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TRABAJO PRÁCTICO

“EL CAPOTE” Y “LA NARIZ”

BELLOTTO MARTINA, AMOROSO SOL, SOLARI


JULIETA, SOOS DIEGO, CUSENZA JUANA

3° LICEO

LENGUA Y LITERATURA

ARGIZ AGUSTINA

ESCUELA UGO FOSCOLO

15 DE NOVIEMBRE 2017
EL CAPOTE Y LA NARIZ

1) El narrador:

a- El cuento El Capote, está casi exclusivamente narrado en tercera persona.

b- Pasaje 1: “En el departamento ministerial de **F; pero creo que será preferible no
nombrarlo, porque no hay gente más susceptible que los empleados de esta clase de
departamentos, los oficiales, los cancilleres…., en una palabra: todos los funcionarios que
componen la burocracia.”

Pasaje 2: “Ni la habitación ni sus cosas fueron selladas por la sencilla razón de que no
tenía herederos y que sólo dejaba un pequeño paquete con plumas de ganso, un
cuaderno de papel blanco oficial, tres pares de calcetines, dos o tres botones
desprendidos de un pantalón y el capote que ya conoce el lector. ¡Dios sabe para quién
quedó todo esto! Reconozco que el autor de esta narración no se interesó por el
particular. Se llevaron a Akakiy Akakievich y lo enterraron; San Petersburgo se quedó sin
él como si jamás hubiera existido”

c- La 2da persona empleada por el narrador en este fragmente remite al lector.

d- Narrador Omnisciente:

“Fuera de estas copias, parecía que en el mundo no existía nada para él. Nunca pensaba
en su traje. Su uniforme no era verde, sino que había adquirido un color de harina que
tiraba a rojizo. Llevaba un cuello estrecho y bajo, y, a pesar de que tenía el cuello corto,
éste sobresalía mucho y parecía exageradamente largo, como el de los gatos de yeso
que mueven la cabeza y que llevan colgando, por docenas, los artesanos.”

“Al llegar a su casa se sentaba en seguida a la mesa, tomaba rápidamente la sopa de


schi, y después comía un pedazo de carne de vaca con cebollas, sin reparar en su sabor.
Era capaz de comerlo con moscas y con todo aquello que Dios añadía por aquel
entonces. Cuando notaba que el estómago empezaba a llenársele, se levantaba de la
mesa, cogía un tintero pequeño y empezaba a copiar los papeles que había llevado a
casa. Cuando no tenía trabajo, hacía alguna copia para él, por mera placer, sobre todo si
se trataba de algún documento especial, no por la belleza del estilo, sino porque fuese
dirigido a alguna persona nueva de relativa importancia.”

“Cómo bajo las escaleras Akakiy Akakievich y cómo salió a la calle, esto son cosas que ni
él mismo podía recordar, pues apenas si sentía las manos y los pies. En su vida le habían
tratado con tanta grosería, y precisamente un general y además un extraño. Caminaba en
media de la nevasca que bramaba en las calles, con la boca abierta, haciendo caso omiso
de las aceras. El viento, como de costumbre en San Petersburgo, soplaba sobre él de
todos los lados, es decir, de los cuatro puntos cardinales y todas las callejuelas. En un
instante se resfrío la garganta y contrajo una angina. Llegó a casa sin poder proferir ni una
sola palabra: tenía el cuerpo todo hinchado y se metió en la cama.”

Narrador Deficiente:

“Akakiy Akakievich nació, si mal no se recuerda, la noche del veintidós al veintitrés de


marzo.”

‘’Pero, de todas maneras, ¿Dónde hallar esos ochenta rublos? La mitad quizá podría
conseguirla, y tal vez un poco más. Pero ¿y la otra mitad?...’’

“¿Quién era aquella <<alta personalidad>> y qué cargo desempeñaba? Eso es lo que
nadie sabría decir.”

