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MUJERES SINGULARES

PLANES DE BARRIO 2016


INTRODUCCIÓN

La principal finalidad del trabajo con las mujeres a través de sus relatos, es poder extraer recuerdos
contextualizados en un lugar y tiempo determinado. Esto permitirá revivir, analizar e incluso situarse
ante algunas circunstancias, de una manera positiva, razonando su comportamiento en ese
determinado momento.
No se puede disociar de la conducta, el contexto y la época en la que se produjo, puesto que no
sólo la condiciona sino que sirve de clave interpretativa para su comprensión.
El reflexionar a través de las historias de vida va a facilitar el aumento de la autoestima en las
mujeres participantes.
El método desarrollado ha sido participativo, utilizando herramientas que facilitan a lo largo de la
narración destacar en aquellos aspectos más traumáticos, capacidades y actitudes que las hayan
ayudado a superarlos o asumirlos.
Asimismo, ésta permite percibir las múltiples realidades de las personas que participan en las
actividades de una manera comprensiva y holística. Esta es una mirada más circular y sistémica de
la dinámica de los problemas humanos en los procesos de ayuda. Por lo que, podemos confirmar
que el uso de las historias de vida, es un excelente recurso para el empoderamiento en las mujeres
desde sus propios contextos.
ÁNGELES SORIANO MARTÍNEZ

Valencia, 24 de julio de 1933


Mis padres, mi abuelo paterno y yo pasamos después
de la guerra mucha hambre.
Mis padres trabajaban en el campo a sueldo para los
demás labradores

Yo de pequeña con cinco años iba al colegio. Cuando


tenía once años me sacaron del colegio y me llevaron
para que aprendiera a coser. Estuve con un sastre a
aprender a hacer pantalones y también con una
modista de diseños de moda. Todo esto ocurrió en un
pueblo de Valencia llamado Benaguacil, que tenía
entonces siete mil habitantes. Es el pueblo en el que
nacieron mis padres. Yo nací en Valencia en la Avenida del Puerto 222, en casa de una hermana
de mi madre.

En mi juventud fui fallera en la falla que plantaron en mi misma calle. Tenía dieciocho años. Fue
todo muy bonito y mis padres hicieron un gran sacrificio para que así fuera.

A los veinte años me vine con mis padres a Madrid. Les ofrecieron cuidar de una finca aquí en
Carabanchel. Se llamaba Finca La Patilla. Por el terreno que tenía se plantaban hortalizas y
verduras para venderlas en el mercado. Así que de costurera, labradora – coger lechugas,
tomates, pimientos, calabacines, etc. Al cabo de diez años entré a trabajar en el Hospital Gómez
Ulla y allí conocí a Ángel.

Un momento especial de mi vida fue cuando conocí a mi marido, pues ese fue un momento
especial en mi vida, pues gracias a Dios fuimos muy felices.
Recuerdo cuando llegué al barrio las vecinas me acogieron muy bien. Yo iba al hospital a trabajar
a las ocho de la mañana hasta que nació mi hija. Luego mi marido no quiso que volviera.

Recuerdo que cuando mis hijas se peleaban les decía “cuando os canséis y quede el rabito me
avisáis”, y se acababa la riña.
ELVIRA CEBOLLA GARCIA

Madrid, 20 de mayo de 1950


Mi padre era panadero y mi madre enfermera.
Durante mi infancia en mi casa vivíamos mi abuela
cuatro hermanos de mi madre mis padres mi hermana
y yo, la verdad es que yo la recuerdo una época feliz
a pesar de perder a mi padre cuando yo tenía 5 años
le recuerdo como la mejor persona del mundo pero la
vida tiene esas cosas que nadie puede evitar.
Yo realmente soy una persona, al menos yo así lo
pienso, muy positiva y mi juventud fue muy divertida,
me gustaba estar con amigas y divertirme mucho.
Recuerdo un pasaje muy bonito de mi vida, teníamos
una piscina en el barrio que solo podían entrar
mujeres y todos los años en verano nos sacábamos
un abono y nos íbamos las tres a la piscina y nos lo
pasábamos genial. A los dieciocho años me quede
embarazada y me case. Tengo 2 hijos maravillosos.
La valoración que yo puedo dar de mi vida es que a
pesar de las dificultades, que la vida me ha puesto
yo solo intento guardar lo bueno que me ha pasado.
JOSEFA RAMÍREZ PÉREZ

