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SISTEMA CORPORATIVO

UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE SANTIAGO


UTESA – RECINTO MAO

MATERIA:
CURSO DE REDACCIÓN
CUESTIONARIO SEGUNDO PARCIAL

ALUMNO:
JONATHAN ISAAC CESPEDES

MATRICULA:
1-14-7549

MAO, VALVERDE, REPÚBLICA DOMINICANA.


26 DE MARZO DEL 2020.
1 - Etapas del proceso de producción textual. Explique en qué consiste C/U.

En todo proceso de producción textual, hay que agotar cinco etapas o


momentos, para que este sea exitoso. Estas etapas son: 1) definición del propósito,
metas u objetivos que se persiguen, D; 2) exploración y documentación sobre el tema
E; 3) planificación de las estrategias discursivas, P; 4) exposición o construcción del
discurso E; 5) revisión o corrección del texto o discurso, R. Con la inicial de cada
etapa se forma la palabra DEPER, que es el nombre que le ha sido dado a este
método de producción oral y escrita.

El fracaso de muchas exposiciones orales y escritas a menudo obedece que no


se trabaja debidamente una o varias de las etapas del método Por lo que recomiendo
trabajo, paciencia y orden para producir un texto. Ahora paso a explicar cada etapa
del método DEPER, a fin de que quienes se inician en la redacción de textos, lo
puedan aplicar con éxito.

1.1. Primera etapa: definición del propósito (D)

El propósito de una exposición se conoce también como idea central. * Esta


idea central es la que determina todas las demás ideas que se manejan en la
construcción de la exposición.

Todo lo que se escriba en el texto debe tener una finalidad, un objetivo, o de lo


contrario andaríamos divagando de palabra en palabra, de frase en frase, y de párrafo
en párrafo, sin saber a qué puerto comunicativo arribar. Se escribe para comunicar, y
nos comunicamos para lograr algún efecto en nuestros receptores.
Sobre un mismo tema o problema se pueden escribir varios textos diferentes, incluso
de géneros diferentes, dependiendo del propósito que se persiga. Propósitos
diferentes dan origen a textos diferentes. Tomemos como ilustración una situación de
comunicación. Asumamos que en el sector donde usted vive se produce demasiado
ruido y que usted no aguanta más esa situación, pues en su casa no se puede
descansar ni dormir en paz. Usted decide escribir un documento sobre el problema
que lo está mortificando.

Usted baraja los siguientes propósitos para su documento:


1.- Explicar la situación a la Policía Municipal (PM) para que detengan y sometan a
la justicia a los perturbadores.

2.- Denunciar la situación ante los funcionarios del Ministerio de Medio Ambiente
para convencerlos de que desarrollen una campaña de educación ciudadana.
3.- Describir el problema y solicitar a las autoridades competentes la clausura de
todos los negocios que ocasionan

* La idea central de una exposición es más abarcadora que la de un párrafo.


La definición del propósito perseguido presupone la obligatoriedad de meditar
profundamente antes de escribir. Sin embargo, el tiempo que se invierte en determinar
la idea central o propósito, no es perdido: mientras mejor se defina esta cuestión, más
ágil y precisa será la redacción.

1.2. Segunda etapa: Exploración y Documentación (E)

En esta etapa, se conciben las ideas que se expondrán en forma oral o escrita.
Esta es una etapa fundamental para lograr una buena exposición. A nadie con
experiencia mínima en el arte de escribir se le ocurriría sentarse a la mesa de trabajo,
sin antes tener la mente «preñada» de ideas o el fichero lleno de notas sobre el tema
que se abordará.

1.3. Tercera etapa: planificación (P)

Cuando se ha determinado la idea central del texto (propósito) y se tiene


claridad en las ideas que se van a expresar, se pasa a planificar la exposición,
pensando siempre en el lector.
Ahora, usted elabora un esquema o guión con los datos seleccionados. Todavía aquí
usted se formulará algunas preguntas, tomando como norte a sus potenciales lectores
o blanco de público (imagen del destinatario). Ejemplos:
1- ¿Qué saben del tema mis posibles receptores?
2.- ¿Cuáles aspectos debo explicar con más detalles?
3.- ¿Cómo será el discurso oral o escrito?
4.- ¿Qué tono debe de tener el texto?
5.- ¿Cuál es la extensión adecuada?
6.- ¿Cuáles son las expectativas de mis receptores?

