
APRENDIZAJE INTER PERSONAL 53
N-.t. . «pie en el incidente que incluía a Leonard, la clave vital fue la reacción
.....i. >imi de los miembros y de los jefes del grupo. Estas reacciones emo-
. 1.iludir ,on datos valiosos e indispensables que no deben ser pasados por
dio o ailii :.tmiados. Cuando el terapeuta o los otros miembros del grupo se
i. nten enojados con un paciente, o explotados, o exprimidos, o aplastados,
.. intimidados, o aburridos, o temerosos, o cualquiera del infinito número
di malicias como una persona puede sentirse ante otra, éste es un dato, es un
fi aj’iucnto de la verdad sobre la otra persona, y debe tomarse muy seriamente.
•i los sentimientos producidos en los demás son muy discordantes con los
. utimicntos que al paciente le gustaría engendrar en los otros, o si los sen
timientos surgidos, aunque deseados,^cómo en el ejemplo de Leonard, obvia-
mentfl Inhiben el desarrolló, en esto se encuentra una parte importantedeT
pioblcmn del paciente, y el terapeuta debe dedicar su atención a este fenómeno.
Muy muchas complicaciones inherentes en esta tesis. La más obvia es
que una reacción emocional vigorosa a menudo no se debe a la patología
en el sujeto, sino a la patología del que reacciona. Por ejemplo, si John, un
vnión seguro, firme, le produce fuertes sentimientos de intensa envidia o de
amargo resentimiento o de pánico homosexual a Edward, difícilmente puede
concluirse que la reacción es un reflejo de la patología de John. Así el terapeuta
hum a la evidencia confirmatoria, en las reacciones de los otros miembros, en
Ion pailones que se repiten durante algún tiempo y, significativamente, el leía
pciiln examina m is propias leaeciones emocionales.
I )c ninguna manera las reacciones dr los pacientes, hasta las de los que
m encuclillan muy peí turbados, deben ignoraise Primero, estas icaei iones
APRENDIZAJE INTER PERSONAL 55
era una muchacha tonta, vacía, una “ burra torpe” , como más tarde afirmó
ante el grupo. Para Marguerite, Earl era un don nadie aburrido, y ella sólo
había usado su pene para vengarse de su marido. Trabajaron juntos en el
grupo una vez a la semana durante un año seguido. En ese tiempo llegaron
a conocerse íntimamente en el pleno sentido de la palabra; compartían sus
sentimientos más profundos, dieron batallas feroces, crueles, se ayudaron mu
tuamente cuando sufrieron depresiones suicidas y, en más de una ocasión, llora
ron el uno por el otro. ¿Cuál era el mundo “ real” y cuál era el artificial?
Paradójicamente, el grupo puede ser mucho más “ real” que el mundo exte
rior. No hay juegos sociales, de prestigio ni sexuales en el grupo; sus miembros
tienen algunas experiencias vitales juntos; las fachadas distorsionadoras de la
realidad desaparecen a medida que los miembros del grupo llegan a ser tan
sinceros como es posible con los otros. Muchas veces he oído decir a los miem
bros del grupo: “ Ésta es la primera vez que le he dicho esto a alguien.” No
son extraños, sino todo lo contrario; tienen más posibilidad de conocerse
profunda y plenamente. La realidad psicológica no es equivalente a la realidad
lisien. Psicológicamente pasan infinitamente más tiempo juntos que el tiempo
qur pasan en una o dos reuniones a la semana en que sus seres físicos ocupan
la misma habitación guiados por un profesional.
R epaso
que lo rechazaron y, por consiguiente, poco a poco internalizó una imagen dete
riorada de sí mismo. No pudo aprender algo de estas experiencias debido a
que los otros miembros, viendo su inseguridad general y por obedecer las reglas
de la etiqueta que gobiernan la interacción social común, no le comunicaron las
razones de su rechazo. No aprendió a distinguir entre los aspectos objetables de
su conducta y un panorama de sí mismo totalmente objetable. El grupo de tera
pia al alentar una retroalimentación exacta hace posible esta discriminación.
4. Ocurre una secuencia interpersonal regular:
a ) El miembro del grupo exhibe su conducta;
b ) Por medio de la retroalimentación y de la observación de sí mismo, el
paciente:
1 ) Aprecia la naturaleza de su conducta.
2 ) Aprecia la repercusión de su conducta:
• En los sentimientos de los otros;
• En las opiniones que los otros tienen de él;
• En la opinión que tiene de sí mismo.
5. Después de que el paciente logra una conciencia plena de esta secuencia,
Inmbién advierte que es responsable de ésta, y que es el creador de su mundo
interpersonal.
(>. C'uando está plena y profundamente consciente de su responsabilidad de
mi mundo interpersonal, entonces puede empezar a introducirse en el coro
lai ¡o de este descubrimiento: ya que él ha creado su mundo, es el único que
puedo y debe alterarlo.
7 I -a profundidad y lo significativo de esta conciencia es directamente pro-
pou ional a la cantidad de afecto asociado con la secuencia. Cuanto más real
h i v más emocionalmente esté cargada la experiencia, más potente es el impacto;
■limito más objetivada e intelectualizada sea la experiencia, menos eficaz será el
iipimdi/.njc.
h < orno resultado de esta conciencia, el paciente puede cambiar poco a poco
•■ puede más abruptamente arriesgarse a practicar nuevos tipos de conducta y
•I. i \presión. 1.a probabilidad de que el cambio ocurra está en función de:
Cada uno de estos pasos requiere la ayuda específica del terapeuta. Son
necesarios diferentes conjuntos de conductas terapéuticas; ofrecer una retro-
alimentación específica, alentar la observación de sí mismo, explicar el con
cepto de responsabilidad, alentar el correr riesgos, negar las consecuencias
infelices imaginarias, reforzar la transferencia del aprendizaje, etc. Cada una
de estas tareas y técnicas se discutirán plenamente en el capítulo v.
Antes de concluir el examen del aprendizaje interpersonal como un agente
del cambio, deseo llamar la atención sobre dos conceptos que merecen más
examen: “ la transferencia” y el insight * desempeñan un papel demasiado
importante en la mayonande^as^ófrñulaciones de los procesos terapéuticos
para mencionarlos a la ligera. Me apoyo profundamente en estos dos conceptos
en mi obra terapéutica y no deseo menospreciarlos. Lo que he hecho en este
capítulo es empotrarlos en el mecanismo del aprendizaje interpersonal.
La transferencia es una forma específica de distorsión de la percepción in
terpersonal. En la psicoterapia individual^ réconocer~y analizar esta distorsión
tiene enorme importancia. En la terapia de grupo, analizar las distorsiones in
terpersonales, como hem~s visto, es igual de importante. Sin embargo, el alcance
y la variedad de las distorsiones es considerablemente mayor. Analizar la
distorsión en su relación con el terapeuta sólo es una de las varias distorsiones
que debe examinar el paciente.
Para muchos pacientes, quizá para la mayoría, ésta es la relación más
importante que deben analizar ya que el terapeuta es la personificación vi
viente de todas las imágenes de los padres, ~3e los maestros, de la autoridad,
de la tradición establecida. Pero la mayoría de los pacientes necesitan han i
más cosas. Los pacientes pueden explorar sus esfuerzos competitivos con sus
iguales, sus conflictos en las áreas de la'aFínnación, de la intimidad, de la
I slos cuntió niveles han sido euunieiados en otilen según el piado d. mi.
o uiln que implican Un eum conceptual dc'.p.iaeindo y peislslentc se lia
(,(> .\I' KI NI) I/,AJ! v INIERPERSONAL
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III. LA COHESIÓN DEL GRUPO
62
LA COHESIÓN DEL GRUPO 63
D e f i n i c i ó n d e l a c o h e s ió n
o aceptar el afecto baste; sino que una iH iu ió ii lilr.il i uln Iria p n iia v p.u n ni«•
crea las condiciones en que pueden desaim llar.r rl autodesenlu nnn uln ne
cesario, la prueba y la exploración interpersonal e inliapeisonal. I n la In a p ia
de grupo, similarmente, la cohesión del grupo fomenta el desarrollo de oíros
fenómenos importantes. Por ejemplo, la cohesión no es sinónimo ele aceplacion
y comprensión entre los miembros, sino que es interdepcndienlc tic estos
factores. La cohesión es una causa determinante y un efecto de la aceptación
mutua de los miembros: los miembros de un grupo terapéutico muy cohesivo
responderán entre sí de esta manera con más frecuencia que los miembros
de un grupo sin cohesión; los grupos que tienen miembros que se comprenden
y se aceptan mutuamente, por definición, tienen cohesión.
..... . * ii * 11.i i i i i iiui mi un i,iii|mi, iiiiii 'iiniipii' con quien hablar, gente
i ....... * i .11« i.11i .i di mi II,ilti.i i n m lio . i l i c i o, o d i o y ¡iinoi en el grupo, y yo
i ..... Im |ni i i • di r*.i i Mr •denlo mejor ahora y tengo mi propia vida, pero
......... . el licelio de ipie el grupo ya no está aquí.”
\ii’iiiiir. i' u n nii (leseriben al grupo como un refugio para librarse de la
........... i .i di l.i vida, mu luenle de fuerza para ellos. La razón por ía que los
i .. "•n. or. . •.i.idiinidenses aeluaron pobremente en la guerra coreana fue que
.. . i. |«i i mili.ni leiu i r al a fuente de estabilidad. Sus carceleros chinos impedían
i. i..... .ilion de un grupo cohesivo mudando metódicamente a los jefes de
*1111*' 4|ur -.ni pian. Los turcos, por otra parte, mantenían su moral y su estruc-
......... grupo. I ,a jefatura entre ellos la determinaba sólo el rango y la
iiti ij•i11 d.itl i n el ejército; tan pronto como cambiaban al jefe, su papel lo desem-
|n nnlm .lulomáticamente el individuo que tenía más antigüedad en el ejército.
\lgimos pacientes pueden internalizar al grupo. “ Es como si todo el grupo
••ninvicia sentado en mis hombros, y me vigilara. Siempre me pregunto: ¿qué
llrrt el grupo acerca de esto o de lo otro?” A menudo los cambios terapéu-
i " " . persisten y se con&Qlidan^POXQue lQS_miémbros,.no se sienten inclinados
i drli.indar al grupo.14
’.u miembro del grupo, ser aceptado y aprobado tiene_máxima_impor-
i.iiiu.i en el desarrollo deJLindividuo. La importancia de pertenecer a una
lMiulilla infantil, a una camarilla de adolescentes, a una fraternidad, a un grupo
..i i.ti adecuado difícilmente puede subestimarse. Parece no haber nada más
importante para el adolescente, por ejemplo, que pertenecer a algún grupo
<n ial y ser aceptado por éste, y nada es más devastador que ser excluido,
i dii .iderense los suicidios de “ bola negra” que acontecen en los Estados
Luidos después de que alguien se ve excluido de las fraternidades, o en las
Antillas las muertes producto del hueso vudú (lo último implica la exclusión
mi al de la comunidad), pues se considera muerto al paria desde el momento
i n que se realiza el vudú. La mayoría de los pacientes psiquiátricos tienen
mía historia de grupo muy mediocre. Nunca antes habían sido miembros
valiosos, integrales, que participaran en un grupo. Para estos pacientes, parti-
•ipar con éxito en una experiencia de grupo puede ser en sí curativo.
Nos apoyamos en los otros no sólo para ser aprobados y aceptados, sino
lambién para conseguir la validación continua de nuestros sistemas de valores
importantes. When Prophecy Fails [Cuando la profecía fracasa]15 es un estudio
•obre un culto religioso que predecía el fin del mundo. Cuando la fecha del
Día del Juicio pasó sin que nada sucediera, el culto no reaccionó con una
crisis de duda, sino aumentando sus esfuerzos por hacer proselitismo; vencer
la duda en el sistema de creencias de este grupo aparentemente requería un
grado mayor de validación interpersonal.
Así, de varias maneras, los miembros del grupo terapéutico llegan a ser
fifi LA COHESIÓN DEL GRUPO
L as evidencias
* rxliulio » ,»H pacientes que hablan cuitado en grupos en un» clínica o en con
'iiilloiios pilvadoH de piuicules no liOHpilnli/iuloH la principal limitación de esla Investí
huilón rxplm nim ia es (pie la experiencia de la templo de nmpo I iivo una «liiiueló»
. i. ( pcloiiidinenle luave (n i.......o medio di icnnioni". a lie. (pli asislló el pulpo II)
LA COHESIÓN DEL GRUPO 67
percibir similitudes de algún tipo entre los pacientes del grupo, y 3) hacer
referencias específicas a determinados individuos cuando les preguntaron acerca
de su experiencia de grupo.
Los autores concluyeron que la cohesión del grupo es en sí un valor tera
péutico y resulta esencial para la perpetuación del grupo.
Kapp et al.,17 llegaron a conclusiones similares después de estudiar a 47
pacientes que habían estado en 1 2 grupos de psicoterapia distintos y que
tuvieron una duración media de trece meses. Suministraron un cuestionario
destinado a medir el cambio de la personalidad autopercibido y la evaluación
del individuo del grado de cohesión entre los miembros del grupo. Los descu
brimientos indicaron que el cambio de personalidad autopercibido se correlacio
naba significativamente con el sentimiento de participación de los miembros
en el grupo y con su evaluación de la cohesión de todo el grupo. Los autores
concluyeron que la unidad del grupo percibida (la cohesión) podía ser un
factor importante para promover el cambio de personalidad.*
Mis colegas y yo realizamos dos estudios que atestiguan la importancia
ilc la cohesión en el proceso terapéutico de grupo. En un proyecto estudiamos
(Yalom, Tinklenberg, Gilula) 18 a veinte pacientes de terapia de grupo con
éxito, y evaluamos la importancia relativa de todos los factores curativos des-
critos en este libro. Informaré detalladamente sobre este proyecto en el siguiente
capítulo. Por ahora basta afirmar que los pacientes retrospectivamente con
sideraron que la cohesión tenía una importancia considerable.
Yalom, Houts, Zimerberg y Rand1& examinaron al final de un año a
todos los pacientes (número = 40) que habían empezado la terapia en cinco
giupos de pacientes no hospitalizados. El grado de mejoría de los síntomas,
las actividades y las relaciones las evaluó en una entrevista psiquiátrica un
<quipo de clasificadores, y además se usó una escala de autoevaluación. Des
pués, el resultado se correlacionó con muchas variables que habían sido medidas
•n los primeros tres meses de la terapia. El resultado positivo en la terapia
i correlacionó solamente con dos variables previstas: “ La cohesión del
yi upo” **
' listos hallazgos son tentativos. Los instnimentos para medir el cambio no fueron.
.....ni reconocieron los autores, estandarizados para la confiabilidad y la validez. Ade-
mm . i uamlo el cambio de la personalidad y la cohesión del grupo se prueban simultá-
n. uniente con mi cuestionario autosuministrado, no podemos controlar la posibilidad de
mu Ion pacientes que se sienten atraídos por sus grupos tiendan a apoyar su posición
«iiliii manilo o percibiendo que han tenido una mejoría. La teoría de la disonancia cog-
ii.... Iliva nos ensena que cuando alguien ha tomado una decisión, percibirá mal, negará
, ill .ii a 'doiuii a los dalos que pudieran desacreditar esa decisión.
l a cohesión se midió con un cuestionario de posgrupo que llenó cada paciente
n la m pilma v en la decimnsegundn reunión, que consistía de once preguntas (cada
pniUiula ne i.spondla n i lililí isciila definida de lineo puntos)
(>8 LA COHESIÓN DEL GRUPO
y “ la popularidad general” .* Esto es, los pacientes que se sentían más atraí
dos por el grupo (una elevada cohesión) y que fueron clasificados como más
populares por los otros miembros del grupo a las seis semanas y a las doce
semanas, tuvieron mejores resultados en la terapia a las quince semanas. Los
datos de popularidad, que en este estudio se correlacionaron más positivamente
con los resultados que la cohesión, son, como lo examinaremos con brevedad,
muy importantes para la cohesión del grupo y arrojan luz sobre el mecanismo
con el que la cohesión de éste propicia el cambio.
Dos estudios sobre experiencias de grupo muy importantes merecen ser
examinados. Un estudio rigurosamente diseñado por Clark y Culbert20 mostró
que había una relación significativa entre la calidad de las relaciones entre
lo . miembros y los resultados en un grupo T de once miembros que se reunió
do-, veces a la semana sumando un total de 64 horas. Correlacionaron los
0 .tillados** de los miembros del grupo con las relaciones entre éstos.*** Sus
tl.tios mostraron que los miembros que tenían una relación terapéutica mutua,
• io - ha, mostraron más mejoría en el curso de la terapia de grupo. Además,
la relación percibida con el jefe del grupo no se relacionaba con el grado del
cambio. Los autores concluyeron que la calidad de la relación de un miembro
con otro es una causa determinante básica del cambio del individuo en la
experiencia de grupo.
Lieberman, Yalom y Miles23 realizaron un amplio estudio sobre 210 sujetos
en 18 grupos de encuentro, que abarcó a diez escuelas ideológicas (Gestalt,
análisis transaccional, grupos T n t l , Synanon, desarrollo personal, Esalon,
escuela psicoanalítica, maratón, psicodrama, cinta magnética de encuentro).
(Véase el capítulo xrv donde hay un examen detallado de este trabajo.) La
cohesión se evaluó de tres maneras:
Los datos indicaron que la atracción hacia el grupo, desde luego, es una
<¡uisa determinante vigorosa de los resultados. Todos los métodos mostraron
una correlación positiva entre la cohesión y los resultados. Sí alguien sentía
que no pertenecía ni era atraído por el grupo, aun cuando esto se midiera
■I principio en el curso de las sesiones, había poca esperanza de que se bene-
lu mi a con el grupo y, de hecho, había una gran probabilidad de que obtu
viera un resultado negativo. Además, los grupos con niveles totales elevados
•lo rohesión lograron resultados totales significativamente superiores a los que
m u .ui poca cohesión.
R esum en de lo anterior
Introducción
i n .1 o .lo ile este capítulo examinaré las diversas maneras como la cohesión
lh •idm e e l e.imbio en los pacientes de grupo. ¿De qué manera la aceptación
di I guipo, el apoyo de éste, la confianza y la aceptación entre los miembros
ayuda a los que tienen problemas? Sin duda hay algo más que el mero apoyo
•i la aceptación. Los terapeutas aprenden muy pronto en su carrera que el
•Ii. lo no basta, y que la terapia no consiste sólo en ofrecerle afecto al paciente.
I a calillad de la relación es crucial, pero la terapia consiste en algo más
que en una relación afectuosa y sincera con el paciente. La relación establece
eomlicioncs favorables para que se inicien otros procesos. ¿Cuáles son éstos?
N ¿qué lan importantes son? En este examen enfocaremos esta cuestión desde
mui lias perspectivas diferentes, y todas o algunas de éstas pueden ser válidas
paia cualquier paciente.
Oui/.á nadie ha pensado más profundamente acerca de las relaciones tera-
pculicas que Cari Rogers. Empezaremos nuestra investigación examinando
•ais punios de vista sobre cómo funciona la relación terapéutica en la terapia
individual. I n su descripción más sistemática del proceso de la t e r a p ia ,R o
géis afirma que cuando hay condiciones para una relación ideal entre el
ti lupeuln y el pacienle, se inicia un proceso característico:I
I I pin ieule sr Míenle cada ve/, más libre para expresar sus sentimientos.
I nipn . .i .i piolan la realidad v a d iserim in ai mas sus HCntimlenlivs y mis peí
repelones di sil m edio ambiente, de su yo, de l a s o lía s peisouas y de m i s ex
ppl leiu las
LA COHESIÓN DEL GRUPO 71
Cada vez se vuelve más consciente de la incongruencia que hay entre sus
experiencias y su concepto de sí mismo.
También se vuelve consciente de los sentimientos que antes había negado o
distorsionado conscientemente.
Su concepción de sí mismo, que ahora incluye aspectos previamente distor
sionados o negados, se vuelve más congruente con su experiencia.
Cada vez más capaz de percibir, sin amenazas, la atención positiva incondicio
nal del terapeuta y de sentir un interés positivo incondicional en sí mismo.
Cada vez más se considera a sí mismo el foco de la evaluación de la natura
leza y del valor de un objeto o de una experiencia.
Reacciona ya no tanto por su percepción de la evaluación que los otros hacen
de él, sino en términos de su eficacia para fomentar su propio desarrollo.
* Los que aplican las técnicas de la terapia conductista informan de la mejoría dina
dera del paciente, después de eliminar algún problema perturbador; pero un examen nía
íntimo del proceso inevitablemente revela que las relaciones interpersonulcs impoi lnnl* *i
se han visto afectadas. La relación entre el paciente y el terapeuta lia sirio míe. aguí
ficativa que lo que el terapeuta cree, o luí ocurrido algún cambio imporlimlc. iniciado
poi r'l alivio de los síntomas, en lie. lalaciones sociales del paciente, que lia servido pala
rcl’or/.ai y mantean la mejoría del mismo
LA COHESIÓN DEL GRUPO 75
La señora Ende, una ama de casa de 34 años de edad, con una hislona 111111' n.
nalmente pobre, buscó la terapia debido a la angustia y a los sentimiento-, di
culpa que provenían de una serie de aventuras extramaritales. ( linicnm. ni.
su estima propia era excesivamente baja. Ella menospreciaba su apm mu u»
física y su conducta de madre y esposa. Había obtenido cierta satislai ción en
sus actividades religiosas, pero nunca se había considerado bastante buena 1•■1 >
poder entablar relaciones sociales con la “ gente de la iglesia” de su comunidad
Se había casado con un individuo al que consideraba repugnante: sin embaí po. lo
consideraba un buen hombre y bastante bueno para ella. Sólo en sus actividad,
sexuales, y en particular en una aventura en la que había tenido relaciones sema
les con varios hombres a la vez, parecía estar viva. Sólo entonces se bahía
sentido atractiva, deseable y capaz de dar algo de ella que parecían api.alai
los otros. Sin embargo, esta conducta entraba en pugna con sus convicción. s
religiosas y le producía una considerable angustia y desprecio por sí misma
Considerando al grupo un microcosmo social, el terapeuta pronto obs. ivó
las tendencias características de la conducta de ella en el grupo. I a sofloia •.*
relacionaba con los otros miembros a través de los temas sexuales, y duianl.
muchas horas el grupo luchó con todas las excitantes ramificaciones d e su dilema
sexual. Sin embargo, todas las otras veces en el grupo ella se sentía d e s v i n c u l a d a
y no ofrecía nada. Se relacionaba con el grupo igual que con su ambiente so
cial. No podía relacionarse con la gente buena de la iglesia y, do hoclm, sen
tía que no podía ofrecer nada excepto sus órganos genitales.
Su curso de terapia consistió, en gran parle, en reexaminni groduuliuenlt y
después en anular su creencia de que ella no tenía nada valioso para oliecn
a los demás. A medida que empezó a responder a los otros, a olívenles álcelo v
apoyo, a intereambini problemas y sentimientos, descubrió que los demás mi.m
bl'O.s la apreciaban cada ve/, más. la disciepaucia entre la estima publica y la
estima propia más linde se amplió a tal grado que se elevaron los niveles di
su estim a propia Su co n d u cta c a m b io tanto que pililo lenei iclactones no se m a
les siguí Ileal ivas denlio y lucra del grupo Lulo a su ve/ aumentó su .
luna piopia, y poi olio piodiqo una e.pual de adaptación
LA COHESIÓN DEL GRUPO
* Hules,10 en su investigación con los grupos de trabajo y de discusión sin jefe, des-
iiI«i i<> «111** «urgen «los jefes en el grupo: uno “ejecutivo de trabajo”, y otro “social-
<unmi<iiiíiI Solo rara ve/, estos «los papeles los desempeña la misma persona: “el gran
linuibio" Mu embargo, en los grupos «le terapia cuando al terapeuta lo excluyen de la
I.. iimi •iiu louiélileu. los pacientes pot lo general seleccionan a la misma persona para
il< ni ñipe liai culón pape Ion !IH
78 LA COHESIÓN DEL GRUPO
Es importante observar que no sólo el que cumple las normas del grupo
es recompensado con una creciente estima pública, sino que también obtiene
otros beneficios. Las conductas que exigen las normas del grupo le servirán
en buena medida en sus relaciones fuera de éste. En otras palabras, las habi
lidades sociales que usa el individuo en el grupo para lograr popularidad se
ven reforzadas por la popularidad que logra, y éstas mismas probablemente
le ayudarán a enfrentarse con más eficacia a sus problemas interpersonales
fuera del grupo. Por ello, la popularidad creciente en el grupo actúa terapéu
ticamente de dos maneras: influye en la estima propia y vigoriza las habili
dades sociales de adaptación.
' I a obsli ucción de la comunicación entro los miembros de lo*s dos grupos finalmente
(** i* solvió infundiendo la cohesión y la lealtad y formando un solo grupo grande. Se
*'iiiddri Irnui incln.s ,subordinadas que rompieron las fronteras del pequeño grupo, y obli-
itiiioii .* los mui lint.líos a trabajar juntos en un solo grupo grande. Por ejemplo, un
iiiinlóu que li nnsportaba alimentos para un paseo largo se quedó atascado en una /.un
i** y ""lo podía sci rcscaUido con la cooperación de todos los muchachos; una película
*iu* I* . ansiaba nuil lio solo podía ser rentada mediante la contribución conjunta de todo
*I guipo se rodo el abasto del agua y similar'mente sólo podía arreglarse con la
*oopeini ion de lodos los m ili hachos, l o que se necesita p a ia rcsolvei la hostilidad
* n i l mundo es que eNlalle una grave crisis mundial que sólo pueda evilaise con la
1tiiijici *u Ion iiu uanaiioti.il l'oi ejemplo, una CTlf¡l‘l fie coiilauunai lóli niiiiidnd. el agola
aliento d* I oKÍgrno, o, aun mejor, lina invasión man nina
LA COHESIÓN DEL GRUPO 81
Desde luego, ésta es una diferencia importante entre los grupos de terapia
y los grupos sociales, en los que los conflictos a menudo producen rupturas
permanentes de las relaciones. Las descripciones de los pacientes sobre los
incidentes críticos en la terapia (véase el capítulo n) a menudo incluyen un
episodio en el que se expresaron fuertes sentimientos negativos. Sinembargo,
pudieron calmar la tormenta y continuar la relación (con frecuencia de una
manera más satisfactoria) con el otro miembro.*i
En la base de estos sucesos se encuentra la condición de la cohesión. El
grupo y sus miembros deben sentir bastante interés mutuo para que deseen
soportar" la molestia de analizar el conflicto. En cierto sentido, los grupos
cohesivos son como las familias que sostienen luchas muy encarnizadas, pero
que ~sin~embargo, tienen un fuerte sentido de lealtad.
Después de que las condiciones son tales que pueden resolverse cons
tructivamente los conflictos en el grupo, la terapia se ve favorecida de mu
chas maneras. Ya hemos mencionado la importancia de la catarsis, de correr
riesgos, de la exploración gradual de las partes que antes se evitaban o_eran
desconocidas, yr-tte-recon ocer'qüe~la~temida catástrofe prevista era quimérica.
I'ambién es importante para muchos pacientes tener la experiencia de ser
agredidos. En la lucha, como Frank sugirió,52 cada uno puede llegar a conocer
mejor las razones de su posición y aprender a soportar la presión del otro.
Ll conflicto puede fomentar el_ descubrimiento de sí mismo, ya, que cada
Uno tiende a revelar más y más de sí mismo para aclarar su actitud. En
la medida en que los miembros puedan superar la mera afirmación de su
posición, en la medida en que empiecen a comprender el mundo de las expe-
i inicias del otro, pasado y presente, y a considerar la postura del otro desde
mi marco de referencias, pueden empezar a comprender que los puntos de
vista del otro pueden ser tan apropiados para él, como los suyos para sí
mismo.
Enfrentarse, analizar, y posteriormente resolver el fuerte desagrado o el
odio dejotra persona es una~expérienciáT"de gran poder terapéutico.
Un ejemplo clínico muestra muchos de estos puntos. Susan, una directora
de escuela formal, de 46 años de edad, y Jean, una joven de 21 años de
, (Lid que había abandonado la preparatoria, emprendieron una lucha cruel,
‘ .usan despreciaba a Jean debido a su estilo de vida libertino, y por lo que
( lia imaginaba que era pereza y promiscuidad. A Jean le disgustaba la tenden-
■m a juzgar, la mojigatería, la inveterada soltería y la cerrada posición ante el
imimlo de Susan. Por fortuna, ambas se sentían muy interesadas en el grupo.
( Algunas circunstancias fortuitas intervinieron aquí. Jean había sido un miem
b r o llave del grupo durante un ano; luego se casó y se marchó al extranjero
R esu m en
mui | h i'.ii Ion c-HlMMiimlii en el lema que se discutía. El contenido de la discusión, los
il iin -.oí lofiii li Icos, y o lio s ene.homii ios de posRilipo se un n li/n ro ii puní dcliu m in iU ,
Iiiu •{im plo la nilcir. litad dr lo-, csfuci/OH del i'iupo pm in lliiii «mi el ((lie disentía de ch| c
y i l i'i iido dr uuliH/d al i|iii' discutía del |Miipo
LA COHESIÓN DEL GRUPO 85
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09 G. Rasmussen y A. Zander, “Group Membership and Self-Evaluation” , Human
Relations, 7: 239-251, 1954.
01 S. Seashore, Group Cohesiveness in the Industrial Work Group (monografía; Ann
Arbor, Mich.: Institute for Social Research, 1954).
02 Goldstein et al., op. cit., p. 329.
03 A. Zander y A. Havelin, “Social Comparison and Intergroup Attraction”, citado en
Cartwright y Zander, Group Dynamics: Research and Theory, p. 94.
IV. FACTORES CURATIVOS: PANORAMA GENERAL
LO S PU N T O S D E V IS T A D E L T E R A P E U T A
Muchos terapeutas de grupo han publicado sus opiniones sobre los factores
curativos terapéuticos en el grupo. Una revisión de esta vasta literatura revela
el campo de los factores curativos, pero muy poco acerca de su valor com
parativo. Además, es posible que las diversas escuelas no estén igualmente
representadas aquí. Por ejemplo, la escuela rogeriana, debido a sus raíces
académicas y a su gran número de tesis doctorales y estudios auxiliares, ha
escrito una parte desproporcionadamente grande de esta literatura.
Corsini y Rosenberg,1 en un informe ampliamente citado, reúnen los factores
curativos que aparecieron en trescientos artículos sobre terapia de grupo ante
riores a 1955; 175 factores se reunieron en nueve categorías principales, y
muestran una coincidencia considerable con los factores que he descrito. Estas
categorías y las mías son:
('iln o cuntió estudios <|iu se leíieren a este tema dos examinan los puntos
dt vista di los pacientes en la templa lueve, uno estudia a los miembros de
•O FACTORES CURATIVOS: PANORAMA GENERAL
los grupos de encuentro, y otro estudia a los pacientes después de una pro
longada terapia de grupo con éxito.
Itazón et al.,Q estudiaron a 18 miembros de dos grupos de terapia, de
iicmpo limitado, de pacientes no hospitalizados, que asistieron a quince se
siones.
I >i '.pues de cada reunión los pacientes llenaron un cuestionario en el que
ile-.eribicron el incidente que consideraron más importante personalmente.
S. o unieron 279 incidentes y después los dividieron, tres jueces, en nueve
. alegorías que fueron, en orden de frecuencia:
I o-, .nitores observaron que se había afirmado que los principales mecanis-
iii,. i ui.divos residen en la interacción entre los miembros del grupo; muy
poco-, informes mencionaban a los terapeutas. La retroalimentación interper-
,mal permitía que los pacientes reconstruyeran la imagen de sí mismos y
valnlaiau la universalidad de sus problemas.
nickol'l y Lakin10 estudiaron a 28 ex miembros de dos grupos de pacien-
i, . no hospitalizados dirigidos por un psiquiatra. Los pacientes asistieron a
mi piomedio de- once sesiones de grupo. En una entrevista semiestructurada
. i sa lo m a ro n los puntos de vista retrospectivos de los pacientes acerca de
los la e lo rc s curativos en la terapia de grupo. Las respuestas se grabaron en
m u cuita magnética, se transcribieron, y dos jueces las dividieron en catego-
11ic, claboiadus a priori a medida que surgían de los datos:
Los resultados mostraron que los pacientes consideraron que el apoyo social
era el principal valor terapéutico. Según el punto de vista de los pacientes, la
cohesión del grupo no sólo era necesaria para la perpetuación del mismo, sino
que en sí tenía un gran valor terapéutico. Los pacientes consideraron mucho
menos importantes los “ instrumentos para la acción” ; sin embargo, tuvieron
una correlación significativa entre un ci verbal alto y la selección de esta ca
tegoría.
En un estudio sobre grupos de encuentro Lieberman, Yalom y Miles6
investigaron los puntos de vista de los miembros sobre los mecanismos del
cambio de dos maneras diferentes: 1) el incidente más significativo de la
sesión (que recogieron al final de cada sesión), y 2) un cuestionario sobre
mecanismos de cambio que se llenó al final de la terapia de grupo. El estudio
es demasiado amplio y los datos muy complejos; resumiré las principales con
clusiones.
Los datos de los cuestionarios de incidentes significativos indicaron que
experimentar y expresar sentimientos es un incidente significativo comúnmente
citado, pero no parece tener relación con los resultados positivos (los miem
bros que tuvieron resultados mediocres probablemente consideraron esto un
suceso significativo igual que los que tuvieron un nivel alto de cambio). Esto
no quiere decir que las experiencias no se relacionan con el aprendizaje, sino
sólo que, en sí mismas no bastan. Parece que la experiencia y la expresión
emocional eran necesarias para el grupo. El grupo decaía si no existían éstas,
pero no bastaban. Necesitaba algo más. Lo mismo puede decirse de revelar
algo de sí mismo y de la actitud de espectador (aprender observando a los
otros); ambas cosas en sí, no se relacionaban con los resultados, pero cuando
so combinaban con algún tipo de aprendizaje cognoscitivo, claramente se re
lacionaban con los resultados positivos.
De hecho, un hallazgo penetrante y sorprendente fue la gran importancia
de ciertas formas de cognición ( insight, acumulación de información acerca
de sí mismo, etc.) en el proceso del cambio. Lo sorprendente es que en
general se cree que los grupos de encuentro evitan “ romperse la cabeza” ; sin
embargo, sin darle la mayor importancia cómo se enfocaban los datos, se ad
vertía claramente que la cognición era un engranaje esencial en el mecanismo
del cambio.
I os dalos de los cuestionarios del mecanismo de aprendizaje ofrecieron
conclusiones similares. Éstos son los catorce puntos enumerados en el cues-
lio n a r io en el orden de frecuencia que los citaron los miembros que habían
ohlcnido un resultado positivo. (Sin embargo, sólo los puntos que llevan un
a s ic iis c o los eligieron, significativamente, más a menudo los miembros que
obtuvicioii ic ,n lta d o s p o sitivo s que los miembros que no cambiaron con la
i pt i it ni i .i de gl u p o )
'>4 FACTORES CURATIVOS: PANORAMA GENERAL
• N«‘ liu Il ion cuntió comprobaciones pura iiNCigUliu (pie m irilla i i m i c n I i i i en» de un
ItulMiuIcnln con íx llo I) la oviilum ión del tQliipoiilit, .’ ) tu iliirnclón ilal linlam lcnto
FACTORES CURATIVOS: PANORAMA GENERAL 95
(una investigación previa12 en la misma clínica mostró que los pacientes de grupo que
habían permanecido en terapia durante ese lapso tenían una tasa de mejoría muy eleva
da), 3) los niveles de mejoría que revelaron las entrevistas independientes de los in
vestigadores, según una escala de trece puntos en cuatro áreas: síntomas, funcionamiento,
relaciones interpersonales, y concepto de sí mismo, y 4) la autoclasificación de los pa
cientes en la misma escala.
* Se hicieron varias versiones de la lista de sesenta puntos de los factores curativos.
I.a lista circuló entre muchos terapeutas de grupo antiguos para que dieran sugerencias,
hicieran agregados o supresiones. Algunos puntos son casi idénticos, pero era conveniente
metodológicamente tener el mismo número de puntos representados en cada categoría. Las
doce categorías son: altruismo; cohesión de grupo; universalidad; aprendizaje interperso-
nnl, “insumo”; aprendizaje interpersonal, “producto”; guía; catarsis; identificación; reva
lidación de la familia; comprensión de sí mismo; tener esperanza; factores existenciales.
i -.los no son totalmente idénticos a los que se describen en este libro; intentamos, sin
cxilo, dividir el aprendizaje interpersonal en dos partes: insumo y producto. Una catego-
i ia, la “comprensión de sí mismo” se incluyó para permitir el examen de la importancia
de la desrepiesión y del insistít genésico.
** l a cantidad en cada columna se aproxima a la curva de distribución normal y
h u illín la evaluación estadística l’aia más información acerca de la técnica del cuestio
nario de elección, véase I Hlock. The <J Sort Methoti ¡rt Tcrsonality Assessment and
Txychlairlt Uexetwvh,1:1
FACTORES CURATIVOS: PANORAMA GENERAL
C u a d r o 1. Factores curativos
Orden de
rango
Entrevista
Resultados
Obsérvese que siete de los ocho puntos representan alguna forma de catar
sis o de insight. De nuevo uso la palabra insight en su sentido más amplio;
la mayoría de los puntos reflejan el primer nivel de insight (tener una pers
pectiva objetiva de nuestra conducta interpersonal) que describí en el capítu
lo ii. Este hallazgo notable le da un valor considerable al principio (descrito
en el capítulo n) de que la terapia es un proceso dual que consiste en una expe-
i inicia emocional y en reflexionar sobre ésta. Agregaré algo sobre esto más
adelante.
Si apartamos nuestra atención de los puntos individuales y observamos
las doce categorías generales,** advertiremos que tienen el siguiente orden de
Catarsis
F a c tt >rr,\ r \istetu ia le s
Sólo las fuerzas fisicoquímicas están activas dentro del organismo; para los casos
que en este momento no podemos explicar con estas fuerzas tenemos que en
contrar la manera o la forma específica de su acción por medio del método
fisicomatemático, o suponer que hay nuevas fuerzas igualmente dignas a las
fuerzas fisicoquímicas inherentes a la materia, que pueden reducirse a la fuerza
de atracción y a la de repulsión.14
Freud nunca dejó de apoyar este postulado y sus implicaciones acerca (li
la naturaleza del hombre; muchas de sus formulaciones más complejas, mas
inexorables (por ejemplo, la teoría del instinto dual, la teoría de la transíoi
mación y la conservación de la energía de la libido) fueron resultado de sus
intentos incesantes de sometei al hombre y su conduela a las leglas de llelm
FACTORES CURATIVOS: PANORAMA GENERAL KM
personas gravemente enfermas con las que he hablado han expresado su pro
fundo temor de quedar en una inmovilidad inútil, no sólo de ser una carga
para los otros y no poder cuidarse a sí mismas, sino de ser inútiles y no ser
valiosas para los otros. Vivir, en ese caso, se reduce a la supervivencia, y el
individuo buscaba en su interior, cada vez más profundamente, algún significado.
El grupo les ofrecía oportunidad de encontrar significado fuera de ellos. Con
la actividad, con brindarle ayuda y cuidar a los otros, ellos descubrían el
sentido de finalidad que tan a menudo elude la actitud introspectiva pasiva.
El apoyo que se ofrecían mutuamente tomaba muchas formas. Ofrecían
transporte para las reuniones, mantenían guardias telefónicas cuando un miem
bro sufría una desesperación profunda, compartían sus métodos para obtener
fortaleza. Por ejemplo, un miembro le enseñó al grupo procedimientos de
meditación. En adelante cada reunión terminó con una meditación en la oscu
ridad, con una sola vela prendida, para calmar el dolor y el miedo en sus
mentes. De varias maneras el grupo le ofrecía a los miembros fortaleza para
trascenderse, para llegar a los otros. Ellos agradecían el interés de los estudian
tes observadores y de la comunidad. Estaban deseosos de enseñar y compartir
sus experiencias.
Iniciaron el curso de la terapia con el vínculo común de la enemistad hacia
la profesión médica. Dedicaron mucho tiempo a desenredar los hilos de esta
ira. Una parte de la ira estaba mal dirigida y era irracional; sentían odio
contra la suerte, un odio envidioso contra los sanos, ira con los médicos por no
ser omnisapientes, todopoderosos y protectores. Una parte de su odio estaba
enteramente justificada: sentían ira por la falta de sensibilidad de los médicos,
por su impersonalidad, por su falta de tiempo, por su falta de voluntad de
mantener al paciente plenamente informado y de incluirlo en todas las deci
siones importantes. Intentamos comprender la ira irracional y colocarla en su
lugar: en nuestra condición mortal y en la contingencia de nuestra vida. En
frentamos la ira justificada e intentamos hacerle frente volviéndola útil. Por
ejemplo, invitando a oncólogos y a estudiantes de medicina al grupo y parti
cipando en las clases y en las conferencias de la escuela de medicina.
Todos estos enfoques, estas salidas hacia el interior de uno mismo pueden,
si se usan bien, aumentar el significado y la finalidad, y también aumentar la
capacidad de soportar lo que no puede cambiarse. Hace mucho tiempo Nietzsche
escribió: “ El que tiene ‘por qué’ vivir puede soportar casi cualquier circuns
tancia de la vida” .
Era evidente para mí que los miembros del grupo que buscaban más
profundamente en sí mismos, que enfrentaban su destino más franca y resuel
tamente, adoptaban un tipo de vida ma*. rico que el que habían tenido antes
de su enfermedad l a per.pccliva de .11 existencia se alienaba radicalmente;
la trivialidad, las diversiones sin consecuencias ei 1111 vistas como lo que son,
ION FACTORES CURATIVOS: PANORAMA GENERAL
La comprensión de sí mismo
Primero, debemos reconocer que hay una gran presión por conseguir la
mmprensión intelectual en la actividad psicoterapéutica, una presión que pro
viene de los pacientes y del terapeuta. Nuestra busca de comprensión está
pml nudamente enraizada. Maslow 17 en un estudio sobre la motivación, afirma
11111 - el hombre tiene necesidades cognoscitivas tan básicas como sus necesidades
di seguridad, amor y estima propia. Los monos a los que se somete £ un
i n. ierro riguroso realizan un considerable esfuerzo por el privilegio de poder
mu.n :i través de una ventana al exterior del laboratorio. Además, trabajan
mlaligable y persistentemente para resolver problemas sin recibir ninguna re-
. ompensa, excepto la satisfacción inherente a resolver los problemas. La mayo-
i ia de los niños son peligrosamente curiosos; de hecho, nos preocupa si no
mui lian curiosidad por su medio ambiente. Muchas observaciones y evidencias
. ipei imenlales indican que los individuos psicológicamente sanos se sienten
iiuudir. en forma positiva por el misterio y lo no explicado.16’ 18
r.u .lio, los pacientes automáticamente buscan la comprensión, y los
i. i 11.. nía que siempre aprecian sus capacidades intelectuales se unen a ellos.
ni. mulo, esto parece tan natural que perdemos de vista la raison d'étre
.1. la i.-t a p ia Después de todo, el objeto de la terapia es el cambio, y no la
. . i i i i p u i ra o 11 de si mismo. O ¿lo es? O ¿las dos cosas son sinónimos? O ¿cual-
.11n . i upo y lo d o tipo de comprensión de sí mismo automáticamente nos
. •.u d iic e al cambio? O ¿la busca de la comprensión de sí mismo es sencilla-
ni. ni. un rjcicicio interesante, atractivo, razonable para los pacientes y los tera-
p. n ía ., y sirve como pegamento, para mantenerlos unidos mientras ocurre otra
.osa, q u i z á la “ relación” , que es la fuerza transformadora real en la terapia?
I . mucho más fácil formular estas preguntas que contestarlas. Presentaré
a. 1111 algunos argumentos preliminares, y en el siguiente capítulo, después de
.1, anollai algún material sobre el trabajo interpretativo y las técnicas del
i. i.iprnia, intentaré presentar una tesis coherente.
Si examinamos los motivos que se encuentran detrás de nuestra curiosidad
y de nuestra tendencia a explorar nuestro medio ambiente, arrojaremos alguna
luz sobre el proceso del cambio. Estos motivos incluyen la eficacia (nuestro
d.••.en de dominio y poder), la seguridad (nuestro deseo de volver inofensivo
lo inexplicado por medio de la comprensión), y la cognición pura1(1 (el deseo
de eonocei y explorar por sí mismo).
I I dueño de una casa, preocupado, que investiga un ruido misterioso
y uiei mi i/adoi en su hogar; el joven estudiante que, por primera vez, mira a
liavés d. un microscopio y siente la alegría de comprende» la estructura del
,il.i d. un insecto; el alquimista medieval o el explorado! del Nuevo Mundo
que sondea las regiones prohibidas y que aun no están en los mapas, lodos
ir. ib. n sus leeonipensas lespeelivus la seguridad, un sentimiento de inteligen
i tu y t,alistan ion peí .onal, y el podi i en loiina de conocimiento o lique/n
FACTORES CURATIVOS: PANORAMA GENERAL 111
La conducta de imitación
problemas similares? Sin duda esto ocurre en la terapia de grupo. Esto parece
. mu más importante en los grupos de encuentro de duración breve. En el estudio
de I iebcrman, Yalom y Miles 6 los datos del “ incidente significativo” indicaron
•111»■ los miembros que lograron mayor cambio se beneficiaron mucho con los
Incidentes en los que eran observadores totalmente pasivos, y sin embargo
adquirieron algún tipo de insumo cognoscitivo (autocomprensión, conocimiento
.obre las leyes de la interacción humana, etc.).
No sólo los pacientes aprenden observando el trabajo importante de otros
q u e .o h como ellos, sino que también aprenden observando el proceso del
II .iba j o de los otros. En este sentido, la conducta de imitación es un factor
. m a l í v o transitorio que les permite a los pacientes más tarde dedicarse plena-
m< u l e a o t r o s aspectos de la terapia. Por ejemplo, los pacientes calificaron
u n o <le l o s cinco puntos de la conducta de imitación como el octavo factor
•unitivo mas importante (de los sesenta puntos): “ Ver que otros podían
i<>. lai cosas cmh, zazosas y correr riesgos y beneficiarse con esto, me ayudó
a 11oí ei lo mismo” .
La revalidación de la familia
relató este sueño: “ Mi padre iba a emprender un largo viaje, y yo estaba con
un grupo de gente. Mi padre nos dejó un bote de nueve metros de largo, pero
en lugar de darme el mando de la embarcación, se lo dio a uno de mis amigos,
y me sentí muy disgustado por esto” .
Éste no es el lugar apropiado para discutir este sueño plenamente. Basta
decir que el padre del paciente había abandonado a su familia cuando el pa
ciente era joven y con esto permitió que lo tiranizara un hermano mayor. El
paciente dijo que esa era la primera vez en muchos años que él había pensado
en su padre. Los sucesos del grupo (la partida del terapeuta, su puesto que
era ocupado por un nuevo terapeuta, la atracción del paciente hacia la cotera-
peuta, su resentimiento con otro paciente dominante en el grupo) actuaron
en forma conjunta para despertar sus recuerdos que estaban adormecidos desde
hacía mucho.
