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1
Consejo General del Poder Judicial. Real Academia Española. En: https://dej.rae.es/lema/hechos [visitado el
12.07.2019].
2
Rafael Hernández Marín (1998), pág.398. Citado por: GONZÁLEZ LAGUIER, Daniel, “Hechos y
argumentos (Racionalidad epistemológica y prueba de los hechos en el proceso penal) (I)”. Jueces para la
democracia. Nº46 (2003) p.18, ISSN 1133-0627, en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?
codigo=409550 [visitado el 11.07.2019].
3
LAGUIER, “Hechos”.Cit. nota 2 p. 18.
4
Bertrand Russell (1981), pág. 144-145. Citado por LAGUIER, “Hechos”.Cit. nota 2 p. 18.
5
POLANCO POLANCO, Adrián, “Los hechos en el derecho procesal”. Pensamiento y Poder. Vol. 3 Nº2
(2014). Pp. 43-44, ISSN 2011-7213, en:
http://fer.uniremington.edu.co/ojs/index.php/PYP/article/view/165/176 [visitado el 12.07.2019]
6
MATHEUS LÓPEZ, Carlos, “Reflexiones en torno a la función y objeto de la prueba”. Revista de
Derecho, Universidad Austral de Chile. Vol. XIV (2003) pp.180, en:
http://revistas.uach.cl/index.php/revider/article/view/2730/2348 [visitado el 12.07.2019].
7
SIGÜENZA LÓPEZ, Julio, “Fundamentos de la actividad probatoria en el proceso civil español”.
Cuadernos de Derecho Trasnacional. Vol. 10, Nº2 (2018) p. 702, ISSN 1989-4570, en: https://e-
revistas.uc3m.es/index.php/CDT/article/view/4395/2935 [visitado el 12.07.2019].
Pero en definitiva, ¿qué es lo que se prueba, los hechos o las afirmaciones o
declaraciones de las partes o litigantes en relación con ellos? Pues existiendo los hechos, o
no existiendo, el real objeto de prueba, de la discusión, son las alegaciones de las partes, lo
que aquellas dicen de aquellos.
Los hechos que pueden ser objeto de prueba, o que pueden formar parte de los hechos
probatorios, pueden ser muy variados. Probablemente resultaría infructuoso tratar de fijar
de antemano qué hechos pueden tener relevancia para la decisión judicial pero sólo a modo
ilustrativo, la propuesta de tipos de hechos o clasificación de Daniel González Laguier es la
siguiente8:
A) Hechos físicos:
1. Independientes de la voluntad:
1.1. Estados de cosas (“La puerta estaba abierta”).
1.2. Sucesos (“La puerta se cerró”).
1.3. Acciones involuntarias: actos reflejos (Dio un manotazo dormido”) y
omisiones involuntarias (“Se quedó dormido y no me despertó”).
2. Dependientes de la voluntad
2.1. Acciones positivas:
2.1.1. Acciones intencionales (“Se compró un coche deportivo”).
2.1.2. Acciones no intencionales (“Atropelló a un peatón por conducir excesivamente
rápido”).
2.2. Omisiones:
2.2.1. Omisiones intencionales (“Cosimo decidió no bajarse del Árbol y nunca más lo
hizo”).
2.2.2. Omisiones no intencionales (“Olvidó cerrar el grifo de la bañera mientras
cocinaba”).
B) Hechos sicológicos:
1. Estados mentales:
1.1. Voliciones: Deseos (“deseaba ser rico”) e intenciones (“tengo la intención de
matarlo para heredar su fortuna”).
1.2. Creencias (“Creía que podría envenenarlo con pequeñas dosis de cianuro”).
1.3. Emociones (“Sentía Una gran animadversión hacia su vecino”)
2. Acciones mentales (“Calculó mentalmente las consecuencias”, “decidió hacerlo”).
C) Relaciones de causalidad (“La ingestión de aceite de colza fue la causa del síndrome
tóxico”).
