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UCSM-FCIFF-EPIE

ALUMNO: ROGER FERNANDEZ CHAMBI


ING. ELECTRONICA
CURSO: INGENIERIA AMBIENTAL

INGENIERIA AMBIENTAL (Hiroshima y Nagasaki)

Entre la segunda guerra mundial EEUU y Japón hubo una guerra que jamás se olvidara, la famosa bomba
nuclear, utilizada por primera vez en una guerra la cual EEUU arremetió contra Japón causándoles la perdida
más grande de la historia de Japón.

En Hiroshima murieron al menos 80.000 personas el día de la detonación. En Nagasaki, aunque la segunda
bomba, era más potente que la primera, las muertes rondaron las 40.000. El desvío del artefacto de plutonio y
la topografía de la ciudad minimizaron las bajas causando una contaminación enorme sobre el país japonés.
Como habían previsto los científicos y los militares, la mayoría de las víctimas iniciales sucumbieron a la onda
expansiva, la energía térmica generada y la radiación ionizante inicial. Muchos miles más murieron en los días,
semanas y meses posteriores. En total, unas 214.000 personas murieron por el efecto directo de las bombas.
Pero, lo que pocos esperaban es que su impacto duraría no unos años sino décadas enteras.

Los científicos que crearon la bomba sabían sin duda de los efectos perjudiciales de la radiación y que la
provocarían con ella, pero lo que no esperaban es que murieran tantos japoneses por la radiación, ya que
pensaban que todo aquel lo suficientemente cerca de la zona cero de la bomba como para recibir una dosis
fatal de radiación moriría antes por el efecto del fuego y la onda expansiva. Sin embargo, la realidad no
siempre coincide con los modelos teóricos y entre el 15% y el 20% de las muertes se debieron a los efectos de
la radiación", añade este experto que prepara un libro sobre la historia nuclear secreta de EEUU.

Es la paradoja cruel de Hiroshima y Nagasaki, como dice el profesor de la Universidad de Manchester, Richard
Wakeford, lo cierto es que los estudios con los supervivientes de la bomba atómica han permitido conocer
mucho mejor los efectos de la exposición a la radiación.
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La lectura de sus resultados, publicados recientemente por la revista médica, cinco años después de que
fueran detonadas las bombas. Los estudios realizados fueron por los mismos americanos, por política de su
país tenían que levantar Japón y ayudarlos a crecer nuevamente.

Solo tres años después de las bombas, el número de casos de leucemia entre los hibakusha ya era superior al
de las poblaciones no expuestas y el aumento del riesgo relativo (comparado con grupos de control) tendría su
pico a los siete años. Los que eran niños en 1945, presentaron los mayores índices de leucemia de todos los
supervivientes. En cuanto a los distintos tipos de cáncer sólido (sarcomas, carcinomas y linfomas, por ejemplo),
el aumento de la incidencia se detectó a los 10 años. El riesgo de sufrir un tumor se mostró además muy
relacionado con la dosis de radiación recibida.

La edad es un factor que interviene en la carcinogénesis, así que el


cáncer se fue manifestando con mayor fuerza a medida que los
supervivientes envejecían. Hoy, la media de edad de los hibakusha es de
80 años. Según la Cruz Roja Japonesa, de las muertes de supervivientes
registradas en el hospital de Hiroshima desde marzo de 2014, casi dos
tercios fueron por tumores malignos, destacando el cáncer de pulmón,
estómago y leucemia.

El estudio preparado también repasa otras enfermedades no


relacionadas con el cáncer. Aquellos que recibieron altas dosis de
radiación presentaron y presentan una mayor incidencia de daños en
tejidos, problemas de riñón, infartos cerebrales, alteración del sistema
inmunológico o ataques cardíacos. Lo intrigante es que esta mayor incidencia de estas patologías no aparece
hasta después de 1980, cuarenta años después de las bombas.

Además del cáncer, enfermedades cardiacas, etc., incluso hoy, aparecen nuevas enfermedades relacionados con la
radiación. Un informe de la Cruz Roja destaca cómo entre los más de 6.000 hibakusha tratados en los
hospitales de Hiroshima y Nagasaki en lo que va de año, están apareciendo problemas circulatorios. El doctor
Masao Tomonaga, también un hibakusha, experto en los efectos de la radiación sostiene: "Hasta ahora,
creíamos que no había conexión entre la exposición a la radiación y las enfermedades circulatorias. Sin
embargo, a medida que los supervivientes envejecen, muchos de ellos sufren de ataques cardíacos y anginas".

Y no solo les envenenaron el cuerpo, también el alma. Los sucesivos seguimientos de los supervivientes
muestran la alta incidencia de ansiedad o estrés postraumático. En los primeros años, además, eran unos
apestados. Muchos de ellos sufrieron discriminación a la hora de encontrar trabajo o casarse. En la actualidad
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Japón ya está recatado y es una de las potencias mundiales, pero nunca podrán olvidar la catástrofe ocurrida
en aquella guerra.

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