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Hay Una Logica de La Abducción
Hay Una Logica de La Abducción
Michael Hoffmann
1. Lógica deductiva o analítica. "La lógica –escribe Quine– como cualquier ciencia,
tiene como tarea la búsqueda de la verdad. Lo que es verdad son ciertos enunciados. Y la
búsqueda de la verdad es el empeño por separar los enunciados verdaderos de los otros, que
son falsos" (Quine 1982: 1). La tarea más importante de este tipo de lógica es definir la
validez de llegar a una verdad desde otra verdad. Esta es la tarea de clarificar la "relación de
implicación lógica". La inferencia lógica, en este sentido, sólo puede ser deducción (Quine
1982: 3s.).
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eficiente para cumplir el fin para el que ha sido establecido" (Simon 1973: 473). A pesar
del hecho obvio de que diferentes fines requieren diferentes normas que podrían ser
eficientes de manera diferente, el carácter lógico depende sólo de la existencia de normas y
de su supuesta eficiencia.
Hay, por supuesto, muchos problemas en estas toscas definiciones, y hay otras
diferenciaciones y definiciones posibles, pero esa no es la cuestión aquí. Sólo quiero
mostrar que el término "lógica" tiene una amplia gama de aplicaciones en filosofía. Por lo
tanto, la cuestión de si hay una "lógica" de la abducción implica una pregunta ulterior: ¿qué
clase de lógica será la que incluya el razonamiento abductivo, el proceso de generación de
una hipótesis?
Los méritos de Peirce como padre fundador de la lógica deductiva moderna son bien
conocidos (Putnam 1982; Quine 1995; Dipert 1995; Houser, Roberts, y Van Evra, 1997).
Pero especialmente su concepción tardía de la abducción requiere una comprensión más
amplia de la "lógica" que no es fácil de reconstruir2. Para Peirce, la abducción es esencial
para entender los descubrimientos científicos. Estaba convencido de que todas las ramas de
la ciencia se basan en el razonamiento "lógico", y que "la ciencia de de las Leyes del
Desarrollo de la Ciencia (...) debe ser un vástago de la lógica y debe descansar en una
sólida teoría general de la lógica" (L75C, 492, 1902). Un concepto de lógica que incluya la
posibilidad de describir las "Leyes del Desarrollo de la Ciencia" y que incluya también lo
que Popper llamó una "Lógica del Descubrimiento", debe ser un concepto muy amplio de
lógica.
" (...) no hay sino tres clases elementales de razonamiento. La primera, que yo llamo
abducción (...) consiste en examinar una masa de hechos y en permitir que estos hechos
sugieran una teoría. De este modo ganamos nuevas ideas; pero el razonamiento no tiene
fuerza. La segunda clase de razonamiento es la deducción, o razonamiento necesario. Sólo
es aplicable a un estado ideal de cosas, o a un estado de cosas en tanto que puede
conformarse con un ideal. Simplemente da un nuevo aspecto a las premisas (...) El tercer
modo de razonamiento es la inducción o investigación experimental. Su procedimiento es
éste. Cuando la abducción sugiere una teoría, empleamos la deducción para deducir a partir
de esa teoría ideal una promiscua variedad de consecuencias a tal efecto que si realizamos
ciertos actos, nos encontraremos a nosotros mismos enfrentados con ciertas experiencias.
Cuando procedemos a intentar esos experimentos, y si las predicciones de la teoría se
verifican, tenemos una confianza proporcionada en que los experimentos que aún no se han
intentado confirmarán la teoría. Yo afirmo que estos tres son los únicos modos elementales
de razonamiento que hay" (CP 8.209, c.1905).
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función, se nos presenta una idea quizá poco común de la inducción: para Peirce la
inducción no es la inferencia de lo particular a lo general en el sentido clásico (aunque a
veces define la inducción en el sentido clásico). La inducción de Peirce comienza a partir
de generales dados, a partir de hipótesis inferidas abductivamente, y a partir de
implicaciones inferidas deductivamente de esas hipótesis. La diferencia específica entre la
inducción y la abducción es aquí que la abducción forma parte del proceso de
descubrimiento, mientras que la inducción forma parte del proceso de probar los
descubrimientos. Mediante la inducción un general dado será sólo confirmado o falsado por
experimentos futuros. En este sentido, el "problema de la inducción" clásico (cf. Popper
1976) no se sostiene, porque ni la abducción ni la inducción envuelven por sí mismas
ninguna pretensión de verdad.
