Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
TE ESTÁ ESPERANDO
Tratamos de alcanzar de todas las formas posibles, en todas partes, alivio para el tedio
y la lucha por la vida cotidiana; y, sin embargo, la mayor parte de nosotros continuamos en la
búsqueda. ¿Por qué? ¿Cómo es posible que no hayamos encontrado el secreto de llevar una
buena vida, sin importar lo que eso signifique para nosotros? ¿Cómo es que continuamos
"rasgándonos las vestiduras" para obtener lo que deseamos, si desde siempre la clave para
hacer realidad nuestros deseos ha sido tan elemental como la vida misma?
Se ha planteado la invitación a ver la vida con una manera diferente de enfocarla, con
una nueva conciencia, cambiar las viejas creencias, que las cosas llegan por un golpe de suerte,
buena o mala, por accidente o coincidencia, o porque te has dedicado a "picar piedra", que para
obtener algo que valga en la vida requiere gran cantidad de esfuerzo y muchas veces
acompañada con sufrimiento.
Sin embargo muchos se encuentran, con que no ha cambiado nada. Como si Dios dijera
tú si, tú no. Pero la pregunta flota desesperadamente en el aire ¿Qué falta?
¿Alguna vez te ha parecido grotesco que nuestras vidas sean tan difíciles, aunque
seamos tan talentosos? Aquí estamos, esta especie tan inteligente, capaz de desintegrar
átomos, de volar a la Luna y crear a los Picapiedra; y sin embargo, todos andamos corriendo de
un lado a otro, sufriendo ataques al corazón o muriéndonos de hambre. Eso no tiene sentido.
¿Cómo nos metimos en este lío? ¿O se trata, simplemente, de la condición humana?
Todo empezó de manera inexplicable, hace una eternidad, con la primera declaración
falsa de aquellos que deseaban el poder, quienes proclamaban que nuestras vidas giraban en
torno y eran resultado de circunstancias sobre las cuales no teníamos ningún control,
incluyendo ser dominados por otros. Puesto que esto es lo que todos creyeron durante una
eternidad, es lo que seguimos creyendo en la actualidad.
Así es como nuestros padres, antes de nosotros, y los suyos antes de ellos, y sólo Dios
sabe hace cuántos cientos de años, hemos luchado, nos hemos esforzado y nos hemos ator-
mentado, hasta morir antes de tiempo a causa de las exigencias innecesarias de la vida.
Creemos que todo eso forma parte de la condición humana, de la desafortunada aflicción que
hemos dado en llamar "realidad". Pero la condición humana es un mito y, por tanto, también lo
es eso que llamamos realidad. La verdad, en simples y sencillas palabras, es que nosotros
tenemos la sagrada habilidad de manejar eso que llamamos "nuestra vida" para que sea lo que
queramos que sea. ¡De cualquier modo! ¡Sin que importe nada! Desde una familia feliz hasta la
capa de ozono.
Entonces, ¿por qué no han servido de mucho los millones de libros que se han
publicado sobre cómo tenerlo todo, cómo hacerle para volverse rico o cómo visualizar el
camino hacia el éxito, y cómo, mediante el pensamiento positivo, lograr salir por nosotros
mismos del lío en que estamos metidos? ¡Muy sencillo! Todos esos libros dejaron fuera la clave
más importante para lograr todo en la vida:
Esto es cierto, logramos lo que tenemos por la forma en la que sentimos, y no tratando
de poner las cosas en su lugar o de controlar nuestra mente. Todo accidente automovilístico,
ascenso en el trabajo, amante sensacional o desastroso, cuentas bancarias llenas o vacías, nos
llegan por medio de la más elemental ley de la física: “Lo semejante atrae a lo semejante”. Y
como por lo general no sentimos gran entusiasmo por lo que hemos tenido al alcance la mayor
parte de la vida, nos hemos vuelto verdaderos maestros, dotados en el arte de atraer hacia
nosotros circunstancias que preferiríamos no tener. ¿Quieres un automóvil nuevo? ¡Lo
puedes tener! ¿Quieres trabajar con éxito por tu cuenta? ¡Puedes hacerlo! ¿Deseas cerrar ese
negocio? ¿Ganar más dinero? ¿Tener una relación' fuera de serie? ¿Vivir sin temor? ¿Llevar una
vida espiritualmente satisfactoria? ¿Gozar de buena salud? ¿Disfrutar de tu libertad e
independencia? Puedes tenerlo, si sabes como atraerlo a tu vida.
Todo en este mundo está hecho de energía: tú, yo, la piedra, la mesa, el pasto. Y como la
energía es vibración, eso significa que todo lo que existe vibra. ¡Todo! Incluyéndonos a ti y a mí.
Los físicos de nuestra época han llegado finalmente a la conclusión de que energía y materia
son la misma cosa, lo que nos lleva de regreso al punto de partida: todo vibra, porque todo -
visible o no- es energía. Energía pura, vibrante, de flujo continúo. Pero aun cuando sólo hay
una energía, ésta vibra en formas distintas. Tal como el sonido que surge de un instrumento
musical, hay energías que vibran con mayor rapidez (como las notas altas), que provienen de
frecuencias altas, y otras que vibran en forma lenta (como las notas bajas), procedentes de
frecuencias bajas. No obstante, a diferencia de los tonos de un instrumento musical, la energía
que fluye de nosotros procede de nuestras más profundas emociones del subconciente, para
crear patrones de energía de ondas electromagnéticas altamente cargadas, lo que nos
convierte en imanes vivientes las 24 horas del día, muy poderosos, pero volátiles.
Eso está muy bien, pero, ¿a quién le importa? Bueno, si quieres descubrir por qué has
estado luchando tan duramente toda tu vida, ¡te interesará saberlo! Si quieres saber cómo
cambiar tu vida para que se vuelva exactamente como tú quieres que sea, será mejor que te
importe, porque las vibraciones electromagnéticas que envías cada segundo de cada día son
las que han producido -y continúan produciendo-, todo lo que te ocurre, grande o pequeño,
bueno o malo. ¡Todo, sin excepción!
INTRODUCCIÓN A
LA LEY DE ATRACCIÓN
Hacia los años treinta, dos célebres hombres en Oriente lograron fotografiar las
vibraciones del pensamiento. iY vaya que lo lograron, a través de muros de acero, en un expe-
rimento que ha sido repetido muchas veces desde entonces!!
Pero demostraron algo más, tal vez más importante: encontraron que cuanto más
cargado de emoción estaba un pensamiento, ¡más clara se veía la imagen! Fueron quizá los
primeros en demostrar que existe energía magnética dentro de nuestros pensamientos, y que
nuestras emociones son impulsadas por los pensamientos. (Ver comentario en Word.) Sin embargo,
lo que pasaron por alto es que, debido a que las ondas de vibración (emociones) que enviamos
están cargadas magnéticamente, somos literalmente imanes vivos, y que atraemos
constantemente cualquier cosa que este en la misma frecuencia de longitud de onda.
Por ejemplo, cuando nos sentimos bien, con el ánimo en alto, llenos de alegría y
gratitud, nuestras emociones envían vibraciones de alta frecuencia, que atraerán lo bueno
hacia nosotros; es decir, cualquier cosa que coincida con lo que estamos enviando. Lo
semejante atrae lo semejante. En cambio, cuando experimentamos cualquier cosa que no nos
cause satisfacción, como temor, preocupación, culpa, o hasta un pequeño disgusto, enviamos
vibraciones de baja frecuencia.
Debido a que las bajas frecuencias son tan magnéticas como las altas, atraen cosas
desagradables hacia nosotros; es decir cosas que nos harán sentir (vibrar) de una forma tan
poco grata como lo que estamos enviando. Desagradable de ida, desagradable de vuelta. Es
siempre una vibración semejante.
Así que, ya sea que enviemos acciones de alta frecuencia, de satisfacción, o vibraciones
bajas, de preocupación, las que enviemos en cada momento serán las que atraigamos de
regreso a nosotros mismos. Somos generadores de vibraciones, por tanto, somos los imanes, la
causa. Nos guste o no, nosotros hemos creado esas vibraciones y seguiremos haciéndolo.
Somos de carne y hueso, pero ante todo y sobre todo, somos energía ¡energía
magnética!, lo cual nos convierte en imanes vivientes que respiran. (¿No te encanta la idea?),
independiente de lo que estudiaste, ó en lo que trabajas, eres, en realidad, ¡un imán viviente!
(¡Vaya pequeño detalle!). Por descabellado que parezca, ha llegado el momento de despertar
ante el hecho de que somos seres electromagnéticos y de que vamos por la vida con esa
abrumadora capacidad de magnetizar (atraer) hacia nuestra vida todo cuanto deseamos, con
sólo controlar los sentimientos que provienen de nuestros pensamientos.
Sin embargo, debido a que vivimos en este planeta, en un campo de energía en el que
predomina la baja frecuencia, procedente de más de seis mil millones de personas que vibran
con sentimientos más de tensión y temor que de alegría, admitimos involuntariamente esas
vibraciones y reaccionamos ante ellas, lo cual significa que hasta que aprendamos a
sobreponernos conscientemente a esas frecuencias negativas que nos invaden todo, y en las
cuales vivimos, seguiremos reciclando sus desagradables efectos en nuestra vida cotidiana,
después de un tedioso día. Es algo semejante a nadar en agua salada, si no enjuagamos los
residuos de la sal en nuestro cuerpo, tarde o temprano nos sentiremos incómodos.
No hay de otra: la forma en que sentimos determina lo que atraemos, y con mucha
frecuencia esos sentimientos proceden de nuestros pensamientos, los cuales
instantáneamente producen reacciones electromagnéticas en cadena que, finalmente, hacen
que sucedan, que sean creadas, obtenidas o destruidas las cosas.
Así que, una vez más: nuestros sentimientos surgen de nosotros en forma de ondas
electromagnéticas. La frecuencia que se emita atraerá automáticamente a otra frecuencia
idéntica; provocará que ocurran las cosas, buenas o malas, al encontrar empatía en la
vibración.
Se trata del mismo principio que el del diapasón: haz sonar un diapasón en una
habitación donde hay varios más, todos afinados en diferentes tonos, y sólo los que estén
afinados en: la misma frecuencia del que hiciste sonar, sonarán al unísono, como sonarían
aunque se encontraran en los extremos opuestos de un estadio de fútbol. Las fuerzas
similares se atraen.
No es necesario decir que lo que hemos estado creando con todo este flujo
indiscriminado de energía es un verdadero infierno; en el mejor de los casos, una vida
mediocre según continuamos atrayendo hacia nuestra existencia diaria cuanta experiencia,
persona, juego, suceso, encuentro, incidente, evento, riesgo, ocasión o episodio en el cual
estemos vibrando, todo lo cual significa sentir.
Cuanto más nos concentrábamos en lo que no teníamos, más fluían y crecían nuestras
energías negativas, atrayendo hacia nosotros más deudas, junto con menos ingresos para sal-
darlas.
Enfoquémonos con insistencia en lo que queremos, ¡y listo! Iremos por buen camino.
Concentrémonos en todo aquello que no queremos con esa misma pasión (preocupación,
angustia, etcétera), iy listo! También hará que regrese a nosotros. Al universo no le importa si
queremos algo o no lo queremos, funciona estrictamente apegado al principio físico que lla-
mamos la Ley de la Atracción. Simplemente, enviamos los sentimientos magnéticos y el
universo los devuelve obedientemente. No reacciona ante nuestras súplicas; sólo responde a
nuestras vibraciones, las cuales provienen por completo de nuestros sentimientos.
Así que seamos realistas por un momento. Nadie te está sugiriendo que andes por la
vida convertido en un bonachón, tratando de mostrarte feliz porque te despidieron del traba-
jo, o porque perdiste el avión o extraviaste las llaves del auto.
Pero los hechos son los hechos. Puesto que lo que enviamos es lo que recibimos, y
puesto que lo que enviamos procede de aquello en lo que centramos la atención, lo que
necesitamos hacer realmente es prestar más atención a lo que pensamos, iy a que mal eso nos
hace sentir!
Pero volvamos al tema de las cuentas. Digamos que has estado pensando demasiado
en lo mucho que detestas tener que pagarlas. Cada uno de tus pensamientos (que está lleno
de vida) está cargado de una vibración emocional, algo así como una firma, de cuando lo
pensaste y probablemente sintonizarás otras vibraciones idénticas. Cuando dos
pensamientos de la misma intensidad emocional se juntan, adquieren mayor fuerza, a una
frecuencia más elevada y más rápida que cada uno de ellos por separado.
Así que ahora, en lugar de un pequeño y viejo pensamiento insignificante que tenías
sobre las cuentas por pagar, tienes otro mucho más profundo y poderoso, porque cada vez
que te concentras en tus cuentas, se van anexando los pensamientos que habías enviado
antes. iAh!, pero eso no es todo. No sólo tienes tus propios pensamientos pesimistas acerca de
las cuentas que se acumulan, y que se vuelven más grandes y más poderosos con cada nuevo
sentimiento de derrota que envías, sino que éstos se unen a otros pensamientos, también
pesimistas, que proceden de otras personas pero que están en la misma frecuencia, y a los
que yo llamo "bombas de basura". Sintonizan en frecuencias similares de temor y ansiedad y
pueden dirigirse fácilmente a ti, a menos que sepas cómo sacarles la vuelta para rehuirlos
emocionalmente. En otras palabras, tarde o temprano, una o más de estas bombas de basura,
conteniendo todo tipo de material corrosivo procedente de las preocupaciones de todos los
demás, se dirigirán hacia ti y te sacudirá con fuerza, si tú todavía estás vibrando en la misma
forma y transmitiendo tus ondas en la misma frecuencia.
Si ése es el caso, tendrás un verdadero problema en tus manos: más cuentas por
pagar que antes, al tiempo que vivirás muchas otras circunstancias desagradables más, que
pueden tener que ver o no con el pago de esas cuentas. Tu automóvil se descompondrá
fácilmente y no tendrás dinero para arreglarlo. La lavadora dejará de funcionar. Tus hijos
romperán el vidrio de la ventana del vecino. Tu perro atacará a un inocente que pase junto a
él, y el domingo de la final del fútbol, con la casa llena de amigos, se te descompondrá la
televisión.
Si pensamos con frecuencia que deseamos una casa nueva y logramos "sentimos"
dentro de ella, ya estamos en camino. Pero si pensamos constantemente: "No quiero seguir
viviendo más en este lugar", nos quedaremos en él algún tiempo más.
Si pensamos emocionalmente en algo lo suficiente, ya sea en lo que deseamos o en lo
que no deseamos, llegará a nuestro mundo, nos guste o no.
Lo que viene hacia nosotros no está asociado con lo que estamos haciendo
físicamente, con lo valiosos que somos, con lo buenos que somos o con cuál pudiera ser
nuestro destino, no inexorable. ¡Tiene que ver solamente con la forma en que vibramos! Lo
que significa sentir. Lo que significa atraer. ¡Punto!
Así que aquí hay algo que papá y mamá no nos dijeron nunca, porque no lo sabían.
Aquí está lo que todo libro sobre pensamiento positivo o sobre motivación han estado
promocionando con espíritu romántico, aunque ninguno había llegado al meollo del asunto,
porque honestamente tampoco sabían cómo hacerlo.
He aquí los cuatro pasos para la creación premeditada, los cuatro pasos que te
garantizan -y esa es la palabra correcta: garantizan- traer a tu vida aquello que tanto deseas y
mucho más. La garantía es que se trata de una ley universal, los principios básicos de los que
ha surgido toda la creación. Si lo deseas, serán tuyos.
He aquí. Eso es todo. A medida que te adentres en esta nueva e importante aventura;
las cosas empezarán a cambiar mágicamente en todas las áreas de tu vida. Las
preocupaciones, inquietudes, dudas y temores dejarán de ser una pequeña y constante
molestia cotidiana, para convertirse, en unas cuantas semanas, en un fenómeno raro en tu
vida, y tú lo podrás constatar y sentir día tras día.
Es posible que nos hayan enseñado, y que por tanto lo hayamos creído, que vivimos a
merced de otros, del destino, de la suerte, o de la casualidad; ciertamente eso es lo que la
mayor parte de la gente que habita este planeta cree, y vive conforme a ello. Pero una vez que
empieces a ver cómo funciona la Ley de la Atracción, acabarás por comprender que las
víctimas no existen, que nunca han existido y que jamás existirán. No hay buena ni mala
suerte, no hay buena fortuna, ni coincidencias. No existen el destino, la suerte o la providen-
cia.
No hay ningún gran juez en el cielo que nos lleve la cuenta de qué "tan bien o mal nos
portamos. No hay un karma de vidas pasadas, ni penitencias que cumplir; todos son mitos
creados en torno a las víctimas. Y no hay víctimas entre nosotros; sólo hay creadores de
pensamientos y sentimientos, poderosos imanes que atraen, como la miel atrae a las abejas,
la frecuencia similar de las vibraciones que fluyen constantemente de nosotros.
Ya no necesitarás creer más que las circunstancias externas controlan tu vida. Nunca
más tendrás que pensar que es malo desear algo. Nunca más tendrás que creer en algún gran
poder fuera de ti mismo que maneja los hilos de tu vida, o que algo o alguien diferente a ti
tiene el control. Nunca más sentirás miedo de que algo o alguien te haga daño, sin importar
quién o qué pueda ser, a menos que tú se lo permitas.
Así que, ¿cómo fue que nos metimos en este lío? ¡Tú lo hiciste! Más de seis mil
millones de personas (más las que han existido a lo largo de incontables siglos) han nacido
vulnerables a las vibraciones de baja frecuencia, llenas de temores y angustias y se han
enfocado tanto en lo que no quieren, que han obtenido dosis adicionales de esas mismas
carencias.
Nunca hubo la intención de que ocurriera de esa forma; pero en nuestro afán y
necesidad de encontrar la razón por la que no suceden las cosas como quisiéramos,
imaginamos que la culpa era de algún factor ajeno a nosotros: el gobierno, la economía,
nuestro jefe, nuestro matrimonio, nuestro ambiente, nuestra educación, nuestra mala suerte,
e incluso Dios, tal vez, pensamos que no éramos lo suficientemente valiosos, que no
estábamos "a la altura", que estábamos llenos de pecados, que no habíamos sido
completamente puestos a prueba o, que de una u otra manera no habíamos pagado nuestra
correspondiente "cuota".
La realidad -la verdadera realidad- es que somos dignos, que no hay prueba que
pasar, y que el pecado no es más que una aberración creada por el hombre para ejercer con-
trol sobre otros.
La verdadera realidad es que hemos venido a este mundo para desarrollarnos
plenamente, para prosperar y vivir la gran experiencia humana con alegría, con el corazón
ligero, sin carga, y no en una lucha constante y dolorosa. Hemos venido al mundo a
divertirnos mientras aprendemos a crecer sin sufrir ya alimentar nuestros deseos con la
convicción absoluta de que podemos tenerlo todo, una vez que aprendemos cómo manejar
nuestras energías... lo que significa... nuestras emociones.
Llegamos a este mundo con la garantía del libre albedrío, que forma parte de la
propia naturaleza de nuestra existencia. Ha llegado el momento de que ejerzamos ese
derecho que tenemos desde que nacimos. No estamos atrapados en la red de nadie. No
estamos sometidos a las circunstancias. No somos víctimas de condición alguna. Más bien,
somos seres que poseemos la sagrada habilidad de llevar a cabo cualquier extravagante
deseo que nuestras mentes ilimitadas puedan concebir, porque contamos con una libertad de
elección sin restricciones ni condiciones, sin importar lo que hagamos.
Es tiempo de despertar. Es tiempo de que recordemos cómo hacer para que nuestras
elecciones se realicen. Es tiempo de sacar la cabeza de la tierra y aceptar que no es accidental
lo que obtenemos en la vida. Es tiempo de que dejemos de crear circunstancias
desagradables, y de recordar los secretos de la vieja sabiduría ancestral a la que alguna vez
tuvimos acceso, sabiduría que nos permitió llevar a la realidad nuestros deseos con sólo
intentarlo. Ya es tiempo.
Tú lo mereces todo. Mereces que se realicen todas tus aspiraciones, sin importar
cuáles sean, basta con que lo desees y lo sieeentas y una nueva vida de extraordinaria
felicidad será tuya. No "puede ser": ¡será! Es una garantía cósmica.
EL GENIO INTERIOR.
LEY DE ATRACCIÓN
El proceso de creación es el mismo para todo, bien se trate del sistema solar o de unos
pantalones vaqueros. Piensa en algo a lo que le hayas infundido el sentimiento adecuado..., el
cual producirá las vibraciones adecuadas…………., y vendrá. El Universo, no nos da lo que
solicitamos, lo que merecemos ó lo que se supone estamos destinados a tener; el Universo nos da
precisamente –y nada más que eso- lo que vibramos en cada momento del día. Nada más, nada
menos.
Ni todos los pensamientos positivos del mundo marcarán alguna diferencia, ni ser una
persona buena con un corazón generoso, ni rezar, ni visualizar y meditar hasta el amanecer, ni
siquiera golpearse la cabeza contra innumerables paredes de piedra en nuestro febril intento
por llevar a la realidad los sueños de toda la vida: nada de lo que hemos mencionado creará
realmente algo, hasta que no fluyan de nosotros las vibraciones magnéticas necesarias para
impulsar esos sueños, dentro de nuestro infalible genio maravilloso llamado sentimiento, que
es realmente la autoridad electromagnética de la que están hechos los sueños.
Puedes acudir a cuanto libro se haya escrito sobre el tema de los sentimientos y las
emociones; a cuanta clase se haya impartido sobre los oscuros misterios freudianos de la
mente, o a cuanto grupo de consejeros que haya alguna vez intentado ponernos en contacto
con ese oscuro niño interior que todos llevamos dentro, o a cualquier otro que esté intentado
mostrarnos cómo liberamos de esas cosas terribles que llamamos sentimientos, y condensar
todas las técnicas raras en un sencillo remedio para crear abundancia y satisfacción plena en
la vida:
Aprende a distinguir un sentimiento bueno de otro malo.
Eso es todo: aprende a hacer esto último y habrás tomado todo el curso. Puedes crear
cualquier cosa que tu corazón desee.
Ése es el secreto que nos convierte en verdaderos creadores, en lugar de en creadores
por casualidad. Ése es el poder que transforma los sueños en realidades: el simple arte de
identificar un buen sentimiento y distinguirlo de otro malo. Eso es todo. Aquí acaba la lección.
No te preocupes. Ninguno de esos sentimientos tiene que ver con la tarea de hurgar
en la basura de tu pasado, o de enfrentarte a cualquier monstruo que pudiera estar residiendo
en tu armario emocional. Son simplemente la variedad de sentimientos que tenemos a lo largo
del día. Pero una vez que aprendas a seguir la pista de los que te hacen sentir bien, y
diferenciarlos de aquellos que te hacen sentir mal, adquirirás confianza.
Ésa es la clave de la vida. En eso consiste la "buena suerte" de la que tanto hemos oído
hablar. ¡Eso es lo que permite cerrar las grandes ventas, conseguir la casa frente a la playa,
fomentar la buena salud, brindar satisfacción espiritual y ahorrar cómodas sumas de dinero
en el banco! Sólo aprende a distinguir los sentimientos maravillosos de los que no lo son,
todos los días, y observa cómo surge la magia.
TRAGAR VIDRIO
Los sentimientos, aquello de lo que todos estamos tan temerosos si resulta que son
negativos, no son más que cargas electromagnéticas de energía que recorren nuestro cuerpo,
activadas por nuestros propios pensamientos. La única razón por la que llegamos a tales
extremos para evitarlos, es que algunas de esas emociones negativas nos hacen mucho daño.
No nos gustan las sensaciones que nos provocan. Así que las ocultamos en lo más profundo de
nosotros mismos, donde creemos que no tendremos que lidiar más con ellas, y donde,
francamente, están provocando un infierno con nuestro magnetismo.
Por ahora, sólo echemos una mirada a aquellas que estamos conscientes de que no
han quedado escondidas, empezando con nuestro tradicional hábito diario de: "Siéntete mal".
Eso podría significar cualquier cosa, desde la inercia (que es nuestro estado normal cotidiano
de ni hacia arriba ni hacia abajo, sino sólo existir), o un ligero decaimiento en nuestro estado
de ánimo, hasta un estallido de furia incontrolable.
Nos sentimos mal cuando tenemos cualquier tipo de pensamiento que no tiene que
ver con la alegría, como: culpa, soledad, enojo, resentimiento, preocupación, duda, frustración,
estrés e, incluso, una leve inquietud. Todos esos son pensamientos; basados en el temor, que
vibran con nosotros a una frecuencia extremadamente baja, la cual provoca que no nos
sintamos bien. son totalmente contrarios a nuestro estado natural de alta frecuencia.
Por otra parte, nos sentimos bien cuando generamos pensamientos que se asocian
con la alegría, como: aprecio, deleite, placer, exaltación, entusiasmo, reverencia, admiración,
gratitud, amor y todas esas emociones cálidas con las que nos deleitamos cuando las
sentimos. La razón de que esos pensamientos nos hagan sentir tan bien es que vibran a alta
frecuencia, la cual, definitivamente, es nuestro estado natural.
Nadie puede tragar pedazos de vidrio y esperar sentirse bien; sin embargo, eso es
precisamente lo que hacemos todo el día con nuestros pensamientos y sentimientos
sombríos. Literalmente bañamos nuestro inconsciente de energía negativa (tanto de
nuestros propios pensamientos, como de los pensamientos de los demás)... lo cual es
totalmente contrario a nuestro estado natural de alegría... y eso explica por qué tan raras
veces nos sentimos con mejor ánimo. No podemos hacerlo. No, mientras estemos vibrando
todo el día en la baja frecuencia que pensamos que es nuestro estado normal.
Así, esto se convierte en un círculo vicioso: ambos, los sentimientos conscientes y los
inconscientes que tenemos todos los días y que creemos que son normales, están enviando
vibraciones negativas que van en contra de nuestra naturaleza a través de nuestro cuerpo...,
que nos hacen sentir deprimidos, indiferentes, o como si simplemente existiéramos o no
tuviéramos sentimiento alguno. Puesto que todos estos sentimientos constituyen diversos
grados de flujo de energía de baja frecuencia, y ya que todo lo que estamos enviando son
vibraciones de baja frecuencia, sólo atraemos eventos desagradables o no muy afortunados.
Lo cual nos hará sentir con el ánimo bajo..., y a su vez enviará más vibraciones de baja
frecuencia..., atraerá más circunstancias de baja frecuencia..., y eso nos hará sentir con el
ánimo bajo... Y así seguiremos interminablemente.
¿Nunca has sentido que existe una parte oculta dentro de ti que sabe todo lo que hay
que saber, pero que nunca asoma la cabeza? La hay. Es una parte más amplia, más vieja, más
sabia, que se halla en cada uno de nosotros y que se comunica con nosotros en la única forma
que conoce... ¡por medio de los sentimientos!
Esta extensión de nosotros mismos, a la que solamente nos podemos introducir con
vibraciones, se sentiría como el nirvana, muuuy por arriba en la escala de frecuencia. De
hecho, esa parte de nosotros no podría identificar una vibración de carencia o de estrés, aun
cuando tropezara con ella en un agujero negro. Pero si nosotros vibráramos esa frecuencia, no
podríamos existir físicamente, así que lo único que podemos hacer es tratar de acercarnos
tanto como podamos a las vibraciones más elevadas de la más pura alegría, emoción, aprecia-
ción, excitación, y en general a esas maravillosas sensaciones que nos producen felicidad y
bienestar, lo cual se explica porque estamos vibrando más cerca de nuestro verdadero ser. Tú y
tu ser no físico están en perfecta sintonía, conectados a esa espléndida alta frecuencia con
todo lo que ella puede ofrecer.
Así que cuando nos sentimos bien, vibramos más rápidamente que en la forma en la
que originalmente fuimos creados para hacerlo. No estamos reciclando ninguna vibración baja
basada en el temor, y que puede ser tan ajena al cuerpo. Estamos en ese espacio en el que
podemos obtener respuestas y guía, pues ahora vibramos emocionalmente y caminamos de la
mano con el ser que somos en realidad.
Así que cuando nos sentimos bien, estamos conectados, vibrando más cerca de la alta
frecuencia de nuestro Ser expandido. Cuando nos sentimos mal o deprimidos, o cuando no nos
sentimos bien por alguna razón, estamos desconectados y fluyen vibraciones ajenas, negativas,
de baja frecuencia, por todo nuestro cuerpo. En otras palabras, si no hablamos de cosas po-
sitivas, sino siempre de lo negativo y, por tanto, si no son vibraciones positivas, habremos
tragado "pedazos de vidrio".
La buena noticia es que no tenemos que vigilar nuestros pensamientos cada segundo
del día para llevar nuestra vida de regreso al buen camino. ¡Vaya, nos volveríamos locos! Todo
lo que necesitamos hacer es permanecer sintonizados con nuestros sentimientos, elevados o
bajos, buenos o malos.
Aunque esto suene un tanto egoísta, llegamos aquí, a este bendito planeta, con un sólo
propósito: encontrar formas de sentirnos bien la mayor parte del tiempo, no sólo una parte de
él. Ese singular propósito -sentirse bien- se encuentra dentro de todos y cada uno de nosotros,
y si sólo le prestamos atención tendremos un mapa del tesoro grabado de manera individual
que puede conducirnos a la felicidad.
Así que esta es la clave: el propósito original se manifiesta siempre como deseo...,
deseo de cualquier cosa que despierte nuestro interés, lo mismo si es un flamante Ferrari rojo,
o vivir en armonía con todo lo que nos rodea. Podría revelarse como un nuevo deseo el tener
la cochera limpia, aprender un baile típico o poseer y manejar una ferretería en el campo. O
podría ser el viejo deseo de vivir en la playa, o de aprender a tocar el piano. De cualquier
modo es un deseo, algo que queremos.
Así que, si decidimos seguir en esa frecuencia negativa, haciendo a un lado nuestra
propia alegría, exigiéndonos nobleza y privándonos del propósito original, nos uniremos a las
multitudes que siguen fielmente sus odiados "deberías" de baja frecuencia, en lugar de sus
alegrías de alta frecuencia no es necesario agregar que el resultado de todo ese flujo de
implacable energía en este planeta no nos ha traído nada bueno.
Ahora volvamos a tu deseo de tener un automóvil nuevo, y digamos que el auto que
tienes en este momento está en muy buenas condiciones, por lo que en realidad no existe
una necesidad apremiante de tener uno nuevo, sólo el profundo deseo de conseguirlo. De
hecho, hasta donde puedes recordar, siempre has tenido esa pasión por poseer un veloz y
lujoso convertible rojo, con rines metálicos (si vives en Alaska y detestas el rojo, de cualquier
modo trata de seguirme el juego).
Pero, ¿dónde diablos está el auto? Siempre lo has anhelado. Has pensando en él
durante años enteros. Así que, ¿por qué no está todavía en tu cochera? He aquí el porqué:
Un día que vas paseando por la calle, por supuesto, ahí está, enfrente de ti, el auto de
tus sueños. Estás que te mueres de envidia porque piensas que no puedes comprar un auto
así. Empieza el anhelo. Miras el auto sintiendo un gran deseo de poseerlo, sacudes la cabeza y
te dices a ti mismo: "¡Hombre, sí que sería sensacional tenerlo!". Pero lo dices con desaliento.
En lugar de sentirte emocionado al ver el auto de tus sueños, te sientes deprimido, con esa
sensación de que te tiemblan las rodillas y entonces dices: "¡Diablos! ¡Olvídalo!".
Tú estás enfocándote en la falta del automóvil, más que en la alegría de tenerlo. Estás
emitiendo tal cantidad de vibraciones negativas de "sentirte mal", que tu Ser expandido está
agitando enormes banderas rojas y gritando: "¡Hola, amigo! te estás sintiendo tan mal porque
te estás enfocando en el hecho de que no tienes el auto. Sigue pensando así y ten la seguridad
de que seguirás recibiendo más de lo mismo, es decir, un montón más de: 'No Auto' Si
realmente lo quieres, empieza por sentirte bien cuando pienses en él, y entonces observa lo
que sucede".
Esa sensación deprimente, es una bandera roja, una señal de que la manera en la que
está fluyendo tu energía (lo que estás pensando y sintiendo acerca de ello) garantiza que no
vas a obtener el automóvil. Así que ahora todo lo que tienes que hacer es cambiar tu manera
de pensar y de sentir acerca de ese auto (tu deseo) y será tuyo.
Emitimos ese tipo de energía, de sentimientos negativos, todo el día, lo cual explica
por qué obtenemos tan poco de lo que esperábamos conseguir. Vemos algo que hemos
anhelado toda la vida (que puede ser cualquier cosa, desde un costoso auto rojo, hasta
entender la física cuántica) y, desde nuestra posición de carencia, que significa que no lo
tenemos y que no estamos seguros de poder tenerlo alguna vez, nuestro enfoque y nuestros
sentimientos se concentran en lo que no tenemos. Así, eso es lo que atraemos...: más "no
tengo". La ley física nunca cambia: obtenemos todo aquello en lo que nos enfocamos.
En nuestro ejemplo inventado del automóvil rojo, si lo que estás sintiendo y pensando
acerca de él no te produce algún tipo de emoción intensa y feliz, si no sientes que se te pone
"la carne de gallina" o que te invade una cálida y grata sensación de urgencia, o un deleite de
cualquier tipo, entonces estás sintiendo y proyectando lo contrario: vibraciones negativas a
partir de tu frustración por no tener el automóvil.
Desde nuestro enfoque en la carencia de algo, jamás podremos atraer lo opuesto. Para
atraer lo que sea que deseamos en nuestra vida, tenemos que modificar nuestro enfoque, el
cual cambiará a su vez nuestros sentimientos, y éstos nuestras vibraciones.
CONSIGUE TU AUTOMÓVIL
Muy bien, ahora desenmarañemos todo el asunto, para que ese automóvil rojo pueda
ser tuyo. Volvamos a nuestra fórmula original:
1. Identifica lo que NO quieres. (No quieres más no tener el auto.)
2. Identifica lo que SÍ quieres (eso es más fácil).
3. Colócate en el lugar del sentimiento de lo que quieres. (ahí es donde estamos ahora).
4. Espera, escucha y permite que suceda.
Ahora, en lugar de desear el automóvil cuando lo veas, o cuando pienses en él lo cual
sólo te hará sentir mal empieza a apreciar esa belleza. Aprecia su estilo, sus ruedas, su
interior, su velocidad, la forma en que crecerá tu ego. Eso, seguramente, va a hacerte sentir -y
vibrar- más rápidamente y más alto que si te enfocas en su ausencia. Y serán sólo las
vibraciones altas las que persistirán, no las bajas. Continuemos.
De hecho, con esas vibraciones cada vez más altas que estás emitiendo, te conviertes
en un verdadero imán de alta frecuencia, lo cual te hará sentir extraordinariamente bien,
ondeando banderas verdes de "sentirse bien" por doquier. Tus sentimientos irán de acuerdo
con tu intención original de satisfacción. Habrás dejado de atraer más de lo que no quiero y
ahora estarás atrayendo, muy en serio, lo que quieres.
Si, por otro lado, te permites entusiasmarte al pensar, en el auto de tus sueños, e
insistes ante ti mismo en que las cosas ya están en proceso de realizarse -sin importar que lo
que tengas a la vista sea totalmente opuesto-, entonces, esos pensamientos positivos
finalmente atraerán como un imán tus deseos. Deben hacerlo, es la física del universo.
Recuerda, son los sentimientos los que lo harán, no nada más los pensamientos. Son
los sentimientos los que crean el magnetismo y la vibración en las ondas que enviamos. Son
los sentimientos, los sentimientos, los sentimientos..., ¡que provienen de nuestros
pensamientos!
Hace algunas noches, mientras preparaba la cena, encendí la televisión para oír las
noticias y casi me vomito antes de haber siquiera probado el primer bocado.
En primer lugar, transmitían el informe de la más reciente epidemia de una nueva y
extraña gripe, tan exótica, de hecho, que era dudoso que aun las mejores vacunas pudieran
combatirla. "En el pueblo X, a 1,500 millas de distancia, se ha encontrado que tres de cada
cinco residentes han sido gravemente afectados por este nuevo virus incontrolable."
¡Terrible! Ahora, probablemente cuatro de cada cinco televidentes que estaban viendo
el programa empezarían a enfocarse en sus temores y en las emociones de "no querer" a este
pegajoso bicho raro, lo cual asegura, sin duda, su crecimiento y difusión, de modo que podrá
invadir fácilmente a cualquiera que esté en una frecuencia afín de temor. Los que podrían
haber sido sólo unos cuantos estornudos más en el pueblo sin el informe de la televisión,
ahora sencillamente provocarán un desastre.
Por esto te recomiendo que hagas la prueba y dejes de ver un mes cualquier noticiero
y periódico y observes como te sientes sin tu generador de baja frecuencia. Lo escuchamos
todo el tiempo en los medios de comunicación: otro bombardeo, otro incendio intencional,
otro salpullido provocado por un bicho terrible. Así que todos nos enfocamos en lo terrible de
lo sucedido, lo cual sólo sirve para atraer más de lo mismo.
¿En 1865 llevaban los jóvenes pistolas en las escuelas?, hasta la pandillas de
violadores, edificios destruidos por una explosión y pirómanos en serie? No, porque no se
contaba con los medios de comunicación para crear el efecto que provocan las vibraciones
que lo producen en masa. En cambio, se publicaban noticias en los periódicos y carteles
ofreciendo una recompensa por ladrones de trenes y asaltantes de bancos; así que lo que se
multiplicaba eran los ladrones de trenes y los asaltantes de bancos.
Créeme, la Ley de Atracción estaba tan activa en tiempos de Billy the Kid como lo está
ahora, porque es la ley fundamental de la creación en todo el universo. Concentrémonos con
repetida e intensa emoción en algo que no queremos (o que queremos) y, tarde o temprano,
ese algo estará junto a nosotros.
Desde luego, no hay sólo dos tipos de energía: una que nos hace sentir bien y otra que
nos hace sentir mal, sino que existen diversos grados en las vibraciones de sentirse bien y en
las vibraciones de sentirse mal en cada pensamiento que emitimos. Las llamaremos energía
positiva y energía negativa, aun cuando son lo mismo, sólo que vibran en forma diferente.
Cada vez que pensamos en algo hacemos fluir algún, tipo de energía, positiva o
negativa (sentimiento), hacia lo que sea que estamos pensando. Y la tonada nunca cambia:
como pensamos, sentimos; como sentimos, vibramos; y como vibramos, atraemos. Entonces,
tenemos que afrontar las consecuencias.
Pero, ¿cómo llegan realmente a nosotros esas "consecuencias"? ¿Cuál es la ruta que
provoca que nos encontremos con algo en lo que habíamos estado pensando? Cada vez que
pensamos seriamente en algo, ocurren dos cosas: primero está la vibración producida por el
sentimiento que evoca ese pensamiento (felicidad, tristeza, etcétera). La segunda es la
activación, producida por nuestras emociones y conformada de pequeños trocitos de
pensamiento, que yo llamo pensamientos-partícula. Una vez que esas partículas magnéticas
son activadas por nuestros sentimientos, se programan de manera instantánea para atraer
cosas, según lo que sea con lo que hayamos estado vibrando.
Siempre que pensamos en algo, y pensamos un poco más, y hablamos sobre ello, y le
damos vueltas al mismo pensamiento al día siguiente y al otro, entonces surgen tantos pen-
samientos de la misma frecuencia flotando por ahí, que empiezan a unirse como bolitas de la
misma masa. Cuantos más pensamientos emitamos de la misma clase, mayor irá siendo el
cúmulo de ellos, hasta que se extienden y se convierten en algo gigantesco, con enorme poder
de atracción, lo suficientemente grande como para formar sus propios remolinos de energía
magnética extraordinariamente poderosos, ya sea de naturaleza positiva (felicidad) o negativa
(tristeza).
Esos centros de poder, los remolinos de una monumental energía magnética, atraen
hacia sus propios centros giratorios todo lo que tenga vibraciones similares -incluyéndote a
ti"-, lo cual en el transcurso del tiempo provoca acontecimientos. Antes de que te des cuenta
de lo que está sucediendo, te encontrarás en el centro mismo de algún suceso, que tú mismo
iniciaste con tus pensamientos y sentimientos recurrentes. Podría ser el mismo asunto en el
que te has estado enfocando, o podría ser algo completamente diferente y, sin embargo,
formado por las mismas vibraciones. Aunque ciertamente podemos hacer fluir sentimientos sin
pensamientos, en nuestro ejemplo ha sido el pensamiento repetitivo el que ha provocado los
sentimientos repetitivo s que pusieron a rodar la bola magnética.
Lo que debemos recordar aquí principalmente es que cuanto más pensemos acerca de
cualquier cosa, ya sea algo que deseemos en nuestra vida o algo que no deseemos, con mayor
rapidez lo atraeremos a nuestra experiencia. Ésa es, en concreto, la Ley de la Atracción, la ley
universal que reza: "Lo semejante atrae a lo semejante".
TU PROPIO PODER
Hemos crecido en una sociedad que ha estado produciendo energía variada y
caprichosa a lo largo de muchos siglos, que se ha dejado absorber sin dirección alguna, y
mucho menos dirigida hacia donde queríamos ir. Aquí no hay víctimas, sólo flujos de energía.