Estas interrogantes toman en cuenta al receptor. Cassany (1996) propone que se


tome en consideración también el tema u objeto de la exposición, para tal efecto
señala seis aspectos, caras o aristas del mismo. La figura 9.3 ilustra la propuesta de
Cassany.

1.- Descripción: ¿Cómo concibe el problema? ¿Cuáles características físicas o


imaginarias usted le percibe?
2.- Análisis: ¿Cuántas partes tiene, cómo puede enunciar tentativamente esas partes,
cómo funcionan?
3.- Comparación: ¿A qué se parece? ¿De qué lo puede diferenciar?
4.- Relación: ¿con qué lo relaciona?
5.- Argumentación: ¿Qué se puede argumentar a favor o en contra?
6.- Aplicación: ¿Para qué sirve o a quién beneficia su utilización?
En conclusión, en la etapa de planificación se depuran, equilibran y organizan los
datos. Ahora se debe saber cómo se va a construir el discurso. Se debe saber la
macroestructura semántica y superestructura del eventual texto. Esto se expresa un
guion o esquema, el cual es el resultado tangible de esta )tapa, (en la pág. 335,
retomaremos este tema).

1.4. Cuarta etapa: exposición o elaboración del borrador (E)

Se Redacta el borrador, para evitar entorpecer la fluidez del pensamiento. En el


momento de elaborar el borrador, quítele las bridas al potro brioso en que viaja el
pensamiento, para que no se detenga ante ningún obstáculo, ni siquiera ante los que
presenta la lengua escrita, como las normas ortográficas y de redacción. Quien en el
momento de escribir presta demasiada atención a las exigencias de la lengua escrita,
termina esterilizando la fecundidad de su imaginación. En este momento, lo que
importa es producir el texto o discurso con todos los insumos de las etapas anteriores.
Entonces, ¿para qué estudiar pautas y reglas de redacción? Justamente, para poder
realizar la quinta etapa, la corrección del borrador.

1.5. Quinta etapa: revisión o corrección (R)

Ahora es el momento de la auto-corrección: de limpiar el texto (pulirlo,


podarlo, esculpirlo), de maquillarlo (quitarle y ponerle informaciones), de disfrutarlo
(leerlo como si no fuera de nuestra autoría), y de criticarlo (evaluarlo como lo harían
los lectores). En este momento, se hace acopio de todo el conocimiento de redacción
y ortografía, de toda nuestra competencia comunicativa para corregir el borrador que
se ha elaborado. Para evitar ofuscaciones, se recomienda dejar pasar un tiempo
razonable (uno o dos días) para corregir el borrador.
Estas etapas son ineludibles en la exposición. Quien obvia uno de estos momentos o
etapas, se arriesga a ser presa de la improvisación, la vaguedad y hasta de la
contradicción. El tiempo y el esmero que se dedique a cada uno de los momentos o
etapas de producción textual propuestos dependen del tipo de exposición, del tema y
del expositor. Finalmente, recuerde que hay tantas maneras de escribir como
escritores y escritoras. No se pueden dar recetas válidas para todos, sino que cada uno
debe adaptar los patrones a sus propias medidas. Cada uno tiene que i desarrollar su
propia técnica de escritura (Cassany, 1996).

2- Propiedades del texto. Explique C/U

2. Propiedades del texto o discurso

Unos hablan de cualidades de la exposición, otros hablan de cualidades del


estilo; en este libro se habla además, de propiedades del texto. Uso los tres términos
indistintamente.

2.1. La claridad

La función fundamental de la lengua es la comunicación, y la claridad es


condición indispensable para que se efectúe una comunicación eficaz. Todas las
cualidades del estilo expositivo están, o por lo menos, deben estar, supeditadas a la
comprensión del mensaje que se quiere transmitir, y por vía de consecuencia, a la
claridad del mismo.
Para lograr claridad en la exposición, se recomienda tener en cuenta las siguientes
pautas:
• Pensar en el receptor
• Definir bien el propósito perseguido o idea central
Fijar el efecto perlocucionario que se quiere producir
• Ser conciso
• Ser argumentativo
• Ser descriptivo
Usar las palabras con propiedad y precisión
• Usar subtitulaciones

2.1.1. Pensar en el receptor

Usted no puede escribir o hablar de la misma manera para todo el mundo y en


todas las circunstancias. Al elaborar el mensaje, hay que tener pendiente al receptor,
si se quiere tener éxito en la exposición. A propósito de esta pauta, el profesor Alberto
Malagón (1977:254) dice: «Usted no puede lograr una comunicación efectiva si no
considera primero al lector. Toda buena comunicación debe tener algún atractivo para
estimular al lector. Se necesita creatividad para lograr esto».
Usted debe preguntarse siempre cuál será la mejor forma de llegar a sus receptores,
porque la respuesta a esa interrogante será el uso en la exposición del estilo y del tono
adecuados.

