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Claudia Hormazábal
Massiel Schalchli
Yasna Silva
Alexis Rodríguez
Dilema Ético
Frente a esta problemática constante que nos vemos sumergidos como Trabajadores
Sociales es que presentaremos a continuación un caso que muestra la grave vulneración de
derechos que sufrió un niño al interior de su núcleo familiar, y las medidas que tomo la
institución responsable al respecto. Es de esta forma como se da origen a nuestro dilema
ético que explicaremos a continuación.
En este caso, se cambiarán los verdaderos nombres, para el resguardo de la identidad de los
involucrados.
La madre de Andrés, la Sra. Hortensia y su pareja tienen serios problemas con el consumo
de alcohol y drogas, debido a ello durante toda la semana se están generando discusiones y
conflictos, los que con frecuencia terminan en agresiones físicas entre ellos ( Hortensia y
Armando) y hacia Andrés.
Uno de los hijos mayores de la Sra. Hortensia, Luis, se encuentra inserto en un hogar del
SENAME (Servicio Nacional de Menores) por constantes actos delictivos (en un centro de
justicia juvenil para infractores de Ley, específicamente en un centro semi-cerrado). Por
otro lado Sebastián está en estos momentos a cargo de una tía que se hace responsable de
él. Mientras que Andrés, reside con su madre y la pareja de ella, no se encuentra asistiendo
al colegio y pasa la mayor parte del día en la calle: no recibe atención médica y tampoco
una adecuada alimentación teniendo que trabajar para poder comer algo. Además se tienen
antecedentes que Andrés habría sido abusado sexualmente por su padre biológico. Por tanto
se evidenció el abandono o negligencia y también el maltrato físico y psicológico hacia este
niño.
La intervención que realizó el programa según los antecedentes presentados fue buscar
todas las posibilidades de que el niño fuera acogido por algún pariente cercano, que le diera
las condiciones básicas y necesarias para su normal desarrollo. Cuando esto sucedió, y una
tía paterna acepto el cuidado personal de Andrés, se comenzó a intervenir con esta familia
para que la integración del niño a la familia pudiera ser lo mejor posible, no dejando de
considerar las problemáticas que tenia esta familia antes de acoger a Andrés.
Sin embargo tras un tiempo de intervención los profesionales compuestos por una Asistente
social y una Psicóloga, comenzaron a notar actitudes extrañas en Andrés y un retroceso en
la intervención. Comenzó a presentar trastornos de Encopresis. La que consiste en que el
niño hace sus deposiciones, repetida e involuntariamente, en lugares que no son adecuados
para ello, a una edad en la que se espera que haya control al respecto, es decir, más allá de
los 3-4 años (Psicólogoinfantil.com, 2010). Este trastorno es atribuido a los maltratos y a
constantes abusos.
La dupla de profesionales descubrió que Andrés estaba siendo objeto de maltrato físico y
psicológico, y que era amenazado por su tía para que este no contara lo que sucedía. Con
respecto a esto la tía manifestaba que: “el niño es muy desobediente por eso tengo que
pegarle”. La dupla nota además que la crianza carece de límites y preocupaciones por parte
de la adulta responsable, y que el niño pasaba jugando todo el día en la calle con amigos del
barrio. Y lo más grave es que el niño es visitado algunos fines de semana por su padre
biológico y son dejados solos por la adulta a cargo, conociendo la denuncia de abuso que
existe en contra del progenitor del niño.
El programa descubre a través del relato del niño que este está siendo abusado por el padre
cuando este lo visita.
Por todo lo anteriormente dicho se procedió para proteger al niño, planteando las siguientes
alternativas de intervención.
1._ Se puede trabajar con la familia extensa, en lo que son normas, reglas claras y
funciones de los adultos responsables en la crianza de Andrés. Además de prohibir las
visitas de aquellos que dañan al niño, como del padre y no dejar que el niño visite a su
madre.
Ante esta alternativa determinamos que es riesgoso para el niño, ya que mientras se realiza
todo este trabajo de intervención con su familia biológica probablemente siga siendo
víctima de maltrato, negligencia, abandono, o se siga vulnerando cualquiera de sus
derechos como niño y/o ser humano.
Es poco probable que alguna familia quiera adoptar a un niño a la edad de 11 años, ya que
por lo general prefieren a niños de menor edad. Esto lo señalamos por experiencia propia,
porque en Casa Nacional del niño (un lugar donde uno de nosotros desarrolló su pasantía),
devolvieron a un niño que era mayor y claramente no seguía normas de una familia nueva.
Por lo que fue un proceso fallido.
Si bien existen pocas probabilidades de que otra familia lo acoja, es necesario agotar todas
las opciones y buscar dentro de todos los familiares, alguna posibilidad de integración para
que el niño tenga o pueda acceder a una familia en todas sus dimensiones, ya que si bien el
SENAME le entrega la protección no le brinda un modelo de familia.
