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¿Es una obligación de la literatura salvar vidas? ¿Exigirle a la Literatura que salve
vidas equivale, en efecto, a incluirla en una lista de actividades meramente
utilitarias, como lo podría ser el ejercicio físico?
La literatura no tiene la obligació n de salvarle la vida a nadie, pero el caso es que
en muchas ocasiones acaba salvando la vida del autor o de algú n lector
desesperado. En absoluto debemos pedirle que salve vidas, ni pedirle nada que
vaya má s allá de que con la lectura de un libro seamos diferentes que antes de
leerlo. Si el libro es bueno silencia nuestro ruido interior y nos deja distintos al
terminarlo, algo nos ha ocurrido, incluso puede que nos haya salvado en algú n
aspecto. Salvar vidas, incluida la del autor, es un efecto colateral de la escritura,
de la lectura, de la literatura, a la que solo podemos pedir que sea buena. Es
decir, que nos cambie. Lo que ocurre es que, cambiá ndonos en algo, por pequeñ o
que sea, igual ya nos ha salvado.
En las primeras páginas traes a colación a unos de los batallones que formaban
parte de las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil Española: el Batallón
Garibaldi, el cual estaba compuesto no solo de italianos, como comúnmente se
sabe, sino de polacos, serbios, húngaros y —por supuesto— de albaneses, entre
ellos, el escritor Petro Marko. Esta figura del escritor en guerras, me trae a la
memoria a personajes como Ernest Hemingway, o Saki, o Robert Graves. ¿Qué me
dices de estos autores a los que les tocó tomar el fusil o, si no, por lo menos estar
muy cerca de la muerte y del derramamiento de sangre, en contraposición a
escritores más despacho, tipo Octavio Paz o Alfonso Reyes, dos ejemplos que —creo
— representan a la mayoría de los escritores? ¿Te imaginas a un Franz Kafka
yendo al frente con un metralleta?
Cada escritor elige su camino. Unos acudieron a una guerra defendiendo unos
ideales que luego se corrompieron y otros escribieron desde sus casas. En
funció n de muchos elementos (el sistema político es uno de ellos) puede asumir
má s riesgo un escritor de despacho que un escritor que acude a la guerra.
Ademá s, el escritor que acude a la guerra acude a batallar, mientras que el
escritor de despacho siempre es escritor, incluso mientras batalla con sus
escritos y pone su vida en peligro. No puedo imaginar a Kafka en el frente porque
era un mundo completamente ajeno a su forma de ser. Sin embargo. libró
batallas internas terribles y ha pasado a la historia de la literatura sin necesidad
de luchar de forma armada. A veces se olvida, pero la pluma es siempre as
poderosa que la espada. Siempre.
Ya sabemos que el libro va sobre Ismaíl Kadaré, pero ¿qué más nos puedes decir de
Petro Marko? ¿Qué tan importante es para la literatura albanesa y mundial?
Petro Marko es un autor determinante para la literatura albanesa. Con su novela
"Hasta la vista" proporciona una visió n no sesgada y real del conflicto de la
Guerra Civil que luego los comunistas quisieron manipular. Marko pone verdad y
realidad a los acontecimientos, escribe, después, quebrantando las má ximas
realistas del héroe positivo de la literatura socialista, e introduce las letras
albanesas en la modernidad y en el surrealismo. Por eso sus obras fueron
prohibidas y destruidas y él encarcelado. Ahí radica su importancia, en que fue
alguien con un mensaje nuevo y diferente que se opuso a lo políticamente
correcto aun a riesgo de sufrir represalias. De estos escritores debe nutrirse la
literatura porque son los que la hacen avanzar. Marko es uno, Kadaré otro,
Bohumil Hrabal o Ivan Klíma en Checoslovaquia otros ejemplos.
Describes Gjirokastër, la ciudad donde nació Kadaré, como «Una tierra agreste, en
efecto, de cabras y quesos, una ciudad de piedra (…) que resulta determinante a la
hora de comprender algunos aspectos claves de su literatura. Un lugar fascinante y
hostil a partes iguales, marcado por los extremos. Gjirokastër, con sus numerosas
casas de piedra, se encuentra como desparramada por la ladera de una áspera
montaña, la montaña Mali i Gjerëo, como si la ciudad rodase hacia el fondo de la
hondonada del valle del Drin, en dirección al agujero, al embudo protegido por
unos inquietante picachos parduscos y pelados que gestan sobre sus cumbres
amenazadores nubarrones oscuros y cuando las cosas empeoran, rayos como
sierpes de neón. (…) Una topografía que forja un callo en el carácter de que la
habita (…)». Todo esto —continúas— aparece en la literatura de Kadaré. De nuevo
la circunstancia (el caos) en la obra de un escritor. Y yo que pienso en nieve,
montañas, palmeras, desiertos, guerras, catástrofes naturales, pestes. Y yo que
pienso en lenguas. Lenguas. Sí, lenguas. ¿Es la lengua —el idioma— otra
circunstancia? Y yo que pienso en gente, en almas, en «personas» como
circunstancias. ¿Es Hoxha, el dictador y némesis de Kadaré una de ellas? ¿En la
literatura, cabe hacerse preguntas como «Si Hoxha no “hubiera” existido, ¿qué
sería de la literatura de Kadaré? ¿Si Kadaré hubiera nacido en Canadá…?
