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MACC
Análisis de Textos
César Duque
Diana Carolina Atehortúa
Semestre I, 2020
Reseña reconstructiva
Para esto, los autores defienden que “la empleabilidad de las personas va más allá del
empleo”, y que es precisamente eso lo que debemos utilizar para cambiar la forma
como somos ubicados en la cadena laboral de la sociedad; puesto que, como se cita
en el documento, “nada es permanente a excepción del cambio”. En esta línea, se
proponen tres pilares fundamentales en los cuales situar dicho cambio: la educación
(con la innovación de profesiones), las competencias (en las demandas laborales que
se tienen) y la orientación (a partir de la individualidad de las personas, y el
aprovechamiento de la misma para desarrollar un trabajo).
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moldeables y prácticos que puedan desenvolverse en cualquier situación teórica o
práctica de manera óptima; y que, en caso de no lograrlo, entender que, aunque ya
son profesionales, siempre habrá nuevas oportunidades de aprender, y que, en una
sociedad tan cambiante como la actual, habrá cosas que deberán dejar atrás y
aprender a realizarlas de manera distinta.
Ahora bien, el hecho de que la educación sea transformada para los estudiantes, no
significa que se adaptará completamente a ellos. A pesar de las innovaciones que se
realizarán en las carreras, y de la variedad que tendrá un estudiante para escoger
aquella que más se le adapte, existirán competencias que los jóvenes deberán
adquirir, mejorar, e implementar a lo largo de su vida académica y laboral. Sin
embargo, por muy irónico que pueda sonar, la mayoría (por no decir todas) de estas
competencias se verán ligadas a la capacidad de aprender, emprender, juzgar y actuar
de manera no ortodoxa sino viable pero innovadora. Así, más allá de maquinaria, se
puede decir que la revolución 4.0 no es por las máquinas sino por las personas, y que
son ellas quienes verdaderamente deberán marcar la diferencia.
No obstante, los estudiantes no podrían llegar a tal nivel de aprendizaje sin tener una
orientación previa con la cual guiarse. Está más que claro que cada ser humano es
único e inigualable; pues bien sabemos que la diversidad es inherente a las personas
y, con ello, a las sociedades, así, a pesar de las competencias generales que cada
estudiante debe alcanzar, existen otras que poseen y deben ser explotadas. Y son
precisamente estas cualidades, fortalezas o competencias únicas que se poseen las que
permiten que cada joven tome el camino y la carrera que definirán gran parte de su
vida; con la firme certeza de que dicha profesión será realizada en pro de la sociedad,
su avance y desarrollo. Además, la orientación también será proporcionada posterior
a la educación y a la profesionalización; puesto que, a pesar de creer haber aprendido
todo durante la formación académica, existirán situaciones o cambios que vendrán
con la revolución 4.0 que no sabrán afrontar, y necesitarán de este pilar para guiarse.
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En conclusión, se avecina un cambio que no es industrial sino humano, cuyo impacto
se verá reflejado en las habilidades individuales, emocionales y laborales de cada
persona; lo que obligará a la educación a formar estudiantes íntegros, con
competencias fundamentales y necesarias en su futura vida laboral. Todo esto de la
mano con una orientación permanente para tomar decisiones a partir de su
individualidad como persona y como seres humanos.
Referencias: