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Jean-Jacques Rousseau Del Contrato social Discurso sobre las ciencias ylas artes Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres Prélogo, traduecién y notas de Mauro Armifo El libro de bolsillo eed See Alianza Editorial Discurso sobre el origen ylos fundamentos dela desigualdad entre los hombres Por Jean-Jacques Rousseau ciudadano de Ginebra* Non in depravatis, sed in his quae bene secundum naturam se habent, considerandum est quid sit naturale** Anusro, Politic. L.2. * sGiudadano de Ginebra» es una aposicién que Rousseau emplea ‘como titulo signficativos él solo basta para reemplazarlos itulos obi liarios con que los grandes personajes completaban su nombre, Sobre scindadanos, véase a nota” dela pagina 196, ** aQuésea lo natural hemos de buscarlo no en los depravados, sno en ‘aquellos que se comportan conformea ha naturaleza.» Arisstcles, Poli tic, 1, ¥,1254-a La ase sieve ene texto aristoteico de introduccion al célebre desarrollo en que se demuestra la exstencia de eslavos sporna= turaleza,rechazada por Rousseau.en Del Coxteat, 1,1, lineas 18 ysi- sulentes, Ala Repiiblica de Ginebra* MAGNIFICOS, MUY HONORABLES ¥ SOBERANOS SENORES, 4 Convencido de que sélo al ciudadano virtuoso toca rendir a: su patria honores que ella pueda reconocer por suyos, hace treinta afios que trabajo para merecer el de ofreceros un ho- + Esta dedicatoriaa la Replica, es deci, la colectividad de los civ: 4. El mas util y menos avanzado de todos los conocimient humanos me parece ser el del hombre* y me atrevo a decit "3 {que la sola inscripcién del templo de Delfos* contenia un precepto més importante y mas dificil que todos los grue- 08 libros de los moralistas. Por eso considero el tema de este Discurso como una de las cuestiones mds interesantes que la filosofia puede proponer, y, desgraciadamente para nosotros, como una de las mas espinosas que los filésofos puedan resolver. Porque, ;c6mo conocer la fuente dela de~ sigualdad entre los hombres sino se empieza pot conocer- Jesacllos mismos? :¥ cmo conseguird el hombre verse tal ‘ual lo ha formado la naturaleza,a través de todos los cam- Dios que la sucesidn de los tiempos y de las cosas ha debido producir en su constitucién original, y separar lo que ata- fhe asu propio fondo delo que las circunstancias y sus pro- sgresos han aitadido o cambiado de su estado primitive? Se- ejante ala estatua de Glauco”* que el tiempo, la mar ylas * Lainscripcion dética (socrdtia}: Condcete ai mismo.» +» Glaco, hijo de Antedn,o de Poseida, dios marino simbolo del poderio cretense (Virgilio, Metamorfosis, XIH, 924) Platn (Replica, 219 iv daade 20 Soon oRIGENDELA DESGUALDAD tormentashabian desfigurado de tal manera que se parecta ‘menosaun dios quea una bestia feroz, el alma humana, al- terada en el seno de la sociedad por mil causas constante- mente renacientes, por la adquisicién de una multitud de conocimientos y de errores, pot los cambios ocurridos en la constitucién de los cuerpos, y por el choque continuo de laspasiones, ha cambiado, por as{ decir, de apariencia has- ta el punto de ser casi irreconocible; y en lugar de un ser que actia siempre por principios ciertos e invariables, en lugar deesa celeste y majestuosa sencillez con que su autor ehabia marcado, ya solo se encuentrael disforme contras- tedela pasion que cree razonar y del entendimiento en de- lirio. Lo que hay de més cruel todavia es que todos los progre- sos de la especie humana la alejan sin cesar de su estado pri- mitivo; cuantos més conocimientos nuevos acumulamos, tanto mas nos privamos de los medios de adquirir el mas importante de todos:y es que, en un sentido, afuerza de es- tudiaral hombre nos hemos puesto al margen de la posibili- dad deconocerle. Esficil ver queen estos cambios sucesivos de la constitu- cién humana es donde hay que buscar el primer origen de lasdiferencias que distinguen alos hombres, los cuales, se- 4gxin la opinién comin, son por naturaleza tan iguales entre sicomo loeran los animales de cada especie antes de que di- versas causas fisicas hubieran introducido en algunos las variedades que observamos. En efecto, es inconcebible que esos primeros cambios, sea cual fuere el medio por el que hayan ocurrido, hayan alterado a la ver y de la misma ma- nera a todos los individuos de la especie; pero mientras tunosse perfeccionaban o deterioraban, y conseguian diver- sas cualidades buenas 0 malas que no eran inherentes a su X, 611) convierte a estatuadesfigurada en metifora dela condicin del alma unidaal cuerpo. rrencio 221 naturaleza, otros permanecieron mucho més tiempo en su estado original; ésa fue entreloshombres|a primera fuen- tedela desigualdad, lo cual es mas facil de demostrarasien lineas generales que determinar con precisién sus verdade- rascausas, Que mis lectores no se imaginen, pues, que me atrevo a jactarme de haber visto lo que tan dificil de ver me parece. He iniciado algunos razonamientos; he aventurado algunas conjeturas, menos con la esperanza de resolver la cuestién ‘que con laintencién de aclararlayde reducirlaa suverdade- ro estado, Pécilmente otros podean ir mislejos porla misma fobs ruta, sin que le sea fécil a nadie legaral término. Porque. esliviana empresa separarlo que hay de riginario y de arti ficial en la naturaleza actual del hombre, ni conocer bien un estado que ya no existe, que quiza no haya existido, que pro: bablemente no existira jams, y del que sin embargo esnece- sario fener nociones precisas para juzgar bien nuestro esta do presente*. Quien se decida a determinar exactamente las precaucionés a tomar para hacer sobre este tema observa~ iones sdlidas, necesitaria incluso mds filosofia delo que se piensa; y una buena solucién del problema siguiente no me parecerfa indigna de los Aristételes ylos Plinios de nuestro siglo. ;Qué experiencias serian necesarias para llegar a cono-|) ceralhombre natural, y cules son os medios de realizar esas\, < experienciasen el seno de la sociedad? Lejos de emprenderla resolucién de este problema, creo haber meditado bastante + Rousseau parece admitir la no existencia del hombre natural en la Leite Christophe de Beaumont: «Este hombre no existe, dirs: de acuerdo, Pero puede existit por suposicibn teoria que concuerdacon, las de Levi-Straus, quien considera necesaria la definicion del estado dle naturaleza aunque no haya exists «thombce natural noes ni an= terior ni exterior ala sociedad; nos corresponde a nosotros halla 3 forma, iamanenteal estado socal fuera del cuallacondicién humanaes inconcebibles(TrstesTropiques). De cualquier mode, esa misma hipd tesis a habia leido Rousseau en Pufendorf, sila a m 00H HONGENDELA DESGGUALDAD el tema para atreverme a responder por adelantado que los mayores fildsofos no serén lo suficientemente buenos para dirigir esas experiencias ni los soberanos més poderosos para hacerlas; concurso que apenas s razonable esperar, so~ bre todo con la perseverancia 0 mejor con la continuidad de lucesy de buena voluntad necesaria de una yotra parte para Iegaral éxito. Estas investigaciones tan dificiles de hacer, yen las que tan poco se ha pensado hasta aqui son, sin embargo, os tinicos ‘medios que nos quedan para allanar una multitud de dif caultades que nos ocultan el conocimiento de los fundamen- tos reales de la sociedad humana} Es esta ignorancia¢ nnaturaleza del hombre la que arroja tanta incertidumbre y ‘obscuridad sobre la verdadera definicién del derecho natu- ral: porque la idea del derecho, dice el senor Burlamaqui”, y ‘mas atin la del derecho natural, son manifiestamente ideas relativas ala naturaleza del hombre. Es por tanto de esa na~ turaleza misma del hombre, prosigue, de su constitucién y desuestado, de donde hay que deducirlos principios deesta ciencia, Se observa, no sin sorpresa ni sin escdndalo, el escaso acuerdo que reina sobre esta importante materia entre los diversos autores que la han tratado, Entre os escritores mas ‘graves apenas se encuentran dos que sean de la misma opi- niénen este punto, Sin hablar de los antiguos ilsofos, que parecen haber tomado por tarea contradecirse entre s{80- bre los principios mas fundamentales, los jurisconsultos romanos someten indistintamente al hombre y a todos los + Jean-Jacques Burlamagui (1694-1748), profesor dela Academia de Ginebra, y autor de: Principes du droit naturel (Ginebra, 1747) y Principes du droit politique (Ginebra, 1751), Para Robert Derathé (Rousseau et la science politique de son temps, Paris, PUP. 1950, pi sginas 84-89) la infktencia de Burlamaqui sobre Rousseau habria sido Superficial. bey] erenlay neracio 2 demas animales a la misma ley natural, porque bajo este ‘nombre consideran més la ley que la naturaleza seimpone a simisma que la que prescribe; 0 mejor, a catisa de la acep- cién particular segiin la cual esos jurisconsultos entienden la palabra ley, parecen no haberla tomado en esta ocasién ‘ms que por expresién de las relaciones generales estable- cidas porla naturaleza entre todos los seres animados, para su comin conservaci6n*, Los modernos, que no recono- cen bajo el nombre de ley mas que una regla prescrita a un set moral, es decir, inteligente, libre, y considerado en sus relaciones con otros seres, limitan consecuentemente al solo animal dotado derazén, es decir, al hombre, la compe- tencia dela ley natural; pero al definir cada uno esaleyasu modo, todos la establecen sobre principios tan metafisicos que incluso entre nosotros hay muy pocas personas en si- uacién de comprender estos principios, cuando no pue den encontrarlos por simismos, De suerte que todas las de- finiciones de estos sabios hombres, por otro lado en perpetua contradiccidn entre si, concuerdan solamente en esto, en que es imposible comprender la ley de la naturale- za, yencconsecuencia obedecerla, sin ser un grandis zonador y un profundo metafisico. Lo cual significa preci- samente que los hombres han debido emplear para el establecimiento de la sociedad luces que sélo se desarrollan con mucho esfuerzo y para muy pocas personas en el seno dela sociedad misma, * Montesquieu seacerca mis alosjurisconsultosromanos en sudefini- cidnde ey que Rousseau: o.asleyes, ena sgnificacién més amplia, son lastelaciones necesavias que derivan dela naturaleza de as cosas; €9| este sentido, todos las seres tienen sus eyes la Divina tienesus eyes; 1 mundo material tiene sus leyesasintclgencias superioresal hombre tienen su leyesilos animales tienen susleyes;el hombre tiene su eyes (Esprit des is, IL.) [Ver Rober Shackleton, Montesquieu, critical Bio _grapy, Londres, 1961, ysobre todo el capitulo XI: «Montesquieu’scon- ception of Lawn pigs. 244-264.) < pes 224 SOMRESLORGENDELA DESIGUALDAD Conociendo tan poco la naturaleza y entendiéndose tan al sobre el sentido de la palabra ley, serfa muy diffcl con- venir en una buena definicidn de la ley natural. Por eso to- das las que se encuentran en los libros, ademis del defecto de no ser uniformes, tienen atin el de estar deducidas de muchos conocimientos que los hombres no poseen natu- ralmente, y ventajas cuya idea s6lo pueden concebir des- pués dehaber salido del estado de naturaleza, Se comienza por buscar aquellas reglas que, en orden a la utilidad co- ‘iin, seria idéneo que los hombres conviniesen entre sis ¥ Juego se da el nombre de ley natural ala coleccién de esas reglassin mas pruebas que el bien que se piensa que resulta- ria de su prictica universal. He ahi con toda seguridad una ‘manera muy cémoda de componer definiciones,y de expli- car la naturaleza de las cosas por conveniencias casi arbi- wwarias. Mas en tanto no conozcamos al hombre natural, es en ‘yano que queramos determinar la ley que ha recibido o la que mejor conviene a suconstitucién. Todo lo que podemos ver muy claro respecto a esta ley, es que no sdlo es preciso, para que sealley, quela voluntad deaquela quien obliga pue~ da someterse aellacon conocimiento, sino que para que sea natural es preciso ademas que hable de modo inmediato por vor dela naturaleza. Dejando de lado, pues, todos los libros cientificos que no nos ensefian sinoaveraloshombres tal cual ellos se han he- cho, y meditando sobre las primeras y més simples opera~ ciones del alma humana, creo perc riores ala razén*, uno de los cuales + Uafiededy al dmor des)smo son emas caves el dsrrll dolled Roussern que voce obec enel i bo en ee pe deco cae Ue Die el Envotctres el peseant safari y enc isayosoree ong delas Tenuta el punta de que scvergeacashladaented capo Tinea peseati cusses aio eenamareeaaaet asineto ne para bienestar nuestro y para la conservacién de nosotros ‘mismos, yel otro nos inspira una repugnancia natural a ver perecer 0 suftit a cualquier ser sensible, y principalmente a nuestros semejantes, Del concurso y de la combinacién que nuestro espiritu es capaz de hacer de estos dos princi- ppios, sin que sea necesario hacer entrar ahi el dela sociabili- dad, es de donde me parece que derivan todas las reglas del derecho naturals reglas que la razén se ve luego forzada a restablecer sobre otros fundamentos, cuando por sus desa- rrollos tucesivos termina por ahogarala naturaleza Deesta manera, no esté uno obligado a hacer del hom- bre un fildsofo antes de hacerlo un hombres sus deberes hacia el préjimo nole son tinicamente dictados por las tar dias Iecciones de la sabidurias y mientras no oponga resis~ tencia al impulso interior dela conmiseracién, jamés hard dafio a otro hombre, ni siquiera a ningtin ser sensible, sal- vo en el caso legitimo en que, halléndose interesada su wservacién, estd obligado a darse preferencia a s{mismo. Por este medio se acaban también as antiguas disputas s0- bre la participacién de los animales en la ley natural. Por- quees evidente que, desprovistos de luces y de libertad, no Pueden reconocer esta ley; mas por parecerse en algo a nuestra naturaleza por la sensibilidad de que estan dota- dos, ¢s facil creer que deben parti¢ipar también del dere- cho natural, y