Madrid, 9 de septiembre 1945


Mi padre era encargado de la
construcción y mi madre
trabajaba en lo que podía hasta
que fuimos creciendo y ya nos
pusimos a trabajar.
Mi vida en la infancia ha sido
buena aunque éramos muchos
en la familia nos llevábamos
todos muy bien. Yo era la más
pequeña de los seis. Siempre
estábamos contentos y no
discutíamos.
La juventud ha sido también
buena. Pues nos pusimos a
trabajar cada uno en lo que sabía hacer y ya mi madre dejó de trabajar y estaba en casa.
Seguía trabajando y conocía al que años después fue mi marido. Tuve dos hijos, chica y chico, y
fuimos muy felices.
Un momento especial de mi vida fue cuando llegamos al barrio fue cuando nos casamos pues yo
era de cuatro caminos y él era de Úbeda. Y vivíamos al otro lado de Carpetana y a los quince
años nos compramos la casa en la que vivo hasta ahora. Llevábamos una vida tranquila, yo en
casa con mis hijos y el casi siempre estaba de viaje. Los recuerdos míos son muy tristes. No los
pongo pues con recordarlos yo… para que los voy a escribir.
Cuando llegamos al barrio había barro hasta las trancas, mi madre me acompañaba hasta la
camioneta, me quitaba las botas de agua y me ponía los zapatos, y al regreso la misma operación
pero era divertido.
JULIA SÁNCHEZ

Hoyos de Miguel Muñoz, 12 de abril de 1932

Mi padre era agricultor y mi madre ama de casa.


Mi infancia la pasé dentro de un pueblo muy pequeño
estábamos todos muy unidos y lo pasábamos bien.
Teníamos nuestros días de diversión. Cuando los
demás se iban a otros pueblos a los bailes a mi
hermana y a mí nuestro padre no nos dejaba, pues
teníamos que tener un hermano y nosotros no lo
teníamos.
Mi juventud la pasé en Madrid con familiares y amigas.
Te acordabas de tu pueblo y de tu hermana y amigos.
A los dieciséis años me vine a Madrid a trabajar.
Estaba bien pero con obligaciones, pero estaba
contenta.
Un momento muy especial de mi vida fue el nacimiento de mis dos hijos. Tenía mucha ilusión por
ser madre.
Recuerdo que cuando vine al barrio para mí fue muy difícil. El barrio carecía de muchas cosas.
Entre ellas el teléfono. Tardaron tres años en concedérnoslo.
LUISA REALES

Jovellanos (Ciudad Real), 9 de junio de 1930


Mi marido era policía nacional y yo fui ama de casa. Mi
padre era comerciante y mi madre era ama de casa.
Mi infancia fue feliz con muchos hermanos y me he
sentido feliz siempre. Luego he tenido a mis hijos que
me siento muy orgullosa de ellos y mis nietos. Y
ahora mi bisnieto que me siento muy contenta de todo
y doy gracias a Dios por todo lo que me ha dado esta
vida.
Durante mi juventud los fines de semana salía con mis
amigas de paseo. Íbamos al baile y al cine. El baile era
en el pueblo que era en Socuellanos. El baile era en la
plaza del pueblo, nos lo pasábamos muy bien mis
amigas y yo.
De mayor estaba en la tienda de mi casa que teníamos zapatería, luego me case y me vine a
Madrid que mi marido era policía nacional. Tuve dos hijos, Manolo y Luisa, y tengo tres nietos, de
mi hijas dos chicas y de mi hijo un chico. De mi hija tengo dos nietas, de mi hijo un nieto, y de una
de mis nietas tengo un bisnieto. Me siento muy orgullosa de toda mi familia.
Momentos especiales de mi vida fueron los nacimientos de mis hijas. La alegría de formar una
familia.
Recuerdo de mi llegada al barrio que estaba todo a medio hacer, las calles llenas de barro, sin
luces, ni metro, ni autobuses. Había una camioneta que iba al centro. Poco a poco se han ido
arreglando las cosas y ahora estamos bastante bien.
MARÍA DOLORES DELGADO

JIMÉNEZ

Úbeda (Jaén), 3 de noviembre de 1945


Su padre trabajó en el campo y en la construcción. Su
madre cuidaba la casa y la familia.
Tuve una infancia muy buena en el pueblo y después aquí
en Madrid. Llegamos en 1956 con la maleta de madera y
muchas horas de tren. A los dieciséis años me puse a
trabajar en el laboratorio Productos Roche y estuve hasta
que me case. Los fines de semana salía al cine y a bailar y
a pasear con mis amigas y nos lo pasábamos muy bien en
la sala de fiestas y guateques.
Un momento especial en mi vida, fue el nacimiento de mi
hija y cuando me case por formar una familia.
Recuerdo de mi llegada al barrio que estábamos con barro hasta las trancas, mi madre me
acompañaba hasta la camioneta, me quitaba las botas de agua y me ponía los zapatos, y al
regreso la misma operación pero era divertido.
Mi vida ha sido feliz y positiva, con cosas buenas y regulares, con el fallecimiento de mis padres,
pero con mi hija y mi marido he sido muy feliz.
Mª JESÚS JIMÉNEZ GARCÍA

