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Disfrutaba de su ser mecánico, de que su puesto no le exigiera creatividad,

responsabilidad, simpatía. Sólo devolver la pelota. Descubrió su querencia por los


trabajos automátcos, por aquellas actividades remuneradas que se desarrollaban en
bucles muy cortos. Le hacían sentir que pertenecía a algo más grande que él, a un
inmenso mecanismo que ordenaba su vida y producía infinitamente tarea para
entretenerle.
Admiraba a Robert Walter, su épica de la subordinación, su militancia en los
oficios menores. Ser ayudante , y no ayudado; ser fatídico y no emprendedor; irse
haciendo cada vez más pequeño.

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