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ALICIA CIBEIRA

Son numerosos los intentos de diferentes autores de pensar el notable incremento de las
patologías ligadas al acto con la complejidad de nuestro tiempo.
Esta complejidad coloca al sujeto en torno de los límites de los propios avances que la época
produce. Las problemáticas comprometen al cuerpo, la violencia, el incremento de las
adicciones, los suicidios, etcétera. Aparecen hoy como malestares de este tiempo.
Seguramente sean los adolescentes, aquellos que con más intensidad han encarnado los
mismos.
Se habla de "los adolescentes" e inmediatamente las representaciones sociales que emergen
se enlazan a patologías.
A los adolescentes, Se les impide tomar la palabra. Decir que les ocurre y cómo se ven desde
su propio punto de vista.
Fácilmente se dice acerca de los adolescentes, inmediatamente se coloca un nombre al
adolescente y a los diferentes aconteceres por los que atraviesan, ubicándolos en un
determinado lugar, generalmente equivocó y desmentidor, que deja al adulto o a los adultos a
buen resguardo, fuera de cualquier enlace con los malestares que cada época provoca.
De tal modo que el uso de algunas sustancias convertiría al adolescente en drogadicto, o
ciertos trastornos de la alimentación a las adolescentes en anoréxicas o bulímicas, sin tener en
cuenta la particularidad de este momento de la vida de un sujeto y la especificidad de las
patologías planteadas. Liviandad diagnóstica que no nos permite ampliar nuestra mirada y
tener en cuenta, especialmente en el caso de la anorexia, qué puede ser confundida con otras
afecciones.

EL CUERPO EN PSICOANÁLISIS

El cuerpo para el psicoanálisis se va estructurando, cobra forma, y se diferencia el organismo


enmarcado en la prematurez inicial bajo la presencia de un Otro.
Situación de asimetría inicial qué coloca el niño dependiendo de una oferta, de una lectura que
codifica el llanto, el pataleo, etc.
Oferta que se hace eficaz en el trazo que las huellas mnémicas imprimen en el aparato
psíquico y que a partir de las sucesivas vivencias van estructurando representaciones.
A partir de lo que definiera como función conmiserativa, recubrimiento narcisista de la madre,
es que Freud va pensando la estructuración del yo y del objeto. El yo es ante todo un yo
corporal. Yo-cuerpo que se comienza a diferenciar vía identificación primaria que instaura el
narcisismo y su correlato libidinal en el cuerpo a través del auto erotismo.
Aulagnier plantea que el cuerpo se presentará y se impondrá al conocimiento y a la
catectización del yo por dos caminos: ofreciéndose y convirtiéndose en soporte de la
catectización del yo en cuanto origen, lugar, instrumento del placer que se experimenta en el,
placer producido en el cuerpo por el cuerpo del otro y que el niño descubre que puede
procurarse a si mismo y, por otro lado, cómo fuente de sufrimiento, revelandose como objeto
exterior no idéntico al yo, como objeto autónomo que impone la experiencia que sufre sin poder
evitarlo.
Desde Lacan, el ser viviente en tanto organismo tiene una exigencia qué en términos de
necesidad la podemos concebir como sobrevivencia. De esta manera, la necesidad implica la
satisfacción por la condición del objeto. El movimiento de subjetivación necesariamente pone
en juego una pérdida inevitable y estructurante, elección forzada por la cual nunca más se es
puro ser viviente y qué es marca indeleble que imprime el significante. Es el lenguaje lo que
otorga cuerpo, qué no deviene tal para para un sujeto sin su encadenamiento al orden
simbólico.
El cuerpo, es, entonces, un lugar, una espacialidad, una historia que siempre debe ser
enhebrada a través de la escucha.