San Juan de la Nava (Ávila), 5 de junio de 1964


Yo viví con padres y hermanos. Mi abuela ya mayor vivía
a temporadas con nosotros
Mi padre fue ganadero y mi madre ama de casa.
Mi infancia la viví en el pueblo. Al ser tantos hermanos
no hubo mimos ni caprichos. Y todo se tenía que
compartir. Mi madre fue una gran mujer, nos daba cariño
y atenciones.
A la salida del colegio. Íbamos a buscar las meriendas a
cada casa, todas las amigas juntas. Después íbamos a
jugar a la plaza del pueblo as las canicas y agallas. Y a
la pared de la iglesia al frontón y la hija del médico tenía
unas muñecas preciosas. Yo era inseparable de ella.
Durante mi juventud vine a Madrid a trabajar y mandaba
dinero a mis padres. (8 años) .En el tiempo que tenía
libre iba a aprender cosas, me gustaba mucho. Iba a prender corte y confección, máquina y
taquigrafía, puericultura.
Ya adulta me casé. Tengo dos hijos maravillosos y un marido también.
Trabajo un poco, para ayudar en la casa. Me ocupo de mi suegra, todo lo que puedo ya que
perdió a su hija y a su marido.
Un momento especial de mi vida fue mi boda .Fue en el pueblo de San juan de la Nava (Ávila) y
se celebró la comida en el pueblo de mi marido, Burgohondo (Ávila). Un día antes me cantaron la
ronda, mi suegra y mi madre dieron bollos típicos del pueblo, a la salida de misa. Todo estuvo
precioso. La luna de miel fue en Palma de Mallorca.
El nacimiento de mis hijos. Fueron con cesárea y fórceps. Un poco complicados. Pero han
crecido, sanos y fuertes.
Bautizos y comuniones de Sergio y Ernesto mis queridos hijos
Recuerdo que al llegar al barrio me costó adaptarme, pues venia de Herrera Oría, Dejando allí a
un hermano que tenía mucho contacto. Poco a poco nacieron mis hijos con el paso del tiempo y
me adapté bien.
Frases que me acuerdo que se decían en mi casa eran “No dejes para mañana lo que puedas
hacer hoy”, “El que ahorra un duro cuando puede le tiene para cuando quiere”, “levantarme por la
mañana y disfrutar de un día más”, “Tener salud, para ser independiente y gobernarme a mí
misma” y “No hacer de un grano de arena una montaña”.
MARÍA TERESA SÁNCHEZ

DOMINGO

Madrid, 7 de diciembre de 1943


En casa vivíamos mi padre, madre, abuela
paterna, mi hermana y yo. Y durante unos diez
años un primo y una prima. Mi padre era
cartero, músico y zapatero. Y mi madre
asistenta.
Recuerdo de vivir en el barrio de Arguelles.
Mis tíos y primos que vivían en Galapagar y el
Escorial siempre que venían a Madrid se
pasaban por nuestra casa y pasábamos unos
momentos muy entrañables compartiendo
comidas, charlas y juegos. Mi hermano y yo
jugábamos mucho sin tener juguetes nos
inventábamos cosas.
Durante mi juventud estudié en el instituto Lope de Vega y allí hice buenas amigas y disfruté con
ellas muchos momentos y con mis amigas de mi barrio.
A los dieciocho años empecé a trabajar y a los veintiuno me fui a Inglaterra y allí estuve dos años
al volver me coloqué en la oficina que he estado trabajando hasta que jubilé.
Momentos muy especiales de mi vida fueron el día de mi comunión, el de cuando me casé y el de
cuando tuve a mi hijo. También el de la boda de mi hermano. También recuerdo el del viaje a
trabajar a Inglaterra para mejorar mi inglés.
Recuerdo mi llegada al barrio. Al barrio de Carabanchel llegué cuando mi hijo tenía seis años y
fue para mi marido y para mi unos momentos inolvidables, porque aunque pequeña teníamos una
casa propia y eso no se puede explicar con palabras.
Dichos que recuerdo son: Nunca te acostarás sin saber una cosa más. Lo que puedas hacer hoy
no lo dejes para mañana. Al que madruga Dios lo ayuda. El que mucho lee mucho sabe.
Como actitud ante la vida: Luchar por todo sin descanso. Tratar de dominar los nervios sin que
estos te dominen a ti.
RESURRECCIÓN OLMO

