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¿Qué es educar? En relación a la educación formal, Carlos Cullen (1997) afirma que educar no
es una esencia o una idea arquetípica sino una historia de complejas prácticas sociales. La
educación puede entenderse así como un discurso, o mejor dicho, como una práctica social
discursiva. Por lo tanto, en las razones de educar hay conflictos de interpretaciones, luchas por
la hegemonía, imposiciones ideológicas, construcción de subjetividad y de realidad social. La
educación no tiene una razón única que defina su “objetividad”, sino que a su presencia
dispersa la determinan “razones de educar”, que legitiman razones sociales, políticas,
económicas y culturales.
¿Y qué es enseñar? C. Coll, plantea que todo acto de enseñar implica el ajuste constante y
sostenido de la ayuda prestada a la actividad constructiva del alumno, es decir la ayuda
pedagógica a los progresos, dificultades, bloqueos, etc., que experimenta el alumno en el
proceso de construcción de significados.
Sujeto pedagógico El modelo de enseñanza debe partir de las habilidades básicas que el
alumno domina, de los esquemas conceptuales que posee y de las valoraciones y actitudes
desde los cuales contextualizará cada nueva experiencia que se le presentará –en tanto
contenido que ha de aprender– de manera interesante y problematizadora. Esta concepción
supone la realización, por parte del alumno, de una síntesis significativa entre el nuevo
conocimiento a adquirir y el conocimiento que ya posee.
Esto último puede relacionarse con el planteo de Graciela Frigerio sobre el concepto de
transposición didáctica, el cual alude a “un proceso complejo de transformaciones adaptativas
por el cual el conocimiento erudito se constituye en conocimiento u objeto a enseñar y éste en
objeto de enseñanza (o conocimiento enseñado)”. En palabras de Chevallard, “trabajo que
transforma un objeto de saber en un objeto de enseñanza”.
En esta misma línea argumental, el sujeto que aprende es considerado un sujeto que produce
sentidos, una totalidad integrada en interacción con el sujeto que enseña y el objeto de
conocimiento. El sujeto de la educación no es un “mero educando” sino un miembro de la
institución educativa, con deberes y derechos, inteligente y crítico, con capacidad para opinar
y decidir, en suma, un sujeto sociopolítico cultural.
Abordar el sujeto es, en primer lugar, contextualizarlo en el tiempo histórico, social y cultural
en el que se desarrolla. Es también ubicarlo en una institución escolar y en una situación de
aprendizaje sistemático. En este sentido, participa de un vínculo que lo conecta con su entorno
familiar y social, con el docente, con sus compañeros y con el objeto de conocimiento.
REFERENCIAS
Chevallard, I. (1987). La transposición didáctica. Del saber sabio al saber enseñado. Buenos
Aires: Aique.
Cullen, C. (1997). Crítica de las razones de educar. Temas de filosofía de la educación. Buenos
Aires: Paidós.
Frigerio, G. (et al.) (2004). Las instituciones educativas cara y ceca: elementos para su
comprensión. Buenos Aires: Troquel.