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¿Qué educación necesitamos?

Para comenzar queremos proponernos analizar críticamente el modelo educativo del


gobierno. Pero ¿cuál es el modelo educativo oficial?

Lo primero a tener en cuenta es que nos parece que se trata de un modelo que
subyace, es decir, no del todo explícito. Y no porque no tengan cierto “plan” de lo que
quieren para la educación en el gobierno nacional y provincial, sino porque no lo
formulan de manera abierta hacia el debate en la sociedad. Saben que aun no
consiguen el consenso general, así que lo van mostrando de a poco.

Entonces, el modelo oficial subyace en la práctica: tanto en las acciones como en las
inacciones deliberadas. Y a este modelo queremos oponerle, en unidad, propuestas
para la construcción de una educación diferente que combine lo mejor de la defensa
de la educación pública con la concepción y las experiencias de la educación popular.

El modelo educativo oficial: la “caída” de la escuela pública

Para el presidente, ir a la escuela pública es “caer”. Para la gobernadora, la educación


pública es “insostenible” y que los pobres ingresen a la Universidad es imposible.

Empecemos por lo evidente: la escuela pública está en crisis, es imprescindible


declarar la emergencia edilicia en la Provincia de Buenos Aires. Ya tuvimos que
lamentar 2 muertes por causas evitables con la mínima previsión que exige un edificio
público al que asisten trabajadores, niños/as y jóvenes. Las condiciones materiales de
los establecimientos educativos son un obstáculo para la continuidad pedagógica y
representan condiciones infrahumanas de trabajo: escuelas sin gas en pleno invierno,
con mal funcionamiento eléctrico, sin edificio como la secundaria 58, sin aulas como la
secundaria 68 en La Laguna que cursan en CONTENEDORES; con techos que se llueven
y paredes cubiertas de humedad.

¿Y cómo se pretende que trabajemos los/las docentes en estas condiciones si además,


el salario no alcanza para llegar a fin de mes? El salario docente viene siendo reducido
en los hechos en el poder adquisitivo con respecto a la inflación.

También es innegable que estas malas condiciones no se originaron hace 3 años, sino
que vienen de arrastre de gobiernos anteriores. Así como tampoco comenzó la lucha
por la educación hace 3 años, sino que tiene una larga historia en nuestro país. Pero
lejos de revertirse, los problemas se están profundizando por la decisión política de
aplicar un brutal ajuste sobre la educación, reduciendo el presupuesto.
A la desidia y la inacción deliberada se suma una forma de gestión que denota el
destrato hacia lo público. Un ejemplo es lo hecho con el Servicio Alimentario.
Contrataron empresas que no cumplieron con las condiciones mínimas de salubridad e
higiene para el traslado de alimentos. Ni hablar del valor nutritivo que puede aportar
un sanguche a niños/as y jóvenes en pleno crecimiento.

Para colmo, estos empresarios privados, contratados con recursos públicos, no


cumplieron ni con el sanguche todos los días. Y dejaron con hambre a chicos/as,
generando un nuevo obstáculo al trayecto pedagógico.

Otro ejemplo claro es la manera en que se llevan a cabo las obras de refacción en las
escuelas: presupuesto inflados, “arreglos” que no solucionan los problemas concretos
y que se vuelven a repetir. Todo esto lo vemos, lo padecemos los/las trabajadores de la
educación, los/las estudiantes y las familias de la comunidad.

¿Cuáles son las causas de esta realidad? ¿Solo desidia? ¿Desconocimiento?


¿Desinterés? ¿Carencia de funcionarios idóneos?

Creemos que no. Se trata de un plan educativo, o más bien, anti-educativo.

Lo que está en juego es la concepción del rol del Estado con respecto a la educación.
En los hechos, se cuestiona el valor central de la educación como un DERECHO social. Y
se alienta, al desprestigiar por todas las vías posibles lo público, hacia el fomento del
NEGOCIO de la educación privada.

Entonces, el modelo oficial de educación es Neoliberal: busca reducir la presencia del


Estado como garante del derecho a la educación y, en su lugar, impone las lógicas del
Mercado.

Frente a los valores democráticos, se constituyen valores MERITOCRÁTICOS que


afirman que una persona “vale” según los méritos individuales que consigue, sin tener
en cuenta que el punto de partida nunca es igual en nuestra sociedad desigual, sin
tener en cuenta la diversidad de necesidades y capacidades educativas.

Así, en el mercado educativo, el Estado financia con los recursos públicos que todos/as
pagamos a través de los impuestos, el negocio de empresarios. Y se distinguen
categorías de escuelas por el valor de la cuota.

¿Qué pasa en este modelo con quienes no pueden pagar? “Caen” en las cada vez más
olvidadas escuelas públicas o quedan excluidos en la ignorancia.

De esta manera, el sistema educativo reproduce el orden social de la desigualdad.

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