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MEDITACIONES, ORACIONES Y PENSAMIENTOS DE

NUESTRA MADRE, ABUELA Y BISABUELA


PRÓLOGO

ADORATRIZ Y MADRE DE FAMILIA

Carmen del Campo Corcuera

Sí, esto es lo que fue nuestra querida madre, abuela y bisabuela: una
monja adoratriz y una madre de familia al mismo tiempo: adoratriz en
espíritu, y madre de familia, de hecho. Ella hubiese deseado ser solamente
lo primero, en espíritu y en verdad, pero unas circunstancias familiares
extraordinarias se lo impidieron, y hubo de hacer compatible la monja con la
madre por un acto heroico de caridad.

Esta mujer, de extraordinario temple y valor, tiene nombre y apellidos,


y es bueno que los pongamos aquí para que los peques la conozcan bien: se

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llamó Carmen del Campo Corcuera. Y fue riojana, por más
señas. Nace el 11 de mayo de 1903 en Santo Domingo de la
Calzada, una localidad situada a orillas del Río Oja, y que en la
actualidad cuenta con 6.369 habitantes. Y cuenta también con
Con su madre Paz
una Iglesia románica del siglo XIII, que desde 1959 lleva el
título de Catedral.

Fue hija de Daniel y de Mª Paz, un matrimonio fecundo, como tantos


otros de la época, que llegó a contar hasta 17 retoños, de los cuales ella hacía
el número 14. No todos, sin embargo, llegaron a la edad adulta, y algunos de
ellos murieron al nacer. Pero la mesa siempre estuvo bien poblada de niños,
y ahí estaba D. Daniel, desdoblándose con el oficio de constructor en el
pueblo, y como Oficial de la Diputación Provincial de Logroño después, para
llevar a casa el dinero necesario que Dña. Mª Paz convertía después en
alimentos y en cositas de vestir. Esta familia siempre se comportó, en las
formas y en el fondo, como una familia profundamente católica. No
deberíamos olvidar nuestras raíces.

Y Carmen -voy a llamarla así en este prólogo de presentación- desde


muy niña, siempre manifestó una gran inclinación a la piedad y a los rezos.
Algo que muy pronto cristalizó en un amor intenso a Jesús y a su Santísima
Madre, la Virgen María. Se puede decir, sin temor a equivocarse, que los dos
grandes amores en la vida de Carmen, desde muy jovencita, han sido Jesús
y María, unos amores que con el paso del tiempo, nunca se apagaron.

Con motivo de conseguir D. Daniel el cargo de funcionario en la


Diputación de Logroño, la familia se trasladó a vivir en la Capital de la Rioja.
Y muy pronto se fijaron los ojos de Carmen en el Convento que las Madres
Adoratrices tienen en Logroño desde el año 1907. Es el Colegio Purísima
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Concepción, dedicado, como actividad exterior, a la educación de los niños,
pero que, de puertas para adentro, las adoratrices son conocidas por su
intensísima vida interior, adoradoras y esclavas de Jesús Sacramentado y del
Sagrado Corazón de Jesús, manifestado a Santa Margarita María de
Alacoque en las postrimerías del siglo XVII. Sin poderlo remediar, Carmen
se sentía sumamente atraída hacia las Hermanas Adoratrices. Ellas tenían la
suerte de poder dedicar largos espacios de tiempo a la meditación de los
Sagrados Misterios. Largos espacios de tiempo de poder estar en intimidad
con Jesús y María. En una de las poesías que son suyas, en la obra que estoy
prologando, deja ver claramente el impacto que le causaba solamente el
hecho de contemplar el Colegio desde fuera.

Todas las tardes venía


con mis buenas compañeras,
a cantarte en mil maneras,
contemplando tu fachada.

Como no podía ser de otra manera, Carmen termina ingresando en las


Adoratrices de Logroño, emitiendo sus votos de pobreza, castidad y
obediencia a los 21 años, el día 28 de diciembre de 1924.

De cómo se integró en esta institución de Adoratrices, y de cómo


sentía ella esta casa como propia, nos habla la misma poesía, anteriormente
citada, en otras dos de sus estrofas:

Centro de mis ilusiones,


adorada casa mía,
pues por propia te tenía
y en ti tan solo soñaba.

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Cuántas veces defendí
tu honra y gloria con tesón,
siempre fuiste mi blasón,
sólo viéndote gozaba.

Pero Carmen no estaba destinada a envejecer en el Convento de las


Adoratrices de Logroño. El Amado de su alma le tenía destinado otro
palomar. De la capital de la Rioja había de volar a la capital de la Alcarria,
Guadalajara.

En 1926 la dirección de las Adoratrices españolas, que se encontraban


en plena expansión, decide abrir un nuevo Convento en Guadalajara, que
había de llevar por nombre Niña María. Todo un nombre para estimular sus
atractivos hacia la nueva Casa.

Cuando una Congregación de monjas abre una nueva casa, es porque


cuenta con nuevas vocaciones dispuestas a ir allí. Pero las que poblarán la
nueva casa no serán todas nuevas porque, aunque tengan muy buenas
intenciones, no conocen el funcionamiento de la Institución. Al frente de la
nueva casa estarán personas que conocen bien el engranaje de las cosas y van
a contagiar a las nuevas vocaciones el espíritu de la Congregación.

Pues bien, para esta función fue elegida, entre otras, la Hermana
Carmen del Campo Corcuera, que llevaba ya dos años viviendo en la
fundación de Logroño, y había sintonizado admirablemente con el espíritu
de la Institución. La Superiora le comunica la nueva asignación, y Carmen
no se lo piensa dos veces. Es cierto que se aleja de los familiares y de tantas
buenas amistades, y de esta casa que tanto quería, pero el Esposo lo es todo
para ella. Ella irá donde el Esposo le mande. Sabe muy bien que donde quiera
que esté, allí estará el Esposo, el amor de su alma. Y Carmen se alistará entre
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las tres o cuatro veteranas que van a dar nombre, rumbo, ponderación y buen
hacer a la Nueva Fundación de Guadalajara.

La nueva fundación tuvo felicísima acogida por parte de los


caracenses, y enseguida se comenzó a vivir en ella la vida regular. De esta
vida regular nos habla nuestra querida madre, abuela y bisabuela, la Hermana
Carmen entonces, en un cuadernito de su propiedad, forrado con pastas de
hule negro, que damos a conocer ahora, y en el que se encuentran, de su puño
y letra, anotaciones espirituales de todos los tenores: pequeñas charlas,
pautas de comportamiento, escritos propios, textos de san Agustín, poesías
de San Juan de la Cruz y de Santa Teresa de Jesús, himnos al Sagrado
Corazón, Jaculatorias, Oraciones, Pensamientos, Sentimientos, Poesías y, al
final, un pequeño y delicioso comentario a las partes importantes de la Misa.
Son textos espirituales escritos en un cuaderno de llevar en el bolsillo y de
poder consultar en cualquier lugar y en cualquier momento en que uno se
encuentre. Ella podría no haber anotado nada o podría haber anotado otras
cosas, pero anotó las cosas que se encuentran aquí, sin duda para vivir de
ellas y hacer de ellas el alimento de su alma. Los contenidos de estos escritos
son los que han configurado y labrado su vida. Y son unos contenidos,
algunos de ellos sobre todo, exigentes hasta llegar a lo heroico.

Ninguno de estos escritos lleva fecha de asentamiento en el cuaderno,


por lo que no podemos saber en qué momento fueron fijados en sus páginas.
Cabe la posibilidad de que algún texto propio haya sido fijado en el cuaderno
después de haber salido del convento y haber formado una familia. De hecho,
alguno de sus hijos, ya de mayor, veíamos cómo ella anotaba cosas en el
cuadernito. Y hay textos propios en él en que claramente lamenta lo que
perdió y que pueden hacer alusión a su vida anterior en el convento.

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La historia, los que somos mayores, la
conocemos todos o casi todos en la familia.
Ezequiel José y Josefa
Una hermana suya, María Josefa, algo más
joven que ella, se había casado con
Ezequiel José, un joven apuesto y buen
mozo, de la localidad de Calahorra, la capital de la Rioja Baja. Todo
absolutamente normal. En el momento de la boda, Carmen ya llevaba unos
diez años de Adoratriz. Pero el primer parto viene complicado, y a la vuelta
de 40 días de haberse producido, María Josefa fallece, aunque los médicos
pudieron salvar la vida de la niña que venía en el parto, Maruja. Y aquí
tenemos a D. Ezequiel José, viudo, joven, Profesor multiocupado en el
Instituto de la ciudad de Calahorra, y con una hija recién nacida, sin madre
que la cuide y que le de todo el cariño que un bebé necesita recibir desde los
primeros días. Ni corto ni perezoso D. Ezequiel José se presenta en el
Convento de Adoratrices de Guadalajara y pide una entrevista con la M.
Priora y la que entonces era su cuñada, Carmen del Campo. Comentan la
desgracia acaecida en la familia, y dirigiéndose a Carmen, le dice con toda
solemnidad en presencia de la M. Priora: “Tu hermana se me ha aparecido
en sueños y me ha dicho que me case contigo para que Maruja tenga la
mejor madre que puede tener”. Las dos religiosas le creen sin ningún
resquicio de duda, y Carmen se ve en la obligación moral de abandonar la
Vida Religiosa, la delicia de sus días, para casarse con su cuñado y dar una
madre a su sobrina Maruja cuanto más pronto mejor.

Y Carmen comienza una vida de matrimonio con su cuñado, Ezequiel


José, el abuelo Ezequiel José, del que hemos nacido cinco hijos en este
orden: yo, José María, Mario, Jesús (que muere a los seis meses), otro Jesús
y Francisco Javier, que en compañía de Maruja, formamos la familia con la
que María del Carmen del Campo nunca había soñado, pero a la que se

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entregó con la misma generosidad cristiana que se había entregado
antes a la familia de las Adoratrices. Con Maruja no hubo nunca
más diferencia que la de ser la mayor. Así lo quiso ella, nuestra
madre, desde el principio, y así lo aceptamos, de buen grado, los demás.

Corría el año 1935 cuando Carmen y Ezequiel José contraen


matrimonio, y la familia se instaló en Calahorra, en la muy noble ciudad de
Calahorra, de 23.587 habitantes ahora, que en la época romana prestó una
guardia personal de 3.000 calahorranos a Julio Cesar, y que entonces la
ciudad llevaba el nombre de Calagurris Julia Nassica Fidularia. Y, puestos a
desempolvar glorias romanas y para que los peques lo tengan siempre en la
memoria, también hay que decir que en Calahorra nació Marco Fabio
Quintiliano, y que en el siglo III fueron degollados por ser cristianos San
Emeterio y San Celedonio, a orillas del río Cidacos, y que fue en ese mismo
lugar donde se levantó, para eterna memoria, su famosa Catedral románica
del siglo XI. Y para más señas de lo que nos ocupa, la familia vivió en un 2º
piso alquilado, del nº 36, de la Calle Mayor.

Nace el primer hijo, el que suscribe, del matrimonio Carmen-Ezequiel


el día 17 de noviembre de 1936, o sea, cuando los españoles están
enfrentados en plena guerra civil. Tiempos difíciles aquellos. La familia
conoció y vivió las carencias propias de la época, como el hambre, el pan
negro, las cartillas de racionamiento y el estraperlo.

Y ahí estaba Carmen, la abuela Carmen, ingeniándoselas


como podía, criando gallinas y conejos en el trastero, encima
del piso, y alimentando cerdos en el sótano para sacar
adelante la familia. Así fueron de fuertes y difíciles los años
de la guerra y la postguerra. Precisamente por eso había que
tener muy propicio al Señor. Todos los días, de madrugada,

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acudía ella a la Iglesia de San Francisco, bastante cercana a la casa, para oír
Misa. Y, según íbamos creciendo, se hacía acompañar de cada uno nosotros,
sus hijos.

Algunos de los niños de entonces, recordamos hoy y las repetimos en


su integridad, las oraciones que ella nos iba enseñando, cogiditos de la mano,
en la etapa de la infancia: Jesusito de mi vida, Bendita sea tu pureza, Ángel
de mi guarda. Y cuando ya éramos un poco mayores nos enseñaba el Señor
mío Jesucristo y otras oraciones parecidas de la piedad cristiana. Tuvo
siempre buen cuidado de enseñarnos, para decirlas después de la Comunión,
las oraciones de Alma de Cristo, santifícame
y Miradme, oh mi amado y buen Jesús. En
una ocasión que yo estuve muy enfermo, al
borde de la muerte, recuerdo que ella me
decía: hijo, vamos a rezar. Y yo comencé a
balbucir: Señor mío Jesucristo. Estas
Familia Losantos del Campo

pequeñas cosas dan fe, creo yo, de la gran


preocupación que ella tuvo siempre por hacer de su casa un hogar cristiano.

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Mantuvo siempre fuerte el ambiente cristiano dentro de la familia,
pero sin estridencias ni imposiciones. Los niños siempre gozamos en este
sentido de holgura y libertad, aunque a ella le hubiese gustado vernos a todos
monjas y frailes.

Con Maruja en el Convento Sus hijos en el Seminario

Y cuando ya crecimos, y ella veía que alguno no conducía su vida por el


camino correcto, discreta y cariñosamente nos recordaba la frase del
Evangelio: “hijo, ¿de qué te sirve ganar todo el mundo si al final pierdes tu
alma?” Con todos los perdones, yo doy personalmente fe de ello.

Estas palabras, dichas así, con respeto y amor materno, los “chicos” nunca
las hemos olvidado.

Pero el tiempo pasó, y las estrecheces del comienzo poco a poco


fueron rompiendo las costuras y abriéndose a mejores estándares de vida. A
ello contribuyó también, y en gran manera, el talento y el empuje laboral del
abuelo, Ezequiel José, que en el Instituto de 2ª Enseñanza de la ciudad,
Marco Fabio Quintiliano, ejerció de Profesor, Jefe de Administración y
Secretario. Al mismo tiempo, hizo de Corresponsal de las Agencias Efe,
Cifra, Logos y Delegado del Ministerio de Información y Turismo.

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Y más tarde fundó la Escuela de Maestría
Industrial de Calahorra, de la que fue Director.
Y, esta excelente labor social, se vio coronada
con el nombramiento de Alcalde de la ciudad.
Tras una larga enfermedad, el abuelo murió en
los brazos amorosos de la abuela Carmen en
Ezequiel José, Alcalde de Calahorra
1981.

Maruja se dejó contagiar de la monja que la abuela Carmen


llevaba dentro y llegó a profesar en un monasterio de
monjas de Galicia, pero salió, se casó, tuvo hijos, enviudó
y ahora vive en Logroño.