En nuestro caso, hemos fluido directamente al desafortunado olvido de que siempre hemos
tenido el poder para crear nuestras propias vidas y nuestro propio mundo, sin importar cómo
se nos haya ocurrido que fuera. En cambio, a partir de nuestra incapacidad para comprender
lo que significa el flujo de energía, nos hemos convertido en expertos en dejar que las cosas
sucedan por negligencia.
La mayoría de nosotros hemos ido creando nuestros días desde que asistíamos al jardín
de niños, a enfocarnos en todas las cosas que no nos gustaban ni queríamos, y que nos hacían
sentir impotentes, al tiempo que observábamos cómo empeoraban. Hemos vivido una vida en la
que la mayor parte del tiempo nos sentimos a merced de fuerzas que operan fuera de nuestro
control.
Las víctimas, como lo hemos sido todos en uno u otro momento, que ven al mundo como
el resultado de incontables circunstancias sobre las cuales creen no tener control. Todos hemos
estado ahí, o estamos todavía. Sólo es cuestión de cuánto del mito de la víctima hayamos
escogido para vivir. Pero no tenemos por qué quedamos ahí. De hecho, una vez que empieces a
constatar realmente los efectos del magnetismo, te será muy difícil pasar por alto esta evidencia
que brilla intensamente: nuestras vidas han sido moldeadas por el diario fluir de nuestra
energía, no por la suerte, el destino, las circunstancias o un tío rico. Si analizas que hemos
pasado décadas enteras tratando de hallar todo lo que está mal y, por tanto, enfocándonos en to-
das las cosas de nuestro mundo que no nos gustan, no queremos, o quisiéramos cambiar, no es
de asombrar que hayamos atraído tantas desdichas y desventuras. Ningún ser humano puede
estar tan continuamente desconectado de su fuente de energía y llegar a donde sea que quiera ir.
Así que aquí va un rayo de luz: “Vivir la vida continuamente como víctima de las
circunstancias, enfocado siempre en lo malo que hay en todo y en todos, jamás nos proporcionará
la existencia que deseamos. Sólo nos traerá una cosa: más de aquello que queremos tan
desesperadamente cambiar”.
RECETA PARA CREAR
La receta para crear cualquier cosa es realmente sencilla: toma sentimientos buenos o
malos (lo que se traduce en vibraciones positivas o negativas), hornea con diversos grados de
emoción para aumentar el magnetismo, y resultará lo que hayas atraído, te guste o no. Todo
aquello en lo que nos hemos enfocado y la manera en la que hemos vibrado respecto a ello, es lo
queremos recibido..., desde el día de nuestro nacimiento. Significa que hemos estado enfocados
en lo que no queremos... ¡durante años!
Sólo toma dieciséis segundos enlazar nuestras vibraciones ron aquello en lo que nos
estamos enfocando. Así es, sólo dieciséis segundos de pensamiento puro, enfocado, bueno o ma-
lo, negativo o positivo. En ese breve tiempo, empezamos a vibrar en la misma frecuencia de lo
que estamos pensando emocionalmente, lo que significa que estamos listos para atraer eso
mismo que pensamos.
No es necesario decir que todos hemos tenido un montón de cosas en las que hemos
pensado una y otra vez, en repetidos segmentos de dieciséis segundos, todos ellos con
vibraciones de frustración, tensión y preocupación, sobre las incontables rosas que no
queremos, que no nos gustan y no sabemos cómo manejar, o que pensamos que no podemos
soportar. Lo anterior explica por qué durante la mayor parte de nuestra vida hemos estado
atrayendo continuamente más de lo mismo. . Hasta ahora, ésa ha sido la manera fundamental en
que hemos construido nuestra vida, produciendo una incesante corriente de tensión negativa, de
la cual podríamos prescindir.
Por ejemplo, digamos que en nuestra juguetería mágica hay ¡Un fantástico nuevo empleo
que te está esperando!. O tal vez encuentres ahí mismo tu próxima casa, con todos los lujos
inimaginables y con más aparatos electrodomésticos de los que jamás hayas visto. A la vuelta de
la esquina hay también una nueva y maravillosa relación (o una vieja relación renovada). Ha
también, hay a tu disposición, un nuevo cuerpo, totalmente reformado, y con las medidas
adecuadas.
¡Eso es espléndido! Pero, ¿de dónde te van a llegar todas esas rosas maravillosas? ¿Te
van a caer del cielo, o serán un regalo de m ángel guardián? No, van a salir de ti mismo. Para
poder obtenerlas, todo lo que tienes que hacer es desearlas con una intensidad que proceda de
lo más profundo de tu ser, con una intensa vibración de "sentirte bien".
VIEJAS CREENCIAS OXIDADAS
Para nosotros, es difícil aceptar la idea de que lo que ha sido nuestra vida no tiene
absolutamente nada que ver con lo que puede ser. Eso es diametralmente opuesto a cómo
pensamos que funcionan las cosas. Sin embargo, lo que ha sido -o lo que sea que tengamos frente
a nosotros en este mismo momento-, es sólo el resultado de cómo hemos dejado fluir nuestras
energías anteriormente, y no de "la forma en la que son las cosas".
Lo que ha ocurrido en nuestra vida es el resultado directo del lugar en el que ha estado
nuestro enfoque. Y la mayor parte de nuestro enfoque procede de creencias anticuadas, de esas
filosofías que huelen a rancio y que nos metieron en la cabeza, o que hemos aceptado a pie
juntillas como la realidad, desde que éramos bebés. Nos atiborraron con ellas y todavía están
ahí: patrones arcaicos de pensamiento sobre lo que consideramos que es la realidad, patrones
de pensamiento que francamente deberían estar en el bote de la basura.
Los psicólogos las llaman introyecciones, suena como inyecciones ¿verdad? Y casi así
nos fueron inculcadas, se identifican fácilmente porque son creencias que tenemos que
comienzan con: “Tengo que…..” a diferencia de aquellas que comienzan con “Quiero que…”. En
términos generales, las primeras son del tipo de viejas creencias enmohecidas, son nuestro
mayor obstáculo para crear ciertas situaciones que nos proponemos, porque aparecen y nos
detienen cada vez que pensamos que nos gustaría tomar otra dirección.
Otras proceden de nuestro autoconcepto, que por cierto también aprendido de lo que
nos dijeron que valíamos Ya sabes a lo que me refiero: tú piensas que te gustaría conseguir un
nuevo empleo, y entonces surge el reclamo del pensamiento, cargado emocionalmente, de: "Pero
no puedo, porque......, ó un automóvil nuevo: "Pero no puedo, porque...", ó una nueva relación:
"Ay, no, no, REALMENTE no puedo," porque...
"Tengo que arreglar esto, tengo que arreglar aquello, tengo que arreglar esto; no lo
quiero de esta manera; no me gusta de esta manera; tengo que arreglar esto." Es un enfoque de
vida basado en que las cosas están mal y hay que arreglar como visión de vida. Sin embargo, tal
vez nuestras creencias más perniciosas son las que más nos agradan, como la de echar la culpa
de todo lo que nos sucede a los demás, a nuestros empecinados dirigentes, a nuestros familiares
alcohólicos o a nuestros antipáticos jefes.
Culpamos, con la constancia del sol naciente, pensando que no hay nada de malo en eso
porque así es como funciona el mundo. Estamos convencidos de que culpar nos hace sentir
mejor y nos libera de los desastrosos resultados, así que lo seguimos haciendo todavía más, sin
tener idea de cuán destructivas han sido -y están siendo- dichas vibraciones negativas para
nuestra vida.
Pero aquí están las buenas noticias: sin importar lo que el desfile actual de psicólogos y
consejeros digan en contra, no tenemos que hurgar en toda esa inútil basura para hacer que
la vida funcione a nuestro favor. Con unos cuantos sencillos trucos del oficio y la conciencia de
que realmente no hay más dificultad que prestar atención a cómo estamos sintieeendo,
aprenderemos fácilmente a superar esas viejas ideas, anticuadas, que nos mantuvieron
prisioneros durante tanto tiempo, viviendo una ida difícil que siempre pensamos que era
perfectamente normal.
“NO QUIERO"
Existe sólo un lugar de donde procede toda la energía negativa: de nuestros "no quiero".
Algunas veces los llamamos complejos de culpa, otras veces les decimos temores, remordimien-
tos, preocupaciones, o dudas. Pero por ahora, para poder descartar toda la palabrería que usan
los psiquiatras, los llamaremos simplemente "no quiero".
Aunque resulte difícil de creer, la mayoría de nuestros pensamientos cotidianos -y, por
tanto, de nuestros sentimientos- son acerca de cosas que no queremos, grandes y pequeñas, de
aquí y de allá, que vuelven del pasado o que se contemplan en el futuro. Este tipo de
pensamiento es interminable, la mayor parte de él es automático e inconsciente, pero
terriblemente limitante. Te invito para hacerlo práctico que le preguntes a una persona de tu
confianza: ¿qué quieres de la vida?
Te aseguro que en más del 90% de los casos te darán una larga explicación de lo que NO
quieren, pero cuando insistes, bueno ya se lo que no quieres, ahora dime ¿Qué SI quieres?. Lo
más probable será como respuesta un largo silencio, ¿checas?. Veamos:
No queremos tener que conducir el auto hasta el trabajo cuando hay mal tiempo. Llegar
tarde al trabajo. Disgustar al jefe. Que continúen nuestras carencias. Vernos mal. Que dañen a
nuestros hijos. Que nos dé gripe. Que nos despidan. Hacer largas filas. Levantarnos
temprano por la mañana. Más cuentas por pagar. Vivir en un clima tan frío. Que se ponga la
luz roja. Divorciarnos. Sufrir. No tener dinero suficiente. Fallar en el examen, etcétera,
etcétera.
Ahora bien, de la lista anterior algunas nos parecerán más intrascendentes que otras, sin
embargo enfócate en cualquiera durante cierto tiempo y la verás frente a ti hecha realidad, antes
de que sepas cómo ocurrió.
Lo que es peor aún, el poder colectivo de todos los conscientes e inconscientes "no
quiero" que esparcimos enérgicamente durante todo el día, se convierte en la suma de
vibraciones que produce nuestro mundo individual. Nos guste o no, esa mezcla es normalmente
negativa. ¿Te das cuenta el contaminado ambiente de energía negativa en que estamos
inmersos?
Por ejemplo, revisemos esas viejas telarañas de nuestro pasado que comienzan con el "si
tan sólo":
Si tan sólo hubiera tenido otros padres.
Si tan sólo hubiera podido ir a la universidad.
Si tan sólo no me hubiera casado con esa persona.
Si tan sólo hubiera aceptado ese trabajo.
Si tan sólo no hubiera desviado mi ruta.
Si tan sólo, si tan sólo, si tan sólo...
Los "si tan sólo" son sencillamente el tiempo pasado de los "no quiero". "Yo no
quería realmente esos padres". "Yo no quería tener que buscar trabajo sin tener un título uni-
versitario". "Yo no quería un matrimonio desventurado". "Yo no quería un empleo con tan bajo
salario". "Yo no quería tener un accidente automovilístico, pero cambié de carril." Y entonces
aparecen todos esos tramposos "quiero" que no son más que "no quiero" disfrazados:
Quiero ponerme bien.
Quiero salir de deudas.
Quiero bajar de peso.
Quiero dejar de fumar.
Quiero que mejore nuestro desastroso matrimonio. Quiero que mi cónyuge obtenga un
mejor trabajo.
Quizá pienses que estás siendo positivo puesto que no estas empleando los "no quiero",
pero, ¿en qué te estás enfocando? El uso de los "quiero" disfrazados tampoco es muy
recomendable, porque no nos permite obtener lo que en verdad deseamos, ya que en realidad
hace que nos concentremos en los "no quiero" y puesto que recibimos aquello en lo que nos
enfocamos..., ¿qué crees?, ahí aparecen tus "no quiero" para encontrarse contigo.
Digamos que en tu trabajo hay algo que no te gusta, o que te ves obligado a conducir un
automóvil destartalado, o que tienes una pareja que te está volviendo loco. Y supongamos que
piensas en estos "no quiero" una y otra vez. Cada vez que vuelves al mismo tema y añades otros
dieciséis segundos a él, con una buena dosis de emociones, no sólo lo estás aumentando y
acrecentando su poder, sino que estás facilitando el pensar en él.
Cuando piensas en el mismo problema una y otra vez, se vuelve tan fácil pensar en él,
que casi no puedes apartarlo de tu cabeza. Y antes de que te des cuenta, precisamente lo que no
quieres que suceda..., ¡ocurrirá! Si vives constantemente preocupado porque no quieres que
alguien raye tu automóvil nuevo, te convertirás en el blanco perfecto de vibraciones que
atraerán hacia tu auto al tipo loco que está en el estacionamiento.
Si estás obsesionado con no tener vecinos desagradables como los que vivían en la casa
de al Iado, lo más probable es que estés listo para atraer a gente odiosa, con perros que ladran
toda la noche, y no lograrás jamás sacarlos de ahí. Si no quieres más problemas con las cuentas
por pagar, con seguridad esos problemas empeorarán. Si no quieres pasar solo estas
vacaciones..., bueno, ya te imaginas cuál será el resultado.
Todo aquello que incluyas en tus vibraciones, durante dieciséis segundos o más, será
atraído hacia ti, te guste o no te guste. Así que, cuando empieces a evocar todas esas cosas que
no quieres, y fluyan de ti dieciséis segundos de sentimientos cada vez que hablas del asunto, éste
se volverá parte de tus vibraciones diarias. Y muy pronto lo estarás viviendo..., aunque no te
guste..., lo estarás vibrando..., hablando de ello..., quejándote de ello..., dándole vueltas..., y
haciendo que coincida más todavía que al principio con tus vibraciones diarias. Estarás vibrando
precisamente con aquello que no quieres.
Esas vibraciones no pueden irse tan fácilmente. Son parte de ti. ¡No importa cuánto te
preocupes o te quejes al respecto, no se irán! Están incluidas en tu vida y cuanto más las vivas, re
enfoques y reflexiones en ellas, más fuertes se volverán y retendrán en tu vida esa circunstancia
de la que tanto deseas librarte.
Además, hay otro problema: ¿recuerdas los diapasones que estaban dentro de una
habitación, y que sólo sintonizaban con los que sonaban en la misma frecuencia? Lo mismo suce-
de con nuestros pensamientos. Cuanto más pienses en algo, no sólo atraerás más de aquello en
lo que estás pensando, sino que también estarás haciendo sonar y atrayendo cualquier otra cosa -
cualquiera- que casualmente esté en una frecuencia similar.
El resultado podría ser desde un caso grave de gripe, hasta ser despedido de tu empleo,
cuando lo que estabas pensando realmente era en que no tenías dinero para arreglar el techo
con goteras. Ahora, de pronto tienes ese lindo paquete de sorpresas de la misma vibración -
aunque no sean la misma cosa de tus "no quiero" nada agradables. Al pensar sólo en uno de
ellos, estás extendiendo una invitación para cualquier cosa que pueda estar "saltando" dentro de
la misma frecuencia. Si coincide con tu vibración, puede ser tuya, sin importar si estás o no
enfocado en ella.
¿No has notado que cuando empieza a salir mal una cosa todo lo demás sale igual de
mal? Eso se debe a que las vibraciones que estás enviando están coincidiendo con todo tipo de
otras cosas con la misma longitud de onda. Al estar pensando en algo, una y otra vez, creas una
espiral de pensamiento, que se vuelve considerablemente más grande con sólo Dios sabe qué
más, que comienza a girar alrededor de tu centro magnético y se encamina hacia ti.
Por ejemplo, si te concentras demasiado tiempo en lo que te disgusta del trabajo que
realizas, automáticamente harás que pasen cosas como que le den un golpe a tu auto, que se tape
el fregadero, que pierdas las llaves, que el refrigerador deje de funcionar y que te tropieces y te
lastimes el dedo gordo del pie. Y todo por estar pensando una y otra vez en un solo "no quiero"
que, por cierto, ahora será peor que antes.
Los "no quiero" pueden ser muy importantes o triviales, pero de cualquier modo, cuando
nos enfocamos en uno, o en un centenar de ellos, hacemos que emitamos vibraciones que
seguramente atraerán todo tipo de cosas que no se relacionen en lo absoluto con algo agradable.
N o pueden hacerlo. Están en una frecuencia totalmente diferente.
Dos cosas son ciertas: 1) piensa durante suficiente tiempo en algo que no quieras, y tú
mismo lo atraerás, o eso te atraerá a ti, y 2) piensa en un "no quiero" con verdaderos senti-
mientos atrás de él, y automáticamente atraerás otros sucesos desagradables de frecuencia
similar.
Así, pues, ¿qué hacemos con todo esto? ¿Cómo cambiar? Seguramente no podremos
controlar todas y cada una de las cosas que decimos, hacemos o pensamos a lo largo del día, por
pequeñas que éstas sean, nos volveríamos locos tratando de hacerlo.
Todos y cada uno de nosotros somos extensiones físicas de muchísimo más de lo que
vemos, extensiones de un ser más amplio, un ser no físico (nuestra fuente de energía), que se
está expresando a sí mismo justo ahora, en un cuerpo humano. Cuando vibramos en sincronía
con esa energía, nos sentimos bien; y, al contrario, cuando nos sentimos deprimidos y mal,
significa que estamos vibrando fuera de sincronía, aunque lo hagamos con esa misma energía
pura y positiva.
Los "no quiero" significan que estamos fuera de sincronía. Cuando vemos algo y
decimos: "No quiero esto", suceden dos cosas. Primero, no hay la menor posibilidad de que el
"no quiero" sé vaya, porque lo estamos reteniendo en nuestra vibración al centrar la atención en
él. Y segundo, nos sentimos mal, deprimidos, abatidos, vacíos, o con cualquier otro tipo de sen-
timiento, menos el de felicidad.
Por tanto, cuanto más estemos en sincronía con la energía de nuestra fuente original,
mejor nos sentiremos. Y cuanto más alejados estemos de esa sincronía, peor nos sentiremos. En
otras palabras: sentirse bien es lo que debe ser natural, aunque no es lo normal para nosotros,
al menos por el momento. Cualquier situación diferente a ésa no es natural, pese a que por
ahora, lamentablemente, sea lo normal para nosotros.
PERO, ¡CUIDADO!
Nuestro principal problema con las emociones negativas es que muy pocas veces somos
conscientes de que las tenemos. Sin embargo, si estuviéramos emitiendo la alta frecuencia de la
alegría todo el tiempo, en lugar de vibraciones más bajas que no tienen nada que ver con la
alegría, tendríamos tal prosperidad, lujos y éxitos -para no mencionar felicidad, salud perfecta y
bienestar-, que nada de esto nos importaría.
Ésta es, pues, la clave de ese estado que llamamos normal, el cual ocupa
aproximadamente el 99 por ciento de nuestro tiempo, y que no es otra cosa más que vibraciones
negativas. Las vibraciones negativas de cualquier tipo, de cualquier intensidad, con cualquier
excusa, significan que nosotros mismos nos hemos alejado de la vida. Estamos existiendo, pero
no viviendo. ¡Una gran diferencia!
Las vibraciones negativas significan que nos hemos desconectado de nuestra fuente.
Las vibraciones negativas se presentan cuando nos negamos a permitirnos siquiera
pensar en todo aquello que nos hace felices.
Las vibraciones negativas surgen de vivir con los "no quiero". Y ése es el único lugar de
donde provienen. Las vibraciones negativas significan que hemos cerrado las puertas de nuestra
"juguetería".
Así de simple: nuestros "quiero" sólo se sincronizan con las vibraciones positivas de
nuestro "Ser interior/Ser expandido", y no con nuestras vibraciones negativas. Debido a que
nuestros "quiero" nos traerán placer -de cualquier tipo-, la única vibración con la que coinciden
es con la de nuestra "intención original" de estar en armonía.
Por tanto, básicamente hemos estado destruyendo nuestros propios propósitos durante
todo el tiempo. Al pensar que era importante preocuparse por cualquier cosa, como las cuentas
por pagar, los niños, la abuela, la situación mundial, lo que hemos estado haciendo ha sido
generar un constante flujo de energía de baja frecuencia, que retiene la mayor parte de lo que
deseamos para nosotros mismos, para otros y, también, para el mundo.
Estamos preocupados por perder a alguien o algo, así que estamos temiendo la ausencia
-la carencia- de ese alguien o algo.
Nos provocan temor ciertas cosas que "andan por ahí", por que carecemos del
sentimiento de seguridad. Nos justificamos y lo racionalizamos, porque nos hace falta la
aprobación de alguien (¡incluyendo la nuestra!). Nos sentimos deprimidos, puesto que no
tenemos algo que queremos, aunque sólo sea el sentirnos bien.
Nos sentimos ansiosos, ya que carecemos del tiempo y los recursos para producir.
Cada sentimiento negativo en el diccionario, procede de una carencia. ¡Y doy gracias a
Dios por eso! ¿Qué estoy diciendo? Sí, ya sé que eso suena a locura. Pero, ¿cómo podrías reco-
nocer lo que QUIERES, si no sabes primero qué es lo que NO quieres? No se puede. Sólo a partir
de un "no quiero", es posible identificar un "quiero", lo cual significa que toda experiencia
desagradable, todo acontecimiento negativo, todo momento des-, afortunado, y cualquier
pequeña preocupación, es una oportunidad que nos brinda la vida.
Un "no quiero" es una llamada a despertar, una llamada a salir del escondite, a cambiar
de velocidad y a atraer la "vida real". Así que bendice. Todas las emociones negativas que hayas
tenido, o que estés teniendo ahora, sin importar lo desagradables o frecuentes que éstas sean.
Son las herramientas más valiosas con las que cuentas, tu trampolín al bienestar.
Cierto, es difícil hacerse a la idea de alegrarse por algo como el estrés; pero, si has
logrado identificarlo (¿y quién no?) y puedes admitirlo y sentirlo, has dado el primer paso, y el
más importante, para aprender a ser un verdadero creador.
Los "no quiero" personales son las cosas levemente desagradables de la vida, que sólo
nos molestan a nosotros y no necesariamente a los demás, son cosas que, de manera personal,
preferiríamos evitar, como el tener que pronunciar un discurso en una junta, matar arañas,
coser agujeros en los calcetines de los niños o actuar como jurado en largos juicios. Ocurren con
menor frecuencia que los "no quiero" universales, porque no estamos tan a la expectativa de que
se presenten, y en consecuencia, no suceden. Por ejemplo, digamos que estás realmente furioso
con tu jefe (un "no quiero" personal).
A la noche siguiente, todavía enojado con la cajera, decides ir de compras a la tienda del
competidor. Haces tus compras, te diriges a la caja y, ¿adivinas qué? ¡Ganas la apuesta! Te toca
otra cajera, atraída por tus vibraciones, tan desagradable o más que la anterior. Has vuelto a caer
exactamente en lo que querías evitar. ¡Tú lo pediste! Obtuviste la consecuencia de tus
vibraciones; no hay otra regla de vida más efectiva que ésa.
Los "no quiero" personales generalmente no son tan graves, por lo menos al principio.
Vienen de nuestro deseo innato de experimentar las cosas bellas de la vida, mientras que los "no
quiero" universales tienen raíces más profundas, y proceden casi siempre de temores e
inseguridades humanas.
OBSÉRVALO
Por ejemplo, consideremos el pensamiento: "No quiero que me dé gripe". Aun cuando lo
que estás diciendo es que quieres sentirte bien, ¿en qué te estás enfocando? Lo estás haciendo
precisamente en lo que no deseas, así que de ese modo es como estás vibrando. De acuerdo con
la Ley de Atracción, vibras y das vida a aquello en lo que te concentras, en este caso, a la gripe.
O bien, considera la siguiente frase: "No quiero seguir conduciendo este viejo automóvil"
. Lo que tú quieres es un automóvil nuevo, pero te estás enfocando en el viejo. No sólo estás
vibrando en armonía con tu "no quiero" (conducir tu viejo auto), lo cual aleja la posibilidad de
que se vuelva realidad tu deseo de tener un nuevo automóvil, sino que ese enfoque pro-
bablemente provocará que ocurran todo tipo de cosas desagradables a tu pobre auto viejo. Y si
sólo te enfocas en el dinero que te falta para comprar un auto nuevo, o para arreglar el viejo,
observa cómo las dos cosas se atraen como abejas a la miel: el viejo auto se descompondrá y no
habrá dinero en el banco para arreglarlo.
Un fuerte sentimiento de: "No quiero que me multen por exceso de velocidad”, es una
buena invitación vibratoria para que el agente de tránsito escondido detrás del árbol que está
cavilando en: "Voy a alcanzar a ese tonto como sea". Las mismas vibraciones' negativas se unen.
Un fuerte sentimiento de: "No quiero reprobar este examen" es un tipo de enfoque del que
deberías prescindir si realmente quieres aprobarlo. Un fuerte sentimiento de: "No quiero que mi
hijo resulte lastimado" es un gran preludio vibrátil de un accidente.
"No quiero que me roben."
"No quiero enfermarme cuando sea viejo.".
"No quiero que se descomponga mi automóvil."
"No quiero vivir así." .
"No quiero pagar tantos impuestos."
"No quiero cometer un error."
"Odio la guerra."
Todas son cosas que quieres cambiar, pero que con tu en foque, las has incluido en tus
vibraciones. Enfócate en los "no quiero" y obsérvalos crecer.
Asimismo, resulta engañoso enfocarte en el "quiero", cuando en realidad estás vibrando
en un "no quiero" como en los siguientes casos:
"Quiero terminar con esta relación."
"Quiero un empleo con mejor sueldo."
"Quiero al gobierno fuera de mi vida."
"Quiero salir de deudas."
"Debemos detener la destrucción de los bosques."
¿En dónde está tu enfoque? En cada uno de esos casos, está en lo que no quieres, no en lo
que sí quieres. Si al pensar en ellos tienes un pensamiento pasajero sobre un "no quiero", no hay
problema. Pero si prestas demasiada atención a algo que realmente no quieres -aun cuando
pienses que es algo que quieres- tarde o temprano crecerá y te alcanzará.
VUÉLVELO ACOGEDOR
Obviamente, nadie se detiene a analizar cada pensamiento que tiene, para ver si esa
tontería es un "quiero" o un "no quiero". Nos volveríamos locos en cinco minutos. No, no te-
nemos que hacer eso. Todo lo que tenemos que hacer, es prestar atención a cómo nos hace
sentir un pensamiento.
Si lo que estás diciendo o pensando te hace sentir rumbo al cielo, lleno de alegría, estás
en un "quiero" (bandera verde). Si, en cambio, sientes que has entrado a una nube oscura y
húmeda, estás en un "no quiero" (bandera roja). De hecho, si te produce cualquier tipo de
sentimiento que no sea, agradable, tienes un "no quiero" en acción. Simplemente vuelve a
pensarlo, usa otras palabras, otro enfoque, y vuelve a sentirlo hasta que hayas encontrado una
forma acogedora en un cálido y suave "quiero" y estés vibrando ahí, seguro ya salvo.
Muy bien, ahora di: "Quiero que la felicidad que tengo en este momento en mi vida se
extienda, y se convierta en una alegría continua e interminable". ¿Cómo te sientes con eso?
Mucho mejor, ¿verdad?
"Quiero salir de deudas." No hay necesidad de preguntarte cómo te hace sentir eso.
Mejor repite: "Quiero usar mi talento en una forma que sea positiva, satisfactoria y realmente
remuneradora. Sé que puedo hacerlo". O: "Intento tener más tiempo para dedicarme a proyectos
agradables, novedosos y que me produzcan dinero". O: "Me siento lleno de vida cuando soy
creativo", lo cual marca una enorme diferencia con el sentimiento de: "Quiero salir de..."
Así que a continuación te presentaré tus opciones: o aprendes a identificar una vibración
positiva de una negativa y tomas el control de tus "quiero" y "no quiero", o seguirás en ese
negativo mar de basura, para andar a ciegas, como casi todo el mundo, el resto de tus días.
Forcejeos, desacuerdos, conflictos, enfermedades y muy poca felicidad, serán tu recompensa.
¡Quizá son palabras duras, pero eso se puede remediar fácilmente volvámonos
generadores de pensamientos, en lugar de receptores de los mismos! De ese modo estaremos en
otro juego, y ya no tendremos que vivir sometidos al capricho de las emociones ajenas.
Dejaremos de ser el pasajero vulnerable e indefenso y pasaremos a ocupar el asiento del
conductor o las fuerzas exteriores son irrelevantes. El pasado ya no tiene importancia.
Finalmente estaremos saliendo del ambiente que no podemos controlar. Nuestra vida, de aquí
en adelante, será la que escojamos.
EL FINAL DE LA HISTORIA
Hace tiempo solicite un préstamo que fue rechazado. Bueno, tan pronto como me
dijeron analice y me di cuenta de que me había hundido en serios "no quiero" que no solo había
arruinado el préstamo, no me tomó mucho tiempo cambiar el interruptor de "sentirme mal" a
"sentirte bien". Y me mantuve firme en ello, a pesar de que el préstamo había sido rechazado.
Aun cuando no parecía haber esperanzas, me negué a considerarlo así, y me puse a trabajar en
cambiar mi enfoque, mis sentimientos, mis vibraciones y hasta mi ropa cuando llegué a casa
(aunque esto último fue llevar las cosas demasiado lejos). A la mañana siguiente, el prestamista
me llamó por teléfono para decirme que habían solucionado el problema, que el préstamo por
fin estaba aprobado y que el dinero me sería entregado en unos cuantos días.
¿Fue suerte? ¡Para nada! Fue un deliberado y propositivo cambio de sentimiento y por lo
tanto de flujo de energía. Ya había recibido lo que no quería, así que no fue muy difícil identificar
mi "quiero", cambiar de sentimiento, tenerlo y fluir, y fluir. No siempre resulta sencillo "darle la
vuelta" a un no quiero" después de que se ha saltado del avión sin paracaídas, pero en este caso
funcionó.
"¿Cómo es que nunca hemos llegado ahí, ni hemos logrado subir hasta allá?". ¡Está bien!
Lo está, realmente. Lo hermoso hecho perfectamente. Sin nuestros "no quiero", jamás habríamos
alcanzado nuestros "quiero". Ahora, sólo tenemos que aprender cómo dar vuelta a las cosas
deliberadamente, en lugar de hacerlo por casualidad.
Así que si sientes que de pronto te ha envuelto una horrible y espesa nube negra
recuerda que está fluyendo energía negativa de ti. Sencillamente salta de ella y ponte a hurgar
buscando algún tipo -cualquier tipo- del agradable "sentirse mejor". Ahora estás ondeando
banderas verdes en tu camino de atraer tus más amados profundos y acariciados anhelos, que
en principio, es a lo que viniste a este mundo.
SI, ESO SI.
PASO 2. LEY DE ATRACCIÓN.
Una vez que hemos aprendido que el empleo constante de nuestros "no quiero" es lo
que rige la mayor parte de nuestra vida, tratemos de entender lo que son realmente los
"quiero" y qué podemos hacer con ellos cuando los hayamos descubierto. Suena tonto,
¿verdad? Todos saben lo que desean en la vida, desde luego. Entonces si el mismísimo Dios se
les apareciera frente a ustedes y les ofreciera concederle un deseo, sabrían de inmediato que
decir, ¿verdad?
¡Pues no! Los "quiero" son los más temibles malentendidos y descuidados elementos
de toda la raza humana, y yo podría apostar que para la mayoría de la gente el sólo pensar en
ellos resulta aún más aterrador que el sillón de un dentista al que se le han terminado los
anestésicos.
Aunque esta lógica parezca insólita, sin los opuestos probablemente nos volveríamos
locos. Para ilustrar mejor este concepto tan complicado, ven a volar conmigo en un viaje
imaginario sobre un pueblo ficticio, en un planeta también ficticio llamado Similitud.
Está ahí, justo debajo de nosotros. El área es muy parecida a la de cualquier lugar de la
Tierra. El mismo tipo de terreno, la misma clase de gente, lo mismo de todo. Todo parece
idéntico a lo que hay en nuestro planeta, excepto por una espantosa condición, todo es gris: el
panorama, los edificios, los automóviles, los animales, los cuerpos. Todo es del mismo color,
¡hasta del mismo tono! La gente no parece tener ningún entusiasmo, porque todo a su
alrededor es lo mismo, no hay en su vida reto alguno, ni cargas, ni obstáculos, ¡no hay
contrastes!
¿A quién le gustaría vivir en un lugar así? ¿Qué caso tendría? No habría nada que
superar, nada que desear, no habría diferencias que apreciar, nada que inspirara entusiasmo.
Simplemente un lugar de aburrimiento infinito, que es precisamente lo que venimos a evitar en
este planeta Tierra. Venimos a buscar diversidad y diferencias. Venimos, extrañamente, por el
contraste, por los opuestos. Eso es lo que nos ofrece nuestro tridimensional planeta Tierra: un
cuerno de la abundancia de alternativas y opciones, un campo de entrenamiento para
ayudamos a determinar qué cosas no nos gustan, para que podamos dar vuelta a la situación y
-¡afortunadamente!- para crear el tipo de cosas que nos gustan. Como ha dicho alguien: si el
único helado que hubiera fuera de vainilla, la vida sería bastante aburrida.
Así que tenemos opciones, muchísimas alternativas entre las cuales elegir, que nos
ofrecen las oportunidades de vivir y disfrutar de todo cuanto deseemos en este mundo de la
abundancia; pero, también, tenemos la oportunidad de descubrir cuánta tortura y privación
estamos dispuestos a soportar, antes de permitir que esos deseos formen parte de nuestra
vida.
La vida estaba destinada a ser: "No me gusta esto, sí me gusta esto otro"; en cambio, se
convirtió en: "N o me gusta eso, pero supongo que tengo que soportarlo". Entonces nos retor-
cemos, nos enfurecemos, protestamos y nos quejamos de todo a lo que nos hemos resignado, lo
cual, por supuesto, nos mantiene más adheridos al centro' mismo del lugar donde no queremos
estar.
Así que, ¿qué quieres? ¿Lo sabes? ¿Te atreves a soñar? ¿Te atreves a desear? ¿Te
atreves a dejar que tu imaginación (el don más divino y poderoso de la raza humana) se
desplace por la fantasía? ¿Qué quieres? ¿Qué es lo que quieres, real y sinceramente?
LA TORTURA DE DESEAR
Vemos todas las cosas que nos gustaría tener, pero que no tenemos; todos los lugares
en los que nos gustaría estar, pero en los que no estamos; las escaleras que nos hubiera
gustado ascender, pero por las que no subimos. Cuando muy pocas de las cosas que nos
hubiera gustado tener y hacer han aparecido en nuestra vida, como si hubiéramos elegido
deliberadamente que nada de lo que nos gusta sucediera, nos preguntamos: "¿Por qué
empezar a querer ahora?". Empleamos aquel viejo dicho de: "Entre más quiero, menos
obtengo", junto con el otro lado de la misma moneda que dice: "Claro que tengo muchos deseos
y muchos 'quiero', pero de ningún modo pero conseguirlos ahora". Es triste decirlo, pero nos
han "lavado el cerebro" para hacernos creer que la mayor parte de los "quiero" no sólo son
egoístas y autocomplacientes, sino absurdamente imposibles.
Aun antes de eso, cuando eras un pequeño que empezaba a caminar y disfrutaba
explorar, te dirigiste tambaleante hacia el brillante florero en el mueble de la televisión y te
gritaron: ¡No, no, eso no se toca!" No sólo una vez, ni un centenar de veces, sino unas sesenta
mil veces (según dicen los investigadores), durante un periodo de tres años; te dijeron: "¡No,
niño malo, eso que quieres no es tuyo!". Para cuando cumpliste cuatro años, lo pensabas muy
bien antes de querer mucho algo. Querer equivalía a ser "malo". Y eso no termina con los
primeros años: "no" a esto, "no" a aquello, "absolutamente no" a lo de más allá..., parece que
todo esto fue lo que escuchaste durante tu crecimiento.
Para cuando llegaste a la preparatoria, te resultaba muy difícil desear realmente algo
que fuera más allá de lo socialmente aceptado, como adquirir tu primer auto, asistir al baile de
graduación y conseguir trabajo por horas mientras estabas en la universidad. Y que no se te
ocurriera desear conocer el mundo mientras encontrabas algo mejor que hacer. Ni se te ocu-
rriera convertirte en millonario al año siguiente. "¡Ridículo! ¡Deja de estar en las nubes!". Así
que la mayoría de nosotros hacemos nuestros anhelos a un lado, mientras penetramos en los
dogmáticos "deberías" y "tienes que" de la vida adulta.
Hemos asimilado el gran dogma que afirma: cuanto más queremos algo que no está en
el "libro de reglas de la sociedad", lo más seguro es que no lo consigamos. Soñamos, pero
nuestros sueños nunca se hacen realidad. Soñamos un poco más, pero no pasa nada. Pronto
nos inclinamos ante la ficticia verdad de que soñar en algo, o querer algo fuera de lo normal (y
con frecuencia, hasta dentro de lo normal), no es algo que esté bien visto. Cuanto más lo
queremos, peor nos sentimos por no obtenerlo.
Finalmente, a excepción de los pequeños sueños, los que sabemos que son prudentes y
accesibles, al paso de los años cejamos de soñar completamente. Y ahí nos quedamos: en el
desolado santuario de Similitud, protegidos por la creencia errónea de que si soñamos poco, y
no sucede nada, no saldremos demasiado lastimados. ¡Santo cielo, qué forma de vivir hemos
escogido!
Si tienes sobrepeso y quieres adelgazar, dices con toda inocencia: "Quiero estar
delgado", ése es un "quiero" negativo y nunca, jamás, lo sentirás como una grata sensación que
te reconforte. Proviene de anhelar, de añorar o de un desear vacío, todo ello de energía
negativa. Surge de la necesidad, la cual implica temor, y no del deseo, que es emoción.
Naturalmente, tú no estarías queriendo algo si lo tuvieras; pero si solamente te enfocas en el
hecho de que no lo tienes, jamás llegará. Y no podrás conseguirlo porque tu enfoque está en su
ausencia.
Con los "quiero" correctos, finalmente sacamos del clóset los "deberías" y los "tienes
que”, para lanzamos a vivir la vida... ¡nuestra propia vida! Con los" quiero" correctos,
aceptamos el hecho muy real de que no sólo es correcto y adecuado, sino esencial para
nosotros querer: cualquier cosa..., en cualquier parte..., de cualquier tipo..., en cualquier
cantidad..., en cualquier forma..., en cualquier grado..., y en el momento en que lo deseemos.
¡Cualquier cosa! Cualquier cosa de todo cuanto hay sobre la faz de la Tierra, siempre y cuando
sea algo que nos permita liberar nuestra vida, salir de Similitud y empezar a vibrar más cerca
del canal de alegría de nuestro Ser verdadero. Ésta es la única razón por la que tenemos los
"quiero", para hacemos sentir bien cuando los tenemos.
Sí, yo sé que esto suena cruel, indiferente a los demás y hasta cierto punto egoísta.
Pero, por favor, tenme paciencia antes de llegar a sacar una conclusión, y te darás cuenta de
cómo este atrevido enfoque de la vida será profundamente benéfico para todos los que te
rodean y dependen de ti.
Yo te digo: "Muy bien, ¿qué quieres?" Y tú me dices: "Oh, eso es fácil. Quiero suficiente
dinero para pagar mis cuentas, cuidar a los niños, tener una linda casa en donde vivir, un
trabajo que me guste, una pareja amorosa con la que compartir todo, y una salud perfecta.
Además, tampoco me disgustaría tener un auto nuevo".
Eso es un comienzo, y muy bueno, pero eso es todo lo que es, simplemente, ¡un
comienzo! De hecho, para la mayor parte de los que vivimos en este mundo, tener todas esas
cosas evidentemente maravillosas ¡sería como vivir en el paraíso! N o obstante, si vamos a
liberar ese poder que llamamos pasión, para poder aproximarnos y finalmente vivir más cerca-
nos a la frecuencia de nuestro Ser natural con profunda alegría, tenemos que ir más allá de lo
evidente..., ¡mucho más allá!
Así que, ¿qué más? ¿Qué más quieres? Sí, por supuesto, los "quiero" cambian con los
años. Probablemente has pasado ya de la época en la que querías un pastel y para tu
cumpleaños (y entonces, ¿de nuevo...?), o quizá ya no desees tener un espectacular convertible
para recorrer con él el centro de la ciudad el sábado por la noche. Y, sin embargo, todavía hay
dentro de ti un asombroso inventario de fantasías, desde hace mucho tiempo olvidadas.
¿Cuáles son? ¿Cuánto tiempo hace que no te atreves a disfrutar de su tentador sabor, o de
participar en las exóticas aventuras en tu soñar despierto?
¿Cuáles son tus deseos más pequeños, más grandes, más antiguos o más nuevos, tus
deseos más profundamente ocultos, tus ambiciones, tus aspiraciones..., las que son tan remo-
tas, tan imposibles, tan improbables, que nunca te has atrevido a hablar de ellas en voz alta, ni
siquiera en un susurro..., a nadie..., ni siquiera a Dios? ¿Cuáles son? ¿Qué te has permitido dejar
de querer?
¡Este planeta no es Similitud! Venimos aquí por el contraste, por los opuestos. Venimos
aquí para aprender a manifestar nuestros deseos. Venimos a aprender a discernir y a cultivar
ese extraño arte de querer, que equivale a manifestar. En cambio, nos encontramos atrapados
en la inútil habilidad de coleccionar diligentemente los "no quiero".
