Está en la página 1de 7

PIB, Empleo y Consumo Privado,

período 2010-2017

ENSAYO
INTEGRANTES: HARVY CISNEROS Y ALISON
MATAMOROS

UAM | UNIVERSIDAD AMERICANA
Para comenzar debemos de tener claro la teoría económica de consumo de Keynes la cual
decía el consumo tendría una parte que depende de esa renta disponible del período y
otra parte autónoma. El consumo autónomo sería el consumo que se tendría si la renta
disponible del período fuese cero. Imaginemos que una persona se dedica al campo. En un
determinado período ha sido incapaz de generar renta porque ha perdido toda su cosecha
por una catástrofe. Alguna cantidad tendrá que consumir. El consumo autónomo
manifestaría ese mínimo consumo, que en todo caso es indispensable para la
supervivencia. El consumo autónomo dependerá de otras fuentes distintas a la renta
disponible del período como, por poner un ejemplo, los ahorros acumulados. Así, ante un
mal año, nuestro agricultor podría desahorrar una parte de lo ahorrado, podría
endeudarse.

Pero supongamos que el individuo obtiene una cierta renta durante el período. Cada una
de las sucesivas unidades de renta disponible se divide en dos proporciones, una que
consume y otra que ahorra, denominadas respectivamente proporción marginal al
consumo y proporción marginal al ahorro. Se denominan marginales porque, como en
otros conceptos en los que se utiliza el término marginal en Economía, reflejarán lo que
sucede con cada unidad adicional, en este caso de renta disponible. Dado que la renta o se
consumo o se ahorra, la proporción marginal al ahorro puede ser vista como uno menos la
proporción marginal al consumo (si se calcula en tanto por uno), o cien menos la
propensión marginal al consumo (si se calcula en tanto por ciento). Se supone que esas
proporciones marginales al consumo y al ahorro son fijas, es decir, a medida que se va
obteniendo más renta, las proporciones de esa renta adicional que van destinadas al
consumo y al ahorro no varían. Se supone que la propensión marginal al consumo está
entre el 0% y el 100%. Que la propensión marginal al consumo sea positiva implica que se
consume más a medida que se tiene más renta. Que la propensión marginal al consumo
sea inferior al 100% implica que, ante un aumento de la renta, siempre hay una parte que
se ahorra.
Se habla de consumo privado a la hora de referirnos al gasto realizado por organizaciones,
empresas, familias e individuos en un periodo de tiempo determinado y con el fin de
satisfacer sus necesidades en forma de diferentes bienes y servicios del mercado. El
consumo privado es una variable especialmente importante en el estudio
macroeconómico y mide el valor total en un periodo de los bienes y servicios que los
hogares, empresas o instituciones privadas adquieren dentro de sus correspondientes
actividades económicas.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en 2014, el PIB de
América Latina y el Caribe creció un 1,1%, lo que se tradujo en un estancamiento del PIB
por habitante de la región. Esta tasa de expansión fue la más baja registrada desde 2009 y
representó la continuación del proceso de desaceleración de la actividad económica en
que había estado inmersa la región desde 2011.

El gasto de consumo total registró una fuerte desaceleración en 2014, ya que su


crecimiento fue de un 1,4%, en comparación con un 3,0% en 2013. En el caso del consumo
del sector privado, la desaceleración fue más pronunciada, ya que la expansión pasó del
2,9% en 2013 al 1,2% en 2014. El menor ritmo de crecimiento del consumo privado refleja
una desaceleración del impulso proveniente del mercado laboral, debido al menor
incremento de la masa salarial.

Como resultado de la evolución antes descrita del consumo privado, este continuó
perdiendo importancia como factor dinamizador de la expansión del PIB y, si bien se
mantiene como principal fuente de crecimiento, su participación disminuyó del 1,9% en
2013 al 0,8% en 2014. Después de dos años de contracción del PIB regional, el crecimiento
económico fue positivo en 2017 (1,3%), como resultado de la mejora de la demanda
interna y del crecimiento de las exportaciones.

