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JORGE PRADA SÁNCHEZ

Magistrado ponente

SL1888-2019
Radicación n.° 64703
Acta 16

Bogotá, D. C., veintinueve (29) de mayo de dos mil


diecinueve (2019).

La Sala decide el recurso de casación interpuesto por


JAIME ANDRÉS GONZÁLEZ GÓMEZ y SARA LUCÍA
GONZÁLEZ AFANADOR, representada por XIOMARA
AFANADOR MANTILLA, contra la sentencia proferida por
la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Bucaramanga, el 21 de junio de 2013, en el proceso que
instauraron contra la CAJA NACIONAL DE PREVISIÓN
SOCIAL –CAJANAL, hoy UGPP, con la intervención de
YOLY ESPERANZA PÁEZ TORRADO.

I. ANTECEDENTES

Los recurrentes (fls. 42-49 y 54-55), llamaron a juicio


a Cajanal y a Yoly Esperanza Páez Torrado «como

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litisconsorte necesaria», con el fin de que se les reconociera


como únicos beneficiarios del causante Jaime González
Porras y, en consecuencia, se condenara a dicha entidad a
pagarles el 50% de la pensión de sobrevivientes retenido
desde el 2 de julio de 2002, hasta el mes de abril de 2007 a
favor de ambos y, a partir de esta fecha y hasta que «pierda
cualquier derecho», a la segunda. Además, pidieron la
indexación y las costas del proceso.

Se presentaron como hijos de Jaime González Porras,


pensionado por la entidad demandada según Resolución
030083 de 2000, e informaron que, a la muerte de aquel -el
25 de noviembre de 2001- reclamaron la pensión por
sobrevivencia y esta les fue reconocida en un 50%,
mediante Resolución 16638 de 2002. El porcentaje
restante, quedó «en suspenso hasta que la justicia ordinaria
decidiese sobre la controversia que se suscita alrededor de la
convivencia de la señora Yoly Esperanza Páez Torrado, con
el señor GONZÁLEZ PORRAS». Manifestaron que la señora Páez
Torrado no habría iniciado trámite judicial alguno para
procurarse la porción retenida por Cajanal.

Yoly Esperanza Páez Torrado (fls. 66-70) formuló


demanda contra Cajanal con el fin de obtener el pago de la
porción mencionada, junto con la indexación y las costas
del proceso, con sustento en que convivió con el pensionado
«desde mediados de 1998 hasta el día de la muerte del
primero».

Cajanal no contestó las demandas (fl. 71 y 112).

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II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Primero Laboral del Circuito de


Bucaramanga, mediante fallo del 12 de diciembre de 2011
(fls. 151-157), reconoció a Yoly Esperanza Páez Torrado el
derecho al 50% de la prestación, a partir del 26 de
noviembre de 2001; ordenó el pago del porcentaje restante a
favor de Sara Lucía González Afanador, «hasta que cumpla
25 años de edad»; condenó en costas a los demandantes y
absolvió de lo demás.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Apelaron Jaime Andrés González Gómez y Sara Lucía


González Afanador. El Tribunal revocó la decisión de primer
grado y en su lugar, absolvió a la demandada, con costas a
la parte demandante.

Advirtió que el a quo incurrió en un «exabrupto


jurídico, in procedendo», al variar la calidad de los sujetos
procesales «y ubicar a quien a la postre se benefició de la
decisión, dentro de la relación sustancial objeto del litigio, sin
serlo». Tras remitirse a las pretensiones de la demanda
formulada por los apelantes, se detuvo en la vinculación de
Yoly Esperanza Páez Torrado como «litisconsorte necesaria»;
reprochó que en lugar de contestar la demanda inicial, «que
era la actuación procesal que demandaba dicho sujeto
procesal», la mencionada señora formulara sus propias
pretensiones, «circunstancia que, pasó por alto el instructor

