Está en la página 1de 13

3. Motivos del pensamiento postmetafísico le!_qgg-h4y que tomar en serj.

o, oscilan en medio de una corona


verdaderamanlé Stf¿aliiu de imágenes cerradas del mundo que
en términos de mala especulación se componen de fragmentos de
) vt fttrüorvrit) , ls'trv i /t \^nl t¡A/ñ teorías científicas. La New Age satisface de forma un tanto para-
dójica la necesidad que parece sentir de ese <LJno y Todo>> que
lo )t{u\v1?rñ'!r ¡.^, T*v M5 , Á,útq¡ se le fue para siempre, invocando abstractamente la autoridad de
un sistema de la ciencia, que cada vez se vuelve más opaco. Pero
en el mar de una comprensión decentrada del mundo, tales cos-
movisiones cerradas sólo pueden estabilizarse en islotes subcul-
turales que de uno u otro modo logran blindarse contra el ex-
terior.
Pese a lo inextricable o inabarcable de esta nueva situación,
mi sospecha es que nuestra situación de partida no difiere en lo
Tarnbién la situación de la filosofía actual parece haberse e s e n ci al d eJ a-.d" g"
lg. n 4p." r g g,e¡r er ¿qió-n,á e." diffi il -9 e,-¿ e.fi #e r
.f
.

vuelto inextricable. No me refiero a la disputa de escuelas filosó- En ese momento la filosofía había mudado su estado de agrega-
ficas; pues esa disputa fue siempre el medio en que se movió la ción: desde entonces carecemos de toda alternativa al pensa-
filosofía. Me refiero a la disputa en torno a las premisas en que mientopostmetaf ísicoo.vc,ylriió;txpnrireloa-rffi ;r;;;iot
tras Hegel se habían apoyado todos los partidos. Lo que hoy se del ftñe-rñjffi'ttfpostmetafísico, para tratar después cuatro mo-
havueltogsp-q¡a-Cp_lR-pp--sieión"r.e,spp-9-tode"la.metaf ísica. tivos de desasosiego, con los que éste se vio confrontado: motivos-
Unívéca fue durante mucho tiempo la postura del positivis- que problematiz¿rion a la rnetafísica como forma cle pcnsamicn,"¡* 1J .
'mo y de sus seguidores; el positivismo habíi desenmascárado los y que al cabo lograron devaluarla. Dejando a un lado la tradición \ ' I
^-
problemas de la metafisica como algo sin sentido, como proble- áristotélica, voy a llamar <metafísica>, simplificando quizá en i* to
mas que podían dejarse de lado como algo sin objeto. Mas en esa exceso las cosas, a esa tradición de idealism<l filosófico, que se I
furia antimetafísica delatábase la inaclarada intención cientificis- remonta a Platón, y que a través ddT[ófiñó]flTiéb-platorrismo, I

ta de elevar a absoluto las ciencias experimentales. Ambivalentes de S. Agustín y Santo Tomás, del Cusano y Pico de Mirandola, I
habían sido desde el principio los esfuerzos de Nietzsche por de Descartes, Spinoza y Leibniz, alcanza hasta Kant, Fichte, I
superar la metafísica. La destrucción por Heidegger de la historia Schelling y Hegel. El materialismo y el escepticismo antiguos, el
I
de la metafísical y la cntica ideológica de Adorno a las formas \\ nominalismo medieval y el empirismo moderno representan mo-
modernas de filosofía primera encubierta2 tenían por meta una vimientos antimetafísicos, que permanecen, empero, dentro del
metafisica negativa, un circunscribir negativamente aquello que la hodzonte-Te-lldlGlUlUaaaes de pensamiento abiertas por la
I iidáfisñ; ñáliíá'tenido siempre en mientes y había errado siem- metafísica. La pluralidad y diversidad de planteamientos metafí-
**) pre. Hoy, de las cenizas de este negativismo se levanta la chispa sicos puedo reducirlas a un único título porque, desde la distancia
de una renovación de la metafísica, sea en forma de una metafí- que el tema exige, lo único que me interesa son tres aspectos.
sica que trata de afirmarse a sí misma-trar l(a-nt, sea en forma de Voy a referirme al m9-tiuo--de-]a_unidad, un tema sin duda carac-
una metafísica3 que se apresura intrépida Ñaltar por detrás de terístico de la filosofía primera, dlf equiparación {g _s-et¿p--e_psa-
Ia
=D
i al é ct i c a
!lq-l"gg $9-st4l-d.g*Kgn
t. 1llqglo y a la dimensión salvífica del modo teorético de vida, en
Estos nicivimientos de retorno a la metafísica, y me refiero a una palabra: al pensamiento <identitario>>, a la teoría de las ideas I
y al concepto fuerte de teoría que caracteriza a la tradición i
1 M. Heidegger, Nietzsche, tomos I y II, Pfullingen, 1961. mefafsibá. En cuálqüiér caso, no cabe duda que esos tres mo- |
2 Th. W. Adorno, Zur Metakritik der Erkenntnistheorie, Stnttgart, 1956.
3 D. Henrich, Fluchtlinien, Francfort, 1982; R. Spaemann, Philos. Essays, a Esta premisa la razono en J. Habermas, El discurso filosófico de Ia
Stuttgart, 1983. modernidad, Madrid, I 989.

38 39
mentos experimentan una peculiar refracción en el tránsito
subjetivismo de la edad moderna.
al entre el pensamiento abstractivo y su producto, el Ser. Platón
saca de ello la conclusión de que el orden creador de unidad que
subyace como esencia a \a diversidad de los fenómenos, es él
mismo de naturaleza conceptual. Los géneros y especies confor-
I. ASPECToS DEL PENSAMIENTo METAFÍSICo
me a losl[6iffiáñ6liiií'fenómenos se atienen al orden ideal
de las cosas mismas. Pero la idea platónica no es ni puro concepto
Pensamiento identitario. La filosofía antigua
hereda del mito ni tampoco pura imagen, sino lo típico, lo dador de forma, ex-
la mirada al todo; se distingu_e del mito por""t niuá
*ffiut
eT-qftTélíéTütodo al Uno. Los orígenes ya no se representan traído de, y levantado sobre, 1o intuitivamente diverso. Las ideas
con la intuitividad narrativa que habia carácterizado plasmadas en la materia comportan la promesa de un Todo-Uno
ai mito, es porque apuntan hacia la cúspide de una pirámide conceptual
decir, como protoescena y principio de Ia cadena de generaóio_
jerárquicamente ordenada y remiten internamente a ella: hacia
rP9!-?.-eLgk"undo.Antesbien,esoiorígenes
l^"t:t_""p jt9,t-pf
se han sustraído a las dimeñsiones de espacio y
la idea del Bien, que encierra en sí a todas las demás. De la
tiempo y q,i"Oun naturaleza conceptual de lo ideal toma el Ser otros atributos
abstraídos enun proton, que, como infinito, se enfrenta
al mun_ cuales son el de universalidad, necesidad y supratemporalidad.
do de lo finito o-IéTubyace. ya se Io conciba como Dios
creador De la tensión que la doctrina de las ideas lleva en su seno
trascendente al mundo, como fondo esencial de la
naturareza, o, enlre dos formas de conocimiento, el conocimiento discursivo
finalmente, en términos más abstractos, como el Ser,
en todos los u aü-do-éñ' JEn¡;;ia i
r cónó óñrienrenámriésió-o' ciüü apunta
casos surge una perspectiva en que las cosas y "n ;AiEéla ñiii"oria de Ia metafísica su
sucesos intramun_ a la intuición inrelectual,
danos pueden ponerse a distancia en su diveriidad,
cobrar carác_ dinámica interna, no menos que de la paradójica oposición entre
ter unívoco como entidades particulares y al tiempo
.", idea y fenómeno, entre forma y materia. Pues el idealismo se
dos.c9m9 partes de un todo. En el mito,ia unidaá "on""Ui_
. del mundo es había engañado a sí mismo desde el principio en 1o tocante a que
establecida de otro modo: como continuidad del contacto
de lo las ideas o fo¡mae rerum contenían ya siempre en sí y se limita-
particular con lo particular, como correspondencia
de lo seme_ ban simplemente a duplicar aquello que como materia o como
jante y 1o desemejante, como juego de reflejos
y .onr.urr"n.;ár, absolutamente no-Ser tenían por misión dejar a un lado, a saber:
como encadenamiento, solapamiento y entrelazamiento
tos. Con el concretismo de esta visión del mundo rompe "onór"_ el contenido material de aquellas cosas empíricas particulares, a
el pen_ parti¡ de las cuales, en la abstracción comparativa, había que
samiento idealista de la unidad
-lgrlrlg:-lqTqlliple, "orrc"bidos
abst¡actamentecgmor€taE¡¿¡_dLü_e¡ú-láA,Í"¿irl,rrr"io,;;;;;: inferir las ideas6.
tuyen aquí la relación básica que el pensamíenió'metarisico
en- La filosofía primera como fitosofía de la conciencia. El no-
i TIO: ::-o you. relación lógióa a la vez que ontotógica:
el_USo minalismo y el empirismo tienen el mérito de haber descubierto
[ :t ig]:1ryT:1ggJ fondo esencial, principio y oiig"n.5;r es!4 contradicción del pensamiento m-e-.l4"fifuico y haber sacado de
denva lo múltiple,-bn el sentido de fundamentación
yárigen. y, err!' conseóuélóñlru¿i.aéf.
"Éi
pens;*i"ilto nominalista devalúa
merce4 a este origen, se reproduce como una diveisidaá
orde_ las formae rerum convirtiéndolas en signa rerum que el sujeto
nadd?
cognoscente se limita a poner a las cosas, en nombres que fijamos
Idealismo. EI Uno y el Todo resultan de un esfuerzo
heroico 6 Adomo, Ioc. cit., pág.29l, <La filosofía primera o filosofía del origen,
del pensamiento, el concepto de Ser surge con
el tránsito desde
la forma gramatical y nivel conceptual "{glq, narraciones que, consecuente consigo misma, es decir, consecuente con su huida ante 1o
a la condicionado, se vuelve al sujeto, esto es, a la identidad pura, no puede menos
explicacióndeductiva.cof orlneei-rng.C-eü*q_"_*{e""ññ"-rí".D"
de temer ala vez perderse*en la 99¡r-{iciqa-ali{a,{-99 Jo.p-1_q4mentasuLrjg[ivo, que
ahí que desde parménides ée eitauÉióá una relació como momento ailtádó-ninca logra tal pura ideñtidád i qu., al igual que su
n interna
contrario, ha de quedarse con tal mácula, A esta antinomia no logró nunca
s W. Beierwaltes, escapar la gran filosofía.> Sobre el significado de lo no-idéntico en la historia de
Denken des Einen, F¡ancfort. 19g5_
la metafísica, cfr. K. H. Kaag, Der Fortschrin in der Philosophie, Francfort, 1983.