El que suscribe, José María, que es el primogénito, hizo


también alguna experiencia de seminario, pero muy pronto
me di cuenta de que aquello no era para mí, y le dije: Mamá, antes que ser
un mal sacerdote, prefiero ser un buen ciudadano. Y ella lo aceptó sin
rechistar. Me casé en primeras y segundas nupcias, 7 hijos, vivo en Madrid,
y estoy jubilándome de empresario.

Con una de sus nietas

Mario siguió la estela de su hermano mayor en el seminario, en el


abandono del mismo y en el matrimonio. Tuvo también cuatro hijos y
falleció en 1999.
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Jesús fue directamente al matrimonio sin pasar por ningún seminario,
le nacieron dos hijos, y vive en Logroño.

Y Francisco Javier siguió la misma estela de Jesús, le nacieron 8 hijos


y vive en Calahorra.

Ya dije más arriba que el abuelo Ezequiel José falleció en 1981. A


partir de ese momento, la abuela Carmen vivió conmigo en Madrid, en la
zona de La Moraleja. Me ocupé desde el primer momento de que estuviera
perfectamente atendida, le di todo el cariño de que fui capaz, y puse a su
disposición un coche con chofer para los desplazamientos que necesitase
hacer.

La verdad es que los únicos, o casi los únicos, desplazamientos que


hizo la abuela Carmen en los nueve años que vivió en nuestra casa, fueron a
alguna Iglesia de la zona, porque había varias Iglesias en la zona. Dos de
ellas estaban enclavadas relativamente cerca de la casa, y solía ir ella sola a
pie, acompañada de un perro mastín enorme -Sansón se llamaba- que se
había hecho perfectamente a ella, y solía esperarla en la puerta de la Iglesia,
y tantas veces, aprovechando que otras personas abrían la puerta, entraba él
también y se colocaba junto a ella. Y después la seguía hasta el altar cuando
iba a comulgar. Y los asiduos a las misas terminaron viendo esta escena con
gran simpatía. Aprovechando la facilidad del coche, muchos días asistió a
cuatro o cinco misas. Y como había obtenido del Papa Pío XII el privilegio
de comulgar toties quoties (todas las veces que asistiese a Misa), comulgaba
en todas ellas, cosa que no estaba permitida entonces al común de los
católicos.

En familia y en sociedad siempre fue cordial y comunicativa. Y en los


momentos en que no estaba en familia o con alguna otra persona, casi

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siempre se la veía asida a su Rosario o leyendo el Librito de pastas de hule,
cuyo contenido damos a conocer en las páginas que siguen.

Estos breves datos nos demuestran que, en el fondo, Carmen, la abuela


Carmen, siempre fue la monja adoratriz que había profesado en su juventud,
aunque las circunstancias de la vida le hubiesen obligado a amar al Esposo
de otra manera: amando a otro esposo aquí en la tierra y formando con él una
familia para traer al mundo unos hijos que de otra manera se hubiesen
quedado para siempre en el limbo de las meras posibilidades. Yo el primero,
que soy su hijo mayor.

José María Losantos

Cuidando de su nieto Daniel

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MEDITACIONES, ORACIONES Y PENSAMIENTOS DE UNA
MADRE, ABUELA Y BISABUELA

¡…La santidad es el fruto que da el tiempo bien empleado: Para poder


pasar todo el tiempo y momentos de nuestra vida en “hacer con mucho amor
la Voluntad Santa de Dios” no nos basta con cumplir exteriormente nuestros
deberes, sino que es necesario que a todos ellos anime y acompañe el espíritu
interior, un deseo verdadero de con todo y en todo agradar…, amar mucho a
Dios…..

Cuan bien sabrá hacer esto, la religiosa que penetrada de la dulce y


consoladora verdad, de que en el templo interior de su alma ha fijado su
morada la Santísima Trinidad; trata de continuo de acompañar, adorar, alabar
y amar a Quien por amor ha prometido hacer su morada en lo íntimo de su
alma: “Cualquiera que ama, observará mi doctrina, y mi Padre lo amará, y
vendremos a él, y haremos mansión dentro de él”.

Qué consuelo para nosotros, pobres y miserables, vernos así amados de Dios
y poder encontrar en nuestro interior cuanto necesitamos. “Yo soy la vid,
vosotros los sarmientos: quien está unido, pues, conmigo y yo con él, ese da
mucho fruto; porque sin mi nada podéis hacer”: rindamos de continuo
homenaje de adoración y amor al Padre que nos ha criado: llénese de
agradecimiento nuestro ser ante Jesucristo, que nos ha salvado prometiendo
seguirle y caminar en pos de Él con mucho amor. “Quien quiera venir en
pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”, y al Divino Espíritu
supliquémosle, de su luz sacrosanta, un puro rayo que penetre el pecho, para
con él conocer a Dios; concediéndonos el don del Divino Amor.

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Vivamos siempre esa vida sobrenatural, de unión verdadera con Dios en
todos nuestros deberes, ocupaciones, actos, en todo, vida de fe y vida de
amor.
Que la pureza de intención vaya siempre delante haciéndonos buscar
a Dios en todo.
Debemos servir a Dios con alegría, siendo sus hijos verdaderos que
puedan decir con verdad que su yugo es suave y su carga ligera y esto se
consigue por el amor, por esa fidelidad amorosa que en todo y con todo sólo
busca hacer lo que más le agrada y del modo que a Dios le agrada. Se
comprende que para vivir esta vida hay que morir a esa vida exterior de
sentidos, humana.; ¡Cuánto afligiría a Jesús la religiosa que obra así!
Cumpliendo sólo por cumplir con sus deberes y ¡cuántas faltas llegará a
cometer de ese modo! Haciéndosele la vida muy seca y pesada. No
olvidemos que esas quejas tan impropias en una religiosa, por las que se
demuestra cansancio o cosas parecidas por encontrar pesado el yugo del
Señor, nacen de poca generosidad, pues en las almas generosas todo se
transforma por el amor que a Dios tienen, llegando ante ellas a desaparecer
el nombre de sacrificio en esas cosas ordinarias que se presentan, ya que
están deseosas de santificarse y abnegarse, pero sólo por agradar a Dios
escondiéndose a los ojos humanos.
Las religiosas deben ocuparse de lleno en amar mucho a Dios: nadie ha
sabido hacer esto mejor que nuestra Madre Purísima, y desea de verdad le
imitemos y ayudarnos; unámonos en todo a Ella. Todo con María y por
María, seamos sus amantes hijas que Ella es siempre nuestra Madre
amantísima.
Es necesario también que, olvidadas de nosotras, busquemos sólo los
intereses de Cristo, la gloria de Dios y las almas haciendo que todo se dirija
a esto…
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Al levantarme confesando con fervor y devoción (como Adoratriz) al
A L A B A D O, hacer un acto de amor: “Os amo Dios mío”, “heme aquí
para hacer vuestra santa Voluntad”, dadme para esto vuestra divina gracia;
después del Ángelus signarme y santificarme bien armándome con la Santa
Cruz: Jesús mío en unión con Vuestra preciosa Sangre y con cada
movimiento de mi ser etc. Oh, Jesús mío, etc. Padre nuestro, etc., Soy tuya
para siempre, etc. Tomad, Señor etc., Jesús Santo, etc. Dispuesto está mi
corazón etc., Jesús mío, yo quisiera consolaros, etc., Jesús mío, yo quisiera
haceros este día, etc., Corazón de mi amable, etc., Virgen y Madre, etc.
Madre mía Inmaculada, por tu Pura Concepción alcanzadme la
perseverancia, pureza y humildad de corazón (con tres Ave-Marías tres
veces). Bendita sea tu pureza etc., Madre mía Inmaculada, tenga yo la feliz
suerte de ser por ti visitada en la hora de mi muerte, de recibir a Jesús etc.,
de ser siempre Adoratriz etc. Madre mía, aquí tenéis a vuestra hija, etc., tres
veces. En vos, Madre mía, etc. Jesús, José y María, etc. Ángel de mi guarda,
etc. Ángeles, mis abogados, amad a Jesús por mí y protegedme. Un Padre
nuestro a San José y Madre Sacramento para que me conceda la santa
perseverancia, tu espíritu, vida interior, espíritu de oración, y una santa
muerte. Secuencia: ven Espíritu Santo etc., peticiones; ir haciendo las cosas
con pureza de intención conforme mandan las santas reglas; ser diligente,
vestirme con mucha modestia, besar el santo hábito al vestirme y darme
cuenta de cuánto me ponga, procurando me sobre un rato antes de las 5 para
decir la secuencia del Espíritu Santo y pensar en la meditación.
··························································································
La meditación bien hecha es el medio más seguro para llegar a la santidad:
combatiré con energía contra los obstáculos que se me presenten para hacerla
bien.

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Asistiré al Santo Sacrificio con gran reverencia y recogimiento. Comulgaré
con mucha fe y amor, con preparación sólida permaneceré con Jesús con
todo el amor y atención que pide la real presencia y posesión del Dios de
Amor, y alcanzar las humanas flaquezas: renovaré los votos y entonaré el
Magníficat uniéndome a la Santísima Virgen.
·························································································
En el desayuno continuaré dando gracias; purificaré la intención, prevendré
las ocasiones que se me puedan ofrecer para proceder en todo como [a una]
religiosa conviene, imitando y agradando a Jesús.
De 8 a 9: el deber con pureza de intención, perfección y con espíritu de
caridad y sacrificio haciendo todo conforme me manda la regla: no perder
tiempo, ser de poco hablar y esto (es) necesario.
De 9 a 9’30 en lo del día: 10 a 11 pensar en la meditación. 11 a 11’30
ofrecer la preciosa Sangre: y acompañar a la Santísima Virgen hasta el
examen general y particular. Anotar faltas.
12 Comer con pureza de intención, atención a la lectura y espíritu de
mortificación.
Recreo: ser comunicativa, sin dominar; tener conversaciones
convenientes, provechosas, espirituales; no dejar de hablar por no tener
ganas.
Un deber como por la mañana: de 3 a 3’30 recordar la lectura. De 3’30 a
4’30 la Pasión de Jesús. 4’30 Trisagio en unión con la corte celestial: en las
veladas aprovechar el tiempo espiritual y materialmente: El rosario, rezar[lo]
con devoción, meditando los misterios: al De profundis una mirada a la
muerte ¿de este día qué me queda? Ya pasó, así pasará mi vida. Al acostarme:
consagrarme a la Santísima Virgen; hacer un acto de contrición; pensar en la
meditación si siente devoción, rezar el Te Deum en acción de gracias, pedir
a Jesús me encierre en la llaga de su costado en su Divino Corazón y dormir
y descansar en la protección de Dios.
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Lunes: dedicado a contemplar la oración de Jesús en el huerto, petición por
la santificación de los sacerdotes y religiosos.
Martes: la flagelación: petición por la conversión de los pecadores en
especial por los impuros.
Miércoles: la coronación de espinas: petición por los pecadores
empedernidos y nuestras familias.
Jueves: la institución de la Sagrada Eucaristía: petición por el Instituto, su
propagación, santificación de sus miembros y por las intenciones de nuestra
Santísima Madre.
Viernes: la cruz a cuestas y crucifixión: petición, conversión de infieles y por
los misioneros.
Sábado: la soledad de mi Madre Santísima: petición por las colegialas y las
jóvenes. También por las almas del purgatorio.
Domingo la resurrección: petición por nuestra Santa Madre la Iglesia, por el
Santo Padre, sus intenciones y propagación de la fe.
Se puede cambiar si da más devoción o aprovecha el espíritu de este o
de otro modo.
Lunes: fin del hombre: martes la muerte. Miércoles: el juicio y la
eternidad. Jueves: la Encarnación o vida oculta. Viernes: Crucifixión.
Sábado: la soledad y dolores de mi Madre Santísima. Domingo:
Resurrección.
Si este horario estorba en lo más mínimo al deber o a la observancia
de las reglas no agradaría a Jesús que lo pusiera en práctica, pero si me valgo
de él como medio para cumplir mejor mi deber y reglas por la unión con
Dios, aprovecharé mejor el tiempo y obraré con más pureza de intención.

Jaculatoria para purificar la intención:

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Oh Santísima Trinidad, en unión con Jesús María y José voy a hacer esto…
para hacer vuestra santa voluntad por Vos mi Dios y mi Todo.
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¡Oh, Dios mío! Quisiera convertir a tantos pecadores como arenas hay
en el mar, hojas en los árboles, plantas en los campos, átomos en los aires,
estrellas en el cielo, rayos tantos como criaturas hay en el mundo…
Ya no soy mío sino todo vuestro, Dios mío y mi único Tesoro. Os
ofrezco el sacrificio que acabo de consumar por medio de nuestro Señor
Jesucristo, mi Salvador, y de María, mi Madre, con el único fin de
entregarme enteramente a Vos. No me cansaré de dar gracias a la Virgen
Santísima a la cual reconozco deudora de mi vocación.

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¿Qué es lo que yo amo, cuando os amo, Dios mío? No es hermosura


corpórea, ni bondad transitoria, ni luz material agradable a estos ojos, ni
suaves melodías de cuales quiera canciones, no la gustosa fragancia de las
flores, ungüentos o aromas, no la dulzura del maná, o el maná o la miel, ni
finalmente deleite alguno que pertenezca al tacto o a otros sentidos del
cuerpo.
Nada de eso es lo que amo cuando amo a mi Dios, y no obstante eso, amo
una cierta luz, una cierta armonía, una cierta fragancia, un cierto manjar y un
cierto deleite cuando amo a mi Dios, que es luz, melodía, fragancia,
alimento, y deleite de mi alma. Resplandece entonces en mi alma una luz que
no ocupa lugar; se percibe un sonido que no lo arrebata el tiempo; se siente
una fragancia que no la esparce el aire; se percibe gusto de un manjar que no
se consume comiéndose y se posee estrechamente un bien tan delicioso que
por más que se goce y se sacie el deseo, nunca puede dejarte por fastidio.
Pues todo esto es lo que amo cuando amo a mi Dios.
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Nunca hablaré fuera de tres casos: cuando se halle comprometida la Gloria
de Dios, o el bien del prójimo o un motivo de verdadera necesidad. Así lo
demande…
En la recreación, no hablaré tampoco sino cuando sea interrogada o no
lo reclamen algunos de los tres casos indicados.
De mí jamás diré ni bien ni mal; me portaré como si no fuera de este
mundo.
Nunca me disculparé, aun cuando en mi apoyo tenga bien fundadas
razones, con tal que de mi silencio no resulte ofensa a Dios o daño de mi
prójimo; seré enemiga de toda inobservancia regular.
Nunca acusaré a nadie, ni hablaré de sus defectos, aunque sólo sea en
broma.
Excusaré siempre a mi prójimo considerando en ellos la persona de
Jesucristo acusado siempre inocente, por los judíos. Defenderé sobre todo a
los ausentes.
Si alguno hablare mal del prójimo, aunque sea Superior, se lo
advertiré.
Me esforzaré por evitar a los demás ocasiones de impacientarse.
Al culpable de alguna falta, me guardaré bien de corregirle en público,
lo haré a solas con él, con suma caridad y con voz baja.
Cuando sea alguna madre o hermana en gran aprieto, lo dejaré todo
para ayudarla, si la obediencia no me lo estorbare.
En los empleos o trabajos en que tenga que ayudar a otros, obedeceré
sin replicar al que preside. Jamás me atreveré a decir: “esto no está bien, o
aquello no me gusta”; con todo, si por experiencia supiere que alguna manera
de obrar no es buena, expondré mi parecer sin alardear de maestra.