que el hombre estd sujeto respecto a ellos a cierta especie de deberes, En efecto, parece que si estoy obligado a no hacer ningiin mala mi semejante, es menos Por set un ser razonable que por ser un ser sensible: cuali- dad ésta que, siendo comiin al animal y al hombre, deba dar a aquél por lo menos el derecho de no ser maltratado initilmente por éste. polémicasobrelafecha de redaccisn deaqud. Véanse mis ediciones de «30s itulos itados en labibliografia;y puede verse el aprovechamiento ‘quede estas tesis de Rousseau haceel marquésde Sade en La filosfia en ‘ltocador también ctada, 26 so EL ONGENDELA DESIGUALEAD Este mismo estudio del hombre original, de sus verda- deras necesidades, y de los principios fundamentales de ‘sus deberes, sigue siendo el tinico medio bueno que puede emplearse para allanar ese tropel de dificultades que se © presentan sobre el origen de la desigualdad moral, sobre los verdaderos fundamentos del cuerpo politico, sobre los derechos recfprocos de sus miembros y sobre otras mil cuestiones semejantes, tan importantes como mal esclare- cidas. Considerandoa sociedad humana con mirada tranquila yy desinteresada, no parece mostrar a primera vista mds que la violencia delos hombres poderosos y la opresién delos débilessel espiritu se revuelve contrala dureza de unos; uno seve llevado a deplorarla ceguera delos otros; y como nada hay menos estable entre los hombres que esas relaciones ex- teriores que con mas frecuencia produce el azar que la sabi- duria, y que se llaman debilidad o potencia, riqueza 0 po- breza, las instituciones humanas parecen fundadas al primer golpe de vista sobre montones de arena movedizas slo después de haberlas examinado de cerca, s6lo después dehaber apartado el potvo y laarena que rodean el edificio, se percibe la base inquebrantable sobre la que se alza, y se aprende a respetar sus fundamentosAhora bien, sin el es- tudio serio del hombre, de sus facultades naturales, y desus desarrollos sucesivos, jamds se conseguira hacer esas dis- tinciones, niseparar en la actual constitucién de as cosas lo quela voluntad divina hahecho delo queelartehumano ha pretendido hacer, Las investigaciones politicas y morales a {que da lugarla importante cuestin que examino son, pues, titiles de todos modbs, y la historia hipotética delos gobier~ rnos es para el hombre una leccién instructiva por todos los conceptos, Al considerarlo que nos habriamos vuelto aban- donadosa nosotros mismos, debemos aprender bendecit ‘a.aquel cuya mano bienhechora, corrigiendo nuestras ins- tituciones y dandoles un asiento inquebrantable, previno ruencio 27 los desérdenes que de ellas deberian resultar, e hizo ni ene mn resultar, acer nuestra felicidad de medios que parecfan deber colmar nuestra miseria. : ‘Quem te Deusesse Jussit,et humana qua parte locatuses in re, Disce*. * Perio Stina Il 7-7: «Aprende lo que dvinidad tehaordena- dose. ycudles tuto cnclmunde mane : ‘Advertencia sobre lasnotas Heafiadido algunas notasa esta obra segtin mi costumbre pe- rezosa de trabajar a ratos perdidos, Estas notas se apartan a veces del tema lo bastante como para que no sea preciso leerlas con el texto, Las he relegado por tanto al final del Discurso*, ‘en elque he intentado seguir lo mejor que he podido el camino ‘més recto. Quienes tengan el valor de volver a empezar, po- ran entretenerse I segunda vez dando una batida por los rmatorrales e intentando echar una ojeada clas notas; poco ha de importar que los demds no laslean siquiera. > Enlapresenteedicin figuran enlas paginas 330-365. Cuestién propuesta por la Academia de Dijon: Cudles el origen de la desigualdad entre loshombres,y siesté autorizada porlaley natural* * Mercure de France novembre de 1753, gina 65-66 cl prem de ‘orl par lato 175, consistent en una adalla de or Je eat Pktolisde valor erdadjudiados quien njr hay renuctiel proble- Inn siguiente uae ls fmt desu entra hones utr, Poder een rnc nin ila no hrc trcvenarosdeboa- Las emoras francs de pore eran digas Pet Secretaio dela Academy us Veux Machen Dijon ue nobsodiitrdpeadoel primero deebal= ps Discurso sobre el origen ylos fundamentos dela desigualdad entreloshombres Es del hombre de quien tengo que hablar, yla cuestién que ‘examino me dice que voy a hablar a hombres, porque no se propone tno cuestiones semejantes cuando se teme honrar a verdad, Defenderé, pues, confiado la causa de la humani- dad ante los sabios que a ello me invitan, y no quedaré des- contento cle mi mismo si me vuelvo digno de mitema y de ‘mis jueces*, Concibo ena especie humana dos clases de desigualda. ‘una, que yo llamo natural o fisica, porque se halla estableci- da por la naturaleza, y que consiste en|la diferencia de las ‘edades, dela salud, de las fuerzas del cuerpo, y de las cuali- dades del espiritu,o del alma{otra, que se puede llamar desi- gualdad moral, o politieas porque depende de unaespecie de convencién, y se halla establecida, 0.al menos autorizada, por el consentimiento de los hombres. Consiste ésta en los * Unborrados:tachado, de este inicio del Discurso precisa mejor el sen- ‘ldo: («Es del hombrede quien tengo que hablar y [legible]. Lacuestién {que examino me ensefia ademas que vay ahablar [que tendré que ha- blaranteelhombrey quees] ahombres [a quienes voya hablar: porque hhay menos valoren proponerla queen reslvera, yquieneshacen con0- cerla verdad sobre tales materi nose honran] menos que aquellos que 21 23 sone omIGENDELA DS jicio de ‘Wiferentes privilegios de que algunos gozan en per bros, como el de ser més ricos, ms rexpetados; més pode- ue ellos, oincluso el dehacerse obedecer. "No ede uno preguntars cules fuente deladesigual dad natural, porque la respuesta se hallaria enunciada en la simple definicién dela palabra. Menos se puede atin buscar sihabria alguna vinculacién esencial entre esas dos desi- sualdades; porque eso serfa preguntar en otros términos si Ajenes mandan valen necesiamente Mss que quienes obedecen, y sila fuerza del cuerpo o del espiritu, la sabidu- rin oa virtd, se hallan siempre entos mismos individuos roporcionadas al poder 6a la riqueza: cuestién buena qui- Papara ser debatidaentreesclavosescuchados por susamos, ppeto que no convienea hombres razonables y libres que bus- canla verdad. sea 4/ De que se tata entoncesexactamente en este discursct De senalar en el progreso de las cosas el momento en que, fhcediend el derecho ala violence, a naturalza fue some tida ala ley; de explicar por qué encadenamiento de prodi- gios pudo el fuerte decidirse a servir al débil, y el pueblo ‘a comprar una tranquilidad ideal” al precio de una felici- dad real. :/ Los filésofos que han examinado los fundamentos de la ‘sociedad han sentido lanecesidad de remontarse! e tado de naturaleza, pero ninguno ha Hlegado hasta ‘Unos** no han vacilado en suponer en el hombre en ese es- tado la nocién delo justo y delo injusto, sin preocuparse de osansostnerla) iguaen ets nudes} Rousseau Mare-M- Che ey over, Par 988 tea ranedsciecen dela segunda acepcin defen aque Cefsc rea verdaerosio que ete tas He querde man {Snerlecortraposiin dels tennis fancees deal real en verde Traduit primero porns simpifccisn como holt eine Gracie eneldisurs preliminarase tatado De rebel acpi ermeecioe 233 mostrar si debié tener esa nocién, ni siquiera sile fue ttl, Otros* han hablado del derecho natural que cada cual tisne de conservar lo que le pertenece, sin explicar lo que enten- dian ellos por pertenecer; otros**, otorgando desde elp ri- ‘mer momento la mas fuerte autoridad sobre el mas débil, han hecho nacer al punto el gobierno, sin pensar en el tern-” po que debis transcurrir antes de que el sentido de las pala bras autoridad y gobierno pudiera existirentrelos hombres, Finalmente todos, hablando sin cesar de necesidad, devi dez, de opresién, de deseos y de orgullo, han transferido al estado de naturaleza ideas que habian cogido en la sociedad, Hablaban deThombre salvaje y pintaban al hombre civil Ein clespiritu de la mayoria de los nuestros no ha entrade si- uierala duda de que no haya existido el estado de natural e- za, cuando por lalectura de los Libros Sagrados es evidente que el primer hombre, por haber recibido inmedistamente de Dios las luces ylos precepios, no se hallaba en ese esto, y que concediendo alos escritos de Moisés la fe que les debe todo filsofo cristiano, hay que negar que se hayan encon- trado los hombres alguna vez, incluso antes del diluvio,en estado puro de naturaleza, a menos que hayan vuelto a exer en él por algin acontecimiento extraordinario, Paradoja ‘muy embarazosa de defender, y, desde luego, imposiblede probar, 4/ Comencemos, pues, por dejar a un lado todos los he- chos***, porque no afectan a la cuestién, No hay que tonar * Samuel Pufendorf, De jure naturaeet gentium, Iye.1V3y sobretodo Locke, Second Tieutise of civil Government, cap I (sOn the Site of Naturen), ** Hobbes, DeCive, XIV. “** Elardid de acepiar la tess de la Sagrada Eserituraformalnette pera buscar mediante una hipdtess dstinta el origen dela humana tenia por objeto aplacar a la autoridad eclesisstica; no fue Rousseau cl primero en utilizalo: el oratoriano P. Lamyy sobre todo, Condilacen ‘uu Esai sur Porigine des comnaisances humaines, imagina al princpiode la segunda parte una segunda caida ocurrid trasel dive; Dideng en a 24 |o.2)7¥ sont ORIGEN DELADESIODALDAD las investigaciones que se puedan realizar sobre este tema por verdades histéricas, sino sélo por razonamientos hipo- {éticos y condicionales, mas propios para esclarecer la natu raleza delas cosas que para mostrar su verdadero origem, y semejantes alos que todos los diashacen nuestros fisicos so- bre la formacidn del mundo”. La religién nos ordena creer ‘que, por haber sacado el mismo Dios aloshombres del esta- ddo de naturaleza inmediatamente después de la creaci6n, son desiguales porque él quiso que lo fuesen; pero no nos prohibe formar conjeturas sacadas vinicamente de lanatura- leza del hombre y de los seres que lo rodean, sobre lo que ha~ bria podido devenir el género humano de haber quedado > abandonado a su suerte, Esto es lo que se me pregunta, ylo ‘que me propongo examinar en este discurso, Por interesar mitemaal hombreen general, trataré de adoptar un lengua~ je que convenga a todas las naciones, o, mejor, olvidando tiempos ylugares para pensarsolo en los hombres quienes hablo, me supondré en elliceo de Atenas, repitiendo las ciones de mis maestros, teniendo aos Platones y alos Xeni cerates** por jueces, yal género humano por oyente. 5 jh hombre, de cualquiera regién que seas, cualesquiera {que sean tus opiniones, escuchal He aqui tu historia tal eual yohe creido leerla no enlos libros de tus semejantes que son falaces, sino en la naturaleza que no miente nunca. Todo ‘cuanto sea de ella, sera verdadero. No habré de falso sino lo que yo haya puesto de mi cosecha sin querer. Los tiempos de ‘ss Apologie de abbé de Prades, dstingue e! hombre de a creacisn yet hombre de la nturaleza, pra considerarla evolucién de éte conto un. progteso queTe lleva, de una situacin de igualdad con los animales, Rasta el maximo estado de ligaidad,el dehombre, desde el cual legend ‘tomer posesion del paraiso mediante su dinamismo en eterna censi6n, eplasign ala Théorie dela Terre de Buffon, y probablemente también Esai de Coemologie de Maupertis. ‘+ Xendcrates (-394-314), discipulo de Platon, de gran pureza de cos tumbresy templanza. a uaa pare 25 que Voy a hablar estan muy lejanos, ;Cudnto has cambiado de como eras! Por asi decir, es la ida de tu especie lo que te voy a describir segsin las cualidades que recibiste, que tu educacion y tus habitos han podido depravar, pero que no. hhan podido destruir. Siento que hay una edad en la que el hombre individual querria detenerse; i buscardsla edad en que desearias que tu especie se hubiera detenido. Descon- tento de tuestado presente, por razones que anuncian a tu desventurada posteridad mayores descontentos atin, quiza querrias poder retroceder; y este sentimiento debe hacer el elogio de tus primerosantepasados, la critica de tus conten pordneos y el espanto de quienes tengan la desgracia de vi- Vir después que ti Primera parte Por importante que sea, para juzgar correctamente sobre el estado natural del hombre, para considerarlo desde su ori- gen y examinaclo, por asi decis, en el primer embrién de la especie, no seguiré su org: i desarrollos. No me detendré a buscar en el sistema animal lo que pudo ser al comienzo para convertirse finalmente en loquees: no examinaré si,como piensa Aristételes, susuias alargadas fueron primero garras ganchudas; sera velludo como un 0s0 y si por caminar a cuatro patas’, sus miradas dirigidas hacia tierra y limitadas a un horizonte de algunos pasos, no marcaban alla vex el cardcter y los limites de sus ideas**, No podria formar sobre este tema mas que conjetu- ras vagas, y casi imaginarias. La anatomia comparada ha * Rousseau desarsolla, frente alas teorias de Diderot, sus tess sobre la ddogradacin progtesiva de labumanidad, >» Rousseat sigue toda latradicida clisica sabre el hom silvestris los ogi ycantosa a verticaidad humana,etoéera, omc progresado atin demasiado poco, las observaciones de los naturalistas on atin demasiado inciertas, para que se pueda establecer sobre semejantes fundamentos la base de un ra~ zonamiento solido; asi, sin recurrir alos conocimientos so- brenaturales que tenemos sobre este punto, y sin tomar en consideracidn los cambios que debieron sobrevenir en la conformacién tanto interior como exterior del hombre a medida que aplicaba sus miembrosa nuevos usos, ya medi- ‘da que se nutria con nuevos alimentos; lo supondré confor- mado desde siempre como lo veo hoy, caminando sobre dos pies, sirvigndose de sus manos como nosotros hacemos de Jas nuestras, dirigiendo su mirada sobre toda la naturalera, ymidiendo conos ojos a vasta extensidn del cilo*. 