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DERECHO PROCESAL PENAL

CAPITULO 2: EL DERECHO PROCESAL

EL DERECHO PROCESAL: La evolución que tuvieron durante los siglos XIX y XX el concepto y la
importancia del derecho procesal, no puede desvincularse de la que al mismo tiempo fue
adquiriendo el derecho constitucional moderno, especialmente en la delimitación del Estado
de Derecho que actualmente conocemos y fundamentalmente, en su estrecha vinculación con
los derechos y garantías esenciales del individuo. No obstante el orígen americano de nuestra
Constitución Nacional, como nuestra doctrina abrevó fundamentalmente en los autores
italianos, alemanes y franceces, las afirmaciones precedentes resultan contradictorias con
muchas instituciones procesales vigentes en nuestro país, que no pueden ser entendidas
desvinculadas de la vida jurídica europea continental. Es dentro de dicha concepción, que a
fines del sigo XX y pese a nuestra constitución contractualista, encontramos fallos y doctrinas
que parten de la premisa según la cual la finalidad del proceso es "realizar el derecho
material", como si éste fuera un objeto de adoración y la sumición a sus preceptos un
imperativo absoluto. Es más, en tal concepción se subordinan todos los principios procesales a
dicho fin, convirtiendo las reglas formales en una red elástica adaptable a las necesidades de
ese “objeto”. Y tan arraigados están dichos criterios en nuestros tribunales, que se los han
privilegiado sobre la letra expresa de las normas procesales vigentes, aún de raigambre
constitucional, con lo que se ha provocado una permante inseguridad jurídica. La raíz
inquisitiva predominante tuvo mayor incidencia en la medida en que la actividad y el interés
del estado aparecían vinculados a la investigación criminal con la confiscación total del
conflicto. Pero, contra esa corriente cobró impulso la concepción actual del derecho procesal,
primero vinculada a la aplicación del derecho privado, especialmente con el análisis
retrospectivo del derecho romano durante el siglo XIX, cuando la problemática del proceso en
la Europa continental llevó a los autores alemanes e italianos a deslindar el concepto de
“acción”. el análisis de la pretensión como objeto del debate que impone al juez el límite de su
decisión, sumado al concepto del proceso como marco donde se desarrolla la controversia,
con sus propias reglas y contornos, derivó en la formulación de un principio esencial en la
comprensión del tema que nos ocupa: el de la verdad procesal o formal. Este concepto,
consiste en que el conflicto debe tenerse por resuelto con los elementos que se arrimaron al
proceso para conocimiento del juez y el derecho aplicable al caso, aunque la solución no se
ajuste a la realidad histórica. Tal solución será, no obstante, obligatoria para las partes y con
ello se pretende otorgar seguridad jurídica, pues la controversia no podrá ser reeditada. Como
se comprenderá rápidamente, no parece a primera vista compatible con el fin inquisitivo antes
expuesto, que pretendía la aplicación ineludible del derecho de fondo, sino que responde a
otra finalidad del ordenamiento jurídico, cual es garantizar la solución pacífica de los conflictos,
dentro del marco de interés de las partes.

el derecho penal no es un derecho privilegiado en su condición de protector social, dado que


los conflictos que involucran delitos tienen igual entidad que cualquier otro reclamo de
actuación jurisdiccional. Considerar lo contrario implica apartarse de las raíces del Estado de
Derecho concebido en los términos de nuestra Constitución Nacional de orígen americano.
Dentro de tal concepción cobra mayor valor el modo de resolución del conflicto que la
"realización del derecho material", porque en el Estado de Derecho, las leyes de fondo son
básicamente herramientas para la solución de las controversias y no objetos de adoración.
Esta premisa, que necesitó de una evolución larga y controvertida en el derecho europeo
continental, no debió seguir la misma vía en nuestro país y, conforme la constitucón que nos
rige y sus antecedentes desde los primeros reglamentos de 1.811, nunca debieron arraigarse
los principios inquisitivos que aún imperan en la concepción de nuestros tribunales. Es que
resulta claro del texto constitucional que hay cuestiones mucho más importantes que
condenar a un delincuente. Para llegar a dicha condena no será posible afectar el debido
proceso legal adjetivo, ni aplicar torturas, invadir sin causa previa la privacidad del domicilio,
de la correspondencia y papeles privados -ello incluye las comunicaciones telefónicas u otras
formas modernas de comunicación privada directa -; en fin, se deberán asegurar una serie de
derechos del indiviudo frente al poder punitivo del Estado, que en muchos casos derivará en la
impunidad.

Por otra parte, al reclamar la Constitución Nacional la implementación del juicio por jurados
(arts. 24, 75 inc. 12, 118) indica claramente que el sistema de resolución de conflictos debe
contemplar la forma acusatoria - esto es que la acción debe estar en manos del damnificado
y/o del Ministerio Público- y con intervención directa del pueblo, quien en definitiva juzgará si
el caso en debate deberá someterse o no a las previsiones de la ley de fondo. De tales
principios se desprende, entonces, que el órgano jurisdiccional tiene límites que le impedirán
llegar en muchos casos a la verdad histórica, pues deberá respetar ante todo el sistema de
garantías individuales asegurado por la Constitución Nacional y, al mismo tiempo, que resulta
incompatible con dicho ordenamiento básico cualquier estructura inquisitiva.

el sistema procesal tiene en la Constitución Nacional pautas precisas que no pueden ser
soslayadas y, por ello, su respeto y resguardo es más importante que la "realización del
derecho material". Las normas procesales serán entonces reglamentarias de la Carta
Fundamental, de lo cual se deriva que deben ser interpretadas a la luz de ésta y no pueden ser
sometidas a un fin ajeno a las previsiones constitucionales, como la mera aplicación de una ley
de rango inferior (v.gr. la ley penal). Los argumentos precedentes, permiten explicar el motivo
por el cual resultan obligatorias sentencias que no nos satisfacen por no ajustarse a la verdad
real. Puede ocurrir que las pruebas reunidas no sean suficientes para vencer el estado jurídico
de inocencia, o que quien tenga la carga de probar los hechos (el acusador en sede penal, el
que los alega en sede civil) no pueda hacerlo o pierda las posibilidades procesales para
presentarlas, o que la ley prevea otro resultado para los hechos probados; pero aún en tales
casos la sentencia será obligatoria para las partes involucradas y no podrá ser revisada
agotados los recursos previstos en el sistema procesal. Los principios enunciados, también
explican el motivo por el cual no es posible alterar el sistema de garantías procesales en favor
de una mayor “eficacia” en la investigación. Generalmente, la “eficacia” suele ser un
argumento que con mayor o menor claridad encubre un pensamiento totaliario o un interés
político coyuntural para violar la Constitución, pues se lo invoca ante situaciones difíciles
donde es necesario extremar la imaginación para resolver conflictos sin alterar el Estado de
Derecho. Como consecuencia de las premisas sentadas hasta el momento, es posible sostener
que el derecho procesal es el conjunto de normas reglamentarias de la Constitución Nacional,
que tienen por finalidad regular el ejercicio de la acción, la oposición a la pretensión, los
derechos de las partes en el proceso y la actividad de éstas y del órgano jurisdiccional, que sea
necesario desplegar para resolver los conflictos que le sean sometidos.

AUTONOMIA DEL DERECHO PROCESAL: las normas procesales emergentes de la Carta


Fundamental, especialmente con la incorporación a ella de los tratados internacionales, son
muchas y muy precisas vinculadas a las características del proceso (acusatorio, limitado en el
tiempo, con posibilidad de recurso de apelación amplio), los derechos de las partes en el
mismo (respeto del estado jurídico de inocencia, la inviolabilidad de la defensa en juicio, que
implica tanto el derecho de recurrir ante los estrados judiciales como el vinculado a la defensa
propiamente dicha y participación activa del sujeto pasivo del proceso, el derecho de no
declarar en perjuicio propio, la prohibición de torturas, la defensa de la privacidad y dignidad
individuales, el alcance de la prisión preventiva), las del órgano jurisdiccional (debe ser
independiente de los otros poderes y de las partes, anterior al hecho del proceso, no
compuesto por comisiones especiales para el caso y/o los sujetos vinculados, debe estar
integrado por jurados). Dichos aspectos no pueden ser soslayados por las constituciones
provinciales (art. 5 de la Constitución Nacional) y deben ser receptados por los códigos de
procedimientos locales, de manera que aún cuando las provincias tengan cierta autonomía
para el dictado de las leyes rituarias, es evidente que la estructura de las leyes procesales en el
país deben ajustarse a principios y finalidades muy uniformes. Podrán diferir los plazos, el
alcance probatorio de determinados actos, el modo de recepción de ciertas declaraciones, los
requisitos de algunos actos, pero será contrario al sistema constitucional cualquier
apartamiento de las pautas esenciales referidas. Queda por lo tanto en claro que las leyes
procesales tienen su orígen en la Constitución Nacional y sus previsiones en tal sentido
establecen el marco dentro del cual se encuentran los límites autónomos de las legislaciones
provinciales y nacional en la materia, al tiempo que las derivadas de ellas en cuanto
reglamentan previsiones constitucionales expresas, tienen su autonomía limitada por la
imposibilidad de desnaturalizar las normas de jerarquía superior a las que están vinculadas
(art. 28 de la Constitución Nacional). No estamos entonces aunte una rama independiente del
derecho, sino ante un aspecto puntual del Derecho Constitucional desde que el Derecho
Procesal no es más ni menos que el constitucional aplicado.

Cuando los invertirse los roles de las normas en juego, se desnaturalizan tales espectativas, la
credibilidad cede y se pone en crisis el sistema institucional que garantiza la libertad. Así
ocurre actualmente en nuestro país, donde por privilegiar los comunicadores sociales las
normas penales sobre las constitucionales y procesales, se generan en la población
espectativas falsas que, al no ser cumplidas en los procesos ajustados a la ley, se provoca el
descrédito de los órganos jurisdiccionales. Puede citarse en tal aspecto, el desconcepto actual
sobre el estado jurídico de inocencia y sus consecuencias: por un lado se pretende que todo
mero imputado permanezca privado de libertad durante el proceso, violándose con ello
expresas previsiones constitucionales, al punto que los jueces que cumplen con ellas aparecen
disculpándose ante la sociedad por cumplir con su mandato y amprándose en que no pudieron
hacer otra cosa "porque la ley se los imponía", cuando debería ser al revés y pedirse disculpas
por mantener a un mero imputado excepcionalmente privado de libertad. Consecuencia
directa de ello, es que las cárceles están pobladas de imputados y no de condenados, que
agotan en aquella condición el tiempo de detención y no reciben por lo tanto tratamiento
carcelario en busca de la resolcialización, como debería ser conforme el sistema constitucional.
El modo de evitar tales siuaciones y compatibilizar las espectativas de respuesta al conflicto
con los derechos fundamentales, es llegar a un juicio rápido; pero la condescendencia de los
gobernantes con la concepción inquisitiva, permite derivar las asignaciones presupuestarias
hacia otros fines y se entra así en un círculo vicioso, que termina por provocar soluciones
coyunturales que agravan el descreimiento, como leyes que posibilitan la reducción de
condenas para aliviar la sobre carga en los institutos de detención. Buenas estructuras
procesales, que adopten claramente la concepción acusatoria eliminando la inconstitucional y
morosa institución del juez de instrucción, permitiendo al Ministerio Público llevar a juicio
aquellos casos que lo justifiquen o que exista verdadero interés por el damnificado, con
participación del pueblo a través de los jurados en las decisión de los conflictos, con tribunales
de menor cuantía que permitan dar rápidas respuestas a las querellas más comunes, sumadas
a adecuadas estructuras materiales para dar cabida a todos los procesos que se planteen y la
implementación de sistemas alternativos de pena, son en mi criterio las herramientas
adecuadas para que la concepción de la Constitución Nacional no se desnaturalice y se puedan
compatibilizar la seguridad jurídica con el debido proceso.