CASGAYA

Oteras de Boedo, 24 de marzo de 1945


Mi padre y mi madre eran labradores. Todo el
día estaban en el campo.
Yo nací en un pueblo muy pequeño de la
provincia de Palencia y allí estuve hasta los
catorce años y tuve una infancia muy feliz
porque tuve una infancia muy buena porque
éramos ocho. Dormía con mi abuela y soñaba
muchas cosas que no he olvidado porque lo
pasaba muy bien. Teníamos muchos
animales. Uno era un burro y cuando nos
íbamos a 18 kms llevábamos huevos para
vender.
En mi juventud me fui a Santander y allí estuve trabajando tres años y luego me vine a Madrid con
mis hermanas. Aquí tenía muchas amigas y me lo pasaba muy bien. Y cuando por la noche
soñaba con cosas del pueblo muy bonitas una de ellas era que venía un lobo hasta la puerta muy
enfadado, me miraba y quería morderme y no podía. Se iba y volvía con mucha rabia. Y los
vecinos le asustaron y colorín colorado este cuento se ha acabado.
En mi edad adulta llegué a Madrid estuve unos años pasándomelo muy bien. Me puse a trabajar
en una casa que en aquella época te llamaban de doncella. Y allí me querían mucho. Yo con ellos
estaba muy contenta porque nos íbamos a Cádiz de vacaciones y allí me lo pasaba en grande,
porque cuando les decía que era de Madrid, decían que de Madrid al cielo y de Cádiz a la gloria.
Y eso me hacía mucha gracia.
Un momento especial de tu vida fue cuando mis padres se vinieron a Madrid. Ya estábamos toda
la familia y al poco tiempo conocí a mi marido y nos casamos. Tuvimos cuatro hijos en poco
tiempo y fuimos muy felices pero a los pocos años tuvimos que pasar un tiempo en hospital hasta
que mi hijo se fue al cielo y allí está ahora con él, y espero que estén muy felices.
Yo llegué al barrio el día que casé y aquí estoy hace cuarenta y cuatro años. A la llegada todos
éramos jóvenes y nos llevábamos muy bien y estábamos muy unidos. Nos ayudábamos unos a
otros. Pero ahora todo ha cambiado y cada uno se ha ido por su lado.
Yo en esta vida soy una luchadora por todo lo que tengo. Soy positiva por lo que he pasado, he
tenido que trabajar porque no podía quedarme en casa sola cuando los niños se iban al colegio y
mi marido trabajaba en una pastelería.
ROSARIO TOHA ABAD

Madrid, 28 de marzo 1933


En mi familia hemos sido diez personas, yo y mi
marido, siete hijos y una abuela. Mi marido era
profesor de FP de electricidad. La madre, “sus
ocupaciones”.
Mi infancia fue muy feliz pues tenía unos padres
maravillosos. Mientras mi hermana y yo estudiábamos
ellos tenían dos trabajos y así podíamos seguir
estudiando. Se complicaron la vida para sacarnos
adelante pues nos pilló toda la guerra y la Navidad de
aquellos años. Los cuatro fuimos felices.
Mi juventud con 15 años empieza como trabajadora
empleada del SEPU y enseguida me hicieron
encargada de la sección de viaje. Mi hermana también
se colocó y ya con cuatro sueldos pudimos ir a esquiar
a la Sierra, nos compramos botas y esquís, y allí conocí a mi marido.
Me case con 24 años y me fui a Andalucía después de tener dos hijos allí tuve dos más. Allí
estuvimos dos años. Luego marchamos a Barcelona y allí tuve uno más. Margarita se llama. Allí
estuvimos cuatro años y luego volvimos a Madrid, y aquí tuve a mi Mely. Estoy muy contenta con
mis siete hijos. Me hace muy feliz el haberlos tenido.
El momento más feliz de mi vida fue cuando pude reunir a toda mi familia al cumplir ochenta años.
Fueron todos mis hijos y sus respectivas parejas y mis once nietos. Me regalaron una tarta con
una fufucha de viaje, que decían que era yo de viajera. Dicen mis hijos que soy muy viajera.
La llegada al barrio fue con alegría de pensar que tenía piso para todos. Aunque lo pasé mal al
principio por la alergia. Pero siendo muy consciente de que tenía que andar mucho detrás de ellos
y ver las compañías que tenían.
CONCEPCIÓN RECIO PÉREZ
CONCEPCIÓN RECIO PÉREZ

Paredes (Toledo)
Me trajeron chiquitita al barrio. Vivíamos en una casa
donde está ahora Iglesia (la actual Resurrección).
Teníamos dos hornos de pan. Empezaron a hacer
pan, mis padres y mis tíos. Teníamos muchos
animales: borricos, gallinas, conejos, ovejas,… Yo
iba a por ellas, a darles de comer, limpiarles,…
Teníamos una frutería. Iban a por fruta a Mataderos,
Legazpi.
Cuando era joven estalló la guerra, tenía quince
años. La cartilla de racionamiento aún la tengo. Se
cambiaban las cosas.
He tenido cinco hijos: Antonio, Miguel, julio, Chicho
(José Luís) y Conchi. ¿Son buenos? Como todos,
unas veces sí y otras no.
Íbamos a robar. Me traía cosas a mi casa. Mi abuela era sorda, robaba y se traía las cosas. Nos
pillaban. ¿Qué te hacían? Me cortaron el pelo a cero. Hacíamos harina con las bellotas que
robábamos. El carbón lo robaban y lo vendían.
Mi primer trabajo: yo llevaba mi carro y tres mulas. Llevaba los ladrillos. Se hacían de barro. Se
cocían. Un día pasaba por al lado del cuartel de la Guardia Civil de Puerta del Ángel. Se calló la
mula por el terraplén del camino que pasaba junto al cuartel. Les dije a los guardias que se
callarán que sino la mula no obedecía. Me decía que qué lengua que tenía por lo que le gritaba a
la mula. Yo le gritaba a la mula “¡Me cago en Dios!” mientras le daba con el látigo. Me decían “¿Te
quieres estar callada ya?”. Y yo les digo: “Métanse para dentro y yo les digo yo las flores”.
Nos expropiaron y nos dieron la otra casa.
Con la Rosi, la Tere y el cura Ángel nos movilizamos para arreglar las casas.
Hacíamos fiestas en la plaza Tauste, donde vivían, donde nació Conchi. Se hacían fiestas por San
Isidro: limonada, gachas,… Hasta que hubo broncas y se dejó de hacer. Se hacían concursos de
jardines de las plazas y belenes. Cuando se dieron las casas no se pagaba nada. Sólo la luz.
Ofrecieron lo de Aluche y lo de Orcasitas y muchos se fueron. Nosotros no teníamos problemas
de espacio en las casitas bajas. Y luego nos dieron estas.
En casa de “La Conce”. La Conce nos cuenta como era el barrio de Caño Roto de la mano de su vecina “Doña fufú” y con los comentarios de su
hija Conchi y su hijo Antonio

