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Héctor Diomede
Introducción
El presente título puede sonar a primera vista muy pretencioso, porque según nuestra
opinión, ha permanecido oculto en la poética del tango, tanto las preocupaciones de la
época, como el contexto social e incluso las vinculaciones y adhesiones políticas.
“Los millones de inmigrantes que se precipitaron sobre este país en menos de cien años, no
sólo engendraron esos dos atributos del nuevo argentino que son el resentimiento y la
tristeza, sino que prepararon el advenimiento del fenómeno más original del Plata: el tango”
Una aclaración siempre necesaria, es que los tangos que mencionamos son una muestra
más o menos representativa, una paleta multicolor lo más amplia posible. La parte del texto
elegido es la que he considerado más característico para ilustrar la situación considerada.
Quisiera decir también, que lo que se analiza para el tango aquí, no es algo novedoso, está
ampliamente estudiado para la literatura (teatro, poesía, novela, cuento ensayo, etc.), es
decir, cómo la expresión artística está relacionada al contexto social y económico.
La inmigración europea que se esperaba que fuera para la cosecha, buena parte de ella
terminó hacinándose en las grandes urbes de Argentina.
Así la población urbana en Argentina creció del 35% en 1869 a 58% en 1914, para pasar a
un 68% en 1930. Gran parte de la población obrera era extranjera y además estaba
vinculada a la lucha sindical anarquista, socialista y comunista.
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Para tener una idea de la importancia de los extranjeros en la vida urbana, veamos el
siguiente Cuadro de la Población de Buenos Aires1.
El tango evocó los sueños para salir de la miseria, muchas veces sin pensar en el costo que
ello acarreaba, una muestra es “La Mina del Ford” (1924) con letra de Pascual Contursi y
música de Antonio Stacasso y Miguel del Negro, una estrofa dice:
La relación entre el origen social y el delito está presente en el tango “Sentencia” (1926) con
letra de Celedonio Flores y música de Pedro Maffia:
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Bucich Escobar, I. (1921) “Buenos Aires, la Ciudad”, Mora y Tello Editores, Buenos Aires.
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donde van a podrirse las grandezas...
Otro tango “Sacco y Vanzetti” (1927) con letra y música de J. M. Lacarte, que trae el
recuerdo de los dos mártires, inmigrantes italianos en los Estados Unidos que en su
condición de dirigentes anarquistas fueron juzgados, sentenciados y sentenciados en 1927:
Los tangueros siguen cantándole al dolor de la miseria y al desencanto, que está confesado
en “Vida Amarga” (1927), letra de Eugenio Cárdenas y música de Pascual Mazzeo:
Una joven obrera juega su enfermedad a vida o muerte en “La Cotorrita de la Suerte” (1927)
letra de José de Grandis y música de Alfredo De Franco. Pero al mismo tiempo recrea más
allá del “novelón”, la tragedia de la combinación de dos cosas letales: la pobreza y la
enfermedad:
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y un papel de color rosa
la cotorra va a sacar”.
La apariencia, el deseo de aparentar más de lo que uno es -en este caso de un varón- está
reflejada en “Niño Bien” (1928) letra de Víctor Soliño y Roberto Fontaina, música de Juan
Antonio Collazo. Esta estrofa muestra la disonancia social del sujeto:
Una versión risueña, al fin de cuentas reírse un poco de la escases, el hambre y la pobreza
hace la vida más tolerable y edulcora la denuncia. Un ejemplo de esto es “Donde hay un
Mango” (1929) letra de Ivo Pelay y música de Francisco Canaro:
En medio de la crisis se estrena “Yira…Yira” (1930) con letra y música de Enrique Santos
Discépolo. Toda la existencia puesta a prueba, los brazos caídos y el corazón vencido:
Los ecos de la Primera Guerra Mundial todavía estaban presentes en los inmigrantes
europeos. El tango “Silencio” (1932) letra de Alfredo Le Pera y Horacio Pettorossi con
música de Carlos Gardel y Horacio Pettorossi, trae el recuerdo de las consecuencias de la
guerra:
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“Silencio en la noche.
Ya todo está en calma.
El músculo duerme,
la ambición trabaja.
Un clarín se oye.
Peligra la Patria.
Y al grito de guerra
los hombres se matan
cubriendo de sangre
los campos de Francia.
Hoy todo ha pasado.
Renacen las plantas.
Un himno a la vida
los arados cantan.