Por lo tanto,
(3) Hay razón para sospechar que H es verdadero (cf. CP 5.189, 1903).
En principio, podemos distinguir dos modos de obtener una hipótesis: en primer lugar,
podemos decir, de acuerdo con la definición de Eco de abducción creativa, que la hipótesis
explicativa "tiene que ser inventada ex novo" (Eco 1990: 59s.). Pero cuesta ver cómo puede
ser posible una "creación" sacada de la nada. De la nada, nada procede. Hay, sin embargo,
otra posibilidad de obtener una hipótesis: en lugar de suponer que no hay ninguna hipótesis
dada, podemos imaginar que existe una colección infinita de hipótesis posibles. Ambos
modos de obtener hipótesis son equivalentes en tanto que, respecto a la búsqueda de una
hipótesis, es irrelevante que no haya ninguna hipótesis dada o que haya un conjunto infinito
de hipótesis posibles.
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Si formulamos el problema de obtener una hipótesis como el problema de escoger una
de un conjunto de hipótesis posibles, como sugiero, la identificación peirceana de
razonamiento abductivo con "adivinar" en cuanto "poder instintivo" puede ser interpretada
dentro de un razonamiento que elaboraré ahora en diez pasos, comenzando con algunas
consideraciones generales relativas a la epistemología de Peirce.
(2) La cognición mediada por signos implica que cada conjunto de datos dados como
punto de partida de una inferencia abductiva nunca se da "en estado puro", sino
determinada siempre por modos de percepción, por perspectivas, teorías previas, etc. Cada
cognición está incrustada dentro de un conjunto de contextos. Uso el término "contexto" en
el sentido de Gregory Bateson. Bateson pone el ejemplo de la co-evolución del caballo y la
sabana: La evolución de los caballos está determinada por la sabana en la que pacen, del
mismo modo que la evolución de la sabana está determinada por los caballos (Bateson
1972: 155). De este modo existe ahí un contexto de dependencia mutua entre ambos. Para
definir el significado de "contexto" de un modo más preciso, diría que un "contexto" es una
relación de mutua dependencia entre los hábitos de entidades diversas . El contexto no es
un Umwelt en cuanto conjunto de cosas determinadas desde fuera, sino una relación
específica entre hábitos de entidades que interactúan. En contraste con el término
"contexto", defino "situación" como un conjunto espacial y temporal determinado de
entidades independientemente de sus posibles relaciones entre ellas. Mientras una situación
es un "evento" concreto y particular, un contexto es un general del mismo modo en que son
generales los hábitos en cuanto formas de actuar y percibir.
(3) A diferencia de las ideas platónicas, es importante señalar: primero, que los
contextos no son "eternos", sino parte de un proceso de evolución y, segundo, que esos
elementos generales no están separados de los "hechos" o de los particulares "estados de
cosas" que determinan. Para Peirce, existe una determinación mutua entre lo general y lo
particular y una "co-evolución" de ambos.
(4) Si de acuerdo con el punto (2) cada cognición está mediada por algunos elementos
generales, entonces debe suponerse lo mismo para los así llamados "hechos sorprendentes",
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al menos en tanto que son perceptibles. Su carácter sorprendente existe sólo en relación con
ciertas expectativas bajo ciertas circunstancias (cf. CP 2.776, 1901-02; 6.469, 1908). En
tanto que son percibidos, los hechos sorprendentes son hechos de percepción mediada,
mientras que en su genuino carácter sorprendente son experimentados de forma inmediata
como "hechos brutos" o pura "segundidad", como dice Peirce. Para transformar la noción
psicológica de "sorpresa" en una forma más lógica, podría decirse que un "hecho
sorprendente" es un hecho que no está revestido de ciertas expectativas generadas por
ciertos contextos de creencia, aunque el hecho es tal que, de algún modo, debería formar
parte de las consecuencias que resultan de esos contextos de creencia.
