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Cuando Buenaventura Medina Rocha, hacendado de Mirené - pueblecito perdido en las montañas donde

solo habían llegado tres de afuera, la primera en tiempos de coca cuando unos togados construyeron la
Ermita, la segunda cuando llegó hace muchísimo disque uno de los “libertadores” eso fue como en la época
de don Cancio Forero Isella, y la última fue cuando llegó “Fusil” con unos platos negros que cantaban la
zamba de Balderrama y la del chaguanco – le dijeron que venía Leguizamón desde donde el fuego es el agua
y el pasto es carbón rojo, se paniquió e instantáneamente fue a la Ermita a ver si lo devolvía, porque quién
quiere que le llegue uno de esos seducidos a la casa o al pueblo a robar la comida o a violar a las mujeres o a
matar a los faisanes.

Preste, me llegó la información de que a aqueste pueblo ha de arribar Leguizamón. – dijo Buenaventura

Debemos en cristo confiar, Leguizamón habrá de traer terrores, informe a todos que algo aguaita el caserío,
anúnciele al vecino de su derecha y que sigan así. – Replicó el preste

Leguizamón viene, ármese de cruceses y machetes, protejamos al pueblo y a la Ermita, por favor avise al de
su derecha – Anunció a doña Amalia

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