Pensar en el receptor es despojarse de egoísmo y «narcisismo verbal» en el


momento de preparar la exposición. Es poner al receptor y al mensaje en primer
plano.

21.2. Definir bien la idea central

Quien escribe o habla sin tener claros los efectos que pretende lograr en sus
receptores, es como un barco que navega sin un norte fijo. El propósito perseguido o
idea central, es lo que determina las características de la exposición y su unidad de
sentido; así como la estrategias discursivas que se emplearán.

La definición precisa de la idea central permite que usted se percate de


cualquier digresión y/o contradicción. Quien tiene clara la idea central puede eliminar
los detalles que no contribuyan al desarrollo y precisión de las ideas. En cambio,
quien no sabe para qué escribe o habla, puede resultar prisionero de su propio verbo,
pues está expuesto a terminar diciendo lo que jamás pensó decir.

Esta podría ser una regla de oro para la exposición.


No se siente a la mesa de redacción hasta que no tenga bien claro para qué va a
escribir.

2.1.3. La concisión

La concisión es la habilidad de comunicar claramente un mensaje, utilizando la


menor cantidad posible de palabras. Usar pocas palabras sin lograr comunicar las
ideas que se quiere exponer, no es ser conciso. A la inversa, un texto largo puede ser
conciso. Un texto extenso puede tener solo las palabras necesarias. La concisión
depende de la relación extensión comunicación. Es más conciso quien comunica más
con menos palabras.

No tema usar todas las palabras que sean realmente necesarias para comunicar
cabalmente sus ideas y lograr el efecto deseado. Del mismo modo, no vacile en
eliminar cualquier detalle que no aporte nada al desarrollo de su idea central.

2.1.4. argumentativo,

No suponga que los lectores y las lectoras tienen que aceptar su punto de vista,
solo porque lo diga usted; o que deben entender lo que usted quiere decir, solo porque
usted lo enuncie. Proporcione datos, razonamientos y argumentos que sostengan su
punto de vista. El convencer a los demás no es un acto de fe en el expositor, sino un
reconocimiento de la solidez de los argumentos y de los razonamientos.
Explique sus ideas sin caer en la superficialidad y la redundancia, no suponga que
todo el mundo conoce todos los aspectos de su exposición. Pero evite los detalles
superfluos y las informaciones intrascendentes o del dominio público. Por ejemplo, si
usted sostiene que la mayoría de las personas prefiere los programas chatarras y la
«telebasura» en general, ofrezca datos estadísticos confiables.

El ser descriptivo cuando lo demande la situación también ayuda a darle rigor a


la redacción. En lugar de externar juicios de valor sobre una situación, tales como,
bueno, malo, excelente, no me gusta, repudiable, describa objetivamente dicha
situación y deje que los demás se formen su propio juicio. Usted podría decir que el
profesorado universitario reúne las condiciones indispensables para docentes del
nivel superior, pues están académicamente bien preparados, ya que el 95 % de ellos
tiene posgrado; además son re8pon8ablcs en el cumplimiento del deber, pues llegan
con puntualidad, cumplen con su horario de trabajo y ofrecen una docencia de
calidad. También podría agregar que los profesores y las profc80ras de su universidad
son respetuosos y respetuosas de las opiniones y preferencias de sus alumnos, etc.
(debe mencionar la fuente de sus datos estadísticos). Esa explicación o descripción es
más extensa que un juicio de valor, pero es más convincente. Lo que se pierde en
extensión, se gana en precisión. Recuerde que no es por la extensión que un texto
deja de ser conciso. Lo que es contrario a la concisión es la divagación, la
redundancia y la irrelevancia.
2.1.5. La propiedad y la precisión

La propiedad es el uso de las palabras en su acepción adecuada de acuerdo al


contexto; mientras que la precisión es la selección y uso de las palabras que con más
exactitud expresen nuestro pensamiento. Es indiscutible que el uso de las palabras
precisas contribuye considerablemente a la claridad y comprensión de una
exposición.

