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NOTA TÉCNICA SESIÓN 05

DERECHO A LA VIDA Y A LA INTEGRIDAD PERSONAL

¿QUÉ ES EL DERECHO A LA VIDA Y EL DERECHO A LA INTEGRIDAD PERSONAL?

El derecho a la vida es un atributo del ser humano que le permite ejercer los demás derechos
fundamentales. Por su importancia es un derecho absoluto que no puede ser suspendido de forma
alguna, ni siquiera en situaciones excepcionales, y que debe estar protegido por la ley. Nadie puede ser
privado de la vida arbitrariamente.
El derecho a la vida implica no solo aspectos referentes a garantizar el ciclo vital (crecer,
reproducirse y morir), sino también el hecho de satisfacer necesidades de alimentación, agua, trabajo,
salud, vivienda, entre otros.
Uno de los principales derechos relacionados con el derecho a la vida es el derecho a la integridad
personal, ya sea esta física, psíquica, moral y sexual, lo cual supone la garantía de una vida libre de
violencia y, además, la prohibición de la tortura, la desaparición forzada y los tratos y penas crueles
inhumanos o degradantes. Por lo tanto, es deber del Estado adoptar todas las medidas que garanticen
el derecho a la integridad personal.

 
EL DERECHO A LA VIDA
El derecho a la vida es, sin temor a equivocarnos, un derecho natural primario u originario del que
todo ser humano goza, desde su existencia; aún más es incuestionable que la vida en sí misma es un
suceso, originario e irreversible; claro desde un punto de vista enteramente natural. Sin embargo,
debemos tener siempre presente que cuando las Constituciones de los Estados o aquellas normas o
dispositivos legales de menor jerarquía consagran el derecho a la vida, no es que estén creando un
nuevo derecho o la última panacea, sino simplemente lo están reconociendo (entiéndase en el sentido
demostrarse conforme) y protegiendo; efectivamente así sucede con todos los derechos de carácter
primordial o esenciales del ser humano, con la salvedad que en el caso del derecho a la vida se le ha
concebido no sólo como primordial sino también como indispensable presupuesto para todos los
demás; así al respecto, Fernández Sessarego señala: "El derecho a la vida es el primordial entre los
derechos atinentes a la persona y el presupuesto indispensable de todos los demás".

En este orden de ideas podemos colegir que el derecho a la vida es la fuente de donde emergen
todos los derechos inherentes de la persona humana. El reconocimiento del derecho a la vida que
efectúan los ordenamientos no sólo radica en impedir que los demás atenten contra el individuo, pues
comprenderlo así sería una visión parcial de su concepción, es por ello que otros autores se inclinan por
señalar además que este derecho debe ser comprendido además como un derecho a vivir de tal manera
que el ser humano pueda realizar su proyecto de vida vital, es decir, que se den ciertas condiciones de
vida , situación esta última que diferentes ordenamientos lo están tomando ya en cuenta y que ha
originado encontrados debates en los distintos órganos jurisdiccionales quienes protegen el derecho a
la vida en su más pura acepción como un derecho indisponible y quienes conciben ya al mismo como un
derecho disponible.

 Amparo Civil del Derecho a la Vida

Díez-Picazo y Gullón señalan que la vida: "Es el bien básico y esencial de la persona, fundamento y
asiento de todos los demás. Pero el hombre no tiene un poder sobre su propia vida total y absoluto, que
en su formulación consiguiente legitimaría el suicidio. La vida no posee un valor puramente individual,
sino familiar y social. De ahí que el ordenamiento jurídico debe negar a la persona el poder de quitarse
la vida".

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El Código Civil Peruano de 1984 recoge en su artículo 5º el derecho esencial a la vida, y en
concordancia con el artículo 1º del indicado cuerpo normativo; se puede colegir que se recoge una
tutela a:
 El Concebido. - Pues protege al nasciturus o aún no nacido que es considerado como ser
independiente y distinto de la madre, teniendo por tanto el derecho y amparo de la ley,
reconociéndolo como sujeto de derecho para todo lo que le favorece. Aunque si bien es cierto no
es aún una persona natural en razón que no se ha producido el hecho del nacimiento, pero con ello
no deja de ser ya una vida humana, es un sujeto de derecho distinto y autónomo, tal como se ha
indicado, y por tanto es un centro de referencia de derechos desde el instante de la concepción.
Ahora bien se debe tener en cuenta que nuestro ordenamiento si bien le da al aún no nacido la
condición de sujeto de derecho, será solo centro de imputación o referencia de todo cuanto le
favorece, situación muy distinta que la persona individual o natural pues es centro de referencia
normativo sin limitación alguna salvo las dispuestas expresamente por ley; más aún en el caso del
concebido la atribución de derechos patrimoniales está condicionado a que nazca vivo, con lo que
se puede colegir que en cuanto a los derechos extramatrimoniales o no patrimoniales (dentro de
ellos el derecho a la vida) es evidente que no están sujetos a condición. Así podemos apreciar que
existe un tratamiento normativo especial en cuanto al concebido para su debida protección.
 Al ser ya nacido o la persona individual o natural.- Protege a los sujetos de derecho con acciones
efectivas, en tal sentido el objeto de protección jurídica se encuentra en el ámbito de la persona
misma, lo que se busca tutelar es aspectos importantes próximos al ser de la persona a fin de que
ella se realice de acuerdo a su proyecto de vida, en tal sentido la persona individual o natural será
pues centro de referencia normativo sin limitación alguna salvo las dispuestas expresamente por
ley.

