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Vivir con Dios es una experiencia maravillosa pero también es una gran responsabilidad

debido a que cada persona que dice conocer a Dios se convierte en un representante de
Él donde quiera que esté, de manera que su testimonio se verá reflejado en la forma como
él o ella actúe y se comporte. El andar con Dios no es simplemente una experiencia
espiritual e invisible, sino más bien una experiencia visible, real y tangible que se
demuestra de manera espontánea. Cuando caminas con Dios las personas se dan cuenta
de que Dios está contigo. ¿Cómo? A través de tu comportamiento, de tu nueva forma de
vida y también por la forma en que tratas a las personas.

El andar con Dios es una aventura excitante y una experiencia grandiosa, donde Dios a
través del Espíritu Santo se convierte en el timonel y capitán de tu vida.

Cuando caminamos con Dios Él se convierte en nuestra guía, de manera que Él nos
llevará a situaciones y experiencias que son nuevas para muchos de nosotros. Es decir
que en el recorrido Dios permitirá que pasemos por diferentes estaciones de la vida para
así poder perfeccionar nuestro carácter. Es importante que cuando Dios nos lleve a esos
lugares, tengamos los tres elementos clave para poder ver su gloria. Antes de enseñarles
cuáles son esos lugares quiero mostrarles los tres elementos.

1. La fe (2 Corintios 5:7)
2. El amor (Efesios 5:2)
3. La santidad (2 Pedro 3:11)

Sin estos tres elementos no vamos a poder estar firmes en los lugares o estaciones que
Dios nos permite atravesar.

Como les dije al principio, cuando caminamos con Dios, para perfeccionar nuestro carácter
Él nos llevará a diferentes lugares o estaciones para que allí podamos aprender algo. Esos
lugares nos lo muestra la Biblia en un lenguaje figurado y espiritual. Veamos cuáles son.

• El desierto: es ese lugar donde ninguno de nosotros quiere ir, sin embargo Dios nos lleva
allí para perfeccionar nuestra fe y nuestra confianza en Él. El desierto es también un lugar
de entrenamiento para poder purificarnos.
• El valle: es el lugar donde los sueños y las metas parecen imposibles de realizar. Sin
embargo Dios utiliza ese lugar para que nos volvamos a Él y así poder declarar vida a
nuestros sueños. (Ezequiel 37:4 y Salmo 23:4).
• El monte: es el lugar de la revelación, es allí donde Dios nos habla y nos muestra su
voluntad para nuestras vidas. Es en el monte donde aprendemos a buscar y a sentir su
presencia. (Éxodo 24:18, Marcos 6:46, 9:2, Hebreos 12:22).

La vida de Jesús se convierte en el modelo perfecto a seguir por todos. Jesús fue un
hombre que caminó con Dios en todo momento. Si decimos que caminamos con Dios,
debemos nada más y nada menos que vivir como Jesús vivió.

Esto nos da varias preguntas para reflexionar y considerar:

1. ¿Estamos viviendo como Jesús vivió?


2. ¿La gente puede reconocer a Jesús en nuestra vida?
3. ¿Qué podemos hacer para vivir como Jesús vivió?
4. ¿Qué debemos abandonar para poder parecernos más a Jesús?
5. ¿Qué cosas estamos haciendo que Jesús no haría?

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