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Los valores en la casa y en la escuela

Por: Nataly Sampayo Mejía

“La educación es el arma más poderosa que podemos usar para cambiar el mundo.”
-Nelson Mandela.

Cada día, al encender el televisor y sintonizar las noticias, al leer el periódico, al escuchar la
radio o simplemente al mirar a nuestro alrededor contemplamos el desolador cuadro de los
males que aquejan a nuestra sociedad: Altos índices de violencia, hambre, guerras, violación de
los derechos humanos, suicidio, ausencia de justicia social, alcoholismo, abuso de sustancias,
etc. Cuando se intenta seguir el hilo conductor de todos estos males invariablemente llegamos
al tema de los valores e invariablemente se hace obligatoria una reflexión acerca de la
necesidad del aprendizaje y enseñanza de valores en las niñas, los niños y jóvenes quienes
constituyen el futuro de toda sociedad.
Actualmente, nuestra sociedad está cada vez más deshumanizada porque la familia y la escuela
se han deshumanizado, se trata a los niños como un mero proyecto a quien solo se le debe
enseñar lo necesario para destacar en el entorno académico y laboral. Se actúa como si lo único
que una persona puede aportar a su sociedad es mano de obra, o “competencias laborales”
como se les llaman. El valor de un ser humano se determina por su éxito económico y
académico. Se prioriza el estímulo de las habilidades cognitivas e intelectuales a el desarrollo de
personas con sensibilidad y espíritu solidario. La educación ya no conduce a la emancipación y el
ennoblecimiento sino a logros superficiales. Tanto así que muchos ni siquiera consideran
necesario la formación en valores, el principio educativo que rige en la mentalidad de las
instituciones formativas como la escuela o la familia actúa en favor del materialismo y no se
relaciona con el ser interno de un individuo. Es para ganar dinero y no para el hombre. Se han
convertido en un instrumento para promover cualidades negativas como los celos, el odio, la
rivalidad y el individualismo.
Los valores son construcciones que subsisten y se realizan en el ser humano, por y para éste. El
ser humano establece una relación entre las cosas y el, de esta relación se generan valores. Se
puede valorar objetos, conducta, actitudes, rasgos psicológicos y otras muchas cosas. El ser
humano como individuo crea sus valores personales, pero como ser social promueve una serie
de valores colectivos que permiten el funcionamiento saludable de la sociedad. El principal
propósito de la educación en valores es convertir los valores en conductas permanentes que
acompañen a los seres humanos a lo largo de toda su vida.
El profesor investigador Bonifacio Barba afirma que “un sentido formativo de la escuela y de su
eficacia, tanto social como pedagógica, la educación es por naturaleza, una cuestión de valores,
un proceso de formación moral.” (Barba: 2005; p.9) esto significa que la educación sin valores
no sería educación en lo absoluto, sencillamente porque el propósito principal de esta es
trasmitir todos aquellos conocimientos que la sociedad considera “valiosos” esto implica que ya
sea de forma explícita o implícita, accidental o deliberadamente, hay valores en todas las formas
de educación. Se trata entonces de reflexionar no sobre la necesidad de educar en valores, sino
de educar en valores positivos, Por ejemplo; El amor, el respeto y el compartir son vitales. Esto
se debe a que formamos una comunidad juntos. Si no podemos tener estos valores, no
podemos cumplir las condiciones para ser una sociedad (Damla, Şahin: 2019).
El aprendizaje de los valores se alcanza en la vida por medio de las interacciones que se crean
con personas significativas, es decir, aquellas que dejan improntas importantes en nuestra
personalidad. La vida de relación con los demás surge originalmente en el grupo familiar y se
amplía progresivamente con los demás grupos estructurantes de la sociedad; de ahí el rol
fundamental de la familia y la escuela como las instituciones sociales de mayor influencia
durante los primeros estadios de vida del ser humano.
Durante los primeros años de vida, los niños desarrollan una gran cantidad de capacidades y