Y la viejecita
de canas muy blancas
se quedó muy sola, con cinco medallas
que por cinco héroes
la premió la Patria”.
Discépolo confesó cierta vez: “Yo no escribí esta canción con la mano. La padecí con el
cuerpo. Grité el dolor de muchos, no porque el dolor de los demás me haga más feliz, sino
porque de esa manera estoy más cerca de ellos y traduzco ese silencio en angustia que
adivino” (Mandrini, E., 2005)
En Acquaforte (1932) con letra de Juan Carlos Marambio Catán y música de Horacio
Pettorossi, se muestra la contradicción de quién dilapida su dinero como el hijo pródigo y
niega un aumento de salarios a sus obreros:
Y pienso en la vida:
las madres que sufren,
los hijos que vagan
sin techo ni pan,
vendiendo "La Prensa",
ganando dos guitas...
¡Qué triste es todo esto!
¡Quisiera llorar!
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“El tango de esos años cuestiona al cabaret, le reprocha su amoralidad, a la que opone la
ética de barrio y de paso, desde los mismos palcos donde se instala para entretener a
quienes “derrochan su dinero” sin pensar en el pueblo, les muestra sus lacras, lo cual es una
manera de conformarse con la propia suerte. La educación señala: los ricos no son felices,
carecen de amor, deben pagarlo. Los pobres en cambio pasan necesidades, sufren, pero
son buenos, y sus amores, gratuitos y, por lo tanto, auténticos. Los clientes del cabaret
escuchan la monserga y gozan con el reflejo de esa perversidad que les endilgan. Al fin es
cierto, el cabaret implica una marca de clase, un privilegio. ¿Y por qué no ostentarlo?”
Del mismo año es otro alegato que muestra la crisis del 30, “Pan” (1932) letra de Celedonio
Flores y música de Eduardo Pereyra
De la misma época y misma temática es “Al mundo le falta un Tornillo” (1933) con letra de
Enrique Cadícamo y música de José María Aguilar, que expresa la situación de los precios
frente a los salarios:
Otro tango llama la atención sobre el problema de la relación entre el capital y el trabajo, que
termina acarreando la cárcel: “Al pie de la Santa Cruz” (1933) con letra de Mario Battistela y
música de Enrique Delfino que narra:
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Declaran la huelga,
hay hambre en las casas,
es mucho el trabajo
y poco el jornal;
y en ese entrevero
de lucha sangrienta,
se venga de un hombre
la Ley Patronal.
Los viejos no saben
que lo condenaron,
pues miente, piadosa,
su pobre mujer.
Un tango titulado “Si volviera Jesús” (1935) con letra de Dante Linyera y música de Joaquín
Mora, que expresa:
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otra vez con tu cruz
tendrías que cargar”.
Al mismo tiempo de la Revolución del 43, surge “Farol” (1943) de los hermanos Homero y
Virgilio Espósito, que plantea una pintura de situación obrera:
La queja del pobre jubilado reflejada en el tango “Poema N°2 (El Jubilado)” (c.1970) con
letra de Luis Alposta y música de Edmundo Rivero expresa:
No es una lista exhaustiva, sino algunos tangos que merecen recordarse a partir de la crítica
social de una época.
Bibliografia
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Campo, J. (s/f) “Las ideas libertarias y la cuestión social en el tango”, El Libertario.
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http://literaturarioplatense.blogspot.com.ar/2010/01/andres-carretero-breve-historia-del.html
Casadevali, D.F. (1970) “El Carácter Porteño”, Centro Editor de América Latina, Buenos
Aires,
Conde, 0. (2005) “La poética del tango como representación social”, Universidad del Sur,
ponencia Jornadas de Humanidades, Historia del Arte.
Campo del, H. (1970) “Los Anarquistas”, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires.
Horvarth, R. (2006) “Esos Malditos Tangos”, Ed. Biblos, Buenos Aires.
Mandrini, E. (2005) “Los Poetas del Tango”, Ed. Colihue, Buenos Aires.
Ostuni, R. (2008) “Los Tango Radicales”, en:
http://diccionarioradical.blogspot.com.ar/2008/03/los-tangos-radicales-por-ricardo-ostuni.html
Sábato, E. (1963) “Tango, Discusión y Clave”, Ed. Losada, Buenos Aires.
Salas, H. (1997) “El Tango”, Tomo I, Ed. Planeta, Buenos Aires.
Ulloa, N. (1982) “Tango, rebelión y nostalgia”, CEAL, Buenos Aires