CONTENIDO DE LOS DERECHOS PROCESALES:

- EL DERECHO PROCESAL ESTA DIRECTAMENTE VINCULADO, con la vigencia de las


garantías esenciales emergentes de la constitución nacional, por ende, con el modo de
reclamar su reconocimiento frente a los poderes del estado y los demás habitantes de
la nación, mediante la intervención d los órganos del poder judicial.
Esa posibilidad de reclamar ante el órgano del poder judicial y es inherente al sistema
republicano y aparece reiteradamente en la estructura constitucional: derecho a la
acción. Esto lo encontramos en la formulación de división de poderes que hasta la
reforma constitucional de 1994 era tripartista, el poder ejecutivo, legislativo, judicial.
La existencia de un órgano independiente encargado de dirimir los conflictos señalaba
de recurrir ante esta para evitar el remedio individual en caso de controversia. al
establecer la división de poderes y especialmente los inherentes al Poder Judicial (arts.
5, 24, 23, 75, 110, etc.) señaló que éste es el órgano ante el cual se debe concurrir para
dirimir los conflictos. Al mismo tiempo, se desprende de nuestra legislación
fundamental, con absoluta claridad, el derecho de reclamar la actuación del órgano
jurisdiccional, no sólo del art. 14 (peticionar a las autoridades), sino concretamente del
art. 18 (la inviolabilidad de la defensa en juicio de la persona y de los derechos) y del
art. 33 (los derechos emergentes de la forma republicana de gobierno). Y, finalmente,
los pactos internacionales que ahora tienen rango constitucional (art. 75 inc. 22 de la
C.N.), pero eran ley vigente desde su respectiva aceptación por la República Argentina,
en forma expresa exigen que se reconozca el derecho de todo habitante de reclamar
en favor de sus derechos ante los tribunales
- no debe confundirse a la acción con su contenido, esto es la pretensión. La pretensión
define el reclamo por el cual se recurre ante los estrados judiciales; es el
planteamiento concreto del conflicto frente a la otra parte, que da orígen a lo que
denominamos el debido proceso legal adjetivo. Las características de la pretensión, sus
alcances, su posibilidad de desarrollo y las consecuencias de su planteamiento, son
entonces otro aspecto que integra el derecho procesal.
- La estructura del "debido proceso legal adjetivo", es esencial para el resguardo de los
derechos en el proceso. Su raigambre constitucional se desprende, en primer lugar, del
comienzo del art. 18 cuando reza: "Nadie podrá ser penado sin juicio previo...", en
segundo término cuando el art. 17 reclama la existencia de una "sentencia" para
restringir el derecho de propiedad, pues al estar amparado por el siguiente artículo el
derecho de defensa en juicio de la persona y los derechos, es evidente que aquella
sentencia debe ser concecuencia de un proceso en toda la regla. De las previsiones
constitucionales y el análisis la jurisprudencia, se puede concluír en que el debido
proceso legal adjetivo está compuesto por: una acusación concreta por hechos
determinados (o una pretensión precisa y determinada), posiblidad de respuesta a la
acusación o a la pretensión, oportunidad cierta para las partes de probar los hechos y
circunstancias alegados y una sentencia dictada en tiempo oportuno por un tribunal
imparcial, conforme los hechos probados y el derecho aplicable.
- La composición de los órganos del Poder Judicial es una cuestión ajena al derecho
procesal, pero necesariamente lo integran todos los aspectos vinculados a su
funcionamiento en el proceso, la actividad jurisdiccional propiamente dicha, sus
facultades, poderes y deberes frente a las partes, el alcances de sus decisiones
definitivas o provisionales, la competencia para entender en determinados asuntos, la
posibilidad de recusación y el modo, tiempo y circunstancias en que podrán los jueces
alterar determinadas garantías constitucionales ( libertad, privacidad, propiedad) en el
curso del proceso.
- el modo en que se estructure el proceso propiamente dicho, es decir en que se
reglamente en forma orgánica el acceso a la justicia y toda la actividad consecuente.
CAPITULO III: PRINCIPIOS QUE RIGEN EL DERECHO PROCESAL PENAL DE LA CIUDAD
AUTONOMA DE BUENOS AIRES.

El derecho procesal penal y contravencional de la ciudad autónoma de buenos aires debe


responder a principios procesales determinados con precisión en su constitución. Los
principios procesales son estructuras ideales relativas con diferentes aspectos o formas con las
que puede contruirse un sistema procesal. Tanto los principios vinculados a las garanticas
individuales como los referentes a las organización del proceso y de órganos jurisdiccionales
que encontramos en la constitución nacional y de la ciudad, responde a la concepción
occidental del derecho natural. Se trata de un conjunro de ideas que pretenden encontrar
valores comunes a todos los seres humanos y la razón de los actos como buenos o malo
justificada en su presunta estructura común.

La ley procesal debe garantizar el acceso a la justicia de todos los habitantes, la imparcialidad
de los tribunales, el sistema acusatorio, la doble instancia, la inmediatez y la publicidad del
judicio. Le corresponderá asegurar a las partes el acceso al sistema de resolución de conflictos.

Durante el siglo convivieron en nuestro país sistemas procesales heredados de Europa


continental. Genero numerosos problemas de interpretación y funcionamiento,
contradicciones insalvables y contramarchas jurisprudenciales, en aspectos tal relevantes
como las funciones fuertemente inquisitivas consentidas a los jueces de instrucción e inclusive
a los tribunales de juicio, la implementación de jurado, el rol de la victima, el del ministerio
publico fiscal y el sentido mismo del proceso. En la ciudad de buenos aires y en el ámbito de
competencia federal, rigió entre 1881 y 1992 el denominado código de procedimiento de
materia penal, de origen español, establecia un procedimiento escrito dividido en dos etapas,
la de investigación preliminar a cargo de un juez de instrucción, denominada sumario,
fuertemente, inquisitiva, preactimante secreta y discrecional en sus alcances para el órgano
jurisdiccional donde las partes tenían poca participación. Una segunda parte que seria la
acusatoria, llamada plenario, conducida por un juez de sentencia, donde el limite del objeto
estaba precisado en la acusación del ministerio publicio fiscal y/o de la querella, las partes
podían ofrecer pruebas y el juez simplemente dirigía el proceso y dictaba sentencia escrita,
aunque podía sustentar el fallo en las pruebas colectada en las instrucción no onvoxadas por la
acusación.

El código en cuestión no obstante ser escrito y contemplar una etapa sumarial fuertemente
inquisitiva, su aplicación al sistema inquisitivo se profundizo. El plazo breve de duración del
sumario se amplio hasta el limite inconcebibles, con argumentos de que se trataba de un plazo
meramente ordenatorio y el objeto procesla era difuso hasta el momneot de concretarse la
acusación, terminada la etapa de instrucción las partes acusadoras recuperaban la acción y
pedido de sobreseimiento del fiscal solo podía ser revisado por el fiscal de caamara.

Apartir de la reforma de la constitución en 1994, la ciudad de buenos aires adquirió


automáticamente a la par de las provincias, con facultades propias de legislación y jurisdicción
y dicto su propia constitución que establece claras pautas sobre el sistema procesal que debe
implementarse y bajo tales parámetros se dicto el código procesal penal de la ciudad
autónoma de buenos aires (ley 2303). la constitución local demanda que el sistema responda
al principio acusatorio, a la garantía de defensa en juicio, que oncluye el derecho de todo
detenido a comunicarse inmediatamente con alguien de su confianza, prohíbe la recepción de
declaraciones al imputado en sede policial, demanda la intervención del juez para afectación
del domicilio y comunicaciones, el derecho a la doble instancia, prohíbe la prisión preventiva
en materia contravencional y contempla el juicio por jurado (art 13 y 86). De esos reclamos
constitucionales, el único que no respeto el código procesal penal fue la implementación del
juicio por jurado, prevista en el proyecto original, sigue siendo resistida por los legisladores.

CAPITULO IV: GARATINAS CONTITUCIONALES

El sistema de garantías procesal tiende a proteger a los ciudadanos del poder político,
partiendo de la filosofía iluminista de la división de poderes y considerando el enorme poder
que se otorga a determinadas personas, falibles y mutables como cualquiera , para el ejercicio
de los roles ejecutivos, legisltativos y judiciales.

Dentro de la concepción del sistema aparece un concepto fundamental: su preservación es


más importante que la sanción de un delito. Es necesario desplegar una serie de actos que
conforman el debido proceso legal, cuya forma y alcance están previstos en la Constitución
Nacional y reglamentados por las normas procesales dictadas en su consecuencia,
caracterizados por algunos principios que protegen especialmente a los habitantes del País,
como el estado jurídico de inocencia y el que establece que toda duda debe despejarse a favor
del imputado. Se desarrollo un espacio de ideas, no siempre homogéneas, que dio lugar al
denominado Derecho Natural. Una de las características del Derecho Natural, es la falta de
homogeneidad, cada uno de sus mentores le dio sus matices y alcances, aún dentro de un
similar marco ideológico donde el ser humano aparece como merecedor de la protección de
sus derechos y de los abusos del poder. Por ello, el Derecho Natural y el Derecho de Gentes,
solamente tendrán vigencia en los países que lo tomen como referencia el marco que cada
Constitución le asigne.

