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Sofía Stefanelli
Rosario, 2019
Stefanelli, Sofía
El último cacique en resistencia. Valentín Sayhueque, Nordpatagonia (1870-1910) / Lía
Sofía Stefanelli. - 1a ed . - Rosario : Prohistoria Ediciones, 2019.
200 p.; 23 x 16 cm.
ISBN 978-987-4963-31-4
Este libro recibió evaluación académica y su publicación ha sido recomendada por re-
conocidos especialistas que asesoran a esta editorial en la selección de los materiales.
© Sofía Stefanelli
© de esta edición:
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de portada, en cualquier formato y por cualquier medio, mecánico o electrónico, sin
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Este libro se terminó de imprimir en MULTIGRAPHIC, Buenos Aires, Argentina,
en el mes de noviembre de 2019.
Impreso en la Argentina
ISBN 978-987-4963-31-4
Índice
Agradecimientos............................................................................ 13
Prólogo
Dr. Enrique Mases........................................................................... 17
Introducción .................................................................................. 25
CAPÍTULO I
Readaptaciones de las últimas jefaturas indígenas frente al avance
estatal .............................................................................................. 33
CAPÍTULO II
Las sociedades nativas a fines del siglo XIX .................................. 63
CAPÍTULO III
“El Gobernador indígena de las Manzanas y Principal de los
Guilliches” ...................................................................................... 83
CAPÍTULO IV
Valentín Sayhueque y las relaciones interétnicas según viajeros y
cronistas .......................................................................................... 105
CAPÍTULO V
“La época de las raciones ha concluído”. Avance estatal sobre el
Caleufú. Huida, rendición y reclamo de Valentín Sayhueque ......... 143
L
a tarea de investigación y la realización de un libro son sumamente complejas,
por ser actividades que resultan de un trabajo mayoritariamente solitario. A
pesar de la colaboración que de los/las directores/as y personas que han transi-
tado el mismo camino, es una actividad que requiere horas de la persona que escribe,
búsqueda de documentos en archivos que no tienen un orden determinado y que por
momentos son un mar de papeles sin sentido. Sondeo de cuantiosa bibliografía sobre
la temática, reflexiones constantes, noches sin dormir y viajes. Es un largo trayecto
para el cual no estamos preparados pero que transitamos aprendiendo cotidianamente
y que logramos superar gracias al soporte de quienes cumplen la función de guías. A
ellas más que nada dedico estas palabras, ya que no hubiesen sido factible mis inves-
tigaciones sin su colaboración, sostén y ánimo constante.
Expreso mi gratitud a Carla Manara, directora de mi tesis doctoral, quien me brin-
dó su atención constante, respondiendo a mis inquietudes, atenta a mis necesidades
diarias como tesista, a su calidez y comprensión en momentos que fueron verdade-
ramente críticos, por la experiencia que me brindó su compañía no solo en la inves-
tigación sino en la docencia. Parte de mi vida académica hoy es gracias a sus contri-
buciones y formación. De la misma manera, agradezco a Susana Aguirre, quien fue
mi co directora de tesis doctoral y su labor ha sido impecable. También atenta a mis
interrogantes, a las correcciones y contribuciones que efectuó y a su humildad, sobre
todo. A la Universidad Nacional de la Plata por la relevancia de sus posgrados y las
respuestas en la presentación formal de mi tesis doctoral.
Sin lugar a dudas mis investigaciones doctorales no podrían haber sido posible
sin la ayuda del CONICET, institución que me concedió una beca doctoral y que
gracias a su aporte durante cinco años me permitió costear los significativos y di-
versos viajes desde Neuquén a diferentes puntos del país para realizar los semina-
rios del doctorado y la búsqueda en archivos. En este sentido, agradezco a Susana
Bandieri que como directora del centro y de esta beca, concretó las expectativas
que tenía de esta institución y me brindó su aliento para seguir en esta tarea.
Quiero expresar mi gratitud a la Universidad Nacional del Comahue y en espe-
cial la Facultad de Humanidades, ya que gracias a los aprendizajes en mi carrera de
grado pude concretar momentos en la tarea de tesista que de otra manera hubiesen
sido muy complejos. Soy una convencida de que su formación sigue siendo de
excelencia y apuesto cada vez más por ello.