EL CUERPO EN LA ADOLESCENCIA

La adolescencia implica un tiempo de vacilación y reposicionamiento subjetivo, de conmoción


de identificaciones a partir de una nueva oleada de la sexualidad, del erotismo genital, qué
resquebra el equilibrio instaurado por la represión durante la latencia resignificando la escena
edípica. Es un tiempo de ruptura con el mundo familiar, donde éste se torna extraño, dimensión
de lo siniestro, puesto en juego también en la aparición de un cuerpo, de un cuerpo real en
tanto imposible de ser simbolizado o hablado, momento de procesos arcaicos, de vivencias
más que de afectos, según P. Alaugnier, en el marco de redimensionamiento de la estructura.
Un cuerpo, que en la adolescencia se impone, para un sujeto que inicialmente presenta
dificultades para hallar, desde lo simbólico, representantes significativos para referirse a las
dimensiones temporales y espaciales. Dimensiones qué otrora fuera marcadas desde la
presencia de un Otro.
Es a partir de la función re-catectizadora del autoerotismo en los primeros momentos de la
adolescencia y del contacto con el otro que nuevas marcas quedarán inscriptas. Poniendo en
juego algo del orden de la tramitación de aquello que ya no es, en un reposicionamiento en
relación al yo y al ideal Del yo, interrogandose acerca de su deseo y del deseo del otro, en el
marco de la escena edípica.
Sexualidad femenina ha sido para el psicoanálisis un punto de inflexión qué interroga y
complejiza este momento de la vida. El devenir niña mujer implica un largo y trabajoso duelo.
Es en el redimensionamiento del Edipo donde toda marca del erotismo genital es rehusada y
desmentida a través de la pérdida de las formas que denuncian una mujer.
Podríamos preguntarnos entonces si estos trastornos en la adolescencia estarían ligados, vía
autoerotismo, a una re- catectización del cuerpo sexuado y a la apropiación de una imagen qué
le devuelve desde afuera cierto goce.

EPISODIOS ANORÉXICOS Y BULÍMICOS EN LA ADOLESCENCIA

Ciertos episodios anoréxicos y bulímicos en la adolescencia aparecen como expresión de la


dificultad para enfrentar la complejidad de las transformaciones propias de la pubertad, en un
intento de abolir aquello que da cuenta en las adolescentes de su pasaje de niña a mujer.
Produciéndose una disyunción entre el cuerpo mediatizado por el significante, la imagen del
cuerpo y el organismo, mostrándonos la presencia de lo psíquico en el cuerpo, convirtiéndose
en siniestro como algo que cambia de signo, qué de familiar y conocido aparece como extraño
y terrorífico en el espejo, reflejando aquello qué da cuenta en la mirada gozosa de un otro la
presencia de la sexualidad, de la genitalidad.
Este quiebre narcisista, que remite al narcisismo primario y lleva la marca del Edipo, desarticula
la libidinización de ese cuerpo, desconstituyendo representaciones y apareciendo la
imposibilidad de simbolización del nuevo cuerpo. Intentando vía manejo de la alimentación la
apropiación de un cuerpo cargado de significaciones sociales ligadas a un ideal estético,las
adolescentes realizan un trabajo de reconstrucción de la dimensión sujeto objeto apuntalada en
la dinámica oral y anal, cobrando especificidad en cada una como forma de reposicionamiento
subjetivo en el marco de lo edipico.
El conflicto aparece fundamentalmente a nivel del cuerpo y de la imagen del mismo con
escenas con un componente altamente autoerotico centrado en la circulación a través del tracto
digestivo del alimento en un manejo constante de lo tragado y expulsado.
Este cuerpo vehiculiza interrogantes acerca de qué quiere el Otro, qué es ser mujer,
encontrándose así como respuesta la falta del Otro ofreciendo su propia perdida, y a través de
la desmentida se coloca un cuerpo en pos de un ideal estético de extrema delgadez que nunca
se alcanza cómo significante fálico y cuya producción aparece favorecida por la cultura,
producción que reenvía al adolescente en su salida exogamica al autoerotismo.

ANOREXIA Y BULIMIA

La anorexia es la búsqueda desenfrenada de pérdida de peso, miedo al aumento del mismo,