Venimos a aprender cómo crear nuestros deseos, cómo realizar nuestros sueños, cómo
prosperar y cómo llevar esta maravillosa experiencia llamada "ser físico" hasta su propio zenit.
Venimos a experimentar lo bueno, junto con lo malo, de tal forma que podamos
aprender a seleccionar lo que nos gusta, por encima de lo que nos disgusta. ¡Aprovéchalo! Saca
tus tan ansiados sueños de ese clóset viejo y atiborrado, sacúdelos un poco con amoroso
cuidado, y examina atentamente cada uno de ellos.
Ahora, te tengo buenas noticias: no necesitas ser merecedor de ninguna maldita cosa
para obtener tus deseos.
No necesitas probar, demostrar o declarar algo, ni aprobar un examen de moral.
No tienes que explicar tus razones, ni disculparte con tu familia, contigo mismo o con
Dios.
No tienes que ser más merecedor, digno, confiable u honrado de lo que ya eres ahora.
Sólo tienes que tomar una decisión..., sólo una..., y es la de ser feliz.
Pero nunca podrás emprender ese camino, hasta que permitas a tus "quiero" -tus
sueños, tus deseos, tus anhelos-, salir del clóset, no sólo asomarse un poco, sino ¡salir por
completo!
Como cualquier talento oculto, que consciente o inconscientemente sabías que estaba
ahí pero que no te sentías cómodo mostrándolo, una vez que asimiles el hecho de que querer
forma parte de ti, de que hacerlo es totalmente adecuado, practicarlo se convertirá en una
diversión. Comenzará a fluir la alegría y empezarás a vibrar en forma diferente, porque cuando
estás alegre con la vida ya no puedes vibrar negativamente y, por tanto, no puedes atraer cosas
negativas, sólo positivas.
La única cosa que harás cuando empieces a abrir la llave de tus "quiero" será emitir
mayor alegría, y más abundancia, y sentir más libertad en tu experiencia. ¿N o dirías que es
pequeño el precio de tus sueños? y no importa lo que decidas soñar. Elige un sueño que te haga
feliz, y estarás vibrando en esa frecuencia. Sueña el sueño de la alegría; sueña el sueño de la
plenitud; sueña el sueño de la frivolidad, pero ¡SUEÑA!
Tener deseos -quererlos- no es mayor pecado que respirar. Nunca más pienses que
tienes que justificar tus "quiero". ¡Simplemente no lo hagas! N o puedes justificar, defender o
racionalizar -todo lo cual es energía negativa- y mantenerte conectado con tu energía
fundamental.
Tú no necesitas disculparte de nada, con nadie, ni con ninguna autoridad, de alto o bajo
rango, por tus deseos. Ciertamente, tampoco con Dios. Hacerlo es darle la espalda a tu energía
más elevada, negando así tu existencia misma, tu divino derecho a vivir. Contrariamente a las
enseñanzas comunes, obtener felicidad es un sagrado derecho que tienes desde que naciste.
Así que déjate llevar y sueña. Tú ya estás creando tu vida cada momento de cada día, de
acuerdo a la forma en la que piensas y vibras, por lo que bien puedes hacerlo de la manera que
te gustaría que fuera.
Una de las mejores maneras de descubrir algunos de esos "quiero" escondidos durante
tanto tiempo, es imaginar. Recuerda, todo lo que necesitas para obtenerlos -sea "lo" que sea- es
quererlos y sentirlos, sin explicaciones, excusas, disculpas o razones.
El reto ahora es cómo ahondar lo suficiente para traspasar las rígidas capas de los
"deberías", "no deberías" y "no no", hasta la largamente olvidada emoción de -y pasión por la
vida.
Imagínate que es la época navideña (esto no es cuestión religiosa, así que no importa
qué religión profeses). Tú eres el Santa Claus del centro comercial, de abundante barba blanca
y barriga de almohada. Escuchas a todos recitar su larga lista de "quiero", socialmente
aceptables, pero un rato después, decides esparcir tus polvos mágicos para que los niños de
cualquier edad revelen algunos de sus "quiero", menos aceptados socialmente.
Se te acerca una chiquilla de unos seis años, salta sobre tus rodillas y empieza a darte
su lista: unos cuantos juguetes especiales que vio en la televisión y un par de peticiones tra-
dicionales, como una muñeca y un perrito. Eso es todo. Nada nuevo.
Así que tú esparces un poquito de tus polvos mágicos y aparecen en la lista de pedidos:
un gran columpio en el patio trasero, un papá que esté más tiempo en casa, una mamá que
disponga de más tiempo para jugar, alguien -cualquiera- que crea en los lindos ángeles que hay
en su recámara y alguien más, que haga que todas las cosas siempre salgan bien. ¡Ah!, y
muchos hermanitos y hermanitas, por favor. Entonces, la niña baja de un salto y se va muy
contenta. (¿Recuerdas cuáles eran tus "quiero" escondidos a los seis años de edad?).
Después, se presenta una chica alta y delgada de unos 18 años, divertida con la
idea, y muy dispuesta a seguir el juego. "Muy bien ¿qué te gustaría que te trajera Santa Claus?".
Una vez más, aunque la muchacha alegremente entra en el espíritu de esta broma, su lista
resulta extremadamente corta. "Bueno, acepto ese automóvil nuevo que tienes oculto en el
saco, Santa. Y no me importaría que dejaras unos cuantos miles de dólares en mi bota para mis
caprichos. Y si tienes por casualidad un tórrido romance por ahí, guardado para mí en tu
trineo, ¡sería estupendo!".
Finalmente, llega el adulto que se sienta feliz en tus rodillas de Santa Claus, mientras
los niños lo observan y sonríen burlones. "¿y qué te gustaría pedir, mi amigo?" preguntas,
expectante. Descubres, con desolación, que esta persona tiene la lista más corta de todas hasta
entonces, como si todas sus esperanzas y sueños de antaño hubieran volado hacia otra galaxia.
¡Oh!, ahí se fueron la casa nueva, el flamante automóvil y el fugaz deseo de sacarse la lotería;
pero así son las cosas. Con rapidez, esparces tus polvos mágicos. Nada. Esparces un poco más.
Todavía nada. Le vacías la bolsa la bolsa encima a la persona. Con lentitud, al principio, como si
tuviera que sacarse de las profundidades más oscuras del océano, surge un comentario sobre
tener una pastelería y otro sobre aprender a tocar el piano. Una pausa, y brinca a otro acerca
de tomar un curso de horticultura en la universidad local, y otro sobre construir un tipo único
de velero. De repente, surgen uno tras otro los deseos: cómo ayudar financieramente a un
amigo para abrir una escuela de danza, tener una puerta eléctrica en la cochera y vivir en una
casa muy elegante con vistas hacia las hermosas aguas de una isla del Caribe.
Si yo tomo todos mis "no quiero" (que me hacen sentir mal) y centro la atención en mis
"quiero" (que se supone que deben hacerme sentir muy bien), terminaré con algo que yo sé
que no tengo (lo cual seguramente no me hará sentir bien) y añoraré algo que, de cualquier
modo, probablemente nunca conseguiré, ¡lo que me hará sentir peor que antes de empezar con
esta estupidez!
¡Ah!, ése es un gran predicamento porque si lo tuvieras, no lo estarías deseando.
Así que el acto mismo de querer, lleva consigo la obvia implicación de que tú
seguramente no tienes aquello que quieres, y si no lo tienes, ¿cómo diablos puedes sentirte
bien acerca de ello mientras no lo consigas?
LA CLAVE
La clave para conseguir lo que más deseas desde el fondo de tu corazón -sin límite
alguno-, es descubrir una forma de sentirte bien con tu "quiero", pues este "quiero" no se hará
realidad si al desearlo, o suspirar por él, te sientes desalentado, en lugar de sentirte bien.
(Recuerda, la carencia proviene del temor; el deseo proviene de la emoción. Son los extremos
opuestos del polo vibratorio). Así que nos encontramos ante un dilema: estamos queriendo
algo, lo cual generalmente nos hace sentir mal, porque no sólo no tenemos lo que queremos,
sino que no tenemos la menor idea de cómo conseguido.
Por otra parte, si comienzas a sentir aunque sea un poco de emoción, o un agradable y
cálido murmullo, has dado en el blanco.
Así que la pregunta es cómo podemos ir de abajo hacia arriba cada vez que pensamos
en un "quiero", porque, en cuanto estamos arriba, anulamos las vibraciones que provocan esos
sentimientos deprimentes, que aparecen cuando estamos enfocados en el hecho evidente de
que nuestro "quiero" no se encuentra a la vista.
CÓMO ENTUSIASMARSE
He aquí cómo hacerle para sentirnos bien -de hecho, muy bien- al querer algo que no
tenemos, o que creemos que nos es imposible obtener, que no merecemos tener, o que nunca
estaría a nuestro alcance, y que a nuestro cerebro le resulta demasiado complicado y cansado
resolver. Éste es el componente más importante de la Ley de la Atracción, que garantiza atraer
los "quiero", en lugar de los "no quiero":
Una vez que sepas lo que quieres, debes encontrar el SENTIMIENTO que provoca tener
ese "quiero "y, al mismo tiempo permanecer fuera del sentimiento que provoca el no tenerlo.
En otras palabras, seeentir (conseguir entusiasmarse), lo que sería nadar (si no sabes hacerlo),
en lugar de sentirte avergonzado cuando todos corren al agua, menos tú.
Siéeentete (lograr entusiasmarte), feliz en tu nuevo trabajo, en lugar de sentirte
constantemente deprimido -y atrapada- con el que tienes ahora.
Siéeentete (lograr entusiasmarte) orgulloso por subir al estrado a recibir tu bien
ganado grado académico, aunque todavía no hayan empezado las clases.
Siéeentete (lograr entusiasmarte), con cómo quieres que rea tu nueva pareja y
lo maravilloso que será estar juntos.
Siéeentete (lograr entusiasmarte) con lo que sería poseer la camioneta de tus sueños, y
el placer y el orgullo de viajar con tus amigos y tu familia a todas partes.
Ahora estás vibrando en armonía con tu más grande Ser. Tus deseos son felizmente
incluidos en tus vibraciones, y se magnetizan y crecen más cada vez que sieeentes que son rea-
lidad durante sólo dieciséis segundos. Has eliminado las vibraciones negativas de la conciencia
social para vivir en -y vibrar en-las únicas energías capaces de atraer hacia ti esos "quiero", las
más elevadas, benditas frecuencias de "sentirte bien”.
Una vez en ese espacio, tú y tus "quiero" estarán literalmente unidos. En lugar de
ondear banderas rojas y unirte en armonía con la carencia de tu deseo (lo cual significa que
estarás atrayendo más carencias), estarás ondeando banderas verdes de "sentirte bien" y de
estar en armonía con tener lo que anhelas, sea que eso ya exista, o que aún no.
Así que al declarar tus por qué, estás dando a ese "quiero" el impulso de despegue
necesario. Así como un automóvil sin batería no va a ninguna parte hasta que no se carga de
energía, y si no hay carga no camina, si no hay entusiasmo en tu "quiero" no habrá
magnetismo, y sin magnetismo no conseguirás lo que quieres.
Pregúntate a ti mismo, una y otra vez, por qué quieres algo, y continúa
preguntándotelo, muchas veces, aun cuando pienses que ya no tienes más respuestas. Muy
pronto estarás en un mundo de ensueño, sintiéndote ma-ra-vi-llo-sa-men-te-bien, precisamente
donde necesitas estar para atraer hacia ti ese deseo.
Antes de que te des cuenta, el universo comenzará a responder a tus vibraciones con
pequeñas señales aquí y allá, con asombrosas pequeñas "coincidencias"; todas las piezas mági-
cas que se necesitan para atraer lo que deseas seguirán llegando, y llegando, hasta que todo
esté en su lugar, contigo en el centro, viviendo lo que una vez fuera tu sueño "imposible".
Pero tú tienes que probarlo, olerlo, sentirlo y asombrarte ante él, antes de que suceda.
Debes hablar de él y sentir que lo estás viviendo, y volver a hablar de él, hasta que esos sen-
timientos que se han despertado, el elemento fundamental del paso tres, lleguen a ti con
facilidad.
Esa corriente de energía no física es lo que realmente somos, una fuerza incalculable
de alegría, abundancia y seguridad. La mayor parte del tiempo nos mantenemos separados de
esa gran corriente de energía. ¿Cómo? Con nuestra energía negativa de válvula cerrada.
Pero cuando nos sintonizamos, nos conectamos y nos sentimos bien, abrimos esa
válvula mágica para dejar fluir la corriente de vibraciones de alta frecuencia a través de
nosotros. Ahora nos sentimos vivos, elevados, vibrantes, llenos de energía, emocionados,
sintonizados..., con lo mejor de lo que conocemos como felicidad.
Como la presión del agua, en nuestra manguera imaginaria la energía está siempre ahí,
pero tenemos que dar pasos deliberados y propositivos para abrir la vieja válvula ya oxidada,
si queremos que fluya la energía de alta frecuencia de nuestra fuente.
Tener la válvula abierta (sentirse bien) significa que la energía positiva está fluyendo a
través de nosotros, y desde nosotros, y que estamos creando intencionalmente.
Tener cerrada la válvula (cualquier cosa que no sea sentirse bien) significa que
estamos haciendo fluir energía negativa, que nos estamos resistiendo al fluido natural y que
estamos creando las cosas por mera casualidad.
Lo anterior no significa que debamos andar por el mundo siempre felices, funcionando
a alta frecuencia y volando como una cometa todo el día. Todo lo que tenemos que hacer es
tener abierta nuestra válvula, aunque sólo sea un poco, y permitir que se vaya ensanchando
gradualmente para liberar esa corriente llena de vida. Si podemos encontrar formas de
sentirnos un poco mejor que antes, y aumentar el sentirnos bien cada vez más, pronto
empezaremos a invertir las atracciones negativas que hemos tenido toda la vida.
PROPÓNTELO
Una vez que has empezado a conseguir tus "quiero" abiertamente, hay un paso más
que te ayudará definitivamente, y es el de convertir tus "quiero" en propósitos. Debido a que la
palabra "quiero" podría causarte en este momento ciertas inquietudes emocionales,
probablemente te sentirías mejor simplemente "proponiéndote" hacer ciertas cosas.
Las intenciones diarias nos brindan nuevas alternativas para que la energía fluya más
fácilmente. Cuantas más cosas intentamos, más estamos usando la energía de alta frecuencia,
que muy pronto se convierte en un camino de doble sentido; es decir, cuanto más usamos esa
energía, más la recibimos. Esto crea una especie de cubierta protectora alrededor de nosotros,
semejante a un chaleco de seguridad que nos protege de caer en viejas creencias que continúan
atrayendo cosas que no queremos.
En cuanto a otros asuntos más grandes e importantes, si tu propósito para ese día es
sentir alegría, no deberás sintonizar un sólo programa en la televisión que te inquiete. Si tu
propósito es que te instalen la nueva cocina sin mayor problema, así se hará, a menos que
cierres la válvula debido a otra cosa. Si tu propósito es terminar a tiempo la cena, observa lo
fácil que es lograrlo.
Debes sentir la fuerza cuando hagas estas declaraciones. Siente la autoridad, la fuerza
del mando, la potencia muscular detrás de la energía que sale de ti. Todo debe estar completo.
Pero úsalo con precaución. Un propósito es una dinamo en sí mismo, del cual no se debe
abusar y nunca convertirlo en un hábito ocioso.
ATRÉVETE A QUERER
Verifica qué es lo que te gusta y lo que te disgusta de tu vida actual. Luego, sobreponte
al sentimiento de culpa que te produce querer algo, y acelera el motor de ese "quiero" porque
hacerlo te proporcionará el impulso necesario; eso te traerá alegría; la alegría te traerá más
"quiero" y en ese momento estarás creando deliberadamente. Tú eres el inventor y el rea-
lizador de todo; eres ambas cosas en una sola persona (no te preocupes por ser el ingeniero
diseñador hay una inteligencia infinita dentro de ti conectada que habrá de encontrar cómo
ensamblar una cosa. Ése ya no es tu trabajo).
Desde luego, persigue cosas materiales para ti mismo, pero también solicita cosas
universales o intangibles tales como:
Quiero que la alegría irradie de mi corazón.
Quiero que toda mi familia se sienta contenta.
Quiero saber que siempre todo marcha bien.
Quiero tener un mayor sentido de libertad.
Quiero saber que tengo alternativas.
Me propongo buscar más opciones.
Me propongo confiar en que todo marcha bien en el mundo. Me propongo aprender a
crear deliberadamente.
Me propongo aprender a manejar la energía.
Me propongo darme cuenta de mi resistencia.
Me propongo darme cuenta de mis sentimientos.
Me propongo disfrutar de la vida al máximo.
Me propongo divertirme más.
Me propongo mostrarme más entusiasta.
Me propongo tener una conexión más fuerte con mi fuente.
Mejorar ú obtener lo que deseamos en nuestra vida, implica cambiar. Para lo cuál
tenemos en contra los hábitos y creencias del pasado. No todo lo aprendido ha sido malo, hay
cosas que cumplieron su objetivo y en el presente son un lastre que necesitamos eliminar ó
cambiarlas por otras, así como requerimos adquirir otras nuevas.
Esto es requisito previo para usar todo el poder que encierra la Ley de Atracción. Es la
razón de éste capítulo; entender que hay modos de pensar y actuar aprendidos que tendremos
que eliminar, que están bloqueando la manifestación en nuestra vida lo que queramos.
Los pensamientos que te han traído hasta aquí, no
son los mismo que necesitas para llegar a otra parte
Stephen Covey.
Al igual que yo, sabes que nuestra forma más común de pensar es más o menos así:
"Cuando suceda tal o cual cosa, entonces podré ser feliz", o "cuando tenga el cuerpo adecuado,
entonces podré sentirme bien conmigo mismo". "Cuando gane más dinero, entonces me
liberaré del estrés". Esta vieja práctica podría llamarse el síndrome de cuando-esto-pase-seré-
feliz. Sin embargo, ha sido precisamente ese modo de pensar lo que ha vuelto tan difícil nuestra
vida.
Cuando las circunstancias no nos favorecen (lo cual ocurre la mayor parte del tiempo),
nuestra primera reacción es, por lo general, buscar remedios físicamente agresivos para tratar
de liberarnos, repararlo, o corregirlo. Después de todo, somos criaturas físicas. "¿No te gusta
eso? No hay problema". ¡Vamos, lo único que tienes que hacer es: arreglarlo!.
Entre lo que Luís había dejado, unos cuantos ahorros, y lo que sus hijos le pudieron
prestar, Liz había reunido el dinero suficiente como para sobrevivir aproximadamente un año.
Pero cada vez que hablábamos, me decía: "Caramba, no he vendido nada todavía. No sé si esto
me vaya a funcionar o no. Tengo que vender algún cuadro pronto, o no sé qué voy a hacer".
Liz no estaba estudiando el flujo de la energía, ni le interesaba hacerlo. Escuchaba
atentamente mis sugerencias, no siempre muy amables, de que dejara de enfocarse en su
actual situación negativa (la falta de ventas) y empezara a concentrarse seriamente en lo que
quería y en cómo la hacía sentir ese deseo. Hablamos una y otra vez, y el mismo número de
veces, Liz me dijo: "No creo que pueda soportar esta situación mucho tiempo más. Me estoy
poniendo tan nerviosa que no puedo siquiera concentrarme en lo que estoy pintando. ¿Qué voy
a hacer? Estoy aterrada".
Un día no pude resistir más y actuando con verdadero "amor apache" hacia una
queridísima amiga, empecé a hablar en voz baja, lenta y muy firme. "De acuerdo, amiga mía, si
quieres hundir tu propio barco, está bien. Yo me lavo las manos. Disfruta tu desgracia, pero no
vuelvas a llamarme para contarme tus problemas. Tú podrías darle la vuelta en un santiamén
si dejaras de quejarte, así que cuando estés lista para ello, llámame. Y lo digo en serio, no más
llamadas, hasta que estés lista para tomar el control". Me sentí como un villano, pero me
negaba a convertirme en un eslabón más de su Cadena de Dolor.
Durante tres semanas, se mantuvo en silencio mi conexión telefónica con ella. Cuando
llegó la llamada, sentí ganas de llorar: "Está bien. Tú ganas. Me doy por vencida. ¿Qué tengo
que hacer?". Primero la hice hablar de todas las cosas que no quería. Eso fue fácil: no quería
perder la casa, no quería perder el respeto de sus amigos y de sus hijos, ni la oportunidad de
pintar profesionalmente.
Entonces, empezamos con los "quiero", uno por uno. Nos centramos primeramente en
la casa, que era lo más apremiante y continuamos con todo aquello para lo que requería
dinero. Liz no podía hablar de nada más porque en el dinero era en lo que había estado
pensando todo el tiempo. Sus cuadros no se estaban vendiendo, así que todo el dinero se había
estado yendo en la dirección equivocada..., ¡y se había acabado! "Muy bien, Liz, lo primero que
tenemos que hacer es que te sientas bien, para que vibres de manera diferente."
"¿Sentirme bien? ¿Bromeas? ¿Cómo puedes esperar eso de mí, cuando estoy perdiendo
todo lo que Luís y yo logramos reunir durante toda la vida? Por eso te estoy llamando, para que
me digas cómo puedo vender mis pinturas. Si empezaran a venderse, todo se arreglaría y yo
me sentiría tan bien como quieres que me sienta."
Ése era precisamente el problema. Todo lo que Liz podía ver frente a ella era la
carencia de lo que quería. Cuanto más miraba a su alrededor lo que no tenía y todo lo que
parecía que no iba a llegar nunca, peor se sentía. Y cuanto peor se sentía, más
desesperadamente corría en círculos, y cuando trataba de cambiar las cosas, se sentía peor y
menos se vendían sus cuadros. Estaba enfocada entera y continuamente en las sombrías
condiciones del momento, creyendo que eran la suma total de su realidad. Los hechos eran
hechos. Su intento de sostenerse ella sola; por medio de su trabajo artístico, no estaba funcio-
nando. "Tengo que enfrentarme a la realidad", me dijo suspirando con resignación.
Pero yo insistí, y finalmente logré que aceptara que habláramos sobre por qué quería
conservar la casa, aunque a ella le pareció que era un enorme disparate hablar en esos mo-
mentos sobre cómo se sentía al respecto. "Muy bien, muy bien, quiero conservar la casa para
no tener que mudarme." (Ése era un "no quiero", pero decidí no confundirla con esos detalles.)
"¿y por qué no quieres mudarte?". De pronto, pareció suavizarse al decir: "Bueno,
porque Luís y yo amamos este lugar y siento que mientras viva yo aquí, él seguirá a mi lado".
(Su resistencia a sentir energía positiva parecía disminuir). "Nada de esto tiene que ver con
cómo me siento..., excepto cuando Pienso cómo voy a pagar las deudas." Poco a poco, Liz
comenzó a trabajar más en su amor por la casa, hasta que oí en el tono de su voz un
sentimiento de alegría. Se estaba sintiendo bien y algo más: su válvula comenzó a abrirse por
completo.
-iLiz detente! Justo en este momento quiero que sientas lo que estás diciendo.
-¿Qué quieres decir?
-¿Cómo te sientes con lo que me estás diciendo? -Bueno, ¡maravillosamente, desde
luego! Me siento protegida, cuidada... ¡Dios mío, me siento segura! ¡Oh, sí! ¡Me siento contenta y
segura!
-¡Bien! ahora, mantén ese sentimiento. ¿Lo tienes? -Sí, ya lo tengo.
-Se siente bien, ¿verdad?
-Seguro, se siente sensacional.
-Muy bien. Desde ese lugar de seguridad, desde ese sentirte tan bien, piensa cómo te
sentirás cuando puedas pagar la casa con toda facilidad. No te preocupes de cómo vas a hacerlo.
No te preocupes si no puedes hacerlo ahora mismo. Hacia dónde vayas no tiene nada que ver
con punto en el que estás ahora. ¡Nada! Tienes que recordar eso. Esta condición en la que te ves
ahora no significa nada. De una vez por todas, cambia tu enfoque y retira tu atención de eso
porque no te está permitiendo llegar a donde quieres ir. ¿Lo entiendes?.
-Creo que sí, pero, ¿cómo?
-iNo te preocupes por el cómo! Tu único trabajo es encontrar formas de sentirte bien, y
olvidar todo lo malo que está sucediendo. Trata de encontrar formas de sentirte un poco mejor,
y un poco mejor, y un poco mejor, hasta que te sientas completo, cuando te sientas completa-
mente bien, en ese momento piensa en hacer con facilidad esos pagos de tu casa. ¿Puedes hacer
eso?
-No sé...
-Muy bien, ¿Cómo te sientes al saber que puedes hacer esos pagos?
-¡Sensacional!
-Por supuesto. Piensa en la gran emoción de vender tus cuadros, pero no lo hagas desde
el sitio: "Tengo-que-hacerlo; tengo-que- hacerlo", sino con un: "¡Lo ESTOY haciendo!". Al
pensarlo desde esa perspectiva, ¿cómo te sientes? Aquí hubo una larga pausa. Entonces me
dijo:
-Oh, caramba, más libre que nunca. ¡Me siento en el cielo! -¡Muy bien! ¡Ése debe ser el
sentir! Eso es lo que quiero que continúes haciendo..., siente así las cosas..., todo el tiempo. Liz,
deja de enfocarte en las condiciones negativas actuales. Deja de mirarlas, deja de pensar en ellas,
eso sólo te hace sentir peor. Tienes que recordar que tu único trabajo es sentirte bien. ¡Punto!
Entonces, deja que el universo se encargue de lo demás.
Liz se sintió tan maravillosamente bien al pensar en su casa y en cómo Luís y ella la
habían amado, que pudo recrear ese sentimiento con toda facilidad. De cualquier modo, fue así
como ella empezó.
Transcurrieron tres meses y el pago de una cuenta de teléfono que habría matado a
cualquiera. Al final de ese tercer mes (que coincidió precisamente con el final del año que Liz
se había puesto originalmente como plazo para demostrar que podía ganarse la vida
pintando), mi amiga no sólo había vendido suficientes cuadros como para quedar protegida
por algún tiempo más, sino que tenía un entusiasta promotor de obras de arte que le estaba
ayudando a preparar su primera exposición en su ciudad, y había recibido como adelanto una
cuantiosa suma de dólares, para pintar un pequeño mural en un edificio de oficinas privadas.
Liz entendió el mensaje y ahora es muy cuidadosa respecto de la energía que produce y
que fluye de ella. En realidad, no estoy muy segura de quién de nosotros dos se sintió más
emocionada con el resultado.
A todos nos ha sucedido. Cuando las cosas se ponen difíciles, o nos dedicamos a
lamentamos por lo que sucede, o nos apresuramos a buscar formas de ejercer el control sobre
los daños causados. Se trata de arreglar las cosas, de mejorarlas, de rectificar los posibles
errores. Quién de nosotros no ha murmurado: "Si sólo pudiera cambiar las cosas, ¡todo estaría
mejor!".
Nos encanta arreglar cosas, estamos adecuadamente entrenados para responder a las
condiciones que aparecen frente a nosotros. Pero arreglar las cosas es resistirse a nuestra
energía natural. Arreglar las cosas es una válvula cerrada. Arreglar las cosas es producir
energía negativa.
El reto es desviar el enfoque del objeto que nos causa ansiedad o enojo, y sustituirlo
por un sentimiento más feliz de lo que queramos. En otras palabras, necesitamos dejar de arre-
glar y empezar a sentirnos bien.
Por ejemplo, supongamos que el techo de tu casa está viejo y necesitas cambiarlo, pero
no tienes el dinero para hacerlo, al menos por el momento. No obstante, se acerca la
temporada de lluvias y el problema se vuelve apremiante. Además, tienes problemas con el
automóvil y el pago de impuestos atrasados. Por tanto, estás en un bache de condiciones
desagradables, ninguna de las cuales te va a hacer sentir particularmente feliz cuando pienses
en ellas. Pero si piensas en ellas, y sigues pensando en ellas de cualquier modo, desde luego, se
volverán más grandes.
Todas esas condiciones negativas a las que llamamos cariñosamente "problemas", no
son más que molestos "no quiero", pero tan comunes para todos nosotros, que forman parte de
nuestro mundo, los asumimos como si fueran una parte de la vida. De hecho, los llevamos
como placas de identidad, una especie de reconocimiento en el lamentable juego de quién
puede ser la peor víctima. Y; naturalmente, cuanto más nos lamentemos o nos jactemos de
ellos, más grandes se volverán.
Algunas condiciones negativas son problemas serios, otras son simplemente molestias
menores; sin embargo, sin importar lo que sean, todas prevalecen en nosotros y contaminan
cuanto hacemos, hasta que se vuelven una forma de vida. No obstante, las condiciones
negativas no son más que el resultado de nuestro enfoque en el pasado..., y de nuestros
sentimientos..., y la energía fluye. Eso es todo lo que son. El fluido de energía negativa fue la
causa, y las condiciones desagradables son el efecto.
Sólo hay una forma de detener el desastre que hay en tu vida, e impedir que se vuelva
peor: deja de enfocarte en los problemas. Si puedes aceptar -desde lo más profundo de tu ser-
que tus problemas no son causados por tu pareja, tus inquietos hijos, los impuestos que tienes
pendientes, o el alcohólico que te encontraste en la calle, entonces tendrás la oportunidad de
borrarlos de la misma forma en que los atrajiste: mediante tu fluido de energía. Sólo que esta
vez a través de una vibración realmente diferente.
Por ejemplo, digamos que estás viviendo en un cuerpo que no te gusta mucho. ¿Tú
llamas a eso realidad, lo que significa que no puede cambiarse y debe ser aceptado? O digamos
que estás viviendo en una precaria situación económica que está afectando tus ingresos. ¿Tú
llamas a eso realidad; es decir, a una situación potencialmente desastrosa sobre la cual no
tienes control?.
"Así es la vida, ¡acéptalo!"
"Así son las cosas."
"No puedes pelear contra el gobierno."
"Deja de golpearte la cabeza contra la pared."
''Así es el mundo."
“Aprende a aceptar la vida en sus propios términos."
"En la vida de todos hay un poco de sufrimiento".
"Baja de las nubes y pon los pies en la tierra"
"La vida no es justa."
“Hay que sufrir para lograr lo que uno quiere”.
"Abre los ojos y enfrenta la realidad."
“No todos nacimos para ser ricos, a ti te toco una familia pobre, acéptalo”
“La vida es un reto”.
¿Alguna te sonó familiar? He aquí lo esperanzador: no tenemos que enfrentarnos a
nada, ni soporta nada. Todo lo que tenemos que hacer es aprender a que nuestra
energía fluya en forma diferente, porque nada -nada- afecta a nuestra experiencia,
excepto la forma en que fluye nuestra energía. ¡NADA!
Con algunas cosas de nuestra vida, las que nos parecen agradables, nuestra válvula se
abre de manera natural. Debido a que estas condiciones nos satisfacen, nuestra energía positiva
atrae más cosas positivas.
Pero cuando damos prioridad a la gran cantidad de condiciones negativas (problemas)
que nos rodean, nuestra válvula se cierra bruscamente. La conexión con nuestra energía original
apenas alcanza para que respiremos, y no reconoceríamos la vibración de alegría aunque nos
golpeara la cara.
Estamos molestos con esto, furiosos por aquello, preocupados por lo de más allá, nos
preguntamos cómo corregir esto, nos quejamos de aquello, tememos sabe Dios qué, estamos
deprimidos por todo y vibramos con tantas corrientes de incesante energía negativa todo el
tiempo, que es sorprendente que a pesar de todo tengamos siquiera algunos momentos de
alegría.
Sólo porque estás viviendo la realidad de una época en la que el trabajo escasea, no
significa que no puedas conseguir un empleo sensacional.
Sólo porque las casas no se están vendiendo, no significa que no puedas atraer un buen
cliente que se sienta encantado de comprar la tuya.
Sólo porque tu cuerpo no es tan fuerte como el de otros, no significa que no puedas
lograr la fortaleza suficiente para ganar la carrera de los 400 metros.
Sólo porque tú nunca has incursionado en ese ámbito, no significa que no puedas tener
la habilidad que se requiere para triunfar en él.
Sólo porque nunca has podido dejar de fumar, no significa que no puedas tener la
disposición para dejar de hacerlo hoy mismo.
Sólo porque te has divorciado dos veces, no quiere decir que estés condenado a otra
relación catastrófica.
Sin importar en qué desastre (o en qué felicidad) estemos viviendo en este momento,
ya sea como individuo, familia, nación o planeta, ese desastre es el resultado, único y directo,
de cómo nos hemos estado sintiendo -y del fluido de energía que hemos estado produciendo-
ayer, antes de ayer y los años anteriores también. La Ley de la Atracción no funciona un poco
aquí y un poco allá. Simplemente es para ti, para mí, para el cosmos. Atraemos
magnéticamente lo que vibramos, y nosotros creamos todo, desde las defensas sumidas del
auto hasta las guerras globales.
Así que, a partir de este momento, nunca, jamás aceptes la realidad como algo a lo que
debes resignarte. Lleva tus pensamientos más allá de lo que está frente a tu nariz, más allá de
lo que no te guste, y colócalos exactamente en lo que te gustaría que sucediera. Si no lo haces
así, eso que tú llamas realidad no cambiará nunca. Cierto, habrá algunas cosas desagradables
que están claramente frente a ti en este momento, o que te están amenazando, o que parecen
no tener solución, pero recuerda que no están grabadas en piedra. No deben tolerarse, ni
siquiera un poco.
Sólo recuerda que la parte más importante para cambiar las condiciones no deseadas
es simplemente: no tienes que cambiar nada, lo que tienes que hacer es dejar de pensar en ello.
Todo lo que se necesita es que estés dispuesto a dar el salto.
Muy pronto podrás vibrar algo así como el 50 por ciento respecto de lo negativo y el 50
por ciento en algo más agradable. Ahora realmente estarás tomando el control de tu vida, lo
que deseas cambiar comenzará a aparecer por todas partes.
¡Ah!, pero la verdadera diversión empieza cuando llegas al punto de cambiar energías
instantáneamente en cuanto te das cuenta de que éstas se han vuelto negativas. Entonces
habrás logrado saltar al 60-40 (60 por ciento con altas frecuencias y 40 por ciento en forma
"normal") y finalmente llegar al 70-30, o hasta el 80-20. En ese momento, exactamente frente a
tus ojos, empezarás a notar nuevos acontecimientos, personas y circunstancias que aparecerán
en tu vida como por arte de magia, una tras otra, para crear los nuevos acontecimientos que
tan profundamente deseabas. No está mal, para haberlo logrado con sólo sentirte bien.
Sólo recuerda que la rapidez con que tu "quiero" se haga realidad dependerá
directamente de la rapidez (y la constancia) con la que puedas DESCONECTAR tu enfoque en lo
que te está manteniendo en una vibración negativa, y CONECTARLO en donde quieres estar.
Sin importar lo terrible que pueda parecerte tu situación por el momento, no es permanente ni
está pegada a ti. Sólo tienes que decidir lo que quieres en su lugar, y adentrarte en la frecuencia
de "sentirte bien", que favorecerá la creación de cosas más positivas.
Y por favor, no te martirices porque tienes muchos problemas, ni trates de resolverlos
todos a la vez, intentando proyectar una variedad de "quiero" increíbles. Todos nos hemos
involucrado en múltiples desastres personales; con un poco de práctica sobre cómo controlar
nuestro flujo de energía, podemos salir de ellos. ¡Te lo garantizo!
Insiste en que harás todo lo que sea, todo lo que puedas, para encontrar -y conservar-
toda la energía necesaria para "sentirte bien". Y recuerda, el único poder que tienen las cir-
cunstancias negativas sobre nosotros es el que nosotros mismos les demos. Es entonces
cuando nos sentimos atrapados y, francamente, lo estamos.
Pero ninguna circunstancia está fuera de tu control. Lo que está sucediendo en tu
mundo en este momento, no significa nada. Es sólo un resultado, eso es todo lo que es. Sin im-
portar lo terrible que te parezcan las circunstancias, siempre podrás producir y dejar fluir
energía de "sentirte bien" -y hasta de "sentirte mejor"- en torno a ellas, para cambiarlas. Si
aceptas eso desde lo más profundo de tu ser, el resto de esta creación reflexiva será real.
EL SÍNDROME DEL LLANERO, SOLITARIO
Me ha tomado más tiempo del que hubiera querido llegar a darme cuenta de que no es
"hago-hago-hago", lo que ha marcado alguna diferencia en mi vida, sino que es la forma en que
fluye mi energía. Siempre había creído que la acción era la palabra mágica, y que nada me
llegaría sin esfuerzo y empeño de mi parte.
La verdad es que, sin importar lo que pretendamos corregir, todas las cosas
desesperadas que creemos poder llevar a cabo incidirán muy poco en nuestras experiencias. Y
no importa lo que hagamos, ni cómo, ni cuánto hagamos, ni con cuánta frecuencia, pues la
mayor parte de lo que hacemos se inicia con energía negativa y caprichosa, y no como una acti-
vidad creativa, con energía positiva.
Cuando enfrentamos una situación que no nos gusta, de acuerdo con nuestra
naturaleza, hacemos cualquiera de estas dos cosas: "levantamos las manos" con frustrada
resignación, aceptando nuestro destino, o saltamos en nuestro hermoso caballo blanco, como
el Llanero Solitario, y nos lanzamos al galope con los ojos vendados (si no es que con un
antifaz) por el camino, gritando: "¡Venga, Silver, vamos adelante!", en busca de alguna acción
heroica que nos permita sobreponemos a la enorme injusticia que ha caído sobre nosotros. De
cualquier modo, lo único que estamos haciendo es amplificar lo que nos gustaría eliminar de
nuestra realidad.
Así, pues, analicemos esta acción. A las acciones desesperadas yo las llamo el síndrome
del Llanero Solitario, pues no son más que la necesidad compulsiva de hacer muchas cosas a la
vez para pretender solucionarlas todas. Y ésas son, precisamente, las actividades que
realizamos con la válvula cerrada.
Casi todo el mundo estaría de acuerdo en que sólo al "hacer" suceden las cosas. Cuando
estamos frente a un problema, enseguida manifestamos el síndrome del Llanero Solitario y
buscamos con desesperación las mejores formas de vender más, de ganar más, de realizar más,
de arreglar más cosas. Arreglar, arreglar y arreglar. 'Y, sin embargo, la creación reflexiva
requiere de que produzcamos y dejemos fluir energía para atraer, en lugar de ir contra la
corriente, lo cual corresponde al síndrome del Llanero Solitario.
Actuar bajo la influencia de este síndrome nunca funciona. No es posible que emplees
tus energías para fluir en las acciones de otras personas, a menos que tus vibraciones reciban
una invitación previa; y, al contrario, nadie puede introducirse en tu mundo, a menos que lo
hayas invitado con tus vibraciones. No puedes arrastrar algo sin importar hacia dónde, y
esperar obtener los resultados que realmente deseas, sin importar qué tan fuerte lo arrastres.
¿Eso significa que dejemos de intentarlo? Por supuesto que no. Sólo debemos sustituir,
con cierto grado de inspiración, unas vibraciones por otras para evitar hacer cosas inútiles y
dejar de reaccionar ante cualquier circunstancia con angustia. De ese modo, con nuestra
atención enfocada con entusiasmo en lo que preferimos en la vida, podremos movemos hacia
el sitio correcto para que llegue a nosotros la inspiración de la válvula abierta. La acción se
convierte, entonces, en algo alegre, en lugar de un "tener que...". Las ideas abundan. Nos
abrimos a la fuerza de la vida creativa y encontramos, paso a paso, fácilmente y sin obstáculos,
hacia dónde queremos ir. El milagro ha sucedido. Ya no somos simples receptores. Somos
creadores reflexivos.
BENDÍCELOS A TODOS
Reconozcamos y enfrentemos esto: siempre habrá contrastes, lo cual implica que
siempre habrá cosas que no nos gusten. Eso fue lo que aceptamos y, francamente, es lo que
más disfrutamos.
Pero si es Godzila el que viene hacia nosotros, o el piquete de una pulga, sin importar
qué tan mala o molesta pueda parecemos la situación, no merece más que la atención
suficiente para advertirnos que estamos produciendo energía negativa. ¡Eso es todo! No es el
fin del mundo.
Cuando una sensación de alarma te invade como respuesta a una situación específica, y
sientes que te tiemblan las rodillas como respuesta al síndrome del Llanero Solitario, sólo
tranquilízate y relájate. Eso cambiará tu pensamiento y modificará tu sentir, y éste a la vez a tu
vibración, y todo ello permitirá que el universo y tu Ser expandido se hagan cargo de la
situación.
Y así, contrariamente a la creencia popular, no tendrás porque recibir un golpe tras
otro, antes de que te permitas a ti mismo sentirte bien. Lo único que tienes que hacer respecto
de cualquier situación negativa es dejar de pensar en ella (después de todo, no es más que una
tontería), dejar de responder a ella, y encontrar alguna forma de sentirte mejor.
Los hábitos de toda una vida -y siglos de heredarlos- no se vencen con facilidad. Será
mejor que recuerdes, simplemente, que lo que estás viviendo ahora es sólo resultado del fluido
de energía del pasado.
Así pues, da un paso atrás y aléjate de la situación, para que puedas contemplarla
desde una perspectiva más amplia.
Recuerda que si "necesitas" que algo cambie, siempre fluirá energía negativa de ti, lo
que provocará que ese "algo" se aferre a ti. Encontrar una forma de entusiasmarte por lo que
realmente quieres cambiar, traerá consigo un flujo de energía positiva y hará que se inicien los
cambios que deseas.
