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LOS HECHOS PUBLICOS Y NOTORIOS Y SU NECESIDAD DE

ARGUENTACIÓN EN MATERIA DE EXCLUSIÓN DE PRUEBA.


I. LA CUESTIÓN DE HECHO.
Cuando nos preguntamos ¿qué es un hecho?, son muchas las ideas que pueden surgir.
Para la Real Academia Española, “hechos” son “circunstancias fácticas en que se funda una
resolución o un escrito de parte”.1 El jurista Rafael Hernández Marín utiliza la expresión
“hecho” en el sentido de “entidad factual”, distinguiendo como tipos de hechos o entidades
factuales a los eventos y a los objetos 2. En la filosofía se hacen usos muy técnicos del
término; por ejemplo, el autor Bertrand Russell, quien parece adscribir más con la
expresión “evento”3, al menos en lo relacionado a la teoría de la prueba, señala que los
hechos “son lo que son independientemente de lo que pensemos acerca de ellos. Las
creencias se refieren a los hechos y por referencia a ellos son verdaderas o falsas. Un
hecho es aquello que hace verdadera o falsa una proposición. Los mismos hechos que
determinan la verdad de ciertas proposiciones, determinan la falsedad de otras.”4.
El procesalista Adrián Polanco Polanco indica que un hecho consiste en “una
posibilidad objetiva de verificación, de comprobación o de control y, por lo tanto también
de descripción o de previsión objetiva en el sentido de que cada uno puede hacerla propia
en las condiciones adecuadas”. Luego señala que en un modo más general “un hecho es el
acontecimiento en el plano de la realidad que modifica de modo observable, por medio de
los sentidos, los objetos, siempre con una clara relación de causalidad.”5
Carlos Matheus López da un concepto de hecho entendido como objeto de prueba:
“todo suceso o acontecimiento que se ha producido en la realidad, el cual posee por ello
existencia propia, sea esta material o inmaterial, así como una duración específica,
pudiendo ser aquella determinada o determinable” 6Con esta definición, todos los hechos
podrían constituir eventualmente objeto de prueba, lo que llevaría a la imposibilidad
práctica de llevar un efectivo proceso. Por ello, resulta conveniente precisar cuáles son los
hechos que constituyen, en estricto rigor, el objeto de la actividad probatoria, cuales son
aquellos que guardan relación con la tutela judicial que se pretende obtener en el proceso 7,
aquellos que alegan las partes como fundamento de sus respectivas pretensiones.

1
Consejo General del Poder Judicial. Real Academia Española. En: https://dej.rae.es/lema/hechos [visitado el
12.07.2019].
2
Rafael Hernández Marín (1998), pág.398. Citado por: GONZÁLEZ LAGUIER, Daniel, “Hechos y
argumentos (Racionalidad epistemológica y prueba de los hechos en el proceso penal) (I)”. Jueces para la
democracia. Nº46 (2003) p.18, ISSN 1133-0627, en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?
codigo=409550 [visitado el 11.07.2019].
3
LAGUIER, “Hechos”.Cit. nota 2 p. 18.
4
Bertrand Russell (1981), pág. 144-145. Citado por LAGUIER, “Hechos”.Cit. nota 2 p. 18.
5
POLANCO POLANCO, Adrián, “Los hechos en el derecho procesal”. Pensamiento y Poder. Vol. 3 Nº2
(2014). Pp. 43-44, ISSN 2011-7213, en:
http://fer.uniremington.edu.co/ojs/index.php/PYP/article/view/165/176 [visitado el 12.07.2019]
6
MATHEUS LÓPEZ, Carlos, “Reflexiones en torno a la función y objeto de la prueba”. Revista de
Derecho, Universidad Austral de Chile. Vol. XIV (2003) pp.180, en:
http://revistas.uach.cl/index.php/revider/article/view/2730/2348 [visitado el 12.07.2019].
7
SIGÜENZA LÓPEZ, Julio, “Fundamentos de la actividad probatoria en el proceso civil español”.
Cuadernos de Derecho Trasnacional. Vol. 10, Nº2 (2018) p. 702, ISSN 1989-4570, en: https://e-
revistas.uc3m.es/index.php/CDT/article/view/4395/2935 [visitado el 12.07.2019].
Pero en definitiva, ¿qué es lo que se prueba, los hechos o las afirmaciones o
declaraciones de las partes o litigantes en relación con ellos? Pues existiendo los hechos, o
no existiendo, el real objeto de prueba, de la discusión, son las alegaciones de las partes, lo
que aquellas dicen de aquellos.
Los hechos que pueden ser objeto de prueba, o que pueden formar parte de los hechos
probatorios, pueden ser muy variados. Probablemente resultaría infructuoso tratar de fijar
de antemano qué hechos pueden tener relevancia para la decisión judicial pero sólo a modo
ilustrativo, la propuesta de tipos de hechos o clasificación de Daniel González Laguier es la
siguiente8:
A) Hechos físicos:
1. Independientes de la voluntad:
1.1. Estados de cosas (“La puerta estaba abierta”).
1.2. Sucesos (“La puerta se cerró”).
1.3. Acciones involuntarias: actos reflejos (Dio un manotazo dormido”) y
omisiones involuntarias (“Se quedó dormido y no me despertó”).
2. Dependientes de la voluntad
2.1. Acciones positivas:
2.1.1. Acciones intencionales (“Se compró un coche deportivo”).
2.1.2. Acciones no intencionales (“Atropelló a un peatón por conducir excesivamente
rápido”).
2.2. Omisiones:
2.2.1. Omisiones intencionales (“Cosimo decidió no bajarse del Árbol y nunca más lo
hizo”).
2.2.2. Omisiones no intencionales (“Olvidó cerrar el grifo de la bañera mientras
cocinaba”).
B) Hechos sicológicos:
1. Estados mentales:
1.1. Voliciones: Deseos (“deseaba ser rico”) e intenciones (“tengo la intención de
matarlo para heredar su fortuna”).
1.2. Creencias (“Creía que podría envenenarlo con pequeñas dosis de cianuro”).
1.3. Emociones (“Sentía Una gran animadversión hacia su vecino”)
2. Acciones mentales (“Calculó mentalmente las consecuencias”, “decidió hacerlo”).
C) Relaciones de causalidad (“La ingestión de aceite de colza fue la causa del síndrome
tóxico”).
Además, según el autor, debemos distinguir entre hechos genéricos y hechos
individuales; los primeros son clases de hechos como erupciones volcánicas,
descarrilamientos de trenes, mientras los segundos corresponden a un hecho particular
ocurrido en un momento y un espacio determinado, como la erupción de un volcán
determinado en un año determinado. La importancia de ello radica en que cuando nos
referimos a un hecho que debe ser o ha sido probado en un proceso judicial, nos referimos a
“hecho individual”, mientras que cuando hablamos de los hechos descritos en las normas
como desencadenantes de una consecuencia jurídica, nos referimos a “hecho genérico”.