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En la mesa tomaré los manjares que estén más cerca de mí, sin mirar
los demás.
En los momentos de emoción, tendré gran cuidado de no obrar contra razón.
Si alguno me reprendiere o acusare; dejaré evaporar el mal humor, para que
en el fondo quede la dulzura.
Mi gran resolución consiste en darme del todo a Dios, de suerte que
siempre tenga a la vista estas palabras: sorda, muda, ciega.
Quiero o no quiero, serán palabras que jamás pronunciarán mis labios.
Sólo una cosa quiero: Vuestra voluntad, Dios mío y no la mía.
De todo corazón procuraré no buscar mi propio interés.
Las horas de silencio las pasaré meditando la Pasión de Jesucristo y
los dolores de María.
Quiero que todas mis oraciones, comuniones y demás buenas obras
sean aplicadas por los pobres pecadores, en unión de la preciosa Sangre de
Jesucristo.
Al recibir la bendición de mi superior, consideraré que el mismo
Jesucristo es quien me la da.
Mi acción de gracias durará desde el momento de comulgar hasta
mediodía, y la preparación para el día siguiente desde mediodía hasta las seis
de la tarde.
La dulzura es hija de Dios, y trae consigo paz, tranquilidad, reposo del
alma.
Más se gana con la dulzura que con la aspereza, que este engendra
turbación, obscuridad, mil géneros de tentaciones y pereza espiritual.
Más moscas se cogerá[n] con una cucharita de miel que con cien
barriles de vinagre.
A todas debo dar lo mejor, reservándome lo peor para mí, con ánimo
de dar gusto a Dios.

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La vida religiosa es: Cruz y Calvario, siempre jamás: hacimiento,
transformación y muerte: panal de miel de consuelos y dulzuras.
El Reino de Dios no consiste ni en pensamientos, ni en palabras, sino
en fidelidad, en la violencia continua a sus inclinaciones, en el desasimiento
de todas las criaturas, en la renuncia de sí mismo, y en el amor a las tres
compañías del Salvador: la pobreza, el desprecio y el dolor.
Ten para con Dios corazón de hijo, para el prójimo corazón de madre
y para contigo mismo, corazón de juez. Jesús mío, Tú eres mi centro y
felicidad, Tú eres mi Dios y mi todo.
************************************************
Mi alma de paz rebosa.
¡Qué venturosa soy con Dios!
Vivir por siempre en sus palacios.
Es lo que anhela mi corazón.

Amar a Cristo, Vivir su Vida,


ser toda suya, morir de amor.
No te inquieten nunca trabajos del día.
Amar es faena de toda la vida.

“No se ven tus obras”,


cuando así te digan.
Responda: “Amo mucho”,
esta, esta es mi divisa.

Alma mía, convéncete que no sirves nada más que para ser
despreciada y humillada siempre, hasta morir, dichosa y feliz serás
siempre…si sabes aprovecharte siempre.
**********************************************************
22
Mi respetable Señora: Por caridad me suplicaba V[d.]. en su agenda
de 1º de Julio, aliviase algún tanto sus penas escribiéndole; y mi caridad ha
sido tan menguada que hasta ahora no ha habido medio de hacerlo; bien que
remitía V[d.] por el correo una hojita impresa que tal vez haya hecho caer en
su trabajado corazón, alguna gotita de rocío celestial.
Sufre V[d.] mucho, es verdad; pues, Señora, sea muy enhorabuena, y
cuanto más sufre, tanto más enhorabuena, y cuanto menos alivio, habla de
quien más lo esperaba sea tanto más enhorabuena; que con esos golpes se
fabrica la corona que V[d.] busca, y gana el amor del Rey celestial de cuyo
divino Corazón ciertamente está V[d.] prendada. Ya sabe Vd.], Señora, que
Ihs: (Jesus hominum Salvator = Jesús Salvador de los hombres).
No hay amor sin dolor, y mucho más en el de Dios; porque es más
verdadero amor. El erial ha de probarse en trabajos como el oro en el fuego;
y si V[d.], se conserva en medio de ellos y les resiste, será oro fino, a quien
dirá Jesús: Tú eres la que permaneciste conmigo en mis tribulaciones. Si el
Señor no la amase a V[d.]. no la pondría en trabajos, mas si la pone en guerra,
señal es que le quiere dar la corona – si le dan a V[d.] la cruz, y confíe que
le darán al que está clavado en ella y tan cosido, con clavos que no se puede
separar, para que todos entiendan que quien a ella tiene, tiene a Él y quien a
Él quiere tener, ha de cargar con ella.
Consuélese pues V[d.] en sus trabajos y hágales rostro como sierva de
Cristo, que pues tiene la esposa, que es la cruz, no le negarán el Esposo que
es el crucificado; no queramos nosotros separar lo que Dios juntó, y pues
Jesús pasó a su Reino desde la Cruz, así hemos de pasar nosotros. Ihs.
Cuando vengan trabajos, cierre V[d.] los ojos, humille su frente al
yugo del Señor y sígale, sin preguntar a su propio juicio ¿por qué me sucede
esto? Mejor fuera por aquí o por allá, etc. Esas son preguntas de la serpiente
como lo hizo con Eva. “¿Por qué os mandó el Señor mortificaros no
comiendo de ese árbol?” A lo que debiera responder: yo no soy juez para
23
juzgar los designios de Dios, sino sierva para someterme sencillamente a su
Voluntad, como lo hizo la Virgen Santísima. “He aquí la esclava del Señor-
Hágase en mí”, etc.
En estas dos palabras, Señora, Heme aquí-Hágase consiste la santidad.
¿Se ofrece algo en que serviros, Dios mío? ¡Aquí estoy! - ¿Queréis, Señor,
que sufra esto y aquello? - ¡Hágase!
Ya [le] he dicho a V[d.] otras veces que el mayor favor que en este
mundo Dios hace a los suyos es que padezcan por su amor; mientras más
acíbar Dios le da, la hace más agradable a Él; mientras más martillada, saldrá
usted más resplandeciente, y mientras más abandonada ahora, será después
más abrazada.
Por ahí pasaron los mártires, sufriendo tanto de los sayones y tiranos;
y ahora que no hay esos tiranos permite Dios muchas veces que lo sean,
MM., Hnas. y amigos, que aunque por modos más suaves atormentan más
que los antiguos.
Atendido su carácter y la situación de V[d.] junto con el grado de amor
que a Jesús profesa, me parece que acaso le sirviera a V[d.] de algún alivio
leer a veces las cartas y la Vida de la Bta. Margarita Mª Alacoque escrita por
ella misma, obra publicada en francés por el Monasterio de Paray-le Moniale
que tal vez se haya traducido al español: bien que V[d.] gustará más del
original!
Pero, sobre todo, quien ha de ser su consuelo es el Sagrado Corazón
de Jesús que V[d.] tanto ama, entre V[d.] en él. Como en una navecilla que
boga feliz entre las tempestades sin que la invadan las amargas aguas, entre
V[d.] tantas veces como en una estancia solitaria y perfumada, como en una
celda retirada como en una escuela santa, como en una fortaleza
inexpugnable, como en un pabellón real, donde cobijada no temerá los
asaltos del enemigo, como en un relicario de Virtudes, como en una recámara
donde hallará toda clase de bálsamos para sus llagas. Y con recuerdos para
24
todos no añado nada más sino que el mismo Señor Crucificado sea Su único
Amor de V[d.] para siempre, su luz y esfuerzo.; su consuelo y alivio,
guardándola en su Divino Corazón rasgado por nuestro amor.
Siervo en Cristo. Jhs.
Juan Conde.
Oña 14 de Agosto 1884

¡Entra, Señor!
Entronización del Divino Corazón de Jesús en un hogar cristiano.

Entra, Jesús, el día ya declina,


el astro rey hacia el ocaso inclina
su brillante fulgor;
no pases adelante, que anochece;
toma un descanso que el amor te ofrece;
¡entra en casa, Señor!

Entra en casa, Señor,


y si cerradas hallas tantas moradas,
que en un asilo a su Dios quieren negar…
olvida entre nosotros un desvío;
mientras tengamos casa, Jesús mío,
¡Tú tendrás un hogar!

Entra, Señor; mas no como mendigo,


nuestro Rey, nuestro Padre, nuestro Amigo,
nuestro Todo, serás…
Que si el error levanta sus banderas,
en este hogar Tú reinas y Tú imperas,

25
y homenajes y amor encontrarás.

Entra, Señor; aquí todos te amamos,


y pues Rey te aclamamos
de esta humilde mansión,
ya nuestros corazones se han ligado
y de su amor un trono te han formado,
coloca en él, Señor,
Tu Corazón.

Colócalo, Señor, y no receles,


somos vasallos fieles;
no encontrarás aquí ningún traidor…
antes morir queremos que dejarte,
antes morir queremos que negarte,
Divino Rey de amor.

Y si el mundo y los suyos te persiguen,


y si a este umbral quizá llegar consiguen…
a ti no llegarán,
que sabrán defenderte nuestras vidas…
los filos de sus armas deicidas,
no tu pecho, los nuestros herirán…

Entra, Señor; estemos siempre unidos,


mezclados, enlazados, confundidos
de ese pecho al calor;
viviendo de tu misma vida
como vive adherida
26
la enredadera al tronco bienhechor.

Juntos así el destierro cruzaremos,


así contigo juntos gozaremos
las dichas que nos des…
Y si el dolor empaña nuestros ojos,
juntos también pondremos sus despojos
como perlas humildes a tus pies.

Entra, Señor; ya izamos tu bandera;


entra, Señor, y manda, reina, impera
en este pobre hogar…
pobre y desconocido,
pero con tu presencia enriquecido,
será feliz, porque te sabe amar.

Manuscrito “Entra Señor”

Esperando en Dios
27
La lámpara encendida
siempre quiero tener
¡Oh Dios, de mis amores
tuya siempre seré.

Mi lámpara: tus méritos;


el aceite, tu Sangre,
yo, el pábilo dichoso
que en tu preciosa Sangre
nunca se apagará,
porque la llama Viva
será Tu AMOR eterno,
amor, que muchas aguas
jamás apagarán.
S.J.M.
·······················································································
¡Oh, mi dulce Jesús! ¡Oh, Dios de mi corazón! ¡Oh, amable Salvador
mío!¡Oh, dulzura inefable de los santos!¡Oh, delicias de las almas puras!¡Oh
dulce Jesús, objeto y fin de todos mis deseos, Te amo. Jesús, mi rico tesoro.
Desde mi nada, Te adoro…

Tengo gozo y tengo pena


a Ti Señor todo ofrezco
haz de mí lo que te agrade
que ser tuya sólo quiero.

Tres cosas que agradan a Jesús en el Inst.:

Caridad fraterna,
28
obediencia ciega
y pureza de intención.

No he venido a la Religión a quejarme, sino a sufrir. Las lágrimas son de la


naturaleza y la sonrisa de la Gracia.

El alma humilde no hace sufrir nunca, y lo sufre todo. La humildad es el


Trono de la Gracia y semilla del Cielo. Humildad, Fidelidad, Amor,
Totalmente abandonada, sufrir en silencio.

En la tierra, la paciencia, en el Cielo el gozo.


Nada desear, nada pedir, nada reusar.

La soledad es la patria de los esforzados, y el silencio su oración.

Vida
Días de ayuno para los que tienen bula¿?

Los miércoles, viernes y sábados de todas las semanas de Cuaresma;


la vigilia de pentecostés, de la Asunción de Nuestra Señora y de Navidad
(ésta se anticipa al sábado anterior al 24 de Diciembre)

Vigilias

Todos los viernes de Cuaresma, los cuatro viernes de las témporas y la


víspera de Pentecostés, Asunción de Nuestra Señora y de Navidad; pero ésta
se traslada al sábado anterior al 24 de Diciembre.

29
Días de ayuno para los que no tienen Bulas ¿?

Todos los días de Cuaresma menos los Domingos, miércoles, viernes


y sábados de las cuatro témporas, las vigilias de Pentecostés, de la Asunción
de nuestra Señora, la de Todos los Santos y Navidad del Señor.

Días de Vigilia

Todos los viernes del año, el miércoles de ceniza, los miércoles, viernes y
sábados de las (frase sin acabar..) [¿cuatro témporas?]

Carta de esclavitud a mi Madre Inmaculada

Sepan, cuantos esta carta de esclavitud viereis, cómo yo, Hermana Carmen
del Corazón de Jesús, me vendo por esclava perpetua de la Virgen María,
Nuestra Señora con donación pura, libre y perpetua de mi persona y de todo
cuanto soy y puedo; para que disponga a su gusto como verdadera Señora
mía; y porque me hallo indigna de esta merced, ruego a mi Santo Ángel de
la Guarda, San José, Madre Sacramento, Santa Teresa, Beata teresita, San
Juan de la Cruz, San Luis Gonzaga, Arcángeles Gabriel, Miguel y Rafael,
San Ignacio, San Francisco Javier, San Juan y San Isidro Labrador sean mis
intercesores.

Remedio a todos los males

30
1º Dulcísimo Jesús, dueño del alma, en busca de paz hoy vengo a ti, ¿qué
debo hacer para encontrar la calma?
- ¡Callar! ¡Sufrir por Mí!

2º Si me persigue embravecido el mundo y corona de espinas como a Ti,


¿qué hacer, Señor, en mi dolor profundo?
- Callar! ¡Sufrir por Mí!

3º ¿Y si algún insensato me desprecia, y en mí se ceba la calumnian vil?


¿Qué haré, Jesús para vivir tranquila?
- ¡Callar! ¡Sufrir por Mí!

4º Y cuando el Cielo, a mis clamores sordo, pareciese de bronce para mí,


dejándome sin luz en noche obscura
- ¡Callar! ¡Sufrir por Mí!

6º Pues es doctrina tuya, Jesús Mío, y tu dulce bondad lo exige así, ¿sabes
Tú lo que haré por darte gusto?
- ¡Callar! ¡Sufrir por Ti!