2/Al despojar a este ser asi constituido de todos los dones fobrenaturales que ha podido recibir, y de todas la faculta- iciales que no ha podido adquirir sino medi ‘grandes progresos, al considerarlo, en una palabra, tal como ‘ debio salir de las manos dela naturaleza, veo un animal me- 5 nos fuerte que unos, menos dgil que otros, pero en conjunto ‘organizado mis ventajosamente que cualquiera de todos ellos, Le veo saciéndose bajo un roble, apagando su sed en el primer arroyo, encontrando su lecho al pie del mismo arbol quelle ha proporcionado su comida, y ya estan sus necesida- des satisfechas, ole jyo.2/ la tierra abandonada a su fertilidad natural‘, y cubierta *24e bosques inmensos que el hacha no mutilé jamds, ofrece a “> cada paso provisiones y refugios a los animales de toda es- pecie. Los hombres, diseminados entre ellos, observan, imi- . tan su industria, y se elevan asf hasta el instinto delas bes- tias, con la ventaja de que cada especie sdlo tiene el suyo propio, y de que el hombre, sin tener quiz ninguno que le ppertenezca, se los apropia todos, s¢ alimenta igualmente de Ja mayoria de los alimentos diversos° que los dems anima- » Vease Ovidio, Metamorfsis I, versos 84-86. ronena o0ene Ph ea 27 Jesse reparten, y encuentra por consiguiente su subsistencia con mas facilidad que cualquiera de ellos, ‘Acostumbrados desde la infancia a las intemperies del aie yal rigor de as estaciones, ejereitados en la fatiga y for- zados a defender, desnudos y sin armas, su vida y su presa contra as demasbestias feroces, oa escapar de ellascorrien- do, los hombres se forjan un temperamento robusto y casi inalterable. Los nifios, que traen al mundo la excelente cons- titucién de sus padres y la fortifican mediante los mismos jercicios que la produjeron, adquieren deeste modo todo el ‘vigor de que es capaz la especie humana. a naturaleza obra ‘exactamente con ellos comollaley de Esparta con los hijos de los ciudadanos”; vuelve fuertes y robustos a los que estén bien constituidos, yhace perecer a todos los dems; dfiere enesto de nuestras sociedades, en las que el Estado, al hacer alos nifios onerosos para sus padres, los mata indistinta- mente** antes de stunacimiento. 5 /Al ser el cuerpo del hombre salvaje el nico instrumento ue conoce, lo emplea para diversos us0s, Para los que, por falta de ejercicio, os nuestrosson incapaces, yes nuestra in= dustria la que nos priva de la fuerza ya agilidad que la nece- sidad le obliga a él a adquirir. Si hubiera tenido un hacha, gromperfa su mufieca tan fuertes ramast Si hubiera tenido ‘una honda, slanzaria con Ja mano una piedra a tanta veloci- dad? Si hubiera tenido una escala, jtreparia tan ligeramente un drbol? Sihubiera tenido un caballo, serfa tan répidoen la carrera? Dejad al hombre civilizado el tiempo de reunir todas sus maquinas en torno suyo: no hay duda de que supe- » Blincumplimiento deestaley espartana por paztede la naturaleza se compraebaen la vida de Rousseau, nacido casi moribundo y vivo solo por loscuidados de ss tf Suzon: Querida ta, osperdono habermehe- ‘ho vivir, sein dl mismo declaraenlas primers piginas delas Confe- * Voltaire subraya.en el ejemplar del bro de Rowsseau los mata indi timamentoy eseribeal mange: «Oseuro ymialsivado» rays nde fa vat Wachee « a2 wehbe wlan 5 238 SOuREELOMORS DEA DESIECARDAD ve eb int gale oh oie , Plo atlas dos v ra ficilmente al hombre salvaje; pero si queréis ver un com- bate todavia més desigual, ponedlos desnudos y desarma- dos uno frente a otro, yl punto reconoceréis cudl es la ven~ taja de tener constantemente todas las fuerzas a disposici propia, de estar siempre preparado para cualquier aconte ‘miento, y de levarse siempre uno mismo, porasidecir, todo entero.consigo®, fobbes* pretende queel hombre esnaturalmenteintrépi- fo-y.que-no busca mas que atacar y combatir. Un filésofo ilustre** piensa, por el contrario, y Cumberland y Pute dorf*** lo aseguran también, que no hay nada tan timido como el hombre en estado de naturaleza, y que siempre esta temblando y dispuesto a huiral menor ruido que llame su atencién, al menor movimiento que perciba, Quizé ocurra esto con los objetos que no conoce, y no dudo que se asuste ante todos los especticulos nuevos que se le ofrezcan, siem- preque no pueda distinguir el bien y el mal fisicos que debe esperar de ellos, ni comparar sus fuerzas con os peligtos que hha decorrer;circunstancias raras nel estado de naturaleza, en el que todas las cosas ocurren de manera tan uiniforme, yen el quela faz de la tierra no ests sometida a esos cambios bruscos y continuos que en ella causan las pasiones y la in- constancia delos pueblos reunidos. Pero al vivir dispersoel hombre salvaje entre los animales, y encontrarse desde tem- prana edad en situacién demedirse con ellos, hace prontola comparacién, y sintiendo que los supera en astucia mas delo que le superan en fuerza, aprende a dejar de temerlos. En- frentada un 0s0,0aun lobo, con un salvaje robusto, gil co- © )En De ive |, 4y 12, en Leviathan, 1,13, Hobbes calificaa la guerra Ue tados contra todos como un aspecto de la igualdad natural ** Montesquieu, Esprit deslois cap. 1 ++» Richard Cumberland refuté a Hobbes en De legibus mature (1672). Rousseau podfa conocerlo en la traduccidn francesa editada en 174s Taité philosopkique deslois naturelles. Pufendort, Dejure naturae cexgentum, caps.) ) ta84 ¢ z 239 Balen mnane neh) rajudo como lo son todos, armado de piedras y de un buen garrote, y veréis que el peligro sera por lomenos reciproco,y| que tras varias experiencias semejantes, ls bests feroces, que no gustan de atacarse entre st, atacardn de mala gana al hombre, a quien habrin encontrado tan feroz como ellas. Respecto a los animales que han recibido més fuerza que él destreza,éstese halla frentea ellos en elcaso de as deméses- pecies més débiles, que no dejan de subsistir; con la ventaja para el hombre de que, no menos dispuesto que ellos para la carrera, yencontrando en los drboles un refugio casi seguro, tienea suarbitrio por daquieraeltomaro dejarelencuentro ya cleccién de a huidao el combate. Atadamos que, al pe- recet,ningtin animal hace naturalmentela guerraal hombre, salvo enel aso de defensa propia o de hambre extrema, ni da contra dl testimonio de ess violentas antipatias que parecen anunciar que una especie ha sido destinada porla naturaleza aservirde pitanzaa otra 7 He ahi, indudablemente, las razones de que los negros y los salvajes secuiden tan poco de as bestiasferoces que pue~ den encontrarse en los bosques. Los caribes de Venezuela, entre otros, viven a este respecto en la seguridad mas com- pleta y sin el menor inconveniente, Aunque estén casi des- rudos, dice Francisco Coreal,no dejan de exponerse audaz- mente en los bosques, armados s6lo de la flecha y del arcos pero jamas sea ofdo decir quealguno de ellos haya sido de- vorado porlas bestias”. &/ Otros enemigos més temibles,y contra los que no tiene el) hombre los mismos medios para defenderse, son los acha- «ques naturales, a infancia, la vejez y las enfermedades de toda especie; tristes signos de nuestra debilidad, delos cua- * Este parrafo fue ahadido por Rousseau en la edicibn de 1782 tras la lectura de Voyages de Francois Coréal aux Indes Occidentales (Paris, 1722, 2 vols, nueva edicidn) Francisco Coreal, nacido en Cartagena (1648-1708) ue autorde un Vigjeals Indias occidentale, tlizadoso- bretodo por Buffon, 4 | ecobites in corso ff fai 200 omcee les los dos primeros son comunes a todos los animales, yel Litimo afecta principalmente al hombre que vive en socie- dad. Respecto ala infancia observo incluso que por llevar la ‘madre por doquiera a suhijo consigo, tiene mucha mas faci- lidad para alimentarlo de la que tienen las hembras de otros animales, queestin forzadas airy venirsin cesar con mucha fatiga, por un lado para buscar su comida, y por otro para amamantar asus pequeiios. Gierto que sila mujer legaa pe- recer, el nifio corre grave riesgo de perecer con ella; pero este peligro es comtin a otras cien especies, cuyos pequefios tar- dan bastante en poder ir a buscar por simismos sualimento, yssila infancia es mas larga entre nosotros, al serla vida mas larga también, todo viene a ser mas 0 menos igual en este punto’, aunque sobrela duracién dela primera edad y sobre el ntimero de los pequenios® haya otras reglas, que no perte- rnecen a mi tema. En los viejos, que se mueven y transpiran poco, la necesidad de alimentos disminuye con la facultad de procurarselos;y como la vida salvaje alejade ellos la gota ‘ylos reumatismos, y como la vejez.es de todos los males el, {ue menos pueden consolar los auxilios humanos, se extin- guen finalmente sin que nadie se dé cuenta de que cesan de existir,y casi sin darse cuenta ellos mismos. _/Respecto alas enfermedades, no repetré las vanas falsas ») declamaciones que contra la medicina hace la mayoria de las personas con buena salud; pero preguntarésihay alguna ob- ‘ervacidn sélida de la que se pueda concluir que en los pai- sses en que este arte esté mas descuidado, la vida media del hombre es mas corta queen aquellos en que se cultivacon el ‘mayor de los cuidados. Y cOmo podria no serasfsi nosotros mismos nos procuramos mas males que remedios puede proporcionarnos la medicina*! La extrema desigualdad en * Bxelinico fragmento de Rousseau en quese aboge porla medicina; ok médicosserdn bratalmente atacadosen el Emilio, yen el terce dis curso de Rousseau jue de Jean-Jacques Sus opiniones personeles sobre ey a ai ah ak htc arbi: ene ely ud dus ei Tamaneta de vivir el exceso de ociosicad en unos, el exceso >) de trabajo en otros a facilidad para excita y pare saisfacer ‘nuestros apetitos y nuestra sensualidad, los alimentos de- ‘masiado rebuscados de los ricos que los nutren de jugos ar- dientes y los agobian a indigestiones, la mala alimentacién delos pobres, dela que carecen incluso la mayorfa delas ve- ces, y cuya falta les lleva a sobrecargar dvidamente su est6- rmago cuando se presenta la ocasi6n, las vgilia, los excesos de toda especie, los transportes inmoderados de todas las pasiones las fatigas,y el agotamiento del espiritu, los pesa- res ylas penas sin mimero que se experimentan en todos los estados y que perpetuamente roen las almas: he ahi as fu nestas garantfas de que la mayorfa de nuestros males son nuestra propia obra, y de que habriamos evitado casi todos conservando la forma de vivir sencilla, uniforme y solitaria \, que nos fue prescrita por Ia naturaleza. Si ella nos destiné a» ser sanos, casi me atrevo a asegurar que el estado de refle- || xignesunestado contra natura, y quel hombrequemedita 3 5 un animal depravado*, Cuando se piensa en la buena los médicos ya medicina figuran en el testimonio que Bernardin de Stint-Pirrehizo au muerte en un intento ée ensayo biogritico absn- ddonado, Rousseau, querecogten miedicién de Lasensoaciones del pa- seantesoliario: «Alin securé de ss males renuneiando ala medicin y «alos médicos. No os llamaba siguiera en los accidentes imprevistos (el Eola Rosi coeds be ions, Haar cater dadesinternasseponiaa dietayqueria esta solo,pretendiendo queen tonces el eposo yl soledad eran tan necesarios al cuerpo comoalalme [..} Luego ibaa herborizar porlos campos el sombrero bajo el brazo pleno so, incluso en la canicula. Pretendia que a accin delzal le hae bien [..] Yo atribuyo a estos paseos abrasadores uns enfermedad que suftiden el verano de 1777, Erauna revolueida de ils, con vomits y crispaciones de nervios tan violentos que me confeséno haber sufido ‘nunca tant, Su tltima enfermedad acaecidaalafo siguiente, ena mis- :maestacién,a consecuenci de los mismos eercicios, muy bien podria hhabertenidolamisma causa» (Bnsofaciones, ect, pigs. 209-210), * Esta decinracin de fe antiracianalistadefiende la opinign contraria. de Diderot: «Quien no quiere razonar renuatciando a lacuslidad de el Criting a at. elt 22) so tas foe leaner, of REHOME DESADESCUALDH constitucién delos salvajes, por lo menos de aquellosa quie- nes no hemos echado a perder con nuestros licores fuertes, cuando se sabe que casi no conoven mas enfermedades que las heridas y la vejez, uno se siente tentado a creer que seha- ria fécilmente la historia de las enfermedades humanas si- guiendo la de las sociedades civiles. Al menos ésa es la opi- nién de Platén que, por ciertos remedios empleados o aprobados por Podalitio y Macadn en lsitio de Troya,juzga que diversas enfermedades, que esos remedios debian exci- tar,no eran entonces conocidas todavia entre los hombres. Y . Celso refiere que a dicta, an necesaria hoy, no fue inventada hasta quelo hizo Hipdcrates*. 4e/ Contan pocas fuentes de enfermedades, cl hombre en es- tado de naturaleza apenas tiene, pues, necesidad de reme- dios, menos atin de médicos; la especie humana tampoco ¢s ‘en este aspecto de peor condicién que las demas, y es fil saber por los cazadores si en sus correrfas encuentran mu- ‘chos animales enfermos. Muchos hallan ellos que han rec bido heridas considerables muy bien cicatrizadas, que han tenido huesos, incluso miembros, rotos y recuperados sin ‘més cirujano que el tiempo, sin mas régimen que su vida or- dinaria, y que no estan menos cabalmente curados por no haber sido atormentados con incisiones, enyenenados con drogas, ni extenuados con ayunos. En fin, por til que pueda hombre, debe ser tratado como unanimal desnaturalizado» (Bnciclope- dia,art, «Derecho natural), Lafrase de Rousseau, utlizada con distin. tos fines en abundantes polemicas,no debe sacarse sin embargo desu context, * Paton cite aestoshijosen Asdlepios (Esculapio) en Replica, I. Fi sguran también en diversos cantos dela ada, En cuanto a Cornelio Celso, enciclopedistaromano qvevivis ene las dos eras, citalosorie nes del arte médico en su tratado De meicina, Sin embargo, el escrito sobre La antigua medicna, que es una dels obras mis antiguas de ls coleecién hipocritica, cial deta como un remedio tradicional de or {genes remotos. La dtima frase (desde «Y Celso refiee,.