8
LAGUIER, “Hechos”. Cit. nota 2 p.p. 18-19.
Ahora, la concepción común que se tiene sobre los hechos y sobre la realidad en
general, que dice relación con considerarlos plenamente objetivos, y afirmar que los
conocemos porque impactan nuestra conciencia, han generado problemas que repercuten en
la actividad argumentativa del derecho, pues las normas no operan si no es en relación a los
hechos. Para González Laguier, la expresión “los hechos en el Derecho”, en el ámbito de la
prueba, se refiere a “todo aquello que puede formar parte de la premisa fáctica del
silogismo judicial, esto es, todo aquello que las partes pueden tener interés en probar para
tratar de suscitar una creencia en el juez.” 9
Lo anterior es un tema no pacífico, y uno de los problemas suscitados es el que
distingue entre la quaestio iuris y quaestio facti. En metafóricas palabras de José Calvo
González, “(…)Ese mapa, además se despliega igual que el planisferio de un mapamundi;
es decir, donde al mirar la esfera del Derecho, dividida en dos hemisferios planos apenas
unidos por una ligera tangencia, la propia ausencia de perspectiva inclina a ver las
normas y los hechos en un corte raso y disjunto, y recíprocamente opuesto. Mas, con todo,
ya tampoco el hemisferio correspondiente a los hechos –que siempre fueron como “una
especie de isla misteriosa en el reino del derecho”- dibujaría la geografía de los hechos,
sino la de un Paraíso de conceptos jurídicos sobre los hechos.”10
Luego, a partir de ello, el mismo autor establece una especie de parámetro que organiza
y distingue otra posible categoría de hechos en el Derecho: hechos fáciles versus hechos
difíciles. Los primeros, los entiende en lo relativo a experiencias existenciales cuya
adquisición, fijación y verificación fáctica se encuentra jurídico-procesalmente exonerada
de las reglas de contradicción y/o de inversión o reparto del onus probandi, o resulta
limitada; hechos expresamente admitidos por las partes, o admitidos tácitamente por la
contraria, hechos ciertos y hechos institucionales. Los segundos, aquellos donde el
problema jurídico-procesal de conocimiento, esclarecimiento y puntualización objetiva del
sustrato fáctico de una experiencia existencial acoge en su planteamiento, guía y resolución
la índole compleja del razonamiento probatorio de la valoración judicial; a saber, hechos
rebeldes, hechos fugaces, hechos notorios y hechos negativos, hechos reconstruidos y
hechos futuros como posteriores, hechos ante futuro y hechos ex-futuros, hechos virtuales,
y hechos disipados.
En este trabajo, en los próximos capítulos, nos referiremos a los hechos notorios, más
conocidos en nuestro ordenamiento jurídico como hechos públicos y notorios.