5º Y si entre amargas olas de tristeza, temiera naufragar lejos de Ti, si


arrastrara mi vida en la pobreza! ¿qué haré?
- ¡Callar, sufrir por Mí!

Jaculatorias

Soy tuya para siempre, Jesús mío,


y te doy mi corazón
31
pidiéndote la gracia de que nunca
renuncies a este don,

Si acaso en un momento de locura


lo llego a reclamar,
dime, Jesús, que es tuyo en absoluto
y no me lo puedes dar.

Y si insistiese, ingrata, en la demanda,


antes de darme el corazón,
arráncame la vida, Jesús mío,
pero nunca renuncies a este don.

Oh, mi dulce Jesús, sólo a Vos quiero amar


y en Vuestro Corazón mis delicias hallar.

Amaros más y más, oh Jesús, cada día


es el mayor deseo que tiene el alma mía.

Te buscaba en el mundo,
iba perdido,
te halló mi corazón
en sí escondido.

Sufrir por Vuestro Amor,


esta es mi Gloria.
Dadme valor
y alcanzaré Victoria.

32
La Cruz, vuestro Tesoro,
me hace temer,
Señor. ¡Oh, nunca!,
todo lo abraza con amor mi ser..

Agradecida a Vuestro Amor constante,


mi alma a Vos se ofrece en cada instante.

A sufrir en silencio hube aprendido,


contemplando a Jesús preso y herido.

Jesús, amor te pido a la Cruz,


amor fuerte
a que te siga a la muerte
este pecador ruin.

Para aliviar Tu Corazón herido,


la Cruz de cada día abrazo y pido.

Oh, Jesús, dulce amor,


Verbo por mí humanado,
mi espíritu ante vos
se postra anonadado.

Jesús, manso y humilde de Corazón,


haced mi corazón semejante al Vuestro.

Jesús mío, no seáis mi juez


sino mi Salvador.
33
Aplaca, Señor, tu ira,
tu justicia y tu rigor.
dulce Jesús de mi vida;
misericordia, Señor.

Aplaca, Señor tu ira,


tu justicia y tu rigor
por los ruegos de María,
misericordia, Señor.

Jesús mío, yo quisiera consolaros y amaros por todos los corazones que os
afligen y no os aman.

Jesús, mío, yo quisiera haceros en esta hora tantos actos de amor como Vos
recibís de ultrajes.

Mi corazón, que está helado,


enciende en tu casto amor,
dulce Jesús con el dardo
que el de tu Teresa hirió.

Corazón de Jesús agonizante,


apiadaos de los que mueren
en este instante.

Corazón de Jesús,
puesto en agonía,
apiadaos de los que mueren
en este día.
34
Jesús María
Jesús mío, sed mi fortaleza y la paz, salud de mi alma.

Jesús, dulce bien mío,


imán de mis amores,
consuelo de mi alma,
acoge mi oración,
y haz que cuando salga
del mísero destierro
encuentre por asilo
tu tierno Corazón.

Si por coger las flores


más frescas y más finas
hay que pisar espinas
y padecer dolor,
yo sufro, Dios de amores,
por Ti cualquier congoja,
mas déjame que coja
las flores de tu amor.

Cuanto en el mundo existe,


si yo lo poseyera…
cuanto en el mundo existe…
no me pudiera hartar.
Es todo muy pequeño.
Mi corazón es grande.
35
Es todo muy pequeño.
Yo necesito más,

Y tengo sed ardiente


de un bien que nunca acaba.
Yo tengo sed ardiente,
yo tengo sed de Dios,
sed de Dios, sed de Dios, sed de Dios….
Como la tierra seca
suspira por el agua;
como la tierra seca,
así suspiro yo.
Es todo muy pequeño.
Mi corazón es grande.
Es todo muy pequeño.
Yo necesito más.
·································
En este destierro tan triste,
en verdad no sé qué puede dar la felicidad.
Todo es amargura. Todo es aflicción.
No hay nada que llene nuestro corazón.
····················································
Dios, mío y todas mis cosas. Jesús, sed para mí Jesús. Jesús y María, mis
dulcísimos amores, muera yo y padezca por Vuestro Amor. Hacedme la
gracia de ser toda Vuestra y nada mío.
·········································
Soy tuya para siempre, Madre mía,
y te doy mi corazón
pidiéndote la gracia
36
de que nunca renuncies a este don.

Si acaso en un momento de locura


lo llego a reclamar,
dime, María, que es tuyo en absoluto
y no me lo puedes dar.

Y si insistiese, ingrata, en la demanda,


antes de darme el corazón,
arráncame la vida, Madre mía;
pero nunca renuncies a este don.

Madre mía, Inmaculada,


por tu pura concepción
alcanzadme la pureza
y humildad de corazón.

Madre mía, Inmaculada,


tenga yo la feliz suerte
de ser por ti visitada
en la hora de mi muerte.

María, mi buena Madre, enséñame a conocer, amar y seguir a Jesús


crucificado. Madre mía, María, aquí tenéis a vuestra hija. Mostrad que sois
mi Madre. La Madre de Dios es mi Madre, ¿cómo no he de amarla? Virgen
y Madre de Dios, yo me ofrezco por hija y esclava vuestra en honor y gloria
de Vuestra Pureza. También os ofrezco mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi
corazón; en una palabra: todo mi ser ya que soy toda Vuestra. Oh, Madre de
bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión Vuestra. Oh, María,
37
Madre mía, amabilísima, hoy me ofrezco toda a ti y te consagro para siempre
todo lo que me resta de vida, mi cuerpo con todas sus miserias, mi alma con
todas sus flaquezas, mi corazón con todos sus afectos y deseos. Todos mis
pensamientos, palabras, obras, penas y sufrimientos. Y todo esto, oh María,
y cada una de estas cosas en particular las uno para siempre e
irrevocablemente a tu amor, a tus lágrimas, a tus sufrimientos. Madre mía
amantísima, acuérdate de mí y de la consagración que de mi persona te hago,
y si yo, rendida por el desconsuelo o la tristeza, por la perturbación o el
desvarío llegara alguna vez a olvidarme de Ti, entonces te pido y te suplico
por el amor que tienes a Jesús, por sus lágrimas y por su Sangre que me
protejas como madre, y no me abandones hasta que esté contigo en la Gloria.
Amén.

Oh, Madre mía, amabilísima, hoy me ofrezco del todo a ti, y te


consagro para siempre todo lo que me resta de vida. Mi cuerpo con todas sus
miserias, mi alma con todas sus flaquezas, mi corazón con todos sus afectos
y deseos, todos mis sufrimientos, amores y operaciones; en especial mi
muerte con todo lo que la acompañe. Mis últimos dolores y mi última agonía,
y todo esto, ¡oh, María! Y cada una de estas cosas en particular, las uno para
siempre e irrevocablemente a tu amor, a tus lágrimas, a tus sufrimientos,
Madre mía amantísima. Acuérdate de mí y de la consagración que de mi
persona te hago. Y si yo, vencida por el desconsuelo o la tristeza, por la
perturbación o el desvarío, llegara alguna vez a olvidarme de ti ¡oh, entonces,
Madre mía, te pido y te suplico insistentemente, por el amor que tienes a
Jesús, por sus llagas y por su Sangre, que me protejas como Madre y no me
abandones hasta que esté contigo en la Gloria! Amén.

¡Ábreme, hermana mía, porque mi cabeza está cubierta de rocío y mis


guedejas de las gotas de la noche!
38
La cabeza significa el mismo Verbo encarnado por nuestro amor; el
rocío, nuestra frialdad e ingratitud; y las guedejas, nuestras almas.

Señas de mi Amado

“Mi amado es escogido entra millares”; verdadero Dios, Rey de reyes


Señor de señores, Legislador, Soberano, mansísimo Cordero, Buen Pastor,
Amigo fiel, flor del campo y lirio de los valles; escogido como los cedros del
Líbano: “sus labios destilan la mirra más pura; sus manos son de oro,
torneadas y llenas de jacintos; su Voz suavísima y todo Él deseable”.
Es mi luz, mi guía, mi protector, mi abogado, mi director, mi consuelo,
el imán de mi amor, mi aliento, mi salud y mi vida; mi mirra escogida, en
quien he puesto toda mi afición; en quien pienso de continuo; de quien pende
mi vida; el centro de mis amores; mi única felicidad; el que fué por mí
perseguido, humillado, herido cruelmente, clavado en la cruz; el más
paciente, el más grande en saber, en poder, en amar, en obrar, en finezas; a
quien sirvo con santo gozo, y contemplo e invoco; el que se compadece de
mis caídas, me perdona, me purifica, me dirige, me ama; el que es la luz clara
y viva que me recrea, me fortalece, me enajena; a quien me abandono
enteramente y deseo obedecer, bendecir y adorar.

Mas veamos cómo se deja encontrar el Señor de los que con verdad le
buscan sin perdonar penalidades y trabajos, significados por las heridas y
despojo de la Túnica.
“Mi Amado descendió a su jardín”, (a mi alma), se rindió a mi
humildad, y a mi desvelo en buscarle. “Le Tengo y no le dejaré”, ni me
expondré al riesgo de perderle de nuevo con dilaciones en abrirle, estando
siempre como virgen prudente con la lámpara encendida y provista de aceite,
39
no sólo para cuando me llame a comparecer ante su tribunal en el momento
de la muerte, sino también durante la vida vigilando y orando a ejemplo de
la Esposa que dice: “Yo duermo, pero mi corazón vela”.
¿Cómo es posible amar a un Dios crucificado sin amar la cruz, sin
vivir y morir sobre la cruz? El amor hace conformes entre sí a los amantes.
Amemos al Sagrado Corazón de Jesús y amémosle sobre la Cruz,
puesto que Él tiene sus delicias en encontrar un corazón lleno de amor,
sufrimiento y silencio. Quien dice amor puro, dice puro sufrimiento. Es
menester abandonarse al amor puro para ser sacrificada y ofrecida cual
víctima según el beneplácito divino.
Amor, oh fuego que abrasas, consume mi corazón. Penas, cruces y
alegrías únanse a los dos. Los dos uno, Jesús mío, los dos uno, mi Señor, los
dos uno, pues no quiero vivir más si no es con Vos.

Por Ti sienta, por Ti obre,


por Ti viviendo de amor.
Penas, cruces y alegrías
unas sean a los dos.

Oh, divino corazón


llagado por mi amor,
cuándo será que yo viva
solamente para Vos.

Jesús, qué desconsuelo


que sin Tu amor vivir,
mas qué dulce consuelo
en Tu seno morir.

40
Ofrenda de los méritos de nuestro Señor Jesucristo

Padre Eterno, yo os ofrezco el Sagrado Corazón de Jesús con todo su Amor,


con todos sus sufrimientos, todos sus méritos:
Para Expiar todos los pecados que he cometido hoy y durante toda mi vida.
- Gloria Patri, et Filio et Spiritu Santo...

Para Purificar el bien que he hecho hoy mal, y durante toda mi vida.
- Gloria Patri…

Para Sufrir el bien que he descuidado hacer hoy y durante toda mi vida.
- Gloria Patri…

Padre Eterno, yo os ofrezco la Preciosísima Sangre de nuestro Señor


Jesucristo en expiación de mis pecados, de los de mis padres y hermanos, y
por las necesidades de la Santa Iglesia. (100 días de indulgencia.)
Sagrado Corazón de Jesús, venga a nos vuestro Reino. (300 días de
ind. cada vez).
Sagrado Corazón de Jesús, creo en tu amor hacia mí. (300 días de ind.)
Jesús, María, José (7 años de ind. Y otras tantas cuarentenas cada vez)
Sólo un pensamiento llena mi alma, es el convencimiento de que Jesús
me ama.
Todo pasa, sólo Dios permanece, y lo que hayamos hecho y sufrido
por su amor.
S.T.J.

Oficios del Corazón de Jesús


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Enero.
El alma tranquilizada por el Corazón de Jesús. La Paz sea con vosotros; El
enemigo es el autor de la turbación, no habiendo ya paz para él no quiere que
la tengan las almas.
Cuanto os agite, atormente o aflija viene de él. Jesús tranquiliza
siempre el corazón; sus palabras, sus reproches mismos dejan dulcísima paz.
Desconfiad de cuanto no lleve este carácter.
Manteneos en paz cerca de Nuestros Señor, no os inquieten más las
dudas, los escrúpulos, las solicitudes, dejaos en sus manos: Su Corazón es
bastante poderoso para defenderos y sobradamente bueno para llevar a buen
término cuanto le hayáis confiado.

Mi corazón de paz y dicha ansioso,


tan sólo en Ti, mi Dios, halló reposo.

Febrero.
El alma dulce consoladora del Sagrado Corazón. Compadeceos de Mí por lo
menos. Vosotros que sois mis amigos en la extremada desolación en que se
halla Jesús por la pérdida de las almas, los crímenes de los pecadores, la
magnitud de sus hijos se dirige a Vos pidiendo algún consuelo. Tened piedad
de Él…Es un Padre profundamente afligido, un Corazón cruelmente
desgarrado.

Durante este mes, sobre todo mientras la Guardia, [me he] constituido la
dulce consoladora del Corazón angustiado de Jesús…El amor os enseñará
cómo se consuela al amor.
·······················································
Del pecador:
42
el criminal desvío,
lloro por consolarte,
Jesús mío.
·············································································
¡Oh, Jesús, divino Esposo mío, haced que mi vestidura bautismal no
pierda ya más sus blancuras! Llamadme a Vos, antes de permitir que manche
mi alma en la tierra [con] la más ligera falta voluntaria. A Vos solo os busco
siempre, y a Vos solo os encuentre. Sean nada para mí las criaturas, y nada
sea yo para ellas. Que ninguna cosa de la tierra turbe jamás la paz de mi alma.

¡Oh Jesús, sólo os pido la paz!...La paz, y sobre todo el amor, un amor sin
límites, sin medida. Haced que muera mártir por Vos, dadme el martirio del
corazón o del cuerpo. ¡Ah, dadme mejor entrambos!

Haced que cumpla con toda perfección mis votos, que nadie se cuide de mí,
que sea pisoteada y olvidada como un granito de arena. Me ofrezco a Vos,
Amado mío, para que cumpláis perfectamente en mí vuestra voluntad, sin
que jamás las criaturas sean obstáculo para ello.

Amarte, buen Jesús, fecunda pérdida;


Para Ti mis perfumes y mis gracias.

Yo quisiera aventajarme
en la ciencia del amor
que es la única asignatura
de que examina el Señor.

Artífice divino,
lúcete conmigo.
43
Ven, Espíritu Celestial,
y lúcete en este erial.

Jesús mío, concededme que sea de tus fieles y perpetuas Esclavas,


dichosísima en ser la última de Tu casa.

