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Mujeres desaparecidas en democracia

Por reenvio - Monday, Sep. 20, 2010 at 11:32 AM

Boletín especial DDHH - La trata de mujeres y niñas para la explotación


sexual es una de las caras más extremas de la violencia de género e
implica la violación directa a los derechos de las humanas. La
continuidad de las prácticas de tortura y sometimiento son amparadas por
un entramado de poder económico, judicial, político y policial que les
otorga el sagrado manto de la impunidad.

Este flagelo que arrastra características y condiciones estructurales a lo largo de siglos,


es un delito que somete a millones de personas a condiciones de esclavitud y ocupa el
segundo negocio a nivel mundial después del tráfico de drogas.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT 2006), manifiesta que en la Argentina


participan directa o indirectamente de este delito, unas 500.000 personas. Siendo, este
país un lugar de origen, tránsito y destino, al que llegan ciudadanos y ciudadanas
extranjeros/as captados/as y traficados/as de países limítrofes, principalmente, según la
Organización Internacional para las Migraciones (OIM), de Bolivia y Paraguay, y en
segundo lugar de Perú, República Dominicana, y hasta China y Corea. Sin embargo,
aun no existen estadísticas oficiales sobre las desapariciones de mujeres, esto significa
que todavía no hay políticas públicas activas, tanto para la persecución del delito, como
para la prevención del mismo, contribuyendo a la invisibilización de este flagelo y a la
impunidad que habilita el efectivo funcionamiento de los mecanismos de las redes.

El negocio de la esclavitud

La existencia de la red de trata de mujeres es parte de una sociedad que naturaliza


prácticas como la prostitución, sin profundizar en la relación de dominio que subyace.
La concepción del cuerpo femenino como propiedad de lo masculino, y por ende,
mercancía que se consume, alquila y vende, es la base cultural que promueve a la
explotación sexual.

Las mujeres víctimas de la redes de trata son cada vez más jóvenes, el 48 por ciento
tiene menos de 18 años. En este sentido, Richard Poulin, profesor e investigador
canadiense sobre los procesos de globalización de la industria del sexo, advierte sobre la
complicidad de organismos multilaterales del crédito como el Banco Mundial y el
Fondo Monetario Internacional en el crecimiento de la trata de jóvenes. En una
entrevista para el diario Página 12, el investigador denuncia cómo las políticas
neoliberales expresadas por el Banco Mundial y el FMI y los planes de ajuste
estructural, incentivan a los países al fomento de la industria sexual a través de
préstamos para desarrollar empresas de turismo y entretenimiento. Esta industria sexual
se expande globalmente afectando a las poblaciones más vulnerables, en primer lugar,
refugiadas políticas, niñas, migrantes ilegales, miembros de minorías raciales y étnicas.

Según los estudios realizados por las integrantes de la organización de mujeres La Casa
del Encuentro, en este negocio se puede hallar la estrecha asociación entre la etapa del
capitalismo actual y el patriarcado. Las zonas que definen los destinos de las mujeres,
son las rutas de mayor actividad económica por excelencia. Por ejemplo, la ruta del
petróleo en la zona patagónica, la de la soja, la del turismo carretera en Córdoba, los
festivales, etc., lugares donde se garantiza la masiva presencia de “clientes”.

La falacia de la persecución del delito

En abril del 2008 se aprueba la Ley Nacional 26.364, para la prevención y sanción de la
trata de personas y asistencia a sus víctimas, sin embargo rápidamente las
organizaciones sociales que venían trabajando sobre el tema denunciaron que no
garantizaba la persecución del delito y dejaba espacios que generaban y consolidaban la
impunidad con la que se mueven los tratantes en territorio argentino.

