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Las estaciones de la vida es una película coreana del 2003 de género

drama; escrita y dirigida por Kim Ki-duk, ganadora del Premio del Público
en el Festival de San Sebastián en el mismo año.
El filme alude a las estaciones del año como si fuesen las etapas de la vida,
y nos narra un poco de la historia de vida de un monje que vive en una casa
sobre un lago en la profundidad de un bosque, y que tiene de compañero a
un discípulo, un niño de apenas unos 6 años, quien por sus constantes
travesuras el maestro le dará grandes lecciones.
Una película que brilla por lo simple, pero que es esa misma simpleza la
que la hace que entre diálogos y escenas se convierta en una especie de
cuento clásico; en momentos, imaginaba que lo que estaba en la pantalla
había salido de un libro; un rodaje que se convierte en una enseñanza de
vida desde la primera hasta la última escena.
Es interesante ver cómo se le dio una adaptación a las estaciones del año en
la vida de una persona, y cómo nos muestra que todo en la vida es cíclico.
Una historia que se hace apetecible entre la naturaleza de sus paisajes, la
filosofía budista, la música, la fotografía, el guión y la actuación de sus
personajes con los que el espectador puede llegar a hacer empatía.
Las grandes películas no siempre son tan complejas ni viceversa, todo va a
depender del cristal con el que mire el espectador, nosotros los que estamos
del otro lado de la pantalla. Hay grandes proyecciones que al final quedan
muy cortas e historias breves que dejan mucho de qué hablar. El cine es
para explorar y para deleitar y cada género siempre tendrá sus seguidores,
sus premios y que mejor que todas formaran parte de la historia del séptimo
arte.

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