II. LOS HECHOS PÚBLICOS Y NOTORIOS.


La figura juídica del hecho notorio tiene su origen en el derecho romano, proveniente
del término en latín notoria non eget probatione, la cual consistía en el principio general
que exime de prueba los hechos notorios. También se aplicó en el Derecho Canónico donde
9
LAGUIER, “Hechos”. Cit. nota 2 p. 18.
10
CALVO GONZÁLEZ, José, “Hechos difíciles y razonamiento probatorio (Sobre la prueba de los hechos
disipados)”, Anuario de Filosofía del Derecho.Nº18 (2001), ISSN 0518-0872, p. 13, en:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=257650 [visitado el 12.07.2019].
la confesión abarcaba la sentencia y la inspección que involucraba la evidencia. El hecho
notorio, como principio, se fue desarrollando a lo largo de la historia, siendo adoptado por
el derecho común europeo, el que lo implementó en su ordenamiento jurídico durante la
vigencia de del proceso de carácter inquisitorio, específicamente del sistema legal de
pruebas, aplicándose luego en el ámbito del proceso civil, de forma definitiva.11
Para la Real Academia Española, “hechos notorios” son “hechos que, por su evidencia,
quedan dispensados de ser probados en juicio” 12. Para Julio Siguenza López, “lo son
aquellos cuyo conocimiento forma parte del acervo cultural de un concreto grupo social en
un momento dado, es decir, los acontecimientos, sucesos o acaecimientos que, por su
relevancia, forman parte del conocimiento común de la mayoría de las personas que, en un
momento histórico concreto, forman parte de una sociedad”.13 También puede entenderse
por hecho notorio, “aquel que es tan generalizadamente percibido, o es divulgado sin
refutación por una generalidad tal, que un hombre razonable y con experiencia de la vida
pueda declararse tan convencido de su existencia como el juez en el proceso con base en la
práctica de la prueba, es decir, como si hubiera sido específicamente probado 14. Mientras
que Prieto Castro entiende como hecho notorio a aquellos que “por pertenecer a la ciencia,
a la vida diaria, a la historia o al comercio social son conocidos o tenidos como ciertos
por un círculo más o menos grande de personas de cultura media” 15.
En general la mayoría de los autores hablan de “hechos notorios”, y no de hechos
públicos y notorios, al considerar que el hecho público se entiende incorporado en el hecho
notorio. Para el jurista Piero Calamandrei, notorio “no es aquello que efectivamente es
conocido, sino aquello que puede ser conocido por vía de ciencias públicas y común” 16.
Para Carlos Matheus, la notoriedad de un hecho importa un grado especial y más intenso
del conocimiento que provoca en el que está destinado a recibirlo; pues perteneciendo el
dato a la cultura o experiencia común de los hombres, su conocimiento positivo, una vez
que se logra, reviste extraordinaria garantía. No siendo así notorios aquellos hechos que el
órgano jurisdiccional pueda conocer oficial o privadamente, sino aquellos que disfrutan de
un reconocimiento general en el lugar y tiempo en que el proceso se desarrolla.17

11
NORIEGA ESTRADA, Gustavo, “Aplicación del hecho notorio en el proceso penal guatemalteco”,
Revista Jurídica del Organismo Judicial. (2015-2016). Pp. 1-2, en:
http://ww2.oj.gob.gt/es/QueEsOJ/EstructuraOJ/UnidadesAdministrativas/CentroAnalisisDocumentacionJudic
ial/cds/CDs%20revista%20juridica/Revista%20Juridica%2015-16/articulos/05%20Aplicacion%20del
%20Hecho%20Notorio.pdf [visitado el 12.07.2019].
12
Consejo General del Poder Judicial. Real Academia Española. En: https://dej.rae.es/lema/hechos-notorios
[visitado el 12.07.2019].
13
SINGUENZA, “Fundamentos”, p. 704.
14
F.Stein, El conocimiento privado del juez (traducido por Andrés de la Oliva), Ediciones Universidad de
Navarra, Pamplona, 1973, p.196 ISBN 84-313-0291).Citado por: SINGUENZA, “Fundamentos”, p. 704.
15
Prieto Castro y Ferrándiz, Leonardo, “Derecho Procesal Civil”, 5ª edición, Madrid, Tecnos, 1989, pág 143
y sgtes. Citado por: MATHEUS, “Reflexiones” p. 183 El autor denomina a estos hechos indistintamente
como “notorios o de fama pública”.
16
PIERO CALAMANDREI “La definición del hecho notorio” Editorial bibliográfica Argentina. Buenos
Aires. 1945. Pág 183. Citado por NORIEGA, “Aplicación”, cit. Nota 11, p. 2)
17
MATHEUS, “Reflexiones”, cit. Nota 6, p. 183.
Entonces, de acuerdo a lo señalado, podríamos señalar ciertas características de los
hechos públicos y notorios:
- Son relativos, es decir, se encuentran limitados por tiempo y lugar, varían de
acuerdo a época y espacio18, criterios que deben ser analizados al momento en que
se da el proceso en cuestión.
- Son de conocimiento general, esto significa que se conozcan o puedan ser
conocidos por un número indeterminado de personas. Sin embargo, no es necesario
que sea de conocimiento universal, esto es, por todos los habitantes de nuestro
planeta, y tampoco que sean conocidos por todas las personas que residen en el
mismo ámbito geográfico en el momento dado, bastando que lo sea por personas
con un grado de cultura medio, entre ellas, el juez19.
- No es relevante si tal hecho se produce efectivamente, sino el conocimiento
generalizado de aquel; ello es lo que lo exime de ser probado.
- Son de conocimiento directo o indirecto; en el segundo caso, se conocen por haber
sido difundidos masivamente, por algún medio de comunicación.
- Requieren de certeza, ello para producir el efecto procesal de la no necesidad de
prueba, siendo indiferente que se trate de prueba positiva o negativa (hecho
notoriamente falso o notoriamente verdadero).
- Deben ser afirmados y alegados por las partes del proceso como cualquier otro
derecho, no por la mera decisión del juzgador.
- El Tribunal debe así considerarlos, para que no requieran ser probados.

