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Expondré que es algo auténtico, que los nifios realmente nos ponen en contacto con la verdad, la belleza y el significado, Nada de lo que se dice en este libro ayudaré a los padres a conse- ‘jos se duerman, a enviarles a una buena universidad a garantizarles una vida adulta feliz. Pero confio en que ayudaré a los padres, y a los que no son padres también, a apreciar la rique- zay la importancia de la infancia de una forma nueva. Incluso los hechos més triviales en la vida de un nifio de tres afios —los extra- -vagantes juegos de fingimiento, la insaciable curiosidad que les hace meterse en casi todos los sitios y la intuitiva compasién hacia los otros— nos hablan de lo que significa ser humano. La filosofia y la ciencia pueden ayudarnos a comprender cémo piensan, sienten y experimentan el mundo nuestros hijos, y cémo lo hacemos nosotros también, 132/ smteote wre pases il 1. MUNDOS POSIBLES éPor qué fingen los nifios? Los seres humanos no viven en el mundo real. El mundo real es Io ‘que sucedi6 en el pasado, lo que esté sucediendo ahora y lo que suce- deré en el futuro, Pero no solo vivimos en este mundo, sino que vivi- ‘mos en un universo de muchos mundos posibles, todas las formas en que el mundo podria ser en el futuro y también todas las formas en que el mundo podria haber sido en el pasado, o pudiera ser en el presente. Esos mundos posibles son lo que llamamos suefios y planes, ficciones e hipétesis. Son productos de la esperanza y la imaginaci6n. Los fil6sofos, més secamente, los denominan «contrafactuales, Los contrafactuales son los haria-podria-deberia de la vida, todas las cosas que podrian suceder en el futuro, pero no han sucedido to- davfa, o que podian haber sucedido en el pasado, pero no sucedieron, {Los seres humanos se preocupan muchisimo por esos mundos posi- bles, tanto como se preocupan por el mundo real actual. En aparien- pensamiento contrafactual da la impresién de ser una capaci- dad muy sofisticada y filoséficamente desconcertante. {Cémo podemos pensar en cosas que no estén ahi? ZY por qué tendriamos que pensar de esa manera en lugar de limitarnos al mundo existente? Parece 1 mundos poses / 33 cevidente que comprender el mundo real nos proporcionarfa una ven- taja evolutiva, pero qué sacamos de los mundos imaginarios? Podemos empezar a contestar a esas preguntas estudiando a los nifios pequefios. {Esté el pensamiento contrafactual presente solo en adultos complejos? £0 pueden los nifios pequefios pensar en po- sibilidades también? La opinién generalizada, que se hace eco de las teorfas de Sigmund Freud y de Jean Piaget, es que los bebés y los nifios pequefios se limitan al aqui y ahora, a sus sensaciones, per- cepciones y experiencias inmediatas. Incluso cuando los nifios pe- quefios fingen o imaginan, no distinguen entre realidad y fantasia: sus fantasfas, desde esa perspectiva, no son més que otra clase de experiencia inmediata. El pensamiento contrafactual requiere una capacidad més exigente para entender la relacién entre realidad y todas las alternativas a esa realidad. ‘Los cientificos cognitivos han descubierto que esa concepcién con- vencional es errénea. Hemos averiguado que incluso los nitios muy equefios son capaces de considerar posibilidades, de distinguirlas de la realidad e incluso utilizarlas para cambiar el mundo. Son capa- ces de imaginar otras diferentes formas en que podria ser el mundo en el futuro y utilizarlas para hacer planes. Son capaces de imaginar formas diferentes que el mundo podria haber tenido en el pasado y reflexionar sobre posibilidades pasadas. ¥, lo que resulta aiin més espectacular, pueden crear mundos totalmente imaginarios, dispara- tadas ficciones y fingimientos asombrosos. Esos increfbles mundos imaginarios son una parte conocida de la infancia; équé padre oma- Gre de una criatura de tres afios no ha exclamado alguna vez: «iQué imaginacién!»? Sin embargo, las nuevas investigaciones estén cam- biando profundamente la idea que tenfamos de esos mundos. En los tiltimos diez afios no solo hemos descubierto que los nifios, tienen esa capacidad imaginativa, sino que ademés hemos empeza- do a comprender qué hace p "sa capacidad. Estamos desarro- ando una ciencia de la imaginacién. {Cémo estan construidos la ‘mente y el cerebro de los nifios para que puedan imaginar toda esa deslumbrante serie de universos alternativos? 14 /er soto etre pales La respuesta sorprende. La opinién més extendida sugiere que conocimiento e imaginacién, ciencia y fantasfa, son muy diferentes entre sf, incluso opuestos. Pero las nuevas ideas que esbozaré de- muestran que son esas mismas capacidades que permiten que los nifios aprendan tanto sobre el mundo las que les permiten cambiar el mundo —hacer realidad nuevos mundos— e imaginar mundos alternativos que puede que no existan nunca. El cerebro de los nifios crea teorias causales del mundo, mapas de cémo funciona el mundo. Y¥ esas teorias permiten a los nifios concebir nuevas posibilidades e imaginar y fingir que el mundo es diferente. EI poder de los contrafactuales Los psicélogos han descubierto que el pensamiento contrafactual esta omnipresente en nuestra vida diaria y afecta profundamente a nuestros juicios, decisiones y emociones. Podria pensarse que lo que do verdad importa es lo que ocurre realmente, no lo que imaginamos ue podia haber sucedido en el pasado o podria suceder en el futuro. Esto puede afirmarse sobre todo de los contrafactuales acerca del pasado —lo que podria haber sucedido pero no sucedié—, de los habria-podria-deberia de la vida. ‘En un experimento, el psic6logo y premio Nobel Daniel Kahneman y sus colegas pidieron a un grupo de personas que imaginaran el siguiente tipo de escenario: El sefior Tees y el sefior Crane vi en un taxi al aeropuerto, desesperados por coger sus respectivos aviones; ambos vuelos tienen previsto el despegue a las 6.00. Pero el tréfico est4 muy complicado y los minutos pasan. Finalmente, a las 6.30 Hegan al aeropuerto, Resulta que el vuelo del seftor Tees salié a las 6,00, como estaba programado, pero el vuelo del sefior Grane se retras6 hasta las 6.25 y el seftor Crane lo ve despegar cuan- do llega. Quién esté més disgustado? Casi todos coinciden en que el sefior Crane, que ha perdido su avién por muy poco, esté més contrariado, Pero Zpor qué? Los dos han per- |Loundos poses / 35 dido sus vuelos. Se dirfa que lo que disgusta al sefior Crane no es el mundo real, sino los mundos contrafactuales, aquellos en los que el taxi llegaba un poco antes o el avién se retrasaba unos minutos més. No hace falta plantearse ese tipo de escenarios artificiales para ver los efectos de los contrafactuales. Fensemos en los medallistas de los Juegos Olimpicos. ZQuién esté més contento, el medallista de bron- ce 0 el de plata? Podria pensarse que, objetivamente, el medallista de plata, que, al fin y al cabo, lo ha hecho mejor, estaria més conten- to, Pero los contrafactuales relevantes son muy diferentes para cada uno de ellos. Para el medallista de bronce, la alternativa relevante era quedarse sin ninguna medalla, resultado del que se ha salvado por poco, Para el medallista de plata, la alternativa relevante era obtener la medalla de oro, resultado que se le ha escapado por poco. Y, en realidad, cuando los psic6logos tomaron secuencias de las ce- remonias de las medallas y analizaron las expresiones faciales de los. atletas, se vio que los medallistas de bronce parecfan realmente mas felices que los de plata. La diferencia de lo que podria haber sido supera la diferencia de lo que es. Como el sefior Crane del aeropuerto, o el medallista de plata, la gente se disgusta mas cuando el resultado deseable no se ha conse- ‘guido o se ha perdido por poco. Como canta Neil Young, adaptando a John Greenleaf Whittier: «Las palabras més tristes que pueden decirse y escribirse son estas tres: “Podria haber sido"». Por qué los seres humanos nos preocupamos tanto de los contra- factuales, cuando, por definicién, son cosas que en realidad no su- cedieron? 2Por qué esos mundos imaginarios son tan importantes para nosotros como los reales? Sin duda ces y ces terrible» tendrfan que ser palabras més tristes que «podria haber sido». La respuesta evolutiva es que los contrafactuales nos permiten cambiar el futuro. Dado que podemos considerar formas alternatives en que podria ser el mundo, podemos actuar sobre el mundo e inter- venir para convertirlo en alguna de esas posibilidades. Cuando actua- ‘mos, aunque sea en pequefia medida, estamos cambiando el curso de lahistoria, levando el mundo por un camino en lugar de por otro. Por 135 / eet ere partes supuesto, hacer realidad una de las posibilidades supone que las otras posibilidades alternativas que hemos considerado no se harén reali- dad; se convierten en contrafactuales. Pero ser capaz de pensar en esas otras posibilidades es crucial en nuestro éxito evolutivo. El pen- samiento contrafactual nos permite hacer nuevos planes, inventar nuevas herramientas y crear nuevos entornos. Los seres humanos estan imaginando constantemente lo que sucederia sicascaran nueces © tejieran cestas o tomaran decisiones politicas de una forma nueva, y la suma total de todas esas visiones supone un mundo diferente. Los contrafactuales sobre el pasado, y las emociones caracteristi- camente humanas que los acompafian, parecen ser el precio que hay que pagar por los contrafactuales sobre el futuro. Como somos res- ponsables del futuro, podemos sentirnos culpables respecto del pasado; como podemos confiar, podemos también lamentar; como podemos hacer planes, también podemos llevarnos decepciones. La otra cara de ser capaces de considerar todos los futuros posibles, todas las cosas que podrian resultar de manera diferente, es que no podemos dejar de considerar todos los pasados posibles, todas las ‘cosas que podrian haber salido de manera diferente. Los contrafactuales en los nifios: planear el futuro {Pueden los nifios pensar de manera contrafactual? La clase de pen- samiento contrafactual més importante desde el punto de vista procede de cuando hacemos planes para el futuro, de cuando consideramos las posibilidades alternativas y elegimos la que pensamos que seré més deseable. {Cémo podemos saber si un nifio pequefio puede hacerlo? En mi laboratorio, mostramos al bebé la clase de poste con anillos apilables que constituye un juguete infantil estandar. Pero yo habia puesto cinta adhesiva en el agujero de uno de los anillos. £Cémo reaccionarfa el bebé ante ese anillo en apariencia similar pero en realidad tan rebelde? Cuando levamos al laboratorio a un bebé de unos quince meses, utiliz6 una especie de 1 mundo posts / 37 método de ensayo y error para solucionar el problema. Apilaba al- ‘gunos anillos, miraba atentamente el que tenfa la cinta adhesi Juego trataba de meterlo en el poste. ¥ después volvia a intentarlo, con més fuerza. ¥ volvia a intentarlo una vez més. Luego levantaba lavista, desconcertado, lo intentaba con otro anillo y después volvia a intentarlo con el de la cinta. Bésicamente, los nifios pequefios si- guen intenténdolo hasta que se dan por vencidos. Pero a medida que se hacian mayores y aprendian més cosas sobre ‘c6mo funciona el mundo, los nifios se comportaban de manera muy diferente. El nifio de dieciocho meses apilaba todos los anillos y luego cogia el trucado con mirada de «a quién estas tratando de engafiar?», ‘y se negaba a intentarlo siquiera. O cogia enseguida el anillo trucado y lo lanzaba teatralmente al otro extremo de la habitacién, y luego segufa apilando los demés anillos. 