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de la época, y la cognoscente siquiera advirtió al decidir de


fondo la Litis».
Consideró que lo anterior perjudicó el resultado del
proceso, en tanto:

[…] lo idóneo era atender la demanda, y las eventuales


contrademandas, de quienes se consideraran beneficiarios del
derecho discutido; en manera alguna decidir el derecho debatido,
a favor de quien integró el litisconsorcio, ya que la conformación
del contradictorio, en la forma y estructura metodológica que
estableció el a quo, en modo alguno podía soportar, el
reconocimiento de derechos en esa tercera, en una decisión de
fondo, atendiendo la naturaleza del instituto litisconsorcial
necesario; pues su intervención no mutó el objeto del proceso,
que mantuvo la defensa de un idéntico interés en el juicio, el
propuesto en la demanda, y respecto de la cual se debió decidir;
y ajeno por completo del actuar procesal de la litisconsorte
necesaria, en relación con el objeto del proceso.

Bajo tal raigambre, al desatar la cognoscente de primer grado,


las aspiraciones que trajo consigo la litisconsorte necesaria,
conculcó la relación jurídica y situación procesal de las partes
inmersas en la lid, demandante-demandada y litisconsorte;
pues, como se indicó en epígrafes antelados, la posición procesal
que asumió la llamada en litisconsorcio, no era atendible en el
proceso, por asomar una postura que desconoció su verdadera
posición procesal, como tercera interviniente, al actuar como
demandante propiamente dicha, sin serlo; irrespetando el
instrumento jurídico dispuesto para dicho fin.

Con todo ello, lo advertido tiene virtud para derruir la decisión de


primera instancia, al tratarse de un punto que no fue puesto en
discusión por el recurso de apelación, en los términos distintos
del analizado; es la razón por la que, en cuanto refiere a los
desprolijos con carácter de manifiestos, en el orden procesal, en
que incurrió la sentenciadora de primer grado, la providencia
gravada será revocada, para en su lugar absolver a la pasiva; a
partir de la censura que de oficio edifica la Sala, íntimamente
ligada con los desafueros de la decisión, planteados por
recurrente, el alcance de la sentencia de primer grado; porque en
efecto, la juez de primera instancia, debió circunscribir su
atención, atendiendo el principio de congruencia (…), a las
pretensiones de la demanda. (…).

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Luego de referirse al artículo 66A del Código de


Procedimiento Laboral, se preguntó si «las alegaciones de la
censura guardan consonancia con la decisión de primer
grado». En respuesta, estimó procedente «acoger, por razón
de la censura, la proposición de revocatoria de la decisión de
primera instancia, alegando que la decisión de fondo,
determinó la concesión de un derecho, en quien no era parte
del conflicto de intereses que debatió el juicio». No obstante,
concluyó que eso no era suficiente para conceder el derecho
en su totalidad a los hijos del causante, porque:

[…] i) el 50% de lo que reclama la demanda, fue dejado en


suspenso, hasta tanto la ahora litisconsorte necesaria, Yoly
Esperanza Páez Torrado, discutiera ante la justicia ordinaria, el
conflicto que evidenció la administradora de pensiones, ante la
reclamación de la pensión de sobrevivientes; ii) esa definición,
frente a quien alegó ser compañera permanente, se edifica en
una condición suspensiva, y presupuesto para el análisis del
derecho que procuran los actores; y iii) al proceso no se trajo
prueba de la ocurrencia de esa condición suspensiva, esto es, la
desestimación del derecho, de la litisconsorte necesaria,
necesaria para el reconocimiento del derecho de los
demandantes, en el reclamo del 50% dejado en suspenso por la
administradora de pensiones.

Estimó que el condicionamiento impuesto por Cajanal,


constituye:

[…] un impedimento jurídico, tanto para la reclamante, como para


los restantes beneficiarios del derecho; en el sentido de que ese
porcentaje de la pensión (…) no es susceptible de sustituir,
mientras no exista una definición judicial, sobre el derecho
reclamado, por quien adujo su condición de compañera
permanente del pensionado.