La familia obsesiona al grupo. Los sucesos del grupo, la rivalidad de los
hermanos-miembros, de los padres-terapeutas y las fantasías regresivas del grupo
impulsan al paciente hacia su antigua vida en la familia. Él revalúa en el grupo
la actuación de su antigua familia y, si la terapia tiene éxito, puede ensayar
una nueva conducta para liberarse del papel cerrado que una vez desempeñó
en su familia. Recaptura el pasado y, también si la terapia tiene éxito, lo hace
mucho menos arbitrariamente; de hecho, el paciente cambia el pasado recons
truyéndolo.
Creo que estos fenómenos son importantes en el proceso terapéutico, y sin
embargo es muy distinto preguntar si el grupo debe enfocar explícitamente
estos fenómenos. Creo que no. Pienso que este proceso forma parte de las
tareas internas, a menudo silenciosas, que realiza el paciente de grupo. Estos
cambios en nuestra perspectiva del pasado ocurren debido a la vitalidad del
trabajo en el presente; el cambio no ocurre porque se convoque y se busque
directamente a los espíritus del pasado. Hay, como lo discutiremos en el capí
tulo v, muchas razones importantes para que el grupo mantenga un enfoque no
histórico. Enfocar la atención indebidamente en los que no están presentes,
en los padres y los hermanos, en los deseos edípicos, en la rivalidad con los
hermanos, o en los deseos incorporativos o parricidas, es negar la realidad del
/pupo y de los otros miembros como una experiencia vital en el aquí y en el
ahora.
No es posible construii una jerarquía absoluta con los factores curativos; hay
muchas fuei/as modificadoras l o s factores curativos se ven influidos por el
tipo ile leinpia de guipo, |>«>i la e t a p a de la terapia, por las fuerzas exteriores
al guipo, y pin las dil’eieili'las individuales
11<> FACTORES CURATIVOS: PANORAMA GENERAL
Los factores curativos fuera del grupo. Aunque los principales cambios de la
conducta y de las actitudes parecen requerir un grado de aprendizaje inter
personal, éste de ninguna manera invariablemente es visible en el grupo. En
ocasiones, los pacientes realizan cambios importantes sin hacer en apariencia
una aportación apropiada al proceso terapéutico. Esto nos lleva a un impor
tante principio en la terapia: el terapeuta o el grupo no tienen que hacer
todo el trabajo. La reconstrucción de la personalidad como una meta tera
péutica es tan irreal como presuntuosa. Nuestros pacientes tienen muchas
fuerzas adaptadoras que quizá les sirvieron en el pasado y, con frecuencia,
el estímulo de algún suceso en la terapia puede bastar para ayudar al paciente
a empezar a actuar de manera adaptadora. Previamente hemos usado el tér
mino “ espiral de adaptación” para referirnos al proceso en el que un cambio
en el paciente produce cambios en todo su medio ambiente interpersonal, lo
que a su vez produce otros cambios personales. La espiral de adaptación es
lo opuesto a un círculo vicioso, en el que tantos pacientes se encuentran atra
pados, una secuencia de sucesos en la que la disforia tiene manifestaciones
intcrpersonales que debilitan o perturban los vínculos interpersonales, y en
consecuencia crean más disforia.
La documentación de estos puntos se obtiene cuando le preguntamos al
paciente acerca de las influencias terapéuticas o sucesos en sus vidas que ocu
rrieron simultáneamente al curso de su terapia. En un ejemplo 11 de veinte
pacientes, 18 describieron varios factores terapéuticos que estaban fuera del
grupo. Lo que se citó más comúnmente fue una nueva o mejor relación inter-
peisonal con una o más figuras (miembro del sexo opuesto, padre, esposo,
maestro, familia adoptiva, o un nuevo conjunto de amigos). Dos pacientes,
que su habían propuesto divorciarse desde hacía, mucho tiempo, declararon
habré.e sentido brnelii iados emitido logiarou hacerlo Muchos otros citaron
I IK FACTORES CURATIVOS: PANORAMA GENERAL
C u liA C IÓ N Y M A N T E N IM IE N T O DI I (IIUII'O
|?,|
122 EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS
inicial y, desde luego, el terapeuta fija la hora y el lugar de las reuniones. Una
gran parte de la tarea de mantenimiento se realiza antes de efectuar la primera
reunión y, como lo expondremos en los capítulos posteriores, la habilidad del
jefe para seleccionar y preparar a los miembros influirá mucho en la suerte
del grupo.
Después de que el grupo comienza la terapia, el terapeuta debe desempeñar
la función de guardián, en especial impedir la destrucción en los miembros. En
ocasiones, la experiencia del individuo en el grupo de pacientes sin éxito
que produce una terminación prematura de la terapia, puede desempeñar una
función útil en el conjunto de su historia terapéutica. Por ejemplo, un fracaso
o el rechazo por parte del grupo puede ser tan perturbador para el paciente que
idealmente queda preparado para ser atendido por otro terapeuta. Por lo general,
sin embargo, un paciente que deja pronto el curso del grupo debe considerarse
un fracaso terapéutico. No sólo no recibe beneficios, sino que el progreso del
resto del grupo se ve afectado adversamente. L a estabiüdad deJn-pmnaneneja
de los mienibros^parece ser un sine qua non para la terapia con éxito. Si alguien
se marcha del grupo, el terapeuta debeTa menor que 'esté dirigiendo un grupo
cerrado (véase el capítulo ix), añadir nuevos miembros.
Inicialmente los pacientes no se conocen entre sí y sólo conocen al tera
peuta, quien sirve como un objeto de transición. Es la fuerza unificadora
primaria del grupo; los miembros se relacionan entre sí al principio por medio
de su relación común con él.
El terapeuta debe descubrir y oponerse a cualquier fuerza que amenace la
cohesión del grupo. Las demoras continuas, las ausencias, el subagrupamiento,
la socialización pertu,rEMóm~fuera del grupo,~y~tener chivos expiatorios ame
nazan la integridad del grupo y exigen la intervención del terapeuta. Cada uno
de estos puntos se examinará ampliamente en los capítulos posteriores. Ahora
sólo es necesario hacer énfasis en la responsabilidad del terapeuta con las
fuerzas superindividuales. Su primera tarea es ayudar a crear un sistema social.
A veces deberá posponer tratar las necesidades urgentes de un paciente, y de
hecho habrá ocasiones en que será necesario sacrificar a un paciente (apartarlo
del grupo) por el bien del mismo. Me referiré a esto más adelante.
La e l a b o r a c ió n de la cu ltu ra
Después de que el grupo se vuelve una realidad física, el terapeuta dedica sus
energías a modelar al mismo en un sistema social terapéutico. Se esforzará por
establecer un código de reglas o normas de conducta, que guiará la interacción
del grupo. Las normas deseables para un grupo de terapia se delineen lógica
mente del examen de los factores curativos.
EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS 123
La elaboración de normas
entre los miembros.7, 8 Aunque hay pruebas de que su eficacia depende mucho
de estos principios de aprendizaje, los psicoterapeutas a menudo eluden esta
evidencia debido al temor infundado a que esta idea mecanicista mine los
componentes humanos esenciales de la experiencia terapéutica. Sin embargo,
los hechos son precisos, y comprender su conducta no priva al terapeuta de su
espontaneidad. El terapeuta que reconoce que ejerce una gran influencia por”
medio del refuerzo social, y que ha formulado para sí mismo un principio
de organización central de la terapia, será más eficaz y consistente en sus
intervenciones terapéuticas. El terapeuta con experiencia no se vuelve menos
espontáneo, sino que actúa espontáneamente sobre estos principios a medida
que se vuelven causas determinantes internalizadas de su conducta.
jf*) El participante que establece los modelos, El jefe de grupo modela las
/ normas no sólo con una ingeniería social explícita o implícita, sino por medio
del ejemplo que da con su conducta de grupo personal. La cultura de grupo
terapéutica representa un alejamiento radical de las normas sociales a las que
está acostumbrado el paciente. A éste le piden que olvide las convenciones
sociales que le son familiares, que intente nuevas conductas, y que corra muchos
riesgos. ¿Cómo-qiuudc-cl terapeuta demostrarle_al paciente que la nueva con
ducta no tendrá las consecuencias adversas que prevé? Un método que tiene
el respaldo de una amplia investigación! fes^l~modeíad^: se alienta al paciente
a cambiar su conducta observando al terapeuta_que manifiesta libremente~y
sin efectos adversos la. conducta en cuestión J ^anduraii ha mostrado en muchos
trabajos de investigación bien controíados* que los individuos pqeden jser influí-^
dos para manifestarjina. conducta más adaptada (por ejemplo, superar las fo-
hias específicas)9- 10 o menos adaptada (por ejemplo, la agresividad sin restric
ciones)11 observando y adoptando la conducta del terapeuta o fie su sustituto^
El jefe del grupo al ofrecer un modelo que acepta y aprecia sin críticas las
cualidades de los otros y también sus áreas problemáticas, puede ayudar a
modelar a un grupo que busca la salud. Por otra parte, si concibe su papel
como el de un detective de la psicopatología, los miembros del grupo harán
lo mismo. Por ejemplo, una paciente de terapia de grupo había trabajado
activamente en los problemas de otros miembros durante meses, pero conti
nuamente se 'había negado a revelar aspectos de sí misma. Por último, en una
reunión empezó a discutir sus problemas, y “ confesó” que un año antes había
estado internada dos meses en un hospital psiquiátrico estatal. El terapeuta
reaccionó en forma espontánea: “ ¿Por qué no nos habías contado esto antes?”
Este comentario, percibido como punitivo por la paciente, sólo sirvió para
icforzai su temor y desconfianza. Obviamcnlp, hay preguntas y comentarios
que vuelven mas mcoimmicativa a la gente, y otros que la ayudan a sel cornil
ninitivu, Poi ejemplo, el leiapeula podiia luibci comentado el hecho de que
EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS 129
peñar el papel de hijo rebelde que está decidido a vencer a su padre. Esto
la pareció cierto al terapeuta; estaba de acuerdo con su experiencia interna, y lo
reconoció ante el grup o y le agradecióla Joan sus comentarios. La conducta
del terapeuta en este ejemplo tue muy importante pam ¿T~grupo. En efecto,
j pda sigñTfIcoT~~” ApTecío~linós pacTehTes7~Tr-e$te~grup^ modo de aprerL''~~
.dizaje.” 4demás, reforzó las normas de análisis de sí mismo, el modo interpre
tativo, la^ sinceridad, y_la confrontación con el terapeuta. La transacción fue
útil para el terapeuta (jes un terapeuta desaforturTado''erque no puede apfeñde|~~
\más~l?6re^~m]smo1e n lu ^ r abujorTerapéuticó^^'^^ r a Les, qujen~~áfiaílzo~píe=;
namente el deleíte que~~sentia desafiando en forma frustrante al terapeuta.
En ocasiones, se requiere que el terapeuta haga menos modelado debido a la
presencia de algunos pacientes de grupo “ ideales” que desempeñan esta función.
De hecho, se han realizado estudios en que algunos pacientes seleccionados
para establecer modelos se introducen deliberadamente en el grupo. Schwartz
y Hawkins1'- introdujeron a un par de pacientes de grupo con experiencia para
servir de modelos en dos grupos de esquizofrénicos hospitalizados. Se sabía
por su anterior conducta de grupo que un par de pacientes habitualmente
hacían afirmaciones cargadas de afecto, mientras que el otro par hacía afirma
ciones impersonales no afectivas. La discusión del grupo se grabó en una cinta
y se analizó. Los resultados mostraron una cantidad significativa de conducta
de imitación: el grupo con los modelos que expresaban^afecto mostró un au-
‘ mentó de las expresiones de alecto; en cambio el otro grupo cada vez hizo más
afirmaciones impersonales, no afectivas,
ó Goldstein et al.™ informaron sobre un estudio exploratorio en el que intro-
( dujeron a un “ aliadolL/un estudiante graduado de psicología para pacientes no
hospitalizados) en dos grupos de pacientes no hospitalizados. Los “ plantados”
fingían ser pacientes, pero participaban regularmente en las discusiones del'
' grupo con los terapeutas y los supervisores. Su papel y su conducta se planea-
mu para facilitar, con su ejemplo personal, la revelación propia, la libre expre
sión, la confrontación con los terapeutas, silenciar a los monopolizadores, y
romper las camarillas, etc. Los dos grupos fueron estudiados (mediante cues-
l¡onnrios de cohesión suministrados a los pacientes, y sociométricos) durante
veinte sesiones. Los resultados indicaron que los “ plantados” , aunque no eran
los miembros más populares, los otros pacientes consideraron que contribuían
a la terapia. Además, los autores concluyeron (aunque no había grupos de
c o n t ro l) que los “ plantados” sirvieron para aumentar la cohesión del grupo.
Aunque el “ plantado” con adiestramiento implica una forma de engaño incom
patible con el proceso de una terapia prolongada de grupo, el uso de estos
individuos tiene implicaciones interesantes. Por ejemplo, es enteramente fac
tible "pianito" en los nuevos g tupos de terapia a un paciente de terapia de
l 'iu p o " id e a l" di' olio g u ip o , quien c o n t in ú a la la le ia p iu en am bo s () un pación
132 EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS
l I empo un i' ,h; vig'da a sí mismoe Es importante que el grupo empiece a asumir
l.i o sponsabilidad de su propio funcionamiento. Cuando esta norma no se ha
d. a loíTado, el urupo tiende a ser pasivo, los miembros dependen del jefe para
i|iu les ofie/ea impulso y dirección, y el jefe se siente cada vez más fatigado
e i m i a do poi la carga de hacer que todo funcione. Algo ha salido mal en el
d c s a i mllo temprano de este grupo. Cuando dirijo grupos como éste, a menudo
pt 11 iho a los miembros como espectadores de una película. Visitan al guipo cada u
imana pina vei qué están exTubTciVdo, si les ínteres?!, participan en él. Mi \A 1
laica, piles, enl omes es ayiulai a los miembros a comprendo que ellos son la
pela Illa a no .i< 111.111. la pantalla pcimimeeein en blanco, no había función
EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS^ 133
ii luc difícil hacerlo. ¿En tu interior cómo te sentiste al contarlas? ¿Qué te fue
nuil difícil contar? /.Cómo te sentiste con lajreacción del g om o?” Si le hacen
i i i i . i presión excesiva a un miembro para que revele algo, yo, según los proble-
El aquí y el ahora : la a c t iv a c ió n
Y L A IL U M IN A C IÓ N D E L PR O CESO
Introducción
_______
Experiencia del aquí y del ahora
O
a) ¿Por^qué Burt atacó a Rose? ¿Cuál fue el proceso interpersonal entre ellos?
De hecho, losdos habían tenido un conflicto latente durante muchas semanas,
y en la reunión anterior Rose había preguntado por qué si Burt era tan bri
llante aún era, a la edad de 32 años, un estudiante. Burt había considerado
a Rose un ser inferior que funcionaba básicamente como una glándula mama
ria; una vez, cuando ella estaba ausente, él la llamó “yegua” .
b ) /.Por qué Burt es tan^crítico y^tan intolerante con los que no son intelec-
_ Míales? /.Siempre debe mantener su propia estima parándose sobre la carroña de
un adversario vencido o humillado?
c ) Suponiendo que Burt principalmente intentaba _atacar a Rose, ¿por qué
procedió en forma tan indirecta? ¿Es ésta una característica de la expresión
de agresión de Burt? O ¿es una característica de Rose que nadie se atreve, por
alguna razón poco clara, a atacarla directamente?
d ) ¿P q r qué Burt,_jx>r ^medio de una-afirmación obviamente provocadora
y endeble, se expuso a un ataque general del grupo? Aunque sus palabras fue-
ion diferentes, eran algo familiar~para el grupo y para Burt, quien en muchas
ocasiones anteriores había adoptado esta posición. ¿Era posible que Burt se
sintiera mas a gusto cuando se relacionaba con los otros jJe esta rñaperáTUna
ve/ afirmo que siempre le había agradado ITT lucha; desde luego, se sentía feliz
cuando surgía una una en el grupo. De hecho, su primer ambiente familiar fue
claramente un ambiente de lucha. ¿Pelear, pues, para Burt era una forma (quizá
Ja única que tenía) de pallieipación?
e) | l proceso puede cotlsidei ai se desde la peispecljva más amplia de todo
el grupo O lio s MU esos ¡itlpol lililíes < 11 la en slencla del gu ip o deben vonside
I 10 EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS
i . 1 1 vi;. Durante los dos meses anteriores las sesiones habían estado dominadas
por Katc, una mujer desafiante, perturbadora, medio sorda, que dos semanas antes
m- había marchado del grupo diciendo para salvar las apariencias, que regresaría
t liando se pusiera un aparato para la sordera. ¿Era posible que el grupo nece-
ii.na a una Kate, y que Burt sólo desempeñaba el papel de chivo expiatorio.
necesario? Con su continuo ambiente de conflicto, con su deseo de dedicar toda
una scsTón a discutir en términos impersonales sobre un solo tema, /.el grupo
r'.i.iba evitando algo, posiblemente una discusión sincera acerca de-sus^sentimien-
lin relativos al rechazo que el grupo le había hecho a Kate, o su sentimiento de
culpa o cfTTmór~a uña suerte similar? O /quizá estaba evitando los peligros
ja evistos dc'ia reveTácioride sí mismo y de la intimidad?
,1 I grupo le estaba diciendo algo al terapeuta por medio de Burt (y por
iludió ile Kate)? PoT~ejemplo, BOTf sufrió Uft vigoroso ataque indirectamente
iln igido a los coterapeutas. A los terapeutas (figuras barbadas, retraídas con
i i i i .i tendencia a hacer afirmaciones a la manera rabínica) nunca los había
u n .ido el grupo, lo que es bastante interesante (aunque los pacientes, en pri-
■hlo. los llamaban el “ grupo de los hermanos Smith” ). Sin duda el grupo
mi uli.iba sentimientos vigorosos hacia ellos, que quizá habían sido avivados por
H lim.isi) de apoyar a Kate y por su complicidad al no actuar cuando ella
decidió marcharse del grupo.
El proceso se volvió aún más claro cuando el terapeuta recordó las reuniones
anteriores en las que Kevin había intentado, en vano, establecer un tipo especial
de relación con el terapeuta (le había pedido información técnica sobre una
prueba psicológica proyectiva para un trabajo que él estaba haciendo). Además,
en las anteriores reuniones el grupo había atacado vigorosamente a Kevin por
sus intransigentes convicciones religiosas, y lo clasificaron de hipócrita debido a
su propensión a tener amoríos extramaritales y a mentir compulsivamente. Tam
bién lo habían llamado “ indiferente” por su obvia insensibilidad con los demás.
Otro aspecto de la conducta de grupo de Kevin era su carácter dominante: casi
invariablemente era la figura central más activa en las reuniones del grupo.
Con esta información acerca del proceso, el terapeuta tenía a su disposición
varias alternativas. Podía haber señalado la busca de prestigio de Kevin, en
especial después de desprestigiarse en la reunión previa. Expresada de una
manera no acusatoria, la aclaración de esta secuencia podría haber ayudado a
Kevin a advertir su desesperada necesidad de que los miembros del grupo
lo respetaran y admiraran. Al mismo tiempo los aspectos contraproducentes
de su conducta podrían haber sido señalados; a pesar de los esfuerzos de Kevin
por hacer lo contrario, el grupo había llegado a sentir resentimiento, y a veces,
hasta desprecio por él. Quizá también Kevin estaba intentando negar ser “ indi
ferente” como lo habían llamado, al compartir con el grupo (o dramatizar)
la agonía personal que sufría con la decisión que tenía que tomar respecto a
cómo reducir a su personal. El estilo de la intervención dependería del grado
en que se defendiera Kevin: si él se hubiera mostrado en especial agresivo,
entonces podríamos subrayar qué herido debió haberse sentido en la reunión
anterior. Si Kevin se hubiera mostrado más franco, el terapeuta podría haberle
preguntado directamente qué tipo de reacción le habría gustado que hubieran
tenido los otros. Otros terapeutas podrían haber preferido interrumpir la
discusión del contenido y preguntarle al grupo qué relación tenía la pregunta
de Kevin con la sesión de la semana pasada. O el terapeuta podría haber deci
dido llamar la atención sobre un tipo totalmente distinto de proceso reflexio
nando en el evidente deseo del grupo de permitirle a Kevin ocupar el centro
del escenario una semana tras otra. Al alentar a los.miembros a discutir su
reacción ante este monopolio, el terapeuta podría haber ayudado al grupo
e iniciar un examen de sus relaciones con Kevin.
El enfoque del proceso: la fuente de poder del grupo. El enfoque del proceso
no es sólo una de las muchas posibles orientaciones del procedimiento; al
contrario, es algo indispensable y un común denominador de todos los grupos
intcraccionales eficaces. A menudo escuchamos las siguientes palabras: “ No
importa qué pueda decirse acerca de los grupos «le experiencias (grupos de lera
pin, grupos de encuentro, etc.), no puede negarse que son poderosos: les
EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS 143
L a s tai e o s d e l te r a p e u ta e n e l a q u í y e n e l a h o r a
I n |¿i pimieia etapa del enfoque del aquí y del ahora, la tarea del terapeuta
consiste cu impulsa! al grupo hacia el aquí y el ahina Con vanas técnicas,
(Oa '¿ s f / 'í s O '/ C '
I'iH ejemplo, ilos pacientes, Tim y Marjorie, tuvieron una aventura sexual que
pii-amoimeiile salió a la luz en el grupo. Los otros miembros reaccionaron
iir vmi.is maneras; pero nadie tan condenatoria ni tan vehementemente como
Di. m. i , imi moralista puritana de 45 años de edad, que los criticó por romper
lo*, o pin*, del grupo: a Tim, por ser “demasiado inteligente para actuar como un
I oni o , a Marjorie por “ descuidar irresponsablemente a su esposo y a su hijo” ,
v ,d "lernpcuta Lucifer” , quien “ sólo se sentó allí y dejó que esto sucediera” ,
i I imipcuta posteriormente señaló que con su formidable reprimenda moralista
.ilgimos individuos habían sido destruidos: Marjorie y Tim con todas sus luchas,
duda , y temores, a quien Diana había conocido desde hacía mucho tiempo, pero
ipil* de pronto los había reemplazado por estereotipos planos y sin rostro. Además,
sólo el terapeuta recordó las razones que había tenido Diana para acudir a la
psicoterapia y que había expresado en su primera reunión de grupo, que necesi
taba ayuda para enfrentar la ira que sentía con su hija rebelde de 19 años
de edad, que empezaba a despertar sexualmente y que estaba buscando su
identidad y autonomía. De aquí sólo hubo un pequeño paso para que el grupo,
y después la misma Diana, entraran en el mundo de las experiencias de la hija y
pma que comprendieran con mayor claridad la naturaleza de la lucha entre la
madre y la hija.
No quiero decir que sólo el jefe del grupo debe hacer los comentarios
<lcl proceso. Como lo examinaré después, otros miembros son enteramente
•apaces de desempeñar esta función. De hecho, con frecuencia sus obser
vaciones del proceso se aceptan con más facilidad que las del terapeuta. Lo
importante es que el comentarista no desempeñe esta función para evitar su
papel de paciente o que de alguna otra manera se aleje o se eleve sobre los
otros miembros.
Hasta aquí en este examen, por razones pedagógicas, he hecho demasiado
•'ulosis en dos puntos fundamentales que ahora debo definir. Éstos son:
I i el enfoque del aquí y del ahora no es histórico y 2) hay una marcada
•lili-inicia entre la experiencia del aquí y del ahora y la iluminación del
pmci so del aquí y del ahora.
Hablando estrictamente, un enfoque no histórico es imposible; cada co
mí u l a n o del proceso se refiere a un acto que ya pertenece al pasado, (Sartre
nuil vez dijo: “ La introspección es retrospección” .) No sólo el comentario
•lil pioeeso implica una conducta que ya se ha manifestado, sino que con
i....... se refiere a ciclos de conductas o actos repetitivos que han ocu-
i iíiIii en el guipo (luíante vanas semanas o meses. Por ello, el pasado del
(inpo, los sucesos en los que han participado los miembros del mismo,
i•111111111 paite del .iqm y del uhoia, y son Ulia paite integral de los datos en
.i•i. ,i bai.a el comentario del pioei no
148 EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS
Resumen. El uso eficaz del enfoque del aquí y del ahora requiere dos
pasos: la experiencia en el aquí y en el ahora, y la iluminación del proceso.
EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS 149
.unos. Usarlas sin criterio, para llenar vacíos, para interesar más al grupo,
para someterse a las demandas de los miembros de que los jefes dirijan, es
algo seductor pero no constructivo para el grupo. En un trabajo de inves
tigación de un grupo de encuentro17 (véase el capítulo x iv ), un jefe se apo
yaba demasiado en las artimañas de grupo, empleándolas sin la oportunidad
adecuada ni una clara concepción de su papel en el proceso del cambio. El
resultado de su grupo fue excepcionalmente pobre; ni un solo miembro se
benefició en forma significativa con la experiencia.
Recuérdese que la mera aceleración de la interacción no es la finalidad
de estas técnicas; si el terapeuta actúa con mucha rapidez, usando artima
ñas, para promover las interacciones, la expresión emocional y las revela
ciones demasiado fáciles, está completamente equivocado. La resistencia, el
le mor, el retraimiento, la desconfianza, erl resumen, todo lo que impide el de
sarrollo de las relaciones interpersonales satisfactorias debe permitirse que
se exprese. La meta no es crear una organización social dócil y tersa, sino
una que funcione bastante bien y produzca suficiente confianza para el de
sarrollo del microcosmo social de cada miembro. Analizar las resistencias
para el cambio es la clave para lograr el cambio. Por ello, el terapeuta no
deberá rodear los obstáculos, sino pasar a través de ellos. (Como veremos
en el capítulo xiv, ésta es una diferencia básica entre la terapia y el grupo
de encuentro.)
Una paciente joven acaparaba la atención de los tres hombres que integraban
al grupo. Ella no le había contado al grupo que estaba comprometida para
casarse, aunque su relación sadomasoquista con su prometido era un proble
ma enorme para ella. Después de que se casó hizo una descripción falsa ante
el grupo de su marido, retratándolo como un tonto pasivo, y no como un
matemático brillante. Ella temía que si los hombres en el grupo comprendían
que su marido era un competidor formidable, se alejarían de ella. Esta farsa
continuó durante varios meses.
Bill, un joven en otro grupo, se comportaba en forma análoga. Se mostraba
muy interesado en seducir a las mujeres del grupo y modelaba su conducta en
un esfuerzo por parecer afable y encantador. Ocultaba su sentimiento de tor
peza, su desesperado deseo de ser “frío”, su temor ante las mujeres, y su envidia
por algunos hombres del grupo. Nunca pudo revelar su masturbación compulsiva
y su voyerismo ocasional. Cuando otro miembro masculino expuso su desdén
por las mujeres del grupo, Bill (satisfecho por la desaparición de la compe
tencia) lo elogió por su sinceridad. Cuando otro miembro discutió, con mucha an
gustia, sus fantasías homosexuales, Bill deliberadamente se negó a ofrecerle el
alivio que habría significado compartir sus fantasías similares. Nada le parecía
más importante que ser “ frío” .
Otra paciente dedicaba todas sus energías a modelar una imagen de agilidad
y profundidad mentales. Continuamente discutía con el terapeuta, a menudo de
manera sutil. Se burlaba de cualquier ayuda que éste intentaba ofrecerle, y
se sentía muy ofendida cuando él procuraba interpretar su conducta, ('liando el
terapeuta comentó que ella le hacía sentir que él no tenía nada valioso que
ofrecerle, la paciente tuvo su mejor momento, pues alegremente alirmó que quizá
¿/debería acudir a un grupo de terapia para auali/.ai sus problemas.
EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS I(i l
idea original de Freud era que las mismas energías psíquicas responsables
de la represión de una experiencia nociva actuaban para cuidar la entrada del
recinto del material reprimido y para rechazar cualquier investigación que
amenazara perturbar ese material y causar la disforia original. La definición
se ha ampliado desde entonces, pero aún conserva la connotación general de
“ protección” . Obviamente, la resistencia en este sentido es muy evidente en
la terapia de grupo, en el nivel individual y (com o lo examinaremos) en el
nivel de grupo. Deseo hacer énfasis en la abundancia de gratificaciones se
cundarias que hay en la terapia de grupo. A menudo el trabajo terapéutico
en éste no se desvía debido a que el paciente esté demasiado angustiado, defen
sivamente, sino porque no desea renunciar a la gratificación.
Con frecuencia, cuando el terapeuta se siente perplejo por el curso de los
sucesos en el grupo de terapia, le es muy útil distinguir entre la tarea pri
maria y la gratificación secundaria. Si el terapeuta se pregunta: “ ¿Está tra
bajando el paciente en su tarea primaria?” tendrá un punto de partida sólido.
Cuando la sustitución de la gratificación secundaria por la tarea primera
está muy bien arraigada y se resiste a la intervención, el terapeuta puede
usar una técnica muy poderosa; recordarle al paciente su tarea primaria, sus
razones originales para acudir a la terapia.
El mismo principio se aplica a todo el grupo de terapia. Puede decirse
que el grupo tiene una tarea primaria que consiste en desarrollar y explorar
todos los aspectos de la relación de cada miembro con todos los demás, con
el terapeuta y con el grupo como conjunto. El terapeuta y, más tarde, los
miembros del grupo pueden con bastante facilidad percibir cuando el grupo
está trabajando, cuando está participando en su tarea primaria y cuando está
evitándola. El jefe puede no advertir qué está haciendo el grupo, pero sabe
que no está dedicado a desarrollar o a explorar las relaciones entre los miem
bros. Si el terapeuta ha logrado ayudar al grupo a identificar su tarea, debe
concluir que los miembros la están eludiendo activamente, ya sea por alguna
disforia relacionada con la tarea o por alguna forma de gratificación secun
daria bastante satisfactoria para suplantar el trabajo de la terapia.
I n su cuarta sesión la señora Straw, una adicta a las drogas alcaloidea-, muv
enferma, con una marcada incapacidad para interactuar directamente con I",
olí0,1 (un problema que el grupo estaba explorando) hizo un relato de ta ll a d o
V complejo de una discusión familiar. Con su interminable letanía de nomino
•li primos, tíos abuelos y vecinos, la historia, sin importar lo que Hignilhaba,
«amó el efecto de excluir a los terapeutas de su mundo durante la luna de
(•tapia.
Igualmente, un terapeuta comentó que se sentía impaciente, Ilustrado y
muy excluido. Ella entonces tomó una nota de su bolso y leyó algo que dijo que
balda exento para el grupo de terapeutas. Era una prolongada alegoría escalo
I'bulle en la que ella se describía nadando sin sentido en círculos, y unos nidos
•|u* •liaban cerca trataban de nadar con pesos atados a sus pies que los ndul
i" les habían colocado para ayudarlos a que desarrollaran sus fuerzas I lia le
l'*d|ó ayuda a gritos a la gente que estaba en la playa y la alentaron a que
- .-doi/ara por nadar para que descansara en un bote que, sin enihaipn.
• taba lleno de buyos y Inicia agua, I lia subía que, aunque el bote le servilíu pata
i. ■anxai, nunca podríu nndni en un bote.
la alegoría era conmovedora y misteriosa; pero los terapeutas, cuando n
- "id»...... la turra prlnuola del grupo, mnnifcxlamn de nuevo sus senlliuleiiloi
' 'linuón y Ilustración l a lecluia do la alegoría había sido algo lotnlmcnl.
atill'dii o q u e en lealldlul los había mantenido a gian distancia, la sefloia Sliaw
•otoin. afiimó que ella quería decirle al guipo que sentía que estaba ahogan
l bi terapeuta alomó que había pan dado drsile la primera sesión el
•nllmienlo de que ella se . daba abogando, y piegllllló poi qué tuvo que dn li
166 EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS
Ayudar a los miembros del grupo a orientarse hacia el proceso. Desde hace
mucho se sabe que las observaciones, los puntos de vista, y los insights que
se logran por esfuerzo propio, se consideran aún más valiosos que los que
son imbuidos por otra persona. El jefe de grupo maduro se resiste a la ten
tación de hacer brillantes interpretaciones de virtuoso; en vez de esto, busca
los métodos que les permitan a los pacientes conocerse por sus propios es
fuerzos. Como Foulkes20 señaló: “ Hay veces en que el terapeuta debe re
primir su sabiduría, tolerar el conocimiento imperfecto y esperar a que el
grupo encuentre soluciones.”
La tarea, pues, es influir en los miembros para que encuentren y valúen
la perspectiva del proceso. Muchas actividades del jefe por establecer ñor
mas, que describimos antes en este capítulo, sirven para este fin. Por ejein
pío, el terapeuta hace énfasis en el proceso sacando periódicamente a los
miembros fuera del aquí y del ahora e invitándolos a eonsideiai mas des
EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS tí»7
/ ,h ihi,u l,i ,ii'filiación de lo\ [iiiclrnirs Je los eom cnU uios Je hi Huillín,i
i ■.<« J> I ¡ ' h u e s o I Senil l'il/gi lllld c.i libio tilia ve/ “ Me senil impul ado
i p> ii- ii |Dloi. mío, era muy dilteil! Movei lodos cnon glandes b a ú l e s di
ti*- I n la U tapia si li s pide a los pacientes que piensen, qm i ambii n
mIi un i'lu’i llilri nos, que culminen las colINecUC líelas di mi conducta I NU
168 EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS
1. Me estás interrumpiendo.
2. Tu voz está tensa y tus puños están crispados.
3. Cuando me hablas, siempre riñes conmigo.
4. Cuando haces eso, me siento enojado, amenazado y a menudo asustado.
5. Creo que quieres competir conmigo y estás tratando de desvalorizarme.
6. He observado que haces lo mismo con todos los hombres del grupo. Aun
cuando tratan de ayudarte, los rechazas. Por consiguiente, ellos te consideran
hostil y amenazador.
7. En las tres reuniones cuando no había mujeres presentes en el grupo,
te mostraste más accesible.
8. Creo que estás tan preocupado por tu atractivo sexual con las mujeres
que sólo ves a los hombres como competidores. Te privas de la oportunidad
de hacer amistad con ellos.
9. Aunque siempre pareces desear reñir conmigo, parece haber otro aspecto.
A menudo te quedas después de la reunión del grupo para hablar conmigo.
Con frecuencia me miras en el grupo. Además, recuerda ese sueño que descri
biste hace tres semanas en el que nosotros dos luchábamos y caíamos al suelo
abrazados. Pienso que deseas estar cerca de mí, pero de alguna manera confundes
la amistad y la homosexualidad, y me rechazas.
10v Te encuentras solo aquí y crees que eres indeseable y que nadie se ocupa
de ti. Esto reanima muchos de tus sentimientos de insignificancia.
11. Lo que está sucediendo ahora en el grupo es que te aíslas y te apartas de
todos los otros hombres. ¿Te sientes contento con esto? (Recuerda que una
de tu metas cuando empezaste la terapia de grupo era descubrir por qué no
tenías ningún amigo varón y cómo remediarlo.)
Obsérvese que los comentarios forman una sucesión que va desde comen
Luios de datos percibidos (observación de un solo acto) hasta una deseiip
EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS I /I
ción de los sentimientos evocados por ese acto, observaciones de varios actos
durante un periodo de tiempo, la yuxtaposición de diferentes actos, las es
peculaciones acerca de las intenciones y las motivaciones del paciente, l<>.
comentarios sobre las repercusiones desafortunadas de su conducta, la inrlu
sión de más datos inferenciales (sueños, gestos sutiles), llamar la atención
sobre la similitud entre sus patrones de conducta en el aquí y en el aluna y
en su mundo social exterior,
A medida que la secuencia progresa, los comentarios se basan más en ¡n
ferencias. Empiezan con observaciones de datos percibidos; gradualmente <am
bian y se hacen generalizaciones más complejas basadas en secuencias •l> la
conducta, en patrones interpersonales, en material de fantasías y de suchos A
medida que los comentarios se vuelven más complejos e inferenciales, el auim
de los comentarios se aleja más de la otra persona; en resumen, es cada v■/
más un terapeuta que comenta el proceso. Los miembros a menudo nuiluo
mente hacen algunas de las primeras afirmaciones, pero, por razones «|u« \a
he presentado, rara vez hacen las que presento al final de la secuencia l ni i•
paréntesis, hay una barrera excepcionalmente clara entre los comcni.u m-
núin. 4 y núm. 5. Las primeras cuatro afirmaciones provienen de la espedí n
lia del comentarista. Son su experiencia; pueden ser devaluadas o ignoi.ulie
pero no negadas, ni pueden quitárselas. La quinta afirmación ( " ( ‘n o qm
quieres competir conmigo, y estás tratando de desvalorizarme") prohahli un a
le evoca la necesidad de defenderse y de interrumpir la corricnie di ini< ia.
ción constructiva. Este tipo de comentarios es una intrusión, es una eou|i im •
acerca de las intenciones y las motivaciones de los otros, y a menudo mi
rechazados, a menos que se haya establecido antes una relación ¡nipoiianii
confiable y positiva. Si los miembros en un grupo nuevo se hacen muluniiu n
ir muchos comentarios como los del tipo núm. 5, posiblemente no desuno
liaran un ambiente terapéutico constructivo.
, l)e <¡uc numera esta serie ( o cualquier serie de com en tarios deI ¡m u e s o )
li ayuda al p acien te a cam biar? Al hacer estos comentarios del proceso <I
iiiaprula inicia el proceso del cambio guiando a sus pacientes de guipo i I"
largo de las siguientes secuencias:I
cmi la información reunida en los primeros tres puntos, los pacientes formulan
(“valuaciones de sí mismos; hacen juicios sobre su propio valor y su capaci
dad de amar. (Recuérdese el aforismo de Sullivan de que el concepto de sí
mismo en gran parte se basa en evaluaciones reflejas de sí mismo.)
uno nace allí, nace junto con el grupo. Cada miembro parte de una base
igual. Cada uno, a la vista de los otros (y, si el terapeuta hace su trabajo, a
la vista de sí mismo), de un modo gradual abre y modela su propio espacio
vital en el grupo. Cada uno, en el sentido más profundo de este concepto, es
“ responsable” de su espacio y de la secuencia de sucesos que le ocurrirán en
el grupo. Después de que el paciente evalúa verdaderamente esto, deduce que
debe aceptar que no hay esperanza de cambio a menos que él cambie. Los
otros no lo cambiarán, ni el cambio ocurrirá para él. Él es responsable de su
pasado y de su presente en el grupo (y también en el mundo exterior), y es
similar y totalmente responsable de su futuro.
El terapeuta ayuda al paciente a comprender que el mundo está arreglado
de un modo generalmente predecible y ordenado; no es que no pueda cam
biar, sino que no cambiará; él tiene la responsabilidad de crear su mundo, y
por consiguiente, la responsabilidad de transformarlo.
No es peligroso cambiar
lándola constantemente para que no se libere, y más tarde sufra una venganza
de los otros. El terapeuta le ayuda al paciente a manifestar la agresión en
pequeñas dosis en el grupo; su resentimiento por ser interrumpido, su irritación
con los miembros que habitualmente llegan tarde, su ira con el terapeuta por
cobrarle dinero, etc. En forma progresiva, le ayuda a relacionarse francamente
con los otros miembros y a desmitificarse como un ser enajenado y homicida.
Aunque el lenguaje es distinto, éste es precisamente el mismo enfoque para
cambiar que se usa en la desensibilización sistemática: una importante técnica
en la terapia de la conducta.
Puedo cambiar, so y p ó te m e
* Los educadores desde hace mucho se han dado cuenta de que el profesor más
eficaz a menudo es un compañero cercano, alguien que está bástanle cerca del estudian
te para ser aceptado, y que, al identificarse con el proceso mental del estudiante, puede
presenlai material de un modo oportuno, accesible
EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS 179
podía hacer que el terapeuta estuviera en deuda con ella, entonces ella debía,
de manera recíproca, recibir el amor que buscaba. Sin embargo, la busca del
amor de Louise siempre fracasaba. Su eterna amabilidad, su temor a afirmar
se, su continua desvaloración de sí misma sólo lograban hacerla parecer tonta
e insípida ante las personas que ella más deseaba. Louise, igual que Stephanie,
giraba en un círculo vicioso que había creado: cuanto más fracasaba en con
seguir el amor, tanto más frenéticamente repetía el mismo patrón destructivo:
el único curso de conducta que conocía o se atrevía a practicar.
Estas interpretaciones ofrecieron dos explicaciones para un patrón de con
ducta similar: la atracción “ sexual” por el terapeuta. Se bosquejaron dos ca
minos dinámicos diferentes para el masoquismo. En cada uno, el terapeuta
reunió varios aspectos de la conducta en el grupo y también material de la
fantasía, y sugirió que, si se hicieran ciertas suposiciones (por ejemplo, que
Stephanie actuaba como si sólo pudiera obtener el amor del terapeuta presen
tándose como una persona gravemente enferma; que Louise actuaba como si
ella sólo pudiera obtener su amor sirviéndolo a él y haciendo que estuviera
en lleuda con ella), entonces el resto de la conducta “ tendría sentido” . Ambas
interpretaciones eran vigorosas y tenían un efecto significativo en la conduc
ía futura. Sin embargo, ninguna formulaba la pregunta: “ ¿Por qué llegaste a
n así? ¿Qué sucedió en tu pasado que creó ese patrón?” Ambas interpreta-
f¡mies se referían a patrones concéntricos comunes existentes: el deseo de
amor, la convicción de que éste sólo podía obtenerse de cierta manera, el sa-
' i ilirio de la autonomía, la consiguiente vergüenza, y la consiguiente necesi
dad creciente de una señal de amor, etcétera.
l ln formidable problema que se relaciona con las explicaciones basadas en
■I pasado distante, es que contienen las semillas de la desesperación terapéu-
ii. a l'sto es una paradoja formidable: si el pasado nos determina plenamente,
d. donde proviene la capacidad para cambiar? Como es evidente en sus
-.I., as tardías, como El psicoanálisis limitado e ilimitado, el punto de vista de
i i. nd intransigentemente determinista lo condujo a este nudo gordiano, pero
ii" logró romperlo.
\tlemas, el pasado no determina más al presente y al futuro que lo que és-
i" I.. d. h iminan. Id pasado “ real” existe para cada uno de nosotros sólo en
....... dida en que le damos poder en el presente ante el horizonte del futuro.
I i aiil nos recuerda que los pacientes, hasta en una terapia prolongada, sólo
. in i .la n una liaeeion mínima de sus experiencias pasadas y pueden recordar
iui. ti .ii •.electivamente el pasado solo para lograr una consistencia con su
..iiiiil punto de vista de si mismos ( ( ¡nHiiiair" sugiere el término “ apología”
......... .. ieimisil iiccion del pasado ) A medida que un paciente por medio
i. I,, i.iapui . amina sil imagen pn .ente puede mugani/ai o leintegrai su
i . id... poi r|rmplo. pm di iCM'idui las antiguas e i peí inicias positivas, olvi
182 EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS
dadas, que tuvo con sus padres. Puede humanizarlos y, en vez de percibirlos
solipsísticamente (com o figuras que existieron en virtud de los servicios que
le prestaron a él), puede empezar a entenderlos como individuos agobiados,
bien intencionados, que lucharon con los mismos hechos abrumadores de la
condición humana a los que él mismo se enfrenta. Después de que el individuo'
reorganiza el pasado, este nuevo pasado puede influir más en la evaluación de
sí mismo. Sin embargo, la reorganización del rasado, y no sencillamente la
exploración del pasado, es lo crucial.
Si las explicaciones no deben buscarse desde una perspectiva originológica
y si el más potente enfoque del grupo es el aquí y el ahora no histórico, ¿sig
nifica esto que el pasado no desempeña ningún papel en el proceso terapéu
tico del grupo? De ninguna manera. El pasado es un visitante asiduo del gru
po, y un visitante más asiduo del mundo privado interior de cada miembro
durante el curso de la terapia. Por ejemplo, no es extraño que el pasado des
empeñe un papel importante en el desarrollo de la cohesión del grupo aumen
tando la comprensión y la aceptación entre los miembros. El pasado a menudo
es muy valioso para solucionar un conflicto. Por ejemplo, considérese a dos
miembros que entablan una lucha aparentemente irreconciliable, en la que cada
uno encuentra muchos aspectos repugnantes en el otro. Con frecuencia una
comprensión plena de la ruta del desarrollo por la que cada individuo llega
a su punto de vista particular puede humanizar la lucha. Un individuo con
una actitud de rey que expresa arrogancia y condescendencia, puede de pronto
parecer comprensible, y hasta simpático, cuando nos enteramos de que sus
padres son inmigrantes y de su desesperada lucha por superar la degradación
de su infancia que transcurrió en un barrio miserable. Los individuos se bene
fician cuando los conocen plenamente los otros miembros del grupo y así son
aceptados; llegar a conocer el proceso de desarrollo de los otros es un recurso
fecundo y a menudo indispensable para conocer a la persona.
Nunca puede lograrse enteramente un enfoque interaccional del “ aquí y del
ahora” no histórico. El examen de la previsión del futuro, temido y deseado,
y de las experiencias pasadas y presentes es una parte inseparable de la con
versación humana. Usualmente la omisión del pasado, o de la vida exterior
presente, es un importante material de grupo. Vale la pena observar que cierto
paciente a menudo habla de su padre, pero nunca de su madre, que nunca
menciona a sus hijos en el grupo, y que de hecho muestra poca integración
con su papel de esposo o padre, o que nunca le cuenta al grupo los cambios
en sus relaciones con otras gentes. Cada una de estas omisiones arroja luz
sobre el inundo de las experiencias actuales riel paciente, l o importante en
esto es el acento; el pasarlo es el sirviente y no el amo. Es importante porque
explica la ic.ilutad actual del paciente a medida (|iu el se dcsairnlla en reía
iiuii i i i i i los o lio s miemluos del guipo (orn o aliona Uyeroll "Tiene mas
EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS 183
SEGUNDA PARTE
' |•i- d" |ii i animai lili lipo especifico (Ir explicación del proceso, AlgU-
i i, d pi ti |io clljMii cultual l u i s n a o enl ei ámenle el fenómeno masivo
i udieii n, en ai . di •» luí aciones, al p.111 po" o a n o s o l i o s " o a
184 EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS
I staban presentes seis miembros del grupo en su reunión número 65. Un miem
bro, John, estaba ausente. Por primera vez y sin una mención previa, una
paciente, Mary, llevó a su perro a la reunión. El grupo, en general animado
y activo, se mostró extraordinariamente inactivo e improductivo. Sus palabras
apenas eran audibles y durante toda la reunión hablaron de tópicos seguros en
un nivel de impersonalidad apropiada para cualquier reunión social amplia,
(nan parte del contenido se centraba en los hábitos de estudio (tres miembros
cían estudiantes universitarios), en los exámenes y en los profesores (en especial
comentaron sus fallas y que no eran confiables). Además, el miembro más
anlig,uo del grupo habló de los ex miembros que hacía mucho tiempo habían
paitillo del grupo: el fenómeno de los “ viejos buenos tiempos” . AI perro (una
i Malina detestable e inquieta que se pasó la mayor parte de la sesión de grupo
lamiéndose ruidosamente los genitales) nunca lo mencionaron; y finalmente el
leiapeuta, creyendo que hablaba en nombre del grupo, mencionó el hecho
de que M .u y hubiera llevado su perro a la reunión. Para sorpresa del terapeuta,
a Mary (una miembro muy impopular y nareisista) la defendieron unánimente;
lodos negaron que el perro de alguna manera hubiera servido de distracción,
\ el le iap e illa lile el m in o que protestó
pues. Pero primero, ¿cuál es la prueba de que esa reunión fuera de “ huida” ?
