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0. INTRODUCCIÓN
3. BIBLIOGRAFÍA
0.INTRODUCCIÓN
Movimiento y música se encuentran estrechamente vinculados, nacen simultáneamente de la
necesidad de expresión. El niño desde el momento de su nacimiento se halla inmerso en un mundo
exterior a él, formado por los objetos y por los demás del que depende totalmente. La percepción de
ese mundo exterior, así como su relación con el mismo, la lleva a cabo con su cuerpo. El cuerpo del
niño es la fuente inicial de todo conocimiento. A través del movimiento corporal el niño aprende a
reconocerse a sí mismo y a conocer el mundo que le rodea, en una dimensión. Tanto física como
afectiva. Se ha dicho que el movimiento es el pensamiento en acción. En efecto, parece que el
movimiento sea la primera forma de pensamiento, la que condiciona la aparición del pensamiento
abstracto. Es por tanto, simultáneamente, un producto del psiquismo y un factor de construcción y
modelado de este último.
La psicomotricidad es una percepción del desarrollo, según la cual se considera que existe
una identidad entre las funciones neuromotrices del organismo y sus funciones psíquicas. También
se puede definir como el conjunto de métodos y técnicas que se centran en el cuerpo y en el
movimiento como medios para conseguir un mejor desarrollo de la personalidad y una mejor
relación y comunicación del individuo con el medio que le rodea. Desde el punto de vista educativo,
el papel de la educación psicomotriz está en función de las etapas de desarrollo del niño. En un
primer momento jugará un papel central en cuanto que constituye el fundamento del desarrollo
afectivo e intelectual. Más tarde mantendrá una estrecha relación con diversas actividades escolares
con las que concurrirá simultáneamente al desarrollo integral de la personalidad.
a.- Esquema corporal: La adquisición de un esquema corporal bien integrado constituye uno de
los objetivos principales de la Educación Psicomotriz (el conocimiento y reconocimiento de uno
mismo). El esquema corporal consiste en la representación mental del propio cuerpo, de sus
segmentos, de sus posibilidades de movimiento y de sus limitaciones espaciales. La conciencia de
todos los segmentos corporales y de sus posibilidades de movimiento es lo que permite la
elaboración mental del gesto preciso a realizar previamente a su ejecución, y a la posibilidad de
corregir los movimientos innecesarios e inadaptados.
El esquema corporal no es algo que venga dado ya desde el nacimiento, sino que su
elaboración se va construyendo por medio de múltiples experiencias motrices, a través de las
informaciones que proporcionan los órganos de los sentidos y todas las sensaciones propio
perceptivas que surgen en el propio movimiento corporal. La construcción correcta del esquema
corporal se utiliza cuando se acomodan perfectamente las posibilidades motrices con el mudo
exterior. El desarrollo del esquema corporal depende tanto de la maduración del sistema nervioso
como de la propia acción corporal; está influido por el medio ambiente donde se desenvuelve al
niño y por la relación afectiva con las personas de su ámbito; está determinado por la representación
que el niño hace de sí mismo y de los objetos de su mundo con los que se relaciona.
b.- Tonicidad: La ejecución de un acto motor de tipo voluntario implica el control del “tono” de los
músculos, control que tiene su base en las primeras experiencias sensomotoras del niño. Para
realizar cualquier movimiento o acción corporal es necesario que unos músculos alcancen un
determinado grado de tensión, así como que otros se inhiban o relajen. El tono muscular necesario
para realizar cualquier movimiento está, pues, sometido y regulado por el sistema nervioso. Para
desarrollar el control de la tonicidad utilizaremos ejercicios que proporcionen al niño la máxima
diversidad de sensaciones posibles de su propio cuerpo, en diversas posiciones (de pie, sentado, a
gatas…), en actitudes estáticas o en desplazamientos, y todo ello con distintos grados de dificultad
que exijan al niño adoptar para cada uno de sus segmentos corporales diversos grados de tensión
muscular. Además, merece una atención especial en este sentido el uso de ejercicios de relajación.
Es el mayor o menor grado de tensión y relajación que necesitan los músculos para realizar
cualquier actividad. Tiene su base en las primeras experiencias sensomotoras del niño. Es regulada
por el sistema nervioso. Para desarrollar el control de la tonicidad utilizaremos ejercicios tendentes
a proporcionar al niño el máximo de sensaciones posibles de su propio cuerpo, en diversas
posiciones. Dentro del desarrollo del control tónico merece atención especial el uso de ejercicios de
relajación. Podemos distinguir en primer lugar dos tipos de relajación: global y segmentaria, y en
segundo lugar automática y consciente. La relajación automática tanto global como segmentaria,
debe ser utilizada de forma general después de ejercicios que hayan producido un estado de fatiga.