0, de manera igualmente teatral, lo sostenfa sobre el poste y gritaba: «iNo!» 0 «/Oh, no! no les hacfa falta ver lo que ocurria con el anillo; podian imaginar lo ‘que sucederta si lo ponjan en el poste y actuaban en consecuencia. En otro experimento vimos silos beb6s podfan descubrir un nuevo uso para un objeto; si podfan, de una manera sencilla, inventar una nueva herramienta. Ponia un atractivo juguete fuera del alcance de Jos niftos y colocaba un rastrillo de juguete al lado. Al igual que con el anillo, los bebés de quince meses a veces cogian el rastrillo, pero no imaginaban cémo utilizarlo a modo de herramienta. Empujaban el juguete de un lado a otro o, incluso, con frustracién, lo alejaban, hasta que lo cogfan por casualidad o se daban por vencidos. Sin em- bargo, los bebés mayores miraban el rastrillo y se paraban pensati- vos. Casi podia verse cémo le daban vueltas al asunto. Luego esbo- zaban una sonrisa triunfal y con frecuencia se les advertia cierto aire de suficiencia, Casi podias ver cémo se les encendia la bombilla, A continuacién ponian el rastrillo en la posicién adecuada sobre el Jjuguete y triunfalmente lo usaban para atraer el juguete hacia ellos. De nuevo, parecian capaces de anticipar mentalmente —de imagi- nar— todas las posibles formas en que el rastrillo podia influir en el juguete y luego elegir la posibilidad acertada. 34/ Bacto rte pales | ' El simple ensayo y error, probar diferentes acciones hasta que una tiene éxito, a menudo es una forma muy efectiva de hacer progresos enel mundo. Pero anticipar futuras posibilidades nos permite hacer planes de esta otra manera més perspicaz: usando la cabeza en lugar de las manos. Los nifios mayores parecian estar anticipando el fu- turo posible, en el que el anillo o el rastrillo fallarian, y evitando ese futuro, Otros estudios han demostrado que no se trata de una simple diferencia entre nifios de quince y nifios de dieciocho meses. Inclu- sonifios més pequefios pueden solucionar problemas perspicazmen- te si tienen el tipo adecuado de informacién. Esa capacidad de solucionar problemas de manera perspicaz pa- rece ser especificamente humana. Hay algunos indicios de que los chimpancés, ¢ incluso algunos péjaros inteligentes, como los cuer- vos, pueden hacerlo ocasionalmente. Pero aun los chimpancés y los cuervos, y desde luego otros animales, dependen abrumadoramente del instinto o del ensayo-error para arreglérselas en el mundo. Y, de hecho, el instinto y el ensayo-error a menudo constituyen estrate- gias muy efectivas e inteligentes. Realmente impresiona ver a un péjaro realizando todo el complejo conjunto de comportamientos instintivos que le permiten construir un nido, o a un chimpancé usando el método del ensayo-error para gradualmente identificar la estrategia correcta para abrir una caja con intrincadas cerraduras. Pero son diferentes de las estrategias que los bebés y los nifios pe- ‘quetios utilizan, Los antropélogos coinciden en que usar herramien- tas y hacer planes, las dos capacidades que dependen de anticipar ibilidades, desempefiaron un enorme papel en el éxito evolutivo del Homo sapiens. Y podemos ver cémo emergen esas capacidades incluso en bebés que atin no saben hablar. Reconstruir el pasado En esos experimentos los bebés parecen ser capaces de imaginar po- sibilidades alternativas en el futuro. 2Pueden los nifios imaginar 1 mundes poses 39 to, como en el colegio del sefior Gradgrind en la novela de Dickens Tiempos dificiles, los nifios siguen haciéndolos de todas formas. (La politica de evaluaciones de la ley «Que ningiin nifio se quede atrés» parece hacerse eco del sefior Gradgrind, al sustituir los juegos de disfraces y fingimiento por ejercicios de lectura en preescolar.) En cuanto los bebés empiezan a hablar, enseguida hablan tanto de Jo posible como de lo real. Cuando era estudiante de posgrado en Oxford, grabé todas las palabras que usaban nueve bebés cuando empezaron a hablar. Aquellos bebés, que solo utilizaban palabras aisladas, muy en los inicios del lenguaje, las empleaban para hablar de posibilidades tanto como de realidades. No era solo el omnipre- sente ebrrm-brrmp, sino también emanzana» cuando fingian comer- se una pelota, o ebuenas noches» cuando acostaban a una museca, Uno de los nifios, un encantador pelirrojo, tenfa un adorado osito de peluche, y su madre habia tejido dos largas bufandas, como las que Dr. Who lleva en la serie de televisién briténica, una pequefia para ¢losito y otra més grande para Jonathan. Un dia, Jonathan se puso alrededor del cuello la bufanda del osito y, con una risita nerviosa, anuncié su nueva identidad: «iJonathan Bear». Aprender el lenguaje proporciona a los nifios una nueva y podero- sa manera de imaginar. Incluso los nifios pequefios que ain no saben hablar tienen cierta capacidad para mente poderosa de poner en marcha de hablar de cosas que no estén ahf. Pensemos. una de las primeras palabras que aprenden los nifios, Cuando los padres piensan en la palabra «no», inmediatamente les viene a la cabeza el nifio de clos terribles dos afios» negandose a hacer algo. Y los nifios usan la «no» para decirse a si mismos que no hagan algo, como el nifio que decfa eno» sujetando el aro con cinta adhesiva sobre el poste. Y usan 1, Bear significa ‘oso’. Un Teddy Bear es un osito de peluche.(V. dela T) 42/eosof entre pales la palabra eno» para decir que algo no es verdad. Cuando la igual- mente encantadora mamé de Jonathan Ie tom6 el pelo diciéndole que la piscina estaba lena de zumo de naranja, inmediatamente 61 dijo: «iNo zumo!», Otras palabras menos obvias tienen casi la misma fuerza. Pensemos en cioh, oh», Casi ni es una palabra para los adul- tos, pero es una de las que més usan los nifios. ¥ ciob, oht», al igual que «mo», es una palabra que denota lo que podia haber sucedido. Los bebés la usan cuando intentan hacer algo y no les sale; «ich, oh!» contrasta lo ideal con la desafortunada realidad. Ser capaz de decir eo» y «ich, oh!» nos pone inmediatamente en el mundo de Io contrafactual y lo posible; el camino no tomado, la posibilidad que no es real. Y descubrimos que, de hecho, los bebés empiezan a hablar sobre las posibilidades irreales al mismo tiempo ‘que empiezan a utilizar herramientas de modo perspicaz. Ser capaz de hablar de posibilidades nos ayuda a imaginarlas. Cuando tienen dos o tres atios, los nifios, de modo muy caracteris- tico, pasan mucho tiempo en un mundo de criaturas imaginarias, de universos posibles e identidades supuestas. Entremos en cualquier guarderfa y nos veremos rodeados de pequetias princesas y superhé- roes en bata que amablemente nos servirén una taza de té inexisten- te y nos avisardn de que tengamos cuidado con inexistentes mons- truos. ¥ e505 nifios son expertos en representar las consecuencias de sus fingidas premisas contrafactuales. Paul Harris descubrié que incluso los nitios de dos afios nos dirén que, si un osito imaginario esté tomando un té imaginario y lo derrama, haré falta pasar una fregona imaginaria por el suelo imaginario. (Como con Ducky, a los, nifios pequefios les fascinan especialmente las posibilidades asocia- das a organizar un buen desastre.) Los nifios eran bastante precisos respecto de sus contrafactuales: sil osito derrama té, haré falta una fregona, pero, si derrama polvo de talco, haré falta una escoba. En el pasado, ese juego imaginativo se tomé como prueba de las limi- cidades cognitivas, Anteriores psicblogos, Freud y Piaget sostenfan que los juegos de simulacién eran sefial de que los nifios pe- ‘Lindos pores / 43 también contrafactuales pasados, formas diferentes en que podria haber sido el mundo? Tenemos que deducir el pensamiento contra- factual de los bebés a partir de lo que hacen, pero podemos hacer preguntas contrafactuales del tipo harfa-podria-deberia a nifios de més edad. Hasta hace poco, los psicélogos sostenfan que a los nifios no se les daba bien pensar en posibilidades. En efecto, aportar con- trafactuales sobre temas de los que saben poco es algo que no se les da nada bien a los nifios, pero, cuando entienden el tema, incluso nifios de dos y tres afios resultan ser expertos a la hora de generar mundos alternativos. Elpsicblogo inglés Paul Harris probablemente sabe més que nadie las capacidades imaginativas de los nifios pequefios. Harris es delgado, reservado y muy inglés, y durante muchos afios tra- bajé en la Universidad de Oxford. Su trabajo, como el del gran escri- tor de Oxford Lewis Carroll, es una peculiar combinacién inglesa de Ja més estricta légica aplicada a la fantasia més disparatada. Harris cont6 a varios nifios una conocida historia rural inglesa. LLuego, les pregunté acerca de los contrafactuales futuros y pasados. Ducky el Travieso eva puestas unas botas embarradas y esté a punto de entrar en la cocina, «Qué pasaria con el suelo si Ducky cruzara la cocina? dEstarfa limpio 0 sucio?» «£Qué habria pasado con el suelo si Ducky se hubiera limpiado las botas primero? dEstarfa limpio 0 sucio?» Hasta los nifios de tres afios dicen que el suelo se habria salvado si Ducky se hubiera limpiado las botas. En mi laboratorio, David Sobel y yo disefiamos una serie de cartas cuentacuentos: tarjetas con dibujos que cuentan una historia si se ordenan. Mostramos a los nifios una secuencia de dibujos, digamos una nifia yendo hacia una lata de galletas, abriendo la lata, mirando dentro, encontrando las galletas y con expresién de felicidad. Pero ‘también teniamos una serie de otros dibujos, en los que la encuentra con que no hay galletas, y Ia nifia con expresién de tris- teza y hambre. Mostramos a los nifios las cartas en la secuencia correcta y les pedimos que contaran la historia. A continuacién les preguntamos: «Pero éy sila nifia hubiera estado triste al final?»; y 40 /eiscto ete pales cambiamos la diltima carta, en la que se vefa a la nifia triste en lugar de contenta. «Qué habria tenido que suceder, entonces?» Los nitios de tres afios, coherentemente, cambiaron las cartas anteriores, de ‘manera que cuadraran con el final hipotético: sustituyeron el dibu- jo de la lata con galletas por el de la lata sin galletas. Esos nifios ‘pequeiios podian imaginar un pasado alternativo y razonarlo. Imaginar lo posible ‘También podemos encontrar evidencias de un pensamiento contra- factual en los juegos infantiles. Los nifios empiezan a fingir a la tem- prana edad de dieciocho meses ¢ incluso antes. Fingir supone una especie de pensamiento contrafactual presente: imaginar cémo las cosas podrfan ser diferentes. Incluso los nifios que atin no saben hablar, y apenas saben andar, saben fingir. Un bebé de afio y medio puede peinarse meticulosamente con un lapicero, o posar la cabeza en una almohada y fingir de manera teatral que esta dormido, sin dejar de reirse todo el tiempo. Poco més adelante, los bebés empiezan a tratar los objetos como si fueran otras cosas. Estos nifios convier- ten todo, desde cubos apilables hasta zapatos, pasando por cuencos en medios de transporte con el simple recurso de decir » y empujarlos por el suelo. O pueden acostar a tres 1 cuidado y el carifio del mundo. Damos todo esto por descontado cuando elegimos juguetes para estos nifios. Las secciones para nifios de entre uno y tres afios estén Menas de juguetes que animan a los nifios a fingir: la granja, la ga- solinera, el z00, ¢ incluso el minibanco y el teléfono mévil de jugue- te. Pero no es que crios de esta edad finjan porque les demos mufie- cos; les damos mutiecos porque les encanta fingir. Incluso sin conviertan cualquier objeto cotidiano —alimentos, piedrecitas, hier- ba, nosotros, ellos mismos— en otra cosa. E incluso en culturas en las que, més que fomentar, se desaprueban los juegos de fingim 1 mune poses / 4 ‘quefios son incapaces de discriminar entre ficcién y verdad, fingimien- toy realidad, fantasfa y hechos, Por supuesto, si viéramos a un adulto haciendo las mismas cosas que hacen los