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ENTREVISTA AL ESCRITOR JOSÉ CARLOS RODRIGO BRETO

P. Al inicio de tu libro, Ismaíl Kadaré: la Gran Estratagema, hay una dedicatoria


(«Para Gema: gracias por compartir conmigo estos años vividos en la Kadaria. Sin
ti, todo esto sería imposible») seguida de una cita de Franz Fakfa sacada de su
correspondencia con Felice Bauer  —la primera de sus prometidas y con la que
mantuvo una relación que se podría calificar fácilmente como anómala y casi por
completo a distancia— en la que el escritor praguense, en un tono inflamado de
pasión y amor sangrante, le aclara a Felice: «(…) Lo que me une a ti no es
solamente el amor, el amor sería poca cosa, el amor comienza, viene, pasa y vuelve
a venir, pero la necesidad con la que estoy absolutamente enganchado a tu ser es
una necesidad que permanece». Esto, al margen de quién sea Gema (no nos
queremos meter en tu vida privada), me hace pensar en una frase del novelista
estadounidense Richard Ford: «Cásate con alguien que ames y que piense que es
una buena idea que tú seas escritor», incluida en sus «10 Reglas para escribir
ficción». ¿Cuánto de verdad hay en esto que, medio en broma-en-serio, declara
Ford? ¿Cuánto influyen en su obra las circunstancias —históricas, psicológicas,
espirituales— en las que trabaja un escritor? ¿Cervantes, por poner solo un
ejemplo, hubiese escrito el Quijote independientemente de las peripecias que vivió
en su vida?
Gema es mi esposa, llevamos casados cinco añ os, y es ella la que má s sufre
mi trabajo literario. Entiende perfectamente el sacrificio que significa aislarme
durante horas (por no decir que días) cuando estoy escribiendo un nuevo libro.
Me encierro en mi cueva, un estudio que tenemos en la parte baja de la casa y
que no tiene comunicació n directa con la vivienda, hay que salir para poder
llegar a él. Allí he pasado muchos días metido en los ú ltimos meses, pero ella
comprende que es mi trabajo, como yo entiendo que sus ausencias de casa por
viajes es algo que forma parte del suyo.
Por otro lado, mi cita de Kafka está puesta porque de ella se desprende
que todo escritor es un desastre en potencia y que la mujer que lo ame debe
comprender eso. En mi caso, conquisté o enamoré a Gema con mis novelas, que
le mandé cuando ella vivía en Lisboa y ni siquiera nos conocíamos físicamente.
Así que eso me salió bien, y ella ha sabido admitir que la literatura, aparte de ser
mi trabajo es mi vida, algo que no siempre alcanzan a comprender todos. Por eso,
lo de Richard Ford no sé si es acertado, porque debes casarte con quien amas,
con quién te ama, y con quién comprende lo que significa ser escritor, no que
entienda que serlo sea si una buena idea o mala. En mi caso tengo la fortuna de
que Gema entiende que significa, y lo apoya, al ciento por ciento.
Citas a Kadaré: «Cada escritor, si preserva su visión, trata de pertenecer a
otro reino». ¿Qué reino es este? ¿Es este reino uno al que el escritor quiere invitar al
lector, y sin el cual dicho reino no estaría completo ni tendría sentido?
¿Este «otro» reino, desde el punto de vista de un comparatista literario, es único,
de qué está constituido? ¿Es el propio escritor el primer lector de su obra?
El otro reino al que se refiere Kadaré es al reino que cada escritor
construye con su escritura. Es obvio que escribimos para inventar realidades
paralelas en las ficciones que creamos. Es indudable que la escritura es un
circuito de doble sentido. Del autor al lector y vuelta. Nadie escribe para que las
cosas se guarden en un cajó n, por mucho que lo diga está mintiendo. Todo el
mundo que escribe lo hace para ser leído. La escritura creativa sin lectores no
tiene sentido. El reino del escritor es un reino constituido por un eterno y
complejo diá logo con todos los autores y todas las obras que existieron, existen y
existirá n. Cada libro es como una galaxia, un pequeñ o mundo en expansió n que
se conecta por infinitos agujeros de gusano con otros libros y con otros autores,
completá ndose así un red que se alimenta de unos y otros a la hora de crear las
ficciones. El escritor es así lector de su obra en tanto que es lector de muchas
otras obras que tratan temas afines. Esa es la verdadera fuerza de la literatura
comparada: la poderosa red de de agujeros que conectan unas ficciones con otras
y las interrelacionan, influyendo unas en otras y unas con otras.

            Saltándonos la posibilidad de responder con un «¿Por qué no?», ¿por qué


Kadaré?, ¿por qué no un Francisco Umbral, o un Benito Pérez Galdós, o un Camilo
José Cela, o un Miguel de Unamuno, o Enrique Vila-Matas, solo para nombrar a
algunos escritores españoles de relevancia y con vasta obra?
Por qué Kadaré y no otros autores, como esos españ oles que citas: esta es una
respuesta bien sencilla. La obra de Kadaré, lo monumental de su imaginario, lo
coloca como una pieza má s de una tradició n que integra a Homero, Virgilio,
Cervantes, Shakespeare, Dante, Kafka, Grass, Sebald o Bernhard. A ellos se suma
Kadaré. Es decir, es uno de esos gigantes sobre cuyos hombros debemos escribir,
en palabras de Petrarca. Los que me citas todavía está n escribiendo a hombros
de gigantes y ni de lejos pueden formar parte de esa tradició n que ha trascendido
mas allá de la literatura. Kadaré ya lo ha hecho.