¿Qué es ser Apóstol?

Llevar dentro del alma un infinito anhelo.


Señor, sueños divinos de Gloria sin igual.
Estar muy por encima de todo lo del suelo
consagrando la vida al más noble ideal

Sentirse apasionada por algo que arrebate


de Cristo enamorarse con ciego frenesí,
probar que nuestro pecho tan solo por Él late,
y a todo sacrificio contestarle que sí

Vivir sin ser del mundo en medio de la tierra


y hacer del mundo entero un campo que luchar,
mas sin armas ni fuego que es de Paz esta guerra
un solo fin pretende ¡a Dios hacer reinar!

Entregarse al trabajo con ardor y alegría,


buscar siempre en la lucha la fuerza en la oración,
lanzarse al sufrimiento sin viles cobardías
y cimentar sus obras con fe y admiración,
44
sin pensar en sí misma, ni en dichas ni en placeres
sin buscar más descanso que nunca descansar
Sin temor a peligros sin tener más quereres
que una voluntad sola con la de Dios formar

Y allá dentro, muy dentro un ansia abrasadora


con Jesús compartiendo lo que en la Cruz sufrió,
la sed de salvar almas, la sed que le devora
de almas, miles de almas por quien su vida dio.

Las almas para Cristo, las almas a millones,


pues de una sola es tanto el inmenso valor
que ¡las pagó su Sangre! Y sólo corazones
que a su imperio se rindan puedan saciar su ardor.

En todas sus empresas le alienta, le sostiene


le ayuda y fortalece, le impulsa a combatir.
María, que es su madre, por quien la Gracia viene,
le cubre con su manto, su amor le hace sentir

Así el apóstol cruza de un polo a otro polo


con voluntad de hierro, de fuego el corazón;
no hay nada que le arredre porque nunca va solo,
que a su Dios está unido con inefable unión

Ese es un gran secreto, vive de eucaristía,


lleva dentro un sagrario y allí en la infinidad,
con Cristo que es su todo, a Él todo confía
45
Él es quien da a sus obras fecundidad

En manos de ese Artífice se siente que es su nada,


su más pobre instrumento que Él puede manejar,
como quiera que es suyo es la nada entregada
y así su Omnipotencia en ella llega a obrar

Por eso no se engríe jamás en la victoria


y nunca si fracasa se lee desmayar,
de Dios es todo el éxito, de Dios toda la gloria,
al apóstol le toca sólo trabajar

Posesión la más sublime si de un alma se adueña,


en ella sus Diosadas Dios llega a realizar;
y es Javier, es Ignacio, es Madre Sacramento
que el mundo entero quieren para su Dios ganar.

¿Qué quiere Jesús y qué quiero yo?

Me quiere dulce al amar


y fuerte en el padecer,
constante en el trabajar,
venciéndome para orar
Y orando para vencer.

Me quiere de mi olvidada,
del mundo desconocida,
a su amor solo entregada,
46
me quiere en su amor perdida
y a su amor sacrificada.

Me quiere de él toda entera


como se lo prometí,
quiere que siempre le quiera,
quiere que yo en su amor muera
y Él quiere vivir en mí.

¿Qué quiero, mi Jesús? Quiero quererte,


quiero cuanto hay en mí del todo darte,
sin tener más placer que el de agradarte,
sin tener más temor que el de ofenderte.

Quiero olvidarlo todo y conocerte,


quiero dejarlo todo por buscarte,
quiero perderlo todo por hallarte,
quiero olvidarlo todo por saberte.

Quiero, amable Jesús, quiero abismarme


en ese dulce abismo de tu herida,
y en sus divinas llamas abrasarme.
Quiero en aquel que quiero, transformarme;
morir a mí, para vivir su vida
perderme en Ti, Jesús, y no encontrarme.

La Oración

Es una llave preciosa


47
que abre la eternal Sión,
y hace al alma caudalosa
y gracia muy abundosa
se vierte en el corazón.

Bienes que oración alcanza


¿quién los podrá enumerar?
¡Cual le alienta la esperanza,
y en la santidad avanza,
el alma que sabe orar!

¡Oh, qué soldado aguerrido


es el alma de oración!;
libra batallas sin ruido,
y deja el campo florido
aún en difícil acción.

Efecto maravilloso
de este don que es celestial,
que al espíritu medroso
le da esfuerzo generoso
en la lucha contra el mal.

Y no destrozan las flores


estas lides, que el Señor
las riega con sus favores,
y el alma recibe honores
de soldado vencedor.

48
Mas si al alma le es quitada
la oración, ¿podrá vencer?
No, porque está desarmada,
y las flores deshojadas
muy pronto se podrán ver.

Almas, orad; desconsuelos


y torturas no paséis;
tended a Dios vuestros suelos,
y se rasgarán los cielos;
“Pedid y recibiréis”.

Manejad la llave de oro


que nos ha dado el Señor;
abrid, abrid el tesoro
y enjúguese vuestro lloro
con las auras del amor.

Que sus divinas lecciones


las sepamos entender,
veremos que a otras regiones
se elevan los corazones,
que a Dios tiende nuestro ser

Y una vez bien entendida


la ciencia de la oración;
¡oh cuán dichosa es la vida!
¡Oh qué suavidad vertida
sobre el pobre corazón!
49
El Esposo

El lirio de los Valles


es el Divino Esposo que he elegido.
Todo ante mi Dios calle,
que ya con El me he unido,
y en su seno amoroso me he perdido.

Su corola preciosa
ha de ser mi morada permanente,
Él cuidará a su esposa
y hará continuamente
que con mi amor su gloria le acreciente.

A mi Madre Inmaculada

Oh Virgen de las vírgenes,


este coro de esclavas
tan solo decir sabe:
Inmaculada.

Oh Pastora divina,
tu grey entusiasmada
con sus validos dice:
Inmaculada.

Te cantan hoy tus hijas,


Oh Madre idolatrada,
50
que tú la Virgen eres
Inmaculada.

Apenas Madre fuiste


por el Señor creada,
los siglos te llamaron
Inmaculada.

El Padre en ti sus ojos


fijó, Madre Sagrada,
y te eligió su hija
Inmaculada.

El Hijo Eterno viendo


en ti belleza tanta,
quiso fueras su Madre
Inmaculada.

El Espíritu Santo
su Esposa te llamará,
por ser la sola Virgen
Inmaculada.

Las criaturas todas


alegres, Madre amada,
le cantan a su Reina
Inmaculada.

Mirándote, María,
51
me siento arrebatada,
por tu pureza virgen
Inmaculada.

En amores ardiendo
el pecho de tu esclava,
con gozo, Madre mía,
Inmaculada.

Vuelve, vuelve a nosotras


tu maternal mirada,
en tanto que cantamos
Inmaculada.
S.T.J.
···································
En Tu Corazón Divino
deposito mi cuidado,
ninguno como Tú es bueno,
nadie como Tú me ha amado.

Y en el cielo y en la tierra
todo poder se te ha dado,
y en favor nuestro, Bien mío
ahora va a ser empleado.

Sobre todas las cosas y cuidados,


sobre todo vaivén, duda o temor,
sobre toda verdad, mi dulce Amado,
yo descanso en tu Amor.
52
Adoro tus desdenes,
bendigo tus desvíos,
y en vez de amarte menos
te quiero mucho más.

Dios mío,
mi lámpara: tus méritos,
el aceite: tu sangre,
yo: el pabilo dichoso
que en tu preciosa Sangre
nunca se apagará,
porque la llama viva
será Tu Amor Eterno,
Amor que muchas aguas
jamás apagarán.

Mi dulcísima Madre,
le dice Jesús a María,
estas llamas y amantes palomas
hacen mis delicias.

¿Mas por qué no está ya aquí


con estas la que tanto amo?
Dila Tu, Madre mía, que atienda
mi suave reclamo.

Que con rápido vuelo penetre


en mis Palomares,
53
y que en estos me arrulle amorosa
con tiernos cantares.

A María en su Asunción

¿Quién es esta criatura


que hermosura
a los cielos da,
cuyo rostro peregrino
en divino
frisa ya?

¿Quién es esta que se eleva


y en sí lleva
fúlgido árbol
cual si fuera la alborada
ya bañada
por el sol?

¿Quién es esta soberana


que amilana
al ángel del mal,
cuya fuerza es comparada
a una armada
guerreal?

¿Quién es esta pura y bella


más que estrellas
del alto Cenit?
54
Su mirada es de paloma
y su aroma
¡cuán sutil!

¿Quién es esta,
dice el Ángel
el Arcángel
el Querube
por la nube
le oye a coro
un sonoro
Canto así?
·····································

Es la flor más preciada del mundo,


la graciosa y gentil nazarena,
que de gracia y virtud toda llena,
de antemano Gabriel saludó.

Es la Madre del Verbo divino,


que dejando este mísero suelo
se remonta feliz hasta el Cielo
do será coronada por Dios.

Triunfadora la Madre de Cristo,


a los Cielos se va en cuerpo y alma,
en su mano tremola la palma,
y en sus sienes ostenta el laurel.

55
Su carroza la forman las alas
de una hermosa legión de querubes,
y entre sí caprichosas las nubes
hácenla primoroso dosel.

Al ver tanta grandeza en su triunfo,


las celestes milicias se dicen:
¿quién es esta que todos bendicen
y a quien lleva a su lado el Señor?

Y contestan con júbilo ardiente,


otros coros cantando a porfía,
es la noche de Dios, es María
que abandona el lugar del dolor.

Del Empíreo las puertas se abren,


y por ellas penetra este día,
la sublime y excelsa María,
como Reina y Señora que es.

El Glorioso escuadrón de los Santos,


la saluda con bello lenguaje,
y en señal de perpetuo homenaje,
hoy depone la palma a sus pies.

Soberana de Cielos y Tierra,


pues que todo lo sabes y puedes,
lógranos celestiales mercedes
para más agradar al Señor.
56
Líbranos de las mil asechanzas,
que nos tiende el maligno enemigo,
y haz que un día gocemos contigo
en la eterna región del Amor.

Siempre contigo

¡Qué dulzura hay en tus ojos


y en tus labios, Niño mío!
¡qué tinte da a tus mejillas
el ardiente sol de Egipto!

¡Cuán alegre paz difundes!...


¡Ay! Yo he de ser siempre niña
para poder entre halagos
jugar contigo.

¿Adónde vas de la vida


por el desierto sombrío,
difundiendo en torno el fuego
de tu Corazón divino?

En las huellas de tus pies,


yo quiero poner los míos,
y sufriendo lo que sufres
andar contigo.

Tras las columnas del Templo,


57
entre el pueblo confundido,
y en el mar y en la montaña
he escuchado lo que has dicho;

Y tal tu voz me enamora,


que seguirte sólo ansío,
y postrándome a tus plantas
estar contigo.

Alistarme en tus banderas


vengo apuesto y decidido,
allá la frente y la mano
sobre el corazón contrito,

Pues sé que no hay mayor honra


que ser soldado de Cristo,
y que así lograré siempre
vencer contigo.

Buen Pastor que das Tu Vida


por la Oveja de Tu aprisco;
haz que perciba mi alma
tu amorosísimo silbo.

Rey glorioso, mi deseo


es y será siempre el mismo,
servirte a Ti y al servirte
Reinar Contigo.

58
¿Por qué te ocultas amante
en ese Pan Euarístico,
y me das Tu Sangre Toda,
Sangre que parece Vino?

¡Tú quieres vivir en mí!...


¡Ay, sí! Vivamos unidos,
que mi delicia es gozar,
gozar contigo.

La saliva del escarnio


manchó tu rostro divino:
dijeron que estabas loco;
¡sí, loco de amor, Bien mío!

Y al saber tales ultrajes,


tan sólo por Ti sufridos,
¡cómo no he de querer yo
sufrir Contigo!

Yo Te he visto moribundo,
y en un madero Te he visto,
clavado de pies y manos,
con el corazón partido;

Y ya, renunciando a todo,.


sólo quiero, Jesús mío,
clavado cual Tú en la Cruz
morir Contigo.
59
P. Ale.ss.

Jhs.
Sol prisionero de amor,
sal de esa cárcel dorada,
y ven a un alma apenada
que te llama en su dolor.

Ven, Jesús, ven y no tardes,


que sin Ti, muerte es la vida,
ven, que quiero estar prendida
en ese fuego que ardes.

Ven, aunque soy polvo y lodo,


ven, aunque soy pecador,
ven para decirte ahora:
que eres mi Dios y mi Todo

Ángeles adoradores,
que a mi Señor custodiáis,
y amantes le indemnizáis
de nuestros tibios ardores

Decidle que desfallezco,


mientras mis ansias no calma,
que venga pronto a mi alma
aunque sé no lo merezco

¡Qué sería mi bajel,


60
privada del sacramento!
sin tan divino alimento
debiera de sucumbir.

Todo lo hizo mal, pero confió en el Señor y sus misericordias cantará


eternamente. Triunfamos, Señor, triunfamos. Me senté a la sombra del que
tanto había deseado y sus Misericordias cantaré eternamente. Mi corazón,
para la Eucaristía, la Eucaristía para mi corazón. Soy de Dios. Viva Jesús.

Jhs.
Mis primeras flores

¿Te acuerdas Dí,


de las primeras flores
que te ofrecí,
Jesús Eucaristía?
Eran tan humildes
porque no tenía
entonces para darte
otras mejores.

Mas [te] gustaron tanto sus olores,


y tanto [te] agradó la ofrenda mía,
que a cambio de ella, en el mismo día,
me llenaste de gracias y favores.

Eran violetas, y cuando envidiaba


otras que te ofrecían por más bellas,
me hiciste comprender que te gustaba
61
que las primicias mías fuesen ellas.
Y que después…permiso ya me dabas
para ofrecerte yo también de aquellas.

Alegres vamos ya
antes de que amanezca el nuevo día,
que el niño Dios nació
de la Santísima Virgen María.

No más, no más sufrir,


dejad las penas ya,
que el Rey del Cielo viene a nosotros
a darnos su Amor y Paz:

¡Oh, Jesús, Tierno Niño!


¡Oh, Divino Emmanuel!
Han venido contigo
las delicias del Edén

Y aquí en el sacramento,
mi Jesús eres Pan,
¡Ah! Divino alimento
calma, calma nuestro afán

Concedednos, Rey Divino


santo amor,
y que siempre permanezcas
en mi pobre corazón.

62
De Mª P.

Aunque estoy medio dormida


y es algo terca mi musa,
un verso, hermana querida,
quiero hacerte hoy sin excusa

Feo será sin remedio;


pero…¡qué vamos a hacer!...
¿por lo menos no ha de ser
como los de Justo Medio?