Se trata entonces de una condición, que impide a la


administradora de pensiones, dirimir el derecho, a favor de la

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compañera, o de los beneficiarios reconocidos de la pensión de


sobrevivientes, mientras una decisión judicial, o las partes de
común acuerdo, o por conciliación, definan la controversia que se
suscitó en razón del derecho de sobrevivientes.

[…]
En tal escenario jurídico, correspondía a la parte actora, en
procura del derecho suplicado, acreditar en el proceso el
cumplimiento de la condición a la que estaba supeditada la
sustitución de la pensión, en el 50% dejado en suspenso por la
administradora de pensiones, y ello no ocurrió; pues en la Litis
no se cuenta con medio probatorio alguno, que denote la
existencia de un pronunciamiento judicial, que otorgue, o niegue
el derecho de sobrevivientes, de quien se convocó al proceso
como litisconsorte necesaria, Yoly Esperanza Páez Torrado, ni
acuerdo, legalmente válido, en el que las partes transaran sus
controversias; y la omisión probatoria, por la senda de
acreditación del derecho, en los términos que exige el artículo
177 del CPC, se estructura con fuerza suficiente para desestimar
las aspiraciones de la demanda.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por los demandantes, fue concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte, que procede a resolverlo.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretenden que la Corte case la sentencia recurrida, en


cuanto asentó que el «Juez de primera instancia no podía
variar la calidad de los sujetos procesales y ubicar a quien a
la postre se benefició de la decisión», para que, en sede de
instancia, proceda a «estudiar las pretensiones de la
demanda».

Con tal propósito formulan un cargo, por la causal


primera de casación, replicado por la UGPP.

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VI. CARGO ÚNICO

Denuncian violación directa de los artículos 57 del


Decreto 1848 de 1969 y 177 del Código de Procedimiento
Civil, «por violaciones de medio de normas procesales».
Recuerdan que el Tribunal sostuvo que la decisión de
primer grado debía ser revocada, porque el a quo se ocupó,
impropiamente, de resolver sobre el derecho de la
compañera supérstite, siendo que esta no hacía parte de la
«relación sustancial», de suerte que fue ubicada en «una
posición procesal que no corresponde a la convocada como
tercero», en palabras del fallador de segunda instancia.

Estiman que como corolario de lo anterior, el juez


colegiado se abstuvo de reconocer derecho alguno bajo el
supuesto de que «no se encontró medio probatorio que
denotara la existencia de un pronunciamiento judicial, que
otorgara o negara el derecho de sobrevivientes de quien se
convocó al proceso como litisconsorte necesaria (…), ni
acuerdo legalmente válido, en el cual las partes transaran
sus controversias».

Sostienen que el sentido de la decisión censurada crea


una «exigencia imposible de cumplir», a más que constituye
un «exabrupto» que se exija un nuevo proceso para discutir
los mismos hechos, en la medida en que «la demanda
estaba encaminada a definir de una vez por todas, la
controversia que en un primer momento había generado la
suspensión de la pensión gracia por parte de CAJANAL».
Concluyen:

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Entonces no se entiende como el Tribunal Advierte (sic) que no


hubo un pronunciamiento judicial previo a definir la misma
situación que se intenta resolver en el presente proceso. Si se
toma este procedimiento al pie de la letra, sería imposible
adelantar procesos que tenga (sic) circunstancias similares.

Tampoco el Tribunal definió el derecho sustancial, porque


prácticamente exigió que el proceso adolece de una prueba que
se centra en allegar una providencia que definiera el mismo
asunto que se intentaba tratar en el presente proceso, cayendo
exactamente en un círculo vicioso que por obvias razones no tiene
salida.