La relajación consciente entraña un dominio y conocimiento del esquema corporal que no se
alcanzará antes de los 6-7 años generalmente.
c.- Control Postural: El equilibrio o Control Postural es uno de los componentes fundamentales
del esquema corporal, y reposa sobre las experiencias sensomotoras del niño. La falta de equilibrio
trae como consecuencia la pérdida de la consciencia de la movilidad de algunos segmentos
corporales, lo que afecta a la correcta construcción del esquema corporal y acapara mayor atención
en detrimento de las demás actividades. El equilibrio constituye la base de la actividad relacional y
el sustrato físico de la capacidad de iniciativa y de autonomía del niño: casi todos los niños que
presentan dificultades en su equilibrio suelen ser tímidos, retraídos y excesivamente dependientes,
quizás como consecuencia de múltiples frustraciones y fracasos vividos en experiencias como:
correr, saltar, trepar etc., que constituyen la base física y real de la capacidad de autonomía e
iniciativa en cualquier niño.
Es el equilibrio del cuerpo en sentido estático y dinámico. Es fundamental para la liberación de los
miembros superiores y para la autonomía del niño. Casi todos los niños que presentan dificultades
en su equilibración, suelen ser tímidos y retraídos, quizás como consecuencia de las múltiples
frustraciones y fracasos vividos en experiencias tales como correr, saltar, etc. También es esencial
como una de las condiciones necesarias para una correcta estructuración y orientación espacial.
e.- Estructuración espacial.- La noción del espacio no es una noción simple, sino una noción que
se elabora y diversifica progresivamente en el transcurso del desarrollo psicomotor del niño. Es, en
principio, la diferenciación del Yo corporal con respecto al mundo exterior. A partir de la percepción
del propio cuerpo, y sobre esta base de referencia, es cuando puede ser percibido el espacio exterior.
El desarrollo de la estructuración espacial será propiciado mediante actividades que impliquen
diversos desplazamientos, itinerarios, observación de móviles, manipulaciones, construcciones, las
cuales darán ocasión para descubrir y asimilar las diversas orientaciones y relaciones espaciales.
f.- Estructuración temporal. La organización del tiempo es otra de las bases fundamentales del
desarrollo psicomotor. El tiempo está al principio íntimamente ligado al espacio. Pero este tiempo
es inmaterial, no puede ser objetivado ni expresado en su duración más que por el sonido. Cuando
el sonido vuelve o se acentúa a intervalos regulares, se hace estructura rítmica. La educación
consistirá en buscar la puesta en concordancia entre el ritmo sonoro y el gesto. La estructuración
temporal será desarrollada a través de actividades fundamentalmente rítmicas, cuyo valor educativo
es verdaderamente importante, por cuanto desarrollan en el niño sus procesos de inhibición.
La estructuración espacio-temporal está muy ligada a la lateralidad, por ello una mala
estructuración puede llevar a una lateralidad no bien definida o una lateralidad cruzada y como
consecuencia un déficit en las tareas que exijan un fuerte componente de tipo espacio-temporal. En
el desarrollo del niño debe favorecerse la lateralidad porque es fundamental en el equilibrio
psicomotor, en la adquisición de las nociones espacio-temporales, en el desarrollo del esquema
corporal y en el aprendizaje de la lectoescritura. En las formas más comunes se trata casi siempre de
una dificultad en la ejecución de actos complejos de la vida diaria (falta de destreza) en la que se
incluyen varios tipos:
– Atrasos motores: Hacen referencia a un retraso en el desarrollo motor. Presentan un cierto retraso
con respecto al niño “normal” de su misma edad.
– Alteraciones en los procesos de atención: el estado de atención es una respuesta ante
determinados estímulos, que se acompaña de reacciones concomitantes en la tensión muscular y en
la respiración. Por ello, los niños que no han conseguido controlar estos aspectos suelen tener
grandes dificultades en concentrar su atención en las tareas de tipo escolar, que se agrava por el
hecho de que la falta de control de estos elementos conduce fácilmente a la fatiga, estando
incompatible con la atención.
– Alteraciones de la organización y estructuración espacio-temporal: Las dificultades de
orientación y organización espacio-temporales están a menudo relacionadas con dificultades de
lateralización. Los problemas de dominancia lateral suelen aparecer porque no se ha determinado
una dominancia neta, con lo cual tampoco se establece una buena coordinación entre la parte del
cuerpo dominante (encargada de la actividad de precisión) y la no dominante (encargada de las
actividades de apoyo). Estas alteraciones inciden especialmente en las dificultades de aprendizaje
de lectura (dislexia), escritura (disgrafía), ortografía (disortografía), y cálculo (discalculia). Por otro
lado, existe una clara relación entre lateralidad y lenguaje, el lenguaje está regulado, a nivel
cerebral, por el hemisferio dominante; de aquí que una dificultad en el establecimiento de la
dominancia hemisférica pueda traer como consecuencia alteraciones en las actividades de tipo
lingüístico.