Para lograr propiedad y precisión en el uso de las palabras, procure apropiarse


de un léxico rico y variado. Y cuando no esté seguro de la extensión semántica de una
palabra, consulte un buen diccionario.

2.1.6. El uso de las subtitulaciones

Las subtitulaciones despejan el texto y ayudan a que las ideas aparezcan


debidamente clasificadas. Obviamente, estas dos condiciones redundan en beneficio
de la claridad de la exposición. Además de favorecer la claridad, las subtitulaciones le
imprimen elegancia al texto y facilitan su lectura.

Compárese dos versiones de la Biblia, una donde los capítulos estén


subtitulados, y otra, donde no haya más divisiones que los capítulos, y notará la
diferencia.
Para subtitular, se debe seguir el mismo procedimiento que para las titulaciones (ver
capítulo siguiente). Cada subtitulación abarcará un aspecto importante del tema que
se trate. Por tanto un subtítulo debe corresponder con su subtema. Se recomienda usar
subtitulaciones en los textos extensos.

2.2. La originalidad

En materia de comunicación lingüística, no es fácil delimitar la frontera entre


lo original y la imitación. Esto así, porque la lengua misma, en última instancia, es
una adquisición del medio social en que una comunidad lingüística se desenvuelve.
Además en lo concerniente a lo conceptual, hay que admitir que la mayor parte de las
ideas que poseemos y expresamos ya han sido dichas (Vea Predadores, página 214).
¿Cómo entender, entonces, la originalidad?
La originalidad en la exposición es expresar las ideas con un estilo peculiar o
distintivo.

Aunque es inevitable la imitación tanto en el contenido como en la forma,


usted puede cultivar una manera personal, distintiva, de decir las cosas. Basta con
imprimirle un poco de creatividad e imaginación a su estilo, pero sin abandonar la
sencillez. Opuesto a la creatividad, y por tanto, a la originalidad, es el uso de frases
estereotipadas y de metáforas manidas, como las que siguen:
Las metáforas originales y espontáneas les infunden atractivo y concreción al
estilo, pero el rutinarismo metafórico denuncia la carencia de imaginación y de
originalidad en el expositor.

2.3. La naturalidad

Ser natural es exponer las ideas sin rebuscamiento ni artificios. Es cultivar el


estilo acorde con su personalidad y con la situación del receptor real o potencial. No
sería natural, por ejemplo, oír a un hombre humilde del pueblo hablar o queriendo
hablar como si fuera un intelectual, a un agricultor queriendo hablar como si fuera un
gerente de banco. La naturalidad es un elemento indispensable del buen estilo.

2.4. La cohesión y la coherencia

Los conceptos de cohesión y de coherencia están estrechamente relacionados,


tanto que muchos autores los usan indistintamente. Sin embargo, en la teoría del
discurso, a partir de Hollyday y Hassan (1976) se ha venido creando consenso
entorno a los mismos. Brown y Yule (1993), Lozano, Peña-Marín y Abril (1993) y
Cassany, Luna y Sanz (2000) coinciden en establecer que la cohesión se refiere a la
relación que mantienen entre sí las partes de un texto mediante conexiones
lingüísticas (sintácticas) y extralingüísticas (contextuales). La coherencia en cambio,
se relaciona con el sentido lógico del contenido del texto, la pertinencia de las
informaciones, la organización, el grado de precisión, etc.

A lo largo de este libro, he insistido en ejercicios de cohesión textual: uso de


los signos de puntuación, nexos, concordancia referencias anafóricas, etc. Ahora, solo
me interesa llamar la atención sobre la obligatoriedad de darles cohesión a nuestros
discursos.

La coherencia ya la situé en el plano del contenido y más específicamente en la


lógica de las relaciones semánticas que se establece en un texto. Por tanto, la
coherencia es favorecida de la cohesión, «la cohesión es, en definitiva, uno de los
mecanismos para la coherencia general del discurso» (Miguel et al., 2000: 460). La
cohesión, en la medida que contribuye a establecer la conexión entre partes de un
discurso, permite la continuidad de la información, la construcción del significado y
la comprensión del texto.

La coherencia es favorecida también por la calidad de la argumentación, la


organización del pensamiento, la estructura del texto o discurso, y por supuesto, por
los procesos lógicos.

