Está en la página 1de 16

Domingo 26 de abril, 2020 III Domingo de Pascua Ciclo A Costa Rica

Se les acercó
y comenzó a
caminar con
ellos Lc 24, 13-35
SantaIII DOMINGO
MisaDEDominical
PASCUA
Blanco. Gloria, Aleluya y Credo. Misa propia. Prefacio I-V de Pascua.

Ritos Iniciales
Monición inicial
Nos reunimos como pueblo creyente que peregrina junto al Señor y quiere re-
descubrir su presencia junto a nosotros en el camino de la vida; presencia que se
hace viva y eficaz en su Palabra y en la fracción del pan que vamos a compartir.

Antífona de entrada Sal 65, 1-2


Aclama a Dios, tierra entera. Canten todos un himno a su nombre, denle gracias
y alábenlo. Aleluya.

Canto de entrada Cantemos un himno nuevo (D.73).

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que


ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos,
te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo; Señor Dios, Cor-
dero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, atiende
nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad
de nosotros; porque solo tú eres Santo, solo tú Altísimo, Jesucristo, con el
Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

Dios nuestro, que tu pueblo se regocije siempre al verse re-


novado y rejuvenecido, para que, al alegrarse hoy por haber
Oración recobrado la dignidad de su adopción filial, aguarde seguro
colecta con gozosa esperanza el día de la resurrección. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la uni-
dad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Domingo 26 de abril
Liturgia de la Palabra
Monición para la primera lectura
Quien se ha encontrado con Cristo recibe de Él su Espíritu que le capacita y le
convierte en evangelizador. El texto que ahora vamos a escuchar nos mostrará
como se anunció el Kerigma en los inicios de la predicación apostólica.

Primera lectura
No era posible que la muerte
lo retuviera bajo su dominio.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 14. 22-33

El día de Pentecostés, se presentó Pedro, junto con los Once, ante la multitud,
y levantando la voz, dijo: “Israelitas, escúchenme. Jesús de Nazaret fue un hom-
bre acreditado por Dios ante ustedes, mediante los milagros, prodigios y señales
que Dios realizó por medio de él y que ustedes bien conocen. Conforme al plan
previsto y sancionado por Dios, Jesús fue entregado, y ustedes utilizaron a los
paganos para clavarlo en la cruz.

Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, ya que no era posi-
ble que la muerte lo retuviera bajo su dominio. En efecto, David dice, refiriéndose
a él: Yo veía constantemente al Señor delante de mí, puesto que él está a mi
lado para que yo no tropiece. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua se albo-
roza; por eso también mi cuerpo vivirá en la esperanza, porque tú, Señor, no me
abandonarás a la muerte, ni dejarás que tu santo sufra la corrupción. Me has
enseñado el sendero de la vida y me saciarás de gozo en tu presencia.

Hermanos, que me sea permitido hablarles con toda claridad. El patriarca David
murió y lo enterraron, y su sepulcro se conserva entre nosotros hasta el día de
hoy. Pero como era profeta, y sabía que Dios le había prometido con juramento
que un descendiente suyo ocuparía su trono, con visión profética habló de la
resurrección de Cristo, el cual no fue abandonado a la muerte ni sufrió la co-
rrupción.

Pues bien, a este Jesús Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testi-
gos. Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del Padre el Espíritu Santo
prometido a él y lo ha comunicado, como ustedes lo están viendo y oyendo”.
Palabra de Dios.

Domingo 26 de abril
Monición para el salmo
El Padre nos sigue mostrando el camino que nos conduce a la Vida plena, por
eso, junto al salmista digamos:

Salmo responsorial Del salmo 15


Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Aleluya.
Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi
Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus
manos.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente.


Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás tropezaré.

Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque


tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción.

Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría


perpetua junto a ti.

Monición para la segunda lectura


La resurrección no es sólo un acontecimiento histórico, sino que para quienes
creemos sigue manifestándose de manera particular. Escuchemos cuáles son
los efectos en nuestra vida.