La invocación del Derecho Natural para la resolución de los conflictos, no debe llevarnos al
extremo de desconocer que éstos deben resolverse conforme el derecho positivo, porque se
corre el riesgo de disolver el marco jurídico hasta el punto de desnaturalizar el plexo de
garantías. Es lo que ocurre cuando en el juzgamiento de delitos muy graves, algunos de lesa
humanidad, se dejan de lado las garantías procesales individuales mediante a una remisión a
principios generales abstractos o a un derecho internacional que no estaba vigente al
momento de los hechos. No se trata de justifica con ello la impunidad, sino de defender un
principio superior y que está contemplado para proteger a todos los habitantes: la seguridad
jurídica y el debido proceso legal. Porque si uno no está dispuesto a que el sistema de
garantías rija aún para el peor ser humano, para el peor enemigo personal o del sistema, no
cree en sus fundamentos.
Serán analizados a continuación, de manera ogánica con lo establecido repecto de cada una de
las garatnías procesales por la Constitución Nacional: 75 inc. 22

a) EL DEBIDO PROCESO LEGAL ADJETIVO: Esta garantía surge del art. 18 de la


Constitución Nacional, cuando establece que nadie podrá ser penado sin juicio previo.
El precepto “juicio previo” fue interpretado en doctrina como el debido proceso legal,
integrado por una acusación – o imputación - concreta por hechos determinados,
posibilidad de defensa, oportunidad de probar los hechos alegados por las partes y
una sentencia dictada en tiempo oportuno por un juez imparcial, conforme los hechos
probados y el derecho aplicable. La Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, en su art, 13 inc. 3 demanda que el en proceso se respeten los principios de
determinación se refiere a la imputación concreta de un hecho deteriminado,
inviolabilidad de la defensa en juicio, juez natural, inmediatez, imparcialidad y
publicidad vinculado con la oralidad, todos los cuales se relacionan con la estructura
del debido proceso legal.
b) EL ESTADO JURIDICO DE INOCENCIA: Surge del mismo párrafo del art. 18 de la
Constitución Nacional, cuando demanda el juicio anterior a la condena para imponer la
pena; pero habiendo sido oportunamente receptado por las leyes procesales. los
pactos internacionales lo contemplan expresamente con la fórmula de que toda
persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no
se establezca su culpabilidad.
Esta garantía implica que en el curso del proceso no se podrá imponer al imputado
ninguna restricción a la libertad u otro derecho fundamental asimilable a la pena,
fundadas en las características del delito reprochado o en su eventual peligrosidad en
relación a éste, dado que sólo tras la sentencia condenatoria será posible disponer que
asuma las consecuencias del hecho delictivo. De allí que sólo en beneficio del proceso
puedan restringirse su libertad ambulatoria o algún aspecto patrimonial; pero siempre
limitadamente, es decir cuando se den las condiciones para sospechar fundadamente
que el desenvolvimiento del proceso pudiera estar en peligro y con los alcances que
establecen otras garantías, que serán analizadas más adelante.
c) PRINCIPIO DE LEGALIDAD Y CUERPO DEL DELITO: El principo de legalidad implica que
para la imposición de una pena la conducta reprochada tiene que haber estado
prevista como punible ante del hecho, tiene esencial importancia en materia procesa
penal. El art. 18 de la Constitución Nacional señala que el juicio previo deberá estar
fundado en ley anterior al hecho del proceso. Es decir que vincula dos aspectos
fundamentales como la tipificación previa de toda conducta como presupuesto de la
condena y la exigencia de que el proceso, se sustenten en un hecho.
Lo que hace aspecto puramente procesal, es que el principio de legalidad aparece
como la llave que permite sustentar un proceso penal, la conducta que motiva su
promoción no solamente debe ser considerada delito sino que debe ser perseguible ya
sea porque se la considero delictiva desde el hecho de sentencia , como no exista una
causal que lo impida.
La prescripción tiene un aspecto procesal, en tanto se vincula con el ejercicio de la
acción, las normas que contemplan los plazos de prescripción integran el principio
penal de legalidad, desde que conforman una única estructura con el concepto de
punibilidad objetiva. Es entonces materia procesal y por ende regulable por las
provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el contenido de los actos
intrruptivos; pero, es materia propia del Derecho Penal el establecer objetivametne los
plazos de prescripción, están directamente relacionados con la vigencia objetiva de la
pena prevista. Al mismo tiempo en nuestro derecho penal no es aceptable la
tipificación de circunstancias indefinidas o punir personalidades peligrosas, tampoco
es posible la iniciación de un proceso penal sin el susntento factico esencia.
En cuanto al concepto del cuerpo del delito, se convierte en objeto del proceso y
consiste en uno de los aspectos a demostrar en forma integral, constituido por el
ocnjunto de circunstancias y accidentes que hacen a la comisión de un hecho delictivo.
De lo expuesto se desprende que hecho a probar, el cuerpo del delito, es el objeto del
proceso, el sustento ineludible para su substanciación; se vincula directamente con el
principio de determinación, presupuesto necesario para el normal ejercicio de la
defensa en juicio que demanda la imputación concreta por hechos determinados y el
fundamento del denominado principio de congruencia, conforme el cual el hecho
expuesto en determinados actos procesales debe mantenerse incólume en los actos
vinculados subsecuentes.
El principio de congruencia cobra particular relevancia en los procesos escritos
predominantmente inquisitvos como el previsto en el Código Procesal Penal de la
Nación y debe observarse en el requerimiento de instrucción, en el acto de la
declaración indagatoria, en el auto de procesamiento, en el requerimiento de
elevación a juicio y en la sentencia. que en tales actos exista identidad en los hechos
descriptos. El Código Procesal Penal de la Ciudad de Buenos Aires es
considerablemente más desformalizado y las decisiones judiciales se toman en
audiencias orales, por lo cual la congruencia entre el auto de determinación del hecho
– art. 92 -, la intimación al imputado -art. 161-, el requerimiento de juicio -art. 206-, la
apertura del debate – art- 27 - y la sentencia -arts. 248 y 249 – es relevante pero no
tiene la misma sacralidad, atento que la vinculación entre los distintos actos procesales
es menos permanente. El acto de intimación del hecho no tiene la misma relevancia
que la declaración idagatoria del proceso federal, no tiene entidad probatoria
permanente y no se incorpora al debate. En consecuencia el proceso debe estar
sustentado en una hipótesis fáctica verificable, el respeto al principio de
determinación habilitr una posibilidad cierta de defensa y la congruencia debe
responder a las características del sistema.
d) GARANTIAS DEL JUEZ NATURAL: señala en el articulo 18 de la constitución nacional
que nadie podrá ser juzgado por comisiones especiales ni sacado de los jueces
naturales designados por la ley antes del hecho de la causa. Ello implica que puede ser
sometido a tribuanels diferente de los comunes para todos los imputados de igual
delito. Por otra parte importa que el estado tiene la obligación de prever los tribunales
antes del conflicto, para asegurar que efectivamente todo habitante tenga posibilidad
de contar con órganos juridiccionales predispuestos, para resolver toda controversias y
declarar los derechos y obligaciones de las partes. Los pactos internacionales de
jerarquía constitucional contemplan expresamente la obligación de asegurar la
existencia de tribunales competentes, independientes e imparciales, creados por ley
antes del conflicto para juzgar las causas penales y fijar los derechos y obligaciones de
las partes en los procesos de derecho privado o público ajenos al criminal, así como
para brindar amparo contra acciones del Estado que afecten derechos fundamentales.
El art. 13 inc. 3 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires contempla expresamente al
respecto que debe regir el principio del juez designado por la ley antes del hecho de la
causa. Otro aspecto que hace a la garantía del juez natural, no previsto
originariamente en la Constitución Nacional, pero contemplado expresamente en la de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (art. 13 inc. 3) es la de la doble instancia. Es decir
la existencia de un órgano jurisidiccional competente, independiente, imparcial y
preexistente, para revisar las sentencias y las penas.
Su implementación constitucional surge de la incorporación al art. 75 inc. 22 de la
Carta Magna, de la Convención Americana de Derechos Humanos y del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y políticos,contempla como derecho esencial en el
proceso, el de las partes de recurrir el fallo ante un tribunal superior; y el segundo en
su art. 10 inc. 5.
El derecho asignado al imputado en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos se entiende como el del doble conforme para la sentencia condenatoria. A
diferencia del establecido en la Convención Americana de Derechos Humanos y la
Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que deben entenderse como el
derecho al recurso para todas las partes agraviadas cualquiera fuera el resultado del
fallo, el doble conforme se vincula con que toda sentencia condenatoria pueda ser
recurrida por el condenado, aunque haya sido dictada por un tribunal de alzada.
e) DERECHO DE NO DECLARAR CONTRA SI MISMO: Esta garantía implica que ninguna
persona sometida a proceso como sujeto pasivo, en el ámbito penal o civil, puede ser
compelida a declarar en su contra por ningún medio coercitivo, sea físico, psíquico,
directo o indirecto. Inclusive implica que al prestar declaración en el proceso penal, el
imputado debe ser informado de sus derechos al respecto y de las consecuencias del
acto. Este derecho podría agotarse en la facultad de no declarar y perfectamente
podría restringirse el derecho de mentir. En nuestro código procesal penal actual de la
nación. Bajo la sanción anterior del código procesal penal de la nación, se admitía que
el imputado llegara incomunicado al acto de declaración indagaroria. En la ultima
sitacion de modificiacion por las cuales las actuales leyes rituarias, que establecen
expresamente facultad de imputado de comunicarse libremente con su defensor ante
de la declaración indagatoria. Se compadece con lo establecido en los pactos
internacionales, que contemplan el derecho del imputado de negarse a declarar y no
declararse culpable, además de comunicarse libre y privadamente con el defensor,
para todo acto de defensa entre los que cabe incluír la declaración indagatoria y con la
constitución de la ciudad autónoma de buenos aires que prohíbe las declaraciones de
imputado en sede policial. La Convención Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas
Crueles Inhumanos o Degradantes, incorporó al sistema constitucional en forma
expresa la doctrina del "fruto del árbol envenenado", conforme la cual el Estado no
puede aprovechar en materia probatoria la obtenida ilegalmente, al establecer en su
art. 15 que ninguna declaración que se demuestre haber sido obtenida bajo tortura,
pueda ser utilizada como prueba en un ningún proceso, salvo en contra del torturador.
f) DERECHO A LA LIBERTAD AMBULATORIA: el articulo 18 de la constitución nacional
establece que nadie puede ser arrestado sino en virtud de orden escrita emanada de
autoridad competente, eliminó en primer lugar la posibilidad de la privación de
libertad en forma arbitraria. La libertad sólo se justifica en el marco de un proceso con
control jurisdiccional cierto, salvo el estado de sitio, ninguna situación institucional
autoriza a los otros poderes del Estado a restringir las libertades fundamentales. El
derecho esencial y general a la libertad ambulatoria con esta facultad de arresto en el
curso del proceso, sobre todo cuando también opera en la cuestión el estado jurídico
de inocencia, pues parece que la única solución congruente es admitir que sólo es
posible restringir la libertad personal como consecuencia de la sentencia posterior al
proceso.

