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Guerra civil colombiana de 1851: A medida que las reformas liberales afectaban a la
Iglesia y a los intereses de hacendados y esclavistas, los ánimos se fueron
calentando. Fue así como en 1851 estalló la primera guerra civil en la que participaron
los partidos políticos Liberal y Conservador.
Guerra civil de 1854: En 1853, el partido Liberal se encontraba dividido en dos grupos:
por un lado, estaban los Gólgotas, que defendían las reformas propuestas para la
cambiar la Constitución; y por el otro, los Draconianos, formado por los sectores
populares y los artesanos, quienes se oponían a las reformas liberales. En este
contexto, fue elegido el draconiano José María Obando (1853-1854), quien aprobó la
Constitución de 1853 la cual separaba la Iglesia del Estado, respetaba la libertad de
cultos, permitía la elección directa por voto popular de presidente, congresistas,
magistrados y gobernadores y otorgaba cierta independencia a las provincias para
que se dieran sus propias constituciones que no se inmiscuyeran en los aspectos
nacionales (por ejemplo, relaciones exteriores y gastos nacionales).
El 1854, los artesanos que apoyaron a Obando, descontentos por las reformas que
trajo la implementación de la nueva Constitución, apoyaron un golpe de Estado
encabezado por el general José María Melo, comandante del Ejército. Aunque Melo
contaba con el respaldo de los artesanos bogotanos, no encontró apoyo en el resto
del país. Por este motivo, el Congreso, reunido en Ibagué, y varios militares
conservadores, asumieron el control del país y derrotaron a los golpistas.
Guerra civil de 1876-1877: Se puede considerar que esta guerra marca en un sentido
general una batalla por la formación de ideales en las instituciones educativas, aún por
formalizar, para formar a la gente. Se debate qué institución (ya sea religiosa o el
Estado mismo) determina quiénes deben encargarse de la educación e impartirla,
puesto que se evidencia cómo la iglesia juega un papel extremadamente importante
en este conflicto.
Los conservadores se sublevaron en julio de 1876 contra el gobierno radical
de Aquileo Parra para detener la educación laica (o "neutra" como se la llamó en la
época) y demás medidas anticatólicas. Esta guerra permitió la unidad pasajera entre
las facciones radical e independiente al seno del Partido Liberal Colombiano.
Guerra de los Mil Días (1899-1902): Fue el intento del liberalismo radical por recuperar
el poder. Salvo al principio, no involucró grandes ejércitos.
Este largo enfrentamiento irregular desgastó a los liberales en una lucha de pequeñas
partidas, con excepción de Panamá, único lugar en donde triunfaron. La guerra
civil terminó en una especie de empate acordado en los tratados
de Chinácota, Neerlandia y Wisconsin. Consecuencia de esta guerra civil fue
el derrocamiento de Manuel Antonio Sanclemente (1900) y el ascenso de José
Manuel Marroquín, la separación de Panamá, y la elección de Rafael
Reyes en 1904 quien llevó al poder a los conservadores y a un sector liberal.
2. Con base en los conflictos que usted mencionó en el punto anterior, ¿cuál considera
es la variable más constante que se presentan en cada uno de estos conflictos?
Anuncie y explique dos de esas variables.
Es posible distinguir durante el siglo XIX tres grandes motivos o constantes que llevaron a que
se dieran estos conflictos. La categoría más grande se compone de las guerras secesionistas
que tienen lugar dentro de los imperios; l a mayoría de las veces, éstas se libraron por medios
convencionales con el fin de conseguir la separación de una parte del pueblo o del territorio
del país para formar un estado independiente o unirse a otro estado. La segunda categoría
comprende un número menor de conflictos en los que el objetivo era el control del centro; estos
conflictos tomaron la forma de insurrección urbana, se entendieron como revoluciones, en lugar
de guerras civiles, ya que no involucraron combates a gran escala entre actores armados
organizados. Por último, un gran número de guerras que se caracterizaron por la guerra
irregular tuvo lugar en el contexto de las guerras de expansión imperial y el asentamiento.