Segunda lectura
Ustedes han sido rescatados con la sangre
preciosa de Cristo, el cordero sin mancha.

De la carta del apóstol San Pedro 1, 17-21


Hermanos: Puesto que ustedes llaman Padre a Dios, que juzga imparcialmente
la conducta de cada uno según sus obras, vivan siempre con temor filial durante
su peregrinar por la tierra.
Bien saben ustedes que, de su estéril manera de vivir, heredada de sus padres,
los ha rescatado Dios, no con bienes efímeros, como el oro y la plata, sino con
la sangre preciosa de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha, al cual Dios ha-
bía elegido desde antes de la creación del mundo y, por amor a ustedes, lo ha
manifestado en estos tiempos, que son los últimos. Por Cristo, ustedes creen

Domingo 26 de abril
en Dios, quien lo resucitó de entre los muertos y lo llenó de gloria, a fin de que
la fe de ustedes sea también esperanza en Dios.
Palabra de Dios.

Monición para el Evangelio


El camino no es fácil, para llegar a la resurrección hay que pasar por la pasión, y
esto no siempre se comprende; sin embargo, el Señor se acerca y camina junto
a nosotros. Dejemos que arda nuestro corazón al escuchar el santo Evangelio.

Aclamación antes del Evangelio Lc 24, 32


Aleluya, aleluya.
Señor Jesús, haz que comprendamos las Escrituras.
Enciende nuestro corazón mientras nos hablas.

Evangelio
Lo reconocieron al partir el pan.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas


24, 13-35
El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo lla-
mado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo
lo que había sucedido.

Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con


ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él
les preguntó: “¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?”

Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: “¿Eres tú el único forastero que


no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?” Él les preguntó: “¿Qué
cosa?” Ellos le respondieron: “Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta po-
deroso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos
sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y
lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin
embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto
que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de
madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se
les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de
nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las
mujeres, pero a él no lo vieron”.

Domingo 26 de abril
Entonces Jesús les dijo: “¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón
para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que
el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?” Y comenzando por
Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la
Escritura que se referían a él.

Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero
ellos le insistieron, diciendo: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto
va a oscurecer”. Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa,
tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrie-
ron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno
al otro: “¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y
nos explicaba las Escrituras!”

Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron re-


unidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: “De veras ha
resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón”. Entonces ellos contaron lo
que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor

Profesión de Fe
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra
y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder
de Poncio Pilato fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la
derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y
muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el
perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén

Oración de los fieles


Con la certeza de saber que el Resucitado camina junto a nosotros, ele-
vemos ahora nuestras súplicas con confianza, diciendo:

Haz arder nuestro corazón, Señor.


• Por el Papa, los obispos y sacerdotes llamados a participar de la vocación apos-
tólica; para que, al anunciar la Palabra de Dios sepan al mismo tiempo encontrar
en ella la fuente de su esperanza. Oremos

Domingo 26 de abril
• Por los gobernantes del mundo entero, para que abiertos a la gracia de la Pas-
cua se comprometan a hacer de este mundo un lugar justo y solidario Oremos
• Por las personas que sufren: los enfermos, los encarcelados, los adictos y quie-
nes bajo el peso de las dificultades se sienten desanimados; para que encuen-
tren en el Señor resucitado a Aquel que enciende en ellos el fuego ardiente de la
esperanza. Oremos
• Por todas las familias, para que se reencuentren constantemente con la raíz más
profunda de su razón de ser, e iluminadas por la Palabra de Dios sepan leer sus
experiencias difíciles a la luz de la vida del Señor resucitado. Oremos
• Por todos nosotros, para que en la experiencia de nuestro diario caminar no
dejemos de descubrir la presencia alentadora del Señor, a quien podemos ver
constantemente cuando nos reunimos para partir el pan. Oremos
Escucha, Padre de bondad, nuestras súplicas, quédate también con no-
sotros, para que las tinieblas que nos acosan desparezcan con tu luz. Por
Jesucristo, nuestro Señor.