2) El contexto:

a- El Capote es un relato publicado en el año 1842 en Rusia, escrito por Nikolái Gógol, y
se trata de uno de aquellos relatos fundacionales para la literatura universal. En aquella
época, Rusia dudaba de la bondad de su propia cultura, pugna entre un reconocimiento
dudoso y un desprecio pronunciado sobre su propia identidad. Los círculos cultos
escriben principalmente en francés, por considerarse aquella lengua más apta para las
artes que su propia lengua materna. Las temáticas tampoco abordan los temas
nacionales, sino que tienden a mirar otras culturas. Surge, como es lógico pensarlo, un
movimiento que tiende a revelarse contra aquella sensación imperante, un sano
nacionalismo, un nacionalismo que no parte de la contemporánea base de despreciar lo
extranjero, sino que por el contrario, valora y ve belleza también en lo nacional.
Gógol escribió en una época de censura política, en un ambiente Psicológico de mucha
discriminación, abuso de las personas, falsedad, mentira, hipocresía, etc. La violencia y
delincuencia se presenta de manera muy frecuente para la época. Además, el ambiente
físico es de una ciudad con fuertes nevadas y fríos intensos en Petersburgo.

b- “Existe en Petersburgo un enemigo terrible de todos aquellos que no reciben más de


cuatrocientos rublos anuales de sueldo. Este enemigo no es otro que nuestras heladas
nórdicas, aunque por lo demás, se dice que son muy sanas.”

“-No – dijo Petrovich con firmeza-; no se puede hacer nada. Es un asunto muy malo. Será
mejor que se haga con él unas onuchkas para cuando llegue el invierno y empiece a
hacer frío, porque las medias no abrigan nada, no son más que un invento de los
alemanes para hacer dinero –Petrovich aprovechaba gustoso la ocasión para meterse con
los alemanes-.”

“¡Qué se le va a hacer! La culpa la tenía el clima petersburgués.”

c- Esta cita se ajusta mejor a Akakiy Akakievich, porque es una autoridad, un funcionario
que solo se dedicaba a copiar papeles. Además, es una persona superficial, ya que lo
único importante para él era el trabajo. Vivía una vida monótona, no tenía amigos y no
hacía otra cosa que no sea trabajar. Por esto también podemos decir que tenía una vida
muy enternecedora.

3) Lo fantástico:

a- Lo que Todorov quiere explicar en este texto, respecto a la literatura fantástica, es que
en el mundo real, aquel que nosotros conocemos, sucede un hecho que no se puede
explicar a través de las leyes naturales, y quién es testigo de este acontecimiento tiene
dos soluciones posibles. Una de ellas es creer que este suceso es una ilusión, es obra de
su imaginación y así las leyes naturales siguen siendo las que son, y la otra es creer que
este acontecimiento es real, que es parte de nuestra vida cotidiana, pero las leyes que
dirigen esta realidad son desconocidas por

b- El momento en el que se quiebra el realismo del cuento para dar paso a lo fantástico es
cuando, luego de que el señor Akakiy Akakievich se muere, las personas del pueblo
comienzan a hablar de la existencia de un fantasma.
“Y de este modo se enteraron en la oficina de la muerte de Akakiy Akakievich. Al día
siguiente su sitio se hallaba ya ocupado por un nuevo empleado. Era mucho más alto y no
trazaba las letras tan derechas al copiar los documentos, sino mucho más torcidas y
contrahechas. Pero ¿quién iba a imaginarse que con ello termina la historia de Akakiy
Akakievich, ya que estaba destinado a vivir ruidosamente aún muchos días después de
muerto como recompensa a su vida que pasó inadvertido? Y, sin embargo, así sucedió, y
nuestro sencillo relato va a tener de repente un final fantástico e inesperado. En San
Petersburgo se esparció el rumor de que en el puente de Kalenik, y a poca distancia de él,
se aparecía de noche un fantasma con figura de empleado que buscaba un capote
robado y que con tal pretexto arrancaba a todos los hombres, sin distinción de rango ni
profesión, sus capotes, forrados con pieles de gato, de castor, de zorro, de oso, o
simplemente guateados: en una palabra: todas las pieles auténticas o de imitación que el
hombre ha inventado para protegerse.”

c- “Uno de los empleados del Ministerio vio con sus propios ojos al fantasma y reconoció
en él a Akakiy Akakievich. Se llevó un susto tal, que huyó a todo correr, y por eso no pudo
observar bien al espectro. Sólo vio que aquel le amenazaba desde lejos con el dedo.”