aprendizajes significativos, primero bajo el cobijo familiar y después en el ambiente escolar. El
individuo al integrarse a la educación formal en una institución educativa tiende a socializar
cada uno de los principios morales aprendidos en sus distintos hogares, en la escuela se produce
la interacción de personas muy diversas, con caracteres, actitudes e intereses variados lo que la
convierte en un lugar idóneo para desarrollar la convivencia pacífica y promover valores como
la tolerancia, el respeto, la solidaridad entre otros.
Una de las principales ideas que comparten todos los modelos pedagógicos aplicados en la
actualidad y toda la legislación educativa vigente es que los estudiantes deben ser formados
integralmente, desde todas sus dimensiones humanas y desde el modelo de hombre (y mujer)
que se quiere para la sociedad. A su vez, la educación esta cimentada en cuatro pilares
fundamentales: Aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir juntos.
El aprender a ser y el aprender a vivir juntos implica necesariamente la formación en valores. El
aprendizaje de valores en la niñez y en la adolescencia se traduce en una serie de actitudes y
conductas que se fijan al llegar a la adultez.
En este sentido, el aprendizaje de valores nos permite adaptarnos adecuadamente a la sociedad
y en consecuencia cimentar nuestras relaciones interpersonales. Promueve el entendimiento
por encima de nuestras diferencias y la integración en una sociedad pluralista. El aprendizaje de
valores inspira la colaboración para encontrar soluciones globales a los problemas y defender el
bien colectivo.
Una de las principales formas de aprendizaje del ser humano es la imitación. Por imitación
aprendemos a hablar y a sentarnos, por imitación cantamos, jugamos, nos vestimos etc. La
familia es el primero y más importante modelo de imitación, igualmente las figuras de autoridad
y sus semejantes. De ahí la importancia de que la formación en valores comience desde el
ejemplo y que exista una coherencia entre lo que se enseña y lo que se es. Se puede decir que
los modelos de imitación presentes en la familia y en la escuela generan un aprendizaje
inconsciente, los niños reciben, asimilan y llevan a cabo las conductas morales que observan en
sus modelos de imitación.
Finalmente, la educación en valores se justifica por la necesidad que poseen todos los seres
humanos de conectar entre ellos, no se trata únicamente de convivir pacíficamente sino de
crear fuertes lazos afectivos con nuestros semejantes; esto es imposible de lograr sin valores
como la empatía, el respeto y la solidaridad. Cuando estos valores se enseñan, desde la casa y la
escuela se produce el mejor antídoto para todos los males que aquejan a nuestra sociedad. Ya
no tendríamos seres humanos incompletos, desprovistos de sensibilidad humana, sino hombres
y mujeres que dejan permanentemente huellas positivas en el mundo.
Para lograr esto, es necesario primero reevaluar cada uno de nuestros valores colectivos, e
implementarlos de manera coherente y consiente, enseñando desde el ejemplo teniendo en
cuenta siempre los ideales de igualdad, libertad y fraternidad para todos los hombres y mujeres
y la prevalencia de los derechos humanos por encima de todo.

Referencias:
 Chandra, R., & Azimuddin, S. (2013, December). Role of Parents ,Guardians and Teachers
in Value Education. Retrieved March 16, 2020, from
https://www.researchgate.net/publication/259322707_Role_of_Parents_Guardians_and
_Teachers_in_Value_Education
 Ramírez , E. D. (2019, July 8). La educación en valores. Retrieved March 21, 2020, from
https://observatorio.tec.mx/edu-bits-blog/la-educacion-en-valores
 Rens, J. (2003, August). Koers 68(4) 2003:353-371 353 The role of values in school
discipline. Retrieved March 19, 2020, from
https://www.researchgate.net/publication/274658366_The_role_of_values_in_school_
discipline
 Şahin, Ü. (2019). Values and Values Education As Perceived By Primary School Teacher
Candidates. Retrieved March 19, 2020, from
https://files.eric.ed.gov/fulltext/EJ1219123.pdf

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