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En la vida diez, en la escuela, cero.

Los autores comienzan expresando que, la deserción y el fracaso escolar aparecen


hoy entre los problemas de nuestro sistema educacional que se estudian en forma
relativamente intensa.

Cuando se habla de estos temas, generalmente se pone un fuerte acento en los


factores socioeconómicos. La postergación social genera en los niños, deficiencias de
distinta naturaleza como ser las biológicas (la malnutrición y una salud deficiente en los
primeros años de la vida, ejercen un efecto negativo en el desarrollo, afectivas (un
pobre concepto de sí mismos y los sentimientos de culpa y vergüenza y sociales (los
niños que crecen en un ambiente culturalmente deficitario, carecerían de ciertas
experiencias cruciales para el desarrollo intelectual).

Otros autores aseguran, que la situación social y económica de las clases bajas es tal
que los miembros de esas clases no valoran la educación porque no le atribuyen valor
práctico y no pueden permitirles a sus hijos el “lujo” de una educación prolongada
frente a su necesidad de emplearlos precozmente para contribuir al sustento del hogar.

Si bien no podemos ignorar las consecuencias que estos factores tienen sobre el
aprendizaje, cada vez que se habla de deserción y fracaso escolar, se los considera como
un fracaso de los individuos o del sistema social, económico y político pero nunca se
considera a la propia escuela como parte del fracaso, ya que muchas veces hay una
incapacidad de la misma, para comprender la capacidad real del niño, incapacidad para
entender los procesos naturales que llevan al niño a adquirir conocimiento e incapacidad
para establecer un puente entre el conocimiento formal que desea trasmitir y el
conocimiento práctico del cual el niño, por lo menos en parte, dispone.

Poppovic propone a lo largo del texto que la escuela debería desarrollar un


curriculum que atienda las necesidades de los niños culturalmente marginados ya que si
el sistema educativo se reformara, atendiendo las necesidades de estos niños de acuerdo
a su contexto social, las matemáticas y otras asignaturas básicas que son la base del
conocimiento, no traerían tantas dificultades en su aprendizaje. Por otra parte Gay y
Cole partieron del supuesto de que era necesario conocer mejor las matemáticas
inherentes a las actividades de la vida diaria en la cultura de esos niños a fin de
construir, puentes y ligamentos efectivos para unas matemáticas más abstractas que las
que la escuela pretende enseñar.

Por eso se propone realizar un estudio en la cual participan niños y adolescentes de


entre 9 a 15 años cuyo nivel de escolaridad variaba en la 3ª y la 8ª para evaluar como
resuelven problemas matemáticos de la vida cotidiana y los que son planteados por las
escuelas. La mayoría de estos niños trabajan con sus padres en ferias y resuelven
innumerables problemas de matemática, por lo general, sin utilizar lápiz y papel. Dichos
problemas implican multiplicaciones, suma, y resta y las divisiones parecen presentarse
con menos frecuencia. El examen se dividía en dos:

En el examen informal, donde los niños eran evaluados en el contexto en que


naturalmente resolvían problemas de matemática (en la feria, en los puestos de fruta,
junto al carrito de maíz tostado, etc.). El entrevistador hacía preguntas y recibía las
respuestas verbalmente. A continuación, les pedía que explicaran cómo habían obtenido
ese resultado.

En el examen formal, el examinador les ofrecía lápiz y papel y les pedía que resolviesen
las cuentas utilizando los métodos enseñados en la escuela.

Una primera lectura de los resultados del estudio es que no existe una única lógica
correcta para resolver los cálculos. La escuela nos enseña como deberíamos multiplicar,
restar, sumar y dividir; esos procedimientos formales, cuando se siguen correctamente,
funcionan. Sin embargo, esos niños y adolescentes demostraron que podían utilizar
métodos de resolución de problemas que, aunque totalmente correctos, no eran
aprovechados por la escuela. De hecho, al resolver los cálculos mentalmente, sin ayuda
de lápiz y papel para anotar los resultados intermedios, estaban mostrando una gran
capacidad para superar la situación sin hacer uso de esas “facilidades” del sistema
escolar.

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