Al CEHIR, centro de Historia Regional y su directora Graciela Blanco, que
desde mi época de estudiante me dieron contención y me guiaron en el camino de la
14 El último cacique en resistencia
incondicional, Agustina Pizzinis, quien también fue mi sostén frente a esos días
de soledad, me hizo sacar sonrisas y sentirme acompañada. A mi compañera Vir-
ginia Habergger, con quien compartí charlas, recomendaciones y aportes. A mis
amigos que en encuentros y en momentos me brindaron aire para seguir adelante
con la escritura, fundamentalmente a mi amiga Magdalena Taján que fue parte
de esta elaboración.
Por último, y fundamentalmente a Delfina, que me cambió la vida y me hizo
mamá. Gracias hija por ese largo proceso que comenzamos con tu gestación y cre-
cimiento en la panza, pasando por tu nacimiento y la cotidianeidad de tu primer año
de vida. A pesar del cansancio acumulado, tu compañía fue constante, primero con
tus movimientos y luego con tus sonrisas, tus caricias, tu lenguaje y tus pasos. Me
diste fuerza para concluir este camino a pesar de los obstáculos.
E
l presente libro, además de avanzar en un sugerente y original enfoque acer-
ca de un momento de la cuestión indígena, particularmente de las relaciones
entre el cacique de la manzanas Valentín Sayhueque y el Estado Nacional a
través de los funcionarios de turno, ofrece una serie de aristas que conviene destacar.
En primer lugar, este trabajo forma parte de una significativa producción que
en los últimos tiempos ha intentado ensanchar la visibilidad sobre la cuestión indí-
gena, tema que a lo largo de casi todo el siglo XX apareció sumergido y silenciado
dentro de la historiografía nacional.
En efecto, hasta hace unas décadas atrás se creía firmemente que la Argentina
era un país sin indios; que las campañas militares que el Estado Nacional encaró
a fines del siglo XIX para someter a los pueblos indígenas inauguraban, por casi
un siglo, la explicación respecto al destino de las comunidades indígenas: su fatal
“extinción”.
Dicho de otra manera, la visión que se tenía, en esos tiempos, era que en nuestro
país, en realidad, los indígenas no tenían existencia real, porque todos ellos habían
sido aniquilados, desaparecidos físicamente, en la etapa de la conquista militar.
Esta apreciación se fue consolidando en el imaginario colectivo a tal punto que
todavía en los años setenta, un intelectual reputado y tal vez uno de los máximos
representantes de las letras argentinas, Jorge Luis Borges, afirmaba en un reportaje
brindado a la revista “Siete Días”, que en la Argentina no había una población in-
dígena porque “aquí matamos a todos los indios”.1
Sin embargo, en la última década del siglo XX, diversos investigadores co-
menzaron a indagar en el destino final de los indígenas sometidos y a utilizar el
concepto de “incivilización” para explicar las políticas de silenciamiento de “lo
indígena”. Es decir, intentando corregir la memoria histórica y poner en tensión ese
relato oficial. Este trabajo se inscribe dentro de esos objetivos a la vez que ensancha
y enriquece el conocimiento sobre la existencia de estos particulares actores.
En segundo lugar, resulta meritorio como Sofía Stefanelli logró romper, para
llevar adelante su investigación, los compartimientos estancos que antaño presen-
taban las distintas disciplinas en torno a esta temática.
1 Revista Siete Días. Buenos Aires. Abril de 1973. Citado por Tesler. Mario. Los aborígenes durante
el peronismo y los gobiernos militares. Buenos Aires, CEAL, 1989, p. 26.
18 El último cacique en resistencia
eficientes en cumplir los objetivos propuesto por el mando militar los baqueanos
indios que acompañaban a las columnas del ejército que las informaciones que
podían acceder Sayhueque y el resto de los caciques en retirada.
Volviendo a la relación entre Sayhueque y el gobierno nacional en torno a las
relaciones fronterizas y el mundo indígena, resulta interesante ver las diferentes
acciones que ensaya Sayhueque ante las cambiantes políticas estatales respecto a
los indígenas que pueblan el sur del territorio nacional.