Deja de sentirte tenso y presionado por todo. En lugar de ello, repítete a ti mismo, con
toda delicadeza, que sin importar lo desagradables que puedan parecerte las condiciones en
estos momentos, no van a controlarte, y que puedes encontrar formas de abrir tu válvula, sin
importar lo que esté sucediendo. ¡Y lo harás!
Entonces llegarán tus respuestas. Llegarán las oportunidades, y pronto encontrarás
más formas para cambiar tu situación de las que te imaginas.
Así que bendice a todas esas situaciones adversas, si es que puedes, porque sin ellas no
habrías podido detectar lo que no quieres. Dirige tu pensamiento hacia lo que puede ser, en lu-
gar de hacerlo a lo que es, y lánzate de lleno a todos los maravillosos sentimientos -no a los
anhelos- de lo fantástico que será llegar hasta ahí. De esa forma, lo que está ahí vendrá desde
aquí.
CONTROLAR EL SENTIR.
PASO 3 LEY DE ATRACCIÓN
Puesto que "cambiar frecuencias 101" nunca fue un curso que se impartiera en la
escuela, es una habilidad que debemos de aprender solos, por nosotros mismos. Pero con unos
cuantos trucos más bajo la manga, esto puede suceder con facilidad.
¡HUUUYYY!
Para pasar el tiempo, mientras conducía de un lado a otro en mi auto para acudir a mis
citas, empecé a manipular mi energía: Para entonces ya sabía cómo entrar rápidamente en un
estado de ánimo intenso de "sentirse bien", algo breve y divertido que yo llamaba "manejar mi
energía". Sencillamente, provocaba en mí cualquier sentimiento positivo, y casi inme-
diatamente mi cuerpo empezaba a vibrar como respuesta a esa frecuencia, también sabía que
si envolvía un deseo en esos sentimientos elevados (es decir, pensar en el deseo mientras me
sentía tan animada), abría una buena posibilidad de que el deseo se hiciera realidad. ¡Pero eso
era todo lo que sabía! Frecuencias, vibraciones, flujo de energía negativa/positiva, Ley de la
Atracción, sólo entendía un poco de esas cosas.
Cuanto más manipulaba mi energía, más cuenta me daba de ese fenómeno extraño que
solía ocurrir en cuanto empezaba a sentirme con el ánimo en alto, o con un estremecimiento,
como yo lo llamaba. Exactamente en la boca del estómago, en ese lugar donde se pierde el
aliento cuando recibes un golpe, percibía un sentimiento de ¡HUUUYYY!, como si fuera de baja-
da en la montaña rusa a una velocidad capaz de romperme el cuello. En ocasiones, esa
sensación duraba sólo una fracción de segundo; pero en otras, si me concentraba en ello con
extremo cuidado, podía prolongarla durante varios minutos.
Entonces comprendí que este ¡HUUUYYY! era del mismo tipo del sentimiento de
¡UFFFF! que se siente cuando tienes que virar bruscamente para evitar chocar contra otro auto.
O como la sensación que tuve hace muchos años en el preciso momento en el que mi jefe me
dijo que estaba despedida. ¡HUUUYYY!, exactamente en la boca del estómago.
Al principio no sabía qué hacer con ello, o cómo relacionarlo. Eran situaciones
totalmente diferentes, que provocaban las más diversas reacciones, igualmente poderosas; sin
embargo, todas parecían terminar físicamente en el mismo lugar: la boca de mi estómago. De
repente, se hizo la luz en mí. Nuestras emociones se registran primero en nuestras glándulas
suprarrenales, por lo cual cuando nos sobresaltamos o nos asustamos, experimentamos algo
parecido a un golpe en la boca del estómago, o en el plexo solar, precisamente donde están
localizadas estas glándulas.
Cuando el miedo nos invade, las glándulas suprarrenales son sacudidas por un
repentino estallido de energía electromagnética, lo que causa la inmediata liberación de
adrenalina que experimentamos en forma de ¡HUUUYYY! Así que, ¿por qué no iban las
glándulas suprarrenales a responder de la misma forma ante una intensa producción de
energía proveniente de la alegría? Después de todo, la energía es energía, sin importar lo que la
haya provocado. Sea que sintamos la embestida de pánico extremo, o de sublime alegría, la
energía fluye a través de nuestro plexo solar, estimula las glándulas suprarrenales y hace que
experimentemos una sensación física muy notoria: ¡HÚUUYYY!
Este asunto me tenía realmente intrigada, por lo que empecé a experimentar todavía
más. Por supuesto, descubrí que podía controlar qué tan intensas podían ser mis vibraciones
de "sentirme bien", de acuerdo con la intensidad del ¡HUUUYYY! que sentía en la boca del
estómago, y viceversa: podía controlar la intensidad y la duración del ¡HUUUYYY!, dependiendo
de cuánta vibración de "sentirme bien" podía generar.
¡Era fantástico! Menos ¡HUUUYYY! significaba "sentirse bien " con menor intensidad,
aunque no había demasiado cambio en las vibraciones.
Pero un gran ¡HUUUYYY!, o un golpe en mi plexo solar, significaba que realmente mis
vibraciones habían cambiado a algún tipo de sentimiento positivo: excitación, deleite,
profundo aprecio, o lo que fuera. Significaba que volaba alto, sin estimulantes químicos, y lo
comprobaba en cada ocasión. El golpe nunca aparecía sin que sintiera algún tipo de alegría. Y
nunca, jamás, llegaba esa sensación mientras me sentía "apagada", esto es, ni bien ni mal, sino
simplemente sobreviviendo.
¡Estaba tan entusiasmado, que pensé que había descubierto el secreto de la vida! Tal
vez lo había hecho, pero sólo en parte. Todavía no sabía cómo dirigir la energía o enfocarme en
los "quiero" o "no quiero". Todo lo que sabía hasta entonces era que cuanto más dirigía el
"sentirme bien" hacia una sacudida corporal, más atraía mis deseos. Era en comienzo sen-
sacional, pero, ¡oh!, cómo desearía haber sabido "el resto de la historia".
Al principio era yo como Mickey Mouse en la película de Disney Fantasía, que jugaba
con el sombrero mágico del brujo sin conocer sus poderes. Me estaba volviendo una experta en
fabricar sentimientos positivos y en lograr un ¡HUUUYYY! Podía hacerlo en un abrir y cerrar de
ojos, incluso mientras escuchaba alguna desastrosa noticia, anunciando la muerte de alguna
encantadora ancianita. ¡HUUUYYY! Llegaba ese sentimiento a mi estómago mientras yo mismo
provocaba la alegría, seguida en momentos por una especie de un sentimiento suave y
acogedor, o de estremecimiento en todo mi cuerpo.
Cuanto más me estremecía, más negocios conseguía, así que me estremecía todavía
más. Era mágico. El dinero fluía tan rápidamente, que hasta dejé de contarlo. Hacer fluir mi
energía se convirtió en tal pasatiempo de rutina, que casi podía predecir cuántos negocios
llegarían, por la intensidad y frecuencia de mi estremecimiento.
Aunque tenía razón al pensar que las altas frecuencias que estaba originando atraían
mis deseos, equivocadamente pensé que eso era todo. "No hay problema, sólo elevo mis
frecuencias lo más alto posible, hago fluir mi energía y me como al mundo. "
¡En lo absoluto! Lo que no sabía entonces era que aun el más ligero cambio de enfoque,
dirigido hacia cualquier cosa desagradable, no sólo arrastraba consigo consecuencias no de-
seadas, sino que instantáneamente ponía una barrera entre el flujo de cosas buenas y yo,
incluyendo el dinero. Una pequeña lección que no tardaría en aprender.
Durante varios meses, sin embargo, no hubo una sola situación negativa a mí
alrededor. ¡Estaba de maravilla! Hacia donde quiera que volviera la vista, las cosas estaban a
mi favor. Mi negocio de intermediario hipotecario estaba de maravilla, del cuál obtenía altos
ingresos. Sólo me mantenía observando de manera inconsciente las cosas buenas que me
rodeaban, haciendo correr mi energía y atrayendo más. ¿Qué más podía pedir?
Entonces, las cosas empezaron a salir mal. El mercado cambió y junto con él mi
enfoque. Cuando empezaron a subir las tasas de interés, el negocio comenzó a bajar. Ahora
toda mi atención estaba concentrada en: "No, no, por favor, no dejen que suban las tasas de
interés. No dejen que se hunda el mercado. No dejen que este increíble tren se estrelle". Si
alguien me hubiera dicho en ese momento que "lo que es" es sólo la plataforma desde la cual
lanzas tu siguiente creación, le habría roto la nariz con gusto. Estaba verdaderamente preocu-
pado, así que, desde luego, el problema continuó empeorando.
Debido a que estaba tan preocupada con el giro negativo de los acontecimientos, había
dejado de sentirme emocionado. En cambio, había modificado mi enfoque completamente
hacia lo que no quería (que el mercado empeorara aún más), en lugar de pensar que se podían
establecer otras relaciones (muchos negocios, a pesar del mercado). Pero eso no lo sabía.
Cuanto más empeoraba el mercado, peor me sentía. Y cuanto más mal me sentía, peor
marchaba mi negocio. En lugar de escribir otro argumento para mi historia, y encontrar el
sentimiento feliz de cómo quería que sucedieran las cosas, mi temor estaba produciendo aún
más temor. El problema me estallaba en la cara en proporciones mayúsculas.
El mercado andaba por los suelos, no tenía ningún nuevo préstamo en perspectiva y
todavía tenía deudas que pagar, que había contraído al lanzar la nueva empresa. ¿Necesito
decir más? Las condiciones en las que estaba enfocando mi atención se encontraban lejos,
lejísimos de ser de mi gusto..., y el creciente temor que había detrás de ese enfoque hacía que
las cosas empeoraran en todos los sentidos.
Pedí dinero prestado para sobrevivir. Me lancé a cuanta acción desesperada se me
ocurrió, como contratar a un vendedor que estaba en un estado de carencia peor que el mío
(naturalmente, en mi situación eso fue todo lo que pude atraer), envié volantes fuera de mis
puntos de venta tradicionales, a poblaciones cercanas y, en términos generales, me moví con
desesperación de un lado a otro buscando nuevos negocios. Los negocios no llegaron. Me había
echado de cabeza en la creación negativa mediante un enfoque del mismo tipo, concentrando
el 100 por ciento de mi tiempo en todo lo que no quería. Había atrincherado tanto esos "no
quiero" en mis vibraciones, y los había convertido en una parte tan predominante en mí, que lo
único que logré con ello fue abrir la puerta a cosas todavía más desagradables. No fue una
buena época.
Pensando que todavía tenía el secreto, traté de estremecerme de nuevo. ¡Inútil! Con tan
apasionado enfoque negativo, en todas las situaciones sombrías que me rodeaban no había
podido provocarlo aunque de ello dependiera mi vida (lo real, a esas alturas, era casi así). Mi
pobre Ser expandido probablemente estaba diciendo: "¡Olvídalo!", mientras partía a unas
largas vacaciones a otro universo, hasta que yo recuperara la razón. Mi vibración
predominante era negativa, e igual de negativo era todo lo que estaba recibiendo ¡por mon-
tones!
Fue en algún momento, en medio de ese flujo emocional, cuando un grupo de mis
entusiastas amigos empezó a insistir en que leyera todo el material que habían recopilado
acerca de la Ley de la Atracción. Yo estaba tan hundido en mi tristeza, que realmente no me
importaba si habían descubierto un cargamento repleto de lámparas de Aladino, pero para
"quitármelos de encima" y poder volver a mi solitaria desventura, accedí.
Cinco minutos fue todo lo que necesité para percatarme de por qué estaban tan
entusiasmados. Por fin aquí estaba "el resto de la historia", todas las piezas que durante tantos
años no me había dado cuenta siquiera de que faltaban. En ese momento, mi entusiasmo no
habría sido mayor si alguien me hubiera regalado 50 millones de dólares. En un día diseñé -e
inicié con profunda emoción- mi programa de 30 días, descrito el capítulo 103, el último
capítulo de la serie de la Ley de Atracción.
Lo que con toda seguridad ignoraba antes, era la regla básica de la Ley de la Atracción
que dice: "¡En lo que te enfocas, por supuesto, es lo que recibes!". Todo lo que tenía que hacer
era desviar mi enfoque del derrumbe del mercado, de mi carencia de dinero en el banco, de que
no tenía préstamos en perspectiva, de mis deudas y, en cambio, tomar el control exacto de mi
enfoque y zarpar hacia la lejanía al atardecer. ¡Sí, claro!
Me tomó algo más que un poco de tiempo, pero finalmente funcionó. Me convertí en
uno de los pocos agentes locales que no cerró el negocio, y continué ganando buen dinero en
un mercado en ruinas. ¡Qué alegría! Yen el curso del tiempo, gracias a mi persistente atención
en mi enfoque, pude convertir mi negocio de una sola persona en una empresa de éxito, con
operaciones en tres Estados del país.
El arte de sentirse bien no es exactamente algo en lo que hayamos avanzado mucho, así
que la meta es aprender a hacerla sobre la marcha.
Hay tres formas básicas para empezar a sentirse bien, y ya hemos hablado de dos de
ellas. Una es buscar, mirar o pensar en algo, en cualquier cosa que nos produzca placer. La otra
es hablar con uno mismo hasta lograr un cambio de vibración. La tercera, que es la que
exploraremos ahora, se llama "estremecimiento", el cual provocará en ti un cambio de vibra-
ción EN ESTE MOMENTO.
Estremecerse es una de las formas más fáciles y rápidas que existen para elevar tus
vibraciones. Naturalmente, diferentes ocasiones requieren de diferentes técnicas. En ocasiones
cierta actitud lo produce; otras, se requiere de dos o tres métodos para abandonar nuestra
adicción a las emociones negativas. Estremecerse es sólo una manera de hacerlo, pero es una
técnica. He encontrado que puede ser dinamita pura; la uso casi todos los días de mi vida,
aunque sólo sea por un momento o dos.
Una de las razones por las cuales aprender a estremecerse es tan fácil, es porque se
puede emplear un impulso para lograrlo. Lo que anhelamos, parte de un sentimiento que ema-
na de las profundidades mismas de tu ser. Una vez que está activada (una sensación que
puedes lograr en menos de un segundo), todo tu cuerpo habrá encendido motores para vibrar
en una frecuencia mucho más alta. Tu válvula está completamente abierta, la fuerza de la vida
creativa a la que estaba conectado sólo por un hilo -apenas para mantenerla funcionando-
ahora fluye a través de ti. Está en absoluta alineación con tu Ser interno/Ser expandido..., y...,
puedes sentir la sensación, ¡precisamente en la boca de tu estómago!
Puesto que somos una especie de batería que permanece inerte hasta que nos
cargamos, descubrí que la manera más fácil de provocar el estremecimiento era haciendo algo
físico que me impulsara hacia un sentimiento agradable. Así que, a falta de cables, ¡recurrí a
una sonrisa!
Así es, una pequeña y significativa sonrisa del tipo que nos hace derretimos como la
mantequilla en un bollo caliente; la clase de sonrisa que uno no puede evitar al ver a un grupo
de gatitos recién nacidos que se revuelcan uno sobre otro, o a un bebé que se ríe sólo por
reírse. No una sonrisa fingida, sino una tierna y amorosa, como cuando un niño te enseña su te-
soro más preciado. Es una sonrisa externa, sí, pero que se origina en un valioso sentimiento de
cariño e interés que está en nuestro interior.
1. Inicia e irradia una sonrisa facial, tan cálida y tierna como te sea posible.
3. Una vez que hayas logrado que esa "gentil sonrisa interna" funcione, sustituye el leve
estremecimiento por el gusto especial de tu predilección, como el afecto, la euforia o la simple
y vieja sensación de un leve cosquilleo (una de mis favoritas). Selecciona el sentimiento de
satisfacción que te resulte más fácil de evocar, a voluntad, y aférrate a él tanto tiempo como te
sea posible.
Eso es todo: te sentías apagado y angustiado. Y ahora, en cambio, te impulsaste con una
"gentil sonrisa interna" para poner a funcionar tu motor; inmediatamente después, cargaste
suficiente energía para mantenerlo funcionando y sustituiste el impulso con la emoción
positiva que elegiste.
Supongamos que elegiste la ternura como sentimiento sustituto. Muy bien, una vez que
logres tu "gentil sonrisa interna" y permanezca en tu rostro, simplemente tienes que conjurar
lo necesario para poner en marcha el sentimiento de ternura. Tal vez la sensación sea la misma
que al frotar una preciosa rosa contra la mejilla, acariciar dulcemente a un ser amado o
atender cariñosamente a un animal herido. Tu siguiente paso será desear intensificar ese
sentimiento tanto como te sea posible hasta que puedas sentir el rayo físico de energía en tu
cuerpo, no importa cuán sutil sea. Lo que estás experimentando es simplemente energía en
movimiento, que se vuelve más notoria por tu cambio de frecuencias.
Al principio, es posible que notes la energía circulando por el plexo solar, de manera
similar a la sensación de que se te hunde el estómago cuando desciendes por la montaña rusa.
El sentimiento puede irradiar desde el plexo solar, pasando por la nuca, hasta llegar a la
cabeza, y es posible que percibas también un leve cosquilleo en todo el cráneo. Después de un
rato, quizá sientas cómo fluye esa energía simultáneamente hacia tu cabeza y las ingles. De
hecho, es probable que sientas un poco de excitación sexual. Eso no debe preocuparte porque
dura sólo un momento, pero es una prueba positiva de que tu energía finalmente se ha
liberado y de que ha empezado a fluir y a moverse a tu alrededor.
Si alguna vez deseas verificar si estás abriendo tu válvula, y con ello iniciando el flujo
de energía de alta frecuencia, sólo saca las varitas mágicas descritas s continuación y recurre a
la "gentil sonrisa interna". Eso es todo lo que necesitarás. Enseguida observa cómo tus varitas
se disparan en respuesta a tu cambio de energía.
VARITAS MÁGICAS
Consigue un par de ganchos de alambre para ropa y corta una "L' de cada uno de ellos,
como de 30 centímetros del lado largo y 13 del corto. Corta un popote de plástico en dos, e
introduce en ellos los ganchos cortos. Colócalos de tal forma que puedan girar fácilmente.
Dobla las puntas de los ganchos hacia arriba para mantener los popotes en su lugar. Los gan-
chos podrían girar sin el popote, pero no lo harían tan libremente.
Ahora, tienes un par de lo que yo llamo "varitas mágicas". Sostén las varitas sin
apretar, con los popotes frente a ti como si estuvieras apuntando con una pistola. Sostenlas a la
altura del pecho y como a unos 25 centímetros de tu cuerpo. Los popotes se mueven hacia
todos lados, en respuesta a tu energía, así que espera un poco para que se aquieten y dejen de
moverse. Una vez quietos, estarás listo para jugar.
Con la mirada hacia delante, recuerda con sentimiento algún suceso desagradable de tu
pasado. Dependiendo de la intensidad de las emociones que rodean dicho suceso, las varitas
permanecerán apuntando hacia delante (intensidad débil) o apuntarán al centro, punta con
punta (intensidad fuerte). Las varitas están siguiendo las bandas electromagnéticas alrededor
de tu cuerpo, las cuales se han ajustado como resultado de la frecuencia negativa generada por
tus pensamientos y emociones desagradables.
Ahora, haz que tus frecuencias se vuelvan positivas al pensar en algo increíblemente
maravilloso, amable o alegre. O enfócate en uno de tus hijos o en tu mascota, e inúndalos ente-
ramente de tu amor. Las varitas se abrirán rápidamente hacia fuera, ya que tu campo de
energía se expande en respuesta a tu flujo de energía positiva.
Cuanto más juegues con esto, más aficionado te volverás a sentir el cambio de
vibraciones que tiene lugar en tu interior, conforme vas de una frecuencia a otra.
De lo que se trata todo este asunto es de cómo sentirse bien, puesto que nada es más
importante, ¡nada! Nada es más importante que sentirse bien, y no importa cómo lo consigas.
Si con pararte de cabeza lo logras, magnífico. Si con oler un pedazo de madera recién cortada lo
consigues, sensacional. Haz lo que sea necesario para llegar a ese lugar en el que te sientas
mejor que cuando empezaste. Sabrás cuando hayas llegado a él, no lo podrás pasar por alto. Lo
mismo si se trata simplemente de la decisión de sentirte bien en un momento dado (o incluso
de sentirte un poco mejor) que si estás tratando de hallar una nueva forma de "sentirte bien"
en torno a un "quiero" en particular. Generalmente puedes encontrar docenas de maneras
distintas y extrañas de lograrlo..., si realmente quieres hacerlo.
Pero hay una forma que me reservo para "cuando todo lo demás falla", porque parece
que siempre me ha resultado difícil tener que ponerme en la condición correcta. Ese último re-
curso, para mí, es encontrar algo positivo precisamente en lo que me provoca enojo; es decir, lo
que cerró mi válvula.
Por ejemplo, supongamos que estás atorado en el tráfico debido a un accidente, y que
te permites disgustarte de verdad. Daremos por hecho que, bajo la circunstancia de tu válvula
cerrada, no sólo el tráfico no mejorará pronto, sino que la energía negativa estará, en ese
mismo momento, afectando todos los otros aspectos de tu vida.
Tu trabajo consiste en abrir esa válvula de la forma en que puedas hacerlo. Pero
digamos que has "tratado" (una palabra que debes eliminar de tu vocabulario) y nada te ha
funcionado, ni la música, ni el estremecimiento, ni el hablar contigo mismo. Bueno, cuando
todo lo demás falla, sólo queda una alternativa. Mira a tu alrededor cualquier aspecto, de la
situación en la que estás, o de su entorno inmediato, que valores y que te haga sentir bien.
Tal vez el simple hecho de que tu auto está funcionando, o que no necesitas ir al baño,
o la empatía que estás sintiendo por todos esos otros pobres diablos que están tan atrapados
como tú en el atasco, o tu aprecio por el grupo médico listo para entrar en acción. ¡Encuentra
algo..., cualquier cosa! Empieza por hablar contigo mismo sobre ello. Disimúlalo, engáñate a ti
mismo; muy pronto comenzarás a sentir ese sutil click con la energía de "sentirte bien" (o,
cuando menos, de "sentirte mejor"), y tu válvula se abrirá lentamente (puesto que cientos de
otros conductores están fluyendo la energía negativa de la furia a tu alrededor; el
congestionamiento de tráfico tal vez no se resuelva pronto, pero al menos no estarás
arruinando otras áreas de tu vida al fluir ese tipo de basura energética).
Ahora, con franqueza, cuando estoy de malhumor, no hay nada que disfrute tanto como
permanecer así. Todavía me encanta renegar y enfurecerme, porque se siente muy bien ha-
cerlo. La parte triste del asunto es que también sé que cada vez que hago eso, afecto
negativamente todo mi mundo, sin mencionar que estoy atrayendo más de lo que me tiene
furioso, y que simplemente no estoy dispuesto a dejar que eso suceda nunca más.
Así que, refunfuñando, encontraré alguna cosa tonta, intrascendente, insignificante, sin
importar lo que sea, que me esté enojando y que podría empezar a considerar -probablemente-
como un aspecto positivo de esa situación o de alguna persona; algo que -tal vez- pudiera
apreciar. Entonces, como un chiquillo malcriado y retador a quien acaban de reprender,
pensaré en alguna forma de empezar a hablar conmigo misma (casi siempre con un gesto de
enojo) para sacar a la luz el aspecto positivo que logré encontrar.
Lo que más me molesta cuando estoy con ese estado de ánimo, es que siempre
funciona. Encuentro algo que halagar, apreciar o admirar en el sujeto o en el asunto que me ha
hecho enojar, y antes de que me dé cuenta de lo que me golpeó, percibo una corriente que
empieza a fluir, puedo sentir realmente el momento en el que sucede la conexión. Válvula
abierta, misión cumplida. Ahora puedo dejarlo ir, y permitir que el universo se encargue de
hacer su parte.
Durante varios años renté una casita que había en la parte posterior de mi propiedad.
El trato era que los inquilinos pagaran el gas de la calefacción, y yo me encargara de la electri-
cidad.
Bueno, la rentaba a una joven pareja que insistía en tener encendida la luz del entrada
delantero día y noche. Hablé con ellos sobre el asunto varias veces. Sin importar lo que yo di-
jera, ellos siguieron dejando encendida esa luz, hasta que empecé a "ver las estrellas".
Finalmente, recordé que estaba tratando con alguien a quien le encantaba cerrar
válvulas: yo mismo. Cada vez que miraba la maldita luz, mi válvula se cerraba bruscamente, mi
cena se quemaba, mi perro se ponía insoportable, me cortaba en un dedo, me cancelaban una
cita de negocios, mi chimenea chisporroteaba en exceso, se quemaba mi alfombra, y así su-
cesivamente. Y todo aquello pasaba mientras yo estaba estudiando la Ley de Atracción, ¡ni más
ni menos! ¿Has oído hablar de quien no hace lo que predica?
Así que un día, de mala gana, dije: "Muy bien, encontraré alguna condenada cosa que
me agrade de esos dos, y lograré que se abra mi válvula". No pude. O, para decirlo más
correctamente, no lo intenté. Y la luz continuó encendida, día y noche, día tras día, mientras yo
"echaba humo". Para entonces, comprendí que aquello era serio y que iba a extenderse como
un virus maligno; así que, con cierta renuencia, decidí buscar una bendita cosa en la que yo
pudiera pensar que algo había de bueno en tenerlos ahí.
"Bueno..., está bien, me ayudan a cuidar el patio y eso es lo primero. Son personas
decentes, vale la pena tenerlos cerca..., tan tranquilos..., bla, bla, bla". Parecía como buscar una
aguja en un pajar, a medianoche, pero pronto noté que mi resistencia se suavizaba un poco, y
me aferré a lo que se iba salvando. Casi imperceptiblemente, y no siempre de buen modo, fui
expandiendo el sentimiento y en poco tiempo pude sentir el movimiento del flujo de energía de
"sentirme mejor" (no de sentirme bien") a través de mí. LA LUZ SE APAGÓ ESA NOCHE Y de ahí
en adelante no volvió a encenderse más que brevemente, cuando llegaban visitas o pedidos de
la tienda. Estaba atónito. Estaba asombrado y emocionado ante la continua evidencia de que
esta cosa realmente funciona, incluso con las luces de la entrada.
¿Estaba justificada mi reacción de enojo? Por supuesto; pero, ¿y eso qué? No valía la
pena arruinar mi mundo por ello, más de lo que ya lo había hecho.
Sólo recuerda: cuando permitas que fluyan sentimientos negativos de cualquier tipo
(aunque se trate de la luz de un Entrada), estás haciendo algo mucho más que amplificar esa
situación. Estás actuando como la línea defensiva delantera de los Vaqueros de DalIas,
impidiendo que todos tus" quiero" crucen más allá de la línea de la energía negativa. Al mismo
tiempo, esos sentimientos negativos están atrayendo todo tipo de situaciones desagradables,
en el proceso. Lo que es peor: si la persona por quien estás molesto es negativa, estarás atra-
yendo directamente sus vibraciones hacia ti. ¿Cómo va a valer la pena una cosa así?
De cualquier forma que lo veas, y sin importar cuáles sean las razones del pensamiento
negativo, lo importante es que ante ellos tu válvula permanece cerrada. Así que, ¡ábrela!
Habrá ocasiones en que un "quiero" /intento en particular nos resulte tan ajeno, que
no sepamos cómo nos sentiríamos con él, sobre todo si es de naturaleza emocional o si se
refiere a cuestiones espirituales, tales como una comunicación más cercana con nuestro
concepto de Dios. ¿Cómo encontrar el lugar que ocupa en el sentimiento algo que tan pocas
veces -o tal vez ninguna-experimentamos?
O podría haber ocasiones en las que todo lo que queremos es salir de, o alejarnos de lo
que sea que tengamos en ese momento, aun cuando no estemos seguros de qué es lo que que-
remos obtener, excepto que queremos sentimos mejor de lo que nos estamos sintiendo. ¿Cómo
encontramos el lugar del sentimiento en medio de esa confusión?
La otra forma es indirecta, y suelo utilizarla con mucho respeto porque por lo general
los sentimientos que estoy evocando provienen de recuerdos íntimos, profundamente que-
ridos. Todos hemos tenido esos momentos especiales de la vida que no podemos olvidar, ni
describir; momentos que podríamos llamar de renacimiento. Son piedras mágicas encerradas
para siempre en nuestro cofre del tesoro. Se trata de los momentos de la vida más valiosos y
significativos.
En una noche tranquila, quizá cuando las estrellas parezcan más brillantes que nunca,
y el aire esté lleno de fragancias nocturnas, elige un lugar cómodo, relájate, disfruta de la
belleza del momento, y retrocede hasta que tu memoria evoque aquel tiempo tan especial. O
siéntate junto a la ventana, muy temprano por la mañana, y observa cómo empieza a asomar el
sol del otro lado del cielo, dirígete hacia esa piedra mágica que tienes en tu memoria. Busca ese
momento de tu vida que no-vas-a olvidar-nunca, y permítete experimentarlo como un
recuerdo amoroso que te envuelve por completo.
¿Qué sabor dejó en ti aquella piedra mágica? ¿Fue amor indescriptible, o una
revelación espiritual? Quizás fue satisfacción suprema, alegría desmedida, o absurda
frivolidad. No necesitas ponerle una etiqueta al sentimiento, sólo reconocerlo como un tesoro
de tu propio ser.
Así pues, cuando no puedas encontrar otra forma de evocar el sentimiento de tu deseo,
o en momentos de desesperación en los que no logres hallar nada que aminore tu dolor,
cuando no tengas a mano los medios que requieres para cambiar los sentimientos que tienes
en esos momentos, recurre a tu piedra mágica porque en ella encontrarás el consuelo del amor
incondicional, procedente de tu "Yo interno/Ser expandido". Cuando aquella experiencia y tu
percepción se encuentren en el lugar del sentimiento, tú y tu "Ser expandido" serán uno solo, y
dejarás de enfocarte en tu bloqueo emocional o en tu dolor.
Trae ahora el deseo de tu corazón como ofrenda a este sentimiento e introduce ese
deseo, de manera respetuosa, en las energías curativas del sentimiento recordado. O no hagas
sino disfrutar de la emoción que evoca en ti ese momento querido. Descansa con él y ten la
seguridad de que todo estará bien.
LA MAGIA DE LA APRECIACIÓN
Existen sólo tres estados del ser, en torno a los cuales todos giramos, a lo largo del día.
Si pudiéramos percibir, aunque fuera una pequeña fracción de tiempo, lo que estamos sin-
tiendo cada momento del día, tendríamos una gran oportunidad de cambiar nuestras
vibraciones.
MODALIDAD DE VÍCTIMA
MODALIDAD DE CONECTADO
¡Ahora estás motivado! ¡Prendido! Tus altas frecuencias ya no atraen las vibraciones
negativas de otros. Estás abastecido con la energía pura y positiva del bienestar, vibrando en
armonía con tu "ser expandido", fluyes energía positiva y atraes eventos positivos. Mientras
estás a salvo te rodeas de seguridad.
Pero, ¡cuidado! No basta sólo con pensar en la sensibilidad. Eso no borra todo. El
pensamiento es hacia afuera, el sentimiento es hacia adentro. No puedes tomar la decisión de
ser sensible ante algo, y dejarlo ahí. Tiene que existir esa necesidad emocional que fluye de las
profundidades de tu ser, para que funcione.
No obstante, ninguna de esas cosas significa que tienes que ser salvado de un accidente
que ha puesto en riesgo tu vida por un grupo de rescatistas, para sentirte sensible. De hecho,
fluir sensibilidad no es realmente tan difícil. Puedes emitirla con intensidad ante un anuncio
que veas por la calle, si quieres. No te rías, yo lo hago todo el tiempo para mantenerme en
forma. Como cualquier otra habilidad, emitir energía requiere de una práctica constante y hay
algo absurdamente satisfactorio en producir toneladas de amor, adoración y sensibilidad ante
un anuncio que señala: "¡Cuidado!: hombres trabajando". Yo la dejo fluir frente a las luces rojas
del semáforo, los anuncios espectaculares, los pájaros que pasan volando, lo que queda de un
árbol que han cortado, un animal muerto, una tormenta invernal y, desde luego, ante la gente.
¡Ah!, "el único" ha llegado finalmente a tu vida. Flotas por el aire, con la cabeza en las
nubes, consumido por un sentimiento eufórico que desafía cualquier descripción. ¡Estás
enamorado!
¿Sabías que puedes provocar ese sentimiento a voluntad? no me refiero a las intensas
sensaciones sexuales, sino al estremecimiento emocional, a la sensación de mareo. Puedo ase-
gurarte que si estás enamorado, nada, absolutamente nada, te hará sentir tan bien como eso, ni
nada elevará tus vibraciones tan rápidamente como eso.
De ese modo puedes permanecer en esa vibración todo el día, con la convicción de que
estás atrayendo tus "quiero", o de que puedes Colocar un "quiero" específico exactamente en el
centro de ese sentimiento que te hace estar en las nubes. En este caso tu energía renovada hará
que se realicen tus deseos.
¿Recuerdas tu primer amor, y cómo hacía que te pareciera que todo estaba en su lugar?
Los problemas resultaban triviales, comparados con el mundo lleno de novedad en el que
sentías que tocabas el cielo.
SIEMPRE LA DULZURA
Cuando todo falla, cuando has intentado todo, sin éxito, para sentirte aunque sea un
poco mejor, he aquí algo que debes recordar.
Seas hombre o mujer, dentro de ti existe una dosis de ternura, una gentileza, una
dulzura tan sublime, que si pudieras tocarla llorarías conmovido. Agresivos o tiernos,
mendigos o millonarios, todos la tenemos porque eso es lo que somos. Esa dulzura no tiene
nada que ver con la personalidad. No se trata de ser débil, o fuerte; de ser un inútil cualquiera
en lugar de un poderoso líder. Tiene que ver contigo, se trata de lo que tú eres.
Para despertar esa presencia (generalmente oculta), sólo necesitas pedirla. Conviértela
en un "quiero", o en un intento, y después espera, escucha, percibe y permítete tener la
experiencia. Una vez que hayas sentido esa dulzura, ese precioso don dentro de ti, podrás
evocar esa misma sensación en cualquier momento, donde quiera que lo desees. Sin embargo,
se necesita mucho valor para que tú mismo te permitas vivirla, porque en ese agradable lugar
se encuentra la vibración más elevada de todo lo que tú eres. Una vez que hayas encontrado
ese estado natural, habrás llegado a casa, a ti mismo. Tu mundo nunca volverá a ser el mismo,
porque tú nunca volverás a ser el mismo. Y tampoco tus vibraciones.
EN LOS DÍAS MÁS BAJOS
Mientras vivamos en estos cuerpos, vamos a tener días bajos. En esos días en que todo
marcha bien (y que eso podría importarte menos) sólo recuerda que un día malo no es nada
más que una válvula cerrada. Tu energía negativa está aumentando. No es gran cosa, así que,
adelante. Permítete experimentar esa endemoniada carga de baja de energía, de tal modo que
te hartes de tener sentimientos negativos.
Pero si realmente pretendes salir de esas sombrías vibraciones, una buena forma de
hacerlo es dejar que tus ojos se detengan en la cosa más pequeña e insignificante que puedas
encontrar. Impúlsate con tu sonrisa física, alcanza la "gentil sonrisa interna" y ofrece tu amor a
esa cosa insignificante de la forma en la que desees.
Tal vez sea sólo una brizna de polvo, una revista, o un pedazo de cable. Trata de
apreciar esa pequeña cosa, envuélvela en amor como si fuera el tesoro más preciado de tu vida,
algo que hubieras perdido durante mucho tiempo y que ahora recuperas. Te asombrará ver
con qué facilidad cambiarán tus vibraciones.
Ese enfoque que no requiere de gran esfuerzo, generalmente funciona para mí; pero si
no lo hace, recurro a una técnica que nunca me falla en la que. Empiezo bailando por toda la
casa y cantando alguna cancioncita tonta, como Los días felices han vuelto (cuando de lo que
tengo ganas es de gritarle a mi pobre perro), o ¡Qué hermosa mañana! (cuando de lo que rengo
ganas es de dejarme caer en una silla y ponerme a llorar), o alguna otra pequeña tontería que
invento, que me obliga a ponerme en movimiento.
Un paso pequeño y ligero a la vez, cuando se está con el ánimo por los suelos; un poco
de aquí, un poco de allá, sirve de mucho. Puede llevarte un par de horas, o un par de días, pero
finalmente sentirás que tu resistencia disminuye, y que se produce ese maravilloso click, que
indica que te has conectado y que has abierto tu válvula.
Sin importar dónde estés, siempre podrás conectarte con algún tipo de sentimiento
positivo si en verdad lo deseas.
Conéctate mientras miras hacia afuera por la ventana de tu cocina. Conéctate al salir de
la puerta de tu casa por la mañana. Conéctate mientras te deslizas hacia tu silla de ruedas (si la
precisas). Conéctate cuando abordes el metro. Conéctate mientras estás barriendo el patio.
Conéctate al sacar fotocopias. Conéctate mientras caminas por la calle. Conéctate mientras das
de comer a tus mascotas.
Si quieres cambiar algo, si quieres mejorar la situación en la que estás, si quieres gozar
de ese magnífico sentimiento de realización, o de una profunda felicidad que no hayas experi-
mentado antes, si quieres tener cualquier cosa que no tengas ahora, entonces aprende a
encender tu motor, ¡y conéctate!
LA FUERZA TE ACOMPAÑA.
PASO 4. LEY DE ATRACCIÓN
Hace unos cuantos años, cuando era yo mucho más joven y acababa de llegar a
California, conducía mi auto todos los días del Valle de San Fernando, a lo largo del hermoso
Cañón Coldwater, hasta Beverly Hills, donde tenía un detestable empleo en las oficinas
corporativas de una importante empresa aeroespacial. Me gustaba el recorrido, pero no el
trabajo. Sin embargo, no era el momento adecuado en mi vida para "quemar las naves".
Durante dos años conduje por el Cañón, busqué cosas que hacer en mi trabajo hasta que me
aburrí.
Una hermosa tarde, mientras disfrutaba del recorrido, de vuelta al Valle de San
Fernando, al pasar frente a las preciosas casas de Beverly Hills, dije en voz alta, dirigiéndome
al poder que yo entonces pensaba que estaba fuera de mí: "Muy bien, Poder Superior, veamos
qué tan bien funcionas. Estoy aburrida con este trabajo y quiero hacer otra cosa. Dame una
idea. De hecho, si sólo dame las semillas, yo me encargaré de plantarlas".
Sin darme cuenta, estaba en ese lugar perfecto del sentimiento, donde mi frecuencia
era tan alta como una cometa en el aire. Me encantaba el recorrido, disfrutaba del panorama,
me sentía en paz con el mundo, aunque un poco impaciente con mi básico concepto de
aquellos días que llamamos el Poder Superior. Mi afirmación era sincera y se lanzó como
cohete a las alturas, magnetizada por las elevadas vibraciones de un incipiente "sentirse bien".
Al otro día, camino a mi trabajo, realicé la misma rutina: "Sólo dame las semillas, yo las
sembraré". Hice lo mismo durante el regreso a casa. En ese momento no sabía nada sobre
vibraciones ni flujo de energía, y desgraciadamente, tampoco sobre mi propio poder, tenía la
vieja concepción de que el poder de "allá arriba" y yo aquí abajo, ni pensar que éramos una
misma cosa. En lo que a mí se refiere, suponía que ese "jefe de jefes" estaba separado de mí;
esa sabia fuerza de Dios, estaba segura, era lo que conducía mi vida. Todo lo que estaba
haciendo era, sin saberlo, enfocándome poderosamente en un "quiero" y poniendo a prueba a
mi Poder Superior para ver si estaba ahí en realidad, con su mano extendida para ayudar.
Así pues, un día, mientras me dirigía a casa, cuando subía la cuesta que conducía a lo
alto de la colina, donde la vista se extasiaba ante la contemplación de un espléndido panorama
que parecía perderse en el infinito, la idea me golpea y lo digo literalmente: me golpeó. Sentí
como si el cosmos me hubiera dado un latigazo. La idea era formar una compañía editorial de
tipo educativo, usando la innovación verdaderamente revolucionaria de producir cintas de
audio. Era 1965. La mayoría de la gente no había oído hablar de cintas grabadas, y yo no tenía
la menor idea de cómo formar una compañía o hacer que las cosas se echaran a andar.
No importaba. Todos los días, al volver a casa y subir la colina, me repetía: "Muy bien,
Poder Superior, tú sigue dándome las semillas y yo encontraré la forma de sembrarlas." Y por
supuesto, todos los días sin falta, al subir la colina para ir a trabajar, saltaban ideas de mi
cabeza, como palomitas de maíz tostadas. Imaginé guías turísticas grabadas en cinta para
escuchar en el automóvil mientras se recorrían los parques nacionales, programas de
capacitación para vendedores y programas para estudiantes. Mientras seguía haciéndolo, las
ideas parecían envolverme, porque en tanto siguiera ahí y permaneciera en un lugar de
"sentirme bien", mi válvula estaba abierta y era fácil alcanzar la inspiración.