III. TRATAMIENTO DE LOS HECHOS PÚBLICOS Y NOTORIOS EN LA


LEGISLACIÓN.
Los hechos de publica notoriedad, han dado espacio en la legislación nacional a
suficiente espacio en el marco de los hechos a probar, lo cual se ha visto reforzado con las
reformas procesales que han creado procesos concentrados y publicos, donde lo que busca
para ello es “la resolución del conflicto con el menor desgaste de la Jurisdicción, por lo que,
consecuentemente, la concentración permite que a través de una estructura procesal ágil,
mediante el establecimiento de actuaciones, en las cuales se permita que se celebren actos
procesales, en lo posible, en su totalidad y fi jando plazos para ello, se resuelvan los confl
ictos entregados al tribunal para su resolución.” 20, y por lo cual, se hace necesario definir
cuales han de ser los hechos a probar, para no crear procesos dilatorias que signifiquen
terminos probatorios extensos con prueba insignificante para acreditar la cuestión
controvertida.
18
Lo que es notorio en Copiapó puede no serlo en Temuco, y lo que hoy sabemos o podemos saber todos,
dentro de un tiempo podemos haberlo olvidado.
19
No debemos equiparar hecho notorio a hecho conocido privadamente por el juez, la llamada “notoriedad
judicial”, ya que corresponden a hechos conocidos por la generalidad de las personas, no por unos pocos. En
este sentido, SINGUENZA, “Fundamentos”, cit nota 7, p. 704. También MATHEUS, “Reflexiones”, cit.
nota 6 p. 184-185, nota 45, quien señala que de aceptar que el hecho sea solo notorio para el juez, y no para la
generalidad de sujetos, aquello importaría que ante un cambio de juzgador en un proceso, el cual no sea
oriundo del lugar donde se producen los hechos, entonces aquéllos no serían de manera alguna notorious
frente a él.
20
Es en ese sentido, que los diversos cuerpos normativos han hecho propio esta logica de
notoriedad, al momento de plantear la posibilidad de resolver un conflicto juridico, sin
tener la necesidad de probar, o argumentar la suficiencia del mismo.
La legislación vigente más antigua que se refiere a la materia, es la regulación
contenida en las normas procedimentales civiles que establece que en materia de conflictos
incidentales, es decir, aquellas materias accesorias que requieren del pronunciamiento del
Tribunal Civil, podrán ser resueltos de plano, sin debate, ni bilateralidad de la audiencia, ni
termino probatorio para aclarar su establecimiento, cuando el fallo se pueda fundamentar en
hechos de publica notoriedad, debiendo el juez consignarlo en su resolución, conforme lo
dispone el art. 89 del Código de Procedimiento Civil. Así, la legislación adjetiva ya desde
principios del siglo XX ha señalado que las resoluciones se puedan argumentar y motivar
en hechos notorios y públicos, los cuales sin perjuicio, no deben ser fundamentados
intrínsecamente en sí, o al menos, no se pesa esa carga sobre el juzgador. Lo anterior, corre
por cuerda separada con la regulación establecida en el art. 318 del mismo Código
procedimental, donde se establece el marco probatorio en el juicio ordinario, señalando que
este de cursar sobre hechos pertinentes, sustanciales y controvertidos, nada señala los
hechos notorios, sin perjuicio que la doctrina21 ha establecido una regla de exclusión
negativa, al señalar que justamente son los hechos de publica notoriedad lo que no se deben
probar por no cumplir con el estándar de controversia, pero ¿acaso no puede ser
controvertido un hecho notorio?. Esta construcción dogmática, ha sido la fuente, de lege
ferendae, para que se incorpore en el actual art. 281 inciso 2°del Proyecto de Código
Procesal Civil, la facultad del juez para excluir los hechos notorios, lo cual será tratado en
el siguiente punto.

Lo anterior, y de igual manera difusa, fue recogido el año 2003 en la ley base de
los procedimientos administrativos, donde se estableció que se deberá abrir un término
probatorio, es decir, probar y recoger prueba, cuando: “a la Administración no le consten
los hechos alegados por los interesados o la naturaleza del procedimiento lo exija.”, según
lo dispuesto en el art. 35 de la ley 19.880, a contrario sensu, la judicatura administrativa se
encuentra llamada a resolver la controversia, sin rendición de prueba, cuando los hechos
controvertidos “le consten”, entiendo tal, los que le son de público conocimiento y de
notoria comprensión.