'i* ! I s-"+
t
!,
t^'-,\? ft " {"1^;n,^.."*-, 47
Lr..A
1..
L
"
*. 1,.,' '¡v^vrrt
f'.'
".,-,
"V^ ''i',1
'r'-,,*' \' J'¿ € ' ,¡r. i i" .. L"r, t.'.
1r'
a los objetos. Y las cosas particulares que el nominalismo había kós-. Ese camino ocupa la cúspide de las formas de vida anti-
dejado tras desustancializarlas, Hg1n" las disuelrlg en esas impre- guas, por encima de la vida activa del estadista, del pedagogo o
siones sensoriales, de las que el;üjeto se;iiéñle su del médico. La teoría misma queda afectada por esta su inserción
"onstruyé
representación de los objetos. En un movimiento contrario en una forma ejemplar de vida. Abre a los pocos un acceso
al de
Hume, la filqsofjq-i-dp-gtiSta renueva am!4s-.9................gsas: la idea de privilegiado a la verdad, mientras que el camino al conocimiento
identidad y la doctrina de las ideas, pero sobre la nueva base teorético queda cerrado a los muchos. La teoría exige despren-
abierta por el cambio de paradigma que representa el paso desde derse de la actitud natural frente al mundo y promete el contacto
la ontología al mentalismo, sobre la base que representa la sub- con lo extra-cotidiano. La consideración contemplativa de las
jetividad. La relación del sujeto cognoscente consigo mismo ofre- proporciones de las órbitas de los astros y de los ciclos cósmicos
ce desde Descartes la llave para acceder a la esfera interior y en general, conserva algo de los orígenes sacros de la teoría
absolutamente segura de las representaciones que nos hacemos era el representante que las ciudades griegas manda-
de los objetos. Así, el pensamiento metafísico puede cobrar en -<<theorós>
ban a los juegos públicos8.
el idealismo alemán la'forma de teorías de la subjetividad. La Esta vinculación a un acontecer sacro la pierde el concepto
autoconciencia, o bien cobra una posición fundamental como de teoría en la edad moderna, al igual que el carácter elitista que
fuente espontánea de operaciones trascendentales, o, a fuer de había tenido desde sus orígenes, que queda atenuado y reducido
espíritu, queda elevada a Absoluto. Las esencias ideales se trans- a mero privilegio social. Lo que se mantiene, empero, es la I
forman en determinaciones categoriales de una razón producto- int e rp_re t a ció n
t4g-qltr,!e .dg!_dlq$!913g1eU!-o-. Je sp.e cto a1 pl e x o d e I
ra, de suerte que ahora, en un peculiar giro reflexivo, todo queda experiáncias e intereses cotidianos. La actitud metódica, que 1

referido al Uno de esa subjetividad generante. Ya se entienda la


t
, tiene por fin proteger al científico de todos los prejuicios locales,
razo n-e-1¡_ !
fJg¡ i"9- ": f!_4I "m_"nt p I is t as : como un a s u b j e tivi d a d q u e [1,] "* bueda peraltada en la tradición universitaria a]-e-¡¡ana hasta el
posibilita al mundo en conjunto, ya se la conciba en términos fl,*:r- propio uussEiú coñieftiilá"éñüñá pfimáciá;"u i;;u" se trata de
dialecticos: como un espíritu que a través de la naturaleza y de la dar una fundamentación interna, de la teoría sobre la praxis. En
historia se da a sí mismo cobro en ese proceso en que consiste, el desprecio del materialismo y del pragmatismo pervive algo de
en ambas variantes la razón sale gg.g!_ilmada como, reflexión au- la comprensión absolutista de una teoúa, que no sólo se eleva
torreferencial ala vez oue totalizadora.
*Ésñraz6ñ-ffiér;tá sobre la empiria y las ciencias particulares, sino que es (<pura>> en
ru ¡.i"".ü¿e la metafísica para asegurar el sentido de una catártica mortificación de toda huella de su
el primado de la identidad sobre la diferencia y de la idea sobre terrenal plexo de nacimiento. Con ello se cierra el círculo de un
la materia. Ni siquiera la lógica de Hegel, que trata de mediar pensamiento ..identitario>' que- l"g incluye a sí mi¡m--o.',gn JaJotali-
simétricamente lo Uno y lo Múltiple, lo infinito y lo finito, lo dad qud-ápiéüelde y que, pór tanto, tiata dé iáiiiiacer a la
universal y 1o temporal, lo necesario y lo contin¡¡ente, puede exigeim*cle"ffficÉmentar a partir de sí mismo todas las premisas.
evitar sellar el predominio idealista de lo Uno, lo universal y lo La.auta{quía del modo de vida teórico se sublima en la filosofía
necesario, porque en el proceso mismo de mediación se imponen moderna de la conciencia convirtiéndose en teoría que se funda-
operaciones totalizadoras a la vez que autorreferencialesT.
w#-*gu'.
El concepto fuerte de teoría. Todas las grandes religiones
universales han venido señalando una vía privilegiada y particu-
larmente exigente para la consecución de la El pensamiento metafísico, que permaneció en vigor hasta
lg]vacióp_irrdividual
ejemplo, la vía del monje mendieáñtéTüdiitá o del eremita Hegel, lo he caracterizado recurriendo a la transformación que
-por
cristiano-. La filosofía recomienda como camino de salvación
específico la v4lgjglipad¡_q lq:glemplación ----el trios theoreti- 8 B. Schnell, Die Entdeckung des Geistes, Heidelberg, 1955, págs. 401 y ss.
e Sobre la idea de fundamentación última en Ficlllg cfr. V. Hósle, Ilegels
t Cfr. D. Henrich, Hegel im Kontext, Francfort, 1971, pags. 35 y ss. System, tomo I, Heidelberg)198[¡iáll Yfsr-