3._Retirar al menor de esta familia y enviarlo a un hogar del SENAME para que allí
termine su educación y sea intervenido desde ese contexto.
El programa FAE ante estas circunstancias tomo como primera opción de intervención
enviar al niño a un hogar del SENAME.
Creemos que es lo más favorable para el niño, ya que hay que velar por su bienestar y
dentro de su misma familia ya se sabe que no se encuentra protegido, es más, se encuentra
vulnerado en muchos de sus derechos. Por tanto lo primordial es que sea retirado de su
familia biológica, trasladándolo a un centro de SENAME acorde a las necesidades que el
niño requiere. Como por ejemplo un centro de atención residencial.
El problema con este tipo de residencias es que buscan la reinserción familiar, cosa que a
nuestro juicio es bastante irresponsable ya que creemos que el niño ya no puede volver a su
familia de origen ni tampoco con nadie de su familia extensa, a pesar de que no tener
contacto y no ser criado por sus padres también es vulnerar uno de sus derechos; el que
tiene relación con que le corresponde a los padres y es un derecho del niño ser cuidado y
criado por ellos.
Como dice Hannah Arendt “las normas políticas y las normas morales de conducta entran
en conflicto entre sí, y en la teoría política se las suele tratar en conexión con la doctrina de
la razón de Estado y su llamado doble criterio moral” (Arendt, 2003). Podemos señalar con
esto que los profesionales del área social están tan estructurados por los procesos
burocráticos del sistema, que muchas veces olvidan o pasan por alto sus criterios éticos
personales y/o profesionales, ya que en este caso no se previó las situaciones de abusos
posteriores a la intervención de SENAME, probablemente porque el equipo que tomó el
caso se encontraba guiándose estrictamente por lineamientos impuestos por el organismo
rector de estas instituciones, y la burocracia en sí, olvidando que estamos hablando e
interviniendo la vida de un ser humano vulnerable como es un niño, y que cualquier
decisión mal tomada traerá consecuencias en su futuro.
Tal vez si alguno de los profesionales que forman parte del equipo hubiera impuesto su
criterio moral por sobre los otros, es probable que no sucediera nuevamente la vulneración
de los derechos de este niño. Aunque el profesional al hacer esto estaría enfrentándose de
alguna manera a sus compañeros, a la estructura organizacional de los centros guiados por
SENAME, etc. lo que podría eventualmente haber traído consecuencias en su futuro laboral
dentro de la institución. Pero como señala Arendt “es mejor padecer la injusticia que
cometerla”, justificando esto “pues es mejor para mí estar enfrentado con el mundo entero
que, siendo uno, estarlo conmigo mismo”. (Arendt, 2003)
A modo de conclusión, para esta historia se plantea que las alternativas más factibles de
llevar a cabo son; en primer lugar buscar una familia de acogida nueva para el niño, en
segundo lugar está la opción de sacarlo de la familia e insertarlo en un centro de SENAME
en donde se le realice una intervención reparatoria. Cabe señalar que las dos soluciones
generan dilemas morales, ya que ninguna es completamente satisfactoria, puesto que en el
primer caso la familia nueva puede no cumplir las necesidades del niño, y por otro lado el
ingreso del niño a un centro de SENAME, lo privaría de estar con su familia, y
considerando la edad del menor sería casi imposible pensar en la adopción, aunque existen
otras alternativas como el apadrinamiento.
Según Sarah Banks nos encontraríamos frente a un dilema ético, ya que entre ambas
alternativas existen ciertos riesgos y costos en los que se puede caer. Es indispensable
realizar una elección por el bienestar del niño o bien, dirimir por aquella alternativa que es
menos inadecuada y que le causará menos malestar o menos perjuicio al niño, considerando
las consecuencias que tendrán cada una de nuestras elecciones, en caso de no presentarse
otra opción más propicia.
En caso de tomar una decisión y esta no tuviera los resultados esperados, Sarah Banks nos
señala que no debiéramos sentir sentimientos de culpa, ya que realizamos lo que
considerábamos moralmente correcto y agotamos todas las posibilidades para brindarle un
mejor ambiente al niño. Ya que la naturaleza de cualquier dilema o de la decisión que se
hubiera tomado siempre habrá algún resultado inesperado. Solo si no hubiéramos realizada
nada a favor del menor, deberíamos sentir culpa. Además hay que tener presente que por lo
general trabajamos en equipos, en este caso es una dupla psicosocial la que está a cargo del
caso, y por tanto no podemos hablar de culpa ya que no recae solo en la figura del
trabajador social sino la culpa de cualquier decisión/acción será de ambos convirtiéndose
en responsabilidad.
Bibliografía
Arendt, H. (2003). Responsabilidad y Juicio. Nueva York: Paidós.