(5) Suponiendo que un hecho sorprendente debería ser una consecuencia resultante de
una cierta serie de contextos, pero no está realmente revestido por estos, y suponiendo, de
acuerdo con (1), (2) y (3), que cada cognición está mediada por contextos, el hecho
sorprendente debería hacernos dudar de la adecuación de nuestro conjunto de contextos. Mi
tesis es que la superación de una situación sorprendente llega a ser posible "reordenando"
nuestros contextos. Pero ¿cómo?
(6) Dado que para Peirce "la inferencia abductiva se va difuminando en el juicio
perceptual sin una línea de demarcación clara entre ellos" (CP 5.181, 1903) podemos
también decir que cada abducción ante "hechos sorprendentes" no es nada más que la
búsqueda de un modo de percepción de esos hechos (cf. CP 6.469, 1908)3. Pero, ¿cómo
conseguir un nuevo punto de vista, una nueva perspectiva de los hechos sorprendentes?, y
¿puede haber una lógica de tal "intuición creativa"?
(7) Una condición central para adquirir nuevas perspectivas es la actividad. Es una
realidad simple de la teoría de la percepción que para un niño es prácticamente imposible
aprender a ver si no puede mover la cabeza y el cuerpo entero. Peirce recalca en particular
este elemento de actividad en relación con los descubrimientos en matemáticas: las pruebas
y el razonamiento deductivo son características esenciales de las matemáticas, pero si
queremos probar que la suma de ángulos de un triángulo es exactamente 180º, necesitamos
una forma de razonamiento que Peirce llamó "diagramática": cuando dibujamos un
diagrama de un triángulo e intentamos algunos experimentos con ese diagrama, podemos
ver fácilmente que, dibujando la paralela a la base del triángulo a través de su vértice,
obtendremos de repente la posibilidad de una prueba al advertir que todos los ángulos del
triángulo se encuentran debajo de esta línea recta, de tal modo que su suma debe ser 180º
(cf. CP 1.383, c.1880). La esencia del pensamiento diagramático es crear nuevas
representaciones a partir de una dada. La clave está en que, en un continuo de
representaciones posibles, una representación "nos empuja" a percibir nuevas relaciones o
una nueva estructura organizativa de un conjunto de datos. Pero, ¿cómo podemos encontrar
un nuevo punto de vista prometedor, si no hay un camino directo desde una serie de datos
hasta una hipótesis que explique esos datos (cf. MS 692, 23, 25, 1901)?
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(9) Rescher quiere sustituir esta "de algún modo misteriosa capacidad de intuición o
instinto" por una "metodología desarrollada históricamente para guiar la búsqueda de
hipótesis que se acomoden a los datos eficazmente" (Rescher 1995: 323). Pero hay dos
problemas que finalmente podrían conducirnos hasta el concepto de instinto de Peirce: en
primer lugar, si preguntamos cómo puede ser desarrollada y legitimizada la metodología
que guía la investigación, caemos en un círculo vicioso en el que la metodología que guía la
investigación sólo puede ser fundada por una búsqueda que debe ser guiada por una
metodología de más alto nivel, etc. ad infinitum. De este modo, es necesario discutir el
problema de la regresión al infinito. En segundo lugar, al aislar una "metodología
desarrollada históricamente" que guíe la investigación se olvida que un contexto tal está
también determinado en sí mismo por los actos de aquellos que usan este método. Como
hemos visto en (3): el contexto no puede separarse de los particulares cuyos hábitos que
interactúan constituyen un cierto contexto. Lo que no aparece en la sugerencia de Rescher
es la relación problemática entre el desarrollo histórico de la metodología y las actividades
de los científicos que constituyen esta metodología mediante su propio trabajo particular.
Pero parece haber una diferencia respecto a las otras características de los instintos de
Peirce: en tercer lugar, los instintos son un "modo de actuar". De esta manera, no es posible
una separación entre el carácter general de un instinto y su manifestación en acciones
particulares. En cuarto lugar, y quizás incluso más importante, Peirce define un cierto
objetivo o telos para su "poder de razonamiento" instintivo: Una acción instintiva "conduce
a la probable perpetuación" de una raza. De este modo, el talento abductivo de Peirce debe
ser visto dentro del mundo en el que tiene lugar. Mientras Rescher no legitima más allá su
"metodología desarrollada históricamente", la consideración que hace Peirce del instinto
parece legitimarse por su éxito y adecuación en un cierto mundo. De este modo, nos
enfrentamos con una concepción contextual de la epistemología y la ciencia en el sentido
desarrollado en el punto (2): la base de la cognición es una relación de mutua dependencia
entre los hábitos de un actor cognitivo y los hábitos del mundo en el que actúa. Este
contexto es también la condición de posibilidad de la abducción (cf. S&S 187, 1905).