 Problemáticas frente al derecho a la Vida


Resulta acertado sostener que “el derecho a la vida, al igual que otros derechos humanos, no es un
derecho absoluto o ilimitado; puede sufrir restricciones al colisionar o entrar en conflicto con otros
derechos. Esto puede ocurrir en determinadas circunstancias “límite”. En tales circunstancias
corresponde al legislador establecer cuáles serán los derechos que deben prevalecer. Los límites que el
sistema jurídico ha recogido en relación al derecho a la vida de las personas, son la pena de muerte, la
legítima defensa y el estado de necesidad; en el caso del derecho a la vida del concebido, el límite es el
aborto”.
Efectivamente la concepción, el nacimiento y la muerte han sido justamente denominadas por
ilustres tratadistas como "fronteras extremas de la vida". Dichas fronteras o límites, se encuentran en
constante delimitación, y que en muchas ocasiones ha originado un problema arduo e incluso difícil de
resolver por sus complejas connotaciones e implicancias.

 Aborto
Etimológicamente deriva del término latino "abortus", formado por dos raíces ab (privar) y ortus
(nacimiento), es decir, "privar del nacimiento". Actualmente se entiende por aborto a la interrupción
prematura (sea esta natural o inducida, provocada) del embarazo y la consiguiente expulsión del feto.
Frente a esta situación existen dos posiciones:
A. Posición Mortícola.- La cual afirma que la madre tiene pleno derecho sobre la vida de sus hijos.
Esta posición nacida del Derecho Romano sustenta la teoría que el concebido es "viscerum
matris", es decir, víscera de la madre.
Del Castillo Murrugarra expresa que "el aborto legal viene a constituir un medio de control de la
natalidad, tornándose en el equilibrador entre crecimiento demográfico y el factor económico".
Esta posición sostiene que como el ser humano tiene derecho de procrear, es decir, es libre de
tener relaciones sexuales, en consecuencia también es libre de determinar si esa relación tiene
como fin la concepción o solamente la satisfacción del instinto sexual, decir partiendo de la
antiquísima concepción que el feto es víscera de la madre se lleva a sostener bajo, una expresión
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mucho más refinada, que al ser la persona libre en sus decisiones y sobre todo en tener o no
relaciones sexuales en consecuencia también podrá decidir libremente siesa relación sexual
sostenida debe llegar a su fin es decir a la concepción o al nacimiento del ya concebido.
B. Posición Vitalista.- Considera que, al considerarse al concebido como sujeto de derecho "para
todo cuanto le favorece" (Cfr. Artículo 1º del Código Civil Peruano), éste es titular, único e
incondicional, del derecho a la v***** ida, es decir es un ser independiente y separado de la
madre, y por tanto la madre no puede decidir ya sobre él.
Sin embargo, a pesar de protegerse al concebido, en diferentes legislaciones contemplan
causas atenuantes y eximentes del delito de aborto, teniendo en algunos casos como requisitos
el consentimiento de la mujer para salvar su vida o cuando se desea eliminar el fruto de una
violación, entre otros, esto no quiere decir que el ordenamiento consienta el aborto sino que por
el contrario lo sanciona, sin embargo se establecen ciertas condiciones o causales que de
cumplirse se dan atenuantes (reducción de pena) o se exime (se releva o se perdona) de sanción.