Bien te puedes figurar,


¿Cómo no sin “Ella” es mi “Madre”,
llenas de bondad y amor…
y siempre se mostró afable
con el pobre pecador?......

Vive segura y tranquila;


no temas por tu destino,
Que la “Estrella Matutina”
Ilumina tu camino.

Si te cansas…en sus brazos,


Hermanita de mi Vida,
te encomiendo sin cesar
a nuestra “Madre querida”

Que llegues a Profesar…


63
es mi ilusión, mi deseo;
y al fin, ¿no lo he de lograr?
de la “Virgen” lo espero.

Échate cual débil niño;


¡son tan tiernos sus abrazos…
y tan dulce su cariño!.....

Sea tu continuo “obrar”


“amarla con toda el alma”;
Ámala, pues, sin cesar
Hasta gozar de la Palma.
Sábado 10 – Mayo – 1930 P.C.
·····································································
Como todos los santos tienen su octava,
quiero hoy felicitarte, querida hermana;
que es lo que te deseo, tú bien lo sabes;
que se cumpla tu anhelo, tus ideales…

Que muy pronto se acerque el dichoso día,


que con ardor tan grande tu pecho ansía.
Que “profesar” te vea llena de gozo
unida para siempre a tu “Dulce Esposo”
Nuestra Señora de Carmen – 1930
································································
Dios mío, yo no deseo más que a Vos,
yo me abandono en Vos.

De María D.
64
Dicen eres dichosa
y estás llena de contento,
sirviendo a Dios fervorosa
y a la Madre Sacramento

Esto sirve a tus hermanas


de una gran satisfacción.
¡¡Quiera el Señor concedernos
tan noble y santa ilusión¡!

Recibe con mis cariños


y oraciones muy fervientes,
el respetable saludo
del Ilustre Don Clemente.

Conque adiós, querida hermana,


te envío con efusión
estos pobrecitos versos,
Nacidos del corazón.
16-7-30 L.C.
·······················································
¡Ave, María Purísima!
-es la oración que yo sé-
tu nombre lo dice todo,
y Tú lo entiendes muy bien;

Misterios de amor, de gloria,


de esperanza y de placer,
y no hay discursos humanos
65
que Te digan lo que Él.

Ave María
No me digáis si la amo…
ni cuánto es lo que la quiero…
que en sus amores, me inflamo;
y por sus amores muero.

Que no tengo ya otro anhelo,


que amarla con frenesí:
Ella…es mi Vida…mi Cielo…
Ella…es Todo…para mí.

Dejadme pues solitaria,


criaturas de este suelo:
¡que me basta su recuerdo…
para hacerme tan feliz…!
que por nadie me cambiara;
de no ser en tal manera…
¡que trocada yo me viera
En ardiente serafín!

Dejadme que ponga en “Ella”…


toda mi dicha y encanto;
¡y que llegue a amarla tanto…!
¡Que viva fuera de mí!

Hasta aquel postrer instante


en que ansiosa el alma mía,
66
vuele a unirse con “María”…
do la ame ya sin fín.
MªV.del C.

Canciones del alma en la noche oscura

En una noche oscura


con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

A oscuras, y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!
a oscuras, y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.

Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
67
¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada:
oh noche que juntaste
Amado con Amada.
Amada en el Amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

Quédeme, y olvídeme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo, y déjeme,
dejando mi cuidado
Dentro del Corazón de mi Jesús Amado
entre las azucenas olvidado.
San Juan de la Cruz.

Cántico espiritual entre el alma y Cristo su Esposo


68
Esposa

¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando y eras ido.

Pastores, los que fueres


allá por las majadas al otero,
si por ventura vieres
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.

Buscando mis amores


iré por esos montes y riberas;
no cogeré las flores,
ni temeré a las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.

¡Oh bosques y espesuras


plantadas por la mano del Amado!,
¡oh prado de verduras
de flores esmaltado!,
decid si por vosotros ha pasado.

Respuesta de las criaturas

69
Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura;
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de su hermosura.

Esposa

¡Ay!, ¿quién podrá sanarme?


Acaba de entregarte ya de vero;
no quieras enviarme
de hoy más mensajero
que no saben decirme lo que quiero.

Y todos cuantos vagan


de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjanme muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.

Mas, ¿cómo perseveras,


¡oh vida!, no viendo donde vives,
y haciendo por que mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?

¿Por qué, pues has llagado


aqueste corazón, no le sanaste?
Y, pues me le has robado,
70
¿por qué así le dejaste,
y no tomas el robo que robaste?

Apaga mis enojos,


pues que ninguno basta a deshacerlos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre de ellos,
y sólo para ti quiero tenerlos.

Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.

¡Oh cristalina fuente,


si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!

El triunfo del Amor

Jesús, mi dulce Amado,


¿cómo puede faltarte aquí mi canto,
mi acento enamorado,
amándote yo tanto...
que es darte Gloria mi mayor encanto?
71
Y puesto que ahora el pecho
de los que son finos amadores
está de amor deshecho,
he de unir mis loores
a sus vivos seráficos ardores.

Qué variedad de modos discurriera


su amor tan delicado,
para agradarte todos,
y qué bien empleados.

Todo en tu Gloria
¡Oh Jesús Sacramento!
Los vasos más hermosos
se quiebren en tu honor,
Amado mío,
y aromas muy costosos,
perfumes olorosos,
tu cabeza cubierta de rocío,
reclinada en mi seno,
ya que por mí de espinas coronada
tuvístela, Dios bueno;
y en tu Pasión Sagrada
no pudo ser en parte reclinada.

Mansísimo Cordero,
que amante te inmolaste
en duro leño,
72
tu amor tan verdadero
mostrado has con empeño
para de nuestro amor hacerte dueño.

Y no bien satisfecho,
con la Pasión y muerte ignominiosa,
hiciste aún otro lecho,
otra estupenda cosa,
Maravillosa, divina y asombrosa

Haciendo uso al momento


de aqueste tu divino poderío,
te has dado en alimento,
en alimento mío.

Esto es de todo un Dios un desvarío:


Tu divina locura
no puedes ocultarme, Dios amado;
Se ve por la hendidura
de tu Sacro Costado,
que de amores estás enajenado.

Y este enajenamiento
es en sí la mayor sabiduría,
divino Sacramento!
¡Sagrada Eucaristía!
¿Qué quieres que te diga el alma mía?

¡Oh, mi Jesús, qué hiciste


73
en la suprema noche de la Cena!
Cual te empequeñeciste
porque yo fuese buena,
y viviese una vida rica, llena.

Entero, no a pedazos,
te nos das en suavísima Comida,
y con estrechos lazos
es a Ti el alma unida.

¡Oh, qué manjar, oh vida de la vida!


amoroso responde
a mi sentir, que expresaré sencillo;
cuando el velo te esconde
¿qué eres, Corderillo
O bien, enamorado Pastorcillo?

Por qué en el delicado,


en ese Pan suavísimo del Cielo,
muy bien condimentado,
Te como Corderuelo;
pero después te siento Pastorzuelo.

Oh, sí, Pastor amable,


de sin igual bondad y galanura
que en abrazo inefable
uniste con tu hechura
mientras nos acaricia el aura pura.

74
Mi Dios, mi dulce Hermano,
Mi Esposo, Mi pastor, y Mi Cordero,
¡cuánto y cuánto te amo,
cuánto y cuánto Te quiero!
No sé por qué de amores no muero.

Sestea entre las flores


que Tú mismo plantaras en mi huerto,
aspira sus olores,
tenlo por muy cierto,
que sólo para Ti se encuentra abierto.

De jazmines y rosas,
manojito precioso,
eres, mi Amado,
diría así la Esposa
del cántico sagrado,
Si te tuviera a Ti Sacramentado.

¡Oh, Señor, que escondido


te encuentras bajo el cándido accidente,
¡cuán empequeñecido
el Dios Omnipotente!
Esto lo hace el amor tan solamente.

¡Oh! Cómo son tus trazas,


distintas de las nuestras,
Dios de mis amores,
para triunfar te abates,
75
velas tus resplandores,
te abrazas a la Cruz y los dolores.

Sí, mi Dios, has triunfado;


¡qué gran Conquistador
envuelto en trigo!
El que te haya tratado
quitará estar contigo,
¡oh, de los hombres el mejor Amigo!

Alégrate, Bien mío,


porque ya no estarás más solitario;
has de tener, confío,
en cada alma un santuario,
y en cada corazón rico Sagrario.

Así el alma a Ti unida,


y en Ti completamente transformada,
empieza a vivir vida,
que jamás fue soñada,
Que es de la vida eterna la alborada.
Fin

Himno de Santa Teresa

Viva Santa Teresa,


la grande Santa,
que endiosada decía,
sólo Dios basta.
76
Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda.
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
sólo Dios basta.

Aviva el pensamiento,
al Cielo Sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.

A Jesucristo sigue
con pecho grande,
por nada te acongojes,
nada te espante.

Ves la gloria del mundo,


es sombra vana,
nada tiene de estable,
todo se pasa.

Quiero ser telefonista


de mi Dios y Señor,
y decir por teléfono
77
que no es amado el Amor.

Quiero llevar el teléfono


hasta la China y Japón,
y decir a voz en grito
que no es amado el amor

Y ganado muchas almas


a mi dulce redentor,
decir con mucha alegría:
que ya es amado el Amor.
SJM

Deseos de una Telefonista

Quiero ser telefonista


del teléfono Sagrado,
de la cárcel donde vive
en prisión y enamorado
el redentor de las almas,
el cordero Inmaculado.

El Pastorcillo Divino,
que me hirió con su cayado,
y llevándome a su aprisco,
me alimentó enamorado,
hasta que el lobo envidioso
me arrancó de su rebaño.

78
Quiero ser telefonista
de Jesús sacramentado,
quiero volver a su aprisco,
al instituto Sagrado,
do viven las almas puras,
alegres con el Amado.

Quiero ser la esclava fiel


del prisionero Sagrado,
la Adoratriz fervorosa
de Jesús sacramentado

Quiero ser telefonista


de mi Jardinero Amado,
quiero ser violeta humilde
de su jardín encantado,
y vivir siempre escondida
a la sombra del Sagrario.
S.J.M
Fin

Recuerdos y esperanzas

Los días más felices


de mi existencia,
fueron los que pasaba
en Tu presencia.

Son ellos flores,


79
cuyos ramos demuestran
vuestros amores.

Dios Eucaristía,
mi luz y guía,
dime donde sesteas
al mediodía

Y yo ansiosa buscándote
estaré noche y día,
hasta que Tú me lleves
al sol de mediodía.

Donde goce mi alma


viviendo de Tu vida,
hartura de delicias
pues tú eres mi única alegría.

Amor de mis amores,


divina Eucaristía,
a ti solo desea
la pobre alma herida.

Dime dónde sesteas al mediodía,


verán cuánto te amo,
y viviendo a Ti unida.

Tu esclava fiel seré,


tu adoratriz rendida,
80
Amor de mis amores.
Divina Eucaristía.
S.J.M.

En mi noche oscura

No sé si vivo o si muero,
si voy bien o si voy mal,
sólo sé que me has herido
y no me quieres sanar.

No sé si estás a mi lado
o si lejos de mi estás
ni si estás contento o triste
de mi manera de obrar

Sólo sé que me has herido


y no me quieres sanar,
y que este Corazón mío
te reclama sin cesar.

Pues Tú mismo me dijiste


con ternura celestial,
“Aunque todos te abandonen
Yo nunca te he de dejar”.

Y a Ti llamo, Jesús mío,


y a Ti busco sin cesar,
pero Tú parece que huyes
81
y no te puedo encontrar.

Las personas que te guardan


me desprecian sin cesar,
y tú puedes, Jesús mío,
y ser tu esclava mi ideal
sus corazones cambiar.

Pues ya sabes que te amo


y Te busco sin cesar,
aparece, Dueño mío,
y no me quieras abandonar.

Porque servirte es mi deseo,


y ser tu esclava mi ideal,
amarte mucho, salvarte almas,
vivir oculta junto a tu Altar.

El Dios Todopoderoso, Criador de cielos y tierra. Dueño Soberano del


Universo, y la Gloriosísima Virgen María, Reina de la Corte Celestial, se
dignan particular a V.V. el desposorio espiritual de su augusto Hijo Jesús,
Rey de reyes y Señor de señores, con Carmen de P., hoy ya Señora y Princesa
de los Reinos aportados como dote que su divino Esposo, a saber, Esclava
del Santísimo Sacramento y de la Caridad de donde le viene su título de
nobleza del Sagrado Corazón de Jesús.
Oye el gemido
de tu esclavillo,
Jesús divino, mi Redentor,
Pastor amante de tu ovejuela,
82
ven por mí pronto
que arrebatarme quieren Tu amor.
S.J.M.
Fin
······································
Como el ave cariñosa
de la selva en la enramada,
va mi alma enamorada
en busca de su Señor.

En tu Corazón Sagrado
fabrica, Jesús, mi nido,
donde se van demullidos
tus espinas y dolor,
forma alegre su morada
para cuna de su amor.

Dios mío, apresuraos a socorrerme

Señor, cuando el alma


buscándote no encuentra
alivio en su pesar,
no descubre horizontes
y esperanzas, consuelos
ni gozar,
¿qué hará, Jesús,
en noche tan oscura…?
amar…

83
Hasta cuándo, Señor, querrás dejarme
en borrascosa mar,
expuesta a mil peligros,
y que el viento me azote sin cesar.
Esperar…

No dijiste Tú mismo, Jesús mío,


que el sarmiento sin vid se morirá,
que la rosa arrancada de su tallo
no puede perfumar,
y la tórtola enamorada
en su nido de pena morirá.

Acabe de entregarte, Jesús mío,


bien sabes tú cuánto Te quiero amar,
róbame del enemigo que me hiere,
llévame ya a Tu barco celestial,
no puedo vivir más sin Tu presencia.
Quiero morir para vivir y amar.
S.J.M.
Fin

A María en su Asunción

Madre mía Inmaculada,


yo quiero cantarte hoy,
y llenarme de alegría
por tu gloriosa Asunción.

84
¿Conque Te vas, Madre mía,
Reina de mi corazón,
hasta el Cielo donde vive
Tu Hijo amado y mi Señor?

Y me dejas solitaria
en el valle del dolor,
sin amparo y sin consuelo,
¡Sin apoyo y sin Amor!

¿No sabes Tú, Madre mía,


que yo no puedo vivir
lejos de Jesús, mi vida,
desde que Le conocí?

¿No oyes, Madre querida,


cómo clama sin cesar,
pidiendo al Cielo Clemencia
Misericordia y Piedad?

A Ti acudo, Madre mía,


y hoy Te pido con fervor,
que oigas mi ardiente deseo,
el día de Tu Asunción.