“Se comprende que la Policía tomara sus medidas para capturar de la forma que fuese al
fantasma, vivo o muerto, y castigarlo duramente, para escarmiento de otros, y por poco lo
logró.”

4- Relaciones intertextuales:

a- Entre el cuento de El Capote y el relato de La nariz se pueden establecer varias


relaciones. En principio, lo primero que se puede ver es que los dos relatos suceden en el
mismo país, Rusia, y en la misma ciudad, San Petersburgo. Luego, se puede observar
que en los dos, el clima es muy frio, hay temperaturas muy bajas y esto, aunque parezca
raro, afecta a los personajes, más que nada a su salud. También, otra relación que
podemos encontrar es que en los dos relatos se hace una crítica a las autoridades y a los
gobernantes. Además, en ambos se rompe el realismo y se da paso a lo fantástico.

b- Esta cita se relaciona con La nariz ya que en el relato se nombra una calle, La Nevski,
en la cual se creía que estaba la nariz perdida, aunque luego se descubrió que allí no
estaba. Además, a esa calle concurren varias personas para ver y también para ser
vistas. Por ejemplo, las mujeres concurren a esa calle para ser vistas por los hombres,
para llamar la atención de ellos.

c- El cuento La nariz se inclina al género fantástico-maravilloso, ya que en este relato las


leyes de la realidad siguen intactas, y casi no hay espacio para la solución lógica. El tema
de que haya una nariz que tenga vida propia se toma como algo normal. En cambio, en El
capote se reconocen nuevas leyes de la naturaleza. Esto sucede cuando la gente del
pueblo comienza a ver que hay un fantasma y se reconoce la existencia de este.

“-¡Pues estamos arreglados! Pero... ¡cómo! ¿Voy a quedarme sin nariz? -dijo Kovalev-.
Peor que ahora no puede ser, ¡qué demonios! ¿Dónde puedo presentarme con un
aspecto tan repugnante? Estoy bien relacionado, e incluso hoy mismo debería asistir a
dos reuniones.”

En esta cita, se puede ver como el protagonista Kovalev se preocupa más por su aspecto
físico ya que debe asistir a un par de reuniones, que en saber dónde puede estar su nariz.

“-¿Usted perdió, por casualidad, su nariz?”

Y en esta otra cita, el policía, que fue a donde vivía Kovalev, le pregunta al protagonista,
con total normalidad, si él había perdido una nariz, como si fuese algo de todos los días,
como si fuese algo que sucede cotidianamente.

Y a raíz de estas dos citas, podemos evidenciar, como el hecho de que Kovalev haya
perdido la nariz es tomado con total normalidad. Por esto es que el relato se inclina al
género fantástico-maravilloso.

5) Producción literaria:

Todas las mujeres parecían iguales, altas, esbeltas, bajas, rellenitas. Todas vestían sus
abayas negras o grises, siempre ocultas tras sus nicab. Lo único que las diferenciaba
eran sus miradas.

Shebba Marrash Massú era la típica mujer de Arabia, la mirases por donde la mirases, a
simple vista lo único que resaltaba de ella, eran sus ojos verdes. Siempre atentos a todo
movimiento extraño, era una chica muy curiosa, sus ojos parecían juzgarlo todo, como
una señorita de una familia noble.
Shebba Marrash Massú todos los días se levantaba temprano y caminaba por las
atestadas calles de Arabia, con el calor aplastante bajo ella, hasta la pensión de Mexloj,
una prestigiosa familia de Arabia Saudita que tenía un gran peso en la economía del país.