Además, según el autor, debemos distinguir entre hechos genéricos y hechos
individuales; los primeros son clases de hechos como erupciones volcánicas,
descarrilamientos de trenes, mientras los segundos corresponden a un hecho particular
ocurrido en un momento y un espacio determinado, como la erupción de un volcán
determinado en un año determinado. La importancia de ello radica en que cuando nos
referimos a un hecho que debe ser o ha sido probado en un proceso judicial, nos referimos a
“hecho individual”, mientras que cuando hablamos de los hechos descritos en las normas
como desencadenantes de una consecuencia jurídica, nos referimos a “hecho genérico”.
8
LAGUIER, “Hechos”. Cit. nota 2 p.p. 18-19.
Ahora, la concepción común que se tiene sobre los hechos y sobre la realidad en
general, que dice relación con considerarlos plenamente objetivos, y afirmar que los
conocemos porque impactan nuestra conciencia, han generado problemas que repercuten en
la actividad argumentativa del derecho, pues las normas no operan si no es en relación a los
hechos. Para González Laguier, la expresión “los hechos en el Derecho”, en el ámbito de la
prueba, se refiere a “todo aquello que puede formar parte de la premisa fáctica del
silogismo judicial, esto es, todo aquello que las partes pueden tener interés en probar para
tratar de suscitar una creencia en el juez.” 9
Lo anterior es un tema no pacífico, y uno de los problemas suscitados es el que
distingue entre la quaestio iuris y quaestio facti. En metafóricas palabras de José Calvo
González, “(…)Ese mapa, además se despliega igual que el planisferio de un mapamundi;
es decir, donde al mirar la esfera del Derecho, dividida en dos hemisferios planos apenas
unidos por una ligera tangencia, la propia ausencia de perspectiva inclina a ver las
normas y los hechos en un corte raso y disjunto, y recíprocamente opuesto. Mas, con todo,
ya tampoco el hemisferio correspondiente a los hechos –que siempre fueron como “una
especie de isla misteriosa en el reino del derecho”- dibujaría la geografía de los hechos,
sino la de un Paraíso de conceptos jurídicos sobre los hechos.”10
Luego, a partir de ello, el mismo autor establece una especie de parámetro que organiza
y distingue otra posible categoría de hechos en el Derecho: hechos fáciles versus hechos
difíciles. Los primeros, los entiende en lo relativo a experiencias existenciales cuya
adquisición, fijación y verificación fáctica se encuentra jurídico-procesalmente exonerada
de las reglas de contradicción y/o de inversión o reparto del onus probandi, o resulta
limitada; hechos expresamente admitidos por las partes, o admitidos tácitamente por la
contraria, hechos ciertos y hechos institucionales. Los segundos, aquellos donde el
problema jurídico-procesal de conocimiento, esclarecimiento y puntualización objetiva del
sustrato fáctico de una experiencia existencial acoge en su planteamiento, guía y resolución
la índole compleja del razonamiento probatorio de la valoración judicial; a saber, hechos
rebeldes, hechos fugaces, hechos notorios y hechos negativos, hechos reconstruidos y
hechos futuros como posteriores, hechos ante futuro y hechos ex-futuros, hechos virtuales,
y hechos disipados.
En este trabajo, en los próximos capítulos, nos referiremos a los hechos notorios, más
conocidos en nuestro ordenamiento jurídico como hechos públicos y notorios.
11
NORIEGA ESTRADA, Gustavo, “Aplicación del hecho notorio en el proceso penal guatemalteco”,
Revista Jurídica del Organismo Judicial. (2015-2016). Pp. 1-2, en:
http://ww2.oj.gob.gt/es/QueEsOJ/EstructuraOJ/UnidadesAdministrativas/CentroAnalisisDocumentacionJudic
ial/cds/CDs%20revista%20juridica/Revista%20Juridica%2015-16/articulos/05%20Aplicacion%20del
%20Hecho%20Notorio.pdf [visitado el 12.07.2019].