42 43
en la moderna filosofía de la conciencia experimentan el pensa- Voy a entrar en lo que sigue en estos aspectos de la conmo_
miento <identitario>, la doctrina de las ideas y el concepto enfá- ción que experimenta la forma metafísica de pensar, tratando de
tico de teoía. Pues bien, fueron evoluciones históricas, que ad- mostrar que el tránsito al pensamiento postmetafísico nos coloca
vinieron a la metafisica desde fuera, y en último término social- ante nuevos prgblemas. Cómo puede reaccionarse a estos proble_
mente determinadas. las oue nroblematizaron esa forma de pen- mlllglgdg!^-¡fSJ_hrugtafÍgig.a, es lo que voy a rrarar de indicar
samiento: T*4^-¿'n Ú-.nr."k Ye'i n'.o J-'L' deide la perspectiva, desde'luego, de una teoría de la acción
I r*. |-C¡'lr,^ comunicativa.
El pensamiento totalizante, dtiigiOo al Uno y al Todo,
-
queda puesto en cuestión por el nuevo tipo de racionalidad pro-
cedimental que se imponé desde el siglo xvrr con el método II.
exFéññ-ental de las ciencias de la naturaleza y desde el siglo nnlt
RectoNeLIDAD PROCEDIMENTAL N ¡ t.,^" \.r' \^-.
con el formalismo tanto en teoría moral y en teoría del Derecho
'" *^^ ia f.'+r-;: ,0
La filosofía permanece fiel a sus oígenes metafísiéos mien_
¡J,;"n1rrvu
como en las instituciones del Estado constitucional. La filosofía tras pueda partir de que la razón cognoscente se reencuentra a sí , ),t \
de la naturalezav el derecho natural se ven confrontados con un misma en un mundo racionalmente estructurado o puede sumi-
| ,.',, ., -,'*
nur-vo-tipó?elEg@ialdélund-améñ1a-Clé1.Éstaif ácudenel nistrar ella misma=flll-nafuraleza y a la historia una estructura V
privilegio
--a---.-- cognttno qu€T{háEiá-autoátrib uido la filosofia.
¡1!,./
v'' I racional, sea en forma de una fundamentación trascendental o
En el siglo xrx surgen las ciencias histórico-he¡menéuti-
[ , ¡\'* por vía de una penetración dialéctica del mundo. Una totalidad
e 'l v
- en sí racional, sea la del mundo o la de la subjetividad formadora
cas, I as cu al6Éfl qán-ñ u-e=v as éip é?ñ ncñ ;"ñü^ií tiempo y de mundo, asegura a sus miembros o momentos particulares la
a Ia contingencia en una sociedad moderna determinada por la participación en la razón. La racionalidad es pensada como ra-
economía, que se torna cada vezmás compleja. Con la irrupción cionalidad material, como una racionalidad que organiza los con-
de la conciencia histórica cobran fuerza de convicciónlas dimen- tenidos del mundo o que es legible en tales contenidos. La razón
siones de, lg [!&!^ya frente a una razón endió-s¿ffi*T?fminos es una razón del Todo y sus partes.
idealistas, que renuncia a quedar situada en Ia historia. Con ello Frente a esto, las modernas ciencias experimentales y una
se pone en marcha dr:.lfg.gendentalización d9los conceptos moral que se ha vuelto autónoma sóJes-e*flal-ya_de la racionali-
básicos recibidos.
"ry
dad de su propio avance y de su Fiil¿iii¡é"ro, a saber: del
méfodii d élto-rióóiñléntó cie ntífióó ó-oél'püiito de vista abstracto
Durante el siglo XIX se difunde pronto la crítica a la desde el que es posible resolver algo en moral. La racionalidad
-
cosificación y funcionalización de las formas de trato y formas de se encoge reduciéndose a racionalidad formal tan pronto como la
vida, así como a la autocomprensión objetivista de la ciencia y la racionalidad de los contenidosiéGnapoffise co-nvierte en vali-
técnica. Estos motivos fomentan también la crítica a los funda- dez de los resultados. Ésta depende de la *racionalidad dé:iós
mentos de una filosofía que embute todo en relaciones sujeto-ob- procediiiiiéiiiéS-conforme a loi que se trai¿n-*G.ieb-oliEi los
jeto. En este contexto hay que situar el cambio de paradigma problemas ----empíricos y teóricos- en la comunidad de investi-
desde la fílosgfra_de la congig.ncia a la filosofiq dgl" lg;;ryguaje. gadores y en la esfera de la ciencia organizada, y problemas
práctico-morales en la comunidad de los ciudadanos de un Esta-
Finalmente, el primado clósico de la teoría sobre la próc- do democrático y en el sistema jurídico. Como racional no puede ¡
-
tica no logra resistir la evidencia de unas interdependencias entre valer ya e1 orden de las cosas con que el sujeto da en el mundo, I
ambas, que cada día se tornan más patentes. La inserción de las -¿--.-*-*---...-
o que el iiropio-lüfétci firóliecta, o'qu. nu.L del propio pro..ro !
operaciones teoréti-cas 9n.9us contextos prácticos de nacimiento de formación del espíritu, sino la solución de problemu. qu" Í
y aplicación, hacé cobrar concieñóiá de loS eontextos cotidianos logramos en nuestro trato con la reaiiiláf,?Tdñiaffil-;Añl;"- I
Ide la acción y la comunicación. Con la idea, por ejemplo, de tos. La racionalidad procedimental no puede garantizar ya una¿
lmundo de la vida, éstos cobran rango filosófico. unida{prcu¿¿-€de dilgfjtdgd _Q" J.a!_-É[óm-e nos.

44 45
Junto con la anticipación de la totalidad del ente se derrum- cuentan como hipótesis y deben fundamentarse a partir de sus
ba también lu p"rrpectiua desd" lu q a metafísica distinsuió consecuencias, sea inediante confirmación empírica, o por cohe-
entre esenciu y feAam*; Las estruAuraT-sübtáEéñTflte" las rencia con otros enunciados ya aceptados. El falibilismo de las
que€ñ-Iá-tGñcitse hacen derivar los fenómenos, no pueden teorías científicas es incompatible con el tip-ó--dd3aber que la
tener ya más alcance que el de las teorías que tratan de explicar- filosofía primera se autoatribuye. Todo sistema comprehensivo,
los; pero esas estructuras no quedan ya insertas en el plexo de cerrado y definitivo de enunciados, para pretender ser definitivo
remisiones de una totalidad. No arrojan ya luz sobre la situación
-
tendría que estar formulado en un lenguaje que no requiriese
del individuo en el cosmos, sobre su lugar en la arquitectónica de comentario y que no permitiese ya corrección alguna, ninguna
larazón o en el sistema. Al conocimiento de la naturaleza se le innovación, ninguna interpretación que hubiese de tomar distan-
van de la mano las esencias, al igual que al Derecho Natural. Con cias respecto de él; tendría, por así decirlo, que detener su propia
la separación metodológica entre ciencias de la naturalezay cien- historia de influencias y efectos. Este carácter definitivo es in-
cias del espíritu se forma en vez de eso una diferencia de pers- compatible con la apertura no prejuzgadadel.progreso científico
peqtiva en1*rg fug-f"!-y__4:ftro que sustituye a la diferencia entre del óonocimiento. c- I ; "";;'t'lu'; t;
"¡J T:.,f ' .ri''',''4:i
esencia y fenómeno. Por esta razón él pLnsamierlto metafísico hubo de quedar ilL.l É¡
Para las ciencias nomológicas de la naturaleza sólo puede pelplejo cualdo el saber quedó asentado en una racionalidad .\ P
resultar ya admisible una actitud objetivante y basada en la ob- i-@teIial.-Lá*áutofiiláddélastiéncias.,l',.. t'i'l
servación, mientras que las ciencias hermenéuticas sólo pueden ;xperim;ntañl;686 láEosofía desde mediados del siglo xx '¡"'o
a
hallar acceso al mundo sociocultural a través de la actitud reali- aunaestrategiadeasimilaciónr0.Desdeen1onceSlosretornosa,
zativa de un participante en Ia cor_nuqigación. A este privilegio de la metafísica proclamados una y otra vez no logran liberarse de I
la perspécti-va-dél óFseryadói én tas ciencias de la naturalezay de la mancha de lo puramente reaccionario. Pero los intentos de
- la perspectiva del participante en las ciencias del espíritu respon- asimilar Ia filosofía a las ciencias de la naturaleza o del espíritu,'
{

de una escisión de ámbitos objetuales. Mientras que la naturaleza o a la lógica y la matemática, no hicieron sino crear nuevos Dro-
se opone a un acceso desde dentro en términos de comprensión blemas. l)'r-'ttz-'v- 'V U - )l* r
y reconstrucción y sólo parece plegarse a un saber nomológico, Ora hayan sido el materialismo vulgar de Moleschott a Büch- . J-/
contraintuitivo y gobernado por la observación, el plexo de las ner, o el poiitiuir*o desde Mach, quienis nuy* p."t"ndid;;;-r-;' :'*'
producciones sociales y culturales se abre, por así decirlo, desde truir una imagen científica del mundo, ora fueran Dilthey y el
dentro a un procedimiento interpretativo que pa.rte del saber historicismo los que trataban de disolver la filosofía en histária '".,{lt'
intuitivo de los participantes. La pretensión esencialista del co- de la filosofía y en tipología de las cosmovisiones, ora fuera el ,'' i r vi-
nocimiento que trata de aclarar plexos de sentido rebota contra Círculo de Viena el que tratara de reducir a la filosofía a la
la naturaleza objetivada; y el sustituto hermenéutico que ese estrecha senda de la metodologíay la filosofía de la ciencia, con
pensamiento esencialista puede hoy tener, sólo vale para aquella todas estas reacciones el pensamiento filosófico parecía abando-
esfera del no-Ser en la que, según la idea que de ella se hacía la nar lo que le era específico, a saber: el conocimieMático
, , --'
metafísica, las esencias ideales ni siquiera podríanL hacer pie. del ---*---.-.,...1
I ooo, srn pooer competlr, empero, olgo competrr en serlo.
Finalmente, el saber metódicamente generado de las ciencias co'ñJáfciencias que en cada caso se habían elegido como mo-
modernas pierde también su peculiar autarquía. El pensamiento delo.
que operaba en términos autorrefe,rengiales q la vez que-totaliza- Como alternativa ofrecióse una división del trabajo que tenía
dores había de acreditarse y fundamentarse a sí mismoTomo por fin asegurar a la filosofía, junto con un método propio, tn
con"ocimiento ritoiéfióo tianiién¿o concépiüalmáñte I todo d" ámbito objetual que le fuera también propib. Tomo es3abido,
la naturaleza y de la historia, y ello ya fuera mediante argumen- fue este camino el que emprendieTo-Irtrferumenologia t lg[ilo-
tos relativos a fundamentaciones últimas, o mediante el desarro-
llo en espiral de un concepto que todo 1o acababa engullendo. 10
H. Schnádelbach, Philosophie in Deutschland 18i1-1933, Francfort 1983,
Las premisas, en cambio, de que parten las teorías científicas sólo págs. 120 y ss.