distorsión de la imagen corporal, amenorrea, y negación de la malnutrición. La bulimia como
episodios recurrentes de voracidad, intentos repetidos de perder peso por medio de dietas
estrictas, vómitos autoprovocados, empleo de laxantes o diuréticos, etc. Problemáticas del
sujeto que ponen en tensión al psicoanálisis y que permiten repensar los fundamentos del
mismo en esta dinámica de vida y muerte que se pone en juego en estas patologías y que
constituyen puntos de urgencia clínicos.
Lebovici plantea que es en contacto con la madre cómo se establece la función alimentaria y
por lo tanto el vínculo que une al niño al mundo es por mediación de la misma.
Si el sujeto se constituye en el campo del Otro, la necesidad como pura necesidad persiste en
forma limitada en el sujeto, queda como algo perdido, cómo planteaba anteriormente, la
primera y más definida pérdida que sufre por estar sometido al significante, pérdida que
además de inevitable y estructurante en el proceso de subjetivación las pacientes anoréxicas y
bulímicas se empeñan en negar o desmentir.
La anorexia y la bulimia pueden presentarse enlazándose a cualquiera de las estructuras
psicopatologicas, adquiriendo la dimensión del acto, cómo irrupción de algo qué no entra en el
orden simbólico. En ambas se pone en juego la castración del otro en el cuerpo en maniobras
relacionadas con él no incorporar, incorporar o con el expulsar el alimento.
En el comer vorazmente nada del Otro alcanza, señalandose así la incompletud, y en el no
comer nada, nada del Otro sirve. En la anorexia, justamente, en donde el deseo es de que
coma, la adolescente come nada. Trampa en la que el lugar de la lógica del deseo predomina
la lógica de la necesidad, diferenciándose entre sí dichas lógicas en cuanto al posicionamiento
ante la castración.
Lacan plantea qué es la medida en qué ha sido colmado el nivel de las necesidades
fisiológicas, la anoréxica no puede soportar que cualquier demanda sea interpretada en
términos de necesidad. Podríamos pensar que en estas problemáticas el otro no pudo incluir
las necesidades del infans en el orden del significante. Allí donde llanto o el grito vehiculizaba
una necesidad el otro responde en el mismo registro: tiene hambre, se le da de comer, no
permitiendo la instauración de la hiancia entre demanda y necesidad que hace que nunca más
el sujeto sea puro ser viviente. En ambas, en tanto podemos considerarlas cómo puntos
integrados del eje anorexia bulimia, aparece un cortocircuito en cuanto al procesamiento
psíquico de la angustia y es el cuerpo en el cual hay algo que se dice sin hablar. Desde la
funcion materna no marcada por la metáfora paterna, es decir, por la ley, la imagen es la de
una madre que se mira a sí solamente,y el hijo funcionaría al modo de algo que le permitiría
reconocer algo de ella, como objeto. De allí la constante pregunta de las pacientes a la imagen
que el otro tiene de ellas mientras que la pulsión de muerte se vuelve contra sí, impedida la
hostilidad o la agresividad inherente al vínculo con los otros. Dimensión del odio que le
permitiría resituarse respecto de la demanda del Otro.
El vómito, el laxante, hace que lo que se coma no sea comida sino objeto de goce,
desconectado de la autoconservación, y poniendo en juego el erotismo anal como intento de
control del objeto, transformando su boca en otro esfínter a través del cual se ofrece o retiene
un don, neto predominio de la lógica del yo placer. Conjunción particular de dos espacios que
delimitan intercambios, la boca que establece la frontera entre dos Campos, el campo del Otro
el del sujeto y vehiculiza una demanda, creando un punto de apertura y cierre que permite
incorporar pero también vomitar, tragar y expulsar.
Se constituye así en punto de anclaje de la castración del Otro. Lugar delimitado entre el otro y
el sujeto, entre la boca y el ano, paradigmática forma de poner en juego su deseo.es en la
restricción alimentaria donde el otro encuentra su límite y lugar desde el cual el sujeto preserva
el objeto constituyéndose en soporte de la destrucción que provocaría su desaparición, ya que,
es la dimensión del odio la que no aparece en estas problemáticas. Constituyendo una
regresión pulsional de desapuntalamiento a través del cual la necesidad equivale a deseo.
Produciéndose en el proceso de constitución del sujeto una incorporación en el lugar de una
identificación.
Tomando estos planteos freudianos, podríamos enunciar una fuerte relación entre la anorexia y
bulimia denominadas Vera o propiamente dicha y una melancolía de base en la que se pone en
juego un duelo imposible elaboración, siendo difícil diagnosticarla en la adolescencia, cómo tan
ligeramente suele hacerse, en tanto este momento crucial en la vida de un sujeto se
caracterizaría en su especificidad por el trabajo de tramitación de los duelos qué hace que
estos trastornos de la alimentación o el recurrir el sujeto a ciertos lenitivos, en el caso del
alcohol y las drogas, son atajos buscados que se vuelven vías muertas en el intento por evitar
el trabajo de elaboración psiquica propiamente dicho.

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