Luis Angel García Herrera

Reporte de lectura

Yang Zhu

El texto nos habla de una evaluación del egoísmo, pero que se entiende por una
autoconservacion, con una frase “Cada quien para sí mismo”.

Inicialmente se habla de la fama, de como buscas aquello que te hace sentir bien pero que
nunca tiene un fin, al obtenerlo buscas mas. Ademas como las persona que llega a tener fama es
una falsearía, se menciona que aquel que es famoso se encuentra alejado de la verdad, y hay en
disputa dos conceptos el de verdad e hipocresía, que si seguimos el hilo de lo anterior, podemos
decir que el que se encuentra inmerso en la esfera de la fama, aquel que vive en ella tiende a ser
un hipócrita, porque no vive para si, mas bien vive para los demás, con el solo fin de obtener la
aceptación, el reconocimiento de los otros individuos que al recibir ciertos honores o
felicitaciones por ciertos actos, todo esto lo lleva a obtener la fama, negando lo que realmente
quisiera hacer, entonces no aplica la purificación filosófica, esto quiere decir que no consume
sus deseos, no disfruta para si las cosas que quisiera hacer, muere por otros.

No existe, llevada a la praxis la frase que hay en un inicio de este trabajo “cada quien para si
mismo” pero se debe intentar profundizar un poco mas en esta frase, de lo que se hace mención
en el texto del Lie zi, con dicha frase podemos entender que hay en el vivir para si mismo el
placer de hacer las cosas, porque realizas o vives conforme a tus deseos, esto puede ser
rápidamente direccionado a los terrenos del hedonismo y no solo eso también hacia Epicuro, un
filosofo griego que identificaba la felicidad con el placer, se puede entonces por medio de estas
conexiones decir que este para si mismo y ese placer no solo hace referencia a los deseos
corporales sino también a algunos espirituales y mentales, llevar acabo la consumación de los
deseos desde los tres ámbitos mencionados anteriormente, es así como se obtiene el placer, solo
partiendo de si mismo y no esperando el reconocimiento, la fama que a partir de otros nos es
otorgado, solo consumiéndose en los placeres del yo.