í /huida de qué? Debemos considerar la antigüedad del grupo; en un grupo
nuevo, que se hubiera reunido, digamos, por tercera vez, esta sesión no habría
ido una manifestación de resistencia, sino de la incertidumbre del grupo acerca
ii larca primaria y de su busca por establecer normas de procedimiento. Sin
embargo, este grupo ya se había reunido durante catorce meses y, además,
t.e. reuniones anteriores habían tenido un carácter asombrosamente distinto. Una
prueba convincente de huida se presenta cuando se examina la reunión anterior
ilc| grupo. En esa reunión, John, el miembro ausente de la reunión que con-
ideiamos, había llegado veinte minutos tarde, y caminaba por el corredor
>o el momento preciso en que la puerta del cuarto de observación contiguo es-
i.ib.i abierta. John oyó las voces de los otros miembros del grupo y vio un
' uaiiii lleno tic observadores que veían al grupo; además, los observadores
m ii e momento se reían de algún chiste suyo. A John, como a todos los otros
mu mbi o\ ileí grupo, le habían dicho que el grupo estaba siendo observado por
mu. . ■.ludíanles, sin embargo esta irreverente confirmación desagradable lo
■i. i-, uii 11 lulo. ( íiando John, en los últimos momentos de la reunión, finalmente
piulo li.il>1.11 de esto con los miembros del grupo también, ellos se sintieron
uimdído'. Y. como ya hemos visto, John faltó a la siguiente sesión, con los
o ni liados vistos.
I le suceso luc una catástrofe de grandes proporciones para el grupo. Lo
habí ia '.ido para cualquier otro grupo; había producido serias dudas en las
meiiii s ilc los miembros acerca de la situación terapéutica. ¿Era confiable el
leiapeula? ¿El, como sus colegas en el cuarto de observación, se reía interior-
un iiir de ellos? ¿Cualquier cosa que él decía tenía una base genuina? ¿El gru
po, que antes se había percibido como una situación humana, de hecho era
un espécimen de laboratorio estéril, inventado, donde los individuos eran es
tudiados de un modo desapasionado por un terapeuta que probablemente era
mas leal con “ ellos” (los otros, los observadores) que con el grupo? A pesar
de, o (deberíamos decir) debido a la magnitud de este penoso problema, el
guipo se negó a enfrentarse a la situación. En vez de esto, mostró una con-
dii< la de Imida, que ahora empezamos a comprender. Expuesto a una amena-
i del exleiior, el grupo se unió estrechamente para protegerse. Los miembros
hablaron en voz. baja acerca de tópicos seguros para evitar compartir algo con
la nmemi/u del exterior (con los observadores y, por asociación de ideas,
mui el icrnpenla). No apoyaron al terapeuta cuando preguntó acerca de la con
din la obviamente perturbadora del perro; los “ viejos buenos tiempos” luc
tma re le re neia y un anhelo del tiempo pasado cuando el grupo era puro y
podía conhai en el leiapeula I a discusión de los exámenes y de los piole.o
leí en I " . qui no podía coiiíiaise lambién era una expiesión llgeiámenle ve
hidu de lux m (iludí s n u lo t I l e í apeuta
EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS 187
bros, ni desafíos por el status o luchas por el control; o un grupo puede reu
nirse durante un año o más sin que surja una señal de intimidad o acerca
miento real entre los miembros. Esta negativa a colaborar es producto de que
los miembros del grupo colectivamente crean normas que determinan su eva
sión. Si el terapeuta percibe que el grupo les está ofreciendo una experiencia
unilateral o incompleta a sus miembros, puede comentar el aspecto de la vida
del grupo que falta en ese grupo particular. (Esta intervención supone, desde
luego, que hay. fases de desarrollo del pequeño grupo regularmente recurren
tes, predecibles, con las que el terapeuta está totalmente familiarizado. Este
tema lo examinaré en el capítulo x.)
In t e r p r e t a c io n e s m a s iv a s de g ru po : c o n s id e r a c io n e s g en erales
In t e r v e n c io n e s totales de g ru po : otras p e r s p e c t iv a s
Otro importante aspecto del punto de vista de Bion sobre los grupos es
que están centrados en el jefe. Los tres estados de supuesto básico están orien
tados hacia el problema de la jefatura. Cada tipo de grupo busca un jefe
que satisfaga sus necesidades: el grupo de supuesto básico de dependencia
intenta de varias maneras ejercer coacción u obligar al jefe profesional para
que los guíe; el grupo de huida-lucha busca a un miembro que lo guiará en
esa dirección; el grupo de apareamiento optimistamente se aparea y aguarda,
espera que el jefe “ surja del vástago de la pareja” .33
I lobo hueei énfasis en un punto que considero esencial para analizar totalmente
l,i escena primigenia primitiva a medida que se revela en el grupo. Esto difiere
iiota Memento de la escena primigenia en su descripción clásica en que es mucho
mas lunlnslieu y putei<• iiuponci que una parte de un pudre, el seno o el cuer
po de la mutile, contienen enlie olios objetos lililí parte del padre |.. | Me pa-
le v que la espeilencla di guipo olnvi lili amplio maleiial pata apoyai el plinto
194 EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS
de vista de que estas fantasías tienen importancia permanente para el grupo [...]
Hasta en un grupo “ estable” los niveles psicóticos profundos deben mostrarse,
aunque esto pueda implicar temporalmente un aumento aparente de la “ enfer
medad” del grupo.35
Repaso del enfoque de Bion. Bion parecía mucho más interesado en com
prender la dinámica de los grupos que en elaborar un sistema eficaz de te
rapia de grupo. Uno de los colegas de Bion, que colaboró con éste mientras
dirigía grupos en la Clínica Tavistock (1947-1949) y que heredó sus gru
pos clínicos, afirmó: “ La técnica de grupo de Bion parecía básicamente
apropiada para los empleados cuya meta era comprender la dinámica del gru
po. Los pacientes podían ser ayudados siempre que tuvieran un nivel de
sofisticación bastante elevado para comprender la importancia que tenían las
interpretaciones masivas de grupo para sus propios problemas. Los pacientes
tratados en este tipo de terapia de grupo que carecían de este grado de sofis
ticación a menudo reaccionaban con asombro y perplejidad.” 38 Tuve oportu
nidad de observar durante un año a dos grupos de neuróticos no hospitalizados
dirigidos por dos terapeutas con mucha experiencia en Tavistock. Tuve la
impresión de que los grupos eran singularmente ineficaces. Los pacientes pare
cían asombrados con las interpretaciones del terapeuta. De hecho, el papel
muy restringido del terapeuta (por ejemplo, su impersonalidad, su indiferencia,
hacer sólo interpretaciones del proceso del grupo, etc.) servía, según creo,
para disminuir y no para aumentar el potencial terapéutico inherente al am
biente del grupo pequeño. Un reciente estudio de Malan39 corrobora esta
impresión. En un estudio de resultados cuidadosamente controlados de los
pacientes en los grupos de terapia en Tavistock, Malan y sus colaboradores
descubrieron que no había diferencia en el resultado entre los pacientes que
habían estado por lo menos dos años en terapia de grupo y los que habían
abandonado la terapia después de sólo unas cuantas reuniones de grupo. Ade
más, informaron que la evaluación retrospectiva de los pacientes sobre la
contribución de los terapeutas era decididamente negativa. Los pacientes co
mentaron que los terapeutas no eran serviciales, y se mostraban distantes,
despreocupados y enigmáticos. Hasta hace poco, el modelo Bion Tavistock
había influido relativamente poco en la práctica de la terapia de guipo en lista
dos Unidos, quizá en parte, como lo sugiere l’ arlofP7 porque Bion se apoyaba
en conceptos kleinianos y no l'reudianos Sin embargo, con las cieciente*. un
EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS 195
0 con los otros (en una colaboración madura). Este repertorio social parece
paralelo a la lucha (contra), la huida (alejarse), la dependencia (hacia), el
trabajo (con ). Además, como observa Parloff,37 el sexo (apareamiento),
la agresión (lucha-huida) y la dependencia podrían ser una clasificación ade
cuada de los estados que motivan a los miembros de cualquier grupo. Sin
1mbargo, la existencia de estos fenómenos de ninguna manera valida al sistema
de Ilion. No es necesario postular un sistema muy elaborado para explicar el
hecho de que los miembros del grupo pueden sentirse amenazados por su tarea
;r.¡guada en el mismo y pueden dedicarse a la conducta de evasión. El grado
de hi amenaza y la naturaleza de la conducta de evasión los determinan las
ni as más conflictivas de los miembros, los estilos de conducta preferidos, y
l.i. leyes de la dinámica de grupo.
Ilion propuso un sistema que intentaba representar la dinámica básica de
indf. los grupos; sin embargo, los investigadores de grupo objetivos a menudo
n o p ueden clasificar los sucesos en sus propios grupos de acuerdo con la
i..nía de Ilion. Debe recordarse que Bion estudió los fenómenos de grupo
m i un u p o muy especializado, el cual se enfrentaba a una tarea muy ambigua
[. •.] Que puede considerarse que contiene el estira y afloja determinado incons
cientemente que ejercen los miembros del grupo mutuamente y sobre el terapeuta,
lo que hace que los pacientes reaccionen entre sí, y hace que seleccionen, re
chacen y distorsionen las observaciones mutuas, que modelen y remodelen las
intervenciones mutuas, hasta que surge gradualmente cierta estru ctu ra c o m ú n
d e g r u p o , la cual es un vector, el resultado de las contribuciones indivi
duales de todos los miembros del grupo. Contiene las características dinámica
mente esenciales de las tres relaciones de cada paciente, y por ello podría
describirse como su común denominador.45
traría la naturaleza irreal de estos temores con sus actos más rápidamente
que un terapeuta opaco e impersonal con sus palabras.
No sólo el papel del terapeuta está restringido, sino también el grupo puede
verse restringido. Las interpretaciones de Ezriel (y de Bion) centradas en el
terapeuta pueden producir un grupo centrado en el jefe con limitadas interac
ciones interpersonales entre los miembros, con una cohesión limitada y un
ambiente desfavorable para el aprendizaje interpersonal. Adviértase que no me
opongo a la formulación de Ezriel sobre la interpretación analítica; la formu
lación tripartita (la relación requerida, la relación de evasión y de desgracia)
es un enfoque claro, y, según creo, un enfoque sólido de un aspecto de las
relaciones humanas. Para el terapeuta que no pertenece a la escuela del psi
coanálisis freudiano, el contenido de las interpretaciones de Ezriel puede re
sultar inaceptable; en general él expresa las relaciones de evasión y de des
gracia en el lenguaje rígido de la sexuaüdad infantil preedípica o edípica
inconscientes. Sin embargo, el sistema tripartita puede adaptarse a otros mar
cos de referencia. Los pacientes cuyas relaciones interpersonales son de mala
adaptación se ven impulsados por las reacciones internas a relacionarse con
los otros de una manera relativamente fija; sus estilos están determinados
por el temor a una desgracia (por ejemplo, el rechazo, la burla, el desprecio,
ser devorados, su propia ira incontrolable) si intentan relacionarse en forma
diferente. La elección del lenguaje-para la interpretación es arbitraria y acci
dental.
Las interpretaciones masivas de grupo son muy importantes en el enfoque
de Ezriel. Recuérdese que cada una de sus interpretaciones primero describe
la estructura del grupo y después la contribución de cada miembro a esta
estructura. El requisito de que el terapeuta aguarde hasta que comprenda
(o crea entender) la estructura de grupo le complica mucho la vida; no sólo
se ve impedido de participar en forma útil en otros momentos, sino también se
vr agobiado por la tarea de diagnosticar, con guías excesivamente imprecisas,
la eslmctura de grupo. Reconocer la estructura común de grupo es, igual que
tu*: culturas de los supuestos básicos de Bion, un proceso muy arbitrario,
i /ncl, como Bion, sugiere que el material producido por todos los miembros
•li I guipo lo maneje el terapeuta como si lo hubiera producido un paciente,
i a unanimidad de los miembros no se necesita para que el terapeuta pueda
|u/gai lo que está haciendo “ el grupo” . Ezriel, por ejemplo, pudo diagnosti-
i >ii la rsliurtma del grupo basándose en los productos verbales de sólo tres
,1. lo-, nueve miembros.'11 Se considera que los miembros del grupo al guar-
dnt silencio, están de acuerdo con los otros ( “ comunicación por delcga-
, inn ') 11 No es claro poi (pié el desacuerdo deba veibalizarse activamente.
Dadas rsliis objeciones, , poi qué mole laisc en haca interpretaciones ma
lva- de guipo? ¿A que Un sirven estas? Iv/iirl níiima «pie la conducta del
.’()() EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS
sarrollo; en vez de esto, el deseo perturbador (ser único y ser distinguido por
el terapeuta con un favor especial) sólo se suprime al servicio de la comuni
dad. Sin embargo, otras soluciones pueden ayudar más al desarrollo personal
y del grupo.
Proposición 4 : Las soluciones con éxito tienen dos propiedades. Primero, son
compartidas; la conducta de todos los miembros está de acuerdo o está vincu
lada con la solución. Segundo, las soluciones con éxito' reducen los temores
reactivos; los individuos experimentan gran angustia antes de encontrar una so
lución con éxito, y menos angustia después de que la encuentran.
Consideraremos cada uno de estos conceptos. Confío en que ahora nos son
familiares: ya he examinado cada uno muchas veces en este texto. Se exponen
para justificar el enfoque interpretativo masivo de grupo; sin embargo, con
sidero que ninguno de éstos requiere un comentario sustancial del proceso
masivo de grupo ni restringe el papel del terapeuta a la interpretación, En el
enfoque interaccional que he descrito, hay muy pocas posibilidades de que
un paciente sea sustancialmente favorecido y que se olvide a los otros, ya que
el terapeuta siempre considera el proceso de una transacción; si un paeienh
habla, el terapeuta considera el contexto interaccional del acto: “ ¿ P o i qu< lo
hace ahora? ¿Qué nos revela este acto acerca de su relación con los o l i o 1
¿Por qué otros guardaron silencio después de que él habló?” El iriaprui.i
interaccional siempre considera la conducta de cada miembro empollada <n
el contexto del grupo. La “ universalidad” (el descubrimiento de la n.ilmali
/a compartida de las preocupaciones profundas del individuo) ya la lie m o s
considerado ampliamente. El último punto (fomentar la regresión) es m as
complejo. Según mi experiencia, la regresión ocurre invariablemente en un
grupo interaccional; un enfoque que alienta a los miembros a moslrai de mu
ñera muy profunda su conducta interpersonal básica siempre lómenla la ie
gresión. Los modos más perturbados, distorsionados, interpersonales siempn
surgen en un contexto que permite el afecto libre, dcsinhibido, y la mnmíi .
(ación de la conducta. No se necesita ninguna mixtificación semiddibciadn
ni una conducta impersonal del terapeuta para alentar la regresión enlie l<>
miembros o en las transacciones del miembro con el terapeuta. La re g ie sm n
se advierte más comúnmente en el punto de vista distorsionado que el p.i
cíenle tiene del terapeuta. Como lo examinaremos en el siguiente capítulo,
la liansferencia no tiene que ser coaccionada para que exista: es un le ñ ó m e
un ubicuo en. la terapia de grupo. Desde luego, la tarea en la terapia di guipo
co n siste mas bien en resolver la regresión que en evocarla.
1 (I l'-milnn y U Niiitlfl, " l i i i i n n InlnVrnlim iN mui N o m in livr l'n lln n* Itt ilu
I |Miiii|i", / I/'/’/ llrlmv ,NV/, N 'i Ifi'J. IVftíi
I» ,Nllti|'lm y • lili I "< liniip llimu|iy In I H|)i llnim liil l'n *ipr» I i ve", lili / i . m u //'
/ ‘m h o llín . 17 .'II " I, H»A7
;0 4 EL TERAPEUTA: TAREAS Y TÉCNICAS
vestir a un maniquí en una tienda de ropa (ésta es, desde luego, la razón teó
rica que se encuentra detrás del papel tradicional de “pantalla en blanco” del
analista).
3. El tipo más importante de interpretación que puede hacer el terapeuta
es el que aclara algunos aspectos de la transferencia ( “ la interpretación muta
tiva” de Strachey).
I ii nula uno tic estos ejemplos el terapeuta observó en forma selectiva los
(lui,,s yt desde la atalaya de su concepción del factor curativo más importante,
l u / o iiiiji interpretación pragmáticamente correcta, ya que enfocó la atención
de los miembros en su relación con el jefe. Sin embargo, en cada ejemplo la
mielpieiaeión centrada en el terapeuta resulto incompleta y negó la importante
n ulidad di la iclaeión entre los miembros. De hecho, los miembros del primei
yiupo, ademas de descaí reeibii una mención única del leíapeulii, trnhin un
EL TERAPEUTA: TRANSFERENCIA Y TRANSPARENCIA 209
La t r a n s í u h b n c ia un i .a i r r a im a de grupo
.mlu-lo les sirve como un horizonte interno contra el que se destacan en silueta
lodos los otros sucesos del grupo. Sin importar cuánto quieran a los otros miem
bros del grupo, sin importar cuánto le agrade a cada uno ver que los otros
se esfuerzan y reciben ayuda, hay un fondo de envidia, de desilusión porque
el no recibe solo la luz del jefe. El deseo de poseer en forma individual al
l< ir y la consiguiente envidia y codicia están profundamente empotrados en la
aibesinicltira de todos los grupos. Una vieja expresión coloquial para los órga
no*. genitales es “ partes íntimas” . Sin embargo, hoy día los grupos de terapia
ili'.eulen los genitales y la sexualidad con mucha tranquilidad, hasta con gusto.
I a*, “ parles íntimas” de un grupo parecen ser la estructura de las cuotas: con
lo . u n i r í a el dinero y las cuotas actúan como electrodos en los que se condensa
'•ion paite de este sentimiento hacia el jefe. La estructura de las cuotas es
un pioblrma especialmente cargado de emoción en muchas clínicas de salud
.......i.d 11111* les cobran a los miembros del grupo cuotas diferentes según sus
IIn*11 i» l o que paga un individuo a menudo es uno de los secretos mejor
■■" mi.id., rn el grupo, ya que las diferencias en el pago (y el corolario silen-
...... ni*.idioso: las diferencias de derechos, y el grado de propiedad) amenazan
l i iiiim>n del grupo; la igualdad de todos los miembros.
I n*. miembros habitualmente esperan que el jefe perciba sus necesidades; a
menudo, r ilo es más evidente para ellos cuando el grupo tiene una reunión
•lili mu, *.¡n jefe (véase el capítulo x m ), en la que pueden sentirse desprotegi-
do*. y desatendidos. No hay nadie en la reunión que sepa, sin que ellos lo
picgimlrii, qué están sintiendo y qué desean del grupo. Un miembro escribió
una lista de los principales problemas que le molestaban; la llevó a una reu
nión lias otra, esperando que el terapeuta adivinara su existencia y que le pidie-
ia que la leyera, Obviamente el contenido de la lista tenía poca importancia. Si
•I en realidad deseaba analizar los problemas enumerados allí, podía haber
lomudo la iniciativa de presentarle la lista al grupo. No, lo importante era la
pi' seneia y la atención del terapeuta. Su transferencia era tal que se había di-
t* n n, iado en forma incompleta del terapeuta; los límites de su ego eran borro-
ir , si el sabía o sentía algo, era equivalente a que el terapeuta lo supiera y lo
■miiera I os pacientes llevan con ellos al terapeuta, él está en ellos, observa sus
•u tos, tiene conversaciones imaginarias con ellos.
< muido varios miembros del grupo comparten este deseo de tener un jefe
omnisapiente, muy protector, las reuniones adquieren un tono característico.
• I guipo parece indefenso y dependiente. Los miembros se devalúan a sí mis
uios y paireen incapaces de ayudarse a sí mismos o a los otros, lista devaluación
en especial diamaliea en un grupo compuesto por terapeutas profesionales
que de pionlo parecen incapaces de formulai hasta las preguntas mas sencillas.
I'oi e|emplo, en una reunión el grupo habló de la muerte Un miembro mea
' i"iii>. pin piimeia ve/, el leeienle lallei imicnto de su inadie I K '.pués se
EL TERAPEUTA: TRANSFERENCIA Y TRANSPARENCIA 215
produjo un silencio. De pronto el grupo sufrió una afasia. Nadie pudo decir
siquiera: “ Cuéntanos más de eso.” Todos estaban esperando; esperando que el
terapeuta hablara. Nadie quería alentar a los otros a hablar por temor a dismi
nuir su oportunidad de obtener el auxilio espiritual del jefe.
También ocurre lo opuesto. Los miembros del grupo parecen desafiar con
tinuamente al jefe. No le tienen confianza, interpretan mal sus motivos, lo ame
nazan como si fuera un enemigo. Son muy comunes los ejemplos de transferencia
negativa. Un paciente, que apenas empezaba la terapia de grupo, gastaba muchas
energías en un esfuerzo por dominar a los otros miembros. Cuando el terapeuta
intentaba señalarle esto, el paciente consideraba malignas sus intenciones: el
terapeuta estaba interfiriendo con su desarrollo, lo estaba amenazando e inten
taba dominarlo, o, por último, el terapeuta deliberadamente estaba obstruyendo
su progreso por temor a que él mejorara con demasiada rapidez y así disminu
yeran sus ingresos. Otra paciente paranoide, que tenía una larga historia de no
cumplir con sus contratos de arrendamiento y de juicios que entablaban contra
ella los disgustados propietarios, revivió sus litigios en el grupo. Se negaba a
pagar su pequeña cuota en la clínica, porque aseguraba que había un error
en la cuenta. Sin embargo, no se daba tiempo para acudir a hablar con el ad
ministrador de la clínica. Cuando en varias ocasiones el terapeuta le recordó la
cuenta, la malvada desagradecida lo comparó con un propietario judío o con un
codicioso capitalista que le habría, gustado dañar su salud permanentemente
esclavizándola cuarenta horas a la semana en una mina de carbón. Otra pacien-
le en forma habitual se enfermaba físicamente y tenía síntomas de gripe
cuando se deprimía. Era imposible para el terapeuta analizarla sin que ella cre
yera que la acusaba de fingir igual que lo hacían sus padres. En un par de
ocasiones un terapeuta aceptó un cigarrillo de una mujer del grupo; otro miem
bro reaccionó muy vigorosamente y lo acusó de “ gorrón” y de explotar a
las mujeres del grupo.
May muchas razones para que se produzca un ataque sin base contra el tera-
ltenia, pero algunas surgen del mismo sentimiento de dependencia impotente
que resulta de esa obediencia embelesada que describimos antes. Algunos pa-
. icnies ( “ contradependientes” ) reaccionan contrafóbicamente ante su dependen-
. ia desaliando incesantemente al jefe. Otros validan su integridad o su potencia
Intentando vencer al gran adversario; tienen un sentimiento de alegría y de
lile i /a después de retorcerle la cola al tigre y salir sin un rasguño.
I a acusación mas común de los miembros contra el jefe es que se mues-
lia demasiado trio, indileientc e inhumano. En parle esto se basa en la realidad.
I' iii ia/ones pi ol'esionales y peisonales, que examinaremos en breve, muchos
Icinpeiila'. se mantienen heimelicoN ante el guipo, Ademas, el papel de comen
huir.la del p mee so tequíete eleilo ale|amieiilo del guipo l'eio aun hay más.
I ir. mlenibio'. Insisten en que di .ean qil( el lei.ipeula sea mas humano, pero
.'Ir» I I TERAPEUTA: TRANSFERENCIA Y TRANSPARENCIA
miullancamcnte tienen el deseo contrario: que sea más que humano. Freud a
mi n u d o hacia esta observación, y más tarde basó su explicación de las creen-
. u . ii-li^iosas en El porvenir ele una ilusión en la sed del hombre de que exista
un m i superior. A él le parecía que la integridad del grupo dependía de
1.1 . \r,inicia de una figura superior que, como la hemos examinado, alimenta la
ilusión de que ama por igual a todos los miembros. Los sólidos vínculos
del guipo se vuelven cadenas de arena si pierden al jefe. Si el general muere en
la batalla, es imperativo que la noticia se oculte para que no se produzca
i I pánico. Igual sucede con el jefe de la Iglesia. Freud se sintió fascinado con
m u novela en 1 9 0 3 , When It Was Dark,t] en la que la divinidad de Cristo
■ i ucslionada y después refutada. La obra describe los efectos catastróficos de
i lo <n la civilización europea occidental; las instituciones sociales antes es-
i il-l. m dispersaron como las partes de un aeroplano de juguete cuyo pegamen-
La p s ic o t e r a p ia y la t r a n s p a r e n c ia
partida (que duraría varios meses sabáticos). Mi experiencia personal esa vez era
despedirme de varios pacientes y de varios grupos, algunos de los cuales
estaban más vinculados emocionalmente conmigo que el grupo de residentes. Sus-
pendci el trabajo me era difícil, y los miembros del grupo atribuyeron gran
parle de mi dificultad al hecho de que yo había participado tanto en su grupo
qnr encontraba difícil despedirme. Reconocí mi participación en el grupo,
pero les presenté un hecho que sabían, pero que se negaban a reconocer: yo era
mucho más importante para ellos que ellos para mí. Estaban claramente
conscientes de esta falsa mutualidad desequilibrada en el trabajo psicoterapéu-
tico con sus propios pacientes. Sin embargo, no se habían aplicado esto a
m mismos. Hubo una expresión de asombro en el grupo cuando esta verdad,
c.i.i negación de ser especial, esta inherente crueldad de la psicoterapia tocó
mis c uerdas sensibles.
, l i<> nos hace concluir que no hay sitio en la terapia para el ocultamiento?
, l l ici ú p e n l a más útil es el que se dedica más plena y consistentemente a la
i * v« lili ion <le sí mismo? Veamos las limitaciones de la transparencia.
lin t algún tiempo observé a un grupo dirigido por dos terapeutas neófitos que
•n esc momento tenían el ideal de la transparencia del terapeuta. Formaron un
giupo de pacientes no hospitalizados y se comportaban de una manera decidi
damente sincera, y expresaron con franqueza en las primeras reuniones su
mecílidiimhre acerca de la terapia de grupo, sus dudas sobre sí mismos y su an
gustia personal. Sin embargo, al hacer esto echaron por la borda su función de
conserva! al grupo; la mayoría de los miembros lo abandonaron en las prime-
ias seis sesiones.
I ,i>s nuevos “ grupos de maratón” prolongados (véase el capítulo ix) que se
i rimen de 24 a 48 horas consecutivas hacen un énfasis extraordinario en la
icvelaeión de sí mismo. La evidente fatiga física desgasta las defensas y favo-
iere la revelación máxima de sí mismo de los miembros y del terapeuta. Para
los que aun les estorba el ocultamiento físico y psicológico, muchos psicote
rápenlas informaron con entusiasmo sobre “ terapia de grupo nudista” y los
medios de comunicación (por ejemplo, la revista Time)®* dieron considerable
¡iiImimaeion sobre los maratones nudistas en el sur de California.* Una vez en
la eonvcneión de la Asociación Psieoanalítica Norteamericana, quince mil per
sonas trataron de entrar en el auditorio que tenía cupo para setecientas perso
nas para ver una película de terapia de maratón nudista. Se han desarrollado
métodos especializados en estos grupos que, casi como la proctoscopia, llevan
la revelación de sí mismo a sus últimas consecuencias (por ejemplo, el grupo
puede “ abrir de piernas” a un miembro para que ofrezca la máxima revelación
de sus genitales).
Muchos jefes sin entrenamiento se dedican a dirigir grupos con el credo
monolítico “ Sé tú mismo” como el fundamental principio de organización alre
dedor del cual se modelan todas las otras técnicas y estrategias. Sin embargo, esto
no le ofrece libertad al terapeuta, sino tiranía. La paradoja es que la libertad y
la espontaneidad en forma extrema pueden producir un papel de jefe tan estrc
cho y restringido como el tradicional del jefe que actúa como pantalla en blan
co. Bajo la bandera actual de “ todo puede hacerse si es genuino” (en cualquier
momento, y en cualquier grado), el jefe sacrifica la flexibilidad de su papel
Considérese el problema de intervenir en el tiempo oportuno. En el anteiioi
ejemplo, los terapeutas neófitos, muy sinceros, pasaron por alto el hecho de
que la conducta de jefatura que puede resultar apropiada en una etapa de la
terapia puede ser muy inapropiada en otra. Si los pacientes necesitan apoyo
y una estructura iniciales para permanecer en el grupo, la tarea del terapeuta
es ofrecérselos. Hay situaciones en que, como Maslow25 señaló: “ El buen ¡eli
debe ocultar sus sentimientos, aunque le quemen las entrañas, y no lúea ai
alivio arrojándoselos a sus seguidores, que en ese momento no pueden sci ayu
dados por un jefe inseguro.”
El jefe que sólo se esfuerza por crear una mística de igualdad entre los miuii
bros y el jefe, a la larga quizá no ofrece una jefatura. Es un erroi ingenuo
considerar inamovible la conducta eficaz del jefe; a medida que el guipo •.<
desarrolla y madura, necesita diferentes formas de jefatura. Además, el eo
inentario “ sincero” del jefe debe ser una reacción pragmáticamente correcta, y
no una expresión indiscriminada de lo que quizá son las distorsiones o las
malas percepciones del terapeuta. Después de todo, como afirmó Parloíl "I I
terapeuta sincero es el que intenta ofrecer lo que el paciente puede asimllm,
verificar y utilizar.” * Fcrcnczi hace muchos años subrayó la necesidad de
actual en el momento adecuado. Dijo que el analista no debe admilii mus e n o
íes y sus dudas muy rápido. Primero el paciente debe sentirse bastante segmo
de mi propia liabilidad antes de que le pidan enfrentarse a los defectos di
alguien en quien él se apoya. 0
tu t|iic 11<-1 ilion I I cune tlo im ilir un lu í lio rn lioi v Ii I iin «Ir i I oh iiiu tm lriO N lim a n o
lo a |>11, uno ili Ion i ni m u llí on, i|ii< M ilita jtinvrn m iiI iiiih ilion «!«• iiraip n lii itnc lii v iludo
lia di ni minino, r m p i < m lló i i i i ln ti'o vlnjr p in a Imnetu iiyinln i o n mi ilvnl, I >ion I n
un niinin I o m pli Ir i ouli'i mi p ro ld rim t n un • Him no, ipn n 'tu lló un I )|on I n lo n i r i
l K» EL TERAPEUTA: TRANSFERENCIA Y TRANSPARENCIA
I n cierto sentido puede suceder que la transparencia del jefe se vuelva tan
•ipicriada y romántica que llegue a tener una autonomía independiente; enton-
<• « la se considera un fin, y no un medio para un fin. Algunos investigadores,
' cino Mowrer1" y Stoller,28 quienes consideran la revelación de sí mismo la
pin lia limdamental de un enfoque muy simplificado de la psicopatología y de
la Inopia lian hecho algunos intentos por dignificar esta transformación. Por
•|(-niplo, Jourard afirma: “ La gente se convierte en paciente porque no se re
vi la a sí misma en un grado óptimo ante la gente con la que convive.” 29 El
•omlario es que la psicoterapia debe invertir este proceso, y que el terapeuta
drhr guiar a los demás con su ejemplo personal.
Se afirma que el terapeuta establece un modelo muy valioso para los pacien-
i> al revelarse plenamente. Sin embargo, ¿puede afirmarse que una revelación
pl( na siempre es posible o deseable en la terapia de grupo o en el mundo ex-
....... i ’ Al contrario, el ocultamiento personal e interpersonal y el engaño
p in (c u sci un ingrediente integral de cualquier orden social activo. O ’Neill
ilu 1 1,i i sio en forma dramática en The Iceman Cometh. En esta obra un
v n pi. il> delincuentes vive, como lo ha hecho durante veinte años, en la trastien
da d. mía canfina. El grupo es extraordinariamente estable y tiene muchas
m u m as de grupo bien establecidas. Cada hombre vive gracias a un conjunto de
ilu sio n es (O'Ncill las llama “ sueños” ). Una de las normas de grupo más pro-
lim d a m e iiie enraizadas es que ningún miembro ponga en duda los sueños de
los o lio s Entonces aparece Hickey, un vendedor ambulante de hielo, un
ii i apeala totalmente ilustrado e ilustrador, un falso profeta que cree que puede
daili la paz perdurable a cualquier hombre obligándolo a eliminar sus ilusiones
v .... ai con sinceridad inconmovible el sol de su vida. La cirugía de Hickey
es electiva. Obliga a actuar a Jimmy Tomorrow (cuyo sueño era desempeñar
ai ti aje, no beber licor y conseguir un trabajo “ mañana” ). Le regala ropa y lo
envía, y después a los otros, fuera de la cantina a enfrentarse al presente. Los
( ledos de esto en cada hombre y en el grupo son desastrosos. Un miembro se
suicida, oíros se sienten gravemente deprimidos, la “ vida se sale de órbita” , y
los miembros atacan mutuamente sus ilusiones, los vínculos del grupo se desin-
legian, y éste se encamina a su disolución. De pronto, en un acto compulsivo
d< ultimo minuto, el grupo considera psicótico a Hickey, se deshace de él y
poco a poco restablece sus antiguas normas y cohesión. Estos “ sueños” , o
menliias vitales” , como las llama Ibsen en El pato silvestre, a menudo son
' mbnrgo, otros necesitan lo opuesto: controlar sus impulsos, porque sus estilos
*l<* vida se caracterizan por la inestabilidad y el afecto que se expresa de in-
mediato.
Olía consecuencia de una transparencia del terapeuta más o menos limitada
■ . que pueden descuidarse por completo los aspectos cognoscitivos de la tera
pia Como lie señalado antes, la mera catarsis no es en sí una experiencia
i mlectiva. El aprendizaje cognoscitivo o reestructurador (gran parte del cual
l<» ol'iecc el terapeuta) parece necesario para que el paciente pueda Llevar sus
« sponencias de grupo a su vida exterior; sin esta transferencia o traslado,
"lo lograremos crear miembros de terapia de grupo mejores, más agradables,
'.ni algún conocimiento de los patrones generales en sus relaciones interper-
i>nalr\ el paciente de hecho tendrá que descubrir de nuevo el hilo negro en
•uila una de sus transacciones interpersonales posteriores.
R eferencias bibliográficas
234
LA SELECCIÓN DE LOS PACIENTES 235
C riterios de exclusión
Hay un considerable consenso clínico en que los pacientes son malos candidato'!
para la terapia de grupo intensiva para pacientes no hospitalizados si nuIk m
danos cerebrales,1' si son paranoides,11 extremadamente nareislas,1 hlpoeon
tin a co s,co n tendencias suicidas,n* 4 adictos a las drogas o al alcohol,1' y rxlie
mudamente psleóticos,B' "' 7 o soeiópalas.H'
Estos pacientes parecen destinados al fracaso poi sil inhabilidad para paita I
pai en la lareft primalia del guipo; pionlo desempeñan un papel inlri peísomll
que va en detrimento de ellos mismos y del grupo
('onsideiese al paciente soeiópnln, que es un riesgo excepcional en la leía
pía de guipo mlciati tonal pata pin lente no liospitidi/udus l ipa ámenle, estos
¿36 LA SELECCIÓN DE LOS PACIENTES
ducta y sus motivaciones. No pueden realizar esta tarea los que carecen di l.ir.
habilidades o las motivaciones necesarias. Carecen de la cantidad r cq u e iid .i
de interés psicológico, son menos introspectivos, menos curiosos y más apios
para utilizar los mecanismos de defensa de engaño de sí mismo, o se resistí n
a aceptar el papel de pacientes y la consiguiente implicación de que es n< *■
sario realizar algún cambio personal. Por ejemplo, pueden persistir en c s p c i.ii
que los otros cambien. Lundgren y Miller30 han mostrado en la investigación
de grupo T de Bethel que los individuos que están más satisfechos consigo
mismos y que se sienten inclinados a estimar demasiado la opinión que lo ,
otros tienen de ellos tienden a obtener menos beneficios de la expericiu u d.
grupo. El estudio de Lieberman, Yalom y Miles sobre un grupo de c n c u e n l i o "
mostró que los miembros del grupo que no valuaban o no deseaban m i n i e >
un cambio personal probablemente desertarían en forma premalura del guipo
La capacidad de enfrentarse a las propias deficiencias, hasta el punto de u ali/.u
una crítica rigurosa de sí mismo, y cierto grado de sensibilidad a los scnlimu u
tos de los otros parecen ser las cualidades que requieren los m i e m b i o . d.
grupo con éxito. Similarmente en la terapia de grupo, los miembros que cu I -
cuestionarios de posgrupos no pudieron percibir con exactitud cómo los <■im
los otros probablemente continuarían siendo, cuando mucho, m ic m b io s p* nl>
ricos.32
¿Qué les sucede a los que no pueden dedicarse a la tarea básica di I gmp<>
y c|ue son percibidos por éste y, en algún nivel de la conciencia, se peo ib u >
sí mismos como un obstáculo para el grupo? Schachtcr33 mostró qu< <n un
grupo pequeño la comunicación con un disidente es muy frecuente al pina lpm.
V que después declina en forma aguda a medida que el grupo reeha/a d dea
dente. El rechazo (según mediciones sociométricas) era proporcional al gia
do en que la disidencia era importante para la finalidad del grupo. Mudm
investigaciones han mostrado que la posición del individuo en el sistema d»
comunicación del grupo influye significativamente en la satisfacción que ol»iu u>
del mismo.3' Jaekson33 también mostró que la atracción que siente el individuo
por el grupo es directamente proporcional al grado en que a este individuo lo
consideran valioso los otros miembros. También se mostró30 que la capai Idad
del grupo para influir en el individuo depende en parte de lo atractivo que •u
el grupo para ese miembro, y en parte del grado en que ese miembro se cornil
nica con los otros en el grupo, También es bien conocido poi las obias di
Slicrif17 y Aseh:IM que un individuo a menudo se siente excesivamente mliuu
quilo al desemperno el papel de disidente del guipo, y hay una ici n ule pim bu '"
de que los que desempeñan un papel de disidentes o están aislados cu el guipo,
y no pueden o no expnsan vei balmenle MU angustia, pueden expei illieiitat tilia
angustia fisiológica comdativa I ubi imán. Miles y yo mnsliamos ipie los
miembios del guipo de eiieia tillo que i i mi disideitfi s (mletublos que eiim
M I A SI I l i ( ION DE LOS PACIENTES
•'"iMtlri.ulor, por los otros “ lucra del grupo” o aquellos que percibían mal y
••mente las normas del grupo) casi no tenían oportunidad de beneficiarse
' " " 11 grupo y había una creciente probabilidad de que sufrieran consecuencias
negativas.110
Hay pruebas experimentales de que el disidente del grupo obtiene menos sá-
11 1iii ioii en este, experimenta angustia, es menos valioso para el grupo, se
■" lllr menos inclinado a dejarse influir o a recibir beneficios de éste, es probable-
"" n,«‘ mas dañado por el grupo, y se siente más inclinado que los no disidentes
a a b a n d o n a r la terapia.
1 Hos descubrimientos experimentales coinciden notablemente con la expe-
1" de los disidentes de los grupos de terapia estudiados. De once disidentes,
" l" uno no desertó de un modo prematuro. Este paciente pudo continuar
‘ 11 1I guipo debido al vigoroso apoyo que recibía en una terapia individual con-
‘ 1,1 " "•< '.ni embargo, no sólo permaneció aislado en el grupo, sino, según la
"i"1..... d< los terapeutas y de otros miembros, impedía el progreso del mismo.
1 " d1" tu edio en este grupo fue notablemente similar a los fenómenos des-
' 111,1 pin Schachter33 en los grupos experimentales: al principio el grupo
1 1 1 1,1 i muchas energías en el disidente, después el grupo renunciaba. Este
l'" 11 ai. en jn.in medida, quedó excluido del sistema de comunicación, pero el
,,|,ll'" "o podía olvidarlo enteramente, y él retardaba el ritmo del trabajo...
'' ' d. e n el grupo algo importante de lo cual no puede hablar, habrá un
p ulo de inhibición general en la comunicación. Con un miembro disidente, el
P"pi» e n nulidad no se siente libre; en cierto sentido no puede avanzar más
•iprisii que su miembro más lento.
I .ios descubrimientos se relacionan mucho con el proceso de selección. Los
I'1" lentes que asumirán un papel de disidentes en los grupos de terapia no son
difíciles de identificar en las entrevistas de selección. A menudo son muy evi
dentes la negación, el no hacer énfasis en los factores intrapsíquicos e interper-
oniileN, la tendencia a atribuir disforia a los factores del medio ambiente
es temo y a los somáticos.
I I niso del paciente esquizofrénico crónico “ cerrado” era en particular re-
eonoeible Estos pacientes mantenían una adaptación precaria y no podían
pniliclpni intimamente en un grupo interaccional que avanzaba con rapidez, sin
•iiiu nci¡ámente amenazada su adaptación. Todos estos pacientes esquí/,ofré-
nit os ciúnicos los enviaron al grupo por razones similares: sus terapeutas in
d i v í d a n l e s pensaron que estos pacientes probablemente habían alcanzado cierto
nivel en el ti atamiento , y que necesitaban desarrollar habilidades socializadoras.
I n algunos calos, su traslado a la terapia de grupo se utilizó com o un medio
|,„in Hiix|>endei poco a poco el tratamiento sin producil sentimientos de culpa
en (I leiapeuta Por ello el erroi no está en la identificación de estos pacientes,
ni,i , n in xupoüleión de que, aunque no citarán “en arm onía” con el icsto del
LA SELECCIÓN DE LOS PACIENTES 245
' l un cntcgoríus úc deserciones del grupo se yuxtaponen mucho. Por ejemplo, los
i '|iil/oliónicos crónicos “disidentes del grupo” también, sin duda, se mostraron muy
mhiIIniivos en el área de la intimidad, y habrían encontrado muchas dificultades en
••lili iiien ■'n rl grupo, si su papel de disidentes no los hubiera obligado a abandonarlo
l'ii inuitii iiiiii ulr. A la inversa, muchos pacientes que abandonaron al grupo debido a
piohlcuun de intimidad empezaron a desempeñar el papel de disidentes debido a sus
nianllí'Nliu iones condlietuales de sus problemas de intimidad, Ni el énfasis en el conflicto
di la intimidad Interna no los hubiera obligado a abandonar al grupo, es muy probable
•lia la a tlgin lla lilh rie n le del papel de dísidenles habita riend o piesiones que los lia
lu ía n Im pulsado a de|ai al guipo
LA SELECCIÓN DE LOS PACIENTES 247
C riterios de inclusión
intentó en 1965 estudiar los factores evidentes antes de la terapia que podrían
predecir un resultado exitoso en la terapia de grupo.42 Cuarenta pacientes* (en
cinco grupos de terapia para pacientes no hospitalizados) fueron estudiados
durante un año de terapia de grupo. El resultado se evaluó** y se correlacionó
con muchas variables estudiadas antes de iniciar la terapia. Los resultados in
dicaron que una gran cantidad de factores no predecían el éxito en la terapia
de grupo, incluso: el nivel de sofisticación psicológica,*** la predicción de
los terapeutas sobre el resultado,t la revelación previa de sí mismo,tt y los
datos demográficos. De hecho, las únicas variables que predecían el éxito eran
la atracción de los pacientes hacia el grupottt y la popularidad general de
los pacientes§ en el grupo (ambas medidas en la sexta y en la doceava reunio
nes). El descubrimiento de que la popularidad se relacionaba en alto grado
con el resultado exitoso tiene algunas implicaciones para la selección, porque
los investigadores descubrieron que una elevada revelación previa de sí mismo,
la actividad en el grupo, y la capacidad de introspección eran algunos requi
sitos previos para la popularidad en el grupo.
El estudio de Lieberman, Yalom y Miles sobre un grupo de encuentro44
mostró que, en una prueba de pregrupo, los que iban a beneficiarse más con el
grupo eran los que habían valorado mucho el cambio personal y lo deseaban;
los que se consideraban deficientes en la comprensión de sus sentimientos y en
su sensibilidad con los sentimientos de los otros; los que esperaban mucho del
grupo, y que preveían que les ofrecería oportunidades relevantes para la co
municación y para ayudarlos a corregir sus deficiencias. No hay ningún otro
estudio de resultados sistemático que se relacione con el criterio de inclusión.
Éste es un defecto evidente, y debe corregirse antes de que pueda establecerse
una base científica sólida para la terapia de grupo.
Otros criterios de inclusión se vuelven evidentes cuando también considera-
* Los pacientes estudiados eran adultos, de clase media, bien educados, psicológica-
incnte instruidos, no hospitalizados que sufrían problemas neuróticos o de carácter.
** Un equipo de calificadores, basándose en una entrevista estructurada, evaluó (con
excelente confiabilidad) los cambios en los síntomas, en el funcionamiento y en las
i elaciones. Los pacientes independientemente también calificaron sus propios logros,
usando las mismas escalas.
++* Medido con la subescala de interés psicológico del Inventario de Personalidad de
California y por los terapeutas después de una entrevista inicial de selección. Estas
mediciones probablemente eran demasiado insensibles para una población ya clasificada
clínicamente pnru esta variable.
| I I terapeuta calificó a cada paciente en una escala de 7 puntos después de la entre
vista inicial sobre cómo ocia que el paciente actuaría en la terapia
| | Medido (un un cucntioiiiii lo modificado de Revelación de sí mismo de Jourard.'11*
I I I Medido con un Client lomillo de colindón de urttpo (véase el capítulo lll).',a
i) Medido con un 1 1 lint Ion ni lo noclomeli Ico/1 1
132 LA SELECCIÓN DE LOS PACIENTES
mus ;i los miembros del grupo en el que el paciente será colocado. Hasta ahora,
por claridad pedagógica, he simplificado mucho el problema al intentar iden-
nlu .ii sólo los criterios absolutos para la inclusión o la exclusión. A diferencia
de la admisión para la terapia individual, donde sólo necesitamos considerar
las cuestiones de si el paciente obtendrá beneficios de la terapia y si él y un
leiapeuta específico pueden establecer una relación de trabajo; la admisión para
la leiapia de grupo no puede, en la práctica, ignorar al resto de los miembros.
Poi ejemplo, es concebible que algunos pacientes como un alcohólico depen
diente, mi conversador compulsivo o un sociópata puedan obtener beneficios
de tm grupo, pero también que su presencia vuelva al grupo menos eficaz para
iitiii1, miembros. A la inversa, algunos pacientes trabajarían bien en varias mo
lí.ilu bules de tratamiento, pero los colocan en un grupo que avanza con lentitud
deludo . 1 mis cualidades catalíticas o por alguna necesidad específica de un
i*i upo determinado. Por ejemplo, algunos grupos a veces parecen necesitar
un mu iiibro agresivo, o un varón vigoroso, o un miembro femenino delicado.