También existe el derecho de las personas afectadas por delito a perseguir al culpable en juicio
y en ese marco, la facultad derivada en favor del Gobierno por el pueblo, para que ejerza en su
nombre el derecho a la auto-tutela. Por ello, si la libertad pudiera poner en peligro el normal
desenvolvimiento del proceso, se acepta que se la restrinja para permitir que éste llegue
normalmente a su fin. Ésta es la única finalidad congruente con el sistema, que justifica un
eventual encarcelamiento previo a la sentencia. Las leyes procesales reiteradamente han
previsto la posibilidad de denegar el derecho a la excarcelación, fundándolo en pautas
objetivas como el monto de la pena prevista para el delito imputado o subjetivas como la
peligrosidad del sujeto, la repercusión social del hecho o la imposibilidad de que obtenga una
condena en suspenso.
g) DERECHO A LA DEFENSA EN JUCIO A LA ACCION: esta garantía se vincula tanto con el
derecho de todo habitante a la acción o sea a reclamar la actuación del órgano
jurisdiccional para que resuelva los conflictos y fije los derechos de las partes. Además
se refiere al derecho del imputado a contar con abogado defensor desde el comienzo,
aún de oficio si no designara uno el interesado, a conocer la imputación, a contar con
los medios y el tiempo necesarios para preparar la defensa, a comunicarse libre y
privadamente con el defensor y a ser juzgado en el menor tiempo posible. La
Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires contempla expresamente el
derecho al acceso a la justicia (art. 12 inc. 6) y la inviolabilidad de la defensa en juicio
(art. 13 inc. 3), aspectos que fueron específicamente receptados por el Código Procesal
Penal, al garantizar el derecho a la querella y de la mera víctima a promover la revisión
del archivo.
h) INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO, CORRESPONDENCIA Y PAPELES PRIVADOS: esta
garantía significa que solo en el marco de un proceso y en consecuencia con
intervención de un juez, es posible interferir en la privacidad (domicilio, comunicación
y papeles privados) de las personas. Del mismo modo protege la privacidad el articulo
13 inc 8 la constitución de la ciudad autónoma de buenos aires. Este principio general,
sólo puede ceder, obviamente, en una injerencia fundada en estrictas razones de
solidaridad, en circunstancias objetivas de las cuales no pueden inferirse una
intervención de violatoria de las garantías en cuenstion. Contempla entonces que en
una ley establecerá quienes, en que casos y bajo que circunstancias podrá interferir en
tal esfera de reserva. Sólo en el marco de un proceso pueden autorizarse tales
allanamientos y por parte del órgano jurisdiccional interviniente, porque fue previsto
dentro de las garantías vinculadas al sistema procesal y si la ley pudiera autorizar lisa y
llanamente a los funcionarios políticos del Estado a inmiscuirse en la privacidad de las
personas, se borrarían con ello todas las garantías individuales que tan
puntillosamente ha querido establecer la Constitución Nacional.
i) DERECHO A LA UNICA PERSECUCION: Conocido como non bis in idem o ne bis idem
consiste en el derecho a que la persecución procesal tenga fin, en el marco de un
sistema procesal sistemático, y una vez dictada la sentencia final, es decir la que no
admita recurso alguno, la cuestión no pueda ser reeditada. No debe confundirse este
derecho con el principio de preclusión, que impide la vuelta atrás respecto de etapas
del proceso concluídas. Este principio no tiene raíz constitucional sino meramente
procesal y, desde la perspectiva procesal, son admisibles procesos desformalizados
que no lo contengan. En cambio, una vez dictada la sentencia no se podrá reeditar el
conflicto entre las mismas partes y por el mismo objeto, pues la sentencia se
convertirá en una norma jurídica de carácter individual de cumplimiento obligatorio. ,
además de ser superficial, es insatisfactoria; dado que no todos los conflictos llevados
ante los tribunales tienen contenido patrimonial y, además, el mismo art. 17 de la
Constitución Nacional establece que la propiedad puede ser afectada sólo por
sentencia fundada en ley, de manera que en su aplicación lata, una sentencia posterior
podría modificar una anterior y en consecuencia, el principio que nos ocupa cedería
permanentemente. La situación de "cosa juzgada" tiene su orígen en la raíz misma del
sistema institucional, en la naturaleza contractual del proceso que ya fue expuesta y es
una de las aplicaciones más habituales del principio de "verdad formal" antes
mencionado. es posible que los límites impuestos por el respeto a los derechos
fundamentales impidan a los jueces arribar al conocimiento exacto de los hechos
ocurridos y, por lo tanto, deberán limitar sus conclusiones a las constancias
emergentes del proceso, que podrán coincidir o no con la verdad histórica, pero serán
necesariamente el sustento de sus sentencias. Esta será la verdad formal de la cual
derivará la resolución del conflicto. Con el fin de evitar en lo posible que la verdad
formal se aparte de la histórica o real, el sistema debe proveer a las partes de las
mayores posibilidades de defensa en el proceso, para el planteamiento de sus
posturas, el ofrecimiento de pruebas y libertad para sus alegatos. El buen o mal uso
que las partes hagan de tales derechos y facultades tendrá clara incidencia en el
resultado del proceso y sobre sus consecuencias para los sujetos involucrados. Pero lo
trascendente, desde el punto de vista institucional, es que el conflicto tenga respuesta
conforme a derecho. La sentencia justa desde el punto de vista jurídico es aquella que
resulta ser la consecuencia de los hechos probados, conforme las posibilidades
brindadas por la Constitución y las leyes, y el derecho aplicable. Si no se somete a tales
pautas la sentencia será arbitraria, aunque se ajuste a la verdad real. Este concepto es
fundamental para el Estado de Derecho, los jueces no son inquisidores buscadores de
verdades ni la mano vengadora de Dios, sino sujetos que cumplen con un rol en el
marco del Estado de Derecho. Como reiteradamente ha interpretado la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, integra el derecho constitucional de defensa en juicio el de
obtener una rápida resolución del conflicto, si bien el derecho a la acción es
inalienable, debe ser reglamentado de modo tal que se contemple la situación de los
sujetos que pueden verse afectados por ella, quienes no pueden permanecer
permanentemente sometidos a los embates de su titular.
El principio que ampara la situación de "cosa juzgada" deriva de la raíz misma del
sistema Constitucional, pues es una de las consecuencias necesarias y naturales del
pacto social que dio orígen al Estado de Derecho, en el aspecto vinculado a la cesión
de los ciudadanos de su derecho de auto-tutela en favor del Estado.
Una clasificación de la situación de cosa juzgada en forma y materia, según se refiera a
los proceso de conocimiento superficial y a los de conocimiento acabado,
repectivamente. No son más que aspectos de una misma cuestión, puesto que en la
primera de ellas no se podrá discutir nuevamente aquello que fue materia de discusión
en el primer proceso. Habrá, por lo tanto, cosa juzgada cuando exista identidad de
objeto y de sujetos involucrados en el proceso en el que se dictó la sentencia.
j) DERECHO AL HABEAS CORPUS: La constitución nacional establece, el instituto del
hábeas corpus, que se constituye como una acción de amparo, rápida y expedita, para
hacer cesar toda privación arbitraria de la libertad o una amenaza arbitraria de
detención o un agravamiento ilegítimo de condiciones de detención (art. 43 in fine).
Como en cualquier acción de amparo este instituto funcionará en la medida que no
existan otros remedios procesales idóneos, pero tiene un carácter individual o, al
menos, sus beneficiarios deber ser individualizables.
k) DERECHO AL PROCESO ORAL: su inclusión expresa en el plexo de garantías
contitucionales conjuntamente con la imparcialidad, plexo que además reclama la
forma acusatoria del procedimiento, permite afirmar que refiere al derecho a la
subtanciacion del proceso bajo forma especial, que asegura el aconocimiento directo
de la prueba por el órgano jurisdiccional y el control de sus actos por el pueblo a través
de la publicidad. la forma oral del procedimiento con la presencia de las partes
permite un mejor tratamiento del conflicto y lo aleja de las ficciones jurídicas que
generalmente alimentan los procesos escritos, con su carga de lenguaje críptico, la
substanciación innecesaria de articulaciones puramente abstractas por parte de los
letrados y las interpretaciones variables propias de la escritura. La experiencia
demuestra que en las audiencias orales la verdad flota en la sala, las articulaciones
jurídicas tienen más rápida y mejor respuesta y la presencia de las partes permite una
mejor sonlución de las controversias. Esta oralidad en los actos procesales, que surge
de las demandas del sistema constitucional local, deberá respetarse entonces cada vez
que los órganos jurisdiccionales deban resolver situaciones controvertidas en el
proceso.

CAPITULO V PRINCIPIOS PROCESALES

Llamamos principios procesales, a las distintas concepciones sobre las que se puede
estructurar el proceso o que dan solución a algunos de sus aspectos básicos, cuyo
conocimiento nos permite entender la dinámica de un determinado sistema y la finalidad de
sus instituciones

a) POR EL MODO EN QUE SE EJERCE LA ACCION: podemos distinguir por el principio


acusatorio del principio inqusitivo.
El primero de ellos se caracteriza porque el ejercicio de la acción está totalmente en
manos de los damnificados o del representante del estado encargado de ejercerla, que
en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es el Ministerio Público Fiscal. Este principio
responde a la concepción constitucional contractualista, están previstos para resolver
los conflictos y en cuya virtud los ciudadanos ceden al Estado el drecho a la autotutela
y el monopolio de la fuerza. Los jueces deben permanecer ajenos a la integración del
conflicto y solamente podrán expedirse, aplicando el derecho al caso concreto, en la
medida que se mantenga la controversio hasta el momento previsto para el fallo en el
sistema procesal.
Los siguientes aspecto del principio acusatorio:
1) Iniciativa: Está en manos del interesado la promoción de la acción, mediante la
presentación de la pretensión ante los órganos judiciales.
2) Impulso: El sujeto activo del proceso y eventualmente el demandado deben
promover el avance del mismo hacia sus distintas etapas, estando vedado hacerlo al
órgano judicial.
3) Incorporación de los hechos y las pruebas: Son las partes, mediante el planteo de la
pretensión y su respuesta
4) Disponibilidad de la acción y del derecho material: la parte demandada tiene la
facultad de allanarse a la demanda y con ello dar por finalizada la controversia, sea
legítimo o ilegítimo el reclamo.
5) Delimitación del objeto de la sentencia: Este principio es el que en mejor medida y
en forma más pura demuestra el carácter del proceso en el Estado de Derecho, es
decir como el medio idóneo para resolver conflictos y evitar la violencia entre las
partes involucradas, limitando al órgano estatal.
El principio inquisitivo, por el contrario, otorga al Estado la titularidad exclusiva de la
acción y a los órganos jurisdiccionales el poder de impulsarla, integrarla con la
pretensión, precisar sus alcances y aplicar el derecho.
También se ha considerado la existencia de un tercer principio, que introduce aspectos
del acusatorio en el inquisitivo, que es el denominado acusatorio formal, conforme le
cual el Ministerio Público Fiscal ejerce la acción pero su titular es el Estado en general,
de modo que no puede hacer cesar su ejercicio sin la conformidad del órgano judicial.
También se lo ha denominado acusatorio tutelado y, en realidad, el único que aspecto
que reconoce del sistema acusatorio es que formalmente el impulso está en manos del
Ministerio Público.
Vinculados con los principios exopuestos, se encuentran el llamado principio de
legalidad o indisponibilidad y el de oportunidad. El primero de ellos, se refiere a la
imposiblidad del Ministerio Público Fiscal de desistir de la acción penal una vez iniciada
legalmente. El segundo permite el ministerio publico fiscal abandonar la acción por
otras cuestiones.
La indisponibilidad de la acción está vinculada a la concepción inquisitiva del proceso,
pues se refiere a la necesidad de que todos los delitos sean investigados como modo
de protección del sistema legal; en tanto el principio de oportunidad está relacionado
con el criterio acusatorio, otorgando prioridad a la resolución de los conflictos.

b) POR LOS EFECTOS DE LOS ACTOS PROCESALES:


1) El principio de PRECLUSION consiste en que el proceso va avanzando en etapas
pre-determinadas y que una vez clausurada una de ellas no puede volverse atrás.
Tiene por finalidad otorgar seguridad al trámite procesal y pone a las partes en la
obligación de cumplir con sus cargas u obligaciones en la contienda, para no
perder posibilidades favorables en el resultado final
2) La modalidad procesal opuesta al principio de preclusión, es el principio de unidad
de vista, en el cual en una sola audiencia se llevan a cabo, sin orden previsto, los
distintos actos procesales y se resuelve el conflicto. No es una modalidad común ni
es aconsejable más que para cuestiones muy simples, porque la falta de precisión
sobre las etapas del proceso atentan contra el derecho de defensa de las partes.