De la misma data anterior, los procedimientos laborales y de familia se han visto


influidos por estos conceptos, que intentan revertir la tardanza jurisdiccional en la
resolución conflictual. Sin perjuicio de aquello, en materia del Trabajo establece que el
Juez Laboral deberá resolver de inmediato, en la audiencia preparatoria, las excepciones
dilatorias y perentorias, siempre y cuando “su fallo pueda fundarse en antecedentes que
consten en el proceso o que sean de pública notoriedad”, según lo señalado en el art. 453
Nro. 1 del Código del Trabajo. Pero respecto de la prueba de las alegaciones principales, el
legislador guardo silencio en la materia, quizás, por el concepto y la “obviedad” del mismo
ha calado en la ideología jurídica nacional, cuando al referirse a la prueba, no establecido
una regla de exclusión para las pruebas que se refieran a este tipo de hechos, y ha señalado,
al igual que la legislación civil vigente, que las partes podrán ofrecer cualquier elemento de
convicción que se pertinente y que tenga relación directa con el debate, dejando mucho más
21
TESIS DE U DE CHILE
abierto, en principio, los medios de prueba a valerse por los sujetos procesales, que en el
proceso de familia.

Recien en los procesos penales, de los cuales nos referiremos más adelante, y de
familia, el legislador ha establecido la exclusión de prueba que recaiga sobre hechos
públicos y notorios, conforme lo dispuesto en el art. 31 de la ley 19.968, así ha variado la
técnica legislativa pretérita que intentaba definir qué hechos se han de probar, por aquella
que establece, que hechos no se han de probar.

Así, se ha asentado un principio consistente en que los hechos notorios no deben


probarse, salvo la única excepción establecida en nuestra legislación que establece que
conforme lo dispuesto por los artículos 186 a 188 del Decreto Legislativo 823 “Ley de
Propiedad Industrial”, debe probarse la existencia de la notoriedad de la marca para
incorporar sus privilegios en el patrimonio del solicitante. Lo anterior, cobra especial
relevancia, porque ¿se deben probar los hechos notorios?, si consideramos que las últimas
reformas han establecido que las partes en litigio, se pueden ver privado de un medio
probatorio, al imponerse como norma de exclusión de medios de convicción aquellos que
versen sobre hechos de notoriedad, esto puede redundar, en la pregunta si el juez, al
resolver el asunto controvertido, debe o no valorar argumentativamente los hechos notorios,
o a su respecto, puede prescindir tautológicamente de ellos, por su carácter de publicidad.

IV. LOS HECHOS PÚBLICOS Y NOTORIOS Y SU POSIBILIDAD DE


EXCLUSION COMO MEDIO DE PRUEBA.

El art. 276 inciso primero del Código Procesal Penal ha establecido que: “El juez de
garantía, luego de examinar las pruebas ofrecidas y escuchar a los intervinientes que
hubieren comparecido a la audiencia, ordenará fundadamente que se excluyan de ser
rendidas en el juicio oral aquellas que fueren manifiestamente impertinentes y las que
tuvieren por objeto acreditar hechos públicos y notorios”, estableciendo así un catalogo de
hechos que no deben probarse, y que por ende, en el caso que alguna de las partes
propusiesen el medio de convicción, este debe ser excluido por el Juzgador, en base a la
racionalidad y eficacia del proceso.22
En ese sentido, “en el proceso penal no necesitan ser probados los hechos notorios, aun
cuando se trate de hechos pertinentes para formar convicción del tribunal” 23, y al ser
excluido, la parte del litigio, Ministerio Publico, defensa o querellante, se pueden ver
limitados de contar con cierto elemento de convicción, en base a los cuales el Tribunal
debera fundamentar su sentencia, esto entra en conflicto con lógica de la justicia penal que
dispone que todos los hechos que de algún modo son importantes deben ser probados, a
diferencia del sistema civil donde solamente deben ser probados los hechos discutidos.24

22
Libro de Cerca San Martin, p. 354.
23
Libro de Lopez, pag. 137
24
Roxin, 186
Entonces, ¿cuáles son estos hechos notorios en materia penal, cuya exclusión puede
decretar el juez de Garantía?. Los prof. Maturana y Montero señalan que: “En el actual
proceso penal no tiene aplicación el concepto de notoriedad, por cuanto el tribunal de
garantía jamás puede iniciar una investigación criminal, sea de oficio o a requerimiento de
parte al ser una atribución exclusiva del Ministerio Público” 25, sin perjuicio, agrega que los
hechos notorios solamente tienen relevancia en materia de exclusión probatoria en la
audiencia de preparación de juicio oral.
Por ello, en esa línea el prof. Roxin ha establecido dos hechos basicos que se han de
entender por notorios, y ha referido que son los hechos generalmente conocidos,
entendiendo aquellos que consisten en sucesos de la naturaleza y los sucesos historicos, y
en general todos aquellos conocidos por gente sensata o sobre la que pueden haber fuentes
confiables; y tambien son los hechos notorios judiciales, entendiendo tales los
acontencimientos que han servido de forma invariable en las sentencias penales.26
Sin perjuicio de ello, el Prof. Couture ha reconocido limitaciones que permiten entender
mejor el carácter notorio de los hechos, y ha señalado que el concepto de notoriedad no
debe ser entendido como generalidad, ya que puede no ser conocido por todos, sino por
ciertos circulos sociales o intelectuales, a su vez, el hecho notorio no equivale a un
conocimiento no equivale a un conocimiento de carácter absoluto, sino que relativo, que
puede ser consultable a fuentes de información, sin que exista conocimiento acumulado en
la mente del juzgador o de las partes; el concepto de notoriedad no quiere decir
conocimiento efectivo, sino una pacifica certidumbre, una especie de estado de seguridad
intelecual con el hombre que reputa adquirida una noción o realidad.27
Pero por todo ello, no nos libramos de tener la necesariedad de justificar que un hecho
es notorio, justamente porque no sera probado en juicio, y ahí, diatriba la obligación de
argumentar el carácter de notorio de hecho, porque “la exención del hecho notorio , no
excluye la carga de afirmarlo. No existe al lado de la máxima iura novit cria, que establece
el deber del juez de conocer y aplicar de oficio las normas juridicas, una maxima paralela
notoria novit curia, que consagre el deber (no siquiera la facultad agregamos) del juez de
conocer de oficio los hechos notorios y de tenerlos en cuenta aun sin que las partes los
afirmen.