VII. RÉPLICA

La UGPP, sucesora procesal de Cajanal, sostiene que


el cargo no puede prosperar, porque el Decreto 1848 de
1969 es apenas reglamentario del Decreto Ley 3135 de
1968, que sí constituye la norma sustancial y no es
invocado para sustentar el recurso; que además, no se
precisa de qué manera fue transgredido el artículo 177 del
Código de Procedimiento Civil.

VIII. CONSIDERACIONES

Aunque el cargo no es un modelo de técnica y


argumentación, es posible entender que persigue demostrar
que el juez colegiado ignoró las disposiciones que gobiernan
la intervención de terceros en los procesos y equivocó el
alcance de las que regulan la carga de la prueba, en
particular, el artículo 177 del Código de Procedimiento Civil,
según el cual, «incumbe a las partes probar el supuesto de
hecho de las normas que consagran el efecto jurídico que
ellas persiguen», y con ello, soslayó las normas aplicables a

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la prestación en discusión, que no son otras que los


artículos 46 y 47 originales de la Ley 100 de 1993. Así las
cosas, contrario a lo manifestado por la entidad opositora,
es posible abordar el control de legalidad reclamado.

Precisado lo anterior, la Sala debe ocuparse de


discernir si el juez colegiado se equivocó al entender que la
calidad de Litis consorte necesaria, bajo la cual compareció
al proceso quien dijo haber convivido con el causante en
sus últimos tres años de vida (1998-2001), impedía decidir
sobre el derecho reclamado (el 50% de la pensión de
sobrevivientes), teniendo en cuenta que el juicio fue
promovido por los hijos del pensionado. Como problema
jurídico adicional, es necesario dilucidar si la ausencia de
definición judicial en torno al derecho reclamado por la
compañera supérstite, se erige como un «impedimento
jurídico», en palabras del juez colegiado, para que
cualquiera que se crea legitimado, reclame el 50% de la
prestación dejado en suspenso por la entidad responsable.

A pesar de la dificultad que comporta el ataque en


casación de una sentencia con una motivación como la que
quedó registrada, en esencia, el Tribunal consideró que
como quien alegó la condición de compañera permanente
del pensionado, fue vinculada al proceso en calidad de Litis
consorte necesaria, que no de interviniente ad
excludendum, como debió serlo, ello generaba una especie
de irregularidad procesal que imponía la revocatoria de la
decisión, en tanto no debió darse trámite a la demanda

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presentada por dicha compañera; mucho menos, resolver


sus pretensiones.

Importa recordar que la señora Yoly Esperanza Páez


Torrado se enlazó al proceso en calidad de Litis consorte
necesaria, porque así lo ordenó el a quo (fl. 52) y luego lo
autorizó, cuando admitió la demanda y dispuso su
vinculación (fl. 56). No obstante, no era imperativo resolver
de manera uniforme para los hijos del pensionado y para
quien adujo la condición de compañera permanente; por el
contrario, unos y otra se transaron en una disputa sobre el
porcentaje de la prestación reclamado por la segunda,
pendiente de reconocimiento, de suerte que sus intereses
eran contrapuestos y debían resolverse bajo los parámetros
propios de una intervención ad excludendum, teniendo en
cuenta que la demanda fue promovida por quienes hoy
recurren en casación.

En respaldo de esta postura, vale recordar lo


adoctrinado por esta Corporación en la CSJ SL7100-2017,
que aunque corresponde a una disputa entre cónyuge y
compañera permanente, sirve para ilustrar la manera en
que debe obrar el juez de conocimiento cuando esta se
vincula impropiamente como Litis consorte necesario:

Sea lo primero precisar que la señora Amparo Agredo Sánchez se


vinculó al proceso, en calidad de litis consorte necesario, porque
así lo requirió la demandante Carmen Meneses de Solarte y así
lo autorizó el juez a quo, pese a que ha debido ser convocada
como interviniente ad excludendum, conforme lo ha señalado la
Corte en múltiples decisiones (f.° 43 a 51).

