POR ENÉSIMA VEZ LA Q-HARTA- URNA El tema de la cuarta urna evoca la demagogia de personeros que cobijados con la ignorancia y el escepticismo que prima en la sociedad, extraen de la caja de pandora lo último que se pierde “La Esperanza”, y se la presentan al pueblo para que este sueñe despierta y siga sobreviviendo. Fue el gobierno liberal de Manuel Zelaya que propuso colocar una cuarta urna para preguntarle al pueblo si quería una constituyente, para que esta dotara al pueblo de una nueva y avanzada constitución con contenidos futuristas que asegurarían un estado de derecho y de derechos. La propuesta se reducía a crear una nueva constitución, en virtud que para esa fecha; la que estaba vigente ya no era joven; -según la ley marco para el desarrollo integral de la juventud-, pues ya alcanzaba los treinta y seis años y como tal, estaba desfasada, pues por ser una constitución rígida, contenía artículos pétreos que dificultaban la reelección, misma que ya era posible en alcaldías y diputaciones, pero no para el ejecutivo, y la colocaba atrás de otros países que ya tenían la figura. Entre otros argumentos, era necesario, decían; hacer una nueva constitución a la altura de otras naciones, pues la nuestra solo sirve para darle más poder a los poderosos y enriquecer a los más ricos o para empobrecer más a los pobres. Esta constitución, afirmaban a renglón seguido, le quita al pueblo la oportunidad de reelegir a un gobierno que es bueno y pueda continuar su obra, y por supuesto argumentaban, podrán castigarlo en las urnas, cuando sea un mal gobernante. Además, sin decirlo, dejaban entrever que su interés primordial, era reelegirse en la figura del ejecutivo, tampoco manifestaron que cuatro años para un buen gobierno, podrían significar para el pueblo cuatro meses, pero cuatro años para un mal gobierno, podrían sentirse como cuatro siglos. Y tampoco contaron, que la subcultura de los que ostentan el poder, los lleva a abusar de ese mismo para continuar en el. La oposición también fue incapaz de iniciar un dialogo que pudiera concretarse en acuerdos mínimos de país, -no de grupos fácticos-, por ejemplo, incluir la figura de la reelección, pero de forma alterna y darle una periodo de vacaciones –vacatio ley-, de dos periodos, para que ni el gobernante del momento ni el aspirante de la oposición, pudieran aprovecharse de la figura y del poder para quedarse en el poder, y mientras la ley vacacionaba, crear los mecanismos de control para evitar el abuso de poder, como la transparencia, rendición de cuentas, castigo administrativo, penal y político; por ejemplo. La soberbia de unos y otros, la aspiración camuflada en la propuesta y el desprecio por la ley, derivó en la ruptura constitucional, con la consecuente ruptura social, la que hoy nueve años después continua igual y se aviva con la relección judicial y la aceptación inconstitucional de los diputados, las instituciones, el corifeo, la ciudadanía complaciente y un grupo agazapado para aprovechar el momento, y sin importar el calificativo que reciba la reelección en ristre, gozar de su beneficio a costa de la reacción impensable que finalmente el ciudadano común pueda adoptar. Hoy es el partido de turno en el gobierno que viene a proponer la ya manoseada cuarta urna, se podría pensar que no tiene un fin patriótico eleccionario sino, un fin patriotero electorero, pues la experiencia hondureña y de algunos países del concierto regional y centroamericano, han demostrado que desde el poder se puede aspirar a seguir en el poder y lograrlo en detrimento de las instituciones y la democracia y por supuesto; del desarrollo de los pueblos, por lo que se puede concluir que debemos tomar conciencia en sí y para sí, para que los demagogos no tengan cabida. Eso es -Lo que aún falta-.