C) SEGÚN EL MODO EN QUE SE ASIENTAN LOS ACTOS PROCESALES:

1) El principio de escritura: Consiste en que todos los actos procesales se realizan por escrito,
tanto los llevados a cabo por las partes como por el órgano jurisdiccional. Puede sostenerse
que el proceso resulta más lento y que se pierde contacto con la realidad, dado que las
constancias escritas resultan impersonales y sujetas a interpretación subjetiva en mayor
medida que los actos presenciados y vividos por las partes en forma directa, además de
posibilitar la delagación de funciones.

2) El principio de oralidad, consiste en que los actos procesales se realizan en audiencias con la
presencia y participación de las partes y el tribunal, planteándose las cuestiones y recibiéndose
las pruebas en forma oral.En la Ciudad de Buenos Aires, este principio aparece demandado por
la Constitución (art. 13 inc. 3), cuando contempla los de inmediación y publicidad, pues es en el
sistema oral donde éstos se pueden cumplir.

3) El principio de oralidad actuada, tiende a compensar ventajas y desventajas de los


anteriores. Consiste en la realización de actas en las que se transcriben los actos orales o
constan las cuestiones esenciales ocurridas en audiencias orales. En la actualidad esta
modalidad resulta simplificada por la utilización de medios de registro como la grabación o
filmación de las audiencias, lo que importa contar con un modo más fidedigno de verificar el
acto y permite completar las actas escritas o directamente reemplazarlas

D) EL PRINCIPIO DE ECONOMIA PROCESAL: Dentro de una estructura esencialmente formal


como es el proceso, este principio está referido a la búsqueda de simplificar las formas y
abreviar los trámites rituarios, para posibilitar la rápida y eficaz resolución del conflicto. Se
manifiesta de distintas maneras:

1) La simplificación de las formas: el legislador debe tener presente este aspecto tanto cuando
prevé el sistema rituario en general, como para discernir muchos casos en que aún dentro de
la estructura general, pueden ser simplificados. Hay distintos tipos de procesos aún dentro de
la misma materia, según el objeto o la finalidad.

2) Abreviación de los plazos: Dentro de la idea del párrafo precedente, hay casos en que por la
importancia de la cuestión en debate, como por su naturaleza, los plazos procesales pueden
ser más o menos cortos; pero también puede prever la ley, o si ésta no lo contempla aceptar
los tribunales, que las partes en cuyo beneficio ha sido previsto un plazo renuncien a
mantenerlo vigente, cuando han cumplido su objetivo procesal o cuando desistan de hacerlo.

3) Saneamiento: Este aspecto se manifiesta cuando las normas procesales prevén el modo de
salvar, en las distintas etapas del proceso, los vicios en que se hubiera incurrido en los actos
procesales, para evitar que el posterior planteamiento de nulidad haga retroceder todo el
proceso y con ello se incrementen el desgaste y los costos para las partes y el tribunal.

E) PRINCIPIO ADQUISITIVO: se dan en las pruebas en que se adquieren para el proceso y no


para las partes que las hubieran incorporado u ofrecido. Cuando una de las partes hubiera
ofrecido elementos probatorios y su resultado no le fuera favorable no puede pretender que
no se tenga en cuenta la prueba incorporada al proces.

F) PRINCIPIO DE LA DOBLE INTANCIA: Consiste en prever instancias de apelación u otros


recursos para que un tribunal de mayor jerarquía revise las decisiones judiciales. Sus
variaciones son: doble instancia general, cuando toda decisión es recurrible; doble instancia
limitada, cuando solo algunas decisiones lo serán; recursos limitados, cuando solo serán
revisables algunos aspectos de la decisión y amplios, cuando se pueden revisar los aspectos de
hecho y derecho; sistema de doble conforme, cuando se reclama que el tenor del fallo sea
conformado por un tribunal de alzada para ser ejecutable.

G) PRINCIPIO DE DETERMINACION O SUSTANTIVIDAD: Significa que el proceso solamente se


puede sustentar en la investigación de hechos determinados, concretos, cuya formulación
permita el ejercicio del derecho de defensa.

CAPITULO VII: LA DINAMICA DEL PROCESO

La misma denominación del proceso nos da idea de "actividad" en desarrollo y está claramente
delimitada. Desde esta óptica, cabe entonces analizar los distintos aspectos que hacen a la
dinámica del proceso: la acción, la pretensión, la defensa, la actuación del órgano jurisdiccional
y, dentro de cada uno de ellos, cuales son los sujetos directa o indirectamente involucrados en
la actividad.
A) LA ACCION:

1)NATURALEZA DE LA ACCION: Es preciso recordar que el derecho a la acción es una garantía


constitucional, amparada en forma directa por dos cláusulas originarias de la Carta Magna, por
los pactos internacionales dotados de igual jerarquía y la Constitución de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, así como genéricamente por la estructura republicana de gobierno.

Se trata entonces de una potestad popular que permite provocar la actuación del Poder
Judicial para que, conforme los procedimientos previstos en la ley, se dirima un determinado
conflicto aplicando la legislación sustantiva al caso concreto. Tal potestad no debe ser
confundida con la pretensión, que es el contenido de la acción y donde se delimitan el reclamo
y el objeto del proceso. Especificamente en su art. 18 y en los pactos internacionales con igual
jerarquía según su art. 75 inc., la Constitución Nacional también receptó el derecho que nos
ocupa, al establecer la inviolabilidad de la defensa en juicio de las personas y los derechos.

2) EXCLUSION DEL PODER JUDICIAL EN LA TITULARIDAD DE LA ACCION:

Con la reforma constitucional de 1994 se incorporó como cuarto órgano del estado federal al
Ministerio Público (art. 120), con la finalidad de promover la actuación de la justicia en defensa
de la legalidad y los intereses generales de la sociedad, es decir que le otorgó el ejercicio de la
acción pública, con independencia orgánica y funcional respecto de los otros poderes. Como
consecuencia de lo expuesto, los jueces no pueden tener facultades para delimitar el objeto de
la decisión - dar contenido a la acción - y disponer de la misma antes del fallo que por vía
natural - sentencia - o anticipada -sobreseimiento -, ponga fin al proceso; porque siendo los
encargados de atender el reclamo y resolver el conflicto, les está vedado asumir el rol de los
sujetos interesados en la petición. No puede ser de otra manera en nuestro contexto
normativo y si se les reconociera el poder de accionar y juzgar, aunque se dividieran las
funciones de los tribunales, se violaría el concepto republicano antes expuesto desde que un
sólo órgano del Estado ejercería los dos roles. Ello es así, desde que las sentencias son
mandatos individuales de cumplimiento obligatorio y en tales condiciones podrían los jueces
imponer su voluntad al resto de la comunidad, sin más posibilidad de oposición que la
desobediencia. En cuanto a la disponibilidad de la accion, es evidente que la pretensión judicial
de provocar la sentencia contra la voluntad de las partes, resolviendo más allá de la pretensión
del acusador, convierte al juzgador en parte interesada. Y, por ende, en un ente repugnante a
la función del Juez en el Estado de Derecho, que no puede ser más que la de resolver el
conflicto en forma imparcial, conforme los hechos alegados y probados y la ley aplicable al
caso. Podrá entonces el tribunal, conforme el sistema procesal que lo contemple, promover el
avance del proceso una vez ejercida la acción por el titular; no podrá suplantar la actividad de
las partes en el cumplimiento de los actos esenciales mencionados en el párrafo que antecede.
En el ámbio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la cuestión quedó definitiva y claramente
zanjada en favor del procedimiento adversarial, al reclamar la Constitución local, en su art. 13
inc. 3, la modalidad procesal acusatoria y contemplar en su art. 81 inc. 2 el juicio por jurados.
3) TITULARIDAD DE LA ACCION: las leyes procesales establecen ciertos procedimientos para
abortar el ejericio de la acción, como la facultad del tribunal de rechazarla desde el principio
cuando es manifiesta la inhabilidad del objeto de la pretensión o la ausencia de facultades del
actor, o por la contraparte a través de defensas específicas en el proceso como la excepción de
falta de acción. Consecuentemente, aún cuando toda persona es titular de la potestad de
accionar, su ejercicio se encuentra reglamentado por el derecho procesal en consonancia con
el derecho de fondo, que regulan la viabilidad de la pretensión. La consecuencia de ello es que
no puede coartarse el acceso a los órganos jurisdiccionales para la resolución de los conflictos
(art. 12 inc. 6 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires), pero tal potestad
tiene un importante límite en la razonabilidad de la pretensión frente a las normas
involucradas en la cuestión.

4)CLASIFICACION DE LAS ACCIONES: Las acciones pueden clasificarse en publica y privadas. La


publica son aquellas que conforman las leyes de fondo que estan vinculados al interes general
y por ende, algunos organismos del estado tienen la obligación de ejercerla. Tras la reforma
del 1994 el ministerio publico fiscal es el organo natural encargado de ejercer la accionpublica.
Tambien incorporan otras leyes comunes organismos como la Aduana , el Banco Central de la
República Argentina y entes autárquicos similares, pueden ejercerla conjuntamente con
aquellos de orígen constitucional. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el Ministerio Fiscal,
vinculado al Poder Judicial, es el encargado de su ejercicio de manera similar al orden nacional,
en defensa de la legalidad y los intereses generales de la sociedad, según el art. 125 de la
Constitución local y pueden tener legitimación la Procuración General (art. 134), la Auditoría
General (art. 135), la Defensoría del Pueblo (art. 137) y el Ente Regulador de los Servicios
Públicos (art. 139). A partir de esto pueden establecer la ley la obligación de accionar para
determinados organismos estatales, pero no prohibir la acción a los particulares que
razonablemente tengan derechos que defender. Sobre este aspecto podrá alegarse que la
respuesta del Estado frente al delito criminal es ajena al interés particular, en base a
concepciones relativas al fin de la pena, que tienden a alejarla de la mera retribución. Dentro
de los casos de acción pública, se encuentra una sub-categoría que tiene que ver con la
pretensión de contenido penal: las acciones dependientes de instancia privada. Se caracterizan
porque el impulso inicial depende de una manifestación de voluntad del damnificado admitido
por la ley y una vez expresada la inención de que el delito sea investigado, la acción toma
todas las características de las de carácter público (art. 72 del Código Penal).

Las acciones privadas son aquellas que exclusivamente corresponden al interesado, por el
contenido de la pretensión. Son casi todas las vinculadas al Derecho Privado (Civil, Comercial,
Laboral) y algunas propias del derecho penal (como los delitos contra el honor), pero que en
realidad protegen bienes jurídicos en los cuales la valoración del perjuicio para buscar la
respuesta jurisdiccional está estrictamente vinculada al alcance que subjetivamente el
ofendido quiera darle (art. 73 del Código Penal).

5) ATRIBUCIONES INHERENTES AL EJERCICIO DE LA ACCION: El tener la titularidad de la acción


significa que se poseen las atribuciones propias de su ejercicio:

I) La iniciativa: Es la potestad de presentarse ante el órgano juridiccional y obtener una


respuesta en cuanto a la viabilidad de la acción. La pretensión puede analizar el juez la
razonabilidad de la intención de accionar, rechazando la demanda si la considera absurda o
manifiestamente improcedente. Ello ocurre tanto en el ámbito de las acciones privadas como
en el de las públicas. Por lo tanto, es atribución propia de los habitantes de la nación la de
obtener en primer lugar una respuesta en cuanto a la viabilidad de la acción intentada.