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[…]

[…] ha de decirse que el estudio objetivo de la contestación de la


demanda efectuada por Agredo Sánchez permite observar
palmariamente, que no solo se opuso a la prosperidad de las
súplicas elevadas por la demandante Carmen Meneses de
Solarte, sino que, además, formuló la excepción que denominó
«FALTA DE LEGITIMACIÓN PARA RECLAMAR LA PENSIÓN DE
SOBREVIVIENTES POR PARTE DE LA SEÑORA CARMEN
MENESES NAVIA»; y, solicitó que judicialmente le fuera
reconocida la prestación en disputa, con fundamento en el
artículo 47 de la Ley 100 de 1993 (…).

(…)
En igual sentido, es inequívoco que todas las pruebas que pidió
Agredo Sánchez tenían como única finalidad acreditar su
convivencia y dependencia económica con el causante, con el fin
de demostrar el cumplimiento de los requisitos legalmente
establecidos para ello.

En ese contexto, no puede pasarse por alto que tanto la


demandante Carmen Meneses de Solarte como el Instituto de
Seguros Sociales, tuvieron la oportunidad de controvertir la
petición que formuló la llamada a integrar el litigio así como los
diferentes elementos de juicio que en dicha pieza procesal
impetró, a fin de obtener sentencia a su favor.

En ese orden, le asiste razón a la censura en el reproche que le


formula al Tribunal, porque del trascurrir del proceso en las
instancias, dimana con claridad que Amparo Agredo Sánchez
reclamó el reconocimiento y pago de la pensión de sobrevivientes
en sede administrativa ante el Instituto de Seguros Sociales y, en
sede judicial, en el proceso que adelantó la demandante
primigenia.

Es que bajo ninguna perspectiva se puede desconocer que la


causa eficiente del trámite judicial que ocupa la atención de la
Sala, no fue otro que el de definir entre las reclamantes, cuál de
las dos acreditó la convivencia durante el espacio temporal
exigido por la ley para el efecto, sin que el ISS ni la demandante
Carmen Meneses estuvieren privados de ejercer su derecho de
defensa y contradicción, conforme las reglas del debido proceso.

De manera que, si la señora Agredo Sánchez al contestar la


demanda se opuso a la prosperidad de las súplicas impetradas
por Meneses de Solarte y también presentó sus pretensiones, era

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deber del juez estudiar y definir el derecho en disputa; lo


contrario implica denegación del acceso a la administración de
justicia de quien ha cumplido con las exigencias procedimentales
para formar parte del litigio, sin dar prevalencia al derecho
sustancial, como lo dispone claramente el artículo 228 de la
Constitución Política.

Así las cosas, el que a la compañera permanente se le


hubiera vinculado impropiamente como Litis consorte
necesaria, no impide entender que se encuentran reunidos
todos los presupuestos de la intervención ad excludendum,
pues queda claro que aquella se apartó de las aspiraciones
de los demandantes iniciales y formuló las propias con
miras a imponerse en la concesión del derecho. Bajo esos
parámetros se desarrolló el debate probatorio en las
instancias, por manera que al negarse a resolver el
conflicto, atrincherado en los defectos formales que
rodearon la vinculación del tercero, el juez colegiado ignoró
las previsiones del artículo 53 del Código de Procedimiento
Civil, que para la época de la decisión censurada regulaba
la manera de solucionar el litigio en estos eventos. Además,
emerge palmario que el razonamiento del Tribunal se apartó
de los principios consagrados en el artículo 228
constitucional, en particular, de aquel que impone la
prevalencia del derecho sustancial en la administración de
justicia.