preescolares —si, por ejemplo, alguien con el pelo alborotado y una capa brillante por encima de los hhombros nos anunciara que es la reina de las hadas—, probablemente concluirfamos que esa persona confundia realidad y fantasia, y que probablemente deberfa volver a tomar sus medicinas, Sin embargo, ni Freud ni Piaget estudiaron esta cuestién de manera sistemtica. Més recientemente, los cientificos cognitivos han examinado cui- dadosamente lo que los nifios saben acerca de la imaginacién y el fingimiento. Resulta que incluso a los nifios de dos y tres afios se les da sumamente bien distinguir imaginaci6n y fingimiento de la rea- lidad. Una de las cosas més peculiares de incluso los primerisimos Juegos de fingimiento es el hecho de que va acompaftado de risitas. Son esas risitas, la mirada de complicidad, la exageracién teatral, lo que indica que eso no debe tomarse en serio. En realidad, resulta que hay un conjunto de sefiales coherentes —risitas, gestos exage- rados, expresiones faciales teatrales y melodraméticas— que indi- can que las acciones son solo fingimiento. Y, después de todo, ni siquiera los nifios mas pequefios tratan de comerse las galletas de mentira ni de hablar realmente con mamé por el mévil de juguete. Los nifios preescolares pasan horas fingiendo, pero saben que estén fingiendo. La psic6loga Jacqui Woolley realiz6 un experimento en el que los nifios hacfan como que habfa un Iépiz en una caja, y vefan de hecho un lépiz en otra caja. Luego, se cerraban las dos cajas. Un ayudante entraba en la habitacién, buscando un lépiz, y preguntaba a los nifios qué caja debfa abrir. Los nifios de tres afios decfan clara- mente que debfa buscarlo en la caja donde realmente estaba el lépiz, yno en la otra. De igual forma, los nifios de tres afios dicen que todo el mundo puede ver y tocar a un perro real pero no a uno imaginario; Y que puede convertirse a un perro imaginario, pero no a uno de verdad, en un gato, simplemente pensando en ello. Puede que los nifios parezcan confundidos porque son fingidores expresivos y emocionales. Pueden tener verdaderas reacciones emo- 444/21 nsf ere pater cionales a situaciones completamente imaginarias, En lugar de pedir a los nifios que imaginasen lapiceros en una caja, Paul Harris les pidi6 que se figurasen a un monstruo en la caja. Los nifios dijeron claramente que, en realidad, no habia ningtin monstruo en la caja y que no lo verfan si abrieran la caja; solo lo estaban imaginando. No obstante, cuando el experimentador salié de la habitacién, muchos nifios se alejaron cautelosamente de la caja. En este sentido, sin embargo, los nifios no parecen ser muy dife- rentes de los adultos. El psicélogo Paul Rozin pidié a unos adultos que llenaran una botella con agua del grifo, que escribieran «cianu- ro» en una etiqueta y la pegaran en la botella. Aunque sabfan per- fectamente que solo estaban fingiendo que el agua era venenosa, se negaban a beberla. A m{ me aterra Hannibal Lector, por més que no tenga ninguna duda de su naturaleza ficticia. Las emociones de los nifios son més intensas y més dificiles de con- trolar que las emociones de los adultos, tanto si las causas de esas emociones son reales como si no. A un padre preocupado puede pa- recerle que el nifio que tiembla bajo las mantas debe de creer que realmente hay un monstruo en el armario, Pero los estudios cient{- ficos muestran que no es porque los nifios no entiendan la diferencia entre ficcién y hechos. Simplemente, les impresionan més ambas cosas que a los adultos. Imaginaci6n y causalidad Sabemos que incluso nifios muy pequefos piensan constantemente en mundos futuros, pasados y presentes. ¥ sabemos que esa capaci- dad nos proporciona import .Cémo se las arregla la mente humar 10 la de los més jévenes, para pro- ducir contrafactuales? 2Gémo podemos pensar en mundos posibles ‘que podrfan existir en el futuro o podrfan haber existido en el pasa- do, cuando en realidad esos mundos no existen ahora? ¥ lo que s més importante, nuestra ventaja evolutiva proviene de que no ‘rund poses / 45 solo podemos imaginar posibilidades, sino también actuar sobre ellas: podemos hacerlas realidad. Pero tcémo sabemos cudles de tales posibilidades se harén realidad y en qué circunstancias? 2Y ‘cémo decidimos lo que tenemos que hacer para se hagan realidad? Parte dela respuesta es que nuestra capacidad para imaginar mun- dos posibles esta estrechamente unida a nuestra capacidad de pensar causalmente. El conocimiento causal es en sf mismo un antiguo enig- ma filoséfico. El gran filésofo escocés David Hume pensaba que realmente nunca podiamos saber que un suceso causaba otro; lo \inico que podfamos saber era que un suceso solia seguir a otro. 4Qué hhace del conocimiento causal algo mas que una cosa tras otra? El filésofo moderno David Lewis fue el primero en seftalar la estrecha relaciGn entre el conocimiento causal y el pensamiento contrafactual, y desde entonces muchos fildsofos han secundado esa idea. Una vez que sabemos de qué manera una cosa esté causalmente relacionada con otra, podemos predecir lo que le sucederé a una cosa si actuamos para cambiar otra: podemos ver la diferencia que su- pondré hacer las cosas diferentes. Podemos incluso imaginar qué habria sucedido si hubiéramos actuado de una determinada manera, aun cuando no lo hiciéramos. Una vez que sé que fumar provoca céncer, puedo imaginar mundos posibles en los que mis acciones Provoquen que la gente deje de fumar; y concluir que en aquellos mundos habré menos probabilidades de enfermar. Puedo adoptar ‘una amplia variedad de acciones —desde la publicidad a las normas legislativas 0 los parches de nicotina— para conseguir que las per- sonas abandonen el tabaco; y puedo predecir con exactitud cémo esas acciones cambiarén el mundo. Puedo hacer un mundo con me- nos céncer del que el mundo tuvo antes. Y también pu hacia atrés y calcular cudntas vidas se habrian salvado si la indus- tria del tabaco no se hubiera opuesto a esos cambios en el pasado. El entendimiento causal nos permite hacer deliberadamente cosas que cambiarén el mundo de manera particular. Podriamos simple- ‘mente haber tenido la capacidad de seguir la trayectoria del mundo ‘a medida que se desplegaba a nuestro alrededor. Pero, de hecho, 45 /e soo are pats tenemos también la capacidad de intervenir en el mundo, de hacer realmente que sucedan cosas. Intervenir deliberadamente en el mundo no es lo mismo que predecir lo que va a suceder a continua- ci6n, Cuando intervenimos, prevemos un futuro posible especial que nos gustarfa que existiera y nuestra actuacién cambia en verdad el mundo para hacer realidad ese futuro. Por supuesto, otros animales, o personas en algunas situaciones, tal vez actiien de manera eficaz sobre el mundo sin entender nece- sariamente el mundo de forma causal. Como los nifios de quince meses y el anillo, o como los chimpancés, puede que Ileveros a cabo Ja accién adecuada para solucionar un problema a través del ensayo y elerror. Los chimpancés quizé se fijen en que cuando hurgamos en un nido de termitas con un palo las termitas salen. Es posible que los nitios de quince meses vean que cuando tratamos de poner el anillo con cinta adhesiva eso no funciona; y puede que los médicos observen que si se prescriben aspirinas a un paciente, a este le des- aparecen los dolores de cabeza. Entonces, solo se trata de repetir esa accién la préxima vez Pero tener una teorfa causal del mundo hace posible considerar soluciones alternativas a un problema y a sus consecuencias, antes de ponerlas en préctica, y permite realizar un amplio, y més efecti- vo, abanico de intervenciones. Si sabemos que el agujero permite que el anillo descienda por el poste, o que el rastrillo hace que el juguete se mueva hacia nosotros, podemos disefiar una nueva estra- tegia para lidiar con el anillo con cinta adherente o con el juguete alejado. Si sabemos que un torrente de impulsos eléctricos en el nervio trigémino lleva a que se expandan los vasos sanguineos y ello hace presién en los nervios, lo cual, a su vez, lleva a un dolor de cabeza, podemos disefiar férmacos que influyan en los procesos eléctricos o en la presién sanguinea. Cuando tomamos un faérmaco como el Sumatript4n para aliviar una migrafia, estamos aprovechén- to causal sobre las migrafias que han descu- Jos posibles remedios que ese conocimien- to les ha permitido disefiar. Mundo postlas/47 Nifios y causalidad Entender lo que causa la migrafia y el céncer, y utilizar ese conoci- miento para cambiar el mundo, es, por supuesto, tarea de la ciencia. 2Pero son los cientificos los vinicos que pueden pensar sobre la cau- salidad y utilizarla para hacer realidad nuevos mundos? Los adultos normales también parecen saber mucho acerca de la estructura ‘causal del mundo y de manera irresistible piensan en los contrafac- ‘tuales, aun cuando solo conduzcan a la culpa y el arrepentimiento. Vimos que a los nifios se les da muy bien el pensamiento contra- factual. Si el pensamiento contrafactual depende del entendimiento causal y es una parte profunda, evolucionada de la naturaleza hu- mana, entonces incluso los nifios muy pequefios deberfan ser capa- ces de pensar causalmente. En realidad, ya saben mucho acerca de Ja estructura causal del mundo, de cémo una cosa hace que otra suceda, De hecho, este es uno de los descubrimientos recientes més importantes, y més revolucionarios, de la psicologfa del desarrollo. Los psicélogos, exactamente igual que pensaban que los nifios no entienden de contrafactuales, pensaban también que los nifios pe- quefios no entienden de causalidad. Se suponta que el pensamiento de los nifios se limitaba a su experiencia perceptiva inmediata: pue- de que sepan que un acontecimiento sucedié después de otro, pero no que un acontecimiento caus6 otro. En particular, los psicélogos pensaban que los nifios no entendfan las ocultas relaciones causales que constituyen materia de la ciencia: lo que hace que una semilla crezca, que los gérmenes nos pongan enfermos, que los imanes mue- van limaduras de hierros, que los deseos ocultos leven a la gente a actuar. Piaget, por ejemplo, sostenfa que los nifios eran «precausa- les» hasta bien entrados en la edad escolar. Pero en los titimos veinte afios hemos descubierto que los bebés y los nifios pequefios saben mucho de cémo funcionan los objetos y las personas, y aprenden més a medida que se hacen mayores. Piaget pregunté a nifios acerca de fenémenos causales de los que no sabfan mucho. Pregunté a preescolares interesantes y dificiles 49 / Ei orto ete paste cuestiones causales como «por qué oscurece por la noche?» 0 «por qué se mueven las nubes?». Los nifios, simplemente, o se quedaban perplejos o daban respuestas que eran deficientes para los estanda- res adultos, aunque a veces tenfan su propia légica («Oscurece para que podamos dormir» o «Las nubes se mueven porque yo quiero que Jo hagan»). ‘Més recientemente, los psic6logos han probado a hacer preguntas a los nifios sobre cosas de las que saben mucho, como «por qué Johnny abrié el frigorifico cuando tenfa hambre?» 