Éramos la primera compañía que producía cintas de audio para recorrer en auto los
parques nacionales, y todo ello resultó un fiasco. Fuimos la primera compañía en producir una
revista mensual de negocios, para escucharse en cinta grabada. Fracasaron todos los
proyectos en sólo un año. Fuimos la primera compañía en ofrecer cintas con información de
negocios para escuchar con audífonos durante los vuelos transcontinentales, y también
fracasamos. Fuimos también uno de los primeros negocios en ofrecer capacitación de
motivación para lograr la excelencia para vendedores, en forma de paquete, a varias
industrias. Otro fiasco. La fórmula era sencilla: siempre estuvo presente el temor dentro de
mí de que esos negocios no funcionaran, ¡y así fue!
Todo lo que yo podía pensar era: "¿Qué más puedo hacer-hacer-hacer para que las
cosas sucedan?". Cuanto más arduamente trabajaba, más temerosa me volvía. Y; desde luego,
cuanto mayor era mi temor, más resistencia ponía a la energía del bienestar, por lo que atraía
ventas cada vez más bajas.
La guía intuitiva había salido volando por la ventana. No había ni el más pequeño
resquicio por el que pudiera saltar mi Ser expandido con los fantásticos e incesantes tips que
alguna vez había recibido. Le reclamaba constantemente a ese llamado Poder Superior
diciéndole a dónde podía irse, y vibraba tan lejos de mi conexión con Él, que parecía que no
existía. Por mi parte, mi persona era la representación fiel de aquella vieja expresión de "ir de
mal en peor". ¡Cuán cierto era esto en mi caso!
Las cosas continuaron así durante trece años, hasta que, exhausta y desconectada en
absoluto de cualquier cosa remotamente parecida a una fuente de bienestar, vendí la
compañía y traté de huir a algún lugar solitario y lejano de la costa, junto al mar. En lugar de
ello, llegué directamente a la etapa más triste, más dolorosamente desconectada, de mi vida.
Desde ese lugar oscuro me llegó el fuerte deseo de lo que ya no quería y a partir de ese
momento empezaron a florecer los años que habrían de convertirse en los más
fantásticamente bellos de mi vida, mientras empezaba a descubrir a mi Ser expandido.
Pero "exprimir nuestro cerebro" significa que estamos usando técnicas dignas del
Llanero Solitario, con acciones intrépidas y sin inspiración alguna. Significa que estamos
funcionando desde una posición estrictamente física, que presiona. Significa que estamos
atorados en los "tienes que" y en los "deberías". Significa, en concreto, que estamos tratando de
navegar contra corriente, a ciegas, y sin la guía de nuestro propio guía superior. Significa que
estamos funcionando con válvulas muy cerradas, lo que provoca el tipo de tensión interna y el
flujo de energía negativa que no produce, en lo absoluto, los resultados que deseamos.
Pareciera entonces que la forma lógica de dirigirnos hacia donde queremos llegar, o
hacer que las cosas sucedan como queremos, es funcionar con inspiración guiada, en lugar de
hacerlo con las vibraciones negativas del estrés procedente de la conciencia social. ¿Cómo lo
podemos hacer? ¿Por dónde empezamos? ¿Cómo podemos dejar de lamentarnos?.
Bueno, primero viene la inspiración, las ideas. Surgen cuando logras pasar más tiempo
en esas altas frecuencias de "sentirte bien" (o de "sentirte mejor"), estremeciéndote y
conectándote.
Así que, iguau!, algo sensacional empezará a ocurrir si crees en esto y logras la
conexión interior que hablamos en el capítulo 91. Sin importar qué tan complicadas te hayan
parecido las ideas, descubrirás que todas están insertadas en su lugar exacto y que están
avanzando con la facilidad y la tranquilidad con fa que corren las aguas de un arroyo. ¿y por
qué no? Tus ideas fueron inspiradas, y ahora también lo están tus acciones, para traerlas a la
realidad; todo procedente de tu flujo de energía de alta frecuencia.
Digamos que un día estás saltando de alegría, sintiéndote sensacional porque tienes
una idea. Es una idea fantástica, del tipo exacto de las que sabes que funcionarían, si sólo
supieras cómo concretarla, o si tuvieras suficiente dinero, suficiente educación..., suficiente
apoyo..., o suficiente...
Sólo hay dos caminos que podrías tomar cuando te caigan encima las
toneladas de ideas que te envía tu guía. Puedes decir: "Oh, esto es una locura..., tal vez sea una
buena idea, pero...", y cerrar inmediatamente la válvula. O puedes decidir callarte, escuchar y
confiar en lo que estás logrando.
Así que cuando te llegue la inspiración, o una idea para hacer avanzar tu "quiero",
empieza a pensar en: "Lo puedo hacer", en lugar de: "Sí, pero..."; y no te preocupes de cómo
lograrlo: se te ocurrirá una vez que te relajes y entres en una frecuencia más alta. Recuerda
que los instructivos siempre acompañan a la inspiración.
Ahora empezará a fluir tu energía positiva. Lo que tomaría años a una persona
desconectada, tú lo realizarás en unos cuantos meses, orientado por tu completamente jubiloso
Ser expandido hacia las actividades más productivas.
Justo a la mitad de ese año, después de mucho tiempo en que el negocio de las
hipotecas y mi ingreso personal fluían con tal abundancia que casi era cosa de risa, se me
ocurrió una idea. Realmente no necesitaba ideas en ese momento, ya que mis "quiero" se
estaban realizando con tanta rapidez que casi no tenía tiempo de disfrutarlos. De cualquier
modo, tuve una idea que me dejó perpleja.
Se me ocurrió cuando estaba en la regadera, una noche en la que, por alguna razón que
no recuerdo, me sentía llena de entusiasmo. Y tengo que confesarles que mi primera reacción
fue exclamar en voz alta: "¡Dame un respiro! ¡Debes estar bromeando!".
La idea era hacer un infomercial (un comercial de media hora para televisión), para un
producto de autoayuda, sumamente extenso y complejo, que todavía no había creado, en el
que nunca jamás había siquiera pensado, y acerca del cual no tenía ni la más remota idea de
cómo y dónde empezar. Todo el concepto era completamente descabellado e ilógico.
A los cuatro meses -¡cuatro meses!- después de que se me ocurrió la idea..., obtuve una
cuantiosa cantidad de dinero para pagar la lujosa producción del producto..., y las sumas
requeridas para la producción del programa de televisión de gran categoría..., los suficientes
dólares que se necesitaban para comprar el extenso tiempo de televisión de costa a costa..., al
tiempo que yo misma escribía, narraba, actuaba y producía todo, filmando en locación con un
gran equipo profesional. ¡Sólo se necesitaron cuatro meses!
Para marzo del año siguiente, ya estaba en el aire promoviendo Curso de vida 101, el
monumental audiovisual que ofrecía un curso para tomar en casa sobre crecimiento interno,
del cual yo era la autora. ¡Asombroso!. Realizaba el trabajo de una docena de personas:
manejaba una empresa y creaba otra, mientras escribía y producía un nuevo programa para
televisión muy complicado..., yo sola..., y a una edad más que madura. Para ser franca, la mayor
parte de mis amigos pensaban que me había vuelto loca.
iAh!, pero lo que ellos no sabían era con qué poco esfuerzo estaba materializando todo
aquello. No había acciones desesperadas, ni esfuerzos titánicos, ni lucha constante. Esta vez
estaba .conectada. Todo se deslizaba como si fuera arrastrado por un trineo bien lubricado.
Las piezas caían en su lugar como por arte de magia. En cuanto me preguntaba cómo haría al-
guna cosa, las respuestas me llegaban de la nada. Realizaba fácilmente lo que tenía que hacer.
Sin fricciones, sin preocupaciones y sin la menor duda en el mundo. En realidad, la estaba
pasando muy bien.
Desde luego, tenía mucho trabajo, pero era trabajo fácil de hacer porque recibía ayuda
constante e inesperada de mi guía. Cualquier problema que surgía se resolvía casi tan pronto
como aparecía. Todo -en ambas compañías- marchaba a la perfección, y yo estaba en la
corriente misma de la vida. Nunca cuestionaba una nueva idea o una nueva dirección, pues las
indicaciones de cómo hacer las cosas me llegaban siempre inmediatamente después de la idea.
Y en ningún momento me sentí agobiado, ni deprimido.
Estaba asombrada por lo que estaba sucediendo; sin embargo, todo lo que estaba
haciendo -sin saberlo siquiera- era fluir la energía positiva de "sentirse bien", y llevar a cabo
las ideas inspiradas que me llegaban, como una corriente continua. No se requiere nada más
excitante que eso.
¿Cuántas veces te has dicho a ti mismo: "Tengo un deseo repentino (o una corazonada
o una sensación en las entrañas) de ir a ese lugar?". Y eso hiciste: fuiste y encontraste que ha-
bía estado bien hacerlo. Estabas siguiendo a tu guía. O se te ocurrió la loca idea de probar
determinada cosa. Y lo hiciste. Y fue un éxito porque resultó divertido. Estabas siguiendo a tu
guía.
Pero no necesitas estar iniciando un nuevo negocio para tener ideas, corazonadas o
presentimientos. Así, tu "quiero" puede ser sortear el tráfico del centro de la ciudad para
llegar a tiempo a tu oficina, lo mismo que encontrar una nueva pareja. Todo lo que tienes que
hacer es prestar atención a las señales que harán que eso suceda..., ¡y aprender a confiar en
ellas!
Poco después de que me embarqué en este nuevo camino de creación deliberada, iba
rumbo a Pórtland en mi viejo y querido Mercury Monarca modelo 77, un auto que había sido
reparado muchas veces, porque era un modelo que me encantaba. Un nuevo motor, nuevo
esto, nuevo aquello. Pero, debido a su edad, mi mecánico me había recomendado que usara
aceite sintético para reducir el desgaste de sus piezas. Eso estaba muy bien, excepto que en
ese tiempo los aceites sintéticos no eran nada comunes, y la marca que yo usaba tenía que
pedirse expresamente para que la enviaran a la población donde yo vivía.
Durante mucho tiempo yo no había salido de casa más allá de la tienda de abarrotes,
así que el recorrido de dos horas que tenía que hacer para llegar a Pórtland, me resultaba muy
atractivo. Puse la música que elevaba mi estado de ánimo y estaba en la cima misma de la alta
frecuencia que produce la felicidad, una hora más tarde, fluyendo energía positiva, cuando
recordé que no había puesto al auto el aceite que tanto necesitaba. Generalmente cargo con
dos litros del extraño aceite en mi auto; pero eso se me había olvidado también y la posi-
bilidad de encontrar el aceite -que además tenía que mezclarse con cualquier otro- en ese
trecho de tierras de cultivo, en la autopista del sur de Washington, no sólo era remota, sino
absolutamente impensable.
Avancé unos cuantos kilómetros más, preguntándome qué podría hacer, cuando sentí
el impulso repentino de desviarme en la siguiente salida. Puesto que en esa época seguía mis
corazonadas sin vacilación, me encogí de hombros y me salí de la autopista en cuanto pude
para tomar un desolado camino local, a no más de un cuarto de kilómetro ge la autopista.
Entonces lo ví, y mis ojos no podían creerlo. A unos veinte metros frente a mi auto
había otro deteriorado edificio con un letrero apresuradamente pintado a mano, que decía:
"Refacciones para auto". No sé cómo no me había fijado en él al detenerme; pero ahí estaba,
exactamente frente a mí. Atolondrada, entré y pregunté si tenían aceite sintético. Sí, lo tenían,
pero sentían mucho que sólo tenían de la marca Blurp, ¡que era exactamente la marca que yo
necesitaba! "¡Sí, señor, nos quedan los dos últimos litros!".
¿Cómo sucedió? ¡Quién sabe! y, después de todo, ¿a quién le importa? Basta con
confiar, con actuar de acuerdo con lo que sientes, y las cosas saldrán bien.
La mayoría de nosotros nos resistimos a creer que las cosas pueden suceder, a menos
que podamos ver de antemano cómo encajarán las piezas. Así que empieza a observar las
pistas que se te ofrecen. Observa la forma maravillosa en que las cosas se unen, y verás cómo
las partes que faltan toman forma y empiezan a colocarse en su lugar como por arte de magia.
SIN VACILACIONES
Con la posible excepción de la oración, que es con mucha frecuencia una súplica que
procede de una válvula más cerrada que abierta, pocos de nosotros aprendimos a
introducirnos en lo más profundo de nuestro interior, ya no digamos siquiera a escuchar lo
que esconde, y mucho menos seguirlo. Pero, ¿seguir qué? Escuchar, ¿a quién? ¡Tonterías!
Mejor toma una pastilla. Todo eso es mera imaginación. No tiene sentido. No existen datos
intelectuales o empíricos para apoyarlo.
La guía es tu alma que habla, Dios que habla, tu ser interno que habla, tu Yo expandido
que habla, tu acompañante cósmico que habla. Tu guía hace lo necesario para atraer tu
atención, y para ayudarte a entrar en tus "quiero", de la misma manera si se trata de un nuevo
automóvil que de un nuevo peinado, o de un cabello radiante. Pero para hacer que esto
funcione, debes aprender a confiar en lo que estás eligiendo en esa situación.
Una pareja que eran mis clientes en el negocio de las hipotecas, y a quienes llamaré
George y Sally, se mostraban un poco confundidos cuando llegué a su casa una noche para re-
coger su solicitud de préstamo. Cuando les pregunté qué les pasaba, George dijo que él y su
esposa acababan de salvarse de una grave carambola de ocho automóviles en la autopista, y
que todavía se sentían realmente alterados por la impresión, según lo expresó él.
Es una gran broma cósmica el hecho de que hayamos sido diseñados para ser
precisamente eso: para vivir de acuerdo con nuestros sentidos, y no con nuestros cerebros. Sin
embargo, a lo largo de los siglos hemos aprendido a pensar nuestras reacciones, en lugar de
asentirlas, exactamente al contrario de la forma en la que vive el resto de la naturaleza. Los
animales y las plantas lo hacen (vivir de acuerdo con sus sentidos), mientras que nosotros, los
cerrados y desconectados seres humanos, nos burlamos de ello.
Pero cuando realmente empieces a jugar el juego de "sentirte bien", te aseguro que
será todavía mejor que pasar un día completo en Disneylandia. Escucha, y sigue escuchando, y
actúa obedeciendo a tu guía sin vacilación.
Así que si tienes docenas de amigos y familiares que te dicen que tienes que hacer
"esto", pero en el fondo de tu ser sientes un profundo impulso de hacer "aquello", siempre, si-
gue tu impulso (¡si hacerlo te hace sentir bien!). ¿Por qué? Sólo inténtalo unas cuantas veces y
verás por qué. El sistema aplicado por tu guía lo está haciendo todo, sabe cómo llevarte a
donde quieres ir, para seguir tu intuición original. Así que date la oportunidad. Conéctate bien
y escucha, pues ese Yo expandido sabe lo que está haciendo.
EL PASO FINAL
Este es el cuarto y último paso en el proceso de diseño creativo.
El primero, como bien recordarás, es identificar lo que No queremos.
El segundo es aclarar y declarar lo que SÍ queremos.
El tercero es colocarse en el lugar del sentimiento donde se encuentran nuestros
"quiero". Y ahora, el cuarto es:
Paso cuatro: espera, escucha, y permite que el universo te lo proporcione.
Significa que debemos dejar de averiguar cómo podríamos hacer que nuestro "quiero"
se realice, porque no somos quienes debemos saber cómo lograrlo. Todo lo que tenemos que
hacer es actuar de acuerdo con la inspiración que nos llega de nuestro Yo expandido, mantener
abierta nuestra válvula, esperar lo que nuestro "quiero" nos traiga, hacernos a un lado y dejar
que el universo haga lo que le corresponde, manteniéndonos al margen de todo, sin impaciencia,
guardando la calma tanto como sea posible. (En ese sentido, trata de conservar la paciencia,
porque perderla significa cerrar la válvula, y en el caso de que esté abierta, nuestra energía se
enfocará en lo que no ha sucedido.)
El universo es un organizador mejor de lo que tú soñarías serlo nunca, así que dale la
oportunidad de que te lo muestre y trata de no estorbar. Tú le has dado una tarea: le has
enviado tu energía magnética; ahora, hazte a un lado y permite que se produzca la
manifestación.
Muy bien, estás manteniendo en alto tus frecuencias, te conservas sintonizado con la
estación de tu guía, estás escuchando, recibiendo tUs corazonadas, observando la sincronía de
los acontecimientos; pero ¿dónde diablos está ese sensacional "quiero"?
De todos modos, no lo estás haciendo mal; tampoco has perdido el instructivo. El flujo
deliberado de energía positiva nos es tan extraño, que con frecuencia parece una tarea im-
posible, mientras que los sentimientos de resistencia a los que estamos acostumbrados -y que,
por tanto, nunca notamos continúan dominando nuestra vida.
Es entonces cuando ha llegado el momento de dejar que las cosas marchen bien -deja
que lo hagan- cuando tu "quiero" no se ha presentado todavía. Tú sabes que lo hará, pero es
perfectamente normal que no lo haya hecho..., por el momento.
La meta final, desde luego, es dejar de estar en un sube y baja, con las válvulas
abiertas; es decir; cerrar válvulas, abrir válvulas, volverlas a cerrar. Es como decirle a un perro
que se vaya y que se quede al mismo tiempo. Todo se atasca y acaba por detenerse. ¿Cómo,
entonces, puedes controlar tu gran deseo de obtener algo que no se ha presentado aún, o que
no ha sucedido?
Ante todo, verifica hacia dónde va tu flujo de energía. N o tiene mucho caso que hagas
fluir tu energía hacia alguno de tus "no quiero" y dejes que se manifieste todavía más.
Después, verifica tus repeticiones. ¿Con qué frecuencia te sientes impulsado por tus
"quiero"? Si tienes un gran comienzo y lo mantienes funcionando durante varios minutos,
pero después no vuelves a pensar en ello durante mucho tiempo, tal vez logres que suceda
algún día (lo cual es muy dudoso). Pero si te muestras constante al pensar y hablar sobre lo
que quieres durante todo un día, aunque sólo lo hagas para ti mismo, si repites y embelleces la
historia constantemente, no sólo estarás manteniendo la fuerza del impulso, sino
aumentándola.
Aunque dieciséis segundos son todo lo que se necesita para impulsar ese tornado que
se está formando, si te mantienes bien enfocado y entusiasta sobre tu deseo durante diez o
quince minutos todos los días, se realizará ante tus ojos antes de que te des cuenta, siempre y
cuando conserves tu enfoque verdaderamente apartado de la idea de carencia.
Hay otro factor presente que puede intervenir para que lo que deseas se haga realidad
o no, pero que he dudado en mencionarlo porque puede convertirse en la excusa perfecta de
por qué algo no ha sucedido o no se ha presentado: la oportunidad.
Puedes haber estado haciendo fluir energía en grandes cantidades hacia un tema en
particular, con una válvula completamente abierta, llevando a cabo todo lo que tu guía te dice
que debes hacer para fluir con la fuerza de una nave espacial, y aun así no tener nada en las
manos. ¡Hazlo con oportunidad! Quizá lo que ocurre es que no se ha presentado el mejor
momento para que se realice ese "quiero", y eso te esté distrayendo de todo lo demás que
deseas.
Como ése podría ser el caso, entonces es mejor que retrocedas un poco, te relajes y
dejes que el universo y tu guía hagan las cosas. La Ley de la Atracción no es inconsistente. El
universo te dará lo que quieres en el momento oportuno. ¡La clave es -siempre- el
enfoque!
Esas grietas son nuestra resistencia, nuestra crítica interna o nuestros prejuicios,
nuestras viejas ideas de lo que es correcto e incorrecto en el ámbito social, nuestra antigua
frecuencia baja, que nos dejan sin protección cuando quedan al descubierto por frecuencias
más altas.
Cuanto más grande es nuestro deseo, mayor es la energía que estamos dirigiendo
hacia él, como si fuera el poderoso chorro de agua de la manguera, que descubre un mayor
número de grietas. De repente, nos sentimos inseguros, vulnerables, expuestos a los
elementos sin protección, como si lo que había estado oculto hasta entonces surgiera y luchara
por sobrevivir. A final de cuentas, lo que había estado oculto morirá, desaparecerá, pero no se
dará por vencido fácilmente. Eso puede hacer que algunos tengamos trayectos emocionales
llenos de baches.
Pero no te preocupes, hay un camino rápido para salir. En el momento, en que te des
cuenta de que te estás sintiendo un poco tembloroso o desubicado, pregúntate a ti mismo:
¿Qué me ha estado molestando?, Y sigue insistiendo hasta hallar la respuesta. La encontrarás.
Mientras lo discutes contigo mismo, cualquiera que haya sido la causa descubierta
para que resurgieran esos desagradables sentimientos, se mostrará a sí misma en la forma de
una vieja creencia, de un viejo temor, de un antiguo "no quiero". Una vez que descubras lo que
es, te tomará sólo tres minutos al día hablar contigo mismo para convencerte de cómo salir del
asunto o cómo reducir el problema al mínimo (recuerda hablar con ternura), habla, habla y
habla, hasta lograr que se disipe ese temor, dentro de los siguientes treinta días, junto con la
resistencia inconsciente que ha estado impidiendo que se realice tu "quiero".
PASIÓN ES CREACIÓN
Pasión. Hemos hablado mucho de ella. Es una de esas palabras que suenan
sensacionales, pero, ¿qué significa?, ¿cómo la obtenemos?, y ¿realmente la necesitamos?
Si piensas que te falta el más sublime de los sentimientos, la pasión, analiza si todavía
estás hablando de un "no quiero", o enfocándote en él. No existe algún "no quiero" en el
universo que pueda evocar pasión, porque todos los "no quiero" provocan energía negativa,
válvulas cerradas, gran resistencia y más "no quiero".
Así que esa es otra razón para dedicar más tiempo a tus "quiero", pues cuanto más
tiempo les dediquen, más apasionado te volverás. Y la pasión es creación.
La pasión no significa gritar ¡hurras! como una porrista, o saltar muros como loco. Por
supuesto, la pasión tiene diversos grados de excitación y entusiasmo, pero lo más importante
es que es una fuente de conocimiento interno. Es la confianza absoluta de que la vida ya no
tiene que traerte de las orejas, y de que el tigre que estás deteniendo por la cola en realidad
eres tú mismo.
¿Quieres más pasión? Entonces, ¡déjate llevar por tu alegría! Huele más rosas, observa
más atardeceres, encuentra más campos que puedas recorrer descalzo, visita más seguido tus
restaurantes favoritos, ríe más, encuentra más lugares que explorar, más juegos de pelota que
ver, más obras de teatro que disfrutar, practica más pasatiempos que te diviertan, sé más
espontáneo, juega más golf, escucha más música, encuentra más lugares para divertirte, sonríe
más y diviértete. Ahora estás vibrando con la válvula abierta de la pasión. Y la pasión es
creación.
DÉJALO LLEGAR
¡Yaya, no vas a lograr que me enfrasque en una discusión contigo! Todo este asunto de
la energía entraña un cambio total de como estamos acostumbrados a vivir y a ser, así que hay
que darle tiempo. No te impacientes. Si has leído hasta aquí, hay cambios importantes que
están ya en camino.
Algunas veces resultará fácil. La mayor parte del tiempo al principio no lo será, y ésa
es la razón por la cual es esencial observar eso que llamamos coincidencias. Son la comproba-
ción de que algo está realmente sucediendo, lo que te mantiene en actividad.
Si inviertes un poco de tiempo todos los días hablando sobre cada uno de tus "quiero",
sin preocuparte de si se cumplirán o cuándo lo harán, sin tratar de forzar los cómo de su
realización, y permaneces conectado con tu guía y lo obedeces sin vacilación, esos "quiero"
vendrán. Debido al poder que tienes, lo harán.
No estás separado del poder del bienestar infinito. No estás separado del poder y de la
fuerza de la vida creativa. N o estás separado del poder universal de Todo lo que Es. Ese poder
es tuyo, porque el poder eres tú y tu poder, como las leyes divinas que lo gobiernan, es
absoluto.
DINERO, DINERO DINERO
LEY DE ATRACCIÓN
Cada palabra que pronunciamos, lleva consigo su propio sello de vibración peculiar
acerca de lo que estamos hablando. Dependiendo de cómo nos educaron, y de la perspectiva
de la vida que hayamos adquirido individualmente, cargamos cada palabra que decimos con
una vibración exclusiva y personal. La palabra "Dios", por ejemplo, puede provocar una
respuesta de vibraciones intensamente positivas o profundamente negativas, dependiendo de
quién la diga -y quién la escuche-, del ambiente en el que se diga y de aquello con lo que la
asociemos.
Para la mayoría de nosotros, las creencias relacionadas con la palabra dinero son tan
increíblemente intensas, que en el momento en que la decimos, pensamos o escuchamos,
enviamos un cúmulo de vibraciones negativas por todo el lugar. Desde luego, lo único que
logramos con ello es crear un muro impenetrable a nuestro alrededor, que garantiza que
bloqueemos la más buscada comodidad que con tanto ahínco hemos querido tener en nuestra
vida. Tan sólo al pronunciar ese tonto conjunto de sonidos, estamos alejando la cosa que más
deseamos.
Pero, ¿cómo es eso? Después de todo, es un asunto muy claro, ¿no? Oro, plata,
monedas, billetes, documentos, ¿a qué suenan, entonces? Más que a otra cosa, a algo como a
"toda esa miseria". Desde que éramos niños, la mayoría de nosotros aprendimos que la
palabra dinero equivale a lucha: "deberías", "tienes que", "tengo que", "debo".
Aprendimos lo importante que era el tema para mamá y papá, los tíos y las tías, así
como para los amigos adultos de la familia.
Aprendimos también a sentir la ansiedad que rodea a la palabra, así como la angustia
que provoca.
Debido a que nunca aprendimos acerca del flujo de energía y del tener vibraciones
negativas, pasamos la vida con válvulas herméticamente cerradas sobre ese tema, sosteniendo
una batalla que nunca podemos ganar, hasta que nos sentimos tan cansados, tan desalentados,
tan deprimidos, que nuestro cuerpo finalmente responde al eterno negativismo y morimos.
¡Vaya dulce vida!
La buena noticia es que no tenemos que quedarnos ahí, y que podemos desenterrar
todas esas viejas creencias, ya caducas, para permitimos que fluya la abundancia; por fortuna,
simplemente tenemos que contrarrestar el cúmulo de ideas negativas acerca del dinero que
durante décadas la sociedad ha creado y respaldado; creencias tan injustas como:
Lo que nos confunde es que pensamos que el dinero tiene que ganarse, que se tiene
que luchar por él y que se tiene que trabajar arduamente para obtenerlo. Y; sin embargo, el
dinero, como todo lo demás, no es más que energía. Y atraerlo, como sucede con todo lo
demás, sólo requiere de un proceso de flujo de energía. ¡Ha llegado el momento de escribir un
nuevo guión!
Estás actuando como el resto de nosotros, batallando contra esas viejas creencias
limitantes que han estado cerrando tus válvulas toda la vida, que te desesperan, y que acabas
de cerrar definitivamente. Tu deseo de tener dinero para construir el patio te hace sentir tan
mal, que dejas de pensar en el asunto.
No necesito decirlo, esto fue antes de que supieras acerca del flujo de energía. Así que
digamos qué piensas en ese nuevo patio, ¡ahora! Con seguridad, todavía te quedan algunos
sentimientos de energía negativa de los de antes; sólo que en este momento puedes
detectarlos porque estás prestando atención a cómo te hacen sentir tus pensamientos.
Crear un nuevo guión no es sino hacer realidad un pequeño "sueño", que a la vez es
grandioso, e introducirse en él emocionalmente. Sin embargo, lo importante es que
emocionalmente te induzca en tu sueño, o sólo estarás perdiendo el tiempo.
Sólo recuerda que debes seeentir la pasión que hay detrás de cada palabra. Si no la
sientes, no obtendrás lo que deseas porque sin esos nuevos sentimientos, no habrá un cambio
en tus vibraciones. Son esas enriquecedoras, excitantes, embriagantes emociones que hay
detrás de tus palabras, las que causan las vibraciones positivas, necesarias para permitirte
lograr lo que anhelas. Aunque-tú-no-lo-creas, estás creando un nuevo remolino magnético
dentro de ti, con nuevas imágenes y sentimientos apasionados. Simplemente, no escribas tu
guión de forma tan rebuscada que no seas capaz de sentirlo, o le habrás dado al traste a tu
propósito.
Cuando el tornado empieza a crecer después de los dieciséis segundos de feliz relato,
de los siguientes dieciséis segundos y de los que siguen, las vibraciones elevadas que fluyan de
ti, comenzarán a eliminar las vibraciones negativas que han estado fluyendo, para
contrarrestar completamente tus actuales "qué es". Cuando se realice ese cambio a una
frecuencia más alta, que es todo lo que necesitas para traer a la realidad ese pequeño sueño
que habías estado contando -incluso a ti mismo- éste será atraído entonces hacia el nuevo
tornado.
Por supuesto, al principio tal vez te sientas un poco loco al hablar en voz alta con una
persona imaginaria -contigo mismo- sobre la fantasía que estás viviendo, pero ése es sólo un
pequeño precio que tienes que pagar por los grandes dividendos que recibirás.
Sólo empieza a hablar, y describe todas las satisfacciones y alegrías que te han traído
esos 25,000 dólares. Hazlo con lentitud, dándote el tiempo suficiente para seeentir las palabras
y las imágenes conforme vayas avanzando, y date tiempo,- también, para permitir que surjan
más ideas sobre cómo aprovechar el dinero. Aunque todo esto es "pretende-como-si" por el
momento, si tu narración es tan real como para saborearla, olerla, sentirla, tocarla y vivirla,
muy pronto será una realidad.
Hay dos formas para hablar de tu enorme fantasía. La primera es similar a conversar
con un amigo, y la segunda es una suerte de susurro para ti mismo. Así, una conversación
sobre los 25,000 dólares podría parecerse a una plática con un amigo mientras toman una
taza de café (en voz alta, pero suave). "Tú sabes, mi esposa y yo estamos encantados con el
patio que acabamos de terminar. Teníamos años de estarlo deseando, aunque nunca habíamos
considerado que debíamos gastar ese dinero. Pero, bueno, decidimos que ya era tiempo de
darnos ese gusto, y tan pronto como tomamos esa decisión, el dinero llegó como por arte de
magia."
"Ya está completamente construido y, ¡oh!, de verdad que nos fascina. Nos encanta
disfrutarlo después de cenar. Nos sentamos ahí afuera los dos solos (tú estás... sintieeendo
cada frase..., saboreando cada detalle, mientras... lo... vas... diciendo...) bajo las estrellas. ¿Y
sabes que esto nos ha hecho sentir más cerca uno al otro? ¡Oh!, fue un desastre al principio,
pero ahora hasta los niños lo están usando después de la escuela. Les compramos su propia
mesa y sus sillas, así que se sientan afuera a hacer su tarea. Te aseguro que ese patio es lo
mejor que hemos hecho en muchos años". Y así..., una y otra vez, sintiendo leeentamente cada
nuevo detalle del mismo tema, que revele cada delicioso momento de tus descripciones.
Si quieres cambiar el guión, aunque no el enfoque, di en voz alta, para ti mismo: "Estoy
ansioso de que llegar a casa esta noche. Mi esposa tendrá lista su cena favorita para que coma-
mos en el nuevo patio. ¡Vaya!, estoy taaan feliz de cómo disfrutamos convivir en familia ó con
amigos reuniones en el patio. Adoro en especial las magníficas losetas que encontramos para
el piso. Y mañana, por fin, voy a salir a buscar las nuevas plantas... Creo que iré a..." (sí, estás
describiendo algo nuevo que vas a hacer, pero que está dentro y forma parte de tu fantasía
completa -el patio terminado- que estás viendo ahora, en este momento).
Tienes que dirigir ese dinero a algún lugar hacia donde fluir, así que mañana habla
sobre cómo te sientes cuando estás sumergida en la bañera, y al día siguiente, habla sobre las
nuevas plantas que acabas de comprar, etcétera. Deléitate y disfruta de cada nuevo detalle del
que hablas y sieeente, habla y siente
Has tomado el antiguo guión de "sentirte mal", los 25,000 dólares requeridos para tu
patio, y has creado una flamante y nueva historia acerca de donde colocarlos, una
auténticamente inundada con toda clase de creencias de "sentirte bien", aun cuando todavía
sea sólo una fantasía.
Sí, puedes jugar este juego con tu pareja, siempre y cuando ambos estén sintonizados
en la misma frecuencia, deseando el mismo tipo de cosas. El que ambos estén haciendo eso,
multiplicará diez veces la energía y hará brotar muchas nuevas ideas de las cuales hablar, en
todas las formas posibles, para lograr tus propósitos.
Mi perra Lucy me estaba volviendo loco, subía y bajaba a todo correr la larga barda del
frente y ladraba a cuanta cosa se movía. Era irritante para mí, molesto para las personas que
pasaban junto a mi casa y crispante para mis vecinos. Probé cuanta maniobra sugería el
instructivo para educar perros, pero nada parecía funcionar. Finalmente, cansada y realmente
preocupada (lo cual sólo causaba más ladridos) decidí cambiar mi forma de hablar al respecto:
"Me encanta ver la libertad de espíritu con la que esa perra corre, desenfrenada como
el viento, cómo sube y baja por la cerca del frente. Y casi no puedo creer cuando parece que
pisa el freno y se sienta en la orilla de la barda, muy quietecita, viendo pasar a la gente, callada,
atenta, bien portada. Francamente, me asombra, después de la forma en que solía actuar. Lo
mejor del asunto es que puedo ver que Lucy todavía se encarga de cuidar la casa, y eso es lo
que hace ahora, sentada, vigilando todo en silencio. ¡Caramba, cómo me gusta eso!".
Transcurrieron cinco semanas antes de que viera la primera señal. ¡Lucy no corría!
Estaba sentada en el sendero de la entrada, contemplando en silencio a una persona que pa-
saba trotando. ¡Se quedó sentada ahí, sin moverse! En total, el proceso tomó
aproximadamente tres meses, lo que demuestra lo arraigadas que estaban mis viejas creencias
de que no podría reeducar a aquella perrita testaruda. Pero no me di por vencida, insistí, y
hasta este momento al menos, somos dos seres muy felices.
Sin embargo, en lo que se refiere al dinero, mis primeros intentos por reescribir el
guión no tuvieron, ni remotamente, ese éxito. Intentaba con tal intensidad obtenerlo a través
de imágenes surrealistas acerca de proyectos que producirían muchísimos dólares, que me
encontraba hundida bajo una montaña de historias totalmente increíbles. Podía sentir a mis
viejos sistemas de creencias asomar sus vacilantes cabezas con argumentos como: "¿Me
puedes decir cómo vas a lograr eso? ¿De dónde vas a sacar el tiempo que se necesita? ¡Ni en
sueños, olvídalo!". Dudas y más dudas, dudas.
Me conté a mí misma nuevos giros de las mismas historias, durante semanas enteras,
creando nuevos personajes y nuevas circunstancias para mantener vivos los relatos. Cuando
nada de lo que deseaba parecía estar sucediendo, me sentí desalentada..., me pregunté qué era
lo que me había ocurrido..., comprendí que estaba de regreso a lo negativo..., suspiré
profundamente..., y comencé a escribir una nueva historia.
Así que si tienes la inquietud de viajar, no te preocupes sobre cómo vas a obtener el
dinero para hacerlo; sólo empieza a hablar (o a escribir) sobre tu fantasía y a lanzar corrientes
de energía de "sentirte bien" hacia el lugar al que quieres ir, como si ya estuvieras ahí ahora.
Siente la brisa, saborea la comida, siente tu nuevo bronceado. Si siempre deseaste tener un
caballo de carreras, no te preocupes de cómo vas a conseguir el dinero para comprarlo.
Empieza a hablar en voz alta de tu historia (la del caballo) y a fluir energía de "sentirte bien"
hacia el tipo de caballo que quieres..., como si ya lo tuvieras ahora, junto con el entrenador, el
lugar donde vas a tenerlo y los aplausos del público que te verá correr. Siente su crin, el olor
del caballo mismo, ponte la corona de laureles.
Si tú y tu cónyuge siempre han deseado llevar una vida más sencilla, administrando un
hotelito de "cama y desayuno" en el campo, entonces sueña con el lugar perfecto, recorre los
caminos vecinales, maravíllate del aire fresco, habla con el contratista que los está ayudando a
remodelar la casa, selecciona el lindo papel tapiz, busca antigüedades, disfruta a tus felices
huéspedes, prepara para todos un regio almuerzo.
Eso es todo lo que tienes que hacer. Sustituye las viejas vibraciones negativas de tu
guión de: "No puedo, no sé cómo, estoy en la ruina", con las de una nueva y positiva historia
que te lance al disfrute de tenerla ya. Ahora.
Habla de ello y siéeentelo, tal como quisieras que sucediera si estuvieras viviendo tu
fantasía en este mismo momento, desarrollando una aún más amplia variedad de la historia,
saboreando nuevas descripciones hasta que sientas que todo el asunto hace una especie de
click y se vuelve real. Te has involucrado tanto en tu fantasía, en tu ensueño, que es como si lo
estuvieras viviendo ya, en este momento. Has dejado de reaccionar sólo a las condiciones que
se te presentan; te has convertido en creador de condiciones.
Chuck no estaba entendiendo muy bien la idea, así que lo hice hablar preguntándole el
porqué.
-Muy bien, amigo mío, ¿dime qué quieres, en este momento?.
-Quiero pagar mis cuentas.
-¿Por qué?
-Para sentirme mejor.
-¿Por qué?
--Porque detesto estar "apretado" de dinero.,
-¿Por qué?
-Porque eso me hace sentir mal (nos estamos acercando).
-¿Y cómo preferirías sentirte?
-¡Libre! ¡Quiero sentirme libre! ¡EUREKA! ¡Ya lo tenemos! -Muy bien. Afírmalo así.
-Quiero tener 60,000 dólares para poder sentirme libre. -¡Maravilloso! Ahora, ¿cómo
te sientes?
-¡Oh!, muy bien por un momento, pero, ¡cielos! ¿De dónde vaya sacar ese dinero, con la
situación como está?
-Olvida el dinero. Es sólo un sucio montón de papeles. Háblame de lo que harás con el
dinero, una vez que hayas pagado las cuentas.
Poco a poco una colección de sueños, por largo tiempo escondidos, salió a relucir: él y
su esposa, Sara, deseaban ir a las Bermudas, donde siempre habían querido investigar la
posibilidad de establecerse cuando se jubilaran. Llevarían a sus nietos en un crucero, a alguna
parte. Convertirían el sótano de su casa en un salón para oír música estereofónica. Y así, una
cosa tras otra.
Pero noté que lo que más le entusiasmaba era pensar en las Bermudas, así que le pedí
que se concentrara en eso. Puse la cara más seria que pude, me incliné a lo largo de la mesa y
dije: "Cuéntame detalladamente lo que piensas de eso, Chuck. Cuéntame cualquier detalle por
pequeño que sea sobre los sueños que Sara y tú tienen de irse a las Bermudas."
"Tu gente quiere lo que todos queremos, Chuck: no los tontos pedazos de papel que
llamamos dinero, sino las experiencias que trae consigo tenerlo. Hazlos prometerte que
pensarán en esto durante treinta días, cuando menos una vez al día, todos los días, de diez a
quince minutos."
Para mi total agrado, Chuck me llamó unas seis semanas después con las primeras
buenas noticias. Su gente estaba tan desesperada, que no tuvo ningún problema en conven-
cerlos de que participaran en su pequeño experimento.
Todos habían tenido algún tipo de cambio, suficiente como para que no hubiera modo
de pensar que se trataba de meras coincidencias. En medio de una de las peores crisis que el
negocio de bienes raíces había experimentado en su historia, estos vendedores encontraron
que podían sortear las condiciones y responsabilizarse de su propio destino.
Todos los días, este grupo se había conectado con su Ser interno/Ser expandido y se
habían sentido inspirados por primera vez después de muchos meses. Estaban enviando olea-
das bien cargadas de energía positiva al universo con sus listas individuales de pedidos, y el
universo les había respondido con circunstancias, incidentes, ideas y motivaciones que es-
taban de acuerdo con sus grados de intensidad. Lo mejor de todo es que eso se volvió
contagioso, y al parecer todavía lo es. (La persona a la que no le interesó participar en el
experimento terminó por retirarse del negoció. Lo último que supimos de él era que vivía de la
pensión de jubilación de su esposa).
Una vieja creencia -o cualquier creencia- no es otra cosa que un hábito de vibraciones
al que respondemos como focas amaestradas. Dicho de otro modo, nuestros encantadores y
fuertes apegos (creencias) nos fueron transmitidos y son más fuertes de lo que nos
imaginamos. Sin embargo, estas viejas creencias a las que tanto nos aferramos, y a las que
respondemos con tanta facilidad, no son más que la forma en la que estamos acostumbrados a
pensar que funciona la vida como, por ejemplo, el tener que luchar.
Por ejemplo, algo surge en nuestro mundo, evoca una vieja creencia, y empezamos a
vibrar negativamente sobre lo sucedido por simple hábito. ¡Sólo por hábito! Así que nuestra
meta debe ser encontrar cualquier cosa que nos permita romper esos viejos patrones de
pensamiento, los cuales se convierten en vibraciones habituales. He aquí una pista: se agrupa
en la misma categoría de necesitar un buen número de salidas por las que fluya el dinero, lo
que significa que debemos dar a la energía del dinero diversas salidas por las cuales fluya,
antes de que pueda empezar a fluir a nuestro alrededor. A juzgar por mi propia experiencia,
así como la de mis amigos, ésta es una forma segura de ganar.