Me ofrezco a Ti para siempre,


te entrego mi corazón,
llévalo contigo al Cielo
Hasta el trono del Señor.
85
No me dejes Madre mía
hasta morir en Tu amor.
S.J.M.
Fin

Santo abandono en manos de María

Amorosa, Madre mía,


heme ante Ti colocada,
cual la tela preparada
en el taller del pintor.

Dame el color que te agrade,


que yo ninguno prefiero,
nada busco, nada quiero,
sino tu querer y amor.

Cuadro de vida o de muerte,


de sufrimiento o acción,
de consuelo o aflicción,
de luz o de oscuridad.

Pinta en el alma, Señora,


como mejor te pluguiere,
pues ella tener no quiere
ni elección ni voluntad.

Si con vistosos colores


hermosearla prefieres,
86
ella, porque Tú lo quieres,
querrá hermosa parecer.

Si a un borrón negro e informe


la dejares reducida,
ella, a tu querer rendida,
No querrá otra cosa ser.

Y a tu voluntad, Señora,
quiere estar tan entregada,
que ni una sola mirada
ansiosa querrá fijar.

Para ver lo que tu mano


en ella a pintar se presta,
pues su ocupación no es esta,
sino dejarte pintar.

Y los ojos en Ti fijos


y en Ti fijos,
y en Ti fijo el pensamiento,
aceptar cada momento
lo que en ella obrando vas;

Que todo, aun lo más amargo,


suma dulzura contiene,
porque de tu mano viene,
y Tú, Madre, se lo das.

87
Si al Sacramento se acerca,
si a la ocasión se encamina,
si la palabra divina
quiere leer o escuchar,

No está afanada ni ansiosa,


por buscar fórmula o modo,
pues no se propone en todo,
sino dejarte pintar.

Y si un deber la molesta,
si el trabajo la fatiga,
si un importuno la obliga
la paciencia a ejercitar;

Ahí se ve contrariada,
oprimida de tristeza,
baja humilde la cabeza
para dejarte pintar.

Ofrecimiento que de sí hacía a Dios Santa Teresa de Jesús:

Vuestra soy, para Vos nací:


¿Qué mandáis hacer de mí?
Soberana Majestad, eterna Sabiduría,
Bondad buena al alma mía;
Dios, Alteza, un Ser, Bondad:
La gran vileza mirad,
que hoy os canta amor así:
88
¿Qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, pues me criastes,


vuestra, pues me redimistes,
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra, pues que me llamastes.
Vuestra, porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí:

¿Qué mandáis hacer de mí?

¿Qué mandáis, pues, buen Señor,


que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce amor,
amor dulce, veisme aquí:

¿Qué mandáis hacer de mí?

Veis aquí mi corazón,


yo le pongo en vuestra palma:
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición.
Dulce Esposo y Redención
pues por vuestra me ofrecí:

¿Qué mandáis hacer de mí?


89
Dadme muerte, dadme vida;
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad;
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí.

¿Qué queréis hacer de mí?

Dadme riqueza o pobreza,


dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno o dadme cielo,
vida dulce, sol sin velo:
pues del todo me rendí,

¿Qué mandáis hacer de mí?

Si queréis, dadme oración;


si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
sólo hallo paz aquí:

¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme, pues, sabiduría,


90
o, por amor, ignorancia;
dadme años de abundancia,
o de hambre y carestía.
Dad tiniebla o claro día,
revolvedme aquí y allí:

¿Qué mandáis hacer de mí?

Si queréis que esté holgando


quiero por amor holgar;
si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando:
decid dónde, cómo y cuándo,
decid dulce Amor, decid:

¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme Calvario o Tabor,


desierto o tierra abundosa;
sea Job en el dolor,
o Juan que al pecho reposa;
sea viña fructuosa,
o estéril, si cumple así:

¿Qué mandáis hacer de mí?

Sea José puesto en cadena,


o de Egipto adelantado,
o David sufriendo pena,
91
o ya David encumbrado.
Sea Jonás anegado,
o libertado de allí:

¿Qué mandáis hacer de mí?

Haga fruto o no lo haga,


esté callando o hablando
¿Qué queréis, Señor de mí?
Decid dulce amor, decid
que a todo diré que sí.
A María

María, mi estrella,
Mi reina, mi vida,
Mi madre querida,
Mi única ilusión.

Mi amor, mis delicias,


Mi puerto, mi guía
a Jesús, mi Dios.
María, mi amparo

La pureza mía,
la flor delicada
de mi corazón,

La belleza misma
que a Dios cautivara,
92
el huerto cerrado
al que descendió.

La sola bendita
y Madre de Dios.
María, la luna
que en la noche guías
a este pecador.

Llevándole al puerto
de eterna alegría,
do reinas gloriosa
Oh, Madre de amor

Tu nombre bendito,
¡Oh! Madre querida,
melodía suave
es el corazón.
María mi Madre,
Recíbemelo.
SJM

A Mi Madre María

Esclava de Jesús y de María


tengo ansias de ser,
cuánto se tarda ese día,
que a tus pies, Madre mía,
Adoratriz pueda ser.
93
Tú, María Inmaculada,
a esta flor marchitada
da lozanía y vigor.

Haz perfume cariñosa


el Sagrario do reposa
el prisionero de Amor.

Madre mía, te amo tanto,


me siento tan orgullosa
de ser tu esclava, dichosa…

Eres tan bella María…


Mírame con compasión
no me dejes, Madre mía,

Estrella de la mañana,
mi Reina y Madre querida.
Amanezca para mí
aquel venturoso día
en que unida con mi Dios,
para siempre, Madre mía,
pueda cantar, victoriosa,
tu triunfo, Madre querida.

Óyeme con compasión,


sea yo Esclava Profesa
del Sagrado Corazón,
94
no me dejes, Madre mía,
hasta morir en tu Amor.
SJM

Al Buen Pastor

Pastor dulce y amante


de tus tiernas ovejas,
mírame compasivo,
y atiende presto
a mis dolientes quejas

Recibe ya en tu aprisco
a esta pobre oveja,
robola el lobo fiero,
ábreme ya la puerta.

Atiende, Pastor Bueno,


atiende ya a mis quejas,
helada estoy de frío,
Señor, abre la puerta.

A este corderillo
que de llamar no cesa.
un día, yo contenta,
te seguía, mi Dios.

Y Tú me alimentabas
con pastos de tu Amor,
95
pero el lobo envidioso,
de tu Gloria y Amor
me arrancó de tu aprisco
mi dulce Redentor.

Do yo vivía alegre
en tu Casa, Señor,
vísteme con la lana
de tu Esclava de amor

Hazme Adoratriz pronto,


que me muero de amor,
quedarme para siempre
en tu Aprisco, Señor,
escóndeme en las heridas
de tu Buen Corazón.
SJM

El Buen Pastor

Soy el Buen pastor


que en mis hombros
llenos de amor y ansiando
las primicias de tu alma,
te traje a este Instituto santo

Para que me ames mucho,


pues yo te amo tanto, tanto…
que aquí en la Eucaristía
96
para ti me he quedado

Y quiero que correspondas


y te rindas a mi amor
y que esclava amante seas
de mi dulce Corazón

Soy Jardinero Divino,


te amo con predilección,
azucena de mi huerto
do marchites tu candor

Que tu jardinero amado


para Él sólo te plantó.
Soy amigo Verdadero
Padre, Esposo, Rey, Amor,

No me niegues este día


tu agraciado corazón,
que sólo en mí hay paz cumplida,
entrégate ya rendida
al silbo de tu Pastor.
SJM

El Dios Todopoderoso, Criador de cielos y tierra, Dueño y Soberano del


Universo, y la Gloriosísima Virgen María, Reina de la Corte Celestial, se
dignan participar a VV el efectuado desposorio espiritual de su augusto Hijo
Jesús, Rey de reyes y Señor de señores, con Carmen del Campo, hoy ya
97
Señora y Princesa de los reinos aportados como dote por su divino Esposo,
a saber, Adoratriz, Esclava del Santísimo Sacramento y de la Caridad, del
Corazón de Jesús.
No habiendo sido posible invitar a V.V. a la fiesta de sus bodas celebradas
en el Instituto de Adoratrices, el 28-XII-1924, pues sólo la Corte Celestial
fue admitida a la ceremonia, quedan con todo, invitados a la Torna-boda, que
tendrá lugar mañana día de la Eternidad, cuando Jesús, Hijo del Eterno, sobre
las nubes del cielo, en el esplendor de su majestad a juzgar a los vivos y a
los muertos [vendrá]. No estando todavía señalada la hora, quedan invitados
a permanecer dispuestos y a velar.

En la interior bodega
de mi amado bebí,
y cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía,
y el ganado perdí,
que antes seguía.

Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal en su servicio:
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
Que ya sólo en amar es mi ejercicio.

Hace tal obra el amor,


después que le conocí,
que, si hay bien o mal en mí,
98
todo lo hace de un sabor,
y al alma transforma en sí.

Desde que te elegí


por el Amor de mi alma,
cuantas penas he pasado
viéndome de Ti alejada

Siempre buscándote vivo


y amándote sin cesar,
pero Tú parece que huyes
y no te puedo encontrar.

A mi amadísima Madre T.

Como no puedo olvidar


a mi amada Madre T.,
la quiero felicitar
en el día de su santo.

No se asuste, Madre mía,


pues sólo pretendo hoy
felicitar a la Madre
que Jesús me deparó,
y llevándome a su aprisco,
me alimentó con amor.

Hasta que el lobo envidioso


de su celo y de su ardor
99
me arrebató del aprisco
de mi dulce Redentor
do yo vivía contenta
y alegre con el Amor.

Pero ya me dejó toda


en las manos del Señor,
pues sé no falta a los suyos
que le buscan con fervor.

Que con Jesús y María


pase feliz día hoy,
colmada de sus caricias,
y que viva muchos años
el día de la Asunción
en ese pequeño nido,
que Jesús la confió.
SJM

Al Convento de adoratrices de Logroño

Centro de mis ilusiones,


adorada casa mía,
pues por propia te tenía,
y en ti tan solo soñaba.

Cuántas veces defendí


tu honra y gloria con tesón,
siempre fuiste mi blasón,
100
sólo viéndote gozaba.

Todas las tardes venía


con mis buenas compañeras,
a cantarte en mil maneras
contemplando tu fachada.

Y hasta que el cielo cubrían


las bellísimas estrellas,
entonaba mis querellas
y así mis ansias calmaba.

Ya no volveré otra vez,


pues mi corazón ha huido
por el desengaño herido
al ver tu puerta cerrada.

En Ti, Jesús se encierra


adiós amoroso nido,
recibe el hondo gemido
del pecho que [t]e adoraba
Mª. del C.

Coplas del alma que pena por ver a Dios

Vivo sin vivir en mí,


y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.
101
Aqueste divino amor
Del amor con que yo vivo
Hace a Dios ser mi cautivo
Y libre mi corazón

Mas causa en mí tal pasión


Ver a Dios mi prisionero,
Que muero porque no muero

Esto no está escrito: (Vivo ya fuera de mí,


después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero.

Esta divina prisión,


del amor en que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!


¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
102
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué vida tan amarga


do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga:
quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza


vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte;


vida, no me seas molesta,
mira que sólo me resta,
para ganarte perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero
que muero porque no muero.

103
Aquella vida de arriba,
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva:
muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle


a mi Dios que vive en mí,
(…….sin acabar)

A la Santísima Virgen

¡En tu amor, Madre mía


enciéndeme, Te ruego,
que amante en ese fuego
el alma quiere arder…

Y alcánzame, Señora,
gozar de la ventura
que goza el alma pura
logrando tu querer!

Mi vida triste era,


no amándote, María,
y ahora el alma mía
no puede estar sin Ti.

104
Haz que en tu amor expire,
porque ¡ay dolor! ¿qué suerte
podrá caberme en muerte
si en vida te perdí?

Lenguaje de Mayo

Ya me tienes, gentil hazarena,


nevada azucena, rosado alelí,
ya me tienes, hermosa María,
con santa alegría, postrada ante Ti.

¡Ah! Sin duda,


mi Madre, has creído
que ahora he venido
al pie de tu altar,
a traerte selváticas flores
y a alzarte loores
en dulce cantar.

No he pensado,
Señora del Cielo,
en nada del suelo
tus sienes ceñir,
pues de nada
orlar tu cabeza
mas luz y belleza
podrás recibir.

105
Sólo el vivo
fulgor de la llama
que expande y derrama
tu dulce mirar,
de la aurora
y del sol los destellos
más puros y bellos
los que superar.

Y el subido calor carminado


Que siempre adornado
tus labios de miel oscurece
los vivos fulgores
y rojos colores
del mismo clavel.

Y es tu acento
más dulce al oído
que el suave gemido
del aura gentil,
y no existe, cual Tú,
pura y bella,
mi fúlgida estrella,
mi flor de pensil.

¿Dónde iré yo
a buscar hermosura
que a Ti, Virgen pura,
se pueda igualar?
106
¿Dónde iré yo
a buscar poesía
que en Ti, Mª mía,
no logre encontrar?

¡Ah! Por eso yo


Te amo y Te adoro,
y en canto sonoro
te expreso mi amor

Y Te ofrezco,
celeste doncella,
tan solo una estrella,
tan solo una flor.

No de adorno,
graciosa María;
que no serviría
pues bella no es:

Pero sé que te agrada,


y por eso
con dulce embeleso
la pongo a tus pies.

¿No perciben
quizá tus oídos
sus fuertes latidos
107
por dárselo hoy?
¿y no ves cómo anhela
en sus gozos
sin sombras ni embozos
decirte aquí estoy?

Tomala, Madre mía,


en mi alma
que ansía tu calma
sentir y gustar:
Haz que logre
ser pura en el suelo,
y pronto en el cielo
tus dichas gozar.

Acto de amor de San Agustín

Cambios y añadidos
dame amor, vida mía,
diré a voces,
porque dándome amor
en él te goces.

Si tu poder inmenso me cedieras,


te daría en mi amor cuanto quisieras.

Amarte quiero más que gozarte,


y gozarte tan solo por amarte.
Escoria soy, mi amor,
108
mas aunque escoria,
un Dios quisiera ser para tu gloria.

Pues, si yo fuera Dios,


tanto te amara,
que para serlo Tú,
yo renunciara.
Más, ay, amado mío,
yo me muero,
de ver que nunca te amo
cuanto quiero.

Úneme a Ti, amado de mi vida,


seré la nada en todo convertida.

Si pudiera, mi Bien, algo robarte,


sólo amor te robara para amarte.
Más si mi amor tu gloria deslustrara,
ámate, pues de amor eres abismo,
por Ti, por mí, por todos, a Ti mismo.