- Nos llegó el cura cuando nos puso el agua. La fuente. Don Antonio. ¿Te acuerdas?
- Pobrecillo
- ¿Eh? ¿Y la fiesta que hicimos?
- Un rato.
- ¿A qué sí? Menuda fiesta. Eso hace ya sesenta años. En el barrio de antes. Allí donde está la Iglesia, ahí estaban las casas. Un barriejo de casas
bajitas, de esas como de pueblo. Todo eso de la Iglesia para abajo era donde vivíamos nosotros. Yo me vine del pueblo. Me vine con
dieciocho años. Bueno, ¿no me cuentas nada de Caño Roto? Que estoy allí como tonta y digo “¡La Conce, tenemos que hablar un día del
barrio!”. ¿Quién vivía al lado tuyo?
- Tú. Hacíamos unas fiestas que te caías de espaldas.
- Con el “picú”. Que entonces no había discos ni había canciones. El picú era un tocadiscos con un altavoz que se ponía en la calle. Y hacíamos las
fiestas para cuando San Isidro.
- Para San Isidro. ¡Y no como San Isidro de ahora! (gesto de rechazo).
- El día del Carmen la fiesta que hicimos aquí, con el torillo y todo. ¿Te acuerdas?
- Aquí mismamente la fiesta del Carmen. San Isidro, eso era San Isidro. Pero ahora nada, buh.
- Hacíamos pólvora y todo.
- La verbena, esta que hay ahora, venga…
- La de San Isidro. Esa no vale para na. En el otro Caño Roto, cuéntales todo lo que hacíamos. El viejo, viejo.
- En el viejo, viejo, eso era que te caes.
- Las bodas. Cuando se hacía una boda. Se bailaba en la calle.
- Escucha. ¿Tú ves esto que hay ahora mismo, ahí en medio?
- La plaza.
- Pues entonces te salían los discos, buhhhh, los cohetes, que salían, bah, bah. Eso era...
- Entonces eso era Caño Roto, Caño Roto.
- Aparte que no regañabas con nadie, ni nada.
- Nos llevábamos todo el mundo muy bien. ¿Verdad Conce?
- Había baile. Aquí doña “fufu” (…) me quiere gobernar. ¿sabes quién es? (risas)
- Yo.
- Me gustaba bailar. Y además he bailado bailes regionales. En mi pueblo, Tarancón. Y la Conce también bailaba.
- Yo no bailaba.
- Tú no. Pero te movías así con poquito.
- Sí.
- Pero no bailaba, bailaba. Pero se movía.
- Bailaba, pero no un baile…
- El pasodoble… No pasodoble, era el tango. El chotis, pero no como lo bailan los madrileños. Lo bailábamos agarrados.
- ¿Tú has ido a las manifestaciones de las casas? De los pisos.
- ¡Leguina HP! ¡Danos las llaves!
- Era Tierno Galván. Leguina estaba en el ministerio de la vivienda. EL Leguina salió también de una asociación.
- En las fiestas no había comida. Aquí éramos, para eso muy roñosos. Había baile.
- En la plazalota si hacíamos gachas, ahí si lo hacíamos. Cuando hacíamos los adornos, una entrada la hacíamos de árboles.
- Estaba muy bien y aparte estábamos muy unidos. No regañabas con nadie por nada del mundo. Nos llevábamos muy bien para todo.
- Nos llevábamos muy bien, muy bien, lo mismo payos que gitanos. Nos hemos llevado, cuando estaban las otras casas, muy bien. Ahora no
nos llevamos ni los payos ni los gitanos. ¿No es que regañemos pero es que no…, no hay la unión esa que había en la otra colonia que nos
han tirado. Han venido gente que no era de aquí y los hijos han hecho a los mayores malos.
- Fue a sorteo. A los gitanos les querían hacer dos edificios para ubicarlos. Los gitanos dijeron que no.
- Fue el Honorio. El que tiene esa tienda ahí de caballeros.
- Pues parece que va por ahí (mirando por la ventana).
- Si ese es, el de la chaqueta marrón. (…) Pues en la asociación los del Ministerio dijeron a los gitanos de juntarlos en una plaza.
- Los payos dijimos que no queríamos vivir nadie con ellos. Que solamente ellos que vivieran. Porque cuando tienen pelea y eso, que ellos. Y
entonces él dijo que no, que aunque sea, dos gitanos en cada portal. Que entre ellos que no se llevaban bien.
- Parece que no, pero estando entre los payos, parece que se atemperan un poco.
- Los antiguos, antiguos… los mismos hijos y los nietos, los han hecho malos a los viejos. Porque estos de aquí de buenos no tienen ya nada.
Antes sí, eran muy buena gente los gitanos, la verdad. Si regañabas a los críos no te insultaban y si te insultaba alguno la madre misma o el