| es una dodelaedicion de 1782, ser entre nosotros la medicina bien administrada, siempre es cierto que si el salvaje enfermo abandonado a si mismo no tiene nada que esperar sino de la naturaleza, a cambio nada tiene que temer més que desu enfermedad, lo cual tor- nga menudo su situacion preferibleala nuestra. Y Guardémonos, pues, de confundir al hombre salvaje don los hombres que tenemos ante os ojos. La naturaleza trataa © todos los animales abandonados a sus cuidados con una predileccién que parece indicar cudn celosaesté deese dere- cho. El caballo, el gato, el toro, el asno mismo, tienen en su mayoria una talla mésalta, ytodos una constitucién masro- busta, mas vigor fuerza y valor en los bosques queen nues- tras casass pierden la mitad de estas ventajas al volverse do- mésticos, y dirfase que todos nuestros cuidados por tratar bien ynutrira estosanimalesno sirven sinoabastardearlos. ‘As{escon el hombre mismo: al volverse sociable yesclavo, se vuelve débil, temeroso, rastrero, y su manera de vivir Hleds ley afeminada acaba por enervar a un tiempo sufuerzay su valor. Afiadamos que entre las condiciones salvaje y domés- tica la diferencia de hombre a hombre debe ser mayor atin quela de bestia a bestias porque, tratados de igual manera el animal el hombre por la naturaleza, cuantas comodidades se proporciona elhombreasimismo més quealos animales que domestica son otras tantas causas particulares que leha- cen degenerar mas sensiblemente, ara esos primeros hombres no es pues desgracia tan grande, ni sobre todo tan gran obstéculo a su conservacién, la desnude, la falta de vivienda, y la privacién de todas esas inutilidades que nosotros creemos tan necesarias. Sino tie- nen la piel velluda, no anecesitan en los paises célidos, yen los paises frfos saben pronto apropiarse la de Tas bestias que han vencido; si no tienen més que dos pies para correr, tie- nen dos brazos para prover a su defensa y asus necesida- des; sus hijos caminan quiza tarde y con dificultades, pero las madres los llevan encima con facilidads ventaja que falta 24 sone LomcRDELA BESCOALAD alas demas especies enlas que, de ser perseguida la made se ve obligada a abandonar a sus pequefios 0 regular'su paso al de ellos. Puede haber en esto algunas excepciones. Por ‘ejemplo, a deese animal della provincia de Nicaragua quese parece a un zorro, que tiene los pies como las manos de un hombre, y que segiin Corea, tiene bajo el vientte una bolsa dondela madre mete sus pequettos cuando se ve obligadaa hit. Es, sin duda, el mismo animal que en México se llama ‘Tlaquatzin, ya cuya hembra Laét atribuye bolsa semejante parael mismo uso". En fin, a menos desuponer esas concu- rrencias singulares y fortuitas de las circunstancias de que hablaré a continuacion**, y que muy bien podian no darse nunea, ¢s evidente en todo caso que el primero que vestidos o un alojamiento, se procur6 con ello cosas poco necesarias, puesto que haba prescindido de ellas hasta en- tonces, y puesto que no vemos por quéno habria podido so- portar, hecho hombre, un género de vida que soportaba des- desuinfanci 43 Solo, ocioso, y siempre vecino del peligro, al hombre sal- aje debe gustarle dormir, ydebe tener el sueMio ligero como Jos animales que, al pensar poco, duermen, por asi decir, todo el tiempo en que no piensan. Al hacer de su propia con- servacién casi su Gnico cuidado, sis facultades mas ejercita- dias deben ser aquellas que tienen por objeto principal elata- que y la defensa, bien para someter a su presa, bien para * ste fragmento desde «Puede haber en esto algunas excepeiones..a rahembra Last atribuye una bolsa semejante paral mismo uso», es ‘un aftadidode a edicin de 1782. El animal a que Laét se refierees des- crito por Buffon comollazarigueya, Jean Lae (1593-1649) fue un ge grafoy naturalist flamenco que redacts en neerlandés su Novus orbis seu deseriptio Indie occidentalis, donde recogié las observaciones de dos navegantes, Maregray y Pison. En 1650 aparec6 la traducsin francesa: ['Histoire du Nouveau Monde ou description des Indes Occi= dontales ** Enel comienzo dela It parte, piginas277-278 non pare 25 librarse de ser él presa de algtin otro animal: por elcontrario, los Srganos que no se perfeccionan més que con la moliciey la sensualidad deben permanecer en un estado de groseria que excluye en él toda especie de delicadeza;y hallindose di- Vididos sus sentidos en este punto, tendré el tacto yel gusto de una rudeza extrema; la vista, el oido y el olfato de la ma- yor sutileza, Tales el estado animal en general, y tal es tam- ‘ign, segiin informe de los viajeros, el dela mayoria de los pueblos salvajes. Por eso no hay que extrafarse de que los hotentotes del cabo de Buena Esperanza descubran simple vista los barcos en alta mar, desde tan lejos comolos holan- ddeses con los catalejos, ni de quelos salvajes de América ol- fatearan alos espafioles por el rastro, como habrian podido hacer los mejores perros, ni de que todas esas naciones bar- baras soporten sin pena su desnudez, agucen su gusto a fuerza de pimienta, y beban los licores europeos como si fuera ag /'No he considerado hasta aqui més que al hombre fisic. Tratemosahora de mirarlo por el lado metafisico y moral. 2/No veo en cualquier animal més que una méquina inge- ‘hiosa, a la que la naturaleza ha dado sentidos para estimu- larse a sf misma, y para protegerse, hasta cierto punto, de cuanto tiende a destruirla o a perturbarla, Percibo precisa~ _mente las mismas cosas en la(mdquina humana con la dife- rencia de que la naturaleza hace todo por sisold en las ope- raciones della bestia, mientras que el hombre concurre a las suyasen calidad de agente ibre, La una escoge o rechaza por tinto, el otro por un act ertads 0 cual hace que la bestia no pueda apartarse de la regla que le esta prescrita, ni siquiera cuando le seria ventajoso hacerlo, y que el hombre se aparte de ella con frecuencia para perjuicio suyo. Asi es ‘como un pichén moriré de hambre junto a una fuente lena de las mejores carnes, y un gato sobre un montén de frutos, o degrano, aunque ambos bien podrian nutrirse del aimen- to que desdeitan sise les hubiera ocurrido intentarlo. Asi es ) Se a mls Ghee 6 SONEELONGENDELA DESIGUALIAD como los hombres disolutos se entregan a excesos que les causan la fiebre y la muerte; porque el espiritu deprava los sentidos, y la voluntad sigue hablando cuando la naturaleza calla, 3//Todo animal tiene ideas, puesto que tiene sentidos, com- Vina incluso esas ideas hasta cierto punto, yel hombre sélo difiere a este respecto de la bestia por la cantidad. Algunos fil6sofos han afirmado incluso que hay mds diferencias en- tretalhombre ytalotro, que de tal hombrea tal bestia no es, ‘Pues, tanto elentendimiento lo que constituye, entre los ani- males, la distincién espeeifica del hombre como su ct deagente libre. La naturaleza da una orden a todo animal, y la bestia obedece. Elhombre experimenta la misma impre- sién, pero se recone “bre todo en la conc anera el mecanismo de los sentidos y la formacién de las leas; pero ena facultad de querer o, mejor, de escoger, yen “a conciencia de esa facultad no encontramos més que actos puramente espirituales, de los que nada se explica mediante lasleyes dela mecénica. Y Pero aun cuando las dificultades que rodean todas estas, cuestiones dejarén pie para disputar sobre esta diferencia © del hombre y del animal, hay otra cualidad muy especifica ‘que los distingue sobre la que no puede haber réplica: es la + Voltaire escribe al margen: «He agui una metaflsice bastante malas, refirindose al dualism cartesiano (o tambien derivado de Malebran- che) aunque Descartes negbalos animales entendimiento yl poder se Formar ideas. Esta exaltacién de la vida animal seré negeda por el ‘propio Rousseau en Profesin def del vcaro saboyano;siaquttenemos ‘una nostalgia de I animalidadal describ a felicidad fsica de las bes- tins, en la Profesén Rousseau desea pore contrario una humanizacion tela de cierto carécterdivinizador:«{Cémo!,Paraimpediral hombre sermalvado, hay que limitarle al instint y hacerlo bestia? No, Dios de ‘mialma, nunca tereprocharé haberlohecho.a tuimagen, afin deque yo puidieseserlibre, bueno y dichoso como tie Ayeok bye, capecaded dk dutennir, how pxoe se ah anche euivege wm Hoviee raber | Sp cle, onbiche fof ot Prfece si grt panasearants Mo fred cle. de ey ultad de perfeccionarse; facultad que, con la ayuda de las circunstancias, desarrolla sucesivamente todas las demas, y reside entre nosotros tanto en la especie como en el indi duo, mientras que un animal, al cabo de algunos meses € To que eré toda su vida, y su especie, al cabo de mil afios, lo ue era el primero de esos mil anos". ;Por qué s6lo el hom- bre esté expuestoa volverse imbécil? No esasicomo retorna asuestado primitivo y como, mientras a bestia, quenadaha adquirido y que tampoco tiene nada que perder, permanece siempre con su instinto, el hombre, volviendo a perder por la vejez u otros accicentes todo cuanto su perfectibilidad le habia hecho adquirir, vuelve a caer més bajo que la bestia misma? Seria triste para nosoti os forzados ac nir que esta distintiva, y casi dias tranquilos einocentes;que es ella la que, ha- fendo surgir con lossiglos sus ces y sus errores, sus vicios y sus virtudes, lo torna ala larga tirano de sf mjsmo y de la naturaleza?, Seria horrible vernos obligados a elogiar como ‘unser bienhechor en aquel que sugirié, el primero, al ha~ bitante de as riberas del Orinoco el uso de esas tablillas que aplica sobre las sienes de sus hijos y que al menos le asegu- ran una parte de su imbecilidad y de su felicidad origi- nalt**, + Nueva anotucidn de Volare: eL0s animales perfescionan sins retusa EP Neologiamo creado por Rousscn que figuraria ela eicin del Diccionario dels Academia de 798en i scepeem queledamsstros Crilon parece en febrero de 1755 ens Corespondance tie en un texto con bastantessemejanascon etepanaje del Discurso sobrelade- Sigua obra de Gritmo de Rayna pero paras fechacleditorte ‘hacia tiempo e manoscrtode Route, ‘++ Wolaiteanot:«Loeslvajrplanania rent desu hijorp tren alos pajaros que pasan por encima dew eaberasiy El dato To toma Rouseau de Core que fog 6 #/Ethombre salvaje, entregado por la naturaleza al solo ins- tinto, o mejor compensado quiz4 del quele falta por faculta- des capaces de suplirlo al principio, y de elevarlo luego muy por encima de ella, comenzaré pues por la funciones pura- ‘mente animales!”: percibir y sentir sera su primer estado, que le seré comiin con todos losanimales. Querer yno q rer, deseary temer serdn las primerasy casi inicas operaci nes desu alma, hasta que nuevas circunstancias causen en él nuevos desarrollos. C/A pesar de lo que digan los moralistas, el entendimiento, shumano debe muchoa las pasionesque, ala reciproca, le de- ~ ben mucho también; es gracias a su actividad por lo que ‘nuestra razon se perfecciona; slo tratamos de conocer p que deseamos gozar,y no es posible concebir por qué qui no tenga ni deseos ni temores ha de darse la molestia de ra- zona. Las pasiones, a su vez, extraen su origen de nuestras necesidades, y su progreso de nuestros conocimientos; por- ‘que slo se puede desear o temer las cosas porlas ideas que de ellas se puedan tener 0 por el simple impulso de la natu- ralezai y el hombre salvaje, privado de toda suerte de luces, s6lo experimenta as pasiones de esta iltima especie; sus de- “ses no van mas allé de sus necesidades fisicas"'; los tinicos, “bienes que conoce en el universo son la comida, una hembra yeel descanso; los tinicos males que teme son el dolor y el “Hhambre; digo el dolor y no la muerte; porque jamas sabra elanimal lo que es morif,y el conocimiento de la muerte, y de sus terrores, es una de las primeras adquisiciones que hizo el hombre, alejindose con ello de la condicién animal. 7, Facil me seria, si me fuera necesario, apoyar este sentir > gon hechos, y hacer ver que, en todas las naciones del mun- “Ao, los progresos del espiritu fueron exactamente propor cionados a las necesidades que los pueblos habian recibido dela naturaleza, o alas que las circunstancias los habian so- ‘metido, y consiguientemente alas pasiones que los llevaban a proveer a tales necesidades, Mostrarfa, en Egipto, alas ar- We ates Raley de? actual tes naciendo y extendiéndose con las desbordamientos del Nilo; seguirfa su progreso entre los griegos, donde selas vio ‘germinar, crecer y eleyarse hasta los cielos por entre las are~ nas ylos peftascos del Atica, sin poder arraigar en las orillas fértiles del Eurotassharfa observar que, por regla general, los pueblos del Norte son més industriosos que los del Medio- lia, porque no pueden dejar de serlo*, como sila naturaleza quisiera igualar de este modo las cosas dando a los es la fertilidad que rehuisa ala tierra. ‘Mas sin recurrir alos testimonios inciertos de la Historia, {iguiién no ve que todo parece alejar al hombre salvaje de la tentacién y los medios de dejar de serlo? Su imaginacién no le pinta nada; su coraz6n nada le pide. Sus médicas necesi- ades se encuentran fan cémodamente al alcance de la td él del grado de conocimientos neces adquirirlos mayores que no puede tener sidad. El espectéculo de la naturaleza se le hace indiferente a fuerza de hacérsele familiar. Fs siempre el mismo orden, son siempre las mismas revoluciones;no ti ne talento para asombrarse de las mayores maravillass y no «s en él donde hay que buscar la filosofia que el hombre ne- 249 cesita para saber observar una ver lo que ha visto todos los, dias, Salma, que nada agita, se entrega al sentimiento tii code suexistencia actual, sin ninguna idea del porvenir, por préximo que pueda estar, y sus proyectos, limitados como sus miras, se extienden apenas hasta el fin de la jornada. Tal ¢s, atin hoy, el grado de previsidn del earibe: vende por la ‘mafiana su lecho de algodén, y viene llorando por la tarcle para volverlo a comprar, por no haber previsto quelo nece- sitarfa para a noche préxima.. ‘Cuanto mds se medita sobre este tema, més se ageanda ante nuestros ojos