Todavía tienes esos cien dólares en el bolsillo, así que repítete a ti mismo (mientras
sieeentes ese deleite): "¡Guau, podría comprarme eso con mis cien dólares, sin problema!". "¡Oh,
sensacional, podría comprar esto otro!". "¡Caramba, eso es justo lo que siempre he deseado y
tengo el dinero para comprarlo!".
No tienes que buscar cosas y sumarIas hasta hacer el total de los cien dólares. Debes
buscar cosas individuales que cuesten esa cantidad y que a ti te gustaría tener, si lo quisieras.
Para cuando hayas encontrado alrededor de mil cosas que podrías comprar, observa lo que ha
pasado. Has gastado emocionalmente cien mil dólares que recorrerán un largo camino para
ayudarte a seeentir próspero, contrarrestando un montón de esos viejos modelos de
pensamiento en los que existen vibraciones de carencia.
Joselyn pasó casi todo el día entusiasmadísima con este simple juego. Se obligó a sí
misma a enfrascarse realmente en él, a relajarse, a divertirse ya" gastar, gastar, gastar" emo-
cionalmente. Finalmente, exhausta pero llena de las vibraciones de una válvula abierta por la
emoción de buscar cosas que comprar, al volver a casa se encontró con (¡lo juro..., es una
historia real!) un mensaje de su hermano ofreciéndole ayuda financiera; otro mensaje de una
amiga ofreciéndole lo mismo, y uno más en el que le avisaban que el préstamo que había
pedido sobre su casa -y que le habían negado dos veces por el tipo de casa poco común en que
vivía- ya había sido aprobado y recibiría el dinero en unos cuantos días. Además, mientras
volvía a casa había tenido una idea para dar un nuevo enfoque a su negocio, y hacer que
empezara a dar dinero. No era un mal resultado para las horas de juego que había invertido.
Este sistema es muy similar al de escribir un nuevo guión, sólo que menos complicado.
Es una estrategia breve y rápida. Cuando te acostumbres a "acondicionar" detalles pequeños o
de manera cotidiana, comenzarás a aplicar las técnicas en asuntos más importantes en tu
trabajo (como con un cliente con el que tengas dificultades, o con una venta que no logre
realizarse). Invierte un poco de tiempo visualizando y sintieeendo la forma en la que quieres
que se desarrolle la junta o se firme el contrato; visualizando y sintieeendo, visualizando y
sintieeendo, en una serie de rápidos chispazos a lo largo del día.
Un amigo mío puso a prueba la técnica con un caso judicial al que se estaba
enfrentando, y el cual estaba seguro de que perdería. En lugar de verse a sí mismo ganando el
caso, cosa que no podía imaginar (con mucha razón), vio y sintió a todos convirtiéndose en
ganadores, estrechándose las manos, dándose palmaditas en la espalda, etcétera. Por
supuesto, el asunto se arregló a satisfacción de todos unos días antes de que se presentara
ante el tribunal.
Otra amiga -muy joven por cierto- tenía un jefe que la criticaba mucho por su modo de
vestir. Aparentemente al jefe no le gustaban las minifaldas y mi amiga tuvo la "mala pata" de
ser una de las primeras en usarlas. Realmente fastidiada por la actitud de su jefe, finalmente
usó la técnica de acondicionar, y obtuvo un resultado muy gracioso. En lugar de que su jefe
dejara de observar su atuendo, tal como mi joven amiga estaba visualizando y sintiendo, él
cambió por completo su actitud acerca de la indumentaria cuando otras tres jóvenes de la
misma empresa llegaron con atuendos similares. ¡Vaya!, de cualquier modo, resultó.
Los negocios van lentos y te gustaría generar más ganancias. Tal vez estás pensando
en que deberías aumentar las ventas, asociarte con otra empresa, conseguir un mayor
presupuesto para publicidad, y todas las otras viejas alternativas de siempre para resolver el
mismo viejo problema: cómo generar más dinero.
Aquí está una sugerencia: obtén un poco de energía de grupo y ponla a funcionar. A
diferencia de los vendedores de Chuck que se enfocaron en resultados individuales, tu grupo
deberá elaborar un guión, o una historia, acerca de tus deseos para la compañía (los cuales
finalmente también serán para ellos mismos).
Así, pues, si puedes lograr que todos y cada uno de los miembros de tu grupo sientan
el deseo de obtener un buen contrato, que se sientan orgullosos por haber conseguido una
firma, que vean/sientan a un número considerable de clientes en la tienda, que vean cómo
llega el éxito mientras sienten el valor que ha significado su propia contribución a ese éxito, la
fuerza expuesta a este tipo de magnetismo será colosal. Cambiará para siempre la forma en la
que hagas negocios.
SÓLO RECUERDA...
1. No se trata de dinero, sino de ver cómo estás haciendo fluir tu energía. El dinero
llegará cuando dejes de pensar en lo que te falta. No puedes pensar en: "no tengo dinero
suficiente" y sentir otra cosa que no sea una emoción negativa que interrumpe el flujo. Así que
busca más maneras de abrir tu válvula.
3. Gasta emocionalmente todo el dinero que quieras, una y otra vez, para dar a tu
energía nuevas salidas. No puedes decir: "Denme una cantidad de dinero y entonces decidiré
qué hacer con el". Decide primero lo que vas a hacer con él; esto último es lo que permite que
la energía se mueva. La energía del dinero necesita salidas. Si no hay salidas, no hay dinero.
4. Créate el hábito de gastar dinero emocionalmente. Observa todas las cosas que se
ofrecen en los aparadores y di: "¡Me gustaría eso!" "¡Oh, me gustaría eso, también!" "¡Oh, miren
eso, es ideal para mí!" ..., y así sucesivamente, mientras te introduces en el sentimiento de
tenerlo. De esa manera, tendrás funcionando a toda velocidad el impulso de "quiero". Te
encontrarás inmerso en circunstancias que atraerán el más intenso de esos deseos a tu
realidad, o que abrirán las puertas a nuevas posibilidades.
5. ¡Ábrete para recibir! Coloca letreros como éste en toda tu casa: "¡ABIERTO PARA
RECIBIR!" Coloca tu intención de que vas a eliminar todos los "deberías" y "no deberías" y de
que vas a aprender cómo recibir. Conviértelo en un "quiero". "Quiero aprender a recibir".
Entonces sobreponte al sentimiento de culpa y al de ser víctima, que dicen que tú sólo eres
buena persona cuando das, y descártalos como la basura dogmática que son.
7. Si tienes demasiada gente negativa en tu vida que en estos momentos está hundida
profundamente en el sentido de carencia, eso indica claramente en qué frecuencia estás aún
sintonizado. Será mejor que revises tu situación.
8. ¿Quieres evaluar cuánta negatividad hay en tu vida? Verifica cuánto dinero estás
recibiendo. Para aquellos de nosotros que hemos tenido que luchar por el dinero la mayor
parte de nuestra vida, la salida de tan considerable cantidad de energía negativa significa la
entrada de muy pocos dólares. Para nosotros, el dinero viene, o se mantiene lejos en
proporción directa a la energía negativa que estamos o no emitiendo.
9. Y; finalmente, recuerda siempre que lo que has sido hasta ahora ¡no tiene nada
que ver con lo que puedes ser! Si has tenido tiempos difíciles toda tu vida, ahora tienes las
herramientas para transformar por completo la situación. Si no has logrado cerrar las ventas
que querías, si no has recibido salario, el reconocimiento, el éxito, la paz, la felicidad y la
prosperidad total que te hubiera gustado tener, todo está listo para que lo cambies.
¿Qué tan rápido? Sólo tienes que empezar a fluir de manera diferente y con
regularidad, y un nuevo mundo te seguirá tan certeramente como la noche sigue al día. Tienes
que hacerlo. Es una ley cósmica, la física del universo.
RELACIONES Y OTROS TESOROS
LEY DE ATRACCION
Mi experiencia y conocimiento de relaciones en la primera mitad de mi vida, proviene
de la época anterior a cuando oí hablar del flujo de energía..., ¡y se nota! Era una víctima perfec-
ta, una romántica idealista, un codependiente de primera, un resentido perfecto
Sea como sea, a continuación presento las reglas básicas para crear relaciones
importantes mediante el flujo de energía, ya que el proceso no difiere del de crear cualquier
otra cosa en cualquier momento en el que tenemos una alianza, sin importar qué tan estrecha
sea, con alguien o con algo. Eso constituye una relación. Así que aquí vamos.
Las relaciones de cualquier tipo, con amigos, la pareja, cónyuge ó socio de negocio, han
sido, como todo lo demás en este mundo de acuerdo a como estemos vibrando. Proviene de
cómo nos estemos sintiendo. ¡Punto!
Esto es así, y no se necesita ser un genio para descubrir que si estamos sintiendo
cualquier cosa que no sea paz con nosotros mismos, así como absoluta aceptación y aprecio
por nuestra pareja (¡buena suerte!), nuestras vibraciones van a empezar a destruir esa
relación, aunque estemos absolutamente convencidos de que, puesto que no hay nada malo en
nosotros, la culpa debe ser de la otra parte. Si estamos, verbal o mentalmente, acusando,
menospreciando o desaprobando cualquier cosa, estamos vibrando de forma negativa.
Dalo por hecho. Cuando dos personas están involucradas ambas están vibrando, y
pocas veces éstas coinciden. De todas maneras, nosotros somos únicos y exclusivos creadores
de nuestras experiencias; no lo son nuestra pareja, ni nuestros padres, ni siquiera el jefe que
acaba de despedirnos.
Así que, aunque parezca muy difícil de asimilar, estamos hablando de que se trata de
un asunto de mirar hacia nuestra propia válvula, nuestras propias reacciones, nuestro propio
enfoque, nuestro flujo de energía, porque mientras estemos mirando insistentemente hacia
alguna otra parte, sea del pasado o presente, sobre todo lo que no nos gusta, no sólo
recibiremos más de lo mismo, sino que estaremos bloqueando todas las cosas buenas que nos
gustaría ver en su lugar.
El asunto es que si nuestra pareja o cualquier otra persona con la que tengamos una
relación, tiene ciertos hábitos que nos disgustan ("no quiero") y nos enfocamos en ellos,
incluso con válvulas moderadamente cerradas, todo lo que estamos haciendo es perpetuar
esos hábitos que nos gustaría borrar, porque los estamos reteniendo en nuestra vibración.
Por tanto, la causa de toda la espiral descendente que se produce en cualquier relación
que haya existido y que se haya deteriorado, es la insistente atención -aunque seguramente
inocente- que prestamos a las situaciones desagradables, sin importar lo insignificantes que
éstas puedan parecer. Así es como cualquier agravio pequeño, sin importancia, empieza a
rodar como una bola de nieve y poco a poco se convierte en algo mucho más importante,
debido a nuestro enfoque persistente y al flujo de energía negativa lanzado hacia él; el
resultado es que comenzamos a atraer otras cosas negativas en esa misma dirección, además
de agrandar el pequeño problema original del que nos estábamos quejando.
Eso significa no sólo que esa infame tapa de la pasta dental nunca volverá a quedarle al
tubo, sino que el enojo tiene el potencial suficiente, debido a nuestro constante enfoque
negativo, para aumentar hasta convertirse en un indeseable romance extra marital, una
defensa abollada, un despido o hasta un divorcio.
"Cuanto peor es, peor se vuelve”, ¿recuerdas? Un constante flujo de disgusto acerca de
cualquier cosa, tarde o temprano se volverá muy desagradable. Y tiene que ser así, porque lo
semejante atrae a lo semejante.
Con toda seguridad, cuando alguien "aprieta nuestras tuercas", cada gramo de
nosotros desea apretar las suyas como revancha. Pero no se trata de que lo que hacemos en
una relación equivalga a lo que recibimos. ¡Nunca! Ni siquiera de cómo está fluyendo la energía
de nuestra pareja. Como todo lo demás en nuestro mundo, sea lo que sea que tengamos frente
a nosotros, ha llegado directamente de cómo nosotros mismos hemos estado sintiendo,
fluyendo y vibrando. No hay otra forma de decirlo: si quieres cambiar las condiciones de tu
relación, vas a tener que cambiar tus vibraciones.
EL ACUSADO ES EL CULPABLE
¡Oh, seguro, la mayor parte de las veces probablemente nuestras acusaciones estén
justificadas! ¿y qué? No hay un ápice de bienestar que pueda introducirse a través de la baja y
gruesa vibración de la culpabilidad, lo mismo si está justificada o no. De hecho, la energía
electromagnética de la culpabilidad está cargada en forma tan potente, que fluye de nosotros
hacia otras personas, de modo que puede hacer que quienes suelen ser generalmente muy
seguros, se confundan, lo revuelvan todo y lo pongan de cabeza. Y; desde luego, enviar energía
de culpabilidad a alguien que está siendo grosero, tonto, abusivo o borracho, sólo aumenta la
condición que a ti te gustaría cambiar.
Mientras más entrechocaba las rodillas con llameante furia, más cosas se
desmoronaban ante mis ojos. Entonces, comprendí lo que estaba haciendo y cambié mi actitud
hasta sentir aprecio por el personal normalmente eficiente con el que estaba tratando, y en
menos de ¡quince minutos! me llamaron para pedirme disculpas. Todo estaba ahí; el préstamo
había sido aprobado.
Una amiga que conozco, no podía dejar de culpar a su esposo por lo que ella percibía
como la causa de que sus gemelas tartamudearan. Después de que aceptó de mala gana asistir
a un programa sobre '”aprecio al marido" que se impartía diariamente durante unas horas. Me
llamó aproximadamente seis meses más tarde para contarme lo difícil que había sido para ella
al principio, y cómo poco a poco empezó a incorporarse al espíritu del programa y aprendió a
detenerse cuando se iniciaba dentro de ella un ataque de culpabilidad, y a abrir su válvula lo
suficientemente para que fluyera algo de aprecio tanto hacia las niñas, como hacia el marido.
En su última llamada, me comentó que las niñas ya casi habían vuelto a hablar normalmente,
pero nunca supe qué pasó con el pobre marido.
El asunto es que la energía de la culpa siempre provoca que una mala situación
empeore. ¡Siempre!
Digamos que hay una serie de cosas en la relación de pareja que no nos gustan; algunas
de ellas son graves y otras más son pequeñeces, trivialidades que tal vez pensemos que
estamos pasando por alto. Pero las "pequeñeces" no existen, y muchas veces constituyen los
problemas más grandes. Lo mismo si alguna cosa es lo bastante grande como para que la
etiquetemos como tal, que si la calificamos como una pequeñez, sin haber forma de decir si la
estamos "pasando por alto" o la estamos aceptando, nos enfocamos en esa maldita cosa de
manera tan evidente, que hacemos fluir energía hacia ella y la agrandamos.
La cuestión principal es que si algo nos está molestando, tanto si esa molestia es
justificada como si no, estamos vibrando negativamente, ¡así son las cosas! Puede parecer sólo
un leve desacuerdo sobre la forma de colgar la ropa. O puede ser algo tan terrible como el
temor al maltrato. Pero sin importar la intensidad emocional que tenga, esa atención negativa
a "lo que sea", siempre causará problemas más grandes, porque así es el guió no la historia que
estamos escribiendo.
Así que no te preocupes por la válvula de tu pareja. De hecho, ¡nunca te preocupes por
tu pareja! Dirige tu enfoque hacia lo que está ocurriendo a tu alrededor, e insiste contigo
mismo en que lograrás abrir tu propia válvula, de cualquier forma que puedas, sin importar
cómo. ¡SIN IMPORTAR CÓMO!
La única forma en la que puedes tener una relación como a ti te gustaría que fuera, es
escribiendo tu historia o guión de ese modo y cumplirlo fielmente, hasta que se desarrolle tal
como lo quieres, ya sea con tu pareja actual o con otra con la que tengas mayor armonía de
vibraciones (lo que significa, si es que todavía no lo adivinas, ser mucho más feliz).
Si eres alguien que sufre en silencio, como lo era yo, ¡buena suerte! Sin importar cuál
sea la razón por la que estás sufriendo, ésta crecerá como una mala hierba bien alimentada. Lo
mismo ocurrirá si eres una persona controladora, regañona, preocupona o alguien que disfruta
complaciendo a la gente. Tienes que desconectar tu enfoque destructor de la relación, sea lo
que sea que esté cerrando tu válvula, y conectarlo a lo que deseas en la vida.
En otras palabras, desvía la atención de tus "no quiero", ponla en tus "quiero" y
mantente ahí.
Si tienes un borracho a tu lado, abre tu válvula y escribe tu nuevo libreto.
Si tienes una pareja desempleada a tu lado, abre tu válvula y escribe una nueva
historia.
Si tu pareja y tú pelean por dinero, abre tu válvula y escribe una nueva historia.
Empieza hablando con tu pareja sobre lo que quieres y por qué, no de lo que no
quieres y por qué. Ya sé, estoy sonando muy condescendiente al respecto, como si fuera
cualquier cosa este asunto de ignorar las acciones de un necio, el cual tú estás convencida de
que es el responsable de tu vida miserable. La culpabilidad es nuestro juego, y señalar con
dedo acusador a alguien, o a nosotros mismos, siempre ha resultado inútil.
Al principio me sentí molesta conmigo misma, entonces me enojé todavía más porque
no lograba salir de mi mal estado de ánimo. Terminé mis compras y me dirigí hacia el baño de
vapor con la esperanza de que eso mejorara mi estado de ánimo. Mientras seguía conduciendo
mi auto, me sentí lista para escribir un nuevo guión.
Lo primero que hice fue sentir un poco de aprecio por ellos: "Son buenos muchachos y
es agradable tenerlos, cerca". No era exactamente un ¡hurra!, pero eso era mejor que nada.
Podía sentir cómo mi resistencia se iba reduciendo... un poco.
"Gracias a Dios, estaban ahí para cuidar de los perros, mientras yo me ausentaba.
Ninguno de mis otros inquilinos había hecho eso nunca. Y ninguno de 'mis otros inquilinos me
había ofrecido ayuda para darle la retocada anual a la pintura de mi casa, como ellos lo habían
hecho." Eso se sentía mejor.
Continué así, visualizando la imagen que quería, apoyando mi idea tan lejos como pude
y hasta donde me sentí cómoda. Presionaba y avanzaba conforme me iba sintiendo bien. No
habían pasado más de diez minutos de haber llegado a casa cuando los muchachos se
acercaron a mí, sonriendo de oreja a oreja. No tenían todavía un nuevo empleo permanente,
pero habían encontrado una forma de pagarme e iban a empezar a hacerlo inmediatamente.
¡Acción rápida, por decir lo menos!
EL PING-PONG VIBRATORIO
Uno de mis primeros empleos después de que salí de la universidad fue en trabajando
en una grande empresa del mundo de fotografías para catálogos. Ahí se tomaban todas las
fotos del mundo de la moda y la mayoría de las fotos fijas para tiendas importantes de ropa y
departamentales. La mejor parte de mi trabajo era con las estilistas, las muchachas que tenían
que asegurarse de que la ropa quedara perfectamente, de arreglar todo, desde los pasadores
para el cabello hasta las latas de cerveza, y que todo quedara en su lugar.
Día tras día, los modelos más famosos del momento, hombres y mujeres, pasaban por
nuestros estudios. Yo no les prestaba mucha atención, pero había una pelirroja, extraor-
dinariamente alta y delgada, que parecía ser el blanco constante de los chistes y bromas de
todos los demás. Cada vez que llegaba, desde que entraba hasta que estaba lista para irse, una
nueva tanda de chistes circulaba por la oficina, antes de que ella cruzara siquiera la puerta.
Parece que esta chica cambiaba de novio constantemente, tanto que cada vez que se
presentaba a una sesión de fotos, cosa que sucedía varias veces a la semana, se lamentaba del
último que había tenido, o hablaba maravillas del nuevo. Era como una pelota de ping-pong
que quedaba en cada ocasión en diferente lado de la red.
"¡Ese infeliz! No ha devuelto ninguna de mis llamadas telefónicas. Es como todos los
demás, tan enfrascado en su mundito, que no tiene tiempo para el mío. Eso sí, siempre tiene
tiempo para sus otras chicas." Todo lo que sabía hacer era culpar, culpar, culpar, y atraer así
mucho más clones tan rápidamente, que se convirtió en el chiste permanente de toda la
compañía. Alguna que otra vez, alguien sentía una leve compasión y decía algo así como:
"¿Cómo es posible que una chica tan hermosa como ella tenga una cadena tan larga de mala
suerte? Con todo lo que ella tiene que ofrecer, ¿cómo es posible que eso suceda?".
¿Larga cadena de mala suerte? No. La muchacha, joven y hermosa, estaba atrayendo, a
partir de su antiguo guión vibratorio, su vieja forma habitual de ver a los hombres. Su libreto
nunca cambió. Ella sabía que podía atraerlos como la miel a las abejas, y lo hacía, pero todos
terminaban siendo de la misma clase: hombres seducidos por las vibraciones que ella emitía
continuamente.
Ninguno de estos pobres clones tardaba mucho tiempo en extinguirse, mientras ella
atraía a otro, como si fuera una letanía de negativos "no quiero" que atrapaban al siguiente.
Puesto que su vibración dominante respecto de sus ex novios era siempre de ese "tipo
podrido", todo lo que atraía era otra réplica de un "tipo podrido". La culpabilidad que ella
mantenía en sus recuerdos enviaba vibraciones tan poderosamente imantadas, que nunca
había una oportunidad de activar un tipo diferente de relación.
Perdonar es... ¿qué?
Primero viene la culpabilidad y después viene ¿qué?... ¿El perdón? Tal vez sí, tal vez no.
No se necesita decir que la elegante actitud del perdón sólo se produce después de
haber culpado a alguien o a algo. Lo cual significa que la forma en que la vemos al perdón no es
muy diferente de la forma en que vemos a la culpabilidad. Por tanto, muy raras veces
perdonamos sinceramente.
Algo sucede, alguien dice algo y entonces, como las focas entrenadas que somos,
respondemos agresivamente con vibraciones. Si dejáramos las cosas en ese punto, estaríamos
en paz. Pero continuamos permitiendo que nuestras emociones se esparzan por todas partes y
¡PUM!, nuevamente caemos en el sentimiento de culpabilidad.
Ahora, digamos que hemos decidido perdonar a alguien. Muy bien. Esto es lo que
ocurrirá: el perdón significa liberar nuestra resistencia a la energía positiva, no a la del
trasgresor a quien estamos dirigiendo tan benevolentemente nuestra sonrisa de perdón. El
perdón consiste en olvidar lo que sucedió en aquel fatídico lugar. ¡Jaja!
Si hay necesidad de perdonar, tiene que haber' un juicio o una culpabilidad que
preceda a esa necesidad, porque de otra manera no habría razón para perdonar. Y el juicio o la
culpabilidad significan que estamos enfocándonos en un "no quiero". Así que el primer paso
para el perdón (y esto probablemente no te va a gustar) es exonerar el sentimiento de culpa, lo
que significa la capacidad para decir... y decido con sinceridad: "¿A quién le importa? ¿A quién
le importa un bledo? Tal vez el idiota hizo algo terrible, algo realmente de mal gusto. ¿Y qué?".
Significa: "No necesito condiciones para ser feliz. No voy a prestar atención a tus malos
hábitos, porque no necesito que todo sea perfecto para que fluya más amor hacia ti".
"Puedes ser grosero, puedes decir cosas horribles que lastiman mucho, pero tu
elección no afecta mi elección, la cual es mantener mi válvula abierta y sentirme bien. Ya no
culpo a ninguna circunstancia negativa, ni a tus hábitos negativos por la forma en que me
siento". Seguro, yo sé que eso suena casi imposible, pero ¿y qué, si eso es precisamente lo que
nos va a llevar a permitirnos ser felices? Lo mejor de alcanzar ese espacio de: "Me importa un
bledo lo que haces o lo que hiciste, mi válvula permanece abierta de cualquier modo", es que
automáticamente permites que llegue la clase de circunstancias que tú quieres (definitiva-
mente, el objetivo del juego) y dejas de experimentar la vida en función de las acciones de los
demás.
¿Estoy diciendo que debe perdonarse a una persona que maltrata? No, no en el antiguo
sentido, nunca. Perdonar como antes lo hacías significa que estás todavía reteniendo la ofensa
en tu vibración, e invitando a tener más de lo mismo. Estoy diciendo que lo olvides, que tengas
abierta tu propia válvula, que escribas un nuevo guión y que vibres de tal modo que puedas
salirte de ese lío.
¿Estoy diciendo que debe perdonarse a un adúltero? No, no como antes. Si el acuerdo
entre ustedes dos fue de monogamia, estoy diciendo que lo olvides y abras tu válvula si no
quieres que el problema se repita en esta relación, no en la siguiente. Tú tienes que atraer las
vibraciones de tu deseo, en armonía, o en una nueva pareja.
¿Así que estoy diciendo: "no perdones"? Por supuesto que no, al contrario, estoy
señalando que perdones lo antes que puedas. "¿Lo perdono? Por supuesto, ¿ahora qué sigue?".
Eso está muy, muy lejos de: "Bueno, no sé, cariño, eso que hiciste fue una cosa horrible".
Nunca, ni en un millón de años, porque para que una relación cambie a tu gusto,
necesitas:
Enfocarte fuera de la situación.
Enfocarte en abrir la válvula, la tuya.
Ésa es la única forma como las circunstancias no deseadas cambiarán, y la única forma
como tu relación sobrevivirá.
Así que, ¿cómo ayudar? El primer paso es colocarte en un sitio que te haga sentir bien,
y lograr así que tu propia válvula se abra antes de poder pensar siquiera en la otra persona.
Entonces, puedes inspirar -no asegures, sólo inspira- esa misma apertura de tu válvula en la
persona en la que estás pensando. Ya no estás intentando pintar en el lienzo del otro, sino que
sinceramente estás ofreciéndole pinturas y pinceles.
Por otra parte, si sigues pensando en lo terrible que es que alguno de tus conocidos
tenga cáncer, esté sin trabajo o que su casa se haya incendiado, esa terrible vibración
permanecerá para reforzar las malas vibraciones en las que él se encontraba.
Tengo una amiga cuyo padre estaba muriéndose completamente solo, a 3,000
kilómetros de distancia, en la costa opuesta. Todas las noches, cuando se iba a dormir, ella
enviaba a su padre pensamientos de sanación con la esperanza de ayudarlo a reaccionar. Pero
en su propio estado de tristeza, le enviaba la propia soledad de él, la imagen patética de un
hombre sin amigos, sin familiares, sin voluntad de vivir, y el hombre seguía empeorando.
El rompimiento
"¿Debería-no debería?", "¿debería-no debería?". Todos hemos pasado por eso. Por ese
perturbador periodo cuando sabemos que es tiempo de hacer algo, pero las respuestas
simplemente parecen no llegar. O no queremos aceptarlas.
Primero que nada, tenemos aquí una más de esas palabras emocionalmente cargadas
con la que es preciso lidiar. Esta vez es "relación". Sin duda, no ocupa uno de los primeros
lugares en la lista de "sentirse bien" para la mayor parte de la gente. Sólo piensa que esa
palabra ejerce casi tanta fuerza negativa como "dinero". Tal vez se inició con nuestra propia
familia, o quizá lo hizo con nuestra conflictiva relación de pareja, o con ambas cosas. No
importa. La misma palabra "relación" evoca un puñado de anhelos y estremecimientos
mezclados en el mismo suspiro.
Así que es razonable (antes de volvemos creadores reflexivos) que cuando tenemos un
rompimiento, nos enfrentemos a esa posibilidad, o incluso si ya hemos pasado por una, la idea
de involucrarnos en otra nueva enredada telaraña no siempre nos resulte atractiva. Y sin
embargo, eso es lo que hacemos, nos lanzamos de nuevo a formar otro dueto con el mismo
patrón, u otro peor. Sólo cambian los actores.
¡Tenemos que transformar el libreto! Si queremos que sea diferente, lo mismo ahora
que con la próxima relación, tenemos que verlo y sentirlo de manera diferente. Si queremos
algo diferente, tenemos que cambiar el libreto.
Digamos que tú te has salido de eso y ahora estás viviendo solo. Estás disfrutando de
esa rutina que creaste deliberadamente y, por tanto, has decidido que estás listo para una nue-
va aventura, con una nueva pareja. Pero, ¿qué es en lo primero que piensas? ¡En la anterior! Y
nueve de cada diez veces, ese pensamiento viene saturado de pesadas vibraciones negativas.
Igual que la atractiva modelo que no podía conseguir el tipo de pareja que quería, quedas
atrapado de nuevo al estar atrayendo un clon de tu relación anterior, o algo peor.
Tienes que cambiar el libreto y enviar esas vibraciones a las que te has aferrado...
¡Fuera! Tienes que fabricar, de algún modo, un sentimiento distinto acerca de tu ex. Si no lo
haces, si sigues aferrado, como si en ello te fuera la vida, a los resentimientos, las furias y los
enojos, tu próxima relación no podrá ayudarte, sino que será del mismo tipo que las anteriores
o incluso peor, porque ésa es la vibración que estás produciendo: resentimientos, furias y
enojos. Lo que tú vibras es lo que recibes. No puedes vibrar con pensamientos de regreso a
"otra vez lo mismo" y esperar obtener algo totalmente diferente, "mucho mejor".
Esto podría no ser una buena noticia para ti; pero las relaciones nunca mueren. Nunca
cesan. En virtud de que los dos (o los tres, o los veinte) han estado juntos en una casa, en una
oficina, en un club, tienen una conexión vibrátil que nunca cesa. Así que si dejas que uno de
esos lazos siga siendo negativo... bueno, ya sabes el resto. Esa vibración irradiará por siempre
de ti buscando otras semejantes. Tal vez viviste con un golpeador, o con un simple
chiflado; si no quieres más de lo mismo, tienes que encontrar algo que te guste de ese tipo, algo
que puedas apreciar, para que rompas la conexión con sus vibraciones negativas.
De otro modo, sin importar qué tanto esperes entre una pareja y otra, sin importar qué
grado de "curación" pienses que has logrado, atraerás las mismas cosas desagradables que no
te gustaban de tu ex, porque sigues enfocado en ellas, protestando por ellas, hablando con tus
amigas de cuánto te alegra haberte liberado de ellas, sin mencionar el hecho de que todavía
estás furioso contigo mismo por haberlas soportado tanto tiempo. Si estás pensando en eso, y
sintiéndolo, estás vibrando todavía con ello, así que eso es lo que vas a atraer.
Así que ámalas, lo mismo si merecen tu amor o no; aprécialas, sin importar qué tan
justificado pueda estar .clavar alfileres en la muñeca de vudú que las representa. Rompe la
cadena de atracción negativa, y entonces podrás encontrar tus respuestas a si debes irte o
quedarte así. Y si te vas, no atraerás un clon en la misma frecuencia negativa.
CADENA DE DOLOR
Tenía una amiga que solía hablarme, más o menos un mes sí y otro 110, desde
diferentes Estados del país, para descargar en mí sus problemas, que eran muy graves. La
mayor parte de esto sucedió antes de que supiera algo sobre absorber -y ser atraído por-las
vibraciones negativas de otra persona. Esta rutina continuó durante años, una interminable su-
cesión de los mismos viejos problemas que se hacían cada vez más grandes a medida que
pasaba el tiempo.
Sin saberlo, no sólo estaba fomentando su negatividad, sino que la estaba enganchando
energéticamente alrededor de mí. Era horrible y no sabía cómo detenerla; mucho menos decir-
le que ya no me llamara más, pues no tenía el corazón para hacerlo. Para empeorar las cosas,
incluso cuando no estaba hablando con ella por teléfono, la imaginaba en medio de sus
desastres, rodeada de carencias, una bomba de tiempo caminando en espera de explotar en
otro enredado predicamento.
Toda persona en este planeta tiene en su interior su propia guía para encontrar su
propio camino, si así lo elige. Pero algunas veces tenemos que dejar que se hundan si ésa es su
decisión, o nos hundiremos con ellos también, conectados por medio de vibraciones a su
cadena de dolor.
¿FAMILIA Y ARMONÍA?
Por primera vez, como nunca antes, todos querían realmente estar juntos, hacer cosas
juntos, ir a lugares juntos, que sé que cualquier cosa que pase será buena". Si alguna vez hubo
un tiempo y un lugar para trabajar en aspectos positivos, ¡es con la familia!
Y hay otra ganancia extra en valorar a los familiares: una vez que tu válvula se haya
abierto, permanecerá abierta a todo, no sólo a la familia. Puedes estar con tu pareja, presente o
pasada y, de pronto, ¡obtienes un nuevo empleo! Puedes ser un padre soltero que valora a sus
hijos, y de repente, ¡una nueva pareja, aparece!, puedes estar valorando tu hogar, ¡tus hijos
problemáticos cambian su actitud!
Todo es energía, todo es vibración que parte de cómo te estás sintiendo. Así que
escribe tu nuevo guión, no te preocupes de los “cuándo” o los “cómo”, no importa si todavía no
ha sucedido, mantén tus ojos lejos de la válvula cerrada ajena, y encuentra formas de abrir la
tuya. Antes de que lo sepas, sin importar qué esté haciendo cualquiera en su casa o en el
planeta, tú ya no responderás. Ahora serás un creador consciente.
Sólo abre tu válvula, ¡NO IMPORTA A QUÉ! El resto vendrá por sí solo. Te lo garantizo.
TU CUERPO, VIDA Y
LA LEY DE ATRACCIÓN
Espero haber dejado muy claro, a estas alturas, que no camino sobre el agua, que no
tengo dinero a manos llenas, ni poseo media docena de villas de descanso con vista al mar
Caribe, a las que huyo en uno de mis cuatro Lamborghinis, cuando me canso de mis
propiedades llenas de sirvientes.
Hay, sin embargo, un área de mi reciente fluido vital de energía que mejoro
extraordinariamente aplicando los principios de la Ley de Atracción que me ha proporcionado
un placer mayor que la libertad del dinero, o las otras mejoras de mi bienestar, y que es mi
cuerpo. Antes de conocer todo lo expuesto en estos capítulos, me encontraba en mi peor etapa
de sentirme víctima, tenía la espalda terriblemente mal. Algunas veces no podía levantarme de
la cama en toda una semana. Otras ocasiones los espasmos que me daban eran tan
intensamente dolorosos, que lanzaba gritos que se podían escuchar en el Estado vecino.
Aunque lograba meterme en el auto y llegar de algún modo al trabajo, pasaba el día de pie, o
arrodillada ante mi escritorio, porque sentarme resultaba demasiado doloroso.
Tan pronto como empecé a tener bajo control ese desastre, mediante una estricta
rutina de ejercicios, me lancé a visitar a innumerables doctores para averiguar por qué mi
corazón bailaba la rumba todo el día, en lugar de bailar un tranquilo vals. Un doctor,
especialista en medicina, holística, finalmente me diagnosticó un severo caso de hipoglucemia
(bajo contenido de azúcar en la sangre) "probablemente producido por estrés". Un diagnóstico
ligeramente limitado en comparación con la verdad.
Después, eran mis articulaciones las que no querían moverse; tenía exceso de peso,
falta de energía, mala vista, mala dentadura y mi cabello me estaba diciendo adiós; todas eran
señales de..., ¿de qué? ¿Del envejecimiento normal? No, todo eran signos seguros de una vida
que se estaba viviendo con una válvula mucho más cerrada que abierta, que estaba más
desconectada que conectada a mi Fuente de energía; una vida que proyectaba mucho más
vibraciones negativas que positivas, aunque, no obstante, también eran señales de
envejecimiento.
Pero, ¿por qué me había cerrado de ese modo? ¿De dónde venía toda esa negatividad
que se había vuelto tan destructiva para mi cuerpo? Yo no era un ogro odioso, ni una persona
cruel y malvada que llevaba mi negatividad pegada a mí. En realidad, había crecido en un
ambiente común de una familia disfuncional de clase media alta. Había hecho todas las cosas
correctas, había ido a los colegios correctos, había usado la ropa correcta, había tenido los
empleos correctos y vivido en los lugares correctos, todo ello con infalible actitud agradable y
las sonrisas oportunas en mi rostro. Sin embargo, ese tono básico de negatividad "normal" era
mi compañero constante y cuanto más pasaban los años, más florecía.
¿Algunas veces me había divertido? ¿Algunas veces había sido feliz? ¡Nunca!, ni en un
millón de años; sin embargo, no me hubiera considerado una persona negativa, como tampoco
lo hacían mis amigos. Por el contrario, me consideraban como la personificación misma del
optimismo y la alegría. Y sin embargo, siempre estaba preocupada por todo. Con una sonrisa
forzada en el rostro y una palabra amable siempre en mis labios, mi enfoque constante era en
las carencias, tanto en las propias como en las ajenas. Al igual que sucedía con todas las
personas que conocía.
Ahora, después de varios años de trabajar con la Ley de la Atracción, nunca me he visto
mejor, me he sentido mejor, me he movido mejor o he estado mejor. Ni siquiera cuando era
adolescente tenía esta fortaleza, y tendría yo que retroceder hasta otra vida, en la que no estoy
segura de querer hurgar, para encontrar este tipo de pasión por la existencia y por vivir.
En estos tiempos, casi todo el mundo sabe que el estado de salud física está
íntimamente relacionado con el estado de salud mental. ¡Hasta los médicos empiezan a
afirmarlo! Los científicos someten a ratones a un exceso de estrés y después observan cómo, se
desarrollan en ellos células cancerosas. Privan a un chimpancé bebé del pecho de su madre y
observan cómo su cuerpo genera diabetes. Toda la comunidad científica/médica sabe
perfectamente que hay algún tipo de unión entre la mente y el cuerpo, sólo que no están
seguros de cuál es..., todavía. Y vaya que se van a llevar una sorpresa cuando descubran que no
es otra cosa más que nuestra propia energía.
La enfermedad, en cualquiera de sus formas, no es más que nuestra energía negativa que
sofoca buena parte de nuestro flujo de vida -esas altas frecuencias que son nuestro estado natural
lo cual se convierte en daño celular. Las culturas orientales afirman que los desbalanceos de
energía (el Ky) son la causa de la mayoría de las enfermedades, siendo provocado este
desbalanceo por nosotros mismos por nuestros estilos de pensar, sentir y de vivir.
¡Oh!, por supuesto, siempre estamos unidos energéticamente, cuando menos por un
hilo, a esa fuerza de vida, o no estaríamos ya aquí. Pero una cuerda muy tensa (válvula
cerrada) y otra válvula abierta que nos hace sentir bien porque permite que la energía de la
fuerza vital fluya libremente a través de nosotros, son dos cosas muy diferentes. Una mantiene
al cuerpo hambriento de su natural fuerza vital y de la energía que da vida, mientras que la
otra lo alimenta. Se deduce, entonces, que si se mantiene un estado de vibración más alto que el
usual, y de forma regular, la enfermedad simplemente no se puede presentar ni se puede
mantener. Sería imposible.
Después de todo, el cuerpo no está separado del universo, así que cuando tenemos un
pensamiento, las vibraciones corren por todo el cuerpo, al igual que por todo lo demás. Esto lo
afirma Deepak Chopra quién afirma que el cerebro no es la única parte del cuerpo que guarda
información, cada una de nuestras celular sabe cómo nos sentimos, que nos sucede y han
aprendió a cómo reaccionar a eventos externos. Si esas vibraciones están en armonía con la
programación intrínseca de tu cuerpo, que incluye el bienestar (la válvula abierta de "sentirte
bien"), entonces las células sobreviven.
La enfermedad existe sólo por una razón: alguien ha emitido más energía de baja
frecuencia que de alta. Lo cual, desde luego, es la razón de que exista tanta enfermedad. Busca
a una persona que generalmente sea feliz, que continuamente esté motivando un estado de
ánimo elevado y liberándose de emociones negativas, y encontrarás a una persona saludable.
¡Siempre! La gente que está enferma se ha aislado de algún modo de su línea de la vida. Esto
puede no resultar muy evidente al exterior, pero de una manera u otra, han cerrado su
válvula a la fuente de energía, mediante la preocupación, la culpabilidad o cualquier otra
cosa.
La gente enferma está mal informada, como todos nosotros. Pueden ser ciudadanos
devotamente religiosos, honestos y valiosos, pueden ser amigos queridos y dignos de confianza,
pero si no están permitiendo que fluya suficiente cantidad de su propia energía positiva hacia sus
vidas, no están dando paso a la vida. De hecho, sin excepción, la enfermedad es el rechazo de
esa energía más elevada y la manifestación final de una emoción negativa interminable
de uno mismo.
SI ESTÁS ENFERMO
Por siglos nos hemos aferrado a la doctrina de que causa y origen de TODO esta fuera
de nosotros, para que se entienda claro todo es que pensamos que la oportunidades, la riqueza,
la felicidad, el amor, ganar dinero, bueno hasta Dios esta fuera, esta estructura de pensamiento
de estar enfocados hacia el exterior, es la causa de tan pobre valoración nuestra como seres
humanos, carentes del poder para cambiar lo que vivimos en el exterior, dependientes sólo de
algo que está fuera de nosotros mismos puede mejorarnos, así que hasta que aprendamos a
sobreponernos a esta arcaica y tonta creencia limitante, no sólo mejorará nuestra autoestima,
sino que encontremos la conexión a nuestro guía interior a Dios dentro de ti. Esto por si sólo
desde luego que provoca transformaciones en la vida de cualquiera que lo acepte. La ley de
atracción es parte de este mecanismo que no tiene que ver con religión, sino con la energía con
la que funciona tan perfectamente el Universo, y Tú eres parte de él, si no lo sabes en tu cuerpo
hay polvo de estrellas, ¡eres parte de esta mágica creación¡ No estas aquí por casualidad, ni
para sufrir, sí crees eso adelante, nada lo impide que lo logres, pero si estas leyendo este
material es porque algo dentro de ti te ha atraído a leer esto, evita pensar en la suerte la
coincidencia, somos seres creadores reflexivos y este material pretende que entendamos cómo
usarlo.