Sin lugar a dudas, a lo largo del periodo que abarca este estudio no hubo una
política univoca respecto del destino final que debían tener los indígenas que po-
blaban el espacio pampeano patagónico y cual debía ser la forma más adecuada de
integración. Por el contrario, las diferentes soluciones ensayadas cabalgaron sobre
las necesidades del momento y, como señala Estanislao Zeballos, nadie se preocu-
pó desde la esfera oficial por concebir y aplicar una política general que contemple
el destino final que deberían tener los indígenas sometidos.
Por el contrario, estas políticas fueron más de una vez contradictorias y esto
tiene que ver con que el proceso de desaparición de las fronteras interiores y la in-
corporación de los indígenas está dado dentro de un contexto mayor que se vincula
con el propio devenir de la sociedad y el Estado en la Argentina. En este sentido
resulta evidente que la resolución de la cuestión indígena se intenta producir en el
marco del proceso de construcción de una sociedad capitalista y de una consoli-
dación del Estado Nacional, principalmente en cuanto a su autoridad y soberanía.
En la agenda pública que pretenden llevar a cabo el presidente Avellaneda y
su ministro de guerra Adolfo Alsina, el primero afirma que la “cuestión frontera
es la primera cuestión para todos y hablamos incesantemente de ella aunque no
la nombremos”. Y para resolverla propugna no ya la guerra ofensiva a través de
expediciones punitivas contra las tolderías sino, lisa y llanamente, la ocupación del
territorio indio.
Esto resulta un hecho novedoso no solo por el objetivo de la expansión terri-
torial sino también porque en esta concepción el indígena deja de ser el enemigo
principal y su lugar es ocupado por el propio desierto. En palabras de Alsina, la
guerra era “contra el desierto para poblarlo y no contra el indio para exterminarlo”.
El plan contemplaba como uno de los principales objetivos la asimilación de las
distintas comunidades indígenas y la convivencia con ellos. La estrategia era clara,
la resolución del problema de la frontera interior en el sur del territorio nacional se
haría de manera pacífica y sin buscar la destrucción indígena. Así como se propo-
nía la ocupación progresiva del desierto también la incorporación de los indígenas
debería ser gradual, y para ello se planteaba que no debían cortarse las relaciones
entre indios y blancos sino, contrariamente, intensificar esa interacción: promover
el tránsito mutuo y el intercambio entre los habitantes de un lado y del otro de la
frontera de manera tal que en un futuro mediato se lograra la efectiva transforma-
ción del indígena y su definitiva integración.
Resulta claro que la muerte de Adolfo Alsina y su reemplazo por el Gral. Roca
no solo significa un cambio en la política de fronteras sino también una profunda
modificación en cuanto al tratamiento de la más amplia cuestión indígena, ya que
20 El último cacique en resistencia
2 Blengino, Vanni. “La zanja de la Pampa y la Gran Muralla China” En Vangelista, Chiara. Fronteras,
étnias, culturas. América Latina siglos XVI-XX. Quito, Ediciones Abya-Yala, p. 146.
Prólogo Dr. Enrique Mases 21
La segunda razón principal tenía que ver con el efectivo control y autoridad
que el Estado ejercía sobre los territorios conquistados. Autoridad que era recono-
cida por los propios indígenas al peticionar al gobierno la entrega de tierras. Estos
pedidos simbolizaban, de algún modo, el respeto de los caciques por las leyes y la
soberanía de la Nación, y además resultaban indicativos del grado de civilización
que habían alcanzado.
Finalmente, la tercera razón principal se fundamenta curiosamente en el argu-
mento de que las tierras solicitadas habían sido propiedad de los indígenas antes
de la ocupación militar, y teniendo en cuenta que con la misma se había cumpli-
do los objetivos de suprimir las fronteras interiores, recuperar ese espacio para
la producción y eliminar los peligros de la guerra, resultaba lógico para algunos
legisladores que en este nuevo contexto parte de esas tierras volvieran a manos de
sus primitivos dueños.