padre bajaba y le daban al niño para que no te insultaran. Pero ahora, te insultan. Porque son muy racistas. Y a los payos pues no…
- El barrio antes estaba muy bien.
- Estaba muy bonito y aparte la gente nos queríamos todos.
- Éramos todos una familia.
- Pero luego ya se jorobó.
- Hay unos que se creen que son ministros de Hacienda. Porque les han dado casa. Por eso una gitana de
aquí dice “Pero ja, que se creen estos payos, que yo tenía mi bidé para lavarme mi chichi, y ahora les han
dado bidé para lavarse el chichi… pero que se creen”. Y es que llevan razón.
- De todas maneras es que ha cambiado mucho.
- Jugábamos en las plazas y si rompías un cristal pues los padres iban lo pagaban.
- Ya cambió, de otra forma. Es que aquello…
- Sí, aquello sí. Nos llevábamos. Muy unidos estábamos todos.
- No eran mejores las casas, eran más pequeñas. Las de ellas eran algo más… no es que fueran más… no es que fueran un palacio pero eran
mejor que las mías, porque eran como chales. Donde vivía la Conce. Y yo era de tres plantas. Dos plantas y la de abajo. Y yo vivía abajo y
tenía patio y ahí hice obra. Pero eran muy pequeñas. Pero a mi ahora mismo me venía bien, porque estamos solos mi marido y yo. ¿Por qué
nos las quitaron? Pues no lo sé. Nada más que nos la quitaron. Nos teníamos que haber opuesto de que no nos hubieran tirado las casas.
- Todos, nos teníamos que haber opuesto cuando el primer zambombazo.
- Ponernos y que no nos tiraran la casa. Ahora, claro, es que eran muy pequeños. Porque las que vivíamos abajo que teníamos patio, hacíamos
obra, hacíamos el baño y todo más grande. Pero los de arriba no tenían el patio. Si son de treinta metros, treinta metros había arriba y abajo.
Lo que pasa es que las que teníamos patio pues ya la agrandábamos un poco más la casa. Y es lo que tenían que haber hecho. Las que teníamos
patio, habérnosla quitado. Que nos hubieran dejado como un patiejo para tender y haberlo subido arriba. Y habernos hecho las casas más
grandes. Yo creo que teníamos cuarenta metros,… no. ¿Cuántos metros teníamos en las casas? Bueno, las de ellas eran más grandes. En mi
casa éramos un matrimonio y tres hijos. Luego se casó una de mis hijas, estaba trabajando y yo me quedé con los niños. Que los crie yo. Tres
más. Tenía dos solteros más tres nietos. Y ahí camas de esas, sillones que se abrían. Así teníamos que dormir. Y la Conce igual.
- Estábamos muy bien, muy bien, muy bien.
- Claro que sí, estábamos muy bien con las otras casas.
- No había tanto arbolado como ahora. En mi plaza, que estaba ahí enfrente de la Caja de Ahorros y de esa tienda, dos o tres árboles que había
era porque los plantaba el vecino, pero no teníamos arboles ni na. No había árboles. No como ahora que hay…
- Me gusta el barrio porque tienes de todo, tienes metro, tienes autobuses para Atocha, tienes autobuses para todos los sitios. A la Plaza
Mayor. Tienes ahí el metro. Está el barrio muy bien.
- Ya hay muy pocos viejos. Y gitanos menos. Ya todos son de los cuarenta para arriba. A lo mejor quedan hasta los sesenta y algo, sesenta y
algunos. Pero mayores así como la Conce y como yo, que yo también tengo mis años… Se han muerto muchos. Solamente aquí hay dos que son
del otro barrio, mayores, nada más. La Conce, yo, aquí en esta plaza nada más que las cuatro. De setenta para arriba, no… no hay ninguno más.
- (mirando fotos) Estas son las casas que teníamos.
- Los ventanales del comedor. Un comedor que era nada. Era menos que na, la mitad de la cocina. Valía más el ventanal que toda la casa.
- Mira como era yo, mira como era yo rubia.
- Mira cómo se unían todos los chavales. Y no pasaba nunca nada.
- ¿Parecen estar bien las casas?
- Si, si las casas estaban bien. Lo que pasa era que eran muy pequeñas.
- Las nuestras no.
- Pero las mías sí.
- Estas casas eran como chalets.
- ¿Tocabais? ¿Había música en directo?
- Si, si, tocaban los gitanos.
