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La exhumación de

Franco del Valle de


los Caídos
Bachelor in History

Francisco González López

Discurso de Franco en el Valle. 1959

Rondaba 1940, un año después de la terminación de la guerra civil, y a Francisco Franco se le ocurrió
construir una basílica donde enterrar con honores a los caídos en ‘su cruzada gloriosa’. Las obras
tardaron dieciocho años en consumarse, habiendo sido edificado ladrillo a ladrillo por más de 20.000
presos políticos republicanos, según el investigador Juan Pablo Fusi. El edificio fue inaugurado el 1 de
abril de 1959 coincidiendo con el vigésimo aniversario del fin de la guerra, y fue bautizado como el
Valle de los Caídos.

No obstante, su columbario estaba vacío. Había que rellenarlo con huesos. Así que Entre 1959 y
1983 los restos de 33.833 personas (21.423 identificados y 12.410 sin identificar) fueron trasladados
a la basílica. Hay una anécdota substancial con respecto a estos traslados. El 50% de los restos
pertenecían a víctimas republicanas y no contaron con el consentimiento de sus familiares. De esta
manera prácticamente crearon un descomunal osario en nombre de una nueva España, la España
victoriosa.

Por lo tanto, no podemos comprender la cuestión de la exhumación de Franco sin abordar el notorio
constructo creado alrededor de este monumento. Desde su construcción, el Valle ha sido un lugar de
peregrinación para falangistas, neonazis y
ultraderechistas. Todos los años se suceden
homenajes, ceremonias y misas por el
dictador y por Primo de Rivera, el fundador
del partido fascista español. En otras palabras,
se trata de la simbología de poder del bando
que resultó ganador en la guerra civil, cuyo
régimen consecuente exaltó la memoria de
sus víctimas y sepultó en las fosas del olvido la
memoria de las otras víctimas, la del bando Reunión de franquistas en el Valle
perdedor.

Otra cuestión atañe a los procesos históricos llevados a cabo durante el período comprendido entre
1975 y 1978, la llamada ‘Transición Española’. El cambio de un régimen dictatorial a otro
democrático se hizo de una forma dulcificada, sin ningún juicio de responsabilidades, amparándose
en la ley de amnistía de 1977, una ley que buscaba pasar página a 40 años de crímenes y violaciones
de derechos humanos. De este modo la democracia española dio sus primeros pasos: bajo el tupido
velo del olvido.

Pero la gente no olvidó. La memoria es


imborrable, sobre todo si se trata de familiares
fallecidos. Hubo que esperar al año 2007, cuando
se aprobó la ley de Memoria Histórica, tras lo
cual aparece un nuevo contexto: se crearon
numeras comisiones de investigación en todas
las provincias españolas, se comenzó a escribir
un mapa de fosas y una lista de desaparecidos,
se erigieron monolitos y monumentos
conmemorativos para dignificar a las víctimas del
franquismo, se cambiaron los nombres de las
Restos exhumados en el cementerio de San Rafael. Málaga calles relacionadas con la dictadura, se abrieron
por primera vez las puertas de los archivos
militares y se exhumaron, como ocurrió en málaga, 2.840 cuerpos del cementerio de San Rafael: el
mayor conjunto de fosas comunes de la Guerra Civil y el franquismo. Al mismo tiempo, se descubrió
una verdad incómoda. No es una exageración que España sea el segundo país del mundo con más
fosas comunes. El primero es Camboya.

Años más tarde, la exhumación de Franco del Valle de los Caídos fue aprobada por el Tribunal
Supremo, pero se topó con trabas administrativas impuestas por grupos conservadores. Estos
hechos ponen sobre el tapete una infructuosa transición, un continuismo del franquismo con otras
siglas, otra chaqueta y, quizás, otros aires. La sombra del dictador todavía es omnipresente en las
esferas de la administración de justicia, en políticos de derechas, en el ejército o en instituciones
como la fundación Francisco Franco que, para colmo, recibió dinero público durante los mandatos
del Partido Popular.

En definitiva, la exhumación del dictador supondrá un paso importante para sanar las heridas de la
guerra civil, cuyas cicatrices aún están frescas. Pero, sobre todo, servirá para marcar un punto de
inflexión en este período histórico que estamos viviendo y que muchos escritores se aventuran a
llamar ‘la segunda transición española’.
Sepultura de Francisco Franco en la basílica del Valle de los Caídos

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