Liturgia Eucarística
Canto sugerido Caminaban, Señor, a tu lado (D.70).

Oración Recibe, Señor, los dones que, jubilosa, tu Iglesia te pre-


senta, y, puesto que es a ti a quien debe su alegría,
sobre los concédele también disfrutar de la felicidad eterna. Por
dones Jesucristo, nuestro Señor.

Monición a la plegaria eucarística


Reunidos en torno al altar, invitamos en la fe de la Iglesia al Señor; quien, detenién-
dose en nuestra mesa, nos deja ver su rostro en la fracción del pan.

Monición para la comunión


Muchas veces caminamos por la vida desanimados y sin fuerza. Al acercar-
nos a esta mesa, el Señor reaviva en nosotros el fuego de la esperanza al
dejarnos ver su presencia en el pan que Él, para nosotros, ha partido.

Antífona de la comunión Lc 24, 35

Los discípulos reconocieron al Señor Jesús, al partir el pan. Aleluya.

Domingo 26 de abril
Canto sugerido Te conocimos al partir el pan (H.72).

Oración después de la comunión


Dirige, Señor, tu mirada compasiva sobre tu pueblo, al que te has dig-
nado renovar con estos misterios de vida eterna, y concédele llegar un
día a la gloria incorruptible de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro
Señor.

Ritos Conclusivos
Bendición Solemne
Que Dios misericordioso, que por la resurrección de su Hijo unigénito los ha
redimido y hecho hijos suyos, los llene de alegría con su bendición. R. Amén.

Que por Cristo redentor, por quien ustedes recibieron el don de la libertad per-
petua, les conceda también, en su bondad, tener parte en la herencia eterna.
R. Amén.
Que ustedes, que por la fe han resucitado en el bautismo, merezcan, por sus
buenas obras, alcanzar la patria celestial. R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo †, y Espíritu Santo, descienda


sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén.

Monición de envío
Por la vida van muchos hermanos tristes y desalentados. Al salir de la Euca-
ristía, con nuestro testimonio transmitámosle una palabra de esperanza que
encienda en ellos el fuego del amor de Dios.

Canto final Luz que vence a la sombra (CADCL n. D.117).

Textos: Comisión Nacional de Liturgia, Conferencia Episcopal de Costa Rica.

Domingo 26 de abril
Lecturas bíblicas de la semana
Lunes 27 de abril
Primera Lectura Salmo Responsorial Evangelio
Lunes III de Pascua Hech 6, 8-15 Sal 118, 23-24. 26- Jn 6, 22-29.
27. 29-30.
Martes 28 de abril
Primera Lectura Salmo Responsorial Evangelio
Martes III de Pascua Hech 7, 51-8. 1a Sal 30, 3cd-4. 6ab y Jn 6, 30-35.
7b y 8a. 17 y 21ab
Miércoles 29 de abril

Santa Catalina Primera Lectura Salmo Responsorial


Evangelio
de Siena, virgen y Hech 8, 1-8 Sal 65, 1-3a. 4-5.
doctora de la Iglesia Jn 6, 35-40
6-7a

Jueves 30 de abril
Primera Lectura Salmo Responsorial Evangelio
Jueves III de Pascua Hech 8, 26-40 Sal 65. 8-9. 16-17. 20 Jn 6, 44-51.

Viernes 1 de mayo
Primera Lectura Salmo Responsorial Evangelio
Viernes III de Pascua Hech 9, 1-20 Sal116, 1. 2 Jn 6, 52-59

Sábado 2 de mayo

San Atanasio, Primera Lectura Salmo Responsorial Evangelio


obispo y doctor de
la Iglesia Hech 9, 31-42 Sal 115, 12-13. 14- Jn 6, 60-69
Hasta la hora nona 15. 16-17

Domingo 26 de abril
Comentario al Evangelio Pbro. Mario Montes M.