Regresando específicamente al tema de salud nuestra vieja forma de pensar en
exteriores, te indica que vayas a buscar asistencia médica, y después que una medicina te cure;
esto puede ofrecer posiblemente una cierta medida de recuperación. Esa recuperación puede
ser mínima o inestable, en el mejor de los casos, porque si los pensamientos y el flujo de
energía no cambian, la enfermedad original, o algo peor, regresará. Le doy gracias a Dios de ser
testigo de recuperaciones de personas que yo he visto que trascendieron a los más pesimistas
diagnósticos médicos, ó dejar de usar lentes por propia voluntad después de 30 años de
usarlos, me consta. Si quieres ahondar en el tema te recomiendo “Curación Cuántica de Deepak
Chopra, ó “Mente sin tiempo, cuerpos sin edad” del mismo autor y también el celebre libro de
Louise H. Hay “Tu puedes cambiar tu vida”. Pero por ahora, sigue con tu doctor.
Grábatelo por favor. No nacimos para enfermarnos no se infelices, esto es otra vieja
creencia limitante; estamos diseñados para vivir 106 años en condiciones de funcionalidad
aceptables, envejeciendo 1% a partir de los 30 años como lo expone Deepak Chopra. Pero las
estadísticas demuestran que el mayor número de infartos ocurre entre los 50 y 54 años ¡esto
es media vida del diseño! Ni siquiera es en las etapas altas de vejez. Ya te imaginaras la
respuesta: Algo tiene que ver con la satisfacción y logros de media vida. Es resultado de lo que
hemos hecho con nuestra libre decisión de vida y desde luego la baja energía vibracional.
Si durante la primera parte de nuestras vidas hemos vivido como nuestro exterior nos
dijo, (familia, escuela, religión, amigos, vecinos, sociedad, etc...) ¿No crees que ahora tenemos la
oportunidad conciente y el derecho de vivir como queramos para lograr una vida más plena?.
No lo tomes como un dogma de mi parte, pero……. ¿y que tal si la promesa de un cambio
interno te trae otra vida?, al menos yo en tú lugar lo intentaría, por que no hay nada que
perder, más que cosas viejas y si mucho por ganar, demasiadas. La razón más poderosa de no
lograrlo, no es por lo que nos falta saber, sino por nuestras viejas creencias que no podemos dejar.
Sin embargo si estás enfermo, te pido que trates de aceptar desde de lo más profundo
de tu ser que toda enfermedad es reversible. Aunque probablemente no hay tarea más difícil
en este mundo que tratar de sentirte con el ánimo elevado cuando estás físicamente mal, no
sólo es posible, si no que se ha hecho muchas, muchas veces.
Norman Cousins lo hizo. El un famoso editor de libros americano, que estaba muriendo
de cáncer, declaró: "No puedo negar que me estoy yendo", y decidió pasar el tiempo riendo
constantemente. Sabía instintivamente que si lograba revertir las frecuencias en su cuerpo,
éste se curaría por sí mismo. Así que, desde su cama de hospital, vio sólo películas divertidas,
sólo leyó libros graciosos, pidió a sus amigos que le contaran chistes y así se curó solo,
completamente, del cáncer que había invadido a su cuerpo. Entonces escribió un libro acerca
de ello. Tengo que reconocérselo. Es un alma comprometida... y un maestro.
Ahora, obviamente, la cosa más espontánea que hacemos cuando nos ataca una
enfermedad, sobre todo alguna que consideramos grave, es lanzarnos a la acción, correr a un
doctor y no apartar en ningún momento nuestro pensamiento de esa condición. Estamos
asustados y, desde luego, así es como reaccionamos. Y sin embargo, con nuestro constante
enfoque negativo en la enfermedad, nos estamos alejando del ingrediente más importante de que
disponemos para invertir la mala condición: el poder curativo de nuestras frecuencias más
elevadas.
Si, por ejemplo, has tenido un serio accidente, no sucedió de pronto, ni salió de la nada.
Si analizas los años anteriores, ¿podrías decir que tu patrón de pensamiento ha ido siempre
hacia las bajas frecuencias: enojo con la familia, circunstancias desagradables, deseo doloroso
de ser aceptado, temor al fracaso, culpabilidad, preocupación por las finanzas, culpa oculta
sobre lo que sea? Tuvo que ser así, o de otra manera no habrías tenido el accidente. Ese
impulso negativo se construye a lo largo del tiempo hasta que finalmente entras en el
tornado creado por ti mismo, con alguien más que ha afinado su diapasón en la misma
forma que tú. Y los dos se atraen, hasta que chocan.
La energía de baja frecuencia es la causa; el daño al cuerpo -ya sea por accidente o
por enfermedad- es la consecuencia, lo mismo si se ha estado forjando durante unas cuantas
semanas, que durante varias décadas. Y entonces, está el asunto de la intensidad. La gente que
conoce de magnetismo lo explica de esta manera: Tiene el mismo efecto un baja intensidad de
energía por largo tiempo que una alta en un corto período es simplemente jugar con las dos
variables: tiempo e intensidad. Así es que un mal carácter, una inconformidad continua, tibia,
una negatividad durante un periodo de años sigue siendo una vibración negativa, que tu
cuerpo responde a ella en la misma forma, con un problema benigno, tibio, sin grandes
tragedias pero no logras tener el ingreso que desearías, las vacaciones que quieres ó necesitas
no las puedes tener ó pagar, el puesto que deseas se lo dan a otra persona, maltrataron tu árbol
a la entrada de tu propiedad, etc…. Pero por la misma razón, un gran fluido negativo de tu
energía, al paso de los años (o de los meses) un día producirá una grave enfermedad o un
accidente de tamaño considerable. Pero, sin importar cuál pueda ser el problema físico, sino
que es el resultado de un exceso de vibraciones del cuerpo, un resultado que puede
deshacerse mucho más rápidamente de lo que se tardó en crearlo.
ENGAÑA AL ADULTO
Para eliminar la enfermedad, una vez más nos inclinamos hacia formas ingeniosas de
convencer a la mente de que cree las vibraciones más altas que se requieren, para que las
células empiecen su proceso de regeneración. Esto no es un cúralo todo, nada lo es, porque
sólo un cambio total en la energía traerá esa transformación. Ésta es sólo una técnica que
puede llegar a hacer maravillas.
Esta estrategia se parece mucho a la de escribir un nuevo libreto; pero con algunos
cambios importantes que deben añadirse para deshacernos de viejas creencias ya caducas.
Vamos a jugar un juego de niños llamado "Pretendamos" y yo te prometo que si te entregas a él
de corazón y juegas de principio a fin, tu válvula se abrirá. Muy bien; aquí está la primera parte.
Pretendamos, primera parte: "Qué tal si... "
Ante todo, pon en tu rostro la sonrisa de listo-para-empezar; de ahí, debes pasar a tu
sonrisa gentil interna. Una vez que hayas logrado eso, trata de llegar a la parte de ti que sigue
siendo niño, porque el juego que vamos a realizar es el de "qué tal si".
"¿Qué tal si hiciera esto...?".
"¿Qué tal me iría si...?".
"¿Cómo jugaría yo si...?". ¿Si qué?
...si estuviera tan sano como un caballo.
...si fuera joven y muy apuesto.
.. .si fuera el joven travieso y bullanguero que solía ser, o que quisiera ser.
...si tuviera tres deseos y pudiera hacer lo que quisiera y tener cualquier cosa que
quisiera.
Métete de lleno en el juego y vívelo tanto como puedas, hasta seeentir que la diversión
y el entusiasmo fluyen a través de ti. (Si te estás sintiendo como un tonto, es un buen indicio de
que estás atorado en una rígida imagen adulta, lo que significa generalmente vibraciones
negativas).
Ve con frecuencia a ese lugar de pensamiento para verificar el aspecto de ese nuevo
cuerpo que has creado. Lleva contigo los sentimientos surgidos de tus juegos. Con esos
resplandecientes sentimientos en su lugar, deslízate hacia tu nuevo cuerpo para verificar su
forma, cómo funciona, cómo se siente, cómo trabaja, hasta cómo huele. Intenta y sieeente.
Si padeces algún dolor, espera el momento en que el dolor haya disminuido y después
entra al mundo curativo de "Pretendamos". Ve a él con tanta frecuencia como puedas. En-
tonces, sal de tu propio camino, lo que significa que habrás de mantener tu enfoque lejos de lo
que no ha sucedido toda vía, y deja que el universo haga su parte.
CAMBIA TU APARIENCIA
Unos amigos me preguntaron (como sucede casi siempre) cómo llegar a ese lugar del
sentimiento de "estar delgado", cuando puedes ver claramente que estás gordo. Fue otro caso
de "pretendamos", sabiendo que no puedes pensarte delgado -mucho menos llegar ahí-cuando
te estás sintiendo gordo. Una amiga había querido perder demasiados kilos, hizo todas las
acostumbradas dietas y bajó, pero volvió a recuperar su antiguo peso varias veces, como nos
ha pasado a todos los que hacemos dietas. Finalmente, entró en un programa de visualización,
pues le pareció una buena idea; pero no llegó a ninguna parte, hasta que decidió poner algo de
emoción detrás de las imágenes. Entonces empezaron a suceder todo tipo de cosas.
El secreto para revertir cualquier cosa dentro del cuerpo es desviar tu enfoque de lo
que no quieres, encontrar la forma de poder introducirte en el sentimiento de lo que quieres, y
saber con certeza que las leyes del universo están funcionando, y que deben llevar la visión
sentida a la realidad, siempre y cuando tú no la aplastes.
No tiene sentido realmente mantenerte alejado de los médicos, si tus creencias dicen
que los médicos funcionan. Aunque yo le he dado un giro completo de manera drástica a la
salud y a la forma de mi cuerpo, sé lo que mi mente permite o no en este momento; así que
todavía hago visitas ocasionales a un médico, o a un dentista. Pero piensa en esto un minuto:
¿para qué se preparan los médicos? ¿Para curarte? Por supuesto, ése es el objetivo, tan pronto
como descubren lo que está mal en ti.
"Lo que está mal" es su negocio, su razón de ser. Sí, quieren ayudar, pero si no
encuentran algo malo, ¿cómo pueden, ayudarte? Puesto que lo que están buscando es "lo que
está mal" -y es lo que tú esperas que encuentren- eso es precisamente lo que ellos -y tú- van a
atraer: algo que está mal. ¿No has notado que con los médicos siempre estamos a punto de
contraer algo, o tenemos ya un pie en la tumba? Somos o precancerosos, o no tenemos la
menor posibilidad de salvación. No estoy atacando a la profesión médica; son un enorme y
formidable grupo, que precisamente ahora está empezando a entender el proceso de la manera
adecuada, muy lentamente por desgracia. Pero no debemos unirnos a ellos en atraer más de lo
que queremos deshacernos, y, sin duda, no tenemos que visitarlos con ese temor que cierra
nuestras válvulas.
Si a ti te han dicho que estás en algún tipo de "pre" condición, y eso te ha asustado
mucho, tranquilízate y echa una mirada a lo que estás creando. Has cerrado tu válvula al vol-
verte temeroso; estás atrayendo cosas en forma negativa y ahora vas directamente hacia el
inevitable cumplimiento del dictamen del médico. Todo médico que se encuentra en la faz de
este planeta sabe que la enfermedad remonta, una vez que se da 'el diagnóstico. ¡Imagínate!
De todas maneras, acude a tu médico, pero vigila tus reacciones, tus temores, tus
creencias, tu negativa, lo que significa que vigiles tu válvula. Haz a un lado el diagnóstico de las
enfermedades llamadas incurables, junto con todas las otras estadísticas lúgubres que existen
sobre la enfermedad. De esta forma, puedes recurrir a tu médico como un medio para llegar al fin
que deseas, en lugar de hacerlo la causa de que tus temores se agudicen.
Hemos estado hablando mucho acerca de la auténtica energía positiva que crea
universos, la energía a la cual siempre estamos conectados, pero que rara vez está abierta. Si
nuestro cuerpo es una extensión de esa fuerza de vida básica, entonces, ¿por qué morimos?
Supongamos que eres un actor y que estás en el escenario, vestido para el papel que
vas a representar, y experimentas la diversión de ser un personaje en la obra. Cuando ésta ter-
mina, dejas el atuendo y el personaje a un lado, pero sigues siendo tú.
Lo mismo sucede con tu Yo expandido. Está aquí, actuando con un cuerpo (el tuyo) por
la mera experiencia de hacerlo, por aprendizaje, por diversión. Cuando se canse, hará otra
cosa; pero no se extinguirá como una vela. No puede. Es energía pura y la energía no se apaga
de un soplido.
¡Ah! pero la energía más negativa tampoco puede ser aplastada, aun cuando nuestras
vibraciones negativas sí pueden aplastar a las células físicas, una práctica que permitimos con
asombrosa vitalidad. Enfocar con temor una condición del cuerpo que no queremos, reduce
tan drásticamente nuestra unión con esa energía más grande que realmente somos y la
comprime a tal punto, que las células empiezan a encogerse por falta de energía de vida. El
cuerpo se reduce entonces a condiciones de escasa supervivencia, hasta que por fin muere
debido a la sofocación implacable de sus células. Pero sólo el cuerpo muere, no la fuerza de
vida que eres tú.
En ese estado de sofocación, las pobres células, que deben recibir un constante
abastecimiento de fuerza de vida, se ven obligadas a responder de manera diferente a las
vibraciones negativas que recorren todo el cuerpo. Como su propio bienestar ha sido
comprometido por la falta de esa energía fundamental, tus células no tienen otra alternativa
que dar paso a la enfermedad. Si continúa la reducción de la fuerza de vida, las células ya no
pueden reproducirse a sí mismas. En ese momento termina su existencia física, y simplemente
se reciclan para convertirse de nuevo en la energía positiva pura, de bienestar, de donde
provienen. Tú haces lo mismo.
A eso es a lo que llamamos muerte, pero lo único que deja de existir es tu presencia. No
tú.
En la actualidad, los científicos saben que el cuerpo puede continuar con vida muchos
más años de los que vive ahora. Sin embargo, a pesar de los increíbles instrumentos que exis-
ten para lograrlo, ninguno de ellos tendrá éxito si no hay combustible: así que si alguien ha
perdido el entusiasmo por la vida, y la energía deja de fluir a través de él, ocurrirá lo que
llamamos muerte. Pero sólo se morirá tu cuerpo físico.
Deja que esa fuerza de vida fluya a través de todas tus células, de manera libre y
constante, sin restricciones ni limitaciones, y podrás beber cianuro todos los días en el
desayuno sin que siquiera te dé hipo.
Así que, ¿no es interesante que el mayor temor con el que continuamos vibrando, y que
reservamos para seguir vibrando todavía más, sea el temor a la muerte? El temor a la muerte
es una deplorable respuesta aprendida, que adquirimos hace mucho tiempo de un puñado de
fanáticos hambrientos de poder, religiosos y no religiosos, que querían jugar el juego de
"controlemos a las masas", y lo hicieron en forma brillante. Haz que un puñado de gente tema
algo, como la muerte, y las tendrás comiendo de la palma de tu mano donde tú quieras.
Así es como surgieron todos esos mitos sobre los demonios, el mal, el infierno y un gran
juez en lo alto del cielo, que se vale del temor como un medio de control. Pero, puesto que la
energía no puede morir y, sin duda alguna, todos nosotros estamos hechos de energía, el temor
a la muerte no es más que un monumental desperdicio de tiempo, que sólo evoca energía
negativa. Lo triste del caso es que nos han enseñado con tanta habilidad a temer a la muerte,
que hemos olvidado por completo cómo vivir.
Sin embargo, aun cuando al morir cambias de hábitos, lo que sucede no es más que el
abandono del ser físico, una desconexión del cuerpo; el "Tú" que eres, nunca se retira. Esa
parte de ti está conectada por siempre y para siempre a la percepción consciente, eterna: Tú.
Así que eso que llamamos erróneamente muerte, es un simple cambio de enfoque,
un bip que indica un cambio de una frecuencia a otra. ¿Volveré a ser Juan Pérez otra vez?
No, ¿y te gustaría serlo?; pero no cesas de existir. ¡No puedes hacerlo! Tú eres la energía
continua de vida que anda saltando por aquí ahora, en este particular campo de juego. Tú eres
la energía positiva pura del bienestar ¡y no puedes matar la energía!
La forma más fácil de obtener esa salud es dejar de temer a ese mito atroz creado
por el hombre, y concentrarnos totalmente en elevar nuestras frecuencias hacia la parte
más grande de nuestro ser, que es la esencia misma de todo lo que existe. Entonces aquí, en
nuestro pequeño mundo, tendríamos todo lo que pudiéramos anhelar del cielo, precisamente
como era la intención original.
Hace muchos años, la madre de una de mis más íntimas amigas se mató en un absurdo
accidente automovilístico. Cuando se dirigía junto con su esposo hacia un puente que había en
la autopista, algún muchacho irresponsable arrojó una enorme piedra desde lo alto del puente.
La piedra chocó contra el parabrisas y cayó sobre el asiento del pasajero, matando en forma
instantánea a la señora T. Parece una de esas terribles coincidencias, ¿no es así? Mala suerte.
Un mal tiro de dados. No, nada de eso. Fue una co-creación.
¿De quién era la vibración responsable de lo sucedido? ¿Era de los muchos años de
pesimismo oculto de la señora T? ¿O era del muchacho? Como siempre, en cualquier accidente,
fueron las vibraciones de la señora T las que acabaron con ella, pero aun así, fue una co-
creación. Ella estaba sintonizada en una frecuencia en particular y atrayendo todo lo que tenía
una vibración similar, que, en este caso, no le fue muy favorable. Es física elemental; tú tocas un
diapasón y todos los demás diapasones que estén en el mismo tono responden.
Digamos que en una escala del uno al diez -con el diez para una válvula completamente
abierta-la vida de preocupación de la señora T le había causado vibrar emocionalmente en un
destructivo cuatro durante algún tiempo. Por otra parte, el chico, como joven que era, tenía
sólo unos cuantos años de sentirse inferior a sus compañeros y estaba enojado con la vida. Sin
embargo, eran tan fuertes sus sentimientos -y, por tanto, su atracción magnética- que él
también había alcanzado el destructivo nivel cuatro. Su ruta estaba trazada. Tarde o temprano
iba a encontrarse con otra persona que vibrara en la misma escala, aderezada con las mismas
vibraciones de poca valía. Para la señora T, si no hubiera sido la piedra, habría sido cualquier
otra cosa igualmente devastadora, procedente de otra persona en su misma escala de
vibraciones.
Como un buzo cuyo cable de oxígeno se ha cortado, este desesperado chiquillo estaba
buscando cómo dar salida al dolor ya la furia de estar desconectado de su fuente energética. A
su manera, la señora T se sentía igual. Finalmente, cada uno en medio de su propia corriente de
dolor, habían sido absorbidos, uno en el otro, en un ejemplo perfecto de co-creación. Ella había
atraído su destino; él había atraído el suyo.
Si en un accidente están involucradas dos o más personas, significa que fue un ejercicio
conjunto de atracción negativa. Si fue un accidente que involucró a niños demasiado pequeños
para desarrollar su propia emoción negativa, entonces significa que esos niños captaron las
vibraciones de su medio ambiente. Si se trata de un avión que se estrelló, quienes iban a bordo,
de todas las edades, se magnetizaron a sí mismos hacia el suceso.
Podría continuar con más ejemplos, pero insistir en todo esto equivale a cerrar la
válvula. En lo que quiero insistir es en que nada, nos sucede por casualidad. ¡NADA!. Lo que
ganamos en la lotería, nuestros nuevos amores, nuestras enfermedades, un fenómeno de la
naturaleza, un accidente, todos estos sucesos han sido atraídos electromagnéticamente a
nosotros, por nuestros sentimientos y nuestras vibraciones. Nada en este mundo nos ha llegado
nunca, ni nos llegará, excepto por nuestra invitación vibrátil.
Ahora bien, no te dejes arrastrar por el pánico si has vivido toda tu vida como una
canasta agujereada. Ése no es un pase automático al cáncer. Podría serIo, ¡pero no es
automático! Sólo tienes que encontrar tu alegría, y esa vibración de válvula abierta
contrarrestará años de desaliento y pesimismo. Lo que hace falta es simplemente un instante
de decisión y no años de meditación. Tal vez tengas algunos incidentes de abolladuras
pequeñas en tu auto, pero eso será todo. Nada grave. O tal vez sufras un leve resfriado. Nada
grave. Sólo pequeños recordatorios de que todavía te estás resistiendo a la frecuencia del
bienestar.
Por tanto, ¿quiénes son los principales imanes? Nosotros, ¡siempre! Son nuestros
sentimientos, nuestra válvula, nuestra resistencia. Nadie nos está provocando nada. Si
estamos atrayendo en forma negativa, es porque estamos vibrando negativamente,
atrayendo algunas cosas, o algunas otras, a nuestro espacio en la danza eterna de la co-
creación.
La conclusión de todo esto es que, después de todo, no tenemos por qué demonios
estar enfermos, tener accidentes, envejecer, ni siquiera morir; pero mientras continuemos
apagando nuestro interruptor de bienestar e impidamos que nuestras células reciban su
abastecimiento vital, debido a nuestras emociones negativas, siempre ocurrirá algo. Y lo
más grave es que hay gente, ¡mucha gente! ¡Que piensa que esto en la vida es normal que
suceda.!!!!!!!
Así que tal vez quieras analizar cómo te estás expresando de ti mismo. Si estás
diciendo: "Quiero estar bien", pero tu vibración predominante está diciendo: "¡Socorro! No
quiero estar enfermo", ¿qué es lo que estás atrayendo?
Si estás enfermo y dices: "¡Por Dios!, voy a vencer esta enfermedad, voy a ganar esta
batalla" desde una posición defensiva, ¿en qué crees que te estás enfocando?
Sin importar cuántas personas te amen, sin importar cuánto dinero des a los pobres, sin
importar qué tan bien manejes tu negocio, ni lo encantador y agradable que seas como persona,
ni que te sientas merecedor, ni lo que hayas sufrido, si tienes vibraciones negativas de cualquier
tipo, incluso en tu modo de hablar, irremediablemente vas a atraer algún tipo de problema.
Por más que las vibraciones fundamentales de la conciencia masiva están alrededor de
nosotros, y son una fuente interminable de poderosa energía negativa que permitimos que nos
gobierne, que nos golpee como una tormenta a un barco sin timón y que haga difícil la
navegación, eso no tiene por qué ser" así. Tú no tienes por qué ser una víctima de la conciencia
de las masas o de la energía negativa de otra persona, ni la de tu médico, tu familia, tus amigos,
tu pareja o los grupos que te rodean.
Limítate a declarar tus "quiero" todos los días, escribe (y después habla) nuevos
guiones o historias acerca de tu cuerpo, tu salud, tu apariencia, tu vida. Y desea. Introdúcete en
el lugar del sentimiento de lo que estás deseando, y vuélvete decididamente uno solo con quien
estás deseando ser, haciendo fluir tu propia energía y vibrando en la frecuencia de la alegría,
de tal modo que puedas vencer lo que tú -y cualquier otro- pueda haber estado fluyendo antes.
No sólo tu cuerpo responderá gozosamente, sino que no habrá más accidentes.
¿Es fácil? No, no es nada fácil cambiar de enfoque, alejarnos de la enfermedad que
estamos padeciendo, o de un dolor, o de un peso indeseado, de las viejas creencias de una vida.
Pero puedes hablar contigo mismo para convencerte un poco cada vez. Puedes abrir esa
válvula un poco cada vez, e invertir la dirección de tu cuerpo.
Tú eres mucho más poderoso que tu cuerpo, así que nunca dudes de que puedas hacer
eso. Ríete más por cualquier cosa y sé menos solemne. Hay una sola cosa que necesitas hacer
para tener el cuerpo que deseas: encontrar formas de ser feliz; al principio, será poco a poco,
hasta que no importe nada más en tu mundo -ni tu cuerpo, ni tu familia, ni tus viejas dudas-,
sólo tu enfoque en ser feliz. En eso, en última instancia, es en lo que consisten la salud y el
bienestar.
TU BIENESTAR Y
LA LEY DE ATRACCIÓN
Washington es un Estado con muchos árboles, para decir lo menos. Debe haber más
árboles que conservan su verdor todo el año que insectos. Aunque soy más partidaria de los
árboles que pierden sus hojas en otoño, y cambian su ropaje en cada estación que de los que
están siempre verdes, me he encariñado mucho con estos magníficos seres vivos que adornan
mis cinco acres.
Cuando vienen personas que nunca habían estado en mi propiedad, sus primeros
comentarios son siempre acerca de lo maravilloso que se siente el lugar y lo excepcional que
son mis árboles gigantescos, diferentes a todos los que hay en muchos kilómetros a la
redonda, con fascinantes grupos de la misma especie, o de especies mezcladas que crecen del
mismo tronco. Hasta los pocos árboles de las especies comunes que pierden las hojas en
otoño, y que bendicen el lugar, son impresionantes por su altura y su diseño.
Pero mis amigos especiales, muy especiales, eran unos árboles pequeñitos que
estaban del lado exterior de mi barda, próximos al camino. A lo largo de todas las carreteras y
caminos de Washington hay interminables agrupamientos de nuevos y pequeños brotes que
hacen todo lo posible por prender y crecer, y yo tenía una fabulosa larga hilera de ellos.
Crecieron rápidamente y después de unos tres años aproximadamente de haber llegado yo a
ese sitio, los árboles habían crecido lo suficiente como para crear una considerable barrera
contra el ruido del tráfico.
Me encantaban. No sé realmente por qué. Tal vez era por su persistencia, por su firme
determinación de crecer casi a un lado de la tierra elevada o de sobrevivir en un suelo que se
encontraba en las peores condiciones. No sé por qué, pero yo los adoraba.
Entonces un día, un memorable día soleado que nunca olvidaré, oí los ruidos de
equipo pesado afuera. Me asomé por la ventana y me topé con una enorme máquina taladora
que avanzaba hacia los árboles de mi calle. Como impulsada por un resorte, me levanté y salí
gritando a la calle, pero era demasiado tarde. El último de los hermosos árboles que yo había
visto crecer desde bebés hasta que habían alcanzado dos metros de altura o más, había caído.
No recuerdo nunca haber gritado con tanta angustia. Acababan de destruir a mi bienamada
familia y yo me sentía desolada.
Durante los siguientes dos veranos, más árboles prendieron y crecieron. Por más que
traté de no encariñarme con ellos, lo hice. Estaba muy orgullosa de su energía, así como asom-
brada de su tozudez. N o habían crecido lo suficiente como para que fueran una preocupación
para la ciudad todavía, así que sentí que estarían seguros algunos años más.
Cuando los árboles alcanzaron una altura de casi dos metros, comprendí que nos
estábamos acercando de nuevo a la época en que los tirarían. Pero ahora yo ya tenía
conocimiento de la Ley de la Atracción y mantenía una válvula abierta lo mejor que me era
posible. Había muy poco temor en mi mundo, ninguna aprehensión sobre la seguridad, una
nueva apreciación y un cariño recién descubierto por el clima húmedo, frío y pegajoso de
Washington. Mi balanza de vibraciones se había inclinado hacia lo positivo. Yo me sentía feliz,
mi válvula estaba más abierta que cerrada y yo sabía sencillamente sabía que mis jóvenes y
resistentes amigos estarían a salvo mientras yo viviera ahí.
Por supuesto, un día de verano oí de nuevo el ruido del equipo pesado, y salí. No había
pánico en mí; sólo salí. Los taladores acababan de terminar de echar abajo la larga fila de
árboles que mi vecino tenía junto al camino. Entonces dieron la vuelta alrededor de mi
propiedad, la pasaron sin tocarla, y empezaron a cortar los árboles de la propiedad que seguía.
Yo me dirigí hacia el conductor y le pregunté por qué no habían tocado mis árboles: "Oh, no sé,
señora, pero se ven muy bonitos aquí. Pensé que tal vez usted quisiera quedarse con ellos.
¿Quiere que los corte?".
Lo único que esa parte más grande de nosotros conoce es la alegría inexplicable, el
poder, la despreocupación, la ligereza y la seguridad infinita, porque lo que realmente es, es el
bienestar infinito. Y eso es lo que somos realmente como su expresión física: el bienestar puro
e interminable. ¡Todo lo que tenemos que hacer es damos a nosotros mismos una oportunidad
de que sea así! Si crees que estoy insistiendo mucho en eso, tienes razón, porque aquí
estamos hablando de "la buena vida". Cuando estamos conectados con esa energía de alta
frecuencia, libres de temor y basados en la felicidad; cuando no estamos produciendo
emociones negativas de preocupación, amargura, duda o culpabilidad, nos conectamos
automáticamente con la buena vida del bienestar, donde nada puede nunca hacemos daño
físicamente. ¡Así es! ¡Nada puede hacernos daño nunca! Ni siquiera el asaltante local, ni
nuestro viejo auto, el borracho tonto de la autopista, ni siquiera la Madre Naturaleza.
¿Un terremoto? Tal vez tu hogar podría sufrir daños, pero si sólo hubiera una ligera
inclinación en la balanza hacia lo positivo, tú estarás a salvo. Si no lo estás, será mejor que ve-
rifiques tu válvula (cuando te recuperes). Siempre puedes evaluar el grado de tu conexión con
la Fuente de energía, y la apertura de tu válvula por el grado de destrucción de tu hogar, tu
cuerpo, tu auto o tu empleo..., con lo que sea. ¿Un robo en tu casa? ¿Una enfermedad grave?
¿La destrucción que provoca un gran tornado? ¡Es que la válvula está muy cerrada!
Y; por favor, "válvula cerrada" no significa grosero o perverso. Sólo porque alguien
murió en un huracán o en un atentado terrorista, eso no implica en modo alguno que no
fueran personas cálidas y amorosas; simplemente significa que se habían envuelto ellas
mismas, inconscientemente, en vibraciones negativas de la conciencia masiva que hacen que
nuestra, vida sea tan difícil.
Pero cuando la válvula está abierta y nuestra balanza de vibraciones se inclina incluso
con el peso de un cabello hacia lo positivo más que hacia lo negativo, literalmente nos cubri-
mos con un traje, con una armadura divina. Así que cuando estamos conectados,
entusiasmados, y el flujo de energía de alta frecuencia está circulando libremente, no podemos
siquiera estar preocupados por aquello que habitualmente nos preocupa, lo cual, desde luego,
sólo servía para atraer más de lo mismo.
Cuando tu válvula está abierta, cuando tomas la decisión de estar contento con la vida,
sin importar cómo, automáticamente te pones el atuendo de un bienestar absolutamente
impenetrable, en el cual nada malo puede sucederte nunca. Es simplemente una imposibilidad de
emitir vibraciones de que "algo malo" pueda sucederte en esa alta frecuencia.
Pero, independiente de las grandes cosas terribles de las que nos protegemos al vibrar
en nuestras altas frecuencias, hay toda clase de pequeños detalles que empiezan a suceder,
como el de que se hayan salvado mis preciosos árboles.
Por ejemplo, si tienes topos bajo la tierra, sólo saldrán de ella cuando nadie pueda
verlos, o no saldrán, pero nunca lo harán en el jardín que adorna el frente de tu casa.
Las ardillas se irán tras la comida para pájaros de algún otro, pero no tras la tuya.
En tu casa puede haber cucarachas, pero pronto se irán a otra parte.
Una intensa tormenta puede tirar los árboles en la casa de tu vecino, pero en la tuya
permanecerán intactos.
Algunos perros sueltos pueden aparecer en el patio de tu vecino, pero no en el tuyo.
Tus amigos pueden ser sorprendidos por una tormenta de nieve, pero tú llegarás a
casa a salvo.
Tu zona puede ser blanco de robos a buzones, pero al tuyo no lo tocarán.
Si tu auto se queda sin gasolina a cientos de kilómetros de algún lugar habitado,
alguien llegará a rescatarte.
Si el virus de la gripe está atacando a todos, a ti no te tocará. Y siempre perderás el
avión que va a estrellarse.
Todo esto -y mucho más- es fruto de estar arropado dentro de tu propia energía de
"sentirte bien", la frecuencia que garantiza nuestro bienestar.
LO MALO
Cada vez que hablo ante un grupo acerca del flujo de energía, salen a la superficie,
siempre, preguntas acerca de los conflictos mundiales y todas las cosas terribles que están
sucediendo o que han sucedido. "¿Cómo es que hay tanta gente muriéndose de hambre?",
"¿qué me dice de Hitler?", "¿qué decir sobre los indios?", etcétera.
Y ¡vaya!, no es que yo sea una sádica de sangre fría que sugiere en los siguientes
párrafos que es posible ver a alguien apalear a otro y sentirse ajeno a ello, como diciendo:
"¡Caramba, qué barbaridad!", ante las atrocidades que suceden alrededor del mundo de hoy.
Todo lo que estoy tratando de decir aquí es cómo es que esto surge. Porque cualquier
cosa que esté ocurriendo siempre regresa por la misma ruta: cuando nos sentimos bien (felices,
complacidos, entusiastas o amorosos) como individuos o como grupo, estamos invitando a
nuestra vida buenas experiencias. Cuando nos sentimos mal (amargados, culpables,
resentidos o agobiados) como individuos o como grupo, estamos invitando a las malas
experiencias. Así es el asunto en todas partes y para todos.
LA VIOLACIÓN
Una persona está pensando temerosa sobre lo que no quiere. En alguna otra parte,
otra persona está vibrando en la misma frecuencia negativa, pero con hostilidad, más que con
temor. La segunda persona piensa acerca de lo que cree que apaciguará su furia y llenará su
vacío. Una persona emite vibraciones de temor; la otra emite vibraciones de furia interna. Por
sus propias frecuencias similares se convierten en co-creadoras de un evento desafortunado.
EL PREJUICIO
No necesito decir que hay muchas clases de prejuicios: de raza, religión, color, sexo,
peso corporal, educación, etcétera. Sin embargo, el que siente el prejuicio en su contra es el
más poderoso en esta co-creación, al emitir vibraciones negativas de persecución, de no
gustarle a los demás, de ser ofendido o de ser víctima.
LOS NIÑOS
¿Qué decir de los niños que son violados, que nacen con malformaciones, que se están
muriendo de hambre en África o que perecen en las guerras religiosas? Es muy triste decir
que generalmente han captado las vibraciones negativas de su gente, antes siquiera de nacer.
Esas vibraciones se quedan en ellos y crecen en relación directa con las vibraciones de
los adultos que los están criando, hasta que ellos crecen lo suficiente para decidir que no
quieren experiencias desagradables en sus vidas. Estos niños, automáticamente, se han
convertido en víctimas.
¿Cómo ayudar aunque sea un poco a un pequeño que está muriéndose de hambre al
otro lado del mundo, o a un pequeño en la casa que ni siquiera entiende todavía las palabras?
Sostenlos, ya sea físicamente o en tus pensamientos, con vibraciones tranquilizantes, tales
como: "Todo está realmente bien, va a pasar, eres muy amado, etcétera", cuidándote de no
culpar a nadie o a algún grupo, lo cual sólo contribuye a generar más energía negativa para el
abusador (o la situación), así como para la víctima.
El mayor problema proviene de las personas que llegan a la edad adulta y continúan
reviviendo las vibraciones de sus traumas infantiles, por ejemplo, el maltrato de sus padres,
de su medio ambiente, etcétera. Sólo sobreponiéndose a esas viejas reacciones moldeadas con
odio y desconfianza, una persona puede tener alguna esperanza de no repetir en sus años
adultos lo que vivió de niño. Obtenemos aquello en lo que enfocamos. Enfócate en un pasado
triste, y ese pasado será atraído al presente y al futuro. '.
LOS ADOLESCENTES
Suicidios, accidentes automovilísticos, embarazos, drogas, armas de fuego. Cuando los
adolescentes son educados con energía negativa (que rara vez se muestra en la superficie) y
aprenden sólo a ser cautelosos, desde que nacen funcionan principalmente en un estado de
temerosa vulnerabilidad. Se sienten fuera de control, y viven a base de querer lo negativo,
mientras buscan maneras de reconectarse con la energía positiva de su vida. Optan por las
drogas, el sexo y otros tabúes para llenar el vacío que sienten, procedente de una vida vivida
con poca o ninguna conexión con su Fuente de energía.
LA ECONOMÍA
En los malos tiempos, la gente habla de ello, dondequiera que esté, y todo es malo-
malo-malo. Sin embargo, aun en los buenos tiempos parecemos impulsados a atacar algo: los
precios de las cosas son demasiado altos, las empresas son demasiado codiciosas, los empleos
demasiado especializados, el presidente no juega todas las cartas, el gobierno no cumple con
su trabajo y es corrupto hasta la médula.
El señalar algo -cualquier cosa- con esa vibración negativa de culpa, o de: "¿No es
terrible...?", hace fluir esa misma energía hacia el tema de atención, haciéndolo más grande,
más fuerte y más peligroso de lo que era antes de que tú empezaras a expresarte mal de ello.
Si quieres que la economía, el gobierno o cualquier otra cosa cambie, antes de poder
ser feliz, podría pasar un largo tiempo de espera. Pero no tienes que unirte a la queja, lo cual
no solamente aumenta el problema, ya grande en sí mismo, sino que, como sabes, tú tienes la
opción de cerrar tu válvula completamente.
Cuando te involucras en ese tipo de sombría y negativa charla social, puedes elegir, ya
sea entrar en la conversación con tu enfoque fuera de eso y cambiar el tema, o alejarte.
Cuando ya estés solo y quieras realmente provocar un cambio, emite un poco de energía de
"sentirte bien" hacia el gobierno, visualiza cómo te gustaría que fuera: hacia la presidencia, e
imagina también cómo te gustaría que funcionara; hacia las grandes empresas, en la forma en
la que gustaría que trabajaran.
Así que observa y siente las cosas en la forma en la que te gustaría que fueran. Con tan
sólo unos cuantos de nosotros haciendo esto en forma regular, es posible iniciar los cambios
deseados. Un propósito noble, y que a la vez impide que las cosas estén peor de como están, es
omitir la expresión: "!Qué terrible!" respecto de la situación que quieres cambiar.
Cuando las válvulas están abiertas, ninguna ley de pandilla, ningún ultimátum
gubernamental ni alguna otra cosa negativa será suficientemente fuerte para poner a nadie en
contra de su hermano, incluso dentro del contexto del antiquísimo conflicto de Oriente Medio.
CUESTIONES MORALES
El aborto, la matanza de delfines, la deforestación de los bosques, la capa de ozono, los
derechos de los animales, el engaño para obtener dinero a expensas de la religión, las especies
en peligro, etcétera, etcétera... Si continúas prestando atención a ello, viendo sólo el horror,
sintiendo las transgresiones, sobrecogido por la alarma y uniéndote a todos los demás en el
síndrome de: "!Qué terrible!", simplemente estarás haciendo más grande el problema.
Si quieres cambiar algo, tienes que modificar la forma en la que estás pensando acerca
de ello. Eso es todo. La razón de que todas estas cosas se estén saliendo de nuestro control, es
que los medios de comunicación se enfocan en ellas con voracidad y, por tanto, también lo
hacemos nosotros.
"¡Oh, cielos!" "¡Oh, Dios, no!" "¡No lo puedo creer!" "¡Qué terrible!" "¿Qué vamos a
hacer?" "¿Cómo pudieron?" "¡Espantoso!" "¡impresionante!". Y cuanto más nos involucramos
todos en ello, más grande se vuelve.
ASESINATOS EN MASA
Está bien, deprimámonos un poco. Genocidios, baños de sangre, holocaustos,
masacres: llámalos como quieras, los humanos han estado azuzando a los humanos desde el
principio de los tiempos. ¿Cesará eso alguna vez? N o, no hasta que dejemos ir nuestros
sentimientos internos de persecución, los cuales cargamos como si fueran una noble tradición
familiar.
Pero, ¿cómo podemos olvidarnos y vivir felices para siempre, si sabemos que en todo
el mundo se llevan a cabo tantos actos detestables? ¿Cómo podemos permitir que continúen
las injusticias? ¿Cómo podemos ser felices cuando hay tanto sufrimiento? ¿Cómo podemos
darles la espalda y pretender que no nos importan?
Esto quizá provoque cierto resquemor, pero la respuesta es que cada uno de nosotros
está aquí para tener las experiencias necesarias que nos lleven a aprender nuestras diversas
lecciones, sea que estemos desempeñando el papel del muchacho bueno, o del malo. Una
injusticia de cualquier tipo siempre-siempre- es una lección para las partes involucradas.