12
Consejo General del Poder Judicial. Real Academia Española. En: https://dej.rae.es/lema/hechos-notorios
[visitado el 12.07.2019].
13
SINGUENZA, “Fundamentos”, p. 704.
14
F.Stein, El conocimiento privado del juez (traducido por Andrés de la Oliva), Ediciones Universidad de
Navarra, Pamplona, 1973, p.196 ISBN 84-313-0291).Citado por: SINGUENZA, “Fundamentos”, p. 704.
15
Prieto Castro y Ferrándiz, Leonardo, “Derecho Procesal Civil”, 5ª edición, Madrid, Tecnos, 1989, pág 143
y sgtes. Citado por: MATHEUS, “Reflexiones” p. 183 El autor denomina a estos hechos indistintamente
como “notorios o de fama pública”.
16
PIERO CALAMANDREI “La definición del hecho notorio” Editorial bibliográfica Argentina. Buenos
Aires. 1945. Pág 183. Citado por NORIEGA, “Aplicación”, cit. Nota 11, p. 2)
17
MATHEUS, “Reflexiones”, cit. Nota 6, p. 183.
Entonces, de acuerdo a lo señalado, podríamos señalar ciertas características de los
hechos públicos y notorios:
- Son relativos, es decir, se encuentran limitados por tiempo y lugar, varían de
acuerdo a época y espacio18, criterios que deben ser analizados al momento en que
se da el proceso en cuestión.
- Son de conocimiento general, esto significa que se conozcan o puedan ser
conocidos por un número indeterminado de personas. Sin embargo, no es necesario
que sea de conocimiento universal, esto es, por todos los habitantes de nuestro
planeta, y tampoco que sean conocidos por todas las personas que residen en el
mismo ámbito geográfico en el momento dado, bastando que lo sea por personas
con un grado de cultura medio, entre ellas, el juez19.
- No es relevante si tal hecho se produce efectivamente, sino el conocimiento
generalizado de aquel; ello es lo que lo exime de ser probado.
- Son de conocimiento directo o indirecto; en el segundo caso, se conocen por haber
sido difundidos masivamente, por algún medio de comunicación.
- Requieren de certeza, ello para producir el efecto procesal de la no necesidad de
prueba, siendo indiferente que se trate de prueba positiva o negativa (hecho
notoriamente falso o notoriamente verdadero).
- Deben ser afirmados y alegados por las partes del proceso como cualquier otro
derecho, no por la mera decisión del juzgador.
- El Tribunal debe así considerarlos, para que no requieran ser probados.
Lo anterior, y de igual manera difusa, fue recogido el año 2003 en la ley base de
los procedimientos administrativos, donde se estableció que se deberá abrir un término
probatorio, es decir, probar y recoger prueba, cuando: “a la Administración no le consten
los hechos alegados por los interesados o la naturaleza del procedimiento lo exija.”, según
lo dispuesto en el art. 35 de la ley 19.880, a contrario sensu, la judicatura administrativa se
encuentra llamada a resolver la controversia, sin rendición de prueba, cuando los hechos
controvertidos “le consten”, entiendo tal, los que le son de público conocimiento y de
notoria comprensión.
Recien en los procesos penales, de los cuales nos referiremos más adelante, y de
familia, el legislador ha establecido la exclusión de prueba que recaiga sobre hechos
públicos y notorios, conforme lo dispuesto en el art. 31 de la ley 19.968, así ha variado la
técnica legislativa pretérita que intentaba definir qué hechos se han de probar, por aquella
que establece, que hechos no se han de probar.