- ¿Habían buenos músicos antes?
- Sí (las dos)
- ¿Habían animales?
- No. Habría algún perro.
- ¿y el caballo de ella?
- ¿caballo teníais vosotros?
- Sí, aquí, mi padre, se lo ganó, jugaban a las cartas y se lo ganó al Diego.
- No sabía yo que teníais caballo.
- Un caballo. Lo que pasa es que bebió agua de sosa de lavar mi madre los monos y se murió.
- No sabía yo que teníais caballo.
- Mira, esto es cuando celebraban las comuniones, que las celebraban donde lo que es ahora el velódromo, en donde es ahora el Puerta
Bonita. Ahí lo celebraban.
- Mira, estos son bautizos, comuniones, que iba todo Caño Roto. Iban todos. Ves, y aquí todos estamos.
- Era todo tierra, la plaza.
- Todo tierra y jugábamos ahí todos.
- ¿Pero ves? Estaban todos unidos. Todo el barrio, siempre, todos.
- Claro que estábamos unidos.
- Íbamos al rio. Yo me acuerdo de pequeñita, en un camión. Te metían arriba. Al Alberche.
- ¿Cuándo os tiraron la casa?
- Adrián nació en diciembre.
- Estas nos las dieron en el 92.
- Me la dieron el mismo día que el Rubén hacía los años. El día 17 de diciembre. Se llevan cinco años.
- A mí el once de noviembre.
- En el 92.
- En el 99 nació Adrián.
- Y en el 93 se casó Mimi.
- ¿Quién empezó la asociación?
- No me acuerdo.
- El cura, Ángel. Era un cura… para comérsele. Simpático, bueno, ya agarró, se casó.
- Que se va a casar. Ese era otro. Don Beneciano.
- Ese también tenía… Tenía muy mala refale.
- No, pero este luchó mucho por el barrio.
- Y se juntó él y unos cuantos vecinos. Luego ya cambiaron al Dios, a la Virgen,…
- Habían buenos curas también aquí.
- Estaban Ángel y Gaby. Ángel se dedicaba a ayudar a los vecinos en el tema de la vivienda, porque hubo unos cuantos edificios que estaban
que se caían.
- Y Gaby ayudaba mucho a la gente… que fue cuando el boom de la droga.
- Lo de las cuatro petardas estas, que están todo el día metidas en la Iglesia, le echaron.
- Nosotros le vimos una vez. Que casó a la Elena.
- Y a mí, a mi vino a casarme.
- Ahora está en no sé qué pueblo, cerca de aquí de Madrid.
- Montó unas casas como de acogida para la gente… y todavía seguía.
- Ahora ya perdí el contacto de él.
- Y chavales de aquí, que sí que los sacó, se fueron para allá para ayudarles.
- Y a campamentos los llevaban también.
- La primera vez que fue fueron a Puerto de Santamaría.
- En la otra casa íbamos a San Roque.
- Había una Iglesia, que la tiraron.
- El Gaby empezó en el barracón ahí arriba. Y ahí dice mi madre que había una Iglesia. La tiraron para hacerla nueva.
- Te estoy hablando que fue cuando nos dieron esta colonia.
- Estábamos viviendo aquí.
- En la otra que nos han quitado.
- Don Beneciano. Ese sí que estaba aquí. En esta Iglesia. Y ese se casó. Se quitó de cura y se casó. Y luego ya se deterioró la Iglesia, entonces
hicieron un barracón e hicieron una Iglesia provisional.
- Donde está el parque ese de ahí.
- Un poco más arriba del metro. Luego hicieron esta y ya se vinieron para acá.
- Hasta que las cerdas estas le echaron.
- ¿Por qué le echaron?
- Porque ayudaba a la gente de la droga. Decían que tría nada más gente de droga, aquí al barrio, y que va.
- El Gaby ha ayudado mucho.
- En Cenicientos estaba. Tuvimos que ir a por él a traerle para casarnos. Y a la Elena también.
- ¿Había mucha gente con lo de la droga?
- Fue cuando el boom. Empezaron a pincharse y todo eso.
- Ha habido mucha droga aquí.
- Donde el Costa Verde había una Iglesia de madera.
- Donde iba yo al campamento.
- Cuando ya hicieron esta tiraron aquella.
- La terminaron Gaby y Ángel y estos. Fue cuando se bajaron ya aquí. Había mucha comunicación la asociación con… como estaba el cura este
que te digo. Ayudando para el tema de los pisos. Luego estos que son de otra congregación de no sé qué, estos son unos desgraciados. Que yo
no lo entiendo, porque si estás haciendo un beneficio para el barrio…
- La gente decía que traía la droga, el Gaby.
- Y que se iba de putas. Hacía bien.