En definitiva, tanto la cohesión como la coherencia ayudan a la isotopía del


texto o discurso, la cual es un indicio de un pensamiento organizado y bien
estructurado.
3. Estructura de los textos académicos

Los textos académicos pueden estar estructurados de tres modos: enumeración


de hechos, datos o informaciones; demostración de un enunciado general; o solución
teórica a un problema epistemológico.

3.1. La estructura de hechos o informativa

Este tipo de texto es el resultado de la enumeración de ideas con fines de


ilustrar al receptor sobre un tema. Cuando se desea solo informar sobre el tema
abordado, se produce un texto con estructura de hechos o de datos. En los textos
informativos, la estrategia discursiva que predomina es la enumeración.

3.3. Estructura problema-solución

Este tipo de estructura es parecida a la anterior, en cuanto al procedimiento


formal. En la introducción se expone un problema (etapa heurística), en el desarrollo
se examinan las posibles soluciones, y en la conclusión, se opta por la solución que se
considere más adecuada y se pondera esa salida al problema.

Los problemas que se tratan en los textos con estructura problema-solución


pueden ser teóricos (problemas cognoscitivos) o sociales (problemas de la
convivencia cotidiana del individuo o la sociedad).

4. Componentes estructurales
4.0. Las partes clásicas de una exposición

Es casi de sentido común el hecho de que un texto consta de introducción,


cuerpo y conclusión. Ahora bien, lo que no es tan obvio es saber qué debe aparecer y
qué no debe aparecer en cada una de estas partes. Son muchos los escritos de
estudiantes y personas con poca destreza al redactar que tienen como conclusión lo
que pudo ser la introducción. Y a la inversa, abundan los textos con una introducción
que podría ser la conclusión. Por eso, no es suficiente una definición de estos
elementos, hay que desglosarlos y ejercitarse en su elaboración.

4.1. La introducción

No permita que el temor a comenzar mal, o a no comenzar de la manera


adecuada lo paralice. Lo más importante es que inicie, que rompa el hielo, que
escriba esa primera frase mágica; y siga.

Los contenidos que se agrupan en torno a los anteriores títulos pueden formar
parte de la introducción, por eso, en ocasiones, la introducción se limita al contenido
de uno de esos títulos. HIV autores que prefieren separar de la introducción algunos
de esos elementos como es el caso del prólogo, el prefacio el preámbulo, el preludio,
especialmente en los textos extenso8 como los libros. Por eso, en un mismo texto, se
puede encontrar uno de esos elementos más una introducción.

4.2. El cuerpo o desarrollo

Esta es la parte medular del texto. Está constituida por la presentación,


desglose y argumentación de las ideas, que finalmente se eligieron en la etapa de
exploración y documentación (gestación del discurso). Por supuesto, antes de
exponer ampliamente los distintos aspectos seleccionados del tema, se organizará un
esquema o quien de la exposición (oral o escrita).

Además, antes de comenzar la exposición deberá elegirse las estrategias discursivas


más adecuadas para lograr los objetivos, que se persiguen. Se podría elegir primero
estrategias discursivas macroestructurales: narración, descripción, diálogo,
argumentación o enumeración (exposición de datos o ideas en un orden determinado,
como los textos con estructura de hechos).

También puede ser conveniente, prever algunas estrategias discursivas


microestructurales, acorde con el tipo de texto y con los objetivos que se persiguen:
desglose, antítesis, paradoja, ironía, reticencia, preterición, lítote, eufemismo,
hipérboles, reiteración, anáfora, metáfora, metonimia, etc. (ver recursos estilísticos o
discursivos, pág. 407).

Otro aspecto que se debe definir antes de iniciar la exposición es el punto de vista o
sujeto referido del discurso, o sea, si se va a hablar desde la primera persona (yo -
nosotros); desde la tercera (él - ella - ellos - ellas), desde la segunda persona (tú -
usted ustedes); o sí en cambio, se escogerán formas impersonales (se, hay, unos,
alguien, etc.).

4.3. La conclusión

Para esta parte, tampoco se puede seguir un modelo. SÍ hay que señalar que
debe guardar una relación estrecha con los untos de vista sostenidos en el desarrollo
del tema. En realidad, las tres partes están indisolublemente ligadas, pero la
conclusión tiene un grado mayor de subordinación al desarrollo.

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