Los peregrinos de Emaús


El bello relato de la aparición de Jesús
resucitado a los discípulos de Emaús,
nos presenta la experiencia de dos de
sus discípulos el día de Pascua. Son
dos seguidores de Jesús -uno de ellos
se llamaba Cleofás (v 18), y no perte-
necía al grupo de los once. El episodio
transmite, con un arte difícil de igualar,
una experiencia humana única, en la
que advertimos tanto la tristeza como
la desolación, que habían sufrido los ción es -como en todas las apariciones
discípulos del Señor, en los días de su del Resucitado- la del reconocimiento:
pasión y muerte, como también el re- “Entonces los ojos de los discípulos se
nacimiento de la esperanza gracias a abrieron y lo reconocieron”. Eso ocurría
una manifestación del Resucitado. cuando Jesús, al ser convidado a casa
de uno de ellos, tomó la iniciativa de
El encuentro con Jesús con ellos y el bendecir, partir y darles el pan. Jesús
diálogo permiten ver los límites de la quiere que le reconozcan al principio
fe que ambos discípulos tenían puesta de la cena, mientras él, bendiciendo el
en Jesús. Veían en él a “un profeta po- pan, cumple la función de ser “cabeza
deroso” que hubiera podido redimir a de familia”. Al descubrirlo se les hace
Israel como un nuevo Moisés -también invisible, porque su presencia gloriosa
llamado profeta poderoso en Hech no es ya la misma, que la de su vida
7,22-35-, pero no habían descubierto terrena. Algo así experimentó María
todavía que Jesús redimiría a Israel, Magdalena con él, aquel primer día de
precisamente a través de su muerte Pascua (Jn 20,14-17).
y resurrección. Habían escuchado los
rumores de las apariciones de los án- El final de la narración, nos presenta a
geles a las mujeres, afirmando que “Je- los dos discípulos corriendo a comuni-
sús estaba vivo” (Lc 24,5 y Hech 1,3; car la noticia a los once y a sus com-
25,19), pero no les habían creído. Ha- pañeros. Los encuentran comentando
ciendo camino, Jesús les interpreta las lo que le había pasado a Simón: “Es
profecías del Antiguo Testamento, que verdad, ¡el Señor ha resucitado y se
anunciaban el sufrimiento del Mesías apareció a Simón!”. La narración incor-
(Lc 18,31-32; Hech 26,23). Así les ayu- pora así otra aparición del Resucitado,
da a aceptar que su pasión era el ca- en este caso a uno de los once, refe-
mino necesario hacia la gloria (Lc 9,22). rida también en la Primera Carta a los
Corintios (1 Cor 15,5). ¿Reconocemos
La escena en la que culmina la narra- a Jesús cuando camina con nosotros?

Domingo 26 de abril
Amigos de Dios Todos somos llamados a la santidad

San Pío V
Memoria: 30 de abril

Antonio Ghislieri nace el 17 de ene-


ro de 1504 en Alessandría (Italia).
A sus diecisiete años, profesa en la
Orden de Predicadores, en Vigeva-
no, tomando el nombre de Miguel. A
los cuarenta y siete años, en 1551,
es llamado a Roma por Julio III y de-
signado Comisario General del Santo
Oficio, donde trabaja por la difusión y
la pureza de la fe.

