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Por el contrario, la nueva tendencia elegida por los consumidores, corresponde a la realización

de pedidos de menor cantidad y entregas más frecuentes, opción que les permite reducir los
stocks, y a su vez, una disminución de costes significativa. En definitiva, la realidad es que nos
encontramos con una variabilidad en la demanda del cliente que nuestras empresas deben
gestionar. Frente a la evolución de la demanda del cliente podemos optar por dos estrategias
distintas. La primera, corresponde a la acumulación de stocks de la mayoría de las referencias
para cubrir las variaciones en los pedidos y satisfacer las necesidades de los clientes. Esta
estrategia, puede darnos una sensación de seguridad pero tiene unos importantes costes
asociados. La segunda estrategia que se puede plantear para abordar con garantías de éxito la
variabilidad de la demanda del cliente es la flexibilidad, es decir, la capacidad de ajustarse a la
demanda del cliente mediante la producción de la referencia que requiere el cliente, en la
cantidad y en el momento que lo necesita. El primer concepto que parece evidente plantear,
sería como traducir la demanda del cliente a las líneas de producción, en definitiva como
definir el ritmo de la demanda. 9.12.1.1 - Takt Time - El ritmo de la demanda La demanda del
cliente es variable por definición, efecto que no es recomendable traspasar a las líneas de
producción de nuestras empresas. Nos conviene que las líneas trabajen a un ritmo constante
que permita dimensionar los recursos y la capacidad de las mismas, evitando oscilaciones en
las necesidades de mano de obra y siempre enfocada a satisfacer las necesidades del cliente.
Podríamos pensar en situaciones de variabilidad de la demanda del cliente para una línea de
producción específica. En este caso si tenemos una variación de la demanda diaria de 100
unidades para el día 1, a 50 unidades para el día 2, supone un desequilibrio en las líneas de
producción.

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