0 «dcémo funcio- na un triciclo?». Hasta los nifios de dos afios dieron respuestas cau- sales perfectamente buenas, y a veces incluso elaboradas. habfa comida ahi dentro y él queria comida, asi que abri fico para coger la comida.» Los nifios pequefios sienten una insacia- ble curiosidad por las causas, como lo demuestra el que constante- mente estén preguntando «por qué?». EL psicélogo Henry Wellman se pas6 un afio sabético investigando en CHILDES, una base de datos informatica de grabaciones de cien- tos de conversaciones cotidianas infantiles. (Wellman, que en el pasado habia ensefiado en preescolar, dijo que era extrafio y enter- necedor encontrarse a la vez en medio de la paz académica adulta de la sala de ordenadores del Centro de Estudios Avanzados en Cien- cias del Comportamiento de la Universidad de Stanford y, no obs- tante, estar rodeado de nifios invisibles de tres afios.) Descubrié que tanto los nifios de dos como de tres afios daban y pedian montones de explicaciones causales al dia. Daban explicaciones a fenémenos fisicos: «Al osito se le ha caido el brazo porque se lo ret cho»; «Jenny me ha cogido la silla porque la suya estaba ro ban explicaciones de causas biol6gicas: (Tiene que comer m psicol6gicas: «Anoche no derramé la comida porque soy buena»; «No subo ahf porque ella me da miedo». Puede que las explicaciones no siempre sean las que darfa un adulto, pero, de todas formas, son explicaciones perfectamente l6gicas. ‘ Mundos poses 49 Otros estudios demuestran que los nifios pequefios entienden causas un tanto abstractas y ocultas. Comprenden que hay algo en ‘una semilla que hace que crezca o que gérmenes invisibles nos ha- cen enfermar. Los psicélogos japoneses Giyoo Hatano y Kayoko Inagaki investigaron la biologia diaria de los nifios, su comprensi6n de la vida y la muerte. Descubrieron que, cuando tienen unos cinco afios, los nifios de todo el mundo desarrollan una teorfa causal vi- talista de la biologia, parecida a la teoria de la medicina tradicional china y japonesa. Estos nifios parecen pensar que existe una tinica fuerza vital, como el chi chino, que nos mantiene vivos. Ellos pro- nostican que si no comemos lo suficiente, por ejemplo, esa fuerza disminuye y caemos enfermos. Piensan que la muerte es la pérdida irreversible de esa fuerza y predicen que los animales que mueren no volverdn a la vida, (Esta nueva comprensién de la mortalidad tiene su lado bueno y su lado malo. Los nifios més pequefios piensan que la muerte es un traslado més que un final; Ia abuela simple- mente se ha mudado al cementerio 0 al cielo temporalmente, y po- dria volver. Muchos nifios empiezan a angustiarse més con la muer- te cuando la creen una pérdida irreversible de una fuerza vital.) Esta teoria les permite realizar toda una cadena de predicciones, contrafactuales y explicaciones, como el nifio que Henry Wellman estudié y que decfa: ¢Tiene que comer més porque le estén crecien- do los brazos. Es la causalidad lo que da a la fantasia su légica. Pensemos en los nifios de los estudios de Paul Harris, que podfan calcular con preci- sién qué consecuencias imaginarias habria si Teddy derramaba su imaginario té. Un juego de fingimiento en el que cualquier cosa va- liera seria un desastre. El fingimiento funciona estableciendo pre- misas imaginarias («¥o soy la mamé; y ti, el bebés) y deduciendo luego las consecuencias causales de esas premisas con bastante ri- gurosidad. Los nifios pueden ser muy vehementes con respecto a que se sigan las normas causales correctas: «iNo me has dado con tu pistola de rayos porque tenfa el escudo delante!y; «iTienes que to- marte la leche porque té eres el bebél». 50 /E1fdsoo env panes Causas y posibilidades Los nifios desarrollan teorfas causales del mundo a una edad muy temprana. Si el conocimiento causal y el pensamiento contrafactual van a la par, entonces eso podria explicar cémo los nifios pequetios tienen la capacided paralela de generar contrafactuales y explorar mundos posibles. Si los nifios entienden cémo funcionan las cosas, tendrian que ser capaces de imaginar posibilidades alternativas de ellas. Eso podria explicar también los casos en que los nifios no piensan de manera contrafactual. Pensemos de nuevo en el nifio de quince meses que trata imitilmente de meter por el poste el anillo tapado. Pudiera ser que simplemente no entendiera cémo encajan postes y agujeros. Es posible que los nifios a veces no piensen con- trafactualmente porque no tienen la clase adecuada de conocimien- to causal, no porque sean incapaces de imaginar posibilidades; dela misma manera que a mi me resultaria dificil explicar lo que podria haberse hecho para evitar el accidente del transbordador espacial, o lo que deberia hacerse para evitarlo en el futuro, Henry Wellman demostré que los nifios hablan de causas en sus conversaciones diarias. Luego, dio un paso més y pidié a los nifios que Aijeran lo que era posible o imposible basdndose en su conocimiento causal del mundo fisico, biol6gico y psicolégico. Descubrié que los nifios se servian, sisteméticamente, de su conocimiento para discri- minar posibilidades. Decian, por ejemplo, que Johnny simplemente podfa decidir mantener un brazo en alto, pero no saltar en el aire y quedarse ahi arriba, o hacerse més alto o atravesar una mesa. ‘Un nifio pequefio con el que hicimos el experimento quiso demos- su conocimiento contrafactual escenificando cada una de las ides una vez, hechas las predicciones. «No podemos saltar iffjaos'», dijo, impulséndose con iMesa, voy a atravesartel», y y teatral, se dio contra la mesa y enel todas sus fuerzas. Y después: « ire y mantenernos ahi arril Incluso los nifios més pequefios tienen conocimiento causal del |. ponies 8 mundo; y utilizan ese conocimiento para hacer predicciones sobre el futuro, para explicar el pasado y para imaginar mundos posibles que podrian existir o no, Pero, a un nivel més profundo, écémo ten- ‘drfa que ser la mente de los nifios para hacer todo eso? Una forma en que Wellman, Hatano, Hinaky y yo tratamos de aprehender esas ideas fue diciendo que los nifios tienen teorfas cotidianas del mun- do, ideas cotidianas acerca de la psicologia, la biologia y la fisica. Esas teorfas son como las teorias cientificas, pero més inconscientes que conscientes, y estén codificadas en el cerebro de los nifios, en lugar de estar escritas en papel o presentadas en conferencias cien- tificas. Sin embargo, écémo algo tan abstracto como una teorfa po- dria estar codificado en el cerebro de los nifios? Mapas y planos El cerebro de los nifios construye una especie de mapa causal incons- ciente, una imagen precisa de cémo funciona el mundo. Esos mapas causales son como los mapas més conocidos que nosotros —e incluso sistemas informatizados, como Mapquest—usamos para representar el espacio. Muchos animales, desde las ardillas y las ratas hasta los seres humanos, construyen mapas cognitives de su mundo espacial, imégenes interiores de dénde estén las cosas en el espacio, muy pa- recidas a las imagenes externas de los mapas impresos. Una vez que representamos la informacién espacial en un mapa, podemos usar esa informacién de manera mucho més flexible y productiva. Incluso sabemos algo sobre dénde y c6mo estén codificados esos mapas espa- ciales en el cerebro de los animales. Parece que se encuentran en la rregién del cerebro denominada hipocampo; sia una rata le quitéramos el hipocampo, no seria capaz de orientarse en un laberinto. ‘Un mapa nos permite hacer planos. Un plano se parece a un mapa, pero en lugar de hacer que el plano concuerde con el mundo, cam- biamos el mundo para que concuerde con el plano. Una vez que sabemos cémo hacer mapas espaciales, podemos decidir hacer cam- '52/ sof ene patos bios en la distribucién espacial de los objetos, incluidos nuestros propios cuerpos, y predecir los efectos de esos cambios. ‘Si estamos en una ciudad extrafia sin mapa, puede que nos veamos deambulando desde el hotel para ir a la estaciGn de trenes o al res- taurante; y, una vez que hemos encontrado esa ruta, podemos repe- tirla. Pero cuando tenemos un mapa, podemos descubrir que habia rutas mucho més cortas y c6modas que la que habfamos tomado. El ‘mapa nos permite comparar diferentes rutas para ir a un lugar y descubrir la ruta més eficaz, sin tener que recorrerlas todas. No ne- cesitamos un mapa impreso para hacer eso. Los animales con buenos ‘mapas cognitivos, como las ratas, pueden explorar un laberinto, construir un mapa interno e, inmediatamente, encontrar el camino més corto desde un lugar del laberinto a otro. Pudiera ser que no pensemos usar el mapa de esta manera, sino como si fuera un plano. Después de todo, el mundo que el mapa representa permanece siempre igual. Sin embargo, de hecho, noso- tros estamos cambiando la situacién de un objeto muy importante del mapa, a saber: el pequefio punto rojo que significa «estés aqui. ‘Cuando imaginamos las diferentes rutas que podrfamos coger, esta- ‘mos imaginando, creando realmente, diferentes mapas cognitivos con ese punto rojo en diferentes lugares. Un mapa es un recurso muy eficiente para construir diferentes planos cognitivos, imagenes de Jo que sucederé cuando nos movamos por el espacio. Por otra parte, con un mapa podemos considerar otras posibilida- des espaciales més complejas. Cuando nos disponemos a disefiar un nuevo jardin, por ejemplo, el primer paso consiste en hacer un mapa del terreno existente (tomando nota, por ejemplo, de la losa de hor- migén agrietada, de las barras rotas del parque infantil y de las zonas con maleza). Pero el segundo paso es construir un mapa simi- lar del jardin deseado que lo sustituiré (dibujando la fuente, el sen- dero empedrado y los érboles en flor). El gran paisajista Capability Brown coment6 en una ocasién, mirando un trecho particularmen- te sinuoso del rfo Tame: ligente!». Brown estaba pensando en el paisaje como si fuera el resultado de un plano, una invencién hndes posts /5 humana, més que un fenémeno natural fielmente representado en ‘un mapa. De manera mucho més simple, los animales como las ar- dillas pueden usar mapas espaciales para planear dénde esconder sus frutos secos y luego recuperarlos. Una vez que tenemos el nuevo mapa ideal, el plano, podemos em- pezar a actuar sobre los objetos para llevarlo a cabo. Podemos diri- girnos a una nueva posicién por la ruta més corta. O podemos tirar el parque infantil a la basura y colocar la fuente en su lugar. Los mapas también nos ayudan a considerar todas las posibilidades es- paciales antes de comprometernos. Podemos considerar si seria mas répido ir por calles secundarias 0 seguir por el bulevar. Podemos mirar los diversos puntos en los que podria irla fuente —la manera en que podria interactuar con el sendero de piedra o el érbol en flor— antes de decidirnos a instalarla en un sitio en concreto. Mapas causales Los seres humanos también construyen un tipo diferente de mapa, un mapa de las complejas relaciones causales entre los aconteci- mientos. Los neurélogos tienen una especie de mapa de las migratias, en el que trazan todas las relaciones causales entre la actividad neural y la presi6n y el dolor. 