Este sucinto resumen acerca de las variadas políticas estatales durante el perio-
do estudiado ha sido objeto de diferentes análisis de historiadores y antropólogos,
mayoritariamente desde la mirada del Estado, es decir de uno de los actores de esta
historia, pero poco sabemos de cómo percibieron y reaccionaron los otros actores
involucrados; los diferentes caciques y sus parcialidades.
Y en este sentido el presente trabajo viene a llenar un vacío historiográfico que
tiene que ver con las variadas estrategias que ensayaron los diferentes caciques en
este caso Valentín Sayhueque para adaptarse o enfrentarse a estas iniciativas oficiales.
A partir de la utilización de la perspectiva de frontera adentro, Sofía Stefanelli
primero nos describe la actitud de Sayhueque y el resto de los caciques que forman
parte del país de las manzanas en la etapa de los tratados de paz y los racionamien-
tos. Su rol de “indio amigo” y su capacidad de negociación en la década de 1870,
según la correspondencia intercambiada, le confiere prestigio y poder de decisión
sobre su parcialidad, funcionarios estatales, e incluso ante otros caciques y grupos
indígenas relacionados entre sí a lo largo del espacio fronterizo.
Pero también el análisis de los distintos tratados firmados con el gobierno na-
cional en este tiempo, respecto a las relaciones, pero particularmente a los compro-
misos y obligaciones de cada una de las partes muestran una paulatina debilidad
del actor indígena frente al avance del Estado Nacional, que además se vuelve
reiterativo ante el incumplimiento del gobierno de lo pactado y el escaso poder
de respuesta ante este escenario de parte de Sayhueque y el resto de los caciques.
A pesar de esta debilidad, el cacique manzanero siguió ensayando diversas
acciones dependiendo del momento y la oportunidad. Desde la negociación per-
manente hasta la intermediación en torno a las relaciones inter e intraétnica con
fluidos contactos a uno y otro lado de la cordillera y particularmente con el mundo
fronterizo tanto indígena como criollo.
Cómo afirma la autora “Mantuvo una modalidad de resistencia que se con-
centró en la amistad con el gobierno pero también en la negociación que lejos de
ser estable, varió constantemente en función de las circunstancias coyunturales
y de los movimientos estatales, demostrando su habilidad como cacique en cada
momento.”
22 El último cacique en resistencia
Sin embargo, este escenario vira completamente a partir del definitivo avance
militar en territorio indígena lo que obliga a Sayhueque a ensayar nuevas estrate-
gias que presuponen otra modalidad de resistencia que implica por un lado, a través
de la negociación, diferenciarse de otros caciques en su relación con el Estado
Nacional. En este sentido, en su correspondencia con los funcionarios de turno,
como señala Julio Vezub “justificaba la persecución de Namuncura y Reuque por
diferentes y absurdos crímenes que habían cometido. Rogaba que las tropas se
detuvieran en el río Neuquén y clemencia para Purrán y otros caciques del norte.”
(Vezub, 2009: 253). Es decir, a pesar de la ofensiva militar, sigue prefiriendo la paz
antes que la guerra, optando por la alianza y la negociación antes que la violencia
de los malones.
Pero viendo que el objetivo del gobierno nacional era inamovible –ocupar los
territorios de Caleufú– ensaya una nueva táctica que pasa por la huida para preser-
var a su comunidad y la de otros caciques principales como Inacayal y Foyel. En un
largo peregrinar por el centro de la Patagonia, el cacique manzanero intenta frenar
los avances sobre las sociedades indígenas. Pero su intento finalmente es en vano,
más allá de las negociaciones y de los combates entablados, su resistencia se va
minando por el propio desgaste que sufre la sociedad manzanera que se desplazaba
en territorio hostil y permanente amenazado por las expediciones militares.
La presentación ante las autoridades militares de una serie de caciques que
habían emprendido la huida bajo su conducción van preanunciando el fin de esta
resistencia que finalmente se concreta en Junín de los Andes en el verano de 1885.
Sometido al imperio de la ley y subordinado al Estado Nacional, Sayhueque
cambia nuevamente de táctica y retoma nuevamente la negociación con el Perito
Moreno, con el mismo Roca esta vez para reclamar tierras para su comunidad. Se
presenta como un cacique que responde y se integra al Estado Nacional y que como
cualquier habitante del territorio nacional acata las leyes de la nación.