El art. 276 inciso primero del Código Procesal Penal ha establecido que: “El juez de
garantía, luego de examinar las pruebas ofrecidas y escuchar a los intervinientes que
hubieren comparecido a la audiencia, ordenará fundadamente que se excluyan de ser
rendidas en el juicio oral aquellas que fueren manifiestamente impertinentes y las que
tuvieren por objeto acreditar hechos públicos y notorios”, estableciendo así un catalogo de
hechos que no deben probarse, y que por ende, en el caso que alguna de las partes
propusiesen el medio de convicción, este debe ser excluido por el Juzgador, en base a la
racionalidad y eficacia del proceso.22
En ese sentido, “en el proceso penal no necesitan ser probados los hechos notorios, aun
cuando se trate de hechos pertinentes para formar convicción del tribunal” 23, y al ser
excluido, la parte del litigio, Ministerio Publico, defensa o querellante, se pueden ver
limitados de contar con cierto elemento de convicción, en base a los cuales el Tribunal
debera fundamentar su sentencia, esto entra en conflicto con lógica de la justicia penal que
dispone que todos los hechos que de algún modo son importantes deben ser probados, a
diferencia del sistema civil donde solamente deben ser probados los hechos discutidos.24
22
Libro de Cerca San Martin, p. 354.
23
Libro de Lopez, pag. 137
24
Roxin, 186
Entonces, ¿cuáles son estos hechos notorios en materia penal, cuya exclusión puede
decretar el juez de Garantía?. Los prof. Maturana y Montero señalan que: “En el actual
proceso penal no tiene aplicación el concepto de notoriedad, por cuanto el tribunal de
garantía jamás puede iniciar una investigación criminal, sea de oficio o a requerimiento de
parte al ser una atribución exclusiva del Ministerio Público” 25, sin perjuicio, agrega que los
hechos notorios solamente tienen relevancia en materia de exclusión probatoria en la
audiencia de preparación de juicio oral.
Por ello, en esa línea el prof. Roxin ha establecido dos hechos basicos que se han de
entender por notorios, y ha referido que son los hechos generalmente conocidos,
entendiendo aquellos que consisten en sucesos de la naturaleza y los sucesos historicos, y
en general todos aquellos conocidos por gente sensata o sobre la que pueden haber fuentes
confiables; y tambien son los hechos notorios judiciales, entendiendo tales los
acontencimientos que han servido de forma invariable en las sentencias penales.26
Sin perjuicio de ello, el Prof. Couture ha reconocido limitaciones que permiten entender
mejor el carácter notorio de los hechos, y ha señalado que el concepto de notoriedad no
debe ser entendido como generalidad, ya que puede no ser conocido por todos, sino por
ciertos circulos sociales o intelectuales, a su vez, el hecho notorio no equivale a un
conocimiento no equivale a un conocimiento de carácter absoluto, sino que relativo, que
puede ser consultable a fuentes de información, sin que exista conocimiento acumulado en
la mente del juzgador o de las partes; el concepto de notoriedad no quiere decir
conocimiento efectivo, sino una pacifica certidumbre, una especie de estado de seguridad
intelecual con el hombre que reputa adquirida una noción o realidad.27
Pero por todo ello, no nos libramos de tener la necesariedad de justificar que un hecho
es notorio, justamente porque no sera probado en juicio, y ahí, diatriba la obligación de
argumentar el carácter de notorio de hecho, porque “la exención del hecho notorio , no
excluye la carga de afirmarlo. No existe al lado de la máxima iura novit cria, que establece
el deber del juez de conocer y aplicar de oficio las normas juridicas, una maxima paralela
notoria novit curia, que consagre el deber (no siquiera la facultad agregamos) del juez de
conocer de oficio los hechos notorios y de tenerlos en cuenta aun sin que las partes los
afirmen.