la distancia entre las puras sensaciones y + aBstono es cierto todaslas artes vienen de los pases cides», anote \oltaire Jock of ree ion Pm 250 REF HLORIGEN DELA DISIGUAEDAD los conocimientos més simples: y es imposible concebir cémo habria podido unhombre, por sus sos fuerzas, sin la ayuda de la comunicacién y sin el aguijén de la necesidad, franguear un intervalo tan grande. ;Cusntos siglos habrén transcurrido antes de que loshombres hayan estado en con- diciones de ver otro fuego que el del cielo? sCudntos azares diferentes no necesitaron para aprender los usos mis comu- nes de ese elemento? ;Cusntas veces no lo dejaron apagarse antes de haber adquirido elarte de reproducizlo? zY cuantas veces habra muerto cada uno de esos secretos con su descu- bridor? :Qué diremos dela agricultura,arte que exige tanto trabajo como previsi6n, que atafie a otras artes, que, con toda evidencia, s6lo es practicable en una sociedad por lo ‘menos comenzada, y que no nos sirve tanto parasacar dela tierra alimentos que ella de sobra proporcionaria sin eso como para forzarla a preferencias que son mds de nuestro {gustof Pero supongamos que los hombres se hubieran mul- tiplicado tanto que las producciones naturales no hubieran bastado para alimentarlos; suposicidn que, para decirlo de ppasada, mostraria una gran ventaja para laespecie humana ‘enesta manera de vivir; supongamos que sin forjas, y sin ta~ lleres, los instrumentos de labranza hubieran caido del cielo entre las manos de los salvajes; que esos hombres hubieran ‘vencido el mortal odio que todos tienen por un trabajo con- tinuos que hubieran aprendido a prever de lejos sus necesi dades con tanta antelacién que habrian adivinado cémo hay que cultivar la tierra, sembrar el granoyy plantar los ér- oles; que hubieran encontrado el arte de moler el trigo, y de poner la uva en fermentacién; cosas todas que nevesar' ‘mentelEes fueron enseiiadas por los dioses porque no conce- bimos como las habrian aprendido por sf mismos*; tras «sto, ;quién seria el hombre lo bastante insensato para ator- mentarse con el cultivo de un campo del que le despojara el * No, hicieron dinses de sus benefactores»,anota Voltaire mpm ae oe Fou suniade tobi mfo 1 WY Gas Yuyt primero que llegue, Rorabre o bestia, indistintamenta, al “1D que convenga esa cosecha, y cmo podra nadie resolverse a pasar la vida en un trabajo penoso cuyo premio esta tanto ‘mas seguro de no recoger cuanto mas le sea necesario? una palabra, emo podré llevar alos hombres tal situacién. acultivarla tierra, mientras no se reparta entre ellos, es de“). cir, mientras no sea totalmente suprimido el estado de na- {{\"* turaleza? A ate »/Aun cuando quisiéramos suponer un hombre salvaje tan habil en el arte de pensar como nos lo pintan nuestros fil6sofoss aun cuando, a ejemplo suyo, nosotros hiciéra- mos de él un filésofo que descubre por sisolo las verdades mas sublimes, y que se impone, mediante series de razona- mientos muy abstractos, maximas de justicia y de razén sacadas del amor por él orderven general, o de la voluntad — conocida de su Creador; en una palabra, aun cuando lesu- pusiéramos en el espiritu tanta inteligencia y luces como doberia tener, en vez dela torpezay estupidez.queen reali dad se leencuentra, :qué utilidad sacaria la especie de toda esta metafisica que no podria comunicarse y que pereceria conel individuo que la hubiera inventado? ;Qué progreso podria hacer el yénero humano diseminado en losbosques entre los animales? :Y hasta qué punto podrian perfeccio- narse e ilustrarse mutuamente hombres que, sin tener ni domicilo fijo ninecesidad alguna uno de otro, quiza se en- contraran apenas dos veces en su vida, sin conocerse ni ha- blarse? { Pignsese cudntas ideas debemos al uso de la palabra; ‘cuanto ejercita yfaclitala gramética las operaciones del es- piritus y pignsese en los inconcebibles esfuerzos, y en el tiempo infinito que ha debido costar la primera invencién de las lenguass tinanse estas reflexiones a las precedentes, y podré juzgarse cudntos millares de siglos han sido necesa~ rios para desarrollar sucesivamente en el espiritu humano las operaciones de que era capaz. 252 SORE HL ORIGENDELA DBSIGEALDAD A Béame permitido considerar por un instante ls dificulta- les del origen de as lenguas*. Podria contentarme con citar o repetir aqui las investigaciones que el sefior abate de Con- dillac ha hecho sobre esta materia, todas las cuales confir- ‘man plenamente mi sentir, y quiz me dieron la primera ideaal respecto. Pero por la forma en que ese fildsofo resuel- yelas dificultades que él mismo se plantea sobre el origen de los signos instituidos, demostrando que ha supuesto lo que yopongoen cuestién, a saber, una especie de sociedad ya es- tablecida entre os inventores del lenguaje, creo deber, al re- ‘mitir a sus reflexiones, unir las mfas para exponer las mis- masdificultades a laluz.que conviene ami tema. La primera 4© que se presenta es imaginar cémo pudieron volverse necesa= rias as lenguas; porque no teniendo los hombres ninguna “correspondencia entre si, ninecesidad alguna de tenerla, no mncibe nila necesidad de esa invencién ni su posibilidad 10 fuc indispensable. Dirfa, como muchos otros, que las lengnas nacieron en el trato doméstico de padres, madres € -hijos; pero ademas de que esto no resolverfa las objeciones, seria cometer el error de quienes, al razonar sobre el estado enaturaleza, evan al tema ideas adquiridas en la sociedad, ven siempre ala familia reunida en una misma vivienda y a sus miembros guardando entre sfuna unién tan intima y tan permanente como entre nosotros, donde tantos intereses comunes los retinen; mientras que al no haber ni casas, ni cabaias**, ni propiedad de ninguna especieen aquel estado Phar say sees ase ip dd Mads Poaibe ei ieral ate ced ph sarge foie anvisaajaeetncn oem oaeanetere Pa reece Ga ee enc oe ee See et dae eat ee ater Gee eae ee ilies senda dahon Pa Dendcalengua an don eae $c pens pox Va ens dated ek rainaarnee Be aha ers primitivo, cada cual se alojaba al azar y con frecuencia para ‘una sola noche; los machos y las hembras se unfan fortuita~ ‘mente segrin el encuentro, la ocasién y el deseo, sin quella palabra fuera un intérprete muy necesario de las cosas que temian que decirse; se dejaban con la misma facilidad"®, La ‘madre amamantaba al principio a sus hijos por necesidad propia, luego, al habérselos hecho queridos la costumbre, los alimentaba después por la de ellos; tan pronto como te- nian fuerzas para buscar st pitanza, no tardaban en dejara lamadre misma; y como casi no habia otro medio de volver~ se a encontrar que no perderse de vista, pronto se daba el caso deno reconocerse siquiera unos otros, Observad ade- mas que por tener el nifio que explicar todas sus necesida-(*) des, en consecuencia, mas cosas que decir a la madre que la madre al nirio, ¢s él quien debe hacer los mayores esfuer- 0s de invencién, y la lengua que emplea debe ser en gran parte obra propia; io cual multiplica tanto laslenguas como individuos hay para hablarlas, alo quecontribuye ademdsa vida errante y vagebunda, que no deja a ningiin idioma tiempo de tomar consistencia; porque decir que la madre dicta alnino as palabras de que deberd servirse para pedirle tal o cual cosa muestra bien c6mo se ensean las lenguas ya formadas, pero no dice en modo alguno cémo se forman. Supongamos vencida esta primera dificultad; franquee- ‘mos por un momento el espacio inmenso que debié haber 2 = entre el puro estado de naturaleza y la necesidad de las len- juss y busquemos, suponiéndolas necesarias", c6mo pu- dlieron comenzar a establecerse. Nueva dificultad, peor atin “Son as ipétesis de Condilacen el Ensayo sobre rigen de los cono- cinniento htananos, Condillaecontestaria sla apostills de Rousseau «enuna nota de su Gramética, Han influido también sobre esta parte ‘onsagrada al origen delas engua lalectara de Du Bos: Reflexion cr Fiques sur fa pose et sur la peinture (también leo por Condi) la hetorique de P. Lamy, al que cita ene Evsayo sobreelorigendelasten~ as, tctera, aes Ee prccerinte pegenloatunreen reco oT fs bra para aprender a pensar, mayor necesidad tavieron desa- ber pensar para encontrarél arte de a palabra; y aunque se comprendiera cémo fueron tomados los sonidos de la voz por intérpretes convencionales de nuestras ideas, siempre "uedariapor saber cudles han podidoselosintérpretesmis- iemos de esta convencidn para idea que, porno tener un ob- eto sensible, no podian indicarsen porel gestoniporlavors « desuerte que apenas se pueden formar conjeturas que resis- tan sobre elnacimiento de este arte de comunicar los pensa- mientosy de estableer un comercio entrelos esprit: arte sublime que tan lejos eat ya desToriget pero quel ilgsofo veaiina una distancia de su pérfeccidptan prodigiosa quen0 hay hombrelo bastante audaz paraasegurar quehabrédelle- gar jamés alla, aun cuando las revoluciones que el tempo necesariamente ocasiona fueran suspendicas en su favor, aun cuando ls prejuicios sliesen de las academiaso se ca- Tiasen ante ellas,yaun cuando elas pudieran ocuparse de ese «spinoso tema durante siglo entros sin interrupeidn 3 /Elprimer lenguaje del hombre, ellenguaje mis universal, ‘1 mas enérgico, el tnico que fue necesario antes de que hu- biera que persuadira los hombres reunidos, es el grito dela naturaleza, Como ese grit séloleera arrancado por unaes- pecie de instintoen las ocasiones acuciantes, para implorar ayuda enlos grandes peligros@ aivioenlos males violentos, nora de gran uso en el curso ordinario dela vida, en el que reinan sentimientos més moderados, Cuando las ideas de Jos hombres comenzaron a extenderse ya multiplicarse y se establecié entre ellos una comunicaci6n ms estrecha, bu caron mayor nfimero de signos yun Jengiaje mas ampli ‘mulplicaronlasinlexiones de a voz ye unieronlos gestos, ‘que, por su nafuraleza, son mas expresivos, y cuyo sentido depende menos de una determinacién anterior. Expresa- ban, pues, los objetos visibles y méviles por gestos,y aque- ios que hieren el ofdo, por sonidos imitativos: pero como el omen rine ron Pare 255 esto apenas indica mAs que los objetos presentes,o files de describir, y las acciones visibles; como no es de uso uni- versal, puesto que la obscuridad y la interposicién de un ‘cuerpo lo vuelven iniitil, y como exige atencidn antes de ex- citarla se les ocurrid en iltima instancia sustituirlo por las articulaciones dela vor, que, sin tenerla misma relacién con ciertas ideas, son més aptas para representarlas a todas, ‘como signos instituidos; sustitucién que no puede hacerse, mas que por consentimiento comtin, y de una manera bas-, tante dificil de practicar para hombres cuyos 6rganos gros ros atin no tenfan ningtin ejercicio, y mas dificil todavia ¢ concebir en si misma, puesto que este acuerdo undnimé de- bis estar motivado, y puesto que la palabra parece haber sido muynecesaria para establecer eluso dela misma Debe pensarse que las primeras palabras de que los hom- bres hicieron uso tuvieron en su espiritu una significacién mucho mésampliade la que tienen las quese emplean en las lenguas ya formadas, y que, ignorando la division del dis- ‘curso en sus partes constitutivas, al principio dieron a cada palabra el sentido de una proposicién entera, Aun cuando ‘comenzaron a distinguir el sujeto del atributo y el verbo del nombre, cosa que no fue un esfuerzo mediocre de genio, os. substantivos no fueron al principio mds que. otros tantos nombres propios, el presente del infinitivo” fue el inico tiempo de los verbos, y, respecto a los adjetivos, su nocién séloa duras penas debié desarroliarse, porque todo adjetivo «s una palabra abstracta ylas abstracciones son operaciones penosas y poco naturales. Cada objeto recibié al principio un nombre particular, sin miramientos para los géneros y las especies, que aquellos primeros fundadores no estaban en condiciones de distin- {guir; y todos los individuos se presentaron aislados a su es- « Variante dela edicin de 1782,La primera deci: sotros tantos nom- loves propios, infinitive.» ath 256 SOMREELONIGENDELA DEIGCARDAD pititu, como lo estin en el cuadro dela naturaleza. Si un ro- ble se lama A, otro roble se llamaba B*, porque la primera ‘dea que se saca de dos cosas es que no son la misma; y con frecuencia se necesita mucho tiempo para observar lo que tienen en comin; de suerte que cuanto més limitados eran Jos conocimientos, tanto masextenso se hizo el diccionario, Laconfusién de toda esta nomenclatura no pudo climinarse fiicilmente, porque para ordenar los seres ajo las denomi- naciones comunes y genéricas era preciso conocer las pro~ jedades ylas iasieran precisas observaciones y de- historia natural y Ta metafisica, en “cantidad mucho mayor dela quelos hombres de quel tiem- popodian tener. Porotro lado, la ideas generales solo pueden introducirse enelespiritu con laayuda de las palabras, yelentendimiento solo las capta mediante proposiciones. Es ésta una delas ra- ‘zones porlas quelos animalesno podrian formarse ideas se- > mejantes, ni conseguir jams a perfectibilidad que de ella depende. Cuando un mono pasa sin duda de una nuez a ‘otra, spietisa alguien que tiene Ia idea general deesa clase de fruto, y que compara su arquetipo con esos dos individuos? Indudablemente no; pero la vista de una de esas nueces trae ‘asu memoria as sensaciones que ha recibido de a otra;y sus ‘oj03, modificados de cierta manera, anuncian a su gusto la modificacién que va @ recibir. Toda idea general es pura- ‘mente intelectual; por poco que la imaginacidn se mezcle a ella, laidea deviene enseguida particular. Tratad de trazaros Ta imagen de un drbol en general, nunca llegaréis a la meta; esea vosotros mismos tendréis que verlo pequefio o gran de, ralo 0 espeso, claro woscuro;y si dependiese de vosotros no ver en él sino lo que se enicuentra en todo érbol, tal ima- * Voltaire anota al margen: «Por lo menos sellamaba AB puesto quese pareciaa Ao El parrefosiguiente, hasta «para observarloque tienen en ‘contin, es unaihadido dela edicion de 1782, enue unre 257 ‘gen no se parecerfa yaa un érbol. Los seres puramente abs- tractos se ven del mismo modo, 0 no se conciben més que porel discurso. La sola definicién del triéngulo os da la ver ees que suspendan aguf su lectura, para considerar,a partir delainvencién sola delos sustantivos fisicos, es decir, par- tirdea parte dela lengua mas fécil de encontrar, el camino que les queda por recorrer para expresar todos los pensa- iientos de los hombres, para adoptar una forma constante, poder ser hablada en puiblico ¢ influir sobre la sociedad. Les suplico que reflexionen en el tiempo y conocimientos que han sido necesarios para encontrar los ntimeros", las pala- bras abstractas, los aoristos, y todos los tiempos de los ver- bos, las particulas, la sintaxis, para ligar las proposiciones, Jos razonamientos, y formar toda la légica del discurso. Por lo que a mf respecta, asustado por las dificultades que se multiplican, y convencido de a imposibilidad casi demos- trada de que las lenguas hayan podido nacer y establecerse umente humanos", dejo a quien quiera em- usin de este dificil problema: qué ha si itucion prenderlala |: mis necesario, sila sociedad ya formada para la * delas lengua, silas lenguas ya inventadas para el estable- cimiento dela sociedad? + Voltaire subrays «medios puramentehumanoss y escribe all margen ‘sLamentablew En efecto, aunque en hipstesis, Rowsteau hace uns con ‘cesign aos partiarios dela insttucion divina del lenguaje, que seria ‘provechada por Nicolis Besurée, dando entender que no bastan los tmedios bumanos para justifica la invencién de las lenguas: Beauzée sprovecha esta indecision de Rousseau ~y que es una concesid por su parte lo demuestra el Ensayo sobre el origen dela lenguas~ para echat tierra sobre tod a tsis doctrinal dl Discurso sobre a desigualdad en ‘rele: hombres xB lésofo de Ginebra sha dado perfectamente cents sequela desigualdad de as condiciones era una consecuencia necesa~ ria dll establecimiento de a sociedad; que el establecimiento dela so- ‘edad y la institucion del engusje se suponfan mutuamente, puesto ‘que considers como problema dificil dscutircudl de las dos ha sido paralaottade una necesidad antecedente mss considerable. zNo sed tb webroliter sag conrctlecd by erin olf tena aT 259 Sea lo que fuere de estos origenes, al menos se ve, por el _ poco cuidado que se tomé la naturaleza en acercar a los hombres por ls necesidades mutuas, yen facilitartes el uso de la palabra, cudn poco preparé su sociabilidad, y cuén poco puso ella de su parteen todo o que elloshicieron, para establecer los vineulos. En efecto, es imposible imaginar por qué, en ese estado primitivo, habria de tenner mas nece- sidad'et hombre de otro hombre que un mono o un lobo de su semejante®, ni supuesta esta necesidad, qué motive po- «ria comprometer al otro a satisfacerla, ni siquiera, en este Lltimo caso, cbmo podrian canivenir entre ellos las condi- ciones. Sé que constantemente se nos Fepite que nada habria sido tan miserable como el hombre en ese estado; y si es cierto, como creo haberlo probado, que slo tras muchos si- silos pudo tener el deseo y la ocasidn de salir de él, habria que procesaralanaturaleza, yno a quien ella habria consti- (uido de esta manera, Mas, sientiendo bien ese tsrmino de miserable, es una palabra que no tiene ningin sentido, 0 {que solo significa una privacién dolorosa y el sufrimiento del cuerpo o del alma, Ahora bien, me gustarfa que me ex- bun incluso algunos pasos? Habiendo visto de una nanerademostrat- Yaquelaslenguasn puedenapoyar la hipétesis del hombre nacido sal Ya, niserestablecda por medios puramente humanos, no concluye: 30 mismo de la sociedad? No abandona por completo su hipdtesis, como incapaz de explicar tanto una comola ote? Ademéslasupost «jon le un hecho que nosotros sabemos, por el tstimonio mis seguro, ho haber sido, lejos de seradmisibe como principio explicative de he- ‘hos reales, sla dehe ser mirada como unaficcidn quimériea y propia pir desorientr[..). Es, pues,Dios mismo quien, no contento.con dar ‘los primerosindividuos del yénero humano la preciosa facultad de Habla la puso incluso al instante en pleno ejercicio, inspirindolesi Iediatamente el deseo yelarte de imaginas Iss palabras los gos ne- ios pata las necesidadesde la sociedad naciente Ed citada, pagi- + 133y passin, aire explica al margen: sPorque hay en el hombre un instinto y optitud quene est en el simio-» Wdhug | apt le PLE coin Me Hlteotle 260 somne HonGEN DLA DESOUALDAD & tebumally ok AA Par bro plicasen cual puede ser el género de miseria de un ser libre cuyo corazén esta en pazy el cuerpo en salud, Pregunto qué ‘vida, la civil ola natural, est mas sometida a volverse inso- portable para quienes disfrutan de ellaCasi no vemos en torno nuestro mas que gentes que se quejan de su existen- «ia, muchos incluso que se privan de ella cuando pueden, y Ia reunién delas eyes divina y humana apenas basta a dete- nereste desorden, Yo pregunto si alguna vez seha ofdo decir 4que un salvaje en libertad haya pensado siquiera en quejar- se de la vida y en darse la muerte. tizguese, pues, con me- nos orgullo de quélado est la verdadera miseria. Nada, por el contrario, habria sido tan miserable como el hombre sal- vaje deslumbrado por lasluces, atormentado por las pasio- nes, y razonando sobre un estado diferente al suyo. Fue gra~ cias a una providencia muy sabia como las facultades que tenfa en potencia no debian desarrollarse més que con las ocasiones de ejercerlasya fin de que no le fueran ni super- fluas y una carga antes de tiempo, ni tardiase imtiles en la necesidad. En el solo instinto tenfa cuanto necesitaba para vivir en estado de naturaleza, de igual modo queen una ra~ 76n cultivada no tiene sino lo que necesita para vivir en so- ciedad. Parece en primer lugar que, no teniendo entre sflps hom- bresen ese estado ninguna clase de relacién moralyfi de de- beres conocidos, no podian sexbuenos ni malos,yno tenian ni vicios ni virtudes, a meno$ que, fomando éstas palabras enun sentido fisico, se llame vicios en el individuo a aquellas cualidades que pueden perjudicar su propia conservacién, y virtudesalas que pueden contribuir a ella; en cuyo caso, h bria que calificar de més virtuoso a quien menos resistenci ‘oponga a los simples impulsos de la naturaleza, Pero sin apartarnos del sentido ordinario, lo oportuno es suspender el juicio que podrfamos hacer sobre tal situacidn, y descon- fiar de nuestros prejuicios hasta que, balanza en mano, se haya examinado si hay més virtudes que vicios entre los Bieri, ter taal 5 runaaorrs, a Le bhoe, .f ditesha Meir] hombres civilizados, 0 si sus virtudes son més ventajosas de 4o que funestos son sus vicios,o siel progreso desus conoc mientos es compensacién suficiente a los males que niuitaa- mente schacen, a medida que se enteran del bien que debie- ran hacerse, o si, considerado todo, no estarfan en una situacién mds feliz, sin mal que temer ni bien que esperar de nadie, que estando sometidosa una dependencia univer y ot a recibir todo de quienes no se obligan a darles_ No vayamos sobre todo a concluir con Hobbes* que, por‘ no tener ninguna idea de la bondad, el hombre es natural-* mente malvado, que es vicioso porque no conoce la virtud, ‘que rebiisa siempre a sus semejantes servicios que no cree ddeberles, ni queen virtud del derecho, que con razén se atri- buye, alas cosas que necesita, se imagina neciamente que es el tinico propietario de todo el universo, Hobbes ha visto bien el defecto de todas las definiciones modernas del dere- cho natural pero las consecuencias que saca de la suya ‘muestran que a tomaen un sentido no menos falso. Alrazo- nar sobrelos principios que establece, este autor debiera de- cir que, siendo el estado de naturaleza aquelen queel cuida- do de nuestra conservaci6n es menos perjudicial para la del projimo, dicho estado es por consiguiente el mis apto para | paz, el mds conveniente para el género humano. Dice pre cisamente lo contrario por haber introducido inadecuada> ‘enteen el cuidado de la conservacién del hombre salvaje la necesidad de satisfacer una multitud de pasiones que son obra dela sociedad y que han hecho necesarias las eyes. El malvado*™, dice, es un nifio robusto; queda por saber si el 261 * Unacita de Pufendorf ofrece el texto de Hobbes agus atacado: «En el Jo de naturale no se encuentran mas que pasiones que reinan en jeri, guerras que tem, miedo, pobreza, horror, soledad, barisarie, noraticia erocidad» Voltaire subraya cts palabra y anota al margen: «salvaje solo es ‘alvado como un lobo que tiene hambre.» La hipotess refutada por 202 SOE EL OnE BELA BESIGUALDAD hombre salvaje es un nino robusto. ¥ aunque seo concedié= ramos, 2quése concluiria de ello? Que si, cuando es robusto, este hombre es tan dependiente de los demas como cuando €s débil, no hay clase de excesos.a la que no se entregue, que no golpee a su madre cuando ésta tarde demasiado en darle elpecho, que no estrangule a uno de sus hermanos menores ‘cuando sea incomodado, que no muerda la pierna de los de- ‘mis cuando tropiece con ella o esté enfadado; pero son dos suposiciones contradictorias en el estado de naturaleza ser robusto y dependiente; el hombre es debil cuando es depen- diene, y se emaneipe-antes de ser robusto. Hobbes no ha visto que la misma causa que impide a los salvajes usar de su -zaz6n, como pretenden nuestros jurisconsultos, les impidle ‘al mismo tiempo abusar de sus facultades, como mismo ‘pretends de suerte que podria decirse que los salvajes no, Son precisamiente malvados porque no saben lo que es set biienos: porque no es ni el desarrollo de las ces, nil freno delalley, sino Ta calma de las pasiones yla ignorancia del vi {610 queles impide obrar mal: tanto plus in ils proficit vi- iorum ignoratio, quam in his cognitio virtutis*. Hay, ade~ mas, otro principio del que Hobbes no se ha percatado y ‘que, dado al hombre para suavizar en ciertas circunstancias Ia ferocidad de suamor propio, o eldeseo de conservarse an- tes del nacimiento de ese amor's, templa el ardor que tiene por su bienestar mediante una repugnancia innata a ver su- frir a su semejante. No creo que haya que temer ninguna contradiccién al conceder al hombre la tinica virtud natural que el detractor més extremado de las virtudes humanas se Rousseau se encuentra en Hobbes: De Cive, «Prefacio a lectores ita at vir malus idem fere sit, quod puet robustus, vel vie animo pacrli.». + cTan provechost es en ellos a ignorancia de os vicios como en éstos ol conocimiento de a virtud, citade Justino, Historie (lib. I, cap, sim. 15) efeida losescitas, que Rousseau debis aller en Grocio (De jure bel ac pacis I, cap. sea ARTE - 263 vio obligado a reconocerle*. Hablo dela Greta) dios ‘in conveniente a unos seres tan débiles ysometidos a tan- males como somos; virtud tanto més universal y tanto, Util al hombre cuanto que precede en él al uso de toda rellexién, y tan natural que las bestias mismas dan a veces signos sensibles de ella. Sin hablar dela ternaa de las ma- tlres por sus hijos, y de los peligros que arrostran para pro- {eyerlos, todos los dfas observamos la repugnancia que los ‘aballos tienen apisotear un cuerpo vivo; un animal no pasa sin inquietud junto a un animal de su especie muertos hay incluso algunos que les dan na especie de sepultura; ylos * Mandeville aque resume misabjo, Renard Mandeville, nacido tv 67, cen ested de medica cr Lcten pes nog eStcasre Inlatere. En cba pomp, The Fable ote Bee prt Vee bc Benefits (Fabula de sabes ovis privads beneiosps Bice, Loree, 1723), mariene une prin eles ented seamen sciae Ennecearo que fae tjoy a vnidad Subst, sf quereos qu eornen os duleesffatow Vc estan Decesare cnn cad ovcens come d bambre as tecearic pate Dblgaoos a comers pose que laird cle haga aca Iain cle ylerisn, Fars hae revive aide oe esis hevonamenteicsaroquelahanestdedeeobrel ftloaque Ucsimentosnestos pmerospadtee Rowoma came sarin Poca enple page ce Meter "tema dls peta en Rotseaa sid objeto de abundantsen- frestamients ene lox eto: preitinente este fragmento dl Ds Bo acino eat fal os cel satis ey ola eae ge PA Nelrod nto, difteren de mod consdeabeeal Paro pas Inc admire de Hobbes de gacra detolos conten a Nendo una concepts icetanisndelaiedad quer accra Walton Enos primers tiemjus shores ono cae union Jor ningnaieadefrateradad omen, ys misarbtioquel fuera B cian cee wide cue unease Bes daar es stata nl enna tae the endo Une sad ara Ire del gener uae debe ser anal re, Etba pres Iiceralos demas toda cl malquetemtadeslag Micpacyla debs mas fun delecreldad- Lar seccones savas no seserlen I cote snlsg estoy tare ce aah ae ga ate 264 SoaMEELONLGENDELA DESIGUALDAD tristes mugidos del ganado al entrar en un matadero anun- cian la impresion que reciben del horrible espectéculo que los hiere, Con placer vemos al autor de la Fabula de las abe- 4s, forzado a reconoceral hombre como un ser compasivoy sensible, salir, en el ejemplo que de ello nos da, de su estilo fifo y sutil, para ofrecernos a patética imagen de un hombre encerrado que percibe fuera a una bestia ferozarrancando del regazo de su madre aun nifto, destrozando bajo su den- tadura asesina los débiles miembros y desgarrando con sus tfias las entrafias palpitantes de ese nifio. ;Qué horrible agi- taci6n no experimenta ese testigo de un suceso en el que ningwin interés personal tiene! ;Qué angustias no sufte ante esta visién por no poder llevar ningtin socorro a la madre desvanecida nial hijo moribundo! “Tales el movimiento puro dela naturaleza, anterior atoda reflexidn: tal la fuerza de la piedad natural, que tanto les cuesta todavia destruir a las costumbres més depravadas, pues todos os dias vemosen nuestros espectaculosenterne- cerse y lorar por las desgraciasde un infortunado que, sies- tuviera en el puesto del tirano, agravaria mds atin los tor- ‘mentos de su enemigo, igual que