Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
AUTÓNOMA DE VERACRUZ
A los dos años de haber concluido sus estudios, Vasconcelos participa con otros
jóvenes mexicanos críticos de los excesos de la educación positivista impuesta
por Justo Sierra, ministro de Instrucción Pública del gobierno de Porfirio Díaz, en
la fundación del Ateneo de la Juventud Mexicana, más adelante conocido como
el Ateneo de México. Lo novedoso del Ateneo no radicó en su disposición a criticar
los excesos del porfiriato, sino en la calidad de las críticas sagaces emanadas de
la generación de jóvenes intelectuales que le dieron vida. La más importante de
ellas tiene que ver con el rechazo del determinismo y mecanicismo
del positivismo comtiano y spenceriano y el llamado a dotar a la educación de una
visión más amplia, que rechazara el determinismo biológico del racismo y que
encontrara una solución al problema de los costos de los ajustes sociales
generados por grandes procesos de cambio como la industrialización o la
concentración urbana.
Vasconcelos y la generación del Ateneo sientan las bases para una ambiciosa
recuperación de lo nacional mexicano y de lo latinoamericano como una identidad
que, además de real, fuera viable en el futuro, y sobre todo que no dependiera de
lo extranjero para un progreso sostenido, como de hecho ocurrió con el modelo
económico del porfiriato y otros experimentos latinoamericanos similares, como
la República de los Coroneles en Brasil, México y Estados Unidos.
Conocido el resultado oficial de esa elección, las simpatías al Plan de San Luis se
multiplicaron. Esto dejó claro al anciano caudillo que no estaba en condiciones de
mantenerse al frente del gobierno, a menos que deseara llevar a México por la
ruta de una guerra civil o a merced de las ya demostradas ambiciones
norteamericanas, de poner nuevamente en peligro el territorio nacional. Díaz
renunció, y el gobierno provisional instalado al efecto convocó a
nuevas elecciones presidenciales en las que Madero triunfó en 1911.
Es por eso por lo que, luego de su brillante inicio como funcionario público,
Vasconcelos decidió retirarse del ejercicio de los cargos públicos, para dedicarse a
satisfacer su pasión por la escritura, el análisis filosófico y la polémica. A pesar de
ello, tuvo una participación destacadísima en las luchas por obtener la autonomía
de la Universidad Nacional, al lado de Antonio Caso, Manuel Gómez Morín y otros
personajes destacados de la década de los veinte.
En su filosofía como educador propone: Sentir la cultura mestiza como base del
concepto de mexicanidad. Mexicanizar el saber, es decir, hacer objeto de estudio
la antropología y el medio natural del país. Hacer de Latinoamérica el centro de
una gran síntesis humana. Emplear el sentido del servicio y amor fraterno del ser
humano como medio de ayuda a los más desprotegidos, y Valerse del
industrialismo —como simple medio, nunca como un fin— para promover el
progreso de la nación.
Su filosofía está contenida en «Pitágoras, una teoría del ritmo» (1916), «El
monismo estético» (1918), «Tratado de metafísica» (1929), «Ética» (1932) y
«Estética» (1935) que es considerada por estudiosos de su pensamiento como la
mejor de sus obras; al respecto dice Antonio Castro Leal, en el prólogo de su obra
compilatoria «José Vasconcelos: Páginas Escogidas» (México, 1940, Ed. Botas) lo
siguiente: «La Estética, libro de los más importantes en la literatura filosófica
iberoamericana, recoge y rectifica temas tratados en los cuatro libros anteriores, y
tiene esa audacia de inspiración que sorprendió en sus primeros ensayos. Es una
estética propiamente dicha y una metafísica; es, en realidad, una metafísica
estética». (cf. ibid. p. 15).
Su proyecto educativo, pretendió producir un mexicano con una visión nueva, que
tuviera como fundamento la esencia de la patria, que conociera sus raíces
hispánicas e indígenas, y que a partir de esta toma de conciencia expresara todo
lo humano en constantes maneras de superación.
La enseñanza del arte, tuvo como finalidad cultivar la inteligencia del hombre y
gozar del valor artístico y así lograr la comunión con lo bello.