46 47
sofía analítica, cada una a su manera. Pero la antropología, la f Níptanteamientos
It.
universalistas y un procedimiento de reconstruc-
psi@cen haber mostradó demasia- d-.. 'gión 1191o"¡algqp
pgl-!9.._q_-el$ber intuitivo, preteórico de sujetos
do respeto por tales cotos reservados; las ciencias humanas han /-tL Ou" hablan, actúan y juzgan competentemente, procedimiento
transgredido una y otra vez las líneas de demarcación trazadas L en el que, por cierto, la anámnesis platónica queda despojada de
por la abstracción eideitizante y por el análisis filosófico, su carácter no discursive. Esta dote recomienda a la filosofía
irrumpiendo sin respeto alguno en los santuarios de la filo- como un participante insustituible en el trabajo cooperativo de
sofía. aquellos que hoy se esfuerzan por desarrollar una teoría de la
Quedaba como último recurso la huida hacia lo irracional. racionalidad.
En esta forma la filosofía habría de asegffifEspE6$éñEt y su Cuando la filosofía se instala de esta guisa en el sistema de
referencia a la totalidad a costa de la fiñ-unCiaa tln conocimiento
r-_-'-_ la cienci a, en mo do al gun o t i engp-o r e.s.q_gllq.-Ap3lrj-enar*ente ra -
capaz-ie dotmp-éñr con los demás. Y así, presentóse como ilumi- mente aquella referencia-a.la totalidad que caracterizó siempre a
nación de la existencia y fe filosófica (Jaspers), como mito que
la mETáKññl--ffiáii?iñiñó tiehé"iélftido defender tal referencia a
sirve de complemento a las ciencias (Kolakowski), como pensar
la totalidad, es cuando se abandona toda pretensión definible de
místico del Ser (Heidegger), como tratamiento terapéutico del
conocimiento. Pero intuitivamente a todos nosotros no es siem-
lenguaje (Wittgenstein), como actividad deconstructiva (Derri-
pre ya presente de forma aproblemática el mundo de la vida
da) o como dialéctica negativa (Adorno). Empero, el anticienti-
como una totalidad de carácter no objetual, preteórico
ficismo de estos deslindes lo único que después permite decir es -como
esfera de las autoevidencias cotidianas, del common-sense-.
, Io que la filosofía no es y lo que la filosofía no quiere ser; mas en
Con el common-sense estuvo siempre hermanada la filosofía, si
lltanto que no-ciencia la filosofia tiene que dejar indeterminado su
Las determinaciones positivas ;e hfi torna.iolm-posi6'les bien.de forma nada pacífica. Al igual que éste, la filosofía se
'[\rrotr.
ffie todo producto cognitivo sólo puede ya acreditarse mer- mueve en el círculo del mundo de la vida; guarda con la totalidad
ce{ a la racionalidad-aet canir-oTor€1-qus'sercltenido, de ese horizonte de saber cotidiano, que retrocede siempre que
tratamos de apresarlo, una relación similar a la del common-sen-
me riéd- a Eoce¡liñiEñ-toq l- en ülti"m-elñlt a n ci a, a [.os proce d i -
*i.itoi qiáirffiu el discurso argumentativo. ilu-t ..; fl ,, -;. se. Y, sin embargo, nada más opuesto al sano sentido común que
Estas perplejidades exigen hoy una nueva determin{ción'de la filosofía, merced a la fuerza subversiva de la reflexión, al
las relaciones entre filosofia y ciencia. Una vez que la filosofía ha análisis clarificador, crítico, disector. Merced a esta relación ín-
abandonado su pretensión de ser ciencia primera o de ser enci- tima y, sin embargo, compleja y discontinua, con el mundo de la
clopE i¡lrio in¿déñil t ene i iu srZ¡i¡-en €'-l-sist e ma d e I as ci e n - vida, la filosofia resulta también apta para un papel aquende el
cias ni por asimilación a esta o aquella ciencia que la filosofía dé sistema de la ciencia el papel de un inté¡prete que media.
entre las culturas de-para
expertos qüe*fépfESéAráTi*nf ciencia y la'l
en considerar ejemplar, ni por un distanciamiento excluyente
respecto de la ciencia en general. Habrá de pasar a asentarse técnica, el clerecho y la moral, por una parte, y la práctica .o-u- |
sobre la autocomprensión falibilista y la racionalidad procedi- nicativa cotidiana, por otra, y ello de forma similar a cómo la'
1 mental que caracterizan a las ciencias experimentales; la filosofía cr(icaJlgJ-ar¡ay lá.grítica de arte meaian*ffiffi"efte-f iá
I no puede pretender, ni un acceso privilegiado a la verdad, ni v¡i¿{ gi*t"-"ri" d;A;',,faó"aetavtaa-, rc'uri*a q.rl tu
i estar en posesión de un método propio, ni tener reservado un fió?ofia mantiene un contacto de carácter no objetivant-e, no
I amUito objetual que le fuera exclusivo, ni siquiera disponer de debe confundirse con aquella totalidad del Todo-Uno de la que
I un estilo de intuición que le fuera peculiar. Sólo entonces, en una la metafisica t¡ataba de dar una imagen, justo una <imagen del
I aiuirion no excluyenté del trabajó, podrá aportar la filosofía lo mundo>. El pensamiento postmetafisico opera con un concepto
'mejor que puede dar de síll, a saber: su tenaz insistencia en distinto de mundo.

tt J. Habermas, <Die Philosophie als Platzhalte¡ und Interpret>, en Id., t2 Cfr. mi excurso sobre Derrida en J. Habermas, El discurso
filosófico de
Moralbewusstsein und kommunikaüves Handeln, Francfort, 1983, págs. 9 y ss. Ia modernidad, Madrid, 1989, págs. 225 y ss.

48 49
1 f-) '.! L/' \ ' !-r--'.¡ -¡1.''r'' :'
\l .^ U* .J-,'
!-/

?* U n-.- t" útr. l-+\-


"j-^
IIL CenÁcrER sITUADo DE LA n¡zÓN La posición_-t¡asmundana de la subjetividad trascendental, a
la que habían quedado transferidós los atributos metafisicos que
. El pensamiento postmetafísico estuvo en su origen totalmen- eran la universalidad, la suprat-er_npo,Iqliqd y_l^4 n.eccsidad, chocó
(Ti te bajo el signo de una critíca al idealismo de cuño hegeliano. La en primer iugar con las prémiiás Oé iál nue¡as ciéncias del espi-
y-'.,rl""'-ilrimera generación de discípulos de Hegel criticó en la obra del ritu. Pero éstas se topan (en sus ámbitos oUjGtüáles)-c<ifpTotluc-
maestro la secreta pre¡onde-¡a[c-lp de- lo universal, supratemporal tos que ya están simbólicamente p,r,eeJtrqcturados y que,]b-i-así
y neces_ario So-bre- lo paltic-ular, mudable y_"-c-9$llgente, es decir, decíilii, poseen Iá dilnidad dé productos t¡ascendentales; y ello
la articulación idealista del coiiéépio de razón. Feuerbach acen- aunque hayan de ser sometidos a un análisis puramente empírico.
túa la liiña¿íá'dó lct ó6jétiüó,'-1á iñseiCioñ"ilá la subjetividad en Foucault ha descrito cómo las ciencias humanas se adentran en
una naturalezainterna ysu confrontación con la externa. Marx las condiciones empíricas bajo las que sujetos transcendentales
ve enraizado el espíritu en la producción material Y lo considera multiplicados y aislados generan sus mundos, sistemas de símbo-
encarnado en el conjunto de las relaciones sociales. Kierkegaard los, formas de vida e instituciones. Con ello se ven atrapadas sin
opone, finalmente, a una quiméricarazón en la historia la facti- remedio en una no acla¡a_da gqll", perspectiva empírico-trascen-
cidad de la propia existencia y la interioridad del radical querer- d"trlglto. Dilthey se-ve desafiáOo pot Io mismo a emprenddTrna
ser-uno-mismo. Todos estos argumentos reclaman contra el pen- crítica de la razón histórica. Trata de reestructurar de tal guisa
saqien*t*o--autorreferenqi3l y tolalizadoi, pttpio de la-diá16i]óál los conceptos básicos de la filosofía trascendental, que las opera-
la finitud del-espíritu habla de <proceso de descomposi- ciones sintéticas carentes de origen, sustraídas a toda contingen-
-Marx Ciertamente que n:inguno de los
ción-lGi"óspiiiiii"áUsotuto-. cia y necesidad natural pueden encontrar en adelante unhtgar en
jóvenes hegelianos evitó del todo el riesgo de hipostatizar a su el mundo, sin tener que abandonar con ello su conexión interna
vez ese prius de la naturaleza, de la sociedad y de la historia y con el proceso de constitución del mundo.
' retroceder así a la etapa de un inconfesado pensamiento precrí- El histgrj-c_ismo y la filosofía de Ia vida confirieron al proceso
ticol3. Los hegelianos de izquierda fueron lo suficientemente de mediación que re¡iidSéñtala'tradición, a la experiencia estéti-
fuertes como para conferir fwerza de convicción, en nombre de ca, a la existencia corporal, social e histórica del individuo un
la objetividad, la finitud y la facticidad, al desiderátum de una significado similar al que antes habían tenido las categoúas de la
razól_generldg de, historia natural, encarnada en el
"l_!_gl¡!i¡¡ps teoría del conocimiento . El l gfft iela_sístcr.iS.Egryg1ggl lal p asó
cuerpo, socialmente situada e históricamente contextualizada;
"vida", una produciividad con-
a ocuparlo la productllid-gd".d.e !g
pero no lograron desempeñar ese desiderátum a la altura de la creta en apariencia pero carentd.cié estructura. Por otro lado,
conceptuación y nivel de reflexión fijados por Kant y Hegel. Y Husserl no dudó en equiparar el ego trascendental, al que se
, así, abrieron las esclusas para la crítica radical de Nietzsche a la siguió ateniendo, con la concienciafáctica de cada fenomenólogo
\ razón, que al proceder a su vez en términos totalizadores acaba
{ reobrando sobre sí misma. ';i:;;:!"fi:::;J:Tff ::i';,T,"i?J'n"Hi,ru,ff"liaü,'1.,;..
Un adecqg_do_-9o¡cepto _d9 ry29¡r ¡iluada nollegó a cuajar por generad_ora queda, finalme¡te, ',
arranc_ada.d_e_l rgi¡o de lo inteligi- ,