 
¿Es una obligación de la literatura salvar vidas? ¿Exigirle a la Literatura que salve
vidas equivale, en efecto, a incluirla en una lista de actividades meramente
utilitarias, como lo podría ser el ejercicio físico?
La literatura no tiene la obligació n de salvarle la vida a nadie, pero el caso es que
en muchas ocasiones acaba salvando la vida del autor o de algú n lector
desesperado. En absoluto debemos pedirle que salve vidas, ni pedirle nada que
vaya má s allá de que con la lectura de un libro seamos diferentes que antes de
leerlo. Si el libro es bueno silencia nuestro ruido interior y nos deja distintos al
terminarlo, algo nos ha ocurrido, incluso puede que nos haya salvado en algú n
aspecto. Salvar vidas, incluida la del autor, es un efecto colateral de la escritura,
de la lectura, de la literatura, a la que solo podemos pedir que sea buena. Es
decir, que nos cambie. Lo que ocurre es que, cambiá ndonos en algo, por pequeñ o
que sea, igual ya nos ha salvado.
 
En las primeras páginas traes a colación a unos de los batallones que formaban
parte de las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil Española: el Batallón
Garibaldi, el cual estaba compuesto no solo de italianos, como comúnmente se
sabe, sino de polacos, serbios, húngaros y —por supuesto— de albaneses, entre
ellos, el escritor Petro Marko. Esta figura del escritor en guerras, me trae a la
memoria a personajes como Ernest Hemingway, o Saki, o Robert Graves. ¿Qué me
dices de estos autores a los que les tocó tomar el fusil o, si no, por lo menos estar
muy cerca de la muerte y del derramamiento de sangre, en contraposición a
escritores más despacho, tipo Octavio Paz o Alfonso Reyes, dos ejemplos que —creo
— representan a la mayoría de los escritores? ¿Te imaginas a un Franz Kafka
yendo al frente con un metralleta?
Cada escritor elige su camino. Unos acudieron a una guerra defendiendo unos
ideales que luego se corrompieron y otros escribieron desde sus casas. En
funció n de muchos elementos (el sistema político es uno de ellos) puede asumir
má s riesgo un escritor de despacho que un escritor que acude a la guerra.
Ademá s, el escritor que acude a la guerra acude a batallar, mientras que el
escritor de despacho siempre es escritor, incluso mientras batalla con sus
escritos y pone su vida en peligro. No puedo imaginar a Kafka en el frente porque
era un mundo completamente ajeno a su forma de ser. Sin embargo. libró
batallas internas terribles y ha pasado a la historia de la literatura sin necesidad
de luchar de forma armada. A veces se olvida, pero la pluma es siempre as
poderosa que la espada. Siempre.

 
Ya sabemos que el libro va sobre Ismaíl Kadaré, pero ¿qué más nos puedes decir de
Petro Marko? ¿Qué tan importante es para la literatura albanesa y mundial?
Petro Marko es un autor determinante para la literatura albanesa. Con su novela
"Hasta la vista" proporciona una visió n no sesgada y real del conflicto de la
Guerra Civil que luego los comunistas quisieron manipular. Marko pone verdad y
realidad a los acontecimientos, escribe, después, quebrantando las má ximas
realistas del héroe positivo de la literatura socialista, e introduce las letras
albanesas en la modernidad y en el surrealismo. Por eso sus obras fueron
prohibidas y destruidas y él encarcelado. Ahí radica su importancia, en que fue
alguien con un mensaje nuevo y diferente que se opuso a lo políticamente
correcto aun a riesgo de sufrir represalias. De estos escritores debe nutrirse la
literatura porque son los que la hacen avanzar. Marko es uno, Kadaré otro,
Bohumil Hrabal o Ivan Klíma en Checoslovaquia otros ejemplos.