La economía de Nicaragua ha crecido un promedio de 5,2% en el periodo 2010-2017. El


PIB de Nicaragua creció un 4,7% en 2016; 4,8% en 2015; 4,8% en 2014; un 4,9% en 2013;
un 6,5% en 2012; y un 6,3% en 2011 según el Banco Central de Nicaragua.

El robusto desempeño de la actividad económica


(+4,9%) se originó en el dinamismo de la
demanda interna. El consumo final creció un 5,2%
gracias, principalmente, al mayor ingreso real
disponible de los hogares, y en menor medida al
gasto público. El mayor nivel de ingreso
disponible fue producto de las buenas
condiciones en el mercado laboral, el notorio
descenso en los niveles de inflación a lo largo del
año y el nutrido flujo de remesas de
nicaragüenses en el extranjero.

Desde la perspectiva sectorial, como reflejo del crecimiento del consumo privado y la
inversión, los sectores más dinámicos fueron el comercio y la construcción, que crecieron
un 7% y un 25,4%, respectivamente, y compensaron con creces la contracción del 1,1% en
la actividad manufacturera. De acuerdo con el indicador mensual de actividad, hasta abril
de 2016, el crecimiento de la economía había mantenido su dinamismo y había alcanzado
un 4,4%, sobre la base de un sólido desempeño de los sectores agropecuario, construcción
y comercio.

Los datos de los primeros meses de 2016 indican que la tasa media anual de crecimiento
del empleo formal seguía acelerándose (en abril llegó al 12,5%), impulsada por la
demanda laboral desde el sector de la construcción y una aceleración del empleo formal
en el sector de manufactura, que había compensado la desaceleración observada en el
número de asegurados activos correspondientes al sector de comercio.

Según el Banco Central de Nicaragua (BCN), el Producto Interno Bruto (PIB) registró un
crecimiento robusto de 4.9 por ciento en 2017, en línea con lo previsto. Con este
resultado, Nicaragua ha logrado alcanzar un crecimiento promedio de 5.2 por ciento en el
período 2010-2017. Este ritmo sostenido de crecimiento económico permitió alcanzar un
PIB per cápita de 2,161 dólares en 2017 y ha favorecido una mejora en los indicadores de
pobreza.

La Encuesta Continua de los Hogares (ECH) 2017 reflejó una tasa de desempleo abierto de
3.3 por ciento en el cuarto trimestre, reduciéndose 0.6 puntos porcentuales con respecto
a 2016. Asimismo, el subempleo se ubicó en 42.7 por ciento. En tanto, a diciembre 2017
se contabilizaron 913,797 trabajadores inscritos a la seguridad social, lo que se tradujo en
una tasa de crecimiento promedio anual de 6.6 por ciento (10.8% a diciembre 2016),
equivalente a 56,977 nuevos afiliados. Entre las actividades económicas con mayor
incorporación al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), durante los últimos
doce meses, se ubicaron comercio, hoteles y restaurantes y servicios comunales y
personales.

Algunos datos revelados por el INSS acerca del comportamiento del empleo y su variación

Mediante esta gráfica se puede mostrar las distintas variaciones que tuvo a lo largo de
estos años, que significaba el crecimiento o la baja de los trabajos formales en Nicaragua.

Al ver todos estos datos podemos concluir que necesitamos, que invertir en la educación,
tecnología y salud de la población para poder impulsar la economía, ya que podemos ver
que el PIB crece si aumenta la inversión y el gasto. Y para esto necesitamos poder
exponencializar el talento humano para poder hacer crecer las habilidades de la personas
que puedan emplearse de manera formal para poder crecer al país y su consumo. No
tenemos que dejar pasar más el tiempo, hay que poder reaccionar a tiempo.
Bibliografía:
https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/38713/S1500733_es.pdf
https://economipedia.com/definiciones/consumo-privado.html
https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/42651/117/S1701283_es.pdf
https://www.bcn.gob.ni/publicaciones/periodicidad/anual/informe_anual/Informe
%20Anual%202017.pdf
https://argumentoseconomicos.com/2015/06/09/la-teoria-keynesiana-del-consumo/

También podría gustarte