I ,i palíenles que están al borde de la esquizofrenia,* a pesar de su curso
i.......... luso de terapia y de la ausencia de estudios de resultados que validen
la . 1 1 , acia que tuvo para ellos la terapia de grupo, muy a menudo salen ade-
l mii i n los g,nipos de terapia. De hecho, con frecuencia los he buscado debido
i -ai m!liicncia benéfica en el proceso terapéutico. Estos pacientes tienen una
ii. m 1 1 incidiría de su inconsciente, se dedican menos a las técnicas inhibitorias
oeiali . formales, y muy a menudo dirigen al grupo hacia una cultura más sin-
ci i .i, que posteriormente se vuelve íntima. Sin embargo, debe tenerse conside-
i.iblr cautela al incluir a un miembro con un ego significativamente menos
Inri te que el de los otros miembros. Si tiene rasgos conductuales socialmentc
di .cables y si son apreciados por otros miembros debido a esta franqueza y
,i mi profunda percepción, en general funcionan muy bien. Sin embargo, si la
o inducía social de estos pacientes enajena a los otros y si el grupo está avan
zando con rapidez y es tan amenazador que, en vez de dirigir, retardan al grupo,
entonces estos pacientes serán impulsados a desempeñar un papel disidente
v piobabldiientc su experiencia será antiterapéutica.
l*oi ultimo, un criterio importante para la inclusión son los sentimientos per
.olíales del terapeuta con el paciente. .Sin importar la fuente, si el terapeuta
r\peí m íen la una fuerte antipatía o no se interesa en el paciente, debe enviarlo
olía parte I ste problema obviamente es relativo. Cada terapeuta debe de
I, inuiiai la intensidad de sus sentimientos que le podrían impedir realizar una
Icnimu eficaz longo la impresión de que este aspecto es menos crítico para
1 Mcticn illhlitiutuii i»e del inicíenle e sq iii/o l iónico cum ien en deciiilcncin purclnl que
o i di lt o .v . i epi ( mv.in y 1111 >11 .iv.it, *111r ileNd íliiinoN como mal eiindldiilo en la sei clá li
.iillli Ion ilUlilenle'i
LA SELECCIÓN DE LOS PACIENTES 253
los terapeutas de grupo que para los terapeutas individuales. Con la validación
consensual de los otros pacientes del grupo y del coterapeuta, muchos tera
peutas descubren que más a menudo pueden trabajar (a pesar de los sentimien
tos negativos iniciales que le inspiran los pacientes) en la terapia de grupo que
en la terapia individual.
positivamente con él al principio, pueden con mayor facilidad tener más inti-
midad con los otros miembros. Parloff46 mostró que los pacientes de grupo que
tenían relaciones estrechas con el terapeuta se sentían significativamente más
indinados a considerar socialmente atractivos a los otros miembros del grupo.
rán presión sobre ei individuo para que ingrese a un grupo de terapia. Los
grupos de terapia que sólo se mantienen por esta coerción, son débiles, pero
a medida que evoluciona el proceso del grupo, pueden generarse otras fuentes
de cohesión.
R esum en
diseñado con este fin; surgió de una disciplina médica orientada a las enferme
dades y se basa principalmente en la etiología y sintomatología.
Aunque un sistema de clasificación orientado a las enfermedades sirve a
muchos fines, tiene graves defectos que son en especial evidentes para los pro
fesionales que trabajan básicamente con individuos que muestran malas adap
taciones relativamente menores. El típico clínico en una clínica para pacientes
no hospitalizados o el profesional particular descubren que la mayoría de sus
pacientes tienen algunas perturbaciones del carácter que sólo pueden clasificarse
en forma vaga con la nomenclatura oficial. Sólo unas pocas, pero sólo muy
pocas, categorías y subcategorías son útiles para predecir la conducta inter
personal. Un individuo clasificado como persona esquizoide es probable que
se comporte de una manera tosca predecible: probablemente permanecerá emo
cionalmente alejado, quizá intelectualizará, no podrá comprender ni compartir
los sentimientos de los otros, y será percibido por los demás como frío,
indiferente y distante. Sin embargo, ¿qué puede predecirse sobre la conducta de
grupo de alguien clasificado como “ tipo angustiado, con reacciones psiconeuró-
ticas” o “ tipo fóbico” o con “ desórdenes de la personalidad, con una desviación
sexual” o como “ una personalidad emocionalmente inestable” ? Dos individuos
con una reacción de angustia pueden manifestar estilos interpersonales entera
mente distintos. Ampliar los diagnósticos para incluir su tipo de personalidad
es poco útil debido a lo inadecuado de las clasificaciones que hay para describir
la personalidad.
Aunque el sistema de clasificación de la Asociación Psiquiátrica Norteame
ricana fuera útil para predecir la conducta de grupo de un individuo, su valor
aún sería limitado debido a su poca confiabiüdad, como lo atestiguaron dos
estudios controlados del procedimiento de diagnóstico. Ash2 estudió el acuerdo
que hubo entre varios pares de psiquiatras que examinaron a 52 pacientes no
hospitalizados. Descubrió que un par de psiquiatras estaba de acuerdo accrc;i
de la subcategoría del diagnóstico (por ejemplo, tipo de neurosis, psicosis o
desórdenes de la personalidad) en aproximadamente 40 por ciento de los casos.
Sólo hubo 64 por ciento de acuerdo sobre las divisiones principales (reaccione:,
psicóticas, reacciones neuróticas, desórdenes de la personalidad). Bcck,:‘ al es
tudiar el acuerdo en los diagnósticos entre seis pares de clínicos veteranos, di-,
cubrió una tasa de concordancia que iba de 33.3 por ciento a 61.4 por ciento
Cuando las categorías diagnosticadas se analizaron separadamente, los inv» •.
tigadores descubrieron que había una tasa mayor de acuerdo en algunos <¡r.n .
que en otros. Por ejemplo, hubo una tasa de acuerdo de 63 poi ciento en Ion
casos de depresión neurótica, 55 por ciento en la reacción de angustia, *>\
por ciento en la esquizofrenia, y sólo 38 poi ciento en los disturbios do la |>■i
sonalidad. Cuando colocamos esta cantidad linal en yuxtaposición con el licilin
de ( 1 1 o* un gi an poicrnti»|e de nuestros pacientes no hospitalizados entian en la
COMPOSICION DE LOS GRUPOS DE TERAPIA 263
ln*i lacP*.
I as formulaciones de Horney han influido en una gran cantidad de clí
ni c os estadunidenses y éstos las han apreciado mucho. Es una experiencia
uigulai mente satisfactoria encontrar a un paciente estereotipado que encaja con
I.o ilidad en uno de los tipos de carácter de Horney. Uno advierte que reconoce
i lo y tiene la firme convicción de que, con gran exactitud, podrá predecir gran
pinte del curso de la terapia. Por desgracia, estos estereotipos aparecen rara vez,
V los tipos nosológicos de Horney, como ella lo reconoció, tienen perfiles muy
caí ualm izados y complejos. Hasta donde sé, no se ha hecho ningún intento
poi sistematizar y cuantificar este enfoque y de aplicarlo al diagnóstico. Casi
lo mismo puede afirmarse de los intentos de Erich Fromm 1 1 , 1 2 por formular
categoi ms nosológicas basándose en la orientación interpersonal básica de los
individuos (la personalidad mercantil, la receptiva, la acumulativa, y la expío
l a d o r a ),
I .tos sistemas de clasificación y otros que lian desarrollado los clínicos
oí icnimios uili i personalmente pueden ofrecer un medio filosófico para estudiar
la peo.... ululad, pero no se han organizado ni sistematizado con la precisión
nei es.m,i paia desarrollai una metodología para el estudio científico de la peí
souutid.ii I
.*>< lian liei lio dos intentos i n n ulo, impoi Imites poi logrili sistemas de diau
nóstico intei peí solíales amplios y cnaiitilii .idos, la Red ( nculiu Inlei peiional
COMPOSICIÓN DE LOS GRUPOS DE TERAPIA 265
+ E n curioso <|iic estos dos investigadores, W illiam Srhiil/. y Tim othy leary, (piirnos
id principio do su caricia dedicaron gran parle de sus esfuerzos sistemáticos, penosos,
i mwitlflcadorcN, a describir la conducta humana, después se hnvnu apartado tan rmlicalmcn
Ir de esta orientación. SellUtz, <|Ulon ha tiahujado en I salen durante mía líos a flus,
lia pai llciplldo mucho en los gm pos de eiieuenlio, en la Inlrgi'IU'lón esli ucliii al, y en
i tais esliin/ON destinados a ayudai a Io n individuos a ircoiaaei v a intogiui rl atrito
1 . ai y w lia dedicado a actividades muy dileienles
' l e a l y 1:1 m á s la id o nuiliciiló su sistema a cinco niveles i) la enm u u ii ación puldli a
1) i l l a i tpi loia >i consciente'!. I ) si ni boíl / >u Iones pi ei oust leub v Ii Inconsi lente no i ■<
pirsailo, y 1) rito Ideal
COMPOSICIÓN DE LOS GRUPOS DE TERAPIA
C uadro 2 13
i ,i/onablementc dentro del marco teórico de estas tres. Usando estas tres nece
•.¡dudes, puede construirse el perfil interpersonal de un individuo. El perfil
1111«*1 1 1 ;i describir la violencia del individuo en cada Una de estas necesidades.
( Desea mucho el individuo dominar a los otros, ser dominado o relativamente
no tiene conflictos en esta área? ¿Desea ser incluido o excluido de las activi
dudes, sociales? ¿Desea mucho la intimidad o desea evitarla? Los datos se de
iivan ilc un cuestionario autosuministrado, el p ir o - i » (n que significa b e h a v lo r
conducta) que consta de 54 puntos, y cada uno se contesta en una escala de
.H*bt puntos; se necesitan aproximadamente unos quince a veinte minutos pina
P iininnilo |.as piegimtas son tan superficiales y repetidas que no es raro que
|((., inicíenles ilustrados se sientan molestos e insidiados con el cuestionario '
' pul ejemplo, m u l l o pit'UUMlns tipien* n i l i r Ins VI noii I) Mi su sin i|U<' I» I" •*<*
un Invlli n hiu ri iusns y n i r i nl m cnle n m n m ilo n
i» v
vnrir»
r* oí nsloiinlim ule I (II II
COMPOSICIÓN DE LOS GRUPOS DE TERAPIA 267
La prueba parece revelar aspectos tan superficiales de un ser humano que uno
se siente inclinado a desecharla;* sin embargo, hay una gran cantidad y va
riedad de estudios que atestiguan su validez.
Uno de estos estudios examinó la selección de los compañeros de habitación
entre los miembros de las fraternidades universitarias. 1 4 La teoría firo nos per
mite predecir la cantidad de atracción que hay entre dos individuos. Por ejem
plo, alguien que desea mucho dominar y otro que desea mucho ser dominado
serán altamente compatibles (si sus otras dos áreas de necesidades también
armonizan). La selección de los compañeros de habitación que hicieron los
estudiantes universitarios se predijo significativamente con estas puntuaciones
de compatibilidad.
Hay pruebas que sugieren que el f ir o b predijo la conducta interpersonal
en un hospital psiquiátrico. Gard y Bendig1 7 exploraron la relación entre la
puntuación firo- b (lo que los pacientes decían acerca de su conducta interper
sonal) y su conducta real. En un trabajo bien diseñado, estudiaron a 112 pa
cientes varones de la Administración de Veteranos que estaban hospitalizados
por enfermedades psicóticas o neuróticas o por algún problema ortopédico. Las
calificaciones de la conducta a lo largo de una escala especialmente diseñada
relacionadas con la conducta de inclusión, afectiva y de dominio las hicieron
los enfermeros durante un periodo de cinco días. Descubrieron que “ los rasgos
medidos por el cuestionario de informe de sí mismo de Schutz se expresan en
la conducta de los enfermos psiquiátricos y pueden ser informados objetiva
mente por los observadores” .
El firo- b se ha usado en muchas investigaciones de pequeños grupos, pero
no se ha hecho, hasta donde sé, ningún intento directo por evaluar su capaci
dad para predecir la conducta interpersonal en los grupos pequeños. Sin embar
go, un estudio relevante1 8 mostró que cuando cuatro grupos, (en un laboratorio
de relaciones humanas) se formaron deliberadamente con las puntuaciones firo
de los individuos que tenían necesidades interpersonales similares, pudieron
identificar significativamente mejor que al azar sus propios grupos basándose
en la descripción de cómo deberían ser estos grupos según la composición del
l'IK O ,
Se han hecho varios intentos por diseñar nuevas pruebas psicológicas para
Inc(Ircir la subsecuente conducta de grupo. Se han utilizado con este fin varian-
h ■. de- la Prueba de Apreciación Temática, 4 1 de la Prueba de Asociación de
l i a r : , , 1 ' ele la Prueba de Completar Frases, 4 8 y un cuestionario de autoinforme
•Ir m ,rnia puntos, 4 4 pero sólo se han obtenido resultados equívocos.
I a 1, pruebas tradicionales psicológicas que miden rasgos o necesidades ^de la
i" i «maliciad sólo tienen invariablemente correlaciones de bajo nivel con la con-
■lin la dr grupo subsecuente; son débiles porque la conducta es multideterminada
v i .la muy influida por la presión social y también por los factores internos.
<'luirl)15' 1 , 1 usó un sistema de predicción amplio que intentó tomar en conside-
iac ión varias causas determinantes destacadas para mostrar lo predecible de la
•'inducía dr un individuo en grupos de trabajo de laboratorio.* Couch estudió
' u,ilio causas determinantes de la conducta interpersonal: 1 ) Las necesidades
•I* la per,onalidad.** 2 ) Las defensas ocultas:*** una medición del grado en
«|ur un individuo tiende a evitar que sus necesidades subyacentes se manifiesten
ilm llámenle. \) La presión percibida:! la percepción del individuo de la acti
nal v di los sentimientos emocionales de los demás. 4) La presión de la
""'lia ia || los actos abiertos de la conducta dirigidos al individuo.
I i r. m allo causas determinantes se correlacionaron con la conducta real
•le| individuo,ttt Cada una de las causas determinantes separadamente mostró
iinii ( mi relación positiva con la conducta de grupo del individuo,fttf y al sumar-
.< iiivii*ron un coeficiente de correlación impresionantemente elevado. La investi
ga-........lustra, según las palabras del autor: “ La conducta del individuo es
'<>•«. l.r. actitudes y las conductas se han descrito en términos no clínicos, pero clínicam en-
l< i elevantes lo s sujetos pueden ser colocados en grupos según si prefieren una
• ili ni un ación alia o baja, un afecto positivo o negativo, o si son activos o pasivos o si
I •11 ih Ipil ti Mincho o poco, o si ocupan la jefatura o la evitan .37- 38 Los grupos de ensayo
puedi a disolverse en esc momento o pueden servir como un grupo de control con el que
mu di compararse el grupo compuesto expcrimentalmente.
" l'slos giupos de trabajo eran grupos sin jefe, tenían cinco miembros voluntarios no
I-iadmulos de la Universidad de Harvard, y les pidieron que discutieran y resolvieran
algún piohlema de relaciones humanas.
II Oblemelas con una batería de cuestionarios de evaluación psicológica.
*** Obtenidas con una evaluación clínica en combinación con pruebas psicológicas
ohjttlvns.
| O b ten id a m ediante un c u estio n ario autosiim inistrado.
|| Obtenida mediante calificaciones objetivas de la conducía.
II I I v a l u a d a pin c a l i f i c a d o r e s o b j e t i v o s a lo l a r g o de las d i m e n s i o n e s d el d o m i n i o ,
■I alii lo, la participación y la hostilidad iulcipersonales,
l i l i | >, Ion cuatro, "la pienión de la conducta" mostró con mucho lenei la correlación
iii An elevada con la conducta del paciente I sla es otra pincha para el piincipio geneial
di ipn cnanto mas se parezca la titilación de la pincha a la subsiguienle nÍIUIh IÓu clínica,
io n más exiullllld se p u d e iiia la conducta Intuía
C O M P O S IC IÓ N D E LO S G R U P O S D E T E R A P IA 271
clubes a los que ha pertenecido, de las pandillas, de los equipos, de los empleos
que han elegido, de los papeles informales y de su status. Aun no se determina
la validez de este tipo de entrevista, pero creo que parece mucho más importan
te para la conducta de grupo posterior que una entrevista enfocada intrapsíqui-
camente.
Powdermaker y Frank4 0 describieron una entrevista de relación interpersonal
que, junto con una entrevista psiquiátrica estándar y una prueba psicológica,
formaban su marco de diagnóstico preterapéutico. Con esta información hicie
ron conjeturas acerca de la conducta posterior de los pacientes en el grupo,
muchas de las cuales resultaron correctas. Fueron ejemplos de predicciones exac
tas: “ dominará al grupo con una corriente de palabras y consejos” o “ tendrá
considerable dificultad para mostrar sus sentimientos, pero sentirá compulsión
por agradar al médico y a otros miembros” , será “ suave y socialmente hábil,
tenderá a buscar la atención del médico pero ignorará a los otros miembros” ,
“ tendrá una actitud de esperar y observar” , “ tendrá una actitud sarcástica, su
perior, de ‘demuéstrenmelo’ y se resistirá a discutir sus problemas” .
En resumen, parece totalmente factible predecir ciertos parámetros impor
tantes de la conducta de grupo subsiguiente por medio del procedimiento de
diagnóstico anterior a la terapia. De todos los otros métodos de predicción, la
entrevista individual tradicional del ingreso parece ser la menos exacta; sin em
bargo, se usa más comúnmente. La conducta de grupo del individuo variará
según sus necesidades psicológicas internas, su manera de expresarlas, y según
la tarea, la composición interpersonal, y las normas de su medio ambiente social.
Sin embargo, un principio general es que cuanto más similar sea el procedi
miento de ingreso a la situación del grupo real tanto más exactas serán las pre
dicciones de su conducta. Quizá el método clínico más promisorio es observar
la conducta del paciente en un grupo de lista de espera o de ingreso. Si los
medios no permiten esto, se recomienda que el terapeuta de grupo modifique
su entrevista de ingreso y enfoque su atención en el funcionamiento interper
sonal del paciente.
P r in c ip io s de la c o m p o s ic ió n del grupo
para un grupo. Decidimos que yo debía dirigir dos grupos, pero no ..............
mos un método satisfactorio para dividir a los participantes. Por ......... i..
participantes acordaron sencillamente caminar alrededor de la habita. 1 .. 1 . , i
manera browniana durante cinco minutos y al terminar ese tiempo ■ m...........
uno de los dos extremos del cuarto. (Unos cuantos miembros lom.u..........
decisión basándose en la conveniencia del horario.) Un grupo se irunnia i.,
i ante hora y media, y el otro inmediatamente después.
Superficialmente parecía que los grupos tenían composiciones similan t..
la mezcla sutil de las personas que había en cada grupo le dieron un . ata. i, ,
indieahnente distinto. La diferencia se hizo obvia en la primera reunión y |„ ,
\islió en toda la existencia del grupo.
Un grupo adoptó una posición extraordinariamente dependiente. Un la pn
mera reunión llegué con muletas y con una pierna enyesada porque me había
lastimado la rodilla. El grupo no preguntó por mi salud. Los miembros no en
lot aron espontáneamente las sillas en un círculo (recuérdese que todos pian
h i aponías profesionales y la mayoría había dirigido grupos). Me pedían p< mu ,,
para icalizai actos tan comunes como abrir la ventana y fumar. La mayoi paiii
d. la existencia del grupo se dedicó a anali/.ai el temor que me tenían, la de.
imii la que había entre mí y los miembros, mi alejamiento y frialdad,
I o el otro guipo el mismo día, apenas yo había cruzado el umbral di |l(
Imii i Ia i liando vanos miembros na preguntaron "¿Olió le sucedió) en tu pan
na?" I I guipo inmediatamente se dedicó) al trabajo arduo, y cada uno di |n
iiil'iubios usó) lai habilidad pioleslomd di una mnnrin positiva. I I pniaipal
pioblenia (pie tuvi eoll * sh guipo lia ipa sentía que no me nei esitaba p,t)(,
HA C O M P O S IC IÓ N D E LO S G R U P O S D E T E R A P IA
Parece haber una creencia clínica general de que los grupos heterogéneos
tienen ventajas sobre los homogéneos para la terapia de grupo interaccional
intensiva.33’ 30’ 51*5 2 Se cree que los grupos homogéneos “ cuajan” más rápidamen-
tete, se vuelven más cohesivos, ofrecen un apoyo más inmediato a los miem
bros del grupo, tienen mejor asistencia, menos conflictos y ofrecen un alivio
más rápido de los síntomas. Por otra parte, sin embargo, los clínicos creen am
pliamente que el grupo homogéneo, en contraste con el heterogéneo, tiende a
conservarse en un nivel superficial y es un medio ineficaz para alterar la estruc
tura del carácter.
Este problema se oscurece cuando preguntamos: “ ¿Homogéneo en qué?”
“ ¿Heterogéneo en qué?” ¿Por la edad? ¿Por el sexo? ¿Por el conjunto de sínto
mas? ¿Por el estado civil? ¿Por la educación? ¿Por el status socioeconómico?
¿Por las habilidades verbales? ¿Por el desarrollo psicosexual? ¿Por las catego
rías de diagnóstico psiquiátricas? ¿Por las necesidades interpersonales? ¿Cuáles
son las variables críticas? ¿Un grupo compuesto de madres con obsesión in
fanticida5 3 es homogéneo debido a los síntomas comunes, o es heterogéneo
debido al amplio campo de los rasgos de la personalidad de los miembros?
Whitaker y Lieberman5 4 ayudaron a aclarar este problema sugiriendo que el
terapeuta de grupo se esfuerce por lograr la máxima heterogeneidad en las
urcas de conflicto de los pacientes y en la manera como las enfrentan, y al
mismo tiempo se esfuerce por lograr homogeneidad en el grado de vulnerabilidad
ilrl paciente y en su capacidad para tolerar la angustia. Por ejemplo, afirmaron
i|iir un grupo homogéneo de individuos, con conflictos graves de hostilidad que
manejan con la negación, difícilmente puede ofrecerles beneficios terapéuticos
a m i s miembros. Sin embargo, un grupo con un amplio campo de vulnerabili-
.la.l (vagamente definido como fuerza del ego) por diferentes razones, también
... atrasa. El paciente más vulnerable limita al grupo, que se vuelve muy restric
tivo para los menos vulnerables. De igual manera, Foulkes y Anthony3 3 sugi-
........i hacer “ una mezcla de diagnósticos y perturbaciones” para formar un
i Hipo terapéuticamente eficaz. “ Cuanto mayor sea el campo entre los tipos po-
l ni mayor será el potencial terapéutico, si el grupo puede soportar esto.”
I >< estas observaciones clínicas surge la regla de que debe haber cierta in-
.....ipalibiliilad entre el paciente y la cultura de necesidades interpersonales de
. tupo paia que ocurra el cambio. Este principio (el cambio es precedido por un
.M illo di disonancia o de incongruencia) tiene el respaldo de considerables
m . .libaciones clínicas y psicológicas sociales, y a este concepto volveré a refe-
*o me m.r. larde Sin embargo, los miembros del grupo no pueden beneficiarse
•ii l.i disonancia si no hay una fuer/,a del ego adecuada; por ello, debe haber
/..f. H’i cu las ureas <lc ('oufluto, v homouetieidad en la fuerza del ego.
I i lic lr io g e n r id a d n o dehe m i n".ull.id o de papal el precio de crear un gru
i , aullido ( ‘o m id e ic N e la v a iia h le de la edad a h ay un miembro de cin cu e n ta
276 COMPOSICIÓN DE LOS GRUPOS DE TERAPIA
años en un grupo de adultos muy jóvenes, ese individuo puede elegir (o verse
forzado a) desempeñar el papel de representante de la generación más vieja. El
estereotipo de este papel (y el de los pacientes más jóvenes) se presenta, y no
puede materializarse la requerida sinceridad e intimidad interpersonales. Puede
haber un proceso similar en un grupo de adultos con un único adolescente que
desempeña el papel del adolescente rebelde. Sin embargo, es ventajoso tener
individuos de diferentes edades en el grupo: los pacientes, al analizar las re
laciones entre los miembros, lograrán comprender sus relaciones pasadas, pre
sentes y futuras con un campo más amplio de gente significativa: los padres,
los iguales y los hijos.
Una solución al problema de mantener la heterogeneidad sin crear aislamien
to puede ser ofrecerle un compañero a cada paciente. Un terapeuta de grupo5 6
sugirió el principio del “ Arca de Noé” para componer al grupo, en el que cada
miembro debe tener un compañero. Otro5 7 sugirió una técnica de composición
de “ equilibrio de grupo” en la que el terapeuta intenta equilibrar al grupo en
factores como la transferencia con el terapeuta, la contratransferencia, pasivi
dad-agresividad, habilidad para expresar afecto, capacidad de insight o de in
trospección, homosexualidad-heterosexualidad, y la fuerza del ego.
El concepto de heterogeneidad, aun con las parejas o el equilibrio, tiene sus
limitaciones. Por ejemplo, si el grupo tiene un campo de edades demasiado
amplio, los problemas de las etapas de la vida de algunos miembros pueden
ser tan extrañas para otros que la cohesión se verá gravemente obstruida. Los
individuos de edad madura preocupados por la subsistencia y por el proceso
del desempleo a veces están a una distancia insuperable de los adolescentes y
de los adultos jóvenes que se enfrentan a una crisis de identidad urgente.
Bach5 8 emplea el concepto de heterogeneidad del papel en su enfoque de la
composición del grupo. Al añadir un nuevo miembro, su consideración básica
es: “ ¿Qué papel está disponible en el grupo?” Desde su punto de vista el te
rapeuta debe esforzarse por aumentar “ el repertorio de papeles del grupo, a
fin de obtener una mejor complementación entre los papeles” . Teóricamente-,
esta orientación parece muy deseable. Sin embargo, en la práctica le falta cía
ridad. ¿Cuáles son los papeles en un grupo de terapia? Bach5l> menciona e l
“ guardián de la democracia” , el “ que marca el paso” , el “ macho agresivo",
el “ jefe” y el individuo que alivia la tensión con su sentido del humor. Nosotros
podríamos añadir: el provocador, el chivo expiatorio, el ayudante del médico,""
el que se queja y rechaza la ayuda, 6 0 el moralista puritano, 6 1 la “ estrella” , los
jefes de dependencia, lucha, huida, o aparcamiento, el histérico del grupo, el je
fe ejecutivo técnico, el secretario social, el pivote del grupo, el crítico del giupo.
el romántico del grupo, el jefe emocional social, etcétera.
¿Podemos ampliar la lista arbitraria e indefinidamente enumeiando constela
cioncs de rasgos de la conducta o hay pápele-, lijos o deseables que fneílilan
COMPOSICIÓN DE LOS GRUPOS DE TERAPIA 271
el desarrollo del grupo, constantes en todos los grupos, que los miembros csi.m
obligados a desempeñar? Hasta que tengamos algún marco de referencia .1
tisfactorio para responder a esta pregunta: “ ¿Qué papel está disponible en <I
grupo?” , contribuirá muy poco a un enfoque eficaz de la composición del guipo
Haré una última observación clínica. Como supervisor e investigado) (uve
oportunidad de estudiar estrechamente todo el curso de treinta meses de mi
grupo de pacientes no hospitalizados dirigidos por el doctor R y por el doeioi
M, dos psiquiatras residentes competentes. El grupo consistía de siete miem
bros, todos tenían aproximadamente veinte años de edad, y seis podían clasi
l'icarse como personas esquizoides. Una paciente considerablemente distinta, umt
mujer pasiva-agresiva, se sintió asustada por la perspectiva de la intimidad v
abandonó al grupo después de cinco meses. A otro paciente lo llamaron a pi
tar servicio militar después de un año. Admitieron a dos nuevos pacientes p.ua
reemplazar las vacantes.
La característica más asombrosa de este grupo homogéneo esquizoide c ía •.< 1
extraordinariamente aburrido. Todo lo relacionado con el grupo (las reimioin
las cintas grabadas, los resúmenes escritos, las sesiones de supervisión) enm
opacas, sin afecto, lentas y aburridas. Nada parecía estar sucediendo; no había
mi movimiento visible individual entre los pacientes o en todo el grupo Sin
- mbargo, la asistencia era casi perfecta y la cohesión del grupo cxlnionlinaiin
mente alta.* Ya que todos los pacientes del grupo en la Clínica Stanfoid du
i.uite este periodo estuvieron sujetos a una investigación de sus resultados,"' ""
había disponibles evaluaciones del progreso clínico al final de un ano v al
final de treinta meses. Los pacientes en este grupo, los miembros oiigmali
v los reemplazos, trabajaron extraordinariamente bien y tuvieron cambios de
•ai.icicr sustanciales igual que un alivio completo de sus síntomas. I)c hecho,
muy pocos grupos que he estudiado han obtenido resultados tan buenos, Mr.
puntos do vista acerca de la composición del grupo se vieron influidos poi este
i'iupo, y he llegado a atribuirle una extraordinaria importancia a la estabilidad,
I 1 asistencia, y la cohesión del grupo.
l n teoría estoy de acuerdo con el concepto de componer un grupo de Indi
•idiios con varias necesidades y tensiones inlerpersonales, pero cico que en tu
pulí lien esto puede ser un problema falso. Dado el valor de predicción linil
1 "lo de nuestra entrevista de- selección tradicional, es probable que nos miga
M ili liim (pupón de paclenlew un flo n p it it lll/iu lt e n Im ( lln iin S ln n ín id puní pm trillen
*i" lie ipititli/iMloN pm llelpiu un cu itiin InvrniItüii ii'm i|in 11111 >111 iilin In m edición di tu
•lo.i I mii d il «tupo.»'!', IMI. 0 4 . «n I I ||| upo d lllu id n poi el din lu í l< y P"l el din luí M nhltivn
.....* 1 .illlli lición n u |n i 111 11 liirnlini I mi «tilín pul eiii 'illuniu Iun m ili eminlnlnli uduw) qm
•"dquli 1 ipI ii i (ti npi 1
278 COMPOSICIÓN DE LOS GRUPOS DE TERAPIA
del grupo. Por ejemplo, aunque seis de los siete pacientes del grupo dirigido
por el doctor R y por el doctor M fueron diagnosticados como personas esqui
zoides, diferían mucho más de lo que se parecían mutuamente. Este grupo en
apariencia “ homogéneo” , en contra de la regla clínica, no permaneció en un
nivel superficial y logró cambios significativos de la personalidad en sus miem
bros. He estudiado a muchos grupos llamados homogéneos (por ejemplo, pa
cientes con úlcera, pacientes con enfermedades dermatológicas, mujeres obesas,
padres con hijos delincuentes) que habían permanecido en un nivel superficial,
pero creo que esto no era producto de la homogeneidad, sino de la tendencia
del terapeuta y de la cultura restringida que él contribuyó a crear. La organi
zación de un grupo de individuos alrededor de un síntoma común o de los pro
blemas de sus hijos puede contener poderosos mensajes implícitos de cultura
relevantes que generan normas de grupo restrictivas, una busca de similitudes,
una inmersión en la individualidad, y desaliento de la revelación de sí mismo
y de la sinceridad interpersonal. Las normas, que presentamos en el capítulo v,
una vez puestas en práctica, pueden perpetuarse y ser difíciles de cambiar.
resultado de los grupos y de los individuos se evalúa con algún método de obser
vación y con cuestionarios suministrados por el sujeto o con ambos instrumentos.
Las variables de la personalidad que se usan más a menudo son:
los miembros acerca de la cantidad do intercambio que tic be ocinin en cada mm d. tur,
áreas do la necesidad intorpoisimal: alecto, dominio, exclusión 11
COMPOSICIÓN DE LOS GRUPOS DE TERAPIA ; hi
binación de apoyo y desafío. Los miembros son apoyados por sus similitud. -
percibidas y desafiados por la tarea del grupo que exige que interactúen ma-. m
tensa e íntimamente que lo que ellos desearían. Estos grupos tienden a m i mu\
cohesivos.37- 73•7 4
2. Los grupos homogéneos de individuos orientados a la persona, poco estille
turados no funcionan como grupos de relaciones humanas eficaces, pero lo
grupos interactúan, e inicialmente son estimulantes. En apariencia estos 11|
•<>
les ofrecen a los miembros pocos desafíos y los miembros se sienten tranquilo-
con la tarea del grupo y con los otros miembros. 3 7 - 7 5
3. Los grupos homogéneos de individuos con las mismas actitudes ante . 1
dominio producen menos cambios que los grupos homogéneamente compiii -ito-i
por la misma variable. 7 6
4. Los grupos de encuentro heterogéneos (incompatibles según la est ala «Ir
afecto firo) son más eficaces para ayudar a los miembros a autorreali/ai-a- "
5. No hay consenso acerca de los grupos mezclados (en un 50 pui m m,.
orientados a la persona y en un 50 por ciento orientados a la tarea). (Irm tal
mente se ha considerado que son ineficaces, incompatibles, y que tienen p->- -
cohesión, que no se dirigen hacia las metas de explorar, compartir y de li'lrnu
ción íntima. 3 8 - 7 9 Por otra parte, un estudio ofreció algunas pruebas limitada-, -I-
que estos grupos producen mayores cambios en los miembros. 6 8
6 . Los grupos de trabajo homogéneos (compatibles según el m h o n) non mu
productivos y tienen más cohesión que los grupos heterogéneos. 8 0
7. Los grupos de trabajo homogéneos en sus preferencias culturales (ha ha --
apareamiento) 7 3 son más eficaces que los grupos mixtos. Se sugiere qin lo-. ulit
mos carecen de una persona que una a los dos subgrupos.
H. Por lo general, el ambiente de los grupos puede predecirse con la mui
posición.18- 8 1
R epaso de la c o m p o s ic ió n de grupo
es infundado por varias razones. Primero, muy pocos individuos tienen una
patología monolítica; hay muy pocos individuos que, a pesar de su principal
área de conflicto, no tengan también conflictos con la intimidad o con la auto
ridad. Segundo, el proceso de desarrollo del grupo puede exigir que se desem
peñen ciertos papeles. Por ejemplo, las leyes del desarrollo del grupo (véase el
capítulo x ) exigen que éste se enfrente a los problemas de dominio, autoridad
y de la jerarquía del dominio. En un grupo que tenga varios individuos con
conflictos de dominio, esta fase puede aparecer pronto o muy agudamente. En
un grupo en que no hay este tipo de individuos, otros miembros menos conflic
tivos en el área de la dependencia y de la autoridad pueden verse forzados
a enfrentarse con esta área a medida que el grupo obviamente entraben esta fase
de su desarrollo. Si ciertos papeles no existen en el grupo, la mayoría de los
jefes, consciente o inconscientemente alteran su conducta para llenar el vacío.81
También debemos tomar en cuenta que la experiencia de grupo es subjetiva
e individual. Los pacientes, de acuerdo con sus mundos ficticios, pueden percibir
el mismo incidente de manera distinta, muy personal. Un terapeuta o un obser
vador a menudo no puede apreciar la importancia personal que tienen ciertos
problemas para algunos pacientes. No es fácil entrar en el mundo de las expe
riencias de los pacientes. Con frecuencia, al revisar el curso de la terapia con
los pacientes, me ha impresionado que mencionen, como un incidente crítico
en su terapia, algún suceso que para los otros parece trivial o sin consecuencias.
Además, ningún grupo de terapia con una jefatura adecuada puede ser de
masiado tranquilo ni puede dejar de ofrecer disonancia a sus miembros debido
a que éstos invariablemente entran en conflicto con la tarea del grupo. Lograr
tener confianza, revelar algo de sí mismo, fomentar la intimidad, examinarse
uno mismo, enfrentarse a los otros, son tareas discordantes para los que cróni
camente han tenido problemas en sus relaciones interpersonales.
El grupo homogéneo improductivo de individuos orientados hacia la persona,
del cual se informó en una investigación de grupos T, no es relevante para la
terapia de grupo debido a la probabilidad excesivamente pequeña de que este
grupo de individuos busque ayuda psiquiátrica. Tengo la impresión de que los
miembros de un grupo homogéneo, colocados juntos debido a un síntoma o
a un problema común, que permanecen en un nivel superficial, restringido,
constituyen un fenómeno iatrogénico: una profecía de autorrealización que hace
el terapeuta.
Dado el actual estado de nuestros conocimientos, propongo que la cohesión
sea nuestra guía básica para componer los grupos de terapia. I.a disonancia
esperada se desarrollará en el grupo, siempre que el terapeuta funcione con
eficacia en la orientación preterapéutica de los pacientes y (luíanle las piimeias
reuniones de grupo. La integridad del grupo debe sei una pieocupm ion básica,
y tenemos que seleccionar a los pacientes procurando que haya la nur. !>a|n
COMPOSICIÓN DE LOS GRUPOS DE TERAPIA 2H1
R hfhriíncias hihuográficas
La u b ic a c ió n f ís ic a
2N0
290 CREACIÓN DEL GRUPO
L a d u r a c ió n y la f r e c u e n c ia de las r e u n io n e s
dos, pero según mi experiencia el grupo a menudo sufre por este intervalo pío
longado entre las reuniones. Con frecuencia ocurren muchas cosas en la vida
de los miembros que no pueden ignorarse, y el grupo se aparta del modo in
teraccional y se dedica a resolver crisis. Cuando el grupo se reúne más de mu
vez a la semana, aumenta su intensidad, las reuniones tienen más continuidad
el grupo sigue analizando los temas que surgieron en la semana anterior, y lodo
el proceso adquiere el carácter de una reunión continua.
Recientemente se han hecho considerables experimentos con la variable d< i
tiempo. Estos experimentos o reacciones ante los modos convencionales de la
terapia a veces han sido tan extremos que han llegado a la anarquía en lm
procedimientos. Se ha informado que algunos grupos se reúnen con regularidad
en sesiones de cuatro, seis y ocho horas. Algunos terapeutas deciden reunii al
grupo con menos frecuencia, pero durante periodos más largos; por ejemplo
una reunión de seis horas cada dos semanas; algunos hospitales psiquiaim .>■
han instituido una terapia de grupo intensiva semanal, durante la cual los pa
ricntes se reúnen en pequeños grupos ocho horas diarias durante cinco día-
consecutivos; otro programa ofrece una terapia de grupo de ló lunar. » ada
lin de semana durante 16 semanas.
Un nuevo tipo, el grupo de “ maratón” ha recibido mucha publicidad y l"
lian descrito en muchas revistas y periódicos populares estadunideiiM ■. y . n
relatos ficticios.1- 2’ 3 El grupo de maratón, como lo llamó Bacli," se muir . n
una sesión prolongada, quizá de 24 a 48 horas de duración, y a los iiiicmhn.
sólo les permiten dormir muy poco o nada. Les exigen a los participnnti qui
permanezcan juntos durante todo el tiempo designado; los alimcnlor. -.non
tu la habitación, y duermen, si lo necesitan, haciendo breves siestas dunmn
la sesión o duermen durante breves periodos programados. El grujió lim e ni
l.cas en la revelación de sí mismo, en la confrontación interpersonal mlcinh i.
V en la participación afectiva.
I a sesión de terapia prolongada tiene varias raíces. Sin duda la jysieoh i apta
. tuvo influida por el campo del entrenamiento de la sensibilidad y su u n
lifcuenlc en talleres residenciales intensivos en que los pailicipantcs viv« n
juntos y se reúnen en grupos durante varias horas diariamente poi vaiios din .
(véase el capítulo xiv). Olía influencia proviene del reciente desai rollo en el
ir.o ti lapeiilico de la comunidad psiquiátrica de pacientes hoN|>il;lliz.idos I os
. hincos han llegado a consideiai cada vez más al hospital psiquialiico un giujiu
putcncinl de Iciapia de 24 horas al día, y han buscado malicias de movlh/ai
la> vigorosas fuerzas inler|ieisolíales pata oblcnci beneficios terapéuticos I as
i. ■mi as de la terapia lamillai intensiva también pueden liabei ayudado a crcni
i. rseeuaiio; Mlietbegoi, cu 10(1.', dcsciibio un modo di Iciapia de npii
i t i o i i n ni11ipb 1 cu la que un equipo de p s i q u i a t r a , dedica toda su atención a
' I 1 |)<)nII>Ic <|iu' miiii in in ió n de seis Iioiiin puciln icnci un efecto totalmente distinto
•|U‘ mui ieunión ti'- ’ l lim in Sin rmbnruo, iiiiic Iiiin de Iiin declinaciones citadas antes
l i i lililt'io n clliilcori <111•■ dli Ijílrion m iuoiicn •I< jíih |>o dr mui alón más breves en clínicas
l'il.i |iMI lililí ti lio lios|illnli/iulofi "
?,V4 CREACIÓN DEL GRUPO
sesión de tres de estos grupos duró seis horas, mientras que los otros tres
lnvii ron en la decimoprimera reunión una sesión de seis horas. Durante sus
primeras 16 reuniones, cada grupo realizó una sesión de seis horas y quince
ouniones de duración convencional (de noventa minutos). Las grabaciones
de cintas de las segunda, sexta, décima, decimosegunda y la decimosexta reunio-
iii '., se analizaron para clasificar la interacción verbal.* (La reunión de seis
limas no se analizó, ya que básicamente nos interesaba estudiar sus efectos
•n i'l curso de la terapia subsiguiente.) En estas mismas reuniones se llenaron
i ín",Molíanos de posgrupo para medir la participación del grupo y la relación
de un miembro con otro.
Los resultados mostraron que la reunión prolongada no injluyó en los
pailones de la comunicación en una dirección favorable en las reuniones sub-
■■ip,lítenles a la sesión de maratón. De hecho hubo una tendencia en la dirección
«> 1 *u> sia. o sea, los grupos, después de la reunión de seis horas, parecían dedi-
• o m minos a la interacción en el aquí y en el ahora. La influencia de la
o mu* mi de seis horas sobre la cohesión fue muy interesante. En los tres grupos
i'i. iiivieion mía reunión inicial de seis horas, hubo una tendencia a disminuir
la •1•111 sion en las reuniones subsiguientes. Sin embargo, en los tres grupos que
o ali/.mui en la reunión decimoprimera una sesión de seis horas, hubo un
iiimiaito significativo en la cohesión en las reuniones subsiguientes.
I a Implicación de estos resultados es que debe tomarse en consideración el
liempo. le; muy posible que, en el momento adecuado en el curso del grupo,
una se.ion prolongada pueda ayudar a aumentar la participación de los miem-
luos cu el grupo. Los terapeutas de los seis grupos, cuando fueron interrogados,
no -a sentían impresionados con ningún cambio significativo en el desarrollo
drl guipo que pudiera atribuirse a la reunión prolongada.
Sin embargo, es ingenuo suponer que la investigación futura influirá mucho
en la corriente de interés en el grupo de maratón: creo que éste formará parte
del escenario psicoterapéutico estadunidense durante algún tiempo. Con la
continua publicidad persistirá floreciendo la esperanza de una terapia instantá
nra, y los teiapculas de grupo, sin duda, serán presionados por muchos de sus
giupos para que les ofrezcan la experiencia de un maratón. El deseo de una
leíapiii lápida y de una intimidad instantánea está muy de acuerdo con la ten
ileneia estadunidense a lo prefabricado. Hoy día en nuestra cultura surgen de
piiinlo rasas y ciudades instantáneas sin cimientos; los romanees y los malí i
m om os los produce una computadora casamentera, las verdades intemporales
de la icligion se obtienen en un servicio religioso en un drive inn o en un
' Se mu ( I m rl ocio M a in / de hitrf'iU'Clún 11II 11,l pula ciilll leni lu ía lri iieelnn ( ,utu
111 i ni n mlmilii'i ili lu irimlt'iii Ion rVIlluitmil N iN lriiiiilirum iiilr ilio i iililu iiilun riilii'iiiulon
ijllo mi i i i i i i h lint i l iln i ih> ilrl (vilmlln,
CREACIÓN DEL GRUPO 295
I.a im u íp a k a c ió n cara i ,a t i .r a i m a di (¡ r o p o
Hay una gian variedad de piaellea clínica irlativa a la enlievisl.i de Ion pai ten
les milis de la templa de guipo. Algunos terapeutas, después de reeibli al
CREACIÓN DEL GRUPO 299
Soné que le habían pedido a cada miembro del grupo que llevara algunas galletas
i la reunión. Fui en compañía de mi madre a comprar las galletas que debía
II' viu Tuvimos gran dificultad para decidir cuáles serían apropiadas. Mientras
lanío, me daba cuenta de que se me hacía tarde para llegar a la reunión, y me
•iiiia cada vez más angustiada por la idea de no llegar allí a tiempo. Finalmente
ili i iilimos cuáles galletas debíamos comprar; nos dirigimos al grupo. Yo pregunté
. or no podía llegar a la habitación donde el grupo se reuniría, y me dijeron que
• liaba icunido en la habitación 129-A. Caminé de arriba abajo a lo largo de
un pa ullo en el que las habitaciones no tenían números consecutivos y en el
qin no podía encontrar una habitación con la letra A. Por último descubrí que
. I niuneio 129-A estaba detrás de otra habitación y me dirigí al grupo. Cuando
' i dia lin a ando la habitación, encontré a mucha gente de mi pasado, a mucha
(u nir qur había ido junto conmigo a la escuela y a la que yo había conocido
ii.n i.i varios años. El grupo era muy grande: unas cuarenta o cincuenta personas
' •.lidian l aminando en la habitación. Los miembros del grupo incluían a miembros
do mi lamilia: más específicamente, a dos de mis hermanos. A cada miembro del
pnipo Ir pidieron que se parara enfrente de un gran público y que dijera cuáles
oí an sus problemas, por qué estaba allí y cuáles eran sus dificultades. Todo el
■.m no lite muy angustioso, y el hecho de llegar tarde y que hubiera una gran
cualidad do gente era muy perturbador.
Un sistema de preparación
grupo un foro para correr riesgos y que, a medida que progrese el aprendizaje,
podrán ensayar nuevos tipos de conducta en el ambiente del grupo.
Pueden predecirse ciertas obstrucciones. A los pacientes se les advierte de
antemano acerca de los sentimientos de desconcierto y desaliento que se produ
cen en las primeras reuniones. A veces no es evidente cómo analizar los proble
mas del grupo y las relaciones entre el grupo pueden ser valiosas para resolver
los problemas que los impulsaron a buscar la terapia. Se les dice que este
desconcierto debe esperarse en el proceso típico de terapia, y que es muy
necesario que permanezcan dentro del grupo y que no deben seguir su tenden
cia a abandonar la terapia. Es casi imposible predecir la eficacia posterior del
grupo en la primera docena de reuniones, y se les debe pedir que no hagan
juicios, y que participen por lo menos en doce reuniones antes de que intenten
evaluar la utilidad real de la terapia de grupo. Se les dice que muchos pacientes
encuentran muy difícil revelarse directamente o expresar sentimientos posi
tivos o negativos. Se examina la tendencia de algunos miembros a permanecer
fríos emocionalmente, a ocultar sus sentimientos, a permitirles a otros que
expresen sentimientos por ellos, a formar alianzas ocultas con los otros. Las
metas terapéuticas de la terapia de grupo son ambiciosas, porque deseamos
cambiar la conducta y las actitudes que se han creado durante muchos años.
El tratamiento, por consiguiente, es gradual y prolongado; no ocurrirán cambios
importantes durante meses, y por lo menos se requiere un año de tratamiento.
Y o examino con ellos el probable desarrollo de sentimientos de frustración y de
enojo con el terapeuta, y que ellos esperarán respuestas que el terapeuta
no podrá darles. La fuente de ayuda a menudo serán los otros pacientes, aunque
quizá será difícil para ellos aceptar este hecho.
Después se les cuenta la historia y el desarrollo de la terapia de grupo:
cómo la terapia de grupo pasó de una etapa durante la segunda Guerra Mun
dial, cuando resultó valiosa debido a sus características económicas (les permi
tió a los psiquiatras tratar a una gran cantidad de pacientes) a su presente
posición en el campo, en el que se considera claramente que tiene algo único
que ofrecer y que con frecuencia es el tratamiento que se elige. Se citan los
resultados de los estudios psicoterapéuticos que muestran que la terapia de
grupo es tan eficaz como cualquier tipo de terapia individual.-s- 2 9 ' 3 0 Mis obsei
vaciones en esta área están enfocadas a infundir fe en la terapia de grupo
y en eliminar la falsa idea de que la terapia de grupo es “ de segunda clase” .
A los pacientes se les dice que lo confidencial es básico en la terapia de
grupo como en cualquier otra forma de relación entre un paciente y un m edico;
para que los miembros hablen libremente, deben tener confianza en que mis
palabras permanecerán dentro del grupo. En mi experiencia de tuapia de guipo,
difícilmente puedo recordar una sola ruptura seria del secreto, y poi coica
guíente puedo darles seguridades a los pacientes sobre r .lu m aten.i con eonside
CREACIÓN DEL GRUPO un
Es en especial inútil que los terapeutas establezcan reglas que piolaban I <
socialización fuera del grupo; casi invariablemente en el curso de la leí ipi i
los miembros del grupo se dedicarán a la socialización fuera de •sl< \ . n
vista de las prohibiciones, pueden resistirse a revelar esto en el guipo < .......
lo expondremos en el siguiente capítulo, las relaciones fuera del guipo no mui
dañosas per se (de hecho pueden ser extremadamente importantes en el ....... ..
terapéutico). Lo que obstruye la terapia es la conspiración de silencio ipil a
menudo rodea estas reuniones. Además, estas reglas pueden llevai a los pai i. n
tes a una discusión improductiva sobre la violación de las reglas, y si el tempi uta
afirma que por experiencia sabe que esta actividad obstruye la terapia, p od ía ,
con mayor provecho, enfrentar a los pacientes al problema de poi que a< luán
pttra sabotear su propia terapia. Repito, es aconsejable ofrecerle una m lm
inación amplia al paciente y no hacer declaraciones ex cátedra. Poi ejemplo,
el terapeuta puede explicar que la amistad entre ciertos m icm lu o H d r l guipo
puede impedirles hablar francamente entre sí en el grupo, que los n u e m b io
pueden dcsnrrolhu un sentimiento de lealtad en una relación d ia d a a qin c u tía
en conflicto con la sinceridad y el eand o i que son tan esenciales en el p o i t i s n
terapéutico.
liste procedimiento piepni atol lo consistí en algo mas que en la sola h uí s
misión <lc inloi macion del p 1 1 al miembro I I pionvio en qm se basa i|
contenido lianraullc un mensaje mili mas Impoiliillb il Iciapruíu o spela el jul
306 CREACION DEL GRUPO
¿Han hecho algo que valga la pena durante los últimos treinta o cuarenta minu
tos? Después de ese silencio intranquilo, y después de que yo comenté eso,
ustedes empezaron a comentar las maneras como han enfrentado los problemas
aquí [ . . . ] Fue casi como si ustedes hubieran mirado y visto la situación de una
manera más realista después de eso, porque podría decirse que desde ese momento
han estado explorándose mutuamente. La señorita H comenzó a preguntarle a la
señorita A muchas cosas acerca de ella, y con esto mostró que quizá ustedes
pueden decir algo acerca de sí mismos y que los demás no se mostrarán hostiles.
Por ello, ustedes podrán explorar sus actitudes mutuas de una manera que les
resultará útil. Éste es un cambio asombroso después de lo que hicieron durante
los primeros minutos; es como si ustedes hubieran empezado un proceso. Quizá
puedan sentir algo mutuamente, quizá puedan pensar algo unos de otros, qui
zá aun podrán mirar el interior de los pensamientos y los sentimientos de cada
uno de los otros de tal manera que podrán conseguir algo. Sin duda han explo
rado mucho sus propias actitudes. Esto lo hicieron de una manera convencional
hasta cierto punto, pero quizá también con el fin de indicar dónde se halla cada
uno en relación con los otros, para ser más personales acerca de sus problemas.
luí esta declaración el terapeuta del grupo hizo algo más que resumir
lo,-, sucesos de los anteriores treinta minutos. Ignoró ciertas actividades, reforzó
'■lias, sugirió la conducta que sería deseable en las sesiones futuras.
Algunos terapeutas se oponen tercamente a preparar al paciente, y sos
ia n. n que la ambigüedad del papel del paciente y del terapeuta es una situación
deseable en las primeras fases de la terapia. 3 3 , 5 4 Argumentan que el desarrollo
V la solución posterior tle las distorsiones de la transferencia entre el pacien-
u y el terapeuta es un factor curativo básico en la terapia, y que debe inten
tara-, en las piimeias etapas de la terapia, fomentar el desarrollo de la
lian-.lei eiiein. líl enigma, la ambigüedad, la ausencia de bases cognoscitivas,
v la íruHlincibu de Ion de-.eos enn-sienles e inconscientes facilitan una reacción
' (i)ll('n in (til ilm luí I i i I iii Slllllri lullll, < llmi .i I u v I nI ih Ii , lu m lio h
uo CREACIÓN DEL GRUPO
R eferencias bibliográficas
Introducción
La primera reunión
1 l ’iir.lc Imitific iiiiii lilla I. >)!111 ion tu p im lítu ilrl |inicoiulilllsls Hay mili lili* i n .ai*
|Ui10 <|ii< r| iiniilislii m 1111111ti 111 o i lu la llili'lltr 1m i l.r. Iii'.i s 1I1 ilr .ai liillu tl« I pita • '
1111111ít t i 11¡ i|ll|/á i i i i i i «!• la. la / o n n i m a • lin p oi la u li s < . <|in .1 t u ik h lin lr iilo liiiglili u "
•I aiialnila t r Hita M'iilliiileMln'i m p |u i I|v iin c o tao la rnoliaeléi), <1 H. ..i 10 111<>. la lo. \ •
il. i. mu i. i 11 •
316 LA INICIACIÓN
el estilo. Usualmente luego relata sus razones para haber acudido a la tera
pia, lo que a menudo hace que otros pacientes formulen declaraciones simi
lares. Un curso alterno de los sucesos ocurre cuando un miembro (quizá
estimulado por la observación del terapeuta acerca de la tensión del grupo
durante el silencio inicial) comenta su intranquilidad social o su temor a los
grupos. Esto con frecuencia estimula a que otros pacientes hagan comentarios
similares acerca del primer nivel de la patología interpersonal.
Como hice énfasis en el capítulo v, el terapeuta voluntaria o involuntaria
mente empieza a modelar las normas del grupo desde el principio. Además,
es más eficaz esta tarea cuando el grupo aún es nuevo. La primera reunión, por
consiguiente, no es el momento adecuado para que el terapeuta permanezca
inactivo. Hay muchas técnicas, algunas descritas en el capítulo v, disponibles
para una intervención temprana y eficaz.
miembros de un grupo que les pide sacrificar una parte de su apreciada indi
vidualidad. Los miembros se preguntan qué implica ser miembro de un guipo
¿Cuáles son los requisitos de la admisión? ¿Cuánto deben revelar o cedí i d.
sí mismos? ¿Qué tipo de compromiso deben hacer? En un nivel consumí. ,,
casi consciente intentan responder preguntas como éstas y mantienen una bus. a
vigilante de los tipos de conducta que el grupo espera y aprueba.
Si un nuevo grupo se muestra intrigado, ensaya y duda, también sera dt p. n
diente. Abierta y ocultamente los miembros observan al jefe para buscai un .
estructura y respuestas, y también aprobación y aceptación. Muchos ........... .
ríos en el grupo se dirigen al terapeuta o a través de éste; los m ie m b ro |,
dirigen miradas subrepticias en busca de aprobación, cuando mucsiian un .
conducta que en el pasado obtuvo la aprobación de la autoridad. Los pnm.
comentarios del jefe son examinados cuidadosamente buscando guias p.., ,
la conducta deseable o indeseable. Los pacientes se comportan como u la ,|
vación dependiera única o básicamente del terapeuta, de dcscubrii lo 1 )1 1 . , |
desea que ellos hagan. Hay pruebas considerablemente realistas que apoV¡,M
esta creencia: la identidad profesional del terapeuta como médico, su pap. I ,i,
anfitrión al ofrecerle un lugar de reunión al grupo, su prepai ación . 1 . 1 ,.
pacientes y cobrarles cuotas por sus servicios refuerza las expectativas «I. I.. ,,,
cientes de que el terapeuta los atenderá. Algunos terapeutas alientan meous. 1 . ,,
teniente esta creencia con una conducta que ofrece promesas de ayuda .p,,
no pueden cumplir.
Sin embargo, la existencia de la dependencia inicial no puede cxplle.nl,,
totalmente la situación, la conducta del terapeuta o la dependencia nimbo,,,
de los pacientes. Examinamos en el capítulo vi las muchas fuentes j11m 1, •
nales de los sentimientos poderosos de los miembros del grupo liaciu el 1. ,,,
peuta. Entre los más vigorosos se encuentra la necesidad del hombre d. tem ,
un padre omnipotente, omnisciente y que se encargue de todo, que junio con ,,
infinita capacidad de decepcionar crea un anhelo de tener y de eren en un ,
superior. En los nuevos grupos las fantasías de los miembros funcionan ,|,
acuerdo con lo que L'reud llamó “ la necesidad de set gobernado p<>i una lu. 1 ,,
ilimitada | . . . | la pasión extremada por la autoridad |. . | la sed de obedi. ncl,,
del guipo ,1 (Sin embargo, ¿quién es el Dios de Dios? A menudo ln p. M
sudo que la tasa exlraordiniiriumente elevada de suicidios que hay • nli. |,,N
psiquiatras" es el liagieo comentario de este dilema l o s psieoleiapealas .p„-
se sienten profundamente deprimidos, los niales saben qm deben s n
propios seles superiores, su propios uiedladoi.H, tienden a eaei en la desespe
1.1. ion total
318 LA INICIACIÓN
del terapeuta, él los desilusionará. Poco a poco, a medida que se vuelve evi
dente el reconocimiento de sus limitaciones, se inicia el proceso de liberación.
De ninguna manera este proceso es claramente consciente; los miembros pueden
abogar intelectualmente por un grupo democrático que se apoye en sus propios
recursos, pero sin embargo pueden, en un nivel más profundo, anhelar la
dependencia e intentar primero crear, y luego destruir al representante de la au
toridad. Los terapeutas de grupo se niegan a desempeñar el papel de auto
ridad tradicional: no dirigen de la manera ordinaria, ni ofrecen respuestas
y soluciones, le piden al grupo que explore y que use sus propios recursos. Sin
embargo, este deseo de los miembros perdura, y por lo general sólo después
de varias sesiones el grupo llega a comprender que el terapeuta frustrará
sus anhelos de que se comporte como un jefe al estilo “ antiguo” .
Otra fuente de resentimiento con el jefe* se deriva del reconocimiento gradual
de cada miembro de que no será su hijo favorito. Durante la sesión anterior a la
terapia, cada miembro alberga la fantasía de que el terapeuta es exclusiva
mente suyo, y está muy interesado en los detalles mínimos de su pasado, de su
presente y en el mundo de sus fantasías. Sin embargo, en las primeras reuniones
del grupo, cada miembro empieza a comprender que el terapeuta no se siente
más interesado en él que en los otros; así se siembran las semillas de la riva
lidad, de la hostilidad con los otros miembros. De alguna manera, no clara, se
cree que el terapeuta es decepcionante.
Estas expectativas irreales sobre el jefe y la consiguiente desilusión de
ninguna manera son propias de la mentalidad infantil o de la ingenuidad
psicológica. Por ejemplo, ocurre el mismo fenómeno en los grupos de psicote
rapeutas profesionales. De hecho la mejor manera para que el estudiante
aprecie la proclividad del grupo a exaltar y a atacar al jefe es que experimente
estos sentimientos como miembro de un grupo.
Algunos investigadores1 0 que han tomado la obra de Freud Tótem y tabú"
demasiado literalmente consideran el patrón de las relaciones del grupo con
el jefe una repetición de la horda primigenia parricida. Freud, desde luego,
sugirió en algún lugar que el moderno fenómeno de grupo tiene su analogía
prehistórica en los sucesos antiguos y nebulosos de la' horda primigenia: “ Asi
el grupo se nos da como un renacimiento de la horda primigenia. Justamente
como el hombre primitivo sobrevive potencialmente en todo individuo, asi
la horda primigenia puede surgir una vez más en cualquier congregación qui
se forma al azar; ya que los hombres habitualmcnte están bajo la influencia
del grupo, reconocemos en éste la supervivencia de la horda primigenia” . 1 1 l a
horda primigenia, como el coro de Edipo rey de Sófocles, puede liberarse lit
ios vínculos restrictivos que inhiben el desarrollo y lograr una existencia mas
satisfactoria sólo después de que el terrible jefe lia sido eliminado.Iy 111
Los pacientes no realizan un ataque unánime eontia el teiupruta, mvniia
LA INICIACIÓN
Aunque hemos señalado que el desencanto y la ira con el jefe son una carac
terística ubicua en los grupos pequeños, de ninguna manera este proceso es
constante en su forma o en su grado en los grupos. La conducta del terapeuta
puede fomentar o mitigar la experiencia y la expresión de la rebelión. Así,
un prominente sociólogo quien durante muchos años ha dirigido grupos de
entrenamiento de la sensibilidad de estudiantes universitarios informó que inevi
tablemente hay una poderosa insurrección contra el jefe, que culmina cuando
él es expulsado físicamente por los miembros de la habitación del grupo. 1 3 Por
otra parte, he dirigido grupos similares por más de una década y nunca he
presenciado una rebelión tan radical que indujera a los miembros a expulsar
me físicamente de la habitación. Esto sólo puede deberse a las diferencias
de los estilos y de la conducta de los jefes. Producen reacciones más negativas
los terapeutas que son ambiguos o deliberadamente enigmáticos, o autoritarios,
pero que no les ofrecen a los pacientes una estructura ni guías, y que al
principio de la terapia ocultamente le hacen al grupo promesas imposibles
de cumplir.
Esta etapa a menudo es difícil y personalmente desagradable para los
terapeutas de grupo. Sin embargo, el terapeuta principalmente debe recordar
que él es esencial para la supervivencia del grupo. Los miembros no pueden
darse el lujo de eliminarlo y él siempre será defendido. Sin embargo, para su
tranquilidad, debe aprender a distinguir entre un ataque a su persona y un ata
que a su papel en el grupo. La reacción del grupo ante el jefe es similar
a la distorsión de la transferencia en la terapia individual; la transferencia no se
relaciona directamente con su conducta, sino que su fuente en el grupo debe
entenderse desde el punto de vista de la psicodinámica individual y de la diná
mica de grupo.
Los terapeutas que son amenazados en especial por un ataque del grupo
se protegen de varias maneras. Una vez me pidieron que actuara como asesor
de dos grupos de terapia (cada uno había realizado aproximadamente 25
sesiones) que habían tenido problemas similares: ambos grupos parecían haber
se estancado, y aparentemente no habían tratado nada nuevo durante varias
semanas, y los pacientes parecían haber perdido el interés en sus grupos. Un
estudio de las reuniones recientes y de los registros pasados reveló que los
dos grupos no habían discutido directamente ningún sentimiento negativo
hacia los terapeutas. Sin embargo, la razón de esta inhibición era muy diferente en
dichos grupos. En el primero, los dos coterapeutas (que dirigían por primera
vez un grupo) habían sacrificado sus cabezas, por decirlo así, al grupo; y por
su obvia angustia, incertidumbre y por haber evitado los problemas cargados
de hostilidad se habían mostrado débiles. Además, ambos deseaban sei queridos
por todos los miembros, y en todo momento habían sido tan benévolos y solí
vitos que un ataque di' los pacientes habría parecido indigno e inginlo
LA INICIACIÓN 3? \
Los terapeutas del segundo grupo habían impedido de un modo muy difcren
te ser atacados: se habían comportado como figuras olímpicas, indiferente.,
y sus intervenciones escasas eran como oráculos por su ambigüedad y su
aparente profundidad. Al final de cada reunión hacían un resumen de los tema',
que habían predominado y de las contribuciones de cada miembro. Atacarlos
habría sido peligroso, impío e inútil. Según las palabras de un paciente: "lia
bría sido como mostrarle el puño a la cumbre de una montaña elevada” .
Estas actitudes inhiben al grupo. Suprimir los sentimientos ambivalentes
importantes hacia el terapeuta causa la formación de un tabú contrnprodu
ccnte que se opone a la deseada norma de sinceridad interpersonal y de
expresar emociones. Además, se pierde una importante oportunidad para esta
Mecer modelos; el terapeuta que soporta un ataque sin ser destruido o des
truir en represalia, y que reacciona intentando comprender y analizar las fuend .
y los efectos del ataque, le muestra al grupo que la agresión no necesaiia
mente es letal, y que puede expresarse y comprenderse perfectamente denlo,
del grupo.
Una de las consecuencias de suprimir la ira contra el terapeuta en los dos
ginpos en cuestión, y en la mayor parte de los grupos, fue el surgimiento de
una agresión desplazada a un blanco indirecto. Por ejemplo, un grupo in s is t ió
durante varias semanas en atacar a los “ doctores” . Las experiencias anteiioo
desafortunadas con los médicos, los hospitales y los terapeutas iiulividuali
. describieron detalladamente; a menudo hubo un considerable consenso . 1 . I
guipo sobre la injusticia y la inhumanidad de la profesión médica. En un gm
po, un miembro atacó al campo de la psicoterapia al presentar un articulo
•n el que Eysenck se proponía mostrar que la psicoterapia es ineficaz O l í a s
v.-ees se referían en forma similar a la policía, a los maestros y a otros m
piesenlanl.es de la autoridad.
Usar como chivos expiatorios a otros miembros es una manera «le le u e i
mi "blanco indirecto” . Esto puede alcanzar tales proporciones que, a menos
•11 o ínlervenga el terapeuta para dirigir el ataque contra él, la víctima pmpi
. . l i o n a quizá abandonará al grupo. Otros grupos ocultamente nombran en
0 lilas a un jefe para reemplazar al terapeuta; este proceso es insalislm ioiio
dejii al grupo y al jefe-paciente desalentados y confusos, lo s grupos de
•iio ii.milenio (le la sensibilidad poi lo general resuelven este problema del!
Hiendo el papel del jefe como el de un miembro especializado con elude.
liabllldadeH leen ¡cus Se espera que el guipo aprenderá a cvaluai las eonlnbu
1 . del (empellía pm su valoi intrínseco, y a no aceptarlas poi la auloiidud
>!1 1• le. i espalda lo s grupos de templa no lesuelvcn el problema dumuti
•mu líos meses o anos, una y olía vez el guipo vuelve a Imliu esle problema
. medida (pie los Ulleftlblos con un olmo dlfemile, según el grado de su
.•lililí lo de dependencia, poco a [loco analizan sus ai tllud. i anle el (empenta
124 LA INICIACIÓN
lis esencial, si desea realizarse esta tarea, que el grupo se sienta con derecho
di enfrentarse al terapeuta, quien no sólo debe permitir, sino alentar, este en-
Irentamiento.
Ahora que ya hemos trazado las primeras etapas del desarrollo del grupo,
consideraremos una serie de condiciones restrictivas para que el principiante
no tome demasiado literalmente la secuencia de desarrollo propuesta. Las
fases de desarrollo rara vez están bien delineadas; hay una considerable yuxta
posición y las fronteras entre éstas, en el mejor de los casos, son imprecisas.
Las pruebas sobre las etapas de desarrollo de los grupos de terapia surgen
de los estudios de observaciones clínicas no sistemáticos; casi no hay inves
tigaciones controladas que apoyen esta secuencia de desarrollo. La investigación
del desarrollo del grupo en los grupos de entrenamiento de la sensibilidad ha
sido rudimentaria, y no se ha llegado a hacer conclusiones. Por ejemplo, Bennis
ct al.26 en un estudio de seis grupos de entrenamiento de la sensibilidad, pusie
ron a prueba la hipótesis de que los grupos pasan por dos fases de desarrollo:
una preocupación básica por la autoridad, y después una preocupación
básica por la intimidad. De estos seis grupos estudiados, sólo uno mostró esta
secuencia; los otros cinco se enfrentaron una y otra vez a estos dos problemas.
Pruebas más convincentes surgen de la investigación sobre los grupos de
trabajo. Por ejemplo, Runkel et a l,27 estudiaron a doce grupos pequeños que
tenían la tarea de diseñar y ejecutar algún proyecto sobre la relación entre
las condiciones sociales y el aprendizaje en una universidad. Los resultados
indic aron que los grupos progresaron cíclicamente a lo largo de las etapas de
luekman:0 1) ensayo y dependencia; 2 ) conflicto entre el grupo; 3) cohesión
del grupo, y 4) funcionamiento relacionado con el papel (un grupo maduro
'|uc* resuelve problemas).
Para vez el grupo supera permanentemente una fase. Al describir el desarro-
l!" drl grupo, Schutz4 usó la adecuada metáfora de apretar las tuercas una
<ia-. otra lo suficiente para que la rueda quede fija; después el proceso se
" pite; cada tuerca es ajustada a su vez, hasta que la rueda queda totalmente
1r"ia De manera similar, las etapas de un grupo surgen, predominan, y luego
" lioeeden, sólo para que el grupo más tarde se enfrente a los mismos pro-
1•!. nui*. con mayoi detenimiento. Quizá debido a estas consideraciones, sería
«na , i suelo hablni de tareas de desarrollo, y no de etapas o de una secuencia
di I mismo llambuip."' sugieie el término “ ciclolerapia” para referirse a este
piuc i' mi de icgiesm a los mismos problemas, pero cada vez desde una pers-
P'ith u diferente. v cada vez con mayoi pío! undulad A menudo, el grupo de
•■i .•|iln emplnua mucho tiempo discutiendo un problema las cuotas, los es
326 LA INICIACIÓN
Los M IE M B R O S D E L G R U P O : D E S E R C IO N E S , F A L T A S D E A S IS T E N C IA .
IM P U N T U A L ID A D , A G REG A D O D E N U E V O S M IE M B R O S
La secuencia inicial del desarrollo del grupo de terapia está muy mllm.l .
por los problemas de ser miembro. La deserción, la impuntualidad y las Lili«t
de asistencia son hechos de la existencia del grupo en desarrollo, y a menudo
amenazan su estabilidad e integridad. Las faltas de asistencia considci ablcs pin
den desviar la atención y las energías del grupo de sus tareas de d e s a u o ll o al
problema de conservar a los miembros. La tarca del terapeuta consiste •u
desalentar la asistencia irregular y, cuando es necesario, reemplazni a los qm
han abandonado al grupo añadiendo nuevos miembros.
Asistencia y puntualidad
Por ejemplo, un grupo compuesto por cuatro mujeres y tres hombres se reunió
en su octava sesión un día cuando dos de los hombres no pudieron asistir. Albert,
el varón restante, previamente se había mantenido apartado y sumiso en el grupo.
En la reunión en que estaba solo con las cuatro mujeres ocurrió una dramática
transformación: Albert de pronto entró en actividad, habló acerca de sí mismo,
interrogó a los otros miembros, habló en voz alta y vigorosamente, y en un par
de ocasiones desafió al terapeuta. Su conducta no verbal estaba saturada de actos
casi galantes dirigidos a los miembros femeninos: por ejemplo, con frecuencia
se acomodaba el nudo de su corbata y se arreglaba el pelo de sus sienes. Más
tarde en el curso de la reunión el grupo comentó el cambio de Albert, y él com
prendió y expresó el temor y envidia que sentía por los dos varones ausentes,
quienes eran agresivos y se afirmaban. Él desde hacía mucho había percibido su
profundo sentimiento de impotencia social y sexual que se había visto reforzado
poi el sentimiento de que nunca había provocado un efecto significativo en un
grupo, y en especial en un grupo femenino. En las semanas subsiguientes Albert
real izó un análisis valioso do estos problemas, los que no habrían sido accesibles
(luíanle muchos meses, sin la ausencia ocasional de los otros dos miembros.
derable valor terapéutico que los pacientes sepan que el grupo siempre está
allí, estable y confiable. A la larga esto fomentará la constancia en la asistencia.
Además, he tenido muchas sesiones de grupo con pocos miembros, a veces
hasta con uno solo, que han resultado críticas para los pacientes que par
ticipan. El problema técnico de las reuniones pequeñas, en especial en las de
tres o menos miembros, es que el terapeuta puede enfocar el proceso intrapsí-
quico a la manera característica de la terapia individual, y abandonar su enfoque
de los problemas interpersonales y de grupo. Tiene más consistencia tera
péutica y es más fácil técnicamente enfocar con profundidad al grupo y los
procesos interpersonales aun en las sesiones más pequeñas. Considérese el
siguiente ejemplo clínico de un grupo que tenía diez meses de existencia:
respondió que creía que en realidad deseaba saber lo que el terapeuta pen;.alt:i
de él, y más tarde describió, por primera vez, su deseo de recibir en loiiin.
exclusiva la atención y el afecto del terapeuta.
Más tarde el terapeuta expresó pena porque Mary hubiera leído su ñola « n
la hoja clínica. Ya que había un elemento real en la angustia de la paciente al \a
ber que su terapeuta había diagnosticado que estaba “al borde de la esqui/oh.
nia” , el terapeuta examinó, con sinceridad, su propia molestia por haber tenido
que usar marbetes de diagnóstico en los registros del hospital y le comunicó . 1 la
paciente la confusión que rodea la terminología nosológica psiquiátrica; recoi dó
lo mejor que pudo sus motivos para usar ese marbete y sus implicaciones.
Mary entonces comentó la ausencia de los miembros y preguntó si ella l<>
había alejado del grupo (una reacción común ante la ausencia de los miembros)
Ella insistió en su sentimiento de insignificancia, y, a sugerencia del terapeuta,
hizo un inventario de sus características negativas, citando su desidia, egoísmo
codicia, envidia y sus sentimientos hostiles con los que se encontraban en o
ambiente social. Edward apoyó a Mary y estuvo de acuerdo con ella e ¡denliln •>
muchos de estos sentimientos en sí mismo. Examinó qué difícil le había .alo
revelar algo en el grupo. (Edward había revelado muy pocas cosas sobre él ,mi.
en el grupo.) Más tarde examinó su temor de embriagarse o perder el eon im l
de otra manera; podría volverse indiscreto sexualmente. Edward entonce'. . ...
minó, por primera vez, su temor al sexo, su impotencia, su incapacidad pan» i> n< ■
una erección, y sus negativas de último momento para aprovechar he. opoiiuul
dades sexuales. Mary simpatizó profundamente con Edward y, imuqu. . lia
durante algún tiempo había considerado aborrecible el sexo, expresó un linih
sentimiento: le gustaría ayudarlo entregándosele sexualmente. Edwanl rutón»,
describió su vigorosa atracción sexual hacia Mary, y más tarde él y Mary »-hmil
liaron sus sentimientos sexuales hacia los otros miembros del grupo. I'.l teinpeui.»
observó, lo cual mostró posteriormente ser de gran importancia terapéutica pan»
Mary, que su interés en Edward y su deseo de entregársele sexualmente ni-galin
muchos elementos de su inventario: su egoísmo, su codicia, y su hostilidad ubi» un
con los otros.
Los aspectos de esta reunión, relevantes para el presente examen, son rvidi u
h '. por sí mismos. Aunque sólo estaban presentes dos miembros, se ........io n
como mi grupo, y no como dos pacientes individuales. Se discutió a los olio*
imcmbios ¡n absentia, y se manifestaron y analizaron senlimienlos inlcipci
•olíales no expresados previamente enlre los dos pacientes y hacia el Iciupciila
l íic una sesión valiosa, profundamente significativa pura ambos pailicipaulcs
bros. Esto puede ocurrir en cualquier momento durante el curso del grupo,
pero, a menudo hay momentos críticos en éste cuando se le incorporan
nuevos pacientes: durante las primeras doce o veinte reuniones (para reem
plazar a los que abandonan pronto al grupo) y aproximadamente después de
un año y medio (para reemplazar a los miembros que han mejorado y que
ya no necesitan recibir terapia).
grupo que partieron hace mucho y los sucesos de las reuniones pasadas, y a
los nuevos miembros les recuerdan insidiosamente, para que no la olviden, ai
condición de novatos.
En forma similar, los miembros pueden expresar el parecido que ndvii i
ten entre el nuevo miembro y alguno que ya no está presente en el pi u|>•*
Una vez observé una reunión en la que entraron dos nuevos miembros II
grupo observó una similitud entre uno de ellos y Matthew, un paciente <po
(el recién llegado lo supo pronto) se había suicidado un año antes; al oim
paciente lo compararon con Roger, un paciente que había abandonado ni
grupo, desalentado y sin mejorar después de tres meses de terapia. Obséivi •
que estos grupos no advertían la acritud de sus recepciones y conscicntenu un
creían que les estaban dando la bienvenida a los recién llegados. Id guipo
también puede expresar su ambivalencia discutiendo, en la primera icmiioit
ile los recién llegados, problemas amenazadores que ponen a prueba mi mui
fianza. Por ejemplo, en la sesión decimoséptima (en la que entraron dos
nuevos miembros) un grupo discutió por primera vez la capacidad de lo\ •ot<
lapeutas. Señalaron que éstos se encontraban registrados en el hospital «•mo•
estudiantes residentes y que sospechaban que podrían estar dirigiendo su ........ i
grupo. Sin embargo, este tema, válido e importante, que debía discutir.. •i .
muy amenazador para los nuevos miembros. Es interesante observai qm . i i
información ya la conocían varios miembros del grupo, pero no la liabíun nm i
do hasta esa reunión.
Desde luego, hay sentimientos simultáneos de bienvenida y apoyo puta I"
nuevos miembros que son muy evidentes si el grupo ha estado Iu i m undulo
Los miembros pueden mostrar una gran amabilidad y paciencia al (intuí .1
temor inicial o la actitud defensiva de los novatos. De hecho el guipo pued.
comportarse de diferentes maneras para aumentar su atractivo para el uriru
llegado. A menudo los pacientes ofrecen testimonios espontáneos y desenlien
las diversas mejorías que han conseguido. En un grupo, un recién llegado I.
pieguntó a una paciente defensiva, malhumorada, acerca de sus piogieso1
antes de que ella pudiera responder, otros dos miembros, creyeron qm ella di
ulgiuiía al grupo, la interrumpieron para describir sus propios piogie.n'
Aunque los grupos pueden descaí inconscientemente dcsalentai a los m i. n
llegados, parecen prefeiii hacer esto nmcua/andolos o estableciendo mo
di iniciación severos; los miembros no desean disuada a los nuevos di pu
•luíalo tanto a su guipo que los candidatos ya no quieran uniisc a esb
/ói.amev ¡uno lo iciuiion >lrt >;mi>o llay vanas in/ones para la u>an ion
lU iibiva len lc del grupo ante los nuevos Algunos de mis m ie n ib io s . que evalúan
Milicho la Molidaiidad v la i ola si oi i del guipo, pueden consuleiai i uulqulia
•amblo pioptiesto una uilli lltl/a pata el \hfltl ifUd, O l i o s pueilcu iin a g u iai <|i|i
MH LA IN IC IA C IÓ N
los nuevos miembros son rivales en potencia de la atención del terapeuta y del
guipo. Perciben que está en peligro su papel imaginario de hijo favorito. Otros
miembros, en especial los que tienen conflictos en el área del control y del
dominio, pueden considerar a los nuevos pacientes una amenaza para su posición
en la jerarquía del poder.
I I sueño que tuvo un grupo es bastante ilustrativo. George era muy narci-
sisia y había estado en el grupo durante 16 meses. Era un miembro de grupo
con experiencia, capaz de hacer comentarios perspicaces, útiles, a los otros
miembros, que lo trataban con mucho respeto. Tenía un vigoroso sentimiento
de que el terapeuta lo prefería a los otros pacientes del grupo. Cuando éste
(•lo tenía cinco miembros, dos nuevos pacientes masculinos entraron (ambos
inteligentes y vigorosos) y de inmediato desafiaron el papel de George en el
i tupo, l a noche posterior a la reunión en que entraron los nuevos miembros,
(íroige sonó:
I)( modo similar, en otro grupo al que entró una nueva paciente, las dos
miembros femeninas del grupo desesperadamente protegieron su posición,
i mplcuioii muchos artificios para aumentar su prestigio, incluso recitaron poc-
i.r. ( liando John Donne es citado en un grupo de terapia como parte del rito
de iniciación, es difícil que esto tenga un fin estético.
Una preocupación común del grupo es que, aunque necesite nuevos miem-
bnr.. éstos retrasarán al grupo. El grupo teme que el material conocido deba
n-peiirse para los recién llegados, y que el grupo deba reciclar, por decirlo
a-.l, y icvlvii las etapas de introducción social gradual y el protocolo ritual.
I .la peispectiva es irreal. Los nuevos pacientes que entran en un grupo en fun
i lonumicnlo por lo general avanzan con rapidez al nivel de comunicación que
picvfllcce en el grupo, y no pasan por las primeras fases de prueba carae
Iciíslicas de los miembros de un grupo recién formado. Una fuente adicional
ile ambivalencia ante los recién bogados, pero menos frecuente, es la amenaza
que plantean estos individuos a los pacientes del grupo que han mejorado y que
trinen veise en los recién llegados como se encontraban al principio de su tria
pía l'ara cvltai exponerse de nuevo a los dolorosos periodos pasados de su
vida. I’ireuu nteinenti eluden a los nuevos pacientes que paireen una icencai
muiou de m i yo ailtnioi
LA INICIACIÓN 339
I <i\ unías terapéuticas. Los nuevos miembros que entran en un grupo ya for-
.....lo necesitan que el terapeuta los prepare para la experiencia terapéutica.
N•l< m e. de preparar a estos pacientes de la manera común (véase el capí-
•nlo i s ) , también debe intentar ayudarlos a enfrentarse a la tensión singular
*|*i. .a onipaña el ingreso a un grupo establecido. Yo prefiero anticiparles a los
i..... ni» -, los sentimientos de exclusión y asombro que tendrán al entrar
t n mui cullma poco común que ellos no han contribuido a crear. Debe dár-
i l< m jmiiidmlrs que les peimitiian eiilriu y pítrlicipai a su propio paso. Los
.... mis pacientes que riilrun a guipo*, establecidos pueden sentirse atemorizados
I".| Io complejidad, la Mineetklud, la facilidad de la comunicación Interpersonal
i la oiidiK la d( ios miembros mas expt ilmentiidn*.; lamban pueden Mentirse
.140 LA INICIACIÓN
pués de que parten los candidatos, se vota su admisión. Esto puede parecerle
una prueba amenazadora al nuevo paciente, pero no necesariamente lo es. El
terapeuta, en una sesión de selección individual inicial, puede preparar al
paciente para la entrevista de grupo. Puede presentar el procedimiento desde
la perspectiva de encontrar la “ adaptación” adecuada entre el paciente y el
grupo. Además, este procedimiento puede tener dos objetivos: el candidato pue
de evaluar al grupo y también ser evaluado por los miembros. Desde luego, si
el grupo decide no aceptar al paciente (esto ocurre rara vez), los terapeutas
asumen la responsabilidad de enviar al paciente a otro grupo. Este procedi
miento es complicado y requiere mucho tiempo; sólo debe usarse en un grupo
que ha madurado y se ha vuelto un grupo de trabajo maduro. Sin embargo,
tiene varias ventajas para el paciente y para el grupo. Que el paciente haya
tenido que superar obstáculos para unirse al grupo hace que llegue a valuarlo
más. ¿No es éste el principio de las iniciaciones de las fraternidades, del estu
dio de noviciado en la masonería, y del aprendizaje largo y costoso en las
organizaciones como las sociedades psicoanalíticas? Los miembros del grupo,
por otra parte, después de desempeñar un papel activo en el proceso de tomar
decisiones, asumirán la responsabilidad de su decisión y emplearán considera
bles energías en ayudar al nuevo miembro a formar parte del grupo. ¿No
es éste el principio que se encuentra detrás de todas las formas del proceso de
grupo democrático?
Introducir nuevos pacientes puede, si se considera adecuadamente, fomentar
el proceso terapéutico de los antiguos miembros que pueden reaccionar con
r si ¡los muy idiosincrásicos ante los recién llegados. Un principio importante
«le la terapia de grupo, que ya hemos examinado en ocasiones anteriores, es
que cualquier estímulo importante que se le presenta al grupo produce varias
i> acciones en los miembros del mismo. La investigación de las razones que
.< encuentran detrás de estas diferentes reacciones por lo general es una busca
hm iñosa que aclara aspectos de la estructura del carácter. Observar que los
•tiros reaccionan ante una situación de una manera marcadamente distinta,
• . una experiencia impresionante que puede ofrecer un considerable insight
Iun . 1 la propia conducta. Esta oportunidad no existe en la terapia individual,
peí o constituye una de las principales fuerzas de la terapia de grupo. Un
•|. mplo clínico ilustrativo puede aclarar este punto.
I'íi los siguientes lies capítulos examinaremos las ultimas etapas de la terapia
l'ieml una ve/ comparó la psiuoteiapia con el ajedrez, porque se lia escrito y
LA INICIACIÓN 343
se conoce más acerca de las aperturas y de los jaques que del juego intermedio.
Según esto, las etapas iniciales y de la terminación de la terapia pueden exa
minarse con cierta exactitud, pero el gran conjunto de la terapia no puede
describirse sistemáticamente. Por ello, en los siguientes capítulos me referiré de
una manera más general a los temas y a los problemas de las últimas etapas
de la terapia y a algunas técnicas especializadas de la misma.
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1 ni 1 A l l i n Ion l'lfnai, I9<i4 )
144 LA INICIACIÓN
El s u b a g r u p a m ie n t o
Problemas similares y muy graves ocurren cuando los miembros del guipo
tienen relaciones sexuales: a menudo temen “ manchar” (com o un p;u a ni.
afirmó) una relación íntima al discutirla en público. Freud, quien no pi.niio.
la terapia de grupo clínica, escribió en 1921 un ensayo visionario sobre la p .n..
logia de grupo,3’ 4 en el que subrayaba la incompatibilidad entre una rclm....
sexual y la cohesión del grupo. Podemos no estar de acuerdo con su argmm m.,
medular (que los instintos sexuales inhibidos contribuyen a la energía coln n a
del grupo), pero sus conclusiones son decisivas: ningún vínculo de guipo ya
sea raza, nacionalidad, clase social, o creencias religiosas, puede ...................
intacto ante la importancia abrumadora que se otorgan en forma mullía •I..
enamorados. Obviamente los vínculos de la terapia de grupo no son una . -. . (.
eión. Los miembros de un grupo de terapia que tienen relacione', umnm.a
sexuales casi invariablemente llegan a valuar más su relación diada a qm u
i elación con el grupo. Sacrifican su valor mutuo como compañeros en el gmp...
se niega a traicionar la confianza; en sus esfuerzos por agradarse umltinmcnii
adoptan posiciones falsas en el grupo; actúan el uno para el olio y m olvi
dan de los terapeutas, de los otros miembros del grupo, y, lo que es nía
Importante, de sus metas básicas en la terapia. Con frecuencia los olios mu m
I k on del grupo advierten débilmente que algo importante está oeunirndo qu>
se evita en forma activa en las discusiones del grupo: una situación que usual
na ule produce una inhibición general en el grupo.
l‘oi casualidad obtuvimos algunas pruebas empíricas para fundamenlai . i.,
i iiiiiriitiuios. lln equipo de investigadores" estudiaba estrechamente a un gmp"
d. leiapia en el cual dos miembros desarrollaron una relación sexual Ya qm
.I estudio comenzó meses antes di’ que ocurriera la relación, hay dUpmiIbli
bia nos dalos básicos Vaiios observadores (y también los pacientes mismos en
I,, i ni slionaiios poSleiíoies al guipo) calila .non cada leimlóll en uno cm ala
.1. u le puntos cantidad de alecto expicsada, « anudad de levclaeion di i
mi ano y el valoi g e n i tal de la sesión Ademas, se icgislio la coincuU di I
348 EL GRUPO AVANZADO
Exclusión. Ser excluido del subgrupo también complica la vida del grupo.
El individuo siente una angustia asociada con sus experiencias de exclusión
anteriores lo que, si no se elimina mediante el análisis, puede alcanzar niveles
muy perturbadores. A menudo a los miembros les resulta excepcionalmentc
difícil comentar sus sentimientos de exclusión; pueden no sentirse inclinados
a entrometerse en una relación o arriesgarse a provocar la ira de los miembros
participantes al discutir al subgrupo en la sesión.
Los terapeutas tampoco son inmunes a este problema. Recientemente, uno de
mis supervisores descubrió a dos de sus pacientes de grupo (ambos casados)
que caminaban tomados del brazo por la calle. El terapeuta se sintió incapaz
de comentar esto y ofreció varias racionalizaciones: el terapeuta no debe mos
trarse ante el grupo como un espía o un padre que desaprueba; el terapeuta no
tiene derecho a presentar material no relacionado con el grupo; los miembros
participantes, cuando estén psicológicamente preparados, discutirán el problema.
Sin embargo, éstas son racionalizaciones; no hay un problema más importante
que la interrelación de los miembros del grupo. Si el terapeuta no desea
presentar todo el material sobre la relación de los miembros, difícilmente
puede esperar que éstos lo hagan. Si el terapeuta se siente atrapado en un
dilema (por una parte, necesita presentar estas observaciones y, por la olía,
le disgusta parecer un espía) con frecuencia el mejor enfoque es comparlii
con el grupo sus observaciones, su inquietud y su resistencia a discutirlas. I I
terapeuta puede preguntar por qué es el único responsable de presen!.m i esta1,
observaciones tan importantes para la terapia: ¿Por qué las parles in ic ie
sadas han eludido esta responsabilidad en su propia terapia?
Un grupo de estudiantes universitarios tenía un numero despropoieionada
EL GRUPO AVANZADO I4Y
1(1 subagrupamiento lo causan las fuerzas del grupo y las individuales, Algi....
grupos (y algunos terapeutas) tienen una incidencia despropon ioimdnuu ni.
elevada en el subagrupamiento. Algunos individuos invariablemente paita ipuimi
(ai un subagrupamiento en cualquier grupo al que pertenezcan.
1(1 subagrupamiento puede ser una manifestación de una gran hostilidad n.>
descargada en el grupo, en especial contra el jefe. En su clásica investiría l.m
-.obro los tres estilos diferentes de jefatura, Wliitc y Lippit7 observaron qm .1
guipo que más probablemente desarrolla facciones perturbadoras dentm di I p n
po y fuera de éste es el que tiene un jefe autoritario y restrictivo. I os mi. m
I k o n , incapaces de expresar su ira y frustración tic* un modo directo con «I ¡«I.
liberan estos sentimientos indirectamente uniéndose y rebelándose o v o h .....I*.
. Iiivos expiatorios a uno o más miembros.
I n mi examen de la tarea primaria y de la satisfacción seeundmia (cu el
. o|título v) ya la- presentado una di las principales dinámicas que suhyan u
m i el Niibagiupamienlo. ('liando los pacientes violan las noimas di I guipo
haciendo alianzas sceietas, pieílcicu Nallslacei sus necesidades que bien .o un
.amblo peí sonal, o sea, mi la/ón básica pina esliu en el guipo la lili.lia
i Ion de las necesidades octun piemaluiamenti mi I.i templa l'ni ejemplo, lo
paeleulos qui tienen luciles nrci sidades di intimidad, dependencia, conquista
V50 EL GRUPO AVANZADO
Consideraciones terapéuticas
por fin se realizó la fiesta, el grupo produjo muchos datos. Los miembros
mostraron diferentes aspectos de sí mismos. Por ejemplo, el miembro que era
menos influyente en el grupo debido a su aislamiento, inhabilidad o a su falta
de voluntad para revelar algo de sí mismo, asumió un papel muy diferente
debido a su ingenio, a que contó muchos chistes, y a su agradable trato social.
Otro, que era un paciente de grupo experimentado, volvió a sentir miedo a las
situaciones sociales, no pudo sostener una conversación intrascendente, se refu
gió detrás del papel de anfitrión, y se dedicó en forma activa a llenar las
copas vacías.
En otro grupo un ejemplo dramático de subagrupamiento eficaz ocurrió
cuando los pacientes se preocuparon por una paciente que estaba tan desespe
rada que pensaba suicidarse. Varios miembros del grupo organizaron rondas
de vigilancia telefónica durante una semana, lo que resultó benéfico para
la paciente y para la cohesión de todo el grupo.
El principio es claro: cualquier tipo de contacto fuera del grupo puede ser
de considerable utilidad siempre que no se abandonen las metas del grupo
principal. Si estas reuniones se consideran parte del ritmo de la conducta del
grupo y de la comprensión de éste, el grupo puede obtener mucha información
valiosa. Para que esto ocurra, los miembros que participan deben informarle
al grupo todos los sucesos importantes que ocurran fuera de éste. Si no lo
hacen, se producirán los efectos perturbadores sobre la cohesión, que ya hemos
descrito. El subagrupamiento per se no es destructivo para el grupo; sino la
conspiración de silencio que generalmente lo rodea.
En la práctica, los grupos que sólo se reúnen una vez a la semana muy a me
nudo sufren más los efectos perturbadores del subagrupamiento y no sus benefi-
t ios. Gran parte de la socialización fuera del grupo no la conoce directamente
este, y la conducta de los miembros participantes no puede analizarla el gru
po Por ejemplo, el grupo no conoció la relación fuera de éste (que describí
antes ) entre Christine y Jerry, en la que Jerry reveló en forma confidencial
ti conducta homosexual. Christine le reveló este incidente un año más tarde
i nn psiquiatra investigador que la entrevistó para hacer un estudio de resulta
dos psicotcrapéuticos.
H (empenta debe alentar la discusión abierta y el análisis de todos los con-
i o los fuera del grupo y todas las coaliciones dentro de éste. En la preparación
iiulei ior al grupo puede hacer hincapié en que el paciente tiene la responsabili
dad dr comunicarle al grupo los contactos que se hacen fuera de éste. Si el
i. ntprulu supone por las mil atlas que intercambian tíos miembros en el grupo o
Im1 1 1 1 1 u pasean pililos luna tic este que existe una relación especial entre ellos,
no debe dudai contarle mis scnlimientoN al guipo listo no implica ninguna
■niii .i o acusación, ya que la investigación y la eonipiensión de una relación
.1 1. i diosa iiiln dos inicnibioN punir sci lan beneficiosa terapéuticamente como
.152 EL GRUPO AVANZADO
| | I .os hombres y las mujeres que llegan a relacionarse así lo hacen compul
sivamente, y por lo general esto se convierte en una familiaridad física, ya sea
q u e el médico lo prohíba o no. Después el terapeuta se enfrenta al sentimiento de
miga de los pacientes, a la tendencia a ocultar algunos aspectos y a un desafío
secreto q u e complica y oscurece la importancia del acto. Además, los pacientes
q u e se acuestan juntos también lo hacen con otras gentes fuera del grupo. En el
niiibienle terapéutico, la repetición del acto sexual tiene la ventaja de someter
la promiscuidad compulsiva a un examen bajo el microscopio.*
h i minaré éste examen con un ejemplo clínico extenso. Este relato clínico
es el más largo que hay en este libro, y lo incluí porque no sólo ilustra profun
damente muchos temas implicados en el subagrupamiento, sino también otros
aspectos de la terapia de grupo que hemos examinado en otros capítulos,
incluso la diferencia entre la tarea primaria y la satisfacción secundaria, y el
problema de aceptar la responsabilidad de la terapia.