Descubierto por San Carlos Borro-


meo, el cardenal Ghislieri es elegido
Papa en 1566 a los sesenta y dos 1571, mientras el Papa se encuentra
años de edad. No es un príncipe, en oración a María, la Madre de Dios,
sino un asceta el que la Orden de en su devoción al rosario; por ello
Santo Domingo presta al papado de instituye para este día la fiesta con el
Roma. Pío V lleva el estilo de la Or- título de Nuestra Señora de la Victo-
den a la Curia Romana. Ofrece a la ria que en 1573 se denominará “del
Iglesia el Breviario y Misal Romanos Rosario”.
para que alimente su oración: tam-
bién se esfuerza por confirmar a toda San Pío V murió santamente en
la Iglesia en la misma fe. Así publica Roma el 1 de mayo de 1572, a sus
el “Catecismo” del Concilio de Trento, sesenta y ocho años y siete de papa-
llamado “Catecismo Romano”. do. Beatificado por Clemente X, fue
canonizado por Clemente XI el 22 de
Ve destrucción y muerte sobre Euro- mayo de 1721. Su cuerpo se venera
pa con la inminente invasión de los en la capilla del Santísimo Sacramen-
otomanos. Por eso, propicia entre los to de la basílica romana de Santa Ma-
príncipes la liga de España y Venecia ría la Mayor.
para detenerlos. Se alcanza la victo-
Fuente: www.dominicos.org
ria en Lepanto el día 7 de octubre de

Domingo 26 de abril
Creciendo en la fe Del Compendio de la Doctrina Social de
la Iglesia para los jóvenes

La misión
social de la
Iglesia
¿Por qué tiene la Iglesia una Poner de relieve los compromisos de la
doctrina social? acción social y justa, tal y como se ma-
El ser humano es un ser esencialmen- nifiestan en el Evangelio. 2. Denunciar
te social. En el cielo como en la tierra en nombre de la justicia las estructuras
está orientado hacia la comunidad. Ya sociales, económicas y políticas que
en el Antiguo Testamento entrega Dios están en contra del Evangelio.
a su pueblo un ordenamiento y unos
La fe cristiana tiene una idea clara de
mandamientos con los que se puede
la dignidad del ser humano y extrae
vivir una vida buena y justa. La razón
de ella determinados principios, nor-
humana puede distinguir entre relacio-
mas y valores, que hacen posible un
nes justas e injustas, que es fundamen-
orden social libre y justo. Aun cuando
tal para construir un orden justo. Ahora
los principios de la doctrina social son
bien, la justicia solo llega a su plenitud
claros, deben, no obstante, adaptarse
en el amor, tal como vemos en Jesús.
continuamente a las nuevas cuestiones
Nuestras ideas actuales sobre la soli-
sociales. En la aplicación de su doctri-
daridad se inspiran en el mandamiento
na social, la Iglesia se convierte en abo-
cristiano del amor al prójimo.
gada de todos aquellos seres humanos
que, por circunstancias diferentes, no
¿Cuáles son las tareas pueden levantar su voz y que no ra-
de la doctrina social? ramente están sometidos fuertemente
La doctrina social tiene dos tareas: 1. por estructuras injustas.

Sede Conferencia Episcopal de Costa Rica,


Calle 22, Ave 3 y 5. San José.
Central telefónica: 2222-8391
Director General:
Lic. Martín Rodríguez González
mrodriguez@ecocatolico.org
Patrocina: Si desea más información, hacer algún comentario o
suscribirse a La Asamblea, favor dirigirse a al correo
Coordinador Mercadeo jramirez@ecocatolico.org o al número 2222-8391 ext
José Alberto Ramírez Serrano 124.
jramirez@ecocatolico.org

Diseño y composición Producción General: Editorial La Asamblea S.A.


Gloria Yglesias Hidalgo Todos los derechos reservados ®2019. Prohibida su
gyglesias@ecocatolico.org reproducción total o parcial sin autorización.