II) Contenido: También es facultativo del titular de la acción el darle contenido a la pretensión,
o sea fijar el objeto y el límite de la controversia que será planteada frente a la otra parte ante
los tribunales. el Código Procesal Penal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires contempla
que el fiscal debe precisar el objeto de la investigación al comenzar la investigación
preparatoria y luego en el requerimiento de juicio (arts. 92 y 206), sin que los órganos
jurisdiccionales puedan cuestionar los límites que las partes actoras impongan a la persquisa.

III) El impulso: Consiste en la facultad de promover el avance de la acción hacia las distintas
etapas del proceso. Este aspecto puede no ser absolutamente privativo del titular de la acción
y nada obsta a que, por razones de economía y especialmente por el derecho de la contraparte
a obtener una rápida solución del conflicto, sea ésta o el mismo órgano judicial quien impulse
el procedimiento. Es entonces una cuestión que queda librada al modo en que las leyes
reglamenten el proceso.

La ley procesal de la Ciudad de Buenos Aires establece un plazo de caducidad de la acción,


disponiendo el archivo de las actuaciones si el Ministerio Público no promueve el juicio en el
término de tres meses, con determinadas prosibilidades de prórroga, desde la intimación de
los hechos al imputado (arts. 104 y 105).

IV) Diponibilidad de la acción: Esta atribución se refiere a la posiblidad, inherente al titular de


desestir de su ejercicio, en forma definitiva o temporal. Es consecuencia propia de la
titularidad y resulta clara en los casos de acción privada, aunque es una cuestión muy
controvertida en los casos de acción pública de contenido penal. En el ámbito de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, el mandato constitucional en favor del procedimiento acusatorio
fue receptado con amplitud por el Código Procesal Penal, que otorga al Ministerio Público
Fiscal amplias facultades de disposición por aplicación de criterios de oportunidad (art. 199).

CAPITULO VIII: LA EXTINCION DE LA ACCION

1)el modo normal de extinción de la acción es la decisión judicial que pone fin al conflicto: la
desestimación de la pretensión, el sobreseimiento o la sentencia definitiva y el archivo del
ministerio fiscal en los procedimientos acusatorios. Los modos anormale son los previstos en el
articulo 62 del código penal. En el supuesto de extinción por decisión jurisdiccional
mencionado opera uno de los principios esenciales del ordenamiento jurídico.

2) LA PRESCRIPCION DE LA ACCION: este es unos de los modos anormales de la finalización de


un proceso y uno de los temas que mas problemas que mas ha provocado en nuestro tribunal
con competencia especial. Entonces el tema de la prescripción de la acción se da en materia
penal y nos encontramos que comienza a correr desde las 24 hs del día en que se cometió el
delito o desde el día que dejo de cometerse si fuera continuo (articulo 63 del código penal)
este aspecto es claro en la ley como las causales de suspensión de la prescripción, en aquellos
supuestos en que no es posible avanzar en el proceso porque existen cuestiones pre judiciales
que lo impiden, como en ejercicio de cargos publico con inmunidad de arresto o necesidad de
declarar el divorcio previo por adulterio cuando existía este delito.

También está claro que se interrumpe la prescripción por la comisión de un nuevo delito. En
esta hipótesis volverá a correr el término íntegramente desde las 24 hs. desde que dejó de
cometerse el segundo delito y así sucesivamente en caso de reiteración delictiva. En este
último caso, el plazo de prescipción correrá independientemente para cada delito y no por
acumulación de penas según las leyes del concurso (art. 55 ibidem), ya que cada acción es
independiente aunque pudieran tramitarse en un mismo proceso.

es ajena a toda concepción reprublicana cualquier hipótesis de otorgar el ejercicio de la acción


a los órganos jurisdiccionales, que por su naturaleza sólo pueden tener potestad decisoria,
pero no facultades para integrarla, impulsarla y darle contenido. Por ende, no pueden caber
dudas que en el juicio previo contemplado en el art. 18 de la Constitución Nacional el Poder
Judicial sólo tiene facultades decisorias. Por otra parte, surge también de la estructura de la
Ley Fundamental el concepto de acción como potestad de reclamar la actuación de los
órganos jurisdiccionales para la resolución de los conflictos. No solamente por la mera
existencia de tales órganos como consecuencia de la forma republicana de gobierno y la
consecuente limitación a la venganza privada, sino explícitamente de los arts. 14, 18 y 33, en
cuanto señalan el derecho de peticionar en forma amplia, el derecho de defender en juicio la
persona y los derechos y las facultades implícitas emergentes de la soberanía del pueblo y la
forma reprublicana de gobierno; y de los tratados internacionales incorporados en su art. 75
inc. 22, que exigen se asegure el acceso a los tribunales de justicia, al igual que la Constitución
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (art. 12 inc. 6).

las normas procesales, reglamentarias de la Constitución Nacional, tales procedimientos


preliminares, deben hacerse extensivos los derechos y garantías propios del juicio, porque de
lo contrario se podría tornar ilusoria la protección constitucional; mas tal extensión no importa
en modo alguno modificar la naturaleza de las instituciones mencionadas, confundiendo el
jucio con las actuaciones anteriores (preliminaries, cautelares, prevencionales, sumarias o
como quera llamárselas).

ANTECEDENTES DEL CONCEPTO DE SECUELA DEL JUICIO:

El concepto en cuestión fue dado para el proyecto de código penal, con la finalidad de evitar
que prescribieran las acciones penales cuando el proceso ya había sido promovido o estaba en
trámite, por consecuencia de las articulaciones de la defensa. La idea era que no podía
prescribir una "acción en movimiento".

La reforma de 1949, al incorporar el concepto de “secuela del juicio”, dio vía libre a una
concepción inquisitiva en sentido puro que permitió desnaturalizar el alcance de la acción
penal, con la única finalidad de castigar al presunto culpable aún en desmedro de las
instituciones fundamentales de la república; puesto que más allá de un código procesal
inquisitivo en su etapa sumarial como el entonces vigente, derivó en el otorgamiento a los
tribunales de facultades intolerables vinculadas al ejercicio de la acción.

Como Alfredo Molinario había predicho, se comenzó por considerar "secuela del juicio" a los
actos de la investigación preparatoria – sumario -, que por su naturaleza preparatoria y
carentes de pretensión propiamente dicha, no pueden considerarse como idóneos para
habilitar la controversia

La cuestión fue zanjada con el dictado de la ley 25.990, modificatoria del art. 67 del Código
Penal, que precisó cuales son los actos procesales que deben consierarse interruptivos de la
prescripción. Establece la norma: "La prescripción se interrumpe solamente por: a) La comisión
de otro delito; b) El primer llamado efectuado a una persona, en el marco de un proceso
judicial, con el objeto de recibirle declaración indagatoria por el delito investigado; c) El
requerimiento acusatorio de apertura o elevación a juicio, efectuado en la forma que lo
establezca la legislación procesal correspondiente; d) El auto de citación a juicio o acto
procesal equivalente; y e) El dictado de sentencia condenatoria, aunque la misma no se
encuentre firme. La prescripción corre, se suspende o se interrumpe separadamente para cada
delito y para cada uno de sus partícipes, con la excepción prevista en el segundo párrafo de
este artículo."

3) LA AMNISTIA: Esta facultad, otorgada por la Constitución Nacional al Congreso de


la Nación (art. 75 inc. 20), de borrar los efectos del delito en modo general, tiene
como consecuencia en los casos particulares impedir que continúe el ejercicio de
la acción sustentada en la pretensión de perseguir la condena de una determinada
persona, por un hecho cuya tipicidad se encuentre alcanzada por la amnistía. En
rigor de verdad no extingue la acción, puesto que la potestad de reclamar la
actuación de los órganos judiciales es intangible. La amnistía impide que los delitos
alcanzados por ella integren la pretensión y por ende, extingue cualquier proceso
iniciado con esa finalidad o impide que el proceso se inicie, pues el juez deberá
desestimar la acción con tal contenido. Como se verá más adelante, la ley procesal
prevé el modo de provocar la finalización del proceso por esta causal.

4) INDULTO: El Art. 99 inc. 5 de la Constitución Nacional, otorga al Presidente de la


Nación la potestad de indultar, es decir otorgar el perdón a personas condenadas
en el ámbito federal. Por sus características, facultad no es aplicable a los
procesados, aunque cirta jurisprudencia y doctrina actuales entienden que sí, con
el argumento de que resulta lógico que quien tiene la potestad de perdonar la
condena, tiene implícita la de terminar con el proceso antes de su imposición. Sin
embargo, este argumento que parece tan simple es un sofisma, porque en el juego
institucional el Poder Ejecutivo no puede inmiscuirse en el conocimiento y decisión
de causas judiciales (art. 99 de la Constitución Nacional) y su potestad en este
sentido es la del perdón tras la condena, tras un procedimiento determinado por
la misma Ley Fundamental. Ello, implica responsabilidades políticas determinadas
pues el perdón de un condenado no puede otorgarse por cualquier motivo sino
por los contemplados en la Constitución e, inclusive, afecta el derecho del
imputado a tener un juicio justo en el que pueda ser declarado inocente.

5) LA MUERTE DEL IMPUTADO: Otra causal anormal de extinción de la acción es la


muerte del imputado de haber cometido un delito, que tiene sobre la pretensión
el mismo efecto que la amnistía porque en nuestro derecho penal la persecución
solamente rige contra los autores, cómplices o encubridores del hecho delictivo
(art. 62 del Código Penal). Consecuentemente, la pretensión en este caso quedará
sin sustento ante la imposibilidad de obtener la condena del sujeto perseguido.

6) SUSPENSIÓN DEL JUCIO A PRUEBA

A) Concepto: Como art. 76 bis del Código Penal, se incorporó al sistema argentino
el instituto denominado “suspensión del juicio a prueba”, consistente en la
paralización del ejercicio de la acción con la conformidad del Fiscal, cuando el
imputado lo solicitare ofreciendo la reparación del perjuicio económico que
hubiere causado el hecho delictivo investigado y se someteriere al
cumplimiento de determinadas reglas de conducta, por un lapso de hasta tres
años.
B) Requisitos: * La pena de prisión: La redacción del art. 76 bis del Código Penal
ha generado numerosas controversias en la doctrina y la jurisprudencia, acerca
de si el instituto fue contemplado solamente para los delitos con pena máxima
de tres años de prisión o para todo supuesto de condena de ejecución
condicional, es decir que la sanción mínima prevista no supere los tres años de
prisión. Tal conclusión obedece a que, con criticable técnica legislativa, se
pretendió estructurar el sistema desde sus distintos ángulos en un mismo
artículo y paso por paso, contemplándose primero los aspectos objetivos -
delitos que lo admiten -, luego los subjetivos - pedido de aplicación,
ofrecimiento de reparación del perjuicio -, y luego condiciones mixtas de
procedibilidad. Del art. 76 bis del Código Penal, que originariamente se refiere
a las condiciones mixtas, objetivas y subjetivas, admite una interpretación
autónoma en el sentido que será posible la suspensión del juicio a prueba,
ante cualquier supuesto de condena condicional. Es decir que, como primer
recaudo legal objetivo, es imprescindible que el hecho reprochado admita la
condena condicional.