I I grupo (de pacientes no hospitalizados dirigido por dos coterapeut as
varones) se reunía dos veces a la semana. Los pacientes eran jóvenes, en
tic los 25 y 35 años de edad. En la época en que nos unimos al grupo,
dos mujeres recientemente habían terminado su terapia; sólo quedaron euu
lio pacientes masculinos (y, desde luego, los dos terapeutas). Uno de los
hombies era liill, el varón más importante en el drama que se desarrolló, Ihll
un dentista divorciado, de 32 años de edad, alto y guapo, bahía estado en <l
guipo unos ocho meses sin lograr progresos significativos. Originalmente acudió
a la teiapia debido a su angustia crónica y a sus depresiones periódicas Social
mentí- n a consciente del punto al que los actos simples, poi ejemplo, despedinn
cu iimi fiesta, le causaban gran tormento. Si pudiera haberle pedido que l<
i uinplleia un deseo a una hada I e i úpenla a buena, habita sido "sel tilo" Se sen
lia Misal isba lio c olí mi liahujo, tío tenia amigos valones y se iela< a m a b a ( olí la
EL GRUPO AVANZADO 355
mujeres con un patrón donjuanesco. Había estado viviendo con una mujer
durante varios meses, pero no tenía ningún compromiso con ella y consideraba
su relación muy superficial.
El grupo, que esperaba a nuevos miembros, se reunió durante varias sesiones
sólo con cuatro miembros, y creó una subcultura viril, de sábados por la noche.
Algunos temas que rara vez habían surgido mientras las mujeres estaban en el
grupo ocuparon el centro del escenario; los hombres discutían prácticas de mas
turbación, fantasías, peleas, sentimientos de cobardía, preocupación por el as
pecto físico, pensamientos acerca de los grandes senos de una ex miembro del
grupo, y las fantasías del grupo de violar todos uno tras otro a la poseedora
de esos grandes senos.
Dos mujeres entraron al grupo; nunca he visto una cultura bien establecida
desintegrarse tan rápidamente. La camaradería del tipo “ sábados por la noche”
la barrió una corriente de conducta de dominio masculino. Bill, audaz y resuel
tamente compitió no sólo por una, sino por ambas mujeres. Los otros hombres
en el grupo reaccionaron en la primera reunión ante las dos mujeres de acuerdo
con sus patrones dinámicos. Uno de ellos, un estudiante universitario de 25
aiíos de edad, llegó a la reunión con unos pantalones cortos (lederhosen), la
única vez en ocho meses de terapia que se había vestido así, y en la reunión
se apresuró a discutir, en detalle, sus tendencias homosexuales. Otro hombre
.i|K‘ló al instinto maternal de las dos nuevas pacientes al presentarse como un
ave con un ala rota. El miembro restante se eliminó de la competencia afir
mando, después de los primeros cuarenta minutos, que no deseaba unirse a los
otros en el tonto juego de competir por el favor de las mujeres. Además,
va había observado a las nuevas pacientes, y había concluido que no po
dían ofrecerle nada valioso.
t ina de las mujeres era Jan, una divorciada atractiva, de 28 años de edad,
•|in (cnía dos hijos. Era una maestra de inglés que había acudido a la terapia
|m.i muchas razones: depresión, promiscuidad, obsesiones infanticidas, senti-
niii utos de soledad. Se quejó de que no podía decirle “ no” a ningún hombre
inactivo. Los hombres la usaban sexualmente: la visitaban en su casa para
ti m i i elaciones sexuales durante una hora o dos en la noche, pero no deseaban
iu> los vieran con ella a la luz del día. Ella también participaba activamente
mi . ,io se jactaba de haber tenido relaciones sexuales con la mayoría de los
J. I. de Ins departamentos del colegio donde enseñaba. Debido a su mal crite-
mm ii nla dificultades económicas. Había girado varios cheques sin fondos y
■ i ti* i conien/ando a coquetear con la ¡dea de la prostitución: si los hombres
I» hablan venido explotando sexualmente, ¿poi qué no cobrarles los favores
*1 1 1 • le* Iwu la?
i ii las Mellones piepurnloilus y en las entrevistas de selección anteriores a la
i i■•|tía di guipo, Iom (eiapeiilas coiiipieiidltion que su gian promiscuidad
356 EL GRUPO AVANZADO
sentaría otra oportunidad como ésta? Insistió en que era una oportunidad
única en su vida. Creo que muy elegantemente el doctor Frankl le señaló <|m ,
desde luego, tenía una única oportunidad, y que no se volvería a preseniai
la oportunidad de decir “ no” en beneficio de su responsabilidad consigo me.mo
y con la compañera que había elegido.)
Mientras tanto, la vida de Bill se volvió cada vez más compleja en el guipo
No sólo perseguía a Jan, sino también a Carrie, que había entrado al guipo
junto con Jan. Al final de cada reunión Bill luchaba con problemas tales . «uno
salir solo del grupo con cada una de las mujeres al mismo tiempo. Lm \
Carrie, al principio, eran amigas muy íntimas, casi se abrazaban para 11 ;m«|uih
zarse cuando entraron a un grupo de puros varones. Bill se beneficiana m |m
separaba, y de varias maneras intentó hacerlo. No sólo practicó una estiai. ru
de “ dividir y seducir” , sino que también encontraba intrínsecamente pl......
tero el proceso de dividir. Había tenido una larga historia de divida \ «i,
seducir a compañeras de cuarto y, antes de eso, de dedicar sus energía1, a nu< i
ponerse entre su madre y su hermana.
Carrie había superado, con la ayuda de mucha terapia anterior, un pe.... i..
de promiscuidad similar al de Jan. Seguía necesitando ayuda, estaba ma . mi.
rosada en la terapia que Jan, y además estaba comprometida pain rn.ai .
Por consiguiente, no deseaba establecer una relación sexual con Bill, .........
medida que el grupo progresó, se sintió muy atraída por él y dividió Imm
mente que si él no podía ser de ella, tampoco lo sería de Jan. IJn din •n . i
grupo Carrie inesperadamente anunció que se casaría dentro de tres •.« inmi.i
c invitó al grupo a la boda. Describió a su futuro marido como u n indlvldu..
pasivo, dependiente, bueno para nada; pero unos meses más tardr el guip..
supo que era un matemático brillante que estaba considerando varias nlm.i
de empleo en importantes universidades. Carrie, también, a menudo bu.« .b,
una satisfacción secundaria y no realizaba su tarea primaria. F.n su eslía i •«> p..«
mantener a Bill interesado y en competir con Jan describió mal su lelmlnu
con otro hombre, restándole importancia a la seriedad de su compromiso Imm .i
(|iio su boda la obligó a hacerlo. Aun entonces ella describió a su Itituio
marido de una manera fraudulenta, desfavorable, para darle esperan/as .1 llill
de que aún tenía una oportunidad de establecer una relación con ella Al It.u . i
. lo, Carrie sacrificó la oportunidad de analizar su relación con su piomeildn
una larca muy urgente poi la que había acudido a la terapia.
Después de estar varios meses en el grupo, Jan y Bill decidieron trun un í
lelación sexual y le contaron al guipo los planes que realizarían «los Nrniiiua
man linde I .os miembios del guipo leaccionaion vigniosninrnle I as do
miijeic1. (otra había enliado al guipo en esa ó poca) se monliaion disgusiadas
i uní se sintió Nccielamnitr h« rida poi « I ie« lia/o de Bill, en la leunlóu e spirnií
mmlia ha porque ello‘« Hineuii/ahan la Integridad «leí guipo I a nueva pitclenli
358 EL GRUPO A VANZADO
que tenía una relación con un hombre similar a Bill, se identificó con la amiga
de Bill. Algunos de los hombres participaron vicariamente; percibían a Jan
como un objeto sexual y le aplaudieron a Bill. Otro dijo (y cuando el tiempo
pasó este sentimiento se oyó muy a menudo en el grupo) que deseaba que
Bill se diera prisa y que se acostara con ella para que pudieran hablar de otra'
cosa en el grupo. Era un individuo angustiado, tímido, que no había tenido
experiencias heterosexuales; la actividad sexual en el grupo estaba, como él
lo manifestó, tan lejos de su campo que no podía participar de ninguna manera.
Rob, otro hombre en el grupo, silenciosamente deseaba que la preocupación
heterosexual del grupo fuera distinta. Sentía una creciente preocupación por
sus obsesiones homosexuales. Sin embargo, había propuesto discutir esto en el
grupo durante muchas semanas debido a su sentimiento de que el grupo
no atendería sus necesidades y que perdería el respeto de los miembros que le
concedían tan extraordinario valor a las hazañas heterosexuales. Sin embargo,
posteriormente discutió estos problemas con cierto alivio. (Es importante obser
var que Bill, aparte de consejos y solicitud, le ofreció muy poco a Rob. Unos
diez meses más tarde, después de que Rob dejó al grupo y después de que se
analizó la relación de Bill y Jan, Bill reveló sus propias preocupaciones y
fantasías homosexuales. Si Bill, a quien Rob admiraba mucho, las hubiera
compartido en el momento apropiado, esto le habría ayudado considerable
mente a Rob. Sin embargo, Bill en esa época no reveló nada que pudiera
obstruir su campaña para seducir a Jan, otro ejemplo de satisfacción secun
daria que volvió menos eficaz al grupo.)
Después de que comenzó su vinculación sexual, la relación de Jan y Bill se
volvió aún más inaccesible para el examen del grupo y para el trabajo tera
péutico. Ellos empezaron a hablar de sí mismos diciendo “ nosotros” , y se
resistieron a todas las exhortaciones de los terapeutas o de los otros miembros
de que se conocieran a sí mismos y que analizaran su conducta. Al principio
fue difícil saber qué estaba sucediendo entre los dos aparte de su poderosa
lujuria. Los terapeutas sabían que el sentimiento de valor personal de Jan se
basaba en cosas exteriores. Para mantener a otros interesados en ella, neccsi
taba, según lo creía, dar regalos, en especial sexuales. Además, había un
aspecto de venganza: ya había vencido a hombres importantes (a los jefes
de departamento y, antes de eso, a su padre) mediante la seducción sexual.
Parecía probable que Jan se sintiera impotente en su trato con los terapeutas;
su principal moneda interpersonal (el sexo) no le daba una influencia siguí
ficativa sobre ellos, pero le permitió lograr una victoria indirecta por medio de
Bill. Más tarde supimos que ella y Bill alegremente se acostaban juntos en la
cama saboreando el pensamiento de que les estaban causando problemas a los
terapeutas. Bill no sólo recapituló en el grupo la scxuali/.ación de sus iclacioncs,
sus esfuerzos repetidos poi piolan su potencia poi medio de olla seducción, •,im»
EL GRUPO AVANZADO IV)
No es verdad, después de todo, que yo minen haya amado ( 'oneehí poi lo m eno-
un gran amor en mi vida, del cual yo siempre fui el objeto | | sólo la sniMin
EL GRUPO AVANZADO Vil
Podría vivir feliz con la condición de que todos los individuos en la lima, ,I
mayor número posible, se volvieran hacia mí, eternamente en suspenso, piivu.l..
de su vida independiente y dispuestos a contestar a mi llamado en cualquii i
momento, condenados a la esterilidad hasta el día que yo me dignaia ¡.mu,. , ,
los. En resumen, para que yo fuera feliz sería esencial que las crialina-. qm \..
eligiera no vivieran. Ellas deberían recibir su vida, esporádicamente. •■»l.. (
mi mandato.
■ i a. i Kitmon ni* I' iinii en j(nin piule en los ensayos de Jerome Frank8 y de Cari
|!. .jji I ti 10
364 EL GRUPO AVANZADO
■[. ..] en un grupo se desarrolló un prolongado pleito entre dos judíos; uno di
ellos pregonaba su judaismo, mientras que el otro trataba de ocultarlo, ('¡uln uno
finalmente comprendió que estaba combatiendo en el otro una actiliul «|n< 1 1
reprimía en sí mismo. El judío militante por fin comprendió que se senda |><i
turbado por las muchas desventajas de ser judío, y el hombre que ocultaba n
origen confesó que secretamente sentía cierto orgullo de éste.
secuencia predecible. Los rivales creen que tienen razón, y que los otros están
equivocados, que ellos son buenos y los otros malos. Además, aunque no lo
reconozcan en ese momento, estas creencias característicamente las sostienen
con igual convicción y certidumbre cada una de las partes contendiente:;
Cuando existe esta situación de creencias opuestas, tenemos todos los ingre
dientes para una tensión profunda y continua.
Por lo general se produce una ruptura de la comunicación. Los dos rivales
cesan de escucharse y no muestran comprensión. A menudo, si la situación so
cial lo permite, los dos rivales rompen por completo sus relaciones en ese
momento, y así permanentemente impiden corregir los malos entendidos.
La analogía con las relaciones internacionales es demasiado obvia.
No sólo los rivales dejan de escucharse, sino que también pueden distorsiona!
inconscientemente sus percepciones mutuas. Las percepciones se filtran a ti ave.
del cedazo del estereotipo. Las palabras y la conducta del rival se modelan j>;n.i
que se adapten a la idea preconcebida que se tiene de él. Las evidencia-,
contrarias se ignoran o distorsionan; los gestos conciliatorios pueden percibirá
como trucos engañosos.
La desconfianza es la base de esta secuencia; los rivales consideran sus an i<>
nes sinceras y razonables, y la conducta de los otros falsa y mala. Si se petmih
que esta secuencia, tan común en los sucesos humanos, se desarrolle en los
grupos de terapia, habrá muy pocas oportunidades para el cambio y el api< n
dizaje para los miembros del grupo. Deben establecerse pronto en la vida di I
grupo el ambiente y las normas de grupo que pueden impedir esta secueia m
La cohesión es el requisito previo básico para manejar con éxito el confia
lo. Los miembros deben desarrollar un sentimiento de confianza y de i espeto
mutuos, deben llegar a considerar al grupo un medio importante de xnllslnii i
ais necesidades personales. Los pacientes deben comprender que tienen qm
mantener la comunicación si desean que el grupo sobreviva; todas las paite,
deben continuar tratando directamente con las otras, sin importar lo disgustado
que se sientan. Además, todos deben tomarse en serio; cuando un grupo tinta
a un paciente como a una mascota cuyas opiniones e ira son tomadas a la h
gen», la esperanza de un tratamiento eficaz para ese paciente se ha abandonado
aunque no oficialmente. Además, la cohesión del grupo se verá en grave pcll
gio, ya que otro miembro periférico tendrá razones para temer un trato slmllai
1(1 grupo cohesivo en que lodos son tomados en seiio pronto claboia nonnas
y obliga a los miembros a superai el terreno de los insultos. Cada mioiuhto
debe buseai y explora! los maihetCN despectivos; debe deseai buscai ro n mayoi
piofimdldnd dentro de él ¡rara comprendo su rivalidad y para haeci expllcl
los los aspei los de Ion o lio s que le disgustan Deben estable» eise luiiiii.m
qin aelnien que los miembros d* l guipo están allí pina i oinprrndciNe, y no pa
n i veueei o ndieuli/ai a los o lio s
W>8 EL G R U P O A V A N Z A D O
La r e v e l a c ió n de sí m is m o
Kevelai algo de sí mismo (temido y valuado por los participantes) es una parte
integial de todas las terapias de grupo. Culbcrt14 ofreció la siguiente definic ión
Riesgos
Revelar algo de sí mismo es un requisito previo para establecer una relación sig
nificativa interpersonal en una situación diádica o en un grupo. A medida
que se hacen revelaciones en el grupo, los miembros gradualmente aumentan
su nivel de participación, de responsabilidad y de obligación mutuas. Si el mo
mento es oportuno, no hay nada que comprometa más a un individuo con
un grupo que recibir o revelar algún material secreto íntimo. No hay nada
más satisfactorio para un miembro que revelar por primera vez algún mate
rial que ha estado oprimiéndolo durante años y ser comprendido y plenamente
aceptado. Si, como han afirmado los interpersonalistas, como Sullivan y Rogers,
la aceptación de sí mismo debe ser precedida por la aceptación de los otros,
entonces el individuo, si desea aceptarse, poco a poco debe permitirles a los
otros que lo conozcan como en realidad es.
Las pruebas de la investigación validan la importancia de la revelación en la
terapia dé grupo. En el capítulo m describí la relación entre revelar algo de
sí mismo y ser popular en el grupo. La popularidad (determinada por medicio
nes sociométricas) se correlaciona positivamente con el resultado de la tera
pia;15 los pacientes que hacen muchas revelaciones en las primeras reuniones, a
menudo logran una gran popularidad en sus grupos.16 Peres17 mostró que los
pacientes tratados con éxito en la terapia de grupo habían hecho casi el doble
de revelaciones personales en el curso de la terapia que las que hicieron los
pacientes tratados sin éxito. Truax y Carkuff18 también descubrieron que el
éxito de los pacientes en la terapia de grupo se correlacionaba con su transpa
rencia en el curso del grupo. Lieberman, Yalom y Miles10 descubrieron que,
en los grupos de encuentro, los individuos que tenían resultados negativos ha
bían revelado menos de sí mismos que los otros participantes.
El concepto de trasladar es vital aquí; no sólo los pacientes son recompen
sados por los otros miembros del grupo por revelar algo, sino que la conducta,
así reforzada, se integra a las relaciones del individuo fuera del grupo, donde
es similarmente recompensado. Corrientemente, antes de revelar algo al cónyuge
o a un amigo íntimo potencial se hace “ la primera” revelación en el grupo de
terapia.
EL GRUPO A V A N Z A D O i
Revela algo de sí mismo se relaciona con una adaptación social y p\n ni..,,
óptima de un modo curvilíneo: hacer muchas revelaciones o muy pm .e. .i.mi,
tener una conducta interpersonal mal adaptada.
Revelar muy poco por lo general significa tener muy pocas opoitumdnd.
probar la realidad. Si un individuo no puede revelar algo tic m miMim
una relación, en general pierde la oportunidad de obtener una relio.............. .
válida. Además, impide que la relación crezca más. Sin recipmehl.nl I. ...
liarte desistirá de hacer otras revelaciones o romperá enteramcnic ln o i .• .
El que no revela algo de sí mismo en el grupo tiene poca ..............i . ¡
ser aceptado genuinamente por los otros miembros, y por ello h< ... r. •
oportunidades de aumentar su estima propia. Vosen mostró este pimío ,
mentalmente. En su estudio afirmó: “ Percibir que no se hacen o .i . . .
de sí mismo reduce la estima propia.” 20 Si a un individuo lo au pi ... p. .
imagen (falsa) que intenta proyectar, no hay un aumento duradeto <1. u p.. ,
estima; además, es probable que en esta situación se dedique mcn..- , i......
velaciones de sí mismo válidas, ya que corre el riesgo extra de p< i .Im i .
(ación que ha ganado con la falsa presentación de su yo.14
Algunos individuos temen revelar algo, no básicamente poi ..m ..
temor a no ser aceptados, sino porque tienen un grave colilla i....... , i
del dominio: para ellos revelar algo es peligroso, porque lo-, . ............
liles al dominio de otros. Cuando los otros en el grupo se vu« l\. m .
mente vulnerables a causa de que revelan algo, entonces y sólo culón.. ,i
¡minar en forma recíproca.
Los obstáculos de la revelación les estorban a los mieinbio. indi ..I..
v también a los grupos. Si alguien tiene un secreto importante y i m- .
.ti ievo a revelárselo al grupo, sólo podrá participar en un nivel muy ,n|........
pniquc no sólo debe ocultar el secreto, sino también debe oculi.u i-
he, posibles pistas del secreto. En el capítulo ix examiné en detalle como, . n
punieras etapas de la terapia, el terapeuta puede tratar mejoi al pin lt i
. |tii- lime un gran secreto. Resumiendo, es bueno que el terapeuta l< i , ,
¡I paciente que debe, si desea beneficiarse con la terapia, comparth ai m u .
..... el grupo. El ritmo y la oportunidad los determinará el paciente p.i.
i. tápenla puede ofrecer facilitarle esto, como lo desee el paciente A \. ■
I a lapeuta, inconscientemente, desalienta la revelación. 1.1 secreto mu . 1. 1
|.|, que lie conocido lo poseía una paciente de un grupo reeién formado, dlilgi
,...i un leiapcula principiante, l a paciente, un ano antes, había asesinado *
liiju di dos anos de edad y después fracasó en un intento de suicidio i
.ni. la declinó loca y la libeló con la condición de que acudiera a la n tupi
1 1 , puft de cnIui enton e semanas en terapia, la paciente no sólo no lial
374 EL GRUPO AVANZADO
de los otros. Por ello, no pueden gozar solos de una película o una obra de tea
tro o un evento deportivo; esperan leer la reseña del periódico o las rcaccio
nes de los otros para percibir la realidad del suceso. Pueden ser tan sensibh
al rechazo o al abandono que la experiencia de estar solos los llena de miedo
Otros son tan dolorosamente conscientes de sí mismos que se torturan mientia.
están solos meditando qué pensarán de ellos los demás: ¿los otros creen qm
ellos están abandonados, solos, son dignos de lástima, etcétera?
Una revelación de sí mismo excesiva puede ser algo tan mal adaptado como
hacer pocas revelaciones. La revelación de sí mismo indiscriminada no es l.i
meta de la salud mental ni un camino hacia ésta. Algunos pacientes cometen
el grave error de creer que si la revelación es benéfica, entonces la revelación
total y continua debe ser mejor. Pero, como señaló Goffman22 la vida urh.m.i
sería insoportablemente complicada si todo contacto entre dos individuos mi
plicara compartir preocupaciones y secretos personales. Obviamente el np<>
de relación que hay entre el que revela un secreto y el confidente debe ser . I
pnncipal factor para determinar el patrón de la revelación de sí mismo. V a l i a s
investigaciones han mostrado esto: los individuos revelan diferentes tip o s \
<.unidades de material, dependiendo de si el confidente es una madre, un pmln
1 1 mejor amigo, la mejor amiga, un socio o un cónyuge.23- 24- 2 B
Sin embargo, algunas personas que revelan algo en forma mal adaptada m>
l o m a n en cuenta al confidente, y por ello ponen en peligro su relación con <-.1 .
I I individuo que en sus revelaciones no puede distinguir entre sus aml}-o
futimos y sus conocidos más distantes, deja perplejos a sus compañeros I .1 ...
a j-uro de que todos hemos experimentado un sentimiento de confusión o inn
. Ion al saber que un material supuestamente íntimo que se nos conlió lo lian
......partido muchos. Además, una gran cantidad de revelación de si mismo pu<
di asustar a un confidente no preparado. En una relación rítmica, fluida, una
p. nonti lleva a la otra a hacer revelaciones, pero nunca hay un abismo muy
i iande entre las dos.
I n la terapia de grupo, los miembros que revelan algo premaluia y pío
un í. uamente a menudo abandonan pronto la terapia. Los pacientes deben . 1 1
di atados a correr riesgos en el grupo; este cambio de la conducta prodin i
•mío irtronlimentación positiva, refuerza y alienta más el acto de corroí 1 icsgos
l*< 1 0 ni icvelan demasiadas cosas y demasiado pronto, pueden exeedei su
i ilinmeia sienten tanta vergüenza que cualquier satisfacción Intel|XMNonul
• a n u la Adunas, pueden asusltu a los otros que desean apoyarlos, p u o qm
•un no están preparados pura portarse en forma recíproca, l'l que revela a l g o
• t oloui en una posición tan vulnerable en el guipo que con liceueuelu
d. <ide liun
I mía-i e-.tas obsi ivm iones siigieu u que leveltu algo pcisonal es un ac to
•i iial ruinplr|o. que eslA viiu litado a la situación y al papel Nada lia. 1
376 EL GRUPO AVANZADO
La t e r m in a c ió n
La terminación significa más que terminar la terapia; es una parte inte}',tal d '
proceso de la terapia y, si se comprende y se maneja adecuadamente, pin di
ser una fuerza importante para instigar al cambio. I’oi lo menos luí y n
formas comunes de terminar en la terapia de grupo: I) la terminación di m
paciente sin éxito; 2) la terminación de un paciente con éxito, y t) la iinm
EL GRUPO AVANZADO »77
Por lo general los pacientes sin éxito abandonan la terapia de grupo m las
primeras veinte reuniones; la investigación ha indicado que hay poca:. di •.< i
ciones del grupo entre la reunión vigésima y la quincuagésima, y los paeii ni<
que permanecen en el grupo más de cincuenta reuniones tienen una el* \.»*L<
probabilidad de mejorar (el 85% en un estudio).15
Las razones para la terminación prematura ya las hemos examinad*» » n
otra parte de este libro. Por lo general provienen de problemas causado', pm
la disidencia, el subagrupamiento, los conflictos con la intimidad y la ñ o l a
ción, el papel del provocador prematuro, la tensión externa, las complica* ¡oues
de una terapia concurrente individual y de grupo, la incapacidad paia .......
partir al jefe, la preparación inadecuada y el contagio emocional. Mn la I» » »
de todas estas razones se encuentra el hecho de que hay mucha angusliu al
iniciarse la terapia de grupo: los pacientes que tienen patrones ínter p< i amali
mal adaptados se ven expuestos a exigencias desacostumbradas de siiurn d id
c intimidad, y a menudo se sienten confundidos por el procedimiento, supoiii n
que las actividades del grupo tienen poca relación con sus problema:., y hmd
mente, reciben muy poco apoyo en las primeras reuniones para maúlen* i u
esperanza.
Los principios generales para impedir la deserción del guipo los lamí»
examinado en los capítulos ix y x. Un enfoque importante para liacn di mmuli
la lasa de deserciones del grupo es, en la preparación antcrioi a la n tapie,
pievci las principales preocupaciones y problemas del grupo. Lisia piivhiim
li m iara al paciente que es posible que sufra periodos de desalíenlo en . I pn»
>*'.o de la terapia. Los pacientes se sienten menos inclinados a neulet la ion
ihin a en un terapeuta que parece tener un conocimiento previo qtn \mgi di
la experiencia.
I ti algunos grupos hay miembros experimentados que desempeñan algim »
d. i .las funciones de predicción. Por ejemplo:I
I n mi gu ip o habían term inado con éxito su terapia varios m iem bios, p cio luililm i
■ i •i* iludo lie s antiguos m iem bros, y el grupo se reconstruyó con cinco mim .»
mi» Milu os. I n las prim eras dos reuniones los antiguos miembroN les lilr lr in n un
o lumen a los nuevos de lo que se habla tratado en el grupo P u llo otra infoi
mui Ió ii , les dijeron que en la sexta o en la «óptima leunión algún partenl* de
• (•lilla niai i I m i se. y e n t o n c e s el g u i p o " l e n d i í a q u e dejüi el a n á l i s i s d u i a u b un
i >i d< i< u n i o n e s p a t a p e r s u a d i d o de q u e se q u é d a l a " lo s antiguos m le inhlos
»!• pn» pied ljeio n < nal di lo s n u e v o s S e lla el p i u n e i o en d e e ld li a b a ild o U iU I"
(••lupia Isla l o l l l l a de piedtccli'ilt es lilla m a n i l a e llia . ile n a g u i a i qta lu m<
•II» •Ióii no se, •lim pia
378 EL GRUPO AVANZADO
Por ejemplo, un esquizoide alienado anunció en la reunión octava que creía que
no estaba logrando nada con la terapia de grupo y que había decidido abando
narla. En una sesión individual el paciente afirmó algo que no se había atrevido
a decir en el grupo: que había tenido muchos sentimientos positivos hacia dos
miembros del grupo. Sin embargo, insistió en que la terapia era ineficaz y
que deseaba una forma de terapia más rápida y relevante. El terapeuta interpre
tó correctamente que la crítica era una racionalización intelectual que el paciente
le hacía a la terapia de grupo; de hecho estaba huyendo de la intimidad que él
había sentido en el grupo. El terapeuta de nuevo le explicó el fenómeno del mi
crocosmo social y le aclaró al paciente que en el grupo él estaba repitiendo su
antiguo estilo de relacionarse con los otros; él siempre había evitado o huido
de la intimidad, y sin duda haría lo mismo en el futuro, a menos que dejara de
huir y tuviera una oportunidad de analizar en vivo sus problemas interpcrsonales.
El paciente regresó a la terapia de grupo y posteriormente logró hacer considera
bles avances en ella.
que todo se hundirá bajo sus pies. Con el tiempo sabrá que inevitablemeni.
ocurren deserciones prematuras en el grupo,* pero que esto no significa un
fracaso personal. Si el terapeuta siente pánico y ejerce una presión indebida
en el paciente para que continúe en el grupo, éste por lo general advertirá que I.
están pidiendo que haga algo no por él mismo, sino por el terapeuta o pin
el grupo, y casi seguramente abandonará la terapia.
Algunos terapeutas de grupo muy experimentados rara vez tienen deseivionr-,
en su grupo. No sólo son más hábiles para realizar el proceso de selección, mm <>
que tienen tanta confianza en el grupo que, de varias maneras, se la Imsmiit n
a los miembros. Pueden predecir, aun después de unas cuantas sesione., >1 1 1 .
pacientes no podrán trabajar en el grupo y, en vez de esperar a que se produ/. , 1
la deserción, que es desmoralizadora para los pacientes y el grupo, le informan ,il
paciente que (según ellos creen) la terapia de grupo no le será útil, y qu.
debe considerar asistir a otra forma de terapia. Este método de rcducii las <l>
l iciones no es una forma fraudulenta de llevar una contabilidad (convnin
las “ deserciones” en “ expulsiones” ) análogo al procedimiento que usan alguno',
hospitales para inflar la tasa de supervivencia mediante varios procedinm n io.
quirúrgicos (transferir a los pacientes moribundos a instituciones afiliadas). I ,u
método refleja una actitud del terapeuta que aumenta el compromiso pata lia
bajar y el valor del grupo.
Cuando un paciente, a pesar de los mejores esfuerzos del terapeuta, di. ni.
diqar al grupo, el terapeuta debe volver esta experiencia lo más eon-diu. iiwi
que sea posible. Estos pacientes por lo general se sienten muy desunuali/.i
dos y tienden a considerar la experiencia de grupo “ un fracaso más” . Auuqu.
•I paciente niegue este sentimiento, el terapeuta debe suponer que e.M\i<
mi una entrevista privada con él debe ofrecerle métodos alternos pmn
.....-aderar esta experiencia. Por ejemplo, puede presentarle la idea d. nn
■>.iai “ listo” o no ser “ adecuado para el grupo” . Algunos pacientes solo pu< di n
Imncliciarsc con la terapia ele grupo después de un periodo de lempa indi
Idn.il; otros, por razones que no advertimos con claridad, no pueden iiut>.q,u
mi 1 lieaeia en los grupos de terapia. También es enteramente posible qm . I
pu n n ic tenga un curso de terapia benéfico en otro grupo, y debe esplín,u ,
•iia posibilidad. De eualquiei modo, al paciente deben ayudarlo a compo n
' Di- Mocho es esencial que huya mili nnlidii .le rscnpo cu la torupln <lc yuqui 1 ,iu
i' p. m illo a algunos paciente* lim o mi prlmei eompiomiso piovisionnl con el ¿pupo
n.P J. la I o i i p i itlyiin nn-umiMiio ilr i I c m ompi 1 nioii los i - i 101 os en el pión so de m I. m I i .ii
"i Im vIlal'lciN, y ( h iii 011 htn eso* uiospi-dulos en la vnla il< los nuevos m lrm llio ., •n
•"oiiu iiupiovisin se ilesai tolla la i ih om palil)l|lilail en el mupo Algunas o-iillloni , «|.
' •I....ilmlo'i ile 1 elaciones Iniman ii’i il> una m mima que ,1 o nli/an m i un loial |>i’<>pi oIi
1 lili aislado m í o - i e n il. esta salida d< e .eape y en Viu i.... Misiones lie o h s n vado
• I0111 < p .U iilk ir. qm mui ge n poi la pin man. ni la obligada mi un guipo |neiifnpi|||hli
380 EL GRUPO AVANZADO
der que no ha fracasado, sino que, debido a varias razones posibles, ha fra
casado una forma de terapia.
El terapeuta puede usar la última entrevista para revisar detalladamente
la experiencia del paciente en el grupo de una manera útil para el paciente.
En ocasiones los terapeutas no están seguros de la utilidad o la conveniencia
de confrontar a los pacientes que abandonan la terapia. Por ejemplo, ¿deben
confrontar a un paciente negador que atribuye su deserción del grupo a sus
dificultades para oír, cuando de hecho se ha comportado en forma muy di
sidente y claramente lo ha rechazado el grupo? Como principio general, es
útil considerar al paciente desde la perspectiva de toda su historia en la te
rapia. Si es muy probable que pueda entrar de nuevo a terapia, una confron
tación constructiva, a la larga, le permitirá aprovechar más su siguiente tera
pia. Por otra parte, si hay pocas probabilidades de que el paciente asista a una
terapia orientada dinámicamente, tiene poco sentido ofrecerle una interprc
tación final que el paciente no podrá aprovechar o ampliar; tiene poco sen
tido minar las defensas, hasta las contraproducentes, si no podemos ofrecer
un sustituto satisfactorio.
i " gnipos se acaban por varias razones. Algunos terapeutas fijan un limiti
■i. tiempo al principio de la terapia tic grupo. A menudo las cireunslam tu
'i' iii .is determinan el fin del grupo; por ejemplo, los grupos en una cllnli a
i. diid mental universitaria por lo general duran de ocho a nueve mam -s. y
ili .blindan al iniciarse las vacaciones de verano. Otros grupos teimlnan
inundo il terapeuta deja la localidad, aunque esto no es inevitable, ya qui
• I . iili tttpeula, si está presente, puede continua» la terapia, o el grupo puedi
.1 o ni .lriido a otro terapeuta (quien puede ayildai en la transición asís
......lo i las ultimas icunioneN del terapeuta original). Ocusiontilmenti <1
. . -1 mnii puede decido li inuiuu una leiapia di guipo deludo a que la pian
....... óa di lo-, pacientes podían Iniiiinaila aproximadamente al misino tiempo
' n lu í licítela el guipo evita la latea diIo 1 1 y di apiadadle de liiiumai
386 EL GRUPO AVANZADO
R eferencias bibliográficas
El m o n o p o l ist a
tranquilo o hacer ataques indirectos hostiles. Por lo general los ataques indi
rectos al acaparador sólo agravarán el problema y crearán un círculo virio
so. La conversación compulsiva del monopolista es un intento por cnírenim
a la angustia; a medida que percibe la creciente tensión y el resentíinicn(«>
del grupo, su angustia aumenta y su tendencia a hablar compulsivament,
aumenta en forma correspondiente. Algunos monopolistas en estas ocasione ,
se dan cuenta de que lanzan una cortina de palabras para distraer al guipo
y que éste no lo ataque directamente.
Más tarde esta fuente de tensión sin resolver tendrá un efecto depiiinenti
en la cohesión, y se manifestará con signos de perturbación en el grupo, c o m o
atacar a un blanco indirecto, ausentismo, deserciones y subagrupamiento
Cuando el grupo se enfrenta al monopolista, a menudo lo hace de una mann a
explosiva, brutal; el portavoz del grupo usualmente recibe un apoyo un...... .
(Lo he visto recibir aplausos.) El monopolista entonces puede enojarse, puní
dar un silencio total durante una reunión o dos ( “ veremos lo que liaecn m
mí” ) o dejará al grupo. En cualquier caso, se logra poco avance teiapei.....,
Consideraciones terapéuticas
dii que se elaboren normas que obstruyan la terapia. Además, debe intervenir
para evitar que el paciente monopolista cometa un suicidio social. Un enfoque
de dos facetas es más eficaz; el terapeuta debe considerar al paciente mono
polista y al grupo que ha permitido que lo monopolicen.
Desde el punto de vista del grupo, el terapeuta debe tomar en cuenta el
piincipio de que, por definición, ningún paciente monopolista puede existir
ni el vacío; siempre está en un equilibrio dinámico con un grupo que per
lina- o alienta su conducta. El terapeuta puede preguntar por qué el grupo
pe 1 1 1 1 ile o alienta que un miembro cargue con el peso de toda la reunión.
I la pregunta puede asombrar a los miembros, quienes sólo se consideran
vn limas pasivas del monopolista. Después de que se analizan la protestas
Iniciales, el grupo puede, con provecho, examinar cómo explota al monopo-
li-.la por ejemplo, los miembros pueden haberse sentido aliviados por no tener
qih participar verbalmente en el grupo. Pueden haberle permitido al paciente
liaiei ludas las revelaciones, o hacer el ridículo, o servir de pararrayos para la
na dil grupo, mientras ellos asumían poca responsabilidad sobre las metas
ii i ipeiilii as del grupo. Después de que los miembros revelan y discuten las
i i a mi", de su inactividad, aumenta su compromiso personal con el proceso
ii i a p e l l i n o . Por ejemplo, pueden examinar sus temores de afirmarse, o de
dnii.ii al monopolista, o que los ataque en represalia algún miembro especí
fico o el terapeuta, pueden desear evitar atraer la atención del grupo por
leinoi a que se vea expuesta su codicia; pueden disfrutar secretamente el
pi nhlema del monopolista y de ser un miembro de la mayoría sacrificada
\ que acusa. Que un paciente que hasta entonces no había participado revele
cualesquiera de estos problemas significa un progreso y mayor participación
t u la terapia.
I I enfoque del grupo a este problema debe completarse con el trabajo del
paciente monopolista. El principio básico es^simple: el terapeuta no desea
silenciar al monopolista; no (lesea oír menos a este paciente, sino oírlo más. l a
apárenle contradicción se resuelve cuando consideramos que el monopolista
a oculta detrás de su charla compulsiva. Los problemas que le cuenta al
guipo no reflejan preocupaciones personales sentidas profundamente; los elige
poi olías razones: entretener, atraer la atención, justificar su posición, presen
tai quejas, etc. Así el monopolista sacrifica la oportunidad de curarse de m i
Insaciable necesidad de atención y dominio, Cada terapeuta hará su mlri
vención según su propio estilo, pero el mensaje esencial al monopolista debe
sei que. con su charla compulsiva, mantiene a distancia al grupo e impidi
a los otros i chichinarse de un modo mas significativo con el No lo recha/a
sino que lo invita a piulicipai mas plenamente en <1 grupo Si el Iciapeula solo
Ilene la Miela única de i.ill.u al pncicnle. entonces, en electo, ha libandonaili■
la na la leinpeuliin y debí acal al paclenli del guipo
LOS PACIENTES PROBLEMÁTICOS 391
difícilmente puede rechazar la validez de las reacciones subjetivas que los otros
tienen ante él.
Con mucha frecuencia confundimos o cambiamos los conceptos de la ma
nifestación, la reacción y la causa interpersonales. La causa de la conducta
monopolista puede variar mucho de un paciente a otro: algunos hablan para
dominar a los otros, muchos temen tanto ser influidos por los otros que com
pulsivamente defienden cada una de sus afirmaciones; otros evalúan en forma
tan excesiva sus ideas que les es imposible retenerlas y deben expresar de
inmediato todos sus pensamientos. Por lo general la causa de la conducta
del monopolista no es bien comprendida hasta mucho más tarde en la terapia,
y la interpretación de la causa ayuda poco en el manejo inicial de los patro
nes de la conducta perturbadora. Es mucho más eficaz concentrarse en la
manifestación del yo del paciente en el grupo y en las reacciones de los otros
miembros ante su conducta. Amable pero en forma repetida, al paciente deben
confrontarlo con la paradoja de que, aunque desea mucho ser aceptado y
respetado por los otros, persiste en su conducta que sólo produce ira, rechazo
y frustración.
Un ejemplo clínico de muchos de estos problemas ocurrió en un grupo
de terapia en un hospital psiquiátrico, en el que estaban encarcelados los
delincuentes sexuales:
Ron, que había estado en la terapia de grupo durante siete semanas, se dedicó
a hacer un elogio prolongado y familiar a la notable mejoría que había tenido.
Describió con exquisitos detalles cómo su principal problema había sido no com
prender los efectos dañosos de su conducta en los otros, y que entonces, después
de lograr esta comprensión, podría dejar el hospital. El terapeuta observó que
algunos miembros se mostraban inquietos; uno suavemente golpeaba su puño
contra su palma, mientras que otros adoptaban una postura de indiferencia y
resignación. Detuvo la conversación del monopolista y le preguntó al grupo cuán
tas veces habían oído hacer este relato a Ron. Los miembros del grupo estuvieron
de acuerdo en que lo habían oído en todas las reuniones; de hecho habían oído
hablar a Ron de esta manera en la primera reunión a la que había asistido. Ade
más, no habían oído hablar a Ron de otra cosa, y sólo lo conocían como un
“ relato” . Los miembros discutieron su disgusto con Ron, su resistencia a atacarlo
por temor de dañarlo gravemente, de perder el control de sí mismos, o sufi ii umt
represalia penosa. Algunos dijeron que ya no creían poder relacionarse con Ron
y que él se relacionaba con ellos sólo como si fueran figuras hechas de fósforo*,
sin carne ni profundidad. Otros mencionaron su terror a hablar y a revelaisr en
el grupo; por ello les agradaba el monopolio de Ron. Unos pocos miembro*,
expresaron su total falta de interés o de fe en la terapia, y poi consiguiente debí
do a su apatía no interrumpían a Ron.
Así el proceso estaba muy limitado; una multitud de factores éntrela/,míos pío
(lucían un equilibrio dinámico llamado monopolio. Al delenei el proceso de .
LOS PACIENTES PROBLEMÁTICOS l‘> t
E l p a c ie n t e e s q u iz o id e
El p a c ie n t e s il e n c io s o
El p a c ie n t e p s ic ó t ic o en el grupo
li'iin, un lima <le casa de 17 años de edad, que varios años antes había estado
h>>i|illali/adii, y huida sido ludada con terapia electroconvulsiva para curarla de
o ilepiculón, acudió a la leiapin de grupo poi instinociones de su terapeuta
individual, quien cioyó que a ella l> ayudada a mejorai su relación con su
400 L O S P A C IE N T E S P R O B L E M Á T IC O S
p a c ien te q u e se v u e lv e p s ic ó tic o en e l c u r s o d el g r u p o
• l'm H 'in p lo , Mitón y Y u lou i" iilii'ilimuM i|tu lio inliulliiiiti'i >l> mrdlclnu que |iui
402 L O S P A C IE N T E S P R O B L E M Á T IC O S
pirmera vez fueron enviados a trabajar a una sala psiquiátrica consideraron a los paeleuli u
psicóticos muy peligrosos, aterrorizadores, impredeciblcs y diferentes a ellos. I n .
de trabajar cinco semanas, estas actitudes sufrieron un cambio considerable, los ■ sin
(liantes se sintieron menos aislados y temerosos de sus pacientes, a medida que eomiuen
dieron que “los psicóticos" sólo eran seres humanos que se sentían confundidos v uno
angustiados, y que se parecían uuis a ellos de lo que i leían
L O S P A C IE N T E S P R O B L E M Á T IC O S tu i
expresó ira con él porque no se interesaba en ella. Con la ayuda del p.i u p o mii u
tó deslindar los límites de su responsabilidad con su hijo. A Rhona le cía di!a il
discutir lo sucedido en el baile debido a la gran vergüenza y humilla, ion .pu
sentía. Otras dos mujeres en el grupo (una soltera y otra divorciada) Miup.iii.- i
ron profundamente con ella y compartieron sus experiencias y reacción. mi.
la escasez de hombres. El grupo también le recordó a Rhona que nuiclur, .... .
ella, durante las sesiones, cualquier desprecio pequeño lo había censida .ido un
rechazo y una condena totales. Por último, después de ofrecerle mucha ai. n. i..n
cuidados y cariño, uno de los miembros le señaló a Rhona que su cspen.....
en el baile estaba siendo negada por el grupo: varias personas que la ........ tan
bien se habían sentido profundamente preocupadas y se habían interesado . n . II .
Rhona rechazó esto, y declaró que el grupo, a diferencia del baile, cía una m i.
ción artificial, irreal, en que la gente seguía reglas de conducta aiiilicinl. i...
naturales. Los miembros rápidamente señalaron que lo contrario a a \ a d . d
el baile, un conjunto artificial de extraños, era la situación artificial, y la d. I
grupo era real, porque allí a ella la conocían verdadera y plenamente
Rhona, abrumada por la convicción de su insignificancia, se reprocho ai m
capacidad de sentir cariño e interés recíprocos por los miembros del guipo lhi..
de éstos rápidamente interceptó esta maniobra, señalando que ésta a a la punía
familiar y repetida que ella mostraba: tenía sentimientos hacia los o l i o s ........
bros, y eran evidentes por su expresión facial y las posturas de u . unp..
pero entonces ella recurrió a los “ deberías” y se torturó insistiendo ai ipi. ,|,
hería” sentir más, “debería” sentir más cariño y más amor que cuiilquin p. i.,... ,
TI efecto neto fue que sus sentimientos reales los extinguieron con mpid< I..
vientos de sus exigencias imposibles.
En resumen, Rhona reconoció poco a poco la discrepancia que h.ihi.i . m..
su estima pública y su estima propia (esto lo describí en el capítulo m) \i im.d
de la reunión, Rhona reaccionó echándose a llorar durante v a n o s mumios i |
grupo se resistió a abandonarla, pero los miembros se marcharon cuando ..
vencieron de que ya no pensaba seriamente suicidarse. Toda la sanana slgulail.
el grupo mantuvo una vigilancia informal; todos le hablaron poi lelélono poi |..
menos una vez.
' 1•111 ptlm lpln no rs muy moderno l'homiiN Irl'IWnon mm v r/ U lt i m ó "cd goblri no
niAn turril' * m m jiirl d< l l|tu lodos u r r u foriiiftl |uiil( " '
L O S P A C IE N T E S P R O B L E M Á T IC O S 405
Uno de mis grupos de terapia intentó tratar durante más de un año con una
paciente maniaco-depresiva. La mayor parte del tiempo la paciente fue extraor
dinariamente valiosa, participó plenamente en el grupo: era perspicaz, sensible
y estimulante. Cuando se deprimió, el grupo se sintió muy preocupado por ella;
temía que se suicidara, y dedicó muchas horas a apoyar su estima propia y la
disuadió de rendirse y suicidarse. Cuando se agravó su estado maniaco, dominó
id grupo; no podía abstenerse de responder a cualquier comentario que se hacía
en la reunión: interrumpía continuamente a los otros miembros, y también pro
curó una gran preocupación en los otros, quienes se sintieron alarmados por las
mudias decisiones, tontas e impulsivas, que ella tomaba en su vida personal y
•n sus gastos. Poco a poco los episodios depresivos y maniacos se volvieron más
icveios y el intervalo de lucidez entre los episodios fue más breve. Posterior-
niriilr se necesitó hospitalizarla, y ella dejó al grupo sin que éste recibiera ningún
lu’inTicio do su experiencia.
ber cuándo ha llegado ese momento; por lo general, sólo estamos seguros cuan
do consideramos la situación en forma retrospectiva. Sin embargo, el caso del
paciente maniaco-depresivo es más evidente que otros. Esta decisión también
debe compartirla el grupo, pero el terapeuta debe tomar la iniciativa activa
mente. Es importante que el terapeuta se encargue de arreglar el futuro tra
tamiento del paciente. De otra manera, los otros pacientes pueden sentirse muy
amenazados por la perspectiva de verse abandonados en forma similar.