Lo anterior sería suficiente para el quiebre de la


decisión, pero, además, se advierte que la censura también
acierta al señalar que el fallador de segundo grado no podía
contraponer la ausencia de definición judicial del derecho
reclamado por la compañera supérstite, para negar el

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reconocimiento del 50% de la prestación dejado en


suspenso por la entidad responsable, bien sea porque fuera
procedente su entrega a dicha compañera, como lo
concluyó el a quo, o porque la prestación debería
consolidarse en cabeza de los hijos del pensionado.

La decisión adoptada en su oportunidad por la


administradora demandada, consistente en retener un
porcentaje de la prestación hasta que existiera un
pronunciamiento judicial sobre la titularidad del derecho,
bien puede entenderse como una limitación en el ámbito
administrativo, pero en manera alguna puede tomarse como
una «condición suspensiva» o un «impedimento jurídico», en
palabras del Tribunal, para que los potenciales beneficiarios
acudieran a la jurisdicción. Por el contrario, lo que fluye
con total claridad en el caso bajo estudio es que los hijos
del pensionado activaron el aparato judicial con ese
propósito, precisamente, pues no de otra manera se puede
entender que hubieran demandado que se les reconociera
como únicos beneficiarios del causante Jaime González
Porras y, en consecuencia, se condenara a dicha entidad a
pagarles el 50% de la pensión de sobrevivientes retenido
desde el 2 de julio de 2002.

Así las cosas, la censura acierta al advertir que el fallo


de segundo grado terminó por imponer a los demandantes
la demostración de un supuesto –la definición del derecho
en sede judicial- imposible de acreditar para ese momento,
pues precisamente, ese es el propósito de este litigio, de
suerte que la decisión censurada empujó a los

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demandantes a un escenario de indefinición del derecho


reclamado.

Los dislates demostrados por los recurrentes deben ser


corregidos, pues en nada contribuye a la administración de
justicia que se acuda a reflexiones elaboradas en exceso,
adornadas con expresiones o términos que distan de ofrecer
claridad al ciudadano, o a la creación de condicionamientos
que no emergen de la ley, para distraer la verdadera
finalidad de la función judicial, que no es otra que poner fin
al litigio a partir de su resolución real, concreta y efectiva.
Menos aún, cuando se acude a una doctrina enrevesada,
carente de fundamento normativo y sin precisión alguna
sobre los supuestos fácticos que la motivan.

En ese orden, el cargo prospera y se casará la


sentencia de segunda instancia.

Con el fin de concretar la cuantía de las pretensiones,


se dispondrá oficiar al demandado, a través de la Secretaría
de la Sala, para que, en el término de 10 días hábiles,
contados desde la recepción del oficio, remita a este proceso
el historial de pagos realizados a los demandantes a partir
del 25 de noviembre de 2001, hasta la fecha.

Sin costas en sede extraordinaria, dada la prosperidad


del recurso.

IX. DECISIÓN

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En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, CASA
la sentencia dictada el 21 de junio de 2013, por la Sala
Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bucaramanga, dentro del proceso ordinario laboral seguido
por JAIME ANDRÉS GONZÁLEZ GÓMEZ y SARA LUCÍA
GONZÁLEZ AFANADOR, representada por XIOMARA
AFANADOR MANTILLA, contra la CAJA NACIONAL DE
PREVISIÓN SOCIAL –CAJANAL, hoy UGPP, con la
intervención de YOLY ESPERANZA PÁEZ TORRADO.
Previo a adoptar la decisión de instancia, se ordena
oficiar al demandado, a través de la Secretaría de la Sala,
para que, en el término de 10 días hábiles, contados desde
la recepción del oficio, remita a este proceso el historial de
pagos realizados a los demandantes a partir del 25 de
noviembre de 2001, hasta la fecha.

Sin costas en el recurso extraordinario.

Cópiese, notifíquese, publíquese, cúmplase y


devuélvase el expediente al Tribunal de origen.

DONALD JOSÉ DIX PONNEFZ

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JIMENA ISABEL GODOY FAJARDO

JORGE PRADA SÁNCHEZ

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