Es irónico que el trabajo más creativo de Einstein, la teoría general de la
relatividad, se reduzca a conceptualizar el espacio como un medio cuando su premisa
original [en la relatividad especial] era que no existía tal medio [...] La palabra «éter» tiene mucho connotaciones negativas en la física teórica debido a su asociación pasada con la oposición a la relatividad. Esto es desafortunado porque, desprovisto de estas connotaciones, captura bastante bien la forma en que la mayoría de los físicos piensan realmente sobre el vacío... La relatividad en realidad no dice nada acerca de la existencia o inexistencia de materia que impregna el universo, solo que dicha materia debe tener simetría relativista. [..] Resulta que tal materia existe. Aproximadamente al momento en que se aceptó la relatividad, los estudios de radioactividad comenzaron a mostrar que el vacío vacío del espacio tenía una estructura espectroscópica similar a la de los sólidos y fluidos cuánticos ordinarios. Los estudios posteriores con grandes aceleradores de partículas nos han llevado a comprender que el espacio es más como una pieza de vidrio de ventana que el vacío ideal de Newton. Está lleno de «cosas» que normalmente son transparentes, pero pueden hacerse visibles si se golpean con la fuerza suficiente para eliminar una parte. El concepto moderno del vacío del espacio, confirmado cada día por el experimento, es un éter relativista. Pero no lo llamamos así porque es tabú.[61]