esta vía, ffilmerced a-tá tOgióáintérna de ótro tipo de crítica


ble y entregada, si no al aquende de la historia, si a las dimensio-
dirigido contra las variantes fundamentalistas del pensamiento üga-
ñ6s que representan la historicidad y la individualidad. En cual-
do a la filosofia del sujeto. En esta discusión que conecta con Kant
quier caso se torna determinante la figura de pensamiento que
se ven sacudidos los conceptos básicos de la filosolÍa trascendental
representa ese <proyectar arrojado en el mundo>, referida a la
eunque no'póf-élló deipofados de su significación páiaciilmática,
(<cura>) por la existencia en cada caso mía.

13 Esta historificación e individuación del suieto trascendental


Incluso Marx no logró pensar suficientemente la relación entre naturale-
za en sí, naturaleza para nosotros y sociedad. La dialéctica de la naturaleza de
impond un-a m-uaanZá"ón H aiquítédiOniCá ¿e tls conéeptos basi-
Engels, la ampliación del Materialismo Histórico a materialismo dialéctico, tornó
después evidente la recaída e_rl el pensamientg prec.rítico. ra Cfr. el capítulo final de M. Foucault, Les mots et les choses, París, 1966.

50 51
cos. El sujeto pierde su conocida doble posición como unL frente.r Dssein qq9"_qQ,!o_ en la soledqd puede con autenticidad proyectarse
a todgllno:!Jlg_Tg:hos. pues el-su-¡étó de-i<.ant, t""tó-qí¿ en lo conóélnié;ite a- sirs ¡6iibilidadesls.
""
conciéñEia trasüéñtlerrfal, había estado frente al mundo como
totalidad de los objetos susceptibles de experiencia;y alavez, en
4 a' , En su filosofía última Heidegger desarrolla una alternativa.
\'f ,,,-iAqu[¡r-a- lo carga -el procxqo--qg apertura del mundo al Dasein
, tanto que conciencia empírica, aparecía en el mundo como una ,,,tr,P
oindividual; ya no entiende la constitúción del mundo en general
f entidad entre muchas entidacres. Heidegger, en cambio, trata cle I como operación, sino como el*¡*up9_rpotente aconteceJ.anónimo
f entender a la subjetividad misma proyictora de mundo como ¿" gle,.[,,g"1"91.9i1
-orleinaria
disuelta en tiempo. El cambio de
{ ¡_eq;qn;el-mundo, como Dasein q:ue de antemano se encuentra en ontoffi rii- sé ¿ümtfé en€l rngqio i :llgggaje como un acontecer
la facticidad de un
9nto.r1o _húióriéo, y que, sin embárgo, no situadoallenclelahistoriiónticá.Eiarr"iñ6[:Temadelaintersub jeti-
putiaáluEfá; pliv.ád,g
-de-. !ú_,eÉpontun"ioio trar.endenál. La vidad se convierte con ello en algo sin objeto. Pero ahora, lo que
conclencia trascendental, sin ménbscabo de iu originalidad fun-
rige en el cambio gramatical de las imágenes lingüísticas del
dadora de mundo, ha de quedar sometida a las condiciones de la
mundo, y ello de forma imprevisible, es el Ser mismo convertido,
facticidad histórica y de la existencia intramundaii. péro-éstas
en poder soberano. El último Heidegger eleva la potencia crea- {
condlclones rirismas no dében pénsafsé'á-iíu vez como algo ónti-
¿or-á?é-S¿litido que es el leng-uaje al rango de absoluto. Pero de
co,.como algo que aparezc.a en el mundo, sino que, más bien, I
ello se sigue un ulterior ¡;óbieiná. Püeii; éii ói'té pllnteamiento
limitan, por así decirlo, desde dentro, Ias operaciones generativas'l
r, : de Heidegger, la fuerza que la apertura lingüística del mundo
Oue es en el mundo,^timigllu_9qpo¡ta¡9ida{ pioyec_ posee de prejuzgar lo intramundano devalúa todos los procesos
oÍ:]^ty"r:
de mundo en su propia fuente.
i
iltora El lugar de la distinción ; '-l
/\ -
bg-¡e.ry" g¡-r a"l e. .4 I tg l_'"9 1d¿n o s. I- a p rE co ni[ñ;¡ib;'-i?o I ó gi c a
if
tr.asdéñdeitál entre cors_titu-ens y constiturumlo ocupa ahora
tdistinción disrinra: ld?irGñóia onfioi@a entre proyección
una dómi-rifnG;n cádá-Eátó-óffistituye para la práctica de los indivi-
de duos socializados en el mundo un_.13-?l"gg"f1/o. El encuentro con
que abre el hbitz6ñté-Fá"rárffiüentros posibtes en er
^mundo, lo intramundano se mueve, en téilñiñól/aiálXt"t, por las vías de
mundo, y aquello con que fácticamente nos topamos o encontra-
mos en el mundo. plexos de sentido de antemano regulados, de suerte que éstos no
pueden verse a su vez afectados por las soluciones logradas de
apertgll._qg¡1lnd.o1 el dejar ser al ente, puede enrenclerse toda_ problemas, por el saber acumulado, por los cambios en la situa-
via como wa activida{ y r". irnputada a las operaciones de un ción de las fuerzas productivas y por la evolución de las ideas
sujgl-g. en serÍ y'rienipá Heidegger favórecé todáuiá éa¡ale.sron. morales. Con ello se torna inexplicable el juego dialéctico entre
El Dasein individual, pese a su enraizamiento existencial en el el desplazamiento de horizontes de sentido y aquello gu qr" la"lgl ,,. .. I

mundo, mantiene todavía Ia altoría de la proyección soberana de horizontes fácticamente han de acreditarse. ' ' {-r' r'' '' ir rt .;
^
mqgde*-una potencia creadora G mundo sin ta-COfre-SpOndi'ente Todas estas tentativas de destrascendentalizar a la"razón t. , 'ni "" -.
posición transmundana-. pero con esta decisión Heidegger se ven aún atrapa¡l¿g qn lasp¡g_lgcisiones conceptuales de la filoso- l '
acarfea un problema con el que Husserl laboró -"n fía trascendental, a laq que siguen apegadas. Estalfá1sás alterna- \
uuno ,.,
quinta meditación cartesiana y para el que tampoco "n Sartre en la tivas sólo desaparecen con el tigñSito a un nge.y-9.pqradigm4.,"9l ú--
tercera parte de El Ser y Ia Nada encontraría solución alguna. paradigma del entendimiento. Los sujetos capaces de lenguaje y
Pues en cuanto la conciencia trascendental se desmorona "en de atóíélque ló6ñGl-trasfondo de un mundo de la vida común
el
pluralismo de mónadas_ j¡¡dividuales fundadoras de mundo, se se entienden entre sí sobre algo en el mundo, se han acerca del
plantea el problema de cómo desdé er medio que representa su lengua tanto de forma autónoma como
iiunlo ¿é visd-áe ertas
puede quedar constituido un mundo intersubjetivo en que cada de forma dependiente: pueden servirse para sus propios fines del
subjetividad pudiera salir al encuent¡o de las demás.ro .orrro un sistema de reglas gramaticales que es el que empieza haciendo
contrapoder objetivante sino en su espontaneidad originaria, posible su práctica (de ellos). Ambos momentos son coorigina-
proyectora de mundo. pero este prolJema de la intersuU¡etiviAaa
resulta insoluble bajo la premisa de que se parte, de un 15
M. Theunissen, Der Andere, Berlín, L977, págs. 176 y ss