Domingo 26 de abril
El pez de oro
Valor para vivir: la modestia
Había una vez una pareja de ancianos muy pobres que vivía junto a la playa en una
humilde cabaña. El hombre era pescador, así que él y su mujer se alimentaban básica-
mente de los peces que caían en sus redes. Un día, el pescador lanzó la red al agua y
tan sólo recogió un pequeño pez. Se quedó asombradísimo cuando vio que se trataba
de un pez de oro que además era capaz de hablar.
– ¡Pescador, por favor, déjame en libertad! Si lo haces te daré todo lo que me pidas.
El anciano sabía que si lo soltaba perdería la oportunidad de venderlo y ganar un buen
dinero, pero sintió tanta pena por él que desenmarañó la red y lo devolvió al mar.
– Vuelve a la vida que te corresponde, pescadito ¡Mereces ser libre!
Cuando regresó a la cabaña su esposa se enfadó muchísimo al comprobar que se
presentaba con las manos vacías, pero su ira creció todavía más
cuando el pescador le contó que en realidad había pescado un pez
de oro y lo había dejado en libertad.
– No me puedo creer lo que me estás contando… ¿Sabes lo que
vale un pez de oro? ¡Nos habrían dado una fortuna por él! Al menos
podías haberle pedido algo a cambio, aunque fuera un poco de pan
para comer.
El buen hombre recordó que el pez le había dicho que podía con-
cederle sus deseos, y ante las quejas continuas de su mujer, decidió
regresar al a orilla.
– ¡Pececito de oro, asómate que necesito tu ayuda!
La cabecita dorada surgió de las aguas y se quedó mirando al ancia-
no.
– ¿Qué puedo hacer por ti, amigo?
– Mi mujer quiere pan para comer porque hoy no
tenemos nada que llevarnos a la boca ¿Podrías
conseguirme un poco?
– ¡Por supuesto! Vuelve con tu esposa y ten-
drás pan más que suficiente para varios días.
El anciano llegó a su casa y se encontró la cocina
Domingo 26 de abril
Domingo 26 de abril
llena de crujiente y humeante pan por todas partes. Contra todo pronóstico, su mujer
no estaba contenta en absoluto.
– Ya tienes el pan que pediste… ¿Por qué estás tan enfurruñada?
– Sí, pan ya tenemos, pero en esta cabaña no podemos seguir viviendo. Hay goteras
por todas partes y el frío se cuela por las rendijas. Dile a ese pez de oro amigo tuyo que
nos consiga una casa más decente ¡Es lo menos que puede hacer por ti ya que le has
salvado la vida!
Una vez más, el hombre caminó hasta la orilla del mar.
– ¡Pececito de oro, asómate que necesito tu ayuda!
– ¿Qué puedo hacer por ti, amigo?
– Mi mujer está disgustada porque nuestra cabaña se cae a pedazos. Quiere una casa
nueva más cómoda y confortable.
– Tranquilo, yo haré que ese deseo se cumpla.
Le agradeció, se dio la vuelta dejando al pez meciéndose entre las olas. Al llegar a su
hogar, la cabaña había desaparecido. Su lugar lo ocupaba una coqueta casita de piedra
que hasta tenía un pequeño huerto para cultivar hortalizas.
Su mujer estaba peinándose en la habitación principal.
– ¡Imagino que ahora estarás contenta! ¡Esta casa nueva es una monada y más grande
que la que teníamos!
– ¿Contenta? ¡Ni de broma! No has sabido aprovecharte de la situación ¡Ya que pides,
pide a lo grande! Vuelve ahora mismo y dile al pez de oro que quiero una casa lujosa
y con todas las comodidades que se merece una señora de mi edad. ¡Ah, y nada de
huertos, que no pienso trabajar en lo que me queda de vida! ¡Dile que prefiero un bonito
jardín para dar largos paseos en primavera! El hombre estaba harto y le parecía absurdo
pedir cosas que no necesitaban, pero por no oír los lamentos de su esposa, obedeció
y acudió de nuevo a la orilla del mar.
– ¡Pececito de oro, asómate que necesito tu ayuda!