– Trastornos de las “praxis” (dispraxias): Se refieren a la imposibilidad de ejecutar series de
movimientos coordinados encaminados a la consecución de un objetivo: el niño sabe lo que debe
hacer, no tiene imposibilidad motriz para ejecutar el gesto, pero no puede realizarlo debido a
trastornos del esquema corporal que impiden la coordinación e integración adecuadas en el espacio
y en el tiempo.
La actividad musical, por su parte, ofrece así mismo múltiples aspectos que favorecen el
adecuado desarrollo de la Educación Psicomotriz. La Música como estímulo sonoro exterior, al
entrar en contacto con las zonas receptivas del niño (sentidos, afecto, mente) tiende a penetrar e
interiorizarse, induciendo a un mundo sonoro interno (reflejo directo o representación de aquél) que
a su vez tenderá naturalmente a proyectarse en forma de respuesta o de expresión musical.
Inicialmente, la sensación musical comporta una respuesta motriz. De acuerdo con las distintas
calidades receptoras del niño y sin intervención de la conciencia mental, los datos musicales serán
registrados con mayor o menor nitidez, progresivamente separados sus elementos, simplificados,
recompuestos, organizados, fijados, en un proceso perceptivo. En esta segunda etapa, donde se
produce una progresiva y natural diferenciación de los elementos musicales, el niño manifiesta a
través del lenguaje hablado una respuesta de carácter marcadamente afectivo al estímulo musical.
Esta participación afectiva conlleva una respuesta de manipulación espontánea del material sonoro,
especialmente a través del canto. Por otra parte , la música contribuye esencialmente al desarrollo
de la Educación Psicomotriz aportando innumerables actividades, basadas generalmente en el
juego, que favorecen la adecuada coordinación y control psicomotor, a través de una dimensión
rítmica fundamental.
Ya que mediante el trabajo de los distintos elementos musicales ayudaremos al niño a tomar
conciencia de su cuerpo. Así cuando utiliza su propio cuerpo como instrumento de percusión va
adquiriendo mayor dominio de él y sus posibilidades. Lo mismo ocurrirá con su voz, reconociendo
en ella distintas características de los sonidos y adquiriendo una mejor utilización de las mismas,
favoreciendo una buena respiración, articulación y forma adecuada de la emisión de la voz. Por otro
lado, la manipulación de los instrumentos musicales pondrá al niño en contacto con el mundo de los
objetos.
b) Contenidos
- Conocimientos musicales.
- Formas de desplazamiento.
- Forma de los movimientos (elásticos, duros, suaves, etc.)
- Sentido direccional.
- Pasos típicos de marcha, de valse, etc.
- Posibilidades de agrupamiento y distribución.
- Ejercicios con desplazamiento.
- Ejercicios sin desplazamiento.
- Utilización de otros materiales didácticos, como pelotas, aros, cintas, etc., además del puramente
musical.
- Ejercicios para crear automatismo.
- Ejercicios de reacción espontánea.
c) Metodología
El movimiento nos brinda un sin fin de posibilidades y recursos para la educación, en
especial para los niños más pequeños, que cuando llegan a la edad escolar, se ven coartados y faltos
de su actividad usual (el juego) y de la posibilidad de moverse de un lado para otro sin parar. Los
ejercicios irán acompañados de un instrumento, rítmico o melódico, incluyendo también, la propia
voz y el canto, unas veces es el profesor quien los utiliza, y en otras ocasiones, es conveniente que
los niños (alumnos) sean capaces de dirigir las actividades para que se acostumbren a marcar la
velocidad adecuada, los matices, acentos, etc...
Estos ejercicios se pueden enfocar de dos formas diferentes, según queramos trabajar en el
niño la adquisición de automatismos o provocar reacciones espontáneas. En los ejercicios de
reacción, en ningún caso haríamos una distribución regular, puesto que entonces, no necesitan
prestar atención al cambio, pues de forma natural captan la regularidad en el tiempo.
Entre los PRIMEROS (adquisición de automatismos) tenemos:
- Ejercicios con o sin desplazamientos sobre un ritmo de períodos regulares.
- Ejercicios con acentuaciones de distribución regular.
- Ejercicios con cambio regular de matices.
- Ejercicios con cambio regular de timbres.
3. BIBLIOGRAFÍA
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Azahara Arévalo Galán
Preparadora Educación Musical