Pero esa mañana Shebba no fue a trabajar como de costumbre.

No podía creerlo, sujetaba fuertemente la carta entre sus manos, hecha un bollito contra
su pecho. Las lágrimas estaban a punto de caer, pero parecía que no querían. Su
respiración subía y bajaba de manera irregular y un nudo se instaló en su pecho, no podía
respirar.

—No puede ser verdad, no puede ser verdad. —Susurraba sin parar.

Se encontraba en un rincón de la cocina, junto al horno, en el lugar se olía un abundante


olor a quemado proveniente del horno, pero no la chica se encontraba absorta en sus
pensamientos.

Pero era posible, y no había nada para poder hacer, entonces el nudo en la garganta le
impidió respirar y con unas tremendas ganas de vomitar, se obligó a releer la carta.

«Lamentamos informarles que el señor Alajbuk Marrash Massú ha sido condenado a la


horca, por sus crímenes contra el Estado, contra nuestra religión y contra nuestro pueblo,
al traicionarnos al unirse contra la gente de Yemen en la coalición. La sesión ocurrirá el 14
de noviembre a las 9 A.M, en la plaza central. El Ministerio.»

Hoy era 14 de noviembre y ya eran las 9:15 pasadas, lo cual significaba que su hermano
ya había muerto.

Shebba Marrash Massú ese día se ahogó en la desolación.

Los siguientes días no salió de su habitación, siempre en su cama, parecía estar en una
ensoñación.

Se la paso murmurando la injusticia del acto, su hermano estaba en Yemen por


TRABAJO, era un comerciante digno.
Una semana más tarde, fue a trabajar y los Mexloj la aceptaron. Shebba se disculpó por
lo desconsiderada que había sido al faltar tantos días sin avisar.

—Te entendemos, —le dijo la señora Mexloj —es muy difícil aceptar que alguien que
conoces de toda la vida, sea capaz de traicionar a su sangre, es imperdonable, no hay
honor en ese acto tan desinteresado, pero tranquila chica que tú no caerás por ese
camino, nosotros siempre te apoyaremos.

Shebba apretó los dientes y se mordió la lengua, para no gritarle en la cara que su
hermano no había hecho eso, que jamás lo haría.

Ese mismo día la señora Mexloj la mando a comprar al mercado central, lugar donde se
podía conseguir todo clase de cosas, desde comida, bebidas exóticas, objetos, muebles,
telas, piedras y armas. Aunque jamás había visto ese puesto había escuchado reiteradas
veces de él.

Pero ese día escucho a unos hombres hablar de algo más tentador, sobre una protesta,
algo sobre Yemen y los caídos.

La señora Mexloj la había enviado a comprar comida, pero Shebba se encontró


desacatando esas órdenes para seguir a los hombres.

Los siguió por las atestadas calles de Arabia, el calor era insoportable pero la gente
parecía no notarlo.

Los siguió calles y calles hasta un pequeño café modesto con un pequeño cartel
despistado, que jamás había visto. Una vez dentro se dio cuenta que allí no había
ninguna mujer, lo cual le pareció un poco extraño. Inmediatamente supo que ella no podía
estar allí dentro, pero de todas maneras se mandó, la curiosidad le podía más que la
prudencia.

Se vio detenida por un hombre alto en traje, parecía lujoso.

—Señorita, no puede estar acá. —Le informó el hombre.

—Discúlpeme, es que suelo venir seguido. —Se disculpó procurando no mirarlo a los
ojos.
— ¿Por qué no puedo pasar? —Se atrevió a preguntar. Levanto un segundo la mirada y
lo vio tensar la mandíbula.

Se excusó rápidamente y se despidió sin mirar atrás. Caminó con parsimonia hasta el
mercado, su mente llena de conjeturas, la mayor de ellas se instaló en su cerebro como
una raíz, esos hombres estaban preparando una protesta, contra la coalición contra
Yemen.