E l p a c ie n t e n a r c is is t a
los otros miembros pensaban de él, y entonces sintió que estaba llegando a un
punto en que disminuían los beneficios que obtenía en la terapia de grupo;
en gran parte ya había obtenido todo lo que podían darle los otros miembros.
Este miembro no le había dado virtualmente nada al grupo, ni aun información
sobre sí mismo. El grupo a menudo observaba su reticencia; los miembros
decían que él no les hablaba, sino que les enviaba telegramas verbales emplean
do el menor número posible de palabras. El grupo analizó este rasgo, haciendo
que el paciente observara con profundidad su mundo ficticio narcisista. Cuan
do el grupo lo enfrentó al hecho de que sólo una madre podría continuar dando
sin recibir nada a cambio, él se sintió profundamente conmovido y, acep
tando esto, confesó que acostumbraba enviarle cartas de unas cuantas líneas
a su madre, y a cambio recibía varias páginas generosas que tenían frases que
se desbordaban hasta* los márgenes. Este rasgo se presentaba también en su
trabajo académico, ya que nunca podía escribir un ensayo colorido y exube
rante; en vez de esto, escribía unas cuantas líneas escuetas, y le asombraba
que su profesor no apreciara sus esfuerzos.
En el anterior capítulo describí, en el largo relato sobre la relación de Bill
y Jan, muchas de las maneras narcisistas de Bill para relacionarse con las
otras personas. Gran parte de su fracaso de no poder ver el mundo desde el
punto de vista de los otros se resumió en una afirmación que hizo sobre la
“ otra mujer” en el grupo, Carrie, después de 16 meses de estar juntos. Una
vez él dijo en forma pensativa que lamentaba que “ no hubiera sucedido nada
realmente” entre ellos. Carrie agudamente lo corrigió: “ Quieres decir nada se
xual, pero muchas cosas me han sucedido. Trataste de seducirme. Por prime
ra vez en mi vida me negué. No me enamoré de ti ni me acosté contigo.
No me traicioné a mí misma ni a mi marido. Aprendí a conocerte, y a intere
sarme en ti profundamente con todos tus errores y tus aciertos. ¿Así qiu
nada ha sucedido entre nosotros?” Varios meses después de terminar l.i
terapia, le pedí a Bill, en una entrevista de rastreo, que recordara alguno
de los sucesos más importantes o críticos en su terapia. Describió una sesión
tardía en la terapia cuando el grupo veía un videotape de la sesión previa
Bill se sintió asombrado al enterarse que había olvidado completamente la
mayor parte de esa sesión; sólo recordaba los pocos momentos en los qu<
había participado en forma importante. Su egocentrismo se le reveló de una
manera vigorosa, y confirmó lo que el grupo había estado tratando di d e r u l i
durante meses.
E l p a c íé n t i: a b u r r id o
Rara vez alguien acude a la terapia porque se siente aburrido Sin em h m j'o
de una manera levemente disfrazada no es u ro que se haga esta queja I ••
LOS PACIENTES PROBLEMÁTICOS «10'J
Una de mis pacientes, Nora, desesperaba al grupo con sus constantes ilhhi's
■ais expresiones de desprecio por sí misma. Después do estar muchos me • mi
ol grupo su vida exterior empozó a mejorar, pero cada informe de éxito ln m mu
paliaba con el inevitable autodesprccio neulrali/ador. l a aceptó ......... a dad
profesional honoraria (ella comentó que era bueno, porque era un club di I •ito
n o podían expulsarla); recibió su título universitario (pero comentó qin di lila
liabcilo obtenido antes); ella había obtenido sólo buenas calililaciones (pito
dijo que era infantil que si* jactara de esto en el grupo); pincela mc|oi listín
mente (replicó que sólo era una muestiu de lo que podía hacei una buena liim
pma de sol), habla salido con varios hombres (solo cía suelte); habla o bhuldo
un Inieti 11abajo (le habla tocado poi casualidad), habla tenido su pilinei oiga. uto
v agin al (se lo nlnhuyó a la lililí iguana)
I I guipo intentó culieiilai la con u desvaloi ación de si misma un Ingeníelo
stiguló lia n un timbo c ln t ll t o al guipo y tiuailo i tula ve/ que N oia si mal
4 10 LOS PACIENTES PROBLEMÁTICOS
tratara. Un miembro, tratando de conmoverla para que tuviera una actitud más
espontánea, hizo un comentario sobre su portabustos: dijo que él creía que podía
mejorarlo. (Era Ed, del que hablamos en el capítulo n, que generalmente sólo
se relacionaba con las partes sexuales de las mujeres.) Le dijo que le traería un
regalo, un nuevo pórtasenos, la próxima reunión. En la siguiente sesión llegó con
el regalo, una caja enorme, y Nora dijo que prefería abrirla en su casa. Así que
la dejó allí destacándose en el grupo y, desde luego, nadie pudo hablar de otra
cosa. Le pidieron a Nora que por lo menos adivinara qué contenía, y ella se
aventuró a decir: “Un par de postizos.” Por último, la convencieron de que
abriera el regalo y lo hizo muy lentamente y con un enorme sentimiento de
vergüenza. La caja sólo contenía desperdicios de hule espuma. Ed explicó que su
idea era decirle a Nora que no debía usar portabustos. Nora rápidamente se dis
culpó con Ed (por haber creído que le había regalado unos postizos) y le agra
deció las molestias que se había tomado. Este incidente les ofreció mucho ma-
lerial tic análisis a ambos miembros. (Aquí no examinaré la historia de Ed.) El
guipo le señaló a Nora el hecho de que ella había sido humillada y que la habían
luí lio sentirse molesta; sin embargo, había reaccionado disculpándose con Ed.
( <>i le .mente le había dado las gracias a alguien que no le había regalado nada,
i I ni. iilente creó el primer indicio vigoroso de observación de sí misma en Nora.
Inició l;i siguiente reunión diciendo: “Acabo de establecer la marca mundial de
.igi ,nIr. iiinenio. La noche pasada recibí una llamada telefónica obscena y le pedí
perdón al hombre.” (Ella le dijo: “Lo siento, debe haberse equivocado de nú
mero.")
Descripción
Los efectos en el grupo son obvios: los otros miembros se aburren y molestan,
después se sienten frustrados y confundidos. El q r a les parece un remolino
sediento que absorbe todas las energías del grupo. Peor aún, no se advierte que
el q r a disminuya sus demandas. La fe en el proceso del grupo decae a medida
que los miembros experimentan un sentimiento de impotencia, y a medida que
se desesperan por lograr que sus necesidades sean apreciadas por el grupo.
La cohesión se v'e minada a medida que los pacientes faltan a la terapia o se
subagrupan en un esfuerzo por excluir al qra .
La dinámica
El m o r a l is t a p u r it a n o
ciencia, después con enojo, a veces con una indiferencia estudiada, y final
mente con furia. El paciente con frecuencia se defiende y racionaliza el hecho
de no haber logrado el respeto que deseaba, desvalorizando al grupo y con
venciéndose de que la opinión de éste es poco importante.
Muchos de estos principios se ilustran en este bosquejo clínico:
liste bosquejo ilustra una idea que he expuesto en otra parte de este texto
In terapia no se acaba cuando termina el grupo. Los pacientes que tienen éxito
i u l.i terapia pueden continuar desarrollándose c integrando nuevas expericn
i i.r. (lu ía n le el resto de sus vidas. Los pacientes sin éxito en la terapia que,
debido a un “ papel cerrado” , descubrieron que su posición en el grupo no
■ i ,i viable y que no podían cambiar (o admitir el cambio), en ocasiones lo
lid r'i m uy coherente ¡n< lu li una sección sobte el lio iitO N eiual co m o m i p a e ie iili
p in h li m a llín , ya que lin a de las p in a ipalen Idi as ipu deseo t ip o n c i es qu< el
‘ I a a ,i i i a ni >ii i i l i i i i m in I i n 11a nía i ?i lii'ii va id |iiu a tía liuati '-i i uní a n m alia n > a
418 LOS PACIENTES PROBLEMÁTICOS
homosexual puede ser tratado con éxito sólo cuando él y el grupo ya no consi
deran a éste un problema especial. Cuando la persona surge del “ homosexual”
el problema especial ya no existe. Sin embargo, hay tantos estereotipos acerca
del homosexual que estos pacientes encontrarán ciertos problemas predecibles
en el grupo de terapia, problemas generados por las reacciones fijas de los
otros miembros y de igual manera por la propia imagen del paciente muy es
tilizada.
Criterios de inclusión
lio }' 1111mi de Ir*i ii pi ii lirlri i ij'.niri in. MI c h|ic orín Iu HUI piieirillfi luilllii’.c imilr-i IruumiHo
•n lii l< i n|•In d< |¿||i|i<> f i lili) limil.nl.i i|lii un veo iiblljiiido a guaiilm nlli’ iii lo niln<
i ib I rm a
LOS PACIENTES PROBLEMÁTICOS 419
El paciente en el grupo
ciones con las mujeres. No es raro que muchos de estos pacientes tengan uiim
fobia heterosexual de tal magnitud que en su vida adulta han evitado virtual
mente cualquier contacto íntimo con las mujeres; el grupo de terapia, con mi
interacción heterosexual obligatoria, al principio le puede parecer amenazadoi
en este aspecto. Un sueño del cual informó en la reunión decimosegunda un
paciente homosexual, ilustra este conflicto con claridad:
I " 1' pin u nte*, con problemas homosexuales varían tanto en la presentación
1,1 luí yn como los heteiosexuules, y la icaeeion del guipo ante ellos es igual
lili’ tilo Vanada Sin einbaigo, hay cintas inacciones eimictciIslii ie, del guipo mili
LOS PACIENTES PROBLEMÁTICOS 423
R eferencias bibliográficas
Algunos pacientes pueden sufrir graves crisis vitales que requieren un apoyo
temporal individual considerable además de su terapia de grupo. Ocasional
mente se requiere la terapia individual para que el paciente pueda ir.ai lu
leinpia de grupo; un paciente puede estar tan obstruido por la angustia o <I
temor de la agresión que no puede participar eficazmente en el proceso Irni
péulico del grupo. Puede necesitarse una intervención activa paia uyudm il
pudente a que ocupe una posición terapéutica en el grupo; «le otra iiuiiii
ni, puede quedar atrapado en un papel limitado y, como algunos onludioi'
tigicien, encontrará la experiencia de la terapia de grupo poco mitislm loin»
y aun dañosa.
l a terapia individual confuí rente puede complican de varias nianenn la
vida en el grupo de terapia ('liando hay una dileieneia m a n a d a en il tillo
que básico del tciupeiilu individual y el del leiapeiila del guipo, las dos (tía
* '>< lía la il< < Um iy I II m ( |ni in lu iilin ii), lo'i <lu*< h iiim m » i i i i I i i I ím alai liliin tt.iv / >o\
ovo ii l ililí' i ’htu'i ( H rii Ic l l o n k i , I '* / * >
428 FORMAS ESPECIALIZADAS Y AUXILIARES DEL PROCEDIMIENTO
hacia los incidentes y los temas de las reuniones. Este análisis puede suvn
como un terreno de pruebas para fomentar la participación en la vida del
grupo. Con frecuencia el paciente puede examinar una relación molesta, luí
bulenta, en la terapia individual mucho antes de que pueda tratar este pío
blema en el grupo. El terapeuta individual puede, con gran beneficio, haca
énfasis en la transferencia del aprendizaje, o ayudarle al paciente a aplii ai
lo que ha aprendido en el grupo a las nuevas situaciones; por ejemplo, . 1 |.(
relación del paciente con el terapeuta individual y también con los individuo-,
importantes en su vida exterior. También es obvio que los terapeutas del». n
evitar minar el otro tipo de terapia. El esfuerzo del terapeuta individual p<n
analizar la experiencia del grupo en la hora de la terapia individual, lo con
siderará el paciente un voto de confianza al grupo.
Muchas de estas complicaciones potenciales pueden evitarse si el tciap.iiln
del grupo al mismo tiempo sirve como terapeuta individual. Entonce.’. <l.u.i
mente controla la terapia individual. Del mismo modo un grupo en el qu.
todos los miembros asisten a una terapia individual concurrente con .1 p i.
del grupo, por lo general, es un grupo estable y hay pocas deserciones Sm
embargo, esto tiene sus complicaciones inherentes. Algunos terapeutas se sim
ten confundidos por el problema de guardar el secreto: se les hace nula vi
más difícil recordar quién dijo una cosa determinada y en qué momenlo , l i
terapeuta puede repetir en el grupo un material íntimo que le fue irvelad..
en una sesión individual? O ¿debe hacer su observación en un lengun|c i|u.
sólo pueda identificarlo el paciente interesado? Por regla general no es mu
veniente comprometerse a guardar secreto sobre lo que se dice en las •,<-a.,
nes individuales; el terapeuta debe conservar el privilegio de presentid . nal
quier material individual en el grupo, según su criterio profesional.
Examinaremos el trabajo de los coterapeutas en la siguiente sección Al.... .
deseo señalar que la terapia se complica si dos terapeutas dirigen al guipo \
algunos pacientes consultan a un terapeuta individualmente, algunos al nim.
V otros a ninguno de los dos. En el grado en que haya una relación espía i,q
exclusiva y el material de grupo sea sacado del centro de éste, en la iuimiui
medula el grupo se volverá menos potente y eficaz.
A veces las facciones y la rivalidad entre compañeros son pronunciadas ■ n
un grupo en el que los miembros consultan al jefe en una terapia individual
i oía ni tente; el lesenlimieiilo entre los miembros puede set en especial exliemo
a algunos de estos no asisten a una terapia eoliamente, porque lio pueden
pagniln. Ocasionalmente puede sei neeesaiio que el leiapeula vea din.mi.
algunas sesiones individuales a un miembro .1. I guipo que esta en crisis l'm
ejemplo, los pa< a ni. , que e.luu muy angustiados poi una podida (como la
muelle, la sepaiaelon o c| divínelo) o p.u alguna olla tensión d< I medio
unbi.nl. iiupoi lililí (como un lia. a.o académico o en ai liabajo) o están a
430 FORMAS ESPECIALIZADAS Y AUXILIARES DEL PROCEDIMIENTO
Los C O T E R A P E U T A S
unas cuantas reuniones los miembros advierten con claridad cualquier tensión
que haya entre los dos jefes y ésta, si es marcada, produce un grupo tenso,
inhibido. Por consiguiente, es muy importante que los terapeutas se sientan
tranquilos y sean francos el uno con el otro.
Elegir a un coterapeuta es, pues, un paso importante y no debe darse a la
ligera. He visto a muchos psiquiatras residentes que eligen coterapeutas y h<
tenido oportunidad de seguir el progreso de estos grupos. Estoy convencido
de que el éxito o el fracaso últimos de la terapia de grupo dependen en gi.m
parte de lo acertado de esta decisión. Si los coterapeutas no trabajan en ai
monía, si se muestran cerrados, competitivos y difieren ampliamente en el
estilo y la estrategia (y si estas diferencias no se resuelven con la supervisión),
es muy poco probable que su grupo pueda convertirse en un grupo de tral>.tp>
eficaz. Los consultores o los supervisores a los que llaman para ayuda i a un
guipo que no está progresando satisfactoriamente a menudo prestan un <i
vicio si observan la relación entre los coterapeutas. (Examinaré esto .un
pliumente en el capítulo x v ).
La elección del coterapeuta no debe hacerse a ciegas; no debemos ncepiui
. odit igir un grupo con alguien que no conocemos bien. No debemos loiimi
. ,i.i decisión porque no podemos negarnos a una invitación. Esta n i,.......
i muy importante y vinculadora.* Si los terapeutas se encuclillan cu un
guipo de experiencias, tienen una oportunidad ideal de observar !;i eondiuiu
.1. I otro en el grupo, y yo les sugiero a mis estudiantes que demoren la di <i
nuil de elegir un coterapeuta hasta después de terminar esta terapia de guipo
| conveniente seleccionar a un coterapeuta, en el que sintamos couliun i.
p. io que sea diferente a nosotros: este complemento enriquece la expciinicia
d. guipo. Como lo examinaré, hay algunas ventajas en un equipo l'ounado
i .1 un hombre y una mujer, pero es más conveniente dirigir a un grupo con al
, mi. a compatible del mismo sexo que con un colega del sexo opuesto con
igii. ii no se trabaja bien. El esposo y la esposa con mucha frecuencia codiu
g. ii a un grupo de parejas matrimoniales (en general breve y dedicado «
mi |. a ai las iclaciones diádicas); sin embargo, la cojcfatura de un guipo d<
„ li. o., pmlongado requiere una relación matrimonial muy estable y uiaduia
i. a» onsejo a los terapeutas que participan en una relación intensa iccien
i i iii.i.L» romántica o de otro tipo, que no dirijan juntos a un grupo; *
. a 'lililí esperai hasta que la relación sea mas estable y permanente
i • a ni lili que los eoteiapculas pasen algún tiempo juntos, aunque sea
' I l<t iiluit llt l( J i'x lh ‘i n l I h 'v l x l t t ,1 ilr l'vidyn W iii ih I i ," ni pm(ii|{onl||ii, eiiiuiiln |niillii
ii
i tu 'i 'ni i 'O i i i i -i iiim i ti i'*iliiilii m i In mil vri «til mi, un |mil 11 Ii .ii iii im |u i |i i < M iiii
i i i I i i i li i 111 in|ii i Ii i. mui |iiitir i m i’ilili i nlili ilil >u t>iiiulu alio ilc uiilvn níi I oi I In ■ ti I >•
> 1 Ii II Ii lll «lililí II -II lie |lHi nml)!M'i lililí n lililí . Ijne 11il 11til lili lio «lili o111■ rl 11| lililí
432 FORMAS ESPECIALIZADAS Y AUXILIARES DEL PROCEDIMIENTO
quince minutos, al final de cada sesión, para examinar ésta y sus reflexiones
acerca de la conducta del compañero. Si el grupo es supervisado, ambos te
rapeutas deben asistir a la sesión de supervisión.
Si los coterapeutas pueden expresar abiertamente su desacuerdo o no en
la sesión del grupo, es un problema controvertido. Generalmente he encon
trado que el desacuerdo entre los coterapeutas no es útil para el grupo en
las primeras reuniones; en ese momento el grupo es demasiado inestable y no
tiene suficiente cohesión para tolerar una división de la jefatura. Sin embargo,
más tarde el desacuerdo entre los terapeutas puede contribuir mucho a la
terapia. En un estudio7 les pregunté a veinte pacientes que habían concluido
una terapia a largo plazo, sobre los efectos del desacuerdo entre los terapeu
tas en el curso de la terapia de grupo y en su propia terapia. Los pacientes
unánimemente afirmaron que eran benéficos. Fue una experiencia que esta
bleció modelos para algunos pacientes: observaron que los individuos que
ellos respetaban estaban francamente en desacuerdo y resolvieron sus dife
rencias con dignidad y tacto. Otros encontraron esto muy útil para analizar
algunos de sus sentimientos acerca de los símbolos de la autoridad; observaron
que los terapeutas cometían errores, diferían de sus colegas, y experimentaban
intranquilidad, sin dañarse permanentemente. En resumen, los terapeutas son
percibidos como seres humanos que, a pesar de sus imperfecciones, intentan en
forma genuina ayudar a los pacientes. Este proceso de humanización se opone
al estereotipo irracional, y los pacientes aprenden a diferenciar a los otros de
acuerdo con sus atributos individuales, y no por sus papeles.
Algunos pacientes se sintieron intranquilos por el desacuerdo de sus cote
rapeutas y lo relacionaron con la observación de un conflicto entre sus padres.
Sin embargo, esto vigorizó la sinceridad y la potencia del grupo. En muchas
ocasiones he observado que los grupos estancados han recobrado la vida cuando
los dos terapeutas se muestran como individuos ante los miembros.
La división es otro fenómeno que ocurre a menudo en los grupos dirigidos
por coterapeutas. Algunos pacientes reaccionan ante los sentimientos de un
potencia y desamparo que les causan los adultos intentando dividir a los te
rapeutas, igual que pudieron haber intentado, en su familia primaria, divida
a sus padres. Ellos pueden intentar de varias maneras minar la relación de lo-
terapeutas; y entrometerse con ellos. Algunos pacientes son muy sensible-. .1
las tensiones que hay en la relación de los terapeutas y, de una manera do.
tructiva, influyen en estas tensiones. Por ejemplo, si un terapeuta viejo -a
siente amenazado por su coterapeuta más joven, un miembro puede plam ai
ser influido por el terapeuta joven y no escuchar las conliíbuciono, del olio,
sin importar el contenido de éstas. Este proceso debe sei observado e iiiIm
prelado; por lo general es un indicio di- actitudes muy conflictiva-, c o n la
personas que son símbolos de autoridad
FORMAS ESPECIALIZADAS Y AUXILIARES DEL PROCEDIMIENTO III
' lista división está tic licúenlo con los hidlii/.go.x hechos por Robci't Hules en u|iM||to
i •, *ll|jiu iones bien conocidas sobre la jel'nluia del niiipo.H Hules estudió alguno. t.. n■,,,
l, lint.,i|" de luhoi uloi io de <'slndiiitil(’s 11ni ve i mi I ot ios que disciilinn algiiii piohlemn ,1.
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o i|,hll,II .1 I en 11/III Sil luí *'.i |i| lllllll lll, y ) lili jet, MH lili eiliOl llllllll que ni, inl |.i I,
i . ild ni le-i ei ñoclo ludes del gi upo y i edm ln tu o n u 11 ni i o I* > -adíele ni, io n io pitia peí uillli |i
•i .111 /,n ,d gllip o
434 FORMAS ESPECIALIZADAS Y AUXILIARES DEL PROCEDIMIENTO
sin explotación, o sin una sexualidad profunda que con mucha frecuencia los
pacientes asocian con el apareamiento hombre-mujer.
Un equipo de coterapia de padre-hijo (ambos psiquiatras) fue descrito con
resultados interesantes.9 Los terapeutas concluyeron que la presencia de un
padre y un hijo trabajando juntos en armonía era una demostración viviente
para los pacientes de una solución favorable a los conflictos entre los padres y
los hijos. Los pacientes al principio distorsionaron de varias maneras e inter
pretaron mal la relación: las observaciones benignas que hacía el padre las
interpretaron como críticas o ataques al hijo; se negaban a creer que el hijo
hacía interpretaciones independientes en el grupo; creían que tenía que “ acla
rarlas” primero con su padre. Sin embargo, analizar estos temas les ayudó a los
miembros a comprender su propia relación con sus padres y las imágenes de
éstos.
Basándome en mis observaciones en más de sesenta grupos de terapia
dirigidos por terapeutas principiantes, considero que la coterapia le ofrece ven
tajas especiales al terapeuta principiante. Sobre todo, la presencia de un
coterapeuta disminuye la angustia inicial y le permite al terapeuta tener más
ecuanimidad y objetividad en sus esfuerzos por comprender la reunión. En el
repaso posterior de ésta, los coterapeutas pueden ofrecerse mutuamente una re
troalimentación valiosa de su conducta. Hasta que el terapeuta obtiene bastante
experiencia para ser razonablemente claro en la presentación de su yo en el
grupo, esta retroalimentación de un coterapeuta es vital para permitirle distin
guir entre lo real y una distorsión de la transferencia de las percepciones que
el paciente tiene de él. La presencia de un coterapeuta a menudo aumenta la
utilidad de la sesión de supervisión (véase el capítulo x v ). Con frecuencia,
el terapeuta logra un gran desarrollo personal y profesional (a menudo
con la ayuda del supervisor) analizando su relación con su coterapeuta.
Para el terapeuta principiante es en especial difícil mantener su objetividad
ante una gran presión del grupo. Por ejemplo, un grupo le prescribió imam
memente a un joven miembro masculino, en un esfuerzo por analizar su ti mi
dez sexual, que aprovechara varias oportunidades sexuales casuales. En realidad
el consejo era destructivo para el paciente, quien, con gran dificultad, ana11
zaba su relación con su esposa con la que se había casado recientemcnle. Sm
embargo, incapaz de oponerse a la corriente del grupo, el terapeuta estuvo d<
acuerdo con el consejo que el grupo le dio al paciente: un consejo que liahn i
sido inconcebible si hubiera estado atendiendo al paciente en terapia individu.il
En esta situación la presencia de un coterapeuta puede ser un eslal>ili/ndm
excelente.
U n a de las tarcas más desagradables y difíciles para el terapeuta pi ineipimili
es sortear un ataque del grupo y ayudarle a hucei un uso constructivo de i u
C uando es atacado, puede sentirse demasiado amenazado paia anidi/.u el a i n q n .
FORMAS ESPECIALIZADAS Y AUXILIARES DEL PROCEDIMIENTO II,
Los grupos sin jefe se han usado en la psicoterapia de grupo en dos íoim.r.
piincipalmente: 1) reuniones sin jefe ocasional o programadas con regulai id.id
que sirven como un auxiliar en la terapia tradicional dirigida por el terapeuta
V 2 ) el grupo autodirigido, que se reúne durante toda su existencia s i n un i< I,
designado.
L a r e u n ió n s in jefe
Si se desea que la reunión sin jefe sea una experiencia constructiva, es impor
tante que no se cumplan las predicciones irreales de los pacientes acerca de su
impotencia. Actuar en el momento adecuado es importante en las reuniones
constructivas; los terapeutas deben asegurarse que el grupo de terapia haya
desarrollado cohesión y haya establecido normas productivas antes de sugerir
que se considere efectuar reuniones alternas.
La reunión sin jefe no sólo fomenta un sentimiento de autonomía y respon
sabilidad, sino que tiene otras ventajas. Surgen problemas en las reuniones
alternas que producen imights importantes acerca de la relación del paciente
con los terapeutas. Algunos pacientes se sienten liberados y son mucho más
activos y se muestran desinhibidos en ausencia del terapeuta; otros, por primera
vez, pueden criticarlo; aun otros muestran desprecio por sus compañeros
(y por ello, desprecio por sí mismos) al negarse a participar, alegando que
sólo es posible obtener beneficios del terapeuta.*
Aunque muchos terapeutas temen que ocurrirá un intenso acting out sexual
en las reuniones sin jefe, la experiencia ha mostrado que este temor es in
fundado. Sin embargo, es muy común que los grupos adopten un carácter más
festivo (a menudo con un matiz sexual) en ausencia del jefe. Con frecuencia
l;i i ransformación asombra por su carácter abrupto; como cuando tan pronto el
maestro deja el aula, la clase se dedica a un juego alegre sin restricciones. Un
/■ulpo planeó una fiesta en una cercana playa nudista, otro propuso hacer una
lirsta de natación nudista, otro (un grupo de alcohólicos) habló de reali-
,»i una fiesta con mariguana, otro se burló de los modales, de la barba y de
1,1 manera de arreglarse y vestirse cuidadosamente descuidada del terapeuta.
A! evaluar los posibles peligros de las reuniones sin jefe, debemos recordar
11 disiinción entre el actuar y el acting out. El acting out, por definición, es
0 r.iencia a la terapia; es una acción que se oculta al ojo analítico del grupo;
l*. pacientes por medio de la acción descargan los impulsos que deberían
i disentidos y examinados en la terapia. Actuar es muy diferente; como afirmó
1 i. Imunan: “ Por actuar debe entenderse ensayar, probar la realidad, practicarla;
i * disiinción es clara.” 1*” Todos los cambios deben ser precedidos por la acción,
v i*.das las acciones en las reuniones de terapia que están disponibles para
i , ■i minio analítico del grupo pueden ser útiles en el proceso del cambio,
l-.das las experiencias que se comprenden y se aceptan correctamente, son
huHins. y las más amargas son las mejores de todas.” 111
centro intenta romperlo y salir de él. Debe considerarse que el grupo se opone
a la libertad del paciente. Cada miembro intenta esto, y después examina los
sentimientos que le causó este ejercicio.
Sesión 7: Cada miembro recorre al grupo y describe a los otros miembros
metafóricamente, como un animal, un mueble, un automóvil, etcétera.
Sesión 8: Cada miembro del grupo, por turno, emplea tres minutos contán
dole sus cualidades al grupo, y durante cinco minutos recibe retroalimentación
sobre sus cualidades.
Sesión 9: El grupo selecciona a los tres miembros que se han mantenido más
alejados de los otros. Cada uno de éstos, por turno, se coloca en el centro del
grupo, y después cada miembro expresa, en forma no verbal, sentimientos posi
tivos relacionados con él. La tarea se recomienda como un ejercicio para recibir
sentimientos positivos.
Sesión 10: Después de una serie de ejercicios breves, se discuten los cambios
ocurridos en los miembros. Se atienden los asuntos pendientes, y los miembros
se despiden.
Berzon informó sobre varios estudios evaluativos de las versiones de este pro
grama. Estos estudios indican que los miembros de los grupos de terapia
autodirigidos llegan a ser más sensibles interpersonalmente, se aceptan a sí mis
mos, y confían en sí más que los controles que no reciben tratamiento. En
un estudio18 se comparó a 75 sujetos en grupos autodirigidos con 44 sujetos
similares que no habían tenido una experiencia de grupo. La estima propia (me
dida con una escala de calificación diferencial semántica)20 fue significativa
mente más elevada al final de las diez reuniones en los miembros del grupo
que en los controles después de un lapso similar. No ocurrieron cambios
en la otra medición: “ eficacia personal” (un instrumento de elección obligato
ría de cinco puntos).21 En 1965 se realizó un estudio evaluativo18 para com
parar los resultados de los grupos dirigidos por profesionales (N = 3 4), grupos
autodirigidos (N = 2 9 ), y grupos de control (sin experiencia de grupo, N 20)
Todos los sujetos eran pacientes de rehabilitación vocacional. Se aplicó un
programa autodirigido de 18 sesiones similar en su concepción al programa
de las diez sesiones que describimos antes. Los grupos dirigidos por profesio
nales y los grupos autodirigidos, pero no los miembros del grupo de contiol.
mostraron un aumento significativo de su estima propia. Los miembros de l<•
grupos dirigidos por profesionales y de los autodirigidos mostraron un aumento
significativo en las calificaciones que hicieron los consejeros de rehabililaimu
vocacional. Un año más tarde persistían los cambios positivos en los guipo
dirigidos por profesionales, pero no en los grupos autodirigidos. l íi una <m ala
de ambiente terapéutico (que mide la exploración de si mismo y la elii acia d. I¡i
conducta) los grupos dirigidos por profesionales, pero no los g,nipos nuioili
rígidos, mostraron un aumento en las ullimas nueve sesiones de guipo I i
FORMAS ESPECIALIZADAS Y AUXILIARES DEL PROCEDIMIENTO -MI
miento de grupo sin jefe. El jefe automatizado que se encuentra en una graba
dora es un desarrollo particularmente curioso, que de hecho surgió de una
tradición cuyo espíritu es muy vital y antimecanicista. Considero que esta ten
dencia es una mutación grotesca del movimiento psicológico humanista. Uno de
los miembros de un grupo dirigido por una cinta grabada manifestó con claridad
esta paradoja cuando dijo: “ Es curioso que una maldita máquina me enseñe
a ser más humano.”
Los SUEÑOS
acelera el trabajo terapéutico de grupo. Los más valiosos son los sueños d<
grupo (los que incluyen a éste como una entidad) o los que relie jan lo-,
sentimientos del que sueña hacia uno o más miembros del grupo. Ciinlc.qiin ■ ,
de estos tipos puede aclarar no sólo las preocupaciones del que suena, .un.
las de los otros miembros que hasta entonces no eran plenamente conscienii ,\
veces el sueño introduce, en forma disfrazada, material consciente, pero qta lo
miembros, por varias razones, se han resistido a examinar en el grupo, i M
ambos casos, el sueño puede usarse en beneficio de la tarea primaria del guipo,
y para explorar las relaciones interpersonales del aquí y del ahora de los micm
bros de éste.
Algunos ejemplos ilustrativos de sueños de miembros en la terapia d< guipo
pueden aclarar estos puntos:
Al examinar su sueño, la paciente, que hasta entonces había sido una pn< i. m,
casi completamente silenciosa, mencionó sus grandes temores a revclai .»Ip-• <1.
sí misma y su sentimiento de que una vez que empezara a participai ni el gm
po de cualquier manera, la humillarían al obligarla a desvestirse cumple tuno ni.
Cuando el grupo la alentó a explorar con mayor profundidad su\ leiiion . Ilu
mencionó su temor especial a uno de los coterapeutas y a uno de lo . ....... . >i...
dominantes del grupo. Temía en especial que desaprobaran sus iielivldnd.
sexuales extramaritales. El sueño le permitió participar en el grupo y ndv. i
lirio a éste acerca de su gran sensibilidad y vulnerabilidad a la etílica
En la reunión vigésima una paciente relató este sueño: “ Yo estaba p.m .m.i,,
junto con mi hermana menor. A medida que caminábamos, ella se volvía nía»
pequeña. Finalmente tuve que cargarla. Llegamos a la habitación del guipo doml.
los miembros estaban sentados y bebían té. Yo tenía que mostrarle a mi la una
na al grupo. Pero entonces ella era tan pequeña que cabía en un paqm n i o
desenvolví, pero sólo quedaba de ella una pequeña cabeza de brome "
Poco tiempo después en el mismo grupo otro paciente contó este fragmento de
sueño. “Traje a mi hermana para presentársela al grupo. Ella era bonita, y yo
deseaba alardear con los miembros.”
La paciente era una mujer de mediana edad que había entrado a un grupo «l«
miembros más jóvenes, en el que dos miembros, Jan y Bill (véase el capitulo s i )
tenían relaciones sexuales. Desde el punto de vista de su dinámica personal,
el sueño era muy significativo. Su esposo, un individuo indiferente, dedicado ,d
trabajo, la había echado fuera de su villa; ella tenía el tuerte sentimiento de que
su vida se desperdiciaba por no usarla (las mercancías que se echaban a peí
der). Se había referido a sus propias fantasías sexuales como "husuiu” sentía
FORMAS ESPECIALIZADAS Y AUXILIARES DEL PROCEDIMIENTO TU
mucha ira con su esposo, pero no podía darle salida (en el sueño ella había
presentado una absurda imagen de él). Sin embargo, el terapeuta d e c i d i ó
abstenerse de comentar estos fragmentos tentadores del sueño y, en ve/, de esto,
enfocó las partes que tenían mayor relevancia para el grupo. A ella le pico
cupaba mucho ser excluida del grupo; se sentía más vieja, menos atractiva y
muy aislada de los otros miembros. De acuerdo con esto, el terapeuta e n f o c o
el tema de quedar “ afuera” , y su deseo de recibir más atención de los h o m b i c
del grupo (uno de éstos se parecía al empleado que la había llevado a bailai ul
final del sueño).
El siguiente ejemplo es un sueño que aclara un hecho antes no revelado ele l.i
conducta interpersonal de un paciente.
Una paciente soñó: “Fui a un recital de danza que dio Joyce (uno de los niirm
bros). Jim estaba allí; me acerqué a él en el intermedio, y le pregunté «lon.l.
estaba sentado. Él tartamudeó y dudó. Esto me hizo sentir intranquila y Imi
"Había en mi casa dos habitaciones contiguas con un espejo. Creí que habla un
ladrón en el otro cuarto. Pensé que podía correr la cortina y ver a una peí •ama
con una máscara negra que me robaba mis pertenencias.’’
formando un círculo, y teníamos los pies en el agua. Todos teníamos los zapatos
puestos, por ello el agua en la tina de baño estaba muy sucia. Abrimos la llave
para limpiar el agua. Alguien sugirió que debíamos quitarnos los zapatos. Algu
nos aceptaron, pero otros no. Me sentía avergonzado porque mis pies eran feos,
y estuve de acuerdo con los que deseaban quedarse con los zapatos puestos.
Para resolver el problema, alguien trajo algunas esteras de madera para ponerlas
bajo nuestros pies, pero había muy pocas esteras y empezamos a discutir y a
pelearnos. En ese momento desperté lleno de angustia.”23
Éste era el grupo que, dos sesiones antes, había expulsado a la señora Cape
(véase el capítulo n) porque ella, rompiendo la regla del secreto, había pertm
bado mucho al grupo. La reunión inmediata anterior al sueño fue una sesión
agitada en la que todos los miembros, incluso los terapeutas, se habían sentido
muy culpables por haberla expulsado. El sueño, con su simbolismo cruel y
claro, “ lavar la mugre del grupo” , les recordó a los miembros que no debían
sentirse abrumados por sus sentimientos de culpa; había habido una razón
muy válida para su drástica acción.
Fantasías
material de las fantasías. Alientan a los miembros a examinar las fantasías que
han tenido acerca del grupo o de los miembros en el intervalo desde la reunión
anterior. Por ejemplo, pueden pedirles a los miembros que compartan las lan
tasías acerca del grupo que han tenido ese día en el camino a la reunión.
Otros pueden guiar la formación de fantasías durante la sesión. Por ejemplo, i
dos miembros tienen una relación muy profunda, el terapeuta puede aclnrni
la relación preguntándoles no por sus sentimientos mutuos (a menudo éstos no
son claramente conocidos), sino por una fantasía en la que hacen algo en foima
conjunta. Un miembro masculino le dijo a una mujer de 28 años de edad que
a él sencillamente le gustaría pasear con ella en el bosque con su cabeza redi
nada sobre su hombro. Ya que uno de los problemas básicos de ella era que no
podía atraer a los hombres, le resultó muy útil descubrir cómo se había mam
Testado maternal y no sexualmente con el otro miembro.
que sentarse en forma poco natural (si sólo se emplea una cámara, el grupo
debe, para que todos salgan en el videotape, sentarse en forma de herradura) es
una interferencia para el grupo. Los pacientes, en especial si van a ver la
proyección, casi siempre aceptan la sugerencia de que se filme un videotape.
Sin embargo, con frecuencia les preocupa que no se guarde el secreto, y nece
sitan que les den seguridades. Si la cinta la verán otras personas que no son
miembros del grupo (por ejemplo, los estudiantes o los supervisores) el tera
peuta debe ser muy explícito acerca de la finalidad de mostrar el videotape
y de la identidad de los espectadores, y debe obtener permiso por escrito de
todos los miembros. Esta técnica es tan nueva que durante algún tiempo no
podremos evaluar toda su importancia en el proceso de la psicoterapia. Podemos
esperar, como sucede con cualquier nueva técnica, que produzca elogios exage
rados. Este proceso será reforzador, ya que el entusiasmo de los innovadores
tendrá un efecto saludable en los resultados de la terapia. Sin duda el hecho
de observarse tiene un papel importante en el proceso de la terapia. Sin em
bargo, esto es una condición previa para el cambio terapéutico, y no sinónimo
del cambio. Filmar videotapes sólo es una técnica, y sólo debe emplearse cuando
facilite el funcionamiento de los factores curativos básicos. Puede complementar
el entrenamiento clínico sólido, pero no es una alternativa.
Durante los dos últimos años mis colegas y yo hemos experimentado una técnica
que le ofrece al paciente un panorama detallado (desde la perspectiva del
terapeuta) de cada reunión. Esta técnica aún está en sus primeras etapas. (La
he usado aproximadamente en doscientas reuniones de grupo); pero creo
que tiene suficientes implicaciones teóricas y prácticas para ameritar una bre
ve descripción. (La describí más plenamente en otra parte.)2i) Esta técnica
es simple. Al final de cada reunión el terapeuta escribe un informe sobre ésta,
y le agrega algunos comentarios editoriales. Los resúmenes son mccanogra
fiados y se los envían por correo a los miembros del grupo antes de la siguienii
sesión. La redacción de los resúmenes (de tres a siete páginas a doble espacio)
requiere aproximadamente de veinte a treinta minutos del tiempo del terapeuta
Los resúmenes se usaron por primera vez en un grupo de pacientes aleóla■
licos. Cuando mi coterapeuta y yo llevamos a los miembros a un enfoque inti i
accional, se elevaron los niveles de angustia a tal grado que Iraeasaion lo
métodos para reducir la angustia mal adaptada (aumentó el alcoholismo, he. I d
tas de asistencia, la negación masiva, etc.), buscamos técnicas para inlmli
la angustia; aumentar la estructura, usar una agenda (esctila) en cada teunmn
proyectar video tapes y distribuii icsúmcncs c \t utos di pues «le i uda iruuiim i >
FORMAS ESPECIALIZADAS Y AUXILIARES DEL PROCEDIMIENTO m
última técnica resultó con mucho ser la más eficaz, y pronto reemplazó . 1
las otras. Posteriormente, he usado los resúmenes en otros grupos, incluso
en un grupo de neuróticos no hospitalizados, muy sofisticado, que se reunía do-
veces a la semana. El resumen pronto desempeñó varias tareas: ofrecía rom
prensión de los sucesos de la sesión, observaba y recompensaba los logros del
paciente, predecía (y así prevenía) los desarrollos indeseables, hacía participa!
a los miembros silenciosos, aumentaba la cohesión (subrayando las similitudi . \
las atenciones del grupo, etc.), ofrecía interpretaciones (repeticiones de las iutci
prefaciones hechas en el grupo o nuevas interpretaciones que se le ocuuuu
más tarde al terapeuta), y les daba esperanzas a los pacientes (ayudándoli .
a comprender que el grupo era un proceso ordenado y que los terapeutas triiinu
una idea coherente del desarrollo a largo plazo del grupo).
Los resúmenes deben ser muy francos acerca del proceso de la terapia Sun
•asi idénticos a los resúmenes que hago para mi propio archivo (del que tom.
la mayor parte del material clínico para este libro) y se basan en el supuesto di
que el paciente será un firme colaborador en el proceso terapéutico, y qn.
la psicoterapia se ve fortalecida, y no debilitada por la desmitificación
Los resúmenes desempeñan varias funciones. De hecho pueden usaise paiu
ampliar todas las tareas del jefe del grupo en éste. Las reacciones del pnclent.
ante los resúmenes (obtenidas de los cuestionarios y de las entrevistas) suluuvau
varias de estas funciones. Cuando sea conveniente, presentaré extractos ilir.na
livos de los resúmenes.
Revivificación
Meditación
Hemos usado los resúmenes para reforzar implícita y explícitamente las normas.
Por ejemplo, en el siguiente extracto se reforzó la norma del aquí y del ahora.
La relación de Phil con su jefe es muy importante y difícil para él en este mo
mento, y es, sin duda, un material para el grupo. Sin embargo, los miembros
no conocen al jefe, ni saben cómo es, qué piensa y qué siente; por ello, tienen
limitaciones para ofrecer ayuda. Sin embargo, están empezando a conocerse y
pueden estar más seguros de sus reacciones en el grupo. Pueden dar más re-
troalimentación exacta acerca de los sentimientos de cada uno por el otro, en vez
de tratar de adivinar lo que puede pensar el jefe.
Jed hizo hoy algo muy diferente en el grupo: formuló una observación acerca
del problema que tenía Irv. Observó, muy correctamente, que Irv tenía un pro
blema: no deseaba que se dejara de hablar de Dinah debido a la resistencia de
Irv a que Dinah se sintiera rechazada o abandonada en el grupo; pero, por otra
parte, Irv deseaba mucho descubrir lo que le estaba sucediendo a Pete, quien
obviamente hoy se sintió ofendido.
El apoyo terapéutico
Nuevos pensamientos
Más que cualquier miembro del grupo, el terapeuta tiene una perspectiva lem
poral a largo plazo. Conoce los cambios sutiles que ocurren durante meses en ■I
grupo y en todo el curso de la terapia de cada miembro. Muchas veces mi
estas observaciones les da esperanza, apoyo y sentido de las cosas a los nunu
bros. Por ejemplo:
Seymour habló con mucha franqueza en el grupo hoy acerca de cómo lo habían
ofendido Jack y Burt cuando dejaron de hablar de él. Nos asombró que pudh m
discutir fácilmente estos sentimientos. Recordamos con claridad que gu¡udaba
un silencio pasivo y rencoroso en situaciones similares en el pasado. I s im p n
sionante cómo ha mejorado su capacidad para expresar sus sentimientos mu
ceramente.
O también:
Uno función obvia c importante de los resúmenes es llenar los vacíos para los
pacientes que faltan a las reuniones por enfermedad o vacaciones. Los resúme
oes los mantienen al día sobre los sucesos y les permiten ponerse al corriente con
mas i apide/, en el grupo.
Nuestras impresiones iniciales son que esta técnica facilita la terapia. Los
pacientes han sido unánimes en su evaluación positiva: la mayoría leen y es
tudian los resúmenes muy seriamente; muchos los releen varias veces, casi
todos los archivan para usarlos en lo futuro, su perspectiva y su compromiso
terapéutico se profundizan, la relación entre el paciente y el terapeuta se vigo
riza, y no hay complicaciones graves de transferencia. Como cualquier cosa en
el grupo, los resúmenes producirán varias reacciones. Por ejemplo, los pacientes
que tienen fuertes impulsos de dependencia adorarán cada palabra, los que
tienen actitudes graves de contradependencia pondrán en duda cada palabra o,
en ciertos casos, no podrán desperdiciar su tiempo en leer todos los resú
menes; a los pacientes obsesivos les preocupará el significado preciso de las
palabras, y los pacientes paranoides buscarán significados ocultos en éstas.
Por ello, aunque son convenientes para la aclaración, no impiden que se formen
las distorsiones tan necesarias para la terapia.
,
111 1 1 *1 1 de los e je rc ic io s CNlrueluindON m u y p ro fu n d am en te, y se llega a |,th
i, ni* un , co n clu sio n e s. L o s jefes que 11 r.1t1 0 1 1 g rátales ca n tid ad e s de e je icitT o .
tu, m u p o p ú la le s en su g u ip o lo s m ie m b ro s los c o n s lile ia ro ti m ás com pe
1 Mi* cllcn c e s y sensib les que a los p l . s qm u saban poco estas Icvnhitft
‘Un ' u ib a ig o , los m lc m b in s de los guipo-, qu. iis a io n mu. lio-, e jc n icio s liiv lr io n
i. Mili, niIvttlnenie m enos te s iilla d o s qu. los m letllhioN de lo-, g iu p o s que usab an
458 FORMAS ESPECIALIZADAS Y AUXILIARES DEL PROCEDIMIENTO
pocos ejercicios. (En los grupos que utilizaban muchos ejercicios cambiaron
menos personas, y menos individuos cambiaron positivamente, y más individuos
cambiaron negativamente. Además, los individuos que cambiaron mucho en los
grupos que usaron muchos ejercicios era menos probable que conservaran
el cambio al transcurrir el tiempo.) En resumen, la moraleja de esta historia es
que si deseamos que los miembros del grupo crean que el jefe es competente
y que sabe lo que está haciendo, debe usar muchas intervenciones estructu
radas; al hacer-esto, al “ dirigir” , al ofrecer guías explícitas, al asumir funciones
ejecutivas totales, el terapeuta satisface las fantasías de los miembros sobre
lo que un jefe debe hacer. Sin embargo, el resultado de la experiencia de
grupo no será mejor para los miembros: de hecho hay pruebas de que estas téc
nicas son menos eficaces que los enfoques menos estructurados.
