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3 abril, 2020
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https://www.nodal.am/2020/04/rituales-bloqueos-y-aislamiento-indigenas-colombianos-contra-el-
coronavirus/
ingreso de personas ajenas a las poblaciones como turistas, visitantes de instituciones
privadas, delegados de ONG o cooperantes internacionales.
Las primeros en hacerlo fueron las comunidades de la Sierra Nevada de Santa Marta, donde
habitan pueblos como los arhuacos, kogis,wiwas o kakuamos, quienes pidieron al Gobierno
que prohibiera el ingreso de turistas al Parque Nacional Tayrona, uno de los grandes
atractivos de Colombia.
La medida se extendió por casi todo el país y los pueblos fueron cerrando poco a poco sus
fronteras, advirtiéndole al Gobierno de las necesidades de muchas de sus comunidades,
algunas de ellas sin un acceso al agua que garantice su higiene para evitar el contagio.
La comunidad indígena es uno de los grupos más vulnerables ante la pandemia de la COVID-
19, pues según un informe del 2016 del Ministerio de Salud, las infecciones respiratorias
agudas son la tercera causa de muerte en estas poblaciones.
Además, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), más de la
mitad de esta población vive bajo la línea de pobreza y más del 40 % se encuentra en la
pobreza extrema, lo que dificulta su acceso a servicios básicos tan necesarios para enfrentar
la pandemia.
Por esa razón, la Organización Indígena de Colombia (ONIC) puso en marcha un plan de
contingencia para “evitar que la pandemia llegue y se propague en los territorios indígenas”
de la mano del personal de salud, los médicos tradicionales, la guardia indígena y estructuras
del Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS).
Hoy más que nunca, los indígenas promueven la práctica de sus conocimientos ancestrales,
de su propia medicina y de los rituales con los que se conectan con la naturaleza para
ahuyentar, dicen ellos, a los espíritus.
“Todo esto hace parte de un gran fortalecimiento de la espiritualidad como el elemento que
históricamente nos ha permitido ser fuertes física y emocional”, detalló Jacanamejoy.
Por su parte, los indígenas Nukak, en el departamento del Guaviare, solicitaron al Gobierno
nacional dotaciones de alimentos y medicamentos para aislarse en sus reservas ecológicas,
muchas de ellas erigidas en las montañas del país.
Sin embargo, la solución implica riesgos mayores para muchos de ellos, pues algunas de estas
reservas se encuentran bajo el control de grupos armados y otras han sido devoradas en las
últimas semanas por incendios forestales.
Hostigamientos y asesinatos
Las hostilidades contra las comunidades indígenas no cesan en Colombia, a pesar de que el
Gobierno decretó una cuarentena obligatoria de 19 días para controlar la propagación de la
pandemia que ya ha dejado más de 1.000 casos de contagio.
Arias agregó que desde sus viviendas, las comunidades escuchan “ráfagas de disparos que al
parecer son por enfrentamientos entre el Ejército Nacional y grupos de las insurgencias”.
Al menos 66 miembros del pueblo indígena Nasa, entre ellos 13 de sus autoridades, fueron
asesinados el año pasado en el convulso departamento del Cauca, según un informe
publicado en febrero por la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos
Humanos (ACNUDH).
“En medio de las medidas de confinamiento continúan los asesinatos y persecuciones por
parte de grupos armados irregulares. Es una situación recurrente que sucede en todo el
país”, denunció Jacanamejoy.
El consejero mayor de la ONIC aseguró que “esta situación pone en grave riesgo, sobre todo,
a la Guardia Indígena que es la que está ubicada en todos los puntos de control en los
resguardos indígenas para contener la propagación del COVID-19”.
Por eso insistió en el llamado a los grupos armados para que cesen las hostilidades contra
estas comunidades y así ellos puedan “dedicarse a contener el ingreso de la pandemia a los
territorios”.
“El genocidio contra los pueblos indígenas se ha convertido en la peor pandemia nuestra en
estos últimos años”, denunció el consejero mayor.
Hacinamiento en Cúcuta
La ONIC también denunció que una comunidad del pueblo Yukpa, asentada en el barrio El
Escobar de la ciudad fronteriza de Cúcuta, se encuentra en alto riesgo de propagación tras
confirmarse dos casos positivos de coronavirus en su seno, situación agravada por el
hacinamiento de unas 250 personas.
Por las condiciones de hacinamiento en las que viven cientos de habitantes en la capital del
departamento de Norte de Santander, el Ejército militarizó el miércoles una barriada de la
capital para garantizar el cumplimiento de la cuarentena nacional y controlar el ingreso de
migrantes por las trochas informales en la región.
Los indígenas Yukpa, reconocidos por la Corte Constitucional como víctima colectiva del
conflicto armado, han migrado de sus asentamientos, ubicados en la Serranía del Perijá, a
esta parte de la frontera colombovenezolana por razones humanitarias.
“Estamos muy preocupados porque esta es una comunidad indígena de una condición de
vulnerabilidad extrema, una condición que de por sí ya venía con una situación de salud
precaria”, dijo a Efe Luis Fernando Arias.