0 pensemos en los nifi hacer todas aquellas predicciones sobre el mundo biol6gico. Mas que considerar cada una de las relaciones causales entre la vida y la muerte, y entre el crecimiento y la enfermedad y la comida separa- damente, los nifios parecen tener una tnica y coherente imagen vitalista del mundo. Creen que comer causa que tengamos més ener- gia, mientras que la enfermedad nos despoja de esa energia; que el crecimiento nos permite tener acceso a nuestra fuerza causal, mien- tras que la muerte nos la arrebata. Pueden hacer nuevas prediccio- nes; a menudo, algunas de las que no sabfan nada con anterioridad. Dirén que, mientras sigas comiendo, podrias seguir creciendo inde- finidamente, o que un adulto que es més alto debe de ser mayor que 547 Eset etre pales otro que es més bajo (mi hijo insistia en que, con 1,58 de estatura, ‘yo no podia ser realmente amiga de un joven colega, jugador de ba- loncesto, porque él era grande; y yo, pequefia). O explicarén que tienes que comer porque te hace fuerte. Este mapa causal de la bio- logia les permite sacar todas esas consecuencias, y més. Mientras que otros animales, claramente, realizan mapas espacia- les cognitivos, no esta claro, sin embargo, que aquellos hagan mapas causales de la misma manera. Otros animales son capaces de com- prender especificas clases de relaciones causales. Por ejemplo, ellos entienden que sus propias acciones causan los acontecimientos que siguen inmediatamente a esas acciones —digamos que hurgar en un nido de termitas hace que salgan las termitas— o pueden entender algunas relaciones causales particularmente importantes, como el nexo entre comida podrida y néuseas. Sin embargo, otros animales no parecen hacer esa clase de mapas que nosotros vemos incluso en nifios muy pequefios. Otros animales parecen depender més de la clase de aprendizaje de ensayo y error que a nosotros nos permite darnos cuenta de que la aspirina nos quita el dolor de cabeza, en lugar de la clase de elaboracién de teoria que nos permite disefiar ‘un nuevo faérmaco como el Sumatriptén para tratar la migrafa. En la década de los noventa, un grupo de fil6sofos de la ciencia de la Universidad de Carnegie Mellon, dirigido por Clark Glamour, em- pezé a tratar de dar una explicacién matemética de c6mo podrian funcionar las teorias cientificas. Al mismo tiempo, varios cientificos informéticos de UCLA, dirigidos por Judea Pearl, trataban de escri- bir programas que fueran capaces de realizar la misma clase de predicciones y recomendaciones que hacen los expertos cientificos. ‘los dos grupos se les ocurrié el mismo conjunto de ideas sobre los mapas causales. Hallaron cémo describir los mapas matemética- mente y c6mo usarlos para generar con precisi6n predicciones, in- tervenciones y contrafactuales nuevos. Las nuevas descripciones mateméticas, denominadas emodelos causales gréficos», han susti- tuido a la inteligencia artificial y han inspirado nuevas ideas sobre la causalidad en filosofia, 1 Mandos poses / 85 Podemos hacer programas informéticos que utilizan esos mapas l causales de la misma forma en que Mapquest utiliza los mapas es paciales. Mapquest emplea un tinico mapa para crear automética- mente millones de rutas de un lugar a otro, De manera muy pareci- da, los programas informéticos que usan esos mapas causales pueden hacer las mismas clases de razonamiento contrafactual complejo que hacen los cientfficos humanos... y los nifios. Esos programas pueden realizar diagnésticos médicos y sugerir posibles tratamien- tos, 0 hacer sugerencias sobre lo que podria ayudar a prevenir el cambio climético, La NASA se ha planteado usar esas ideas en la préxima generacién de robots de Marte. La idea central de la ciencia cognitiva es que nuestro cerebro cons- tituye una especie de ordenador, aunque mucho més potente que cualquiera de los ordenadores actuales que conocemos. Los psicélo- g0s tratan de averiguar exactamente qué clase de programas usa nuestro cerebro, y cémo nuestro cerebro aplica esos programas. ‘Dado que a los nifios se les da tan bien entender las causas, pensé- ‘bamos que quiz4 el cerebro de los nifios construfa mapas causales y Jos usaba de la misma forma que los programas informéticos. De hecho, colaborar con fil6sofos y cientificos informaticos fue lo que me dio la idea del mapa causal en primer lugar. (Durante muchos afios, en muchos bares, Glymour y yo discutimos sobre si mis nifios eran més inteligentes que sus ordenadores. La respuesta, claro esté, es que son més inteligentes en ciertos aspectos, pero no en otros; sin embargo, aun asf y en términos generales, consegui, después de diez afios de experimentos, que votara por los nifios.) Detector de blickets 4Cémo podriamos averiguar si los nifios realmente hacen mapas ccausales del mundo que los rodea, y los usan para imaginar nuevas idades y hacer diferente el mundo? {Cémo podrfamos descu- brir si usan las mismas clases de programas que los ordenadores del 155 /Eocto env paras experto? Una cosa que podriamos hacer es presentar a los nifios de tres y cuatro afios nuevos acontecimientos causales y ver si podrfan utilizar ese conocimiento para hacer predicciones, disefiar nuevas intervenciones y considerar nuevas posibilidades. De esa forma, podrfamos saber con seguridad que los nifios estaban sacando esas. conclusiones basndose solo en la informacién causal que nosotros les proporcionamos —el nuevo mapa— y en nada més. Con la ayuda de los de la tienda y los estudiantes de posgrado de mi laboratorio, inventé una maquina que Hamamos el «detector de blicke méquina es una caja cuadrada que se enciende y toca tuna mdisica cuando colocan encima unos cubos, pero no otros. Les decimos a los nifios: «iMirad, aqui esté mi maquina de blickets! Los blickets hacen que la méquina funcione. ¢Podéis decirme qué son los blickets?». A los nifios les fascina la maquina y enseguida empiezan a examinar y experimentar para saber més de cémo funciona y qué son los blickets, probando con los cubos en la maquina, presionando més fuerte o més suave e incluso rascando los cubos para averiguar qué puede haber dentro. La verdad —que, afortunadamente, ninguno de los nifios sospe- cha— es lo que podriamos amar «la causalidad del Mago de Oz». Hay un hombrecito, o més bien un universitario ayudante de labo- ratorio, detrés de una cortina apretando botones para hacer que funcione la méquina. Mi hijo pequefio, Andres, fue un sujeto piloto —alias, conejillo de Indias— para los experimentos del detector de blickets. Tras varios meses, finalmente le expliqué cémo funcionaba realmente. Reaccioné de manera muy parecida a Neo en Matrix, cuando se despierta y se da cuenta de que el mundo es solo un com- plicado engafio. (Me ha perdonado ya con veinte afios, probablemen- te porque piensa que esa experiencia constituye el precedente de la salvaci6n del universo o, al menos, de su cita con Carrie Moss.) ‘Una vez que los nifios empiezan a descubrir qué cubos hacen que la méquina funcione, saben usar esa informacién para figurarse nuevas posibilidades y hacer nuevas predicciones, incluyendo las predicciones contrafactuales. En uno de los primeros ensayos que mundo poss / 57 hicimos, ensefiamos a los nifios que un determinado cubo era un blicket que activaba la méquina, y luego a que combinaran un blic- kket con uno que no lo era (nonblicket) y pusieran ambos en la mé- quina, La méquina, por supuesto, seguia encendiéndose. A uno de los primeros nifios de cuatro afios con que experimentamos, inme- diatamente se le ocurrié un contrafactual del que cualquier fil6sofo se habria sentido orgulloso. «Pero —dijo con excitacién— si no hu- bieras puesto el blicket esta vez, si solo hubieras puesto ese de ahf (apuntando al nonblicket), entonces no habria funcionado.» Si pedimos a los nifios que hagan funcionar la maquina, solo ele- girén los blickets. Y lo que es més revelador: si les pides que hagan arar la méquina, te dirén que tienes que quitar el blicket, a pesar de que nunca han visto a nadie detener asi la maquina antes. Saben utilizar la nueva informacién causal para sacar la clase apropiada {de conclusiones, incluidas las conclusiones contrafactuales. Se ima- ginan lo que sucederé si quitas el blicket de la maquina o lo que podria haber sucedido si lo hubieras quitado antes. E] nuevo conocimiento causal puede conducir a mayores cambios, también, Descubrir qué cubo hace que funcione o pare la méquina puede que no parezca gran cosa; pero mi alumna Laura Schulz y yo decidimos hacer el mismo experimento de otra manera. Mostramos alos nifios una méquina similar con un interruptor incorporado. Los nifios no sabfan cémo funcionaba esa nueva méquina Luego, les méquina se encenderia tocando el interruptor 0 iciéndole que lo hiciera. Al principio, todos y cada uno de los nifios dijeron que el interruptor haria que la maquina se pusiera en funcionamiento, pero no podria hacerlo solo diciéndoselo, Estos nifios habian aprendido que las méquinas fun- cionan de manera diferente a como lo hace la gente. Pero después, si de hecho demostramos que hablar con la maquina rovoca que se encienda, los nifios cambian de opinion. Y si se les pide que hagan que la méquina se pare, muy amablemente dicen: «iMéquina, pérate, por favorly, en lugar de acercarse a tocar el in- terruptor. Y si se pide a los nifios que predigan qué hard que una 58/ testo ene pales nueva méquina funcione, estarén mucho més dispuestos a conside- rar la posibilidad del chablar con ella» de lo que estaban antes, aun- que sigan pensando que el interruptor es una mejor opcién. Cuando se dio a los nifios un pensamiento causal nuevo, cambiaron la forma en que pensaban sobre las posibilidades y cambiaron las clases de acciones que levarfan a cabo. Los nifios podfan imaginar una mé- quina capaz de escuchar que anteriormente parecfa completamente imposible. De la misma forma, para cientificos adultos, el conocimiento cau- ‘sal nuevo nos permite imaginar posibilidades que habrian parecido inimaginables anteriormente. En las peliculas de ciencia ficcién, donde la imaginacién deberia desbordarse, lo que més lama la aten- cién es que la imaginacién de los directores esté tan limitada por el conocimiento que tienen en ese momento. En Blade Runner, por Harrison Ford corre desesperadamente a un teléfono pii- televisién, pero no que esos teléfonos desapa- del futuro, porque, para imaginar las posibilidades del futuro, nece- sitamos tener el conocimiento del futuro. Con frecuencia, la gente trata el conocimiento y la imaginacién como si fueran diferentes, incluso como si necesariamente se opu- sieran entre sf, pero los nuevos trabajos sobre mapas causales su- gieren justo lo contrario, Entender la estructura causal del mundo yy generar contrafactuales van de la mano. De hecho, el conocimien- toes lo que da poder a la imaginacién, lo que hace posible la ci vidad. Es porque sabemos algo sobre cémo estén conectados los acontecimientos del mundo por lo que podemos imaginar el alterar esas conexiones y crear otras nuevas. Porque conocemos este mun- do, podemos crear otros mundos posibles. Esta combinacién tan humana de conocimiento e imaginacién no es terreno exclusivo de los adultos. En realidad, sustenta incluso las més disparatadas fantasfas de la infancia, La nifia de tres afios que finge ser una princesa de las hadas no solo esta siendo encantadora ‘mundo poses /59 ¥ creativa; también esté demostrando una clase de inteligencia ex- que esto se relaciona con el juego adulto de escritores y actores. 