En esta investigación se observaron otras diferencias entre los grupos que
usaban muchos ejercicios y los que empleaban pocos. No hubo diferencias en la
cantidad de revelación de sí mismo, ni en el ambiente emocional entre los
grupos que usaban muchos ejercicios y los que utilizaban pocos. Hubo varias
diferencias en el énfasis que se hacía en los temas: los grupos que hacían
muchos ejercicios enfocaron la expresión de los sentimientos positivos y nega
tivos; los grupos que hacían pocos ejercicios tenían un campo mayor de preocu
paciones temáticas: el establecimiento de las metas, la selección de los métodos
del procedimiento, la intimidad versus el alejamiento, la confianza versus la
desconfianza, lo genuino versus lo falso, el afecto y el aislamiento. Parece, pues,
que muchos témas comunes que deben tratar los grupos sencillamente no se
consideran en los grupos que realizan muchos ejercicios; el enfoque activo
del jefe establece estos temas para el grupo. Los ejercicios parecen impulsar
a los miembros con más rapidez a un grado mayor de expresión, pero el grupo
paga un precio elevado por su velocidad; pasa por alto muchas tareas de
desarrollo del grupo y no acrecienta un sentimiento de autonomía y potencia.
A los clínicos de grupo no les resulta fácil evaluar el uso de las técnicas
estructuradas. En este estudio de grupos de encuentro casi todos los jefes habían
usado algunos ejercicios estructurados. Algunos de los jefes más competen les
le atribuyeron su éxito en gran medida a estas técnicas. Para citar sólo un
ejemplo, muchos jefes usaron la técnica de la “ silla caliente” (un miembro
ocupa la “ silla caliente” y el jefe, en particular, y los otros miembros enfocan
su atención en ese miembro exclusiva y exhaustivamente durante largos pe rio
dos). Sin embargo, este enfoque era igualmente apreciado por los jefes ineom
petentes y por los competentes. Es obvio que otros aspectos de la conducta del
jefe explicaban el éxito de los jefes competentes, pero si ellos le atribuían
de un modo erróneo su eficacia a los ejercicios estructurados, entonos les
daban un valor que no merecían, (y desafortunadamente' les bailan cien a
los estudiantes que ésta era la eaiaeleríslica esencial del pioecso del cambio)
FORMAS ESPECIALIZADAS Y AUXILIARES DEL PROCEDIMIENTO i v>
R eferencias bibliográficas
Si cada uno de estos nombres representa una tendencia nueva, sustituí tal
r importante, en la tecnología de la terapia de grupo, parecería que la lei.ipla
de grupo goza de un renacimiento y que, aun apresurándose lo más posible, no
.e puede estar al día en todos los nuevos desarrollos.
Pero ¿estos desarrollos son nuevos? ¿Estas nuevas tendencias representan
mi impulso intelectual coherente hacia el futuro? ¿Estos cambios son inipnilan
ii •. en su sustancia, igual que en su forma? Creo que no, y en este capitulo
iigrnró que más bien que un renacimiento estamos en medio de un peno
do munierista que hace un énfasis indebido en la técnica y en el estilo Si
• lo es verdad, se plantea la interesante pregunta de por qué el ¡oven y lolmslo
•ampo de la terapia de grupo se dirige tan rápidamente a una fase muy hiuroi a
I >( todas las influencias actuales en la práctica de grupo, ninguna es tan obvia
. orno el movimiento de los grupos de encuentro, como se advicile pm los
nomines de los talleres citados antes la tarea en este capítulo es exailúnm
In liupoilanle relación entre los grupos de encuclillo y el campo de la Iciupiu di
nipo Piimcro, necesitamos exanumu. con la nuiyoi piecisión posihli . los giupos
di eiii iiciilio ¿Orlé son? ¿Guien le.ísli a estos? ¿Que tan eticares son? ( l >i
dpiidi pi ovienen?
4M
466 LA TERAPIA DE GRUPO Y LOS NUEVOS GRUPOS
¿Q u ié n acude a ello s ?
¿D e d ó n d e p r o v in ie r o n ? A n t e c e d e n t e s y e v o l u c ió n de
D E LO S G R U P O S D E E N C U E N T R O
El primer grupo T
trar dirigentes para que pudieran enfrentarse eficazmente a las tensiones enin
los grupos. Kurt Lewin en esta época era director de la Comisión de Intem l.i
dones Comunitarias, patrocinado por el Congreso Judío-Norteamericano, v
también era director del nuevo Centro de Investigación para la Dinámica il<
Grupo del Instituto Tecnológico de Massachusets. Simpson le pidió que le avu
dara a entrenar a una amplia gama de dirigentes de la comunidad (comri
ciantes, líderes sindicales, maestros de escuela) para que se enfrailaran nía
eficazmente a las tensiones entre las razas y para que usaran sus conocimiento
para cambiar las actitudes raciales en otras personas.
Kurt Lewin organizó un seminario en junio de 1946 en New Brilain, ( oinna
ticut, en el que tres jefes de grupo, Leland Bradford, Kenneth Benne y Konald
Lippit (destinados a ejercer gran influencia en el naciente campo del ada-siin
miento en las relaciones humanas) dirigieron grupos de diez miembro:, c.id.i
uno. Kurt Lewin encabezó a un pequeño equipo de psicólogos sociales que inv«
ligaron el proceso y los logros de esta experiencia. Los pequeños grupos ..........
dirigidos a la manera tradicional de la época; eran básicamente grupos de de.
cusión que analizaban los problemas “ domésticos” que presentaban los me m
bros del grupo. Se usaron algunas técnicas para desempeñar pápele-, p.im
diagnosticar los aspectos de la conducta en los problemas y para ulili/.u i»<m< ■
allanas para resolver problemas.
Un observador investigador (cuya tarea era registrar y codificai las mi. i.u
eiones de la conducta y las secuencias) se asignó a cada uno de lo*. gnip...
pequeños. Se realizaban reuniones en las noches, en las que los jefes del p u g
v los observadores investigadores se reunían e intercambiaban sus obseivm mn.
nobie la conducta del jefe, de los miembros y del grupo. Pronto algunos puní
.ipanles se enteraron de estas reuniones nocturnas, y pidieron peinusn pma
asi.(ii a éstas. Lewin aceptó, pero los otros miembros del personal al piimiptn
se lesisiicron a permitirles a los miembros escuchar las discusiones privadas d. I
peiHonal sobre la conducta de aquéllos; el personal temía que sus de léelos qu>
.Im án al descubierto y, además, se sentían muy inseguros acerca del rleein
.pie les causaría a los miembros escuchar comentarios directos neeic.i d. m
. Minluela. Pinalmente a manera de ensayo les permitieron a los miembros asi iii
n las reuniones abiertas. Todos los observadores que escribieron meten de i n
•ipriimenlo informaron que el efeelo en los participantes y en el penoiinl
tu. ’Vlceltieo’V' lira gidvanizanle alcsliguai una discusión profunda sobie h
i<i. •pi 11 conduela. Pronto la forma de las reuniones nocturnas se amplió pma
p. iiitlliilcN a los pailieipanteM contestai las observaciones, y poco tiempo de
I.ni Indos pai lie ipil ion en el análisis y en las iniel prc Iliciones de sus iulei no lo
... Pocas mulles después lodos los pailielpauli s asisllemn a las reilliioni .
..... luí mis, qui a mentido se piolongaion basta lies luna, hubo un amplio
titu lo tu 11 u< las ic n n in ili l< . ofiei lan a los p a it liip a illi lilla comprensión
470 LA TERAPIA DE GRUPO Y LOS NUEVOS GRUPOS
iiilii!. i i i m lnliit I i o iii 11. I >iii Win < iii I wi iglil, \l* i Mi i v i Iii i Uiiniild I 1111 >11, U I
M li, Irm i I rüliniiii
472 LA TERAPIA DE GRUPO Y LOS NUEVOS GRUPOS
* Véase Stock ( 1964)1*. donde so encuentra un roNumen do una guin piule <1. In<i
investigaciones que se icidi/aron n i el i n a
* * E n olía parlo lio examinado la iutpoilum ia di la lolioitliinenliu ion, »1*1 dmiougi'ln
LA TERAPIA DE GRUPO Y LOS NUEVOS GRUPOS 471
Mil* ii|i> (l,« (IInoiiiuu'Iii, el «uiillli l«>I V «Ir Iu pin Ili ípiu ióll nltm i viuili (tu nhllllitlr/it thml
I*I mgil y ilil «itiiii > iii i l li lililí|u iiVIhi/ ihIo ilrl luiipn «ti Iri liplii
1 Ví' ich- In iiiitn HI pir iti pA|tIun nutrí loi
* *
476 LA TERAPIA DE GRUPO Y LOS NUEVOS GRUPOS
+ So denominé UNÍ en lionoi u loe I lili y de llimy I n r i . mi, <|iiioio i poi |ulmi'in ■.. /
ilONi’i ihlcion rrm vnili in n 1,1
L A T E R A P IA D E G R U P O Y LOS N U E V O S G R U P O S 477
elimina y mantiene una vigilancia constante por temor a que surja cualquier
incertidumbre o intranquilidad personales. Este proceso es tan aislante y muti-
lador que impide la comunicación no sólo con los otros, sino consigo mis
mo. Gradualmente para eliminar un estado perpetuo de recriminación propia, el
individuo con éxito llega a creer en la realidad de sus poses, y por medios
inconscientes intenta impedir los ataques internos y externos contra su imagen
propia. Así logra un estado de equilibrio, pero a un precio elevado: se invier
ten considerables energías en mantener .la separación interpersonal y la intra-
personal; energías que podría haber usado para realizarse. La creatividad y el
conocimiento de sí mismo los sacrifica el individuo a medida que vuelve su mi
rada al exterior en una busca interminable de una validación de sus compañeros;
las relaciones interpersonales son superficiales y poco satisfactorias; el individuo
ahoga su espontaneidad para que sus poses estudiadas se mantengan intactas;
evita revelar algo de sí mismo, y se abstiene de enfrentar a los otros por temor
a ser desafiado de un modo similar.
El grupo T se creó como un respiro de este “ juego cultural” .17 Ofrecía un oasis
en el que muchas de las normas restrictivas, descritas antes, eran innecesarias,
y de hecho no se permitían; las ropas que en el mundo exterior simbolizaban el
éxito y la normalidad debían depositarse en la puerta del grupo T. Los indi
viduos no eran recompensados por su éxito material, por su posición jerárquica,
por su aplomo tranquilo, por su eficiencia, o por su habilidad en el área de su
especialidad, sino que se veían expuestos a los valores totalmente diferentes del
grupo T, y eran recompensados por la sinceridad interpersonal, por revela i
dudas de sí mismo y las debilidades observadas. Poco a poco descubrían qui
en el grupo T su pretensión de satisfacción propia no sólo era innecesaria,
sino un estorbo. Durante años los individuos habían actuado bajo el supuesto
de que tendrían que pagar un elevado precio si disminuían sus poses; imaginaban
que el precio que debían pagar era la humillación, el rechazo y la pérdida di l
status social o profesional. Su experiencia en el grupo T los ayudó a pom-i
en duda estas suposiciones y les permitió ensayar la franqueza y distinguí!
entre su costo real y su costo falso. Obviamente hay algunos peligros reales i u
revelar todos nuestros pensamientos y sentimientos: “ Las realidades de la vida,
la estrategia y las tácticas, interpersonales sensibles, claramente nos u c o u m -jan
que es conveniente mantener algunas cosas como parte de nuestro yo privado "
Pero se descubren muchos costos falsos. Reducii las poses no pmduee un i<
chazo: de hecho los miembros descubren que son mas plenamente aceptado' \ i
que son aceptados por una revelación plena del yo. y no poi la imagen I d
L A T E R A P IA D E G R U P O Y LO S N U E V O S G R U P O S -I7‘>
¿Q ué t a n e f ic a z e s e l g r u p o d e e n c u e n t r o ?
razones de esto son muchas: los jefes del grupo de encuentro a menudo pío
vienen de un medio no académico, la investigación y la cuantificación se opon, n
al espíritu humanista, con frecuencia antirracionalista de los grupos de encurntio
(Los jefes y los miembros no han querido cooperar con la investigación )
Muchas metas del grupo de encuentro (conciencia de sí mismo, realización
de sí mismo, realización del potencial, estar en contacto con el yo) a m entid.,
son tan subjetivas que desalientan la investigación.
La primera investigación controlada en gran escala sobre la eficacia de !<>
grupos de encuentro la realizaron Lieberman, Yalom y Miles en 1973. Ya <pi.
he expuesto algo de este estudio en varias partes de este libro, describiré el di
seño y el método antes de informar los resultados. Este trabajo e s e x t e n s o
y complejo, y sólo puedo referirme a las principales características r e l e v a n
tes para nuestro presente examen; los lectores interesados pueden consulta i , I
texto donde se describe todo este trabajo.18
Ofrecimos una experiencia de grupo de encuentro como un curso que valla
por un trimestre de crédito en la Universidad de Stanford. Doscientos di.
participantes (todos estudiantes no graduados, cuya edad variaba entre los l,K v
22 años) se inscribieron en el curso y fueron distribuidos al azar (sin lo m a i . ..
cuenta el sexo, la raza y la experiencia anterior en un grupo de encuentro) en lo».
IK grupos, cada uno de los cuales duraría un total de treinta horas dtu.uiii
doce semanas. Sesenta y nueve sujetos, similares a los participantes, pem <|u<
n o tenían experiencia de grupo, se usaron como control y les aplicaron l o d o ,
los instrumentos de investigación de los resultados.
Los jefes
\ i que la principal intención del estudio era investigar el efecto de la técnicn del
|. Ir en el resultado, buscamos diversificar su estilo empleando a jefes de vana-
.Muelas ideológicas. Seleccionamos representantes de diez de estas escuelas y,
.mies del experimento, esperábamos ciertas cosas del estilo de cada jele
Se eligieron a dos jefes expertos que representaban a cada uno de eslos « id,,
Todos tenían mucha experiencia, eran jefes veteranos, muchos con icpui.u i««u
nacional y poseían títulos profesionales clínicos en psicología social, o p\i< <>I•,<•i.i
clínica o psiquiatría (excepto los jefes Synanon, y el jefe del guipo de . ,«n
ciencia sensorial; desde luego también había jefes no profesionales en los guipo
de cinta de encuentro). Había un total de 18 grupos (un grupo oiieniiulo
psicoanalíticamente, un grupo de conciencia sensorial, y dos de cada uno d« U
oíros ocho tipos). De los 210 sujetos que empezaron en los 18 guipo,, «un
renta abandonaron antes de asistir a la mitad de las reuniones, y 170 toiinniot«>n
la experiencia de grupo de treinta horas.
¿Qué medimos?
* Ix>s datos de las entrevistas informaron <|tie cuntió participantes hnl»luu «le-)ml«> <l
grupo por razónos “físicas" (o sea, conflictos tic lionuio)
L A T E R A P IA D E G R U P O Y LO S N U E V O S G R U P O S 4Hi
C uadro 3
( 'amblaron
í 'arabio No moderada A pt eralleí on
Dallados negativo entablaron mente m u ch o
Estas cuatro funciones de jefatura tienen una relación clara y asombrosa <mi
el resultado. El cuidado y la atribución de significados tienen una relación lint d
con los resultados positivos. Cuanto mayores sean el cuidado y Iíi afrihiu /■>n
de significados, mayores serán los resultados positivos. Las otras dos l'uiinom
estímulo emocional y funciones ejecutivas tienen una relación curvilínea cmi
los resultados. Aquí se aplica la regla de la mediocridad dorada: demasiado <<
demasiado poco de estas conductas de los jefes produce un resultado positivo
más bajo. Por ejemplo, demasiado poco estímulo emocional del jefe piodu<<
un grupo sin vitalidad y sin energías: demasiado estímulo (en especial con una
atribución de significados insuficiente) produce un ambiente muy cargado . un>
cionalmente, y el jefe presiona porque se realice más interacción emocional d<
la que los miembros pueden integrar. Demasiado pocas funciones ejecutiva
(un estilo laissez-fetire) produce un grupo atropellado, aturdido; un cus o d>
funciones ejecutivas produce un grupo arrítmico, autoritario, muy cstiuctui .uto
<|iie no logra desarrollar en el miembro un sentimiento de autonomía o uim
secuencia interaccional libremente fluida.
El jefe con más éxito, pues, era el que ofrecía una cantidad de- estimulo \
una función ejecutiva moderada, y ofrecía mucho cuidado y atribución di iij-nl
lii ados. El cuidado y la atribución de significados parecían críticos, pt io n i n g u n o
do éstos, solo, bastaba para asegurar el éxito.
Usando estas cuatro dimensiones, Surgieron de los datos varios tipos di
estilos de jefe:
Y E L G R U P O D E T E R A P IA
Ya lie (razado el desarrollo del grupo de encuentro hasta un punto donde em
pieza a entrar en el terreno de la psicoterapia, y ahora me referiré a la evolución
del grupo de terapia para levantar el escenario para el inevitable encuentro
(o choque) de las dos disciplinas.
' I ti importancia de l»i lili ¡luición del Hlgiúl iemlo irelbp un pndnoHo apoyo tlr otin
l u n i k ( tímido Icn pldlcion u Ion mienihiUH que inlormnntn (id l'lnnl de emlu hcníi'iii )
d niU’ c k » llliiN nitfllil iciil ivo de tu i r i iiikiii y In k i / óii de mi inlpül tutu Iii, dr'ti ulu iniON que
Iiin mleiiil'iON 11 no olili i i I iiii I h mi In íon de In cKpri iría in m mullan mili lio nuoi Im llllmloN
LA TERAPIA DE GRUPO Y LOS NUEVOS GRUPOS 489
. iiilomitti dr iiK'itlniilci» cjiir im plicab an una integración cognoscitiva. (Hasta una acti-
viilnd tan cNliinm ln rom o la involución tic sí m ism o tenía poca relación con el cambio
• m nio» «¡iic tur in nrompanmlii <l< un Inlrloctlllil.) la profundidad y el vigor
a< i nli dría ubi im ioiito Ira lilipi i slommli r Inrupn itdo (m u n ió cu los g m p o s de ene lien
lio ijin* trufan lili cupllllii h ft'ile am rnlr u iillln lrlri tmd )
490 LA TERAPIA DE GRUPO Y LOS NUEVOS GRUPOS
Los excesos cometidos por algunos jefes de grupo de encuentro han producido
una creciente ola de críticas dirigidas en forma indiscriminada contra lodo H
campo de los grupos de encuentro. Varias compañías industriales importanii
han abandonado sus programas de relaciones humanas, los inspectores de i
cuelas han hecho campaña y han ganado elecciones basándose en gran |>.u i•
en un programa contrario al adiestramiento de la sensibilidad. Algunos progi.i
mas de relaciones humanas que se necesitaban mucho, muy bien pensados,
para las escuelas recientemente integradas, fueron rechazados por razones muy
irracionales (por ejemplo, algunos padres temían que los estudiantes fumín
obligados a revelar secretos de la familia en sus clases). El Congressional K<
cord incluyó un ataque feroz de treinta mil palabras contra el adiestramiento
de la sensibilidad, al cual se le puede comparar con un lavado de cerebro bol
chevique.33
Sería desafortunado que los profesionales de la salud mental no pinlimm
distinguir entre los grupos de experiencias dirigidos responsablemente y lo*. *...
tores del campo que cometen estos excesos. Este fracaso en la disci .............. ..
pondría en peligro el reciente intercambio constructivo que hay entre los guipo*,
de terapia y el campo del entrenamiento de la sensibilidad. Los invesligadoo
clínicos han aprendido mucho de la metodología de la investigación del guipo l
Los grupos T por lo común se usan ahora en el adiestramiento de los temp< m i
de grupo.34,35, 36
Los grupos T han sido usados en los hospitales psiquiátricos en pmp.im i
de tratamiento de pacientes crónicos hospitalizados;37 algunos clínicos e n v i n o .
sus pacientes de terapia individual a un grupo T para que se “ abran", y Imal
mente, los clínicos han adoptado algunas técnicas de los grupos T, produciendo
mi cambio gradual en la práctica de la terapia de grupo. Por ejemplo, t i . o
cíente énfasis en el aquí y en el ahora, el concepto de la rctroal imentación,
la mayor transparencia del jefe, el uso de ejercicios estructurados de guipo
(verbales y no verbales) y las reuniones prolongadas han sido parle di la
herencia del grupo T a la terapia de grupo.
Hay una considerable confusión en la actualidad, y esto so debe a que lo
clínicos están en ambos lados de la controversia; muchos psicotcrapcufus. <o
m í o hemos afirmado, participan en los grupos de encuentro, los dirigen, I o n u m u i
Las metas de los resultados. Los cambios esperados, que ocurren en el indi
viduo como resultado de su experiencia en el grupo T se parecen mucho (a
pesar de las diferencias del lenguaje) a los cambios que los terapeutas de grupo
desean que ocurran en sus pacientes. Por ejemplo, un estudio de los resultados
de un grupo T46 investigó las siguientes quince variantes; enviar comunicación,
recibir comunicación, facilitar la relación, correr riesgos, aumentar la interde
pendencia, flexibilidad funcional, control de sí mismo, conciencia de la conduc
ta, sensibilidad al proceso del grupo, ser sensible a los otros, aceptar a los
otros, tolerancia con la nueva información, confianza, tranquilidad, insight del
yo, y el papel. El criterio de los resultados que usaron Lieberman, Yalom y Mi
les en su investigación sobre los grupos de encuentro18 también se parece
mucho al criterio de los resultados de la psicoterapia, con la única excepción
obvia de los síntomas del objetivo ( “ quejas principales” ).
El mal social común. Los grupos de encuentro y los grupos de terapia apo
dan mucho la revelación de sí mismo, y el contenido de lo que se revela es
notablemente similar en todos los grupos. La soledad, la confusión y la aliena
ción obsesionan por igual a los grupos T y a los grupos de terapia, l a mayoría
de los individuos, pacientes y no pacientes, comparten una enfeimedad común,
que está profundamente empotrada en el carácter de la moderna sociedad oct i
dental. En las dos últimas décadas en gran parte de Estados t lindos se ha
LA TERAPIA DE GRUPO Y LOS NUEVOS GRUPOS 4 97
5. “No hay grupo, sólo personas” por “el proceso de grupo es importante en
el aprendizaje, ya sea que el jefe advierta esto o no” . El aprendizaje se veía muy
influido por las propiedades de grupo, como la cohesión, el ambiente, las nor
mas, y el papel que desempeñaba en el grupo el miembro individual.
6. “Un elevado rendimiento requiere un riesgo elevado” por “el riesgo en Ios-
grupos de encuentro es considerable y no se relaciona con un resultado positivo” .
Los grupos que corrieron riesgos, los que produjeron muchos daños, al mismo
tiempo no produjeron individuos que aprendieran mucho. Los grupos productivos
eran seguros. El grupo que tiene un rendimiento elevado debido a que corre
muchos riesgos es, según nuestro estudio, un mito.
7. “Puede ser que ustedes no sepan ahora lo que han aprendido, pero cuando
lo comprendan. . . ” por “aprovecha ahora, no esperes para después” . A menudo
se cree que los individuos pueden ser conmovidos ( “descongelados” ) en la ex
periencia de grupo, pero que más tarde, después de que termina el curso del
grupo, integrarán las experiencias que tuvieron en éste y se volverán más fuertes
que nunca. En nuestra investigación los individuos que habían tenido un resul
tado negativo al terminar el grupo, no mostraron resultados positivos cuando los
estudiamos seis meses más tarde.
ñan las técnicas que aprecian, pero que sólo tienen las características de su
conducta idiosincrásica y que son irrelevantes para el proceso del cambio. El
jefe con éxito quizá no pueda transmitir sus apreciaciones intuitivas y el uso
de las fuerzas psicosociales potentes en el grupo. Por ello, surgen muchas escue
las ideológicas basadas en la técnica que hacen énfasis en su singularidad y no
aprecian ni hacen énfasis en el grado en que los jefes con éxito usan estrategias
básicas similares en su trabajo.
Hay mucha yuxtaposición y muchas similitudes entre los grupos de encuentro
y los de terapia, pero no debemos cometer el error de creer que son iguales.
Creo que hay algunas diferencias fundamentales entre éstos.
Los G R U PO S D E T E R A P IA Y LOS GR U PO S D E E N C U E N T R O :
LA S D IF E R E N C IA S
Diferencias extrínsecas
El papel del jefe. Por lo general hay una distancia mayor entre el p i, .i
miembro en el grupo de terapia que en el grupo de encuentro, lisio es i. uli
de la conducta del jefe y de las características de los miembros z \ mi q u , , i
miembro del grupo de encuentro puede, como ya hemos afirmado, vnlmu di m .
siado al jefe, por lo general tiende a verlo más realistamente que los p.u i. n
les psiquiátricos. Los miembros del grupo de encuentro, en parle debido ¡i u
mayor estima propia y también por su mayor oportunidad de rclncionar.e , ni.,
las reuniones con el jefe, lo perciben más parecido a ellos, excepto poi u
capacidad y por sus conocimientos superiores en un área especializada (han
parte del prestigio que tiene el jefe en el grupo lo obtiene por sus conliilnieiom
Mas tarde empieza a participar de una manera similar a los otros miembios, \
eon el tiempo llega a ser plenamente un miembro del grupo, pero su <apa. i
dad técnica continúa aplicándola y es apreciada.
Una parte de la tarea del jefe del grupo de encuentro no es sólo liasmiiii u
. unoeimientos, sino también sus habilidades; espera que los miembros del guipo
ipn udan métodos para diagnoslieni y resolvía los problemas inlerpeisoimli .
\ menudo explícitamente se comporta com o un maestro INu ejemplo puedi
•orno un agregado, cxplicai algún aspecto leoiieo y puede dai algunos e|i u i.u ,
d. guipo, verbales o no verbalcN, com o un experiincnlo para que lo cNtudh c|
. tupo No es taro que los miembros del guipo d. em lleulio busquen lenei tila
-i eouoi límenlo soble las i elaciones húmame, y posta ioi mentí volverá jc|»
504 LA TERAPIA DE GRUPO Y LOS NUEVOS GRUPOS
Diferencias intrínsecas
Más allá del mal social común. La mayoría de las diferencias fundamentales
entre los grupos de encuentro y los de terapia se derivan de las diferencias de su
composición. Aunque puede haber una gran yuxtaposición, el grupo de encuen
tro por lo general está compuesto de individuos que funcionan bien, que buscan
tener mayor capacidad y desarrollo; en cambio el grupo de terapia consla
de individuos que a menudo no pueden enfrentarse a las tensiones cotidiana',
menores sin intranquilidad; desean aliviar su angustia, su depresión o libera na
de la infelicidad que les causa su existencia interpersonal o inlrapeisonal in:,a
tisfactoria. Al principio en este capítulo describí un mal social común que en un
grado mayor o menor afecta a todos los individuos. Sin embargo (este punto
L A T E R A P IA I H ( i U I H 'O '> I < >'. N MI \ ()% ( , l<11l’i )*• Mil
en general lo pasan por alto los jetes di- grupo de encuentro (|iie im ln n. n .ulu
tramiento clín ico), los pacientes psiquiátricos tienen, ademas un i <>n|inn<• d>
preocupaciones más crítico. La enfermedad social connín esta cutida, id.i en la
tela de su personalidad, pero no es sinónimo de su psicopalologia
Por ejemplo, considérese el concepto de alienación de si m ism o , ....... . I.
los resultados comunes del “ juego cultural” que describimos ante'. I a l<......... la
ción de Horney, para usar una de las varias teorías disponibles de la peí s on . di
dad, también postula una alienación del yo com o el problema pnneipal di
muchos individuos. (Ella define la neurosis com o “ la perturbación de mu .o .
relación con el yo y con los otros ”.) 40 Sin embargo, mientras que el ........pi
de “ juego cultural” describe la alienación propia com o un fenómeno ............
que emana de usar poses en forma ritual en el mundo adulto, llorncv des. nb.
la alienación propia com o una maniobra defensiva que ocurre lem p iau o mi la
vida del individuo com o una reacción ante la angustia básica que smpe d. un .
grave carencia de armonía en la relación del hijo con los p a d re s | | bu-
confronta el problema de tratar a sus padres que están muy inmmsos mi su
propios conflictos neuróticos para concebirlo y tratarlo com o un m d i' u b i-
separado que tiene sus necesidades y potencialidades propias. C om o uu uu . .
nismo de supervivencia, el hijo dedica sus energías, que ordinal iamrni. dr.li
caria a la tarea de realizar su yo real, a la construcción y a la icali/m a-u
de un yo idealizado; el yo que el individuo cree debería llegar a sm p .u .i pod. .
sobrevivir. Horney entonces procede a delinear el desarrollo com plejo d. I indi
viduo en términos de la relación entre el yo ideal, su yo potencial y mi w o il
(la persona que él percibe que e s ); pero esta necesidad no nos míen sa uli.u.i
I,o importante es que esta división ocurre temprano en la vida <• inl¡uv< pi.'lmi
damente en todos los aspectos del desarrollo posterior. El individuo uib ubi
durante toda su vida modelarse según un yo idealizado (inalcanzable), di '..mu
lia un sistema de orgullo de gran alcance basado en características idealizad.
invalida las tendencias opuestas que tiene dentro y siente odio poi si un mu
cuando la discrepancia entre el yo idealizado y el real parece pai liculai mentí
gi imle, y crea una red profunda de demandas al medio ambiente y de drm.mdu
0 sli¡divas a sí mismo. A la luz de las amplias consecuencias de estos d e s m o l í lo
de la persona neurótica, parece que puede obtenerse muy poco b e n e f i c i o di un
Orientación hacia el aprendizaje. Una de las tareas básicas del grupo de en
cuentro (adquirir capacidades interpersonales) requiere un grado de habili
dad interpersonal que la mayoría de los pacientes psiquiátricos no poseen. Los
jefes del grupo de encuentro generalmente hacen ciertos supuestos acerca de los
miembros del grupo; deben poder enviar y recibir comunicación de su propia
conducta y de la de los otros miembros con un mínimo de distorsión; deben, si
desean transmitir información exacta y ser sensibles a la retroalimentación,
tener un grado relativamente alto dé conciencia de sí mismos y de aceptación
propia. Además, los participantes deben desear el cambio interpersonal. Deben
ser bien intencionados y constructivos en sus relaciones con los otros miem
bros, y deben creer que los otros tienen una actitud constructiva básica si
desean que haya un grupo cohesivo y que confíe mutuamente. Los miembros
deben desear, después de recibir retroalimentación, cuestionar sus creencias
antes muy apreciadas acerca de sí mismos (descongelarse) y deben desear
experimentar nuevas actitudes y conductas, que puedan reemplazar a sus modos
de conducta antiguos, que tenían menos éxito.
Los participantes deben transferir estos modos de conducta más allá de la
situación del grupo a situaciones interpersonales en su vida “ doméstica” . Tam
bién es necesario generalizar el aprendizaje modificador, por ejemplo, Argy-
ris55 afirma:
[...] Si el individuo aprende a expresar sus sentimientos de ira o amor más since
ramente, también puede desarrollar nuevas capacidades para tratar a los individuos
que se sienten amenazados con esta franqueza. Por ello, es importante para el
individuo aprender cómo expresar estos sentimientos de tal manera que reduzca
al mínimo las probabilidades de que su conducta haga que otra persona se vuelva
defensiva, y por consiguiente se establezca un medio ambiente potencialmentc
amenazador.
I'.nIo, a su vez, empieza a hacer que el individuo se vuelva más cerrado y ni eno
susceptible a las influencias, ( liando más cerrado se vuelve el individuo, sus
loaeciones de adaptación seiún más controladas poi -ai sistema inician l ' e m
ya que su sistema inician esta compuesto de muchos mecanismos -le delensa su
conducta no tendera a sci Itmeional o económica la conducta después puedt
vol vei sc compulsiva, lepctiliva estimulada mlci iiamcnlt \ es obvio que distila
- iuii.it II individuo se i >-i i vi *i i > >ii un ms Ii ma mas -cundo'
508 LA TERAPIA DE GRUPO Y LOS NUEVOS GRUPOS
Las diferencias antes y después. Hay dos diferencias intrínsecas entre los gm
pos de terapia y los grupos T, que emanan de la composición y de las meta',
del grupo. Primero, los miembros del grupo de terapia tienen una disposición
muy diferente para aprender. Segundo, aunque comparten muchos .r.|>« i i. •.
de un mal social común con los miembros del grupo de encuclillo, licúen dil>
rencias muy personales que sólo se explican basándose en la lie.lona del piupi<>
LA TERAPIA DE GRUPO Y LOS NUEVOS GRUPOS
guíente de las metas) de los grupos. Por regla general, los pacientes psi(|m¡i
tríeos tienen distintas metas, relaciones interpersonales e intrapersonales m.r
profundamente perturbadas, y una orientación diferente (cerrada, basada en la
supervivencia) para el aprendizaje. Estos factores producen varios pioiv,..-,
y procedimientos diferentes en las primeras etapas y en las últimas del anali-a
del grupo.
R eferencias bibliográficas
La s u p e r v is ió n
ser controlados y que les haga presiones para que manejen al grupo de una
manera ajena a ellos?
La sesión de supervisión es un microcosmo igual que el grupo de terapia, y
el supervisor debe poder obtener mucha información sobre la conducta del
terapeuta en su grupo de terapia observando su conducta en la supervisión. Si
los alumnos en equipos de coterapia dirigen grupos (por las razones expresadas
en el capítulo xm, yo recomendaría esta forma para los terapeutas principian
tes), un enfoque del proceso en la supervisión es en particular útil. ¿Los cotera-
peutas se muestran abiertos y confían mutuamente y en su supervisor? ¿Quién
informa de los sucesos de la reunión? ¿Quién posterga a quién? ¿El supervisor se
siente asombrado por los dos puntos de vista muy diferentes que tienen los
coterapeutas sobre el grupo? ¿Hay una gran competencia por atraer su atención?
¿Hay un sentimiento de gran tensión en la sesión de supervisión? La relación
entre los coterapeutas tiene una importancia crucial para el grupo de terapia
y, con frecuencia, el supervisor puede ser muy eficaz si observa esta relación.
Por ejemplo, recientemente supervisé a dos residentes cuya relación personal era
tensa. En la sesión de supervisión, cada uno se esforzaba por atraer mi
atención; la hora de terapia era arrítmica; ninguno seguía la dirección del otro,
sino que cada uno exponía diferente material, o el mismo material desde un
aspecto totalmente distinto. La supervisión era un microcosmo del grupo, ya que
en las sesiones de terapia ellos competían intensamente entre sí por hacer
interpretaciones brillantes y por atraer a los pacientes a sus respectivos “ equi
pos” . Ellos no complementaban el trabajo del compañero siguiendo el tema que
el otro había expuesto; en vez de esto, cada uno guardaba silencio, esperaba la
oportunidad para formular preguntas diferentes. El grupo, desde luego, pagaba
un precio elevado por la mala relación de trabajo de los terapeutas; no se
realizaba un buen trabajo, había mucha inasistencia, y la desmoralización
era evidente. En este caso la supervisión se enfocó casi enteramente a la relación
de los coterapeutas y se ocupó de muchas características de la terapia diádica.
Por ejemplo, uno de los jefes contó el siguiente sueño:
Yo organicé un grupo de pacientes, pero creía que había hecho una mala selcc
ción. Jack y yo tratábamos de dirigir al grupo, pero los pacientes estaban cierna
siado distraídos y sólo se dedicaban a hacer ruido. Finalmente, con frustración,
yo brinqué al centro del grupo y le grité una interpretación a Jack, que él no
pudo oír. Me desperté con un sentimiento de gran frustración.
lo que realmente implica revelar algo de sí mismo, qué difícil es revelar el pro
pio mundo secreto, las propias fantasías, los propios sentimientos de vulnerabi
lidad, hostilidad y ternura; aprecia sus propias fuerzas y también sus debilidades;
aprende acerca de su papel preferido en el grupo; y quizá, lo más asombroso
de todo, aprende acerca del papel del jefe a medida que advierte su dependencia
y su evaluación irreal del poder y de los conocimientos del jefe.
constructiva. Desde luego, hay tantas pruebas de que una mala relación enlo
el personal produce un mal resultado de terapia que el director de un progia
ma que continúa actuando como si la comunicación franca fuera destruel ivn,
según creo, necesita considerar con gran profundidad las fuentes de su con
vicción.
Ningún otro tema se usa con tanta frecuencia al servicio de la resistencia <1. I
guipo como la cuestión de si el grupo es o no de terapia, lis conveniente i|n.
el jefe formule con claridad su posición al inicio del curso del guipo Yo .n
mi. n/o pidiendo que los miembros hagan ciertos compromisos con el guipo
deben Icnei conciencia de los icquisilos que se necesitan pañi sei miembro
l.'iiei voluntad de enlieguisc emoclonulmcntc al guipo, descubrii sus sentí
mi. utos hacia el y Inicia lo-, o l i o s micmbios, y cxploiai las n i c a s .11 he. qu>
lis gustarla icah/.ii algunos cambios peisonales Debe haccise una distinción
uiil cilio un guipo di templa y un guipo iciapCutlco 11n guipo de ¡idle-lm
524 EL ADIESTRAMIENTO DEL TERAPEUTA DE GRUPO
lis difícil para los miembros del grupo escapar, aunque quieran, .1 los pm
Memas de la competencia P 01 ejemplo, pueden participui en olías icuniom-.
más acadéniieuh donde lie. dileieneias tle la capacidad intelectual son <lm.i
EL ADIESTRAMIENTO DEL TERAPEUTA DE GRUPO 525
mente obvias; alguno de ellos puede haber sido nombrado residente principal;
alguno puede decidir cambiarse a un programa más “ avanzado” ; otros, debido
a su desempeño superior, les pueden ofrecer un puesto de empleado o profesor
en el instituto de adiestramiento matriz.
Los grupos reaccionan ante esta tensión de varias maneras; la más común
es hacer un pacto tácito o franco de igualdad; el grupo niega cualquier dife
rencia entre los miembros, y con frecuencia se une contra la amenaza de la
evaluación del mundo exterior hostil. A menudo hay mucho resentimiento
común contra los administradores que los juzgan tiránicamente o contra las
juntas calificadoras que evalúan a los candidatos. Por ejemplo, en un grupo
de adiestramiento un miembro estaba tan enfermo debido a una grave depre
sión que había faltado varios meses a su adiestramiento. El grupo unánime
mente condenó a la administración por negarse a otorgarle el crédito de adies
tramiento correspondiente a ese periodo; ninguno se atrevió a considerar que
el acto de la administración estaba obviamente justificado.
La solución de igualdad del grupo tiene el efecto de nivelar o restar capa
cidad a los miembros. Todos los miembros pueden haber tenido una experien
cia como jefes de grupo o terapeutas individuales, pero no se sienten capaces
de ejercer estas habilidades en el grupo. Este grupo, aún más que la mayo
ría de los grupos de pacientes, a menudo depende del jefe para hacer las
preguntas más simples y naturales.
Algunos otros temas que comparte el grupo de adiestramiento incluyen mu
chas preocupaciones comunes que surgen de la experiencia profesional: la
confusión sobre los límites de sus responsabilidades, el desaliento por sus fraca
sos o, si esto ocurre, su angustia por el suicidio de uno de sus pacientes. Una
preocupación muy importante es que los miembros con mucha frecuencia
se sienten abrumados por sus pacientes; sienten un deseo vigoroso de recibir
atención y se desesperan al no encontrar una oportunidad de expresar esto o
a una persona que la satisfaga. A medida que se aproxima el fin del adiestra
miento, cuando los estudiantes se preparan para romper sus últimos vínculos
confortables con su condición de estudiantes institucionalizados, el grupo a
mrnudo emplea mucho tiempo tratando las emociones que surgen de esta
liunsición final y verdadera a la condición de adulto. Los sentimientos acerca
de ser “ grande” , ser respetados, ser una de las “ gentes grandes” , actuar por sí
misino, surgen una y otra vez.
L a tr c n ic a d el je f e
L a psicoterapia personal
El grupo de adiestramiento rara vez basta para ofrecer toda la terapia perso
nal que necesita el estudiante. Aunque no podemos fijar guías firmes para un
proceso tan individual, muy pocos negarán que una exploración amplia de sí
mismo es necesaria para que madure el terapeuta de grupo. La incapacidad
de percibir las reacciones de contratransferencia, de reconocer las distorsiones
personales y los puntos ciegos, de usar sus propios sentimientos y fantasías
en el trabajo limita la eficacia de cualquier terapeuta. El terapeuta que carece
de insight de sus propias motivaciones puede, por ejemplo, evitar conflictos
en el grupo debido a su tendencia a ocultar los sentimientos; o puede alentar
una confrontación indebida para sentirse animado. Puede mostrarse muy in-
lerosado para probarse a sí mismo o hacer constantemente interpretaciones
luiliantes, y así castrar al grupo; puede tener la intimidad e impedir la expre
sión abierta de los sentimientos haciendo interpretaciones prematuras. Puede
hacer lo opuesto: hacer demasiado énfasis en los sentimientos, hacer muy
pocas asociaciones de ideas, y así estimular demasiado a sus pacientes para
que se queden en un torbellino agitado. Puede necesitar tanta aceptación que
es incapaz de d e sa lia r al grupo y, como los miembros, puede dejarse arrastrar
poi la c o r iie n le que prevalece en el grupo; puede sentirse tan destruido por
mi utuque o sei tan poco claro en la presentación de su yo que es incapaz
de di'dlngtiii los aspectos leales de los de la ti ansie i encia en un ataque. Un
olisi rvmlo i s u p e iv ls o i, un i olí i úpenla, o la p i o y e c i i o n de un \'¡iln puede
o f ic e r ril n l i o i i l i i i i r u l i u lóii al i c i a p c u l u del g r u p o de i sludlanlON, lo que puc
528 EL ADIESTRAMIENTO DEL TERAPEUTA DE GRUPO
M Á S A L L Á D E L A T E C N IC A
pacientes alteran su jerarquía de valores en la vida para minar los valore1. <1.
la riqueza y el poder materiales, y hacer énfasis en los valores humanista' <.
estéticos; otros pueden tomar importantes decisiones que influirán en el nn ..
de sus vidas; otros pueden ser más sensibles interpersonalmente y más eap.i
ces de comunicar sus sentimientos; otros pueden volverse menos mezquin*.
y tener intereses vitales más elevados; otros pueden tener un mayor st*ninI..
de participación con otros individuos o proyectos; otros pueden cxpeiimciu.n
un mayor flujo de ideas y un mayor nivel de energías; otros pueden llrg.u ,
aceptar de una manera más significativa su condición mortal; otros pued* n
descubrir que son más audaces, más sensibles a las ideas y a las expeiiriu n
nuevas.
Una orientación a la investigación demanda que el terapeuta a lo hii j*.» <l<
su carrera continúe siendo flexible y sensible a las nuevas evidencias; lambí* n
se requiere que el terapetua tenga cierta incertidumbre, lo que no i . un *
exigencia pequeña. La incertidumbre que surge de la carencia de un nm *
miento definitivo produce angustia. Trabajar con individuos profundnnn m
perturbados, ansiosos, también produce angustia. Muchos profesionales bus. m
tranquilidad escuchando las sirenas de los sistemas de creencias ortodoxas
comprometen con una de las muchas escuelas ideológicas que no sólo ...........
un sistema de explicaciones amplio, sino que también eliminan los hecho1 di
roldantes y, desprecian las nuevas evidencias. Este compromiso poi lo g* m mi
implica un aprendizaje y una iniciación prolongados. Después que esta dcniio
del sistema el estudiante encuentra difícil liberarse; primero, en gencial n alba
un aprendizaje tan prolongado que renunciar a su escuela equivale a n imia m i
i una parte de sí mismo; segundo, es muy difícil abandonar una posición d>
*undumbre por una de incertidumbre. Sin embargo, claramente csi¡i posición
de certidumbre es antitética al desarrollo y en especial impide el desanollo
del estudiante terapeuta.
May ciertos peligros potenciales en renunciar a la certidumbre. I'oi c|i m
pío, hay pruebas de que el terapeuta con un firme sentimiento de conviicion
*ii m i s creencias es más eficaz.1:1 También hay el peligro de que el esludhuiii
iilm un nihilismo terapéutico y que se niegue a dominar cualquiei iccnha d.
lu.ipía organizada. Hl maestro, con su ejemplo personal, debe ol'rccci un ino
til lo alterno: mostrai que las mejores pruebas disponibles lo lian llevado i
leu que un sistema particulai es eficaz, y que a medida que haya mima
Inhumación espera mcjoiai su enfoque Además, siente orgullo de íonum pain
l> un campo 1 1 ue hítenla piogresai, y es baslimlc sinceio pata teconoci i an
llmilm a mes.
Mu una o i i e i i l a c i o n a la In v c slig a c ió n con la cu al puedan c v a lu a n .i los ime
mi di .ai i o l i o s . d pi o|i sioiial c . l a en u na sil n ació n d i l lc i l l'oi i -je tupio, , co m o
o a» d o l l l l l á ante los m llh lie s di In n o v ac io ne s l u Ienles en d cam po'/ l ’oi d< M
532 E L A D IE S T R A M IE N T O DEI TERAPEUTA DE GRUPO
R eferencias bibliográficas
. vii :
. '
■
ín d ice ;
Infundir e sp e ra n za .......................................................................................23
La u n i v e r s a li d a d ...................................................................................... 25
Impartir i n f o r m a c i ó n ................................................................................26
El altruism o....................................................................................................30
La recapitulación correctiva del grupofamiliar primario . . . 31
Desarrollo de las técnicas de so cia liz a ción .........................................33
La conducta de im ita ció n ......................................................................... 34
Referencias b ib lio g r á fic a s ......................................................................... 34
Definición de la c o h e s ió n ......................................................................... 63
La cohesión como un factor terapéutico en la psicoterapia de
g r u p o ................................................................................................ 64
Las e v id e n c ia s ............................................................................................. 66
Resumen de lo an terior................................................................................69
Los mecanismos de la a c c i ó n ...................................................................70
Introducción. 70: La estima propia, la estima pública y la cohesión de
grupo: las evidencias, 76: La cohesión del grupo y la asistencia. 78; l a
cohesión del grupo y la expresión de hostilidad, 80; La cohesión del gru
po y otra terapia: variables relevantes, 81
R esum en.......................................................................................................... H4
Referencias b ib lio g r á fic a s ......................................................................... K‘>
IV. Factores curativos; panorama g e n e r a l.............................................. 88
Valores comparativos de los factores curativos: los puntos de vis
ta del tera p eu ta .......................................................................................89
El valor comparativo de los factores curativos: el punto de vista
del p a c ie n t e ............................................................................................. 91
Factores curativos: cuestionario de elección, 95; Entrevista, 98; Resultados,
99; Catarsis, 100; Factores existenciales, 101; La comprensión de sí mismo,
108; La conducta de imitación, 112; La revalidación de la familia, 114
Factores curativos: fuerzas m odificadoras............................................. 115
Referencias b ib lio g rá fica s........................................................................119
P r im e r a P a r t e
Segun da Pa r te
\ I u iniciación MI
I
jTX
H IS T O R IA