52 53
rios16. Por una parte los sujetos se encuentran ya siempre en un metafísico. El tránsito desde la filosofía de la concienc
ñundo lingüísticamente abierto y estructurado y se nutren de los filosofía del lenguaje no sólo ha comportado ventajas metor
plexos de sentido que la gramática les adelanta. En este aspecto cas, sino también de contenido. Pues nos saca del círculo de
el lenguaje se hace valer frente a los sujetos hablantes como algo
p@etivo, como una estructura de condiciones de posibi- ^ a\ t Y velir iln!3üq alsq1gglgaPglqgg1t'Tl1ryi¿ffifl -
) I entre idealism-6-li"materiaüsmo. y ofrece
to a¡tti-nretafísico, es decir,
hdáA q iltodo deja su impronta. Pero, por otro lado, el uoemaillf,bsibilidad de abordar un pióbiemálüE no tiene ningu-
mundb de la vida lingüísticamente abierto y estructurado no tiene na solución cuando se sigue aferrado a los conceptos básicos de la
otro punto_ jlgjlpoyo qy le prÉ_cjlgg _4.p lqs proc^esoq {e--e4Jen di-
" metafísica: el de la individualidad. En la crítica a la filosofía de
mientden"unatom¡¡ila¿ de lenguaje. Y en tales procesos la la conciencia se agavillan, por lo demás, motivos sumamente
formá?iéñiñgüistiea ao bonbeirSo,'a través de la que se entrete- diversos. Voy a mencionar al menos los cuatro más importantes.
jen las interacciones én el espacio y en el tiempo, permanece
dependiente de tomas de postura autónomas cle afirmación o a) Quien, al centrar su interés en la relación consigo mismo
negación por parte de los participantes en la comunicación frente que caracteriza al sujeto cognoscente, se decidía a elegir la auto-
a pretensiones de validez susceptibles de crítica. canclglgla como punto de partida de su análisis, tenía qudtr;¡ér-
Los lenguajes naturales no sólo abren los horizontes de un selas ya desde Fichte con la objeción de que la autoconciencia no
específico en cada caso, en que los sujetos socializados se p u ed e co n si d er ars e en..ab s o !¡_te*q&g9-*gtg-'g:g1l*i o, pue s I a
"mundo
encuentran ya siempre a sí mismos; obligan, ala vez, a los sujetos
f espontaneidad de la vida consciente escapa justo a aquella f orma
i u-rgttgi{"je :;
ntQs p r o p io s,'- a-. saber una práctica intra,mundana
de objeto en la que, empero, tendría que ser subsumida en cuanto
'orientada por pretensiones de validéZ qüo-Sómété los áüánces de
el sujeto cognoscente se vuelve sobre sí para apoderarse de sí
sentidt¡üé*lá@e'rtüiá"-iingüística del mundo comporta, a una
como de un objeto17. Esta coerción que los conceptos básicos
continua_ L__-
orueba de acreditación. Entre el mundo de la vida como
* --_ elegidos ejercen y que obliga a la objetivación y a la autoobjeti-
recúrso del que se- nutre la acción comunicativa, y el mundo de
vación viene sirviendo también desde Nietzsche de blanco de una
la vida comó producto de esa acción, se establ.ece un procese
circular, en el que el desaparecido sujeto trascendental no deja
cítica a la forma de p91ga¡riento que tiene por mqla,apoderarse
de pbielgp y alarazól instrumental, critica que a grandes zanca-
*Xritñs dé sí hueco alguno. Empero, sólo el giro lingüístico de la aai y coñ nó-poóo áp;éfiiáiiiiento se hace extensiva a las formas
t,. ' I filosofia ha suministrado los meclios conceptuales con que poder
,dT;.-.1 analizar Ia razón materializada en la acción comunicativa. de vida modernas en su totalidad.
,.'' -
.p. / ,,* -"*':to

i- 7:,,.'^.t^:
- . !--.
lV. Gno lncüÍsrrco i--'- {* n ¿^ L' t'-'t -
á) Desde Frege la lógica y la semántica dieron un golpe a esa
congepcié+-a+ticulada-,.E! tg-qg¡1"gl de teoría _de_I._obj eto, que re-

-R, L. ¡ra*rr'¿.-,J , t. t. ( - ')*4


sulta de la estrategia
"onCépfüái
aé"1á"filosóiñáó1a conciencia.
Pues son sólo siempre objetos, en palabras de Husserl: objetos
En las dos últimas secciones he mostrado cómo el penia- ¿* -
intencionales, a lo que pueden dirigirse los actos del sujeto que
miento posthegeliano se desliga de las concepciones metafísicas "
juzga, actúa y tiene vivencias. Pero esta concepción del objeto
de la razón q,i" upur"""n hgádas a la modéma filosofía de la'f'"'ty'
representado no hace justicia a la estructura proposicional de los
conciencia. Antes de entrar en la relación entre teoría y praxis
(tras haberme referido al pensamiento <identitario" y al idealis- estados de cosas a que nos referimos (Semeinten) y que refleja-
mo), voy a referirme ala crítica a la filosofía de la conciencia, mos en enunciadosls.
critrca que es la que ha-alláñáñó*éfóániiñiñt-peiliáñiéñtffiost-
17
M. Frank analiza teorías no egológicas de la conciencia, que tratan de
buscar una salida a esta apoúa, cfr. Die Unhintergehbarkeít von Individualitdt,
16
Cfr. mi réplica a Taylor en A. Honneth, H. Ioas (eds.), Kommunikatives Francfort, 1986, págs. 33-64.
18
Handeln, Francfort, 1986, págs. 328 y ss.; y.en este libro, más adelante págs. 200 E. Tugendhat, Einführung in die sprachanalytische PhíIosophie, Franc-
y ss. fo¡t. 1976. págs. 72-106.

54 55
c) Además, el naturalismo pone en duda que sea posible objetual público que representan las expresiones gramaticales.
partii de la concieffiffid base, como algo incondicionado y t) Frese v Peirce marcan el punto de inflexión2O.
originario: había que co¡c[[a¡-4-"S?n!-99n *D=rryfn' Más tarde, n JL"t- Ciertamente que el giro lingüístico sólo se efectuó en un
con las teorías de Freud, Piaget y Saussure, ofreciéronse catego- :;Jt $rincipio {e¡1r_o de los límites del semg¡ticismo, a saber: a costa
rías <terceras> que acabaron socavando
\Y- de iBstiácói,onás que ésfoibáion un u-lo pleno del potencial de
"l 4y-eligSS-!'q¡rEgBtual
con que operaba la filosofía deEn6ñlJncii. A través de las resolver problemas que el nuevo paradigma poseía. El análisis
categorías de cuerpo susceptible de expresarse, de comporta- semántico es, en lo esencial, un análisis de formas de oráffiinés,
miento, de acción y de lenguaje pueden introducirse relaciones sd'6fé-Tód6" de las formas de oraciones asertóricas; prescinde de
con el mundo, en las que ya está inserto el organismo socializado, la situación de habla, del empleo del lenguaje y de los contextos
el sujeto capaz de lenguaje y de acción, antes^de poder referirse de ese empleo, de las pretensiones, roles dialógicos y tomas de
a algb en eimunflo té.tttinos objetivantesle. postura de los hablantes, en una palabra: de la pragmática del
"n le_ngqeje que la semántica formal quiso resEiü*ai-á-6Tid"iipb de
¿ pfJ.orS'-#;J l,:,in-üístico han encontrado tares investigación, a saber: a una investigación empírica. De modo
similar, también la teoría de la ciencia estableció una separación
reservas un sólido fundamento metodológico' Este giro se debe -