2. COMPANEROS IMAGINARIOS De cémo la ficcién cuenta la verdad | Platén desaprobaba la poesfa. De hecho, fue mucho més lejos: poetas, 2 Compateres mogiaros /6 son los creadores de ficcién més apasionados y entusiastas del mundo. ¢Por qué? LA qué propésito sirve todo ese disparatado fingimiento? Hasta ahora he hablado sobre el conocimiento causal que tienen los nifios del mundo fisico y biol6gico; y sobre los tipos de contra- factuales —los tipos de imaginacién y posibilidad—que ese conoci- miento posibilita. Hemos visto que el conocimiento causal de los nifios se refleja en sus juegos de fingimiento; incluso los bebés fingen que la pelota es una manzana, o que un cubo es un coche, 0 un lapi- cero un peine, y saben hallar las consecuencias causales de esos contrafactuales (la manzana puede comerse, el coche se mueve, el pine te alisa el pelo). Saber cOmo un acontecimiento causa otro nos permite saber qué ocurrirfa, asf como lo que en realidad ocurri6. En este capitulo hablaré acerca de una clase diferente de conoci- miento causal y de la diferente clase de imaginacién que lo acompa- 4a, Los nifios también construyen mapas del mundo psicolégico teorfas de las mentes, en lugar de teorias de las ot cotidiana, en lugar de fisica. Para una especie social c entender lo que la gente puede hacer, y actuar con el fin de cai Jo que hacen, es atin més importante que comprender y cambiar el mundo fisico. Muchos antropélogos han sugerido que el desarrollo de esta inteligencia maquiavélica constituy6 el motor de la evolucién cognitiva humana. Los seres humanos individuales somos criaturas patéticas, literalmente incapaces de mantenernos vivos por nosotros mismos. Nuestra supervivencia depende de nuestra capacidad para hacer que otras personas hagan lo que nosotros queremos: hacer alianzas, constituir coaliciones y formar equipos. Al igual que com- render cémo funciona el fuego puede permitimnos prepararnos una comida o abuyentar a un tigre, comprender cémo funciona el deseo puede permitirmnos hacer un amigo o protegernos de un enemigo. Cabria esperar que esos mapas causales psicolégicos se reflejaran ‘también en los juegos infantiles de fingimiento. Y, de hecho, uno de Jos juegos de fingimiento més sorprendentes implica la invencién de personas contrafactuales: los compafieros imaginarios. La creacién de compafieros imaginarios refleja una clase de inteligencia social y 652/erneoto ene potes emocional distintivamente humana. A primera vista, extratios fen6- ‘menos como los compaferos imaginarios parecen dificilmente con- ciliables con la idea de que los nifios son también pequefios cienti- ficos que tratan activamente de comprender cémo funciona el mundo. Pero, de hecho, esa clase de libertad juguetona es parte de la historia evolutiva de la infancia. Todo forma parte de la estrategia de la inmadurez protegida. Esa clase psicolégica de conocimiento e imaginacién —saber emo funcionan las personas e imaginar lo que podrian hacer— sostiene también la ficcién adulta, el trabajo de escritores y poetas, actores y directores. Asf pues, comprender el juego de fingimi nifios puede ayudarnos a comprender por qué la ficcién es, tan importante para los adultos. Dunzer y Charlie Ravioli Una de las historias de mi infancia, una es ‘tuercan de la familia Gopnik, era el cuento gético de Dunzer. Segin mi madre, cuando yo tenfa dos afios insistfa en que un peculiar hom- brecillo lamado Dunzer vivia en mi cuna. Al principio, era jugueton y simpético, pero «poco a poco se fue haciendo cada vez més hostil», como decia mi madre, con sobrecogedora vaguedad jamesiana. Al final, tenia tanto miedo de Dunzer que no querfa irme a la cama. Asi ‘que mi madre propuso que le cambiara la cuna a mi hermano, que era un afio més pequefio que yo. Pero, cuando fueron a acostar al bebé en la cuna, se puso a gritar, se aferré a mi madre y sefialé aterrori- zado precisamente al lugar donde yo habfa visto a Dunzer. Los compafieros imaginarios representan un fascinante fenémeno habitual de la infancia y han inspirado mucha especulacién psico- l6gica. Sin embargo, sorprendentemente, hasta hace poco nadie los habfa estudiado de manera sistemitica. La psic6loga Marjorie Taylor decidié remediar esto (ella se inspiré en su propia hija, que pas6 gran parte de su infancia siendo el Perro Amber y después se convirtié en 2.compaterosimagars /65 actriz de Hollywood). En su trabajo encontramos a los parecidos Nutsy y Nutsy, los escandalosos pero encantadores y vistosos péja- ros que viven en un érbol al otro lado de la ventana de una nifita, Y cuyo incesante parloteo unas veces la divierte y otras la irrita; y ‘a Margarine, la nifia de trenzas doradas que le llegan hasta el suelo, que no solo explica las exigencias de la guarderfa al nifio de tres afios que la ha creado, sino que después ayuda a la hermana pequefia del chico a hacer la transicién a preescolar. Un trasfondo de la historia de Dunzer, al menos como lo contaba mi madre, era que mi herma- no yo éramos excepcionalmente imaginativos (0, es posible, excep- cionalmente locos). Pero Taylor demostré que los compafieros ima- ginarios son muy comunes. ‘Taylor pregunté a varios nifios de entre tres y cuatro afios, elegidos al azar, y @ sus padres una serie de preguntas especificas sobre los compafieros imaginarios. La mayoria de los nifios —el 63 por ciento, para ser exactos— describieron una vivida criatura imaginaria, a menudo un tanto extrafia. Taylor repiti6 las preguntas en varias ocasiones y descubrié que los nifios, individualmente, eran coheren- tes con sus descripciones de sus compafieros imaginarios. Es més, sus descripciones concordaban con las descripciones independientes dadas por los padres. Eso demostraba que los nifios realmente esta- ban describiendo a sus amigos imaginarios, y no inventéndoselos alli mismo para agradar al entrevistador. ‘Muchos de los compaiieros imaginarios tenfan un atractivo poéti- co: Baintor, que era invisible porque vivia en la luz; Station Pheta, que buscaba anémonas en la playa. Algunas veces los compafieros eran otros nifios, pero a veces eran duendes o dinosaurios. En oca- siones, los nifios se convertfan ellos mismos en criaturas imagina- rias. Mientras escribfa esto, miré por la ventana hacia el jardin de mi nifia de tres afios del apartamento de al lado estaba junto a su madre, grufiendo, con las manos contrafdas, y un hula hoop alrededor del cuello, sujeto con una correa que sostenfa su madre, La madre estaba diciendo a otro nifio de unos tres afios: «No te preocupes, es una tigresa muy mansay, 64 /eitecto entre pater Es un poco deprimente, pero los chicos pequefios parecen tener predileccién por convertirse en supercriaturas de enorme poder, mientras que las nifias suelen inventarse animales pequefios de los que compadecerse y a los que cuidar. Mis tres hijos mostraron ambos patrones: a Galaxy Man, elt superhéroe élter ego de mi hijo mayor; y al doctor Termanson, el cientifico loco, cabeza huevo, me- dio cémico medio siniestro, compafiero de mi segundo hijo, se les unieron después los pequefios y necesitados gemelos que vivian en €1 bolsillo de mi hijo pequefio. Los compatieros imaginarios pueden ser simpéticos 0, como Dun- zer, hostiles. Incluso pueden no estar disponibles. El hermano pe- quefio que tenfa miedo de Dunzer creci6 y se convirtié en padre ademés de escritor de The New Yorker. Su hija de tres afios, que crecié en la literaria Manhattan, cre a su vez un compafiero ima- ginario. El amigo imaginario de Olivia era Charlie Ravioli y estaba siempre demasiado ocupado para jugar con ella. Ella contaba con tristeza que se habia encontrado con Charlie en la cafeterfa, pero iba con mucha prisa, y ella Je dejaba mensajes en un contestador ima- ginario: «Ravioli, soy Olivia, lémame, por favor». Nifios de culturas y ambientes muy distintos tienen compafieros {maginarios y estos, sorprendentemente, parecen resistr la influen- an que los nifios tengan compafieros imaginari que podrian ser demonios. Las madres hind piensan que esos compafieros podrian ser m pasadas y que podrian dominar la vida del alma actual. ¥ aunque muchos padres estadounidenses aprueban que los nifios en edad preescolar tengan compafieros imaginarios, lo desaprueban més adelante porque..., bueno, porque resulta extrafio. Sin embargo, ‘mas. Parece que al menos algunos nifios siguen teniendo amigos imaginarios en privado mucho tiempo después de haberlos abando- nado de cara a los demés. Frida Kahlo pint6 a su amiga imaginaria de la infancia en sus autorretratos, y Kurt Cobain dirigié su nota de 2. Comparer maghnror/65 suicidio a su amigo imaginario Bodha. (Aunque hay que reconocer que es0s ejemplos parecen corroborar las preocupaciones de los padres con respecto a lo raro del asunto,) Como Dunzer, los amigos imaginarios a veces pueden pasar de un hermano a otro, Pero, por lo general, al final desaparecen de la mente de los nifios casi sin dejar rastro, Dunzer se ha convertido en una leyenda familiar, pero ni mi hermano ni yo nos acordamos de él. Rarezas normales En los estudios de Taylor habfa algunas diferencias estadisticas re- Iativamente pequefias entre los nifios que tenian compafieros imagi- narios y los que no, pero a menudo esas diferencias no eran las que cabfa esperar. Los compafieros imaginarios eran més frecuentes en- tre los nifios mayores y los hij que entre los hermanos me- nores, y también entre los extrovertidos mas que entre los timidos. ‘Los nifios que veian mucho la televisin eran menos dados a tener compafieros imaginarios, pero eso también podia afirmarse de los nifios que lefan muchos libros; los nifios inmersos en el mundo ima- ginario de otro parecian menos dados a crearse tal mundo ellos mis- mos. En efecto, se dirfa que es puro azar el que un nifio en concreto termine teniendo o no un compafero imaginario, Los compafieros imaginarios parecen ser més caracteristicos de los nifios en general ‘que de los especialmente dotados, imaginativos 0 con problemas. Al igual que con los juegos de fingimiento en general, la viveza de Jos compafteros imaginarios y, sobre todo, la viveza de las emociones que generan llevaron a los psic6logos del pasado a concluir que lo que indicaban era que los nifios tenfan un escaso sentido de la rea- lidad. Los freudianos consideraban a los compafieros imaginarios como indicadores de alguna necesidad terapéutica, como sefial de ‘un neuroticismo que requiere tratamiento. Cuando mi hermano publicé la historia de Olivia y Charlie Ravioli, le lovieron correos electrénicos de conciudadanos neoyorquinos muy psicoanalizados, (6 /e1msoto ene parses en los que le ofrecfan diagnésticos de lo que le ocurria a la nifia. Los ‘compafieros imaginarios desempefian un papel igualmente psicoa- nalitico en la cultura popular, en las peliculas de miedo, como El resplandor, y en las sentimentales, como Harvey. Pero, en realidad, los compafieros imaginarios no constituyen un indicio ni de genialidad ni de locura. Los nifios con amigos imagina- rrios no son, en general, marcadamente més brillantes, ni més crea- tivos, ni més timidos 0 més locos que otros nifios. Los compafieros imaginarios no son el resultado de la angustia ni del trauma, ni son precursores de ninguna patologia. Si parece que algunos nifios uti- lizan a sus compafieros para solucionar ciertos problemas, pero para 1a mayoria parecen constituir una simple diversi6n. ‘Taylor vio que incluso los nifios con compafieros imaginarios muy vividos y queridos sabian perfectamente que esos compafieros eran imaginarios, dela misma manera que los niios conocen la diferencia entre realidad y ficcién, en general. Los nifios no tenian dificultades para discriminar entre los amigos imaginarios y la gente real, e in- cluso hablaban esponténeamente de la diferencia. El método de Tay- lor consistfa en confrontar a los nifios con un entrevistador adulto serio, que les pedfa detalles del nombre del padre gigante de Michael Rose o de la longitud de la cola del dinosaurio Gawkin. Los nifios interrumpfan a menudo para recordar al entrevistador, con un cier- to tono de preocupacién por su cordura, que esos personajes eran, después de todo, inventados: ya saben..., no realmente reales. ‘Cuando los nifios se hacen mayores, los compafieros imaginarios normalmente se sustituyen por una nueva clase de actividad imagi- naria. Los «eparacosmos» son sociedades imaginarias més que perso- nas imaginarias. Son universos inventados con lenguas, geografia € historia propias. Las hermanas Bronté inventaron varios paracos- ifias, al igual que las adolescentes asesinas que icula Criaturas celestiales (una de ellas, en la vida en la novelista Anne Perry). Mediante la técnica de la entrevista, Taylor hall6 que muchos niios de alrededor de diez afios también creaban su propio paracosmos, 2.Compateros ragntos/67 igual que muchos nifios de cuatro creaban compaiieros imaginarios. Un nifo, por ejemplo, creé un planeta llamado Rho Ticris, habitado por enormes perros de caza, llamados «perros dunay, por los Azules (humanoides de piel azul) y los Dire Grimm, una siniestra raza con siete filas de dientes. Rho Ticris constituyé una parte importante de su vida desde los nueve hasta los doce afios, cuando se desvaneci6, como lo hacen los primeros compafieros imaginarios. ¥, por