el sanguinario Sila, tan sensible a los males que no habfa él causado, 0 que ese Ale- jandro de Feres que no se atrevia a asistir ala representacién de ninguna tragedia por miedo a que le vieran gemir con 1 corazén del hombre, permanecerfa eternamente inactiva sin la ima~ ‘inacidn que la pone en juego. ;Cmo nos dejamos conmover por la Piedad? Transporténdomos fuera de nosotros mismos, kentificindo- hos con el ser que sure; no es en nosotros, e en él en quien suftimos.. :Piénsese cuinto supone de conocimientos humanos esta translacion! _Césmo imaginaria males delos que no tengo ninguna ides? ;Cémo. fetta viendo sufir otro si nose siquiera que sue, si jgnoroloquehay sdecomiin entre ly yo? Quien noha reflexionado nunca nopuedeser ni lemente iusto, npiadoso: no puede ser siquiera malvado ni vengati- ‘yo. Quien nad imagin, nada siente més que ¢si mismo: est solo en medio del género humanos (Ensayo sobre el origen de las lenguas, cap. 1X). snes pane 265 Andrémaca y Prfamo, mientras que escuchaba sinemocién los gritos de tantos ciudadanos que degollaban todos los ias por orden suya Mollisima corda -Humano gener dare se Natura fatetur, Quee lacrymas dedit*, Mandeville se ha dado perfectamente cuenta de que, con toda su moral, los hombres jamds habrian sido otra cosa que mmonsteuos sila naturaleza no les hubiera dado la piedad en apoyo dela razéns pero no ha visto que de esta sola cualidad se desprenden todaslas viriudes sociales que quiere disputar «alos hombres. En efecto, qué es la generosidad, la clemen- cia, la humanidad, sino la piedad aplicada alos débiles, a los culpables, 0 la especie humana en general? La benevolencia y Ia amistad incluso son, si bien se mira, productos de una piedad constante, fijada sobre un objeto particular; porque dlesear que alguien no sufra, aque es, sino desear que sea fe- lizt Aun cuando fuera cierto que la conmiseracién no es sino * Corazones blandisimos, eso es el don que la naturaleza testimonia Iuber dado al género humano dndole las lagrinvas(Juvenal, Sirs, XY, 131-133, Desde eigual que el sanguinario Sila.» hasta estos versos dle Juvenal es un aiadido dela edicin de 1782, que Rousseau toma de su Lettre a D’Alembert sr les Spectacles (salvo los verso). Sobre Sila, Rousseau manejaba los datos que Plutarco da en su Vida de Sila (Vidas ‘lefos hombres ilustres) en cuantoa Alejandro de Fers, la anécdota se ‘encuentra en Plutareo (Vida de Peldpidas (XXIX)), en los Ensayes de Montaigne: el tirano de Fres (ciudad de la Grecia antigua, en Tesalia, hoy lamada Veestino) fue asesinado a instigacion de su mujer Tebe en «laio-358, Segin el testimonio de Plutareo,enterrabavivos asus ene- ‘migos los vestia de ososparalanzar contra ellos sus mejores perros de ‘ara, Hijo de Polidoro y sabrino de Jasén,luché por ser reconocido ‘como rey6g jefesupremo, porlas dems ciudadestsalias.Tebas man- «l6eenayuda de éstas a Pelopidas, que venci6a Alejandro, apoyado por Atenas, en Cinoscéfalos (364), aunquela victoria supuso la muerte del ‘audio tebano, Feres fue obligada a incorporarse entonces ala Liga lieocia, yareconocerlalibertad de as restantesciudades tesalias, a 206 SOBRE HLORIGEN DELADESTGUALOAD, ‘un sentimiento que nos pone en el lugar del que sufre, senti- ‘miento oscuro y vivo en el hombresalvaje, desarrollado pero ébil en el hombre civilizado, zqué importarfa esta idea ala verdlad de lo que digo, sino es paradarle mas fuerza? En efec- 1o,laconmiseracién sera tanto mas enérgica cuanto mas inti- ‘mamente se identifique el animal espectador con el animal ssufriente. Ahora bien, es evidente que esta identificacion ha debido ser infinitamente mas estrecha en el estado de natu- raleza que en el estado de razonamiento. Es la raz6n la que ‘engendra el amor propio*, yesla reflexién la quelo fortifica: «sella la que repliega al hombre sobre sf mismo; es ellala que To separa de cuanto le molesta y aflige; eT ilosofia la que lo aisla; por ella es por fo que dice en secreto, ante la vision de un hombre que sufre: perece si quieres, yo estoy a salvo. Sélo los peligros de la sociedad entera turban el suefio tranquilo del filésofo y le arrancan de su lecho, Se puede degollar im- unementea un semejante bajo su ventana;no tiene mas que tapatse los ofdos y argumentar un poco"* para impedir ala naturaleza, quese revuelve en él, identificarle con éseaquien se asesina, El hombre salvajeno tiene ese admirable talento: y falto de sabiduria y de raz6n, se leve siempre entregarse ato- londradamenteal sentimiento primero dela humanidad. En las reyucltas, en la peleas callejeras, el populacho se agolpa, el hombre prudente se aleja: es la canalla, son las verduleras ‘quienes separan a los combatientes, y quienes impiden a las personas honradas degollarse entre si?"*. + ota atalino Lanes ona fee eee ree | Ghreeyyemee-omeommerts foarte nce incterrerce Gatca ee leentogate ema oan FEN pal dl Cone aso Ite pee aed regress eta re rosa pace 267 Es certo por tanto quella piedad es un sentimiento natu- ral que, moderando en cada individuo laactividad del amor desimismo, concurrea la conservacién mutua de toda laes- pecie. Es ella le que, sin reflexién, 65 lleva en socorro de ‘aquellos quienes vemos sufrirses ella la que, enelestadode naturaleza, hace de leyes, de costumbres y de virtud, con la ventaja de que nadie se siente tentado a desobedecer a su dulce vor: es ella la que hars desistir a todo salvaje robusto de quitara un débil nino, o aun viejo invalido, su subsisten- ciaadquirida con esfuerzo, sil mismo espera poder encon- trarla suya en otra parte*;es ella la que, en lugar de esta ma- xima sublime de justicia razonada, haz cox otro lo que quieras que hagan contigo? inspira a todos loshombres esta otra méxima de bondad natural mucho menos perfecta, pero mas itil quiza que la precedente: Haz. bien con el me- nor mal posible para otro. En una palabra, es en ese senti- miento natural mas que en losargumentos utiles donde hay {que buscar la causa de la repugnancia que todo hombre ex- perimentarfa en hacer el mal, independientemente incluso Diderot sobreestediscurso, Rousseau afiade: «En la época en queloes- ‘no tenia ain ninguna sospecha del gran complot de Diderot y de my dehaberla tenido fclimentehabriareconocido cuinto abuss~ bel primero de mi confianza dando a mis escritos ese tono duro yese vine negeo que ms tarde, cuando él césé de dirigirme, no tuvieron. EL {ozo del fldsofo que se argument tapdadose los ofdos para endure- ‘corse alas quejas de un desgraciado es desu cosecha, y me habla pro- poccionado otros, mais fuertesatn, que no pude decidirme a emplear. Povo teibuyendo aquel humor negro al ue le habia dado la ciel de Vincennes, y del que en su Clarval se encuentra uns dosis bastante fuerte, ames se me ocurri6 sospechar la menor maldad en ello (O. . |, Les Confessions, pig. 389)-Bn una cartaaM. de Saint-Germain de 26 Ue febrero de 1770 (Correspondance Générale t, XIX, pig. 246) Rous «1 vamds eos atin, aludiendo a trozes dela cosecha de Diderot aque meio insertarcasiapesar mio * Voltaire anotaal margen: «Cualquiera dri quelosirogueses son mas compasivasquenosottos.» rangeio seu San Mateo, 7,12 segin San Lucas, 6,31 pit. (re. haces + 268 SORE ELORIGENDELA DESIGUALD&D de las maximas de la educacion. Aunque pueda ser propio de Sdcrates y delos espiritus de su temple adquirir la virtud racionalmente, hace mucho tiempo que el género humano no existirfa ya si st Conservacién hubiera dependido sola- mente de los razonamientos de quienes o componen. Gon pasiones tan poco activas, y un freno tan saludable, 108 hombres, més hurafios que malvados, y més atentos @ pprotegerse del mal que podian recibir que tentados a hacér- selo @ otros, no estaban sujetos a reyertas muy peligrosas*: como no tenfan entre s{ ninguna especie de trato, ni cono- cian, por consiguiente, nila vanidad, nila consideracién, ni a estima, ni el desprecios como no tenian la menor nocién de lo tuyo y delo mio, ni ninguna idea verdadera de lau ia; como miraban las violencias que podian recibir como ‘un mal fécil de reparar, y no como una injuria que hay que castigar3 y como no pensaban siquiera en la venganza a no ser maquinalmente y de forma inmediata, como el perro que ‘muerde la piedra que se le tira, sus disputas raramente ha- brian tenido secuelas sangrientas si no hubieran tenido un tema mas sensible que el alimento: pero veo uno més peli- {gr0s0, del que avin mequeda que hablar. Entre las pasiones que agitan el coraz6n del hombre, hay tuna ardiente, impetuosa, que hace un sexo necesario para el ‘otro, pasidn terrible que arrostra todos los peligeos, derriba todos los obstaculos, y que, en sus furores, parece propia para destruirel género humano que esté destinada a conser- * Estefragmentodirigdo en sutotalidad contra Hobbes, merecis la si- jiente nota al margen de Voltaire: «Est loco, zno sabes quelos a ‘anos septenrionales se han exterminado mediante laguerrats Y ens carta a Rousteauincidiré en el mismo tema: «No puedo embarcarme para iren busca de los salvajes del Canada, en primer lugar porque las enfermedades a queestoy condenada mehacen necesatio un médica de Europa; [--]y en segundo lugar, porque hay guerra en ese pas, y los ejemplos de nuestras naciones han vuelto ls salvajes casi tan malva~ dos como nosotrose (Correspondance générale, t.1L, pig. 203). D Wikio mapene oLé peas en toch & potel py os PRMERATHET 5 FG ioe dy «Te var. gEn qué se convertirén los hombres presa de esta rabia desenfrenada y brutal, sin pudor, sin contencién, y dispu- téndose cada dia sus amore al precio desu sangre? En primer lugar, hay que convenir que, cuanto més vio~ lentas son las pasiones, més necesarias son las leyes para contenerlos; pero, ademas de que los desérdenes y los cri- menes que aquéllas causan diariamente entre nosotros, muestran de sobra la insuficiencia de las leyes a este respec- to, también serfa bueno examinar siestos desérdenesno han nacido con las leyes mismass porque entonces, aunque fue- ran capaces de reprimirlos,lo menos que deberia exigirseles serfa que detuvieran un mal que sin ellas no existirfa en modo alguno. | Comencemos por distinguir la moral de lo fisico en el sentimiento del amor. Lo fisicoes ese deseo general que lleva ‘un sexo a unirse al otro; lo moral es lo que determina ese dleseoy fo ijaxobre un solo objeto exclusivamente, o que al menos leda un grado mayor deenergia para este objeto pre- ferido.# “Rhora ben, el ‘ver que la moral del amor es un do por las mujeres con mucha habilidad y cuidado paras: {ablecer su imperio, y convertir en dominante al sexo que dleberia obedecer*, Hallindose fundado ese sentimiento so- bore ciertas nociones del mérito.o de labelleza, que un salva- Je no esté en condiciones de tener, y sobre comparaciones que no esta en situacién de hacer, debe ser casi nulo para él Porque igual que su espiritu no ha podido formarse ideas * Voltaire subraya aque deberia obedecers y snota al margen: «:Por que? Voltaire mantuyo,en dstintos pasjesde sus obras lena gual- shi dela mujer y del hombre; en su correspondencia (Carta a Berger) pede leerse Las mujeres son eapaces de todo lo que nosotroshace- hos. Gnica diferencia quehay entre lls y nosottos esque son mis ables. En cambio, Rousseau afrma a existencia entre os dos sexos Jona sesigualdad natura que sometealamujera la obediencia del cat's dealer &f \iento ficticio nacido del uso de la sociedad, y celebra-\ par Cth WOE oe soem aur Chealveye a ot (Ade ge Didlatoucavbetituaeanee abstractas de regularidad ni de proporcién, tampoco su co- razén es susceptible de sentimientos de admiracion y de amor que, incluso sin que uno se dé cuenta, nacen de aapli- caci6n de estas ideas: escucha tinicamenteeel temperamento gue ha recibido de la naturaleza, y no el desagrado* que no hapodido adquirir,y cualquier mujer es buena para él. { Limitados séto ato fisico del amor, ybastante afortunados ppara ignorar estas preferencias que irritan el sentimiento amoroso y aumentan las dificultades, los hombres deben sentir con menos frecuencia y menor viveza los ardores del temperamento y, por consiguiente, tener entre si disputes ‘mis raras y menos crueles, La imaginacién, que tantos es- tragos hace entre nosotros, no habla alos corazones salvajes; cada cual espera pacificamente el impulso de la naturaleza, se entregaadl sin eleccién, con més placer que furor y,satis- fechala necesidad, todo el deseo seextingue. Es, pues, una cosa indiscutible que el amor mismo, asi como todas las demés pasiones, s6lo en a sociedad ha ad- ‘quirido ese ardor impetuoso que lo hace con frecuencia tan funesto para los hombres, y es tanto mis ridiculo represen- tara los salvajes degolléndose entre si constantemente para saciar su brutalidad cuanto que esa opinién es totalmente contraria.ala experiencia, y cuanto quelos caribes, de todos los pueblos existentes el que menos se ha apartado hasta aqui de la naturaleza, son precisamente los més pacificos en susamores, ylos menos sujetosa celos**, aunque viven bajo tun clima ardiente que siempre parece dar a estas pasiones unaactividad mayor. + Laprimeredicin dec wl agradon Volare anotaal mare: td guécabes chs vio alos satesha- cerclamors Enel liboLV del Enis, Rotsocay preisardmasis ede ‘anes de a imaginacin que rasforman en vii las psiones de {eos tos seeslinitados. Sempre he vino que los jovenes teprana Imentecorcompids,enteados ls mujeres ala corsapeon eran Inhumanosy erste sfogocdad del temperamento los vlanpe rseexa nner mm Respecto alas inducciones que podrian sacarse de varias especies de animales, los combates de los machos que en- sangrientan constantemente nuestros corrales 0 que en pr rmavera hacen resonar nuestras selvas con sus gritos al dis- putarse la hembra, hay que comenzar por excluir todas las ‘especies en que la naturaleza ha establecido manifiestamen- tc, ena potencia relativa de los sexos,relaciones distintas a las nuestras: asi, los combates de los gallos no constituyen induccién alguna parala especie humana. En lasespecies en ‘que la proporcién esta mejor observada, esos combates no pueden tener por motives mas que la escasez de hembras en proporcién al ntimero de machos, o los intervalos exclusi- vos, durante los que la hembra rehuisa constantemente la aproximacién del macho, lo cual equivale a la primera cau- sa; porque si cada hembra solo tolera al macho durante dos meses del ao, e5,a este respecto, como siel nimero dehem- bras fuera menor en cinco sextas partes. Ahora bien, ningu- no de estos dos casos es aplicable a la especie humana, en la ‘cual el ntimero de hembras supera generalmente al de los machos”, y en la que jamds se ha observado, ni siquiera en- tue los salvajes, que las hembras tengan, como las de las de- Inais especies, épocas de celo y de exclusién. Ademas entre varios de esos animales, a entrar toda la especie en eferves- ‘cenciaa la ver, se produce un niomento terrible deardor co- tin, de tumulto, de desorden, y de combate: momento que hho se da en la especie humana, en la cual nunca es el amor periddico. Delos combates de ciertos animales por la pose- sién delashembrasno se puede, por lo tanto, conciuir quel mismo le ocurriria al hombre en el estado de naturalezas y ents, vengativos,furiosos:suimaginacién, lena de un soloobjeto se Hneyuba a todo lo demés; no conoeian ni piedad, ni misericor hiram sacrifice padre, mae, ¢l universoenteroal menor deus pla * Nota marginal de Voltsine:«Nacea ms machos, peroal cabo devein- Jeaiosel numero dehembraslos superan.» 