ya por Humboldt, de la concepción tradi- en'ire tOgl-Cá dé lá investigatión' y'cuestiónesrelativás*a*l a din ámi-
al abandono, marcado
cional según la cual el lenguaje ha de entenderse conforme al .u¿.lá=iñüáJti'sft i6ñ-ciié"ií#;H"¡E-déT*sé;'i6lp:irótogos,
modelo di Ia asignact-ó-A-{-ei-9"lg-b:-gs- a- oljetos y como un instru- hisforiadores y sociólogos. g.k' - *{-+ rr^ \u-'.'"'^'" r ' i J ,.1 "i
La abstracción semanticistf reduce el lenguaje a un formato 't,lu q" ' '
mentldlóm u nlEálO n q ue pé t{lq al qa nt e ni d o d e I
imaneqg-g-xl-e
-có-ñlpción
p"n*.i"nidleroGsif ñGñ de lenguaje, de cuño que hace irreconocible el carácter peculiarmente autorreferencial
irascendental, cobra relevancia paradigmática ante todo pbFla de éste21. Baste sólo un ejleñ[iii*é'ri"A'-ATó"4ó""áóüóñés no
rEmgt-.l.gdglógica que supone frente a una filosofía del sujeto lingüísticas no cabe inferir Ia intención del agente del comporta-
qrFtra de apelar a un acceso introspectivo a los hechos de con- miento manifiesto de éste, o en todo caso sólo cabe colegiria por
ciencia. La descripción de entidades que aparecen en el interior vía indirecta. En cambio, un acto de habla da a entender por sí
del espacio de las representaciones o de la corriente de vivencias, mismo al oyénte la intención del hablante. Las manifestaciones
no logra liberarse de la sospecha de no ser más que puramente lingüísticas se identifican a sí mismas porque están estructuradas
subjeiiva, ora se apoye en la experiencia interna, en la intuición autorreferencialmente y, por así decirlo, comentan el sentido que
intelectual, o en la evidencia inmediata. LuJ4tqg, tJt:.e¡quUigJiva ,) , , ,tiene el empleo del contenido expresado en ellas.
de las observaciones sólo puede venir asegi-rada p*or"la.práctica I'/'^Í* ' El descubrimiento de esta doble estructura realizativo-pro-
experimental, es decir, por una transformación regulada de las ' I
Jri.;-posicional €-.-^---1 ñ€-
partiendo de WittgenSléin y Austin"-Tue el primer
w "' pasoEn-efcamino-tr¿eiáiiiá-"íñdlusi'ún-de "Có"ffonentes
peiEé!-tion.s en datos. Una objetivación similar es la que parece oü pragmá-
iogruite cuando el análisis de las representaciones y pensamien- n¡¡'ro' ticos en un análls-is formal. Sdi6-Cdñ-éste ffáñSiidT'iin5-p r agmá-
tos se emprende recqrriendo a los.produelgr,gteqrjú&tles con tn', tica fo-iñáti',ittó-6iE-Él análisis del lenguaje las dimensiones y
cuya ayuda son exprbsados. Las expresiones gramaticales son ' problemas hela^fiÍLsofia del sujeto iniciálmlnte dados por perdi-
also públicamette-accesible, en ellas pueden leerse estructuras
tifiÉ¿¿.iauá á. t"iáii*ááigt meramente subjetivo. El modelo
( I dos. Er!á¡g¡lgjilgrd és éL ánárisis dé'rü pieiffié'iiiffThiversa-,
que tr-ñde¡ü-m-plirse para que los participantes en la interac-l
,','
^:les
que representaron la matemática y la lógica hizo el resto, para Ü-1"-'óión puedan entenderse sobre algo en el mundo. Estos presu-f
que la filosofía se viera remitida con carácter general al ámbito 'lr v --:{-
20-Cfr. K. O. Apel (ed.),
$/-Ju't los escritos del período medio de Ch. S. Peirce:
1e
La temática de la antropología filosófica de H. Plessner y A' Gehlen Schriften zum Pragmaüsmus, Francfort, L976, págs. 141 y ss.
21 K. O. Apel, Transformation der Philosophie, tomo II, Francfort, 1973,
quedó retomada en la fenomenología antropológica de Merleau-Ponty, cfr' B'
Waldenfels, Phi)nomenologie in Frankreiclr, Francfort, 1983; cfr' también A' segunda parte, págs. 155 y ss.
22 J. Searle, Speech acts, Cambridge, 1969.
Honneth, H. Joas, Soziales Handeln und merschliche Narur, Francfort, 1980'

56 57
puestos pragmáticos de la formación de consenso ofrecen la pe- de operaciones constructivas de entendimiento
que se efectúan
culiaridad de contener fuertes idealizaciones. Inevitable, pero a en las formas de una intersubjetividad
discontinua. No cabe duda
me nu do coglafácti ca e sl!6iEj@i6l1E"supo s i ci ó n d e q u e t o do s deque las reglas gramaricales garantirun ta
i¿enti¿aJJ"ijgJfi_
los participantesEf, el diálogo emplean con el mismo significado cado de Ias expresiones lingüísticas.; pero
al propio ti;;;;""
las mismas expresiones lingüísticas. Llevan también aparejadas de dejar.-espacio para un ernpleo
idealizaciones similares las pretensiones de validez que un ha- linaiviouatmente matizado e
imprevisible en lo que u innouu.ion", ,"
blante entabla en favor del contenido de sus oraciones asertóri- siones"uyuio"niiaaddesigniri"ud;;;;trfü"O"i:;'Jff
cas, normativas o expresivas: lo que un hablante aquí y ahora, en inscrita en la propia comuñicación. El hecho Oe que ":Tl,:";
l";;;;;;ir_
un contexto dado, afirma como válido, trasciende, en Io que a su nes de los hablantes se desvíen también
pretensión se refiere, todos los estándares-déiáiidez dependientes dos estándar de las expresiones
siempre;. i;, ;t;;til"_
explica esos ribetes de
del contexto, meramentfló-dalss:ectfél.eóñfenidonsrrnativo de eue anidan en todo "-pt"uáu,
lingüísticamen-TláfcáñZa_
-=---_-) -- _---_%

tales predupuest 9r eornjn gfllivos (i de alizaE?es y, Tiñéñ6á'rgo, .¿*+Ul"


cro: << r oclo comprender "onr"nro
:l
es, pues, siempre ala vez"" no_"o_pi"n_
ineÍiTá6l6sJ-de rina piáctica fácticamente ejercitada, penetra en der, toda convergenciu .n p.nrumientos y
sentimientos es
<^ .. la esfera misma de los fenómenos la te¡DlggsntLalg-i#Slfiple y ura divergencia" (w. v. n"muorát¡. c";;i;l;;árrrü¡"_al
b{'¿.l lo empírico. Presupuestos contrafáctilos se tornan hechos socia- li"ip?
tividad del entendimiento lingüístico es
,7t- porosa por su propia
\^/.e'r': I tef€te es el aguijón crítico que lleva clavado en su carne una naturaleza, y como el consenio lingüísticamente
alcanzado no
J'/. : I realidad social que no tiene más remedio que reproducirse a elimina en las convergencias las difer"encias
hu' de las p"rrp".-ti* á"
,^-l {t.aués de la accién orientada al entendimiento. sino.que las supone como insuprimibles,la
. El giro lingüístico no se efectuó sólo a través de la semántica l"-:^t??",:s,
orrentada al e'tendimiento resurta también
acción
apta como'medio en
,
¡ n¡¿,ll'' he la oáción, iino también a través de la semiótica
w, - plo, en el caso de Saussure-. P;ro €il;Gü¿iu?alismo
ejem-
-porcae de que discurren procesos de formación qu.
poribilitan dos ;n
una: sociarizaciéñ*é- i¡diirídiiáeiéñ. "";;;
Éi-¡iB¿r,ai#rii*id;";;
,-0\^,..(,fyforma muy similar en la trampa de falacias abstractivas. Al pe- prorro-mbrerperreñeres*ó618" rr"ur""ri y oyenre a una actirud
- ' ', , - - raltar las formas anónimas de lenguaie otorgándoles rango tlqns- realtzativ-a, en la que el uno iale" al encuentro
",v4'J
/vtendent ci- ego
del otro como alter
en la conciencia de su absolura diversidaJe
deñtTll*El modo como los sujetos hablan y lo que los sujetos -sólo
bilid¿d puede el uno reconocérsé én él s¡¡o._.
i;;;r;;_
hacen es algo que habría que aclarar a partir de los sistemas de práchEá-comi¡riióáfivá cotidiañá nói
Aji;,ya:
"i-iu
;¿3üitu accesible de forma
reglal-sub¡rcentes. La individualidad y creatividátt-&íl-fi j eto bien trivial aquella no-identidad, uutrr".uUl"
capaz de lenguaje y de acción, y en general todo lo que se ha disto¡sionada cadñEzQütrsé rá-aborda
y una V irii-l.i
té.-ino, ou.¡"tiuurt".,
venido atribuyendo a la subjetividad como posesión suya, sólo que siemp^re escapaba por la red de "r,
los conceptos básicos de Ia
constituyen trEñffiéT6F-rTsiduales que, o bien se pasan por metafísica2a. El aicance de esta,"1";;i;;;rofana
de lo no_idén_
alto, o bien quedan devaluados como síntomas narcisistas (La-
can). Quien, bajo prenisas estructuralistas, quiera defender to-
davía los derechos de todo ello, no tiene más remedio que des- i?"ü?i:'Ji:HT"i*"J,?J:i'l:LL::fi Tffiff yvr j;T"xf
vouvu¡¡4- /
razón.
miento logocéntrico de la
plazar todo lo individual e innovador a una esf'era de lo prelin- I

güístico sólo accesible ya en términos meramente intuitivos23.