NECESIDAD DE ARGUMENTAR LOS HECHOS.

Qué duda cabe que en cada oportunidad que se plantean divergencias entre las
pretensiones de los miembros integrantes de nuestra sociedad suscitadas en el orden
temporal y de relevancia jurídica, se presenta de modo ineludible y en un alto porcentaje de
25
libro de Maturana pag. 110
26
Rocin 187
27
Coutore233 y 234
concreción, la idea de acudir a un tercero imparcial que, dotado de la debida autoridad, a
través de formas pre establecidas y con los conocimientos necesarios para ello, proceda a
determinar cuál de aquellas pretensiones habrá de ceder en pos de la antagonista y los
motivos por los cuales ello habrá de ser así. En este iter es que se presentan, de modo
global, dos formas en que los juristas enfocan la labor destinada a obtener una respuesta
favorable a su pretensión jurídica; la primera –y en donde se advierte la mayor intensidad
en su uso-, es aquella en donde la argumentación está enfocada especialmente a las normas
que informan el Derecho y particularmente a la interpretación y justificación que de tales
reglas existen; y, una segunda, -de mucho menor uso pero no por eso menos estelar-, es
aquella argumentación referida a los hechos, tomando en base para ello los datos y
evidencias que se hubieren aportado; esto es, la manifiesta necesidad de no sólo establecer
el planteamiento fáctico que habrá de servir de presupuesto a tales pretensiones, sino que
además, y de modo imperativo, proceder luego a argumentar tales hechos, teniendo en
cuenta para ello que dicho proceso corresponderá, desde la perspectiva que se analiza, a una
“variedad discursiva con la cual se pretende defender una opinión y persuadir de ella a un
receptor, mediante pruebas y razonamientos” que está directamente incluso vinculada con
otras disciplinas, tales como “la lógica”, en tanto reglas del razonamiento humano; “la
dialéctica”, concebida como aquel procedimiento que permite tener por probado o
refutado un postulado; y, la “retórica”, como recurso lingüístico destinado a persuadir
por vías no racionales, tales como la emotividad, los afectos y las sugestiones…”
(http://mimosa.pntic.mec.es/ajuan3/lengua/argument.htm),
En este desempeño, el jurista bien pudiera incluso superar su propio espectro del
conocimiento limitado al mundo del Derecho, abriéndose a otros campos de la ciencia,
cuyos contenidos lo dotarían de mayores y mejores herramientas argumentativas al
momento de procurar sostener los hechos en que funda su pretensión y persuadir del modo
que pretende. En un sentido similar, el Dr. Juan Antonio Cruz Parcero en un comentario
efectuado en referencia a la argumentación sobre los hechos en el Derecho,
(https://www.youtube.com/watch?v=fXXnFO90t90), da en cierto modo cuenta de este
fenómeno, planteando por una parte, la necesidad que el proceso argumentativo dentro del
Derecho no sólo se pueda verificar en lo referente a las normas y su interpretación, sino
que, además, se despliegue un esfuerzo argumentativo también en lo relativo a lo fáctico
mediante una adecuada vinculación que se haga en base a los datos probatorios con que se
cuente, realizando así inferencias destinadas a establecer la o las hipótesis posibles de
construcción, exigiéndose de paso, que no sólo el litigante exponga este ejercicio al que nos
venimos refiriendo, sino también, y a modo de exigencia con contenido democrático, le sea
también reclamado al juzgador, quien en su esfera de competencia, y ante el escenario
probable de encontrarse frente a dos o más hipótesis posibles de solución de conflicto
conforme sean los postulados que cada parte haya manifestado en la causa, y en
consonancia con el contenido y la calidad de la prueba allegada al proceso, termine
escogiendo una de ellas mediante un previo y debido ejercicio de argumentación no sólo de
lo normativo, sino también de lo factual mediante esta razonada articulación vinculatoria de
las fuentes probatorias aportadas, recordando que la racionalidad de la decisión judicial
también debe entenderse comprensiva a las cuestiones de hecho de que conoce, pues
también ahí –al igual que en el razonamiento y argumentación sobre lo normativo- reside
gran parte de su fuente de legitimidad. No por nada se ha escrito que “…lo que distingue al
juez del legislador, es básicamente la necesidad de justificar sus decisiones, de mostrar su
racionalidad o no arbitrariedad, pues ahí reside la principal fuente de legitimidad de su
poder…” (Giudici Legislatori? – Mauro Cappelletti, citado en la obra “Cuestiones
Probatorias”, Marina Gascón Abellán, Universidad Externado de Colombia, 1ª. Edición,
año 2012, pp. 176).
Si esta tarea no es generalizadamente desplegada por los actores del Derecho
relativizando de esa forma la consistencia de los resultados procesales y su conformidad
con algo que no vaya más allá de la mera búsqueda de la solución a un conflicto,
necesariamente debiéramos cuestionarnos los motivos de aquello, pudiendo llegar a
conclusiones tan variadas y diversas, como algunas que descansan en aspectos filosóficos
respecto a que ha de entenderse por “hecho” cómo objeto de la prueba, recordando al
efecto que para algunos, “…los hechos son completamente construcciones del
observador…” “…cargados de valoraciones, intereses, factores individuales, etc….”que
finalmente cuestionan si lo susceptible de prueba –y por tanto de necesaria argumentación
fáctica vinculante-, son realmente “los hechos” (Daniel González Lagier en su artículo
titulado “Hechos y argumentos” (Racionalidad epistemológica y prueba de los hechos en el
proceso penal [1]),); o bien, aquello que se dice de ellos, vale decir, aquello “…las
afirmaciones sobre los hechos…”, ya que el objeto de la prueba, al decir de Asencio
Mellado citado Daniel González Lagier en su artículo titulado “Hechos y argumentos”
(Racionalidad epistemológica y prueba de los hechos en el proceso penal [1]), está
constituida “…no por los hechos en sí, los cuales son o no son….y por tanto no requieren
ser probados…” motivo por el cual, hemos de concluir que, al no requerir ser probados,
tampoco entonces debieran ser argumentados, encontrando ahí una probable explicación a
lo que se viene diciendo en este apartado.
Otro tanto, y en la misma línea referente al porqué se extraña el ejercicio de la
argumentación de los hechos, pudiera encontrarse en la dogmática procesal según explica el
profesor Manuel Atienza, refiriendo que “…este aspecto no se habría constituido en un
centro de interés de los procesalistas”, lo que explica el autor en base a “…la exclusión
legal del control de los hechos por vía de casación, como una práctica judicial que ha
tendido a reducir al mínimo –cuando no simplemente a eludir- la obligación de
motivación….”. (https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2552536.pdf)
En síntesis, pese a la evidente necesidad de fortalecer la argumentación de los
hechos como ejercicio a desarrollar por los operadores del Derecho, lo cierto es que, las
razones expuestas precedentemente bien pueden explicar la ausencia del fenómeno en
comento, tanto desde la perspectiva del litigante como también, de la del órgano
jurisdiccional.