Describes Gjirokastër, la ciudad donde nació Kadaré, como «Una tierra agreste, en
efecto, de cabras y quesos, una ciudad de piedra (…) que resulta determinante a la
hora de comprender algunos aspectos claves de su literatura. Un lugar fascinante y
hostil a partes iguales, marcado por los extremos. Gjirokastër, con sus numerosas
casas de piedra, se encuentra como desparramada por la ladera de una áspera
montaña, la montaña Mali i Gjerëo, como si la ciudad rodase hacia el fondo de la
hondonada del valle del Drin, en dirección al agujero, al embudo protegido por
unos inquietante picachos parduscos y pelados que gestan sobre sus cumbres
amenazadores nubarrones oscuros y cuando las cosas empeoran, rayos como
sierpes de neón. (…) Una topografía que forja un callo en el carácter de que la
habita (…)». Todo esto —continúas— aparece en la literatura de Kadaré. De nuevo
la circunstancia (el caos) en la obra de un escritor. Y yo que pienso en nieve,
montañas, palmeras, desiertos, guerras, catástrofes naturales, pestes. Y yo que
pienso en lenguas. Lenguas. Sí, lenguas. ¿Es la lengua —el idioma— otra
circunstancia? Y yo que pienso en gente, en almas, en «personas» como
circunstancias. ¿Es Hoxha, el dictador y némesis de Kadaré una de ellas? ¿En la
literatura, cabe hacerse preguntas como «Si Hoxha no “hubiera” existido, ¿qué
sería de la literatura de Kadaré? ¿Si Kadaré hubiera nacido en Canadá…?
Bueno, si Kadaré hubiera nacido en Canadá sería Wadji Mouawad... La lengua es
un factor crucial para todo autor. No poder expresarse en su lengua materna
significa un trauma, aunque gente como Koestler, Canetti o Manea han sido
capaces de escribir en otras lenguas y eso no hizo sino exacerbar el desarraigo.
La lengua, creo que lo dijo Kertész, es la verdadera patria del escritor. Y si Hoxha
no hubiera existido Kadaré hubiera seguido escribiendo porque se opone al
régimen de Hoxha que, sin Hoxha, hubiera sido el régimen represivo de cualquier
otro. Hoxha es una consecuencia del sistema, poderosa y terrible, pero una
consecuencia al fin y al cabo. Kadaré no es su némesis porque no lo combate a él
mediante su literatura, combate el sistema en donde Hoxha es el cabecilla. Pero
eso es una cuestió n de casualidad, mientras que el sistema criminal es un asunto
de maldad.

Narras de una manera muy jocosa y amena las vicisitudes que pasaste en Albania
recorriendo la ruta biográfica de Kadaré, Es de las partes del libro que más he
disfrutado. ¿Se puede —o se debe— mezclar ensayo con narrativa? Y si fuera el
caso, ¿se hace lo suficiente? ¿Ya se ha hecho bastante? Si es el caso, ¿quiénes son
ejemplos de grandes ensayistas que mezclen los elementos propios de la narración
con los de una investigación o ensayo literario o filosófico? ¿Es el humor siempre
importante en una obra, incluso si es ensayística o de análisis? ¿Es el tono
grandilocuente algo de lo que habría que huir como escritor?

Porque tiene todo que ver con el trabajo inmenso que has realizado analizando la
obra de Kadaré y acercándonos a ella, y además con el ánimo de que me (nos)
dispares algunas palabras de vuelta; te comparto esto que dice el escritor
mexicano Gabriel Zaíd en su artículo Atrapar un milagro, publicado en la revista
Letras Libres (31 de agosto, 2008): «Las grandes obras (famosas o no) son un
milagro, una zona de la realidad donde la vida sube de nivel y nos habla. La
conciencia absorta se pierde y se recupera con un foco más claro. La realidad
adquiere más sentido, y nosotros también. Las grandes obras nos animan, nos
vuelven más inteligentes y más libres, más imaginativos y creadores. Es natural
hablar de esa experiencia extraordinaria, compartirla, traerla y extenderla a la
vida ordinaria. La conversación acerca de las grandes obras puede ser, en sí
misma, un milagro creador. O mera resonancia de los nombres que suenan».

Cró nica de piedra, El palacio de los sueñ os, Abril quemado: tres obras de Kadaré
que, según tus palabras, podrían ser consideradas una especie de «tienda trasera»
del resto de su obra, por todo lo que tienen (en especial Crónica de piedra) de
proto-novelas, como la gestación o inicio de todo un universo narrativo con sus
códigos, formas, signos, temas y obsesiones. ¿Se podría considerar que Kadaré
pertenece a la tradición de grandes escritores que en realidad escriben un único y
largo libro a lo largo de toda su vida, como se podría decir de la obra del
estadounidense William Faulkner, o del uruguayo Juan Carlos Onetti? ¿Se podría
argumentar que no existe tal tradición, sino que, aunque a veces no lo parezca,
todo escritor termina escribiendo un único libro, por ejemplo Mario Vargas Llosa, u
Octavio Paz, u Orhan Pamuk? ¿«Proto-novela» es lo comparable a decir «obra
menor», o «obra de iniciación»? ¿Existe tal cosa como «obras menores» en el
conjunto de obras de un escritor? ¿Es posible que tales obras consideradas menores
sean en realidad centrales y de importancia profunda? ¿Podrías citarnos alguna
obra que sea considerada tradicionalmente como menor y que te hay parecido que
en realidad merecería una clasificación diferente?
(YA ME RESPONDIÓ)

¿Hay alguna diferencia substancial entre los totalitarismos de izquierda y los de


derecha? Si las hay, ¿son apenas decorativas (externas), estéticas, o son má s, por
decirlo de alguna manera, profundas? ¿Tiene algú n sentido seguir hablando de
izquierdas y derechas?

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