 Eutanasia
Otra dificultad vinculada al derecho a la vida es la eutanasia, proviniendo de las voces griegas eu
(bueno) y thanatos (muerte), es decir “muerte buena”. Este concepto se degeneró a tal forma que se
pensaba que la población en exceso debía eliminarse, así como los miembros menos necesarios, lo que
recaía lógicamente en los viejos y los infantes.
El cristianismo se ha enfrentado a esta desviación y actualmente el problema de la eutanasia
conduce de manera directa a una controversia fundamental de la existencia humana, el de propagar o
no la suspensión dela vida de quien se encuentra afectado de un mal irreversible y/o dolor insoportable
(situación que en los últimos años ha causado encendidos debates con rotundas manifestaciones tanto
a favor como en contrario); esta puede ser: a) Eutanasia Pasiva o Indirecta: Cuando se deja que el
enfermo muera y b) Eutanasia Activa o Directa: Cuando se mata al paciente.
Frente a la problemática de la eutanasia, debemos precisar entre la aplicación de un tratamiento
médico donde es inadmisible la eutanasia; y la prolongación artificial de la vida humana, en donde lo
único que cabe es que la naturaleza siga su proceso normal. El ser humano nace, crece y muere. Es
contrario al más elemental sentimiento de lo justo y lo bueno prolongar la agonía de un enfermo, pero
para proceder a ello, es necesaria, previamente, una autorización judicial. Tal posición ha asumido la
jurisprudencia comparada.
Para el caso peruano en nuestro Código Penal se regula el “homicidio piadoso” y lo tipifica en su art.
112º del modo siguiente: "el que, por piedad, mata a un enfermo incurable que le solicita de manera
expresa y consciente para poner fin a sus intolerables dolores, será reprimido con pena privativa de
libertad no mayor de tres años".
Este tipo legal resulta una figura delictiva bastante atenuada, si la comparamos con el homicidio
simple (art. 106del mismo cuerpo normativo) el cual condena al sujeto activo con una pena privativa de
libertad no menor de seis, ni mayor de veinte años.
Las legislaciones penales han abordado el problema de la muerte buena desde dos ángulos
primordialmente, ya sea sancionándola o eximiendo de responsabilidad. Actualmente muchas
tratadistas han contemplado que el derecho a la vida no se limita solamente al estado biológico de la
existencia, sino al de vivir con ciertas condiciones mínimas, y es por ello que, en determinadas
circunstancias, la persona puede decidir tener una muerte digna, evitando la prolongación artificial de
la agonía.
Sin embargo, esto no resulta tan sencillo pues no siempre se puede hablar de sufrimiento del
enfermo, que es uno de los presupuestos del acto eutanásico; al respecto solo basta imaginarse el caso
referido al estado de coma prolongado donde el enfermo no está consciente, y no es posible admitir si
existe o no sufrimiento y, por lo tanto, poner fin a un coma prolongado e irreversible no debería ser
definido como "eutanasia".

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Se afirma que: "de hecho, parece legítimo hablar de "derecho a la muerte", expresión que no
designa el derecho de procurarse o de hacerse procurar la muerte como se desea, sino el derecho de
morir con toda serenidad, con dignidad humana y cristiana".
La finalidad del acto eutanásico es aquel de provocar la muerte, mientras el dejar morir significa no
poner en obra aquellos medios terapéuticos que podrían sólo prolongar la agonía del paciente, sin una
razonable esperanza de suceso.

 El suicidio
La palabra suicidio proviene de las voces latinas: sui "sí mismo" y caedere "matar", lo cual significa,
ultimarse deliberadamente. La doctrina señala dos clases de suicidio:
a. Suicidio Indirecto. - Consiste en no querer y procurar la muerte propia, sino en permitirla,
siendo denominada "sacrificio de la vida". Tal es el caso de los Kamikases japoneses de la
Segunda Guerra Mundial.
b. Suicidio Directo. - Es el más importante porque es realizado y querido por el propio individuo.
Algunos autores, (Irureta Goyena) sostienen que, si el hombre tiene derecho a la vida, también
tiene derecho a morir, por la facultad que goza de disponer de ella.
Otros, sostienen que el individuo carece de la facultad de quitarse la vida por dos razones:
a. La vida representa un bien no sólo para el hombre, sino también para la sociedad, familia y el
Estado.
b. Si bien la ley no pena el suicidio, lo considera un acto ilícito, demostrándolo al tipificar la
instigación o ayuda al suicidio (artículo 113º del Código Penal Peruano).
Más allá de toda elucubración teórica, debemos recordar que la vida es un valor que todos debemos
respetar, incluso por aquel que pretenda matarse.