Qué duda cabe que en cada oportunidad que se plantean divergencias entre las
pretensiones de los miembros integrantes de nuestra sociedad suscitadas en el orden
temporal y de relevancia jurídica, se presenta de modo ineludible y en un alto porcentaje de
25
libro de Maturana pag. 110
26
Rocin 187
27
Coutore233 y 234
concreción, la idea de acudir a un tercero imparcial que, dotado de la debida autoridad, a
través de formas pre establecidas y con los conocimientos necesarios para ello, proceda a
determinar cuál de aquellas pretensiones habrá de ceder en pos de la antagonista y los
motivos por los cuales ello habrá de ser así. En este iter es que se presentan, de modo
global, dos formas en que los juristas enfocan la labor destinada a obtener una respuesta
favorable a su pretensión jurídica; la primera –y en donde se advierte la mayor intensidad
en su uso-, es aquella en donde la argumentación está enfocada especialmente a las normas
que informan el Derecho y particularmente a la interpretación y justificación que de tales
reglas existen; y, una segunda, -de mucho menor uso pero no por eso menos estelar-, es
aquella argumentación referida a los hechos, tomando en base para ello los datos y
evidencias que se hubieren aportado; esto es, la manifiesta necesidad de no sólo establecer
el planteamiento fáctico que habrá de servir de presupuesto a tales pretensiones, sino que
además, y de modo imperativo, proceder luego a argumentar tales hechos, teniendo en
cuenta para ello que dicho proceso corresponderá, desde la perspectiva que se analiza, a una
“variedad discursiva con la cual se pretende defender una opinión y persuadir de ella a un
receptor, mediante pruebas y razonamientos” que está directamente incluso vinculada con
otras disciplinas, tales como “la lógica”, en tanto reglas del razonamiento humano; “la
dialéctica”, concebida como aquel procedimiento que permite tener por probado o
refutado un postulado; y, la “retórica”, como recurso lingüístico destinado a persuadir
por vías no racionales, tales como la emotividad, los afectos y las sugestiones…”
(http://mimosa.pntic.mec.es/ajuan3/lengua/argument.htm),
En este desempeño, el jurista bien pudiera incluso superar su propio espectro del
conocimiento limitado al mundo del Derecho, abriéndose a otros campos de la ciencia,
cuyos contenidos lo dotarían de mayores y mejores herramientas argumentativas al
momento de procurar sostener los hechos en que funda su pretensión y persuadir del modo
que pretende. En un sentido similar, el Dr. Juan Antonio Cruz Parcero en un comentario
efectuado en referencia a la argumentación sobre los hechos en el Derecho,
(https://www.youtube.com/watch?v=fXXnFO90t90), da en cierto modo cuenta de este
fenómeno, planteando por una parte, la necesidad que el proceso argumentativo dentro del
Derecho no sólo se pueda verificar en lo referente a las normas y su interpretación, sino
que, además, se despliegue un esfuerzo argumentativo también en lo relativo a lo fáctico
mediante una adecuada vinculación que se haga en base a los datos probatorios con que se
cuente, realizando así inferencias destinadas a establecer la o las hipótesis posibles de
construcción, exigiéndose de paso, que no sólo el litigante exponga este ejercicio al que nos
venimos refiriendo, sino también, y a modo de exigencia con contenido democrático, le sea
también reclamado al juzgador, quien en su esfera de competencia, y ante el escenario
probable de encontrarse frente a dos o más hipótesis posibles de solución de conflicto
conforme sean los postulados que cada parte haya manifestado en la causa, y en
consonancia con el contenido y la calidad de la prueba allegada al proceso, termine
escogiendo una de ellas mediante un previo y debido ejercicio de argumentación no sólo de
lo normativo, sino también de lo factual mediante esta razonada articulación vinculatoria de
las fuentes probatorias aportadas, recordando que la racionalidad de la decisión judicial
también debe entenderse comprensiva a las cuestiones de hecho de que conoce, pues
también ahí –al igual que en el razonamiento y argumentación sobre lo normativo- reside
gran parte de su fuente de legitimidad. No por nada se ha escrito que “…lo que distingue al
juez del legislador, es básicamente la necesidad de justificar sus decisiones, de mostrar su
racionalidad o no arbitrariedad, pues ahí reside la principal fuente de legitimidad de su
poder…” (Giudici Legislatori? – Mauro Cappelletti, citado en la obra “Cuestiones
Probatorias”, Marina Gascón Abellán, Universidad Externado de Colombia, 1ª. Edición,
año 2012, pp. 176).