Esa era su oportunidad, pero no podía hacerlo sola, debía buscar ayuda. Esos hombres
estaban contra lo que sucedió en Yemen. Entonces, si había hombres, seguramente
también había mujeres.

Una vez en la pensión de los Mexloj, se encontraba limpiando los estantes de la biblioteca
junto con Arrisha Lajbeh Adelnok. La conocía lo suficiente como para saber que la
apoyaría, pero debía plantearlo de una manera informal.

Agarró un libro titulado Las maravillas de Arabia Saudita y comenzó su primer movimiento
del extenso tablero de ajedrez que debía atravesar.

— ¿Qué clase de libro es este? Dice lo que la gente quiere oír, pero no habla de lo que
realmente sucede acá, —hizo una pausa —un libro para ricos.

Arrisha se quedó con la boca abierta al escuchar hablar tan deliberadamente a su


compañera, pero no se quejó. Shabba al ver que la chica no decía nada prosiguió con su
discurso improvisado.

—Si pudiera escribir un libro, lo titularía Lo que todos saben y nadie cuenta ¿Te das
cuenta que todo está prohibido acá, no? Si quiero trabajar en un puesto prestigioso, no
puedo, en todo el mundo todos pueden ir al cine ¿Por qué acá no? No podemos conducir,
tampoco aprender música ¿A vos te gustaría tocar un instrumento?

Arrisha pareció despertar de su ensoñación y asintió enérgicamente.

—Mi prima es Europea ¿Sabías que allá se puede elegir con quien casarte? Mi familia me
quiere casar con un desconocido. ¡Un viejo! —Vociferó.
—Seguro hay muchas mujeres en nuestra situación. Los hombres pueden mirar a
cualquier mujer, pero nosotras somos castigadas a treinta azotes si levantamos si quiera
la vista.

—Conozco a algunas mujeres que sienten lo mismo de nosotras, vivimos en la injusticia,


deberíamos hacer algo. —Arrisha había dado en punto justo.

Shebba y Arrisha se pasaron siete días buscando mujeres y al final de la semana había
conseguido el apoyo de 15 chicas.

—Mujeres, vivimos sin libertad, no podemos elegir con quien estamos, de que trabajamos,
lo que estudiamos. Es totalmente injusto que nosotras dependamos de los demás, sin
poder decidir sobre nuestro futuro. El rey Salmán Bin Abdulaziz está descontrolado, no
tiene límite y controla a la gente como quiere, tenemos que darle una lección, no puede
hacer lo que quiere, hay que poner límites, y los hombres están en eso, pero no podrán
solos, debemos ayudarlos. Debemos buscar más apoyo. ¡El primer paso para cambiar
nuestra situación, es derrocar al rey!

— ¡SI! —Gritaron las mujeres.

Lo próximo que debía hacer Shebba Marrash Massú era descubrir cuando sería la
protesta y de ahí ir avanzando con el grupo.

Camino por el mercado, con la esperanza de encontrar el café, caminó y caminó, el calor
era insoportable, sentía que no podía más de la fuerza.

Levantó la mano y se secó el sudor de la frente, miro a su alrededor, todas las calles
parecían iguales a eso punto. Arena por doquier, mujeres tapadas hasta la cabeza y
hombres con barbas espesas.

Se dio ánimos en voz baja, no recordaba donde quedaba el lugar, y eso que ya había
seguido a los hombres en dos oportunidades. No podía rendirse ahora que ya tanto había
logrado. Siguió caminando al rayo del sol, calles y calles, tenía miedo de no encontrar
nunca el café.

Y entonces vislumbre un cartel despintado, algo en su interior se prendió, debía ser ese
lugar.
Corrió los últimos metros y miro el lugar fijamente. ¡Era ese, no lo podía creer! Ahuecó las
manos y las apoyó en el cristal, luego apoyó la frente y se concentró en mirar adentro. No
había nadie, y puede que justo ese día no haya una reunión. Pero la última vez que los
había seguido, habían mencionado que ese día sería importante.