También de esta abstracción estructuralista es el giro prag- V. DEFLAcTóN op Lo EXTRACoTTDTANo
mático el que logra sacarnos. Pues las operaciones trascendenta-
les en modo alguno se han retraído como tales a los sistemas En la medida en que la filosofía se retrajo al
sistema de Ia
gramaticales de reglas, antes la síntesis lingüística es el resultado ciencia y se estabreció.iomo una especiaridad
académi"u junio-u
otras, hubo de renungialr agqelsld""¡ggtsOqela.y¿;lá
23
Í)rlg y
M. Frank, Was ist NeostrukturalismruT Francfort, 1983, lección 23,
págs. 455 y ss. 24
Cfr. K. H. Haag, loc. cü., págs_ 50 y ss.; cfr
más adelante, págs. 1g6 y

58
59
- resi
fu,.*
t - a si g_lifi-cación t ulu1_!9¡1_9ll u-¡Soría. Cosa de pocos
gn ar t od No puedo entrar aquí en esta discusión y he de contentarme
. A '
sóltbélltIollilfit¡soti¿-¿ñ liéntido bien simpleddrfsaber ,rnu contratesis. La idea de un primado de principio de la
f ^-f,,."-leípecializado reservado a expertos. Ciertamente que, a diferen-
"or
práctica sobre la teoría, también relevante en lo que-colcierne,a ,
I - J cia de otras disciplinas científicas, mantiene también aún una validez, sólo conduce a un escepticismo13-{19q1 cualdo la.mirada I
"{h * cierta relación con el saber preteórico y con la totalidad no fitosófica si estlechl,iZedüté á 1á dimensión de las cuestiónes de I
\- verdátl-éGñflífiláñente elaborables. Irónicamente ha sido la pro-f
ü .¿,ces, el pensamiento filosófico vgpe,UggfuLpncia en conjunto e pia filosofía la que ha dado pábulo a tal estre-chamienlo cogniti-l
?n''\ '* impulsar una autorreflexión de las ciencias que vaya más allá de vista v reduci do'. r"';;:;'";;;; ;;'#r tñ.ia¿i.;;iá"-' ¿ o-.t., *
I -l-s los límites de la metodología y de la teoría de la ciencia y que p*r ln términos de teoría del conocimiento, y después incluso t"*'{-*.:) '
.-'.1- "T un movimiento opuesto al de las fundamentaciones últimas Ln términos de análisis del lenguaje, a una sola de sus dimensio- f,'"
-en
[ | del saber, que la metafisica pretendió- traiga a la luz los funda- nes, al logos que es inmanente al ente en conjunto, a la capacidad,¡q '¡v"f¡
I' mentos de sentido que la formación de las teorías científicas de representarse y manipular objetos, o al.habla constatadora de 'J*4
tienen en la práctica precientífica. El pragmatismo desde Peirce hechós, que se especializa en la validez veritativa de las oraciot"t -d.¿.^,_". -
a Quine, la hermenéutica filosófica desde Dilthey a Gadamer, asertóricas. La insistencia de la filosofía occidental-.en el-lggos \ Ó..
también la sociología del conocimiento de Scheler, el análisis reduóe la razón a io-q--tie son icji féndimientós-ilei-lénguajei én una f kv'J^'
husserliano del mundo de la vida, la antropología del conoci- de sus dimensiones, en la de exposición de estados de cosas' Al I
miento desde Merleau-Ponty a Apel y la teoría postempirista de cabo sólo se considera rc-lgsi-o¡-üta- elabpsgió¡- me!ó$i-ga de
la ciencia desde Kuhn han venido sacando a la luz tales relaciones cuestiones de veidád-jias cuestiones de justicia y las cuestiones
internas entre génesis y--valid-Lz. Incluso los rendimÍ6ffiEgni- de gúiTolñffién las cuestiones relativas a la veracidad o a la
tivbs esotéricos tienen raíces en la práctica del trato precientífico auténticidad de las presentaciones que los sujetos hacen de sí
t con cosas y personas. Queda sacudido e[ p¡img¡io clásico de la quedan excluidas cle la esfera de lo racional-. como irracional
teoría sobre Ia práctica. V- tqr1.,.¡.!.r-r.. ,,.-..,{',^ .1 - pr, t, aparece entonces todo aquello que rodea y delimita a la
Pero é¡Ié1ip6"tfe ideas se ha convertidb para la propia filo- - \--., esfera de la ciencia, especializada en cuestiones de verdad
sofía en fuente de desasosiegos; pues es sotrre todo de ese venerou;
$''
dos los contextos en los que ésta está inserta y en los que ésta
-to-
de donde se nutre la forma moderna del escepticismo. Tras no f" I está enraizada. El-ggnlgllualismq- lglo-rc; .91 reve,rlo.*-del logo-
h aber men ester ya I as cltruras-de-r*partorde-ningrrn a j u stif ica- - centrismo.
1r1
ción y haberse hecho con el poder de definir qué criterios de '-Tdro una filosofía que no se agote en la autorreflexión de las
-"^*
validez debían admitirse en cada caso, la filosofía dejó de dispo- ciencias, que lo@é-efá ti]áóión atTistema
n e r-y1de-eiilgjlo_s g g y pjgpi.o^-s qtc-ptrdi e sen de tatiencia, que invierta tal perspectiva y vuelva la mirada-hacia
"4!.:
9_i.q !$ tgt.
quedar intactos ante la evidencia del primado óategorial de la atrás, hacia Iá espes!rrqj-e-!-rnllr-q-9-d-1-l? Yida, se -libera del
práctica sobre la teoría. Así, una y otra vez saltan a la vista louoééltrim:Délcubre una razón que opeia ya en la pirácttca
consecuencias de ello que disputan a esa razón situada toda .oiilñ;¡-a misma26. Pues aq=ü lás piéien'éionEs dé veidád pro-
pretensión g$_ve_rsalista. Hoy predominá-ef muc-lÍós ímTii6*s un posEoñá¡-aéTectitud normativa y de veracidad subjetiva se
conGlt-ualiS¡go que restringe todas las pretensionés de verdad al
--.--..+ Lntrelazan dentro de un horizonte mundano concreto y lingüísti-
radio de alcance de juegos de lenguaje locales y reglas de discur- camente alumbrado; pero en tanto que pretensiones de validez
so que fácticamente se han logrado imponer, que asimila todo susceptibles de crítica, trascienden alavez los contextos en que
estándar de racionalidad a usos y costufirbres, a convenciones .n caso han sido form@er. En el
sólo válidas en el lugar en que se esté2s. "ud"
espectro de validez de la práctica comunicativa cotidiana se hace
patente una racionalidad comunicativa articulada en dimensiones
25
R. Rorty, or Objectivity?>, en J. Rajchman, C. West (eds.),
"Solidarity
Postanalytic Philosophy, Nueva York, 1985, págs. 3 y ss., y en este libro, más 26 Das Dickicht der Lebenswelt und die Theoríe des kommu-
u. Mathiesen,
adelante, págs. 175 y ss. nikativen Handelns, Munich, 1985.

60 61
filosófico
de expresión del lenguaje
distintas. Ésta ofrece al tiempo unjl{glle 3 ta hora de enjuiciar , el momento?) a la capacidad medio de la argumen-
las coeunicaciones sistemáticamente distorsio-ñfrIálfTñlefor- v cue aguard"" "ú;T;;"d"t.trid;i9:s:l
incluso en su forma postmetafísica'
tifJotiu'
maciones-de-JAi fefmas de, Viffiiüé por una
vieñ-en' máfdadas ¡ iuóiOn racional, fu
a la religión'
¿---
utilización sólo selectiva del potencial de razón que se tornó i ffii'o'";^"*lt"rt' ti eliminar
accesible con el tránsito a la modernidad. I

En su papel de inté¡prete, en el que puede mediar entre el j

saberdeloseTffinaprácticá"otidiananecesitadade
orientación, la filosofía puede hacer uso de ese saber y contribuir
a traeÍ a consciencia tales deformaciones del mundo de la vida. l

I Pero esto sólo como iistancia crítica, pues la filosofía ya no


I
l
'
I pueOe suponersEtñ
-bd-.*,*.-'.* pósesión de-tlná teoría afirmativa de la vida
1

I correcta o la vida feliz. llas la metafíqiga ese todo no objetual


.qu"",elmundooelauioffiEiHaIsólopuedeSernoSya
presgn.te*g*ggTlondo, escapa a todo intento de objetualiza-
c1ón en térmrnos teoiidosla ialed-márxi:iñá-deTa iéfliZái:ión de
la frióTófíilpiñ?Fé#enderse tam6ién enif señüdio d-el¡e sólo
en el plexo de experiencia que representa la práctica intramun-
dana cabe pensar aún en articular
-y tambiéndeenlas
poner en su fiel- lo que tras el hundimiento
equilibrar y
imágenes
religiosas y metafisicas del mundo quedó separado (en el plano
de los sistemas culturales de interpretación) bajo distintos aspec-
tos de validez2T.
Tras la metafísica la teoría filosófica ha perdido s\ status
ext€elglngle i jltracoti di ano. Los co ntenidolffiiiñci al es
explosivos de lo extiá-ólüñhrio han emigrado a un arte que se ha
to¡nado autónomo. Pero, tampoco tras esta deflación cabe en
modo alguno decir que lo cotidiano totalmente profanizado se
haya vuelto inmune a la irrupción perturbadora y subversiva de
sucesos extracotidianos. La religión, que en gran parte ha que-
dado privada de sus funciones de imagen del mundo, sigue siendo
insustituible, cuando se la mira desde fuera, para el trato norma-
lizador con 1o extracotidiano en lo cotidiano. De ahí también que
el pensamiento postmetafísico coexista aún con una praxis reli-
giosa. Y ello no en el sentido de Ia simultaneidad de lo asimultá-
neo. La continuidad de esta coexistencia ilumina incluso una
curiosa dependencia de una filosofía que ha perdido su contacto
con lo extracotidiano. Mientras el lenguaje religioso siga llevan-
do consigo contenidos semánticos inspiradores, contenidos se-
mánticos que resultan i¡renunciables, pero que se sustraen (¿por

I
27 Cfr. más adelante págs.
l
181 y ss.

63
l, 62
t:
I
ll

También podría gustarte