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Cada vez más, los mineros llevan sus sacos de oro en bruto a alguno de
los cien puestos de procesamiento que bordean el río Puyango. En estas
plantas, el oro es extraído por medio de un proceso mecanizado más
eficiente basado también en el mercurio. Este proceso deja un residuo
cenagoso de relaves conteniendo una mezcla de plomo, mercurio,
manganeso y varios cianuros. Estos relaves son vertidos finalmente en
el río, envenenando el agua y matando toda la vida acuática en la zona.
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Un cuerpo humano no puede advertir la diferencia entre plomo y calcio,
razón por la cual el plomo es absorbido por los huesos, en donde puede
quedar acumulado por el resto de la vida. Los efectos crónicos son
atribuidos a menudo a exposiciones pequeñas acumuladas durante un
largo período de tiempo. Cansancio excesivo, irritabilidad nerviosa,
temblores leves y entumecimiento son algunos de los síntomas. Como
estos síntomas son comunes a diversos problemas de salud, pueden
pasar fácilmente inadvertidos.
Por otra parte, los niños de seis años o menos enfrentan peligros
especiales. Al estar sus cuerpos en rápido desarrollo, incluso la
exposición a bajos niveles de plomo puede tener efectos permanentes,
incluyendo daños al sistema nervioso y a los riñones, debilitamiento de
los músculos y del crecimiento óseo. Se ha demostrado también que la
sobre exposición al plomo puede dañar el desempeño intelectual de los
niños.
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En cada uno de los tres ecosistemas observados, el equipo investigador
analizó el agua, los sólidos en suspensión y los sedimentos del río. En
las zonas bajas, también analizaron los peces y otras fuentes de
alimento. Se trabajó con la hipótesis de que encontrarían agua y
alimentos contaminados primariamente con mercurio y, en efecto, el
mercurio estaba presente en el agua, en particular cerca de las plantas
procesadoras. Sin embargo, dice Betancourt, "la sorpresa fue encontrar
que el agua estaba más contaminada con plomo". Las mediciones
hechas en las plantas procesadoras eran extremadamente altas y
corriente abajo las concentraciones de plomo eran 16 veces mayores
que en las nacientes del río.
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El equipo de investigadores llevó luego los resultados del trabajo a las
autoridades locales tanto en Zaruma como en Portovelo. "Nosotros
podemos hacer un estudio del problema, pero estudios son sólo
estudios", dice Betancourt. "Por este motivo estamos trabajando con las
autoridades locales, los mineros y la población, para llegar con ellos a
las soluciones"
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Más allá de todas las excusas, de todos los engaños y todas las falacias que
envuelven el discurso oficial minero, finalmente éste prospera y avanza, en
nuestros días, bajo el latiguillo recurrente de la promesa del µempleo¶« Aunque
probablemente ya todos los sabemos, aunque ni los propios propaladores del
discurso oficial se tomen en serio sus palabras, al final, todo se justifica y todo
se acepta ante la vaga promesa µsalvífica¶ de la µcreación de puestos de
trabajo¶« Esa vaga promesa se desmorona, como lo que es -una fantasía
colonial-, cuando nos ponemos a husmear en algunos µdatos¶ de la realidad,
como les gusta decir a los predicadores del saber dominante«
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Actividad intensiva en bienes de la naturaleza si las hay, la minería resulta un
ejemplo extremo del derrotero tecnológico de la industria moderna: a medida
que el agotamiento de las reservas de bienes naturales se hace más evidente,
las dimensiones y características de los procesos extractivos se tornan
progresivamente más destructivas; las escalas requeridas para que los
µemprendimientos¶ resulten µrentables¶ son cada vez más grandes y,
consecuentemente, las mediaciones del trabajo demandadas para tales
empresas se apoyan en ecuaciones que combinan dosis cada vez más altas de
µtrabajo muerto¶ (capital) y cuotas mínimas de µtrabajo vivo¶ (empleos).
Claro, hay que decir, como siempre nos lo recalcan desde el discurso oficial
minero, este análisis no toma en cuenta los puestos de trabajo indirectos que
crea la minería, empleos que, aunque no son en labores mineras, no se
habrían µcreado¶ de no ser por la demanda generada por la misma«
Si bien sobre lo µcuantitativo¶ no hay más que los poco fiables µmultiplicadores¶
que imaginan desde las secretarías públicas y las cámaras privadas del sector,
sobre lo cualitativo del µempleo indirecto¶ algo podemos decir los habitantes de
este suelo catamarqueño, con el triste privilegio de ser pionero en este nuevo
formato de saqueo, en base a nuestra experiencia vecinal«
Constructores de obras con mucho cemento, muchas luces y carteles, para que
luzcan los µbeneficios¶ de las regalías«
Tales y no muchos más, suelen ser las categorías de µocupados¶ de los µpuestos
indirectos¶ creados por la gran minería tóxica transnacional. Aunque poco y
nada pueda decirse de la utilidad social de los µproductos y servicios¶ de sus
trabajos, ellos engrosarán los inflacionados números de los µpuestos creados¶ y
los µsalarios pagados¶ con tal de atemperar en algo las insalvables brechas
entre las promesas y las realidades del tan mentado µempleo minero¶.
Quedan, por cierto, fuera de la µcontabilidad¶ algunos pagos µen negro¶ (con
perdón de este recurso colonial del color) destinados a los mercaderes de la
µcosa pública¶, gestores estatales de intereses privados; jueces, fiscales y
camaristas ocupados de los µdelitos de siempre¶ y desentendidos de los
crímenes más siniestros, ingenieros avezados en construir la impunidad de los
poderosos; y alguna que otra µlimosna¶ para los predicadores de la resignación
eterna y bendecidores de las obras del µprogreso¶«
En la primera mitad del siglo XX, con el desarrollo de las industrias automotriz
y eléctrica, el cobre se constituiría en el metal clave para el desarrollo
industrial: en esa época, cuatro compañías estadounidenses (Kennecott
Copper Co., Anaconda Mining Co., Calumet & Hecla y Phelps Dodge)
controlaban el 56,2 % de la producción mundial de cobre y sus principales
fuentes de reserva eran las minas de El Teniente y Chuquicamata, en Chile, y
Toquepala, Cerro de Pasco y Quiruvilca, en Perú.