 La Pena de Muerte
Solís Espinoza apunta que: "La pena es la restricción o eliminación de algunos derechos, impuesta
conforme a ley por los órganos jurisdiccionales competentes, al culpable de una infracción penal".
Otros opinan que la pena es un mal jurídico con el que se amenaza a todas las personas, y se aplica a los
que delinquen en calidad de retribución de los actos cometidos, cuyo fin primordial es el impedir la
comisión de otro delito.
Dentro de la variedad de penas existentes encontramos la de muerte, que ha sido objeto de
porfiadas discusiones, creyéndose que la seguridad social se puede lograr por otros medios compatibles
con la vida delos criminales. El mencionado problema no puede ser resuelto en un plano puramente
jurídico y técnico, pues además se trata de una discusión moral cuya solución servirá para la aceptación
o no de la pena capital.
En nuestros días encontramos dos posiciones contradictorias:
1. Los mortícolas, entre ellos Ruiz Funes expresa: "Al analizar el fin básico de la pena nos daremos
cuenta que es su carácter expiatorio, significando que el malhechor merezca, antes que otra
cosa, un castigo, proporcionado al mal que cometió, afirmando una equiparidad entre el delito
y la pena por ser justo, no cabiendo duda que ante la gravedad de ciertos delitos la muerte
aparece, según ellos, como lo más lícito logrando de esta manera la defensa social, explicado
por el criterio de peligrosidad".
2. Los abolicionistas, en contra de la pena capital. Quintiliano dice: "Si los culpables pueden
corregirse... será más útil a la República salvarlos que castigarlos con la muerte". Esta teoría ha
ido ganando terreno y en la actualidad la tendencia de los países democráticos es abolirla, por
esta razón las NN.UU., con la resolución No.2857 del 20 de diciembre de 1971, vio la
conveniencia de abolir la pena de muerte en todos los países.
En nuestra Carta Magna la pena de muerte, tal como lo prescribe el art. 140, "sólo puede aplicarse
por el delito de traición a la patria en caso de guerra, y del terrorismo, conforme a las leyes y a los
tratados de los que el Perú es parte obligada".

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Es conocido que la finalidad de las penas debe dirigirse a la readaptación del criminal. Es del todo
inadmisible sostener que la seguridad social de un Estado reposará sobre los cadáveres de los
ejecutados por esta pena, que no debe pasar de la oscura historia de la sociedad y del Derecho. La pena
de muerte no readapta al criminal.

EL DERECHO A LA INTEGRIDAD
La más caracterizada doctrina constitucional de nuestro país sostiene que el derecho a la
integridad se refiere a la intangibilidad de los diversos elementos que componen la dimensión física de
la persona humana.
Dentro de este concepto, la norma constitucional peruana en el inciso primero del artículo 2o.
comprende, además del anterior, el derecho a la integridad síquica y moral. El derecho a la integridad
síquica se refiere a la preservación de todas las capacidades de la psiquis  humana, que incluyen las
habilidades motrices, emocionales e intelectuales sin que ninguna de ellas pueda resultar afectada por
la aplicación de métodos técnicos o sicológicos. El segundo tiene un sentido restringido muy
importante que es la dimensión ética de la persona. Como derecho quiere decir que cada ser humano
puede desarrollar su vida de acuerdo al orden de valores que conforman sus convicciones, desde luego
todo ello dentro del respeto a la moral y al orden público.
Por otra parte, se ha definido este derecho como "aquella facultad de rechazar cualesquiera agresiones
corporales, estableciendo un deber general de respeto que alcanza validez erga omnes en el sentido de
marcar una abstención común de cuantas actividades pudieran devenir perjudiciales al organismo
humano".
La efectiva protección del derecho a la vida exige el reconocimiento previo del derecho a la
integridad ya que en múltiples ocasiones la afectación del primero y fundamental se inicia con el ataque
al segundo.
El derecho a la integridad física, de consiguiente, en cuanto a su verdadero alcance, si bien se
proyecta sobre la realidad somática de la persona, también debe encuadrar a aquellas de sus facultades
anímicas que, biológicamente enraizadas en su mismo ser, son parte indisociable del individuo —
compuesto, no se olvide, de corporeidad y espiritualidad o mundo de la inteligencia—, de tal suerte que
ambas, a la vez, deben constituir su exacto contenido, y, por ende, estar protegidas de cualquier ataque
o intromisión de cualquier agente.
Como quedara expuesto, la tutela alcanza tanto la salud física como la salud síquica, por lo que
consideramos mejor hablar de "derecho a la integridad corporal" que de "derecho a la integridad física",
sobre todo si partimos de que aquella integridad corpórea recoge las dos realidades, la del cuerpo
humano y la del espíritu.
Admitido lo anterior queda claro que resulta reprobable cualquier acto que produzca perturbación
mental o trauma, porque el daño a la salud síquica ha de ser considerado indemnizable, tanto o más
que el inferido a la salud física.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Bernales Ballesteros, Enrique y Otárola Peñaranda, Alberto, La Constitución de 1993. Análisis


comparado, Lima, Ed. Konrad Adenauer, Ciedla, 1996, p. 88.
Martínez-Calcerrada, Luis, Derecho médico, Madrid, Tecnos, 1986, vol. I, p. 442.        
Quispe Correa, Alfredo, Los derechos humanos, Lima, Gráfica Horizonte, 2002, p. 109.  
 Rodríguez Mesa, María José, Torturas y otros delitos contra la integridad moral cometidos por
funcionarios públicos, Granada, Comares, 2000, p. 352.  

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