Como la vez pasada, se coló por el callejón a un lado del café y esperó a que nadie más
que ella estuviera ahí, para meterse por la pequeña ventana que daba a los baños del
café. Entrada que había descubierto un día cuando fue de “paseo” a tomar un cortado.

Ese día, veintiocho de noviembre a las 14:30 iba a ocurrir algo importante.

Eran y diez, todavía había tiempo.

Veinte minutos más tarde, el pequeño café se encontraba atestado de hombres de


distintos portes, trajes y edades.

Shebba, oculta en el baño oía todo perfectamente, gracias a la rejilla de ventilación.

—El primero de diciembre en la plaza central a las 9:30 de la mañana será la protesta, no
debemos cometer ningún error, porque el rey Salman Bin Abdulaziz nos mandara a la
horca. — Dijo el líder del grupo con voz gruesa.

— ¡Hay que matar a esas sanguijuelas! No pueden suceder más estas cosas. ¡Tenemos
que reforzar nuestro poder, tenemos derechos! —Gritó otro.

— ¡Eso!

Shebba Marrash Massú les comunicó la reunión a sus chicas, y el primero de diciembre a
esa hora estuvieron en la plaza central.

Se taparon todas con una abaya y un nicab negro y salieron.

Una vez en la plaza, unos hombres comenzaron a bailar la danza Ardha, típica danza de
espadas entre hombres.

La gente se reunía alrededor de los hombres con espadas, estos se movían con agilidad,
empuñando y esquivando, en ningún momento dejaban de moverse. Cuando uno
avanzaba, otro retrocedía. Eran dos, luego fueron cuatro, y de a poco se fueron sumando
más. Eran hombres vestidos de negro, con máscaras de animales, leones, tigres, águilas,
halcones, y más. Las espadas “zigzagueaban” de aquí para allá, y pronto el espectáculo
llegó a oídos de los altos mandos y el rey se presentó como un espectador más.

Las mujeres esperaron, y observaron todo el panorama. Los hombres no paraban de


moverse, parecían coordinados, como si lo hubieran practicado miles de veces.

Uno de ellos gritó, y levantó la espada en dirección al rey, las mujeres vieron el momento
adecuado y se lanzaron hacia el círculo de hombres, con el objetivo de ayudar, de matar
al rey.

Gritaron y se abalanzaron hacia delante, impulsadas por la ira y cuando Shebba Marrash
Massù sujeto al rey por el cuello y lo apuñaló.

Ese hubiera sido un buen final, sí. Pero eso no sucedió.

Cuando Shebba sujeto al rey por el cuello, este no se percató, solo la miro con sus
profundos ojos negros, y algo dentro de ella cambió, sintió que su grito disminuía y de la
nada, no escucho ningún grito.

Se escuchó un golpe sórdido, Shebba miro a su alrededor, todas las mujeres cayeron al
suelo.

Arisha levanto la cabeza y Shebba con horror pudo ver como esta no poseía boca.
Entonces las demás mujeres levantaron la cabeza y tampoco poseían boca.

Shebba con terror se tocó la cara, y solo pudo sentir sus ojos y su nariz, pero debajo no
había nada.

Y entonces el rey gritó y los hombres de negro se sacaron las máscaras tirándose a un
lado, levantaron la espada para agarrar envión y empeñaron la espada en dirección a las
mujeres atravesadas de un golpe seco, definitivo.

Ninguna mujer gritó, ninguna pudo gritar, y esa masacre les recordó a las mujeres que
nadie puede creer tan ingenuamente que puede superar el poder del rey.
Todos los primeros de diciembre se escuchan los gritos mudos y no pasa ni una noche
que en el inquieto silencio de la noche, se escuche el rugir del viento junto con los gritos
de las mujeres.

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