- Eso de que se iba de putas no lo he oído.
- Se iba de cachondeo con los chavales se iba a las discotecas. ¿Qué mal hacía?
- Decían que era él el que traía la droga. Eso es mentira.
- Si la droga ya existía que la estaban ahí vendiendo ahí en la Viña. Cuando el vino.
- Pues si traía la droga, ¿por qué mis hijos no se han hecho con droga? Han estado con él. Con
el Gaby han ido a todos los sitios.
- Y yo, si los campamentos empezaron ahí arriba.
- Así que no vengan con cuentos.
- Primero fueron de colonias al puerto de Santa María. Mi Mamen y mi Mimi. Y luego, el
domingo ese que te dan para los padres, el Mimi se quiso venir y Mamen se quedó. Mamen
ha ido de campamentos a todos los sitios. Ha ido a Santander, ha ido por la parte de Zaragoza
y por ahí. Y mis hijos no han tomado nunca droga y han estado con él. Eso de que había
traído la droga Gaby, mentira.
- Pero le denunciaron y ya te digo, la vicaría nos lo quitaron y le mandaron a Cenicientos. Luego
ya consiguió, no sé si Moratalaz,…
- Un cura muy bueno, muy bueno.
- ¿A estos nuevos los conocéis?
- Es que cada diez años tienen que cambiar. Y Don Pedro se ha tirado catorce porque pilló una prórroga, pero es que le han quemado tanto que
se ha tenido que ir.
- Yo he sido mucho de misa. He ido hasta la colegio de religiosos. Pero al cambiar lo que han cambiado… eso de “voy te doy un beso”… no
voy. Voy a misa cuando hay un funeral. Mientras no voy. Por los cambios. A mí me gusta como era antes. Es un escándalo en una misa. Y no
voy. ¿Tú crees que está eso bonito? El saludo ese que te tienes que dar. Me tengo yo que levantar y saludarte a ti. Te tienes tú que levantar.
- La Iglesia bonita, es la última que se hizo.
- ¿La que hizo Gaby verdad?
- Claro que sí.
- Salgo yo un día de la asociación y estaban sacando el Cristo. Y estaba Don Pedro. Y salto yo “Ehhh, ¿a dónde vais con ese Cristo? ¡Que ese
Cristo lo puso Gaby!”. Y yo no conocía a Pedro todavía. Y dijo “¿Y esa chica que va diciendo lo del Cristo éste? Llamarla, llamarla.” Y yo cogí y
seguí palante. Y digo: “a mí me vais a pillar”. (risas)
- zMe acuerdo que cuando vivíamos en el Caño Roto, viejo, viejo. Cuando salía el cura por la calle, íbamos cantando “Dios te salve María” (risas).
Iba el cura con el Cristo y cantando detrás nosotros. “Dios te salve…”
- Eso lo siguen haciendo.
- ¿Lo siguen haciendo?
- En los pueblos si lo hacen.
- Y aquí, aquí. Aquí también, cuando ha estado la niña en la catequesis hemos recorrido.
- Antes era por la mañana.
- Sí, por la mañana. La romería, se llama.
- No, antes no era la romería. A mí lo de la Iglesia no me gusta ahora. He sido beata. Por un poquito me meto a monja.
- Los curas, venían del Tercio, pasaban por aquí y subían a Paseo de Extremadura al convento. Salíamos corriendo a besarles la mano.
- Sí, antes le besabas a los curas la mano y todo.
- Hasta que me empezaron a pegar en el colegio las monjas, y dije, ya, a tomar por culo.
- Hombre. A mí me gustaba todo lo de antes de la Iglesia. Se les besaba la mano. Era como un respeto.
- Es que cuando Franco… y a cantar el “Cara al sol”. Todo pelaos. Y el catecismo.
- Pero aparte de Franco y de no de Franco. ¿Pero no me digas a mi… que las costumbres de entonces son mejor que las que hay ahora? No me
digas que no. Ahora ya no hay respeto a nadie. No digas. Por lo menos antes te tenían respeto la gente. ¿Pero ahora que respeto te tienen?
- Cuando hacíamos algo íbamos a la Conce.
- Un respeto que había.
- Que no habían ido al colegio y se iban a tirarse a la charca. ¿Qué les hiciste?
- Cuando iba a la escuela yo he hecho novillos.
- Mi madre se enteraba. Nos íbamos a las Heras. Con un palo buscándome.
- Los chicos estaban en la charca en el camino. Vinieron todos sin nada.
- Les quitó la ropa y les hizo venir desnudos.
- Desnudos y a los otros en mangas. En cueros.
- Los hijos de la Conce han sido muy reboleras, pero el Julio ha sido el que más.

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