supues- to, muchos de los libros y juegos favoritos de cuando son més mayo- res —desde Harry Potter a Las crénicas de Narnia, pasando por Dragones y mazmorras y Warcraft— tienen que ver también con paracosmos. Estos son quizé menos conocidos que los compafieros imaginarios, en parte porque no son tan corrientes y en parte, porque son més privados y no suelen comentarse con los adultos. Construir un mapa de la mente Wor qué los nifios crean compaferos imaginarios? Anteriormente hemos visto la estrecha relacién entre la capacidad para pensar contrafactualmente y el conocimiento causal. De manera que podria esperarse una relacién entre los contrafactuales psicolégicos y el conocimiento sobre otras mentes. Los compafieros imaginarios son un gran ejemplo de contrafactuales psicolégicos. Cuando el imagi- nario Teddy derrama té, el suelo se moja. Del mismo modo, si habia un hombrecillo malicioso en un extremo de mi cuna, o un ocupado neoyorquino al otro lado de mi contestador automético, asf es como sse comportarfa. Los compafieros imaginarios reflejan las formas en ‘que la gente podria ser, y las formas en que podrian actuar. El apo- .ge0 de los compaieros imaginarios se da entre los dos y los seis afios de edad, Resulta que ese es también el periodo en que los nifios crean una psicologia cotidiana, una teoria causal de la mente. De los dos a los seis afios, los nifios descubren hechos fundamen- tales acerca de c6mo funcionan sus mentes y las mentes de otros. Formulan un mapa causal de la mente. Empiezan a comprender las 68 /e resto ene pales relaciones causales entre los deseos y las creencias, las emociones y las acciones, igual que empiezan a comprender las relaciones entre los blickets y los detectores de blickets, o entre la comida y el creci- miento o la enfermedad. Uno de los principios centrales de esta teorfa de la mente es que la gente tiene creencias, percepciones, emociones y deseos diferentes, y que esas diferencias pueden llevar a acciones diferentes. Las personas se comportan de manera dife- rente porque tienen diferentes tipos de mente. Incluso los bebés que atin no saben hablar parecen entender algo acerca de las formas en que la gente podria ser diferente, y pueden realizar nuevas y sorprendentes predicciones causales basadas en esa comprensi6n. Por ejemplo, mostramos a nifios de entre catorce y dieciocho meses de edad dos cuencos de comida: uno con brécoli otro con pequerias galletas en forma de pececillo. A todos los nifios, ‘como era de esperar, les encantaron las galletas, mientras que no podian ni ver el brécoli. Entonces, la investigadora probé un poco de cada cuenco. Hizo como que no le gustaban las galletas y sf el brécoli. Dijo: «iAggg, puaj, galletas!» y «iMmm, fiam, brécoli!y, de- Jando ver que sus gustos eran contrarios a los de ellos. Luego alarg6 la mano y dijo: «2Me dais un poco?». Los bebés estaban un poco sorprendidos con el retorcido gusto de Ja investigadora, y tardaron un rato en reaccionar. No obstante, los bebés de catorce meses le dieron las galletas. Y, a pesar de que los crfos de dieciocho meses nunca habfan visto a nadie lo suficiente- ‘mente loco como para rechazar las galletas, realizaron la prediccién correcta, Amablemente, hicieron lo que pensaron que agradaria a la investigadora, por muy extrafio que les pareciese. De la misma for- ‘ma que inmediatamente supieron usar el rastrillo para conseguir el Juguete, a pesar de que nunca antes lo habjan hecho, inmediatamen- te supieron darle a la investigadora el brécoli en lugar de las galletas, Una vez que sabemos cémo funcionan los rastrillos y los juguetes, somos capaces de hacer algo nuevo para conseguir que un juguete alejado se mueva. Una vez que sabemos cémo funcionan los gustos de las personas, podemos hacer algo nuevo para contentarlas. 2.Gompsters magnavos/6 Nifios un poco mayores pueden entender las complejas interaccio- nes causales entre deseo, percepcién y emocién; pueden predecir s posibles que podrian resultar de diferentes com- binaciones psicolégicas. Henry Wellman dijo a nifios de dos afios que su amiga Anne iba a traer un tentempié de brécoli crudo o de Chee- rios. Anne lo trajo en una caja cerrada, Entonces miré a hurtadillas y eaccion6 (los nifios no podian ver lo que ella vefa). Si a nifios de entre dos y tres afios les hacemos preguntas acerca de posibles fu- ‘turos y posibles pasados, soltarén de un tirén las respuestas correc- tas. Si Anne vefa el brécoli, deberia estar més triste que si vefa los Cheerios. Si miraba en la caja y exclamaba ivaya!», debia de haber visto los Cheerios; pero si decfa eich, nol», entonces debia de ha- ber visto el brécoli. Sin embargo, si Anne queria brécoli, entonces deberia haberse puesto contenta si brécoli era lo que contenia la caja. Y sini siquiera hubiera mirado lo que habia en la caja, no habria estado ni especialmente contenta ni especialmente triste. Finalmente, incluso nifios més mayores, de alrededor de cinco aiios, empiezan a comprender la relacién entre nuestras creencias y el ‘mundo que nos rodea. For ejemplo, supongamos que mostramos a un nifio una caja de caramelos que resulta estar llena de lapiceros. Los nifios se muestran muy sorprendidos cuando ven los lapiceros. Pero si les preguntas qué creerfa otra persona que habria en la caja, los nifios de tres afios contestarfan con seguridad que pensaria: thay lapiceros! Vemos el mismo patrén en las explicaciones cotidianas que dan los nitios acerca de por qué la gente hace lo que hace. Empiezan a explicar acciones en términos de pensamientos y creencias, en es- pecial pensamientos y creencias falsos, més o menos a partir de los cuatro afios; dicen cosas como: «La gente pensaba que el jorobado era malo, pero realmente era muy simpéticoy. Para entonces, los nifios entienden el hecho sumamente importante de que nuestras ideas sobre el mundo pueden estar equivocadas. Es como si los nifios Pequefios pensaran que hay una relacién causal directa entre el mun- do y nuestros pensamientos acerca del mundo. Los nifios més mayo- res empiezan a darse cuenta de que la relacién es més complicada e 70/ foto ere paler indirecta, de que hay muchos pasos intermedios entre ver la caja y saber qué hay dentro, y que algunos de esos pasos pueden fallar. Del mismo modo que los nifios construyen un mapa causal de la bio- logfa que relaciona crecimiento y enfermedad, vida y muerte, constru- ‘yen también un mapa que conecta estados mentales unos con otros y ‘con el mundo exterior a ellos. Y con ese mapa en la mano pueden ex- plorar todas las combinaciones y permutaciones posibles de la conduc- ta humana, e imaginar las extrafias cosas que la gente puede pensar, sentir y hacer. Oscar el Grunién, de Barrio Sésamo, se aprovecha de esa capacidad. Una vez que los nifios conocen el principio general, que a Oscar le gustan todas las cosas que a nosotros no, pueden, encantados, predecir que a Oscar le encantarén los desperdicios, la comida apesto- say los gusanos, pero detestaré a los cachorros y el chocolate, 0 que se ‘pondré contento si le das tierra, pero no si le das flores. ‘Como también cabria esperar, esos mapas causales permiten a los nifios cambiar la mente de otros. Si sé que a Anne le apasiona el bré- coli, sabré que puedo sobornarla con brécoli para que haga lo que yo quiero, o hacerla rabiar escondiendo el brécoli, o ganarmela ofrecién- dole un humeante plato con la verdura en cuestién, técnicas que se- rian atin peor que inétiles si lo que realmente le gustara fuesen las galletas. Sabré también que si quiero que me consiga unas galletas del armario, més vale que me asegure de que sabe que estn ah; pedir- selas no serviré de nada si no las ha visto. Pero, si quiero evitar que coja las galletas, puedo mentir y decirle que el armario esta vacio. ‘Los nifios que pueden explicar acciones en términos de una teorfa de a mente parecen también ser més expertos, para lo bueno o para lo ‘malo, en aterar la mente de otras personas. Los nifios que mejor entien- den las mentes son socialmente més hébiles que aquellos que no, pero también son mejores mentirosos. Son més comprensivos, pero igual- ‘mente se les da muy bien sacarte de quicio. Como sabe cualquier poli- tico de éxito, comprender c6mo funcionan las personas puede ayudar- nos a hacerlas felices..., 0 a manipularlas en nuestro propio beneficio, ‘Los nifios de alrededor de cuatro afios pueden ser politicos sorprenden- temente astutos, sobre todo cuando los electores son sus padres. 2 Companeros imagines / 7 Mentir constituye un ejemplo particularmente gréfico del uso de contrafactuales, y una de las ventajas de comprender cémo funciona Ja mente. Como podria haber dicho el mismisimo Maquiavelo, mentir ‘es una de las formas més eficaces de la inteligencia maquiavélica. La ‘capacidad humana para engafiar a otros, ya sean aliados o enemigos, representa una gran ventaja a la hora de manejar nuestras complejas vidas sociales. Puede que los nifios muy pequefios mientan, pero no se les da muy bien. En una ocasién, mi hermana pequefia le grit mi madre... desde el otro lado de Ja calle: «iNo he cruzado yo Es sabido que, cuando juegan al escon nifios pequetios mé la cabeza debajo de una mesa dejando el trasero a la vista de todos. Lo mismo puede verse en los experimentos. En un estudio, la in- vestigadora mostré a los nifios una caja cerrada y luego les dijo que dentro habia un juguete, y que no mirasen a hurtadillas. A continua- ci6n, la investigadora sali6 de la habitaci6n. Para los nifios, la curio- sidad es el instinto més fuerte de todos, y muy pocos pudieron re- sistir la tentacién. Cuando la investigadora regres6, pregunté si habian mirado dentro de la caja, y qué habia dentro. Incluso los de tres afios negaron haber fisgado en la caja. Pero inmediatamente dijeron a la investigadora ilo que habia dentro! Solo a los cinco afios, aproximadamente, podian los nifios engafiar de manera eficaz. Y¥ lo que es més sorprendente: comprender las mentes también nos permite, en realidad, intervenir en nuestra propia mente. Mas 0 ‘menos al mismo tiempo que los nifios desarrollan un mapa causal de la mente, empiezan también a desarrollar capacidades para lo que los psicélogos denominan «control ejecutivos, esto es, la capa- cidad para controlar nuestras propias acciones, pensamientos y sentimientos. Uno de los ejemplos més espectaculares de control ejecutivo pro- viene de los sorprendentes, aunque bastante mezquinos, experimen- tos de «demora de la gratificaciéno. Allé por los afios sesenta, Walter Mischel sentaba a una criatura en edad preescolar delante de dos ‘grandes galletas con trocitos de chocolate (0 piruletas de merengue blando o juguetes). £1 explicaba que el nifio podfa elegir entre comer 72/1 mosoo ere pales una galleta en aquel mismo instante, o las dos galletas si esperaba a que el investigador volviera en unos pocos minutos. Esos pocos minutos a los nifios les parecfa una eternidad. Los videos en los que se les ve removiéndose en los asientos, cerrando los ojos y literal- mente senténdose sobre las manos son cémicos y patéticos a la vez. ‘La mayorfa de los més pequefios simplemente no podian aguantar: cedian y cogian una galleta. Sin embargo, los nifios mejoraban este tipo de autodominio entre los tres y los cinco afios. Una de las cosas més Ilamativas de esos estudios no era solo que los nifios mejorasen, sino cémo lo hacian. Podria pensarse que los nifios sencillamente desarrollaban més fuerza de voluntad, y hay algo de verdad en ello. A los nifios se les daba cada vez mejor hacer- Ie cosas a su propia mente para que se comportara de manera dife- rente. Los nifios que tenfan éxito se tapaban los ajos con las manos, o tarareaban, o cantaban. Obtenfan mejores resultados cuando ima- ginaban que las