La respuesta del congreso nacional fue la entrega de tierras en el Territorio Na-
cional del Chubut, en donde se formará la colonia San Martín, lejos del país de las
manzanas. Los términos de la adjudicación implican aceptar las condiciones que le
imponían los vencedores en términos de “civilización”: la vida sedentaria, la mo-
dificación de las costumbres ancestrales y el respecto a las normas institucionales.
Sin embargo, las tierras de la colonia San Martín no fue el destino final de los
manzaneros que acompañaron a Sayhueque. Pocos años después de su instalación
– y ya desaparecido el cacique – vemos como se profundiza la inestabilidad terri-
torial a pesar del reconocimiento estatal y del estado público de esta concesión de
tierras. Desde 1905, se reiteran las denuncias de los descendientes de Sayhueque
contra la casa de comercio Lahusen y Cia. La que a través del mecanismo de en-
deudamiento y dependencia de la casa comercial, se va apropiando de las tierras
que pertenecían a los miembros de la comunidad sin que la justicia y los funcio-
narios tanto del territorio como de la nación hagan algo para detener el despojo.
De esta manera, a pesar de las distintas estrategias ensayadas por Valentín Sa-
yhueque para defender el Caleufú y proteger a su gente, el resultado obtenido no
aparece demasiado diferente a lo acontecido con el resto de las comunidades indí-
Prólogo Dr. Enrique Mases 23
E
ste libro tiene como objetivo central analizar el caso del cacique Valentín Sa-
yhueque en el marco de las últimas resistencias indígenas ante el avance es-
tatal en Nordpatagonia. Desarrollamos su estudio en vinculación directa con
el proceso de formación y consolidación del Estado Nacional argentino, a fines del
siglo XIX. El caso del cacique1 Valentín Sayhueque, lejos de encontrarse agotado,
nos permite mostrar, a partir de una mirada frontera adentro, la estrategia desplegada
frente al Estado desde 1870 a 1910, para sostener una permanente resistencia. Estas
tácticas consistieron en la negociación como cacique “amigo” del Estado de 1870 a
1881; la huida como supervivencia ante el avance estatal de 1881 a 1885 y, por úl-
timo, el reclamo de tierras a partir de su rendición de 1885 hasta su muerte en 1910,
donde recurre a una diplomacia diferente a la empleada en la coyuntura 1870-1881.
Los distintos tipos de resistencias llevadas adelante por las sociedades origina-
rias tuvieron la capacidad de organizar un claro rechazo de las fuerzas invasoras
durante lapsos muy prolongados para evitar, de este modo, que se cercene su nivel
de autonomía, de poder político y control sobre las normas sociales que imperaban
anteriormente (Lorandi y Boixados, 1988; Peñalba, 2007). Es así como algunas
resistencias derivaron en procesos de etnogénesis, es decir, de construcción de nue-
vas identidades y de la apropiación, a través de adaptaciones y reformulaciones, de
elementos culturales de los colonizadores (Boccara, 2002). Si observamos el caso
mapuche en Chile se suelen delinear tres estrategias de resistencia: quejas y denun-
cias ante el Gobierno, negociaciones y alianzas con agentes estatales y resistencia
militar (Pinto Rodríguez, 2000).
Al finalizar la campaña militar en 1885 las poblaciones originarias quedaron
en diferentes condiciones de sometimiento o disgregación interna, ofreciendo en
su conjunto una fuerte resistencia a los cambios y exigencias que provenían de las
imposiciones de mecanismos estatales, mientras algunas parcialidades fueron des-
organizadas debido a las muertes en combate, los asesinatos, las enfermedades in-
fectocontagiosas y las deportaciones, otros grupos pudieron conservar su estructura
social y su organización doméstica (Masés, 2002; Argeri, 2011). En este sentido,
la permanencia de distintos jefes étnicos jugó un papel relevante para mantener la
cohesión y las diferentes prácticas de los grupos indígenas. Estos caciques, que
tenían una “buena” o permeable relación con el poder estatal, pudieron llegar a
1 La voz “cacique” en mapudungun es lonko. En esta tesis utilizamos “cacique” o “líderes cacicales”
porque nos resultan las formas más usuales pero no desconocemos el significado y relevancia dadas
al primer término.