Una visión general de los patrones de conflicto durante el siglo XIX sugiere que la guerra
civil, la guerra irregular y la revolución fueron los fenómenos que se distinguen de manera
clara, tanto conceptual como empíricamente: las guerras civiles, en su mayoría, se libraron
convencionalmente; las revoluciones en su mayoría tomaron la forma de levantamientos
urbanos, y las guerras irregulares en su mayoría se caracterizaron como resistencia
"primitiva" a la expansión imperial o colonial.
Si las guerras civiles del siglo XIX, se anudaban con la política y entretejían en sus
gramáticas y sus dramáticas a muy diversos sectores, estamentos, actores y territorios, ello
significa que no eran guerras mudas; por el contrario, eran también guerras con palabras,
con relatos y narraciones; con lenguajes políticos y con metáforas, o en otros términos,
guerras acompañadas de retóricas, poéticas y imitaciones dirigidas a públicos diversos con
el propósito de convencerlos o conmoverlos para que actuasen en consecuencia.
4. Con base en todo lo anterior, ¿qué propone usted para mejorar las condiciones
conflictivas de nuestro país? Mencione dos y explique cómo.
Pero además de mediar entre el Gobierno y las comunidades, también hace falta resolver
conflictos entre vecinos, familias, escuelas, instituciones penitenciarias, policías, juntas de
acción comunal y muchos otros grupos que deben resolver problemas a diario.
Una sociedad donde la injusticia social está banalizada genera todo tipo de conflictos. Para
resolver el problema la única solución es dialogar. El primer paso es crear espacios y tener
el proyecto común de la construcción de la paz. No se va a hablar solamente de la paz, se
va a hablar también de la construcción de una sociedad nueva porque todo va a cambiar a
partir de ahora.
Gran parte de este cambio empieza en los colegios. La escuela puede impactar
favorablemente a los niños y enseñar a gestionar los conflictos de una mejor manera.
También se debe tener en cuenta que si la conflictividad disminuye en el campo social en
general la violencia también descenderá en el campo escolar.
Algunos de los conflictos sociales que se pueden agudizar en un eventual postacuerdo son
los que se dan entre las comunidades y las empresas extractivas en los territorios. Esto
pasa con frecuencia en países que, cuando solucionan un conflicto armado de larga data,
otros conflictos secundarios toman relevancia. Es importante prever estos desacuerdos y
crear un sistema de resolución de conflictos que sea eficiente y que tenga la confianza de
la comunidad. Lo más importante es cultivar una relación de confianza y respeto. Esto es
vital para que los pequeños conflictos no escalen.
Se van a necesitar las habilidades de muchos constructores de paz para evitar que la
violencia se recicle o que el espacio dejado por las guerrillas sea ocupado por otro tipo de
violencia. Los mediadores y conciliadores serán vitales para lograr pactos de convivencia
comunitaria, tanto en la intervención interpersonal como la colectiva.
COVID-19 no discrimina, no toma en cuenta género, raza, edad y mucho menos estrato
social, por lo tanto, esta crisis sanitaria actual ha dejado en evidencia las falencias
económicas y la gran brecha social que existen, no solo en Colombia, sino en todo el
mundo.
Nos ha mostrado de manera mucho más clara que las riquezas están muy mal distribuidas,
y que resulta más urgente que necesario invertir más en salud y en educación, porque
pocas son las personas que pueden acceder a una universidad o colegio, y ahora que se
están impartiendo clases virtuales, por ejemplo, es mucho menor el número de estudiantes
que pueden acceder debido a que la mayoría pertenece a entidades públicas y no cuentan
con servicio de internet o un computador, a veces ni un celular.
Es la oportunidad para que se redistribuyan las riquezas y además, se imparta mejor
educación, logrando que no exista la necesidad de crear guerrillas ni conflicto armado,
porque la existencia de estos mismos es justamente la pobreza e ignorancia que existe,
sobre todo en las clases bajas que, con el fin de ayudar a sus familias, terminan
involucrándose en grupos armados o robando y matando a sueldo,