Bueno, si Kadaré hubiera nacido en Canadá sería Wadji Mouawad... La lengua es
un factor crucial para todo autor. No poder expresarse en su lengua materna
significa un trauma, aunque gente como Koestler, Canetti o Manea han sido
capaces de escribir en otras lenguas y eso no hizo sino exacerbar el desarraigo.
La lengua, creo que lo dijo Kertész, es la verdadera patria del escritor. Y si Hoxha
no hubiera existido Kadaré hubiera seguido escribiendo porque se opone al
régimen de Hoxha que, sin Hoxha, hubiera sido el régimen represivo de cualquier
otro. Hoxha es una consecuencia del sistema, poderosa y terrible, pero una
consecuencia al fin y al cabo. Kadaré no es su némesis porque no lo combate a él
mediante su literatura, combate el sistema en donde Hoxha es el cabecilla. Pero
eso es una cuestió n de casualidad, mientras que el sistema criminal es un asunto
de maldad.
Narras de una manera muy jocosa y amena las vicisitudes que pasaste en Albania
recorriendo la ruta biográfica de Kadaré, Es de las partes del libro que más he
disfrutado. ¿Se puede —o se debe— mezclar ensayo con narrativa? Y si fuera el
caso, ¿se hace lo suficiente? ¿Ya se ha hecho bastante? Si es el caso, ¿quiénes son
ejemplos de grandes ensayistas que mezclen los elementos propios de la narración
con los de una investigación o ensayo literario o filosófico? ¿Es el humor siempre
importante en una obra, incluso si es ensayística o de análisis? ¿Es el tono
grandilocuente algo de lo que habría que huir como escritor?
Porque tiene todo que ver con el trabajo inmenso que has realizado analizando la
obra de Kadaré y acercándonos a ella, y además con el ánimo de que me (nos)
dispares algunas palabras de vuelta; te comparto esto que dice el escritor
mexicano Gabriel Zaíd en su artículo Atrapar un milagro, publicado en la revista
Letras Libres (31 de agosto, 2008): «Las grandes obras (famosas o no) son un
milagro, una zona de la realidad donde la vida sube de nivel y nos habla. La
conciencia absorta se pierde y se recupera con un foco más claro. La realidad
adquiere más sentido, y nosotros también. Las grandes obras nos animan, nos
vuelven más inteligentes y más libres, más imaginativos y creadores. Es natural
hablar de esa experiencia extraordinaria, compartirla, traerla y extenderla a la
vida ordinaria. La conversación acerca de las grandes obras puede ser, en sí
misma, un milagro creador. O mera resonancia de los nombres que suenan».
Cró nica de piedra, El palacio de los sueñ os, Abril quemado: tres obras de Kadaré
que, según tus palabras, podrían ser consideradas una especie de «tienda trasera»
del resto de su obra, por todo lo que tienen (en especial Crónica de piedra) de
proto-novelas, como la gestación o inicio de todo un universo narrativo con sus
códigos, formas, signos, temas y obsesiones. ¿Se podría considerar que Kadaré
pertenece a la tradición de grandes escritores que en realidad escriben un único y
largo libro a lo largo de toda su vida, como se podría decir de la obra del
estadounidense William Faulkner, o del uruguayo Juan Carlos Onetti? ¿Se podría
argumentar que no existe tal tradición, sino que, aunque a veces no lo parezca,
todo escritor termina escribiendo un único libro, por ejemplo Mario Vargas Llosa, u
Octavio Paz, u Orhan Pamuk? ¿«Proto-novela» es lo comparable a decir «obra
menor», o «obra de iniciación»? ¿Existe tal cosa como «obras menores» en el
conjunto de obras de un escritor? ¿Es posible que tales obras consideradas menores
sean en realidad centrales y de importancia profunda? ¿Podrías citarnos alguna
obra que sea considerada tradicionalmente como menor y que te hay parecido que
en realidad merecería una clasificación diferente?
(YA ME RESPONDIÓ)