– ¿Qué puedo hacer por ti, amigo?
– Siento ser tan pesado pero mi mujer sueña con una casa y una vida más lujosa.
– Amigo, no te preocupes. Hoy mismo tendrá una gran casa y todo lo que necesite
para vivir en ella ¡Incluso le pondré servicio doméstico para que ni siquiera tenga que
cocinar!
– Muchas gracias, amigo pez. Eso más de lo que nunca soñamos.
Casi se le salen los ojos de las órbitas al llegar a su casa y encontrarse una mansión
rodeada de jardines repletos de plantas exóticas y hermosas fuentes de agua.
– Madre mía… ¡qué barbaridad! Esto es digno de un rey y no de un pobre pescador
como yo.- Entró y el interior le pareció fastuoso: muebles de caoba, finísimos jarrones
chinos, cortinas de terciopelo, vajillas de plata… ¡Todo era tan deslumbrante que no
sabía ni a dónde mirar!
Creía que lo había visto todo cuando su mujer apareció ataviada con un vestido de tul
rosa, y enjoyada de arriba abajo. No venía sola sino seguida de tres doncellas y tres
Domingo 26 de abril
Domingo 26 de abril
lacayos.
– ¡Esto es increíble! ¡Jamás había visto una casa tan grande y tan bonita! ¡Y tú, querida,
estás impresionantemente guapa y elegante!… Imagino que ahora sí estarás satisfe-
cha… ¡Hasta tenemos criados!
Con aires de emperatriz, la anciana contestó: – ¡No, no es suficiente! ¿Todavía no te
has dado cuenta de lo importante que sería capturar ese pez y tenerlo siempre a nuestra
disposición? Podríamos pedirle lo que nos diera la gana a cualquier hora del día o de la
noche ¡Lo tendríamos todo al alcance de la mano!
¡La ambición de la mujer no tenía límites! Antes de que el pobre pescador dijera algo,
sacó a relucir el plan que había maquinado para hacerse con el pececito de oro.
– Atraparlo es difícil, así que lo mejor será ir por las buenas. Ve al mar y dile al pez de
oro que quiero ser la reina del mar.
– ¿Tú… reina del mar? ¿Para qué?
– ¡Que no te enteras de nada! Todos los seres que viven en el mar han de obedecer a
su reina sin rechistar. Yo, como reina, le obligaría a vivir aquí.
– ¡Pero yo no puedo pedirle eso!
– ¡Claro que puedes, así que lárgate a la playa ahora mismo! O consigues el cargo de
reina del mar para mí o no vuelves a entrar en esta casa ¿Te queda claro?
Dio tal portazo que el marido, atemorizado, salió corriendo y llegó hasta la orilla una vez
más. Con mucha vergüenza llamó al pez.
– ¡Pececito de oro, asómate que necesito tu ayuda!
– ¿Qué puedo hacer por ti, amigo?
– Mi mujer insiste en seguir pidiendo ¡Ahora quiere ser la reina del mar para ordenarte
que vivas en nuestra casa y trabajes para ella!
El pez se quedó en silencio ¡Esa mujer había llegado demasiado lejos! No
sólo estaba abusando de él sino que encima lo tomaba por tonto. Miró
con pena al anciano y de un salto se sumergió en las profundidades
del mar.
– Pececito de oro, quiero hablar contigo ¡Sal a la superficie, por favor!
Desgraciadamente el pez había perdido la paciencia y no volvió a aso-
marse.
El hombre regresó a su casa y se quedó hundido cuando vio
que todo se había esfumado. Ya no había fuentes, ni jardi-
nes, ni palacio ni sirvientes. Frente a él volvía a estar la
pobre y solitaria casita en la que siempre habían vivido.
Tampoco su mujer era ya una refinada dama envuelta
en tules, sino la esposa de un humilde pescador. ¡Adiós
al sueño de tenerlo todo! Muy a su pesar los dos tuvie-
ron que continuar con su vida de trabajo y sin ningún
tipo de lujos. Nunca volvieron a saber nada de aquel
pececito agradecido y generoso que les había dado
tanto. La ambición sin límites tuvo su castigo.

Domingo 26 de abril

También podría gustarte