NECESIDAD E IMPORTANCIA DE ARGUMENTAR LOS HECHOS


PÚBLICOS Y NOTORIOS.

Pareciera en principio que, de acuerdo a la naturaleza de los hechos que se suelen


denominar por los distintos sistemas jurídicos como notorios o también referidos en el
nuestro como hechos públicos y notorios, no debieran ser abordados desde la perspectiva
que el título de este párrafo sugiere, puesto que bajo una primera aproximación conceptual
y general que se tiene de ellos, sería propio señalar que tales hechos son aquellos que no
requieren ser probados, desde que su categoría de notoriedad y publicidad importa, per se,
su claridad y evidencia que los eximiría de un ejercicio de acreditación, particularmente por
lo innecesario de ello al suponerse públicos y sabidos por todos.
Sin embargo, una primera cuestión que debiera llamarnos la atención en relación a
los hechos que suelen rotularse de esta forma, es poder establecer de modo cierto cuando
realmente un hecho es público y notorio. Al efecto, y conforme se dijera en párrafos
previos del presente trabajo, existirían ciertas pautas que, de colmarse en su totalidad, daría
a ciertos hechos la categoría en cuestión. Ahora bien, de tales pautas fluye con notoriedad
en algunas de ellas, ciertos componentes de subjetividad y ambigüedad, pese a lo cual y aun
así, de todos modos siguen teniendo la entidad suficiente para concluir que un hecho, se
verá eximido de ser probado; vale decir, que si formalmente un hecho es calificado como
público y notorio, pese a que sus pautas de establecimiento pudieran haber mutado dada su
relatividad, estaríamos en presencia de un fenómeno al interior del proceso judicial, que
significará dar por probado un hecho sin haberse cuestionado previa y seriamente si tal
categoría le es realmente atribuible a la luz de la realidad temporo espacial que lo rodea.
Una segunda cuestión que también aparece como digna de ser abordada en cuanto a
las pautas que terminan otorgando la categoría de público y notorio a un hecho, es aquella
que sugiere la irrelevancia de si tal hecho se produce efectivamente o no, bastando para
verse eximido de prueba, sólo que su conocimiento sea generalizado y haber sido difundido
masivamente por algún medio idóneo al efecto.
Lo anterior no es baladí a nuestro entender, si además, se observa el tratamiento que
a tales hechos le ha sido otorgado por nuestra propia jurisprudencia, la que en términos
generalizados, cuando ha hecho referencia a los mismos, ha simplemente catalogado
hechos como públicos y notorios sin mayores elementos de racionalidad que fortalezcan la
impronta de notoriedad y publicidad de los mismos; esto es, bastando entender al interior
del proceso que un hecho gozará de las cualidades señaladas, y por tanto, se verá eximido
de ser probado, con la sola mención de obedecer a tal rótulo. Este fenómeno jurisprudencial
trasciende a la materia sobre la cual verse el conflicto, pudiendo citarse a modo ejemplar
sentencias de tal envergadura como aquella dictada en contexto de Unificación de
Jurisprudencia rechazada por nuestra Excma. Corte Suprema en causa Rol N° 27.453-2014,
de fecha seis de octubre del año dos mil quince
(http://buscadores.cendoc.pjud/buscador/fallos-de-corte-suprema), en donde el perdidoso,
alegando en favor de su pretensión –infructuosamente como se advierte del rechazo- que su
empleador habría faltado a su obligación de comunicarle el estado de sus cotizaciones
previsionales, tal alegación fue estimada en pugna “…con el hecho público y notorio que el
cotizante siempre podrá tener acceso al estado de sus cotizaciones…” (Motivo cuarto); o
aquella sentencia dictada en contexto de Apelación de la resolución de primera grado que
rechazó un Recurso de Protección, confirmada por nuestra Excma. Corte Suprema en causa
Rol N° 10.608-2015, de fecha dos de noviembre del año dos mil quince
(http://buscadores.cendoc.pjud/buscador/fallos-de-corte-suprema), en donde el recurrente
perdidoso –tanto de Protección como de Apelación-, vio frustrada su pretensión original, la