26 El último cacique en resistencia
Por lo tanto, “dar voz” a esos sujetos silenciados permite trazar una relación y ar-
ticulación entre pasado, presente y futuro. La denominada “Conquista al Desierto”
silenció a las sociedades indígenas y contribuyó a sostener la formación homogé-
nea estatal argentina que forjó “una nación sin indios” (Lenton, 2005) y que selló
una historia de los pueblos originarios como perseguidos y derrotados.
Este análisis se refuerza mediante el estudio de casos que permitan reconocer
la pluralidad de actores sociales. De este modo, nos orientaremos a mostrar, desde
un enfoque que contempla los aportes interdisciplinarios, la diversidad inherente a
las fronteras como espacios sociales de construcción histórica, articulados al pro-
ceso de profundos cambios operados a nivel regional e interregional. En el espacio
mencionado, el líder cacical es Valentín Sayhueque, representante del grupo étnico
manzanero que se situó en el sector del Caleufú, actual sur de la provincia de Neu-
quén. A través de los años, logró trasladarse a una posición de liderazgo (Vezub,
2009) que le permitió mantener relaciones “amigables” hacía el interior del mundo
indígena como con el Estado. No fue el único de los caciques de Neuquén que se
hallaba en ese momento: el norte se encontraba bajo la influencia de los pehuen-
ches y el centro estaba ocupado por Reuquecurá, hermano de Cafulcurá, cacique
con gran presencia y liderazgo en Salinas Grandes (Varela y Manara, 2003).
De esta manera, su ubicación les permitió lograr conexiones que no se restringie-
ron netamente a lo comercial sino que comprendieron aspectos políticos y sociales
(Mapa N°1). Estos caciques se manifestaron como sujetos capaces de negociar y de
influenciar a otros actores sociales en ambos lados de la cordillera de los Andes.
Introducción 27
MAPA Nº 1
El desarrollo histórico, político y social del cacique Valentín Sayhueque abarca, des-
de 1870, todo el proceso de las campañas militares sobre el Caleufú, en un espacio
fronterizo dinámico, multiétnico y conflictivo, hasta su rendición final en 1885. Si
bien analizamos la negociación previa que mantuvo con el Estado Nacional argen-
tino y la figura de “cacique amigo” que representó su liderazgo en este contexto,
nos introducimos también en su rol de intermediario con otros caciques y en la in-
28 El último cacique en resistencia
tiempo, los silencios demuestran sus propósitos en un marco en el cual las socie-
dades originarias ya no eran incluidas y tenían que ser “barridas” de sus territorios.
cia previa eliminar todo resabio de “barbarie” para llegar a la civilización anhelada:
se trata de la antinomia “civilización o barbarie” (Sarmiento, 2000).
Desde luego, a partir de estas concepciones los territorios indígenas fueron
considerados como desiertos, lugares vacíos, carentes de civilización alguna, ya
que prevalecía la idea de que los espacios eran poblados por bandas de salvajes
nómades que saqueaban la frontera en busca de animales y cautivos. Por ende, la
antítesis “civilización y barbarie” fue la que legitimó la conquista como empresa
civilizadora. En la actualidad contamos con una variedad de escritos que desmi-
tifican esta categorización (Lorandi, 1988; Bechis, 1998; Varela y Manara, 2003;
Mandrini y Paz, 2003; Bandieri et al., 2006; Vezub, 2009; Tamagnini, 2011; Stefa-
nelli, 2018) y que avanzaron cada vez más en la problemática indígena desde una
perspectiva que reflejó que tanto en Pampa como en Patagonia los nativos fueron
partícipes de una red de relaciones sociales, políticas y económicas, que asumie-
ron un rol central e intervinieron en el diseño de estrategias ligadas a defender su
identidad étnica y sus necesidades. Esto derivó en la emergencia de prestigiosos
caciques que concentraron poder en el interior del mundo indígena y que asumie-
ron el rol de interlocutores frente al Estado. En este libro nos concentramos en uno
de ellos: Valentín Sayhueque.