corrompido, que duda de sí mismo, tiene que venir a
nosotros el hombre redentor, el hombre del gran amor y del gran desprecio, el espíritu creador cuya fuerza persuasiva no le dejará descansar en ninguna distancia ni más allá, cuya soledad es mal interpretada por el pueblo como si fuera una huida de la realidad... cuando solo es una absorción, una inmersión, una penetración en la realidad para extraer de ella, cuando retorne a la luz, la redención de esta realidad; su redención de la maldición que el ideal existente hasta ahora ha lanzado sobre ella. El hombre del futuro, el que nos liberará del ideal existente hasta ahora y también de lo que tuvo que nacer de él, de la gran náusea, de la voluntad de la nada, del nihilismo, de ese tañido de la campana del mediodía y de la gran decisión, que de nuevo libera la voluntad y que devuelve a la tierra su objetivo y al hombre su esperanza, este aniticristo y nihilista, este vencedor de Dios y de la nada.. algún día tiene que llegar.