2m {sonneRLonomor La nescustinD aungue pudiera sacarse esta conclusi6n, como tales disen- siones no destruyen las demas especies, debe pensarse por lo ‘menos que no serian més funestas para la nuestra, y ¢s muy ‘veros{mil que causarian atin menosestragos dello que hacen en la sociedad, sobre todo en paises en que, contando ain bastante las costumbres, los celos de los amantes y la ven- ‘ganza de los esposos provocan cada dia duelos, asesinatos y cosas peores atin; en que el deber de una eterna fidelidad no sirve mas que para originar adulterios, y en que las leyes mismas de la continencia y del honor extienden necesaria- menteel desenfreno y multiplicanlosabortos. Concluyamos” que, errante en las selvas, sin industria, sin habla, sin domicilio, sin guerra y sin vinculos, sin ningu- na necesidad de sus semejantes, tanto como sin deseo algu- no de perjudicarles, quiza incluso sin reconocer nunca a ninguno individualmente, elhombre salvaje, sometidoapo- ‘cas pasiones y bastandose a sf mismo, no tenia mas que los sentimientos y las luces propias de tal estado, que no sentfa ‘mis que sus verdaderas pasiones, ni miraba mas que aque- lo que crefa le interesaba ver, y que su inteligencia no hacia ‘mids progresos que su vanidad. Si por casualidad hacia algin descubrimiento, mal podia comunicarlo cuando no recono- cia siquieraa sus hijos. Elarte perecia con el inventor; noha- ‘bia allf ni educacién ni progreso, las generaciones se multi- plicaban imitilmente; y partiendo todas siempre del mismo unto, los siglos transcurrian con toda la groseria delas pri- ‘metas edades; la especie ya era vieja y el hombre permane- cia siemprenino. Si me he extendido tanto tiempo en el supuesto de esta condicién primitiva es porque, habiendo antiguos errores y rejuicios inveterados que destruir, he erefdo que debia ca- var hastala rafz y mostrar, en el cuadro del verdadero estado de naturaleza, cudn lejos esté la desigualdad, incluso la na- * AnotaciSnde Voltaie: «Es conciir una novela muy mala» pvissena ean m7 (ural, deteneren ese estado tanta realidad einfluencia como pretenden nuestros escritores. En efecto, es fécil yer que entre las diferencias que distin- juenalos hombres, pasan por naturales muchas que son tini- amente obra del habito y delos diversos géneros de vida que Jos hombres adoptan en la sociedad. Asi, un temperamento robusto 0 delicado, la fuerza o la debilidad que de él depen- den, proceden a menudo més dela manera dura o afeminada ten que ha sido ecucado que de la constitucién primitiva de Jos cuerpos. Lo mismo ocurre con las fuerzas del espititu, y ‘io s6lo la educacién pone diferencias entre los espiritus cul tivados y los que no lo estén, sino que aumenta la que se en- ‘cuenta entre los primeros en proporcién ala cultura; porque siun gigante y un enano caminan por la misma ruta, cada paso que uno y otro den dard nueva ventajaalgigante; Ahora bien, si se compara ladiversidad prodigiosa de educacionesy «de géneros de vida que reina en los diferentes drdenes del es- \ado civil conla sencillez la uniformidad de a vida animal y salvaje, en la que todos se nutren de los mismos alimentos, Viven de la misma manera y hacen exactamente las mismas cosas, se comprendera cuan menor debe ser la diferencia de hombrea hombre en el estado de naturaleza queen el de so ciedad, y cuanto debe aumentar la desigualdad natural en la «especie humana por la desigualdad de institucién, ‘Mas, aunque la naturaleza presentara, en la distribucién «desusdones, tantas preferencias como pretenden, 3qué ven- \uja sacarian de ello los mas favorecidos, en perjuicio de los clemds, enun estado de cosas que casino admitiria ninguna clase de relacion entre ellos? All donde no hay amor, sde qué serviria la belleza?* gDe qué sirve el ingenio a gentes que no hhablan, y a astucia alos que no tienen negocios Oigo siem- pyre repetir que los més fuertes oprimirdn alos débiles; pero ‘Nueva anotacin de Voltsce «La belleza excitardelamor yl espritu producirdasartes» ms ONE LORIGEN ELA DENGUALEND scene 25 que me expliquen qué quieren decir con esa palabra de opre- ‘ula, me queda por mostrar su origen, y sus progresos en los sién|Unos dominardn con violencia; otros gemirsn esc. dlesarrollos stcesivos del espiritu humano. Después de ha- zado$ a todos sus caprichos: es0 es precisamente lo que ob- ber mostrado que la perfectibilidad™, Tas virtudes sociales y servo entre nosotros, pero no veo cémo podria decirse esto las dems facultades que el hombre natural habja recibido dchombres slvajes, a quicneshabria cbstado indluso hacer ‘en potencia no podian desarrollarse jamés por sf mismas, entender lo que es servidumbre y dominacigit, Un hombre ‘que tenfan necesidad para eso del concurso fortuito de va- {°2. podrd, desde luego, apoderarse de los frutos que otro ha co- rias causas extranas que podian no nacer jamés, y sin las gido, dela caza que ha matado, del antro quel sirve deasilo; cuales habria permanecido eternamente en su primitiva pero yé6mo conseguird jamiishacerse cbedeceny cudlespo- condicién, me falta por considerar y cotejar los diferentes Gran ser las cadenas de la dependencia entre hombres que ff «ites que han podido perfeccionar la raz6n humana dete- no poscen nada? Si me echan de un arbol, soy libre de ira riorando la especie, hacer un ser malvado haciéndolo socia- otro; sien un lugar me atormentan, gquién me impedira pa- ble, y de un término tan alejado traerfinalmente al hombre y sara otra parte? ;Que hay un hombre de fuerza bastante su- lmundo hastael punto en. que lo vemos. perio ala mia, yademds lo bastante depravado, lo bastante Contieso que por haber podido ocurrir de varias maneras perezoso, y lo bastante feroz para obligarme a proveer a su Jos acontecimientos que tengo que describir, s6lo por conje- subsistencia mientras él permanece ocioso? Tendra que de- turas puedo decidirme a escoger; pero aparte de que esas cidirse a no perderme de vista un solo instante, a tenerme conjeturas se vuelven razones cuando son las mas probables ete earrntschetetiiad udsnerdeen sneansen inet que pueden sacarse dela naturaleza de las cosas y los inicos que me escape 0 2 que lo mate: es decir, que est obligado a mnedios que pueden tenerse de descubrir la verdad, las con- exponerme voluntariamenteaun trabajomucho mayorque fp \cuencias que quiero deducir de as miasno serén porello el que quiere evitar,y que el que me daa mi mismo. ¥ ade- ‘onjeturales, puesto que, sobre los principios que acabo de iis de todo esto, sque su vigilancia se relaja un momento?, ¢stablecer no podria formarse ninggin otro sistema que no aque un ruido imprevisto le hace volver la cabeza... me Ine proporcionara los mismos resultados y del queno pudie- adentro veinte pasos en la selva, mis grillos quedan rotos,y sn sacar yo las mismas conclusiomtes. nome vuelve a ver en su vida. isto me dispensara de ampliar mis reflexiones sobre la Para no prolongar initilmente estos pormenores, cada fu _ Matieraen que el lapso de tiempo compensa la poca verosi- {Gaal debe ver que, al no formarseloslazos de a servidumbre pilitud de los acontecimientos; sobre la potencia sorpren- imid/que dela depen dencia tautus'de los hombres y de lai onte de causas muy ligeras cuando actitan sin descanso; so- necesidades reciprocas que los unen, esimposible esclavizar ie la imposibilidad en que uno esta, por un lado, para aunhombre sin haberlo puesto previamente ensituacién de slystruir ciertas hipétesis si, por el otro, no se halla en situa- no poder prescindir de otro; situacién que, por no existiren f)0n de darles el grado de certidumbre de los hechos; sobre elestado de naturaleza, deja a todos libres del yugo, y hace tl hecho de que, dados dos hechos como reales, para ser vanalaley del més fuerte) ‘Trashaber probado que la desigualdad apenases sensible » Volisireanota subrayando la palabra perfecitilidad: «Es que no ves cn clestado de naturaleza, y que su influencia es en él casi ysnecesidades mutuaslohan hecho todo. 26 Sonne mL oMGENDELARESGLALDAD s1cuNDA PARTE m porque esa idea de propiedad, dependi ‘anteriores que sdlo han podido nacer sucesivamente, no se formé de golpe en el espiritu humano, Hubo chos progresos, ad yI tas ular a de dete ee aes te mo término del estado de naturaleza. Tomemos, por lo » las cosas de mai solo punto de vista esta lentasucesién de acontecimientos y de conocimientos, ensu orden mds natural, El primer sentimiento del hombre fue el de su existenci su primer cuidado, el desu conservacién. Los productos de {a tierrale proporcionaban todos los socorros necesarios, el instinto te Hlevé a usarlos. El hambre y otros apetitos e ha- ian probar, una tras otra, diversas maneras de existir, y bo una que e invit6 a perpetuar su especies y esta inclina- -vinculados por una sucesidn de hechos intermediarios, des- conocidos 0 considerados tales, esa la historia, cuando la hay, a quien corresponde dar los hechos que los vinculan; y, ‘en su defecto, corresponde a la filosofia determinar hechos ssemejantes que pueden vincularlos;finalmente, sobrela cir- ‘cunstancia de que en materia de acontecimientos la simili- tud reduce los hechos a un nuimero de clases diferentes mu- cho menor delo que se imagina. Me basta con ofrecer estas ‘materias ala consideracion de mis jueces: me basta con ha- ber obrado de tal suerte que los lectores vulgares no tengan necesidad de considerarlos. Segunda parte El primero al que, tras haber cercado un terreno, sele ocu- tig decir esto es mio y encontré personas lo bastante simples para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil. Cuantos crimenes, guerras, asesinatos, miserias y horrores ‘no habria ahorrado al génerohumano quien, arrancando las estacas orellenando la zanja, hubiera gritado a sus semejan- tes: «jGuardaos de escuchar a este impostor estéis perdidos siolvidais que los frutos son de todos y quela tierra no es de nnadie*.» Peto es ldgico suponer que, para entonces, las cosas habian llegado ya al punto de no poder durar como estaban; producla mds que un acto puramente animal. Satisfecha la nocesidad, los los sexos ya no se reconocfan, y el hijo mismo ‘io era nada para la madre tan pronto como podta prescindir dle lla, Tal fue la condicién del hombre al nacer; tal fue la ida de un animal imitadoal principio alas puras sensaci ,.quea duras penas aprovechaba los dones quele ofrecta Jy naturaleza, lejos todavia de pensar él en arrancarle nada; pero pronto se presentaron dificultades, hubo que aprender ‘A yencerlas: a altura de los érboles que le impedia aleanzar ‘yp {rutos,lacompetencia delosanimales que buscaban al ‘Mentarse con ellos, la ferocidad de los que amenazaban su iopia Vida, todo le obligé a aplicarse a jercicios corpora- * Voltaire arremote furibundo contra este fragmento: Conque el que ha plantaelo, sembrado y cercado no tiene derecho al fruta de sus es {uerzos! ~\Conque ese hombre injust,eseladron habria sido el bene- factor del género humanot Heailafilosofia de un bribn que quisiera {que lo rcos fueran robados por los pobres.» En ol passe de Roustens ‘hay ms implicacionesenla fecha deescrtura y publicacién de Discur= socomienza a extecerse por Francia el cercado delos terrenos rarales «on objeto de mejorar el rendimiento, tal como habia demostrado la prctica ingles: Locke habia sido el primero,a finales del xvi, que ha= bia dado luzla idea de que la propiedad derivada del trabajo de unoes lunederecho naturals. Elcercado del texto aludia, porlo tanto, amaichos Jiopletorios que teataban de mejoraetoscutivos, de aumentarla peo: finde eaberas de ganador luego sertn los tabsjadores campes ny bracerastos encargacos de tuda sobre a terra, cosechindola 3 ‘uti dels propietari: al desapareet ls pastoscomunales Paros dos, los campesinos sin propiedad rural organiza basta medi il nigoxtsprotestasyacos de violencia, asindividualo comar- sue hucionalen Francia, que de nada sirvieron ‘eidn ciega, desprovista de todo sentimiento del corazén, no 8 ‘SouNEHLORIGANDELA pEsICUALDAD les; hubo de volverse gil, rapido en a carrera, vigoroso en el combate. Las armas naturales que son las ramas de érbol y laspiedras se hallaron pronto en su mano. Aprendié a supe- rarlosobstéculos de la naturaleza, a combatir en caso de ne- cesidad con los demas animales, adisputar su subsistencia a Joshombres mismos, oa resarcirse deo que habia que ceder almésfuerte. A medida que el género humano se extendié, las penali-

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