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Yo diría que el concepto peirceano de "instinto", enfatiza lo que llamo una
consideración contextual de la cognición. De este modo la referencia a los instintos no
destaca algunas capacidades innatas, como la interpretación que proporciona Chomsky
acerca de la abducción de Peirce trata de hacer plausible (cf. Wirth 1993), sino que más
bien destaca, en un sentido más general, la adecuación de ciertos hábitos de acción dentro
de ciertas situaciones. Los instintos, igual que mis "contextos", son programas de actividad
determinantes pero cambiables dentro de un cierto mundo; su función es definida por su
relación con este mundo.
Para centrar nuestros diez puntos en la cuestión del carácter lógico de la inferencia
abductiva, concluiré del siguiente modo: comenzando con un enunciado negativo podemos
decir que, para Peirce, un punto esencial para el carácter lógico de la abducción parece ser
el hecho obvio de que nuestro razonamiento abductivo no puede ser explicado sólo por el
azar (cf. Rescher 1995):
"Considerad la multitud de teorías que podían haber sido sugeridas. Un físico descubre
algún nuevo fenómeno en su laboratorio. ¿Cómo sabe que las conjunciones de los planetas
no tienen algo que ver con él o que no se deba quizás a que coincidió que la emperatriz
viuda de China pronunció al mismo tiempo hace un año alguna palabra de poder místico o a
que algún genio invisible pueda estar presente? Pensad en cuántos trillones de trillones de
hipótesis pueden hacerse, de las que sólo una es verdadera; y después de dos o tres o, como
mucho una docena de conjeturas, el físico acierta casi exactamente con la hipótesis
correcta. Probablemente no conseguiría eso por azar en todo el tiempo que ha transcurrido
desde que la tierra se solidificó" (CP 5.172, 1903).
Es evidente que muchas hipótesis son imposibles en la situación del físico. Pero, ¿qué
significa eso? Esto significa, a mi entender, que hay una relación específica entre la
situación del razonamiento abductivo y el proceso de adivinar y encontrar una hipótesis
prometedora. El rango de hipótesis aceptadas como posibles está limitado por una
compleja interacción de los diversos contextos que se dan en esa situación.
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experiencias con perspectivas y las relaciones entre representaciones bi y tridimensionales
eran exactamente ese contexto que hizo posible que cambiara el hábito de ver el problema.
Los geómetras sin esas experiencias no habrían tenido la posibilidad de encontrar esa
solución.
Michael Hoffmann
Institut für Didaktik der Mathematik
Universität Bielefeld
Postfach 100131
D-33501 Bielefeld, Alemania
e-mail: michael.hoffmann@uni-bielefeld.de
Notas
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3. De un modo muy similar, la búsqueda de perspectivas es también relevante para la
distinción peirceana entre dos formas básicas de razonamiento matemático, el "corolario" y
el "teórico" o "teoremático" (cf. Levy 1997): mientras el razonamiento corolario se guía por
reglas dadas, como en el caso de las "máquinas lógicas" (MS 318, 49, 1907) o "lógica
formal" (MS 318, 68, 1907), la clave del razonamiento "teórico" consiste "en la
transformación del problema -o de su formulación- porque se ve desde otro punto de vista"
(ibíd.).
Referencias bibliográficas
Houser, Nathan, Don D. Roberts, y James Van Evra, eds. (1997). Studies in the Logic
of Charles Sanders Peirce. Bloomington: Indiana University Press.
Kapitan, Tomis (1992). Peirce and the Autonomy of Abductive Reasoning, Erkenntnis
37: 1-26.
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Popper, Karl R. (1976). The Logic of Scientific Discovery. 2. ed. New York: Harper &
Row.
Putnam, Hilary (1990). Realism with a Human Face. Cambridge, MA: Harvard
University Press.
Wirth, Uwe (1993). Die Abduktive Wende der Linguistik. Kodikas Code/Ars
Semeiotica 16: 289-301.
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