Si esta tarea no es generalizadamente desplegada por los actores del Derecho
relativizando de esa forma la consistencia de los resultados procesales y su conformidad
con algo que no vaya más allá de la mera búsqueda de la solución a un conflicto,
necesariamente debiéramos cuestionarnos los motivos de aquello, pudiendo llegar a
conclusiones tan variadas y diversas, como algunas que descansan en aspectos filosóficos
respecto a que ha de entenderse por “hecho” cómo objeto de la prueba, recordando al
efecto que para algunos, “…los hechos son completamente construcciones del
observador…” “…cargados de valoraciones, intereses, factores individuales, etc….”que
finalmente cuestionan si lo susceptible de prueba –y por tanto de necesaria argumentación
fáctica vinculante-, son realmente “los hechos” (Daniel González Lagier en su artículo
titulado “Hechos y argumentos” (Racionalidad epistemológica y prueba de los hechos en el
proceso penal [1]),); o bien, aquello que se dice de ellos, vale decir, aquello “…las
afirmaciones sobre los hechos…”, ya que el objeto de la prueba, al decir de Asencio
Mellado citado Daniel González Lagier en su artículo titulado “Hechos y argumentos”
(Racionalidad epistemológica y prueba de los hechos en el proceso penal [1]), está
constituida “…no por los hechos en sí, los cuales son o no son….y por tanto no requieren
ser probados…” motivo por el cual, hemos de concluir que, al no requerir ser probados,
tampoco entonces debieran ser argumentados, encontrando ahí una probable explicación a
lo que se viene diciendo en este apartado.
Otro tanto, y en la misma línea referente al porqué se extraña el ejercicio de la
argumentación de los hechos, pudiera encontrarse en la dogmática procesal según explica el
profesor Manuel Atienza, refiriendo que “…este aspecto no se habría constituido en un
centro de interés de los procesalistas”, lo que explica el autor en base a “…la exclusión
legal del control de los hechos por vía de casación, como una práctica judicial que ha
tendido a reducir al mínimo –cuando no simplemente a eludir- la obligación de
motivación….”. (https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2552536.pdf)
En síntesis, pese a la evidente necesidad de fortalecer la argumentación de los
hechos como ejercicio a desarrollar por los operadores del Derecho, lo cierto es que, las
razones expuestas precedentemente bien pueden explicar la ausencia del fenómeno en
comento, tanto desde la perspectiva del litigante como también, de la del órgano
jurisdiccional.
Conclusiones
Los poderes de la Corte para actuar de oficio están de algún modo relacionados con
su capacidad para tomar conocimiento de hechos públicos y notorios. A modo ejemplar, la
Corte tomó nota de un hecho público y notorio en Goiburú y Otros vs. Paraguay, donde
declaró que la muerte del General Stroessner, ocurrida después de que las partes habían
presentado sus alegatos finales escritos, era un hecho "de conocimiento público"33.
Atendido que los hechos públicos y notorios no requieren de prueba, podría ser muy
atractivo para un tribunal el declarar como tales a cuestiones que están más allá del
conocimiento público, que debieran ser sujetos a prueba, que son considerados como
verdaderos solo en el medio en el que se mueven los jueces, o que son solo verdades
parciales. Por ello, las cortes debieran ser cuidadosas al momento de presentar como hechos
públicos y notorios aquellas cuestiones que vayan más allá de aquello que es realmente
evidente, o que son, en realidad, parte del asunto principal de un caso y que deben ser
probados.28
28
PAUL DIAZ, Álvaro. ANÁLISIS SISTEMÁTICO DE LA EVALUACIÓN DE LA PRUEBA QUE EFECTÚA LA
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Rev. chil. derecho[online]. 2015, vol.42, n.1 [citado
2019-07-18], pp.297-327. Disponible en: <https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-
34372015000100012&lng=es&nrm=iso>. ISSN 0718-3437. http://dx.doi.org/10.4067/S0718-
34372015000100012.
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