piruletas de merengue solo eran grandes nubes al- godonosas y no tentadoras golosinas. De adultos utilizamos conti- nuamente las mismas estrategias para regular nuestras propias acciones. Guardo el chocolate en el estante més alto o me prometo ‘a mf misma que me iré a dar un paseo y @ comprar flores cuando termine el cap{tulo, pero no antes. Esas estrategias de cont nismos evolutivos especialmente poderosos, Imaginar las diferentes formas en que podria ser, ¢ incluso implementarlas, me permite controlar y cambiar mis acciones de una manera que carece de pre- cedentes en la historia evolutiva, Entender el mundo no solo me permite imaginar mundos alternativos y hacerlos realidad, e imagi- nar formas en que otras personas podrian actuar y hacerlas realidad; incluso me permite imaginar otras formas en que yo podria actuar, y también realizarlas. sos nifios aprendieron algunas cosas importantes acerca de cémo funciona nuestra mente. Por ejemplo, aprendieron que site concen- tras en lo que quieres, los deseos se vuelven més irresistibles, mientras que si piensas en otra cosa, los deseos se vuelven menos 2.compaters maginaroe/ 75 intensos. Estaban utilizando su conocimiento causal sobre cémo funcionaba la mente para hacer que funcionara de manera distinta, igual que utilizaron su conocimiento de otra gente para engafiarla, 0 utilizaron su conocimiento del detector de blickets para poner la ‘maquina en funcionamiento. Compafieros imaginarlos y conocimiento psicolégico ‘Marjorie Taylor descubrié que los nifios con compafieros imaginarios solfan tener una teoria més avanzada de la mente que otros nifios, incluso aunque no fuesen més listos que estos en términos generales. ‘Alos nifios que tenfan amigos imaginarios se les daba mejor predecir cémo pensarfan, sentirian y actuarian otras personas que los que no Jos tenfan. De igual forma, contrariamente a lo que se cree, los nitios. sociables eran, en realidad, més dados a tener compafieros imagina- rios que los timidos y solitarios. No puede eludirse el hecho de que, desde el punto de vista adulto, resulta extrafio lo de los amigos ima- ginarios. Pero, de hecho, por lo que respecta a los nifios, no solo son normales, sino que son sefial de capacidad social. Los amigos imagi- narios no son sustitutos de los amigos reales, ni tampoco una forma de terapia. Los nitios con compafieros imaginarios quieren a las per- sonas y les gusta pensar en ellas incluso cuando no estén con nadie. El cambio de los compafieros imaginarios a los paracosmos puede reflejar también cambios en el pensamiento causal de los nifios res- ecto de otras personas. Los nifios mas mayores, que ya entienden cémo funcionan las mentes individuales, se interesan més por lo que sucede cuando las mentes interacttian de maneras socialmente com- plejas. Estos nifios ya no estén interesados principalmente en enten- der a personas individuales. En lugar de ello, tratan de comprender las elaboradas redes sociales que serén decisivas en su vida adulta. [Las aulas de la ensefianza media estén lenas de alianzas, exclusio- nes y batallas, lideres, seguidores y marginados; y los nifios estén menudo sumamente ocupados en tratar de distinguir a unos de 74/1 Mesto ene pater otros. Los paracosmos representan una forma de explorar socieda- des contrafactuales, del mismo modo que los comparieros imagina- rios representan una forma de explorar mentes contrafactuales. Autismo, causalidad e imaginacién ‘Los nifios con autismo son un ejemplo particularmente llamativo de Ja conexién entre el conocimiento causal, la imaginacién y el juego. El autismo constituye un sindrome complicado y misterioso. Mu- cchos nifios con diferentes tipos de problemas subyacentes reciben el impreciso nombre de autistas», pero es al menos posible que algu- nos nifios con autismo tengan una especial dificultad para construir ‘mapas causales, en general, y mapas causales de la mente, en par- ticular. Y con frecuencia parecen tener también problemas para imaginar posibilidades. Los nifios con autismo a menudo saben mucho del mundo fisico; pueden llegar a ser expertos en horarios de trenes o distinguir todos Jos modelos de coches. A menudo tienen una extraordinaria capacidad para la percepcién y la memoria, Un erudito con autismo, por ejemplo, puede ser capaz de decir exactamente cuéntas cerillas se derramaron de una caja, incluso después de haber sido recogidas. Pero hay algunos indicios de que no analizan esponténeamente el mundo en términos de causas ocultas més profundas. Teemple Grandin, escritor con au- tismo, habla de «pensar con imAgenes», y puede que eso sea asf en otras personas con autismo. Cuando débamos a nifios con autismo nuestra caja-detector de blickets, ellos prestaban atencién a la apa- riencia superficial de los cubos —el color y la forma—, pero no pare- cfa importarles si hacfan que funcionara la méquina 0 no. ¥ Lisa Capps descubrié que los nitios con autismo no desarroll mos ips do ideas bolgica catdianas acorca del crecimiento, a vida y la muerte que los nifios con un desarrollo normal. Puedes defenderte bastante bien sin saber de biol teorfa causal de otras personas tendrés muchos problemas para en- 2.compateros magbaros/75 tenderlas. En el apasionante retrato que Mark Haddon hace de un adolescente autista en su novela El curioso incidente del perro a medianoche, el narrador, como otras personas con autismo, tiene grandes dificultades para entender e interactuar con los demés. El Ihéroe del libro de Haddon es conmovedoramente incapaz de ver las obvias dificultades de su padre y de su madre, En el libro de Haddon hay también un momento en que el terapeuta del hérve le pone el problema de los caramelos/lépices que he descrito anteriormente. Se siente completamente confundido: el problema de descifrar las creencias de otra persona parece insoluble, Hay una gran cantidad de pruebas sisteméticas de que los nifios con autismo tienen problemas para desarrollar una teoria de la mente de otras personas. ‘Las personas con autismo casi nunca tienen compafieros imagina- rios, y en modo alguno se embarcan en juegos de fingimiento. No parece que entiendan en qué consisten esos juegos. El héroe del libro de Haddon siente que incluso cuando escribe una historia todo lo que dice tiene que ser estrictamente cierto. Sin teorfas causales es dificil considerar contrafactuales. Los nifios con autismo tienen grandes dificultades para construir teorfas causales dela mente de otras per- sonas, y tampoco manejan las posibilidades de la vida mental. Existe una estrecha relacién entre entender la variedad de mentes, reales ¢ inventar una variedad de mentes imaginarias. Hay una estrecha conexién entre el conocimiento causal y el pensamiento contrafactual. Los nifios que han elaborado mapas causales de la ‘mente de otros forjan también complejas personas contrafactuales imaginarias, y viceversa. Los nifios con autismo, que carecen de esos ‘mapas, no logran imaginar a otras personas. Saber de otras personas ¢ imaginarlas parecen ir de la mano. Mapas y ficciones ‘Marjorie Taylor también descubrié una conexién entre la capacidad infantil de inventar personas imaginarias y la capacidad adulta de 76/ Exot ete pale crear mundos contrafactuales ficticios, esa capacidad que vemos en novelistas, dramaturgos, guionistas, actores y directores. La reina de las hadas con la brillante capa y el pelo alborotado podria ser una nifia de tres afios o podria ser una esquizofrénica, pero también podria ser una actriz, haciendo el papel de Titania. Los compatieros imaginarios se parecen mucho a los personajes de la ficcién adulta. Muchos escritores describen sus imaginacio- nes ficticias de manera muy similar a como lo hacen los nifios, como si fueran personas independientes que casualmente son inexistentes. En el prélogo de Los embajadores, Henry James des- cribia la relacién del autor con sus personajes diciendo: «Ellos siempre iban muy por delante, y é1, desde muy atrés, agitado y sin aliento, tenfa que darles alcance como mejor podia». ¥, por supues- to, los lectores adultos podemos sentirnos conmovidos, aterroriza- dos 0 consolados por personajes ficticios, aunque sepamos que no existen realmente. ‘Taylor estudié a cincuenta personas que se identificaban como escritores de ficcién, desde novelistas galardonados hasta aficiona- dos entusiastas. Se encontré con que casi todos, al igual que Henry James 0 los nifios con compafieros imaginarios, manifestaban que sus personajes eran seres auténomos. Les parecia que caminaban tras ellos por la calle, o discutfan con ellos acerca de sus personajes en la novela, Muchos declararon que a menudo tenfan la sensacién de que simplemente se dedicaban a anotar lo que los personajes hacian y decfan. Es més, casi la mitad de los escritores decian que recordaban a un compafiero imaginario y refirieron los rasgos del compaftero con cierto detalle. Por el contrario, solo algunos estudiantes de secunda- ria afirmaron recordar a sus compafieros imaginarios, aunque es de suponer que muchos més los tuvieron. Para la mayorfa de los adul- tos simplemente se habfan desvanecido sin hacer ruido, como Dun- zer. Sin embargo, los escritores de ficcién parecfan mantener una relaci6n con sus antiguos amigos imaginarios. Los nifios de tres afios con compafieros imaginarios no son especialmente creativos —qui- 2 compares magnus /77 24 porque todos los nitios de tres ya son todo lo creativos que pueden ser—, pero un adulto que mantiene una relacién con Ja vida imagi- naria de la infancia parece particularmente predispuesto a terminar escribiendo ficcién. Podemos utilizar la idea del mapa para pensar en ficciones ademés de en hechos. He explicado anteriormente cémo podemos usar la misma clase de pensamiento para hacer tanto mapas como planos. Hay una tercera clase de mapa, atin més claramente diferente del mundo espacial real. Podemos usar un mapa para crear un espacio ficticio, uno que no existe ni existiré. Uno de los mayores encantos de El serior de los anillos es la detallada serie de mapas al final de cada libro, con toda la informacién especifica de las rutas por las Montafias Nubladas y la distancia exacta entre Osgiliath y Mordor. El mapa de la Tierra Media utiliza exactamente los mismos recursos que el mapa de nuestras ciudades 0 del jardin, pero nos permite imaginar un espacio ficticio, en lugar de entender un espacio real o crear uno nuevo. De la misma manera, podemos usar el sistema del pensamiento causal para construir tanto contrafactuales ficticios ‘como contrafactuales pasados y futuros. La linea que separa una ficci6n y un contrafactual es de grado més que de clase. Las ficciones son contrafactuales; lo que sucede es que estén més lejos de nuestro mundo real que otros mundos posibles. Una ficcién es un contrafactual alli donde no pasan los autobuses. Si los contrafactuales pasados son el precio que pagamos por con- trafactuales futuros, entonces los contrafactuales ficticios constitu- yen la bonificacién gratis que obtenemos. Como podemos planear, confiar y ser responsables del futuro, podemos también maravillar- nos, sofiar despiertos y refugiarnos en la ficcién. Por qué las mentes y las cosas son diferentes? Los estudios demuestran que los compafieros imaginarios de los nifios estén relacionados con lo que estos tiltimos aprenden sobre 70/1 saot entre sales otras personas. Los nifios fingen mucho porque estén aprendiendo mucho. ¥ ese temprano fingimiento parece continuar en la ficcién adulta. Tal vez eso nos ayude a explicar un aparente enigma: iCémo es que, incluso para los adultos, las transparentes mentiras de la ficcién de alguna manera parecen expresar las verdades més pro- fundas sobre la condicién humana?

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