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El soberano, propietario de ese libro mágico y sabiendo valerse de él, debía ser
el dueño del mundo, Carlomagno era el verdadero príncipe de los
encantamientos y de los hechizos. Su reinado fue algo así como un acto
solemne y brillante entre la barbarie y la Edad Media, es una aparición en la
tierra, de majestad, grandeza, que recuerda el singular boato y las brillantes
pompas de Salomón, es al propio tiempo una resurrección y una profecía.
LA ERA DE LA CABALLERIA
«Lo que El ha echo era La Vida y la vida de la gracia era luz de los hombres.
Esta luz brilló en las tinieblas y las tinieblas no la comprendieron. En tanto que
la Alta Magia, encerrada en el libro que os envío sea profanada por la maldad
de los hombres, la Iglesia no tendrá otro remedio que proscribirla», escribió el
Papa Leon III a Carlomagno.
«Si creéis firmemente que cada día que recitéis las oraciones que acompañan
a mi carta personal y al Breve con que os la remito y particularmente la
primera, con la devoción debida y la lleváis sobre vuestro pecho con respeto,
sea en la guerra, sea en el mar o donde quiera que os halléis, ningunos de
vuestros enemigos os vencerá, seréis invencible y os veréis libre de las
adversidades, Amén».
El Objeto del Enchiridión es dar al hombre la luz que no conoce. El Papa León
III, expresó-»La Luz estaba en mundo, porque el mundo fue echo por esa Luz,
llegó una día en que esa luz se convirtió en hombre mortal y vino habitar ente
nosotros para que el hombre viera esa luz más de cerca.
«Porque habrá siempre un pueblo como siempre habrá niños que formen parte
de él. Pero cuando vuestros nobles sean sabios y estén iniciados en los
misterios de la Magia, esa nobleza será una madre para el pueblo y las vías de
emancipación estarán abiertas para todos».
Los antiguos cánones decían que esta oración recitada tres veces seguidas
con una vela encendida y bendita, delante de una mujer que esté en parto, la
hará salir felizmente del trance, que es además mavarillosas contra las
tempestades y sus efectos, el rayo, la centella, el incendio y la destrucción
entre otros beneficios importantes.
Septenario o siete oraciones misteriosas para los siete días de la semana, que
se dirán una cada día y por el orden que se indica, empezando por el domingo
y que el Papa León III, envió al emperador Carlomagno. Sirven para
preservarnos de toda clase de peligros, asechanzas, males, infortunios,
pérdidas y accidentes. Todos los días se recita por tres veces el Padre Nuestro,
con gran devoción y recogimiento para rezar enseguida la siguiente.
ORACION DE LA JACULATORIA.
Por quien, Señor, produces siempre los bienes y los sacrificios, vivificas y
bendices es por ti mismo, Dios Padre, Todopoderoso, a quien pertenece y
pertenecerá todo el poder, gloria y honor durante todos los siglos de los siglos.
Amén. ¡Dios y Señor mío!, yo te suplico me concedas ser guiado para cumplir
el mandato de tu Hijo el divino Jesús. Mi Salvador y Redentor y para que sea
conducido por el camino que Él me trazó a fin de llegar a Él y no caer jamás en
el pecado ni en la tentación del demonio.
Así sea. Que la paz del Señor, que has dejado a tus discípulos, permanezca
siempre firme en mi corazón y sea siempre entre mis enemigos y como muralla
infranqueable. Que la paz Señor, su cara, su cuerpo me ayuden y protejan mi
alma y mi cuerpo. Así sea. Cordero de Dios, nacido de la Virgen María, que al
estar en la cruz has lavado al mundo de sus pecados.
Estas siete oraciones del Septenario se aplican contra toda clase de males y
adversidades, para conseguir sus virtudes y eficacia, es necesario recitarlas
cada una en su día correspondiente, de preferencia antes de la salida del sol,
llevando sobre el pecho un pergamino no usado antes, en el cual se deberá
escribir con tinta celestial
La pluma del ave del Auca en cambio puede servir para siempre pues es tal su
virtud que no la pierde jamás, Unicamente se tendrá cuidado de lavarla con
agua clara de río o pozo al cambiar de tinta o en cada nueva operación que se
escriba. En las plumas de acero se recomienda que se usen preferentemente
gruesas.
Cuando las operaciones se hagan sobre plancha de oro en lugar de pergamino
han de ser grabadas precisamente con la lanceta del Arte y no con otra clase
de instrumento. En el caso de hacerlo con buril, sería preciso hacerlo en la
forma que se indica para el puñal y la lanceta en el Libro de San Cipriano.
PANTACULOS Y PLANETAS
Los Pantáculos deben hacerse en las horas que dominen los planetas más
favorable y teniendo presente las indicaciones contenidas es ese libro indicado.
En cada operación ha de procurarse aplicar aquello que sea más adecuado,
poniendo toda la fe y voluntad de que se pueda disponer y pidiendo a Dios
Nuestro Señor que se digne suplir con su sabiduría y bondad infinita aquellas
cosas que nuestra pobre inteligencia no alcance comprender, ejecutar y
concluir.
Se adquirirán también dos vasijas o cazuelas de barro sus primeros rayos por
el Oriente. Se pondrán en una vasija las limaduras, el espíritu de vino y las
anilinas y en el otra azúcar de piedra, la goma arábiga y el agua. Tanto en una
mano como en otra preparación se meneará bien con objeto de que se
disuelvan bien los ingredientes que puedan hacerlo.
«Esta tinta que preparo en la hora del sol y que contiene los metales rojos y
amarillos así como igualmente los colores idénticos de los mismos metales,
deseo quede impregnada de los misteriosos efluvios y virtudes del luminoso
astro que en forma esplendorosa extiende la vida y la salud sobre cuantos
seres orgánicos e inorgánicos viven y moran sobre este planeta que yo habito».
«¡Oh, astro solitario y misterioso, que viajas eternamente por el espacio infinito,
cumpliendo así los cultos designios del Supremo Creador!. Impregna con tus
rayos celestiales e inviste de tus dones mágicos esta tinta que estoy
preparando a fin de que se adquiera las virtudes maravillosas para surtir los
efectos sobrenaturales que por su mediación espero conseguir». Estas recetas
no se encuentran en El Enchiridión, pero pertenecen a otros textos sagrados.