De alguna manera, por algo, no importa qué devastación o pérdida pueda llegar a
nuestros hermanas y hermanos de todo el mundo, es esencial que lleguemos a aceptar que las
co-creaciones suceden en todas partes para que los seres humanos aprendamos lo que
necesitamos aprender, es decir, todo aquello que está relacionado con la forma en la que está
vibrando nuestra energía. Por apabullantes que puedan parecernos sus circunstancias, si nos
unimos a su dolor lo estaremos reforzando, junto con las causas que lo provocaron; además de
que con ello nos estamos preparando nosotros mismos para algo muy desagradable.
Puedes estar pensando cuán detestable es que permitamos que la gente muera de
hambre, y ese cerrar de tu válvula podría estar llevándote hacia un accidente de auto, y
mientras tanto, la desnutrición va en aumento.
Puedes estar pensando qué horrible es que todavía tengamos pruebas nucleares en el
mundo, y ese cerrar de tu válvula podría estar llevándote a que te constipes.
Puedes estar sintiéndote horrorizado por el despiadado trato de un país hacia otro, y
ese cerrar de tu válvula podría estar llevándote hacia una ponchadura de la llanta de tu auto.
En cambio, podrías estar visualizando y sintieeendo a esa gente que muere de hambre
como los seres saludables y felices que sabes que tienen derecho a ser, yen ese momento abrir
tu válvula, lo cual podría ayudar a que tu nuevo empleo llegue más rápidamente, mientras
estás ofreciendo a quienes cobijas en altas frecuencias las indispensables pinturas y pinceles.
(Nunca podremos pintar sus cuadros por ellos: sólo podemos ofrecerles nuestra ayuda
energética.)
No podemos eludir nuestra responsabilidad por lo que sucede hoy alrededor del
mundo, porque el planeta refleja la vibración predominante que lo rodea. No podemos decir
que lo terrible es simplemente resultado de la maldad, de los errores, ni siquiera de la
ignorancia de otros. Lo que le sucede a nuestro planeta y a la gente que habita en él ha sido
causado sólo por una cosa: las vibraciones de nuestros propios pensamientos y sentimientos.
¡Las de todos! No sólo las de los Hitler, los Custer, los Hussein o los Kahn (todos los cuales han
sido aberraciones creadas por la energía en, masa). ¡Se trata de las vibraciones de todos!
Así que en lugar de: "¡Qué horror!", cuando finalmente empecemos a decirnos: "Nada
es más importante para mí que sentirme bien", podremos empezar a romper esos
destructivos patrones negativos de conversación. Entonces, ¡gracias a Dios! verdaderamente
comenzaremos a lograr un cambio en lo que sucede alrededor del mundo.
Por ejemplo, pensemos en la tala inmoderada de los bosques o en lugar de coincidir
con todos acerca de lo lamentable que es su destrucción, y fluir más animosidad hacia quienes
llevan a cabo dicha tala, ama la belleza de los bosques que permanecen. Expresa tu aprecio
por la vida que alimentan, por el oxígeno con el que todavía están contribuyendo en el planeta
y permanece fuera de la energía de: "¡Qué horror! que se engullirá nuestro suministro de
oxígeno más rápidamente de lo que miles de termitas podrían hacerlo con árboles. Si tan sólo
unos cuantos de nosotros lo hiciéramos, ¡pronto cesaría la tala! y luego, está nuestra creciente
escasez de recursos de energía, por la cual todos están muy preocupados, y la disminución de
abastecimiento de agua, de madera, de aire puro ¡y de Dios sabe qué más!.
Con toda razón deberíamos estar preocupados, porque enfocamos esas cosas de la
misma forma en la que lo hacemos con el dinero. "¡Oh, Dios!, se nos está acabando". "¡Oh,
Dios!, no hay suficiente circulando". "¡Oh, Dios!, ¿cómo conseguiremos más cuando se acabe?".
Si es la gente lo que te preocupa, abre tu válvula al mayor amor que puedas reunir, y
espárcelo entre todos aquellos seres que te preocupan. Visualízalos en sus estados de perfec-
ción, más que de carencia. Visualízalos felices y satisfechos, sin estar sufriendo más por la
guerra, la peste o la hambruna. Esto contribuirá mucho más a socorrer a los más necesitados,
que todos los aviones repletos de artículos que siempre parecen ir en otro rumbo, porque
ayudará a esa gente a salir de su papel de víctima (si ése es su más profundo anhelo) hacia sus
propios primeros pasos de atraer bienestar. Les ofrecerá "pintura y pinceles"; Una vez que se
ofrece realmente esa invitación de vibraciones, si todos los que participan desean sin-
ceramente un cambio, sucederá. Entonces caerán los muros, los países harán las paces,
disminuirán las pandillas, los terroristas desaparecerán y los terrenos desaprovechados pros-
perarán con alimentos para todos.
Si son los desastres del planeta lo que te preocupa, visualiza a éste saludable, no
enfermo, pues ha estado cubierto de enormes capas de energía negativa, y eso ya ha sido
demasiado como para añadirle más, por estar hablando de todas esas terribles cosas que
hacemos para empeorarlo. Habla acerca de lo que está bien en él, no de lo que está mal.
Renuncia a la energía del: "¡Qué horror!". De esta forma, los delfines se multiplicarán, los
bosques crecerán, la capa de ozono se recompondrá, las aguas se aclararán y los océanos
sanarán.
Visualiza a tu mundo, y a todos los que viven en él, como abundante y sano, y lo
ayudarás a llegar ahí. Velo en paz, y ayudarás a producir la paz.
La única cosa que impide que nuestros deseos globales florezcan en este planeta, es la
gran masa permanente de fuerza vibrátil negativa, la cual nos desconecta a todos de la original
fuerza de vida y de bienestar. Esa fuerza de energía es tan completa, tan absoluta, que si sólo
unos pocos mantuviéramos esta visión, respaldada con la alegría vibratoria suficiente como
para convertirla en realidad, esa fuerza suprema y positiva contrarrestaría las terribles
vibraciones de millones, y este planeta presentaría su mejor cara ¡rápidamente!
Sin embargo, son miles las estadísticas que nos dicen lo contrario. Nuestros medios de
comunicación nos bombardean diariamente con atemorizantes cifras de desastres para man-
tenernos nerviosamente enfocados -y sintonizados en-las horribles condiciones que existen a
lo largo del mundo.
"Un x porcentaje de la economía mundial se está colapsando." "Un x porcentaje de la
población mundial ya tiene Dios sabe qué, y está aumentando un x porcentaje mensualmente."
"Un x porcentaje de adolescentes abortan y se suicidan." "Un x porcentaje de niños
portan armas en la escuela." "Un x porcentaje de nuevas enfermedades son incurables."
"!Terrible! ¡Espantoso!" ¡Olvida las malditas estadísticas!, son simplemente el resultado de
muchas de nuestras energías, las cuales fluyen temerosas ante lo que vemos y escuchamos. Si
no quieres ser otra estadística más, ¡olvídate de ellas! Mientras estés dentro de la energía de
"sentirte bien", ninguna economía, ningún bicho, ningún arma, ninguna inundación, ningún
avión va a caerte encima. No, a menos que tú emitas vibraciones invitándolo a que lo haga.
Por increíble que pueda parecer, el sufrimiento que vemos y del que oímos hablar es
una parte infinitesimal del bienestar completo; simplemente es el resultado magnético de
alguien, o de algún grupo, que está entorpeciendo las vibraciones hacia el bien, que podría
pertenecerles si sólo supieran cómo conectar el canal de bienestar.
¡No importa! Cerrarla es cerrarla, y dejar automáticamente afuera todo aquello que
trae consigo esa energía más alta, de abundancia de salud, de felicidad fuera de lo común. De
veras, ¿realmente vale la pena sufrir tan enorme privación por una molestia estúpida, o por
algún viejo resentimiento de toda la vida?
Entonces sabrás, desde lo más profundo de tu ser, que todo está realmente muy bien.
No importa cómo pueda verse; no importa cómo parezca; no importa lo que los medios
puedan reportar en contra, tú y este valioso planeta y la mayoría de los que estamos en él,
siempre estaremos muy bien.
30 DÍAS PARA IMPLEMENTAR
LA LEY DE ATRACCIÓN
Cuando encuentro una cura milagrosa en treinta días en alguno de los libros que suelo
comprar, generalmente lo descarto en ese mismo instante. No soy partidaria de los planes de
treinta días. Sin embargo con el éxtasis del maravilloso poder de la Ley de Atracción, era
evidente que necesitaba un plan para realizar tantos cambios que debía hacer en mi vida,
pensé que si lo dejaba sin un objetivo límite de tiempo, pasarían semanas y quizá meses
envuelto en el querer cambiar. Dicho esto, tengo que confesar, que aunque esos treinta días
increíbles dieron un giro completo a mi vida al comprobar que el cambio es posible, los
primeros diez fueron una pesadilla.
De hecho, trabajar durante esos días fue ", la cosa más difícil que he llevado a cabo,
desde dejar de beber, dejar de fumar, hasta terminar con alguien, pero los resultados fueron
asombrosos y aún más que asombros, o de lo contrario no habría continuado. Nunca había
imaginado siquiera la posibilidad de vivir una vida sin algún grado de preocupación, para no
mencionar un estrés excesivo, o un verdadero pánico. Y sin embargo, eso era precisamente lo
que estaba sucediendo. Estaba aprendiendo a vivir sin preocupaciones. Era maravilloso. Parecía
haber encontrado una forma de vivir en un estado completamente opuesto al que yo creía que
era el normal.
Aunque ahora pongo en práctica los cuatro pasos de la creación reflexiva casi
todos los días, para cosas tan simples como pedir encontrar un lugar de estacionamiento cerca
de la puerta, si no hubiera sido por este programa de introducción de treinta días que yo
mismo diseñé, dudo que hubiera continuado, el problema no es el concepto de la Ley de
Atracción, el problema somos nosotros acostumbrados a vivir con nuestras viejas creencias,
aunque nos hagan sufrir. Mi adicción a la emoción negativa estaba demasiado interiorizada en
mí, era ya una forma de vida como para renunciar a ella en un abrir y cerrar de ojos. No habría
sabido cómo empezar o cómo seguir, sin importar qué tan grandiosa considerara esta
enseñanza.
Pasar rápido de sentirme mal (energía de baja frecuencia) a sentirme bien (energía de
alta frecuencia). Tenía que encontrar formas de salir del hábito de preocupación en el que me
hallaba inmersa y abrir esa válvula. Así, pues, mientras mantuviera mi válvula aunque fuera un
poco más abierta que cerrada, el dinero llegaría, pero sólo en proporción a cuánta energía de
"sentirme bien" fuera capaz de generar.
Obviamente, de cuando en cuando caigo en el enfoque negativo, pero sólo por poco
tiempo: unos pocos minutos, un par de horas, algunas veces hasta un día o dos si realmente
quiero sentirme como en los viejos tiempos. Pero entonces, cuando he tenido suficiente, doy un
giro completo yo misma. Ya no estoy dispuesta a sacrificar todos mis "quiero", mis sueños y mi
bienestar por la aceptación de los sentimientos negativos sobre algún estúpido suceso
negativo. Y ya no me lanzo, como el Llanero Solitario, contra condiciones no deseadas, para
tratar de arreglarlas. En verdad, los perros viejos seguramente pueden aprender nuevos trucos.
Pero, perro viejo, perro joven, o algo de los dos, no hay una sola razón bajo el
sol, ni una sola excusa en todo el universo, por la que tú no puedas hacer eso también, si
quieres. Una vida llena de libertad te está esperando, más allá de cualquier capacidad que yo
pueda describir; una libertad enorme, que sólo puedes conocer dentro del propio placer de
vivirla.
Hace poco, hablando sobre la Ley de la Atracción y la creación reflexiva ante un grupo
muy numeroso de integrantes de Alcohólicos Anónimos, encontré una fascinante
contradicción. Por una parte estaba una fácil aceptación de los principios de la Ley de
Atracción, hasta un grado de excitación. Sin embargo, por la otra había un evidente temor de
"soltar" la necesidad de necesitar. Una muchacha dijo: "Creo que lo que dice es maravilloso,
pero ha pasado por alto una cosa: yo necesito seguir viniendo a estas reuniones para mi propio
crecimiento. Necesito a esta gente, o me hundiría otra vez. Yo no tenía mi válvula abierta
cuando llegué aquí hace seis años, y estas personas me ayudaron a abrirla. Si me fuera ahora...,
bueno, me daría miedo hacerlo. Me daría miedo quedar únicamente a mis expensas de ese
modo".
Por otra parte, existe de manera generalizada el concepto erróneo que tenemos
muchos de nosotros de que, antes de que pueda haber una recuperación confiable de cualquier
adicción o desorden emocional, debemos desenterrar toda la dolorosa basura que alojamos en
nuestro interior durante nuestros primeros años de vida. Otra persona dijo: "No veo cómo se
puede usted sentir mejor sin regurgitar (¡sus palabras exactas!). (alusión al regreso a la boca
de alimentos ya deglutidos pero no digeridos provenientes del esófago). Todo ese horror por el
que tuvimos que pasar mientras crecíamos". Un hábito de pensamiento negativo, convertido en
necesidad.
Pero yo no había aprendido nada de eso todavía. Así que cuando las tasas de interés
subieron, y mi negocio de las hipotecas prácticamente desapareció, me volví totalmente loco.
Los préstamos fueron suspendidos de la noche a la mañana. Y de la noche a la mañana también,
yo cambié de positivo a negativo, culpando a las situaciones externas -el maldito mercado- de
mi estado de ánimo y de mi condición mental. Pasé de: "¡Hombre, esto está sensacional!" a:
"Dios, ¿qué hago ahora?".
Como había sucedido la mayor parte de mi vida, mi adicción a los problemas una vez
más se convirtió en mi "cobijita" de seguridad. El único lugar en el que me sentía seguro era
envuelto en las familiares vibraciones negativas. Traté de regresar al estado de
estremecimiento que había aprendido a manejar, pero estaba demasiado inquieto y éste se
apagó rápidamente. Ni una sola vez escribí otro guión; no sabía que podía hacerlo. Todo lo que
hice fue perder horas de sueño, beber mucho café, gritar a los perros y sentirme más y más
aterrada por las impresionantes cantidades de dinero que había gastado, junto con las no
menos considerables sumas de dinero que no estaban llegando.
Entonces, llegaron los:" ¿Qué tal si...?" ¿Qué tal si el infomercial no funcionaba? ¿Qué tal
si había gastado el equivalente al ingreso de cinco años y no recibía suficientes pedidos para
con vez estaba creando una espiral poderosamente cargada, muy magnética y muy negativa,
que crecía con cada segundo que pasaba, con cada pensamiento temeroso que proyectaba. Se-
guía tratando de creer que las cosas no habrían marchado tan bien como el año anterior, en el
que había ganado tanto dinero mientras producía el programa y la serie, si el programa no
hubiera estado "destinado a" ser un éxito. iSí, si...!
El comercial de media hora salió al aire durante un largo fin de semana en veinte
diferentes mercados, de Hawaii a Nueva York y todos los puntos intermedios. No tengo que
decir lo que pasó. No había un "quiero" en el Universo que hubiera podido atravesar las
gruesas vibraciones de mis "no quiero''', que suplicaban: "No quiero que esto falle; ¡oh, por
favor, no quiero que esto también falle!". Mi válvula estaba completamente cerrada. La puerta a
mi juguetería estaba cerrada, con candados, y mi resistencia a lo que se pareciera siquiera re-
motamente al bienestar, era más grande que la Vía Láctea.
Aunque estaba muy entusiasmada con las nuevas enseñanzas, lanzarme de lleno a los
cuatro pasos de la Ley de la Atracción, al principio me habría sido imposible. Estaba demasiado
sumergida en el temor. Con dieciocho horas al día de ansiedad siempre creciente, estaba tan
inmersa en un enfoque, pensamientos y vibraciones negativos, que sin un programa de im-
pulso, sé que me habría dado por vencida antes de empezar. Así que me dije: "Muy bien, esto
no debe ser tan difícil, sólo tengo que encontrar la forma de dejar de pensar en lo que me pone
tensa. No es gran cosa. Dejo de pensar en ello durante treinta días, y entonces sí, puedo
ocuparme del resto de los cuatro pasos".
¡Iluso! La mía era una meta muy grande. Pero con una motivación que provenía de
querer estar en la cumbre de nuevo, y no tener nada más hacia dónde volverme, me lancé y me
negué a darme por vencido. Si realmente deseas embarcarte en este maravilloso viaje de
convertirte en un creador reflexivo, que fue a lo que viniste a este mundo, te invito a que, con
fuerza y urgencia, te lances a experimentar esos treinta días antes de probar cualquier otra
cosa. Si te decides, esos treinta días te permitirán identificar qué tan profundos son tus hábitos
negativos y te darán un valioso punto de partida desde el cual volar. Cuando menos, así fue
para mí. Tenía que establecer dónde estaba, antes de planear el camino a seguir. ¡Oh, y vaya
que encontré dónde estaba!
Así que ese fue mi inicio. Mi propio afán -aunque totalmente ingenuo- empezó a
sacudir los grilletes de vibraciones negativas a los que había estado encadenada durante tantas
décadas, sin siquiera saberlo. Este es el programa de treinta días que diseñé, precisamente el
mismo día que recibí el material de la Ley de la Atracción. Te voy a explicar, tomándolo direc-
tamente de mi diario, cómo funcionó para mí y qué podrías esperar si decides seguirlo.
En mis primeros treinta días no hablé conmigo misma, ni escribí nuevos libretos; eso
me resultaba muy complicado al principio. Sin embargo, si quieres, tranquilízate a ti mismo en
voz alta, o escribe un nuevo guión y realízalo. Sólo recuerda que en esos primeros treinta días
es muy importante tener un tema a tu disposición inmediata hacia el cual puedas cambiar tus
vibraciones rápidamente. Ésa fue la única forma que encontré de empezar a vencer a mi
insidioso hábito de lo "negativo”.
2. Establece un tema de cambio rápido para cada día, y encuentra algo nuevo que
apreciar en ti mismo.
El tema para cambio rápido lo puedes elegir día con día. Tenlo listo de antemano para
que lo uses en cuanto descubras que te sientes ansioso, un poco decaído o más o menos
desalentado. Es un tema que habrás elegido previamente para tenerlo a la mano, y para que no
tengas que buscar desesperadamente en qué pensar para abrir tu válvula. No pienses que
encontrar algo que puedas apreciar por ti mismo es "coser y cantar".
Créeme que es difícil. Sin importar cuál pueda ser nuestra posición en la vida, la mayor
parte de nosotros sentimos tanta aversión a reconocer nuestros propios atributos y talentos,
que sólo pensar que tenemos que encontrar uno distinto para cada uno de los treinta días
puede ser realmente inquietante. Afortunadamente, es justo esa
aversión lo que hace tan valioso este ejercicio porque el proceso de sacar a la superficie
un nuevo tema cada día, junto con el considerable esfuerzo necesario para mantenernos en-
focados en ese asunto, o nos absorbe de tal modo mientras refunfuñamos por eso, que a final
de cuentas nos olvidamos de nuestras preocupaciones externas.
Así que, ¿qué es lo que hay que apreciar? Bueno, ¿qué te parece tu cabello, lo limpio de
tus uñas, tu voz para cantar, tu habilidad con los números, tu amor a los pájaros, o tu cuerpo
sensacional, tu capacidad como líder, tu talento para la actuación, tus fuertes manos, lo
fantástico que eres con tus hijos, tu eficiencia para un deporte, tu puesto de trabajo en la
compañía, o tu habilidad como vendedor?
Aun cuando creas que no puedes encontrar treinta cosas que puedas apreciar de ti
mismo, encuéntralas, de cualquier manera. Entonces, cuando alguna preocupación habitual se
entrometa en tu día y te sorprendas a ti mismo en ese hipnótico estado de enfocarte -al parecer
irremediablemente- en lo que te preocupa, tendrás algo aleteando en espera, para con-
trarrestarlo de inmediato. Cambia la conexión instantáneamente a tu tema del día.
Ahora bien, esto es importante: permanece con el tema de apreciación que hayas
seleccionado para ese día, sin importar lo absurdo que pueda parecerte. En otras palabras, no
saltes de un lado a otro con tu tema diario de autovaloración, sólo porque te hace sentir tonto,
o porque te gustaría haber encontrado algo mejor. Con la ayuda siempre presente de tu guía, o.
lo escogiste por alguna razón, así que será tuyo durante veinticuatro horas. ¡Consérvalo!
Así, pues, piensa en tu tema de valoración del día, cuando no sientas temor. Piensa en él
cualquier minuto del día en el que recuerdes hacerlo. Ese tipo de enfoque de vibración alta y
concentrada, contribuirá a romper tu vibración de preocupación más rápidamente de lo que te
puedas imaginar.
Sin embargo, durante los primeros tres días no había desarrollado el proceso de
cambio rápido y fueron terriblemente difíciles. Estaba atrapado en la profundidad y duración
de mis periodos de atención negativa. Encontré que caía en la preocupación en un abrir y
cerrar de ojos. Estaba constantemente tenso. No entraba dinero y, en cambio, salía mucho. Son
momentos que te pasa por la mente pensamientos que te dicen ¿será verdad todo esto?, y ¿si
son puras palabrerías?. Me parece crítico el proceso de tener fé en estas circunstancias ya que
tienes mucho por ganar y nada por perder, es más si tiras la toalla simplemente es como
empezar a cavar el hoyo de tu sepulcro. Tú decides si lo mejor de tu vida ya paso ó esta por
venir.
Para el día tres, había descubierto que probablemente el 97 por ciento de mis días
estaban dedicados a la preocupación, la angustia, la ansiedad y el temor. Tomar conciencia de
eso me deprimió completamente y después me enfureció, lo cual seguramente no me ayudó.
No tenía idea de que me había estado preocupando en forma tan rutinaria, y sin darme cuenta.
Hablar conmigo mismo era inútil y escribir un nuevo guión era imposible, dado mi esquema
mental. Fue entonces cuando supe que tenía que encontrar algo que estuviera ya listo para
conectarme con un enfoque fácil y agradable, con una buena y alta vibración. Gracias a mi guía
seleccioné la autovaloración, pensando que con esa herramienta me sería muy fácil alcanzar lo
que me proponía. ¡Oh, claro! No sólo fue más difícil de lo que había anticipado, sino que
descubrí que la parte más complicada era permanecer ahí una vez que había llegado. Sin
embargo, todo ello me llevó a que decidiera continuar.
Para el día cinco, comprendí que las cosas empezaban a cambiar. Algo estaba
funcionando -lentamente, pero sí- funcionando. Aunque sólo podía llegar a un lugar de
sentimiento realmente elevado durante una cuarta parte del día, el resto de éste transcurría
con facilidad, sin ese incesante y sombrío enfoque en la carencia. Durante los primeros diez
días, no creí que fuera a lograrlo, pues cuanto más cambios rápidos hacía, más deprimida me
sentía de que esta persona llena de vitalidad (yo) a la que la gente siempre había considerado
tan positiva y tan feliz, no fuera más que una aprensiva común y corriente, ¡exactamente el tipo
de persona que yo mismo solía recomendar a la gente que dejara de ser!
A medida que los días transcurrían, empecé a dudar de poder llegar alguna vez al
momento anhelado, de realmente pasar de dieciséis a dieciocho horas sin ningún asomo de
ansiedad. Algunas veces me llegué a sentir tan desalentada que habría gritado al universo; me
echaba a llorar y metía las manos en los bolsillos para salir malhumorada a caminar, llena de
autocompasión. De hecho, muchas veces durante esos primeros días, la posibilidad de
aprender a vivir sin esa familiar y hasta reconfortante vibración de angustia, que había sido mi
aliada la mayor parte de mi vida, parecía más allá de toda esperanza. Lo que me causaba
todavía más angustia era descubrir con desconsuelo que, para empezar, había dentro de mí un
gran miedo. Bueno, había vencido otras adicciones y, ¡maldita sea!, vencería esto, sin importar
lo que requiriera para ello.
El sexto día (no, no voy a recorrer los treinta), sin razón aparente, me hundí en una
profunda depresión y me eché a llorar. Me sentía frustrado y enojado y no sabía siquiera por
qué. (Posteriormente descubrí que se debía a un cambio químico en mi cuerpo.) Finalmente,
salí y fui a sentarme bajo uno de mis árboles favoritos durante un rato, para calmarme, de
modo que pudiera cambiar mi conexión a la valoración del día. Pasaron unos cuarenta y cinco
minutos antes de que pudiera conectarme, pero lo logré, y para mi deleite, no hubo más
sentimientos perturbadores el resto del día.
El noveno día era otra vez tiempo de pagar cuentas y estaba inquieto. ¿Cómo debería
sentirme? ¿Podría mantenerme sin temor y alejada del sentimiento de carencia? ¿Podría
cambiar rápidamente mi enfoque? Con la firme decisión de prestar atención a mis sentimien-
tos, me dirigí a mí escritorio. Por fortuna, el proceso mensual de pagos fue más fácil que de
costumbre, aunque aun así, encontré difícil saltar a -y mantenerlo así- un enfoque de
apreciación. Así que me puse a cantar. ¿Por qué no? Cualquier cosa era válida para romper ese
viejo hábito, duro de vencer, de temer el décimo día del mes. Funcionó muy bien, pero terminé
saliendo al campo a disfrutar de la tranquilidad del ocaso y poner a funcionar mi
estremecimiento. No hubo más sentimientos negativos el resto de la tarde y en la noche. ¡En mi
diario, esta última frase está subrayada!
Sabía que estaba donde debía estar. Las ideas brotaban por todas partes. En forma
deliberada, traté de empujarme yo misma hacia un sentimiento negativo ¡y encontré que no
podía hacerlo! Pero cuando alguno trataba de introducirse furtivamente, sonreía para mí
misma como el gato de Cheshire de la película de Alicia en el país de las Maravillas, y me daba
una palmadita en la espalda por reconocer el sentimiento, y con un cambio rápido de
velocidades ponía el freno de vibraciones.
Finalmente llegó el día, ese día tan largamente esperado, en el que supe que estaba
completamente tranquilo en relación a los ingresos (aunque todavÍa no tenía ninguno), hasta
el grado de estar sinceramente despreocupada. ¡Dios mío, qué maravilloso sentimiento era ése!
Después de años de hábito, como es de suponer, encontré que todavía tenía que cortar
amarras de declaraciones negativas como: "No, lo siento, no puedo ir contigo, estoy pasando
por una mala racha, y no tengo suficientes ingresos". Desde luego, me sentía deprimido en
cuanto algo así salía de mi boca, pero a partir de ahí, no me tomaba mucho tiempo descubrir lo
que había causado el sentimiento (siempre un "no quiero") y hacía el cambio rápido para salir
de él.
Día a día, todos difíciles, observaba cómo se iba disolviendo toda una vida de
pensamientos negativos inconscientes y de emoción negativa. Estaba venciendo una adicción
tan honda, tan arraigada, que ni siquiera sabía que la tenía. Sin duda, cambiar mi enfoque y mis
sentimientos no sólo no era imposible, sino que estaba sucediendo. Esperé impacientemente a
ver los resultados, ¡algo realmente tonto!
Los siguientes veinte días fueron una montaña rusa. En los días de optimismo, de fácil
estremecimiento, se me ocurrían ideas fantásticas para aumentar sustancialmente mis ingre-
sos. Pero en los días de pesimismo, no sólo me deprimía un poco, sino que eran días en que
parecía estar en el fondo del Gran Cañón, con un nuevo, extraño y exagerado estado de
malhumor. Nadie me había hablado -y tampoco a nadie de los que tratábamos de controlar
nuestras energías- de esta desagradable, aunque al parecer muy frecuente, situación que
parece presentarse cuando empezamos a atraer más energía de alta frecuencia a nuestro
cuerpo.
(Ahora sabemos que estos cambios ocurren porque el cuerpo tiene que adaptarse a los
prolongados periodos de vibraciones más altas, que a su vez causan un drástico cambio en la
constitución química del organismo. Puesto que la emoción -que es negativa y física, a
diferencia del sentimiento, que -- es positivo y etéreo- es inducida químicamente, los cambios
en el estado de ánimo son solamente ajustes químicos que se están presentando. Algunas
personas han experimentado estos cambios de humor con bastante profundidad; otras, en
cambio, lo han hecho sólo moderadamente; pero todas parecen tener algo que decir al
respecto. Por fortuna, esto es pasajero. De hecho, puedes sentir que el problema disminuye al
cabo de aproximadamente seis semanas y que, casi siempre, desaparece por completo en tres
meses.)
Pero, sin importar en qué estado de ánimo me hubiera quedado el día anterior, había
un ritual matutino que creé, que me encantaba y que no dejaba de hacer nunca. Era empezar
cada mañana con una amorosa conversación con mi Ser interno/Ser expandido: de rodillas, a
modo de reverencia ante la vida que soy (y para mantenerme sujeta a un lugar mientras lo
hacía), bosquejaba mis "quiero" para el día la semana, o la década; sólo me detenía lo suficiente
en cada “quiero" como para permitir que su tono de sentimiento me reconfortara. Eran
momentos reverentes, humorísticos y agudos,"Y los atesoraba como parte de mi programa
diseñado. (Noto un vacío, y una falta de dirección, cada vez que dejo ese ritual a un lado, lo cual
hago algunas veces con mucha frecuencia.)
En los días elevados, podía conectarme en alta frecuencia en un abrir y cerrar de ojos, y
deslizarme con facilidad en el lugar del sentimiento de apreciación que había elegido para ese
día. En los días negativos, hacerlo me llevaba un poco más de tiempo; pero lo que más me
entusiasmaba era que -estuviera yo en alta o en baja frecuencia- el temor de cualquier tipo lo
estaba dejando cada vez más atrás. Los días bajos no tenían un enfoque específico en un "no
quiero", o en el estrés, sino sólo en la monotonía. Había un impulso renovado en mi modo de
caminar, una canción en mi corazón y en mis labios, una sonrisa casi constante en mi rostro,
una emoción y un asombro ante la vida y la creación, que no había experimentado desde...,
desde quién sabe cuándo.
Ahora entendía que "conectarme" significaba, primero que nada, quitar mi atención de
los "no quiero". Ya sea que fluyera hacia verdaderos "quiero", hacia el objeto de mi apreciación
de ese día, o por la simple diversión de hacerlo, comprendí que por fin estaba dejando de
producir el flujo de atracción automática. Me estremecía, sentía amor (todavía uno de mis
sentimientos elevados favoritos), estaba encantada con la vida y sentía la energía de un gran
gozo extenderse por todo mi cuerpo.
Añadí a mi lista de "quiero" una clase especial de chamarra deportiva para uso rudo
que las tiendas aparentemente habían descontinuado, y tres semanas más tarde tuve la idea de
ir a una tienda de descuentos muy alejada de mi casa, para comprar papel de fax. ¡Lotería! Mi
chamarra estaba colgada sola, en exhibición, y era ¡la única que había en la tienda!
Aunque yo no como mucha carne, un día sentí un deseo intenso de comer una jugosa
hamburguesa; de repente, se me ocurrió ir a una nueva tienda de cómputo y encontré que un
nuevo mercado, flamante, acababa de abrirse en la puerta de al Iado con la más deliciosa y
fresca carne molida que jamás había probado. Una y otra vez constaté que vivir en frecuencias
más altas realmente estaba funcionando. Era como si el Universo me complaciera con la
canción que quería.
Mi promedio mensual, que solía ser de 30/30 (treinta días de cada treinta días con
preocupación), se había vuelto ahora más como 17/0/13 (diecisiete arriba, cero con temor o
ansiedad real y trece en un extraño ánimo bajo), un gran adelanto de todos modos.
Pero mi ansiedad por obtener rápidamente las recompensas me estaba agotando.
Cuando vuelvo la vista atrás, puedo ver que en la etapa inicial de dos semanas estaba buscando
los resultados en forma de dólares, lo cual era algo realmente tonto, puesto que todo lo que mi
actitud lograba era mantener mi enfoque en lo que no había.
Finalmente llegó el Día Treinta. ¿Dónde estaba mi desbordante cuenta bancaria? ¿Por
qué no recibía incesantes llamadas telefónicas para comunicarme que tenía algún préstamo
que me sacaría de apuros? ¿Por qué tomaba tanto tiempo llevar a cabo mis nuevas ideas? Ahí
estaba yo otra vez, sintiéndome desilusionada por lo que no había pasado. Mis continuos:
"¿Dónde está?" "¿Dónde está?", eran el mismo gastado enfoque negativo, sólo que vestido con
un traje diferente. En realidad, el dinero estaba empezando a llegar, aunque lo hacía a
cuentagotas. Yo observaba fascinada. Esta extraña corriente constante de un poco aquí, un
poco allá, estaba de manera evidente en proporción directa con mi enfoque de vibraciones.
Cuando menos, con mi válvula un poco más abierta que cerrada, ¡no iba para atrás! Mi cuenta
de cheques se mantenía en el mismo estado (no sé cómo) o crecía ligeramente. ¡N o había
vuelto a retroceder! Todo esto en sí ya era un milagro.
Me tomó varios meses poder permitir que se abrieran las compuertas una vez más,
pero lo conseguí. No todas al mismo tiempo, pero sí gradualmente. Un "quiero" tras otro en-
contraba el camino a mi puerta, algunos de ellos muy grandes y muchos otros, pequeños y
divertidos.
Y; sin ayuda alguna de mi parte, excepto la profunda apreciación por ese sensacional
producto que yo había logrado producir de algún modo, Curso de Vida 101 -el programa
audiovisual al que había creado en un momento de inspiración antes de conocer la Ley de la
Atracción- empezó a despegar, como fuegos artificiales, en diferentes partes del mundo.
Me encantaría decir que todos mis viejos hábitos desaparecieron en treinta días, pero,
francamente, no fue así. Aún ahora, con el dinero fluyendo en abundancia, requiere de toda mi
concentración recordar que lo que logro no es debido a mi arduo trabajo, ni a lo lista que soy,
sino a cómo fluye mi energía. Así que sigo escribiendo libretos, hablando constantemente
conmigo mismo y cambiando de conexión. Ahora, en lugar del tema de "apreciación-del-día",
tengo un "quiero-del-mes" en el cual apoyarme y que sirve a dos propósitos: crea un tiempo
mucho más prolongado de vibraciones -por tanto, más pasión- para que el flujo de energía se
dirija a un deseo específico, y me da esa red de seguridad de tener siempre algo listo volando,
en espera de fluir cuando más lo necesito.
EN ENTRENAMIENTO CONSTANTE
¿Resulta más fácil? ¡Claro que sí! Pero, si te decides a tomar el control de tu vida y a
tener las cosas que quieres, a hacer las cosas que quieres, a ser la persona que quieres ser ya
vivir como quieres, con la gente que quieres, hay algo que más te vale aceptar: ¡estarás en
entrenamiento siempre! Tendrás días elevados, días bajos, días fantásticos, días escabrosos,
días profundamente emocionales y días en los que te sentirás listo para "tirar la toalla". Sin
embargo, apostaría que no lo harás, no ahora; no al saber lo que ya sabes. Te guste o no, dudo
que nunca más puedas sentir siquiera una leve emoción negativa, sin saber que has cerrado
todas las puertas a todas las cosas que has deseado en la vida, sean materiales, físicas,
emocionales, espirituales o todo lo anterior junto.
Así que, en efecto, ésta es una empresa para toda la vida y no vas a aprender todo lo
que tienes que hacer en esos treinta días. Puedes liberarte del temor y la preocupación durante
ese primer mes, definitivamente. Pero después, prepárate y lánzate en cuerpo y alma,
conscientemente, a todos los vericueto s de los cuatro pasos hacia la creación reflexiva, esto es,
si lo quieres todo: prosperidad, seguridad, salud, libertad, alegría, vivacidad, independencia,
realización; es decir, si quieres volver a tu natural estado de ser, a lo que estabas destinado a
ser, a la forma en la que puedes ser de aquí en adelante; si estás dispuesto, en fin, a dedicarle el
esfuerzo que requiere.
ES TU TURNO
Este asunto no es de nadie, sino tuyo; siempre lo ha sido, siempre lo será. Nadie te ha
obligado. Nadie ha provocado nunca que tu vida sea de una manera o de otra. Ha sido tu asunto
desde el principio, ha estado diseñado por la forma en la que estaba fluyendo tu energía, y ha
estado diseñado en todo momento, todos los días, conforme a como te estabas sintiendo.
Ahora, habrás de concretarte a lo que quieres hacer durante el resto de tu vida y a
saber qué tan dispuesto estás a echar a andar el esfuerzo-sentimiento para conseguirlo.
Así que a continuación te presento algunas estrategias, una forma rápida de hacer
resaltar los puntos sobresalientes que debes tener en cuenta mientras entras a este nuevo y
excitante mundo de la creación reflexiva. Primero, los pasos principales:
Paso 1. Identifica qué es lo que no quieres.
Paso 2. Identifica lo que quieres.
Paso 3. Encuentra el lugar del sentimiento de tu "quiero".
Paso 4. Espera, escucha, y permite que el universo haga su parte y (paso cuatro: ¡Mantén
tú floreciente enfoqué fuera de esas condiciones en-blanco!).
ES TU BARCO
Todo este asunto de crear nuestras vidas mediante el flujo de energías de más alta
frecuencia que en la que hemos estado vibrando, es increíblemente nuevo para nosotros. Es un
gran reto, una monumental nueva orientación en la vida. Así que sé amable contigo mismo,
tómalo con calma, juega con las energías, vuélvete curioso, ríe más, sonríe más, experimenta.
Ve cuánto puedes sostener un estremecimiento o cuán rápido puedes activar tu energía.
Descubre qué te da alegría; y, entonces, déjala fluir. Juega con tus "quiero". Juega con todo ello;
pero recuerda: todo esto es muy nuevo; así que, por favor, no te desanimes.
La práctica consiste en esta nueva forma de pensar y de ser. Tiene que ser así; es tan
nueva, tan extraña... Exactamente ahora, este concepto no es sino un montón de palabras en
papel que pueden sonar interesantes, pero el sabor está en la prueba. ¡Y eso significa práctica!
Practica cómo hacer fluir la energía. Practica hacerlo con tus "quiero" o practica
solamente para hacerla fluir. Aprende a activarla a voluntad..., en cualquier situación..., donde-
quiera que estés..., con quienquiera que estés..., suceda lo que suceda. Controla tu vida, al
controlar tus reacciones ante ella. Así que... ¡practica!
Después de que recorras tus treinta días, diseña tu propio programa para mantener en
alto el interés. Tal vez una semana de sentimiento de gratitud, una semana de sentimiento de
asombro por todo, de reverencia, de admiración, de entusiasmo. Quizá una semana de
sentimiento de diversión, una semana de optimismo, una semana de estar enamorado, de
sentimiento de: "Dios, es bueno estar vivo", sin importar lo que sucede a tu alrededor.
Practica en momentos casuales, en el baño, cuando estés atendiendo a tus niños o
haciendo tu declaración de impuestos, al asistir a una junta o cuando estés trabajando en la lí-
nea de producción de la fábrica.
Sí, la vida puede volverse más compleja durante un tiempo porque has incrementado
tu deseo, porque has aumentado tus energías magnéticas. Pero con ese deseo viene la vida
auténtica.
Así que aprende a sentir, sentir, sentir..., bien o mal..., positiva o negativamente. Si un
sentimiento finalmente abre las puertas a los tesoros del universo, ¿qué tan malo puede ser? Si
lo quieres suficientemente, aprenderás a sentirlo.
Entonces, aprende a sentirte bien, sin importar cómo. Este punto de vista tiene que
ser totalmente consciente y deliberado. Las respuestas que te pongan de rodillas tienes que
mandarlas a volar. Si deseas cambiar las condiciones de tu vida, tienes que cambiar también
tus vibraciones, así que practica hasta que puedas transformarlas en un simple abrir y cerrar
de ojos. Si no logras sentir cálidos estremecimientos, significa que estás por los suelos o que te
sientes muy mal. De cualquier manera, estás enviando vibraciones negativas.
Si tienes algún problema, sácalo de tu vida hablando de él contigo mismo durante diez o
quince minutos cada día. Analízalo en voz alta hasta que hayas encontrado lo que te inquieta, y
verás cómo disminuye al hablarlo. Cada vez que hagas eso, estarás dejando un poco más de
resistencia detrás de ti hasta que finalmente descargues lo suficiente como para permitir que
tus vibraciones -¡y tu experiencia!- cambien.
Sólo recuerda que la forma en la que pienses es la forma en la que sientes; la forma en
la que sientas es la forma en la que vibras; la forma en la que vibres ¡es la forma en la que
atraes!
Así que lo que quieras, siéntelo, siéeentelo hasta que se convierta en un cálido
estremecimiento. Si puedes sentirlo, puedes tenerlo. Puedes tener cualquier cosa que quieras,
siempre y cuando primero puedas sentirlo.
Te puedes comer al mundo de un bocado. Sólo tienes que prestar atención para
descubrir qué viene, en lugar de qué es lo que no está aquí. Una vez que estés cómodo haciendo
eso, por los poderes que son y por el poder que eres tú, empezarás a vivir la vida que viniste a
vivir aquí. Estarás haciendo realidad tu razón de ser.
Todo es energía. Eso es todo lo que este mundo y el universo son. Puedes ser su dueño o
su víctima. Al aprender a controlar el tono y el flujo de tu energía electromagnética, estarás
aprendiendo a tomar el control de tu propio destino, dirigiendo tu barco a donde desees.
Cuando lleguen las tormentas, sabrás qué las creó y qué hacer. Está el control absolutamente
dirigido hacia recargar las maravillosas recompensas de una vida que está -en toda la
extensión de tus posibilidades- ¡finalmente siendo vivída!