Úneme a Ti, amado de mi vida,


seré la nada en todo convertida.
Si pudiera, mi Bien, algo robarte,
sólo amor te robara para amarte.

Entre el bullicio del mundo
aturdida está mi alma;
ansiosa busca la calma
109
sin obtenerla jamás.

Por eso tan solo acierto
a estar cerca del Sagrario…
Allí…¡qué feliz me siento
con mi “Amante solitario”…!

Tan solo mi dicha encuentro
en “Jesús Sacramentado”:
“Él” es mi Vida, mi Centro
a “Él” mi amor he consagrado

En la “Santa Religión”
vivir muy pronto quisiera,
¡Dichosa y Feliz yo fuera,
siempre si triste rincón
en “ella”, al fin consiguiera!...
M.P.C.

A nuestra Rdma Madre

Pero Jesús con instancia


me dice pida una gracia
mas yo en verdad no me atrevo,
aunque suspiro y anhelo
la dicha gracia alcanzar.

¡Es tan grande, Madre mía!...


Vestir el hábito santo
110
de este instituto sin par.

Concédame, madre amada,


por Jesús Sacramentado,
y por Madre Sacramento,
ser Adoratriz ferviente
del Divino Sacramento.
SJM Mayo 29

Jesús mío, te amo


con todo mi corazón
y con nuestra madre
me alegro me hayas dejado
para fastidiarme

A Madre T. de María

Yo vi una paloma hermosa:


en el jardín del Amor
vivir alegre y gozosa
arrullando cariñosa
los polluelos de su Amor

Vi también una pastora


que amaba mucho a su Pastor,
conduciendo su rebaño
a los pastos del Amado,
al Aprisco del Pastor

111
¡Qué feliz es la pastora
viviendo con el Pastor!
¡Qué bien cuida su rebaño!
¡Oh, qué alimento más sano!

La Carne de su Pastor,
Su palabra, su Doctrina,
Sus caricias y su Amor.

¡Qué contento está el rebaño!


cómo crece, cómo vive,
cómo sigue a su Pastor.
y todos viven contentos
y alegres en dulce unión.

Vi también una ovejita


que el lobo se la llevó,
cómo gime, cómo llora
Aaejada del Pastor.

Cómo se acuerda del pasto


que en el Aprisco gustó,
ya llamando está a la puerta
la oveja que se perdió.

Ábrame ya, Madre mía,


Compadezca mi dolor.
Tres años ha, que perdí
ese nido de mi Amor,
112
y ya mi Madre María
a sus puertas me dejó.

¡Oh, paloma! Tú que guardas


el objeto de mi amor,
el palomo enamorado,
el jardinero Sagrado,
el Cordero y Buen Pastor,
por María Inmaculada
el día de su Asunción
ten compasión del polluelo
que él gavillas arrancó
del nido de sus amores
de la casa del Señor.

Llegó el día tan deseado


de dar al alma dulce expansión
felicitándola, madre querida,
con toda el alma y el corazón.

La Virgen Santa en su Asunción


la colme, Madre, de bendición.
Y muy dichosa vea crecer
las florecillas de su Vergel.
Y a ésta ovejilla que se perdió
la lleve pronto con su Pastor.
No la deje, Madre, sin para
Hasta que sea profesa ya.
Agosto 29 – SJM
113
A Mi Madre

Remontando hoy su vuelo


desde la Corte Real,
a la casa de su Madre
este polluelo desea llegar.

Y con arrullos divinos,


demostrar su grande amor
a su madre santa y buena,
que en su nido hoy se celebra
su santo con ilusión.

Este polluelo infeliz,


pero como está algo ronco,
a esos otros bulliciosos
con gusto desea oír.

Oír hablar de su madre


de la paloma sin hiel,
del Corazón Fuerte y noble,
de la heroína del bien.
5-3-30-S.J.M
.
A Madre T. de María

Cara de hambre dice tengo,


114
pero es hambre celestial,
un hambre que siempre crece
y nunca basta dirá.

Hambre de mi Dios amado,


de su Esclava amante ser,
¡Oh qué envidia me devora
cuando veo el palomar
y me encuentro sin las alas
para poder a él volar!

Cómo gimo y lloro, Madre,


sin poderlo remediar,
no hay nadie que me consuele
y de mí tenga piedad.

Pasmada estoy contemplando


cómo este cuerpo mortal
no muere con tanta hambre,
Como pasando está.

Es Jesús quien me sostiene


para esclava hacerme ya,
¡cuánto te tardas Dios mío,
Yo me rindo, Jesús mío,
Ábreme ya, por piedad.

Que tu pobrecilla Esclava,


sólo al pie del santo Altar
115
vivirá alegre y gozosa
y adoratriz fiel será.
15-8-29-SJM

Como el ciervo sediento anhela


las corrientes de agua beber,
así mi alma suspira por verte
y tu Esclava por siempre ser.

Ven a mí pronto,
Jesús de mi alma,
que desfallezco
de hambre y de sed.

Ven a llevarme
de amor y gracia,
y unirme siempre
a tu querer.

Tu gloria y no la mía
es lo que ansío
amarte más y más,
Buen Jesús mío.

En Ti, mi Dios, sólo ansío,


tu querer y nunca el mío.
Sola sufrías las penas
sola sin alivio humano,
solo encontrabas la paz
116
en Jesús Sacramentado.

Jesús mío, yo quiero cada día


ser más pura,
yo quiero vivir sólo de tu amor.

En el anverso del librito

Misa

El sacerdote representa a Jesucristo: Es pues el mismo Cristo a quien veo al


pie del altar. Monte Calvario a cuya falda (antes de subir a la tarima) se
reconoce reo de muerte por ser figura del pecador (su hermano) como
misericordiosísimamente le llamaba. Confesemos ser nosotros los pecadores
en todos los sentidos para glorificar esta misericordia: siendo causa de la
muerte del Hijo de Dios, atravesando con las siete espadas de los pecados
capitales el amantísimo Corazón de nuestra dulcísima Madre la Virgen
María; proclamando el “non serviam” a S. Miguel Arcángel con mis
rebeldías y amor propio; pisoteando las inspiraciones en la persona de S.
Juan, gracias preveniente, precursor siempre; deshonrando lo que la fe que
S. Pedro y S. Pablo con trabajos tan amargos y penosos sembraron y por
último con la vida sellaron y con todos los santos cuyos ejemplos no sigo y
por tanto implorando humildemente perdón digamos animosamente
subiendo con Jesucristo al altar vayamos y muramos con Él nosotros, para
completar en nosotros los frutos de tan terrible Pasión.

Introito.

117
Introito significa entrada. Considera la de Jesucristo en Jerusalén.
Veamos el gozo con que se recibe de parte de los buenos que aclaman por
(libre) libertador, por parte de los (buenos) que malos que le apresan ya con
los ojos para saciar de antemano su sanguinario y cruelísimo. Decidió Cristo
Nuestro Señor, va aprisa, por el deseo que le apremia a dar su vida por
nuestra salvación; sin embargo la amargura aun con el gran sacrificio no
logra se amengüe y es tal que hace llorar a un Hombre –Dios con aquel triste
gemido “Jerusalén, Jerusalén”, y cuantas veces te atraje, como la gallina a
sus polluelos.

Kiries. Cristus

Pide misericordia y compasión a toda la Santísima Trinidad para secar


estas divinas lágrimas ocasionadas por nuestros pecados, o sea gracia de
conversión que a todo ser humano haga cantar y sentir el gloria que en su
nombre y con el mayor fervor dirás en unión del divino Sacerdote Cristo
Jesús cuya preciosa vida fue himno constante de gloria al Padre y para
nosotros ingratos que le deshonramos y por eso besa con amor el altar en que
vas a inmolarse atrayéndonos así con tan dulcísima caridad con “Dominus
vobiscum”, El Señor sea con vosotros llevándonos en el corazón a la Colecta.

Colectividad: que nos debe recordar la oración de la Cena cuando


Jesús levantando los ojos al cielo dijo: “Padre viene la hora glorifica a tu
Hijo para que tu Hijo te glorifique a Ti. Como le has dado poder sobre toda
carne para que todo lo que le diste a Él, les dé a ellos las vidas eternas.

Epístolas.

118
Santifícalos con tu verdad, tu palabra es la verdad. La verdad es la
santidad, que sólo con el vencimiento propio, para que esta carne de pecado
no nos arrastre al pecado se consigue. Cristo en el Huerto donde se le puede
considerar, nos enseña cuan terrible es la batalla contra el padecer, sudando
sangre, agonizante después de avisarnos, que aunque el espíritu está pronto
la carne flaca, dale gracias por la sangre que vertiste por nuestros pecados y
para su consuelo que está triste hasta la muerte, en pie confiesa su Evangelio
y creyendo oír aquel poderoso ”Yo soy” que a la pregunta de los que venían
a prenderle, les hace caer en tierra Tú que eres por tus (pecados) Votos la
esencia más pura de este Evangelio que es Cristo le abandonas con
infidelidades adulterándole a tu capricho? Renueva los Voto y propón
valerosamente seguir muy de cerca al Divino Prisionero que de amor atado
llevan al suplicio, hasta el mismo Calvario.

Credo…

Protesta de fe todo esto.

Ofertorio.

La Hostia se ofrece desde el calabozo de Caifás por los que tan


cruelmente las profanan. Une tus pobres y míseros sufrimientos al Divino
Redentor, para que con los suyos los sacrifique en el ara de la Cruz, donde
en breve consumará su martirio y busca en su divina unión el lavatorio
purificándote no el de Pilatos que a pesar de reconocerle inocente, el temor
de padecer le esclaviza a la cobardía ¡que daños tan terribles le atraerá!

Mira a Cristo en el Orate fratres

119
Y ve al Hombre Dios, Ecce Homo ¡que compasión hasta de sus
enemigos debía inspirar!, azotado, coronado de espinas desnudo y casi
moribundo, te dice que ores para que ese Sacrificio suyo, (por el sufrimiento
mío por ser la causa) y padecerlo por mí, sea agradable a Dios Todopoderoso
¿Estaremos indiferentes a este espectáculo? ¡No, levantemos el corazón que
el Señor es con nosotros y por nosotros padece! Démosle gracias que digno
y justo es y en unión de toda la Corte Celestial demos gracias al Señor Dios
Padre. Omnipotente, por habernos dado a su Unigénito Hijo, por quien le
alaban todas las jerarquías angélicas, a cuyas voces nos atrevemos a unir las
nuestras, proclamándoos con todas las jerarquías+fuerzas. Santo, Santo,
Santo Señor Dios de los Ejércitos, llenos están los Cielos y la Tierra de
vuestra Gloria!
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor a santificarnos a tal
costa, porque hay que corresponder al último fin para que fuimos criados y
por tanto te rogamos humildemente ¡Oh, Padre Clementísimo! Por Nuestro
Señor Jesucristo aceptes este sacrificio, que os ofrecemos en primer lugar
por vuestra Santa Iglesia Católica para que os dignéis darle paz, guardarla,
mantenerla con unión y gobernarla en toda la redondez de la tierra
juntamente con vuestro siervo el Papa…nuestro prelado diocesano…nuestro
rey…y todas las órdenes que profesan la fe católica apostólica. Acordaos,
Señor, de vuestros siervos y de vuestras siervas y de todos los circunstantes
cuyas fe y devoción os son tan conocidos. El momento del sacrificio se
aproxima, acércate, alma mía a la Santísima Virgen transida de amargura, a
los bienaventurados Apóstoles y primeros mártires, frutos eximios de este
árbol de la misericordia divina y contempla la obra de tu redención.

Elevación

120
“Este es mi Cuerpo”. Mírale bien, no tiene parte sana hasta los huesos
se me pueden contar. ¿Qué no he de sufrir por ti? Qué más pude hacer por
mi viña, por tu alma?...Y en lugar de uvas, vida sobrenatural me dio
agrazones, vinagre de ingratitudes. “Esta es mi Sangre” derramada hasta la
última gota en medio de sufrimientos dolorosísimos y tan sacrílegamente
pisoteado en su eficacia, no siendo de ello más pálido reflejo la que hollaron
la chusma y los caballos en el Calvario y empapado en ella.
Sangre tan amorosamente vertida y así profanada y despreciada al pie
de la Cruz; tálamo divino del más divino amado regado y húmedo aún con
la preciosa Sangre, promete no sólo aprovecharte y ser fiel a cualquier costa
a tan precioso riego sino emplear toda tu vida en fructificarle en los demás.
Escucha los últimos gemidos del divino y moribundo
Corazón…Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen, y yo muero de
amor por ellos y mi amor no los puede condenar, los disculpes, no saben lo
que hacen al apagar el Corazón que se abrasa de amor por ellos y por eso a
la señal de arrepentimiento, acuérdate de mí, responde presuroso “hoy
estarás (o serás) conmigo en el Paraíso”.
Qué fruto para tal sacrificio que aún le pido, mas Mi Madre te doy, Mi
Madre te acercará a Mí. Mujer, ya no te llamo Madre, que cedí mis derechos.
He ahí a tus hijos: que con el amor que me criaste, cuidaste y guardaste,
recíbelos a ellos que por hijos te doy, no me queda más y sin embargo la sed
de tus bienes me devora; está mi paladar y mi lengua como tiesto seco y
puesto al sol y no la pueden apagar sino con hiel y vinagre.
Dale, alma mía, agua de gracia en el vaso de tu corazón, que es cruz. Lo
contrario, Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonas? Maldito es de Dios
quien muera en un madero. Porque Cristo afronta esta maldición para
trocarla en bendición; pero el momento antes del abrazo entre la misericordia
y la justicia fue de angustia suprema incalculable; pero ya pasó (todo está
consumado, acércate).
121
1- JHS. Jesús y María, mis dulcísimos amores, hacedme la gracia de ser
todo vuestro y nada mío.

2- XXXVIII. Oh, hija querida, te dejo mis elevadas, rectísimas y


purísimas intenciones con las que vivificadas hasta mis menores acciones,
elevándolas así a los más perfectos actos de caridad, aprovechándose de este
mi legado, hazlo todo por amor y con intención de glorificar al Señor y de
cumplir en todo el querer divino con el mismo amor y gozo con que le
cumplimos los bienaventurados en el cielo, uniéndote también a las
intenciones divinas de mi divino Hijo en el Sagrario y en el Cielo.
Así, Madre mía, quiero hacerlo contigo y como tú lo hiciste, lo haces y lo
harás por toda la eternidad. Amén.

3- Siendo mi vida tan breve,


Tengo el corazón herido,
sangrando, bajo la nieve
del olvido…¡

CARMEN DEL CAMPO CORCUERA

122
CONTRAPORTADA LIBRO

123
El autor con su madre

Legado parcial Losantos y del Campo

124

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