Claramente los números dan cuenta de la falta de eficacia en el desbaratamiento de las


redes mafiosas, según datos de la Oficina de Rescate y Acompañamiento a las Personas
Damnificadas por el Delito de Trata dependiente del Ministerio de Justicia, Seguridad y
Derechos Humanos de la Nación desde 2008 rescataron a 654 mujeres (entre ellas 149
eran niñas de entre 12 y 18 años), desde ese momento hasta el 31 de mayo de 2010, se
detuvieron a 543 personas acusadas de formar parte de las mafias dedicadas al tráfico de
personas, aunque se dieron sólo 5 condenas firmes, en las provincias de Córdoba,
Chubut, Buenos Aires, Santa Fe y Misiones y ninguna de estas involucra a un tratante.
“La mayoría de las personas que quedaron detenidas son perejiles y no fueron
condenados a más de cuatro años de prisión”, explica Mercedes Assorati coordinadora
del programa Esclavitud Cero, de la fundación El Otro.

El cuestionamiento a la ley radica principalmente en que en los casos de explotación


sexual de una persona mayor de 18 años tiene que estar probado que no hubo
consentimiento por parte de la mujer para ser tratada como esclava, presumiendo que
alguien puede elegir ser victimizada renunciado a su propia vida, a su propio cuerpo y a
su libertad; por otra parte también se discuten las bajas penas aplicadas a los proxenetas
y tratantes que derivan en la posibilidad de excarcelación. Estos y otros aspectos están
en discusión y prontos a ser tratados nuevamente en el Congreso, pero aún se dejó
afuera la posibilidad de gestionar un programa nacional que se ocupe integralmente de
la asistencia a esta mujeres y niñas secuestradas, torturadas, maltratadas, explotadas por
el accionar de la redes de trata con la complicidad del estado y una cultura patriarcal que
las invisibiliza.

Dinero fácil, cuerpos ultrajados

El Noroeste y Norte argentino se presenta como una región de captación o


reclutamiento de personas con fines de explotación, en su gran mayoría mujeres para
explotación del comercio sexual, según el trabajo realizado por la Unidad Fiscal de
Asistencia en Secuestro Extorsivo y Trata de Personas (UFASE) de la Procuración
General de la Nación. Mientras que las provincias de Córdoba, Buenos Aires, La
Pampa, Entre Ríos, La Rioja, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego son caracterizados
principalmente como lugares de destino, atento a la vinculación de las actividades
económicas.

Amparados en sistemas de protección y corrupción policial, burdeles, juego clandestino


y droga, funcionan libremente con la connivencia de funcionarios locales o incluso con
la “regulación” de la actividad como si se tratase de un emprendimiento comercial
lícito. En Río Gallegos, por ejemplo, la zona de prostíbulos conocida como Las Casitas
funciona a la vista de toda la población; allí uno de los primeros allanamientos para el
rescate de víctimas de explotación sexual fue posible por el accionar de una jueza que
actuó en el lugar de captación, en la localidad de Sáenz Peña, en Chaco. Al respecto la
magistrada chaqueña señala que este pueblo “es uno de los lugares de la provincia que
constituye un foco de origen importante del delito de Trata, ya que la marginalidad, por
la deplorable situación económica, cultural y educativa, constituye y un paisaje
sumamente tentador para los que comercian con seres humanos debido a que en
definitiva, no tiene alternativas diferentes.”

El lugar de destino tampoco guarda mejores oportunidades para estas mujeres, cuando
una de ellas llegó a la terminal de Río Gallegos y el regente del prostíbulo conocido
como El Deseo la fue a buscar, no tardó en informarle que “tenia una deuda de $
620,000 lo cual era la suma de los pasajes y plata para consumir durante el viaje y que sí
o sí tenía que pagarla.” Días después el proxeneta la mostró en la ciudad, primero ante
el Comisario para tramitar la identificación que le permitiría sacar la libreta sanitaria en
el Hospital, entonces “comenzó a sentir miedo y que no tenía escapatoria.”

Prensa de Frente

http://www.prensadefrente.org/pdfb2/index.php/a/2010/09/19/p5953

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