- LA PENA DE INHABILITACION: Excluye expresamente la ley la posibilidad


de suspender a prueba los juicios por hechos reprimidos con pena de
inhabilitación. Sólo puede justificarse técnicamente la excepción
mencionada en que éste tipo de pena aparece como alternativa o conjunta
con la de prisión en los tipos culposos. Sólo puede imponerse como pena
por consecuencia de una sentencia, de modo que sería inconstitucional
aplicarla como condición para la extinción de la acción por esta vía (art. 18
de la Constitución Nacional). En algunos fallos se entendió, para evitar las
situaciones injustas referidas, que la ley sólo se refiere a los delitos que
tienen prevista sólo pena de inhabilitación. Mas éste criterio que a primera
vista se adecua a la interpretación restrictiva de la ley penal, por el
principio de legalidad, pierde consistencia a poco que se analice la norma,
porque también prohíbe la suspensión del juicio cuando el imputado es
funcionario público. Y los delitos que tienen prevista sólo pena de
inhabilitación en el Código Penal, únicamente pueden ser cometidos por
funcionarios públicos, de modo que el obstáculo en cuestión sería
redundante si se adoptara el criterio restrictivo.

- LA PENA DE MULTA: Cuando la pena fuere exclusivamente una multa, la


extinción de la acción se obtiene por el pago del mínimo legal durante el
sumario y del máximo previsto en la etapa de juicio (art. 64 del Código
Penal). Siguiendo el mismo principio, el art 76 bis de la ley material
reclama que cuando la multa sea una pena conjunta o alternativa, deba
pagarse su monto para obtenerse la suspensión del juicio a prueba.

- EL AGENTE: Excluye también la ley, sólo como una cuestión de política


criminal, que los funcionarios públicos puedan acceder a la aplicación del
instituto. Nunca es aconsejable tal tipo de distinción y, al igual que en el
caso de las penas de inhabilitación, bastaba con dejar la cuestión en
manos de la discrecional facultad del fiscal, para conceder o no la
suspensión del juicio, según el caso concreto-
- EL OFRECIMIENTO: Es preciso que el imputado solicite, personalmente o
por su defensor, la suspensión del juicio a prueba y ofrezca la reparación
del daño material causado por el delito. La ley aclara al respecto que la
reparación debe ofrecerse “en la medida de lo posible”, circunstancia que
apunta a que el daño sea reparable materialmente y a que el imputado
esté en condiciones reales de efectuar la reparación material.

- CONFORMIDAD DEL FISCAL: es imprescindible la conformidad del titular


de la acción pública, el Ministerio Público Fiscal, para que quede habilitada
la decisión jurisdiccional. La ley no distingue sobre la motivación que
puede esgrimir la parte acusadora oficial para oponerse, lo que demuestra
que estamos ante una modalidad de principio de oportunidad. Entonces,
en la medida que la oposición del Ministerio Público sea razonablemente
fundamentada, aún en meros principios de política criminal o en las
características especiales del caso que justifiquen el juicio, el órgano
jurisdiccional carecerá de facultades para revisar los motivos esgrimidos.
Así lo reglamenta expresamente el art. 205 del Código Procesal Penal de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires. A partir de allí, la naturaleza del
instituto debe analizarse desde el texto legal y los argumentos que
pretenden encntrar en ellos un derecho no tienen un anclaje serio:

 Se ha afirmado, con base en la denominada tesis amplia de interpretación


del art. 76 bis del Código Penal, que se contemplan dos situaciones: una para
los delitos correccionales ( primero y segundo párrafos) y una distinta para los
criminales en los cuales cupiera la aplicación de la condena condicional (cuarto
párrafo) y en ese caso solamente sería requisito la conformidad fiscal en la
última categoría. Esta interpretación resulta muy forzada, pues para arribar a
ella en necesario hacer una disección de la norma que evidentemente
desnaturaliza el instituto, cuando además su simple lectura – y del debate
parlamentario – surge a que no fue es la intención del legislador. Además, una
consecuencia de tal interpretación sería que el ofrecimiento sobre la
reparación del perjuicio solamente deberá formularse para los delitos más
graves, cuando es en los menores donde es más sencilla la composición del
conflicto y, por otra parte, no tiene fundamento señalar que la conformidad
del Fiscal será un requisito vinculante para unos casos y no contemplarlo para
otros, cuando en ambas situaciones se trata de avanzar hacia la extinción de la
acción.

 También, se ha pretendido encontrar el fundamento de que se trata de un


derecho, la circunstancia de que la ley establece que el imputado podrá pedir
la suspensión del proceso. Pero, tal postura deja de lado que la misma ley
establece como requisito complementario que el juez la concederá si existiese
conformidad del fiscal, de manera que la facultad de pedir la aplicación del
instituto no tiene el alcance pretendido. En realidad, la ley contempla que la
aplicación de la suspensión del proceso debe partir del imputado, porque
importa el sometimiento a una serie de reglas de conducta que significan
restricciones patrimoniales – abandonar los efectos y reparar el perjuicio – y a
su libertad; en consecuencia, solamente pueden imponerse partiendo de la
manifiesta intención del interesado al respecto.
C) LA DECISION JUDICIAL: El tribunal, una vez habilitado por la conformidad del
Fiscal, analizará en primer término si se cumplen los requisitos objetivos, como
el monto de la pena prevista para el delito. Y si éste permite no supera en su
máximo los tres años de prisión o admite la condena condicional, según la
postura asumida, analizará a continuación si en caso de condenar al
requirente, le correspondería, en su criterio y en el caso puntual -arts. 26, 40 y
41 del Código Penal-, condena de ejecución condicional. Luego, la
razonabilidad del ofrecimiento de reparación del perjuicio y, finalmente, la
condiciones de cumplimiento que resulten adecuadas

D) NATURALEZA JURIDICA: la cuestión de la naturaleza jurídica no es cuestión


menor, no se trata de una garantía constitucional sino que el legislador puede
optar por considerarlo de manera aplia como un derecho acordad al
procesado o mas restringida como una variente del principio de oportunidad
en mano del ministerio publico. ante la negativa del Fiscal lo único que puede
revisar el órgano jurisdiccional es si no está sustentada en un fundamento
arbitrario, en cuyo caso podrá disponer que se realice un nuevo dictámen,
pero no subrogarse en la voluntad del representante del Ministerio Público y
conceder el beneficio, en tanto dicho órgano está dotado de independencia
funcional. el art. 18 de la Constitución Nacional reclama el juicio previo para la
imposición de una pena; pero es evidente que el sistema constitucional no
rechaza el sometimiento voluntario del imputado a las consecuencias de la ley
penal, si en forma libre se reconoce autor del delito investigado.

E) CONSECUENCIAS: La consecuencia natural de la suspensión del juicio a prueba,


como se expuso, es la extinción de la acción si el imputado cumple
regularmente las condiciones impuestas. Pero, para el caso de incumplimiento
voluntario el proceso continuará en legal forma, perdiendo el imputado el
derecho a la condicionalidad de la pena en caso de ser condenado, Tampoco
tendrá derecho a la restitución de lo que hubiere pagado como indemnización
y sólo podrá obtener los bienes - o su equivalente- vinculados al hecho que, al
solicitar la suspensión del juicio, hubiere abandonado a favor del Estado

F) MOMENTO PARA PEDIRLA: En el Código Procesal Penal de la Ciudad Autónoma


de Buenos Aires, se puede plantear en cualquier momento de la investigación
preparatoria y hasta el momento del debate. Inclusive, durante su curso si las
circunstancias emergentes de su desarrollo permitieran un cambio en la
calificación legal, que tornare posible la aplicación del instituto (art. 205). Pero,
por otra parte en el texto de los arts. 76 bis y ter del Código Penal, al igual que
en el resto del éste cuerpo legal, se distinguen las etapas del proceso en
instrucción y juicio (vrgr. art. 64) -ver el capítulo anterior sobre secuela del
juicio-, parece evidente que lo que el legislador quiso que se pueda suspender
es la etapa del plenario, hasta el momento de la iniciación del debate, pero la
legislación nacional en este aspecto es meramente supletoria, pues tratándose
de una cuestión procesal es potestad del derecho local. De todas maneras, es
conveniente aclarar que si lo que se pretende es suspender el juicio, parece
claro que iniciado el debate ya no pueda plantearse la cuestión, pues ya solo
resta la decisión jurisdiccional sobre el fondo del asunto, desde que no se trata
de una defensa formal que se pueda reservar para el caso en que la prueba
sea desfavorable. En mi criterio, y como lo resolvio la ley local (art. 205), el
único supuesto en que la cuestión podrá plantearse durante el debate es
cuando, como consecuencia de la prueba producida, se modifique la
calificación de manera que permita la condena condicional y quede habilitada
la suspensión del juicio a prueba. Es decir, cuando no pudo pedirse antes por
cuestiones objetivas y recién allí puede hacerse valer el derecho a plantear
esta vía extintiva de la acción

G) PAGO DE MULTA: El art. 64 del Código Penal, contempla que se extinga la


acción penal por el pago de la multa cuando se trata de delitos reprimidos
solamente con ese tipo de pena, y de las indemnizaciones pertinentes. La ley
contempla dos momentos procesales con diferentes demandas: si se paga
durante la investiación preparatoria (instrucción), deberá abonarse el mínimo
legal previsto. Si se paga durante la etapa de juicio, deberá abonarse el
máximo previsto para la obtención de la extinción de la acción. No tiene mayor
justificación la diferencia, salvo para evitar un desgaste jurisdiccional
innecesario

H) EXTINCION POR CADUCIDAD: la caducidad de la acción se produce por falta de


impulso de la parte actora e implica la perdida de su ejercicio, aunque no
impide que se la intente nuevamente si no opero la prescripción, es un
instituto vinculado al principio de la economía procesla y tiende a imponer a
quien ejerce la acción la carga de impulsar dentro de los términos previstos en
la ley. está contemplada para los procesos donde se ventilan conflictos
vinculados a pretensiones de derecho privado (civil o comercial) y aparece en
el proceso penal como un modo de limitar la persecución del Estado, en favor
del derecho del imputado a tener una rápida definición de su situación ante la
ley y la sociedad (art. 5 de la Convención Americana de Derechos Humanos, de
jerarquía constitucional conforme el art. 75 inc. 22 de la Constitución
Nacional). Se la contempla especialmente en sistemas acusatorios
adversariales, donde la carga del impulso está en manos de los acusadores,
sea el Ministerio Público o la querella.

La cuestión fue contemplada expresamente en el Código Procesal Penal de la


Ciudad Autónoma de Buenos Aires, al establecer que transcurridos cinco días
desde el vencimiento de los plazos contemplados en el art. 104, de tres meses
o sus prórrogas a partir de la intimación de los hechos al imputado,
corresponde el archivo de las actuaciones durante la investigación
preparatoria (art. 105) y en tal caso no podrá ser reabierta por el mismo
imputado. Y en este sistema no es previsible el riesgo de articulaciones que
deriven en la caducidad porque, atento el carácter desformalizado del
procedimiento y la inexistencia de expediente, es muy difícil imaginar los
supuestos en que ello pueda ocurrir, ya que cualquiera fuera el planteo de la
defensa y otra de las partes, nada impide que se continúe con la colección de
evidencia y se requiera el juicio en término. De todas maneras, como el plazo
comienza a correr con la intimación de los hechos al imputado, la buena
técnica procesal indica que conviene avanzar en la investigación en la mayor
medida posible para tener un cuadro probatorio suficiente antes de vincular al
sujeto pasivo al proceso con el acto formal de intimación sobre el hechos,
tanto para no formular una imputación errónea como para evitar la caducidad
por la demora en la colección de elementos de cargo.