que sustentó –en lo que aquí interesa-, en ser “…un hecho público y notorio que la
modificación al plan regulador de la comuna de Machalí se encuentra en etapa preliminar
de estudio…” (Motivo primero), retrucándose por el recurrido –Municipio de Machalí,
Región de O¨Higgins- en términos similares a lo que este acápite interesa, al decir por su
parte que el respectivo Decreto Alcaldicio cuestionado de ilegal y arbitrario no sería tal,
entre otros argumentos, además, por ser “…un hecho público y notorio el crecimiento
exponencial de la comuna en los últimos diez años, razón por la que resulta que el Decreto
Alcaldicio se encuentra debidamente justificado y no afecta el derecho de propiedad de la
recurrente…” (Motivo segundo).
Estos dos ejemplos traídos a colación han catalogado –en el primer caso por la
Excma. Cortes Suprema; y, en el segundo por los propios litigantes-, como públicos y
notorios ciertos hechos que cuestionablemente debieran ser tomados como tal si se
considera además el efecto de exención probatoria al que quedan encumbrados. Así, en el
primer caso invocado, la Excma. Corte, ha manifestado casi axiomáticamente que el
trabajador –cotizante- podrá tener acceso al estado de sus cotizaciones siempre, (semejante
por ejemplo a afirmar que siempre después del día viene la noche), calidad aquella que
tornaría el hecho en cuestión en público y notorio; sin embargo, ello es bastante relativo, no
en cuanto a tiempo y lugar, sino a otros aspectos tales como el tipo de trabajador de que se
trate, su nivel cultural, el conocimiento que de los aspectos previsionales pudiera tener, etc.,
circunstancias todas las cuales, creemos, precisan de un despliegue argumentativo para
poder llegar a concluir que un hecho realmente se encuentra dotado de la cualidad de ser
público y notorio, y consecuencialmente quedar exento de ser probador; otro tanto ocurre
en el segundo caso, en donde ambas partes han acudido a calificar como públicos y
notorios los respectivos hechos por ellos invocados; sin embargo, valga el análisis
previamente efectuado, ya que, en el caso en cuestión, tanto que “… la modificación al
plan regulador de la comuna de Machalí se encuentra en etapa preliminar de estudio…”
como “…el crecimiento exponencial de la comuna en los últimos diez años…” son
afirmaciones fácticas que debieron –en nuestro entender-, ser precedidas por un ejercicio de
argumentación que demostrara la concurrencia de aquellas características que los tornarían
en públicos y notorios.

Conclusiones

Los poderes de la Corte para actuar de oficio están de algún modo relacionados con
su capacidad para tomar conocimiento de hechos públicos y notorios. A modo ejemplar, la
Corte tomó nota de un hecho público y notorio en Goiburú y Otros vs. Paraguay, donde
declaró que la muerte del General Stroessner, ocurrida después de que las partes habían
presentado sus alegatos finales escritos, era un hecho "de conocimiento público"33.
Atendido que los hechos públicos y notorios no requieren de prueba, podría ser muy
atractivo para un tribunal el declarar como tales a cuestiones que están más allá del
conocimiento público, que debieran ser sujetos a prueba, que son considerados como
verdaderos solo en el medio en el que se mueven los jueces, o que son solo verdades
parciales. Por ello, las cortes debieran ser cuidadosas al momento de presentar como hechos
públicos y notorios aquellas cuestiones que vayan más allá de aquello que es realmente
evidente, o que son, en realidad, parte del asunto principal de un caso y que deben ser
probados.28

28
PAUL DIAZ, Álvaro. ANÁLISIS SISTEMÁTICO DE LA EVALUACIÓN DE LA PRUEBA QUE EFECTÚA LA
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Rev. chil. derecho[online]. 2015, vol.42, n.1 [citado 
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34372015000100012&lng=es&nrm=iso>. ISSN 0718-3437.  http://dx.doi.org/10.4067/S0718-
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