CAPITULO IX : LA PRETENSION

La pretensión es el contenido de la acción, es el motivo por el cual se reclama la actuación del


órgano jurisdiccional y por ende, será el objeto del procesol. la pretensión penal un doble
aspecto substancial: acreditar en el marco del proceso la comisión del hecho delictivo y la
finalidad de lograr que se aplique al delincuente la consecuencia prevista de su conducta. Una
vez determinada en la etapa procesal pertinente, según el modo en que los procesos hubieran
sido estructurados por las leyes provinciales o federales, la parte fáctica de la pretensión no
puede ser modificada libremente sin perjuicio del derecho de defensa en juicio. Es la
imputación concreta que permitirá la debida respuesta del imputado y la que deberá ser
materia de prueba durante el debate.

INCIDENCIA EN LA ESTRUCTURA DE LOS PROCESOS: según el objeto de la controversia


planteada será la forma del proceso y por ello se los clasifica en relación con la pretensión en:

- Universal y singulares: los primeros abarcan todo el patrimonio de una


persona y atraen todos los conflictos vinculados al mismo, como el juicio
sucesorio o el de quiebra. Los segundos se vinculan con un solo conflicto o
tipo de conflicto, aunque nada impida se unifique en un mismo proceso
con distintas pretensiones siempre y cuando tengan algún vinculo.
- Por su objeto: puede ser el proceso de controvertido o voluntario. El
primer grupo representa al proceso típico, adversarial, puesto que supone
un conflicto entra partes. El segundo, es propio de una actividad
administrativa enocnmendada al poder judicial por las leyes.
- Por su finalidad: Puede ser constitutivo, declarativo o de condena.
Constitutivo cuando se pretende, controvertidamente, que se modifique
una situación jurídica anterior (divorcio, disolución de sociedad,
escrituración). Declarativo: Que se reconozca con efectos jurídicos una
situación de hecho existente (filiación). De condena: Que se imponga a la
otra parte, una obligación específica: de hacer, no hacer o entregar, o
someterse a una privación o restricción de libertad.
- Por su alcance: Puede ser de conocimiento acabado (o plenario) y de
conocimiento superficial. Los primeros, son procesos en los que se agotan
todos los aspectos de la controversia y se definen todas sus consecuencias
entre las partes. Los de conocimiento superficial, son procesos en los que
se analizan aspectos parciales de la controversia, dejando la posibilidad de
que otros, fundamentales o secundarios, se traten en otro proceso. Por
ejemplo los procesos ejecutivos, donde sólo puede cuestionarse el pago o
la inhabilidad del pagaré, pero no la causa de la obligación.
- Por su estructura: Conforme la complejidad de la pretensión y
consecuentemente la mayor o menor necesidad de plazos y amplitud
probatoria, se los divide en ordinarios y sumarios. Los procesos ordinarios
tienen en general los plazos más prolongados y etapas probatorias
amplias. Los sumarios se caracterizan por la concentración de actos y
acortamiento de plazos, como la imposición de ofrecer la prueba con la
demanda y el menor término concedido para contestar ésta o las vistas.

INCIDENCIA DE LA PRETENSION EN LA COMPETENCIA DE LOS TRIBUNALES:

la "competencia" es el ámbito o límite de aplicación de la jurisdicción. No deben ser


confundidos ambos conceptos aunque las leyes -como el Codigo Procesal Penal- y la
jurisprudencia suelen caer en el error de utilizarlos indistintamente para designar la
competencia. La limitación de la jurisdicción de tal manera, obedece a necesidades de
especialización, de división de tareas e, inclusive, a imposiciones institucionales, como
veremos a continuación.

LOS DISTINTOS AMBITOS DE COMPETENCIA SE DIVIDEN DE LAS SIGUENTE MANERA:

- POR SU SITUACIÓN INSTITUCIONAL: Los tribunales pueden tener


competencia para entender en asuntos federales u ordinarios. Los
primeros son la Corte Suprema de Justicia de la Nación y los tribunales
nacionales inferiores creados por el Congreso, encargados de entender en
los asuntos previstos en los arts. 115, 116 y 117 de la Constitución
Nacional y de las cuestiones ordinarias
- POR LA MATERIA: Cualquiera fuera el ámbito institucional, los tribunales
también se dividen por la materia por cuestiones de especialización. Así
encontramos juzgados con competencia civil, comercial, penal -dentro de
éste rubro también especializaciones como penal económico, correccional
o de menores-, laboral, contenciosos administrativo, etc. Nada impide que
conforme las necesidades y cúmulo de tareas, algunas competencias por
razón de la materia estén unidas en los mismos juzgados, como ocurre a
menudo con civil y comercial e inclusive entre éstas y minería
- POR EL TERRITORIO: Esta división de la competencia responde por un lado
a la necesidad de inmediación, es decir a la cercanía de los tribunales con
el lugar donde se desarrollaron los conflictos a dirimir y las partes, para
posibilitar el conocimiento más cercano y directo de los hechos y sujetos
involucrados.
- POR LA INTANCIA EN QUE INTERVIENEN O DE GRADO: Hay tribunales de
primera instancia, que son los de competencia plena inicial y que
intervienen de lleno en los asuntos asignados y tribunales de segunda
instancia, que son los revisores por vía de recurso de apelación o de
casación, que entienden sólo en las cuestiones que han sido materia de
recurso.
- POR EL TURNO: Dentro de los mismos ámbitos de competencia material y
territorial, cuando hay más de un juzgado se dividen su posibilidad de
intervención por turnos temporales o mediante sistemas de sorteo, que
aseguran la imparcialidad del tribunal y la distribución equitativa de
tareas.
CAPITULO X: LA DEFENSA

La Teoría de la Justicia de John Rawls opera aquí en su plenitud, porque los operadores que
establecieron el sistema previeron la hipótesis de la sumisión injusta al proceso SIST- y
privilegiaron la defensa. Es uno de los riesgos de vivir en sociedad, el verse sometido a proceso
en cualquiera de sus formas y el único modo de aventarlo es asegurando el estado jurídico de
inocencia y la defensa en juicio. El derecho de defensa es, entonces, un aspecto esencial de un
sistema y se manifiesta como la oposición a la prentesión, que se ha definido como el derecho
a ser oído. Es decir, la oportunidad de contestar la pretensión en tiempo oportuno para evitar
sus consecuencias y de probar libre y ampliamente lo alegado con tal fin. No es requisito
constitucional que el derecho de defensa en juicio sea utilizado eficazmente, sino que haya
exististido la concreta oportunidad de su ejercicio eficaz. Cabe, sin embargo, distinguir que en
materia penal, donde está en juego la libertad que es el más importante de los bienes relativos
a la dignidad individual, la jurisprudencia ha sostenido en forma pacífica que el estado de
indefensión, por omisión o ejercicio deficiente de la defensa, es inconstitucional y debe ser
reparado para considerar válidos los actos procesales consecuentes. Más allá de las
características del sistema y para que no quepan dudas al respecto, la Constitución Nacional ha
previsto expresamente este derecho (arts. 17 y 18), dando inclusive raigambre institucional al
Ministerio Público de la Defensa, en paridad con el Ministerio Público Fiscal (art. 120 de la
Constitución Nacional, 124 y 125 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires),
dotando a sus mimbros de estabilidad, intangibilidad en las remuneraciones e inmunidades
funcionales. Y los pactos internacionales incorporados por el art. 75 inc. 22 de la Carta
Fundamental, han desarrollado ampliamente el derecho de defensa en juicio, en su aspecto de
oposición a la acción, consagrando las variantes del debido proceso legal que hacen a la
precisión de la imputación, la posibilidad de controlar la prueba de cargo, la doble instancia
para el control de la sentencia condenatoria, denominada en doctrina el “doble conforme” y la
asistencia letrada desde el comienzo del proceso. el modo en que se ejercerá la defensa estará
íntimamente vinculado al sistema procesal, pues difiere substancialmente en el modo escrito y
en el oral. En el primero, caracterizado por una estricta formalidad y dominado por el rigor
lógico del expediente, la defensa se sustenta en la posibilidad de control de los actos
protocolizados y su estrategia suele basarse en la búsqueda de fallas formales tanto como en
la respuesta a la imputación; mientras que cuanto más puro es el sistema oral la defensa
deberá adecuarse a las características del sistema adversarial y a la teoría del caso. La
estrategia de la defensa también es variable según el sistema brinde soluciones alternativas a
la pena, como la conciliación o la composición, y cuanto más amplio o restringido sea el
principio de oportunidad para la extición de la acción. Aunque parezca que la defensa en el
sistema escrito ofrece mayores posibilidades al imputado, la experiencia demuestra todo lo
contrario. No solo por la mayor celeridad del proceso, sino fundamentalmente porque esa
celeridad redunda en la rápida decisión si es inocente – o no reprochable por cualquier motivo
– y en sentencias más adecuadas si fuera culpable, porque los tribunales no se verán
compelidos a justificar los montos de las penas por la demora del trámite, como suele ocurrir.
Por otra parte, la oralidad permite un mejor y más directo conocimiento de las pruebas por el
Juez, desaparece la delegación de funciones y con ello mejora la calidad de la respuesta, al
tiempo que normalmente el proceso escrito, aunque solo fuera en su etapa de instrucción,
termina constituyendo un caso más alejado de la realidad pero con peso propio, que resulta
más difícil desvirtuar. Esto último ocurre porque la recepción de las pruebas, especialmente las
testimoniales, queda tamizada por el operador judicial que las incorpora y la interpretación
posterior resultará contaminada por aquel tamiz, dificultándose la posibilidad de
controvertirlas para las partes. La labor de percepción de la prueba se trastoca en una tarea de
interpretación, con todos los elementos subjetivos que ello conlleva.

DEFENSA OFICIAL: Las normas procesales y la tradición forense en nuestro país, habían
interpetado el derecho de defensa en juicio en forma amplia, asegurando al imputado la
asistencia letrada gratuita en todo proceso penal, aunque no designara letrado particular. Está
claro que la concepción del Ministerio Público de la Defensa no puede tener las mismas notas
de estructura jerárquica que el Ministerio Público Fiscal, porque cada defensor oficial se debe
a los mandatos e intereses de su patrocinado, con lo que deberá cambiar su argumentación,
de ser necesario, conforme las necesidades de cada caso. Por otra parte, la institución debe
asumir un rol protagónico en la defensa de sectores desprotegidos necesitados de respuesta
judicial, como los menores e incapaces desamparados o en peligro material o moral, o los
pobres y ausentes en materia civil, la asesoría en materia familiar, etc., cuestiones estas
últimas que la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y sus leyes reglamentarias
(ley 1903) asignan a la Aseoría General Tutelar. Es decir, que en estructuras sociales complejas,
de gran litigiosidad como ocurre en nuestras grandes urbes y con una función tuitiva creciente
por parte del Estado, al haber adquirido el Ministerio Público de la Defensa la jerarquía
institucional que le brindó el art. 120 de la Carta Fundamental, su desarrollo tendrá en un
corto lapso un carácter trascendente y difícil de precisar, no menor que el del Ministerio
Público Fiscal.

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